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Convocamos a nuestra primera reunión en octubre de 2018 en la UNLP (donde planificamos una serie de
conversatorios y entrevistas para realizar a futuro, junto con la producción de estos documentos abiertos). La
convocatoria de la segunda reunión y primero conversatorio se realizó en noviembre del mismo año en la HCDN,
como ‘género y transparencia’, aclarando que no se incluirían tópicos de diversidad sexual (aún) por falta de
estructura para hacerlo (pero creemos necesario y tenemos total interés en incluirla si recibiéramos asistencia en
ello). Luego de finalizado el encuentro, nos resultó lo más adecuado corregir el título y rebautizar esta Agenda
explícitamente como ‘Mujeres y Transparencia’.
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Detrás de todo hay algo de historia personal: hace varios años me tocó ser funcionaria y luego asesora en dos
direcciones a cargo de violencia de género (por entonces , entendida sólo como doméstica y contra mujeres cis).
Esa experiencia nos convenció de que la batería de mecanismos transparentadores podrían destrabar opacidades
donde se asienta esa violencia, como también mejorar protocolos de intervención, prevención y asistencia.
Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
Disquisiciones
Antes de plantear este cruce, es necesario deslindar algunas asociaciones apresuradas con las
que podemos tropezar a la hora de pensar la transparencia gubernamental:
Primero, su reconocimiento implícito en un sistema democrático. Ello implica que los
mecanismos legales y administrativos sólo le otorgan precisión a su ejercicio, pero si ellos no
existieren, ostenta de cualquier modo un status constitutivo en el orden democrático. La razón
es sencilla: el poder estatal está formalizado en base al constitucionalismo y la publicidad
-acceso a la información, visibilidad, vigilancia, control del poder- para evitar que el secreto de
Estado impida el ejercicio de derechos (Rabotnikof, 2005). Nuestra legislación en transparencia
e integridad pública es incipiente. Esto no es menor, y, sin duda, es de gran premura
solucionarlo. Pero, para mostrar que ello no debe ser impedimento, razonemos por negativo:
por un instante, la falta total de legislación nacional vigente. Aún en este caso la transparencia
gubernamental ostenta reconocimiento positivo de nivel constitucional por vía de tratados
internacionales (art. 75, inciso 22, CN), a lo que se suman los acuerdos ejecutivos con
organismos internacionales de crédito, financiamiento y desarrollo (sin olvidar que ella aparece
como requisitos para implementar los múltiples mecanismos de cooperación internacional
(Schenone, 2002)). No obstante, nuestro país ha avanzado en una legislación inicial -lento y
con pendientes, pero ha avanzado-: tenemos una dotación mínima de instrumentos
preventivos contra la corrupción y un régimen -también mínimo- de integridad pública (Ley
25.188, Decreto 41/1999, Decreto 201 y 202/2017, Decreto 117/2016, Ley 27.275 y otra
legislación relacionada).
Lo segundo que debemos tener en cuenta es no identificar a la transparencia gubernamental de
los discursos de la apertura de la gestión. Por supuesto que están relacionados, pero es
necesario recolocar el verdadero alcance de cada uno: la transparencia es el género, la apertura,
la especie. Veamos cómo: El denominado Estado abierto es un dispositivo (con varias
herramientas a su interior (Mariñez Navarro, 2016), que, si lo vemos desde la transparencia -el
género-, resulta un componente más entre otros de igual -o incluso mayor importancia- que
procuran la construcción de valor público por la vía de la calidad institucional, actuando
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preventivamente contra la corrupción3 (esos otros componentes incluyen el Régimen de
Integridad Pública -leyes, decretos y disposiciones administrativas que regulan la actividad de
los agentes y procedimientos públicos-, el régimen de DDJJ, la prevención de conflictos de
interés, regulación de compras públicas, contralor interno y externo, etc). El conjunto de estas
medidas preventivas con las punitivas (determinadas por el Código Penal) es lo que llamamos
economía de la transparencia4. Así, el conjunto de políticas públicas (dentro de las cuales estaría
comprendido el Estado abierto), leyes, regulaciones, organismos de control y otras
herramientas, conforman el ecosistema de transparencia de un país.
El Estado abierto, a su vez, puede ser desagregado y ostentar algunos componentes muy
interesantes: La innovación pública abierta que se propone mejorar procesos organizacionales y
servicios a la ciudadanía, como también intervenir sobre algunas problemáticas de corte social
(y por cierto, para la innovación, la tecnología digital puede -o no- ser una condición. Existen
mecanismos de innovación social que no apelan a ella), Otro caso, potente por demás, son los
datos abiertos, que revisten un caso particular: son una herramienta extremadamente eficaz a la
hora de ponerlos al servicio de una agenda. Si bien es una herramienta especializada, hoy por
hoy resulta relativamente sencillo lograr apoyarse en datos para incidir en una agenda para las
mujeres y tal vez podamos incidir a través de actores especializados que existen en la
agregación nacional y de algunas provincias. Los datos permiten encontrar patrones,
inconsistencias y regularidades que no son simples de ver a simple vista. Pero también,
permiten incidir en base a evidencia y no a lo que podemos (mal) presuponer acerca de un
tópico. No obstante todas estas ventajas, los datos y la apertura en particular no cancelan esta
ATM, es necesario contar con más herramientas que recaen sobre las políticas de transparencia.
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La corrupción, allende los matices de la definición, implica un abuso de poder, que se concreta al romper la
relación fiduciaria entre Estado y ciudadanía poniendo un deber público al servicio de un beneficio privado
(individual o colectivo). Cf. PNUD, 2009
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Cuenta con un aspecto preventivo (ex ante) asentado en mecanismos institucionales y políticas públicas de
transparencia; y un aspecto punitivo (ex post) tipificado por el Código Penal argentino (Título II del Libro Segundo
-delitos contra la administración pública-, completados con otros delitos, subsidiarios de los primeros). En el
preventivo encontramos los organismo de contralor institucional interno y externo por un lado, y por el otro las
políticas públicas de transparencia, que incluyen la regulación de conflictos de interés, declaraciones juradas
patrimoniales, regulación de compras y licitaciones, régimen de integridad (es decir, leyes que regulan el
comportamiento de las y los funcionarios y agentes públicos), acceso a la información pública (o transparencia
pasiva, aquella que precisa de un pedido explícito de la pieza de información), y el estado abierto (o transparencia
activa, donde la información queda disponible por defecto). En nuestro criterio, sumamos aquí los cuatro aspectos
que se mencionará más adelante (prácticas, diseño institucional, dispositivos particulares y compliance).
