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T H E
KI N G ' S
M E N
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ACHILLES ARUASI
ALIC VAUGHAN
BRENDA
CRIS
DIANA C.
ELLA R
IRÁN
LU
RO GRIGORI
SCÁTHACH
SHININGBOICE
TAMI
¡Disfruten la lectura!
CAPÍTULO UNO
Salir de la cama la mañana del miércoles tomó un esfuerzo colosal, uno que Neil resolvió
solo porque era tan aplicado en auto—preservación como lo era manteniendo sus
mentiras. Necesitaba que sus compañeros creyeran que él estaba bien. Eso significaba
atravesar el día como si la Navidad nunca hubiese ocurrido. Se compró a sí mismo
tiempo para alejar sus pensamientos, tomando la corrida más lenta del mundo por la
Ruta Perimetral. Cada paso enviaba una sacudida de dolor por sus piernas y Neil estaba
entumecido de las rodillas a sus dedos de los pies para el momento en que llegó a la
Torre de los Zorros.
Matt, quien había desaparecido hacia el gimnasio antes de que Neil se levantara, lo
estaba esperando en la sala de estar con una incrédula mirada en su rostro.
— Estás loco, ¿sabes eso? Dime que no has realmente salido así.
— ¿A qué hora llega el vuelo de Dan? —preguntó Neil.
Por un momento Neil creyó que Matt no iba a seguirle la corriente y dejarle cambiar el
tema. La boca de Matt se contrajo a una línea desaprobatoria. En vez de lanzarse a dar
un sermón, sin embargo, Matt expreso:
— Los iré a buscar a las once y los traeré directamente a la cancha, ¿tú viajarás con
Andrew?
—Sí —dijo Neil—. El entrenador quiere que haga el ingreso con Abby antes de la
reunión.
Neil se encerró en el baño para una ducha rápida. Secarse después fue casi tan
doloroso como lo había sido su corrida a pesar de sus mejores esfuerzos por ser
cuidadoso. Se vistió al ritmo de un caracol, haciendo muecas todo el tiempo, y se tomó
un minuto para recuperar el aliento luego. Le dio tiempo para cambiar las vendas sobre
su tatuaje, sin embargo, su corazón seguía latiendo en su sien cuando abandonó el
húmedo calor del baño.
Matt estaba desparramado en el sofá con la televisión prendida cuando Neil salió del
baño completamente vestido. No dijo nada cuando Neil se fue, tal vez asumiendo que se
dirigiría dos puertas más por el pasillo para molestar a los primos. En vez de eso, Neil
abandonó las habitaciones y tomó el camino serpenteante hacia la Perimetral. Tomó un
atajo atravesando el campus hacia la biblioteca.
Solo vio a un par de estudiantes subiendo las escaleras hacia el laboratorio de
computación. A pesar de la relativa privacidad, Neil buscó una computadora en la última
fila. Había dejado su obsesión de mantenerse al tanto de las noticias en septiembre, pero
hoy no estaba buscando manchas en su pasado. Primero busco cualquier cosa
relacionada con su temporada en Evermore, no encontró nada y prosiguió a investigar a
los otros equipos que habían calificado para los campeonatos de primavera. Era una
sencilla herramienta para dejar de pensar y perder un par de horas.
No recordaba bajar su cabeza y definitivamente no recordaba haberse quedado
dormido.
Unos dedos clavándose en su nuca lo despertaron.
Él intentó agarrar un arma, un cuchillo, cualquier cosa lo suficientemente cerca que le
comprara tiempo para huir, y lanzó el ratón de la computadora a través de la mesa. Neil
se le quedó mirando en blanco, luego a la pantalla frente a él. Los dedos se tensaron en
un puño sobre su cabello y Neil no resistió mientras Andrew forzaba su cabeza a
inclinarse hacia atrás.
— ¿Tu curva de aprendizaje es una línea horizontal? —preguntó Andrew.
— Ayer te dije que dejaras de dificultar mi vida.
—Y yo te dije que no te prometería nada.
