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PROGRAMA DE
FORMACIÓN GENERAL

EXPERIENCIA CURRICULAR: FILOSOFÍA

S SEMANA N° 08

E ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

S
I
Ó
N
N
CAPACIDAD CONTENIDO
ANTROPOLOGÍA
Argumenta sobre los FILOSÓFICA
fundamentos de las

°
concepciones acerca Naturaleza
Naturaleza humana:
humana: lo
lo natural,
natural, lo
lo
del origen del social
social yy espiritual.
espiritual.
hombre, naturaleza Problema
Problema mente
mente –– cerebro.
cerebro.
humana, problema
Sentido
Sentido de
de la
la vida.
vida.
mente-cerebro y

8
sentido de la vida

CAPACIDAD
- Identifica los factores y contexto del
tránsito del pensamiento mítico al
pensamiento racional en el
desarrollo del saber humano

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a. SITUACIÓN PROBLEMÁTICA / RECOJO DE SABERES

REFLEXIONA Y COMPARTE...
¿Qué concepción del ser humano
nos muestra el dibujo?
¿Es posible que el cuerpo se
separe de algo llamado alma?
¿Puedes diferenciar tu cuerpo de tu
alma?

b. INFORMACIÒN BÁSICA

1. INTRODUCCIÓN
La ciencia moderna ha hecho desaparecer la supuesta superioridad biológica del ser
humano con respecto a los animales, nos ha hecho ver que tenemos el mismo origen que
ellos y que materialmente tenemos la misma naturaleza. Sin embargo nos vemos
obligados a sentirnos diferentes, a sentirnos algo especial; ya desde los albores de la
humanidad lo hemos hecho, nuestros mitos religiosos recogen tales ideas, como el
Génesis cuando Dios dice:
“Creced, y multiplicaos, y henchid la tierra, y enseñoreaos de ella, y dominad a los peces
del mar, y a las aves del cielo, y a todos los animales, que se mueven sobre la tierra. Y
añadió Dios: Ved que os he dado todas las yerbas, las cuales producen simiente sobre la
tierra, y todos los árboles, los cuales tienen en sí mismos simiente de su especie, para que
os sirvan de alimento a vosotros, y a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del
cielo, y a todos cuantos animales vivientes se mueven sobre la tierra, a fin de que tengan
que comer.”
Es posible que nos veamos obligados a diferenciarnos de los animales por el uso que los
damos: los comemos, sus pieles nos sirven de abrigo, utilizamos su energía, etc.
Por lo tanto el problema de lo que nos diferencia de los demás seres en filosofía se le
conoce como el problema sobre la esencia humana, que se puede formular de la siguiente
manera: ¿cuál es la característica distintiva propia del ser humano que no poseen los
animales?, en otra palabras ¿cuál es la esencia humana?
Desde el inicio de la filosofía se han desarrollado dos concepciones contrapuestas: el
naturalismo y el espiritualismo antropológico. Aunque ha habido intentos de conciliarlos, de
juntarlos, los intentos han sido vanos, ya que sus postulados ontológicos son totalmente
diferentes. El naturalismo parte del supuesto que sólo existe lo natural y que por lo tanto lo
espiritual tiene una explicación natural, la mente o espíritu es un epifenómeno emergente
de lo biológico. En cambio el espiritualismo, a diferencia del naturalismo que es monista
(sólo existe lo natural), es dualista, postula la existencia de dos sustancias: la natural o
material y lo espiritual que sería inmaterial.

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La tesis del espiritualismo se ha mantenido a través de los siglos en la doctrina religiosa


cristiana de occidente gracias a dos grande filósofos: Agustín de Hipona (platónico) y
Thomas de Aquino (aristotélico). En cambio el naturalismo se ha desarrollado
vigorosamente en la ciencia actual dando origen al evolucionismo. A continuación
estudiaremos tanto el espiritualismo como el naturalismo antropológico.

