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LA CADENA DE CUSTODIA.

PROBLEMAS PROBATORIOS

Ponencia dentro del curso de formación para Fiscales del CEJ “Cadena de
custodia”, días 26 y 27 de junio de 2014. Madrid.

José Perals Calleja.


Fiscal

1. INTRODUCCIÓN. 2. DEFINICIÓN. 3. REGULACIÓN LEGAL. 4. LA


PRUEBA DE LA CADENA DE CUSTODIA. 4.1 La cadena de custodia en el
escrito de acusación. 4.2 La cadena de custodia en el trámite de cuestiones
previas a instancia de la acusación. 4.3 La cadena de custodia en el trámite de
cuestiones previas como contestación a las defensas. 5. JURISPRUDENCIA.
5.1 Cuestiones generales. 5.2 Cuestiones específicas. 5.2.1 La droga se halla en
el depósito de la Delegación de Sanidad o Laboratorio correspondiente. 5.2.2
Los efectos se han depositado en un lugar que no es el adecuado. 5.2.3.
Transcurrió mucho tiempo entre la incautación y la remisión de los efectos al
Laboratorio. 5.2.4 Se unió al procedimiento un dictamen pericial que era de otro
procedimiento distinto y posteriormente se subsanó el error. 5.2.5 Aprehensión
de droga en centro penitenciario por funcionarios de prisiones, sin levantar acta
de incautación, sin constancia de número de “atestado” ni identificación del
policía a quien se entrega la droga. 5.2.6 Los policías que custodian la droga en
dependencias policiales, los que la trasladan al laboratorio de Sanidad y el perito
que recibe la droga de la Policía no declaran en juicio. 5.2.7 No hay coincidencia
entre una parte de los efectos ocupados y los definitivamente analizados. 5.2.8
Se remiten al Laboratorio menos paquetes de los incautados. 5.2.9 No se han
rellenado los formularios establecidos reglamentariamente. 5.2.10 No consta
documentación de la cadena de custodia o es incompleta. 5.2.11 No consta el
documento de remisión de los efectos al Laboratorio. 5.2.12 No hay correlación
entre los impresos de remisión y recepción de la droga. 5.2.13 Los efectos
ocupados por policía extranjera fueron trasladados a España sin control judicial.
6. CONCLUSIONES

RESUMEN

En la práctica diaria en los tribunales surgen numerosos problemas de tipo probatorio


respecto a la denominada cadena de custodia. En el presente trabajo se pretenden
aportar las posibles soluciones a dichos problemas de cara al juicio oral. Por ello, pese
a que se hace una breve referencia a la regulación legal y reglamentaria, el trabajo se
enfoca, en primer lugar, desde el punto de vista de la proposición de prueba por parte
del Ministerio Fiscal para el acto del juicio oral y la contestación que se ha de dar a
las impugnaciones de las defensas ; y en segundo lugar, principalmente, desde el punto
de vista de la jurisprudencia de la Sala 2ª del Tribunal Supremo, delimitando los
criterios generales en la materia y después reseñando diversos casos concretos con la
solución jurisprudencial.

1
1. INTRODUCCIÓN

En los últimos años se están planteando numerosos problemas de orden práctico


en materia de prueba en el proceso penal desde la perspectiva de la denominada cadena
de custodia. En muchas ocasiones tales problemas surgen en el mismo acto del juicio
oral porque las defensas los ponen de relieve en sus escritos de conclusiones
provisionales, y en otros casos se plantean por primera vez en el denominado trámite de
las cuestiones previas en el mismo juicio oral. Por ello abordaré el tema de la cadena de
custodia desde dos perspectivas, una primera, desde el punto de vista de los dos
momentos procesales esenciales en los que se puede proponer prueba por el Ministerio
Fiscal, es decir, en el escrito de acusación y en el trámite de cuestiones previas al inicio
del juicio oral; y en segundo lugar, por otro lado, desde el punto de vista de la
contestación que ha de darse a las defensas que aleguen irregularidades en la cadena de
custodia.

2. DEFINICIÓN

La denominada cadena de custodia en el procedimiento penal es el camino


seguido por la prueba desde que se obtiene hasta que llega al acto del juicio oral y cuya
integridad garantiza que la prueba valorada por el tribunal es la obtenida y aportada al
procedimiento. Como su propio nombre indica se trata de garantizar que según la
prueba va pasando por los diferentes eslabones de una cadena, entendiendo por tales los
diversos sujetos que la manejan, se van enlazando sin solución de continuidad todos los
pasos de la prueba, desde el momento de recogida o hallazgo de la misma hasta que
llega al juicio oral , garantizando así que se ha mantenido incólume, de tal manera que
el tribunal sabe cuáles han sido los distintos tratamientos que ha tenido la prueba y
quiénes la han manejado.

La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo la define como las “formas que han de
respetarse en las tareas de ocupación, conservación, manipulación, transporte y
entrega en el laboratorio de destino de la sustancia objeto de examen” (STS 629/2011,
de 23-6-2011, citando la STS 4-6-2010) y también, remitiéndose a la doctrina científica
ha dicho:

“Se viene entendiendo por la doctrina como " cadena de custodia " el conjunto de actos
que tienen por objeto la recogida, el traslado y la conservación de los indicios o
vestigios obtenidos en el curso de una investigación criminal, actos que deben
cumplimentar una serie de requisitos con el fin de asegurar la autenticidad,
inalterabilidad e indemnidad de las fuentes de prueba.”(STS 208/2014, de 10-3-2014).

Por los autores ha sido definida como “el conjunto de medidas que se deben
adoptar a fin de preservar la identidad e integridad de objetos o muestras que pueden
ser fuente de prueba de hechos criminales, para garantizar así su total eficacia
procesal” 1 o , en materia de prueba digital, como el “procedimiento de supervisión
técnico-legal que se emplea para determinar y precisar los indicios digitales afines al
delito, desde el momento que se detectan y son denunciados, hasta que son valorados
1
MIGUEL DE LA ROSA CORTINA. “Algunas cuestiones sobre los delitos de pornografía infantil
cometidos a través de la red. Enjuiciamiento. Impacto de la Directiva de 2011”. Centro de Estudios
Jurídicos. 2012.

2
por los diferentes especialistas encargados de sus análisis, normalmente peritos. Dicho
procedimiento, tiene como finalidad, no viciar el manejo que los medios probatorios, y
así evitar la manipulación, contaminación, alteración, daños, reemplazos,
contaminación o destrucción”2.

3. REGULACIÓN LEGAL

La cadena de custodia de la prueba no viene regulada bajo esta denominación en


la vigente Ley de Enjuiciamiento Criminal, pero sí viene expresamente prevista la
práctica de la misma en diversos preceptos. Siguiendo el orden cronológico habitual de
hallazgo de pruebas, el amparo legal para la recogida de efectos o vestigios de la
prueba, su custodia y transporte, lo constituyen las siguientes normas:

- Los funcionarios de Policía suelen ser los primeros en hallar los vestigios y
efectos del delito, y según el art. 282 LECrim. tienen la obligación de “recoger todos
los efectos , instrumentos o pruebas del delito de cuya desaparición hubiera peligro,
poniéndolos a disposición de la autoridad judicial”3, y en idéntico sentido para el
procedimiento abreviado se pronuncia el art. 770.3º LECrim. con el añadido de que no
sólo dice que “recogerá” los efectos sino que también los “custodiará”. En el ámbito de
los juicios rápidos, según el art. 796.1.6ª de la LECrim. la Policía judicial “Remitirá
al Instituto de Toxicología, al Instituto de Medicina Legal o al laboratorio
correspondiente las sustancias aprehendidas cuyo análisis resulte pertinente.”4 El art.
11.1.g) de la L.O. 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad,
establece, entre sus funciones la de “asegurar los instrumentos, efectos y pruebas del
delito, poniéndolos a disposición del Juez o Tribunal competente”. Y en desarrollo de
tal precepto el art. 28 del R.D. 769/1987, de 19 de junio, sobre regulación de la
Policía Judicial, establece entre sus funciones la “recogida de pruebas”. Por último, en
materia de obtención de muestras para hallar la “prueba genética” ha de tenerse en
cuenta la D.A. 3ª de la L.O. 10/2007, reguladora de la base de datos policial sobre
identificadores obtenidos a partir del ADN, que dice: “Para la investigación de los
delitos enumerados en la letra a) del apartado 1 del art. 3 [delitos graves y, en todo
caso, los que afecten a la vida, la libertad, la indemnidad o la libertad sexual, la
integridad de las personas, el patrimonio siempre que fuesen realizados con fuerza en
las cosas, o violencia o intimidación en las personas, así como en los casos de la
delincuencia organizada, debiendo entenderse incluida, en todo caso, en el término
delincuencia organizada la recogida en el artículo 282 bis, apartado 4 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal en relación con los delitos enumerados], la policía judicial
procederá a la toma de muestras y fluidos del sospechoso, detenido o imputado, así
como del lugar del delito. La toma de muestras que requieran inspecciones,

2
JUAN DE DIOS MESEGUER GONZÁLEZ. “La contaminación de la cadena de custodia invalida las
pruebas periciales informáticas”. Diario La Ley, 25/6/2013.
3
Según el art. 292 párr. 1º LECrim. dichas actuaciones tendrán un reflejo documental en el atestado:
“Los funcionarios de Policía judicial extenderán, bien en papel sellado, bien en papel común, un
atestado de las diligencias que practiquen, en el cual especificarán con la mayor exactitud los hechos por
ellos averiguados, insertando las declaraciones e informes recibidos y anotando todas las circunstancias
que hubiesen observado y pudiesen ser prueba o indicio del delito.”
4
Y según el art. 797 LECrim. el resto de los efectos se remitirán al Juzgado de guardia.

3
reconocimientos o intervenciones corporales, sin consentimiento del afectado,
requerirá en todo caso autorización judicial mediante auto motivado, de acuerdo con lo
establecido en la Ley de Enjuiciamiento Criminal”5. Así pues, la actuación de la Policía
al recoger, trasladar y custodiar los efectos y vestigios de un delito está amparada no
sólo por la Ley Procesal , sino también por su propia ley reguladora, que tiene carácter
de orgánica, el Real Decreto regulador de la Policía Judicial y la L.O. 10/2007.

- El Fiscal en el marco de las Diligencias de investigación del art. 5 del EOMF


no tiene peculiaridades en materia de recogida y custodia de los efectos del delito, pues
consta una remisión a las diligencias previstas en la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
debiendo tener en cuenta el art. 5.2 párr. 2º del EOMF que dota de “presunción de
autenticidad” a las diligencias que practique, por lo que en caso de procederse a la
recogida de cualquier tipo de efecto o vestigios del delito deberá levantarse por el Fiscal
la correspondiente diligencia.

- El Juez de Instrucción, como encargado principal de la investigación penal en


nuestro sistema procesal, según el art. 326 LECrim. será quien ordene la recogida de
los vestigios cuando practique la inspección ocular y, de una manera específica, se
refiere el párrafo 3º (introducido por la L.O. 15/2003) a las pruebas biológicas y dice
que “el Juez de Instrucción adoptará u ordenará a la Policía Judicial o al médico
forense que adopte las medidas necesarias para que la recogida, custodia y examen de
aquellas muestras se verifique en condiciones que garanticen su autenticidad, sin
perjuicio de lo establecido en el artículo 282”6. Por otra parte, según el art. 334
LECrim., el Juez “ordenará recoger en los primeros momentos las armas,
instrumentos o efectos de cualquiera clase que puedan tener relación con el delito y se
hallen en el lugar en que éste se cometió, o en sus inmediaciones, o en poder del reo, o
en otra parte conocida. El Secretario judicial extenderá diligencia expresiva del lugar,
tiempo y ocasión en que se encontraren, describiéndolos minuciosamente para que se
pueda formar idea cabal de los mismos y de las circunstancias de su hallazgo.” Y por
su parte el art. 338 LECrim. dice “Sin perjuicio de lo establecido en el Capítulo II bis
del presente título, los instrumentos, armas y efectos a que se refiere el artículo 334 se
recogerán de tal forma que se garantice su integridad y el Juez acordará su retención,
conservación o envío al organismo adecuado para su depósito.” Por último, en el
ámbito del procedimiento abreviado el art. 778.3 LECrim. establece que “El Juez
podrá acordar, cuando lo considere necesario, que por el médico forense u otro perito
se proceda a la obtención de muestras o vestigios cuyo análisis pudiera facilitar la
mejor calificación del hecho, acreditándose en las diligencias su remisión al

5
Sobre los problemas existentes en la actualidad por la regulación introducida en el régimen de recogida
de muestras por la DA 3ª de la LO 10/2007, que parece permitir con rotundidad que será la Policía
judicial la que recoja las muestras o vestigios del delito independientemente de que exista riesgo de
desaparición, debe leerse la Ponencia “La prueba genética de ADN. Ámbito de la base de datos. Toma de
muestras. Consentimiento y asistencia letrada. Empleo de fuerza”, de JAIME MORENO VERDEJO,
presentada en el Curso sobre Genética Forense celebrado en Madrid los días 22 a 24 de mayo de 2013 en
el Centro de Estudios Jurídicos.
6
Según el art. 332 LECim.de dicho acto se extenderá diligencia por el Secretario que será firmada por
todos los asistentes: “Todas las diligencias comprendidas en este capítulo se extenderán por escrito en el
acto mismo de la inspección ocular, y serán firmadas por el Juez instructor, el Fiscal, si asistiere al acto,
el Secretario y las personas que se hallaren presentes.”

4
laboratorio correspondiente, que enviará el resultado en el plazo que se le señale”.
Además, con carácter específico, el art. 574 LECrim. se refiere a la recogida de efectos
en las entradas y registros.

- El Juez de lo Penal o Tribunal ante el que se celebra el juicio oral, es el último


eslabón de la cadena de custodia, pues los vestigios del delito terminan su camino en el
acto del plenario. Según el art. 622 de la LECrim. el Juez instructor, terminado el
sumario, remitirá “los autos y las piezas de convicción al Tribunal competente para
conocer del delito”. Y pueden ser examinadas por las partes durante la fase intermedia
(arts. 629 y 654 de la LECrim.). Finalmente, el art. 688 de la LECrim. obliga a que las
piezas de convicción se encuentren en el local del tribunal cuando comienza el juicio, si
bien esta exigencia se ve atemperada en la práctica por la exigencia de que estén “a
disposición” del tribunal.

Además de toda la normativa estrictamente procesal hasta ahora mencionada,


hay que referirse someramente a la que tiene un carácter reglamentario, destacando la
Orden JUS/1291/2010, de 13 de mayo, por la que se aprueban las normas para la
preparación y remisión de muestras objeto de análisis por el Instituto Nacional de
Toxicología y Ciencias Forenses7, que deroga la anterior Orden de 8 de noviembre de
1996.

El art. 3.1 de dicha Orden establece imperativamente que “Las autoridades


judiciales, gubernativas, ministerio fiscal y los médicos forenses, en el curso de las
actuaciones judiciales o en las diligencias previas de investigación, solicitarán los
estudios que consideren pertinentes al INTCF, mediante oficio que acompañará a los
formularios normalizados, anexos a la presente orden, disponibles en su versión
dinámica en la página web del INTCF.” Así pues, reglamentariamente se establece
dicha obligación y en los mencionados impresos se establece, en un apartado específico,
la cadena de custodia.

Además, existen otras normas sectoriales como son:

- La Ley 17/1967, de 8 de abril, sobre Estupefacientes8, que en su art. 31 establece que


“Las sustancias estupefacientes decomisadas a los delincuentes e infractores de
contrabando serán entregadas al Servicio de Control de Estupefacientes.” Y el art. 21
de la misma Ley impone el deber de custodia a la autoridad administrativa: “En
cualquier caso, la posesión de sustancias estupefacientes, incluso por el propio Servicio
de Control, implica la obligación de la más rigurosa custodia, de modo que se evite
cualquier posibilidad de sustracción y de dedicación a usos indebidos.” Así pues, la
custodia de las drogas corresponde por Ley a las dependencias competentes en materia
de Sanidad de la Administración.

- El Real Decreto 137/1993, de 29 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de


Armas9 y en cuyo art. 7 a) se atribuye la competencia de “la Dirección General de la

7
BOE de 19-5-2010
8
BOE 86/1967, de 11-04-1967
9
BOE de 5-3-1993

5
Guardia Civil, en todas las funciones derivadas de la legislación vigente sobre armas y
especialmente en la fabricación, reparación, circulación, almacenamiento, comercio,
adquisición, enajenación, depósito, tenencia y uso de las armas”. Y en el art. 166 se
prevé que toda autoridad o agente de la misma que intervenga armas de fuego deberá
dar cuenta a la Guardia Civil, “depositándolas en la Intervención de Armas
correspondiente”, permaneciendo en la misma a disposición de la autoridad judicial.

- El Real Decreto 467/2006, de 21 de abril, por el que se regulan los depósitos y


consignaciones judiciales en metálico, de efectos o valores10, incluyendo en el art. 1.2.a)
entre los depósitos judiciales “Los que se realicen como consecuencia de la
intervención, aprehensión o incautación de moneda metálica, billetes de banco,
cheques bancarios o valores realizables, efectuadas por las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad, por Vigilancia Aduanera o cualquier otro funcionario público, poniéndolos
a disposición de la autoridad judicial competente.”, previendo en el art. 10 del RD el
ingreso en la cuenta del Juzgado correspondiente.11

- El Real Decreto 32/2009, de 16 de enero, por el que se aprueba el Protocolo nacional


de actuación Médico-forense y de Policía Científica en sucesos con víctimas
múltiples12, que si bien está enfocado principalmente a la recogida de muestras de
cadáveres y toma de muestras de ADN, contiene un Anexo III con el formulario para la
recogida de objetos en el que además de la descripción y numeración de los mismos se
ha de reseñar el nº del funcionario policial que interviene.

- La Orden PRE/1832/2011, de 29 de junio, por la que se regula el área de control del


dopaje, el material para la toma de muestras y el protocolo de manipulación y transporte
de muestras de sangre13 , que establece una obligación de asegurar la cadena de custodia
en la obtención, manipulación y transporte de las muestras de sangre y orina, y que
puede tener repercusión o importancia en el caso del delito del art. 361 bis del C.Pen.