Andrew lo soltó y observó sin pena mientras Neil se frotaba la cabeza. Neil se sentó
derecho y comenzó a cerrar sus ventanas de búsqueda. Había cerrado tres pestañas
antes de ver qué hora era. Eran las once pasadas lo que significaba que Matt estaba
saludando a Dan y las chicas en Arribos y Neil se suponía que ya estaría en el estadio
con Abby. Neil no sabía qué era peor: haber perdido dos horas así o que se había
quedado dormido fuera del dormitorio. En silencio contó hasta diez en francés y español.
Hizo poco por calmar su frustrada ira.
Andrew se dirigió hacia las escaleras, asumiendo legítimamente que Neil lo seguiría.
El auto estaba en la vereda, balizas prendidas. Los otros tres de su grupo estaban
apretados en el asiento trasero. Neil no sabía quién había convencido a Kevin para que
cediera el asiento del acompañante, ni porqué, pero no valía la pena cuestionar eso. Se
subió y se abrochó el cinturón de seguridad.
—No le dije a nadie que iba a la biblioteca —inquirió cuando Andrew hubo ingresado
a la carretera.
—Tú solo tienes un par de escondites —explicó Nicky.
— El Entrenador dijo que no estabas en el estadio. No respondiste tu teléfono cuando
te llamamos.
Neil tocó su bolsillo y extrajo su celular. Cuando lo abrió, la pantalla permaneció
oscura. Lo había cargado ayer, pero no por mucho tiempo. Lo cerró y lo dejó en el
sostenedor de vasos que había entre los dos asientos delanteros. Andrew estiró un brazo
y abrió la guantera. Un cargador estaba metido allí. Por un momento Neil pensó que
Andrew había revisado sus cosas, pero la pegatina roja en el cable no le era familiar.
Debía ser el de Andrew, entonces; tenían el mismo modelo de celular. Neil tomó el
cargador y cerró la guantera.
Una llave estaba enganchada al cabezal adaptador con una banda elástica. Neil había
usado la llave del auto de Andrew lo suficiente en los meses pasados para reconocer su
forma. Neil pasó la mirada a la llave en el arranque. O Andrew había confiscado la copia
de Nicky o le había conseguido una propia a Neil. Ninguna opción tenía mucho sentido
para Neil. Solo había usado el auto de Andrew porque él necesitaba un segundo
conductor en su ausencia.
Fue un viaje corto hacia la Cancha de los Zorros y Andrew no entró con ellos. Neil
marcó el código para entrar y siguió a los otros hacia los vestidores. Wymack y Abby lo
estaban esperando en el recibidor. Abby se veía increíblemente triste al asimilar el
lastimoso estado de Neil, pero no lo castigó por lo que había hecho ni le hizo preguntas.
Quizás ya había obtenido respuestas satisfactorias por parte de Wymack o quizás él
estaba aquí para asegurarse que ella no se entrometiera. Neil estaba agradecido, en
cualquier caso.
—No puedo creer que hayas confiado en David para vendarte —dijo Abby.
— El hombre apenas puede lavar un plato, mucho menos limpiar puntos.
—Calla, mujer —protestó Wymack— Fui cuidadoso con él.
Abby le hizo señas con ambas manos a Neil para que lo siguiera.
—Vamos, vamos a darte un vistazo.
Ella guio el camino hacia su oficina y cerró la puerta ni bien él entró. Subir a la cama
no era tan doloroso como subir las escaleras de su departamento por lo que Neil se sentó
en el borde del delgado colchón. Abby buscó gasa y antisépticos mientras Neil intentaba
sacarse el jersey por encima de su cabeza. Apretó sus dientes ante el calor que cortó
por sus hombros y hacia su espalda e inhaló superficialmente para calmar el dolor.