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En esencia, la apertura y sus componentes se incluyen en un esquema mayor y como
elemento, sirven a propender a la transparencia. Pero no la completan, sólo conforman un todo
junto a otros componentes. Por eso no son ‘la transparencia’ en sí misma, como tampoco lo
serían los otros componentes por separado: es el conjunto de ellos en funcionamiento pleno lo
que nos dará un dispositivo preventivo de lucha contra la corrupción (PNUD, 2009). Por eso, y
para terminar, los poderes de Estado pueden tener una política de apertura, lo que puede
indicar interés en la transparencia (tendremos que evaluar sobre el caso y ver cuán robusta es la
propuesta), pero ello no la hace transparente, como un hecho consumado: aún será necesario
que implemente y profundice todos los componentes de lo que más arriba llamábamos
economía de la transparencia.
Lo tercero implica, evitar quedarnos en lo más evidente, pedir información. Nos explicamos: Si
bien la transparencia suele ser concebida informacionalmente, es decir, (sólo) un mecanismo
de mejora institucional que apunta a la evidencia y visibilidad (Uvalle Berrones, 2016) a través
de la disponibilización y publicación de información gubernamental, creemos que este es sólo
un sector -importante, sin dudas, pero sólo una parte- de un dispositivo preventivo de lucha
contra la corrupción y de contralor del poder, mucho más grande y abarcativo. Existen
esquemas organizacionales que desplazan la transparencia (cuanto más jerárquicas es una
organización, más posibilidad de discrecionalidad tienen sus altos cargos), existen prácticas
organizacionales que la desalientan (muchos compartimentos de una misma organización
tienden a competir con otros y, para llevar a cabo esa competencia necesitan discrecionalidad.
La manera de asegurarla es la opacidad. También encontramos prácticas que muestran poco
apego a un procedimiento, y esa improvisación, ese desorden, es caldo de cultivo para que se
encuentre la manera de dar curso a cualquier comportamiento indeseable -desde el
moralmente reprochable hasta el abiertamente corrupto-)5. De este modo, si nos quedamos en
la última parte del circuito -el pedido de información-, es posible que, si este tipo de
dispositivos existen, el pedido sea infructuoso. Ver la transparencia como algo más que un
5
No toda discrecionalidad es negativa. La discrecionalidad es una característica constitutiva del poder, necesaria
para su propia eficacia. Más allá de la política, se tiene el poder de realizar algo porque no existe una fuerza en
sentido contrario que lo impida. El poder es una energía social que hace que muchos procesos sucedan, algo
imprescindible para el funcionamiento de un agregado social. Pero cuando la discrecionalidad sobrepasa cierto
límite, este cheque en blanco puede permitir abusos de poder y exclusiones, La transparencia debe encontrar el
punto político, legal y técnico que permita el espacio que el poder necesita para mantener activa la dinámica social,
pero que a su vez lo acote lo suficiente para evitar que su concentración en unas pocas manos genere todo tipo de
externalidades societales negativas por encontrarse concentrádola concentración del poder en un sector de la
sociedad.
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comercio de información entre sectores nos permite que, ante la falta de obtención, podamos
intervenir sobre todos los procesos que ella tiene como requisito previo. Esto será
especialmente sensible en una agenda de incidencia por las problemáticas de las mujeres,
donde diferentes dispositivos de subordinación y exclusión nos enfrentarán a una búsqueda
que, desde el inicio, podemos presumir tendrá vacíos. Como síntesis, reiteramos entonces que
la transparencia parece ser algo más que publicar información por defecto o brindarla cuando es
requerida. Es, también, una herramienta para contrabalancear al poder de manera más
compleja y sistémica que la disponibilidad de un output informacional. Y no sólo ‘algo más
grande’ que la disponibilidad de información: es, también, algo más específico. Entonces, a las
herramientas preventivas conocidas (régimen de integridad, organismos de control, estado
abierto, etc.) le sumaremos prácticas (desde las más invisibles hasta las más evidentes),
dinámicas y diseños organizacionales (mencionamos más arriba que el circuito de relaciones
en sistemas jerárquicos y estancos favorece la opacidad, a falta de mecanismos de gobernanza
también, etc.)
Creemos que la economía de la transparencia tiene que incorporar un factor más: los
dispositivos particulares, es decir, las problemáticas específicas sobre las que se puede abrir un
foco e intervenir para potenciar su visibilidad, reconocer necesidades -atadas a un espacio y
tiempo determinado- y permitir articulaciones teóricas y políticas para que devengan en
empoderamiento, mayor participación política y compromiso social con causas6. Por supuesto,
este es el lugar de la transparencia puesta al servicio de diferentes agendas: infancia, adultos
mayores, mujeres, diversidad, y tantas otras. Como se ve, en su mayoría, agendas de derechos
humanos (Saldaña Malagamba, 2005). Aquí tenemos que volver a la información y recuperar
el sentido del ejercicio del derecho de acceso a la información como un derecho humano7: un
ejercicio que permite el ejercicio de otros derechos (de manera concreta: pedimos información
al Estado para el seguimiento de una causa, para ver el algún proceso interno de la
administración pública que necesitamos reconstruir y cotejar si existió una vulneración de
derechos, para comprobar si una medicación debida fue asignada a un particular, y un largo
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Existe un componente más, del orden del comportamiento corporativo (compliance) que, si bien pertinente a la
agenda de las mujeres (la inequidad, en todas sus caras, se hace particularmente significativa en el mundo
corporativo), la dejaremos de lado por ahora, hasta que logremos estructurar un espacio para aspectos de
compliance y mujeres (su diseño y ejercicio, su instrumentación y resultados).
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Con reconocimiento formal en el Sistema Interamericano de DDHH tras el fallo Claude Reyes vs. Chile (2006), la
CIDH erigió como derecho humano -ligado a la libertad de expresión- el ejercicio del derecho de acceso a la
información pública (la principal herramientas para la transparencia cuando es entendida informacionalmente).
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etcétera). De este modo, la perspectiva de acceso a derechos (Naessens, 2010), amplía el
espectro de la incidencia de la transparencia en la gestión pública y la pone al servicio de otros
fines8 (Guichot, 2014). Esta perspectiva desencaja a la transparencia del fin de la calidad
institucional para ponerla, entonces, al servicio del mundo de la vida, por utilizar esa expresión
habermasiana. Esta transparencia, puro medio, puede mostrar las capas de interacciones
sociales donde las mujeres mantienen un lugar que da cuenta de relaciones de poder
socialmente determinadas. Conocerlas, nos permitirá intervenir sobre ellas.