- La Orden PRE/2568/2011, de 26 de septiembre, por la que se publica el Acuerdo del


Consejo de Ministros de 23 de septiembre de 2011, por el que se ordena la publicación
en el Boletín Oficial del Estado del Protocolo de actuación en exhumaciones de
víctimas de la guerra civil y la dictadura14, que se remite en materia de traslados de
muestras a lo establecido en la Orden JUS/1291/2010 antes mencionada.

Y también, en materia de tráfico de drogas, ha de tenerse en cuenta el “Acuerdo


Marco de colaboración entre el Consejo General del Poder Judicial, la Fiscalía General
del Estado, el Ministerio de Justicia, el Ministerio de Hacienda y Administraciones
Públicas, el Ministerio del Interior, y la Agencia estatal “Agencia española de
medicamentos y productos sanitarios” por el que se establece el Protocolo a seguir en la
10
BOE de 12-5-2006
11
En las Disposiciones Adicionales 1ª y 2º se regulan las cuentas de las Fiscalías de Menores y de las
Fiscalías respecto a las Diligencias de investigación, respectivamente.
12
BOE de 6-2-2009
13
BOE de 2-7-2011
14
BOE num. 232 de 27-9-2011

6
aprehensión, análisis, custodia y destrucción de drogas tóxicas, estupefacientes o
sustancias psicotrópicas”, de 3 de octubre de 2012. En su apartado 4 se refiere
específicamente a la cadena de custodia, bajo esta denominación, estableciendo
obligatoriamente que “cada una de las personas o instituciones que hayan intervenido
en la gestión y custodia de las sustancias y muestras incautadas documentarán su
intervención en la cadena de custodia, haciéndose constar expresamente:
a) La persona y el lugar en el que se localizó las sustancias y muestras y la
documentación del hallazgo.
b) Relación de autoridades responsables de la custodia y de los lugares en que ha
estado depositada la droga con indicación del tiempo que ha permanecido en cada uno
de ellos, de forma que se garantice la trazabilidad de todo el proceso de custodia.
c) El motivo por el que la fuente de prueba ha sido enviada a otro lugar o ha pasado a
manos de otras personas.
d) Las personas que han accedido a las fuentes de prueba, detallando en su caso las
técnicas científicas aplicadas y el estado inicial y final de las muestras.”

El Protocolo no se acompaña de ningún formulario por lo que las actuaciones


relativas a las sustancias estupefacientes, en la práctica, siguen haciéndose de la misma
manera, siendo lo importante la identificación de quiénes han manipulado o
transportado la sustancia a los efectos de que, en caso de que surjan dudas sobre la
cadena de custodia, puedan ser citados al juicio. Tampoco se indica en el Protocolo cuál
es el número de procedimiento que ha de constar en la documentación, si el policial del
atestado o el judicial, lo cual en ocasiones provoca no pocos problemas a la hora de
demostrar la integridad de la cadena de custodia.

Debe recordarse también, a nivel interno, la Instrucción 5/2012, de la Fiscalía


General del Estado, sobre la intervención del Fiscal en la destrucción de sustancias
incautadas en procedimientos judiciales por delitos de tráfico de drogas, que si bien no
se refiere a la cadena de custodia , sí establece entre sus conclusiones la obligación para
el Fiscal de controlar que se acuerde por el Juzgado la efectiva destrucción de la droga ,
dejando muestras de la misma, momento en el que se puede comprobar si existen o no
problemas de prueba en la cadena de custodia de la droga para poder en su caso
corregirlos mediante la oportuna proposición de prueba.

Ya al margen de la normativa en vigor, debe tenerse en cuenta el Anteproyecto


de Código Procesal Penal de 2011, que recogía expresamente en el Capítulo II del
Título sobre los “Medios de investigación relativos al cuerpo del delito”, la “cadena de
custodia”, con esta denominación, en los arts. 357 a 360, en los que establecía un
principio general de garantía de custodia de la prueba obtenida al inicio del
procedimiento y hasta el juicio oral (art. 357), a continuación se indicaba que la cadena
de custodia se inicia “en el lugar y momento en que se obtiene o encuentra la fuente de
prueba”, estableciendo la obligación de quienes la manejen de garantizar su
inalterabilidad (art. 358), se regulaba el procedimiento de la cadena de custodia (art.
359) y los efectos de la cadena de custodia, señalando que “el quebrantamiento de la
cadena de custodia será valorado por el tribunal a los efectos de determinar la
fiabilidad de la fuente de prueba” (art. 360). Este último proyecto de precepto da una
idea de la importancia relativa que tiene la cadena de custodia en materia de prueba,
pues se declaraba expresamente que la ruptura de la cadena de custodia no produce sin
más la nulidad de la prueba.

7
La Sala 2ª del Tribunal Supremo nos ha recordado la existencia de este
Anteproyecto a los efectos de hacer ver el carácter que tiene la cadena de custodia en
materia probatoria, y ha dicho que “con el valor puramente doctrinal que cabe atribuir
a ese texto [El Anteproyecto de Código Procesal Penal de 2011], se establecía por vía
de principio la obligación de cuantos se relacionan con las fuentes de prueba de
garantizar su inalterabilidad, o dejar constancia de las eventuales modificaciones que
hayan podido producirse como consecuencia de su depósito, recogida, inspección,
análisis o depósito. Disposiciones de rango reglamentario estarían llamadas a regular
un procedimiento de gestión de muestras, cuyos hitos básicos, que habían de
documentarse, se reflejaban legalmente: dejar constancia de las circunstancias del
hallazgo, personas y lugares que hayan tenido a su cargo la muestra, tiempo y motivo
de los sucesivos traspasos, así como detalle de las técnicas que hayan podido aplicarse
y el estado inicial y final de las muestras (art. 359)”. (SSTS 308/2013, de 26-3-2013;
339/2013, de 20-3-2013; y 506/2013, de 11-6-2013).

El Anteproyecto de Código Procesal Penal de 2013 no regula expresamente la


materia, conteniendo solo una referencia genérica en su art. 356 a la recogida y custodia
de los vestigios del delito, similar a la de los arts. 334 y 338 de la LECrim. en vigor.

Así pues, de todo lo anterior cabe concluir que la escasa y fragmentaria regulación
de la cadena de custodia, puede provocar numerosas cuestiones de índole probatoria en
el marco del procedimiento penal y, sobre todo, en el acto del juicio oral.

4. LA PRUEBA DE LA CADENA DE CUSTODIA

Realmente la “cadena de custodia” no debe probarse, sino que lo que implica es


garantizar, por sí misma, que la prueba que se lleva al juicio es la que se obtuvo durante
la instrucción. Por eso, y como se ha dicho en la práctica forense por expertos, sería más
propio hablar de “documento de custodia”, es decir, el acta o diligencia que refleja los
distintos avatares y personas que manipulan o trasladan una prueba en concreto. De
hecho, en la Orden JUS/1291/2010, de 13 de mayo, por la que se aprueban las normas
para la preparación y remisión de muestras objeto de análisis por el INTCF, se contiene
en dos anexos los dos formularios denominados de remisión de muestras y de remisión
de paquetes, respectivamente, en los que se hace constar en un apartado específico la
cadena de custodia con indicación de las muestras y los paquetes y quiénes han
manipulado los mismos plenamente identificados.

Pero en ocasiones no existirá el “documento de custodia” y se nos planteará el


problema o necesidad de acreditar en juicio la cadena de custodia, cuestionándose si se
debe citar o no al juicio a las personas que han intervenido en dicha cadena. En
definitiva, la cuestión es ¿cuándo es necesario practicar tal citación y cuando no? ¿Se ha
de plantear necesariamente en el escrito de acusación o se puede proponer en el trámite
de cuestiones previas del art. 786.2 LECrim., al inicio del juicio? Y en el caso de que lo
planteen las defensas en ese trámite previo ¿cuál ha de ser la respuesta?

4.1 . La cadena de custodia en el escrito de acusación.

El Ministerio Fiscal y demás partes, según el art. 656 LECrim., “manifestarán en


sus respectivos escritos de calificación las pruebas de que intenten valerse, presentando
listas de peritos y testigos que hayan de declarar a su instancia.” Y en el art. 781.1 se

8
establece que “En el mismo escrito [de acusación] se propondrán las pruebas cuya
práctica se interese en el juicio oral, expresando si la reclamación de documentos o las
citaciones de peritos y testigos deben realizarse por medio de la oficina judicial.” Así
pues, en el caso de que conste unido a actuaciones un “documento de custodia”, o
diversos documentos que acrediten el camino que han seguido los efectos ocupados,
deberá proponerse en el escrito de acusación, como prueba documental, tales actas o
diligencias sin perjuicio de que haya que proponer como prueba testifical en
determinados supuestos a los funcionarios que han manejado los efectos. Sin embargo,
esto último sólo es exigible en el caso de que tal declaración sea necesaria para acreditar
otros extremos o se haya impugnado la autenticidad de la cadena de custodia. Por
ejemplo, los agentes policiales que encuentran la droga en el coche del acusado no son
citados como testigos para acreditar la cadena de custodia, sino para servir de prueba
sobre el hecho de que la droga estaba en poder del acusado. El resto de los agentes que
hayan manejado los paquetes de droga solo serán citados a declarar si existe una duda
sobre el manejo y transporte de la droga. O los agentes que realizan la inspección ocular
del lugar del robo y revelan huellas dactilares son citados para acreditar que tales
huellas se encontraron en dicho lugar y para contestar a las preguntas que se les
formulen sobre el sitio exacto en el que se hallaban. No habrá que citar a los
funcionarios policiales que trasladaron las huellas reveladas del lugar de los hechos a
dependencias de la Policía científica donde se efectúa el informe lofoscópico.

Así pues, la forma normal de acreditar la cadena de custodia es mediante la


proposición en el escrito de acusación de la correspondiente prueba documental, pues
como tal han de considerarse las diligencias, actas o atestados donde se indique el
camino que siguen las pruebas. Dichos documentos irán debidamente firmados por
funcionarios y tienen un claro carácter oficial. Es cierto que desde la inicial STC
31/1981 los atestados tienen un mero valor de denuncia (art. 297 LECrim.) y que deben
ser ratificados en el acto del juicio oral por quienes los firman, pero esto es lo que
ocurre en la práctica, en que se cita a juicio al Instructor y al Secretario del atestado que
aun cuando no intervengan directamente en todas las actuaciones sí certifican que bajo
su mando se llevaron a cabo las mismas (por ejemplo, que se trasladaron los paquetes
de droga desde el lugar de la incautación hasta Comisaría o las huellas dactilares desde
el lugar del robo a Policía Científica).

4.2 . La cadena de custodia en el trámite de cuestiones previas a instancia de la


acusación

En ocasiones, a la vista de los escritos de defensa, en los que se plantean


cuestiones relativas a la cadena de custodia puede surgir la necesidad de ampliar la
prueba que se había propuesto por el Ministerio Fiscal en su escrito de acusación,
debiendo en esos casos reaccionarse con cierta agilidad y preparar prueba de refuerzo
que se debe proponer en el turno de cuestiones previas al inicio del juicio oral.

Así sucedió, por ejemplo, en el caso de la STS 1284/2005, de 31-10-2005, en la


que se condenó a un miembro de Batasuna por injurias al Rey en base a las grabaciones
videográficas de la rueda de prensa en que las vertió. Si bien no se trata estrictamente de
un problema de cadena de custodia, sino de fiabilidad de la prueba aportada, pues se
denunciaba manipulación de la cinta y del contenido de las imágenes, en esencia, la
solución adoptada por el Ministerio Fiscal en el presente caso es la que procedería en
casos de cadena de custodia:

9
“(…) la cinta videográfica, que correspondía a una rueda de prensa y por consiguiente
en un espacio público, fue visionada en el acto del juicio oral y la defensa del acusado
pudo plantear cuantas objeciones estimara convenientes en orden a cuestionar la
veracidad de su contenido o la manipulación de las declaraciones efectuadas por el
imputado o la autoría misma de aquellas manifestaciones, sin que así lo hiciera; y de
otro lado, los técnicos en imagen y sonido que realizaron la grabación de las
declaraciones del imputado, en la rueda de prensa, prestaron declaración testifical,
tras nuevo visionado de la cinta, manifestando que estuvieron en dicha rueda de prensa
y que realizaron la grabación de las declaraciones de Arnaldo y que se corresponden
con las que aparecen en la cinta visionada, si bien la grabación por ellos realizada era
más amplia y comprendía la totalidad de las declaraciones de la rueda de prensa que
aquel día cubrieron. Por todo ello, el Tribunal de instancia concluye afirmando que la
prueba documental videográfica se practicó con garantía, con cumplimiento de los
principios de publicidad, contradicción, oralidad e inmediación y, en consecuencia,
resulta válida para quebrar el principio de presunción de inocencia, quedando
garantizada la autenticidad de la prueba y la ausencia de manipulación de la
cinta.(…)”

En el juicio declararon como testigos los periodistas que efectuaron la grabación,


y tales declaraciones se propusieron como prueba por el Ministerio Fiscal al inicio del
juicio oral porque la defensa en su escrito de conclusiones había manifestado que el
acusado había realizado otras declaraciones que completaban a las supuestamente
injuriosas y que las frases por las que finalmente fue condenado se habían sacado de
contexto. Así se detalla expresamente en la sentencia del Tribunal Supremo:

“Los razonamientos expresados por la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de
Justicia del País Vasco son perfectamente correctos y acordes, por lo que se deja
expresado, con la jurisprudencia de esta Sala, y tras las lectura de las actuaciones y
examinados los distintos momento procesales que precedieron a la doble visión y
audición de la cinta de video, en el acto del juicio oral, se confirma la legitimidad de
ese medio de prueba y lo lícito de su valoración por el Tribunal sentenciador.
Ciertamente, se interpone querella por el Ministerio Fiscal, en escrito de fecha 12
de marzo de 2003, al tener conocimiento de las manifestaciones que D. Arnaldo había
realizado en una rueda de prensa, al considerar que varias de las frases proferidas
pudieran ser constitutivas de injurias graves a SM el Rey. Admitida que fue la querella,
el Instructor interesó, entre otras diligencias, que los medios que hubieran podido
cubrir dicha conferencia de prensa le remitieran la cinta de video que la hubiera
recogida, y al folio 141 consta escrito, de fecha 6 de octubre de 2003, remitido por
“Televisión E.”, en el que se dice que, de conformidad con lo interesado por escrito del
Juzgado, de fecha 16 de septiembre de 2003, adjunto se remite grabación audiovisual
correspondiente a la rueda de prensa que tuvo lugar en San Sebastián, el 26 de febrero
de 2006, y que fue emitida el día 28 de febrero en nuestro informativo de la noche
“G.”.
Recibida que fue esa grabación audiovisual, se extiende Diligencia, de fecha 24 de
octubre, en la que se hace constar que se ha recibido, entre otros el oficio que
acompaña a dicha grabación audiovisual, quedando depositada en la Secretaria del
Tribunal. Y asimismo consta su notificación a las partes.
En Auto, de fecha 27 de noviembre de 2003, se acuerda la tramitación por el
procedimiento regulado en el capítulo IV, del Título 11, del Libro 11 de la LECr., por si

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los hechos fueren constitutivos de injurias graves al Rey y se acuerda el traslado al
Ministerio Fiscal para que, en su caso, solicite la apertura del juicio oral formulando
escrito de acusación, y en el primero de los razonamientos jurídicos de esta resolución,
se refiere a los hechos que se infieren de lo actuado y entre las declaraciones que se
atribuyen al querellado se incluyen expresamente que el Rey de España es el
responsable de los torturadores, el que protege la tortura y nos impone, bajo la tortura
y la fuerza, el régimen monárquico, frases que aparecen en la grabación audiovisual
recibida por el Instructor.
En los folios 161 y siguientes de las actuaciones aparece incorporado el escrito de
acusación formulado por el Ministerio Fiscal, en el que se califican las frases
pronunciadas por el acusado como constitutivas de injurias graves a SM el Rey y se
solicita, como prueba documental, la grabación audiovisual realizada por “Televisión
E.”, y se interesa de la Sala que tome las medidas procedentes en orden a dotar a la
Sala de Vistas de los mecanismos técnicos adecuados para la visualización de la
grabación audiovisual realizada por “Televisión E.”, cuya remisión al Tribunal se
constata al folio 141 de la causa, y cuya práctica se interesará, como documental, por
este Ministerio Fiscal, en el momento oportuno del desarrollo de las sesiones del juicio
oral.
En el escrito de defensa del acusado, en el segundo de sus apartados - folio 184 de
las actuaciones- se dice literalmente lo siguiente:
“Pero es que además lo que dijo Arnaldo:
-Que inauguraba el Lehendakari un proyecto con el Rey de los Españoles - cierto y
no injurioso
-Que el Rey es el Jefe supremo de las Fuerzas Armadas -cierto y no injurioso. -Que
en ese contexto es el mando último de la Guardia Civil -cierto y no injurioso.
-Jefe de los que han torturado a Martxelo y T. -cierto y no injurioso. Existe
denuncia de torturas en trámite ante los Juzgados de Instrucción de Madrid.
-El Rey es la cabeza de la Armada Española -cierto y no injurioso.
- Jefe de los torturadores y nos impone bajo tortura y fuerza el régimen
monárquico.
Y añade, tras esta última frase, que “es una valoración política, realizada en el
ejercicio de la libertad de expresión, no injuriosa”
En el inicio del juicio oral, el Ministerio Fiscal reiteró su petición de visionado y
audición de la grabación aportada por “Televisión E.”, y además se solicitó el
testimonio de los técnicos que llevaron a cabo dicha grabación audiovisual, prueba que
fue admitida por el Tribunal, realizándose el visionado y audición, con intervención de
intérpretes de euskera, lo que se reprodujo cuando depusieron testimonios los técnicos
que la habían realizado, como consta en el acta del juicio oral, quienes ratificaron que
lo visionado y escuchado, en donde se recogen las frases que obran incorporadas al
relato fáctico, se corresponden con lo que ellos grabaron.
De lo actuado que se acaba de mencionar, aparece perfectamente acorde con las
reglas de la lógica y la experiencia la convicción alcanzada por el Tribunal de
instancia de que ha existido prueba de cargo legítimamente practicada que acredita
que el acusado pronunció las frases que se le atribuyen en los hechos que se declaran
probados, y tanto es así que en el propio escrito de defensa, como antes se ha dejado
expresado, se reconoce que el acusado había pronunciado, en mencionada rueda de
prensa, las frases que se reflejan en el relato fáctico, realidad que no se ve alterada por
el hecho de que esas frases fuesen una parte de unas declaraciones más amplias.”[el
subrayado es nuestro].

