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Febrero, 2007.
® Domingo Sánchez
Cada movimiento está integrado dentro de una cadena, comprender donde se establece
el punto de apoyo nos ayudará a entender mejor como se organiza el movimiento.
Si deseamos establecer una progresión en la dificultad técnica del un determinado
gesto o movimiento, es determinante comprender como se organiza dentro de los tipos
de cadenas. Cada una de ellas influye de forma diferente en aspectos importantes como
el centro de gravedad, estabilidad, coordinación intermuscular, etc.
Atendiendo a como se fijen los segmentos corporales, las cadenas pueden ser de dos
tipos; cerradas o abiertas.
Cadena Cerrada
Movimiento caracterizado por producirse una fijación del segmento distal y el que se
desplaza es el segmento proximal. Es decir, el segmento proximal se desplaza sobre el
distal.
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de aplicación de la fuerza. Un ejemplo de este tipo de palancas es la carretilla
Cadena Abierta
Al contrario que sucede en movimientos de cadena cerrada, se
produce una fijación de los segmentos proximales y el
movimiento se produce a nivel de los segmentos distales. En
este caso es el segmento distal es el que se mueve sobre el
proximal.
La musculatura estabilizadora y fijadora del tronco realiza una función muy importante
en este tipo de acciones de cadena abierta. El tronco se estabiliza para realizar la función
de punto de apoyo de los segmentos distales, que actúan a modo de palanca para aplicar
fuerza sobre otros cuerpos. En muchos gestos, el centro de gravedad del cuerpo puede
permanecer estable durante la ejecución del movimiento.
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Son movimientos típicos de lanzamientos del tren superior y movimientos de patadas
del tren inferior. También movimientos de tracción del tren superior donde se desplazan
objetos como tirar de una cuerda.
Los gestos de cadena abierta son los más comunes tanto en la vida cotidiana, como en
los deportes. En cualquier deporte de raqueta podemos observar como al golpear la bola
el movimiento se inicia desde lo proximal, se encadenan contracciones musculares
sucesivas con sentido próximo-distal generando una fuerza e inercia que termina
transmitiéndose al objeto externo y el resultado es que el objeto externo se desplaza en
la dirección del vector de fuerza aplicado sobre él.
Cuadro resumen:
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Progresión en la ejecución técnica.
Desde un punto de vista técnico, podemos observar que los movimientos organizados en
cadenas cerradas (a priori) sostienen una menor exigencia de ejecución.
Mecánicamente, movimientos de varios segmentos corporales en cadena abierta como
puede ser un lanzamiento, implica un ajuste neuromotor mas exigente que cualquier
gesto de cadena cerrada como un fondo de pectoral (push-up).
1. Prensa de piernas
2. Sentadilla en multipower
3. Sentadilla Fit-Ball en pared
4. Sentadilla con barra
5. Zancada atrás
6. Extensión pierna en polea.
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Progresión técnica de cadena cerrada a abierta del tren superior.
1. Push-up
2. Press en máquina de palanca
3. Press en polea
4. Lanzamiento balón medicinal
Sin embargo, estas fuerzas de compresión axial a lo largo del eje longitudinal del hueso
que se producen en movimientos de cadenas cerradas, tienen el inconveniente de
producir una intensa coaptación articular, lo que implica aumento de presión sobre el
cartílago articular.
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Por el contrario, en los movimientos de cadena abierta, se produce una decoaptación del
segmento distal, ya que se produce un vector luxante en la articulación. Este fenómeno
es muy importante porque explica la contracción excéntrica que se produce en
movimientos de lanzamiento para "sujetar" el extremo distal del miembro y que no se
luxe por la inercia propia del movimiento.
Por tanto, podemos afirmar que para personas con problemas articulares del tipo
osteoartritis y otras de degeneración del cartílago, sería conveniente una aplicación
de ejercicios del tipo de cadena abierta.
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Revista Chilena de Radiología. Vol. 10 Nº 2, año 2004; 53-57.
ULTRASONIDO
Dr. Marco Antonio Verdugo P.
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Dr. Marcos A. Verdugo P. Revista Chilena de Radiología. Vol. 10 Nº 2, año 2004; 53-57.
los llamados síndromes de dolor muscular retardado 1) Desgarro miofascial. Comprende dos elementos
y compartimentales, patología en estrecha relación anatómicos, la fascia o aponeurosis y, las fibras
con la sobrecarga de ejercicio. No es tampoco el musculares periféricas. Es una lesión de muy buen
propósito de este artículo referirse a la ultraestructura pronóstico y suele curar sin secuelas en un tiempo
y anatomía muscular, o tipos de fibras musculares, relativamente corto que va entre los 15-25 días. Se
elementos todos que han sido destacados en otras trata de una solución de continuidad de la fascia
publicaciones(1-6). muscular, la cual pierde su contorno nítido y se
Es necesario tener presente que cualquier acompaña de bandas laminares de fluido
traumatismo muscular generará algún grado de daño hipoecogénicas con separación y cierta retracción
y edema. Este último es fácilmente objetivable en de las fibras musculares periféricas. Según la
todos los casos de desgarro y otros traumas magnitud de la lesión, puede acompañarse de mayor
musculares, pero, en ocasiones, puede ser el único o menor grado de colección fusiforme perilesional y
elemento visible a la ultrasonografía o resonancia subaponeurótica. Siempre hay edema periférico de
magnética(7-9). fibras musculares, que al ultrasonido se observará
El edema como hallazgo único puede como áreas hiperecogénicas, en un radio que
presentarse en dos situaciones. En la primera no hay dependerá de la cuantía de la lesión (Figura 2).
daño estructural, solo alguna alteración en la Este tipo de desgarro es el más frecuente en
fisiología muscular y acumulación de metabolitos que los deportistas profesionales de alto rendimiento y
generan cambios celulares en todo el área muscular, puede recidivar fácilmente si es reintegrado a la
la segunda es que exista compromiso anatómico de práctica antes de la cicatrización total.
pequeña magnitud no objetivable por los métodos Los sitios más frecuentes son: Isquiotibiales
de imagen. Cualquiera sea la situación, estas (semitendinoso en sus tercios proximal y medio y
condiciones suelen relacionarse con dos eventos biceps crural en su porción larga distal a nivel de la
clínicos, el primero corresponde a la llamada unión miotendínea) y triceps sural (gemelo interno,
“contractura” muscular, en la cual el examen puede porción distal y medial).
ser completamente negativo o objetivarse solo la Esta lesión puede pasar fácilmente inadvertida
presencia de edema muscular hecho que se o subestimada sino se efectúa un examen cuidadoso.
correlaciona con una evolución clínica favorable, o Con respecto a la cuantía, se hablará de un desgarro
bien en otros casos puede existir edema provocado pequeño cuando comprometa un segmento de hasta
por síndromes de sobrecarga, cuya significación es 3 cm, con escaso compromiso de fibras musculares
más trascendente. y finas láminas de fluido, moderado cuando mide
En la ultrasonografía el edema se presenta como entre 3 y 6 cm, más aún si se acompaña de una
un área relativamente mal definida de hiperecogenicidad pequeña colección subaponeurótica o perifascial.
con aumento de volumen (Figura 1). Sobre los 6 cm se estima un desgarro de una cuantía
importante.
2) Desgarro fibrilar. Generalmente es una lesión de
tipo lineal muy fina, de ahí su nombre, con una
longitud variable, pero con un grosor que no debería
exceder los 2 mm. Ocurre en el espesor de la
musculatura, se acompañan de edema perilesional
de cuantía variable y su pronóstico es muy bueno,
cicatrizando sin secuelas.
Al igual que el desgarro miofascial, ocurre mas
frecuentemente en deportistas entrenados. Afecta
cualquier músculo, pero es más frecuente en
isquiotibiales y cuadriceps, muy raro en el tríceps
sural.
Figura 1. Corte transversal extendido del músculo El aspecto ultrasonográfico consta de un
cuadriceps demostrando edema como un área defecto hipoecogénico fino, en un contexto de edema
hiperecogénica (trazo ovalado) sin daño estructural hiperecogénico circundante, a veces con aumento
asociado.
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Figura 3 a,b. Dos diferentes ejemplos de desgarro fibrilar
con compromiso del cuadriceps (flechas). Corte
longitudinal extendido (a) e imagen compuesta (b). Nótese
lo preciso de la lesión, cuyo espesor no supera los 2 mm.
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D - Kinesiología Viña del Mar
kinenova.cl /d/lesiones-y-enfermedades/d/desgarro-muscular-clasificacion-ultrasonografica
Durante las últimas décadas, realizar deporte se ha convertido en algo cotidiano. Desde actividades como el trote,
gimnasio, yoga, pilates, fútbol o incluso hacer caminatas diarias a una intensidad alta, han ganado cada vez más
adeptos de todas las edades, logrando mejorar la calidad de vida de las personas. Si bien esto es muy positivo,
también trae consigo lesiones, como son los desgarros musculares.
Conocido por muchos profesionales de la salud, la clasificación de los desgarros se realiza mediante grados
(1,2,3), propuesta por la literatura anglosajona, pero hoy ya se considera demasiado simplista y que adolece de
serias fallas en cuanto a la caracterización de las lesiones, su tamaño y tampoco ofrece un factor de pronóstico al
momento de instaurar una terapia, según los especialistas en medicina deportiva y kinesiólogos.
Si bien estas denominaciones se utilizaron durante mucho tiempo, hoy gracias a la ultrasonografía (método de
elección en la evaluación de los desgarros musculares), permite encontrar ciertos patrones característicos,
ubicaciones bastante precisas, constatando además que existe una relación estrecha entre el grado de preparación
física del deportista y el grado de desgarro. Gracias a esto, surge una clasificación que considera cualitativamente
el tipo de lesión definiendo un pronóstico de gravedad y el tiempo de curación. Además, se agrega una evaluación
cuantitativa efectuando una medición de la lesión.
Hay que tener en cuenta que, un traumatismo en el músculo generará algún grado de daño y edema. Este último
es objetivable de manera fácil en todos los casos de desgarro y otras lesiones musculares, pero, en ocasiones,
puede ser el único daño existente. Como hallazgo único, el edema puede presentarse en dos situaciones. Primero
no hay daño estructural, solo alteración en la fisiología muscular y acumulación de metabolitos que generan
cambios celulares, provocando “contractura” muscular, la segunda es que exista compromiso anatómico de
pequeña magnitud no objetivable por exámenes de imagen.
1. Desgarro Miofascial: Se encuentra involucrada la fascia y las fibras musculares periféricas. Tiene buen
pronóstico y suele curar sin secuelas en un periodo de 15-25 días. Habitual en deportistas de alto rendimiento y
puede recidivar fácilmente si es reintegrado a la práctica antes de la cicatrización total. Los sitios de lesión más
frecuentes son los isquiotibiales (semitendinoso y bíceps crural) y tríceps sural (gemelo interno).
2. Desgarro Fibrilar: Lesión de manera lineal muy fina. Ocurre en el espesor de la musculatura, se acompaña de
edema al rededor de la lesión, su pronóstico es muy bueno, cicatrizando sin secuelas. Frecuente en deportistas de
alto rendimiento. Músculos más afectados isquiotibiales y cuádriceps, raro en tríceps sural.
3. Desgarro Multifibrilar: Variante de la lesión anterior, pero con mayor importancia clínica. Se trata de varios
desgarros lineales que genera un foco lesional de mayor tamaño, asociado a un edema extenso. Tiene buen
pronóstico, pero mayor tiempo de rehabilitación. Puede ocurrir en deportistas entrenados o aficionados. Músculo
que se lesiona con frecuencia es el recto anterior del cuádriceps.
4. Desgarro Fascicular: Lesión de mayor trascendencia, puede ocurrir en el espesor del músculo o periferia, se
acompaña de compromiso fascial, y clínicamente hay equimosis, que puede ser mayor que la longitud de la lesión.
Suele ser un desgarro bien definido. Una lesión periférica con compromiso se considera de importancia clínica, y el
periodo de cicatrización puede tomar más de un mes.
5. Desgarro Masivo o Total, con o sin avulsión ósea: Lesión grave que deja algún grado de pérdida de la función,
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desbalance y grandes cicatrices en el músculo. Comúnmente visto en el tendón del recto anterior del cuádriceps y
en el origen de los isquiotibiales. Se acompaña de hematomas y equimosis extensas.
