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RESUMEN:

SE PLANTEA EN ESTA PONENCIA COMPARAR LO IDÉNTICO Y LO DIVERSO EN


LA PRESENTACIÓN DE LA CASA EN LOS TRES NOVELISTAS COMO REFLEJO DE
LO PSICOLÓGICO, TEMA DESARROLLADO POR BACHELARD EN LA POÉTICA
DEL ESPACIO .

Aquí se plantea, apoyándonos en la fenomelogía, presentar la relación de semejanza y


diferencia en la presentación del motivo de la casa en obras de tres escritores de
realidades culturales distintas, trayendo a la superficie el material de las obras
literarias - elementos sociales y psicológicos individuales - en la génesis de ellas, sin
compararlas en el sentido de contraponer una a otra o ver en ellas juicios de valor,
sino en los contrastes de los desiguales modos de valorar la vida y de vivir los valores.

Esta ponencia es el resorte de una investigación más amplia que se inicia en mi Estado
con más investigadores y con un corpus que se alarga en obras y escritores.

Los libros para aquí elegidos son Coronación (1958) de José Donoso, escritor chileno,
O lustre (1946) de Clarice Lispector, escritora brasileña y Estación ida y vuelta (1930)
de Rosa Chacel, escritora española.

Coronación de José Donoso (1925 - +1996) es una novela que se estructura, como
varias de las suyas, en un espacio cerrado, donde se organizan sucesos familiares a la
vez que se los alargan en precisos análisis de la sociedad chilena, y se subraya la ruina
de la burguesía.

O lustre de Clarice Lispector (1925 - +1977), novela impregnada de nihilismo, de


soledad y misterio, de angustia existencial, de desespero de una joven sensible y
ensoñadora.

A esta joven le vino la revelación de la inconsistencia de su vida, en el interior de un


tren, viendo la araña del cielo raso, cuando venía de su ciudad, en un viaje de
vacaciones.

Pocas horas después de este personaje obtener la epifanía de lo que era su vida, al
bajar del tren, se muere atropellada por un coche.

Esta novela es el decurso de una vida inquieta e insatisfecha, en una atmósfera de


sueño, de secreto, de alucinación o pesadilla. Sobre el personaje, el narrador dice que
ella sería fluída durante toda la vida (p. 7), que el secreto le había dado íntimo poder
contra el mundo y que, con su muerte, inacabara para sempre o que se poderia saber
a seu respeito (p. 201).

El misterio, que la envuelve desde su adolescencia en Granja Quieta, le sigue en la


ciudad adonde va a estudiar. Era incognoscible para todos, aunque fueran muy íntimos
- los familiares y el novio.

O lustre es un libro denso, sombrío. En él está presente la dicotomía vida/muerte en el


flujo de la consciencia que se refleja en los recuerdos e indagaciones existenciales. Por
ello los rincones de la casa reflejan este estado mórbido.
Estación ida y vuelta de Rosa Chacel (1898 - +1994), de carácter confesional con un
disfrazado aspecto de culpa, de atracción y repudio, contiene una historia muy
sencilla: un viaje en tren a Francia y una vuelta a España. La historia sirve de pretexto
para Chacel exponer problemas más importantes como el de la consciencia individual y
los de la creación literaria, como los de Julia. Personaje, cuyos sentimientos no tiene
ninguna intimidad con los de Chacel, o sea, no se identifica con la autora. Los más
íntimos, cuando se presenta el monólogo interior, son ella y yo.

Los personajes, sin nombres, opacos, lejanos, en una existencia de hastío, angustia y
fracaso, se acercan a los del nouveau roman francés. Hay un recuerdo de él en su
vuelta en tren a España, cuando vuelve a encontrarse así mismo en el recuerdo. Es
una obra necesaria para comprenderse todo el conjunto de las obras de Chacel.

La primera parte de esta obra trata de las sensaciones que ella y él padecen y gozan
en la casa y de los angustiosos pensamientos de él dentro de este microcosmo.

En las obras de las dos escritoras, Lispector y Chacel, se puede observar la


complejidad del ser psicológico que revela sus propias ideas y filosofía. Hay recuerdos
y búsquedas ontológicas, de liberación, a la vez que de destrucción.

