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CAPÍTULO TERCERO

San Pablo y el universalismo cristiano

Pablo ha entrado muy pronto en la historia del cristianismo. Él estuvo directamente


involucrado en la tensión inicial que debía resolverse con el nacimiento de una religión
completamente separada del judaísmo en el que, sin embargo, había reclutado a sus
primeros seguidores. El rol de Pablo en esta fase no fue de poca importancia. Pero él no
ha provocado la crisis, ni ha contribuido a su evolución, por lo que sería un error si, sobre
la base de algunos historiadores, se lo considerara como el segundo fundador del
cristianismo, a expensas de Jesús.

Pablo, personalidad religiosa excepcional, consciente de su inspiración y de su misión


divina, ha dejado a la posteridad algunas cartas que son consideradas como uno de los
primeros escritos cristianos conocidos. Su influencia será importante para la posteridad y
no tanto en la época en que vivió el apóstol cuyo radio de acción estuvo limitado
geográficamente, incluso también cuando no tuvo oposición de la parte cristiana.

Hombre de acción y de conquista, tuvo una existencia movida y viaja en condiciones


precarias para poder fundar sus comunidades cristianas, sobre las cuales reivindica un
derecho de control y sobre las cuales interviene, ya sea escribiéndoles o visitándolas. Se
establece o quiere establecerse en comunidades que posiblemente fueron fundadas por
otros apóstoles (Éfeso y ¿Roma?). Se rodea de colaboradores, ya sea itinerantes como
estables, y ha nombrado a estos últimos como responsables de sus comunidades
eclesiásticas. Pablo, a pesar de que estaba convencido del inminente retorno de Cristo
sobre la tierra, no se deja contagiar del apresuramiento de los primeros predicadores de
Palestina1 y trabaja para poner fundamentos estables en las comunidades por él fundadas.
Su intención era contribuir a lo que él se sentía llamado: llevar el evangelio a “a todas las
naciones” (Rm. 1,5).

1. Las Fuentes
¿De qué fuentes disponemos para un mayor conocimiento de Pablo, de su vida,
predicación y su teología? Para estudiar su predicación y su teología contamos con sus
Cartas, y son una fuente única y exclusiva. Para hacer un intento de biografía de Pablo,
de la vida y actividades del apóstol, no podemos prescindir del libro de los Hechos de los
Apóstoles.
El libro de los Hechos de los Apóstoles, sería de vital importancia si se pudiera dar crédito
a una antigua tradición que atribuye la autoría a Lucas el “querido médico” mencionado
en la Carta a los Colosenses (4,14) y quien fuera el “inseparable” compañero de Pablo,
como lo afirmaba San Ireneo: “Lucas fue inseparable de Pablo y colaboró con él en el
Evangelio, como él mismo puso por escrito no para gloriarse, sino impulsado por la
verdad”2. La argumentación se toma del pasaje de los Hechos redactados en primera
persona plural3, y todos dedicados a los viajes de Pablo. Cualquiera sea la explicación
que se da a este fenómeno, es difícil de admitir, que un autor que haya vivido

1
Lc. 10, 4.9b y paralelos.
2
SAN IRENEO DE LYON, Adversus haereses, III, 14,1.
3
Hch. 16,10-17; 20,5-15; 21, 1-18; 27,1-8,16.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

cotidianamente en estrecho contacto con una personalidad como la de Pablo, lo refleje


tan poco en los relatos que lo tienen como personaje, en los discursos y en la doctrina que
se le atribuyen a él. Aun admitiendo que el autor no hubiera participado en los conflictos
de Pablo contra la interpretación judaizante del cristianismo, y que no haya tenido jamás
la ocasión de leer sus cartas, su “versión” del apóstol no se ajusta, cuando no se
contrapone, a lo que el mismo apóstol da a conocer acerca de su pensamiento y de
convicciones más profundas. Por lo tanto, es necesario admitir que Pablo en relación con
sus colaboradores ha demostrado una reserva extrema de lo que guardaba en su corazón 2
y que desarrollaba en sus cartas. El autor de los Hechos, entendiendo el ministerio de
Pablo como una institución que dependía de la Iglesia de Jerusalén, y representado al
apóstol como un fiel observante de la Ley de Moisés, Lucas persigue una intención que
difícilmente Pablo habría podido aceptar. La obra, sin embargo, con la condición de que
se la acepte con espíritu crítico, nos proporciona mucha información sobre los viajes de
Pablo. El hecho es que el uso de esta obra debe estar subordinado y controlado a luz de
las cartas paulinas.

La primacía de las Cartas viene por lo que ellas dicen directamente de Pablo: las
aspiraciones, los proyectos, las luchas, las tensiones y sus contradicciones. Las Cartas son
extrañas y difíciles para los que se acercan por primera vez a ellas, pero no por ello dejan
de ser una fuente esencial de información sobre el hombre, su pensamiento y su obra.
Fuente, sin embargo, limitada, porque Pablo no fue el biógrafo de sí mismo: él escribía
con una finalidad didáctica y pastoral, siempre en relación con las circunstancias que
encuentra. Por otra parte, no se puede esperar que, como testigo de los hechos, se muestre
con una imparcialidad absoluta, especialmente en la lucha contra la oposición
judeocristiana.

Podemos observar que entre los datos que nos brindan los Hechos y las cartas paulinas
hay puntos de coincidencias como también de conflicto y contradicciones: Hechos4 nos
presenta a un Pablo querido y reverenciado por todos, que se enfrentaba a judíos y
paganos; mientras que, en sus cartas, el apóstol tiene por lo general una personalidad
conflictiva, especialmente con los cristianos de las primitivas comunidades. El libro de
los Hechos nos presenta a un Pablo gran predicador itinerante, un incansable viajero, y
esta visión ha contribuido a que se creara una imagen del Pablo misionero. Las cartas
hacen hincapié en el Pablo teólogo, del que ha llevado un evangelio inculturado a los
paganos, abriendo el mensaje de Cristo a todas las naciones.

2. Pablo, el converso

2.1. Pablo precristiano


La fecha de nacimiento del apóstol se nos escapa y sólo se puede dar un dato
aproximativo. Si seguimos las estimaciones griegas y judías de la Antigüedad, un hombre
era considerado anciano a la edad de sesenta años. Pablo en la carta que le envía a Filemón
(versículo 9), sostiene que es un hombre anciano (presbytēs). Si la carta, como algunos
admiten, fue escrita en una prisión de Éfeso hacia el año 53, esto nos lleva a pensar que
el nacimiento de Pablo pudo haber sido en los primeros años de la era cristiana. El apóstol
habría venido al mundo en una fecha cercana al nacimiento de Jesús.

a) Tarso
4
R IVAS, L. H., “Algunas cuestiones historiográficas en torno al libro de los Hechos de los apóstoles”
Teología XXXIII, 68 (1996) 221-235.
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Pablo nació en la ciudad de Tarso, en la región de Cilicia5. Esta información nos viene
por el libro de los Hechos de los Apóstoles, que la confirma por tres veces en relación
con su vocación y su arresto en el Templo de Jerusalén: “Yo soy ciertamente judío, de
Tarso, en Cilicia, ciudad bien conocida” (Hch. 21, 39); “Yo soy judío. Nací en Tarso de
Cilicia” (Hch. 22,3); “Levántate, vete a la calle llamada Recta, y busca en la casa de Judas
a un tal Saulo de Tarso” (Hch. 9, 11). La ciudad de Tarso era cruzada por el río Kydnos,
navegable en aquella época, que conectaba la ciudad con el mar, situado a unos 13 km.
Tarso estaba conectada con las rutas comerciales más importantes, por lo tanto, era 3
considerada como un nudo de comunicaciones hacia Antioquía de Siria, hacia las costas
egipcias y una conexión al Mar Negro.

La historia de la ciudad nos dice que fue fundada en la época de la dominación hitita,
hacia el año 1200 a.C6. Tuvo una gran influencia de la cultura persa, ya que fue gobernada
por los sátrapas persas. Con la conquista de Alejandro Magno, la ciudad recibe una gran
influencia de los griegos llegando a convertirse en un centro importante de la filosofía
griega. La ciudad tuvo como maestros a filósofos de la talla de Antípatro, guía de los
estoicos, Atenodoros, profesor de Augusto, y también conto con Néstor, el académico.
En la época de los diadocos7 Tarso pasa a ser seléucida8. La ciudad pasó a llamarse en
esta época Antioquía. Cuando Cilicia cayó en mano de los romanos en el año 66 a.C.,
Pompeyo convirtió a Tarso como capital de la provincia, y Cicerón fue uno de sus
gobernantes. Durante las guerras civiles en Roma, Tarso tomó partido por Marco Antonio
y Octavio, el futuro Augusto. Posteriormente Augusto premió la lealtad de la ciudad
concediéndole el título de civitas libera, y de esta manera se encontraba exenta de
impuestos y se le amplió notablemente su perímetro urbano.

Los juicios de los escritores antiguos sobre la población de Tarso, son muy variados como
por ejemplo el de Estrabón, que alababa el afán de aprender. Reinaba en la ciudad un gran
amor a la filosofía y a las demás ramas del saber. El autor menciona en su obra que la
ciudad poseía numerosas escuelas de retórica. Al contrario, Filostrato, tenía un juicio más
negativo de la población de Tarso. Los habitantes de la ciudad se preocupaban más por la
vestimenta que los atenienses por la sabiduría. Tarso debía su prosperidad económica al
comercio, y a sus fértiles tierras donde se producía lino, cereales y vino. El lino era
utilizado como materia prima para la industria dominante de la región: la industria textil.
También eran famosas sus prendas de pelo de cabra y pieles. El paño tosco realizado con
pelo de cabra que se producía allí era el denominado cilicium (κιλίκιον).