6. Adherenciolisis: Se refiere a la apertura de la cicatriz o redesgarro, generalmente parcial y que ocurre siempre en
la zona periférica del desgarro. Puede ocurrir durante la cicatrización al no respetar los periodos de reposo. ! En
general (y depende del grado de la lesión), diversos son los métodos para tratar kinésicamente, algunos de los
objetivos serán: disminuir el edema y dolor de la zona, para ello el reposo, hielo, compresión y elevación (RICE)
serán de gran ayuda en esta primera fase. Una segunda fase buscará mejorar la cicatriz impidiendo la formación de
adherencias, uso de agentes físicos (calor). En una tercera fase se podrá usar masoterapia con precaución,
elongación dinámica y estática (progresiva), fortalecimiento, balance, propiocepción (todo sin dolor). Y ya en las
etapas finales se buscará el reintegro deportivo de manera normal, y teniendo en cuenta que no ocurra la recidiva
de la lesión.
DANIEL MIRANDA O.
TMO - U. CHILE
KINESIÓLOGO
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ELEMENTOS RELACIONADOS A LA LESIÓN MUSCULAR
g-se.com /elementos-relacionados-a-la-lesion-muscular-bp-F593ee4091a3e8
Las lesiones musculares y tendinosas son unos de los problemas más frecuentes en la práctica deportiva, debido a
las exigencias que éstas producen sobre las estructuras de músculos y tendones.
Estos dos tipos de lesiones están en estrecha relación, así como la función muscular normal está en íntima relación
con la de los tendones. Ambas estructuras se influyen tanto positiva como negativamente, siendo importante el
conocimiento de su anatomía y funcionamiento normal que revisamos brevemente en el módulo anterior para
poder entender la fisiopatología de las lesiones y los factores predisponentes.
En este caso revisaremos los aspectos más importantes en relación a los factores predisponentes a sufrir este tipo
de lesiones, la clínica con que éstas cursan y los principios generales de la rehabilitación, que están en estrecha
relación con el proceso de curación ya analizado.
Como decíamos la lesión muscular es altamente frecuente en los deportes, constituye por ejemplo el 31% del total
de las lesiones en futbol profesional (Ekstrand et al 2011), su alta prevalencia es bien documentada en la literatura
internacional en este y otros deportes. (Andersen et al 2004, Arnason et al 2004, Walden et al 2005). En especial
las lesiones en los músculos del muslo que representan el diagnóstico más común en deportes de campo, pero
también ha sido bien documentada en deportes como el rugby (10.4%) (López et al 2012), o básquet (17.7%)
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(Borowski et al 2008).
En principio podemos entender a la lesión muscular como un daño o alteración en la estructura normal del
músculo, tanto en el componente contráctil, como en los componentes conectivos o la unión músculo tendinosa del
mismo (UMT) así como la unión miofacial (UMF). Este daño o disfunción puede ser producto de un estiramiento
excesivo, la realización de una fuerza intrínseca más allá de la capacidad contráctil del músculo, o una
combinación de ambos más allá de la capacidad del musculo para absorberla. (Prentice, 2001).
De todas maneras, como veremos más adelante esto solo refleja una categoría de lesiones musculares que son las
lesiones estructurales (Mueller-Wohlfahrt et al, 2012).
FISIOPATOLOGÍA
Existen básicamente tres tipos genéricos de lesiones musculares: Laceración, contusión y distención (Garret, et al
1995, Jarvinen, et al 2005). La laceración se produce cuando el músculo es cortado por un objeto externo, (el
ejemplo es como las que se producen en los accidentes de tránsito), la contusión es la lesión producida en el
músculo por una fuerza externa compresiva, común en los deportes de contacto. Finalmente, las distenciones
ocurren cuando las fibras musculares no pueden tolerar fuerzas excesivas que actúan sobre él, y están
generalmente asociadas a las acciones excéntricas (Mair et al. 1996; Pull and Ranson, 2007).
Ahora bien, a las que dedicaremos mayor atención es a las lesiones por distenciones, ya que por su mecanismo
lesional y demanda en la readaptación post lesión, resultan las más importantes y frecuentes en el ámbito
deportivo, sin dejar de mencionar su relación directa con la relación estímulo-fatiga-recuperación.
Como observamos, la mayoría de las lesiones musculares ocurren en la unión miotendinosa, o cerca de ésta.
Entonces resulta importante definir unión miotendinosa. La unión miotendinosa es la zona de transición de la zona
contráctil hacia el tendón, es decir del tejido contráctil muscular al tejido plástico de sostén (tejido conectivo)
(Hassleman, 1995; citado por Malone y Zachazewski, 1996) (Figura 1).
Como analizamos en el módulo anterior la respuesta inflamatoria de la lesión es limitada al área de la lesión y a
veces extremadamente focal (local). El defecto estructural temprano es una localizada ruptura del sarcolema de la
fibra muscular, creada por las fuerzas del estiramiento que provoca la lesión (Le Croy, 1989; citado por Malone y
Zachazewski, 1996).
La localización de los principales y primeros puntos de ruptura, es en la unión miotendinosa distal (UMTD). Esta
localización tiene una directa importancia práctica con la clasificación de los músculos según sus formas, y las
características funcionales que del músculo se desprenden, es decir función de sostén, movimiento según el
ángulo de abertura y sección transversal anatómica versus sección transversal fisiológica (desarrollados en
profundidad en el material de especialización).
En base a esto podemos resumir que un músculo de sostén fusiforme tendrá menor cantidad de UMT (unión
miotendinosa) que un músculo penado, mientras que los músculos penados, al tener un tendón que los recorre en
gran parte de su longitud, presentan en consecuencia una gran cantidad de UMT y al ser músculos de
movimientos, estarán más predispuestos a sufrir lesiones musculares como distenciones y rupturas.
MECANISMO DE LESIÓN
La lesión muscular puede producirse por dos mecanismos. Por un lado, el mecanismo traumático, es decir un
trauma (golpe) directo sobre la masa muscular que produzca rupturas en la estructura muscular, también
denominado mecanismo extrínseco. Y, por otro lado, el mecanismo intrínseco, es decir una lesión indirecta causada
por una excesiva fuerza interna que supera la capacidad mecánica del músculo para soportarla (Malone, 1995;
citado por Zachazewki, 1996).
2/4
Como se dijo anteriormente, el mecanismo intrínseco es producido por una fuerza interna excesiva, pudiendo ser
una contracción excéntrica que supera la capacidad muscular para amortiguarla, un excesivo estiramiento, o
ambos aspectos a la vez. El músculo exigido a un gran estiramiento y una contracción excéntrica simultánea puede
romperse debido a una excesiva fuerza en el momento que se produce el punto de máxima deformación (Malone,
1995; citado por Zachazewki, 1996).
Espejo Baena (1996) también señala a los músculos biarticulares con alta proporción de fibras rápidas como los
principales sufridores de ésta lesión y menciona el estiramiento brutal, la incoordinación neuromuscular, el choque
a distancia y la parada brusca como las principales causas.
Factores Predisponentes
Los factores que contribuyen a que se produzca una lesión muscular son: una inadecuada flexibilidad, un pobre
nivel de fuerza o resistencia, una insuficiencia de sincronización en la coordinación agonistas-antagonistas o sus
ratios de fuerza, una insuficiencia o déficit de calentamiento previo a la actividad deportiva, o una inadecuada
rehabilitación después de una lesión previa. El compromiso de uno o más de estos factores podrían predisponer a
un sujeto deportista o no a sufrir una lesión muscular (Perrin, 1992; citado por Zachazewski, 1996) (Tabla 1).
Inadecuado calentamiento
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Estos factores tienen una vital significancia clínica ya que dependen del entrenamiento y la formación del
deportista. Es decir que muchos de los factores predisponentes de las lesiones musculares intrínsicos son
evitables, siempre y cuando las capacidades físicas implicadas se desarrollen de manera adecuada y suficiente.
De todas maneras, en las últimas décadas se ha profundizado en el estudio de la real interrelación de diferentes
factores de riesgo en los diferentes grupos musculares (lo que se plantea en este apartado son factores generales)
lo que supone una profundización de aspectos biomecánicos, anatómicos y funcionales de cada grupo muscular al
momento de la valoración de la lesión muscular especifica.
El Lic. Matías Sampietro estará a cargo de este tema y se podrá ampliar y profundizar esta información durante el
desarrollo del curso de Posgrado en Prevención de Lesiones Deportivas.
Referencias
Arnason A, Sigurdsson SB, Gudmundsson A, et al. Risk factors for injuries in football. Am J Sports Med
2004;32:5S–16S.
Borowski LA, Yard EE, Fields SK, et al. The epidemiology of US high school basketball injuries, 2005–2007. Am J
Sports Med 2008;36:2328–35.
Ekstrand J, Hagglund M, Walden M. Epidemiology of muscle injuries in professional football (soccer). Am J Sports
Med 2011;39:1226–32.
Lopez V Jr, Galano GJ, Black CM, et al. Profile of an American amateur rugby union sevens series. Am J Sports
Med 2012;40:179–84.
Walden M, Hagglund M, Ekstrand J. UEFA Champions League study: a prospective study of injuries in professional
football during the 2001–2002 season. Br J Sports Med 2005;39:542.
Garrett WE Jr. (1996) “ Muscle strain injuries”. Am J Sports Med. 1996; 24(6 Suppl):S2-8.
Pull, M. R., and Ranson, C. Eccentric muscle actions: Implications for injury prevention and rehabilitation. Physical
Therapy in Sport, 8, 88–97. (2007)
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Educación Física y Deportes, Revista Digital
efdeportes.com /efd30/coord.htm
El hombre no entrenado es incapaz de activar de forma sincrónica un gran número de unidades motoras de su
musculatura, no obstante a través del entrenamiento de la coordinación intramuscular sí que lo puede conseguir,
cosa que produce un aumento elevado y rápido de la fuerza en el deportista familiarizado con el entrenamiento de
la fuerza. Lo importante de este entrenamiento es que no se produce un aumento muscular, o en algunos casos
éste es muy reducido, debido a la corta duración del estímulo que conllevan las cargas submaximales y maximales
que permiten pocas repeticiones. Volviendo a la corta duración del estímulo no se produce una degradación por
tiempo de proteínas contráctiles(actina, miosina, troponina, tropomiosina).
A falta de este aumento muscular el incremento de la fuerza se basa en la mejora de factores nerviosos y
bioquímicos.
Este método de entrenamiento también es llamado entrenamiento de la fuerza máxima. Como señalamos
anteriormente el incremento mínimo de hipertrofia es muy importante en los deportes para los cuales la fuerza
relativa es crucial, tal es el caso del fútbol. La fuerza relativa representa la relación entre el propio peso corporal y
la fuerza máxima, cuanto más alta sea la fuerza relativa mejor será la performance.
Mejora la coordinación y sincronización de los grupos musculares durante la performance. Dado que en la
acción física los músculos están involucrados en una cierta secuencia la fuerza máxima tiene un componente de
aprendizaje neural. Cuando mejor sea la coordinación y la sincronización de los músculos involucrados en una
contracción y cuanto más aprendan a reclutar fibras FT (fast twist o fibras rápidas), mejor será la performance.
Uno de los efectos más positivos de la fuerza máxima en los deportes dominados por la potencia-velocidad es el
incremento en la cantidad y en el diámetro de los elementos contráctiles del músculo: la miosina de las fibras FT y
el reclutamiento en una cantidad mayor de fibras FT.
Según Platonov la adaptación de los músculos mejora el proceso de reclutamiento de las fibras ST, FTa, FTb,
desarrolla la capacidad de sincronización de la actividad de las unidades motoras y aumenta las reservas de ATP y
CP en los músculos. No menos importante es el aumento de la actividad de la ATP-asa (enzima que descompone y
acelera el proceso de enriquecimiento de energía de la miosina), así como la concentración de CP y el contenido
de mioglobina en los músculos.
Por otra parte, aumenta la posibilidad de descomposición y de la nueva síntesis anaeróbica del ATP, es decir, de
la rápida recuperación de los grupos fosfagénicos ricos en energía, lo cual es importante para aumentar las
posibilidades de contracción de los músculos sin que aumente su diámetro.
Métodos de entrenamiento
3. El entrenamiento combinado
La base de este tipo de entrenamiento es la combinación de ambas posibilidades biológicas para aumentar la
fuerza máxima, concretamente la hipertrofia muscular por un lado, como consecuencia de un entrenamiento de
cargas bajas y muchas repeticiones y por otro la mejora de la coordinación intramuscular como consecuencia de un
entrenamiento de cargas elevadas y pocas repeticiones.
La gran diferencia en el números de series se debe a que, para que un entrenamiento de la fuerza sea eficaz, es
decisivo el número de repeticiones y no sólo la intensidad del esfuerzo. Si en un entrenamiento en pirámide
entrenamos sólo, por ejemplo, las series 1 a 4, el número que resulta de repeticiones, de (4-3-2-1) = 10, es
demasiado bajo para conseguir el efecto correspondiente del entrenamiento. En ese caso, la pirámide se ha de
repetir para alcanzar un número suficiente de repeticiones (en nuestro caso 20) (figura C).