2. CONCEPCIONES TRADICIONALES
a. EL ESPIRITUALISMO 1
Platón desarrolla una teoría muy compleja sobre el ser humano y su naturaleza, cuyo
influjo en toda la antropología occidental y, sobre todo, en la cristiana, persiste hasta hoy.
El dualismo platónico; puesto que su concepción sobre el mundo es dualista (lo divide en
dos: Mundo de las Ideas y Mundo de las cosas), también lo es su concepción del ser
humano, en el que distingue claramente alma y cuerpo. La superioridad del Mundo de las
Ideas sobre el de las cosas se traduce en el contexto antropológico en una prioridad
absoluta del alma sobre el cuerpo, hasta el punto de afirmar que «el hombre es su alma».
Alma y cuerpo forman una unidad accidental, precaria, en un sentido parecido a como
afirmamos que un jinete está unido a su caballo.

El cuerpo: Es la cárcel del alma, algo así como el caparazón que lleva dentro a la ostra.
- Supone un lastre negativo para el alma, pues le crea necesidades,
enfermedades, deseos, temores, pasiones y sensaciones que le obstaculizan la búsqueda
de la verdad.
- Es un estorbo del que el alma tiene que liberarse poco a poco, del que
tiene que purificarse para poder acceder a la contemplación de las Ideas.
- El cuerpo inclina al alma a poseer cada vez más, a ser ambiciosa, al
comportamiento violento y a la guerra, a los placeres sensibles (Fedón, 250 D y 66).
No debe extrañar, por tanto, que Platón estuviera convencido de que "morir es lo mejor
que le puede pasar al filósofo" y de que la filosofía sea una "preparación para la muerte".
En el Fedro, Platón sostiene que el alma se halla unida accidentalmente al cuerpo como
castigo por algún pecado. Pero en el Timeo afirma que el alma puede estar en perfecta
armonía con el cuerpo.

El alma: Es muy superior al cuerpo. Es la que constituye nuestro yo.


- Representa lo más auténtico del ser humano, y al lado de ella el cuerpo
es sólo una sombra, una apariencia.
- El alma racional es una creación directa del Demiurgo, tomando como
modelo las Ideas eternas (Timeo, 41).
- El alma obtuvo sus conocimientos mientras estuvo en contacto con las
Ideas, en su primera existencia (Fedro, 245).
El alma, creada directamente por los dioses, desciende en un carro alado a la tierra, donde
se une accidentalmente a un cuerpo y queda instalada en el mundo sensible. Pero el
cuerpo sigue manteniendo su naturaleza más o menos depravada después de esta unión.
Por eso, más que de unión hay que hablar división o dicotomía entre cuerpo y alma. El
elemento material, el cuerpo, está cargado de connotaciones negativas y es un obstáculo
para la búsqueda de la verdad. El alma es el elemento espiritual, bueno y positivo,
interesado en purificarse y hallar la verdad.

1 MORENO MUÑOZ, Miguel. Historia de la Filosofía. 1998.

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Con esta concepción, Platón deja abierto un profundo abismo entre el mundo material -el
mundo de lo sensible, de lo físico- y el mundo de lo espiritual, de las Ideas y de lo mental.
Esta oposición tajante entre materialismo y espiritualismo hará del hombre un ser
escindido, imperfecto, incapaz de conseguir unidad y auténtica armonía.

Las partes del alma; Platón habla de tres partes, que en algunos textos parecen almas
independientes más que partes de un alma única.
 Alma racional (noûs, lógos), de naturaleza divina y situada en el cerebro, es inmortal e
inteligente. Se dedica al pensamiento puro y busca la contemplación de la verdad.
 Alma irascible (thymós), fuente de pasiones nobles, situada en el tórax e inseparable
del cuerpo, mortal.
 Alma concupiscible o apetitiva (epithymía), situada en el abdomen y mortal. De ella
proceden las pasiones más bajas y los sentimientos innobles.

La inmortalidad del alma; Fue una de las doctrinas filosóficas importantes de Platón más
novedosas en su momento. El alma no es inmortal por naturaleza, sino únicamente por la
voluntad del Demiurgo que la formó.