5
En la Antigüedad, Cilicia (en griego Κιλικία) era la designación que se le daba a la zona costera meridional
de la península de Anatolia, que ahora se conoce como Çukurova. Fue una entidad política en la época de
los romanos. Cilicia se extendía tierra adentro desde la costa sudoriental de Asia Menor (la actual Turquía),
hacia el norte y noreste de la isla de Chipre, y comprendía alrededor de un tercio de la superficie de Anatolia
6
Posiblemente el nombre de Tarso proviene del dios Turku, que en tiempo de Pablo fue venerado bajo el
nombre de Sandon, dios de la fertilidad y protector de la viticultura.
7
Se llama diádocos (del griego antiguo διάδοχοι, ‘sucesores’) a los antiguos generales de Alejandro Magno
y sus hijos (también llamados epígonos, ἐπίγονοι) que a su inesperada muerte en el 323 a. C. se repartieron
su imperio, disputándose el poder y la hegemonía sobre sus colegas con diversos pactos y seis guerras que
duraron 20 años. A continuación, se estableció un sistema político que hasta el inicio del Imperio romano
en el Mediterráneo oriental a principios del siglo II a. C. proporcionó el marco del desarrollo cultural
helenístico.
8
El Imperio seléucida (312-63 a. C.) fue un imperio helenístico, es decir, un estado sucesor del Imperio de
Alejandro Magno. El Imperio seléucida se centraba en Oriente Próximo, y en el apogeo de su poder incluía
Anatolia central, el Levante, Mesopotamia, Persia, la actual Turkmenistán, Pamir y algunas zonas de
Pakistán. Fue un centro de cultura helenística donde se mantenía la preeminencia de las costumbres griegas
y donde una élite macedonia greco parlante dominaba las áreas urbanas.
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De vez en cuando la intervención del autor de los Hechos es predominante y los contextos
históricos son de escasa calidad histórica. El interés del autor radica principalmente en su
insistencia en los vínculos de Pablo con Jerusalén. En este sentido, hay una confirmación
de carácter general, pero que tiene su peso: si bien la documentación, fuera de los Hechos
de los Apóstoles, permanece en silencio acerca de la presencia judía en Tarso, se está bien
informado sobre las colonias judías del Asia Menor9. Pablo en el libro de los Hechos,
cuando se dirige al tribuno que lo arresta se presenta como ciudadano de Tarso. Pablo 4
cómo es posible admitir, habría dejado la ciudad siendo aún adolescente, y su derecho de
ciudadanía de Tarso le vendría por vía paterna o por su abuelo. En las ciudades griegas
este derecho de ciudadanía se concedía a los extranjeros con gran dificultad, y en lo que
se refiere a los judíos, su privilegio no incluía la igualdad política (isopoliteia) con los
otros miembros de la ciudad. Algunos investigadores han señalado algunos ejemplos que
muestran cómo era posible obtener este derecho siguiendo al historiador judío Flavio
Josefo10. El autor de los Hechos habría dado al termino politēs, un significado más
restringido ya que su intención era resaltar la figura de Pablo a los ojos de sus lectores.

Un aspecto a resaltar a pesar de la crítica que se le podría realizar al autor del libro de los
Hechos, es que Pablo creció en un ambiente urbano. Era hijo de judíos de la diáspora, por
lo tanto, tuvo contacto desde su infancia con personas de otras razas y pueblos, y pudo
experimentar en esta metrópoli comercial la apertura al mundo. Si se hiciera un estudio
lingüístico y social, para poder comprobar en qué medida el entorno urbano configuró su
lenguaje. La diferencia más nítida con el ambiente rural lo percibimos en sus escritos,
donde no encontramos nada comparable a las parábolas de Jesús. Pablo en Tarso lo
marcaron dos culturas: la judía en el ambiente doméstico, y la griega en la ciudad.

San Jerónimo nos ofrece una tradición diversa según la cual Pablo habría nacido en
Galilea, concretamente en la ciudad de Gischala, y que sus padres se trasladaron a Tarso
cuando la ciudad cayó en manos de los romanos11. El dato patrístico trae varias dudas y
dificultades: ¿a qué campaña militar romana se refiere San Jerónimo?12 Y ¿Cómo y por
qué se asentó la familia de Pablo en Tarso? La explicación que nos dan algunos autores
es que la familia del apóstol fue conducida a Tarso como esclavos y vendidos allí.
Posteriormente el padre habría obtenido su libertad y la ciudadanía. Otros investigadores
opinan que la familia de Pablo, viendo la situación caótica en Gischala, decidieron huir
hacia el Asia Menor y se asentaron en Tarso. Finalmente podemos decir que aquí nos
movemos en el terreno de las suposiciones13.

b) Pablo ¿ciudadano romano?

9
Además de los datos bíblicos (Joel 4,6; Isaías 66,19) se sabe que en tiempos de Antíoco III, hacia fines
del siglo III a.C., se establecieron 200 judíos como colonos militares en Lidia y en Frigia, concediendo a
ellos tierras cultivables y viñas. Desde Cilicia fueron importados a Palestina vino y otros productos
agrícolas. Los Hechos de los Apóstoles (6,9) mencionan una sinagoga que agrupaba en Jerusalén a los
judíos helenistas entre los cuales se encontraba gente de Cilicia y de Asia. F LAVIO J OSEFO, Antigüedad
Judía, 12, 147-153.
10
Flavio Josefo relata que Seleuco Nicanor concedió el derecho de ciudadanía a algunos judíos, en las
ciudades que había fundado en Asia Menor. Cf. Antigüedad Judía, 12, 119.
11
SAN J ERÓNIMO, De Viris Illustribus, 5.
12
Podrían ser dos posibilidades: la campaña de Pompeyo en el 63 a.C., o la de Quintilio Varo en el 4 a.C.
Por motivos cronológicos no puede ser la campaña dirigida por Vespasiano y Tito en el 70 d.C.
13
Cf. ÁLVAREZ C INEIRA, D., “Pablo ¿un ciudadano romano? Estudio Agustiniano 33(1998) 455-486.
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Según Hch. 22,25-29, Pablo era ciudadano romano desde su nacimiento. Esto significa
que él heredó de sus padres la ciudadanía romana. Sólo Hechos de los Apóstoles nos
trasmite este dato. Hoy día no se admite tan fácilmente que Pablo poseyera el privilegio
de la ciudadanía como se afirmaba en el pasado. Sabemos, que en la época que estudiamos
no faltaban judíos que eran ciudadanos romanos14 y que existía este privilegio en Asia
Menor15. Las objeciones presentadas por varios autores acerca de la posesión de la
ciudadanía romana de Pablo son de diversa índole:
1. Llama la atención que sólo el autor del libro de los Hechos, de forma directa o indirecta, 5
nos de noticias sobre los privilegios de la ciudadanía romana del apóstol16, mientras que
Pablo no dice nada al respecto en sus cartas. El silencio del apóstol ha sido explicado con
diversos argumentos: ya que Pablo también pasa por alto todo lo que tiene que ver con su
familia y aquello que no sirven a su propósito religioso, y sus títulos de gloria eran otros
2. El hecho de que Pablo, como él mismo nos cuenta en 2 Cor. 11,25; 1 Tesal. 2,2, haya
padecido el suplicio romano de la flagelación y otros castigos corporales, que la Lex
Porcia17 prohibía que se aplicaran a los ciudadanos romanos, podría ser una prueba
contundente de que el apóstol no haya poseído la ciudadanía romana. Pero se conocen
varias infracciones de esta ley y su aplicación, y se puede pensar que un judío fuese
expuesto más que nadie a este tipo de ley.
3. Otros autores han negado tanto la ciudadanía romana de Pablo como su apelación al
César, y ponen en tela de juicio toda la presentación de Lucas del traslado de Pablo a
Roma. Por lo tanto, se preguntan ¿cómo se podría explicar la mención que hace Lucas en
el libro de los Hecho de la ciudadanía romana para Pablo? Los intentos de una respuesta
se dan en dos posibles hipótesis: 1) que Pablo poseyera la ciudadanía de Tarso, y Lucas
la habría ampliado con la de Roma, y de esta forma la intención del evangelista era resaltar
la figura del apóstol; 2) la otra explicación la podríamos encontrar en la intención
misionera propagandista que Lucas quiere mostrar a sus futuros lectores. La afirmación
de la ciudadanía sería una invención de Lucas. Pablo se convierte en la obra de Lucas en
un modelo para los cristianos con ciudadanía romana en los años 80 d.C. De esta manera
los investigadores opinan que muchos cristianos con la ciudadanía romana en Asia Menor
estuvieron presionados por la sociedad por haber traicionado las costumbres romanas, o
incluso que hayan sido perseguidos en la época en que se escribió el libro de los Hechos.
Presentar a Pablo como civis romanus, era una forma de mostrar cómo el gran apóstol
tuvo que padecer persecución, incluso siendo un ciudadano romano y que el cristianismo
no iba en contraposición con el ser romano, sino que era una religión apropiada para los
ciudadanos del Imperio.

Por último, según las fuentes a nuestra disposición, para ser un ciudadano romano no se
requiere concesiones al paganismo y todo lleva a creer que el titular sigue beneficiándose
de los privilegios concedidos a los de su pueblo en materia de religión.
En cambio, en favor de la ciudadanía romana de Pablo, se podría invocar un argumento
de peso inspirado en el proceso. Pablo, no habría sido enviado a Roma ante el César al
final de un procedimiento local, sino que habría sido juzgado y condenado o liberado en

14
A pesar de su origen idumea, Antípatro, padre de Herodes el Grande, era considerado judío cuando
recibió del César el derecho de ciudadanía.
15
En el año 48 a.C., el cónsul Lentulo eximió a los judíos de Éfeso, que eran ciudadanos romanos del
servicio militar. Semejantes tolerancias también se dieron en Delio y Cerdeña. Cf. Flavio Josefo,
Antigüedad Judía, 14, 228, 234,240. Estos documentos no están exentos de sombras y contradicciones.
16
Hch. 16,37ss; 22,25ss; 23,27ss; 21,39; 25,10ss; 28,19.
17
En 195 a. C. la lex Porcia, propuesto por Catón el Viejo, prohibió que se infligiese a los ciudadanos
romanos el suplicio de las varas, por lo cual el jus virgarum no podía ejercerse legalmente contra un
ciudadano romano.
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Judea por el procurador sin otras complicaciones. A todo esto, se añade la consonancia
de la condición de ciudadano romano con ciertos aspectos de la vida y las enseñanzas de
Pablo. Así, en el hecho de que en las visitas apostólicas Pablo se habría interesado solo
en las regiones, provincias o colonias del Imperio; o incluso, su insistencia,
teológicamente fundada, en el obedecer al poder secular (Romanos 13,1-7), su
concepción de los cristianos sobre la tierra como ciudadanos de una “patria” (politeuma)
espiritual (Filipenses 3,20), son indicios que corroboran el testimonio del libro de los
Hechos de los Apóstoles. 6

Según Hechos 22,26 Pablo era ciudadano de nacimiento, cosa que nos hace suponer que
sus padres gozaban de este privilegio. Nos falta saber cómo los padres la obtuvieron. La
ciudadanía romana se adquiría por: nacimiento, manumisión, por ley, o por concesión del
derecho de ciudadanía (donatio civitatis) concedido por el Senado o por el Emperador en
recompensa por los servicios prestados, como podría ser después de prestar un servicio
en las tropas auxiliares. En el caso del padre de Pablo, es sensato descartar la hipótesis
del servicio en el ejército, ya que ello traía el culto al emperador y a sus insignias, algo
que un judío piadoso repudiaba, y además no debemos olvidar que Pablo se presentaba
como un judío observante que había crecido en una familia observante de las costumbres
judías (Filipenses 3,5). La mayoría de los investigadores admiten que la obtención más
común de este privilegio entre los judíos era la emancipación (manumissio)18.

c) Pablo en Jerusalén
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos da noticias de que Pablo estuvo en Jerusalén
antes de ser llamado a su vida apostólica. El Pablo de Lucas después de una infancia en
la ciudad de Tarso, se trasladó a Jerusalén y recibió una formación teológica en la escuela
de Gamaliel el Viejo: “Yo soy judío. Nací en Tarso de Cilicia, pero me eduqué en esta
ciudad. Mi maestro fue Gamaliel; él me instruyó en la fiel observancia de la ley de
nuestros antepasados” (Hch. 22,3). La intención del autor Hechos era quizás poner a
Pablo lo más pronto posible en relación con la Ciudad santa y con el centro del judaísmo,
para demostrar la mentalidad y el origen judío del Apóstol. Por otra parte, varios rasgos
demuestran una educación en la Diáspora griega. La lengua de Pablo era la de un griego
corriente, y esto nos da indicios de que la había hablado desde su infancia. Algunos
autores han puesto en duda de que los padres de Pablo se hayan mudado de Tarso, y que
Pablo desde su primera infancia haya vivido en Jerusalén. La argumentación que
desarrollan es el conocimiento del griego que se pone de manifiesto en sus cartas, y este
conocimiento podría explicarse por el hecho de haber crecido en una ciudad griega, más
precisamente en Tarso, y no haber tenido que aprender el griego como segunda lengua.