2/4
El entrenamiento en pirámide de la fuerza garantiza por una parte la evolución correspondiente del peso corporal
juvenil, y por otra un mejor aprovechamiento de su potencial muscular existente. Además se recomienda también la
aplicación del entrenamiento en pirámide cuando sólo se dispone de poco tiempo para entrenar la fuerza. Cuando
se han de contar normalmente 4 semanas de entrena miento para desarrollar la musculatura y otras 4 para mejorar
la coordinación intramuscular, con sólo 4 semanas disponibles en total se alcanzará más aplicando el
entrenamiento en pirámide en forma combinada que reduciendo de forma aislada a 2 semanas tanto el
entrenamiento de hipertrofia como el de coordinación intramuscular No obstante, el entrenamiento en pirámide no
constituye un suplemento completo cuando se trata de una estructura de entrenamiento a largo plazo.
Este tipo de entrenamiento no se debe aplicar con principiantes y con jóvenes. El período aproximado de
entrenamiento es entre 14 y 16 años para varones y 13 a 15 años para mujeres.
Referencias bibliográficas
Ehlenz, Grosser, Zimmermann (1990 ) Entrenamiento de la Fuerza . Editorial Martínez Roca, Barcelona.
Platonov, Vladimir y Bulatova, Marina (1994) La Preparación Física. Edit. Paidotribo, Barcelona.
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4/4
Entrenamiento de fuerza en niños y jóvenes deportistas
efficient-training.net /entrenamiento-de-fuerza-en-ninos-y-jovenes-deportistas/
Con este artículo me gustaría desmitificar alguna falsa creencia que hay alrededor del entrenamiento de fuerza
con niños y jóvenes deportistas. Esta información está basada en una revisión científica de la NCSA (National
Strength and Conditioning Association) que tienes en las referencias.
La confusión es que el término de entrenamiento de fuerza se ha utilizado como sinónimo del entrenamiento que
realiza tanto un deportista, como un culturista o un halterófilo. Y estas metodologías poco o nada tienen que ver
una con la otra. Ya conoces mi visión sobre todo esto.
Estudios indican que los programas de entrenamiento de fuerza bien diseñado puede mejorar la fuerza muscular
de los niños y adolescentes más allá de lo debido a un crecimiento y desarrollo normales.
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Mejoras en habilidades motoras (por ejemplo, salto de longitud, salto vertical, la velocidad de sprint, y el
lanzamiento de medicinal) han sido observado en niños y adolescentes después del entrenamiento de fuerza con
máquinas de pesas, pesas, ejercicios con el peso corporal y balones medicinales.
Estas ganancias también han sido observadas después de la participación regular en entrenamiento pliométrico.
PERO otros estudios encontraron que después de varias semanas de entrenamiento de fuerza, hubieron
ganancias en los niveles de fuerza, pero estas no se relacionaron con mejoras en las habilidades
motoras. Esto es debido a que los efectos del entrenamiento de fuerza en el rendimiento motor depende del
diseño del programa de entrenamiento y lo específico que sea el mismo.
Pero no olvides que aunque la posibilidad de que el entrenamiento de fuerza mejore el rendimiento deportivo
de los deportistas jóvenes parece razonable, evaluaciones científicas de esta observación son difíciles porque el
rendimiento deportivo es un resultado muy multivariante.
En los niños, parece que las ganancias de fuerza inducidas por el entrenamiento están más relacionada con los
mecanismos neuronales (incremento activación nerviosa, mayor capacidad reclutamiento de fibras, frecuencia de
estímulo, mejor sincronización y coordinación de unidades motoras) que a factores de hipertrofia muscular (mayor
tamaño del músculo). Esto es debido a que no tienen niveles de testosterona adecuados para estimular el
aumento de la masa muscular.
En la pubertad la secreción de testosterona en los hombres es asociado con aumentos en masa muscular y
crecimiento de altura. Las ganancias de fuerza a partir de esta fase se relacionarán también con la hipertrofia.
En el caso de las mujeres, las cantidades más pequeñas de testosterona limitan la magnitud de aumento de la
hipertrofia muscular.
Aunque la eliminación total de las lesiones relacionadas con los deportes un objetivo poco realista, diseñando de
manera adecuada y con sensatez los programas de preparación física que incluyan el entrenamiento de la fuerza
puede ayudar a reducir la probabilidad de lesiones relacionadas con el deporte en los deportistas jóvenes.
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En los factores de riesgo asociados con las lesiones deportivas en jóvenes nos encontramos: haber tenido una
lesión anterior, mal estado físico, desequilibrios musculares, y errores en la técnica.
Por lo que se ha sugerido que tanto lesiones agudas y por uso excesivo (desgaste) podrían
reducirse en un 15-50%, con un entrenamiento de fuerza individualizado a los niveles de los
deportistas.
Aunque existen muchos mecanismos para reducir las lesiones relacionadas con el deporte en los atletas jóvenes
(por ejemplo, el coaching, material, nutrición adecuada), la mejora de aptitud física como medida preventiva de
salud debe ser considerada una piedra angular en los programas preventivos.
Pero los datos sugieren que son pocas las deportistas que
realizan estos programas de entrenamiento en la pretemporada
y menos aún en temporada, lo cual aumenta mucho el riesgo
de lesión.
Tampoco debemos de pasarnos con la realización de estos programas, ya que aumenta el estrés repetitivo que el
sistema músculo esquelético ya tiene en el entrenamiento. Así que se hace esencial una supervisión por un
profesional.
En general, si un niño está listo para la participación en actividades deportivas (edad generalmente 7 u 8 años),
entonces él o ella está lista para algún tipo de entrenamiento de fuerza. (entendido como he mostrado al principio
del artículo).
El enseñamiento y la supervisión de estos programas SIEMPRE debe ser proporcionado por un entrenador
cualificado (Licenciados en Actividad Física y Deporte) con experiencia previa, que desarrolle un entrenamiento
adecuado a los niveles, necesidades, objetivos e intereses de los niños y adolescentes.
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¿Estos ejercicios afecta al cartílago de crecimiento?
Debido a que el cartílago de crecimiento es ” pre-hueso, ” es más débil que el tejido conectivo adyacente y por lo
tanto, más fácilmente dañadas por microtraumatismos repetitivos.
Durante los años 80 y 90 muchas de las lesiones reportadas por el entrenamiento de fuerza en realidad fueron
causados por técnicas de entrenamiento inadecuados, carga excesiva, mal equipo diseñado, fácil acceso a los
equipos, o la falta de supervisión de un profesional cualificado.
Por otra parte, no hay evidencia que sugiera que el entrenamiento de resistencia tendrá un impacto negativo en el
crecimiento y maduración durante la infancia y la adolescencia.
Si pensamos con lógica, los juegos que los niños realizan con sus amigos están llenos de ejercicios de fuerza y
saltos pliométricos, como la rayuela.
Sin embargo existe el peligro de lesión si la intensidad, volumen o frecuencia de entrenamiento pliométrico exceda
del nivel que tenga el niño. Un estudio encontró un caso de destrucción de fibras musculares (rabdiomiolisis) en un
niño que hizo 250 squat jumps en una clase de educación física. Pero como ves, esto es una auténtica salvajada.
En general, el riesgo de lesiones asociados con el entrenamiento de fuerza es similar para los jóvenes
y adultos. No hay razones de seguridad justificadas que imposibilitan niños o adolescentes de participar en tal
resistencia programa de entrenamiento.
Como bien se sabe, cuando un adulto deja de realizar un entrenamiento de fuerza, sus niveles de fuerza tienden a
descender hasta el punto inicial. Esto es conocido como desentrenamiento.
Es lógico pensar que como los niños tienen unas ganancias de fuerza naturales por su crecimiento, este fenónemo
no les afecte. Pero estudios sugieren que esos valores tienden a descender hacia los valores del grupo control que
no ha entrenado. Es decir, que pierden las ganancias obtenidas por el entrenamiento de fuerza.
4/7
Entrenamiento fuerza en jóvenes y salud
Como hemos visto los estudios indican que los programas de entrenamiento de fuerza bien diseñado puede
mejorar la fuerza muscular de los niños y adolescentes más allá de lo debido a un crecimiento y desarrollo.
Se ha estudiado que niños haciendo entrenamientos de 3 series de 3 repeticiones con cargas livianas no han
obtenido ganancias más allá de las propias del crecimiento y maduración biológicas.
Para diferenciar adaptaciones al entrenamiento de las de crecimiento normal y desarrollo, es evidente que se
necesita un estímulo de entrenamiento adecuado y se requiere un período de entrenamiento prolongado.
Frecuencia de entrenamiento de 2-3 días semanales en días no consecutivos, parece ser la mejor opción.
El calentamiento, igual que en la edad adulta, tiene que tener unas consideraciones. Se ha demostrado que
realizar estiramientos pasivos estáticos tiene un impacto negativo en la producción de fuerza y la potencia,
hallazgos similares se han visto en adolescentes.
Hay que realizar ejercicio dinámicos para elevar la temperatura del core, mejorar la excitabilidad de la unidad
motora, la conciencia cinestésica y mejorar los rangos de amplitud articular. Los cuales mejoran la función
neuromuscular. Si quieres saber más sobre esto, visita mi otro artículo “¿Estiramientos pasivos o dinámicos?”
Debido a la diferencia que puede haber individual (unos se desarrollan antes que otros), se requiere una
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modificación de la frecuencia, el volumen, la intensidad y progresión del entrenamiento para cada uno a ser
posible. Muchas lesiones por estrés (superficies articulares o columna vertebral) se pueden impedir si se controlan
estos factores.
En mi canal de youtube tengo ejercicios como ya sabrás, que pueden realizarse desde edades de formación, pero
no me hago responsable de su mal uso por parte de entrenadores o jugadores.
Si estás interesado en un programa de entrenamiento para tí, tu hijo o tu equipo de jóvenes jugadores, puedes
ponerte en contacto conmigo en la sección servicios de mi web. Yo crearé un programa individualizado y
adaptado a la realidad de tus jugadores.
Conclusiones:
Las conclusiones de la NCSA (National Strength and Conditioning Association) en que siempre que el programa de
fuerza para jóvenes sea competentemente supervisado, progresivo, y de suficiente duración e intensidad es:
Cualquier ejercicio o actividad para los niños y adolescentes tiene riesgos y beneficios. El riesgo de lesión en un
entrenamiento de fuerza puede minimizarse con un supervisor calificado, un diseño de programas apropiado, una
progresión adecuada y la cuidadosa selección de un equipo de entrenamiento correcto.
Referencias
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Principios técnicos de los ejercicios
hipopresivos del Dr. Caufriez
*Doctoranda Europea en Actividad Física, Salud y Deporte. Universidad de Vigo
Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte Tamara Rial*
Diplomada Magisterio Especialidad Educación Física rialtamara@gmail.com
Profesora Internacional del Método Hipopresivo Piti Pinsach**
**Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el deporte piti.pinsach@gmail.com
DEA morfología médica Universidad de Santiago de Compostela
(España)
Director Internacional de formación del Método Hipopresivo
Resumen
Los ejercicios hipopresivos fueron creados por el Dr. Caufriez alrededor de 1980 en la búsqueda de un
adecuado entrenamiento de la musculatura del suelo pélvico para el post-parto. Parten de unas premisas
técnicas y metodológicas concretas. Son ejercicios respiratorios, posturales y propioceptivos que consiguen una
disminución negativa de la presión intraabdominal. En la literatura especializada se encuentran errores comunes
de descripción técnica relacionados con los fundamentos. El siguiente artículo por lo tanto describe los
principios básicos de los ejercicios hipopresivos según la base del Dr. Caufriez y resume los errores técnicos
más comunes relatados.
Palabras clave: Técnica hipopresiva. Abdominales. Postura. Actividad física. Marcel Caufriez.
En 2006, ante las crecientes dudas que algunos profesionales del sector del fitness
planteaban en torno a la prescripción de ejercicios hiperpresivos en el deporte (Pinsach, 2010)
y al cuestionamiento de los ejercicios abdominales para la mujer descritos en la literatura
(Amostegui, 1999; Calais, 2010; Gasquet, 2003; Murillo, Robles y Walker, 2006), Marcel
Caufriez desarrolla las técnicas hipopresivas aplicadas al deporte y fitness, los denominados
hipopresivos dinámicos (Rial et al., 2011; Serra, 2011) El objetivo planteado era la búsqueda de
una actividad física en los centros deportivos que no provocara daños en el suelo pélvico
femenino como señalan Caufriez, Pinsach y Fernández (2010). Al respecto de este
cuestionamiento, los autores Caufriez, Fernández, Esparza y Schulmann (2007) implementaron
un estudio con 16 mujeres primíparas que en su puerperio realizaron sesiones de 45 minutos de
abdominales tradicionales, dos días a la semana durante seis semanas para valorar el estado
del suelo pélvico después de un programa de abdominales para el post-parto. Los resultados
medidos con tonimetría perineal mostraron una disminución del índice de rigidez de la
musculatura del suelo pélvico de un 32,7 % (p>0,001) y del tono de base del mismo.
