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Entrevista a Victor Queipul Huaquil.

Longko de la Comunidad Temucuicui Autónoma.


Luis García-Huidobro SJ.

La Junta de Gobierno de la República de Chile determinó en 1984, al comienzo


del período álgido de lucha por la recuperación de la democracia, los delitos que
constituirían actos terroristas, su proceso y su penalidad. La Ley 18.314, antiterrorista,
consiste fundamentalmente en una excepción del derecho a un juicio justo que tiene
todo imputado, bajo el entendido de ciertas intenciones que éste tendría para cometer
ese delito, intenciones que constituirían una amenaza grave a la población civil y al
mismo Estado de Chile. Se trata de un particular “estado de excepción” que afecta a
algunos sujetos. Sin entrar a detallar las disposiciones particulares de la ley, en la
práctica lo más severo es que se puede tener a una persona en prisión preventiva por
varios meses sin que la defensa sepa ni siquiera con certeza de qué se le acusa y con qué
pruebas, la fiscalía cuenta con facultades para tratar a los sujetos como a enemigos
peligrosos de la sociedad más que como a ciudadanos, y, como se puede ver en los
fallos contra comuneros mapuches, la ley se ha aplicado de tal manera que no son los
fiscales quienes tienen que probar la culpabilidad del imputado, como en todo juicio
normal, sino que los defensores quienes tienen que probar la inocencia.
Actualmente en Chile hay 57 procesados por ley antiterrorista en el marco del
proceso de recuperación territorial mapuche. Los organismos de derechos humanos de
la ONU han manifestado al gobierno chileno su preocupación y han recomendado
seriamente dejar de aplicarla1. El abogado Alberto Espinoza2, defensor de mapuches en
causas por esta ley, comentando en concreto en qué consisten los delitos de que son
acusados los mapuches, más el contexto en que son perpetrados, los medios utilizados y
los daños provocados; plantea que su aplicación en democracia constituye una
arbitrariedad y un exceso que viola el principio de legalidad.
Raúl Sohr, especialista en conflictos internacionales, plantea que no se trata aquí
de algo que atañe sólo a los tribunales de justicia, sino que existe una voluntad política
para aplicar la ley antiterrorista en el marco del proceso de recuperación territorial
mapuche. Para el sociólogo, la definición de terrorismo es siempre política: “Nelson
Mandela era ‘terrorista’… los que para unos son terroristas, para otros son luchadores
sociales… los terroristas de ayer son héroes hoy… lo que han hecho los mapuches lo
han hecho, por ejemplo, los trabajadores del cobre, pero a ellos no se les aplica la ley
antiterrorista… es imposible que los mapuches obtengan justicia cabal así”.
¿Cómo se explica, si no es un tema político, que la Presidenta Bachelet se
hubiera comprometido a que no se aplicaría durante su gobierno? Para Raúl Sohr,
además, se trata de una estrategia fracasada, que no responde a una reflexión de hacia
dónde va el país, sino solamente a presiones de grupos de poder, puesto que la
experiencia dice que la represión no logra quebrar el espíritu, y en el caso particular de
los mapuches, éstos han sufrido mucho más represión que la que hoy se les puede llegar
a aplicar.
Sin embargo la fuerza de la ley antiterrorista, más que en su capacidad para
encarcelar mapuches, está en la deslegitimación que se produce de una demanda
política. La aplicación de esta ley no es solamente un modo de proceder de los
1
Entre otros el Estado de Chile ha sido cuestionado por Roberto Stavenhaven, Relator especial de la
comisión de derechos humanos de la ONU en 2003, por la Comisión de derechos humanos de la ONU en
2006, el. Comité para la eliminación de la discriminación racial de la ONU en 2009 y recientemente la
Comisión ética contra la tortura.
2
Abogado de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, que surge en 1975 intentando
proteger los derechos humanos de los más vulnerables durante la dictadura.
tribunales de justicia, sino un modo de enfrentarse como sociedad a un proceso social,
estableciendo un concepto con un fuerte contenido de carácter simbólico. Cuando
escuchamos la palabra “terrorista” se ponen en juego en nosotros mecanismos que nos
predisponen a juzgar hechos y procesos. Algo similar ocurrió en el pasado con la “Ley
de defensa de la democracia” contra los comunistas y con la doctrina de la seguridad
nacional en la dictadura de Pinochet. Hoy los mapuches con demandas políticas son el
enemigo interno, y así se justifica la violación sistemática de sus derechos humanos.
Quienes realizan las presiones políticas para que se aplique la ley antiterrorista
necesitan contar no solamente con una descripción de un delito, que puede ser más o
menos objetiva, sino de un contexto mediático que permita aplicar esta ley con la
complacencia de la ciudadanía (lo que no es nada difícil con una ciudadanía debilitada,
desinformada y displicente), puesto lo que califica el carácter de terrorista de un acto
son las intenciones del que lo ejecuta. De ahí la importancia de los medios de
comunicación estableciendo presuntos contactos de comuneros mapuches con la
guerrilla de las FARC, o dejando en la retina de los chilenos a jóvenes encapuchados.
Sin embargo una lectura desde los criterios de la Convención Interamericana contra el
terrorismo o desde los convenios de Ginebra hace evidente que aquí no se ha respetado
el principio de proporcionalidad y razonabilidad. El terrorismo es un asunto muy serio.
Por otro lado, los grandes medios de comunicación dan una visión muy parcial
al no informar sobre el sustento legal de las demandas mapuches; sobre el contenido del
Convenio 169 de la OIT, de la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de la
ONU, de la jurisprudencia que ha sentado la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en casos similares y de las recomendaciones de los comités y relatores de la
ONU en este tema. En este contexto, más bien tendríamos que decir que frente a la
violencia y la displicencia que ha marcado la acción y omisión del Estado, los mapuches
han sido ejemplares en el uso medido de la fuerza para defenderse.
Como ejemplos relevantes que debieran guiar la labor del Estado para la
solución a este conflicto están las sentencias vinculantes de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, donde se ha planteado que “los indígenas por el hecho de su propia
existencia tienen derecho a vivir libremente en sus propios territorios”, también que “es
la legislación nacional la que debe adecuarse al derecho consuetudinario para resolver
los conflictos en torno a la propiedad de la tierra”3 y que “cualquier actividad del Estado
y sus agentes, ya se de acción u omisión, que no permita el libre goce y ejercicio del
derecho a la tierra sobre la base de las particularidades de la cultura indígena hace
incurrir al Estado en responsabilidad internacional”4. Sin embargo, para abrir un diálogo
fructífero se hacen necesarios gestos de voluntad del Estado de Chile en la línea de dejar
de criminalizar esta demanda, partiendo por la inaplicabilidad de la ley antiterrorista.