La Biblia que utiliza el Apóstol era la versión de los Setenta (Septuaginta) y de ella
provienen los semitismos que utiliza en sus cartas. Era natural que citara esta versión de
la Biblia en sus cartas dirigidas a las comunidades de lengua griega, y llama la atención
el modo con que lo hace, mostrando que estaba familiarizado con los textos,
probablemente desde su adolescencia. Si bien Pablo, como habíamos dicho, hablaba
griego desde su infancia, llama la atención la forma de argumentar nada helenista. Sólo
una vez hace mención a un autor griego en sus cartas, y es a Meandro 19: “Las malas

18
La manumisión era el acto por el cual el amo otorgaba la libertad al esclavo. La modalidad podía ser de
dos maneras: solemnes y no solemnes. Los manumitidos por un medio solemne adquirían la ciudadanía
romana juntamente con la libertad.
19
Menandro (Atenas, h. 342 a. C. - ibídem, h. 292 a. C.), comediógrafo griego, máximo exponente de la
llamada Comedia nueva.
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compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Cor. 15,33). Tampoco lo que se ha


llamado el estilo de diatriba de Pablo tiene una vinculación con una formación griega. El
apóstol escribe en griego, pero su modo de argumentar, el de hacer teología y su uso de
las Escrituras son particularmente judíos. No es posible asimilarlo ni a los escritores
judeo-cristianos de la época, ni a Filón de Alejandría.

El judaísmo de la Diáspora disponía de sus sinagogas en la misma ciudad de Jerusalén, y


estas eran necesarias porque estos judíos sólo hablaban griego. El libro de los Hechos 7
hace mención de las sinagogas para los llamados libertos (esclavos romanos que
recibieron la libertad), la de los cireneos, alejandrinos, cilicianos y asiáticos (Hch. 6,9).
Es muy probable que Pablo haya frecuentado la sinagoga de los habitantes que provenían
de la Cilicia.

d) La formación y estudios de Pablo


Desde el punto de vista de las fechas, no hay ninguna razón para dudar de que Pablo haya
sido discípulo de Gamaliel I, “el Viejo”. Las fuentes rabínicas nos informan que el
maestro desarrolló su actividad entre los años 25 y 50 d.C. Probablemente no lleguemos
a reconocer en las cartas de Pablo las huellas de una doctrina atribuida a Gamaliel, pero
es evidente que, Pablo había recibido una educación judía, en una escuela que enseñaban
las disciplinas religiosas y un profundo conocimiento de las Escrituras (él cita más de 90
veces la Biblia), por lo tanto el Apóstol era capaz de abordar el nivel superior de los
estudios rabínicos. Pero corremos un serio riesgo de anacronismo admitiendo que Pablo
haya sido un “rabino ordenado”, ya que la institución en cuanto tal, del rito de la
ordenación y la atribución del título oficial de “rabí” sólo tomaron forma después del año
70.

Si podemos cotejar el libro de los Hechos de los Apóstoles con algunas de sus cartas
encontramos algunas coincidencias, en lo referente a la afirmación de que Pablo era
fariseo. Las confidencias que hace Pablo en Flp. 3,5-620 y en Gál 1,1321 hablan en favor
de que fue o se hizo fariseo, y que ardía de celo por la Ley. Era judío e hijo de judíos, y
no prosélito, por eso fue circuncidado a los ocho días de nacer. Su familia, si bien
pertenecía a la diáspora judía, había emigrado a Israel y no habían perdido contacto con
Jerusalén.
e) Profesión y clase social
Si bien los artesanos y comerciantes textiles tuvieron un papel importante en la vida
política y social de la ciudad de Tarso, será en Jerusalén donde Pablo habría aprendido el
oficio manual del que nos habla el libro de los Hechos, y de la que el mismo Apóstol nos
hace referencia en sus cartas22. El libro de los Hechos nos habla de que Pablo y su huésped
Aquila, eran “fabricantes de tiendas” (skēnopoios). ¿Tiendas de cuero? ¿de pelo de cabra?
¿de tela? Las opiniones son muy diversas y se duda en afirmar que un fariseo ejerciera
una profesión tan despreciada como la de un tejedor. Sin embargo, tal oficio no era
incompatible con la condición de erudito en materia religiosa, al menos desde fines del
año 70, donde los sabios y doctores dan testimonio de la práctica y estima del trabajo
manual.
20
Circuncidado al octavo día; de la raza de Israel y de la tribu de Benjamín; hebreo, hijo de hebreos; en
cuanto a la Ley, un fariseo; por el ardor de mi celo, perseguidor de la Iglesia; y en lo que se refiere a la
justicia que procede de la Ley, de una conducta irreprochable”
21
“Seguramente ustedes oyeron hablar de mi conducta anterior en el judaísmo: cómo perseguía con furor
a la Iglesia de Dios y la arrasaba, y cómo aventajaba en el judaísmo a muchos compatriotas de mi edad, en
mi exceso de celo por las tradiciones paternas”.
22
Hech. 18, 3; 20,34; 1 Cor. 4,12; 1 Tesal. 2,9.
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Acerca de los bienes o riqueza de Pablo antes de su conversión, las opiniones son muy
divergentes. ¿A qué estrato social pertenecían los padres de Pablo? Podemos formularnos
esta pregunta, pero carecemos de una respuesta concreta. El oficio de Pablo no nos
permite realizar una valoración económica, ni tampoco nos podría indicar su probable
pertenencia a una familia de libertos. No podemos utilizar para este fin las declaraciones
de Pablo sobre la “esclavitud” y sobre el “abajamiento” que ha prevalecido en su práctica
apostólica23 y llegar a la conclusión, de que, para Pablo, trabajar manualmente era decaer 8
en el orden social. En realidad, la humillación de que nos habla Pablo, es otra cosa
totalmente distinta: era la independencia económica de sus Iglesias. Es muy probable que
el Apóstol y su familia pertenecieran a una clase social acomodada, que le ha permitido
acceder a una formación académica desde su adolescencia, como lo demuestran el nivel
de sus cartas. Pablo se jactaba de su pertenencia a la tribu de Benjamín24, tribu de la que
podía estar orgulloso, porque había dado el primer rey a Israel. De esta manera la familia
de Pablo, cualquiera haya sido su fortuna, llegó a formar parte de una cierta nobleza laica.

f) Pablo desde el punto de vista físico


Acerca de la descripción física y la personalidad del apóstol no tenemos datos muy
seguros. La imagen más tradicional de Pablo la encontramos en el apócrifo titulado
Hechos de Pablo y Tecla, pero estos datos no son dignos de confianza:

Onesíforo siguió el camino real que lleva a Listra y buscaba continuamente descubrir a Pablo,
observando el aspecto de los transeúntes según las indicaciones de Tito. Y vio venir a Pablo,
hombre de talla pequeña, de cabeza calva, de piernas arqueadas, vigoroso, con las cejas juntas,
nariz ligeramente encorvada, lleno de simpatía; porque unas veces parecía como un hombre, pero
otras veces tenía el aspecto de un ángel. Pablo, al ver a Onesíforo, sonrió; y Onesíforo le dijo:
¡Salve, servidor del Dios bendito! Y él le contestó: la gracia sea contigo y con tu casa 25.
Nos encontramos en un terreno más sólido cuando recurrimos a las cartas del apóstol. Los
adversarios le echaban en cara que sus cartas eran severas y fuertes, pero que en persona
es poca cosa y su palabra despreciable (2 Cor. 10,10). La debilidad física que sus
adversarios podían explotar es tal vez exagerada, y es poco probable que Pablo haya
tenido éxito sin ciertas cualidades exteriores como fueron su mirada y su palabra.

Pablo, según su propio testimonio, nos da a entender que era propenso a las enfermedades,
y llama la atención que él poco dado a hablar de cuestiones personales, mencione
repetidas veces en sus cartas su enfermedad. La primera predicación entre los gálatas
estuvo marcada por una circunstancia especial: su enfermedad (Gál. 4,12-14). Entre las
diversas interpretaciones que se han presentado de la famosa alusión “la espina clavada
en la carne”, “el ángel de Satanás que le hiere” (2 Cor. 12,17), la hipótesis de la
enfermedad es la más probable26. La naturaleza de su enfermedad es difícil de precisar,
pero se debe descartar una enfermedad crónica27.

g) Pablo ¿estuvo casado?

23
1 Cor. 9,19; 2 Cor. 11,7.
24
Rom. 11,1; Filip. 3,5
25
Hechos de Pablo y Tecla, II-IV.
26
Mucho se ha escrito acerca del significado de esta expresión paulina, y entre las diversas interpretaciones
que encontramos algunas hacen referencia a una enfermedad, o a una tendencia pecaminosa del mismo
apóstol, otros autores piensan que hace alusión a las persecuciones, o tal vez a algún incidente de su vida.
27
Se había hablado de epilepsia, de malaria y trastornos en la visión. Algunos estudios más recientes han
sugerido que Pablo no padeció una enfermedad natural, sino que serían las consecuencias de los repetidos
malos tratos que recibió su cuerpo.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

Una cuestión que no aparece con claridad en las cartas del Apóstol es si estuvo casado o
no. Según la costumbre judía de la época, todo judío piadoso debía contraer matrimonio
y cumplir el mandato bíblico de “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y
sométanla” (Gén. 1,28). El hombre debía contraer matrimonio a los 18 años, y el que no
lo hacía antes de los 20 años era mal visto. El Rabí Judah ben Tema decía al respecto:
A los cinco años estudiar la Torah, a los diez la Miŝnah, a los quince el Talmud, a los dieciocho
contraer matrimonio […] El que tiene veinte años y no se ha casado vive sumido en el pecado […]
Digamos más bien: vive sumido en pensamientos pecaminosos28.
9
Otras fuentes antiguas hacen referencia que en ciertos círculos del judaísmo también
encontramos una valoración del estado célibe o virginal. Flavio Josefo habla de los
esenios que renunciaban al matrimonio, de esta forma podemos decir que entre los judíos
había distintas posiciones acerca del matrimonio y la virginidad:
Ellos no aceptan el matrimonio, […] No desaprueban el matrimonio ni su correspondiente
procreación, pero no se fían del libertinaje de las mujeres y están seguros de que ninguna de ellas
es fiel a un solo hombre, […] Hay otro orden de esenios que tienen un tipo de vida, unas
costumbres y unas normas legales iguales a los otros, pero difieren en su concepción del
matrimonio. Creen que los que no se casan pierden la parte más importante de la vida, es decir, la
procreación, y, más aún, si todos tuvieran la misma idea, la raza humana desaparecería enseguida29.
Otro escritor antiguo que hace referencia a esta judía y su relación con el matrimonio es
Plinio, el Viejo: “Los esenios son un pueblo que vive apartado, sin mujeres, que ha
renunciado al amor humano, una raza eterna en la que nadie nace”30.