Abby lo ayudó con las mangas y cuidadosamente hizo el jersey a un lado. Neil escogió
un lugar en la pared más alejada donde clavar la mirada y se sentó en silencio mientras
ella trabajaba. Ella comenzó desde arriba, gentilmente pasando sus dedos entre su
cabello por bultos escondidos y fue haciendo su camino abajo. Wymack había
chequeado a Neil la mañana del día anterior, pero Abby le quito todas las vendas a
excepción de la que se encontraba en su mejilla.
—Te contó acerca de mi tatuaje —dijo Neil.
—Y acerca de estas —Abby deslizó sus pulgares por la suave piel debajo de sus ojos.
— ¿No preguntarás? —cuestionó Neil.
—He visto tus cicatrices, Neil. No estoy tan sorprendida como debería al saber que no
son las únicas cosas que escondes. Quiero preguntar, pero ya me advertiste una vez
que no husmeara.
Ella regresó al trabajo, no obstante, pasó un largo rato antes que terminara. Cuando
finalizó con la mitad superior, aún tenía que chequear sus piernas. Los moretones
alargados en sus muslos, cortesía de las pesadas raquetas, la hicieron fruncir sus labios
con indignación. Había capas de ellos, los púrpuras más frescos apilándose sobre los
verdes y amarillos que ya iban desapareciendo. Las rodillas de Neil no estaban mucho
mejor, como consecuencia de caer sobre ellas tantas veces.
—El Entrenador no me dejará entrar a la cancha hasta que tú no me des el alta —dijo
Neil— ¿Qué tan pronto puedes hacerlo?
Abby lo miró como si estuviera hablando en otro idioma.
—Puedes prepararte cuando dejes de verte como si te han aplastado en una carrera
de caballos.
—Me estoy mejorando —dijo Neil—. Además, jugué en peores condiciones en
Evermore.
—Esto no es Evermore. Sé que la temporada es importante para ti, sin embargo, no
dejaré que pongas en riesgo tu seguridad y tu salud nada más. Debes guardar reposo
por un tiempo. Durante una semana —ella dijo, alzando su voz cuando Neil comenzó a
protestar.
— El próximo martes decidiré si quiero o no dejarte jugar. Si haces algo extenuante
entre ahora y ese momento, te dejaré en el banco durante otra semana, ¿entiendes?
Utiliza esta semana para descansar. Y cuando puedas, quítate las vendas. Las heridas
necesitan airearse.
—Una semana —repitió Neil.
—Esto no es justo.
—No —dijo Abby, tomando su rostro entre sus manos.
— Esto no es justo. Nada de esto lo es.
El dolor en su voz mató el argumento de Neil en su garganta. Abby miró por encima
de él, trazando sus cicatrices y heridas nuevas con una mueca desolada.
—A veces creo que este trabajo me va a matar—. Protestó Abby.
— Ver lo que la gente les ha hecho, lo que continúan haciéndoles, a mis Zorros.
Desearía poder protegerlos, pero siempre llego tarde. Todo lo que puedo hacer es
vendarlos posteriormente y esperar lo mejor…
—…Lo lamento, Neil. Debimos haber estado allí para ti.
—No los hubiera dejado estar —contestó Neil.
Abby envolvió sus brazos a su alrededor y le dio un apretado abrazo. Ella intentó ser
cuidadosa, pero dolió de todas formas. No fue el dolor lo que tensó a Neil, sino la
incertidumbre. Las únicas personas quienes alguna vez abrazaron a Neil fueron sus
compañeros de equipo y esos eran rápidos apretones en medio de un buen juego. Su
madre lo había acercado a ella antes, no obstante, usualmente era cuando estaban
evitando ojos curiosos y deseaba protegerlo con su cuerpo. Nunca lo había sostenido
como si fuera algo que ser protegido. Siempre había sido dura. Ella había sido fiera e
irrompible hasta el final.
Neil la recordó arañando el aire y ahogándose por conseguir una última inhalación. Él
recordaba su cuerpo destrozado, donde su sangre había pegado su piel al vinilo. Los
dedos de Neil se crisparon por la urgencia de un cigarrillo, por el olor a humo que era tan
horrible como tranquilizador. El fuego era todo lo que le quedaba de ella. No había
siquiera un indicio suyo en su reflejo: él era cada pulgada de su padre.
