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EL CAPITALISMO DE LAS PLATAFORMASamunarriz@infolibre.es @angel_munarriz

Hacienda pone fin al anonimato fiscal del


alquiler turístico en internet
Las plataformas tipo Airbnb empiezan a desvelar a Hacienda la identidad
de  sus anfitriones, primer obstáculo legal serio a su actividad en España
desde su irrupción en 2011
La medida, que no altera las dinámicas de fondo del mercado inmobiliario y
turístico, sale adelante pese al rechazo inicial de la patronal del sector y las
dudas de Competencia
Las empresas alertan de "complicaciones" para recabar la información
sobre los inquilinos

Ángel Munárriz Publicada el 03/01/2019 a las 06:00 Actualizada el 02/01/2019 a las 20:03

Página web de Airbnb.

Tras desembarcar en España en 2011 y provocar un drástico cambio del


mercado inmobiliario, las plataformas digitales de alquiler de alojamientos a
través de internet acaban de saborear su primera derrota significativa
frente a las autoridades, que llevan más de un lustro estudiando cómo poner
bajo control el sector. Es una derrota que no limita directamente su actividad,
ni cuestiona su posición en la ecuación turístico-inmobiliaria española. Pero
que sí introduce, tras fuertes resistencias de las empresas afectadas,
obligaciones inéditas en el campo fiscal y de la transparencia. Por ejemplo,
identificar ante la Agencia Tributaria al propietario de la vivienda –sea un
particular o una sociedad–, al gestor –en caso de que esté cedida– y al inquilino
o cliente final; también declarar el número de días de alquiler y el importe
recibido, así como la dirección.

Estas medidas, al dar a las plataformas el tratamiento de intermediadoras en


una transacción mercantil con fines de lucro, suponen un rechazo explícito
por parte de la Administración a la consideración "colaborativa" de este tipo de
actividad y una constatación de la creciente profesionalización del sector. Es
elocuente que Airbnb, referente de las plataformas, haya respondido a la
creciente presión de Hacienda con un acuerdo con la Asociación de Asesores
Fiscales (Aedaf) para ayudar a los anfitriones a cumplir con sus obligaciones
fiscales. Hay que tener en cuenta que las nuevas medidas tendrán ya pleno
efecto en la próxima campaña de la renta. Dicho más claro: a partir de ahora,
el que tenga un piso alquilado vía plataforma debe contar a todos los efectos
con que Hacienda ya lo sabe. Hasta ahora la obligación sólo alcanzaba a los
registros autonómicos, que no se cruzaban con las bases de datos de la Agencia
Tributaria. Ahora se acabó el alquiler turístico secreto a través de internet.
Al menos legalmente, ya no puede hacerse de espaldas al fisco. Ya no hay
anonimato.

Menos opacidad

La obligación de aportar información, estrenada con el nuevo año en


cumplimiento de un decreto aprobado a finales de 2017 por el Gobierno de
Mariano Rajoy, resta opacidad a la actividad de plataformas como Airbnb,
Homeaway, Niumba y Windu y mejora las expectativas de lucha contra el
fraude, pero no detendrá las dinámicas inmobiliarias a gran escala que hay en
marcha. "Somos socios de un club, la Unión Europea, con unas reglas muy
claras. Ni siquiera en las medidas sobre alquiler aprobadas [por el Gobierno
en un decreto de medidas urgentes] hay nada para limitar precios. Incluso
aunque quisiera, tendría problemas para limitar la adquisición de viviendas
por parte de empresas como Blackstone", señala el especialista en estudios
urbanos Antonio Mansilla. Es decir, la revalorización del ladrillo vinculada a
sus usos turísticos, motor de la atracción ejercida sobre los capitales
internacionales y causa del encarecimiento del alquiler, no se va a detener
sólo porque Hacienda tenga ahora acceso a una información de la que carecía.
Será más difícil el fraude y aumentará la recaudación. Pero no más.

Catalizadoras de una espiral que incluye un fuerte alza de precios de


arrendamiento en las grandes ciudades, mayor presión sobre los inquilinos y
acaparamiento de ladrillo por parte de socimi y fondos de inversión
internacionales, las plataformas seguirán condicionando por completo el
mercado inmobiliario español. Su estatus dominante está lejos de verse
amenazado, pese al mayor control que sobre su actividad supone la nueva
medida. Lo que se ha reducido con el arranque de este 2019 es el margen de
opacidad. Las plataformas deberán entregar a Hacienda antes del 31 de enero
los datos sobre anfitriones, inquilinos, ingresos y días de ocupación de
2018. Desde entonces, la obligación será trimestral través del modelo 179.
Voluntariamente las plataformas pueden aportar el número de contrato, la
fecha de intermediación de la operación y el medio de pago. Si no lo hacen, la
Agencia Tributaria lo puede reclamar en una inspección.

