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Vida y obra de Elon Musk,

el soñador que ya cambió


al mundo
Es la historia del hombre más innovador del momento. Fundador de
Tesla Motors, Solar City y SpaceX, Elon Musk quiere autos eléctricos
y autónomos para todos, casas que se autoabastezcan y colonizar
Marte. Visionario y gurú de la tecnología, encarna el “sueño
americano” mejor logrado

Por Milton Del Moral 11 de marzo de 2017


Elon Musk tiene 45 años, nació en Sudáfrica, está divorciado,
tiene cinco hijos y una fortuna valuada en 13 mil millones de
dólares
Un prohombre. Paradigmático. Con consignas de héroe y vientos
mitológicos. Un filántropo que combate para romper lo establecido.
Ingeniero, inventor, físico, empresario, personalista, megalómano,
carismático, brillante, creativo, audaz, emprendedor, arrogante,
caprichoso e intuitivo. Diseña techos solares para que cada casa se
autoabastezca de energía. Planea la exploración interplanetaria
tripulada: quiere colonizar marte. Comanda la empresa que lidera la
revolución y la democratización de la tecnología al servicio de la
movilidad. Elon Musk es el hombre que mientras sueña con
cambiar el mundo, lo está cambiando.

Candidato a ejercer el legado de Henry Ford, Bill Gates y Steve


Jobs, es un idealista del sueño americano. Nació en Pretoria,
Sudáfrica, en 1971, hijo de un padre ingeniero sudafricano y de una
madre nutricionista canadiense. El 25 de enero de 2015 más de 3,3
millones de televidentes vieron "The Musk Who Fell to Earth" –el Musk
que cayó en la tierra-, un episodio de Los Simpsons en el que el Sr.
Burns intentaba matar a Elon Musk enojado por haber perdido toda su
inversión. Fue el programa más visto de Fox ese día. Elon Musk tenía
45 años y una vocación obstinada: era capaz de tolerar con Tesla
Motors y su misión de masificar la propulsión ecológica pérdidas
trimestrales millonarias.

Había una razón fundada en el sacrificio económico. Al mismo tiempo


que registraba déficit neto de 793 millones de euros, el triple de las
contabilizadas en el ejercicio anterior, multiplicaba su inversión y su
cotización en acciones se disparaba. El secreto de su éxito se pagaba
en conceptos abstractos: la gente le cree y confía en su intuición,
aunque Tesla Motors sea deficitaria. Es parte del encanto de Elon
Musk: miles de millones de dólares, magnetismo, excentricidad,
honestidad, dedicación, compromiso y visiones progresistas en la
aplicación de nuevos paradigmas ambientales. Su imagen brotó tras
apariciones mediáticas en las pantallas: en 2010 realizó un cameo en
Iron Man 2 y en 2015 hizo de sí mismo en la serie The Big Bang
Theory.

Sus últimas actividades en las redes sociales revelan retazos de su


personalidad. Bria, una niña de diez años que cree que Musk es
inteligente y amigable con la naturaleza, le escribió una carta
incentivándolo a promocionar mejor sus automóviles: "Le escribo
porque me gustaría hacer una sugerencia para su compañía. Noté que
no tienen publicidad, pero mucha gente hace comerciales caseros
para Tesla y algunos de ellos son buenos, se ven profesionales y son
entretenidos". A los pocos días, Tesla anunció el "Proyecto Loveday",
un concurso en el que cualquier usuario puede armar un comercial de
90 segundos, subirlo a YouTube y participar.

Semanas atrás, el 15 de febrero Elon Musk tuitió: "¡Felicitaciones al


dueño del Tesla que sacrificó su propio auto para que el vehículo de
un conductor inconsciente frenara con seguridad!". Minutos después,
reconstruyó la idea: "En agradecimiento, Tesla estará proporcionando
gratuitamente los costos de reparación". En otra maniobra de
marketing o gesto honorable, según el cristal por el que se lo
juzgue, el director ejecutivo de la compañía automotriz recompensaba
la heroica maniobra de Manfred Kick, el alemán de 41 años que salvó
una vida sacrificando su Tesla Model S.
La presentación del Tesla Model S, el primer gran hijo con
cuatro ruedas de Elon Musk
La carrera meteórica del actual gurú de la innovación global merece
recapitulación y segmentación cronológica. Devorador de comics y
novelas de ciencia ficción, interesado en la biografía y bibliografía de
científicos e inventores, recibió su primera computadora a los diez
años: una Commodore VIC-20, un microcomputador doméstico de
1980, de 8 bit y con 5 KB de memoria. Aprendió a decodificarla, a
escribir su propio código de programación. Era un autodidacta voraz.
Dos años después creó y vendió Blaster, un juego de computadora
similar a Space Invaders, por 500 dólares.