En este contexto presentamos una conversación con el longko de la comunidad


Temucuicui Autónoma Victor Queipul Huaquil (40), quien además es dirigente del
Parlamento Autónomo Malleco, que se formó después de la muerte de Jaime Mendoza
Collío, en el que participan 15 comunidades.
Más que una entrevista fue una larga conversación, por lo que intentaré
transcribir aquí lo más su visión sobre la lucha por la recuperación de la autonomía del
Pueblo Mapuche y la persecución del Estado como a terroristas.

¿Vio el programa especial de Contacto?

3
Caso Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni, sentencia del 31 de agosto de 2001.
4
Claudio Nash, “Los derechos humanos de los indígenas en la jurisprudencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos”, Instituto de Estudios Internacionales, Ufro, 2004.
No pude verlo bien porque venía en el bus. Lo que me pregunto yo es ¿por qué
salió ese programa? Por eso antes no salíamos y nos encerrábamos. Todo lo que iba
pasando a nuestra gente lo sabíamos nosotros no más, como en una lucha ciega. ¿Qué es
lo que buscan? ¿Informar, abrir diálogo o es que hay una estrategia? Nuestros peñis en
15 días más van a ser inculpados, y como el testigo protegido que tienen no está dando
credibilidad, seguro el fiscal va a presentar el programa, que debe haber sido trabajado
en conjunto por ellos. Todo lo que hacemos y decimos es espiado y se busca presentarlo
de forma que puedan incriminarnos como terroristas. Si vamos a un foro dicen que
andamos reclutando weichafes (luchadores). Entonces tenemos desconfianza. La
persecución es vida cotidiana en nuestra comunidad. No podemos vivir tranquilos. Ellos
tienen toda la tecnología a su disposición. Por ejemplo antes en nuestra comunidad
había cobertura de celular, pero qué raro, ahora no hay.