11
4.3 . La cadena de custodia en el trámite de cuestiones previas como
contestación a las defensas

Es habitual que al inicio del juicio oral, en el ámbito de los procedimientos


abreviados, al concederse por el Magistrado la palabra a las partes en el turno de las
denominadas “cuestiones previas” previstas en el art. 786.2 LECrim., las defensas de
los acusados aleguen numerosas objeciones de la más diversa índole, refiriéndose
muchas de esas quejas a la obtención y práctica de la prueba y a la presunta vulneración
de derechos fundamentales. La finalidad de tales cuestiones es que se aplique la doctrina
norteamericana de los frutos del árbol envenenado o su correlativo en España que se
halla en el art. 11.1 LOPJ (“No surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa o
indirectamente, violentando los derechos o libertades fundamentales”), pretendiendo
así anular la prueba incriminatoria y lograr, en consecuencia, la absolución del acusado
ante el vacío probatorio. En muchas ocasiones, debido a la celeridad del Procedimiento
abreviado o al escaso margen de maniobra que se concede a las defensas durante la
instrucción, hasta el mismo día del juicio oral no pueden formular críticas a la prueba
practicada. El procedimiento español es esencialmente garantista para el imputado, pues
se admite todo tipo de recursos frente a las resoluciones judiciales dictadas durante la
instrucción, y el imputado puede declarar las veces que quiera y está asistido de letrado
desde las primeras diligencias, pero a pesar de ello en muchas ocasiones las cuestiones
relativas a la prueba no se plantean por las defensas hasta el denominado trámite de las
cuestiones previas en el mismo juicio oral, debiendo dilucidarse entonces con premura
de tiempo y sin el estudio que podrían requerir, y debiéndose acreditar en ese momento
por el Ministerio Fiscal en contestación a las defensas que no se ha roto la cadena de
custodia.

Ante el planteamiento de tales cuestiones lo primero que hay que aclarar al


Magistrado o Tribunal de enjuiciamiento es que las cuestiones relativas a la cadena de
custodia no son esencialmente quejas relativas a la vulneración de derechos
fundamentales, pues tal posibilidad es más propia del momento de obtención de la
prueba (si la droga se recoge en un domicilio por la Policía mediante una entrada ilegal)
que de la cadena de custodia (el camino seguido por la droga desde que se halla hasta
que es analizada). Esta cuestión que es objeto de quejas en numerosas ocasiones, como
veremos, no afecta a los derechos fundamentales, salvo que en el recurso de casación se
alegue la vulneración de la presunción de inocencia por valorarse una prueba que ha
llegado al juicio de una manera irregular y dicha irregularidad afecte al derecho de
defensa.

La STC 43/2014, de 27-3-2014, deja claro que la materia de la cadena de


custodia se ha de reconducir al derecho a la presunción de inocencia, cuestión de hecho
que corresponde analizar al Tribunal de enjuiciamiento, limitándose el Tribunal
Supremo y el Constitucional, únicamente a examinar si la prueba se obtuvo sin
violación de derechos fundamentales y si la valoración de la prueba fue razonable. Lo
que es criticable es que en casación se proceda a examinar desmenuzadamente toda la
prueba relativa a la cadena de custodia, una a una. Lo que debe examinarse es la prueba
desde los parámetros constitucionales en su conjunto. Es decir, en materia de cadena de
custodia, no procede examinar separadamente cada eslabón de dicha cadena, sino que lo
que ha de hacerse es valorar toda la fortaleza de la misma, independientemente de que
un eslabón pueda estar dañado. Y así dice la Sentencia del Alto Tribunal mencionada:

12
“3. Rechazada, por las razones expuestas, la queja del recurrente por la prueba de
ADN practicada sin autorización judicial, debemos descartar también que se haya
producido en este caso lesión constitucional alguna por la supuesta falta de
preservación de la denominada cadena de custodia de la muestra biológica obtenida,
esto es, el aseguramiento de que la muestra recogida fue la misma que sirvió para el
análisis comparativo posteriormente efectuado con el perfil de ADN obtenido a partir
de las prendas recogidas en el lugar de los hechos, cuestión que, por su carácter
probatorio, ha de reconducirse al derecho a la presunción de inocencia (art. 24.2 CE).
Al igual que apreciamos en la STC 199/2013, de 5 de diciembre, FJ 4 c), debemos
ahora también consignar que en el presente caso esta cuestión fue abordada en la
Sentencia de la Audiencia Nacional, de 8 de marzo de 2005, que condenó al recurrente,
ponderando en su fundamento jurídico tercero el contenido de la declaración efectuada
en el juicio oral por el policía que recogió los restos de saliva, quien dio las
correspondientes explicaciones sobre los protocolos y métodos de obtención, de las
clases de análisis que se efectuaron, de su conservación, y de cómo se adoptaron las
medidas oportunas para evitar la contaminación de dichas muestras biológicas,
sometiéndose a las preguntas de la acusación y la defensa. Se trata, por tanto, de una
cuestión de hecho que no puede ser objeto de pronunciamiento por parte de este
Tribunal [art. 44.1 b) de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional], más que
respecto a la regularidad y suficiencia de los medios de prueba que condujeron a dar
por acreditado el hecho. En todo caso, el dato al que se refiere la prueba no es
estrictamente el hecho delictivo, sino un aspecto parcial de uno de los medios de
prueba, siendo doctrina asentada del Tribunal (STC 126/2011, de 18 de julio, FJ 22,
entre otras) que “el derecho fundamental a la presunción de inocencia no puede ser
invocado con éxito para cubrir cada episodio, vicisitud, hecho o elemento debatido en
el proceso penal, o parcialmente integrante de la resolución final que le ponga término.
Los límites de nuestro control no permiten desmenuzar o dilucidar cada elemento
probatorio, sino que debe realizarse un examen general y contextualizado de la
valoración probatoria para puntualizar en cada caso si ese derecho fue o no respetado,
concretamente en la decisión judicial condenatoria, pero tomando en cuenta el
conjunto de la actividad probatoria”.

Finalmente, debemos recordar que el trámite de las “cuestiones previas” en el


juicio oral del Procedimiento abreviado, regulado en el art. 786.2 LECrim. , ha sido
admitido por la Sala 2ª del Tribunal Supremo también para los supuestos del sumario
ordinario a pesar de que no está específicamente previsto (STS 1999/2000, de 19-9-
2000) por lo que todas las cuestiones que veremos pueden plantearse también en el
ámbito del sumario ordinario.

A continuación, en el apartado siguiente examinaremos diversas cuestiones


concretas que se han planteado por las defensas de los acusados y las soluciones
adoptadas por la jurisprudencia de la Sala 2ª del Tribunal Supremo.

5. JURISPRUDENCIA

5.1 Cuestiones generales

En los últimos tiempos se está produciendo una expansión desmesurada de los


problemas relativos a la cadena de custodia, planteándose numerosas cuestiones en el

13
terreno práctico desde el punto de vista constitucional de la prueba, alegándose que la
vulneración de los trámites de la cadena de custodia afectan a los derechos
fundamentales del acusado. Sin embargo, analizadas en detalle, en muchas ocasiones
tales cuestiones en realidad son problemas de valoración de la prueba existente en el
procedimiento y desde este punto de vista han de examinarse las irregularidades que se
denuncian.

Ya hay que anticipar que, por ahora, la Sala 2ª del Tribunal Supremo mantiene
una visión restringida y real de lo que es la cadena de custodia, desestimando la mayoría
de las veces las cuestiones planteadas sobre la materia, y llevándolo al terreno de la
fiabilidad de la prueba, más que al de la ilicitud. Así, la doctrina que reiteradamente se
viene manteniendo se condensa en el siguiente párrafo de la STS 629/2011, de 23-6-
2011:

“Existe la presunción de [que] lo recabado por el juez, el perito o la policía se


corresponde con lo presentado el día del juicio como prueba, salvo que exista una
sospecha razonable de que hubiese habido algún tipo de posible manipulación.
Por ello en STS. 4.6.2010 hemos dicho que la irregularidad de la “cadena de custodia,
de ser ese el caso, no constituye, de por sí, vulneración de derecho fundamental alguno
que tan solo vendría dado por el hecho de admitir y dar valor a una prueba que se
hubiera producido sin respetar las garantías esenciales del procedimiento y
especialmente, el derecho de defensa, y en segundo lugar, que las formas que han de
respetarse en las tareas de ocupación, conservación, manipulación, transporte y
entrega en el laboratorio de destino de la sustancia objeto de examen, que es el proceso
al que denominamos genéricamente “cadena de custodia”, no tiene sino un carácter
meramente instrumental, es decir, que tan sólo sirve para garantizar que la analizada
es la misma e íntegra materia ocupada, generalmente, al inicio de las actuaciones. De
modo que, a pesar de la comisión de algún posible error, ello no supone, por sí solo,
sustento racional y suficiente para sospechar siquiera que la analizada no fuera
aquella sustancia originaria, ni para negar el valor probatorio de los análisis y sus
posteriores resultados, debidamente documentados.”

Se señala, con carácter general, que la finalidad de la cadena de custodia es


“garantizar la exacta identidad de lo incautado y de lo analizado. Tiene por tanto un
valor instrumental para garantizar que lo analizado fue lo mismo que lo recogido. En
tal sentido, SSTS 1190/2009 de 3 de Diciembre ; 6/2010 de 27 de Enero ó 129/2011 de
10 de Marzo , correspondiendo a la policía judicial ser los garantes del cumplimiento
de la cadena de custodia como recuerda el art. 282 LECriminal y recuerda el art. 11
apartado g) de la L.O. 2/1986 de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y el Decreto
769/1987 Regulador de la Policía Judicial.” (STS 808/2012, 24-10-2012).

Por otra parte, el Tribunal Supremo parte del criterio general de presunción de
licitud de la práctica de la prueba a lo largo de la instrucción y que rige también en
materia de cadena de custodia. Como se dice en la STS 709/2013, de 10-10-2013:

“No existen nulidades presuntas y si bien la prueba de la legitimidad de los medios de


prueba con los que pretenda avalarse la pretensión de condena, incumbe a la parte
acusadora, pese a ello, la Ley no ampara el silencio estratégico de la parte imputada,
de suerte que si en la instancia no se promueve el debate sobre la legalidad de una

14
determinada prueba, esa impugnación no podrá hacerse valer en ulteriores instancias.
(…)
En principio -dice la STS. 680/2011 de 22.6 - y hasta tanto no se demuestre lo contrario
- y no se olvide que quien aduzca la irregularidad debe probarla- las actuaciones en el
curso de una investigación policial o judicial, deben reputarse legalmente
efectuadas.(…)
(…) no se señala cuando y en qué momento se produce la vulneración de la cadena de
custodia, apuntar por ello la simple posibilidad de manipulación para entender que la
cadena de custodia se ha roto no parece aceptable, ya que debe exigirse la prueba de
su manipulación efectiva ( SSTS. 629/2011 de 23.6 , 1045/2011 de 14.10 ).”

Y una vez que partimos de la presunción de licitud de las pruebas practicadas


durante la instrucción, siempre que las mismas estén debidamente documentadas, las
cuestiones relativas a la “cadena de custodia” se circunscriben al terreno de la
confianza, verosimilitud y fiabilidad, es decir, al de la libre valoración del Tribunal. Y
así se establece en las SSTS 506/2012, de 11-6-2012; 1072/2012, de 11-12-2012;
339/2013, de 20-3-2013; y 308/2013, de 26-3-2013:

“La regularidad de la cadena de custodia es un presupuesto para la valoración


de la pieza o elemento de convicción ocupado. Se asegura de esa forma que lo que se
analiza es justamente lo ocupado y que no ha sufrido contaminación alguna. El decaído
proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal de 2011 contenía una sintética regulación
de esa materia (arts. 357 a 360), hoy ausente, al menos en esa visión integrada, en
nuestra Legislación procesal, sin perjuicio de algunas inequívocas referencias (vid. art.
334, entre otros). Con el valor puramente doctrinal que cabe atribuir a ese texto, se
establecía por vía de principio la obligación de cuantos se relacionan con las fuentes
de prueba de garantizar su inalterabilidad, o dejar constancia de las eventuales
modificaciones que hayan podido producirse como consecuencia de su depósito,
recogida, inspección, análisis o depósito. Disposiciones de rango reglamentario
estarían llamadas a regular un procedimiento de gestión de muestras, cuyos hitos
básicos, que habían de documentarse, se reflejaban legalmente: dejar constancia de las
circunstancias del hallazgo, personas y lugares que hayan tenido a su cargo la muestra,
tiempo y motivo de los sucesivos traspasos, así como detalle de las técnicas que hayan
podido aplicarse y el estado inicial y final de las muestras (art. 359).
Sin necesidad de tan específicas disposiciones a nivel legal es exigible también
hoy asegurar y documentar la regularidad de la cadena para garantizar la autenticidad
e inalterabilidad de la fuente de prueba. Cuando se comprueban deficiencias en la
secuencia que despiertan dudas razonables, habrá que prescindir de esa fuente de
prueba, no porque el incumplimiento de alguno de esos medios legales de garantía
convierta en nula la prueba, sino porque su autenticidad queda cuestionada. No se
pueden confundir los dos planos. Irregularidad en los protocolos establecidos como
garantía para la cadena de custodia no equivale a nulidad. Habrá que valorar si esa
irregularidad (no mención de alguno de los datos que es obligado consignar; ausencia
de documentación exacta de alguno de los pasos...) es idónea para despertar dudas
sobre la autenticidad o indemnidad de la fuente de prueba. Ese es el alcance que se
atribuía a la regularidad de la cadena de custodia en la normativa proyectada aludida:
" El cumplimiento de los procedimientos de gestión y custodia determinará la
autenticidad de la fuente de prueba llevada al juicio oral... El quebrantamiento de la
cadena de custodia será valorado por el tribunal a los efectos de determinar la

15
fiabilidad de la fuente de prueba " (art. 360). No es una cuestión de nulidad o
inutilizabilidad, sino de fiabilidad. [el subrayado es nuestro].

Tales argumentos se reiteran, con cita de abundante jurisprudencia en la STS


115/2014, de 25-2-2014:

“El problema que plantea la cadena de custodia -hemos dicho con reiteración en SSTS,
6/2010 de 27.1, 776/2011 de 26.7. 347/2012 de 25, 4, 773/2013 de 22.10, "es garantizar
que desde que se recogen los vestigios relacionados con el delito hasta que llegan a
concretarse como pruebas en el momento del juicio, aquello sobre lo que recaerá la
inmediación, publicidad y contradicción de las partes y el juicio de los juzgadores es lo
mismo. Es a través de la cadena de custodia como se satisface la garantía de la
"mismidad" de la prueba. Se ha dicho por la doctrina que la cadena de custodia es una
figura tomada de la realidad a la que tiñe de valor jurídico con el fin de, en su caso,
identificar el objeto intervenido, pues al tener que pasar por distintos lugares para que
se verifiquen los correspondientes exámenes, es necesario tener la seguridad de que lo
que se traslada y analiza es lo mismo en todo momento, desde el momento en que se
interviene hasta el momento final que se estudia y analiza y, en su caso, se destruye.
Ahora bien existe la presunción de lo recabado por el juez, el perito o la policía se
corresponde con lo presentado el día del juicio como prueba, salvo que exista una
sospecha razonable de que hubiese habido algún tipo de posible manipulación.
Por ello en STS. 109/2011 de 22.3 hemos dejado sentadas, desde este momento inicial,
dos precisiones de importancia indudable, a saber que la irregularidad de la
"cadena de custodia , de ser ese el caso, no constituye, de por sí, vulneración de
derecho fundamental alguno que tan solo vendría dado por el hecho de admitir y dar
valor a una prueba que se hubiera producido sin respetar las garantías esenciales del
procedimiento y especialmente, el derecho de defensa, y en segundo lugar, que las
"formas que han de respetarse en las tareas de ocupación, conservación, manipulación,
transporte y entrega en el laboratorio de destino de la sustancia objeto de examen, que
es el proceso al que denominamos genéricamente "cadena de custodia ", no tiene sino
un carácter meramente instrumental, es decir, que tan sólo sirve para garantizar que la
analizada es la misma e íntegra materia ocupada, generalmente, al inicio de las
actuaciones. De modo que, a pesar de la comisión de algún posible error, ello no
supone, por sí solo, sustento racional y suficiente para sospechar siquiera que la
analizada no fuera aquella sustancia originaria, ni para negar el valor probatorio de
los análisis y sus posteriores resultados, debidamente documentados.
En similar sentido la STS. 545/2012 de 22.6 recuerda que bien es cierto que la
vulneración de la cadena de custodia puede tener un significado casacional, pero no
como mera constatación de la supuesta infracción de normas administrativas, sino por
su hipotética incidencia en el derecho a la presunción de inocencia del art. 24.2 de la
CE. Adelantemos, no obstante, que no puede otorgarse relevancia constitucional al
hecho de que no se haya rellenado el formulario exigido por la Orden 8 de noviembre
de 1996, norma, por cierto, cuya vigencia se ha extinguido el día 20 de mayo de 2010,
sustituida por la entrada en vigor de la Orden JUS/129I/2010, de 13 de mayo, por la
que se aprueban las normas para la preparación y remisión de muestras objeto de
análisis por el Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Se olvida que ese
formulario, según se proclama en el mismo Anexo de la orden vigente en la fecha de los
hechos, no tiene, ni mucho menos, carácter imperativo. Así se desprende con claridad
de la afirmación contenida bajo el epígrafe "documentación", según la cual: "... se
propone como modelo el que figura incluido como anexo, en los distintos modelos de

16
formularios, pudiendo ser válido cualquier otro documento, siempre que quede
constancia firmada de todas las personas bajo cuya responsabilidad hayan estado las
muestras".
Como hemos dicho en STS. 308/2013 de 26.3, el procedimiento penal no puede
burocratizarse hasta el punto de hacer depender la valorabilidad de una prueba del
cumplimiento de unos preceptos reglamentarios o del debido y correcto rellenado de
unos formularios estandarizados.
Por ello cuando se comprueban deficiencias en la secuencia de la cadena de custodia,
que despiertan dudas fundadas, habrá que prescindir de esa fuente de prueba, no
porque el incumplimiento de alguno de esos medios legales de garantía convierta en
nula la prueba, sino porque su autenticidad queda cuestionada, no está asegurada. No
se deben confundir los dos planos. Irregularidad en los protocolos establecidos como
garantía para la cadena de custodia no equivale a nulidad. Habrá que valorar si esa
irregularidad es idónea para despertar dudas sobre la autenticidad o indemnidad de la
fuente de prueba. No es una cuestión de nulidad o inutilizabilidad, sino de fiabilidad.”