La transmigración y el destino del alma; Platón dedicó alguno de sus mitos más bellos
al destino del alma (en el Fedro, el de la caída y ascensión del alma, donde compara el
alma con un carro tirado por dos caballos; en el Gorgias, el Fedón y la República los mitos
del juicio final, donde incluye la doctrina pitagórica de las sucesivas reencarnaciones del
alma). En síntesis, Platón afirma que las almas salen de las manos del Demiurgo, todas
iguales, eternas y atemporales; después se encarnan espaciotemporalmente en cuerpos
materiales concretos. Se trata de la primera encarnación.
Después de la muerte, el alma permanece peregrina durante unos mil años, encarnándose
sucesivamente en diferentes cuerpos, eligiendo su destino. Cada vez que se encarna en
un cuerpo nuevo elige también un nuevo género de vida, y esta elección encierra muchos
peligros, porque muchos eligen destinos aparentemente ideales que luego se revelan
terribles. No son los dioses, sino nosotros, los que elegimos nuestro destino. Los dioses no
son responsables de que algunos hombres elijan destinos que les aparten de la verdad.
Pero lo importante es que la parte racional del alma domine y controle sus tendencias
irracionales, sus pasiones, sus deseos y sentimientos, para que tras sucesivas
reencarnaciones pueda llegar a la contemplación de la verdad (así lo explica con el mito
del carro alado en el Fedro, 386).

En el «mito de Er» (República) Platón establece una jerarquía de valores a escoger para
las sucesivas transmigraciones, eligiendo uno u otro personaje según el grado de virtud
que desee: 1º. Filósofo; 2º. Rey; 3º. Hombre de Estado, padre de familia o comerciante; 4º.
Gimnasta, artista o médico; 5º. Profeta o sacerdote; 6º. Poeta; 7º. Obrero artesano o
labrador; 8º. Sofista o demagogo; 9º. Tirano. Con este mito probablemente pretendía
destacar la importancia de la libertad y la responsabilidad como claves para realizar todas
las elecciones en la vida humana. Presenta el destino como resultado de la decisión
personal, y no como una imposición fatalista de los dioses. Su escala de valores, sin
embargo, refleja la concepción clasista que tenía Platón de la sociedad. Platón no oculta
sus preferencias por la aristocrática, su nostalgia por la actividad política y su desprecio
por los trabajadores.

b. EL NATURALISMO.

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Esta Concepción se hace más evidente en la teoría aristotélica sobre el alma. En un primer
período Aristóteles defiende una visión dualista del ser humano, compuesto de alma
racional inmortal y de naturaleza muy parecida a las Ideas. En un segundo período
abandona el dualismo y adopta una especie de instrumentalismo mecanicista. Aunque
todavía habla de cuerpo y alma como dos cosas distintas, ya no son antagónicas, sino
perfectamente adaptadas la una a la otra. En el tercer período aplica su teoría hilemórfica
(materia-forma) al ser humano y considera la psicología como parte de la física. Ahora es
cuando escribe su famoso tratado “Sobre el alma”, donde se contienen sus nociones
antropológicas más importantes.
Parte del estudio del ser humano como un organismo vivo completo, porque las
actividades que normalmente se atribuyen al alma no podría realizarlas sin el cuerpo. Por
lo tanto, rechaza considerar el alma como algo separado del cuerpo. Cualquier ser vivo
(animal o vegetal) debe ser estudiado como un todo completo.