En Estación hay una salvación y un revivir a través de la literatura. A la manera de


Unamuno, el narrador/escritor cuestiona el destino de sus personajes. Mientras en O
lustre , el personaje sigue enigmático a los ojos de otros personajes y se aniquila. En
Coronación hay la muestra de la ruina de una estirpe.

Para observar las imágenes idealizadas de la casa, se objetiva aquí señalar la manera
de cómo privilegian los escritores nombrados el tema de la casa en la dimensión,
forma y color del mundo que envuelve a sus personajes, dentro de un ambiente
onírico. Así, al describir la vivienda, los escritores la recuerdan y le agregan valores de
sueño, dentro de una perspectiva psicosocial - la imaginación aumenta los valores de
la realidad. Cuando me refiero a sueño no quiero decir el acto fisiológico, realizado en
el descanso, sino en el devaneo, la fantasía.

La casa es un espacio cerrado, es un capullito, un útero y una vuelta a la casa es el


retorno al paraíso perdido, al revés, o sea, la salida es la perdición. Es lo que se ve en
O lustre y Estación ida y vuelta . En un mundo de incertidumbre, la casa se hace el
lugar del posible.

La casa vivienda es, en la poesía religiosa, el símbolo del cuerpo, vivienda del alma.
Para Pitágoras, Aristóteles o Fray Luis de León, el alma se une musicalmente al cuerpo
- mezcla y síntesis de contrarios - y vibra en conjunción con la música de las esferas.
El alma es tan sólo un huésped del cuerpo. La casa deshabitada simboliza la muerte, o
la partida del alma para su verdadera vivienda. Entre los elementos femeninos del
universo, para los místicos, estaba la casa. Los psicoanalistas se sirven de dibujos de
casa para explicar los estados del alma. La frente de la casa es la máscara, el lado
manifiesto del hombre. Los pisos simbolizan la verticalidad y el espacio. El techo, la
cabeza las funciones conscientes, mientras el sótano corresponde al inconsciente. La
comida puede significar el momento de una transformación psíquica. La escalera es el
medio de unión de los varios planos psíquicos. La carga de significación que puede
haber en una casa hace posible que muchos psicólogos para analizar a un niño utilicen
dibujos de casa hechos por ellos. Por este medio intuyen la intensidad de la fantasía, o
ausencia de cariño.
Como la novela, de una manera más extensa y precisa que la lírica, busca satisfacer el
ansia del idealismo y del devaneo que palpita en nuestro corazón, reflejando la
tendencia inconsciente y espontánea del espíritu en el delirio mental, en busca de
mundos soñados y mejores, elegí novelas para investigar el tema de la casa . Éste es
de larga duración en estas novelas y va sufriendo transformaciones a lo largo de ellas.
En todas las tres se encuentra el tema de la casa onírica que guarda en el interior, o
en su sótano, elementos que pertenecen a la poesía. La casa se presenta con dos
partes: hay una - su cuerpo - la parte exterior con sus patios, huertos y jardines y la
calle donde se ubica, otra - su alma - la espiritual, la poética, su interior que congrega
toda una superabundancia y profusión de lo vivido.

La imagen de la casa ejerce una acción nueva sobre los objetos que conlleva dentro de
su interior. Ella tiene una función utilitaria: la de propiciar una escritura y una lectura
literaria. Ella adquiere vida en el recuerdo de los personajes. Así el pasado se actualiza
en el devaneo del presente, proporcionando a la casa descripta una intensa carga de
significados.

El tema es el elemento de que se vale el escritor para transformar, amoldar y decir


algo en cualquier extensión. También se sirve de él para plantear cuestiones básicas
como los cambios de lo único con lo diverso y, en el espacio, para representar a lo
largo de la historia de la cultura las necesidades, anhelos y nostalgias del mundo. Ello
es que permite su repetición. El tema del viaje del tren, que está presente en O lustre
y Estación, ida y vuelta , es un ejemplo. El tema auxilía al escritor a marcar una línea
límite entre la experiencia de lo vivido y la poesía. Su función es utilitaria - propicia
una escritura y una lectura literaria. Él procede del mundo, de la cultura y de la
naturaleza.