Y aunque las arriba trascritas sentencias no lo digan, no siempre se ha de


prescindir de la prueba cuando exista una ruptura de la cadena de custodia y se planteen
dudas sobre su autenticidad, pues tales cuestiones en ocasiones pueden subsanarse en el
correspondiente juicio mediante otro tipo de prueba.

A continuación expondré distintos supuestos que se han ido produciendo en los


últimos años y las soluciones aportadas por la jurisprudencia.

5.2 Cuestiones específicas

5.2.1 La droga se encuentra en el depósito de la Delegación de Sanidad o


Laboratorio correspondiente

Se denuncia en ocasiones que la sustancia ocupada no se hallaba a disposición de


la autoridad judicial porque materialmente no se encontraba en el Juzgado y se pretende
atacar de tal manera la prueba, alegando que se ha roto la cadena de custodia.

Tal cuestión se ha de rechazar, primero, porque la custodia en dependencias


judiciales devendría imposible por razones de seguridad y salubridad, y segundo porque
por imperativo legal, las drogas según se ocupan deben remitirse al Laboratorio oficial,
según el art. 31 de la Ley 17/1967, de 8 de abril, por la que se actualizan las normas
vigentes sobre estupefacientes y adaptándolas a lo establecido en el convenio de 1961
de las Naciones Unidas: “Las sustancias estupefacientes decomisadas a los delincuentes
e infractores de contrabando serán entregadas al Servicio de Control de
Estupefacientes”. Y ello no implica que no estén a disposición de la autoridad judicial.
Así lo recuerda la STS 169/2004, de 6 -2- 2004:

“No puede entenderse que careciera la sustancia tóxica intervenida del control
judicial, puesto que la misma estuvo, siempre y desde el primer momento, a disposición
del Juez instructor, aunque se encontrara depositada materialmente en los laboratorios
oficiales que habrían de practicar el correspondiente análisis.
Igualmente la defensa del imputado en todo momento pudo interesar cualquier
diligencia probatoria relacionada con la sustancia tóxica intervenida, incluida la

17
realización de un contraanálisis, ya que el material aprehendido no se destruyó, ni en
todo ni en parte.
Destaca, en cambio, que la actitud procesal de tal parte fue de absoluta pasividad al
respecto, tal como se verá al analizar el siguiente motivo.
La interpretación de las normas procesales debe realizarse en su contexto, y no de
modo fraccionado, prescindiéndose del elemento sistemático de la hermenéutica, hasta
el punto de producir la ruptura del sistema normativo.
No puede olvidarse que primero el articulo 284 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal
prevé que los funcionarios de la Policía Judicial en cuanto tuvieran conocimiento de un
delito público practicaran las primeras diligencias de prevención participándolo a la
Autoridad Judicial. Fuera de estos supuestos el artículo 334 de la LECrim dice que el
Juez Instructor procurará recoger en los primeros momentos las armas, instrumentos o
efectos de cualquier clase que puedan tener relación con el delito. El artículo 338 de la
misma Ley ordena su retención, conservación o envío al organismo adecuado para su
depósito, y acto seguido el mismo precepto permite su destrucción cuando resulte
necesario conveniente por la propia naturaleza de los efectos o porque su
almacenamiento o custodia comporten un peligro real o potencial.”

5.2.2 Los efectos se han depositado en un lugar que no es el adecuado

Se trata de un supuesto distinto del anterior. En este caso se reclama por las
defensas una ruptura de la cadena de custodia alegando que los efectos ocupados se han
depositado en un lugar que no es el adecuado.

Según el art. 338 LECrim. los efectos se depositarán en el organismo adecuado


para su conservación, y teniendo en cuenta que han sido recogidos bajo supervisión de
la autoridad judicial (art. 334 LECrim.) tal depósito acordado o comunicado a la
autoridad judicial debe reputarse válido. Es cierto que en ocasiones, casos de grandes
alijos de droga o efectos de difícil almacenaje, los efectos se depositan en dependencias
policiales y no las judiciales (por ejemplo, un alijo de droga en un calabozo de
comisaría o joyas valiosas en caja fuerte de Policía judicial), pero ello por sí mismo no
tiene relevancia en orden a la cadena de custodia ni quebranta ningún precepto legal. A
pesar de ello, las reclamaciones existen, llegando el Tribunal Supremo a analizar,
mucho más allá de lo que exige la función casacional, al detalle, la cadena de custodia
para terminar afirmando que no se ha producido ninguna vulneración de la misma. Así,
en el caso de la STS 1029/2013, de 18-12-2013, en el que se llega a trascribir el informe
del Fiscal del Tribunal Supremo para demostrar que la cadena de custodia no se ha roto
porque en el atestado ponga que la droga se depositó temporalmente en un lugar
“provisional”:

“Con la minuciosidad que caracteriza todo su informe el Fiscal se ha sumergido en


las actuaciones para entresacar los datos relevantes que desbaratan la queja de este
recurrente:
"El Tribunal rechaza la pretensión de la defensa en el quinto de los fundamentos de
derecho de la resolución impugnada considerando que no existe duda alguna respecto
de la identidad de la sustancia intervenida y de la analizada, basándose en la
declaración de los agentes de la guardia civil, en el propio depósito de la sustancia y en
el acta de toma de muestras en presencia del Secretario Judicial, explicando que los
funcionarios utilizan la expresión depósito precario y provisional porque no es lugar
del área de sanidad establecido al efecto, lo que no quiere decir, a "sensu contrario"

18
que se trate de un depósito en condiciones que impidan la debida conservación del alijo
como parece sugerir el recurrente.
El examen de las actuaciones que autoriza el artículo 899 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal confirma el acierto del órgano de enjuiciamiento:
a) En los folios 76 a 82 del Tomo I de la causa consta la diligencia de pesaje y
valoración de la droga intervenida, acompañada del correspondiente reportaje
fotográfico de la sustancia, diligencia que formaba parte del atestado NUM016.
El alijo constaba de 492 paquetes, de los cuales 282 contentan envoltorios
transparentes, 144 envoltorios transparentes de menor tamaño y 66 envoltorios de
color amarillo, pesando en bruto 174.500 Kg.
b) El Juzgado Instructor mediante Auto de fecha 10 de marzo de 2010 ordenó la
toma de muestras de la droga incautada (folios 357 y 358 del Tomo I).
c) En los folios 698 a 700 del Tomo II figura el Acta de toma de muestras por el
Secretario Judicial en las dependencias de la Comandancia de la Guardia Civil el 16
de abril de 2010 con asistencia del Jefe del Servicio de Inspección farmacéutica y el
Jefe de Sección del mismo servicio y se hace constar que el alijo está compuesto de 492
paquetes con un peso en bruto de 174 575 Kg.
Se procede a confeccionar tres lotes:
Paquetes grandes y pequeños transparentes de sustancia dura (20 muestras).
Paquetes de color beige (10 muestras).
Paquetes grandes y pequeños transparentes de consistencia blanda (10
Se extraen muestras de cada lote siguiendo los protocolos de Naciones Unidas,
muestras suficientes para el análisis, conteniendo según el perito el mismo tipo de
sustancias todos los paquetes, que son precintados con el nfi 0000083.
d) En los folios 758 a 762, constan los justificantes de entrega de las muestras
seleccionadas en el Área de Sanidad el 19 de abril, con el mismo número de precinto.
Coinciden todos los datos con las anteriores diligencias: número de causa, atestado de
(intervinientes.
e) En el folio 845 consta el análisis de las sustancias el 4 de mayo, coincidiendo
todos los datos y el número de muestras.
f) Por último, en el folio 876 consta el acta de destrucción de la droga, explicando
los agentes que presenciaron la destrucción que la no coincidencia del número de sacos
destruidos con los intervenidos puede obedecer a que se quemaron también otras
partidas de estupefacientes, explicación convincente que acoge el Tribunal.
El análisis cronológico de las actuaciones pone de relieve que
la cadena de custodia ha permanecido incólume, de manera que la sustancia que se
intervino y se pesó es la misma que se ha analizado, debiendo reconocerse en este caso
la escrupulosa actuación del juez instructor ordenando la presencia del secretario
judicial en la toma de muestras, actuación infrecuente en actuaciones similares,
garantizándose con la fe pública judicial el contenido del alijo que coincidió con los
datos obrantes en el atestado".
Si a ello añadimos las observaciones volcadas por la Audiencia en el fundamento
de derecho quinto de la sentencia ratificando que no existe la más mínima duda de la
identidad de la sustancia y que la expresión "depósito precario y provisional", alude a
la interinidad del lugar, pero no a que se trate de una ubicación en la que sea fácil la
contaminación o la sustitución o confusión de unas sustancias con otras, tendremos una
única conclusión factible: el motivo ha de ser desestimado.”

Incluso, en el supuesto de la STS 49/2014, de 5-2-2014, se denuncia por el


recurrente que no se sabía dónde estuvo la droga incautada, si en la comisaría de

19
Fuengirola o en la de Torremolinos, contestando el Tribunal Supremo que no se estima
producida la ruptura de la cadena de custodia porque las defensas ni siquiera
impugnaron en la instancia los informes periciales.

5.2.3 Transcurrió mucho tiempo entre la incautación y la remisión de los efectos


al Laboratorio.

Es el caso de la STS 285/2014, de 8-4-2014, en que tras hacer un acopio de toda


la jurisprudencia sobre la cadena de custodia, contesta a todas las denuncias que se
formulan por el recurrente, y en resumen concluye que debe probarse la ruptura de la
cadena de custodia. En efecto, dice la sentencia: “En el caso actual la sentencia
recurrida no entiende producida la rotura de la cadena de custodia en tanto todos los
pasos seguidos desde su hallazgo hasta su análisis se encuentras documentados, tal
como señala el Ministerio Fiscal en su escrito de impugnación con expresa referencia a
los folios 569, 572, 1014 y 1015 en los que se refleja que las sustancias intervenidas
por la Policía los días 1 y 2.5.2011, son las mismas que se entregaron para su análisis
en sanidad, apareciendo siempre identificada la persona que las portaba, los agentes
policiales que intervinieron en su aprehensión, el numero de diligencias policiales y de
procedimiento, el juzgado instructor, así como quienes realizaron su entrega, pesaje y
análisis en las dependencias de los Servicios Farmacéuticos del Área de Sanidad de
Zaragoza.
En definitiva, aunque se admitiera la comisión por los respectivos responsables del
proceso de custodia de ciertos defectos en el cumplimiento de las formalidades, ello no
supone, por sí solo, instinto racional y suficiente para sospechar siquiera que la
analizada no fuera aquella sustancia originaria.
En efecto la sustancia quedó depositada en la caja fuerte de las dependencias
policiales y el simple retraso en la entrega en el Laboratorio no supone por sí, la rotura
de la cadena de custodia , pues apuntar a la simple posibilidad de manipulación para
entender que la cadena de custodia se rompió, no resulta aceptable, sino que debe
exigirse la prueba de su manipulación efectiva ( STS. 83/2013 de 13.2).”

5.2.4 Se unió al procedimiento un dictamen pericial que era de otro procedimiento


distinto y posteriormente se subsanó el error.

Aunque es obvio que tal cuestión no es una ruptura de la cadena de custodia, por
parte de las defensas se puede plantear en estos casos dudas sobre la veracidad del
dictamen pericial y puede ocurrir que el Tribunal de enjuiciamiento estime la cuestión
indicando que se ha roto la cadena de custodia. Así ocurrió en el supuesto de la STS
530/2010, de 4 -6- 2010, en que la Audiencia Provincial absolvió por este motivo,
recurriendo en casación el Ministerio Fiscal. La Sala 2ª del Tribunal Supremo estima el
recurso y hace unas precisiones interesantes sobre lo que es en realidad la cadena de
custodia:

“Recurre el Ministerio Fiscal la Sentencia por la que la Audiencia absolvió a ambos


acusados del delito contra la salud pública objeto de acusación, utilizando tres
diferentes motivos, de los que el Primero de ellos se refiere a la vulneración del
derecho a la utilización de pruebas válidas (art. 24 CE ), en el que habría incurrido el
Tribunal "a quo" al rechazar la utilización del informe analítico de las substancias
objeto de las presentes actuaciones, por considerar que se habían incumplido las
garantías propias de la "cadena de custodia" aplicada a las mismas.

20
Porque, en realidad, a lo que se refiere la recurrida para sostener su conclusión
absolutoria no es tanto a un quebranto en la continuidad del itinerario y trámites
seguidos por la sustancia ocupada desde su ocupación hasta el sometimiento a análisis
pericial, lo que sería propiamente el desarrollo aplicativo de la "cadena de custodia",
cuanto al error padecido por el Juzgado de Instrucción al incorporar equivocadamente,
en un primer momento, el informe recibido del Laboratorio oficial a otras actuaciones
diferentes de las seguidas contra los imputados en éstas.
Error que con posterioridad, una vez detectado, se subsanó, poniéndose tal
circunstancia, inmediata y expresamente, en conocimiento de los interesados mediante
Providencia del día 3 de octubre de 2007 obrante al folio 113 de las actuaciones.
Por nuestra parte hemos de dejar sentadas, desde este momento inicial, dos precisiones
de importancia indudable, a saber, que la irregularidad de la "cadena de custodia", de
ser ese el caso, no constituye, de por sí, vulneración de derecho fundamental alguno
que tan sólo vendría dado por el hecho de admitir y dar valor a una prueba que se
hubiera producido sin respetar las garantías esenciales del procedimiento y,
especialmente, el derecho de defensa, y, en segundo lugar, que las "formas" que han de
respetarse en las tareas de ocupación, conservación, manipulación, transporte y
entrega en el laboratorio de destino de la sustancia objeto de examen, que es el proceso
al que con propiedad denominamos genéricamente "cadena de custodia", no tiene sino
un carácter meramente instrumental, es decir, que tan sólo sirve para garantizar que la
analizada es la misma e íntegra materia ocupada, generalmente, al inicio de las
actuaciones.
De modo que, a pesar de la comisión del referido error, ello no supone, por sí solo,
sustento racional y suficiente para sospechar siquiera que la analizada no fuera
aquella sustancia originaria, ni para negar el valor probatorio del análisis y de sus
posteriores resultados, debidamente documentados en las actuaciones.
Y ese parece ser que ha sido, en este caso, el erróneo planteamiento inicial de los
Jueces "a quibus", que enumeran y se apegan a ciertos datos irregulares, como la
ausencia de diligencia del fedatario judicial en la que se hiciera constar el referido
error o que figure tan solo una anotación anónima en el original del Informe pericial
indicando que corresponde a otras actuaciones distintas de aquellas en las que se había
incorporado, para afirmar, sobre ellos, la carencia de valor probatorio de la pericial,
cuando, si se contempla todo el proceso en su conjunto, comprobamos que, en realidad,
tales defectos o irregularidades no privan de certeza al hecho esencial ya aludido de
que, en efecto, la droga analizada en el presente supuesto no era otra que la ocupada
en su día a uno de los acusados o, al menos y con el fin de no prejuzgar respecto de este
extremo, la que fue intervenida inicialmente por los funcionarios y posteriormente
remitida al laboratorio oficial.
Mientras que tampoco se advierte infracción alguna del derecho de defensa de los
implicados en las actuaciones que, una vez rectificado el error, han podido desplegar,
en la fase esencial del procedimiento, el Plenario, toda la actividad, tanto probatoria
como alegatoria, que hubieren considerado necesaria.
La Audiencia afirma, a este respecto, que durante unos meses, el tiempo en que el
informe estuvo unido a unas diligencias equivocadas, las defensas se vieron privadas
del ejercicio de sus derechos en esta materia, pero no se llega a comprender el alcance
de tal impedimento ni las diligencias que les pudieran haber sido impedidas por el
referido incidente que, en definitiva, no tuvo otro efecto que el de un retraso en la
incorporación de la pericia a las actuaciones correctas.
En realidad, como indica el Fiscal en su Recurso, ni siquiera puede hablarse
propiamente de irregularidades que afecten a la repetida "cadena de custodia", sino

21
tan sólo de una errónea incorporación del informe analítico de la droga, una vez
producido ya éste y, por ende, finalizado ya ese proceso "de custodia", ulteriormente
corregido cuando se detecta y que en definitiva, como se acaba de decir, no ha supuesto
verdadera, efectiva e insubsanable vulneración del derecho de defensa de los acusados.
Por lo que no resulta razonable en modo alguno la fundamentación ofrecida por la
Audiencia para negar valor probatorio al informe analítico relativo a las substancias
objeto de este procedimiento sobre la base de que las irregularidades cometidas, según
se nos dice en la "cadena de custodia" de esas substancias, permitan concluir ni tan
siquiera en la sospecha de que la droga analizada no se correspondiera con las
substancias originariamente intervenidas por los funcionarios policiales o que las
defensas no pudieran ejercer su derecho a la proposición de pruebas que cuestionasen
o intentasen desacreditar tanto la existencia de la sustancia, como su previa posesión
por uno de los acusados o el peso y la naturaleza de la misma”.

5.2.5 Aprehensión de droga en centro penitenciario por funcionarios de prisiones,


sin levantar acta de incautación, sin constancia de número de “atestado” ni
identificación del policía a quien se entrega la droga.