Ella se había ido. Incluso si hubiera estado aquí, no lo hubiera reconfortado por esto.
No lo habría sostenido como si estuviera a una respiración de romperse por completo.
Habría limpiado sus heridas porque no podía arriesgarse a retrasarse por una infección,
pero lo habría golpeado por haber elegido a los Zorros sobre su propia seguridad. Neil
casi podía oír su perorata en su oído. Él no sobreviviría el tiempo suficiente para olvidar
el sonido de su voz. Era tranquilizador y depresivo al mismo tiempo y de repente un pozo
de pena que amenazaba con tragárselo entero.
—Necesito irme —interrumpió Neil
— ¿Terminamos?
Abby lentamente lo soltó y lo ayudó a vestirse nuevamente. Él podría haber atado los
cordones de sus zapatillas, salvo que Abby lo hizo por él. Neil la dejó hacer y se
concentró en alisar su jersey. Abby se movió para que él pudiera bajarse de la cama y
no lo siguió afuera.
En vez de dirigirse hacia el salón, Neil salió por la puerta trasera hacia la cancha. No
pudo respirar hasta que no estuvo en el anillo interno con sus manos presionadas contra
la pared y entonces, la primera bocanada real que tomó casi lo destrozó. Neil podía sentir
cada pared que había levantado para sobrevivir a Evermore desmoronarse a su
alrededor. Se aferró al control con sus dedos, sabiendo que se ahogaría si se dejaba ir.
Su corazón se sentía como roca fundida, más cada respiración calmaba un poco el calor.
Neil obligó a sus temblorosos dedos a que se quedaran quietos y se dirigió nuevamente
hacia los vestidores.
Wymack y Andrew se habían ido, pero Matt y las chicas habían aparecido durante la
ausencia de Neil.
Él no quería enfrentarlos todavía, por lo que se retrasó buscando un enchufe
disponible. Encontró un lugar en la toma de corriente1 detrás del centro de
entretenimiento y puso su teléfono a cargar. Cuando la luz en su teléfono se volvió roja,
él se encaminó hacia el sofá. Su acto casual funcionó solamente hasta que tuvo que
sentarse. Nada de lo que hiciera podía disimular lo cuidadoso que debía ser para
acomodarse sobre el almohadón.
Ahí fue cuando el temperamento de Dan finalmente estalló.
—Ese hijo de p…
Se cortó tan abruptamente que Neil tuvo que mirarla. Renee tenía un brazo sobre el
hombro de Dan. Renee sonrió cuando Neil miró hacia ella y agregó:
— Estábamos discutiendo lo que pediremos para almorzar. Abby dijo que ella llamaría
para encargarlo y lo pasaría a buscar por nosotros para que no tuviésemos que esperar
la entrega ¿Alguna sugerencia?
—Estoy bien con cualquier cosa—dijo Neil.
Allison le dio una mirada escéptica.
— ¿Puedes siquiera masticar?
—Sí —respondió Neil.
— ¿Dónde está Andrew?
—Lo vi cuando entraba —dijo Matt—. Él y el entrenador están hablando en el extremo
más alejado del estacionamiento. Se están conociendo desde cero, supongo. Esperemos
que resulte mejor que su pasado primer encuentro.
—Sigo hablándote a ti —dijo Allison.
Neil recompensó su persistencia con otra evasiva.
— ¿Ya has visto el banderín de Seth?
Las palabras tardaron un momento en asimilarse y luego Allison salió disparada de su
silla hacia la cancha en tacones arcoíris de quince centímetros. Dan por un momento
pareció como si fuera a ir tras ella, pero cambió de parecer con un rápido movimiento de
cabeza.
— ¿Emparedados o comida china? —le preguntó a Neil.
— Cualquiera está bien.
— Estoy con Allison en eso de masticar —Nicky señaló su propio rostro, indicando los
cardenales que cubrían las mejillas y la mandíbula de Neil.