Preséntase a continuación algunos fragmentos descriptivos de la casa como aparecen


en esas novelas:

Coronación : Toda la casa había respirado serenidad en aquella época (p. 23). Era
verdad que tanto la casa como sus habitantes estaban viejos y rodeados de olvido...
(p. 19)

Estación. Ida y vuelta. ...No puede nadie suponer que tenga tanto guardado una
casa que parece pequeña. (p. 89) ... La casa nos ha hecho apasionadamente caseros..
Nos tiene seducidos, como esas mujeres que, sin aparentar gran atractivo, al que se
casa con ellas lo encasan llenándole la vida de pequeños encantos caseros. (p. 90)

O lustre ... O casarão pertencia à avó; seus filhos haviam casado e moravam longe...
Aos poucos os móveis desertavam, vendidos, quebrados ou envelhecidos e os quartos
se esvaziavam pálidos...(p. 11) Os dias na Granja quieta respiravam largos e vazios
como o casarão.(p. 13)

Coronación Jamás se había sentido tan viejo como al subir la escalera apoyado en la
baranda, después de terminar el almuerzo ... p. 52

Estación. Ida y vuelta La escalera, hosca y fría, no acoge bien al visitante. (...)
Hasta los mismos vecinos (...) no podemos sustraernos a veces a la mala impresión de
su penumbra, y la subimos corriendo de cuatro en cuatro escalones (...) nosotros
fuimos víctimas de esta sensación como ninguno. Sobre todo, cuando veníamos de
clase, charlando por la calle, y al llegar a la escalera se nos cortaba la conversación y
echábamos a correr cada uno a nuestro piso. (...) Corríamos como si viniesen
siguiéndonos, y al cerrar nuestras puertas con rápido portazo no conseguíamos la
tranquilidad de estar ya defendidos, sino más bien una pesadumbre como de haber
dejado a alguien fuera, que sabíamos que había de esperarnos al otro día
indefectiblemente. p. 90-1

O lustre A sala, a escadaria estendiam-se em silêncio indistinto e sombrio ... a


escadaria dormente respirando... (p. 10)

Coronación Don Andrés no recordaba la casa de su abuela sin Lourdes y Rosario. Sin
embargo, una intimidad mayor y más afectuosa lo unía a Lourdes, porque la cocinera,
a pesar de sus postres magistrales, siempre se le antojó un alquimista de alma
refractaria a todo lo que no fuera sondear comprometedores secretos en el laboratorio
de su inmaculada cocina. (p 20)

Al terminar, aclaramos que no se planteó aquí una comparación objetiva entre las
obras, sino la observación de qué privilegian los escritores describir de la casa , y de
cómo la quieren mostrar, ya que los motivos que se relacionan con ella son muy
variados y significativos en la búsqueda de indagaciones sociales e ideológicos. Así,
analizarlos es interrogar la constelación de verdad en que se inscriben y alcanzar el
estado emocional que estimuló la creación.

BIBLIOGRAFÍA

CHACEL, Rosa. Estación ida y vuelta . Ed. Shieley Marginé. Madrid: Cátedra. 1989. 169
p.

DONOSO, J. Coronación . Prólogo de Pere Gimferrer. Estrella (Navarra): Estella, 1983.


183 p. (Biblioteca Básica Salvat)

LISPECTOR, Clarice. O lustre . 2. ed. Rio de Janeiro: José Álvaro, 1963. 201 p.

Literatura de Vanguardia - EL PROFESOR INÚTIL de Benjamín Jarnés

3- Ortega y Gasset:

3.1- El magisterio de Ortega y Gasset y La deshumanización del arte :

En el contexto de renovación del momento y de las grandes corrientes literarias


que despiertan en Europa y, también, en España; en 1914, Azorín escribe: "Otra
generación ha llegado... Dejémosle paso". Hay, en efecto, nuevos aires
ideológicos y literarios. Comienza el magisterio de Ortega y Gasset, cuya revista
España -fundada en 1915- acoge el reformismo liberal. Un gran ensayista
coetáneo, Eugenio D´Ors, bautiza las nuevas tendencias: es el Novecentismo;
otros, como ya hemos señalado más arriba, hablarán de Generación del 14,
Vanguardismo, Nova Novarum...
"Generación de Ortega" se ha llamado alguna vez a la generación novecentista:
ello indica el puesto central que ocupa el Ortega y Gasset en este período literario.
José Ortega y Gasset nació en Madrid (1883) en una familia acomodada de
periodistas, escritores y políticos. Tras licenciarse en Filosofía -campo en el que se
le cita más-, amplía estudios en Alemania. En 1910 obtiene la cátedra de
Metafísica en la Universidad de Madrid. En 1913 fundó la "Liga para la Educación
Política"; en 1915, la revista España y, en 1923, la fundamental Revista de
Occidente, en la que hallarían cabida las nuevas corrientes europeas y españolas
de todos los campos del pensamiento y de la creación.