Pablo escribía hacia el año 54 la Primera Carta a los Corintios, y en esta época no tenía
mujer. Esto queda claramente expresado en su elogio al celibato y a la virginidad, cuando
el aconseja a los solteros y viudas de permanecer como él, y si bien reconociendo el
matrimonio, no lo prescribe y agrega: “les aconsejo que es bueno que permanezcan como
yo”31.pero si no estaba casado entonces, ¿no pudo haberlo sido anteriormente? Para
algunos autores “es posible que Pablo hubiera optado por el celibato, porque los textos de
1 Corintios pueden entenderse de esa manera”. Pero dejando de lado estas
interpretaciones dudosas, los mismos textos podrían interpretarse como si Pablo habría
sido viudo o divorciado de su mujer. Por un lado, el término agamos “no esposado” es
común en el griego de la época para indicar a un viudo y el contexto de la Carta refuerza
este significado. Por otro lado, en la frase “es bueno que permanezcan como yo”, las
palabras “como yo”, si las tomamos literalmente no significan “como yo” sino más bien
“como yo permanezco”, dejando entender que Pablo está en la misma situación de lo que
se esperaba para los viudos y viudas. Por lo tanto, se debe llegar a la posibilidad de ver
en Pablo a un viudo.

h) El nombre de “Pablo”
El libro de los Hechos nos da a conocer los dos nombres con que era llamado el Apóstol:
Pablo-Saulo, quizás una confirmación de que perteneciera a dos culturas distintas. El
nombre de Pablo es la transcripción al castellano del nombre latino Paulus (contracción
de páululus: poco, pequeño), y el autor del libro de los Hechos escribe el nombre latino
dándole una forma griega: Paúlos. El nombre verdadero del apóstol era la forma hebrea
Saúl, y es utilizado en los tres relatos de su conversión, pero en su forma griega Sáulos
(Hech. 9,4.17; 22,7.13 y 26,14).

28
Citado en R IVAS, L. H. San Pablo, su vida, sus cartas, su teología. San Benito, 2005, pág. 14
29
F LAVIO J OSEFO, La guerra de los judíos, II, 120, 160.
30
P LINIO EL V IEJO, Historia Natural, V, 73, 1-3.
31
1 Corintios 7,7-8.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

Era natural que el Apóstol llevara el nombre judío Saúl (Sáulos, como lo escribe el autor
de Hechos), ya que el primer rey de Israel llevaba ese nombre (1 Samuel 10,1), y además
fue miembro de la tribu de Benjamín, como Pablo. Por ello el Apóstol se sentía orgulloso
de pertenecer a esa tribu como lo dice en sus cartas (Romanos 11,1; Filipenses 3,5).

En la diáspora judía era natural que sus miembros llevaran otro nombre griego o latino
además de su nombre judío. Encontramos varios ejemplos en el Nuevo Testamento: José
el Justo (Hech. 1,23); Tabita Dorcas – gacela (Hch. 9,36); Juan Marcos (Hch. 13,1); Jesús 10
el Justo (Col. 4,11).
Para el caso de Pablo es distinto, ya que él no tenía dos nombres “Saulo Pablo”, sino que
pasará del uso de un nombre a otro. De Hechos 7,58 a Hechos 13,9 se usa sólo el nombre
de “Sáulos”. A partir de 13,9 a mitad de un relato, de una misma frase y sin dar ninguna
explicación se pasa del nombre hebreo al latino: “Saulo, llamado también Pablo, lleno del
Espíritu Santo, clavó los ojos en él”. Desde la antigüedad varios autores han tratado de
dar una explicación de este hecho: San Agustín dijo que el mismo Pablo, por modestia se
puso ese nombre que significa “pequeño”32. San Juan Crisóstomo afirma que recibió este
nombre al ser enviado a predicar a los paganos33. San Jerónimo dice que el Apóstol
utilizaba este nombre en honor Sergio Pablo, el romano convertido a la fe cristiana34.

i) El perseguidor
Pablo se atribuye el último puesto en el apostolado, porque como él mismo dice, “ha
perseguido a la Iglesia de Dios”35. Pablo utiliza en sus cartas el verbo diōkō “perseguir”
que puede contener una multitud de matices diversos: combatir, discutir, poner
obstáculos, llevar ante tribunal de una sinagoga, acusar en un juicio, etc., pero el apóstol
nunca nos especifica en qué sentido utiliza esta palabra ni en qué consistía esta
persecución. Esta persecución de que habla Pablo ¿fue por medio de la predicación? ¿con
actos judiciales? ¿con violencia física sobre las personas? ¿Cuáles fueron las causas que
lo han llevado a tomar medidas severas contra los cristianos? Él mismo nos proporciona
la clave de interpretación de su conducta alegando especialmente su “celo”36 y esta furia
carismática que empuja al fiel judío a ponerse de parte de Dios con acciones violentas
contra los impíos de su pueblo. Aquel que mostraba un “celo ardiente” por las antiguas
tradiciones aplicaba el mismo celo en erradicar la Iglesia naciente37. El celo por Dios,
para un judío es necesariamente el celo por la Ley de Dios. Pablo mismo lo confirma
cuando escribe: “en cuanto a la Ley, un fariseo; por el ardor de mi celo, perseguidor de la
Iglesia”38. Persecución violenta, si nos confiamos en las cartas del Apóstol, pero que no
llego a suponer que haya causado la muerte de sus víctimas. Pero las cosas son muy
diferentes en el libro de los Hechos, que dramatizan, para llegar, finalmente, a hacer de
Pablo una especie de juez votó la ejecución de los cristianos39. Nos puede ayudar a
entender esta problemática lo que dice el P. Rivas:
El libro de los Hechos presenta una visión muy brutal de los acontecimientos y describe a Pablo
realizando actos de violencia real sobre la persona de los cristianos: “Saulo […] iba de casa en
casa y arrastraba a hombres y mujeres, llevándolos a la cárcel” (8,3; ver 9,21; 22,4; 26, 9-11),
contribuyó con su voto a matar cristianos, obligó a blasfemar (26,10-11). Al decir, en este último
texto, que “contribuía con su voto”, estaría indicando que sería miembro del Sanedrín; de otro

32
SAN AGUSTÍN , De Spiritu et littera, VII, 12.
33
SAN J UAN CRISÓSTOMO , Homilía sobre los Hechos, XXVIII, 13.
34
SAN J ERÓNIMO, De Viris Illustribus, V.
35
1 Cor. 15,9; Gál. 1,13.23; Filip. 3,6.
36
Filip. 3,6
37
Gál. 1, 13-14
38
Filip. 3,6
39
Hch. 26,10
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

modo no se entiende esta cooperación con su voto. Este detalle es sorprendente y parece
inverosímil, porque si hubiera sido miembro del Sanedrín, Pablo lo habría dicho en sus cartas
cuando hablaba de su pasado40.

El lugar de las persecuciones, según el libro de los Hechos, es esencialmente Jerusalén.


Aquí se impone una verificación. Pablo cuando habla de las persecuciones hace referencia
a “la Iglesia”, “la Iglesia de Dios”41. En las cartas paulinas, excepto la de los Colosenses
y Efesios, estas expresiones son aplicadas a la comunidad local. Ahora, no tenemos
ninguna noticia de comunidades que hayan sufrido las persecuciones de Pablo, salvo el 11
dato que nos ofrece el libro de los Hechos y que es la Iglesia de Jerusalén. Para algunos
investigadores hay buenas razones para aceptar el dato que ofrece el libro de los Hechos
y tira abajo una sólida tradición histórica42. Hechos de los Apóstoles, por su parte, puede
poner remedio a lo breve de las cartas paulinas si se sabe utilizar con la necesaria
prudencia, la presentación que hace de la historia de Esteban y su desarrollo. Suponiendo
que Pablo, en cuanto hebreo originario de la Diáspora y greco parlante, podría haber
estado conectado a las sinagogas helenistas de Jerusalén, y habría sido testigo del
acercamiento de los judíos helenistas al mensaje de Jesús. A Pablo sólo se le podría
atribuir un rol accesorio en la muerte de Esteban. Pero la muerte de Esteban no había
desbaratado el movimiento, entonces Pablo se sintió investido de una misión de defensa
contra lo que consideraba un grave atentado a la fe judía, un llamado a defender la Torá.

A la persecución de Jerusalén sigue en el libro de los Hechos la iniciativa de Damasco.


Se puede estar seguro que Pablo vivió la experiencia que cambiará su vida en Damasco o
en las proximidades de esta ciudad. Pablo en la carta a los Gálatas (1,16-17) luego de
relatar su vocación escribe “me dirigí a Arabia y de nuevo regresé a Damasco”. La
existencia de una “célula” cristiana en medio de la población judía de esta ciudad 43 que
posiblemente se haya formado a los dos o tres años después de la muerte de Jesús, para
algunos investigadores, no encuentra ninguna objeción seria. Por parte de los Hechos
sería más bien una garantía en este sentido, ya que la presencia del cristianismo en
Damasco escapa al patrón geográfico trazado por el autor para la propagación del
Evangelio (1,8). El origen del grupo cristiano permanece en el campo de las hipótesis.
Sin tener que descartar una infiltración que comienza en Galilea, se puede reconocer a los
primeros cristianos de Damasco, como el resultado de una propaganda llevada a cabo por
cualquiera de los fugitivos helenístico, tras la persecución de Jerusalén (Hch.8,1): en este
caso, Pablo habría perseguido con su odio característico a los conversos de este grupo,
que habrían propagado la nueva fe en las grandes ciudades comerciales de Siria como lo
habían hecho los helenistas en Antioquía (Hch. 11,19-20).

40
Cf. L. H. R IVAS, San Pablo. Su vida, sus cartas, su teología, 19.
41
Flp. 3,6; 1 Cor. 15,9; Gál. 1,13.
42
Pablo no proporciona materia para una objeción cuando escribe que, en ocasión de su primera visita a
Jerusalén, ya como cristiano, “las iglesias cristianas de Judea no me conocían personalmente” (Gál. 1,22).
Entre otras consideraciones que permiten eliminar la dificultad, hay que señalar que, en el período
helenístico, el término “Judea” conoce un uso generalizado y a menudo designa el “país de los judíos”, la
Palestina hebraica, sin más especificaciones (Cfr. Lucas 1,5; 4,44; 6, 17; Hechos 2,9; 10,37; Diodoro Sículo,
Bibliotheca Historica XL, 3,2; Estrabón Geografía XVI, 2, 34.
43
Damasco contaba en aquella época con un considerable porcentaje de judíos, como lo da a conocer el
mismo Flavio Josefo. Cf. Guerras judías 2, 561; 7, 368.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

El libro de los Hechos coloca la conversión de Pablo no en la misma ciudad de Damasco


sino fuera de sus murallas. Un grupo de investigadores afirman la tesis44 que, en ausencia
de la persecución en Jerusalén, Pablo comenzó a enfurecerse contra los cristianos en
Damasco, esta posición no sólo se opone al dato que ofrece los Hechos, sino que también
abre una serie de problemas sin soluciones. La pregunta que se hacen éstos autores es
¿qué interés tenía el autor del libro de los Hechos para modificar de esta manera la
tradición? Él, tan preocupado de subrayar el contraste entre el perseguidor y el apóstol,
tenía, por el contrario, el deber de dejar que Pablo fuera capturado por Cristo en el lugar 12
de sus fechorías, es decir, en el ejercicio pleno de la misión atribuida. Por otra parte, si
Pablo hubiera maltratado a los cristianos de Damasco, ¿sería aceptado con tanta facilidad,
y cómo iba a regresar más tarde para permanecer en su comunidad por algún tiempo
después de su regreso de Arabia?