— Los fideos con arroz son más suaves que los sándwiches. Pidamos comida china.
Matt se levantó y fue a comunicarle la decisión a Abby. Estaba saliendo cuando la
puerta que daba al exterior se cerró de golpe. A través de la habitación Dan se enderezó
en su asiento y le dio a Renee una significativa mirada. Renee dejó caer su mano y
entrelazó sus dedos en su regazo. No era la respuesta entusiasta que Dan esperaba, a
juzgar por el ceño de decepción en su rostro, excepto que Dan no tuvo tiempo de
cuestionar antes de que Andrew atravesara la puerta del salón solo.
Matt cometió el error de detenerse a mirar. Andrew sin siquiera titubear lo golpeó lo
suficientemente fuerte como para tirarlo al suelo. Debería haber sido imposible derribarlo;
1 “surge protector” del inglés original, también conocido como regleta, protector de sobrecargas u otras
variables dependiendo del país.
Matt le llevaba más de una cabeza a Andrew y levantaba más que ninguno en el
gimnasio. Andrew tenía la ventaja de la sorpresa, no obstante, y no se detuvo cuando
Matt cayó. Descargó su puño contra el rostro de Matt en cuanto este golpeó el suelo.
Dan estuvo de pie en un segundo, aunque de alguna manera Neil llegó hacia Andrew
primero. Él no recordaba siquiera decidir moverse. Utilizó su cuerpo e impulso para
empujar a Andrew hacia atrás. Esperó que Andrew se resistiera, pero él se dejó empujar
y le dio a Neil una mirada despreocupada. Neil levantó ambas manos entre ellos en caso
de que Andrew intentara esquivarlo.
—Suficiente —dijo—. Matt no hizo nada malo.
Andrew chasqueó sus dedos, desestimándolo.
— Él sabía que ocurriría si posaba una mano sobre Kevin, sin embargo, fue lo
suficientemente estúpido como para hacerlo dos veces. Si lo vuelve a hacer, no seré tan
amigable.
— No lo estás amenazando en serio —dijo Dan, incrédula.
— ¿Quién crees que pagó la fianza de Aarón? De no haber sido por Matt, Aarón
seguiría en prisión a la espera de su juicio.
— No importa —replicó Aarón desde su asiento.
Ayer Nicky se veía culpable cuando le advirtió a Matt que tuviera un perfil bajo. Hoy
cerró sus filas con sus primos y se encogió visiblemente de hombros ante Dan.
— Matt ayudó a Aarón haciendo eso, no a Andrew. No puedes contar un favor a uno
como si fuera un favor para los dos solo porque son gemelos, ¿sabes? Eso es hacer
trampa.
— Es agradable verte también, monstruo —dijo Matt, un poco amargamente.
Neil volvió su mirada mientras Matt se ponía de pie otra vez. Matt pasó una mano por
la sangre que caía de su nariz, aspiró fuertemente e hizo una mueca ante el sabor.
— Es bueno ver que sigues tan loco como la mierda.
— No te sorprendas —dijo Aarón.
— No eran las drogas lo que lo enloquecían.
— Hola, Andrew —dijo Renee.
Andrew no dijo nada, en vez de eso, le otorgó una impávida mirada. Una complaciente
sonrisa curvó los labios de Renee y ella asintió ligeramente, reconociendo y aceptando
lo que haya sido que hubiese visto en la penetrante mirada de Andrew. Ese intercambio
de dos segundos fue la totalidad de su reencuentro; Andrew volvió su atención a Neil tan
pronto como Renee vio lo suficiente.
Abby entró un momento más tarde y titubeó con su bolso colgando de su hombro. Ella
pasó la mirada de la obvia ira de Dan hacia la tensa expresión de Matt y su nariz
sangrante. No le tomó mucho tiempo armar el rompecabezas y le dio una precavida
mirada a Andrew.
—Andrew —empezó—. Bienvenido. No ha sido lo mismo sin ti.
Andrew la contempló en silencio. Abby esperó, luego se dio cuenta que no obtendría
una respuesta. Miró incómodamente al resto de los Zorros.
