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SEGUNDA PARTE
MARIOLOGÍA SISTEMÁTICA
Curso de Mariología 5. Dogmas marianos 86
5. DOGMAS MARIANOS
5.6 Asunción
5. DOGMAS MARIANOS
Ingruentium malorum
IM Papa Pío XII 1951
Encíclica sobre el rezo del Rosario en familia
Fulgens Corona
Encíclica que promulga un año mariano para
FC Papa Pío XII 1953
conmemorar el I centenario de la definición del
dogma de la Inmaculada Concepción
Ad Coeli Reginam
CR Encíclica sobre la realeza de la Santísima Virgen Papa Pío XII 1954
María y la institución de su fiesta
Grata recordatio
GR Papa Juan XXIII 1959
Encíclica sobre el rezo del Santo Rosario
Lumen Gentium
Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Concilio
LG 1965
Capítulo VIII: María en el misterio de Cristo y de Vaticano II
la Iglesia
Christi Matri
CM Papa Paulo VI 1966
Encíclica pidiendo oraciones por la Paz a María.
Signun Magnum
Exhortación Apostólica sobre el culto que ha de
SM Papa Paulo VI 1967
tributarse a María, madre de la Iglesia y modelo
de virtudes.
Marialis Cultus
Exhortación Apostólica para la recta
MC Papa Paulo VI 1974
ordenación y desarrollo del culto a la Santísima
Virgen María
Redemptoris Mater
RM Carta Encíclica sobre la Bienaventurada Virgen P. Juan Pablo II 1987
María en la vida de la Iglesia peregrina
La Virgen María en la formación intelectual y
Congregación
espiritual
VMFIE para la Ed. 1988
Carta de la Santa Sede sobre la formación
Católica
mariológica
Rosarium Virginis Mariae
RVM P. Juan Pablo II 2002
Carta Apostólica sobre el Santo Rosario
Maternidad divina
Virginidad perpetua CONCILIO
Inmaculada Concepción
Asunción en cuerpo y alma Reunión de todos los
Obispos de la Iglesia
Católica, presididos por el
Papa, para deliberar y decidir
5.3 MATERNIDAD DIVINA en cuestión de verdades
dogmáticas o disciplinarias.
El primero y más grande privilegio de que María fue objeto, es
Suele durar varios años. A lo
el de ser la Madre de Dios; esto es del todo extraordinario, pues
que una creatura sea la Madre de su Creador, es algo que sólo largo de la vida de la Iglesia,
por la fe podemos aceptar. sólo ha habido 21
Concilios.
En el año 431, se llevó a cabo el Concilio de Éfeso donde se
proclamó oficialmente que María es Madre de Dios.
Desde un comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la
segunda persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la
naturaleza, del cuerpo, sino también de la persona, quien es Dios desde toda la
eternidad. Cuando María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde
toda la eternidad era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre
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La información del esquema de los documentos eclesiales mariológicos recientes, no es objeto de examen.
del cuerpo humano sino de la persona, así María dio a luz a una
persona, Jesucristo, quien es ambos, Dios y hombre, entonces Ella es
la Madre de Dios.
Concilio de Éfeso. Dz 29
Jesús es una persona divina, no una persona humana (ni dos personas)
Theotokos. =Dios; = dar a luz
Pretender que María es madre solamente del cuerpo físico del Señor es absurdo,
pues el Señor Jesús es una persona completa. Pretender separar su divinidad y su
humanidad es absurdo, y es una herejía conocida como nestorianismo, que dice
que hay dos personas separadas en Cristo encarnado: una divina (el hijo de Dios)
y otra humana (el hijo de María). No habiendo en Cristo más persona que la
Persona divina del Verbo, se sigue que María es Madre de Dios, no es madre de
una persona humana, ya que Cristo no es persona humana sino Persona divina
que asume una naturaleza humana en el seno virginal de María. Por ello, con toda
propiedad podemos decir que María es la Theotókos.