Estas son algunas de las razones por las cuales Caufriez et al., (2010) inician su proyecto en
torno al método hipopresivo: “sobre las cuestiones que se plantean los profesionales del
deporte a propósito de los abdominales en las salas de fitness, en particular en las mujeres
después de un parto”.
Por lo tanto, los ejercicios hipopresivos nacen como una alternativa a los métodos
tradicionales para tonificar la musculatura de la faja lumbopélvica sin presionar las estructuras y
órganos internos.
El concepto hiperpresivo del espacio abdominal hace alusión al hecho por el cual la variación
de presión es positiva tanto en la fase inspiratoria como espiratoria. En un sistema de ejes XY
donde el eje de abscisas es el tiempo y el eje de ordenadas la diferencia de presión, se dice que
la dinámica es hiperpresiva cuando la diferencia de presión es positiva. La hiperpresión
abdominal cuantitativa es definida por Caufriez et al., (2010) como aquella diferencia de presión
igual o superior a 30 mmHg.
2. Principios técnicos
Existen una serie de signos anatómicos asociados a la correcta ejecución técnica y que
delatan el efecto hipopresivo como son: abertura del arco costal, movilización del ombligo hacia
dentro (figura 2) y hendidura en las fosas claviculares (figura 3). Con la aparición de estos
signos anatómicos el efecto hipopresivo estaría activado según describe Caufriez (1997).
Las pautas técnicas para la realización del ejercicio según Caufriez (2010) y ampliado por
Rial y Villanueva, (2012) son:
Cada postura articular incluida en los ejercicios ha sido diseñada para facilitar la acción
hipopresiva y poder ejercitarse al máximo de las posibilidades articulares (Rial et al., 2011).
Este hecho ha sido demostrado por Caufriez et al., (2007) en donde se midió la presión vía
rectal captada con manómetro conectado a sonda de presión durante la ejecución de diferentes
posturas hipopresivas. Hubo disminución significativa de la presión, en relación a realizar el
ejercicio hipopresivo en posición bípeda sin pautas a hacerlo desde la misma posición con las
pautas técnicas añadidas. Sirve de ejemplo la posición de los brazos en algunos ejercicios
donde se combina rotación interna de los hombros, flexión de codos y flexión dorsal de las
muñecas (figura 6). La repetición diaria de los ejercicios, debido a la situación postural, crea a
largo plazo nuevos esquemas propioceptivos. La repetitiva estimulación propioceptiva crea
modificaciones en el esquema corporal y en las respuestas anticipatorias ante determinados
gestos y esfuerzos (Caufriez et al., 2010).
Los ejercicios se realizan con un ritmo lento y respiración pautada por el terapeuta o
monitor. Las posturas se repiten un máximo de tres veces con una duración mínima de sesión
entre veinte minutos y una hora según objetivo a alcanzar.
3. Errores más comunes
Los ejercicios hipopresivos deben cumplir los fundamentos técnicos descritos anteriormente
que conviene verificar para asegurar que realmente disminuyen la presión y provocan los
efectos posturales que se persiguen. Una pequeña modificación en la descripción y realización
de los ejercicios puede proporcionar una alteración de los resultados o fines perseguidos, por
ello es importante buscar la ayuda de un profesional convenientemente formado en las técnicas
del Dr. Caufriez que puede encontrarse en los directorios www.marcel.caufriez.net o
www.metodohipopresivo.com .
Este sería el caso de la descripción que hacen algunos autores en estudios experimentales
(Bernardes et al. 2012; Stüpp, Resende, Petricelli, Nakamura, Alexandre, Zanett, 2011) sobre el
protocolo de realización de un ejercicio hipopresivo en los que se menciona una contracción
voluntaria del músculo transverso.
4. Conclusiones
Los ejercicios hipopresivos del Dr. Caufriez se caracterizan por poseer principios posturales
concretos como son: elongación axial; doble mentón; activación de la cintura escapular y
principios respiratorios: apnea espiratoria y apertura costal. Será fundamental por parte del
técnico incidir en el aprendizaje de los fundamentos técnicos y metodología para asentar los
fundamentos del método desde la iniciación. En este sentido, las descripciones erróneas o
descuidos metodológicos pueden llevar a una mala praxis de los practicantes.
Bibliografía
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El hombre no entrenado es incapaz de activar de forma sincrónica un gran número de unidades motoras
de su musculatura, no obstante a través del entrenamiento de la coordinación intramuscular sí que lo puede
conseguir, cosa que produce un aumento elevado y rápido de la fuerza en el deportista familiarizado con el
entrenamiento de la fuerza. Lo importante de este entrenamiento es que no se produce un aumento
muscular, o en algunos casos éste es muy reducido, debido a la corta duración del estímulo que conllevan las
cargas submaximales y maximales que permiten pocas repeticiones. Volviendo a la corta duración del
estímulo no se produce una degradación por tiempo de proteínas contráctiles(actina, miosina, troponina,
tropomiosina).
A falta de este aumento muscular el incremento de la fuerza se basa en la mejora de factores nerviosos y
bioquímicos.
Este método de entrenamiento también es llamado entrenamiento de la fuerza máxima. Como señalamos
anteriormente el incremento mínimo de hipertrofia es muy importante en los deportes para los cuales la
fuerza relativa es crucial, tal es el caso del fútbol. La fuerza relativa representa la relación entre el propio
peso corporal y la fuerza máxima, cuanto más alta sea la fuerza relativa mejor será la performance.
Mejora la coordinación y sincronización de los grupos musculares durante la performance. Dado que en la
acción física los músculos están involucrados en una cierta secuencia la fuerza máxima tiene un componente
de aprendizaje neural. Cuando mejor sea la coordinación y la sincronización de los músculos involucrados en
una contracción y cuanto más aprendan a reclutar fibras FT (fast twist o fibras rápidas), mejor será la
performance.
Uno de los efectos más positivos de la fuerza máxima en los deportes dominados por la
potencia-velocidad es el incremento en la cantidad y en el diámetro de los elementos contráctiles del
músculo: la miosina de las fibras FT y el reclutamiento en una cantidad mayor de fibras FT.
Según Platonov la adaptación de los músculos mejora el proceso de reclutamiento de las fibras ST, FTa,
FTb, desarrolla la capacidad de sincronización de la actividad de las unidades motoras y aumenta las reservas
de ATP y CP en los músculos. No menos importante es el aumento de la actividad de la ATP-asa (enzima que
descompone y acelera el proceso de enriquecimiento de energía de la miosina), así como la concentración de
CP y el contenido de mioglobina en los músculos.
Por otra parte, aumenta la posibilidad de descomposición y de la nueva síntesis anaeróbica del ATP, es
decir, de la rápida recuperación de los grupos fosfagénicos ricos en energía, lo cual es importante para
aumentar las posibilidades de contracción de los músculos sin que aumente su diámetro.
Métodos de entrenamiento
1. El método de intensidades elevadas y máximas
Intensidades: 75-100% del rendimiento máximo de cada deportista.
Repeticiones: 1-5, es decir, al 75% 5x, 80% 4x, 85% 3x, 90% 2x, 95-100% 1x.
Velocidad del movimiento: lento-rápido (debido a las cargas muy elevadas), por ej. 1,5" en la fase
concéntrica, 2,5" en la fase excéntrica.
Series: 5-8( a menor número de repeticiones más series).
Descanso entre las series: 1-2 minutos.
3. El entrenamiento combinado
La base de este tipo de entrenamiento es la combinación de ambas posibilidades biológicas para
aumentar la fuerza máxima, concretamente la hipertrofia muscular por un lado, como consecuencia de un
entrenamiento de cargas bajas y muchas repeticiones y por otro la mejora de la coordinación intramuscular
como consecuencia de un entrenamiento de cargas elevadas y pocas repeticiones.
La gran diferencia en el números de series se debe a que, para que un entrenamiento de la fuerza sea
eficaz, es decisivo el número de repeticiones y no sólo la intensidad del esfuerzo. Si en un entrenamiento en
pirámide entrenamos sólo, por ejemplo, las series 1 a 4, el número que resulta de repeticiones, de (4-3-2-1)
= 10, es demasiado bajo para conseguir el efecto correspondiente del entrenamiento. En ese caso, la
pirámide se ha de repetir para alcanzar un número suficiente de repeticiones (en nuestro caso 20) (figura
C).
El entrenamiento en pirámide de la fuerza garantiza por una parte la evolución correspondiente del peso
corporal juvenil, y por otra un mejor aprovechamiento de su potencial muscular existente. Además se
recomienda también la aplicación del entrenamiento en pirámide cuando sólo se dispone de poco tiempo para
entrenar la fuerza. Cuando se han de contar normalmente 4 semanas de entrena miento para desarrollar la
musculatura y otras 4 para mejorar la coordinación intramuscular, con sólo 4 semanas disponibles en total se
alcanzará más aplicando el entrenamiento en pirámide en forma combinada que reduciendo de forma aislada
a 2 semanas tanto el entrenamiento de hipertrofia como el de coordinación intramuscular No obstante, el
entrenamiento en pirámide no constituye un suplemento completo cuando se trata de una estructura de
entrenamiento a largo plazo.
Este tipo de entrenamiento no se debe aplicar con principiantes y con jóvenes. El período aproximado de
entrenamiento es entre 14 y 16 años para varones y 13 a 15 años para mujeres.
Referencias bibliográficas
Material bajado de http://robertosoria.tk los mismos fueron incluidos en la web con fines meramente didácticos, se prohíbe su utilización con
cualquier otra finalidad que no sea la antes mencionada
Recuperación entre series en entrenamiento de fuerza
fisiologiadelejercicio.com /recuperacion-series-entrenamiento-fuerza/
24/09/2017
El control de la recuperación es una de las áreas menos controladas en fisiología, ya que es dependiente de
muchos factores. La duración del intervalo de recuperación (RI) es uno de los factores importantes en el
entrenamiento de la fuerza muscular, siendo complicado establecer patrones universales de recomendaciones.
Recientemente se han publicado los resultados de un metaanálisis (Grgic y col, 2017; Sports Med 20-sep) cuyo
objetivo fue examinar los resultados de investigaciones previas que hubieran estudiado la relación de la duración de
la recuperación entre series sobre la ganancia de fuerza con el fin de establecer unas recomendaciones generales.
Se estudiaron 23 estudios que englobaban a 491 sujetos (413 hombres y 78 mujeres). Los resultados mostraron
que la mejora de la fuerza ocurre incluso con periodos de recuperación cortos (<60 s), pero en sujetos entrenados
en fuerza un periodo de recuperación de >2 min parece recomendable para seguir ganando fuerza. Para los sujetos
no entrenados un periodo de recuperación de duración moderada (60-120 s) parece suficiente para maximizar la
ganancia de fuerza.
La duración idónea del periodo de recuperación tiene un carácter muy individual, ya que no solo depende del nivel
de entrenamiento, sino de otros muchos factores que son complicados de englobar en una recomendación general.
La edad por ejemplo es un factor decisivo independientemente del estado de entrenamiento del sujeto. No
obstante, los diferentes estudios sitúan los periodos de recuperación en rangos apropiados como punto de partida
de cada sujeto, por lo que son de gran utilidad para iniciar el proceso de la individualización del entrenamiento.
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ARTICLES
ABSTRACT
Purpose: To examine reliability and validity of the Lunge Test (LT) of dorsiflexion range of motion and determine the impact of different approaches
to obtain a score on these parameters. Methods: Fifty-three patients with ankle injury/dysfunction provided initial assessment data for cross-sectional
convergent and known-groups validity analysis with the Pearson coefficient (r ) and paired t-test, respectively; data after 4–8 weeks of treatment for
longitudinal validity analysis with coefficient r ; and data 3 days later for test–retest reliability using the intra-class correlation coefficient (ICC) and minimal
detectable change (MDC). LT scores were determined for the affected leg only (LTAff) and for the difference between the two limbs (LTDiff). Two strategies
were used to calculate LT scores: a single series and the mean of three series of lunges. LTs were correlated with the Lower Extremity Functional Scale
and Global Foot and Ankle Scale. Results: Reliability coefficients were high (ICC ¼ 0.93–0.99). The MDC ¼ 1.0/1.5 cm, LTAff /LTDiff , respectively. Cross-
sectional validity was confirmed for LTDiff (r ¼ 0.40 to 0.50). Between-limb differences (p < 0.05) supported known-groups validity. Longitudinal
validity was supported for both LT change scores (r ¼ 0.39–0.63). The number of series of lunges used did not impact results. Conclusions: A single
series of lunges produces a reliable LT score. From a validity perspective, clinicians should use LTDiff on initial assessment and either LT to assess change.