El relato del libro de los Hechos que nos cuenta como Saulo fue a Damasco con poderes
de los sumos sacerdotes para hacer prisioneros y llevar encadenados a Jerusalén a los
cristianos, no puede tener una veracidad histórica. Era imposible que esto sucediera
porque Jerusalén y Damasco eran dos jurisdicciones romanas distintas, y, por lo tanto,
bajo dos gobernadores romanos diferentes. Pablo no podía llevar prisioneros de una
jurisdicción a otra sin una autorización de sus respectivos gobernantes. También otro
aspecto del relato nos llama la atención: el que los sumos sacerdotes de Jerusalén dieran
una autorización para este tipo de actos sabiendo que estaba fuera de su alcance.

2.2. La vocación apostólica y la conversión de Pablo


Pablo, a diferencia de los Hechos de los Apóstoles, en sus cartas no relata jamás el evento
que ha transformado su existencia. Si lo menciona lo hace en términos breves,
eventualmente teológicos y bíblicos, sin la “experiencia” que se puede esperar de
semejante confesión. Tradicionalmente se habla de este hecho trascendental como una
“conversión”, pero muchos investigadores dicen que es más correcto hablar de una
“vocación”. Se podría decir que el libro de los Hechos nos habla de una conversión de
Pablo, es decir, de una conversión del judaísmo al cristianismo. Pero si seguimos las
cartas de Pablo podríamos hablar de una “vocación a una misión especial” de llevar la
salvación a todos los pueblos.

El libro de los Hechos45 nos ofrece tres relatos de la conversión de Pablo: 9,1-19ª; 22,4-
16; 26,12-18. Algunos elementos se repiten en los relatos, pero también se puede observar
divergencias como por ejemplo en Hch. 9,7 los compañeros de Pablo oían una voz, pero
no veían a nadie; mientras que en Hch. 22,9 vieron la luz, pero no oyeron la voz. En el
pasaje del capítulo 9 sólo Pablo cae en tierra, y en el capítulo 26 caen a tierra también sus
compañeros. Otro aspecto a destacar es que en el relato de los Hechos “Ananías” es el
personaje que pone en contacto a Pablo con la comunidad cristiana, es el lazo de unión
entre ambos. Mientras que en el relato autobiográfico de Pablo en sus cartas (Gál. 1) se
omite la intervención de Ananías, ya que su lugar es ocupado por el mismo Cristo, ya que
el apóstol niega que en su conversión haya participación de algún hombre: “pues no la
recibí ni lo aprendí de ningún hombre; Jesucristo es quien me lo ha revelado” (Gál. 1,11).

44
Según J. Knox en Chapters in a Life of Paul, Pablo se habría dirigido directamente de Tarso a Damasco.
Contra la historicidad de las persecuciones en Jerusalén Cf. G. Bornkamn, Pablo de Tarso; J. Becker,
Pablo, el apóstol de los paganos. El argumento principal se basa siempre en la carta a los Gálatas 1,22.
45
Seguimos a L. H. Rivas, Op. Cit. 21-22.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

Hay una tradición que nos habla de la “caída del caballo” pero vemos que en los relatos
no se hace mención de este suceso:
En los tres relatos del libro de los Hechos se dice que Saulo, al sentir la presencia del Señor
resucitado, “cayó en tierra” (Hch. 9,4; 22,7; 26,14). De ahí se ha originado aquello de que “Pablo
cayó del caballo”. Se puede ver que en ninguno de los tres relatos se menciona algún caballo. La
caída de Saulo no se debe a algo tan prosaico, sino que se entiende como la reacción humana ante
la presencia de lo divino, como en Gn. 17,3; Jos. 5,14; Ez. 1,28; Dn. 8,17-18; 10,9; Lc. 5,8; Apoc.
1,17; etc.46.
13
Si queremos reconstruir lo sucedido a Pablo en Damasco siguiendo la tradición de Hechos
de los Apóstoles, sólo nos puede ser de utilidad si nos acercamos al relato con mucha
reserva. La historia de conversión que nos ofrece Hechos 9, sigue un modelo que podemos
encontrar en las historias judías de conversión del Antiguo Testamento, como es el caso
de la leyenda de Heliodoro que encontramos en 2 Mac. 3,13-40, y además podemos
entender un aspecto extraño del pasaje de Hechos 9: Pablo no ve a Cristo, sino que se ve
envuelto por una luz celestial, y los motivos de su conversión posterior son también el
ayuno y la oración. Finalmente podemos decir que Lucas utiliza un esquema antiguo y lo
ordena separando la conversión de la vocación de Pablo. “Al hacerlo muestra una
preferencia por los datos geográficos. La secuencia de hechos Damasco-Jerusalén-Tarso
representa un período cerrado en sí mismo”47.

Pablo en sus cartas nunca nos describe con detalles lo sucedido en Damasco, sólo
podemos encontrar la interpretación que él hace de ese suceso extraordinario. Él da por
sentado que sus comunidades ya saben lo ocurrido y por eso pone el acento en su llamado
al apostolado y él mismo se denomina “apóstol por vocación” (Rom. 1,1) o “Pablo,
apóstol no por disposición humana ni por intervención de hombre alguno, sino por
voluntad de Jesucristo y de Dios Padre” (Gál. 1,1). Así podemos percibir claramente que
la lectura que hace Pablo de lo sucedido en Damasco, no la vivió como una conversión
sino como un llamado, como una vocación al apostolado. Sin embargo, esta visión es
interpretada por Pablo como similar a la que habían recibido los discípulos de Jesús. Él
mismo no dice nada de las palabras que habría escuchado en ese momento. El hecho es
que esta visión tuvo en Pablo el mismo efecto que una “revelación” y luego adquirió la
certeza de que era su deber comunicarlo a los otros, a los paganos, a los no judíos. Pablo,
sobre la base de esta experiencia y esta misión, se consideraba a la par de los otros
apóstoles, por lo cual se siente libre y no necesita del consentimiento de los Doce para
comenzar su misión. La lectura atenta de la carta a los Gálatas, nos da algunas pistas para
entender cómo Pablo pretende legitimar su apostolado frente a las acusaciones de que no
era un verdadero apóstol. Por eso es importante comprender el papel que juegan dos
ciudades: Damasco y Jerusalén: “y sin subir a Jerusalén para ver a quienes eran apóstoles
antes que yo, me dirigí a Arabia y de nuevo regresé a Damasco” (Gál. 1,17). Pablo y
Lucas difieren notablemente con respecto a Jerusalén, y ambos tienen una intención
determinada. Lucas está interesado de unir a Pablo en Jerusalén, y de esta manera ponerlo
en el ámbito de los primeros apóstoles, mientras que Pablo trata de acentuar su
independencia. Los dos primeros capítulos de la carta a los Gálatas insisten en mostrar
que Pablo estuvo por mucho tiempo sin acercarse a Jerusalén.

En cuanto a la data del evento de Damasco, la información que se puede formular para la
secuencia de los hechos ocurridos no es de gran ayuda. Porque como veremos más
adelante, no se sabe cuánto tiempo, después de su conversión, Pablo pasó en Arabia.

46
Ibídem, 21.
47
J. GNILKA, Pablo de Tarso. Apóstol y testigo, 45.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

Puede, sin embargo, ponerse aproximadamente los años 30-32, años en que la persecución
a la que Pablo participó supone que el movimiento cristiano se desarrolló lo suficiente
como para ser un peligro para la ortodoxia judía.

3. El Misionero
3.1. De la conversión a la primera visita de Jerusalén
Pablo en la carta a los Gálatas nos dice que “inmediatamente” después de su conversión
se dirigió hacia “Arabia”. La región que entonces era designada con este nombre era la 14
Transjordania,48 que limitaba al norte con los territorios Galaunítide,49 Batanea50,
Traconítide,51 administrados ya sea por los príncipes herodianos, ya sea por el gobernador
de Siria, y al sur limitaba con el reino nabateo52. Ahora, uno se puede preguntar ¿por qué
motivo fue a Arabia? ¿Por cuánto tiempo estuvo allí? ¿Fue a misionar? ¿Fue solo o
acompañado? A todas estas preguntas sólo podemos responder por medio de hipótesis.
Algunos investigadores piensan que se podría admitir lo que escribían los Padres de la
Iglesia, que Pablo obedeciendo el mandato divino de la misión, haya comenzado
inmediatamente la predicación de la fe.

El libro de los Hechos no menciona nada acerca de la visita a Arabia, sólo da algunas
noticias de la segunda estadía de Pablo en Damasco, y cómo tuvo que huir de ella. Pablo
mismo nos relata también esta aventura, humillante y pintoresca a la vez: “estando yo en
Damasco, el gobernador del rey Aretas puso guardias en la ciudad de los damascenos con
orden de arrestarme, y por una ventana me descolgaron por el muro en una canasta,
escapando así de sus manos” (2 Cor. 11,32-33). De acuerdo con el testimonio del mismo
apóstol, esta salida precipitada de la ciudad se debió a la acción de un representante hostil
del rey Aretas IV que quería hacerlo prisionero. El monarca había reinado sobre el pueblo
nabateo desde el año 9 a.C., al 39 d.C., ya que este enviado del rey tenía facultad para
vigilarlo y apresarlo, significa que este personaje en cuestión ejercitaba una autoridad,
pero el nombre usado de “etnarca” no tiene en la Antigüedad el significado de un
“gobernador”. Además, no se encuentra, salvo en el pasaje citado de las cartas paulinas,
ninguna noticia acerca de algún control del rey Aretas sobre la ciudad de Siria. Algunos
investigadores admiten este dato basándose en las afirmaciones de Pablo, resaltando que
en tiempos del emperador Calígula (37-41 d.C.) se reorganizó una política con los reinos