El Tribunal Supremo, como venimos diciendo, reafirma el carácter meramente


instrumental de la “cadena de custodia”, reiterando que la irregularidad en la cadena de
custodia no vulnera derechos fundamentales , de tal manera que no se pueden examinar
aisladamente el cumplimiento de los requisitos formales relativos a una incautación de
drogas (o de cualquier otro efecto) para anular tal prueba. Ese es el caso de la STS
1349/2009, de 29-12-2009, que estima el recurso de casación interpuesto por el
Ministerio Fiscal frente a la sentencia absolutoria que en base a supuestos defectos o
irregularidades de la cadena de custodia concluía que la prueba pericial carecía de valor.
El recurso del Ministerio Fiscal se basa en vulneración de la tutela judicial efectiva, y
alega la irracionalidad de los argumentos de la Audiencia Provincial. La Sala 2ª del
Tribunal Supremo, para valorar si la conclusión de la Audiencia es arbitraria o
irracional, examina detalladamente la cadena de custodia en su conjunto:

“(…) a pesar de la comisión por los respectivos responsables de ese proceso [de la
cadena de custodia] de ciertos defectos en cuanto al cumplimiento de tales
formalidades ello no supone, por sí solo, sustento racional y suficiente para sospechar
siquiera que la analizada no fuera aquella sustancia originaria, ni para negar el valor
probatorio de los análisis y sus posteriores resultados, debidamente documentados.
Y ese parece ser que ha sido, en este caso, el erróneo planteamiento inicial de los
Jueces "a quibus", que enumeran y se apegan a una serie de datos dudosamente
irregulares para afirmar, sobre ellos, la carencia de valor probatorio de la pericial,
cuando, si se contempla todo el proceso en su conjunto, comprobamos que, en realidad,
tales defectos o irregularidades, de ser realmente tales, no privan de certeza al hecho
esencial de que, en efecto, la droga analizada en el presente supuesto no era otra que la
poseída en su día por los acusados o, al menos y con el fin de no prejuzgar respecto de
este extremo, la que fue ocupada inicialmente por los funcionarios y posteriormente
remitida al laboratorio oficial.
Veamos pues los diferentes pasos de esa "cadena", el juicio crítico que de la misma
se hace en la recurrida y la carencia de acierto de las conclusiones invalidantes que en
la misma se deducen.
SEGUNDO.- En primer lugar se cuestiona el acto mismo de la aprehensión de la
sustancia con base en tres circunstancias: que ésta se llevase a cabo por funcionarios

22
de prisiones y no policiales, que no se levantase formalmente acta de esa incautación y
que tampoco conste número identificativo del "atestado".
Evidentemente, estamos ante datos de todo punto irrelevantes para sostener, sobre
ellos, que no exista suficiente certeza en cuanto a la sustancia ocupada y su identidad
con la ulteriormente analizada, puesto que los funcionarios actuaron con plena
habilitación legal, en su condición de policía judicial que la Ley les atribuye para estos
cometidos, aunque no exista un acta, como tal, que documente la ocupación de la droga
ello no quiere decir que ésta no conste documentalmente puesto que ahí está el escrito
firmado debidamente por los funcionarios actuantes comunicando lo acaecido tanto a
la Dirección del Centro (folios 2 y 3 de las actuaciones) como ulteriormente el titular
de ésta a la Autoridad judicial (folio 1), obrando incluso un reportaje fotográfico de lo
intervenido (folios 10 a 13) que finalmente adquirirá como veremos una importancia
trascendental a los efectos que aquí nos interesan y, por otro lado, las actuaciones se
encuentran perfectamente identificadas, si no por un concreto número de expediente, sí
por las circunstancias mismas de la intervención (lugar, fecha, hora, interno al que se
refieren, etc.) que en tales documentos obran.
Además también se especula, siendo en realidad difícil establecer su relación con
lo que propiamente es la "cadena de custodia", acerca de que no se realizase un
"análisis preventivo" de lo ocupado, en el mismo Centro Penitenciario, cuando ese
"análisis" no sólo no es preceptivo procesalmente puesto que su única finalidad es de
carácter investigador y de utilidad para los funcionarios actuantes, sino que además
tampoco resulta viable en lugares, como el Centro Penitenciario, en el que ni existe
obligación de disponer de los reactivos correspondientes ni, probablemente, los
funcionarios allí adscritos conozcan su uso.
Otros aspectos de este momento inicial, a los que también alude la Resolución de
instancia, como la forma en la que se obtuvieron las declaraciones del interno
ulteriormente acusado, obviamente no afectan a la corrección de la "cadena de
custodia" con la que no guardan relación de clase alguna.
A continuación, la Sala de instancia también cuestiona el hecho de que la sustancia
intervenida se depositase en la caja fuerte del Director del Centro, de la que disponían
de llave el propio Director, el Secretario y otro funcionario más.
No se advierte realmente qué irregularidad o defecto de procedimiento puede
atribuirse a este modo de proceder que no sólo no es sino el habitual, y más correcto y
prudente, en esta clase de situaciones, también seguido en el caso de ocupaciones
practicadas por la Policía y custodia en las sedes policiales, sino que sólo puede ser
cuestionado si lo que se pretende es arrojar una sospecha, carente de todo fundamento
al menos expreso, sobre la probidad de los funcionarios custodios de dicha caja fuerte,
llegando al absurdo de sospechar que, puestos los tres de acuerdo, hubieran tenido
intención de perjudicar a los acusados, depositando en dicha caja fuerte una sustancia
prohibida y distinta de la inicialmente guardada en ella.
Existe en las actuaciones, además, diligencia extendida por el fedatario judicial,
dando cuenta de los contactos habidos con el Centro penitenciario, en los que se
comunica al Juzgado que la sustancia ha sido retirada por los Mossos para su
transporte y entrega en el Laboratorio (folio 24).
Y es cierto que no consta, en el acta de recepción de esa entrega en el Centro
oficial, el nombre del mosso que la lleva a cabo, pero tampoco puede afirmarse, como
hace la Sentencia recurrida , que no se encuentre identificado, toda vez que, en el lugar
indicado para ello, figura tanto la firma como el número identificativo de ese
funcionario (folio 30), lo que, al permitir su fácil localización, hubiera precisado, por
elementales razones de prudencia, proceder a su interrogatorio antes de presuponer

23
una irregularidad no precisada en el transporte de la sustancia, que permitiera
posteriormente negar el valor probatorio del análisis y sus efectos procesales en
relación con los hechos enjuiciados.
Pero es que, además, si alguna duda existiera aún acerca de que la defectuosa
ejecución de la "cadena de custodia" debiera llevarnos a dudar de que la sustancia
analizada fuera la misma que en su día se ocupó, se da la circunstancia, como ya antes
adelantásemos, de que aquella fue fotografiada y habría, por tanto, que explicar el por
qué la descripción contenida en el informe de análisis (folio 29) coincide externamente
de manera prácticamente exacta con los objetos que se observan en ese reportaje
fotográfico inicial.
Por consiguiente, no resulta razonable en modo alguno la fundamentación ofrecida
por la Audiencia para negar valor probatorio a los informes analíticos relativos a las
substancias objeto de este procedimiento sobre la base de que las irregularidades
cometidas en la "cadena de custodia" de esas substancias, previa a las operaciones
policiales, permitan concluir ni tan siquiera en la sospecha de que esa droga analizada
no se correspondiera con las substancias originariamente intervenidas por los
funcionarios de la Administración Penitenciaria.”

5.2.6 Los policías que custodian la droga en dependencias policiales, los que la
trasladan al laboratorio de Sanidad y el perito que recibe la droga de la
Policía no declaran en juicio.

A la hora de proponer prueba para el juicio oral puede plantearse la duda de si el


Ministerio Fiscal ha de citar o no como testigos a todos los que han manipulado la
prueba. La regla general es que no es necesario llevarlos a juicio; pero en el caso de que
surjan dudas o se planteen problemas sobre la cadena de custodia de los efectos del
delito sí han de citarse. Y la Sala 2ª del TS ha indicado que no es obligatorio que
comparezcan en juicio todos los que sucesivamente han estado en posesión de la droga
y en estos casos no puede hablarse sin más de ruptura de la cadena de custodia. Así
sucede en el supuesto de la STS 776/2011, de 20-7-2011:

“El motivo cuestiona la cadena de custodia del paquete que recogió el recurrente en el
aeropuerto de Barajas pues si bien la apertura del mismo se realizó en presencia
judicial y del Secretario, estando presentes los agentes de la Guardia Civil num.
NUM006 y NUM007, procediéndose a guardar la sustancia contenida en el paquete en
bolsas herméticamente cerradas debidamente numeradas (folios 34 a 36); es a partir de
ese momento, cuando los agentes relataron en el plenario que la sustancia se guardó en
las dependencias policiales bajo llave, cuyo acceso era libre y a disposición de
cualquiera.
Y a mayor abundamiento la Perito de Farmacia que depuso en el acto del juicio, no fue
quien recepcionó la sustancia que fue remitida para su análisis y por ello no forma
parte de la cadena de custodia, por lo que no puede determinarse que la sustancia
analizada que plasma en su informe era la misma que contenía el paquete de Barajas
en cuanto que fuera cocaína en la pureza y pesos expresados.
El motivo se desestima.
1) El problema que plantea la cadena de custodia, hemos dicho en STS. 6/2010 de 27.1
"es garantizar que desde que se recogen los vestigios relacionados con el delito hasta
que llegan a concretarse como pruebas en el momento del juicio, aquello sobre lo que
recaerá la inmediación, publicidad y contradicción de las partes y el juicio de los
juzgadores es lo mismo. Es a través de la cadena de custodia como se satisface la

24
garantía de la "mismidad" de la prueba. Se ha dicho por la doctrina que la cadena de
custodia es una figura tomada de la realidad a la que tiñe de valor jurídico con el fin
de, en su caso, identificar el objeto intervenido, pues al tener que pasar por distintos
lugares para que se verifiquen los correspondientes exámenes, es necesario tener la
seguridad de que lo que se traslada y analiza es lo mismo en todo momento, desde el
momento en que se interviene hasta el momento final que se estudia y analiza y, en su
caso, se destruye.
Deben pues examinarse los momentos de recogida, custodia y examen de las piezas de
convicción o cuerpo u objeto del delito a efectos de determinar la corrección jurídica
de la cadena de custodia.(…)
Ahora bien existe la presunción de que lo recabado por el juez, el perito o la policía se
corresponde con lo presentado el día del juicio como prueba, salvo que exista una
sospecha razonable de que hubiese habido algún tipo de posible manipulación.(…)
Respecto de la incomparecencia en el plenario de los agentes que custodiaron la droga
en dependencias policiales depositada en una caja fuerte cerrada con llave, hemos
señalado en STS. 629/2011 de 23.6 que apuntar por ello a la simple posibilidad de
manipulación para entender que la cadena de custodia se ha roto no parece aceptable,
ya que debe exigirse la prueba de la manipulación efectiva.”

Y en el mismo sentido se pronuncia en STS 347/2012, de 25/4/2012. En tal


caso se denunciaba que los policías que ocuparon la droga en el juicio manifestaron que
no sabían dónde había sido custodiada hasta que se analizó. Y dice la Sala 2ª del
Tribunal Supremo:

“Con independencia de que no se especifica en qué momento en concreto entiende el


recurrente rota la cadena de custodia, lo cierto es que un examen de las diligencias,
permisible vía art. 899 LECrim permite constatar:
- las distintas actas de intervención a Miguel, Romualdo, el día 19.7.2010, y a Carlos
Manuel, Cayetano; Mihai Mardare, Ovidio, y Carlos José, el día 21.7.2010 (folios 11 a
17), quedando las sustancias en las Dependencias del Grupo de Estupefacientes de la
UDEV de Málaga.
- Al folio 47 diligencia de remisión de la droga a la Brigada Provincial de Policía
Científica, constando (folios 73 a 78) la entrega con fecha 23.7.2010 de lo intervenido a
los distintos compradores en la Brigada Provincial, efectos intervenidos en el atestado
policial NUM000, estando firmada por el Inspector Jefe del Grupo n. NUM005 y
obrando el recibí del Laboratorio Químico de la Brigada, firmado por el funcionario
NUM006, practicándose con fecha 23.8.2010 los correspondientes análisis cualitativos
y cuantitativos de las sustancias (folios 200 a 213).
Siendo así no se entiende producido rotura alguna de la cadena de custodia. Que en el
acto del juicio no compareciera el agente n. NUM007, identificado como quien llevó al
Laboratorio la sustancia incautada, no permite apuntar por ello la simple posibilidad
de manipulación para entender que la cadena de custodia se hubiera roto, ya que debe
exigirse la prueba de la manipulación efectiva ( SSTS 629/2011, de 23.6 ; 776/2011, de
20.7 ).”

También se desestima el recurso de casación fundado en la ausencia de


declaración en juicio de los Guardias Civiles que recibieron la droga en Sanidad y los
que la transportaron desde un Laboratorio a otro, caso de la STS 208/2014, de 10-3-
2014, que realiza un análisis detallado de las vicisitudes de la cadena de custodia que

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por su interés práctico y con cita de abundante jurisprudencia reproduzco. En este caso
también se denunciaba por la defensa vulneración de un proceso con todas las garantías:

“Bajo la cobertura de esos derechos fundamentales, la parte formula una serie de


quejas relacionadas fundamentalmente con la cadena de custodia de la sustancia que
se le intervino al acusado en el aeropuerto de Málaga, con ocasión del registro de su
maleta, y más en concreto con el del interior de seis tarros en los que se escondía la
sustancia psicotrópica cuyo transporte ha sido objeto de condena por la Sala de
instancia.
2. Se viene entendiendo por la doctrina como " cadena de custodia " el conjunto de
actos que tienen por objeto la recogida, el traslado y la conservación de los indicios o
vestigios obtenidos en el curso de una investigación criminal, actos que deben
cumplimentar una serie de requisitos con el fin de asegurar la autenticidad,
inalterabilidad e indemnidad de las fuentes de prueba.
Esta Sala tiene establecido que la integridad de la cadena de custodia garantiza
que desde que se recogen los vestigios relacionados con el delito hasta que llegan a
concretarse como pruebas en el momento del juicio, aquello sobre lo que recaerá la
inmediación, publicidad y contradicción de las partes y el juicio del tribunal es lo
mismo. Al tener que circular o transitar por diferentes lugares la sustancia intervenida,
en la investigación de los delitos contra la salud pública, para que se emitan los
dictámenes correspondientes, es necesario tener la seguridad de que lo que se traslada
es lo mismo en todo momento, desde que se interviene hasta el momento final en que se
estudia y analiza y, en su caso, se destruye ( SSTS. 6/2010, de 27-1; 776/2011, de 26-7;
1043/2011, de 14-10; 347/2012, de 25-4; 83/2013, de 13-2; y 933/2013, de 12-12).
También se tiene dicho que la regularidad de la cadena de custodia es un
presupuesto para la valoración de la pieza o elemento de convicción intervenido; se
asegura de esa forma que lo que se analiza es justamente lo ocupado y que no ha
sufrido alteración alguna ( STS 1072/2012, de 11-12).
Y en cuanto a los efectos que genera lo que se conoce como ruptura de
la cadena de custodia , esta Sala tiene afirmado que repercute sobre la fiabilidad y
autenticidad de las pruebas ( STS 1029/2013, de 28-12). Y también se ha señalado que
la ruptura de la cadena de custodia puede tener una indudable influencia en la
vulneración de los derechos a un proceso con todas las garantías y a la presunción de
inocencia, pues resulta imprescindible descartar la posibilidad de que la falta de
control administrativo o jurisdiccional sobre las piezas de convicción del delito pueda
generar un equívoco acerca de qué fue lo realmente traficado, su cantidad, su pureza o
cualesquiera otros datos que resulten decisivos para el juicio de tipicidad. Lo contrario
podría implicar una más que visible quiebra de los principios que definen el derecho a
un proceso justo ( SSTS 884/2012, de 8-11; y 744/2013, de 14-10).
(…)
3. Como la defensa del acusado cuestiona tanto la forma en que se remitió la droga
por los centros oficiales como el modo en que se realizaron los análisis sobre el
contenido, el peso y la riqueza de la sustancia intervenida, este Tribunal, en uso de la
facultad que le otorga el art. 899 de la LECr., ha procedido a examinar la causa con el
fin de constatar cuáles han sido las secuencias más relevantes relacionadas con la
recogida y remisión de la sustancia intervenida a los efectos de que se practicaran los
análisis periciales pertinentes.
Y así, en primer lugar se observa que la sustancia fue intervenida en la maleta del
acusado el 27 de junio de 2011, en el interior de seis tarros, valiéndose los agentes de

26
un reactivo para estimar, en una primera comprobación provisional de urgencia, que
se trataba de cocaína (folio 3 de la causa).
Ese mismo día 27 de junio la sustancia fue depositada en las dependencias de la
Guardia Civil del Aeropuerto antes de efectuar su entrega en el Área de Sanidad de la
Subdelegación del Gobierno Civil de Málaga (folio 12).
La Guardia Civil del Aeropuerto solicitó el 27 de junio al Juzgado de Guardia el
traslado de la sustancia al Área de Sanidad de la referida Subdelegación para que se
procediera a la práctica de su análisis (folio 27).
Por auto dictado el 28 de junio el Juez de instrucción autorizó el traslado de la
sustancia a la dependencia competente de la Subdelegación de Gobierno para que se
practicara el correspondiente análisis (folio 28).
En auto dictado el 28 de junio por la Juez del Juzgado de Instrucción num. 9 de
Málaga se autorizó la destrucción de la sustancia intervenida una vez que fuera
analizada, si bien advertía que debían dejarse muestras para posibles posteriores
comprobaciones (folio 39).
El 25 de julio siguiente formuló recurso de reforma contra el referido auto la
defensa del acusado oponiéndose a la destrucción de la sustancia (folio 55).
La Juez de instrucción dictó un auto el 4 de agosto de 2011 desestimando el
recurso de reforma contra la decisión que acordaba la destrucción de la sustancia,
argumentando que lo decidido se ajustaba a lo dispuesto en el art. 367 ter de la LECr. ,
en el sentido de que la excepción es conservar la cantidad íntegra de la droga (folio
84).
El 12 de julio se emitió un dictamen por el Área de Sanidad de la Subdelegación
del Gobierno Civil de Málaga en el que se dice que la sustancia examinada es
ketamina, pero no se especifica ni el peso ni la riqueza (folio 94).
El 30 de agosto de 2011 informó el Área de Sanidad diciendo que no resulta
factible determinar el porcentaje de riqueza de la ketamina a tenor de los medios con
que cuenta (folio 101).
El 6 de septiembre de 2011 la Audiencia confirma el auto del Juzgado en el que se
acordaba la destrucción de la sustancia que había sido impugnada por la defensa del
acusado (folio 138).
El 18 de noviembre siguiente se entrega a los agentes la muestra extraída en su día
de la sustancia intervenida para que la trasladen al Instituto Nacional de Toxicología
de Sevilla con el fin de que se proceda al análisis de la riqueza de la ketamina (folio
153).
El 24 de noviembre los agentes hacen entrega de la muestra en el Instituto
Nacional de Toxicología de Sevilla para que se practique el correspondiente análisis
(folio 154).
Según un informe del 4 de julio de 2011, el peso de la ketamina es de 4.022,8
gramos (folio 174).
Por último, el 29 de marzo de 2012 emite el Instituto de Toxicología de Sevilla un
análisis según el cual, y sobre una muestra de 1,59 gramos, la riqueza de la ketamina
es del 92,19%.
4. Vistas las vicisitudes relacionadas con el traslado de la ketamina y de los
análisis practicados, si bien es cierto que concurrieron notables dificultades para que
se practicaran los análisis correspondientes, no se aprecia, sin embargo, una ruptura
de la cadena de custodia que permita cuestionar que la sustancia analizada no fuera la
que se intervino al acusado. (…)
También se queja la defensa de que los funcionarios números NUM000 y NUM001,
adscritos a las dependencias de Sanidad de la Subdelegación del Gobierno de Málaga,