Key Words: reproducibility of results; ankle; range of motion, articular; weight-bearing.
RÉSUMÉ
Objectif : Vérifier la fiabilité et la validité du test fonctionnel de flexion du genou vers l’avant (lunge test, LT) pour vérifier l’amplitude de la flexion dorsale
du pied et évaluer les effets de diverses approches visant à obtenir une cote plus élevée pour ces paramètres. Méthode : Un échantillon de 53 patients
avec blessure ou dysfonction de la cheville a permis de recueillir des données initiales pour procéder à une analyse convergente croisée et des groupes
connus en vue d’évaluer la validité des données à l’aide du coefficient de Pearson (r ) et du test de t, respectivement; des données après 4 à 8 semaines
de traitement pour l’analyse de la validité longitudinale avec le coefficient r, et des données 3 ans plus tard pour la fiabilité test retest avec coefficient de
corrélation intraclasse (CCI) et changement minimal détectable (CMD). Les pointages LT ont été établis pour la jambe touchée uniquement (LTAff ) et pour
les différences entre les deux membres (LTDiff ). Deux stratégies ont été utilisées pour calculer les pointages LT: une série simple et la moyenne de trois
séries de flexions. Les LT ont ensuite été corrélés avec les échelles fonctionnelles pour les membres inférieurs, le pied dans son ensemble et la cheville.
Résultats : Les coefficients de fiabilité sont élevés (CCI ¼ 0,93–0,99). Le CMD ¼ 1,0/1,5 cm pour le LTAff /LTDiff, respectivement. La validité transversale
a été confirmée pour LTDiff (r ¼ 0,40 à 0,50). Les différences entre les deux membres (p < 0,05) appuyaient la fiabilité des groupes connus. La
validité longitudinale était appuyée pour les deux pointages de changement LT (r ¼ 0,39–0,63). Le nombre de séries de flexions utilisées n’a pas eu
d’effet sur les résultats. Conclusions : Une seule série de flexions permet d’obtenir un pointage à LT fiable. Du point de vue de la validité, les cliniciens
devraient utiliser le LTDiff pour l’évaluation initiale, et l’un ou l’autre des LT pour évaluer les changements.
Ankle dorsiflexion occurs naturally during many lower- arthro- and osteokinematics of the ankle during weight-
extremity tasks. Reduced ankle dorsiflexion range of bearing dorsiflexion. Normally, during this movement,
motion (DF-ROM) is common in many orthopaedic con- the tibia moves forward over the foot as the tibial pla-
ditions that confront physiotherapists, including ankle fond glides anteriorly on the talar dome.3 When this
fractures1 and sprains.2 Clinicians pay attention to the accessory glide is limited—for example, due to an anteriorly
From the *Fowler Kennedy Sport Medicine Clinic; †School of Physical Therapy; ‡Wolf Orthopaedic Biomechanics Laboratory, Faculty of Health Sciences; §School of
Rehabilitation Science, McMaster University, Hamilton; **Department of Epidemiology and Biostatistics, Schulich School of Medicine and Dentistry, The University of
Western Ontario; ¶Clinical Research Lab, Hand and Upper Limb Centre (HULC), St. Joseph’s Health Centre, London, Ont.
Correspondence to: Bert M. Chesworth, Associate Professor, School of Physical Therapy, Elborn College, The University of Western Ontario, 1201 Western Rd.,
London, ON N6G 1H1; bcheswor@uwo.ca.
Contributors: All authors designed the study, collected the data, and analyzed and interpreted the data; drafted or critically revised the article; and approved the
final draft.
Competing Interests: None declared.
Physiotherapy Canada 2012; 64(4);347–355; doi:10.3138/ptc.2011-41
347
348 Physiotherapy Canada, Volume 64, Number 4
ICC ¼ 0.85 (95% CI width of 0.20)21 and a 10% loss to Academy of Orthopedic Surgeons (AAOS) Global Foot
follow-up. and Ankle Scale (GFAS).23 At Time 2 and Time 3, the cli-
nician and the participant completed a Global Rating of
Data collection Change (GRC) score.24
At Time 1, physiotherapists conducted a typical initial
examination. For descriptive purposes, the following com- Lunge Test of ankle DF-ROM
ponents of this assessment were recorded: age (y); sex; The LT (see Figure 1) was performed following proce-
height (cm) and weight (kg) for body mass index (BMI) dures outlined by Bennell.16 First, the unaffected foot
in kg/m2; mechanism of injury; and date of injury/ was placed forward, with the great toe and centre of the
surgery. heel on the tape measure. With both feet stationary, a
controlled forward lunge was performed such that the
Measures knee flexed as the participant attempted to touch it to
In addition to the LT, two self-report measures of func- a vertical line marked on the wall with adhesive tape.
tion were administered at all three time points: the Lower During this movement, the physiotherapist maintained
Extremity Functional Scale (LEFS)22 and the American the foot’s alignment on the tape measure secured to the
350 Physiotherapy Canada, Volume 64, Number 4
floor, monitored the heel to ensure contact with the recording of data, and the study timelines. Raters were
floor, and watched for knee contact with the wall. Prona- not blinded, but they were asked to not review previous
tion or supination of the foot was not controlled. An findings before performing the testing at Time 2 and
attempt was considered successful if the participant was Time 3. Periodic visits were conducted during data col-
able to touch the knee to the wall while maintaining the lection to review procedures. All four clinics were equipped
proper foot alignment and heel contact with the tape on with identical tape measures, and the set-up was reviewed
the floor. Upon successfully touching the knee to the by the primary investigator.
wall, the participant moved the foot further from the
Analysis
wall and performed another forward lunge, once again
Participant characteristics were summarized by means
attempting to touch the knee to the wall. The participant
of descriptive statistics. LT scores (mm) were calculated
was given up to five attempts to achieve the greatest dis-
for analyses involving the affected limb (LTAff ) and for
tance between the large toe and the wall. Using the tape
the difference between affected and unaffected limbs
measure on the floor, this distance was recorded in
(LTDiff ). For LTDiff , the affected side (LTAff ) was subtracted
millimetres to indicate a single value of DF-ROM. The
from the unaffected side (LTUnaff ), so a positive value indi-
entire process was then repeated with the affected limb.
cates that the unaffected ankle had more DF-ROM than
To obtain three values of DF-ROM for each ankle, the
the affected ankle. Values for LTAff and LTDiff were calcu-
limb testing sequence was unaffected–affected–unaffected–
lated in two ways: one set of scores used only the first
affected–unaffected–affected.
value from the LT protocol, while the other set used the
Lower Extremity Functional Scale (LEFS) mean of all three measurements obtained from the test-
The LEFS is a 20-item region-specific self-report ques- ing protocol.
tionnaire that asks participants to rate their perceived
Reliability
ability to perform various lower-extremity tasks on a 5-
Test–retest reliability used Time 2 and Time 3 data,
point scale (0 ¼ extreme difficulty or unable to perform
because we felt that ankle status should not vary over 1–
activity, 4 ¼ no difficulty). Ratings are summed for a total
3 days by the 4- to 8-week mark after beginning treat-
LEFS score from 0 (very poor function) to 80 (excellent
ment. To test this assumption, we compared the means
function). First described by Binkley,22 the LEFS has
of the LT, LEFS, and GFAS at these two time points using
been shown to have excellent test–retest reliability in
paired t-tests.29 We calculated the ICC2,1 with its 95% CI,29
people with a variety of musculoskeletal complaints pre-
as well as the standard error of measurement (SEM) and
senting to physiotherapy; good test–retest reliability has
the minimal detectable change at the 90% CI (MDC 90).24,29
been reported in people with ankle sprains.25
The SEM CIs were calculated following Stratford and
AAOS Global Foot and Ankle Scale (GFAS) Goldsmith.30
The GFAS is a 20-item region-specific self-report ques- It has been suggested that measures of agreement are
tionnaire with four domains (pain, function, stiffness and more appropriate than reliability measures for tools that
swelling, and giving way) and varying response scales will be used to assess clinical change.31 Therefore, we
depending on the item. The standardized score (0–100, determined the 95% limits of agreement between the
indicating very poor to excellent function) was used in test–retest LT values32 and calculated the percentage of
this study. The GFAS has good internal consistency and patients for whom test–retest scores differed by less
acceptable test–retest reliability, and there is evidence than two threshold values31 (5 mm and 10 mm).
to support its validity.23 We performed two sets of reliability analyses, the first
using values from the first measurement obtained from
Global Rating of Change scores (GRC)
the LT protocol and the second using the mean of all
The GRC uses a 15-point ordinal scale (7 ¼ very great
three measurements from the protocol.
deal worse, +7 ¼ very great deal better).26 Norman27 has
questioned the use of retrospective measures of change
Construct validity
to recall functional status; to address this concern, Strat-
Time 1 and Time 2 data were used to examine validity.
ford28 has suggested using both clinician and participant
We used a construct-validation process33 to examine
ratings to create an average GRC.
cross-sectional and longitudinal convergent and known-
Rater training groups validity, as well as sensitivity to change.
The raters used in the study were nine physiothera- To examine cross-sectional convergent validity, we used
pists, one physiotherapy assistant, one kinesiologist, and the Pearson product–moment correlation coefficient (r)29
two physiotherapy students. Clinical experience varied to assess the correlation of LTAff and LTDiff with LEFS
from 0 (i.e., the students) to 17 years. A 20-minute train- and GFAS, both at Time 1 and at Time 2. The hypothesis
ing session was used to demonstrate how to conduct the being tested was that greater DF-ROM should be corre-
LT and to discuss inclusion and exclusion criteria, ob- lated with better ankle-related function. Since higher LEFS
taining informed consent, administering questionnaires, and GFAS scores reflect better function, we expected a
Chisholm et al. Reliability and Validity of a Weight-Bearing Measure of Ankle Dorsiflexion Range of Motion 351
Table 2 Test–retest Reliability and Agreement Findings by Lunge Test Scoring Strategy (n ¼ 37)
LT values
Test occasion
Time 2 (test) 85.6 (37.3) 89.4 (37.3) 39.9 (21.6) 39.2 (21.3)
Time 3 (retest) 87.4 (36.6) 91.3 (36.9) 38.1 (21.5) 37.3 (21.5)
Time 3–Time 2 1.8 (6.5) 1.9 (5.5) 1.8 (8.0) 2.0 (7.1)
Reliability
Parameter
ICC (95% CI) 0.98 (0.98–0.99) 0.99 (0.98–0.99) 0.93 (0.87–0.96) 0.94 (0.89–0.97)
SEM (95% CI) 4.7 (3.8–6.1) 4.0 (3.3–5.2) 5.7 (4.7–7.4) 5.1 (4.2–6.6)
MDC90 10.9 9.4 13.3 11.9
Agreement
Parameter
95% limits of agreement 14.5, 10.9 12.6, 8.8 13.9, 17.4 11.9, 15.8
% a5 mm† 65 68 41 65
% a10 mm‡ 92 86 81 84
Table 3 Association between Lunge Test Scores and Self-Report Measures of Function
Type of validity 1st test Mean of 3 tests 1st test Mean of 3 tests
Cross-sectional*
LEFS 0.18 (0.10–0.43) 0.18 (0.10–0.43) 0.40 (0.61 to 0.15) 0.42 (0.62 to 0.17)
GFAS 0.20 (0.08–0.45) 0.20 (0.08–0.45) 0.47 (0.66 to 0.23) 0.50 (0.68 to 0.27)
Longitudinal†
LEFS 0.59 (0.35–0.76) 0.57 (0.33–0.74) 0.59 (0.35–0.76) 0.63 (0.41–0.78)
GFAS 0.41 (0.13–0.63) 0.39 (0.10–0.62) 0.55 (0.30–0.73) 0.59 (0.35–0.75)
Sensitivity to change‡ 0.54 (0.29–0.72) 0.56 (0.31–0.74) 0.33 (0.03–0.57) 0.40 (0.11–0.63)
supported by reliable test–retest ratings: ICC3,1 ¼ 0.91 test–retest values that differed by a1 cm supports the
(95% CI, 0.84–0.95). Across all approaches for generating use of this higher value for the MDC 90 when measuring
an LT score, the ES and SRM varied from 0.70 to 0.73 both limbs. These MDC values align well with the fact
and 0.99 to 1.00, respectively. that tape measures typically mark 1 cm and 0.5 cm
increments prominently. Future intervention studies should
DISCUSSION report the proportion of study participants who achieve
This study found good test–retest reliability of the LT these MDC values, to strengthen their clinical utility.