48
En aquella época no existía una provincia romana de Arabia; ésta será creada posteriormente bajo el
reinado del emperador Trajano en el año 106 d.C. Trajano para crear esta provincia se había anexado el
reino de los nabateos. Cf. J. Murphy-O’Connor, “Paul in Arabia” CBQ 55 (1993) 732-737.
49
Gaulanítide es una región histórica del antiguo Israel más allá del río Jordán, así llamada por causa de la
ciudad de Golán.
50
Batanea fue un área al noreste del río Jordán y al este de Trachonitis, creada administrativamente tras la
división de Bashan. En el siglo I, el territorio fue adquirido por Herodes el Grande y a su muerte pasó a su
hijo Herodes Filipo. En algunas referencias se trata a Filipo como Tetrarca de Batanea, aunque sus
posesiones eran mayores que dicho territorio. A la muerte de Filipo en el año 34, Batanea pasó a manos de
Herodes Agripa, y en el año 53 a Herodes Agripa II. Fue adherida al territorio de la provincia de Siria en el
Imperio romano. Hoy la región es conocida como Ard-el-Bathanyeh.
51
Traconítide, región histórica del antiguo Israel situada al sur de Damasco, entre las montañas del
Antilíbano y Batanea. Significa “región pedregosa”.
52
Los nabateos constituyen un antiguo pueblo cuya actividad se desarrolló especialmente al Sur y al Este
de Palestina. La capital la mayor parte del tiempo fue Petra, que está situada a 80 km al sudeste del mar
Muerto. Su época de mayor esplendor abarca del siglo IV a. C. al I d. C. El casco urbano de Petra se repartía
entre las dos riberas del río Uadi Músd, un valle encajonado entre altas rocas. Ciudad almacén de las
mercancías que procedentes de Arabia, India y del mar Rojo, eran trasladadas en largas caravanas por las
rutas comerciales de la época. La posesión de los principales enclaves por donde esas rutas pasaban era una
de los objetivos de los nabateos. Palmira, al norte, fue capital del reino nabateo bajo el efímero reinado de
la famosa reina Zenobia, entre los años 266 - 272 d. C.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

vasallos en las provincias Orientales, y se le habría concedido a Aretas la ciudad de


Damasco. Esto no quita, que, para Damasco, el testimonio de las monedas confirme el
silencio de las fuentes53. Otra hipótesis sería que el “etnarca” en cuestión sería una especie
de “cónsul” encargado de vigilar los intereses comerciales del rey Aretas, y sus
coterráneos ocupaban una zona de la ciudad de Damasco. Este dato no sería extraño54. Si
optamos por la primera interpretación, con los argumentos que la avalan, los hechos
ocurridos a Pablo serían entre los años 37 y el 39, o sea entre la asunción de Calígula y la
muerte de Aretas. Si escogemos la segunda interpretación, todo lo que podemos decir es 15
que Pablo dejó Damasco antes del año 39. Con respecto a las causas de la hostilidad hacia
Pablo que llevaron a la fuga de la ciudad, sólo podemos presentar suposiciones,
admitiendo que Pablo haya comenzado una actividad de predicación de la nueva religión
en la región controlada por los nabateos, y esta actividad realizada por un judío, en un
período en que no había buenas relaciones entre Aretas y los príncipes herodianos era
muy riesgoso.

Pablo ¿de Damasco se dirigió a Jerusalén? Según sus propias palabras: “Luego, después
de tres años, subí a Jerusalén para conocer a Pedro y permanecí junto a él quince días”
(Gál. 1,18). Se ignora todo acerca de la situación y actividad de Pablo en el intervalo,
pero se supone que ha estado activo predicando su nueva fe. Pablo habla con gran
sobriedad de datos sobre su viaje de Damasco a Jerusalén, y sólo se sabe el motivo de su
visita: encontrarse con Pedro, jefe de la Comunidad local. El texto paulino no nos dice
nada de lo que hablaron ambos, ¿se intercambiaron experiencias personales de fe y
hablaron de Jesús? ¿Problemas teológicos? ¿Cuestiones relacionadas con la admisión a
la fe a los no judíos? No lo sabemos. Pablo también nos habla de otro encuentro que tuvo
en Jerusalén: con Santiago, el hermano del Señor, aquel que luego que Pedro abandone
la ciudad, se hará cargo en la conducción de la Comunidad local. El texto de Pablo dice
que no vio a ningún otro apóstol (Gál. 1, 19). ¿Por qué sólo a Santiago? ¿Por qué ha
evitado el encuentro con otros cristianos de la Comunidad? Especialmente pensamos en
Juan, una de las “columnas” de esta Iglesia, y otros eminentes personajes que es difícil
imaginar que estuvieran ausentes. Se piensa que los otros miembros de la Iglesia de
Jerusalén tuvieran sus reservas y reparos acerca de este antiguo perseguidor, y que
también había llegado información sobre las prácticas innovadoras que Pablo proponía
en materia de fe. El hecho es que Pablo, que no nos dice todo, tiene un objetivo preciso
en su relato: mostrar que él era independiente de la Comunidad de Jerusalén y de sus
jefes; ya que su misión no le debe nada a ellos.

El libro de los Hechos (9, 26-30) expone de otro modo la visita de Pablo a Jerusalén.
Lucas nos cuenta que Pablo luego de huir de Damasco fue inmediatamente a Jerusalén, y
que muchos de los cristianos de la Ciudad Santa todavía le temían. Fue entonces que entra
en escena Bernabé, quien lo introduce en la comunidad cristiana y lo presenta a los
apóstoles. El relato prosigue diciendo que Pablo andaba por la ciudad en compañía de los
apóstoles, y mantenía discusiones con los judíos helenistas, es decir, con sus antiguos
correligionarios. Lucas nos habla de que intentaron atentar contra su vida por eso debió
partir hacia Tarso, su ciudad de origen (Hech. 9,26-30). Un aspecto importante a destacar

53
Aretas llevaba en las monedas y en las inscripciones el logotipo “El amado de su pueblo”. Esto pretendía
ser una protesta contra el servilismo romano de otros reyes, que utilizaban como sobrenombre
“Philoromaios”. Para la época de Calígula y de Claudio no se encuentran monedas con las efigies de los
emperadores romanos. Sólo existían en gran cantidad las que tenían la imagen del rey Aretas IV.
54
Flavio Josefo menciona que, en Alejandría, había un “etnarca” de los judíos que ocupaban una zona de
la ciudad. Cf. Guerras judías, 14,117.
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

es la presencia de Bernabé, que compartía con Pablo la procedencia de la diáspora judía:


el provenía de la diáspora de Chipre, de una familia levítica (Hch. 4, 36). Su nombre
completo era José Bernabé, y él se destacaba tanto en la Comunidad de Jerusalén como
en la de Antioquía. Bernabé, al parecer, sería el mediador más adecuado entre los dos
centros eclesiales del cristianismo primitivo.

3.2. Problemas de cronología


Pablo en la carta a los Gálatas nos dice que terminado su breve estadía en Jerusalén: “Fui 16
después a las regiones de Siria y Cilicia” (Gál. 1,21) y “pasado catorce años, subí otra vez
a Jerusalén” (Gál 2,1). La distancia, desde el punto de vista de la argumentación es
significativo: Pablo insiste, por lo menos aquí, reducir al mínimo sus contactos con las
autoridades en Jerusalén. Pero ignoramos todo acerca de su actividad en esta época, y
especialmente acerca de los lugares en que se ha movido. El relato sobre la Asamblea de
Jerusalén sugiere que, mientras tanto, Pablo había desarrollado una acción de
evangelización en el mundo no judío, como lo demuestra la presencia de Tito a su lado,
un pagano convertido. Por otra parte, si leemos sus cartas, podemos entrever una buena
parte del apostolado que ha desarrollado en Asia Menor, Macedonia y Grecia. Pero
¿cuándo ubicamos estas diversas fases? Más precisamente, ¿cuáles son las más adecuadas
para llenar la brecha de 14 años entre los dos encuentros en Jerusalén?

Lo cierto es que Pablo evangelizó a los gálatas antes del segundo de estos encuentros,
porque escribe a ellos en esa ocasión en la que ha defendido sus ideas y su práctica “pues
era necesario que la verdad del evangelio permaneciera íntegra entre ustedes” (Gál. 2,5).
Más aún, Pablo en la misma carta a ellos dirigida describe las circunstancias de esta
evangelización: se vio favorecida por una parada debido a la enfermedad del apóstol.

Siguiendo los datos que nos dan las cartas de Pablo, para el período que nos interesa,
podemos decir que hay muchos aspectos que permanecen oscuros. Con excepción de esta
providencial pausa con los Gálatas, Pablo, en la carta que les envía no nos dice nada de
un apostolado itinerante donde esta estadía habría sido solo un episodio o una escala. Por
otra parte, es importante preguntarnos ¿qué entendemos por los “Gálatas”? La mayor
parte de los investigadores ve en los destinatarios de la carta paulina a la población gálata,
a los descendientes de las tribus celtas que se habían establecido alrededor de las ciudades
como Ancira (hoy Ankara) y Pesino al centro norte de la actual Turquía. Otros autores en
cambio optan por un significado más amplio del término: se trataría de los habitantes de
la provincia romana de la Galacia, a la que incluyen también regiones situadas más al sur,
como Pisidia, Licaonia, como también parte de Frigia y la Isauria, sin contar posteriores
adiciones de Occidente. En realidad, no se puede excluir que Pablo, antes del encuentro
acaecido en el curso de su segundo viaje a Jerusalén, haya cristianizado poblaciones
diversas de las étnicamente gálatas, en este caso con los que residían más al sur del Asia
Menor.

En este caso el orden de los hechos en el libro de los Hechos de los Apóstoles se pudo
confirmar. La expedición misionera, según los capítulos 13 y 14 de la obra –luego de
Chipre- se lleva a cabo en las regiones de Panfilia, Pisidia, y Licaonia, y es, de hecho, la
única de su tipo que viene realizada antes de la Asamblea de Jerusalén (Hechos 15). Sigue
siendo difícil de extender a 14 años la trayectoria y la actividad que estos dos capítulos
describen. Las cartas de Pablo confirman la campaña misionera y fundadora en
Macedonia y Grecia, con Corinto como fin de la misión. Pero esta campaña misionera es
relatada en el libro de los Hechos (15,36-19,22) como el segundo viaje misionero de Pablo
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y está ubicada sucesivamente a la Asamblea de Jerusalén. ¿Debemos adoptar sin pestañar


esta presentación que nos trae Hechos de los Apóstoles?

Pablo, en la carta a los Gálatas (2,1-10) menciona una segunda visita a Jerusalén, cuyo
objetivo era la de clarificar su relación con las autoridades de la Iglesia local. Al concluir
su visita, por recomendación de la misma autoridad, le habían impuesto a Pablo de
organizar una colecta en las Iglesias del Asia Menor, de Macedonia y de Grecia, en favor
de los pobres de la comunidad de Jerusalén. Cuando Pablo escribe a los Gálatas, esta 17
colecta ya estaba encaminada. Los Hechos de los Apóstoles no dicen ni una palabra, salvo
de pasada y de forma indirecta, y sin embargo señalaban en un discurso de Pablo en
Cesarea, que el propósito de la última venida a Jerusalén fue la de traer la limosna a su
pueblo (Hch. 24,17). Esta intención está expresamente indicada en sus cartas 55. Por lo
tanto, se debería colocar esta colecta entre la Asamblea apostólica y la última venida de
Pablo a Jerusalén.