«Hay que considerar sustancias sobre todo a los cuerpos naturales, algunos de los cuales
están vivos (se alimentan, crecen y perecen por sí mismos) y otros son inanimados. Por
eso todo cuerpo natural vivo es una sustancia compuesta [de materia y forma]. Puesto que
se trata de un cuerpo vivo, el cuerpo será el sustrato o la materia, y el alma la forma de
ese cuerpo natural que posee la vida en potencia. Por lo tanto, si hay que formular una
definición general del alma, que se aplique a toda especie de alma, diremos que el alma es
el acto [enteléchia] primero de un cuerpo natural organizado. Así, ya no es necesario
preguntarse si el alma y el cuerpo son una misma cosa, como tampoco se hace en el caso
de la cera y el sello sobre ella. El animal es el alma unida al cuerpo. El alma, por tanto, no
es separable del cuerpo.
Todos los vegetales parecen poseer en sí mismos una facultad o un principio gracias al
cual pueden crecer. El alma es el principio de las funciones, y se define por ellas, a saber,
por las facultades motriz, sensitiva y de pensamiento. Así el alma es, en sentido primordial,
aquello por lo que vivimos, percibimos y pensamos. Es esencia y forma, no materia o
sustrato. No puede existir sin un cuerpo, pero no es un cuerpo: no es cuerpo, sino algo del
cuerpo» (De Anima, II, 1 y 2).

Por lo tanto, cuerpo y alma constituyen una única sustancia, y guardan entre sí la misma
relación que la materia y la forma. El alma es la forma del cuerpo, pero de un cuerpo
organizado (un «organismo estructurado de un modo muy particular»). Esto le lleva a
considerar absurda la doctrina de la reencarnación: el alma no puede ser forma de
cualquier cuerpo. Puesto que el alma es el principio de toda la actividad del ser vivo, no es
nada distinto de esas funciones. «Si el ojo fuera un animal, la vista sería su alma». Es
decir: cuerpo y alma no son separables. Un cuerpo sin alma dejaría de ser un animal o un
organismo vivo. Y un alma sin cuerpo no sería nada. Queda excluida, por tanto, la
preexistencia del alma o su existencia más allá de la muerte.
Mientras Platón distinguía tres partes en el alma, Aristóteles defiende la unidad del alma y
la sitúa por todo el cuerpo, no en partes concretas. La insistencia en la unidad total del ser
vivo implica que no es el alma la que siente o piensa, sino todo el ser humano gracias al
alma. Pero sí le asigna funciones al alma: [1] Función nutritiva o vegetativa (incluye las
funciones de crecimiento, nutrición y reproducción); [2] Función sensitiva (superior, de la
que derivan la función apetitiva, los deseos, las percepciones y la función motriz); [3]
Función pensante (tiene la capacidad de pensar y entender. Incluye dos principios, uno
activo [entendimiento agente] y otro pasivo [entendimiento paciente]. El alma vegetal
posee sólo la primera, el animal también la segunda, y el alma intelectiva humana las tres.
En Aristóteles, el conocimiento es «humano»: es toda la persona -cuerpo y alma- la que
conoce, no sólo su alma. No existe conocimiento independiente del cuerpo. Además, todo
conocimiento humano será mezcla de conocimiento sensible (viene del cuerpo, de los
sentidos) y conocimiento intelectual (procede del alma racional). Esta reflexión implica una
visión jerárquica de los seres vivos y de sus almas correspondientes.

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La negación de la inmortalidad es una consecuencia obvia de la doctrina aristotélica


sobre el alma humana, en línea con el pensamiento mayoritario de la época (dentro del
cual Platón y los pitagóricos constituían una excepción). Sin embargo, del intelecto agente
afirma Aristóteles que es una función especial del alma, separada, inmortal y eterna. Esta
idea dio muchos quebraderos de cabeza a los intérpretes. Algunos afirman que se
identifica con Dios (Alejandro de Afrodisia, s. III d.C.) y otros que es la razón divina
presente en el hombre (Avicena, s. XI). Pudo ser también un resto del platonismo inicial de
Aristóteles.