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La transparencia siempre tiene otro fin (no es el objeto de estas líneas, pero su fin es el involucramiento de
diferentes actores con lo público). Usualmente, se la concibe como un medio para interpelar a la ciudadanía y que
ella participe en los procesos de la gestión, pero creemos que este es sólo un vector, acotado, especializado, y que
no siempre, llega a cambiar de plano problemas que atraviesan la sociedad (inequidades, fenómenos por completo
invisibilizados.
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Derechos, género9 y transparencia
La perspectiva de acceso a derechos ensambla mujeres y transparencia históricamente, por lo
que es casi absurdo plantearse una articulación: esas dos agendas nunca estuvieron
desarticuladas. El denominado movimiento (no gubernamental) de derechos humanos, también
conocido como ciudadanía activa, surgió para la promoción y respeto de los derechos humanos
en la década de los 1960s (por ejemplo, Amnistía Internacional se funda en 1961, luego, en
1968, con la crisis de Biafra, la neutralidad entendida como silencio entra en colisión con la
dimensión moral de la asistencia humanitaria, nace el sin fronterismo (Currea Lugo, 2008)). Así,
el segundo auge de los DDHH10, comienza a manos de ciudadanas y ciudadanos organizados
en la sociedad civil, y su primera causa, el género, se anclará al inicio de la década en paralelo al
comienzo de la segunda oleada de un feminismo que abogaba por la equidad laboral y
derechos reproductivos. En esta década surge la agenda afirmativa de diversidad -con la
revuelta de Stonewall Inn neoyorkino en el ‘69, que un año después devendría en la primera
marcha del orgullo gay11-, y se consolidan los derechos de tercera generación o de grupos
específicos (mujeres, niños, discapacidad, pueblos originarios y aquellos de naturaleza colectiva
-a la paz, desarrollo y a un medio ambiente limpio y sustentable-). Surgen también dispositivos
para la intervención ante casos de no reconocimiento de derechos, como la acción afirmativa (o
acción positiva en Europa) para interponer ante una práctica discriminatoria (Seoane, Gentilli,
Arriagada, 2006), compensarla y prevenirla a futuro.
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A partir de este punto del desarrollo, utilizaremos el término género para señalar a las mujeres (y al hacerlo a
diversidad lo explicitamos así). Por otro lado, somos conscientes que en algunos pasajes esta referencia resultará
por completo anticientífica -deberíamos anclar en tiempo y espacio el contexto, precisar el perfil de mujeres
hablamos, aclarar los alcances de la afirmación, etc.-, nos tomaremos esta licencia hasta el apartado donde
mencionemos trabajos con cruces específicos sobre género y mujeres.
10
El primero aconteció en la coyuntura de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 que inauguró lo
que pretendió ser un verdadero orden humanitario (sumemos a ella los cuatro Convenios de Ginebra del ‘49, la
Convención de los Refugiados del ‘51, y los juicios de Nuremberg y Tokio). Pero la creciente desconfianza que
terminó en la Guerra Fría minó el impulso inicial hasta la década siguiente (Mercado y Valente Andarme, 2010)
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Y a partir de aquí se desencadenan las iniciativas en ambas agendas (mujeres con los Tratados de la ONU sobre
mujeres casadas del ‘57 y el ‘62, la Recomendación de la OIT del 65, las Conferencias Mundiales de la Mujer desde
1975, CEDAW en 1979; y en términos de diversidad comenzamos con la decisión de la APA de remover a la
homosexualidad del Manual de Desórdenes Mentales, pero, que en términos de la OMS (ONU) habría que esperar
hasta 1992 para desvincularla de la enfermedad. Desde ya que estos hitos son importantes pero no han producido
los cambios significativos que precisamos
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Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
Los setentas esperaron a la ciudadanía activa con los reclamos medioambientales, y, en los
noventas, mientras comienza a surgir el postfeminismo, las democracias latinoamericanas en
transición democrática, empiezan a expresar algunos problemas socioeconómicos estructurales
post caída del Estado del Bienestar. Las reconfiguraciones estatales detectan que algunos de los
problemas de los treinta gloriosos podían ser abordados con mecanismos que prevengan la falta
de control sobre los procesos y la transparencia empieza a ser importante para el
financiamiento y la instrumentación de las reformas del Estado impulsadas por organismos
internacionales. La ciudadanía activa en estos temas aflora por completo en los '90s, a manos
del impulso de los organismos internacionales y comienza a cobrar relevancia mundial apoyada
en diferentes ámbitos (académico, gubernamental, y la propia sociedad civil12). El contexto,
obviamente, no estuvo ajeno (PNUD, 2009): el auge de operaciones financieras y comerciales
transnacionales post bipolaridad, el aumento en las inversiones extranjeras (IED) y el nuevo
orden mundial, junto con el comienzo de transferencias de divisas por medios electrónicos, le
dieron una nueva dinámica a la corrupción.
Si en la gestación de la década del ’80 comienzan a celebrarse con regularidad encuentros
internacionales (foros y conferencias mundiales), en los '90s, se comienza a ver a la corrupción
como un problema para el desarrollo. En 1990, Naciones Unidas prepara manuales para
combatir la corrupción13, y, en 1993, Peter Eigen, renuncia al Banco Mundial y funda
Transparencia Internacional. La primera Cumbre de las Américas de OEA en 1994, incorpora
transparencia en su documento, y, ese mismo año, en la Declaración de Belém Do Pará
-también importantísima para la agenda de las mujeres dado que contempla violencia, no
incorporada en la CEDAW de 1979-, los Ministros de RREE y Jefes de Delegación de los Estados
de OEA instaron al estudio de medidas acordes al ordenamiento jurídico de cada país para
combatir la corrupción, mejorar la eficiencia de la gestión pública y promover la transparencia y
la probidad de los agentes públicos (PNUD, 2009). Ya en el 96, el Banco Mundial, suscribe a
una estrategia anticorrupción propia que colocaba a la transparencia como condición para
financiamiento. Y, el mismo año, se firma la Convención Interamericana contra la Corrupción
(Abramovich, 2006).
12
Cfr. Lechner, Norbert (1992). El aporte de las organizaciones no gubernamentales de desarrollo (ONGD) a la vida
democrática de América Latina. En: Ayuda Obrera Internacional, Solidaridad Internacional y Democrática: De un
pasado común a un futuro mejor. Europa-América Latina 1992, IAO/SI/SD, Huelva
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Esto puede parecer menor, pero, mientras no se cuenta con regulación específica y robusta, la única manera de
instrumentar mecanismos transparentes es operacional, y los manuales de procedimiento asisten en esta cuestión.