27
no hayan comparecido a ratificar el documento que figura en el folio 174, que consiste
en un acta de recepción de la sustancia, de fecha 4 de julio de 2011, en la que consta un
peso neto de 4.002,8 gramos, documento que ya hemos citado supra.
Tampoco justifica en este caso la defensa sus reparos a que no se haya ratificado
esa acta de recepción. Sobre este extremo, conviene subrayar que el peso de la
sustancia intervenida coincide sustancialmente con el que atribuyó la Guardia Civil a
la sustancia que fue ocupada en los tarros que transportaba en la maleta el acusado,
pues consta en el atestado que la droga fue pesada el mismo día 27 de junio en que fue
hallada en la maleta, arrojando un resultado de 4.055,49 gramos (folio 12 de la causa).
También destaca la parte recurrente el hecho de que en el aeropuerto de Málaga
los agentes, aplicando un reactivo sobre la sustancia, dijeran que se trataba de cocaína
y después en el laboratorio, en cambio, se comprobara que era ketamina. Sin embargo,
tal error en los análisis de urgencia realizados en los aeropuertos mediante el
procedimiento del narcotex y de ciertos reactivos tampoco resulta insólito en la
práctica, sino que a veces se dan esa clase de errores debido a la tosquedad del método
utilizado y a que los agentes se fían más de la apariencia de la sustancia que del
contraste provisional que hacen en las dependencias policiales.
Por lo demás, resulta muy significativo el hecho de que el acusado presentara un
escrito en el propio juzgado interesando que no se destruyera la sustancia dado que
tenía constancia de que no se trataba de cocaína (folio 91 de la causa), alegación que
constituye un indicio de que la comprobación que se había efectuado con el reactivo no
era correcta.
En la misma línea de cuestionar el transporte y las entregas de la sustancia
psicotrópica intervenida, aduce la parte recurrente que se invirtieron seis días, desde el
18 al 24 de noviembre de 2011, en trasladar la muestra de la ketamina al Instituto de
Toxicología de Sevilla para que se peritara el porcentaje de riqueza (folios 153 y 154
de la causa). Sin embargo, tampoco este dato tiene la relevancia que pretende otorgarle
la defensa, toda vez que, siendo cierto que los agentes retiraron del Área de Sanidad de
Málaga la sustancia el 18 de noviembre, ello no quiere decir que estuvieran obligados
a hacer un viaje urgente de Málaga a Sevilla para entregarla en la misma fecha. No
puede, pues tomarse como una dilación escandalosa ni sospechosa que el traslado de la
sustancia entre esas dos ciudades lo realizaran unos días más tarde, habida cuenta que
tampoco la diligencia requería una especial urgencia al no tratarse en ese momento de
una causa con preso.
Por consiguiente, aunque la parte ha ido escudriñando y desgranando todas las
posibles anomalías o lagunas que pudieran aparecer en los trámites relativos a la
custodia y transporte de la sustancia incautada y también a las posibles omisiones y
demoras en los análisis efectuados, ninguna de las anomalías denunciadas presenta
una enjundia o entidad que justifiquen la anulación de la prueba por vulneración de los
derechos fundamentales que cita la parte al inicio del motivo primero de su recurso.”

Como se observa, la sentencia realiza un examen detallado de la cadena de


custodia, y finalmente hace una valoración conjunta de toda ella.

A modo de resumen sobre la presente cuestión se ha de citar la STS 303/2014, de


4-4-2014, que de una manera clara y tajante afirma que no hace falta citar a todos los
funcionarios que transportan o reciben la droga. Se trata de un supuesto de entrega
controlada, en el que se dice:

28
“3. Al examinar el caso concreto, se comprueba que en los folios 7 y 8 de la causa
consta la llegada del paquete al Aeropuerto de Madrid-Barajas, con una fotografía o
fotocopia de las direcciones que figuran en el exterior del mismo. Una vez que se dicta
el auto de autorización judicial de la entrega controlada, se remiten las diligencias y el
paquete al Juzgado de Instrucción de Rubí, donde después de hacer la entrega por
parte de los funcionarios de Aduanas y de detener a los imputados, se procede a abrir a
presencia del Juez y de los encausados el paquete que contiene la sustancia (folios 40 y
41 de la causa). En el folio 51 consta la diligencia de traslado de la droga al Instituto
de Toxicología de Barcelona. En los folios 84 y ss. obra un reportaje fotográfico
relativo a la apertura del paquete que alberga la cocaína. En los folios 130 y ss. de la
causa figura la recepción en el departamento de Barcelona del Instituto Nacional de
Toxicología de la sustancia estupefaciente intervenida, sobre la que se practica el
correspondiente análisis, cuyo resultado aparece en los folios 131 y 132.
La parte recurrente se queja de que no haya sido ratificada la diligencia de recepción
del paquete en el Aeropuerto de Madrid- Barajas (folio 60 de la causa). Sin embargo,
esa diligencia aparece firmada por los dos funcionarios de Vigilancia Aduanera que lo
recibieron, constando al lado de sus firmas el correspondiente cuño oficial del Servicio
de Vigilancia Aduanera. Y no ha sido ratificada en juicio debido a que, tal como se
expuso en su momento, ninguna de las partes solicitó que testimoniaran los
funcionarios en la vista oral.
Se aparta de la lógica de lo razonable que todos los pasos que se den con la sustancia
estupefaciente por los diferentes funcionarios y servicios concernidos deban ser
ratificados en el juicio oral, diligenciamiento que solo se hace en la práctica,
lógicamente, cuando alguna de las partes impugna la autenticidad de las firmas o de
los sellos oficiales o cuando las diligencias presentan algún punto oscuro, expresan
datos contradictorios o muestran cualquier clase de signo que den pie para cuestionar
la fiabilidad de la conservación de la fuente de prueba. Y ello no ha sucedido en el
presente caso, dado que la parte recurrente, como ya se advirtió, no impugnó
la cadena de custodia en su escrito de calificación, sino que fue después, una vez
dictada la sentencia condenatoria, cuando pretendió iniciar un nuevo juicio ante esta
Sala rebatiendo unas actuaciones judiciales a las que se aquietó en sus calificaciones
jurídicas, por lo que, tal como se dijo, ya no habría que entrar siquiera a examinar
estas cuestiones suscitadas ex novo a través de un recurso extraordinario como es el de
casación.
A tenor de lo que antecede, se rechaza el motivo.”[el subrayado es nuestro].

5.2.7 No hay coincidencia entre una parte de los efectos ocupados y los
definitivamente analizados

En ocasiones se constata que la descripción de la droga realizada por el


Laboratorio no coincide con la descrita en el atestado policial. Puede deberse a diversos
motivos, bien porque en el tratamiento de la droga intervienen diversas manos durante
la ocupación, custodia, traslado y, finalmente, recepción; o bien porque la visión y
descripción que realizan por un lado la policía y por otra los peritos es diferente. Pero en
cualquier caso hay una divergencia que puede originar dudas en el tribunal de que lo
ocupado al acusado es lo mismo que finalmente se analizó. En tales casos habrá que
prever que la defensa, con toda lógica, atacará tal divergencia y , en dichos casos sí será
necesaria la declaración en juicio de los funcionarios y peritos que manejaron la droga a
los efectos de aclarar las diferencias. Ahora bien, si tal divergencia ocurre sólo respecto
a una de las partidas tal diferencia no tiene por qué implicar que no se pueda valorar el

29
resto de sustancias en las que sí hay coincidencia y, por tanto, inalterabilidad de la
misma durante la cadena de custodia.

Así ocurrió en el supuesto de la STS 506/2012, de 11-6-2012:

“Se aduce que se rompió la cadena de custodia de la sustancia ocupada. Eso


habría de traducirse en la imposibilidad de concluir la naturaleza de la sustancia
intervenida. Se invoca el art. 852 de la Ley Procesal en relación con el derecho a la
presunción de inocencia: la prueba pericial se habría practicado sobre una sustancia
que no consta fuese la misma que se ocupó.
Al acusado se le intervino una pieza en forma de tableta de una sustancia vegetal
prensada que en el acto fue sometida a un test que dio positivo a haschís. El peso
aproximado era de 195 gr. Igualmente se le incautó una bolsa transparente que arrojó
un peso aproximado a los 12 grs. y que dio negativo a haschís
La Audiencia explica con elogiable detalle en el primero de los fundamentos
jurídicos de la sentencia las causas por las que ha llegado a dudar de que la sustancia
que contenía la bolsa transparente sea la efectivamente analizada en el laboratorio
químico de Mossos d' Esquadra (folio 44). Las divergencias entre la descripción
consignada al remitir la sustancia al laboratorio (sustancia con forma de cilindro), y la
establecida en la recepción (polvos de color marrón), aunque podría merecer diversas
explicaciones, le ha generado unas dudas sobre la identidad; dudas que resuelve en
favor del acusado.
Ahora bien, en relación a la tableta que al ser analizada resultó corresponderse
con 190,34 grs. de haschís con un contenido de THC del 11,9 % no ha tenido duda
alguna. Y hubiese carecido de lógica cualquier vacilación: hay razonable coincidencia
entre la descripción y peso que se dan al ocuparse la sustancia y los que figuran en el
análisis. Además esos datos concuerdan íntegramente con la declaración del recurrente
que reconoce ser portador de esa sustancia que había comprado.
(…)
En este supuesto no es que la Audiencia Provincial haya detectado la ruptura de
esa cadena. Se encuentra documentada suficientemente en los autos. Precisamente esa
plasmación documental de las vicisitudes es lo que ha permitido descubrir las
divergencias que han sido apuntadas y que engendran una duda sobre la posibilidad de
una confusión o una sustitución. Esa duda se ciñe al envoltorio de menor peso. El
Tribunal de instancia la resuelve acudiendo a la hipótesis más beneficiosa para el
acusado, aunque no sea la más probable. El principio in dubio es una regla de libertad
y no epistemológica. La opción por la posibilidad más beneficiosa no significa
necesariamente que se acomode a la realidad. Por eso esa correctísima conclusión de
la Audiencia es compatible con la certeza que proclama sobre la correspondencia entre
la otra sustancia analizada y la ocupada al recurrente. El ajuste de los datos externos
(peso, descripción, naturaleza) y el reconocimiento por parte del acusado tanto en la
declaración prestada judicialmente en la fase de instrucción como en el plenario,
convierten en irracional cualquier otra hipótesis. La sustancia fue analizada además
inicialmente con una técnica menos precisa resultando ser haschís. Otro dato que
confirma que no hay espacio para la duda.
No es que el Tribunal, como trata de presentar el recurrente haya declarado rota
la cadena de custodia y de manera contradictoria con esa aseveración salve los
resultados del análisis de una de las sustancias ocupadas. Es que, respecto de una de
las sustancias, ha aparecido un razonable atisbo de duda que no hay base alguna para
proyectar sobre la otra.

30
El motivo ha de desestimarse”.

5.2.8.- Se remiten al Laboratorio menos paquetes de los incautados

Las dependencias de los Laboratorios de Sanidad no tienen en ocasiones las


condiciones adecuadas para la custodia de los efectos aprehendidos, sobre todo en el
caso de las drogas. Es por ello que en muchas ocasiones no se remite toda la sustancia,
sobre todo en el caso de grandes alijos. Ello puede motivar que posteriormente por las
defensas se alegue que la cadena de custodia se ha roto. Se suele alegar vulneración de
derechos fundamentales, en concreto la presunción de inocencia y la falta de tutela
judicial efectiva por valorarse pruebas indebidas. Sin embargo, nuevamente nos
encontramos ante cuestiones relativas a la fiabilidad de la prueba practicada. Así lo
establece claramente, la STS 195/2014, de 3-3-2014:

“El respeto a los protocolos fijados para la determinación cuantitativa y cualitativa de


la composición de la droga, está íntimamente relacionado con el derecho a la
presunción de inocencia, en la medida en que la acreditación de la existencia de
cocaína, así como de su composición química, resultan indispensables para la prueba
del objeto material del delito y, con ello, del juicio de tipicidad. Cuestión distinta es que
toda sospecha vertida sobre los aspectos relacionados con el pesaje o la descripción
morfológica de los envoltorios que contienen la droga, tenga como efecto inmediato
una conclusión relacionada con la supuesta nulidad probatoria o -como sostiene el
recurrente- con la quiebra del derecho a la tutela judicial efectiva. En otras palabras,
no se pueden confundir los dos planos. Irregularidad en los protocolos establecidos
como garantía para la cadena de custodia no equivale a nulidad. Habrá que valorar si
esa irregularidad (no mención de alguno de los datos que es obligado consignar;
ausencia de documentación exacta de alguno de los pasos...) es idónea para despertar
dudas sobre la autenticidad o indemnidad de la fuente de prueba. No es una cuestión de
nulidad o inutilizabilidad, sino de fiabilidad (cfr. STS 506/2012, 11 de junio).
En definitiva, como sugiere el Fiscal, las objeciones del recurrente son cuestiones
fácticas que, como tales, se hallan sujetas a las reglas generales sobre valoración de la
prueba. El recurrente pudo en la fase de instrucción aclarar sus dudas sobre el
particular. Pudo también interesar un nuevo pesaje o análisis de la droga. De hecho,
los arts. 367 ter de la LECrim y 374.1 del CP imponen la conservación de muestras de
la sustancia estupefacientes aprehendidas para garantizar, precisamente, la posibilidad
de nuevos dictámenes médicos. Tuvo también la oportunidad de escuchar las
contestaciones de los peritos que efectuaron los análisis de la sustancia, así como de
los agentes que llevaron a cabo las aprehensiones y custodia de la cocaína y
formularles las preguntas que consideraran oportunas. Ninguna quiebra hubo, por
tanto, del derecho a un proceso con todas las garantías.
Además, el Tribunal a quo ha llevado a cabo una minuciosa descripción de las razones
por las que atribuyó fiabilidad al dictamen de los peritos sobre la cadena de custodia y
la corrección de los análisis periciales referidos a la composición de la droga. Con ello
se descarta el menoscabo del derecho a la tutela judicial efectiva. Invoca el Tribunal a
quo (cfr. FJ 1º, págs. 32 a 37)la reiterada doctrina de esta Sala que admite que el
análisis de la droga se efectúe a partir de muestras y no sobre la totalidad de la
sustancia aprehendida. Explica también, a la vista del testimonio de los peritos y
agentes que participaron en la aprehensión, pesaje y análisis químico de la cocaína, las
razones por las que no atribuye eficacia jurídica alguna al hecho de que exista una
discordancia entre el peso inicialmente tasado (13.000 gramos) y el que luego fue

31
fijado en el informe pericial (10.187 gramos). Rechaza también dudas sobre la
verdadera entidad de la droga aprehendida por el hecho de que inicialmente se aluda a
12 paquetes aprehendidos en el interior del Renault Megane y luego el Instituto
Nacional de Toxicología sólo registre en el envío la existencia de 10 paquetes. Las
declaraciones de los facultativos Landelino Valeriano y Celso Dimas, permitieron
aclarar que el hecho de no recibir los paquetes numerados como 6 y 7 obedecería a la
innecesariedad de enviar el alijo entero, de difícil recepción por falta de medios. Se
hacen técnicas de muestreo, conforme a las normas del Consejo de Europa y en el
análisis de los 10 paquetes remitidos no se observaron modificaciones sustanciales que
requirieran pedir la remisión del alijo completo. En palabras del Tribunal a quo: "...
resulta plenamente acreditada la cantidad total de droga intervenida, en peso y pureza,
conforme a los informes de laboratorio y a la ratificación de los mismos ofrecida, con
las oportunas aclaraciones y explicaciones por los peritos del organismo oficial, así
como los peritos policiales, que comparecieron en el juicio y expusieron la técnica de
muestreo utilizada, como plenamente aceptada y válida conforme a los protocolos
científicos internacionales, en concreto hicieron alusión a la Orden 1291/2010, de 13
de mayo, que expresa que en casos de alijos superiores a 2,5 kilogramos se enviarán
las muestras resultantes de un muestreo, refiriendo diversas técnicas o métodos de
muestreo entre ellos el recomendado por la Naciones Unidas, que en el Manual
aplicable establece que si hay entre 10 y 100 paquetes deberán seleccionarse al azar 10
de ellos, lo que explica el motivo por el cual en la aprehensión 5º, no se recibieran
muestras de los paquetes num. 6 y 7, que como aclararon los Facultativos, no fue
necesario pedir muestras, porque en las analizadas no hay diferencia significativa, que
hay porcentaje de incertidumbre, que hay valor medio muy similar".
No detecta la Sala extravagancia alguna en este razonamiento, antes al contrario, es
expresión de un encomiable esfuerzo de motivación, lo que despeja cualquier duda
sobre el objeto del delito y obliga a desestimar el motivo ( art. 884.3 y 4 y 885.1
LECrim).”

5.2.9 .- No se han rellenado los formularios establecidos reglamentariamente.

La Orden JUS/1291/2010, de 13 de mayo, por la que se aprueban las normas


para la preparación y remisión de muestras objeto de análisis por el Instituto Nacional
de Toxicología y Ciencias Forenses, acompaña dos formularios en sendos anexos y en
su art. 3.3 establece que “En todos los casos se enviarán cumplimentados los datos de
cadena de custodia incluidos en los formularios.”