—La comida debería estar lista para el momento en que llegue allí. Ya vuelvo, ¿sí?
Intenten comportarse mientras no estoy.
—Gracias —dijo Dan.
Abby le dio una última mirada a Andrew y se fue. La puerta apenas se había cerrado
tras ella cuando Wymack entró apresuradamente. Neil se preguntó si habría estado
fumando o solo perdiendo el tiempo, dejando que su equipo se aclimatara al abrupto
reingreso de Andrew y a las heridas de Neil, de la misma manera en que los había
abandonado a favor de la pena de Allison en septiembre. Wymack enarcó una ceja hacia
Matt, después volvió la mirada hacia Neil y Andrew.
— ¿No tuvimos una charla acerca de no matar a tus compañeros de equipo? —
preguntó Wymack. Andrew fingió no haberlo escuchado, por lo que Wymack miró a su
alrededor. Le tomó medio segundo darse cuenta que le faltaba un Zorro—. Allison estaba
justo aquí, ¿Adónde se fue?
—Fue a ver los banderines del campeonato —dijo Neil.
—Volverá cuando haya terminado de llorar —agregó Nicky.
—No está llorando —dijo Neil.
Nicky sonrió malvadamente.
—Cinco dólares a que lo está.
Era un burdo intento de aligerar el humor del ambiente. Neil no tendría que haberle
dado importancia. Quizás un mes atrás lo hubiera hecho.
Sabía que sus compañeros eran jugadores obsesivos; apostaban sobre cualquier
cosa, desde las puntuaciones finales a la inexistente relación entre Andrew y Renee
hasta sobre quién comenzaría una discusión. Apostar dinero sobre el trauma psicológico
de una persona no era nuevo ni inesperado, solamente Neil no estaba de humor para
soportarlo hoy. Su encuentro con Abby había dejado sus nervios a flor de piel y estaba
apenas manteniendo el control por su equipo. El punzante olor a cigarrillos que se
aferraba al abrigo de Andrew fue la gota que rebasó el vaso.
Neil mantuvo el borde fuera de su voz, pero sólo apenas.
—No te atrevas a apostar sobre la pena de alguien.
—Oh, oye, oye —Nicky levantó sus manos como un mecanismo de auto—defensa.
— Sin daño intencionado ¿sí? No te ofendas. Estaba intentando levantar el humor.
—Levántate de tu silla y ve a ver cómo esta —dijo Wymack—. Tenemos mucho que
repasar hoy y no puedo comenzar hasta que ella haya regresado. Se enfadará más con
nosotros si comenzamos sin ella que si la interrumpes. Y sí, me refiero a ti, Hemmick. No
quiero que Neil se mueva más que lo necesario.
—Puedo caminar —indicó Neil.
—Orgullo por ti —replicó Wymack.
— No te lo pregunté.
Nicky se levantó de su silla y se fue.
Andrew clavó un dedo en el hueco de la garganta de Neil hasta que obtuvo su
atención.
—Siéntate y quédate quieto.
Neil alejó la mano de Andrew de un golpe y se dirigió nuevamente hacia el sofá.
Andrew reclamó el cojín del medio por lo que Neil se deslizó en el lugar libre a su costado.
Su cuerpo se arrepintió de haber interferido en esa pelea, sin embargo, Matt le dio un
leve asentimiento con la cabeza en señal de agradecimiento cuando Neil se encontró
con su mirada a través de la habitación.
Neil miró a Andrew, intentando adivinar su humor, y siguió su mirada hacia abajo.
Andrew había extraído un pequeño cuchillo y lo estaba haciendo girar entre sus dedos
una y otra vez. No era uno de los que guardaba en sus muñequeras, aunque Neil no se
sorprendió de no reconocerlo. Casi nunca veía el mismo cuchillo dos veces.
—No es tan fascinante —dijo Andrew.
—No —concordó Neil.