¿Y cuándo comenzó todo esto?


Esto no es cosa de 10 o 20 años, ¡desde siempre hemos estado luchando! Es un
proceso antiguo. Mis papás cuando yo era niño estaban en esto. Ellos decían que la
lucha venía de mucho tiempo atrás, cuando llegaron los particulares, los Pattersen, el
fundo Alaska5. Yo no empecé esto, yo vengo de ese proceso, a mí me cayó la
responsabilidad ahora. Mi tío era longko. Los que estamos dando la lucha somos los que
hemos estado ancestralmente en lucha. No todos, otros se quedaron resignados porque
algún gobierno les hizo un invernadero o cosas así. Pero eso no es digno.
En la dictadura yo vi a mi mamá en el suelo y un milico poniéndole un tizón
hirviendo en la boca. Supuestamente teníamos armas. Mi mamá me decía: “no sea
amigo de los huincas, siempre los van a estar tratando de joder”. Eso quedó en nosotros.
En la Concertación nos hicimos ilusiones, mucha gente, pero fue una gran
mentira. Los políticos se forman bajo el interés del poder, no bajo una ideología como
es el saber que hay un Pueblo Mapuche. El gobierno dijo “no vamos a responder a los
que se movilizan”, ¡Pero sólo han respondido bajo presión! Los que le creyeron al
gobierno ¿qué han recuperado? La solución de CONADI fue de 12 hectáreas por
familia… con 4 hijos, es una solución falsa, es tirar el problema para más adelante. Hay
mapuches que estuvieron 20 años A la siga de la Concertación por promesas de tierra.
Me da pena y rabia lo que fue la CONADI. Las prácticas del gobierno son que te
ofrecen una tierra, no la que se demanda. Entonces cualquier persona puede decirnos “a
ustedes los favorecieron trayéndolos acá”. Eso es humillarnos. Un gobernador me
ofreció una tierra a mí, con riego, en Angol. Yo sería un yanacona de mi pueblo
(traidor). Hasta un niño de 5 años tendría derecho a decirme “usted qué anda alegando”.
Entonces nosotros optamos por las recuperaciones. Nos criticaron, nos dijeron “la
Mininco es muy grande, ¡Cuándo les van a querer entregar tierra!” Y recuperamos.
¿Qué han recuperado los que creyeron al gobierno?

¿Y cuál es la lucha?
Reconocimiento constitucional con derecho como Pueblo Mapuche y
reivindicación territorial. El reconocimiento implica territorio, un espacio para
desarrollar la cultura, y derechos políticos. No es que vamos a hacer otro Estado, eso es
una gran mentira, sino un territorio para trabajar la reconstitución de nuestro pueblo, y
5
En 1884 se radicaron los antiguos dueños mapuches de todo ese territorio en dos títulos de Merced de
100 y 150 hectáreas. En 1919 Juan Pattersen adquiere en remates fiscales 1600 hectáreas que el Estado
dejó fuera de los títulos mapuches. En los años 30 los juzgados de indios no acogen la demanda mapuche
por no tener títulos de merced. En los años 70 la Cooperativa Mapuche Loncotraro intenta recuperar el
fundo Alaska, pero la dictadura acabó violentamente con el proceso y finalmente Forestal Mininco
adquiere el fundo, que la comunidad logra recuperar en el proceso que comienza el año 1998.
que los peñis que están en la ciudad si quieren puedan volver. Hay gente que piensa que
queremos hacer desaparecer la ciudad… ¡nosotros somos personas que pensamos!
Estamos abiertos al diálogo para ver qué soluciones puede haber para que los mapuches
podamos tener un territorio, pero es el Estado el que no ha querido dialogar.
No tiene sentido recuperar tierra si no va de la mano de la cultura. Esto es una
lucha con un sentido. No es cuestión de hectáreas sino de derechos políticos, que son
necesarios para mantener la identidad de nuestro pueblo y la cultura. Hay comunidades
donde la gente no quiere hablar la lengua y quieren tierra, mi pregunta es ¿para qué
quieren la tierra? Nuestra comunidad nunca ha dejado el mapudungún. La tierra que
estamos reclamando es puro cerro. No podemos sembrarla, pero es nuestra tierra. Hoy
en nuestra comunidad ya no hay machi porque arrasaron con los árboles nativos. Por
eso es nuestra lucha.
Nosotros no hemos tenido ningún muerto en nuestra comunidad porque antes de
hacer cualquier recuperación hacemos ngillamawün6, le preguntamos a ngünemapún (el
espíritu dueño de la tierra) a través de una machi. Otras comunidades no, y estamos
trabajando en crear esa conciencia. El año pasado murió el peñi Jaime Mendoza Collío,
al lado de donde murió Alex Lemún, porque esto hay que hacerlo con respeto a
ngünemapún.
Hoy la lucha mapuche es la única viva en Chile. Hay gente que quiere que no
levantemos la voz, que nos quedemos ahí, como un buey, sin pensamiento, que se le
suelta, se le amarra, se le da de comer y está tranquilo. Pretenden que nos quedemos con
los brazos cruzados, como un buey amansado. Pero nosotros tenemos esta visión de
luchar por recuperar la autonomía. Esto no es algo que haya empezado de un día para
otro y vaya a terminar así, es un proceso y hemos avanzado mucho. Estamos abiertos a
dialogar, pero se nos trata como criminales.