Si bien es cierto que esta Orden ministerial establece la necesidad de que se


rellenen tales formularios, el hecho de que no se haga o se cumplimenten
indebidamente, no acarrea de por sí la nulidad de la prueba. Así lo establece la STS
545/2012, de 22-6-2012, y aunque se refiere a la normativa que estaba en vigor antes de
la Orden ministerial, el razonamiento se mantiene vigente y es el que sigue la
jurisprudencia de la Sala 2ª del Tribunal Supremo, al reiterar que se trata de un
problema de fiabilidad y no de ilicitud de la prueba:

“No puede otorgarse relevancia constitucional al hecho de que no se haya


rellenado el formulario exigido por la Orden 8 de noviembre de 1996, norma, por
cierto, cuya vigencia se ha extinguido el día 20 de mayo de 2010, sustituida por la
entrada en vigor de la Orden JUS/1291/2010, de 13 de mayo, por la que se aprueban
las normas para la preparación y remisión de muestras objeto de análisis por el

32
Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses. Se olvida que ese formulario,
según se proclama en el mismo Anexo de la orden vigente en la fecha de los hechos, no
tiene, ni mucho menos, carácter imperativo. Así se desprende con claridad de la
afirmación contenida bajo el epígrafe “documentación”, según la cual: “…se propone
como modelo el que figura incluido como anexo, en los distintos modelos de
formularios, pudiendo ser válido cualquier otro documento, siempre que quede
constancia firmada de todas las personas bajo cuya responsabilidad hayan estado las
muestras”».

Con la ya normativa de 2010 en vigor se dicta la STS 1/2014, de 21-1-2014, en el


caso de un agente de la Guardia Civil que es condenado como autor de un delito contra
la seguridad del tráfico en concurso con un delito de lesiones imprudentes y un delito de
desobediencia. El agente tras sufrir el accidente es trasladado al hospital y allí se le
realiza una extracción de sangre por motivos terapéuticos, análisis que posteriormente
es aportado al procedimiento con autorización judicial y del que resulta la impregnación
alcohólica que presentaba. Se denuncia por el acusado la ruptura de la cadena de
custodia de la muestra de sangre. El Tribunal Supremo desestima tal cuestión y dice:

“En relación a la nulidad de las analíticas por no haberse seguido el protocolo y, en


definitiva, no haberse garantizado la cadena de custodia , recordar que la misma no es
un fin en sí mismo, sino que tiene un valor instrumental, lo único que garantiza es la
indemnidad de las evidencias desde que son recogidas hasta que son analizadas, lo que
en caso de quiebra puede afectar a la credibilidad del análisis pero no a su validez.
SSTS 129/2011 de 10 de marzo ; 1190/2009 de 3 de diciembre ó 607/2012 de 9 de
julio .
En el presente caso el recurrente solo efectúa meras alegaciones. En efecto, en esta
parte del motivo se hace referencia a la jurisprudencia de esta Sala a la que ya hemos
hecho referencia en el sentido de que lo que se cuestiona no es la nulidad de la prueba
sino su autenticidad. El recurrente cita como datos del quebrantamiento del protocolo a
seguir que no consta la identidad de las personas intervinientes ni los conservantes
utilizados o tipo de embalaje o si la sangre es arterial o venosa a que hace referencia la
orden JUS/1291/2010 de 13 de mayo.
Al respecto debe decirse que estos datos son exigidos para la remisión de muestras
para su análisis por el Instituto Nacional de Toxicología. No fue este el caso, pues la
segunda analítica se llevó a cabo en otro laboratorio. A ello hay que añadir que de la
omisión de estos datos no se deriva sic et simpliciter que se hubiera roto
la cadena de custodia o que pudiera haber confusión en la identidad de la sangre
analizada. No basta con la mera alegación de posible irregularidad, es preciso
argumentar con un mínimo de consistencia al respecto. En el caso de autos consta por
la declaración en el Plenario del médico que le atendió que se siguieron los protocolos
correspondientes tanto para el primer análisis que se llevó en la propia Policlínica
como en el posterior.
Más aún, el resultado de ambos análisis es idéntico lo que constituye un dato relevante
para rechazar la tesis de las posibles y evanescentes alegaciones de una posible
confusión, y, por lo demás y ex abundantia, la normativa que se cita operaría en
relación al segundo análisis, pero no al primero que se llevó a cabo en los laboratorios
afectos a la Policlínica Lucense.”

Este caso plantea el interesante supuesto de las muestras de sangre que se


obtienen en hospitales, pero sin seguir los procedimientos establecidos por la Orden

33
JUS 1291/2010. En tales casos no es exigible a los empleados de tales hospitales el
cumplimiento de las formalidades que se establecen para casos de investigaciones
penales al Instituto Nacional de Toxicología. Es el caso de la Sentencia de la
Audiencia Provincial de Sevilla nº 624/2013, de 11 de diciembre de 2013, que estima
parcialmente el recurso del Ministerio Fiscal contra la sentencia del Juzgado de lo Penal
que había considerado rota la cadena de custodia de la muestra de sangre extraída al
conductor de un vehículo que colisionó frontalmente con otro vehículo, causando la
muerte a su conductor. La Audiencia Provincial expone que “Tras detenidas y
minuciosas lecturas de lo que al respecto se dice en la sentencia debatida, no llegamos
a comprender, salvo dudas difusas y no concretadas, los específicos y concretos
motivos que han llevado a la magistrada a quo a estimar que la cadena de custodia se
ha visto interrumpida de tal manera que existe, a su juicio, una incertidumbre de que
las muestras analizadas se correspondan con las del reo, lo que ha impedido su
condena como autor de un delito de conducción bajo la influencia de bebidas
alcohólicas.” Y tras citar la jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre la cadena de
custodia, concluye que no puede exigirse al Hospital el cumplimiento de unas
formalidades previstas reglamentariamente para el Instituto Nacional de Toxicología,
sin perjuicio de que, señala, seguramente las garantías y cautelas establecidas para
garantizar la custodia de una muestra extraída terapéuticamente en un hospital serán
mayores:

“Esta alzada no alberga duda alguna que las muestras de sangre que le fueron
extraídas al acusado a su ingreso en el Hospital tras sufrir graves heridas y fueron
guardadas en el Banco de Sangre del Hospital Virgen Macarena, coinciden con las
después analizadas por el Instituto Nacional de Toxicología, que arrojaron los
resultados ya conocidos del nivel del alcohol en sangre, sin manipulación por parte de
terceros.
Tal convicción no ha sido alterada porque no se haya cumplimentado el
formulario indicado en la Orden Jus 1291/2.010, cuya finalidad es la identificación de
la muestra, los datos de la persona a la que corresponden, los del procedimiento a que
se contrae y la(s) persona(s) que se hacen cargo de ellas…, pues estimamos que el
medio sanitario ha de adoptar unas prevenciones y garantías aún mayores para
asegurar su identidad, pertenencia y buen estado de conservación para los fines
terapéuticos a los que en principio estaban destinadas (transfusiones sanguíneas del
paciente) que tan buenos resultados dieron.
Ningún motivo existe para sospechar de la regularidad de la extracción de sangre
por personal facultativo. Tampoco de su transporte en mano por un celador a las
dependencias del laboratorio de bioquímica y a la unidad del Banco de Sangre del
Servicio de Hematología, donde fue celosamente guardado una vez que se recibió la
orden procedente del Juzgado Instructor. Nada alcanzamos a objetar a la manera en
que luego fue trasladada desde las dependencias hospitalarias al Instituto Nacional de
Toxicología por los agentes a los que por el Instructor les encomendó tal función.
La cadena de custodia, por tanto, no se quebró. El objeto custodiado estuvo al
cuidado de organismos que responden por él, primero en el Hospital, luego, durante su
traslado por los agentes a las dependencias del Instituto Nacional de Toxicología y una
vez en éste hasta la realización de los análisis.”

34
5.2.10 No consta documentación de la cadena de custodia o es incompleta

La cadena de custodia no siempre está documentada en actuaciones. Por


ejemplo, no constan todos los pasos seguidos por el paquete de la droga desde que se
ocupa al acusado hasta que llega al Laboratorio. Sin embargo, este déficit de
documentación no implica que se haya roto la cadena de custodia. Tal ruptura exige una
prueba para quien lo alega, o al menos generar en el Tribunal una duda razonable de que
lo ocupado al acusado no era lo que finalmente se analizó. Incluso en el supuesto de que
el camino de la droga hay tenido su origen en el extranjero mediante una entrega
controlada. Es el caso de la STS 1072/2012, de 11-12-2012 :

“CUARTO.- En un último motivo Victor Manuel invocando el derecho a un proceso


con todas las garantías del art. 24.2 CE impugna la cadena de custodia de la sustancia
estupefaciente: no se han incorporado documentos que acrediten el camino seguido por
la droga desde su interceptación en Frankfurt. Además, habiéndose efectuado la
apertura del paquete el 26 de marzo, el conocimiento por parte de la autoridad
alemana de su contenido revela que se produjo una previa manipulación que no ha sido
documentada. El paquete tuvo que ser abierto con anterioridad. Sólo de esa forma se
podía conocer el contenido real de los botes, etiquetados como si se tratase de vinagre.
No se cuestiona la licitud de esa manipulación -que no ofrece duda-, sino su
documentación y por tanto la quiebra de la cadena de custodia , lo que supondría una
vulneración del derecho a un proceso con todas las garantías.
Niega la Sala de instancia en un detallado y minucioso análisis de toda la secuencia
seguida por los paquetes (segundo fundamento de derecho) que se haya producido
ruptura de la cadena de custodia . Ningún complemento necesita esa reflexión.
Tampoco existe motivo alguno para dudar de la actuación de las autoridades alemanas,
ni para presumir o sospechar que se produjese en aquél país una manipulación de los
paquetes. No hay el más mínimo indicio de ello, ni se alcanzaría a adivinar, por mucho
que sea el empeño imaginativo que se invierta en esa tarea, qué razones habría para
ello.
La regularidad de la cadena de custodia ( STS 506/2012, de 11 de junio) es ciertamente
un presupuesto para la valoración de la pieza o elemento de convicción ocupado. Se
asegura de esa forma que lo que se analiza es justamente lo ocupado y que no ha
sufrido contaminación. El decaído proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal de
2011 contenía una sintética regulación de esa materia (arts. 357 a 360), hoy
inexistente, al menos en esa visión integrada, en nuestra Legislación procesal, sin
perjuicio de algunas inequívocas referencias (vid. art. 334 LECrim, entre otros). Con el
valor puramente doctrinal que cabe atribuir a ese texto, se establecía por vía de
principio la obligación de cuantos se relacionan con las fuentes de prueba de
garantizar su inalterabilidad, o dejar constancia de las eventuales modificaciones que
hayan podido producirse como consecuencia de su depósito, recogida, inspección,
análisis o depósito. Disposiciones de rango reglamentario estarían llamadas a regular
un procedimiento de gestión de muestras, cuyos hitos básicos, que habían de
documentarse, se reflejaban legalmente: dejar constancia de las circunstancias del
hallazgo, personas y lugares que hayan tenido a su cargo la muestra, tiempo y motivo
de los sucesivos traspasos, así como detalle de las técnicas que hayan podido aplicarse
y el estado inicial y final de las muestras (art. 359). Obviamente tales especificaciones
operarían a nivel de la legislación procesal interna, sin poder ser impuestas a otros
países que cuentan con su propia regulación.

35
Sin necesidad de tan específicas disposiciones a nivel legal es exigible también hoy
asegurar y documentar la regularidad de la cadena para garantizar la autenticidad de
la fuente de prueba. Cuando se comprueban deficiencias en la secuencia que despiertan
dudas razonables, habrá que prescindir de esa fuente de prueba, no porque el
incumplimiento de alguno de esos medios legales de garantía convierta en nula la
prueba, sino porque su autenticidad queda cuestionada. No se pueden confundir los dos
planos. Irregularidad en los protocolos establecidos como garantía para la cadena de
custodia no equivale a nulidad. Habrá que sopesar si esa irregularidad (no mención de
alguno de los datos que es obligado consignar; ausencia de documentación exacta de
alguno de los pasos...) es capaz de despertar dudas sobre la autenticidad o indemnidad
de la fuente de prueba. Ese es el alcance que se atribuía a la regularidad de
la cadena de custodia en la normativa proyectada aludida: "El cumplimiento de los
procedimientos de gestión y custodia determinará la autenticidad de la fuente de
prueba llevada al juicio oral... El quebrantamiento de la cadena de custodia será
valorado por el tribunal a los efectos de determinar la fiabilidad de la fuente de
prueba" (art. 360). No es una cuestión de nulidad o inutilizabilidad, sino de fiabilidad.
No existiendo aquí el más mínimo indicio que induzca a suponer que la sustancia
ocupada no permaneció intacta y es justamente la enviada de Paraguay y detectada en
Frankfurt, ha de desestimarse la queja del recurrente.”[el subrayado es nuestro].

Esta doctrina se reitera en la STS 339/2013, de 20-3-2013, en la que se contesta


a las múltiples denuncias de manipulación de los efectos ocupados al no constar su
precinto ni específicamente los intervinientes en la cadena de custodia:

“El recurrente aduce que la sustancia no fue precintada lo que impide saber si las
sustancias analizadas fueron las mismas que las incautadas, que se tardó siete días en
remitir la sustancia desde la Comisaría de Policía al laboratorio para su análisis, que
no consta quién ni cuándo transportó esas sustancias, que no se ha expresado como
llegaron a la Inspección de Farmacia ni consta que quedasen a disposición policial, se
señala un error en la mención del narcotest y que no quedó a disposición judicial.
Ninguno de esos datos desvanece la fiabilidad de la prueba cuya autenticidad no
quedan supeditada a requisitos formales.
La hipótesis de manipulación o sustitución pueden ser idealmente dos:
- O que particulares hayan aprovechado ese "imaginado" descontrol para
proceder a depositar cocaína para sustituir lo que pudiese haberse encontrado o para
adicionar más cocaína: hipótesis descabellada (no se alcanza a saber qué interés
pudiera animar a esos particulares); e hipótesis que, si ha de desecharse, ha de serlo
con independencia de cuál hubiese sido el tiempo en que permaneció al sustancia en la
comisaría, o de que se conociese el nombre de los transportistas.
- O que fuese algún agente policial o un grupo coordinadamente el autor de esa
manipulación, lo que también carece de toda lógica.
Las supuestas "deficiencias" en la cadena de custodia que señala el recurrente ni
incrementan la posibilidad de que haya acaecido alguna de esas manipulaciones, ni
disminuyen las posibilidades de descubrirlas, ni desde luego convierte en algo plausible
lo que por nadie es pensable.
No hay razón alguna para dudar de que la sustancia analizada fue justamente la
ocupada”

En idéntico sentido se mantiene la STS 308/2013, de 26-3-2013, reafirmando la


naturaleza instrumental de la cadena de custodia que sirve a la fiabilidad de la prueba,

36
validando los casos en los que no consta documentada de una manera precisa la cadena
de custodia. En el caso de esta sentencia el recurrente denuncia irregularidades en
la cadena de custodia para despertar una duda razonable sobre la autenticidad de la
sustancia analizada, alegando que no sería descartable la ruptura de esa secuencia desde
la ocupación de la sustancia hasta su análisis. La sentencia de la Sala 2ª rechaza el
recurso y dice:

“(…) el procedimiento penal no puede burocratizarse hasta el punto de hacer depender


la valorabilidad de una prueba del cumplimiento de unos preceptos reglamentarios o
del debido y correcto rellenado de unos formularios estandarizados. Más allá de que en
efecto pueda ser exigible mayor escrúpulo en el estricto cumplimiento de esa
normativa, lo que no puede decirse es que en el caso presente la ausencia de
identificación de algunos intervinientes en el camino seguido por la sustancia suscite
duda alguna sobre su autenticidad.
(…)El recurrente aduce que no consta que la sustancia fuese custodiada en lugar
seguro, que no se documentó la recepción por el laboratorio para su análisis, que no
consta quién ni cuándo transportó esas sustancias, que no se ha expresado cómo llegó
a la Inspección de Farmacia, ni consta quién las recibió, no se realizó inicialmente la
prueba de narcotest, que no quedó a disposición judicial.
Ninguno de esos datos desvanece la fiabilidad de la prueba cuya autenticidad no puede
quedar supeditada al nuevo cumplimiento de unos requisitos formales. (…)
De ahí que el énfasis de la defensa, centrado en la ausencia de alguno de los
documentos a los que se refiere la normativa citada, no tiene por qué conllevar una
quiebra de alcance constitucional. El motivo se limita a echar en falta algunos de los
requerimientos formales del documento de remisión de la droga aprehendida, así como
a censurar que no haya podido individualizarse la dosis de cocaína decomisadas a
cada uno de los compradores. Sin embargo, este dato carece de trascendencia. A
efectos de tipicidad es suficiente con que la sustancia fuera intervenida a personas
perfectamente identificadas y que el dictamen pericial que fijó su composición química,
fuera sometido a contradicción en los debates del plenario (...)
Como apunta el Tribunal a quo en el FJ 1º de la sentencia recurrida, "...no existe razón
alguna para considerar que la sustancia aprehendida al acusado y a quienes momentos
antes se la habían comprado fuese distinta a la que se remitió para su análisis por al
Instituto de Toxicología (folios 54 a 56), por lo que no cabe entender que se haya
producido la ruptura de la cadena de custodia , bastando para confirmarlo el hecho de
que ni el acusado ni las cuatro personas que le compraron la droga cuestionasen su
incautación por la policía de las papelinas de cocaína que vienen a coincidir con las
analizadas por el Instituto de Toxicología, limitándose a negar que hubiese existido
venta propiamente dicha".
La "puesta a disposición judicial" como pura mención formal no aporta nada, salvo
que se llegue al absurdo de querer condicionar la validez de la prueba a un efectivo
control permanente material y físico por parte del órgano judicial y su personal
adscrito.
La fiabilidad de la prueba tampoco puede depender del tiempo que tarde en mandarse
al laboratorio o de que se haga constar la identidad del transportista material o la hora
y minuto en que se produjo el traslado. Nada añade a las garantías esas
"burocratización" de la prueba.
El examen de los folios 6 y 59 a 62 de la causa no revelan ninguna irregularidad o
evidencia peculiar: la droga se remitió mediante oficio fechado el 29 de mayo y se
recibió en el laboratorio el 1 de junio, realizándose su análisis el 16 de junio siguiente.