in a sample of patients presenting with orthopaedic
ankle dysfunction. We have also shown that the LT pro- Validity
vided acceptable agreement findings and evidence sup- Our validity results agree with previous reports that
porting the validity of the test. performance-based measures and self-report functional
Reliability and agreement measures are, at best, moderately correlated (r < 0.60).25,39
For test–retest reliability, the current findings are sim- For example, Alcock and Stratford25 found a correlation
ilar to published ICC values noted above, which have of 0.36 between non-weight-bearing DF-ROM and LEFS
been consistently high whether participants had no ankle scores for people with ankle sprains. In addition, the
dysfunction2,15,38 or whether the LTDiff score was used.18 cross-sectional correlations between LTAff and the LEFS
Similarly, published values for the SEM and MDC in our study are similar to those reported for patients
(3 mm and 8 mm, respectively, for intra-observer relia- with an ankle fracture after cast removal (95% CIs for
bility)38 are close to those found in the current study. r ¼ 0.07–0.21 at 6 weeks and 0.05–0.20 at 6 months).1
Comparing the MDC 90 values in Table 2 shows how As Table 3 shows, the validity findings suggest a mea-
quicker approaches to quantifying the LT affect the mea- surement strategy that may minimize clinical time spent
sure’s ability to detect true change. If a single series of measuring DF-ROM. The absence of a cross-sectional
lunges is used, the MDC 90 is about 1.5 mm larger than relationship between LTAff and LEFS and GFAS scores,
that produced by the more time-consuming approach of in the presence of a longitudinal relationship between
taking an average of three tests; if a score is obtained their change scores, suggests that measurement of LTAff
from the affected limb only, the MDC 90 is about 2.5 mm is a valid means of documenting change. The moderate
larger than that produced by measuring both limbs. cross-sectional and longitudinal correlations between
In looking further at the MDC 90 and agreement find- LTDiff and LEFS and GFAS scores support the cross-
ings in Table 2, clinicians could conclude that true change sectional and longitudinal convergent validity of the LTDiff ,
in DF-ROM has occurred when LTAff changes by about which suggests that clinicians should measure LTDiff at the
1 cm. The high percentage of patients with test–retest initial assessment if the goal is to provide a valid measure
values that differed by a1 cm supports the use of this of the current status of ankle mobility relative to the un-
value for the MDC 90 when measuring the affected ankle. involved limb. When clinicians seek to document within-
When the LTDiff score is the variable of interest, clini- limb change over time, longitudinal validity findings
cians could conclude that true change in DF-ROM has support the use of the less time-consuming LTAff .
taken place when the LTDiff score changes by about Our study has several limitations. First, the findings
1.5 cm. Once again, the high percentage of patients with are not generalizable outside of the active adult popula-
354 Physiotherapy Canada, Volume 64, Number 4
tion presenting with orthopaedic ankle conditions. Second, 7. Hoch MC, McKeon PO. Joint mobilization improves spatiotemporal
only individuals who could perform the LT as described postural control and range of motion in those with chronic ankle in-
stability. J Orthop Res. 2011;29(3):326–32. http://dx.doi.org/10.1002/
by Bennell16 were included; patients with weight-bearing
jor.21256. Medline:20886654
restrictions and those unable to perform the LT are 8. Croxford P, Jones K, Barker K. Inter-tester comparison between
therefore not represented in our results. Third, state- visual estimation and goniometric measurement of ankle dorsi-
ments about the validity of the test are made from the flexion. Physiother Theory Pract. 1998;14(2):107–13. http://dx.doi.org/
perspective that this portion of the study, as a parameter- 10.3109/09593989809057153
9. Youdas JW, Bogard CL, Suman VJ. Reliability of goniometric measure-
estimation study, was intended to begin the process of ments and visual estimates of ankle joint active range of motion ob-
examining LT validity. Fourth, the actual time taken to tained in a clinical setting. Arch Phys Med Rehabil. 1993;74(10):1113–
perform the various LT scoring methods was not mea- 8. http://dx.doi.org/10.1016/0003-9993(93)90071-H. Medline:8215866
sured; future study is warranted to determine the rela- 10. Diamond JE, Mueller MJ, Delitto A, et al. Reliability of a diabetic foot
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CONCLUSIONS 12. Jonson SR, Gross MT. Intraexaminer reliability, interexaminer relia-
Our study has shown that the LT has sound reliability bility, and mean values for nine lower extremity skeletal measures
and agreement qualities. Known-groups validity of the in healthy naval midshipmen. J Orthop Sports Phys Ther.
test is supported. Cross-sectional convergent validity is 1997;25(4):253–63. Medline:9083944
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convergent validity is supported when one or both limbs Med Assoc. 2002;92(6):317–26. Medline:12070231
are measured. A single series of up to five lunges can be 14. Venturini C, Ituassu NT, Teixeira LM, et al. Intrarater and interrater
used to obtain a reliable LT score. reliability of two methods for measuring the active range of motion
for ankle dorsiflexion in healthy subjects. Rev Bras Fisioter.
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15. Vicenzino B, Prangley I, Martin D. The initial effect of two Mulligan
What is already known on this topic mobilisation with movement treatment techniques on ankle dorsi-
The Lunge Test (LT) to measure weight-bearing ankle flexion. In: A sports medicine odyssey—challenges, controversies
dorsiflexion is a reliable test; however, there is limited and change: proceedings of the Australian Conference of Science
and Medicine in Sport; 2001 Oct 23–27; Perth, Australia. Available
evidence on its validity. It is not known whether a quicker from: http://fulltext.ausport.gov.au/fulltext/2001/acsms
testing protocol than the one described for research set- 16. Bennell KL, Talbot RC, Wajswelner H, et al. Intra-rater and inter-
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What this study adds 17. Jones R, Carter J, Moore P, et al. A study to determine the reliability
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our findings suggest that a LT difference score between 18. Vicenzino B, Branjerdporn M, Teys P, et al. The initial effects in
posterior talar glide and dorsiflexion after mobilization with move-
a participant’s ankles should be measured at the initial
ment in individuals with recurrent ankle sprain. J Orthop Sport
assessment, but measures of the affected limb alone can Phys. 2006;36(7):464–71. http://dx.doi.org/10.2519/jospt.2006.2265
be made for the purpose of documenting clinical change. 19. Hallet G, McEwan I, Thom J. Validation of the dorsiflexion lunge
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Repeated Sprint Ability
mundoentrenamiento.com /rsa-repeated-sprint-ability/
Alejandro 23/09/2015
Miraut
Los deportistas que practican deportes de raquetas como, por ejemplo, el Bádminton o el Tenis y en deportes de
equipo tales como Fútbol, Baloncesto, Balonmano, etc, tienen la necesidad de realizar acciones cortas a máxima o
casi máxima intensidad de manera repetida con periodos de recuperación incompleta de manera frecuente a lo
largo de sus respectivos entrenamientos y competiciones (9, 11, 18, 20, 23, 25).
En relación a lo anterior, podemos decir que los perfiles de actividad de los deportes de equipo requieren el
desarrollo de la potencia, la aceleración, la velocidad y la capacidad de realizar repetidas carreras de alta
intensidad y sprints (23).
1/5
Los deportistas que participan en estas modalidades deportivas necesitan realizar de forma repetida sprints cortos
(normalmente entre 1” y 7”) a intensidad máxima o casi máxima, separados por breves periodos de recuperación
(actividades de baja intensidad o pausas), durante un periodo de tiempo relativamente largo (entre 1 y 4
horas) (11) y desde un punto de vista fisiológico, estos deportes son generalmente clasificados como deportes
intermitentes de alta intensidad (DIAI) (20).
Es importante diferenciar y no confundir estos dos tipos de ejercicio: ejercicios de sprints intermitentes y ejercicios
de sprints repetidos (Repeated Sprint Exercise-RSE). Los ejercicios de sprints intermitentes se caracterizan por
sprints de corta duración (≤ 10 segundos), intercalados con períodos de recuperación suficientes largo (60-300
segundos) para permitir la recuperación casi completa de rendimiento de velocidad (2,15). En comparación, los
RSE se caracteriza por ser sprints de corta duración (≤ 10 segundos) intercalados con períodos de recuperación
breves (normalmente ≤ 60 segundos). La principal diferencia es que durante el ejercicio intermitente de sprint hay
poca o ninguna disminución de rendimiento (3,6), mientras que durante la RSE hay un decremento del rendimiento
(figura 1).
Bioenergética de la Repeated
Sprint Ability
Durante el ejercicio de alta intensidad
(sprint) y corta duración (< 6 seg) la mayor
parte de la resíntesis de ATP proviene de la
ruptura de la fosfocreatina (PCr) y de la
degradación del glucógeno muscular a ácido
láctico, es decir, la energía se obtiene a
través de la solicitación casi exclusiva del
metabolismo anaeróbico (12, 17), pero si
estos periodos de ejercicio a alta intensidad
son repetidos o se prolongan en el tiempo,
la contribución de estos procesos en la
resíntesis del ATP pierde protagonismo y
habrá un incremento del metabolismo
aeróbico (13, 17, 22).Sin embargo, esta
aportación por parte del metabolismo Figura 1. Gráfico que muestra los efectos de la duración de descanso, el rendimiento de
velocidad en bicicleta en 4 segundos al máximo (18).
aeróbico no compensa la energía que
proporcionaba el sistema anaeróbico y
como consecuencia, no se puede mantener la potencia desarrollada, por lo que se produce una disminución del
rendimiento (17).
En el estudio de Gaitanos, et al. (17) midieron los cambios en el músculo del ATP, PCr, lactato y piruvato durante un
test de 10 x 6 s de sprint máximo en cicloergómetro y estimaron que durante el primer sprint la glucólisis
anaeróbica contribuyó aproximadamente en un 50% y que en los últimos sprints la contribución de la glucólisis
anaeróbica descendía sobre el 20%, sugiriendo que el metabolismo aeróbico contribuía de forma significativa en
los últimos sprints.
El mecanismo de acción por el cual se sugiere que la capacidad aeróbica del deportista podría influenciar el
rendimiento en Repeated Sprint Ability sería a través de la aceleración de los procesos de recuperación durante
el ejercicio intermitente (24). En concreto, se cree que los procesos de resíntesis de PCr y el “aclarado” de lactato
durante una prueba de Repeated Sprint Ability podrían verse mejorados en sujetos con mejores niveles de
capacidad aeróbica.
Durante el ejercicio de alta intensidad, el glucógeno es utilizado para refosforilar ATP y de esta forma satisfacer las
demandas energéticas de las fibras musculares en contracción. Por lo que se produce una acumulación de ácido
láctico en el espacio intracelular, disociándose en lactato e iones de Hidrogeno(H⁺), lo que produce una reducción
del pH muscular (acidosis) y por tanto una aparición de fatiga en el músculo esquelético (1, 19).
La aplicación de pruebas de Repeated Sprint Ability permite valorar diferentes parámetros relacionados con la
capacidad funcional del sujeto y obtener información relevante implicando la realización de pocos cálculos (5),
como por ejemplo:
Tiempo total o sumatoria de tiempos: Suma de todos los tiempos obtenidos en la prueba. Se trata del resultado
global del test y puede ser considerado como un indicador de la capacidad para realizar ejercicio intermitente de
máxima intensidad.
3/5
Índice de fatiga: En la literatura existen diferentes procedimientos para el cálculo del índice de fatiga (4, 16, 25).
Básicamente, pretenden aportar información relacionada con el porcentaje de pérdida o disminución en el
rendimiento durante la ejecución de sprints repetidos y sirven para representar el grado de fatiga y la capacidad
individual para recuperar rápidamente.
Índice de Bangsbo (4): el método aplicado por este autor consiste en obtener la diferencia entre el peor y el
mejor tiempo.
Índice de Wragg, et al. (25): Proponen calcular la diferencia entre la media de los dos peores y los dos
mejores tiempos.
El índice utilizado con más frecuencia en estudios de Repeated Sprint Ability es el de Fistzsimons et al.
(16), ya que aporta información sobre cómo se produce la disminución del rendimiento a lo largo de la
prueba.
Desde un punto de vista práctico podemos decir que aquel deportista que posea una buena Repeated Sprint
Ability será capaz de desarrollar una alta potencia muscular durante el primer sprint y repetir este esfuerzo en
sucesivas ocasiones con la menor perdida de rendimiento posible con respecto a su valor inicial. Un bajo nivel de
potencia muscular inicial y/o una perdida rápida de la capacidad para repetir el rendimiento inicial durante
sucesivos sprints nos llevaría a concluir que el deportista evaluado posee una pobre RSA (5).
Hay una serie de test físicos, con protocolos diferentes pero similares, con los que se puede medir o evaluar el
Repeated Sprint Ability y que nos aportan información sobre el estado del deportista o la pérdida de rendimiento
al realizar acciones máximas de manera repetida.
