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Campos Medina Ismael (1151)

Del Ente y la Esencia de Tomás de Aquino

Podría decir que es natural que se encuentren accidentes dentro de la

interpretación que se pueda tener de este texto, así como también de la

Metafísica de Aristóteles, en el cual se basa ampliamente. Esto por una casi

incompatible cantidad de definiciones y analogías. Entendemos, o así lo

encuentro yo, que la materia no determina género sino el acto de lo que se es,

como aparece en el primer parágrafo. La esencia es la materia y la forma, sin

que esta sea (la esencia), una liga entre ambas ni algo aparte de ellas.

Entendemos que la forma es el acto de la materia que hace ente en acto total no

sólo material. Y la materia, por su parte, es la constitución material del ente en

general, o en sus elementos más “básicos” en sentido cognoscible, o visible, por

no caer en la redundancia de denominarlo material. De igual forma se

comprende el hecho de la dimensionalidad de lo signado. Esta designación por

especie es la diferencia que constituye el “carácter” general de la especie

tomada de la forma. Así, vemos al género como denominación determinante de

aquello que es material sin la determinación de la forma, pero que conlleva a la

forma en dicha manifestación, ya que es imposible en las substancias

compuestas no poseer ambas. Aunque veamos la forma en el género, esta

forma sólo es la ilustración que, reflejándose en la materia, le otorga un género.

Esta forma designa el nombre de la diferencia. Así también se deja claro que lo

que no le es favorable a la naturaleza en su concepto propio, no es añadido a la

noción de Naturaleza.
La resolución que se hace en el parágrafo V sobre la diferencia entre esencias

compuestas y las simples y como estas últimas no son actos puros, es la parte

que más claramente puede vislumbrar, así como la noción de Dios como causa

primera de la cual deriva lo que sigue en el parágrafo VI sobre la esencia infinita

recibida que depende del ente que recibe dicha esencia (siempre compartida) y

la idea de que mientras más cerca del acto puro, mayor es la perfección del

“sujeto”, que de la forma sustancial y la materia obtiene una esencia, y que se ve

a este sujeto visto como ente, cuyos accidentes( que son visibles) adquieren el

nombre de ente sólo por analogía. 1

Algo que me parece interesante sobre todo en el parágrafo número IV y de ahí

en adelante, es que si las personas utilizaran estos elementos filosóficos, tanto

Aristotélicos como Tomistas, existiría mucho menos problemas raciales de los

que existen en la actualidad, porque como lo menciono más arriba, hablando

particularmente de este parágrafo, si lo que conviene a la naturaleza en su

concepto propio, no es añadido a la noción de naturaleza (cosas como el color

como un predicado, aseveración o pluralidad) puesto que no le otorgan a la

Naturaleza de humanidad, o bien de hombre una constitución especifica como

especie, o género, por lo tanto no dice nada de su esencia. El error del universal

de las formas entendidas es generar la idea de comunidad basada en lo que se

puede visualizar, creando así una relación no de intelecto, sino de semejanzas

que fortalecen un concepto singular que alude más a la especie, o al accidente

( que le pertenece a la especie) más no incluye en esta derivación a la esencia

que constituye al hombre ni como esencia ni como género.

1cfr. De Aquino, Tomás, Del ente y la esencia, VII,Argentina, Losada, p. 44

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