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Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
Si a partir de estos comienzos avanzamos hacia el cruce empírico de género y transparencia,
podemos ver que, mientras a fines del milenio comienza el desarrollo incipiente de gender
mainstreaming -el proceso de incluir género en todos los aspectos de la implementación de un
programa de desarrollo para alcanzar equidad14-, ya entrados los 2000 surgen los estudios de
laboratorio (sobre todo de economistas del comportamiento) con interés en el funcionamiento
del soborno en relación a hombres y mujeres. Lamentablemente, por entonces, el cruce
corrupción y derechos humanos no estaba lo suficientemente desarrollado (Merkel, 2018), por
lo que la vulneración de los derechos humanos de las mujeres no era una línea de investigación.
El impacto de género que tiene la corrupción debería esperar aún más de una década para
comenzar a ser atendido (por supuesto, esto tampoco se refleja en los programas
anticorrupción). Más adelante volveremos sobre esto, pero digamos, sumariamente, que la
literatura de acceso a derechos al inicio del milenio pensaba en los derechos humanos de las
mujeres recuperando la centralidad de la dimensión subjetiva (Guebel, 2000) para pensar a la
representación, la transparencia y la participación política, en clave de un reconocimiento
estatal multidireccional -de abajo hacia arriba y viceversa- (ibídem)15. No obstante, creemos que
la transparencia debe involucrarse con más problemáticas de las mujeres que los derechos
políticos, sobre todo, porque está a la vista la falta de ejercicio sustantivo de derechos, con el
agravante que no parecen anclarse sobre políticas públicas dentro de los sistemas democráticos
(Bareiro, 2010). Creemos que uno de los retos es -y ponemos a la transparencia a hacer lo que
le sea propio- una mayor especificación, expansión y profundización de los derechos humanos
de las mujeres (Guendel, 2000) atendiendo que las democracias liberales sin duda reconocen
derechos, pero no siempre el dispositivo estatal garantiza su ejercicio sustantivo (CEDAW,
1979).
14
De hecho, el Ecosoc (1997) incluía aquí legislación -no sólo programas o políticas-. El PNUD, también al final del
milenio, agregaba también dimensiones administrativas y financieras, procesos organizacionales. Esto no careció
de críticas: se ha reprochado la despolitización de estas perspectivas (Cf. · Cornwall, A y Brock, K. (2005): What do
Buzzwords do for Development Policy? A Critical Look at ‘Participation’, ‘Empowerment’ and ‘Poverty Reduction’”,
in: Third World Quarterly, 26/7, pp. 1043-1060) y que la inclusión de ciertos términos y excluyendo otros -sexismo,
feminismo, etc.-, no siempre se traduce en equidad sustantiva y nunca superan la retórica de la agenda (Cf.
Trunette, J.; Grows, A.; Gouws, A. y Parpart, J. (2011) A Transformative Approach to Gender Mainstreaming:
Changing the Deep Structure of Organizations, Kviner, K. & Forskmimg NR., s/d)
15
Cfr. Bareiro, Line y Jane Riquelme (1997). Nuevas voceras de la ciudadanía plena. En: Los procesos de reforma del
Estado a la luz de las teorías de género. IULA/CELCADEL, Quito, pp. 17-38. También Bustelo, Eduardo y Minujín,
Alberto (1999). Todos entran, Bogotá, Colombia, Editorial Santillana; Kaluf; como también Cecilia y Maurás Marta,
(1998). Regreso a casa: la familia y las políticas públicas. UNICEF-Santillana, Colombia y por último, Guendel,
Ludwig; Sorensen, Bente (2000). Si no se vigilan los derechos difícilmente se cumplen, Paper s/d, Instituto
Internacional de Gobernabilidad.
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Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
Sobre la articulación transparencia (gubernamental) y género
Para encontrar algunos anclajes para pensar este cruce, debemos comenzar distinguiendo
entre:
1. Transparencia para visibilizar problemáticas de género (aquí hablaremos de transparencia
activa -la publicación por defecto de información gubernamental- y la pasiva -el pedido formal
de una pieza de información-)16. Este es el rol que pretendemos imprimir a esta agenda.
2. En un fenómeno de corrupción determinado17, atender la dimensión de género y cotejar sus
impactos diferenciales18.
3. Diseño e implementación de una política de transparencia con perspectiva de género.
4. Transparencia diseñada, implementada, monitoreada y evaluada por mujeres.
Por supuesto, estos tres vectores son analíticamente diferenciables pero, en la práctica,
admiten relaciones y pueden aparecer fundidos: es posible que el diseño e implementación de
una política de transparencia con perspectiva de género, si estuviere bien diseñada, incorpora
de suyo la visibilidad de problemáticas antes vedadas. Esos cuatro ejes simplemente muestran
algunas de las direcciones que ha seguido la literatura, y,por supuesto,no pretenden ser un
listado exhaustivo.
De hecho, no son los únicos: lo anterior pone en juego la transparencia y las mujeres de manera
directa. Pero no es la única manera en que estas dos agendas se relacionan: la corrupción y los
derechos humanos (incluidos los de las mujeres, por supuesto), como también el fenómeno de
16
Identificando la transparencia pasiva, el ejercicio del derecho de acceso a la información pública es el principal
mecanismo que permite el ejercicio de otros derechos (humanos), pero este mecanismo previo, también está
alcanzado por inequidades: la mayoría de las peticiones suelen ser realizados principalmente a mano de abogadas
o académicas (Transparencia Internacional, 2014; BID, 2018).
17
Sólo a manera de ejemplo: Existen ciertos espacios de donde la corrupción es más frecuente y difícil de
intervenir (tráfico de vida silvestre, actividad forestal, industria farmacéutica, y, sin dudas, las industrias extractivas
-su situación es tan flagrante que hasta posee una iniciativa propia a nivel mundial, la famosa EITI). Con respecto al
caso, la corrupción de extractivas no ahorra aspectos de género: el pueblo de minería ilegal peruano Delta 1 contaba
en 2016 con dos mil trabajadoras sexuales (el 60% menor de edad), sin contar con el vertido más de treinta
toneladas de mercurio en ríos superando treinta y cuatro veces el límite seguro para mujeres en edad fértil (Cf. Bird,
L. y Krauer, N. (2017). Case Study: Illicit Gold Mining in Peru. Ginebra: The Global Initiative against Transnational
Organized Crime)
18
Recomendamos el muy reciente e interesante trabajo de Ortrun Merkle, O.; Reinold, J.; Siegel, M. (2017): A
Gender Perspective on Corruption Encountered during Forced and Irregular Migration, (GIZ-GmbH) German Federal
Ministry: Maastricht
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Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
la corrupción y el género, tiene otras implicancias. Con respecto a la corrupción y derechos
humanos19, Merkel (2018) señala tres perspectivas interesantes algo allanadas: la corrupción
entendida como una violación de derechos humanos (no sólo un abuso de poder), los efectos
de ella en el ejercicio de los derechos humanos (agregaríamos aquí la responsabilidad estatal en
ese impedimento), y la manera de integrar mainstreaming gender y los derechos humanos en
programas anticorrupción.