3. CONCEPCIONES ACTUALES
a. LA NEUROCIENCIA
Los avances científicos que se han producido durante los últimos ciento cincuenta años
sobre la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso han puesto de manifiesto el
papel rector que el cerebro ejerce respecto del resto del organismo. Todas las funciones
orgánicas están reguladas por el cerebro y hay un permanente flujo de información entre
los órganos y el cerebro.
En los últimos años se han desarrollado una serie de técnicas que han permitido un
avance espectacular del estudio del cerebro:
1) Se han delimitado distintas áreas de la corteza cerebral especializadas en recibir y
procesar las informaciones sensoriales y controlar las reacciones musculares: áreas
auditivas, visuales, motoras, etc.
2) Sin embargo, estas áreas especializadas no representan apenas una cuarta parte de la
corteza cerebral; el resto, las denominadas áreas de asociación, no cumplen ninguna
función específica y parecen estar encargadas de interpretar, integrar y coordinar las
informaciones procesadas por las áreas sensoriales y motoras. Las áreas de asociación
serían responsables así de nuestras funciones mentales superiores: lenguaje,
pensamiento, razonamiento, memoria, planificación de la acción, creatividad, etc.
3) Cada uno de los hemisferios controla y ejecuta funciones diferentes o aspectos
diferentes de una misma función. En términos generales, parece que en la mayor parte de
las personas el hemisferio izquierdo controla la habilidad lingüística, numérica y de
pensamiento analítico, mientras que el hemisferio derecho controla las habilidades
espaciales complejas, como la percepción de patrones y aspectos de ejecución artística y
musical.
4) Sin embargo, las actividades complejas requieren de la interrelación de los dos
hemisferios. Así, por ejemplo, cuando leemos un relato, el hemisferio izquierdo entiende el
significado de las palabras, pero es el hemisferio derecho el que capta el contenido
emotivo y las imágenes utilizadas.
5) Por otra parte, hay muchas funciones, principalmente de las áreas primarias sensoriales
y motoras que parecen idénticas en ambos hemisferios. En definitiva, hay una
especialización funcional pero la actividad conjunta de ambos hemisferios es necesaria
para el funcionamiento integral del cerebro. La participación de los dos hemisferios en las
actividades psicoorgánicas es variable según los individuos: las reglas a que esto obedece
y las razones que la determinan (genéticas, sociales) son todavía poco conocidas.
6) Por consiguiente, aunque ciertas funciones de la mente están localizadas en
determinadas regiones cerebrales, el cerebro se comporta como un todo unificado.

Estos descubrimientos ponen de manifiesto ante todo lo mucho que queda por conocer en
torno al cerebro humano, pero han sido suficientes para replantear el problema clásico de
la relación entre el cuerpo y la mente o alma en términos de la relación entre el cerebro, en

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cuanto centro que recibe los estímulos del medio, los integra con la experiencia acumulada
y diversas estructuras, produciendo las respuestas correspondientes, y la mente, como
conjunto de los procesos de recepción y procesamiento de información y de la ejecución o
inhibición de las respuestas.
La estructura del problema, sin embargo, sigue siendo básicamente la misma: ¿Son los
procesos mentales distintos o idénticos a los procesos cerebrales? Si son idénticos,
¿cómo los procesos cerebrales producen los procesos mentales? Si mente y cerebro son
realidades distintas, ¿cómo interactúan entre sí?

b. LA PSICOLOGÍA HISTÓRICO-CULTURAL

LA ACTIVIDAD CONSCIENTE DEL HOMBRE Y SUS RAÍCES SOCIO-HISTÓRICAS2


Por sus peculiaridades fundamentales, la actividad consciente del hombre se distingue
radicalmente del comportamiento individualmente variable de los animales.
Las diferencias de la actividad consciente del hombre se condensan en tres rasgos
fundamentales, diametralmente opuestos a aquellos con los que acabamos de caracterizar
la conducta del animal.

La primera de esas particularidades consiste en que la actividad consciente del hombre no