Benjamín Jarnés participó activamente del proyecto editorial de Ortega. En La


Revista de Occidente publicó artículos, críticas y sus propias novelas. Benjamín
Jarnés y Ramón Gómez de la Serna son -señala López Campillo - "los primeros
en presentar en la Revista de Occidente verdaderas "novelas cortas" (La casa
triangular de Gómez de la Serna y Paula y Paulita de Jarnés en noviembre de
1925)" (pág. 215).

El mismo autor -López Campillo - marca en el año 1931 un cambio de rumbo en


cuanto al interés de la revista por los temas literarios y afirma que "del mismo
modo que Antonio de Marichalar nos pareció el representante de las grandes
opciones de la revista antes de 1931, sería Benjamín Jarnés, después de esta
fecha, el crítico más representativo"... (pág. 193)

Durante toda su vida, Ortega y Gasset desarrolló una intensa actividad como
escritor y conferenciante. Apoyó a la República, pero luego se sintió
decepcionado; por ello, al principio de nuestra guerra se exilió; regresó en 1945,
pero se le negó el reingreso en su cátedra. Ortega continuó su labor magistral en
el Instituto de Humanidades fundado por él en Madrid. Murió en Madrid en 1956.

Ortega y Gasset es, sin duda, una de las máximas figuras de la filosofía española
del siglo XX y un espectador agudo de la vida, las artes y la cultura.
Literariamente, nos interesa por su estilo claro, elegante, en el que las metáforas y
los símiles son manejados magistralmente para hacer plástica la idea. Por ello
ocupa un lugar eminente entre los prosistas y pensadores españoles.

Aunque no nos detengamos en este trabajo -sobre Jarnés, principalmente- a


exponer la aportación propiamente filosófica de Ortega y Gasset; por su
aportación desde la misma a la Literatura, destaquemos que su pensamiento se
sitúa en una encrucijada entre el racionalismo y el vitalismo (raciovitalismo): se
opone, entonces, al irracionalismo imperante, pero se centra en la vida humana. Y
sus meditaciones sobre el hombre y su entorno ("Yo soy yo y mis circunstancias",
decía) le conducen a un interés creciente por la Historia. En sus obras llama la
atención su preocupación por España: en este campo destaca su europeísmo y su
denuncia del aislamiento de nuestro país.

Entre sus obras, podemos citar España invertebrada (1921), El tema de nuestro
tiempo (1923), La deshumanización del arte (1925), Ideas sobre la novela (1925),
La idea de principio en Leibnitz (póstuma, 1958), El espectador (8 volúmenes,
1916-1934), Meditaciones del Quijote (1914), La rebelión de las masas (1930), En
torno a Galileo (1933), Estudios sobre el amor (1941), Papeles sobre Velázquez y
Goya (1950), etc.

Algunos de estos títulos revelan ya su atención e interés por los temas artísticos y
literarios, que nos interesan destacar ahora para comprender mejor la novela de
Benjamín Jarnés y del período literario en su conjunto.

3.2- Las ideas estéticas de Ortega y Gasset:

Fue decisiva la repercusión que tuvieron, en los ambientes artísticos y literarios del
momento, las ideas expuestas por Ortega en diversos ensayos y, en particular, en
los dos títulos de 1925 que hemos destacado .
La influencia de Ortega y Gasset en Benjamín Jarnés es notoria. Por ello queda
bien justificado el hecho de estudiar dentro de su obra las posiciones intelectuales
del filósofo Ortega. Muchos autores se pronuncian en este sentido. López
Campillo , por ejemplo, señala que "es de notar que Jarnés, a quien se suele
considerar como el papa de la literatura "deshumanizada", hace en este artículo
de 1931, la apología de la nueva tendencia literaria" (pág. 194).