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A los miembros de la Familia Guadalupana Plancartina que tomaron el curso de Cristología Bíblica y
Sistemática, les recordamos que en el tema No. 14, sobre La humanidad de Jesús, se trata el aspecto de la
maternidad de María.
la quiso tener para acercarse a nosotros con infinito amor. Dios es el único que pudo escoger
a su madre.
La Virgen María, que al anuncio del ángel recibió al Verbo de Dios en su alma
y en su cuerpo y dio la Vida al mundo, es reconocida y venerada como verdadera
Madre de Dios y del Redentor. Redimida de modo eminente, en
previsión de los méritos de su Hijo y unida a Él con un vínculo
Aquel que ella concibió como Hombre, por obra del Espíritu Santo, y que se ha
hecho verdaderamente su Hijo según la carne, no es otro que el Hijo eterno del
Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad. La Iglesia confiesa que
María es verdaderamente Madre de Dios. CEC 495
Al sexto mes el ángel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José. José era de
la casa de David y el nombre de la virgen era María. Lc 1,26
San Lucas usa dos veces la palabra virgen. ¿Por qué no dijo una joven
o una mujer? Sencillamente porque el escritor sagrado quiere poner
énfasis en esa cualidad de aquella joven. Incluso en tiempos de
Jesús, muchos al leer la profecía de Is 7,14 sacaban la conclusión
de que el Mesías nacería de una madre virgen.
Es tan incomprensible para la inteligencia del hombre que María sea a la vez Virgen y Madre,
que esto ha causado, desde siempre, no pocas controversias, no sólo entre los no creyentes,
sino aún entre los propios creyentes:
Las Religiosas En Lucas 1,28 el ángel Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima
fundadas por José Virgen María: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Las
Antonio Plancarte y palabras en español llena de gracia no logran traducir toda la riqueza
Labastida llevan en su del texto griego original, que es kecaritwme,nh (kejaritoméne) y
nombre la presencia de significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del
este privilegio mariano: alma en unión con Dios. Aunque este pasaje no prueba la Inmaculada
Hijas de María Inmaculada Concepción de María, si lo sugiere.
de Guadalupe.
La razón de tal privilegio es la maternidad divina, pues Dios quiso preparar un lugar digno,
puro, donde su Hijo se encarnara.
La Iglesia ha visto como citas bíblicas en que queda implícita la Asunción de la Virgen María,
las mismas en se apoya el dogma de la Inmaculada Concepción (más alguna otra), porque en
ellas se revelan los incomparables privilegios de esa hija predilecta del Padre, escogida para
ser Madre de Dios. Así quedaron estrechamente unidas ambas verdades: la Inmaculada
Concepción y la Asunción. Veamos:
Llena de gracia (Lc 1,26-29). Dios le había concedido todas las gracias, no sólo la gracia
santificante, sino todas las gracias de que era capaz una criatura predestinada para ser Madre
de Dios. Gracia muy grande es el de haber sido preservada del pecado original, pero también
gracia el pasar por la muerte –no como castigo del pecado que no tuvo– sin sufrir la
corrupción del sepulcro. Si María no hubiera tenido esta gracia, no podría haber sido llamada
La Santísima Virgen murió, sin duda, como su Divino Hijo, pero su muerte, como la de Él,
no fue una muerte que la llevó a la descomposición del cuerpo, sino que resucitó como su
Hijo, inmediatamente, porque la muerte que corrompe es consecuencia del pecado.
A la Virgen Santísima, cuando andaba los caminos de la tierra, le parecía un sueño lo que
ahora está gozando en el Cielo: verse sin sombras ni velos ni espejos en el seno infinito del
océano de Amor que es Dios Uno y Trino; en los brazos del Padre, de nuevo entre sus brazos
el Hijo, fundida en el Amor del Espíritu Santo. Y junto a José, el esposo justo, bueno y fiel,
recio, custodio invencible, su enamorado siempre. En la tierra, la realidad de hoy parecía un
sueño; ahora es una realidad realísima.
No podemos menos de alegrarnos con la alegría inmensa de María Santísima que, en cuerpo
y alma, se ha reunido de nuevo con su divino Hijo y juntos velan por nosotros, nos acompañan
y nos protegen.