está forzosamente relacionada con motivaciones biológicas. Es más, la inmensa mayoría
de nuestros actos no tiene como base inclinaciones o necesidades biológicas de ninguna
índole. Como regla, la actividad del hombre se guía por complejos imperativos que a
menudo llaman «superiores» o «espirituales». Entre ellos figuran las necesidades
cognoscitivas, que impulsan al hombre a la adquisición de nuevos conocimientos; la
necesidad de comunicación; la necesidad de ser útil a la sociedad y ocupar en ella
determinada posición y así sucesivamente.
A menudo nos tropezamos con situaciones en las que la actividad consciente del hombre
no sólo deja de subordinarse a los influjos y necesidades biológicas, sino que entra en
conflicto con ellos y hasta los reprime. Son bien conocidos los casos de heroísmo, en los
que el hombre, movido por las elevadas motivaciones del patriotismo, cubre con su cuerpo
los cañones de las armas y se lanza bajo un tanque y perece, hechos ejemplares de la
independencia del comportamiento humano con respecto a las motivaciones biológicas.
Formas similares de conducta «desinteresada», a las que no subyacen motivos biológicos,
no existen entre los animales.
El segundo rasgo distintivo de la actividad consciente del hombre radica en que -a
diferencia del comportamiento del animal- ella no está determinada en absoluto ni
forzosamente por impresiones vivas recibidas del entorno o por las pautas de la
experiencia individual directa.
Sabemos que el hombre puede reflejar las condiciones del medio con una profundidad
incomparablemente mayor que el animal. Él puede abstraerse de la impresión directa,
penetrar en los profundos nexos y relaciones de las cosas, conocer la dependencia causal
de los acontecimientos y, una vez desentrañados éstos, orientarse no a las impresiones
externas, sino a regularidades más profundas. Así, pues, al salir en un día claro de otoño a
dar un paseo, el hombre puede llevar consigo el impermeable, pues sabe que la estación
otoñal es inestable. Aquí se supedita al hondo conocimiento de las leyes de la naturaleza,
y en modo alguno a la impresión directa que le causa el tiempo, claro y soleado. Cuando el
hombre sabe que el agua de un pozo está envenenada, jamás beberá de ella, aunque
sufra ardiente sed; en este caso se guía al fijar su comportamiento no por la impresión

2 Luria, Alexander R. En: http://www.ecovisiones.cl/metavisiones/Pensadores/LuriaActConsciente.htm

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directa del agua, que le atrae, sino por un conocimiento más profundo de la situación en
que él se encuentra.
La actividad consciente del hombre puede guiarse no por la impresión directa de la
situación externa, sino por un conocimiento más profundo de las leyes intrínsecas que hay
tras ella; de ahí que haya todas las razones para decir que la conducta del hombre basada
en el conocimiento de la necesidad es libre.

Finalmente, hay una tercera peculiaridad que distingue la actividad consciente del hombre
respecto al comportamiento del animal. A diferencia del animal, cuyo proceder tiene sólo
dos fuentes: 1) los programas hereditarios de comportamiento inherentes al genotipo, y 2)
los resultados de la experiencia individual, particular; la actividad consciente del hombre
tiene además una tercera fuente: una inmensa proporción de los conocimientos y de las
artes del hombre se forma por vía de asimilación de la experiencia del género humano,
acumulada en el proceso de la historia social y que se transmite en el proceso de la
enseñanza.
Ya desde su nacimiento, el niño conforma su proceder bajo el influjo de cosas que han ido
formándose a lo largo de la historia: se sienta a la mesa, come con cuchara, bebe de una
taza, y luego corta el pan con un cuchillo. Asimila los hábitos que fueron creándose en el
transcurso de la historia social durante milenios. A través del habla le transmiten los
conocimientos más elementales, y después, con ayuda del lenguaje, aprende en la
escuela las más trascendentales adquisiciones de la humanidad. La inmensa mayoría de
los conocimientos, artes y modos de comportamiento de que dispone el hombre no son el
resultado de su propia experiencia, sino que se adquieren mediante la asimilación de la
experiencia socio-histórica de las generaciones. Este rasgo distingue radicalmente la
actividad consciente del hombre frente al comportamiento del animal.
¿Cómo explicarse las singularidades de la actividad consciente del hombre que acabamos
de enumerar? Hace ya tiempo que esta pregunta atrajo la atención de la filosofía y la
psicología.

c. FILOSOFÍA: EL HOMBRE COMO ANIMAL SIMBÓLICO3


Cada organismo, hasta el más ínfimo, no sólo se halla adaptado en un sentido vago sino
enteramente coordinado con su ambiente. A tenor de su estructura anatómica posee un
determinado sistema "receptor" y un determinado sistema "efector." El organismo no
podría sobrevivir sin la cooperación y equilibrio de estos dos sistemas. El receptor por el
cual una especie biológica recibe los estímulos externos y el efector por el cual reacciona
ante los mismos se hallan siempre estrechamente entrelazados.