Hacienda indicó a infoLibre que aún no tiene balance de los datos ofrecidos
por las plataformas. Este periódico intentó recabar información sobre el
primer día laborable con las medidas en vigor de Airbnb, Homeaway y la
Asociación Española de Plataformas Digitales de Alquiler Temporal, sin
éxito. La portavoz de esta plataforma, Almudena Ucha, declaró a Europa Press
que sus empresas asociadas, Homeaway, Rentalia, Spain-Holiday y Niumba,
están encontrando "complicaciones" para cumplir con los requerimientos
de Hacienda, por ejemplo en lo referido a la identificación de los viajeros.

Oposición de las empresas

La entrada en vigor de las obligaciones de transparencia, detalladas en una


orden ministerial de mayo que fue el canto del cisne de Cristóbal Montoro
como ministro, se produce pese a la pertinaz resistencia de los nuevos
gallitos del sector, en su mayoría gigantes internacionales con una cuidada
imagen de startup que han combinado la retórica de la "economía
colaborativa" con las prácticas más agresivas del capitalismo deslocalizado
internacional al que también se adscriben empresas como Uber o Deliveroo.
Han dedicado un año a plantar cara a la medida hasta su entrada en vigor. La
Asociación Española de la Economía Digital (Adigital), la patronal de las
plataformas, se opuso desde su aprobación inicial a las medidas por ser
"contrarias a la normativa comunitaria y estatal y a los principios del
mercado interior y de unidad de mercado" y por "imponer graves
obstáculos a la libre prestación de servicios".

También se opuso a estas obligaciones fiscales y de transparencia la


Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que mantiene una
posición de apoyo a las plataformas ante las pretensiones reguladoras de
los ayuntamientos. La CNMC consideró dudoso que todas las obligaciones
impuestas encajaran con el respeto a la libertad de empresa. No obstante, las
aclaraciones de Hacienda fueron suficientes y Competencia consideró que las
exigencias estaban justificadas por el combate contra el fraude fiscal. Menos
suerte han tenido ayuntamientos como los de Madrid, San Sebastián y Bilbao,
cuyas medidas para limitar los alquileres turísticos se han topado con el
rechazo frontal de Competencia. Está por ver si las medidas salen adelante o
no. Ayuntamientos como el de Palma de Mallorca, el más restrictivo de
todos, aguardan al resultado de estos expedientes.

Dispersión de competencias

Empresas como Airbnb, con 187.000 alojamientos en España, desarrollan


una intensa actividad lobbista. Hasta la fecha las plataformas, que según
diversos cálculos alcanzan las 350.000 plazas y superan ya a la oferta hotelera
en las 20 principales ciudades de España, se han beneficiado de la dispersión
competencial y la indecisión política, a lo cual se suma un marco normativo
europeo favorable. En España la regulación del turismo es de las autonomías,
que han impuesto a las plataformas obligaciones de comunicación responsable
y/o registro pero han diferido en las limitaciones o no al tiempo de estancia o
las plazas, así como en las sanciones o las obligaciones del arrendador. Los
ayuntamientos gestionan la ordenación urbanística, competencia desde la que
han intentado explorar su margen para influir mediante la dosificación de
licencias, la fijación de moratorias y las zonificaciones. El conjunto regulatorio
está pendiente aún de resoluciones judiciales y de órganos como Competencia.
Hay un marasmo político. Y además las próximas elecciones municipales y
autonómicas supondrán previsiblemente cambios de rumbo en función del
resultado.

Con las legislaciones autonómicas y municipales entre paréntesis y con


dificultades para su consolidación y aplicación, todas las miradas se han
dirigido durante el último año al Gobierno. El Ejecutivo de Pedro Sánchez
(PSOE) llegó con la promesa de plantar cara al auge de los precios del alquiler,
fenómeno íntimamente ligado al boom del turismo –más de 80 millones de
visitantes al año– y de la vivienda vacía. Además de aplicar las medidas de
transparencia impulsadas por Montoro, ha introducido una modificación
legal para que las asociaciones de vecinos puedan vetar con mayor
facilidad los usos turísticos de los pisos, aunque sin efecto retroactivo.
Colectivos como Albasud, referente en el estudio crítico del fenómeno
turístico, han insistido en que serán imposibles cambios de dinámica sin una
intervención simultánea con enfoques laboral, inmobiliario, urbanístico y
medioambiental. La gentrificación o turistización son fenómenos de amplio
espectro difíciles de paliar –no digamos de frenar– con medidas aisladas. Lo
que sí puede asegurarse es que desde este miércoles, primer laborable de 2019,
tanto las plataformas como quienes las usan para alquilar sus viviendas están
menos a salvo de Hacienda.
 

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ETIQUETAS Impuestos IRPF Turismo Viviendas alquiler Ángel Munárriz

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