La deshumanización del arte es un análisis -o "diagnóstico"- del Vanguardismo-


Novecentismo. El ensayo de Ortega, descriptivo en un principio, se convirtió
enseguida en codificación prescriptiva de la producción vanguardista.

Comienza Ortega señalando el carácter "minoritario" y "antipopular" del arte


nuevo, que "divide al público en estas dos clases: los que lo entienden y los que
no lo entienden"(división paralela a la de "hombres egregios" y "hombres
vulgares"). Y tras ello, estudia sus principales rasgos, que resumimos a
continuación:

- La deshumanización del Arte pretende realizar una descripción fenomenológica


de la Vanguardia en España. El arte moderno, nos dice, "no sólo es impopular,
sino que es también antipopular; siempre tendrá a las masas en contra". El arte
moderno divide a los receptores, dicho de otra manera, en minoría-élite capaz de
entenderlo y gustarlo y mayoría incapacitada. Esta mayoría aboga por el arte del
siglo XIX, arte puramente referencial. La minoría, por contra, encuentra el arte
anterior demasiado humano; se le debe despojar de su humanidad. Ortega llama
la atención sobre nuestro "asco a lo humano en el arte", como en las figuras de
cera. Ese acto, explica, es "un respeto a la vida y una repugnancia a verla
confundida con el arte, con una cosa tan subalterna como es el arte". Lo que
intenta el arte moderno es colocar al arte en el lugar que le corresponde, no ya por
encima de la vida, sino subordinado a ella. Así, la vida deja de vivirse como algo
subordinado a otra cosa, ya sea el arte, la ciencia o el estado.

- "Es un arte puro". Si la tradición decimonónica valoraba el arte por lo que tuviera
de "humano" o de "real", ahora se nos invita a valorar las puras calidades
formales. El arte moderno es el "deshumanizado"; el arte tradicional,
"humanitario".
El arte moderno, entonces, para Ortega, entonces, tiende a la purificación,
eliminando progresivamente los elementos demasiado humanos de la tradición
romántica, del positivismo y la estética realista y naturalista. Para ese proceso de
deshumanización, y camino a la vez hacia la pureza, el artista tiene en su mano el
arma de la metáfora que es siempre una desrealización. El arte ahora se aleja de
la realidad, se retrae sobre sí mismo; la primera consecuencia que esto trae es la
pérdida de patetismo. Se trata de espiritualizar y desrealizar el arte, de buscar lo
que hay detrás de la apariencia sensible de las cosas (simbolismo). Frente a
reproducción, creación, frente a la cosa, la idea. Ortega nos lo dice
palmariamente:

"El expresionismo, el cubismo, etc., han sido, en varia medida, intentos de verificar
esta resolución en la dirección radical del arte. De pintar las cosas se ha pasado a
pintar las ideas: el artista se ha cegado para el mundo exterior y ha vuelto la pupila
hacia los paisajes internos y subjetivos".

Ortega señala también que "para el hombre de la generación novísima, el arte es


una cosa sin trascendencia. [El arte nuevo salva al hombre -diríamos- porque] le
salva de la seriedad de la vida y suscita en él inesperada puericia".

La deshumanización del arte considera, pues, un arte puro, separado de los


problemas cotidianos, un arte-juego opuesto a un mundo viejo.
- De ahí que se tienda a la "deshumanización", hacia un relegar las emociones
humanas en pro de la pura emoción estética, Ortega lo señala claramente: "El
llanto y la risa son estéticamente fraudes". A Ortega le interesa mucho distinguir
los goces o emociones "humanas" del goce "artístico" puro, que sería el goce de
las formas por sí mismas (y no por sus contenidos). Durante el siglo XIX, el arte
-romántico o realista- apuntaba a "lo humano". Ahora, en cambio, se aprecian
tendencias hacia un arte "puro", que sólo apunta a metas estéticas.

- Es, entonces, "un arte intelectual", ya que no se funda en el contagio emocional.


En palabras de Ortega: "El arte ha de ser todo plena claridad, mediodía de
intelección... El placer estético tiene que ser un placer inteligente. Porque entre los
placeres los hay ciegos y perspicaces". Para Ortega el placer estético es de índole
intelectual y "distante".