En cuanto a la corrupción y género, primero deberíamos dejar constancia de algo no menor: la
mayor parte de la literatura no es nacional, ni siquiera regional o latinoamericana: existen
estudios que provienen -y estimamos que aplican- a países con una configuración social muy
diferente de la nuestra. Ya fuere porque son estudios de caso de otro hemisferio20 o bien casos
de países con dinámicas considerablemente distintas a la nuestra21, o bien porque abordan
países centrales-, existen estudios de casos regionales muy reconocidos22, y alguna literatura
interesante de laboratorio (centrada en comportamientos estratégicos, en reacciones ante
represalias, etc)23. Ésta posee una empiria interesante pero resulta limitada en su capacidad de
generalización (Frank et al, 2011; Armantier y Boly, 2013).
Tomemos una estrategia para resumir esta cuestión para un documento tan sucinto como éste,
que no pretende esbozar un estado del arte, sino mostrar el decurso que pueda ser útil a las
participantes: En un sencillo -y acotado- mapa, podemos organizar los abordajes existentes,
encontramos también una copiosa investigación en aspectos que deslindan la cuestión del
fairer sex, es decir, las mujeres como menos corruptas -fuere porque paga menor cantidad de
19
Allende la literatura especializada, existen otros mecanismo por demás importantes que hacen hincapié en ello:
La confluencia mujeres, transparencia gubernamental y corrupción vuelve a aparecer en los países incluidos en la
Alianza para el Gobierno Abierto y suscriptores de los Objetivos de Desarrollo Sustentable (el objetivo 16 (y otras
metas contenidas en otros, como el 8 y el 10), hacen confluir género y transparencia. Esta relación incluso fue
remarcada por la CIDH este año (Cfr. Resolución 1/18 Corrupción y DDHH , disponible aquí
20
Sin dudas el más reconocido trabajo es el de By Qi Wang y Min Dongchao (2015) Bringing Gender in: Women
and Corruption in China en A Women, Gender & Research, 98 No. 1.
21
Como el caso de Amaechi Okonkwo de 2016 (Gender and Corruption in Nigerian Politics, publicado en el African
Sociological Review, vol. 20). Este es un trabajo por demás interesante en lo metodológico: reconstruye la noción
de corrupción a partir de algunas notas idiosincráticas nigerianas, combina factores subjetivos y estructurales para
pensar la corrupción, entre otras decisiones muy interesantes.
22
El caso de Ferreira, D.; Berthin, G.; Bernabeu, N., Liborio, S.; Velasco Rodriguez, M. y Cid, V. (2014): Género y
corrupción en América Latina: ¿Hay alguna conexión?, PNUD: New York (disponible a quí)
23
La lista aquí es amplia, y los estudios experimentales, de suyo, acotados. Por eso recomendamos dos estudios de
este perfil pero más genéricos -por así decirlo-. el de Armantier, O. y Boly, A. (2008) Can Corruption be Studied in
the Lab? Comparing a Field and a Lab Experiment, disponible aquí y el de Schulze, G. y Björn, F (2003): Deterrence
versus Intrinsic Motivation: Experimental Evidence on the Determinants of Corruptibility, en Economics of Governance
4, pp.143-160.
11
Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
sobornos, porque condenan con mayor vehemencia la corrupción, porque manifiestan algún
fenómeno indirecto que las deja en ese lugar24-, etc. Estos estudios se fijan sobre la diferencia
de los hombres en relación a la comisión de cohecho pasivo y activo25, en el involucramiento de
redes de corrupción recíproca (Lambsdorff y Fink (2006)26 concluyeron que las agentes de
tránsito parecen ser más difíciles de sobornar que los agentes27), o bien, porque se observa que
la corrupción es menor cuando hay más mujeres en cargos de la administración pública y
agentes públicas sin tal jerarquía (Swamy, 2000)28. La lista de estudios que asumen este
diferencial es, por supuesto, mayor que lo que aquí señalamos.
Creemos, siguiendo al BID (2018), que existen múltiples esencialismos en los estudios sobre
fairer sex, y ello nos inspira tres objeciones: por un lado, una normativa, dado que asigna un rol
-un mandato- a las mujeres. En este sentido, habría que deslindar genealógicamente de ese
mandato sobre una mayor integridad, y ver a qué racionalidad responde: es preciso cotejar si es
funcional -o un emergente- de otros mandatos que también sostienen la inequidad. Allende la
posición acerca de esta cuestión, si parte de los especialistas han seguido este camino, eso
quiere decir que esa concepción existe -fuere comprobable o puro imaginario-. Real o
imaginario en ambos casos produce consecuencias sociales. Si se toma una postura escéptica
acerca de la mayor integridad de las mujeres y se desconfía del esencialismo, aún es interesante
estudiar el origen y el decurso de tal aserto.
Por otro lado, otra objeción de corte metodológico: en contextos macrosociales de inequidad, la
configuración de las relaciones sociales determina, de suyo, que las mujeres no accedan a los
mismos roles que los hombres. Suponer que las mujeres son menos corruptas, tal vez sólo sea
24
Es el caso del estudio de Agerberg, M. (2014). Perspectives on Gender and Corruption. Gender differences in regard to
corruption in Europe from an individual and institutional perspective, QoG Working Paper Series 2014:14. Aquí, se
concluye que la aversión al riesgo es mayor en mujeres, lo que las convierte en más autocontroladas. Esta es la
razón por la que rechazan sobornos más que los hombres.
25
Es decir, recibir o dar un soborno, respectivamente
26
Aquí se puede consultar el famoso trabajo de Nyamu-Musembi (2007), que muestra a las mujeres y los
hombres experimentan la corrupción de manera diferente en la administración de justicia, pero es necesario
conocer la estrategia analítica que usan para llegar a esta conclusión: la explotación comienza en las diferencias de
género en el comportamiento, y no en la corrupción. O, en otros términos, la corrupción sólo exagera aspectos
previos (Cf. Nyamu-Musembi, C. (2007) Gender and corruption in the administration of justice, en Transparency
International (ed.) Global Corruption Report. Cambridge, UK: Cambridge University Press, pp. 121–128)
27
Cf. Lambsdorff, J. y Fink, H. (2006) Combating Corruption in Colombia: Perceptions and Achievements,
documento de trabajo, Facultad de Economía, Passau University, No. 44(06)
28
Swamy, A.; Knack, S.; Young L., y Azfar, O. (2001). Gender and Corruption, en el Journal of Development
Economics 64 (1): 25–55.