¿Es posible emplear el esquema propuesto (…) para una descripción y caracterización del
mundo humano? Es obvio que este mundo no constituye una excepción de esas leyes
biológicas que gobiernan la vida de todos los demás organismos. Sin embargo, en el
mundo humano encontramos una característica nueva que parece constituir la marca
distintiva de la vida del hombre. Su círculo funcional no sólo se ha ampliado
cuantitativamente sino que ha sufrido también un cambio cualitativo. El hombre, como si
dijéramos, ha descubierto un nuevo método para adaptarse a su ambiente. Entre el
sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies animales, hallamos
en él como eslabón intermedio algo que podemos señalar como sistema "simbólico". Esta
nueva adquisición transforma la totalidad de la vida humana. Comparado con los demás
animales el hombre no sólo vive en una realidad más amplia sino, por decirlo así, en una
nueva dimensión de la realidad. Existe una diferencia innegable entre las reacciones
orgánicas y las respuestas humanas. En el caso primero, una respuesta directa e
inmediata sigue al estímulo externo, en el segundo la respuesta es demorada, es

3 Casserier, Ernest. Antropología Filosófica.

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interrumpida y retardada por un proceso lento y complicado de pensamiento. A primera


vista semejante demora podría parecer una ventaja bastante equívoca; algunos filósofos
han puesto sobre aviso al hombre acerca de este pretendido progreso. El hombre que
medita, dice Rousseau, "es un animal depravado": sobrepasar los límites de la vida
orgánica no representa una mejora de la naturaleza humana sino su deterioro. Sin
embargo, ya no hay salida de esta reversión del orden natural. El hombre no puede
escapar de su propio logro, no le queda más remedio que adoptar las condiciones de su
propia vida; ya no vive solamente en un puro universo físico sino en un universo simbólico.
El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen partes de este universo, forman los
diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia
humana. Todo progreso en pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red. El hombre
no puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no puede verla, como si
dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que
avanza su actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido,
conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en
imágenes artísticas, en símbolos míticos o en ritos religiosos, en tal forma que no puede
ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial. Su situación es
la misma en la esfera teórica que en la práctica. Tampoco en ésta vive en un mundo de
crudos hechos o a tenor de sus necesidades y deseos inmediatos. Vive, más bien, en
medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusiones imaginarias, en
medio de sus fantasías y de sus sueños.

Desde el punto de vista al que acabamos de llegar podemos corregir y ampliar la definición
clásica del hombre. A pesar de todos los esfuerzos del irracionalismo moderno, la
definición del hombre como animal racional no ha perdido su fuerza. La racionalidad es un
rasgo inherente a todas las actividades humanas. La misma mitología no es una masa
bruta de supersticiones o de grandes ilusiones, no es puramente caótica, pues posee una
forma sistemática o conceptual; pero, por otra parte, sería imposible caracterizar la
estructura del mito como racional. (…) Con esta definición expresaban, más bien, un
imperativo ético fundamental. La razón es un término verdaderamente inadecuado para
abarcar las formas de la vida cultural humana en toda su riqueza y diversidad, pero todas
estas formas son formas simbólicas. Por lo tanto, en lugar de definir al hombre como un
animal racional lo definiremos como un animal simbólico. De este modo podemos designar
su diferencia específica y podemos comprender el nuevo camino abierto al hombre: el
camino de la civilización.
ACTIVIDADES DE REFORZAMIENTO:
 Elabore un cuadro comparativo entre el espiritualismo y el naturalismo,
ejemplificando según sea el caso.
 En no menos de 10 renglones, explica tu posición acerca de la existencia de Dios.

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