¿Y los costos?
La persecución ha sido vida cotidiana en nuestra comunidad desde antiguo. Yo
he estado 2 años y 7 meses clandestino. Ahora hasta a mi hija la han hostigado. Ella
tiene 15 años, la fueron a detener en el internado, delante de 70 compañeras mientras
tomaba desayuno. La acusaban de destrozo de vidrios cuando la caravana con el cuerpo
de Jaime Mendoza pasó por Collipulli. El ambiente estaba malo, había rabia por el
asesinato. Supuestamente ella lo rompió con un piedrazo. Nos pusieron un abogado y
nos dijeron que aceptáramos el hecho y habría salida alternativa. Nos dijeron que nos
estaban haciendo un favor. Esa es la defensoría al mapuche. No aceptamos y ella salió
libre de todo. Ahora a mi hija le da vergüenza ir al colegio. Nosotros somos del campo,
decidimos que fuera al internado para poder educarse y la humillaron.
Mi sobrino tiene 16 años y está prófugo por ley antiterrorista, ¿qué futuro tiene?
Mi hijo tiene 19 años y lleva 8 meses preso por ley antiterrorista. Mis sobrinos son
niños y me dicen “nosotros vamos a seguir luchando igual que el Nano”. Hay otros
menores de edad, Leonardo Quijón, que fue formalizado por cuatro delitos y salió
absuelto sin ningún cargo. De nuestra comunidad son casi todo jóvenes los que están
presos.
Hay gente que piensa que estamos presos porque nos gusta pelear, pero el
problema que tenemos es que nos enfrentamos a políticos que no tienen claridad,
legisladores que no tienen entendimiento, o lo tienen pero están más interesados en el
poder. Hay otros longkos que han estado años clandestinos o presos, con sus familias
botadas. Gente con hijos y familia que arriesgan condenas de 30 y hasta 100 años.
Cuando se toma preso a un padre de familia todos sufren.
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Ngillamawün significa rogativa para pedir lluvia. Aquí está usado en sentido más amplio como rogativa.
Los peñis acusados por emboscada al fiscal, ¡pero si hasta un animal se defiende
si usted lo ataca! Un terrorista va a un cuartel de carabineros a atacar, distinto es un
enfrentamiento en nuestra comunidad. Lo que pedimos aquí es que haya un juicio justo
porque se aplica la ley antiterrorista y entonces ya no hay como defenderse.

¿Qué opinión tiene de la legalidad en Chile?