No sabía cómo explicar las complicadas emociones que lograba despertarle una
cuchilla afilada. Su padre era conocido como el Carnicero por una razón. Su arma favorita
era un afilado cuchillo de carnicero lo suficientemente pesado como para cortar
extremidades de un solo hachazo. Antes del cuchillo de carnicero, Nathan Wesninski
usaba un hacha. Aún mantenía esa hacha cerca, para cuando quería hacer sufrir
realmente a alguien. El cuchillo no era lo suficientemente afilado, así que requería un
poco de peso extra y más esfuerzo para cortar el hueso. Neil solo lo vio usándolo una
vez, el día que conoció a Riko y a Kevin en el Estadio Evermore.
—Es sólo que… —Neil buscó las palabras, demasiado consciente que la conversación
en la habitación había disminuido un poco. Los estudiantes de último año estaban
intentando escucharlos sin ser obvios. Neil se conformó con la explicación más vaga que
podía dar y esperó que sus compañeros confundieran el pronombre por Riko.
—Nunca entendí porque le gustan los cuchillos.
Palabras tan simples no deberían haber obtenido la reacción que lograron. Andrew se
tensó y levantó la mirada, mas no miró a Neil. Miró a Renee, por lo cual Neil lo hizo
también. Ella se había detenido a la mitad de la oración para clavar la mirada en Neil, no
obstante, la Renee que lo estudiaba no era la redimida optimista de los Zorros. Su dulce
sonrisa había desaparecido y la mirada en blanco en su rostro le recordó a Andrew. Neil
instintivamente se tensó para un huye—o—pelea. Antes de que su cuerpo descubriera
qué hacer, Renee pasó su inescrutable mirada hacia Andrew.
Ellos se miraron, quietos y sin emitir sonidos, ajenos a las desconcertadas miradas
que sus compañeros intercambiaban entre ellos. Andrew no dijo nada, pero Renee
levantó su barbilla. Andrew emitió un sonido en respuesta y alejó el cuchillo.
—Le perderá el gusto cuando tenga uno clavado en sus entrañas —dijo él.
Neil volvió a mirar a Renee, justo a tiempo para ver a la Otra—Renee desaparecer.
Una máscara de calma derritió la muerte que había en su expresión y Renee continuó
desde donde se había quedado. Ella no reconoció lo sucedido ni las obvias preguntas
que aparecían en el rostro de Dan, sino que molestó gentilmente a sus amigos para que
se reintegraran a la conversación.
Allison y Nicky regresaron juntos. Las mejillas de Allison estaban secas y sus ojos
fieros con determinación al tomar asiento. La sonrisa de Renee era alentadora y Dan
sonrió en aprobación. Allison tamborileó sus dedos impacientemente en los brazos de su
silla y clavó una mirada expectante en Wymack.
— ¿A quién dejaremos fuera primero?
—Primera ronda: sudeste versus sudoeste—. Wymack tomó su portapapeles y echó
una ojeada por la primera página—. Los equipos en puestos impares juegan los jueves
este año, por lo que nos toca los viernes. El doce de enero nos iremos a jugar contra la
Universidad de Texas. Las buenas noticias son que Austin queda justo afuera del rango
de mil millas, lo cual significa que la junta nos dejará volar hasta allí… El diecinueve
somos locales para una revancha contra Belmonte. El veintiséis de enero jugamos de
visitantes contra Arkansas. Son dos de los tres que nos quedan antes de los combates
mortales. Belmonte está en el puesto número cuatro, solamente recuerden cómo jugaron
el otoño pasado. SUA también está en cuarto lugar. La Universidad de Texas está en
segundo lugar y ellos han salido segundos en su región durante los últimos cinco años…
Estos tres equipos han estado en los campeonatos de primavera anteriormente, con
resultados variados. Saben lo que hacen. Saben lo que se necesita para calificar.
Nosotros somos el eslabón débil. Eso no significa que nos romperemos. Sólo significa
que debemos trabajar doblemente duro para estar a la par. Si están dispuestos a hacer
eso, tenemos una posibilidad.