Junto al intelectualismo, la dificultad, la metáfora. Para Ortega la metáfora es


como "el más radical instrumento de deshumanización", pues su uso incorpora
una presencia eminentemente artificial e imaginística, y además altera la forma en
que la obra de arte es contemplada.

- "La poesía", por ejemplo, será "antirromántica". El poeta romántico quería ser,
ante todo, un hombre; para Ortega, sin embargo, a mayores, "vida es una cosa,
poesía es otra... No las mezclemos. El poeta empieza donde el hombre acaba"; su
quehacer es la pura creación verbal: "La poesía es hoy el álgebra superior de las
metáforas."
A partir de los postulados orteguianos se plantea como valor positivo una radical
separación de "vida y literatura", desterrando del arte toda preocupación
extrapoética.

- Ortega ve, a su vez, en los jóvenes un anhelo "claro, coherente y racional" de


renovación. Y juzga estéril apegarse a formas viejas, ya pasadas. En fin, el arte
tiende a convertirse en juego, lejos de todo patetismo: "ser artista es no tomar en
serio al hombre tan serio que somos cuando no somos artistas". De ahí que, frente
a la anterior deificación del arte, se proclame su "intrascendencia". Será esencial
-añade- al arte joven la ironía y hasta un "pirueteo" vecino a lo deportivo.

Las pautas de Ortega, en su conjunto, apuntan esencialmente a lo que él


denominó "deshumanización". A lo largo de su ensayo se desgranan muchos
puntos ligados a la literatura novecentista por lo minoritario, lo puro, lo intelectual,
lo antirromántico, la claridad... En realidad, Ortega sólo se había propuesto hacer
un "diagnóstico" sobre el arte nuevo, pero su obra se convirtió en guía y acicate
para muchos literatos del momento.

José Ortega y Gasset, en efecto, tuvo una influencia ideológica y teórica, y esta
obra, La deshumanización del arte, estableció las características del nuevo arte,
de las nuevas orientaciones estéticas: deshumanización y autonomía de la obra
artística, que la obra de arte no sea sino obra de arte, evitar las formas vivas, arte
de minorías, intranscendencia, subjetivismo, considerar el arte como juego, ironía,
predominio de la metáfora, intelectualismo, lirismo, impresionismo...

Ideas sobre la novela, el otro ensayo orteguiano de 1925 , supone un análisis


semejante, aplicado al género narrativo.

En este ensayo Ortega afirma el agotamiento del género o, al menos, que está en
su período último y padece gran penuria de temas. Por ello, "el escritor necesita
compensarla con la exquisita calidad de los demás ingredientes necesarios".
Ortega cree que la novela pasó de ser descriptiva a ser presentativa, porque el
lector ha dejado de gustar de la trama para preferir el juicio. Ortega define esa
novela moderna como un género moroso que describe más la atmósfera que la
acción:

"La esencia de lo novelesco [...] no está en lo que pasa, sino precisamente en lo


que no es "pasar algo", en el puro vivir, en el ser y en el estar de los personajes,
sobre todo en su conjunto o ambiente".

La novela, en resumen -dice Ortega-, se agota por dos razones:

a- la dificultad de hallar temas nuevos;


b- las crecientes exigencias estéticas de los lectores selectos.
El relato realista ya no atrae a estos lectores selectos. Y el novelista debe
compensar el agotamiento de los temas con el cuidado exquisito de "los demás
ingredientes".

Así, el argumento "humano" y el reflejo de realidades sociales deben ceder el paso


a lo imaginativo o lo intelectual, y a los primores de la estructura o del estilo. Se
llegaría así a una novela "deshumanizada", en que la acción sería un puro
"soporte mecánico" de otros elementos más aptos, según Ortega, para
proporcionar el goce artístico "puro".

Sin duda el fondo o la materia de que está hecha una novela no es cosa baladí o
secundaria. Pero "la materia -dice Ortega- no salva nunca a una obra de arte, y el
oro de que está hecha no consagra no consagra a la estatua".

"La obra de arte -sigue escribiendo Ortega- vive más de su forma que de su
material y debe la gracia esencial que de ella emana a su estructura, a su
organismo".

También las ideas recogidas por Ortega en su ensayo Ideas sobre la novela
ejercieron una perceptible influencia no sólo en Benjamín Jarnés, sino también en
toda la narrativa de la época.

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