12
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el espejismo de que, antes que ellos, son menos mujeres las que encontraremos en cualquier
espacio de decisión. La trampa está en la inequidad y no en la integridad. No afirmamos que
esto sea así -habría que probarlo-, pero, si sabemos que estamos señalando inequidades, no
podemos cancelar este fenómeno y pensar la corrupción en foja cero: cualquier cuestión
relacionada con la integridad se suma a dinámicas previas y/o concomitantes.
Y la última, teórica (aunque podría plantearse como teórico-metodológica): es por lo menos
arriesgado afirmar que el comportamiento de las mujeres es unívoco o uniforme. En él influyen
contextos históricos y/o culturales, y puede haber factores institucionales (como el tipo, calidad
del diseño y funcionamiento institucional) que intercepten sus decisiones. Este tipo de variables
no siempre son tenidas en cuenta en los estudios desde su mismo diseño.
Lo anterior nos permite introducir la posición contraria: aquella que no hace diferencias de
género para plantear la conducta de las mujeres como su percepción acerca de la corrupción y
sobre la exposición a ella29. Alatasa et al (2006) se interesa por la diferencia de actitudes
basadas en género hacia la corrupción (una variable crítica en la persistencia de ella), retomando
datos de estudios experimentales en Australia (Melbourne), India (Delhi), Indonesia (Jakarta) y
Singapur. Y concluyen que, en su muestra, mientras en Australia existe una menor tolerancia a
la corrupción en mujeres que en hombres, en India, Indonesia y Singapur no hay diferencias. No
existe, para este estudio, cierta ‘universalidad moral’ de las mujeres.
Existen investigaciones que afirman la menor tendencia a la corrupción en gobiernos con más
cantidad de mujeres (Dollar, Fisman, and Gatti 2001; Swamy et al. 2001), pero revisiones de
laboratorio indican que las mujeres no muestran necesariamente mayor aversión al riesgo o son
intrínsecamente honestas (Frank, Lambsdorff y Boehm 2011). Aquí ingresan las posiciones
contextuales, que nos llevan a preguntarnos qué contextos son los que permiten que las
mujeres sean un factor en la lucha anticorrupción y en qué contextos son arrastradas por el
contexto sin presentar diferencias con los hombres, ni ninguna otra particularidad intrínseca.
Esarey y Chirillo (2013), por su parte, incorporan la dicotomía contextual sistémica -regímenes
democráticos y autoritarios, donde los primeros resultan menos favorables a la corrupción por
29
Tal el caso de un estudio que recomendamos sobre legisladoras y legisladores del Equality for Peace and
Democracy (2015) Gender, Governance, and Corruption Examining the Relationship between Corruption, Gender, and
Parliamentary Representation in Afghanistan, EPD: s/d. Disponible aquí
13
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un mayor interés en controlar la discrecionalidad-, y mencionan que las mujeres sí resultan
impactadas de manera diferente por ser asumidas como ‘más éticas’ -lo sean o no-, y
experimentan mayor presión a enmarcarse en la normativa anticorrupción. Por esto mismo, son
más castigadas por violar normas (y no únicamente por el mandato del fairer sex, sino también
por la inequidad previa (Stolberg 2011)). Concluyen que, a la luz de la variable sistémica, las
mujeres son menos susceptibles a la corrupción en democracias -por inequidad-, pero igual de
susceptibles en autocracias, por la discrecionalidad.
Allende nuestra postura metodológica acerca de las posiciones que sostienen el fairer sex, no
queremos generar una dicotomía, porque también existe una tercera posibilidad: que entre esta
suerte de dos posiciones pueda existir un componente transaccional, o sea, tiempo. De este
modo, el avance de políticas y legislación de equidad, lentamente permita que más mujeres
accedan a roles de decisión, y ello las arrastre de ser el ‘sexo íntegro’ a ser lo que queremos:
pares. Como menciona Kumar Jha y Sarangi (2014): women may have better access to corrupt
practices and activities over the years as they get similar in status to men, and may also have greater
exposure to bribe-taking activities. As a result, it is possible that the negative relationship observed by
previous studies may no longer be valid ( p. 4).
Existe consenso, sí, en que la corrupción tiene efectos de género e impactos diferenciales al
combinarse con problemáticas previas -algunas multidimensionales como la pobreza-, deberes
de rol -cuidado doméstico-, discriminaciones directas e indirectas, y explotación sexual (como
la sextorsión30, el acoso sexual, y otros delitos de potencial alcance internacional como la trata
de personas) (Dollar, Fisman y Gatti, 1999; Transparencia Internacional, 2007; PNUD, 2012).
Es interesante el trabajo de Frank et al (2011) que construye una correlación simple entre el
Índice de Percepción de la Corrupción de 2007 de Transparencia Internacional con el Índice de
30
'Sextorsión' es un término acuñado por la Asociación Internacional de Mujeres Jueces (AMJA). Ellas promueven la
Red Global de Integridad Judicial, una iniciativa impulsada por la ONU para apoyar a los poderes judiciales del globo
en la prevención de la corrupción y el fortalecimiento de la transparencia. La sextorsión (es decir, extorsión por vía
de presiones sexuales que abarcan contacto físico invasivo, chistes inadecuados, comentarios ambiguos, etc.). La
base del abuso de poder para fines personales -la usual definición de corrupción, allende los matices- se establece
en el quid pro quo entre quien mantiene la decisión de contratar, ascender u otorgar beneficios que forman parte
de la labor (horas extra, etc.), y decide otorgar (o no) esas ventajas sin reparar en el mérito para solicitar favores
sexuales.
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Equidad de Género del mismo año de Social Watch (que mide actividad económica, educación
y empoderamiento). En el estudio llegan al resultado que bajos niveles de corrupción están
correlacionados a mayor equidad de género y viceversa.
Otro efecto de género y la lucha anticorrupción (pública y corporativa) que tiene pocos datos
aún (o indeterminados), hace a las denuncias de corrupción: ellas denuncian con menor
frecuencia que los hombres. Creemos que en este, como en otros aspectos, es necesario abrir el
espectro de las variables, e investigar causas/asociaciones/correlaciones más allá del fenómeno:
por ejemplo, saber si es emergente de condiciones de inequidad de género y cómo esto
interactúa con la escasa estructura de políticas de protección a denunciantes de delitos
(whistleblowing) (Nordic Consulting Group, 2009; Esarey y Chirillo, 2013)), o si responde a la
subordinación atávica de las mujeres, o un sin fin de interacciones analíticas que pueden
intervenir (esto es, también, un problema general del cruce transparencia-mujeres: es n campo
tan reciente que los recortes y unidades de investigación siguen siendo menos densas de lo que
deberían. Tiempo mediante, esperemos que sumen capas analíticas que den cuenta de la
complejidad del fenómeno concreto).