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Sarcopenia: Algo más que la disminución de la masa
muscular
g-se.com /es/fisiologia-del-ejercicio/articulos/sarcopenia-algo-mas-que-la-disminucion-de-la-masa-muscular-231
Durante mucho tiempo los profesionales de la actividad física hemos estado abocados a la tarea de mejorar el
perfil muscular, con el afán de aumentar la performance de distintas variables de esfuerzo. Los más diversos
métodos han sido puestos en práctica con la intención de diagnosticar, analizar y mejorar las diferentes
capacidades físicas para cualificar el rendimiento en cualquiera de sus formas, sea este deportivo o no. Sin
embargo, pocas veces reparamos que el tejido muscular, de facto, está íntimamente vinculado a la salud y por ello
su conveniente atención podría ayudar grandemente a mejorar la calidad de vida.
En nuestro día a día profesional, es común depositar los objetivos en la atención de los músculos para optimizar
las diferentes potencialidades físicas. Sin embargo generalmente no se dimensiona acabadamente lo que
representa la masa muscular para la salud en general.
Desde no hace mucho tiempo se viene poniendo un especial énfasis en el análisis de la cantidad de músculo que
una persona tiene y su asociación directa o indirecta con diferentes patologías. En este punto justamente, un
natural detrimento del tejido muscular ha comenzado a ser visto desde otros aspectos en razón de los intrínsecos
vínculos que ello tiene con ciertas patologías en las cuales los músculos son de alguna forma controladores de la
homeostasis para que ellas no aparezcan o, si se presentan, su impacto en el organismo sea menor.
Con el transcurrir de los años, nuestro cuerpo sufre una serie de cambios en la composición corporal que provoca
un aumento del peso graso y un descenso de la masa magra. Esta pérdida de masa muscular (componente de la
masa magra) asociada con el envejecimiento, puede deberse a los cambios estructurales del aparato músculo
esquelético, a las enfermedades crónicas y sus tratamientos, a la atrofia por desuso o a la malnutrición (Evans y
Campbell, 1993).
Lamentablemente la sarcopenia ha venido a ser observada como un problema en etapas avanzadas de la vida,
momento este en que las estrategias de prevención ya no son tan efectivas. En verdad, la pérdida de masa
muscular comienza entre los 20 y 30 años en personas sedentarias, pero como históricamente no hemos valorado
nuestras proporciones corporales sino que nos limitamos a medir el peso corporal (PC), pues la estabilidad de éste
se convirtió muchas veces en sinónimo de bienestar físico. Esta verdadera “desconsideración fraccional” de nuestro
cuerpo condujo durante mucho tiempo a no reparar en el hecho de que dos compartimientos bien definidos del
organismo, como lo son el muscular y el graso, eran capaces de mudar sus proporciones y a pesar de ello no
variar nuestro PC. Es así, que a lo largo de nuestra vida podemos mantener un peso estable y sin embargo perder
lentamente masa muscular, ganar grasa en igual cantidad y con ello seguir pesando lo mismo durante años, algo
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que efectivamente ocurre en muchas personas.
El envejecimiento, como acontecimiento biológico natural, claro está, conlleva una disminución de la masa
muscular así como una degeneración neuronal que concluirá, infelizmente, en una dependencia funcional de otras
personas. Como consecuencia de las severas implicancias que este fenómeno de incapacidad genera, se viene
prestando una especial atención al entrenamiento de la fuerza como el medio para controlar la pérdida de la
musculatura esquelética que ocurre con la edad.
Desde el punto de vista fisiológico, la sarcopenia puede estar provocada por la disminución de elementos
contráctiles (Young et al, 1984), por la reducción del número total de fibras musculares (10% a partir de los 50
años), por la disminución del tamaño de las fibras musculares tipo II o de contracción rápida y por una pérdida de
unidades motoras (Stolberg y Fawcett, 1982).
La fuerza muscular es necesaria para poder realizar las más diversas tareas del día a día como subir escaleras,
levantarse de la cama, o simplemente andar. No obstante no debemos olvidar que la disminución de esta cualidad
física es una de las causas principales de la pérdida del equilibrio en personas mayores, que trae consigo una
propensión a las caídas lo que provocará en la mayoría de los casos fracturas de los frágiles huesos osteoporóticos
(Bassey et al, 1992).
Son los cambios en la capacidad contráctil del músculo los que originan en el anciano una disminución de la
condición para desarrollar la fuerza máxima (Sargent, 1996). Si un músculo se vuelve más lento con la edad, esto
tendrá implicaciones no sólo para la capacidad de desarrollar la fuerza necesaria para las actividades cotidianas
sino que podrá reducir críticamente la velocidad refleja. De esta manera, ciertos movimientos instintivos protectores
no actuarán frente a problemas inesperados de equilibrio y ello aumentará el número de caídas (Vandevoort y
Hayes, 1989).
Es innegable que con la edad se pierde masa muscular, pero es muy difícil distinguir lo que es perdida fisiológica
de lo que es atrofia por inactividad. Un estudio realizado en atletas suecos mayores de 65 años demostró que
únicamente aquellos que realizaban entrenamiento de potencia (levantamiento de pesas) eran capaces de
mantener las características del músculo joven (Serra, 1997). Sin embargo los atletas que realizaban
entrenamiento de resistencia tenían la misma hipertrofia muscular y un descenso similar de la capacidad
enzimática que los individuos sedentarios. Mucho más claros son los efectos de la inactividad en ancianos en los
que el nivel de fuerza está claramente disminuido (Serra, 1997). Se concluye así que la reducción de la fuerza
muscular esta entonces condicionada por las limitaciones funcionales del sujeto.
La disminución progresiva de la masa muscular así como la debilidad que ocurre en los músculos con el
envejecimiento, se revelan también como un componente importante que contribuye a la pérdida de dinamismo.
Este deterioro es además causal de la merma de independencia en el anciano, de una mayor demanda de
servicios sanitarios, aislamiento social, depresión y abandono (Sargeant, 1996).
El entrenamiento de fuerza ha sido por lejos una de las áreas de mayor conflicto entre los profesionales de la
actividad física y la salud cuando es analizado tanto para la fase temprana como en la tardía de la vida. Los
estudios más recientes ponen de manifiesto que entrenar esta capacidad conduce a incrementos en la fuerza
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máxima así como en la producción de fuerza explosiva, con adaptaciones en el sistema nervioso e hipertrofia
muscular, tanto en sujetos de mediana edad (alrededor de 50) como en personas mayores (más de 70) de ambos
sexos. El aumento de fuerza y masa muscular obtenido gracias al entrenamiento en los longevos supone por ello,
una ganancia de independencia funcional y por lo tanto una mejora en la calidad de vida, lo que implica menor
dependencia de otras personas y, obviamente, reducción del riesgo de contraer patologías músculo-esqueléticas y,
secundariamente, otras de índole metabólica.
EL SINDROME DE FRAGILIDAD
Un cuadro especialmente preocupante ha comenzado a ser muy analizado desde las ciencias médicas y es el
llamado “Síndrome de fragilidad”. Se caracteriza por cursar con manifestaciones clínicas bien diferenciadas a
saber: pérdida de peso, anorexia, astenia y debilidad general. Pero otros cambios fisiológicos también son de
destacar dentro de este síndrome por su importancia para la calidad de vida: existe un aumento del tono simpático
basal, lo que incrementa la liberación de cortisol y que a su vez repercute en el aumento de la resistencia a la
insulina, en la pérdida de masa ósea y muscular y en el deterioro de la respuesta inmune por incapacidad de dicho
sistema inmunológico, con un aumento de la susceptibilidad a las infecciones. Así, el síndrome de fragilidad
entonces cursa con fenómenos clínicos típicos como lo son la debilidad general, la anorexia, la pérdida de peso, la
atrofia muscular, la reducción de la masa ósea, y alteraciones en la marcha y el equilibrio. Sin dudas que todo esto
a edades seniles se presenta como un cuadro definitivamente grave toda vez que un anciano con síndrome de
fragilidad es una persona con una alta potencialidad de padecer caídas por inestabilidad motora, de presentar
cuadros recurrentes de patologías por debilidad del sistema inmune, y con un alto deterioro funcional.
Si bien es cierto que la mayoría asocia a la fragilidad como una situación propia de la vejez y la evolución de las
enfermedades, “no todos los adultos mayores son débiles ni todos los débiles están enfermos” como bien afirman
algunos investigadores de este fenómeno. Esto sin dudas ha complicado a los científicos a la hora de definir
acertadamente síndrome.
Se sabe también que existe un umbral de funcionamiento normal para diferentes órganos y sistemas, el que se
halla al 30% de sus capacidades funcionales máximas. Para algunos investigadores (Fried, Walston 1998-
Buschner, Wagner 1992) esta noción permite extrapolar el valor para considerarlo como el umbral de fragilización.
Para otros, esto es solo una medida de la falla de un órgano o sistema y no del individuo en su conjunto en razón
de que se pueden encontrar sujetos en los cuales pueda haber una disminución de hasta un 70% en la capacidad
funcional de éstos y sin embargo ello no implicar que la persona esté frágil. De todas maneras hay consenso en
afirmarse que una reducción de esos valores en la capacidad funcional máxima bien puede servir de parámetro
para encuadrar la problemática en una potencial fragilización del individuo.
Sin el ánimo ni el propósito de entrar en la problemática de las patologías por no ser el área de desarrollo,
abordaremos la situación propia del “síndrome de fragilidad” desde nuestro campo profesional toda vez que son
variados y multifacéticos los aspectos que pueden ser atendidos en el propósito de tratar esta dificultad
gerontológica (y no tanto) con nuestras propias herramientas de trabajo, esto es, la dinámica corporal.
Comenzaremos por reconocer que según las estadísticas entre un 10 y un 25% de los sujetos mayores de 65 años
pueden considerarse frágiles llegando al 46% a los 85 años de edad. Esta vulnerabilidad fisiológica sería la
consecuencia de un deterioro de las reservas homeostáticas que concluirían en una menor respuesta al estrés. De
todo ello hemos expuesto más arriba. Sin dudas que la detección precoz de esta problemática en un anciano
puede ser la llave para impedir el agravamiento del síndrome. De allí que una vez diagnosticado, toda nuestra
acción estará dirigida al movimiento como actividad primaria, a programas físicos adaptados y a rápidas
modificaciones dietéticas nutricionales.
La masa muscular del hombre constituye la reserva proteica más grande del cuerpo, representando el 45% del
peso corporal total (Buchner 1997-Evans 1996), de allí su valorable contribución metabólica y funcional. Según
estudios del “Centro para el control de las Enfermedades de Atlanta” (EEUU) sólo el 20-25% de los adultos
mayores hace una actividad física suficiente y apenas un 5% de los hombres y un 2% de las mujeres generan un
esfuerzo físico adecuado como para aumentar la masa muscular (weibel, 2000).
Un dato por demás interesante es que tanto los músculos antigravitatorios como los de las extremidades inferiores
pierden su fuerza con el doble de velocidad que los músculos más pequeños. Es en las piernas donde ocurren los
más importantes descensos de tejido muscular asociados con el envejecimiento (Frontera, Hughes, Fielding,
Fiatorone, Evans, Roubenoff, 2000), los que acarrean la pérdida de las capacidades funcionales (Hunter,
Thompson, Adams, 2000), termorregulatorias (Anderson GS, 1999) e inmunitarias (Mariani, Ravaglia, Forti,
Meneghetti, Tarozzi, Maioli, et al, 1999) así como un deterioro del estado nutricional. Estas modificaciones alteran
los depósitos proteicos tanto como la funcionalidad muscular de una manera significativa, de allí que algunos
investigadores sostengan que la sarcopenia sea la causa primaria de la fragilidad. Todo esto, asociado a una
inconveniente nutrición, desencadenará más tarde o más temprano en un desorden orgánico general que
repercutirá en la vida cotidiana.
Como una manera de ayudar al control de la pérdida proteica, se ha sugerido suplementar con alrededor de
1.5gr/kg. a 2gr/kg. de peso corporal y por día de proteínas, principalmente provenientes del suero de la leche y
huevo, así como incorporar aminoácidos de cadena ramificada. Sin dudas que estos valores de suplementación
están muy por encima de lo que habitualmente se sugiere para la persona normal que fluctúa en los 0.7 a 0.9gr/kg.
de peso corporal. En este punto, será el especialista en nutrición el que valorará las consecuencias de dicha
ingesta por sus potenciales repercusiones orgánicas.
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ya es evidente en sujetos de mediana edad (alrededor de los 50 años) al compararlos con individuos de 20 años de
edad.