Algunos se hacen ilusiones con el Convenio 169, ¿pero qué sacamos con que se
apruebe una ley si no hay intención de cumplirla? Todo se hace sin respeto al mapuche.
Nuestra comunidad en tantos años de lucha no tiene ningún peñi condenado, porque no
hemos aceptado los arreglos entre los abogados. Con ley antiterrorista tienen en prisión
preventiva a nuestros luchadores.
En los allanamientos en nuestra comunidad encuentran machetes, herramientas
de trabajo. No es necesario tomar un arma para reconocer esta lucha, solamente
reconocer la historia. Por eso yo felicito a nuestros weichafes, porque no han matado a
nadie. El terrorista aquí es el Estado. Los carabineros sí han matado, pero no hay
ninguno preso. Nosotros nunca vamos a matar un carabinero. Matar a una persona
ensuciaría nuestra lucha. Nosotros hemos sido amenazados por el comando Hernán
Trizano, son hijos de particulares, militares retirados. Una persona que dio una
entrevista en un diario en Victoria mostrando su arma. Presentamos una querella pero
eso no se investiga, en cambio a nuestros presos no se les ha encontrado nada.
Si hay una manifestación en Santiago y se quiebra un vidrio no se aplica la ley
antiterrorista. Tienen videos y quedan todos libres, en cambio contra el mapuche basta
que cualquiera diga “este hizo esto” y el mapuche queda preso. Están buscando
desintegrar a los jóvenes mapuches que luchan, cuando se haga un juicio justo estoy
seguro de que van a recuperar su libertad, pero al calificar de terrorista nos cierran todas
las puertas, no nos dan espacios en la sociedad, somos perseguidos por tener una visión
distinta y se desconocen nuestros derechos.
La justicia es que la legislación debe aplicarse en un contexto. La ley
antiterrorista desconoce eso.

¿Y de la política?
Desde la pacificación que el Estado ha tenido la estrategia de dividir a los
mapuches. Los funcionarios públicos y los políticos tienen mucha habilidad y recursos
para engañar a los mapuches. Tienen también los medios de comunicación. En Ercilla el
70% es mapuche y el alcalde es de derecha, pero nadie se pregunta por la historia que
hay, cómo se llegó a algo parece que no importara en la política chilena.
Los intendentes buscan favorecer siempre a su partido. No es un servicio. Por
eso nosotros no recibimos nada del Estado, proyectos, no a la manera que ellos quieren.
Somos comunidad autónoma. Hay otras comunidades que aceptan proyectos
asistenciales, miran sólo a corto plazo. Nosotros vemos más allá. Esa es la diferencia de
opinión política entre los mapuches. Que haya mapuches de distintos pensamientos es
normal, pero en esto hay una estrategia de los políticos. Los recursos del Estado se usan
para dividirnos, a unos se los persigue y a otros se les da asistencia. Entonces claro,
ojalá todos los peñis estuvieran dispuestos a luchar como nosotros, pero es muy duro.
Tiene costos. El gobierno dice “son pocos”, pero cuando llamamos a movilización no
somos pocos. Por dos procesados hay una movilización de 500 mapuches, pero eso no
sale en la televisión. Hay distintas formas de lucha y recuperación. No es que seamos
pocos.
También se habla ahora de los mapuches de Santiago, pero no se discute por qué
están en Santiago. ¿Qué pasaría si esos peñis tuvieran sus tierras? El Pueblo Mapuche se
fortalece cuando vuelve gente al sur, pero ¿dónde van a ir?
A mis papás los políticos los engañaron. Desde los años 70’ prometían devolver
tierras. Hasta el barrendero del partido los iba a engañar. Hoy sabemos que el político
no puede prometer, que para darnos solución hay un parlamento, hay procesos. Por eso
sabemos que esto va para largo. Pienso que un mapuche que siga creyendo en las leyes,
yendo a votar, es que no ha abierto los ojos en este bicentenario. Ir a votar es felicitar al
Estado chileno, que ha matado jóvenes mapuches que tenían una lucha justa. Nuestra
comunidad no participa en elecciones porque debe haber una reestructuración política
para la participación mapuche.

¿Qué piensa de que Chile quiera repostular al consejo de Derechos Humanos de la


ONU?
No sé para qué sirve eso. Quizá para afirmar intereses políticos. Son cosas de la
estructura política huinca. Chile no practica los derechos humanos con los mapuches,
pero quizá le pueden dar a Chile la posibilidad en ese consejo, así como se designan
funcionarios públicos no porque sean honestos o porque tengan visión de los derechos
humanos. Ellos actúan así.

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