Por último, para sintetizar y que sea útil a nuestras actividades, pensemos una suerte de atajo.
Los conversatorios, como talleres y otros formatos de encuentro que realicemos a lo largo de
2019, contarán con mujeres experimentadas en su área, que pueden no conocer
exhaustivamente cuestiones relacionadas con transparencia gubernamental (y ese es su
principal valor para esta Agenda: encontrar situaciones conocidas de primera mano, para ser
transformadas en insumos de futura incidencia). Por eso pensamos que recuperar la
metodología del Fondo de Transparencia del BID (2018)31 que incorpora la perspectiva sensible
a género para el diseño de proyectos en transparencia, puede ser una manera sencilla para que
esas participantes crucen con su labor cotidiana y eso facilite su intervención. Esta metodología
permite tamizar casi cualquier cuestión a la luz del cruce mujeres-transparencia de una manera
concreta.
31
El Fondo fue creado en 2007, con el fin de fortalecer la capacidad institucional de los prestatarios para prevenir
y controlar la corrupción (y ha apoyado más de cincuenta proyectos en veinte países). Escogimos este material por
su especificidad, vigencia y prestigio de la institución, pero no por ello tomamos compromiso alguno acerca del
mismo.
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De este modo, al pensar una cuestión determinada debemos tener en cuenta: ¿Se beneficia a
las mujeres y los hombres por igual? ¿Cómo es posible saberlo? ¿Las mujeres proporcionan y
tienen acceso a la información? Si existe alguna instancia decisoria ¿Las mujeres tienen voz en
ella? ¿Presenta su planteo riesgos de género32? ¿Llega a mujeres de distintas identidades sociales,
económicas, étnicas y raciales? Todas estas preguntas cubren un espectro general -pero
específico-, que permite ver la dimensión de género en un recorte de la realidad determinado.
32
La idea de riesgo de género es un estándar del BID referido a los potenciales impactos que un proyecto puede
tener para mujeres y hombres, en tres áreas clave (BID, 2013): oportunidades económicas (es decir, si introduce
requisitos desiguales para acceder a oportunidades y beneficios económicos -incluido trabajo no remunerado-),
derechos de propiedad (como no respetar el derecho de las mujeres a heredar, poseer tierras y otros activos sin
reparar en su estado civil) y violencia de género, incluyendo explotación sexual, trata y ETS (por ejemplo, un
proyecto de inclusión financiera cambiará la posición negociadora de una mujer con su marido y puede producir
conflictos graves).
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Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
Sobre el fin y la dinámica de la ATM
Lo anterior, por supuesto, sin eludir el factor fundamental: trabajar en sinergia, en un marco
hacerlo en el marco de alianzas con organizaciones de la sociedad civil y stakeholders de
diferente tipo. Pretendemos que la ATM esté viva -nada de ella está escrito sobre piedra- y
siempre abierta a nutrirse de diferentes sectores / organizaciones con interés en la agenda de
las mujeres. Esta dinámica le otorgará el mejor camino a seguir, que siempre será, aquél que sea
más útil para nivelar las relaciones de poder.
17
Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
Sin duda que, en un futuro no muy lejano, tendremos que asumir una planificación interna
específica y conformar un plan de acción para esa incidencia. De acuerdo a lo hecho en 2018 y
lo que proyectamos para 2019, la incidencia será aún, sólo gubernamental. Pero creemos y
queremos que la ATM sea, cuanto antes, un espacio para pensar políticas de compliance y
equidad, nutrirse de las mujeres que están trabajando aspectos de integridad en el mundo
corporativo nacional y fronteras afuera, y, del mismo modo, estar a disposición para apoyar y
potenciar el avance en el ecosistema de integridad empresaria. Por eso, a lo largo de 2019 nos
vincularnos de manera sólida con referentes del tema para poder establecer puentes y
extender nuestras actividades y tópicos a esta rama tan importante de la integridad
organizacional.
En cuanto a la dinámica, itinerar en diferentes instituciones nos permite acceder a las
integrantes anfitrionas, sino también a diferentes organizaciones y mujeres involucradas en
pensar el rol de las mujeres en nuestra sociedad. Escogemos para los encuentros el formato de
conversatorio -por su horizontalidad e informalidad-, pero creemos también que es necesario
sumar otros formatos a nuestra labor: entrevistas, talleres, participación en jornadas organizadas
por terceras partes, etc, El fin es la colaboración y la conformación de sinergias para incidir,
junto con la producción de los respectivos documentos abiertos para quien desee utilizarlos. A
esto agregaremos en 2019 otros dispositivos: entrevistas a especialistas y activistas, paneles, y
producción académica.
18
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Sobre los documentos
Los documentos son el sedimento de los encuentros. Ellos recortan las partes más significativas
en términos de transparencia de lo comentado in situ y compartidos con las participantes para
que refinen ese recorte y/o agreguen lo que consideren pertinente. Son transcriptos al final de
cada actividad y sometidos a la revisión de las participantes, para luego ser puestos a
disposición de otros encuentros futuros y toda persona que los solicite. También pretendemos
que la producción no sólo se acopie, sino que sirva a los fines de la agenda: es decir, que nos
muestre rutas para conformar sinergias e incidir en diferentes ámbitos gubernamentales y, un
tiempo mediante, el espacio corporativo.
Todos ellos se encuentran bajo licencia creative commons CC BY-NC-SA (es decir, pueden ser
libremente compartidos sólo si se cita la fuente, se mantiene la licencia a futuro y no se hace
uso comercial).
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Sobre la metodología (y algunos aspectos a futuro)
Con respecto a la metodología de trabajo en el 2018 y lo que tenemos que precisar en 2019,
tenemos tres cuestiones sobre la mesa: publicación del material, metodología de trabajo y un
borrador de plan de acción (por lo pronto, sólo gubernamental). En cuanto a lo primero, la
mayor disponibilidad parece el mejor criterio, por lo que la mejor opción sería compartirlo en
una plataforma digital (propia o ajena -aquí también es interesante generar alguna sinergia). En
el correr de 2019 es necesario decidir e implementar esta cuestión.