La adolescencia lo sorprendió curioso e inquieto. Amante de las


teorías y reflexiones de Nietzsche y Schopenhhauer, su ambición
entró en conflicto con su horizonte. Tenía 17 años, un espíritu activo,
padres en vías de separación y la necesidad de huir del servicio militar
obligatorio. "Servir en el ejército sudafricano para reprimir a la gente
negra, no me pareció una buena forma de emplear mi tiempo", ironizó.
Emigró al continente norteamericano: primero a Canadá, luego a
Estados Unidos, ahí "donde las grandes cosas son posibles", adivinó.
Musk está cambiando el mundo con su fórmula de
pensamiento crítico, análisis del todo y trabajo pleno (Getty)
Se graduó -becado- en la Universidad de Pensilvania en
Administración de Empresas y Física. "Quería estar involucrado en
ideas que cambiaran el mundo", recordó de sus épocas de estudio.
Como cuando de niño probaba a sus padres con preguntas
existenciales, a sus profesores y compañeros de carrera solía
preguntarles "¿cuáles son las tres cosas que tendrán mayor
impacto en el futuro de la humanidad?". Musk creía que Internet era
a la sociedad lo que el sistema nervioso al humano. Corría 1995 y
aspiraba alto: soñaba con trabajar en AOL, la compañía más candente
del momento. A pesar de su persistencia, no lo contrataron.

Con apenas dos mil dólares de financiación, fundó la startup Zip2 junto
a su hermano Kimbal, una de las primeras compañías en ofrecer
contenido vía online. Se instaló en la zona de San Francisco. Vivía y
comía en los mismos metros cuadrados. Se bañaba en las
instalaciones del estadio municipal. Había construido una plataforma
para que medios de comunicación le ofrezcan a sus clientes servicios
comerciales adicionales. Zip2 consiguió rápido a The New York Times.
Le vendió mapas y contenidos. En 1999, Altavista, división online de
la empresa Compact, compró la startup de los Musk por más de
300 millones de dólares. La inversión inicial -vale la
repetición- había sido de dos mil dólares.
Elon Musk es uno de los más grandes innovadores de la
historia de la Humanidad
La máquina de hacer dinero de Elon Musk necesitaba más dinero.
Con esos millones creó X.com, un revolucionario sistema de pago
electrónico que luego sería renombrado a PayPal. Pionera en
concepto de e-commerce, agilizó el comercio online al punto de
convertirse en la principal plataforma de transacciones digitales. En
2002, eBay compró la compañía por 1.500 millones de dólares.
Musk tenía 31 años, siete veranos en el corazón geek de Silicon
Valley, un compromiso potenciado y suficiente fortuna para solventar
el propósito de su vida: cambiar el mundo.

Musk también está trabajando en Hyperloop, el servicio


de movilidad en cápsulas a través de tubos de aire bajo
presión que pretenden unir, por ejemplo, Capital
Federal y Mar del Plata en 20 minutos
Por eso es director ejecutivo y CTO de SpaceX, presidente de
SolarCity y director ejecutivo de Tesla Motors. Space X construye
cohetes económicos y transbordadores que permiten viajar al espacio
en clase turista. Promete para el año próximo llevar a la NASA a
pasear por la Luna y auguró su final fuera de la Tierra. "Me gustaría
morir en Marte, pero no en el impacto", dijo. Solar City es el mayor
proveedor de paneles para generar energía solar de los Estados
Unidos, valorada por sus principios de autonomía económica y su
sensibilidad con el medio ambiente. Tesla Motors es, quizá, su bien
más preciado. La compañía más innovadora del mundo, según los
medios especializados.

Elon Musk fue protagonista en un episodio de Los Simpsons,


participó en la serie The Big Bang Theory y en el film Iron Man
2
En marzo de 2016, presentó el Tesla Model 3, el "best-seller" más
grande de las pre-órdenes de la industria automotriz. Es el auto que
mejor expresa el método Tesla. Su precio de 35 mil dólares
democratizó el mercado de los autos eléctricos. A la semana de su
lanzamiento, registraba más de 350.000 solicitudes de compra: la
mitad de los autos que se venden en Argentina en un año por un
modelo que recién entregarán a finales de 2017. Tesla altera el
paradigma de la combustión fósil masificando la propulsión alternativa
con garantía de eficiencia y deportividad, y brega por aplicar la
inteligencia artificial al modo de conducción. El Autopilot 2.0 desarrolla
el nivel de autonomía completa nivel 5: un servicio autónomo que
portarán desde 2018 todos sus modelos de fábrica. Tesla es más que
un negocio. Es una filosofía. Un modelo 2012 recibe actualizaciones
gratuitas periódicas del software del vehículo. Un servicio
tecnológico que reinterpreta el concepto de edad de un automóvil.

Según la revista Forbes es la persona 88 más rica del mundo.


Ostenta una fortuna estimada en 13,8 mil millones de dólares e integra
el top diez de ricos que se hicieron millonarios a más corta edad. Elon
Musk, sin embargo, trabaja cien horas por semana. Es un jefe
obsesivo y exigente. Se hizo célebre una frase en diálogo con sus
empleados que resume una forma de vida: "No veo a muchos de
ustedes trabajando los sábados".