Por lo tanto, se ha inducido a modificar el orden del relato del Libro de los Hechos, ya
que entre la llamada Asamblea de Jerusalén y el viaje de la colecta, se debe ubicar otro
viaje que sería el Segundo itinerario misionero del libro de Los Hechos. Si hacemos
referencia principalmente a las cartas56, se debería admitir que Pablo, habiendo dejado
Jerusalén luego de su primera visita, se ha dirigido “a las regiones de Siria y Cilicia”57,
pero luego se lanzó en una acción de propaganda hacia el occidente. Suponiendo que todo
este itinerario haya durado 13 o 14 años58, se podría poner las dos siguientes campañas,
como las distingue el libro de los Hechos. En este caso no estamos obligados a colocar la
evangelización a los Gálatas en el cuadro descripto anteriormente, en la que Pablo no se
refiere a la Galacia étnica, y por lo tanto se puede concebir durante el próximo viaje, como
lo confirma el Libro de los Hechos de los Apóstoles59. Es aquí donde, en el mejor de los
casos, se debe colocar la parada forzada de la que Pablo nos informa60 y que le dio la
ocasión para poner las bases de la comunidad cristiana en ese lugar.

Por lo tanto, así quedaría el orden esquemático de los hechos como es posible
reconstruirlo basándonos en las Cartas paulinas, y mediante un análisis crítico del Libro
de los Hechos de los Apóstoles:
 Pablo deja Jerusalén y se dirige a Siria y Cilicia (Gálatas 1, 21)
 Pablo en Antioquía (Hechos 11, 25-26)
 Primer viaje misionero a Chipre y Anatolia meridional, partiendo desde
Antioquía (Hechos 13-14)
 Segundo viaje misionero partiendo desde Antioquía: Asia Menor, Macedonia,
Grecia (Hechos 15, 36-18, 22), evangelización de los gálatas (Gálatas 4, 13-14)

55
Romanos 15, 25-28; 1 Corintios 16,1-4; 2 Corintios 8,19-9,15.
56
Se puede entender por qué el autor del libro de los Hechos exponga los hechos de diverso modo si se
tiene en cuenta, su interés primordial que es hacer derivar todo desde la Iglesia de Jerusalén. Si Pablo
previamente ha evangelizado a los paganos, esta empresa, llevada a cabo por delegación de Antioquía, es
contestada por la Iglesia madre de Jerusalén (Hch 15, 1. 5). Esta última, a través de la voz de sus dirigentes,
apoya plenamente a Pablo y éste conduce la gran empresa evangelizadora hasta Grecia, cuya legitimidad
misional proviene de la más alta autoridades de Jerusalén. La continuidad, tan querida por el autor del libro
de los Hechos está asegurada.
57
Gálatas 1,21
58
Gálatas 2, 1.
59
Hechos 16, 6: “atravesaron Frigia y la región de Galacia, pero el Espíritu Santo les impidió anunciar el
mensaje en la provincia de Asia”. La información proviene del “itinerario” utilizado por el autor.
60
Gálatas 4, 13
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 Conferencia de Jerusalén (Gálatas 2, 1-10)


 Viaje de la colecta (Gálatas 2, 10; Hechos 18, 23-21, 14)

3.4. Pablo en Siria, Cilicia y Antioquía


Pablo, luego de dos semanas de permanencia Jerusalén, deja la ciudad para dirigirse,
como él mismo lo dice “Fui después a las regiones de Siria y Cilicia”61. Siria y Cilicia
(Cilicia Campestris)62, del 25 a. C., al 72 d. C., formaba una única provincia imperial
administrada por un legado que residía en Antioquía, hasta que Vespasiano la separó. 18
Pablo no da ninguna noticia de lo que hizo en estas regiones, pero es natural suponer que
se haya dedicado a una actividad misionera, de la que las “Iglesias de Judea” habían
sentido hablar63. La duración de este período es desconocida, como también el lugar
donde Pablo haya ejercido su apostolado, porque no se dice nada de los lugares concretos
donde pudo haberse detenido.

Los Hechos de los Apóstoles64, sin embargo, luego de haber relatado los orígenes de la
Iglesia de Antioquía, nos informa que Bernabé había partido desde Antioquía hacia Tarso
de Cilicia para conducir a Pablo a la metrópoli siria. El vínculo de Pablo con Antioquía y
su presencia en la comunidad cristiana de esta ciudad está asegurada por el mismo
testimonio del apóstol. Esta comunidad había nacido por iniciativa de los judíos helenistas
ganados a la fe cristiana, y esta Iglesia la formaban fieles de origen judío y ex paganos.
Pablo recibió de este ambiente mixto la impronta que lo caracterizó en su apostolado,
aunque hay que tener cuidado en afirmar que en él se da una recepción de la herencia de
una “teología antioquena”, difícil de definir, especialmente porque Pablo no estaba
inclinado a hablar de sus fuentes. También se debe destacar las otras influencias que
ejercieron en él un papel importante: no debemos olvidar su permanencia en Damasco, ni
sus conversaciones con Pedro en Jerusalén. Podemos estar seguros de que Pablo formó
parte de una comunidad de tipo expansionista y que tenía puesto sus ojos en los no judíos.
Pablo no tuvo problemas en adaptarse y estaba comprometido en un apostolado que lo
llevaría fuera de los límites de la ciudad.

3.4. Dos expediciones misioneras

a) Chipre y Asia Menor


El espíritu que animó a la comunidad de Antioquía, y la misma conciencia de Pablo nos
hacen ver, que no es de extrañar verlo a cargo de esta comunidad y de desarrollar una
actividad misionera importante. Es así como el Libro de los Hechos (13, 1-2) presentan
las cosas, en un contexto cultual y carismático. El viaje que conduce a Pablo y Bernabé a
Chipre, y luego a Asia Menor, en las regiones de Panfilia, Pisidia y Licaonia, se los
considera como una ficción, un “viaje modelo” compuesto de fragmentos tradicionales
tomado de otros viajes de Pablo. El paso por Chipre es considerado de la misma manera
por la crítica histórica. Este viaje, sin embargo, sigue siendo plausible en sus grandes
líneas65. Los dos misioneros partiendo de Antioquía recorren los 25 km que separan la
ciudad del puerto de Seleucia, y luego navegando arriban a Salamina, lugar común de
abastecimiento cuando se viene desde Siria. Salamina era un importante centro comercial

61
Gálatas 1, 21
62
La parte occidental de Cilicia formaba parte de la provincia romana de Galacia.
63
Gálatas 1, 23.
64
Hechos 11, 25-26
65
El “itinerario” o “diario de viaje” habrá comprendido Hechos 13, 4-6ª, para después retomar 13, 13, luego
de la inserción de la historia de las disputas de Pablo con el mago y la conversión del procónsul.
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con Siria y el Occidente. Bernabé y Pablo desde allí, acompañados por Juan Marcos66,
atravesaron toda la isla predicando solamente en las sinagogas. La presencia judía en
Chipre está bien documentada67. Pafo, donde se detuvieron los misioneros, era en realidad
el nombre de dos ciudades, “la vieja” y “la nueva”, a 15 km de distancia entre una y otra.
La ciudad nueva será el centro del relato en Hechos, donde se encuentran Pablo y el
procónsul Sergio Pablo, al que un “mago” de la corte tratará en vano de disuadirlo a su
conversión.
19

La existencia de procónsul de nombre Sergio Pablo en Chipre en este período histórico


no goza de algún apoyo documental convincente. Se ha dicho que la familia de los Servii
Pauli poseyeran algunas propiedades en la colonia romana de Antioquía de Pisidia, y que
por consejo del procónsul Pablo y Bernabé se encaminaron a esta ciudad, con las debidas
recomendaciones hacia los notables de la colonia, queda en el ámbito meramente
hipotético. La conversión de este personaje no ha dejado ninguna huella en la historia.

Los dos misioneros de Pafo se dirigieron a Perge en Panfilia (Hechos 13,13). En esta
ciudad, de suntuosas ruinas, lo único importante de señalar fue el abandono del periplo
misionero de Juan Marcos. El libro de los Hechos no da las razones, “pero se puede
suponer fácilmente que abandonó la misión porque no estaba totalmente de acuerdo con

66
Este personaje era hijo de una cierta María que ofrecía su casa en Jerusalén para las reuniones de la
comunidad cristiana (Hechos 12, 12-17). Él había llegado a Antioquía (Hechos 12, 25). Abandonará a Pablo
y a Bernabé en Perge de Panfilia (Hechos 13, 13). En el relato de este viaje la presencia de este personaje
tiene un papel secundario (Hechos 15, 37-39).
67
FILÓN DE ALEJANDRÍA, Leg. ad Caium; FLAVIO JOSEFO, Antigüedad judías, 13, 284.
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la predicación a los paganos en la forma en que la hacía Pablo”68El camino que conducía
Perge a Antioquía de Pisidia era de 160 km, y pasaba por los territorios pantanosos de
Panfilia, luego se llegaba a una zona de valles, que bordeaba la cadena montañosa del
Tauro. La travesía por estos caminos no estaba libre de peligros, como el mismo Pablo lo
recuerda: “Los viajes han sido incontables; con peligros al cruzar los ríos, peligros
provenientes de asaltantes…”69.

Los misioneros llegan a Antioquía, al pie del monte Sultan Dag de unos 1200 metros de 20
altura. La ciudad fue fundada por los griegos originarios de Magnesia del Meandro, y
tomó su nombre de una fundación realizada por Antíoco I. En realidad, pertenecía a la
jurisdicción de Frigia, pero con la dominación romana pasó a depender de Pisidia.
Antioquía del punto de vista administrativo pertenecía a la provincia romana de Galacia.
En el año 25 a. C., recibió del emperador Augusto el título y los privilegios de una colonia
romana, y fue conocida bajo el nombre de Colonia Cesarea Antiocheia. El relato de la
permanencia y misión de Pablo y Bernabé en esta ciudad es estereotipado, a tal punto que
se podría aplicar a cualquiera de las ciudades helenísticas. Nada de lo que caracterizaba a
esta ciudad de Antioquía de Pisidia aparece en el relato del libro de los Hechos: situación
política, su población, sus cultos, etc. Sin embargo, la predicación en la sinagoga se ajusta
a la presencia probada de judíos en la región. Finalmente podríamos resaltar que el relato,
incluyendo el discurso de Pablo y la persecución final, está subordinado al proyecto
teológico del autor de los Hechos de los Apóstoles.

El camino que conducía de Antioquía a Iconio era la “Vía Augusta” (via Sebaste). La
ciudad, que todavía hoy existe bajo el nombre turco de Konya, fue una colonia romana
que desde la época de Augusto llevaba el nombre de Colonia Iulia Augusta Iconium.
Iconio, si bien se encontraba en la llanura de Licaonia, pertenecía a Frigia. Como lo era
Antioquía formaba parte de la provincia romana de Galacia. Los acontecimientos
relatados en Hch. 14, 1-6, en Iconio dan la impresión de una repetición del episodio
precedente. Los dos misioneros huyen después de recibir amenazas de lapidación por
parte de los paganos y judíos, y los encontramos posteriormente en Listra, luego de un
desplazamiento de alrededor de 36 km por la Vía Sebaste. Listra hoy es identificada con
la ciudad de Zoldera, cercano de la actual villa de Hatum Saray. Ciudad pequeña, lejana
de los grandes caminos, era una colonia romana denominada Colonia Iulia Felix Gemina
Lustra. Las aventuras de Pablo y Bernabé se desarrollaron en un contexto pagano,
uniendo de hecho dos anécdotas diversas70: un relato se centra un intento de apoteosis
que los dos misioneros se apresuran a bloquear; y el otro relato es la historia, muy
resumida, de una lapidación que bajo la instigación de los judíos provenientes de Iconio
realizan contra Pablo. Llama la atención en esta parte del relato como Bernabé es
totalmente olvidado. El discurso de Pablo se inspira en esquemas característicos de las
predicaciones judeo-cristianas a los paganos. El relato, no está privado de incoherencias,
podría delatar algún conocimiento de los cultos locales y la lapidación reforzar el dato del
único recuerdo de éste hecho en las cartas paulinas71.