Las proteínas del tejido muscular incluyen, básicamente, las estructurales o sarcoplásmicas, y las contráctiles
miosina de cadena pesada (MCP) y actina. Las más importantes del músculo que participan en la contracción son
la MCP y la actina. Estudios revelaron que la VSF de la miosina de cadena pesada era más baja en individuos
mayores, mientras que la VSF de las proteínas sarcoplásmicas no estaba deteriorada (Balagopal P, Rooyackers
OE, Adey DB, et al., 1996). Además, se encontró un descenso en la fuerza del músculo con la edad y se
correlacionaba con un descenso en VSF de las proteínas del tejido muscular (Balagopal P, Rooyackers OE, Adey
DB, et al., 1996). Este descenso en la VSF de la miosina de cadena pesada estaba relacionado con la edad, es
decir, disminuía progresivamente desde alrededor de los 20 años para los 50 y agravábase de allí para los 80.
Como podemos apreciar, la sarcopenia tiene una manifestación tardía por sus repercusiones sistémicas, pero sus
inicios son bastante más tempranos. Es por ello que la atención de la fuerza en los jóvenes, con ejercicios
adecuados y adaptados, resulta en una inversión en salud también a futuro. No es nuevo ni desconocido que
justamente los entrenamientos de fuerza a intensidades elevadas son los únicos métodos que actúan sobre la
síntesis de las diferentes formas de miosina. Pues con una ajustada estrategia evolutiva de planificación de dicha
cualidad bien podemos estar resguardando al organismo de aquellos deterioros propios de la edad, pero no
exclusivos ni mucho menos excluyentes.
Tanto el tejido conjuntivo de sostén como la grasa aumentan con los años, por lo que la sarcopenia solo se puede
definir como un proceso de reducción en el número o las dimensiones de las fibras. En cuanto al número, según
Lexell y col, la disminución de las miofibrillas comienza alrededor de los 25 años de suerte tal que al llegar a los 80
años de edad, la merma está en torno al 40%, con una media de un 8 a 10% por año. Un simple análisis permite
advertir que alrededor de los 50 años la pérdida ya ronda el 20%. Merecería aquí considerarse que justamente
entre los 30 y los 50 años de vida, las personas procuran alcanzar sus máximos rendimientos profesionales,
sociales y económicos, algo que por lo general los compromete con un nivel de vida bastante más cercano al
sedentarismo por el consumo de tiempo que implican ese tipo de conquistas. Muchas horas de trabajo y escasa o
nula dedicación al cuerpo, tanto en lo inherente a actividad física como con el control nutricional, son las
dominantes (a veces por propia elección) en estas dos décadas de nuestra vida. Es quizás en esta fase etaria
donde se aproximan con mayor peligro la sarcopenia y el exceso de peso graso. Basta observar las figuras
siguientes en lo que respecta a la evolución del peso corporal así como el incremento en las comidas con alto tenor
graso en los últimos decenios, para dimensionar la problemática. Allí apreciamos como el exceso de peso graso va
de menor a mayor desde los países menos desarrollados a los más ricos (Figura 1) y también se observa (Figura
2) que el contenido de grasas en la alimentación aumenta con los ingresos económicos, aun en los países pobres.
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Figura 1. El sobrepeso va en ascenso de los países menos a los más desarrollados: Al desarrollarse los países,
afrontan muchos problemas comunes en el mundo industrializado. La obesidad es uno de los más preocupantes.
Fuente: OMS 2000.
Figura 2. Mayores ingresos y dietas más grasas: Conforme aumentan los ingresos, incluso en los países pobres
sube el contenido de grasas de la alimentación, En 1962, una alimentación con 20% de grasa correspondía a un
PNB de 1.475 dólares EEUU. En 1990 esta cifra era de sólo 750 dólares. Fuente: Adaptado de B. Popkin, Bellagio,
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Italia, 2001.
Retomando la problemática de la sarcopenia, destaquemos asimismo que la disminución del volumen muscular
señalado no se corresponde exactamente con el número de fibras desaparecidas. En lo inherente a cuáles están
más comprometidas en esa pérdida, las FT1 se ven poco afectadas por el envejecimiento, permaneciendo
prácticamente iguales a los 20 que a los 80 años, mientras que la disminución del tamaño de las FTII es de un 26%
ya en la vejez.
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Figura 4. Pérdida de las Fibras Musculares con la edad.
En cuanto a los capilares que irrigan las fibras, se piensa que a pesar de que la vascularización se conserva
adecuadamente, en la edad avanzada tanto en las mujeres como en los hombres sedentarios ella está disminuida.
Esto en verdad quiere decir que la reducción refiere básicamente a la densidad capilar por fibra, lo que obliga a
pensar que, finalmente, si bien la sangre llega a la región, la distancia de difusión capilar-muscular es mayor y con
ello todos los fenómenos de “aporte a” y “eliminación desde” las fibras se verán afectados.
En lo que refiere a las manifestaciones metabólico-energéticas, las evidencias aportadas por los diferentes autores
coinciden en que el envejecimiento no ejerce función negativa sobre la glucólisis anaeróbica. La opinión no es
única en la vía aeróbica, por otro lado. Aquí, los científicos tienen posiciones contradictorias, aunque es posible que
las diferencias expresadas por ambos grupos de investigadores se deban al nivel de actividad desarrollada por los
sujetos investigados antes de comenzar el estudio (activos o sedentarios) (Marcos Becerro)
La pérdida de fuerza, y sobre todo la absoluta, es una de las alteraciones más interesantes y no menos
preocupantes asociadas a la sarcopenia. Hasta los 30 años, la fuerza se conserva bastante bien; entre los 30 y los
50 años, se pierde un 15% y a partir de esa edad, en cada decenio la merma asciende al 30%.
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Figura 5. Pérdida de la Fuerza con la edad.
En cuanto a las relación fuerza-velocidad, parece ser que el envejecimiento no modifica sensiblemente dicho
parámetro, no aconteciendo lo mismo sobre los efectos del envejecimiento en la potencia muscular, observándose
un descenso cercano al 30% en la potencia máxima desarrollada y un 45% en la potencia máxima mantenida.
La atrofia muscular y la pérdida de fuerza tienen mucho que ver con las alteraciones que se originan en las
conexiones sinápticas de la unión neuromuscular. A lo largo del proceso de envejecimiento, el deterioro de las
fibras rápidas es superior al de las lentas. Esto tiene enormes implicancias en el campo de la fuerza toda vez que
son las primeras las que reúnen las características necesarias para desarrollar grandes tensiones.
Otro hecho interesante lo constituye la disminución de las neuronas del asta anterior de la médula (lumbosacra),
alrededor de los 70 años. El porcentaje de las pérdidas alcanza el 32% ya para alrededor de los 90 años según
advierten Tomlinson e Irving. También con la edad disminuye el número de unidades motoras, (Cambell, Sperling)
Al igual que en otras estructuras, el sedentarismo que acompaña frecuentemente a la involución, agudiza la
problemática. Es justamente por esto que la actividad física sistemática ayuda enormemente a los ancianos.
Como podemos apreciar por lo anterior, la desnutrición crónica se convierte en un factor de producción de balance
energético negativo, lo que unido a los demás elementos mencionados, favorece también la aparición de
sarcopenia. En este punto, la malnutrición condiciona indirectamente pues la disminución de la fuerza, de la
resistencia muscular, de la tasa metabólica de reposo y del consumo de oxígeno. No son pocos los investigadores
(Fried, Walston, 1998) que consideran a la sarcopenia como la puerta de entrada al “ciclo de fragilidad”.
La insuficiente ingesta de proteínas en la dieta podría ser una causa importante de sarcopenia. La respuesta a un
descenso a largo plazo en el régimen proteico es una pérdida en la masa corporal pero sin la bajada concomitante
del componente graso. La Cantidad Diaria Recomendada (Recommended Dietary Allowance, RDA) en los Estados
Unidos de 0.8 g/kg/d, se basa en datos obtenidos de individuos jóvenes. Informes recientes señalan que el
consumo seguro para los adultos mayores es de alrededor del doble.
1. Fatiga
2. Pérdida de más de 4.5kg de peso corporal en un año
3. Falta de actividad física
4. Disminución en la velocidad de caminar
5. Menor fuerza de prensión medida por dinamometría
Sin dudas que en función de lo conocido sobre este cuadro propio de la vejez, la mejor estrategia para su control
es la combinación de una adaptada planificación de actividad física y de un control nutricional que contemple los
aportes suficientes de proteínas que restituyan los depósitos musculares de los referidos nutrientes. La
participación en un programa de ejercicios es capaz de controlar y hasta evitar algunas de las enfermedades
propias de la ancianidad. Es así que actividades de tipo aeróbicas como de fuerza son consideradas propicias para
envejecer con una mejor calidad de vida.
Hoy está plenamente demostrado que la edad avanzada no es una limitante en la capacidad de adaptarse de
diferentes órganos y sistemas. Obviamente que ello no implica volver a niveles de performance propios de la
juventud, pero sí de obtener parámetros fisiológicos de la tercera o cuarta década de la vida y rendimientos
motores muy superiores a los imaginables en función de la edad. El envejecimiento es un proceso complejo que
involucra muchas variables, tales como factores genéticos, estilo de vida y enfermedades crónicas, que al
interactuar entre sí influyen significativamente en la forma de envejecer. La participación regular en actividades
físicas, tanto aeróbicas como de fuerza, genera una serie de respuestas favorables que propician una vejez más
saludable y productiva.
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aumento en la grasa intramuscular. Estos cambios son más evidentes en las mujeres.
La atrofia muscular podría ser el resultado de la pérdida gradual y selectiva de fibras musculares, como ya
expresamos. Estudios de biopsia muscular muestran que el número de fibras musculares en la sección media del
vasto lateral es significativamente menor en hombres de entre 70 y 73 años, comparados con los hombres más
jóvenes (entre 19 y 37 años). La disminución es más acentuada en las fibras musculares del Tipo II, las cuales
disminuyen en promedio un 60% en los hombres sedentarios.
La reducción en la fuerza muscular es el elemento principal del envejecimiento normal. Datos proporcionados por el
estudio Framingham indican que el 40% de la población femenina de entre los 55 y los 64 años, el 45% de entre 65
y 74 años, y el 65% de las comprendidas entre 75 y 84 años no pudieron levantar 4.5kg. Además, de manera
similar, porcentajes altos de mujeres en esta población no consiguieron realizar ciertas labores del trabajo
doméstico normal. Se ha señalado que la fuerza isométrica y dinámica de los cuadriceps aumenta hasta los 30
años y disminuye después de los 50 años. Por lo general, se da una reducción aproximada del 30% en la fuerza
entre los 50 y los 70 años, pérdida que se agudiza luego de alcanzada esta edad. En un grupo de hombres y
mujeres sanos de 80 años que se estudió en el Copenhagen City Heart Study, se encontró que la fuerza en el
extensor de la rodilla era 30% menor que en una población estudiada previamente de hombres y mujeres de 70
años. Por lo tanto, los datos transversales y longitudinales indican que la fuerza muscular disminuye alrededor de
un 15% por decenio en la sexta y en la séptima década y alrededor del 30% más tarde. De todas maneras y
aunque existen ciertos indicios de que la función muscular disminuye con el envejecimiento, la mayor pérdida de
fuerza se debe a la disminución del tejido muscular asociado a la edad.
CONCLUSIONES
Hoy sabemos bastante más acerca de la adaptabilidad de diversos sistemas biológicos, así como de las maneras
en que el ejercicio regular influye en ellos.
Incluirse en un programa de ejercicio es una forma eficaz de evitar algunas de las enfermedades que se asocian
con el envejecimiento. La capacidad de entrenamiento de los individuos mayores, incluyendo a los octogenarios y
nonagenarios, se evidencia en su habilidad para adaptarse y responder al entrenamiento de resistencia y de
fortalecimiento. Los esfuerzos de tipo aeróbicos mantienen y mejoran varios aspectos del funcionamiento
cardiovascular, como lo son el VO2, el rendimiento cardiaco, y la diferencia arteriovenosa de O2. El entrenamiento
de fortalecimiento ayuda a compensar la pérdida de masa muscular y de fuerza que por lo general se asocia con el
envejecimiento normal. Entre los beneficios adicionales que se derivan del ejercicio regular se reconoce una
mejoría en las condiciones óseas y articulares, un riesgo menor de padecer osteoporosis; una mejoría en la
estabilidad postural y mayor equilibrio y, por lo tanto, una disminución en la posibilidad de caerse y padecer
fracturas, un aumento en la flexibilidad y en el rango de movimiento, y las mejoras y/o controles de ciertos perfiles
metabólicos. A todas estas ventajas reconocibles es bueno adicionarle el bienestar psicológico implícito que
representa poder dominar el cuerpo en las edades más avanzadas, algo que cuando se está imposibilitado de
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concretar, agrega al anciano una recurrente depresión frente a tal incapacidad.
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