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Elon Musk
✔@elonmusk
10:08 - 19 feb. 2017

106 mil

30 mil personas están hablando de esto


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Elon Musk cree en la ciencia como red de filantropía. Su


fundación, Musk Foundation, se dedica a la educación científica, salud
pediátrica y energía limpia. Sus intereses subyacentes son bien
recibidos por la humanidad: el combate contra el cambio climático y la
democratización de las bondades tecnológicas multiplican su
empatía. Es la historia de un paradigmático prohombre, de un
héroe vulgar de la mitología posmoderna que cambia el mundo
mientras sueña con cambiarlo.

https://www.infobae.com/tendencias/2017/03/11/vida-y-obra-de-elon-musk-el-sonador-que-
ya-cambio-al-mundo/
Emiliano Kargieman,el soñador que quiere democratizar el cielo
Todavía no llega a los 40, pero ya creó dos empresas tecnológicas que dan que hablar

38 20 de junio de 2014

A Emiliano Kargieman el impulso de desafiar estereotipos le viene de lejos. Cuando tenía ocho
años empezó por meterse en la memoria de la computadora que sus padres habían
depositado en sus manos, una Commodore 64, para lograr que ésta le diera más "vidas" para
jugar a la invasión extraterrestre. Era 1983 y aprendió a programar para que le asignara cinco,
diez, ciento cincuenta vidas... "Y de ahí en más no paré", recuerda.

Hijo de psicoanalistas, el precoz programador convenció a sus padres de que lo dejaran hacer
el secundario en una escuela pública y en el turno tarde para poder pasarse toda la noche
programando.

Tenía 15 años cuando armó una empresita con compañeros del secundario para hacer
software que vendían a pequeños negocios que estaban empezando a utilizar computadoras
personales para llevar la contabilidad. A los 17, lo contrataron en la AFIP dentro de un grupo
que hacía investigación en seguridad. Y a los 19, mientras estudiaba matemática en la Facultad
de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, fundó Core Security, una compañía de seguridad
informática que desarrolló el primer producto para hacer penetration testing, un programa
que emula lo que haría un atacante y después genera un reporte de cuál fue el camino de
entrada.

Ya en esos tiempos hacía historia. Core fue la primera empresa del mundo que logró
automatizar este proceso que se suponía que no era automatizable. Hoy es una multinacional
con base en Boston, que factura 34 millones de dólares anuales, tiene entre el 5 y el 8% de las
patentes argentinas en los Estados Unidos, y cuenta entre sus clientes al 80% de las compañías
que figuran en el ranking Fortune 500.

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Sin embargo, la abandonó en 2006 para crear una compañía de inversiones de riesgo,
Aconcagua Ventures. Mientras estaba impulsando este nuevo emprendimiento, se dio cuenta
de que en realidad lo que le gustaba era "hacer cosas", y no simplemente asesorar.

Tras algunas semanas en la Singularity University, un proyecto de Ray Kurzweil y Peter


Diamandis que invita a emprendedores para que planteen un proyecto que permita mejorar la
vida de 1000 millones de personas, volvió a una fascinación de la infancia: se planteó revivir en
la actividad espacial el romanticismo de las primeras épocas de la computación, cuando
programadores e ingenieros aficionados estaban dando forma al mundo de hoy.
"Me di cuenta de que la industria del espacio usa ingeniería de hace cincuenta años, es
terriblemente aversa al riesgo, está dominada por pocos jugadores muy grandes, que en
general son proveedores del Estado -comenta-. Eso resta incentivos para hacer las cosas en
forma más eficiente, más rápida, más económica y mejor."

El resultado de ese sueño es Satellogic, una compañía que desarrolla satélites en miniatura y
que está haciendo punta en un camino que puede revolucionar el espacio.

El 26 de abril del año pasado, puso en órbita a bordo de un cohete chino un satélite de 20 cm
por 10 cm por 10 cm, y de sólo dos kilos y medio de peso, que hoy está girando a 450 km de
altura sobre la superficie terrestre, el Capitán Beto.

Unos meses más tarde, lanzó desde la base rusa de Yasni a Manolito, otro aparato de similares
proporciones. Y ayer debutó el tercer retoño, Tita, que está listo para jugar en ligas mayores.

"Hay mucha gente que se está dando cuenta de que hay otra manera de construir tecnología
para el espacio, de que no tiene por qué quedar en manos solamente de grandes agencias, con
enormes presupuestos, que sean proveedores del Estado o de organismos de defensa -dice
Kargieman-. Es una tecnología que empieza a estar al alcance de pequeñas empresas y vamos
a ver aparecer muchas. Todavía no sabemos bien cuál va a ser el mercado de los satélites
pequeños. Está arrancando ahora y va a crecer mucho en los próximos años. Porque arriesgar
menos dinero y probar más rápido es lo que te permite desarrollar una industria mucho más
innovadora."

Emiliano Kargieman quiere democratizar el espacio.

EMILIANO KARGIEMAN creador de satellogic

"Muchos se están dando cuenta de que hay otra manera de desarrollar tecnología satelital"

"Arriesgar menos y probar más rápido es lo que te permite crear una industria más
innovadora"

https://www.lanacion.com.ar/1703019-emiliano-kargiemanel-sonador-que-quiere-
democratizar-el-cielo

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