37
(…)
Las supuestas "deficiencias" en la cadena de custodia que señala el recurrente ni
incrementan significativamente la posibilidad de que haya acaecido alguna de esas
manipulaciones, ni disminuyen las posibilidades de descubrirlas, ni desde luego
convierte en algo plausible lo que por nadie sería imaginado en este supuesto.
Compradora y acusada jamás han negado que era cocaína lo que manejaban.
No hay razón alguna para dudar de que la sustancia analizada fue justamente la
ocupada.
Por lo demás, el hecho de que el recurrente no adujese nada de esas posibles
irregularidades ni en sus conclusiones, ni en el juicio oral, ni en el informe final, con no
ser motivo para esquivar el análisis de la cuestión planteada, es dato relevante y
revelador. Nada interesó ni probatoriamente ni argumentativamente para descubrir
esas irregularidades o suscitar dudas sobre la fiabilidad de la cadena de custodia en
este supuesto concreto o sobre la naturaleza real de la sustancia interesada.”

En este último párrafo se revela que lo importante para la Sala 2ª del Tribunal
Supremo sigue siendo la fiabilidad de la prueba, de tal manera que si la defensa no alega
nada respecto a que los efectos ocupados a lo largo del procedimiento no puede
posteriormente en otra fase del proceso quejarse sobre tal extremo. En cualquier caso, se
mantiene la doctrina ya indicada que reduce los problemas derivados de la cadena de
custodia a una cuestión de credibilidad o fiabilidad de la prueba. Así lo reitera la STS
777/2013, de 7-10-2013:

“(…) se protesta por la no constancia de la cadena de custodia de la muestra


consistente en la colilla. No hay motivos para intuir anomalía alguna en esa cadena.
Pero, sobre todo, los restos indubitados obtenidos en el registro domiciliario convierten
esa cuestión en baladí.
La cadena de custodia sirve para acreditar la "mismidad" del objeto analizado, la
correspondencia entre el efecto y el análisis o informe, su autenticidad. No es
presupuesto de validez sino de fiabilidad. Cuando se rompe la cadena de custodia no
nos adentramos en el campo de la ilicitud o inutilizabilidad probatoria, sino en el de la
menor fiabilidad (menoscabada o incluso aniquilada) por no haberse respetado
algunas garantías. Son dos planos distintos. La ilicitud no es subsanable. Otra cosa es
que haya pruebas que por su cierta autonomía escapen del efecto contaminador de la
vulneración del derecho (desconexión causal o desconexión de antijuricidad). Sin
embargo la ausencia de algunas garantías normativas, como pueden ser las reglas que
aseguran la cadena de custodia , lo que lleva es a cotejar todo el material probatorio
para resolver si han surgido dudas probatorias que siempre han de ser resueltas en
favor de la parte pasiva; pero no a descalificar sin más indagaciones ese material
probatorio.
Si la ausencia de esas garantías agota su relevancia en su constatación, sin arrojar la
más mínima duda, puede valorarse la prueba. Aquí si la identidad genética ha quedado
demostrada no solo a través de la colilla (objeto respecto del que se produce esta
denuncia) sino también a partir de los efectos indubitados ocupados en la vivienda del
procesado, no surge ninguna duda sobre la "mismidad". Colilla y ropas afloran el
mismo perfil. No solo de las declaraciones de los agentes, sino también de ese
elocuente e inequívoco elemento puede concluirse que la colilla de la que se extrajo el
material analizable es precisamente la que se recogió cuando la arrojó el acusado y
que no ha sido sustituida o manipulada. Está acreditado que no se ha quebrado
la cadena de custodia, aunque no figura una documentación minuciosa detallada y

38
exacta, que no siempre es necesaria, de las vicisitudes en su guarda y transporte y de la
identidad de los encargados de su custodia.”

5.2.11 No consta el documento de remisión de los efectos al Laboratorio

Se trata de una queja más que pretende incrementar el carácter burocrático del
procedimiento penal. Lo importante es asegurar que lo analizado o examinado en el
juicio oral es lo que se ocupó al acusado o en el lugar de los hechos, y así suele constar
mediante los impresos correspondientes Pero el hecho de que los mismos no consten
unidos a las actuaciones no implica nulidad de la prueba si se acreditan tales extremos
por otro medio. Por ejemplo, en el caso de la STS 996/2013, de 16-12-2013, por medio
de fotografías y la declaración de los peritos, añadiendo que la cadena de custodia no se
considera rota ni siquiera aunque hayan transcurrido cuatro meses desde la incautación
de la sustancia hasta que la misma se remite al Laboratorio. Y así se dice:

“Se alega, en defensa del motivo, que se había roto la cadena de custodia de las
sustancias estupefacientes, refiriéndose a las incautadas a todos los acusados, al
haberse recibido en el laboratorio cuatro meses más tarde sin que se especifique la
persona encargada de su entrega y que era inidóneo el lugar donde se había
custodiado las sustancias intervenidas ya que fueron varios y terminaron en la caja
fuerte del instructor, discrepándose de los razonamientos del Tribunal de instancia que
rechaza estas denuncias. Y se añade que las condiciones en las que se guardó han
podido determinar que se haya podido aumentar el peso de la cocaína y que por ello lo
intervenido podía ser inferior a los 750 gramos, que es el límite para aplicar la
agravante de notoria importancia.
El Tribunal de instancia ofrece una correcta y razonada explicación para rechazar
la alegada ruptura de la cadena de custodia y asimismo se declara que no ha resultado
afectada la cantidad y pureza de la cocaína intervenida.
Así, en el sexto de los fundamentos jurídicos de la sentencia recurrida , se rechaza
tal ruptura, que si bien era dando respuesta a las alegaciones de los también acusados
hermanos Aquilino José Ignacio, es perfectamente aplicable al ahora recurrente,
referida a una aprensión realizada quince días después, ya que el envío de las
sustancias aprehendidas al Laboratorio para sus análisis se realizó conjuntamente. En
ese fundamento jurídico, tras recordar jurisprudencia de esta Sala, se declara que se ha
garantizado la custodia de las sustancias aprehendidas al tratarse de las mismas que en
su día fueron analizadas y se llega a tal conclusión haciéndose referencia a fotografías
y sobre todo a la identificación realizada por la directora del Área de Sanidad y el Jefe
de Sección de la Inspección. Así se razona lo siguiente: que pese a las manifestaciones
de las partes de que no consta el resguardo de remisión tal aseveración como más
adelante se dirá no se ajusta a la realidad. No hay duda de que la sustancia intervenida
y la analizada es la misma. Como hemos indicado en el informe obrante al folio 3331 y
3332 identifica la sustancia aprehendida si comparamos la descripción con la
fotografía antes mencionada es claro, de que hablamos de la misma, es más respecto a
la sustancia ocupada a Lucio y Eusebio - Lucio es el ahora recurrente -, consta una
fotografía al folio 2484 se dice que está envuelta en papel transparente la descripción
que realiza los analistas de sanidad converge perfectamente con esta. Llegamos a tal
conclusión porque de un lado la sustancia en tanto no fue entregada en sanidad estuvo
bajo la custodia del Instructor de estas diligencias, quien de forma bastante expresiva,
manifestó que toda la sustancia estupefaciente le fue entregada y custodiada en la caja
fuerte de su despacho. Dicha sustancia se identificó perfectamente y no había

39
posibilidad de confusión. Es más consta al folio 3177 de las actuaciones documento de
recepción de sustancia decomisadas identifica plenamente los paquetes entregados
como por otro lado quien hace entrega de ello el agente de la Guardia Civil num.
NUM013 y se dice según oficio de la Guardia Civil que acompaña, que a su vez
también se incorporó la relación de las sustancias según oficio de la Guardia Civil, que
a su vez se halla incorporado a las actuaciones al folio 3152. Es decir no hay duda de
que se entregó la sustancia estupefaciente, que la misma estaba plenamente
identificada, y con tal identificación se analizó. Por su lado los analistas y peritos
igualmente fueron suficientemente elocuentes, en cuanto que los mismos explicitaron el
método de análisis, y manifestaron que si bien ellos no recepcionaban la sustancia,
existía un documento que reflejaban quien hacía entrega así como la descripción de los
paquetes, que es la misma que ellos recogen en su informe lo que se confirma con el
documento obrante al folio 3177. A los folios 3179 y 3180 se recoge el informe
analítico sin referencia al informe cuantitativo que se remitió con posterioridad y al
que ya hemos hecho referencia. Ciertamente la sustancia aprehendida el 14 de febrero
de 2008 no fue entregada hasta el 8 de julio de 2008, ahora bien no por ello hemos de
entender que se ha roto la cadena de custodia, la misma estuvo a buen recaudo y en
condiciones normales de conservación sin que por ello podamos determinar que la
calidad y cantidad de la misma se hubiese alterado..... De todo ello sólo cabe concluir
que en ningún momento se ha roto la cadena de custodia y que la droga analizada es la
intervenida por los funcionarios policiales, y que no existe dato alguno en las
diligencias que permita cuestionar la cadena de custodia que ponen en entredicho las
defensas. Añade el Tribunal de instancia que en consecuencia no cabe plantearse duda
alguna de que la droga intervenida fue la misma cuyo análisis aparece documentado en
la causa.
Por todo lo que se acaba de dejar expresado, la alegación del recurrente de que se
había roto la cadena de custodia no puede ser aceptada.
Hay que recordar que la finalidad de la cadena de custodia es garantizar la exacta
identidad de lo incautado y de lo analizado. Tiene por tanto un valor instrumental para
garantizar que lo analizado fue lo mismo que lo recogido.
Y en este caso, por las razones expresadas por el Tribunal de instancia, no ha
habido quiebra en la cadena de custodia y la sustancia analizada era la misma que la
que fue intervenida y que previamente era transportada en el vehículo en el que iba el
recurrente, sin que existan motivos para cuestionar la naturaleza, cuantía y pureza que
resulta del análisis efectuado por organismo competente.”

5.2.12 No hay correlación entre los impresos de remisión y recepción de la droga

Ocurre con relativa frecuencia que los números de referencia de las Diligencias
policiales, las judiciales y las periciales no se hacen constar en todos los impresos
relativos a la droga. A pesar de ello, habitualmente, al hacerse constar otros datos en
tales impresos, por ejemplo, los nombres de las personas a las que se les ocupó la droga,
junto con las diligencias policiales, es fácil constatar que tales documentos se
corresponden a la misma sustancia. Es el caso de la STS 271/2014, de 25-3-2014 , en el
que al descender al caso concreto se observa que las irregularidades que denuncia la
defensa carecen de la relevancia que pretende, pues no se aprecian contradicciones ni
incoherencias entre las referencias concernientes al registro de los domicilios de los
cuatro acusados, el oficio policial y la pericia analítica de la droga. En efecto, se dice:

40
“Según ya se anticipó en su momento, las sustancias que se describen en el oficio
policial de remisión al laboratorio del Instituto de Toxicología coinciden con el
contenido de la diligencia pericial, aunque la reseña concreta de cada una de las
sustancias no siga en la pericia analítica idéntica enumeración que en el oficio policial.
La cita del año 2010 en el número de las diligencias previas en lugar del año 2011 ya
fue explicada como un error de transcripción por los agentes en la vista del juicio. La
referencia a la cifra 550-S del oficio policial no fue recogida en la pericia analítica,
pero sí se consignó en esta que la droga analizada correspondía a las diligencias
policiales NUM015, que sí coinciden con las que se especifican en el oficio policial de
remisión. Y en cuanto a los nombres de los sujetos implicados en las diligencias
judiciales, no es preciso que se reseñen todos ellos, siendo suficiente con la referencia
genérica a algunos al efecto de identificar la causa de que se trata”.

Por el contrario, en el caso de la STS 194/2014, de 6-3-2014, constan en


actuaciones la diligencia de remisión policial de la sustancia estupefaciente intervenida
y la diligencia de recepción en el laboratorio oficial que hizo el análisis , existiendo una
coincidencia total entre los dos documentos, pues se refieren ambos a las mismas
diligencias previas, por lo que se considera por el TS que no existe ruptura de la cadena
de custodia.

5.2.13 Los efectos ocupados por policía extranjera fueron trasladados a España sin
control judicial

Tal supuesto, poco habitual, puede producirse en aquellos casos en los que se
ocupan efectos relacionados con la droga en otro país y es necesario trasladarlos a
nuestro país, bien para practicar pericias sobre los mismos o para que estén a
disposición de las partes durante el juicio. Lo habitual es que tales supuestos de
comunicación se realicen mediante los instrumentos de cooperación judicial
internacional. Pero incluso en los supuestos de mera cooperación policial no tiene por
qué considerarse rota sin más la cadena de custodia si la misma se consigue llevar a
juicio. Es el caso de la STS 221/2009 , de 6-3-2009 (caso «el Solitario»):

“1. El recurrente sostiene que la sentencia de instancia mantiene que:"Los miembros


de la Policía portuguesa que declararon durante el juicio reconocieron, previa
exhibición, que el arma, el subfusil, fue el que se le intervino en Portugal, el cual
además lo reconoció en el juicio, también, luego no cabe apreciar en modo alguno la
ruptura de la cadena de custodia del arma mencionada, pudiéndose afirmar, sin duda,
que el subfusil del que dispuso el Tribunal fue el intervenido en Portugal en poder del
procesado..."; pero que tal razonamiento no es válido porque se está hablando de la
intervención de la Policía portuguesa y no de autoridades judiciales, y no consta que se
hayan observado los requisitos establecidos en nuestro ordenamiento jurídico al
respecto.
Tal parte plantea, en definitiva, la ruptura de la cadena de custodia ante la ausencia de
control jurisdiccional respecto de la aprehensión del arma por la Policía portuguesa y
entrega a la Policía española, no pudiéndose subsanar tales infracciones por la simple
concurrencia al proceso de los miembros de la Policía portuguesa que declararon en el
juicio, previa la exhibición del arma, en contra de lo que dice el Tribunal a quo.(…)
como expone la sentencia de instancia al fº 16, no existe duda alguna acerca de la
validez de la "cadena de custodia" ya que el subfusil que le fue ocupado en su detención
fue entregado a la Policía española con todas las garantías, sin que el recurrente haga

41
otra cosa que poner en duda su regularidad, pero sin aportar ningún elemento para
dudar de ella.
Y, en efecto, en autos obra oficio del Juez Instructor de fecha 9-4-08 poniendo en
conocimiento de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Navarra la
recepción de elementos o piezas de convicción y entre ellas el arma y cinco cargadores
remitidos por el Tribunal de Relaçao de Lisboa que se encuentran en poder de la
Guardia Civil. Igualmente, obra en el Rollo de la Sala de instancia oficio de fecha 23-
5-08 del Teniente Coronel jefe accidental de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de
la Comandancia de Navarra de la Guardia Civil dirigido al mismo Tribunal
exponiendo que se encuentra a su disposición depositada en la Intervención de Armas
"la pistola ametralladora calibre 45, M3, SubMatch Gun, núm. 0248542, y cinco
cargadores numerados del 1 al 5 con inscripción KL GL C153427 y tres con
inscripción SPW GL C153427".
En la Vista, además de los peritos de la Guardia Civil, expertos en armas y balística
que dictaminaron sobre las condiciones del arma y de sus municiones, perfectamente
identificada aquélla con su marca, modelo, calibre y número, ratificando su contenido,
y que informaron a través de videoconferencia, compareció el PN núm. 18730 quien
manifestó que, habiéndose desplazado a Figueira da Foz con otro compañero, el PN
77899, los policías portugueses le hicieron entrega de la pistola y el subfusil que
llevaba el acusado cuando fue detenido y que los llevó a la Policía Científica para el
estudio oportuno, reintegrando las armas a Portugal el 8 de agosto.
Por su parte, los policías portugueses identificados con sus nombres y apellidos y con
núm. de identidad...49,...849 y...44, asistidos de intérprete e interrogados también por
el letrado de la defensa del procesado, declararon (fº 605 a 607 del acta) haber
participado en la detención del mismo, e identificar el arma que se les exhibía como la
que llevaba en una maleta en ese momento, además de la pistola cargada y montada, y
que las armas fueron entregadas a la Policía española.
Sobre la actuación de la Policía deben tenerse presente las atribuciones que, para la
investigación del delito, les otorgan los arts. 287, 292 y 294 de la LECr. , y el valor
probatorio que, como prueba testifical respecto de hechos de conocimiento propio,
reconocen a sus funcionarios los arts. 297 y 717 de la LECr.”

5. CONCLUSIONES

Con carácter general, se pueden establecer las siguientes conclusiones sobre la


cadena de custodia y los problemas de prueba que puede plantear, según la
jurisprudencia analizada:

1. La cadena de custodia es un presupuesto para la valoración de la pieza o


elemento de convicción ocupado. Se asegura de esa forma que lo que se analiza
es justamente lo ocupado y que no ha sufrido contaminación.
2. Las "formas" que han de respetarse en las tareas de ocupación, conservación,
manipulación, transporte y entrega en el laboratorio de destino de la sustancia
objeto de examen, que es el proceso al que denominamos "cadena de custodia",
no tiene sino un carácter meramente instrumental.
3. La irregularidad de la "cadena de custodia" no constituye, de por sí, vulneración
de derecho fundamental y no acarrea la ilicitud de la prueba que tan sólo vendría
dada por el hecho de admitir y dar valor a una prueba que se hubiera producido
sin respetar las garantías esenciales del procedimiento y, especialmente, el
derecho de defensa.

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4. Los efectos que genera la ruptura de la cadena de custodia repercute sobre la
fiabilidad de las pruebas.
5. Para poder apreciar la ruptura de la cadena de custodia se ha de contemplar todo
el proceso probatorio en su conjunto.
6. Existe la presunción de que lo recabado por el juez, el perito o la policía se
corresponde con lo presentado el día del juicio como prueba, salvo que exista
una sospecha razonable de que hubiese habido algún tipo de posible
manipulación.
7. Todos los pasos que se den por los diferentes funcionarios y servicios
concernidos con el objeto de la cadena de custodia no deben ser ratificados en el
juicio oral.
8. Si exista alguna irregularidad en los protocolos establecidos como garantía para
la cadena de custodia, ello no equivale a nulidad. Habrá que sopesar si esa
irregularidad (no mención de alguno de los datos que es obligado consignar;
ausencia de documentación exacta de alguno de los pasos...) es capaz de
despertar dudas sobre la autenticidad o indemnidad de la fuente de prueba.

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