68
L. H. RIVAS, 34.
69
2 Cor. 11, 26.
70
Hechos 14, 8-20
71
2 Cor 11, 25. En Iconio la lapidación no fue realizada (Hechos 14, 5). La lapidación de Listra es
mencionada como tal en 2 Timoteo 3, 11: si el pseudoepigrafo no utilizó Hechos de los Apóstoles, se trataría
del testimonio de una tradición que refuerza el relato desde el punto de vista histórico.
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La última etapa del viaje misionero se da en Derbe que permaneció como algo incierto.
Aunque todavía está en discusión, la ubicación más probable de Derbe sería unos 22 km
al noreste de la ciudad de Karaman (Turquía, antigua Laranda) en una colina conocida
como Kerti Hüyük. El libro de los Hechos (14, 21) sólo recuerda en este pasaje la
evangelización, probablemente porque el autor no disponía de ningún relato para
enriquecer esta estancia de los misioneros.

El camino, que conducía a los misioneros hacia Antioquía de Siria, atravesaba las 21
localidades ya recorridas72. El itinerario más normal y menos peligroso sería el de viajar
en dirección sud-este y llegar a la costa, pasando por las Puertas de Cilicia. Nos
preguntamos por qué motivo Pablo y Bernabé se arriesgaron a volver tan pronto a las
ciudades donde fueron expulsados. Es muy probable que el autor de los Hechos, haya
querido ilustrar con un ejemplo contundente el deber y la tarea de los predicadores del
Evangelio de volver a las comunidades que habían fundado. Del mismo modo, ejemplar
y artificial es la institución de los “ancianos” en estas comunidades, donde es probable
que refleje una organización posterior a Pablo, ya que el Apóstol no habla nunca en cartas
auténticas de “ancianos” o “presbíteros”. Nos resulta imposible conocer con certeza los
motivos que han empujado a Pablo y su compañero a misionar en estas regiones y
ciudades de segundo orden, en lugar de los centros más importantes y más poblados,
como Éfeso, Esmirna o Pérgamo.

b) Del Asia Menor a Corinto


La cronología establecida previamente nos obliga a dejar a Pablo y a Bernabé por algún
tiempo en Antioquía -toda precisión es aquí imposible- antes d emprender otro viaje para
visitar las comunidades ya fundadas por los misioneros. En realidad, este viaje no se
realizará como lo habíamos previsto, porque Pablo y Bernabé se separaron luego de un
altercado. Pablo eligió a Silas como compañero73, elección de la que se ignora la razón,
pero que está confirmada por las cartas. Los dos misioneros toman el camino por Las
Puertas Sirias, o Paso de Belén (en turco Belén Geçidi), son un paso de montaña ubicado
en el distrito de Belén, provincia de Hatay (Turquía). El estrecho paso entre los montes
Amanus, o montes Nur, es el camino más importante para pasar de la región costera de
Cilicia al interior de Siria. El paso es conocido por su importancia estratégica, ya que en
la antigüedad fue usado como vía de penetración de expediciones militares procedentes
de Grecia que se dirigían a Mesopotamia74. Es evidente que al autor de Hechos no le
interesa mucho la primera parte del viaje, ya que su intención es hacer desembarcar a
nuestros misioneros en Europa. Por lo tanto, podemos reconstruir su itinerario en líneas
generales. Los dos misioneros para ir de Antioquía a Listra tuvieron que atravesar Tarso
y las “Puertas cilicias”, garganta salvaje cortada a pico a través de las montañas. Listra,
ciudad a la que se le puede agregar Iconio y Antioquía de Pisidia, ya que estas dos
ciudades se encontraban en el camino que va desde la Cilicia a Éfeso, y será propiamente
en Éfeso, en la provincia de Asia, donde los dos compañeros trataran de dirigirse rumbo
a Licaonia, siguiendo los valles de los ríos Lico y Meandro. El libro de los Hechos (16,
6-7) relata dos obstáculos que debieron hacer frente los dos apóstoles, que superaron por
expresa intervención del Espíritu Santo. La primera intervención no los deja predicar en

72
Hechos 14, 21-26
73
El personaje, que, bajo la denominación latina de Silvano, es mencionado junto a Pablo en Corintio (1
Tesalonicenses 1,1). El nombre de Silas es la denominación griega del hebreo Saúl.
74
Aquí tuvo lugar la batalla de Isso en la llanura situada al oeste por el control de este paso, la que enfrentó
a Alejandro Magno contra Darío III. Junto al extremo oeste del paso está el Pilar de Jonás, que conmemora
el lugar en el que supuestamente Jonás fue vomitado por la ballena que se lo había tragado.
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las regiones de Frigia y Galacia, y la segunda les impide entrar en Bitinia y deberán
dirigirse hacia Tróade.

El libro de los Hechos no menciona nunca la evangelización a los Gálatas, pero la


presupone ya que, al comienzo del siguiente viaje, relata que Pablo “Después de pasar
allí algún tiempo, salió y recorrió la región de Galacia y Frigia, fortaleciendo a todos los
discípulos en la fe” (18, 23). Por lo tanto, hay que tener en cuenta que el presente viaje
fue mucho más que un simple paso, y entonces sucedió lo que Pablo recuerda en la Carta 22
a los Gálatas (4,13): su permanencia forzada debido a su enfermedad, gracias a la cual
Pablo pudo, sin haberlo previsto, predicar el Evangelio a esta población. En Listra, Pablo
fue huésped de una familia donde el hijo llamado Timoteo decidió seguir al apóstol, y se
convertirá en uno de sus más fieles colaboradores.

Bitinia, que entonces formaba parte con el Ponto de una sola provincia romana, no recibió
el cristianismo directamente de Pablo, pero se estableció muy tempranamente en esa
región si creemos lo que dice la 1° Carta de Pedro (1,1) y aquella de su gobernador Plinio
que le escribiera al emperador Trajano75. Los misioneros76 se dirigieron a Tróade, cuyo
nombre completo era Alexandria Troas, un puerto activo frente a la isla de Tenedo, a 20
km de la antigua Troya. Troas será evangelizada más tarde, en el curso de otro viaje. El
objetivo de Pablo era claro: entrar en Europa, partiendo desde Macedonia.

El viaje implicaba pasar por la isla de Samotracia, llamada la isla de “los misterios
cabiros”, la más alta del mar Egeo y dominada por la cumbre nevada del monte Fengari.
Los viajeros después de dos días de travesía desembarcan en Neápolis (hoy es conocido
como Kavala) sobre la costa macedónica, y tomando la via Egnatia, la importante vía de
comunicación terrestre que unía el Oriente con el Occidente, llegan a Filipos. Pablo
penetraba por primera vez en una colonia romana, fundada para acoger a los veteranos de
Octavio, y fue en sus alrededores donde se produjo en el año 42 a. C., la batalla que dio
la victoria a Octavio y Antonio contra los que atentaron contra César: Casio y Bruto.
Filipos, ciudad poco poblada tenía su importancia, y por ser colonia romana gozaba de
ventajas administrativas. La ciudad era una suerte de “pequeña Roma” y por ella abría a
los misioneros una puerta al mundo romano.

Aquel que visite hoy las ruinas de la ciudad de Filipos (abandonada en el Medioevo a
causa de una peste de malaria) puede revivir con imaginación las aventuras de Pablo como
fueron relatadas en el capítulo 16 del Libro de los Hechos. Algunos de ellos son de
indudable historicidad. En primer lugar, el hecho de la fundación de una comunidad
cristiana en Filipos: la carta que Pablo dirige lo garantiza77. Por otra parte, los orígenes
de esta comunidad son descriptos en el libro de los Hechos (16, 13-15) con detalles que
no responde a ninguna convención. Resulta difícil poder descubrir el lugar exacto donde
Pablo tuvo contacto con la comunidad judía, que eran por lo visto poco numerosos. Como
no tenían derecho a construir una sinagoga dentro del recinto de la colonia, sólo disponían
de un modesto lugar de oración, cerca de una acequia para realizar las abluciones, más
75
PLINIO, Cartas 10, 96, 6.
76
El libro de los Hechos a partir de 16, 10 introduce cuatro fragmentos donde el relator comienza a
expresarse en plural “nosotros”. Aparece de esta forma un acompañante anónimo, el tercero junto a Silas y
Timoteo que se quiere ocultar su nombre. ¿Quién es el autor de estos fragmentos? Desde la época de los
Santos Padres se ha querido ver a Lucas, autor del Libro de los Hechos. Esta explicación es muy discutida
en la actualidad. Posiblemente se trate de un diario de viaje de un acompañante del que no sabemos su
nombre. Cf. L. H. RIVAS, 39-40
77
Filipenses 4, 15-16
San Pablo y el universalismo cristiano | Historia de la Iglesia I (2016)

allá del Arco Triunfal que, en una colonia, simbolizaba los privilegios municipales. El
grupo que encontraron los misioneros estaba compuesto solo por mujeres a las que Pablo
y sus compañeros les predicaron. Entre las mujeres se encontraba una rica comerciante
de púrpura, llamada Lidia, natural de Tiatira (hoy Akhisar), en Lidia de Asia Menor. El
libro de los Hechos la presenta como una “creyente en Dios” (sebomenē ton theon),
expresión que puede designarla como una pagana que se unía al culto judío. Ella fue la
única en convertirse a la palabra de Pablo, arrastrando consigo a toda su familia. Luego
ella insistió en dar hospedaje a los misioneros. Lo esquemático no se encuentra ausente 23
en este breve relato. Quizás permaneció este relato oral en el recuerdo de los filipenses y
en otras comunidades de Macedonia.

Seguidamente el relato olvida a Lidia y su casa (la volveremos a encontrar hacia el final
del relato, en el versículo 40), y nos da noticias de las desventuras de Pablo, quien
habiendo exorcizado a una joven esclava pitonisa, que tenía el don de leer la fortuna, los
amos de la joven se irritaron por la pérdida de sus ganancias, y denunciaron al apóstol
ante los magistrados locales de haber alborotado la ciudad y el orden público. Los
magistrados mandaron azotar a los acusados y los metieron en la cárcel. No sólo Pablo,
confirma el hecho en su Primera Carta a los Tesalonicenses (2, 2) donde nos da noticias
de haber sido maltratado en Filipos; sino también en algunos pasajes del relato que se
inscriben en la realidad histórica de la ciudad. Por otra parte, la acusación alega que los
que son considerados Judíos predican acerca de las costumbres que son inaceptables para
los Romanos: los habitantes tienen pleno conocimiento de su romanitas. Se tenga en
cuenta también la precisión de los títulos de los magistrados: archontes o con más
exactitud stratēgoi, copia griega del latín duumviri. Lo mismo se aplica para

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