El segundo aspecto, la metodología de trabajo, y tiene más importancia de lo que podría
parecer a primera mano. En primer lugar, es preciso diversificar las fuentes de material (que no
son otras que las mujeres que conformen esta ATM trayendo perspectivas, problemas,
consideraciones y particularidades de sus propios ámbitos y experiencias. El formato
conversatorio es muy útil, pero entrevistas en profundidad, escritura de ideas -bajo columnas
de difusión masiva, producción académica y periodística-, son también útiles. En cada formato
depositamos una demanda diferente: Las entrevistas sirven para obtener el máximo del
conocimiento de una especialista o persona clave (en un cargo, función o circunstancia). En los
conversatorios ponemos en diálogo a las referentes entre sí –no sólo su aporte, sino su
interacción es interesante-, y en talleres podemos difundir, pensar y re-trabajar aspectos del
cruce de transparencia y mujeres de manera dinámica, centradas en la co-construcción de
saberes con el fin de construir conocimiento colectivo.
En cuanto a las participantes de los conversatorios, creemos que ellas resultan óptimas si
ponemos especial atención a su composición: pueden contar con una, dos o tres especialistas,
pero deben estar fundidas entre participantes que integran colectivos, representan instituciones
o bien participan en alguna experiencia sensible a nuestro tema del encuentro. Los
conversatorios son excelentes para recabar problemas, prácticas, aspectos que no veremos en
una versión oficial ni capturaremos en una entrevista o al incidir en una oficina pública (algo así
como contingencias, Por eso no pretenden ser un espacio de discusión académica y producción
de precisiones y deben ser abiertos a mujeres comprometidas, porque nos interesan sus
demandas, no su expertise. Esas demandas, nos servirán para luego poner mecanismos de
20
Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
transparencia al servicio de lo que están hablando (y nos permitirá estar más atentas, a
cuestiones que tal vez no visualizamos). También, permiten ampliar el espectro, invitar a más
mujeres a conformar este cruce y plantearles para qué puede servir(nos). En todo espacio
disciplinar, la fuerza endogámica está siempre presente. Queremos evitarla desde la
transparencia y desde el género (especialidad que no ostentamos, pero que, como interesadas
en su desarrollo, creemos necesario ampliar el espectro, manteniendo, como mencionamos
más arriba, una o dos especialistas por encuentro).
Por otro lado, con respecto a lo que podemos rescatar como aprendizaje de las experiencias de
2018, creemos necesario profundizar la introducción al tema (no necesariamente en el
conversatorio sino que también puede ser realizado previamente, al momento de la invitación.
Esto puede potenciar los aportes, el planteo de preguntas, y estimular perspectivas como
demandas a las instituciones de pertenencia de las participantes como a las demandas que a
través de ellas puedan hacerle al Estado.
Y por último, el tercero aspecto. Una suerte de plan de acción en borrador. Creemos que los
encuentros –en cualquier formato-, deben reservar un tiempo para la redacción de una agenda
de incidencia inmediata (incluyendo a las participantes y sus intereses o bien en sinergias con
ellas para otro objetivo). Creemos que tal vez comenzar a anclar este plan borrador en dos o
tres tópicos puede ser promisorio (servirá para anclarnos, buscar stakeholders que nos
acompañen en la precisión, y ver qué podemos hacer al interior de esos temas). También, tal
vez sea beneficioso dejar un vacío, un espacio vacante para cuestiones que no tengan relación
con lo que seleccionemos (por ejemplo, podemos tener una ATM interesada en equidad
laboral, participación política de la mujer y violencia, pero si estuviésemos en la coyuntura de la
discusión parlamentaria de la IVE de 2018 -que, según trascendidos periodísticas, a la fecha
sabemos que se replicará en el 2019-, no podríamos permitirnos soslayar tal asunto).
Somos conscientes que la selección de una ruta crítica seguramente teñirá parcialmente los
conversatorios, los reportajes, los documentos y todo lo que miremos, por eso se deben elegir
temas con cuidado y saber ser flexibles, para que otros tópicos puedan ingresar (mantener un
punto de fuga, un ‘vacío útil’ para no encorsetarnos, nos permitirá desactivar las desventajas del
exceso de especificidad). Tal vez, como mencionamos más arriba (y esto no está escrito sobre
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Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
piedra en lo absoluto, sólo lo dejamos anotado), pensar violencia en sentido amplio (física,
institucional, simbólica), pensar equidad laboral (que, o bien habría que acotarlo, o bien decidir
incidir sólo sobre disponibilidad de información, en general), y, pensar en aspectos ligados a
derechos fundamentales (acceso a salud pública, educación básica, etc.). Somos conscientes
que en el año 2019 las cuestiones de financiamiento de la política y cupos estarán sobre el
tapete. Pero también tememos sesgar y recortar el cruce transparencia-mujeres a aspectos que
parezcan grandes al interior de la política -y seguro lo son-, pero a la luz de otros derechos
fundamentales y de la realidad del grueso de las mujeres, no son tan urgentes. Por eso, los
mismos encuentros deben relevar también lo que las participantes vean necesario en una
agenda de incidencia, y, mantener el foco como la flexibilidad en igual proporción.
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Agenda de Transparencia y Mujeres | Cátedra Estado Abierto (UBA)
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Actividades ATM 2018 y 201933
Actividades 2018
● Conversatorio inicial Gobierno Abierto UNLP – se realizó la planificación de la ATM para
el resto del 2018
● Conversatorio HCDN con Elsa Llenderrozas (UBA) | María Inés Tula (Conicet) | Xana
Rodríguez (UBA) | Alejandra Lázzaro (CNE) | María Page (CIPPEC) | Cintia González
Oviedo (Bridge The Gap) | Natsumi Shokida (Economía Femini(s)ta) | Candelaria Botto
(Economía Femini(s)ta) – con documento de trabajo (en revisión de las participantes)
Actividades proyectadas para 2019
● II Encuentro en la HCDN (febrero 2019) – con documento de trabajo
● Taller Fundación Ciencias de la Documentación – con documento de trabajo.
● Lanzamiento cátedra libre Mujeres y Transparencia UNLP.
● Avanzar con entrevistas a referentes en ambos tópicos.
● Avanzar con un taller presencial – con documento final.
● Comenzar a consensuar / planificar una agenda de incidencia con las participantes.
● Definir la disponibilización de documentos, entrevistas y avances en incidencia.
Propondremos realizar actividades con/en34:
● Encuentro Facultad de Ciencias Sociales (fsoc)
● Subsecretaría de Reforma Política GCBA
● Dos encuentros provinciales (Buenos Aires), en dependencias de la administración
pública provincial ejecutiva y legislativa – con documento de trabajo (provincial).
33
Con lo proyectado al cierre del año (20 de diciembre de 2018)
34
Ninguno de estos encuentros está confirmado, sólo consignamos una ruta de posibles avances.
27