Soltó una pila de papeles y se las entregó a Matt. Matt se puso de pie y las fue
repartiendo. Wymack había armado informes de la primera ronda para ellos. La primera
página contenía los horarios de otoño de la Universidad de Texas, completa con
resultados. Las notas al pie detallaban los últimos siete intentos de la Universidad de
Texas por entrar en las competencias de primavera. Durante tres años habían llegado a
la tercera ronda antes de quedar eliminados. Neil volteó la página y observó la alineación
del equipo. Las cuatro páginas siguientes seguían el mismo patrón para Belmonte y SUA.
—El lunes analizaremos su forma de jugar en profundo y propondremos estrategias
—dijo Wymack.
— Para entonces también les tengo copias de todos sus juegos de otoño grabadas en
discos…
—Obsérvenlas en su tiempo libre si tienen curiosidad. Con una excepción, no le
quitaré tiempo a las prácticas para mostrarles más que un par de movimientos
destacados… Hay un descanso de una semana entre la primera ronda y el primer par de
combates mortales —continuó Wymack.
— Las malas noticias son que no sabremos contra quién nos enfrentamos hasta
febrero. Las buenas noticias: este año los Tres Grandes estarán en el mismo grupo.
Tendrán que enfrentarse entre sí en la tercera ronda. Por la primera vez en seis años
uno de ellos quedará eliminado antes de las semifinales.
—Oh, demonios —dijo Dan, perpleja.
— Eso es suerte.
—Apuesto a que Penn sale primero —dijo Nicky.
—No lo hagas —dijo Kevin, antes que los otros pudieran apostar también—. No
importa cuál quede eliminado; no estamos listos ni de cerca para enfrentarnos a
cualquiera de ellos. ¿Por cuánto tiempo Neil permanecerá en el banco?
—Una semana —dijo Neil, con un poco de resentimiento—. Abby no lo quiere
reconsiderar hasta el próximo martes.
—Fue generosa —comentó Dan—. Yo no te habría permitido jugar durante toda la
primera ronda.
—Estoy bien para jugar —dijo replicó.
Kevin estiró el brazo detrás de Andrew para golpear la parte trasera de la cabeza de
Neil. Cada incómoda onza de empatía que había estado recolectando desde ayer
despareció; respondió a la molesta mirada de Neil con un fiero ceño fruncido y un
mordaz:
— Te advertí ya una vez que no mintieras sobre tu salud. Te necesitamos dentro de
la cancha, pero no para que nos arrastres por el suelo contigo. En la forma en que estás
ahora, serías una total pérdida de tiempo para nosotros.
—No lo sería —dijo Neil—. Ponme en la cancha y lo probaré.
—Cállate —dijo Wymack—. Cuando portes menos de cincuenta puntos, consideraré
dejarte entrar a mi cancha nuevamente. Si te encuentro siquiera mirando al equipo de
protección, te mantendré en el banco durante otra semana por puro rencor, ¿entiendes?
—Pero…
—Dame un —Sí, entrenador—.
—Entrenador…
Neil olvidó el resto de su argumento cuando Andrew pellizcó su muñeca. Una ráfaga
de fuego se esparció por sus dedos y él alejó su mano tan rápido como pudo. Neil le dio
a Andrew una mirada irritada, aunque éste ni siquiera miró en su dirección. Neil envolvió
sus brazos alrededor de su estómago para alejarlas del alcance de Andrew y
súbitamente volvió su atención a Wymack.
—Lo apreciarás, creo —dijo Wymack.
— Andrew, ¿qué tan atrasado estás? No vi un gimnasio en la lista de servicios de
Easthaven.
—No había ninguno —dijo Andrew—. Improvisé.
— ¿Quiero saberlo siquiera? —cuestionó Wymack, después procedió a responder su
propia pregunta.
—No, no quiero, a menos que exista una inminente demanda de la que deba estar
enterado… Las prácticas matutinas vuelven a ser en el gimnasio. Neil, hasta que no
vuelvas a la cancha, nos encontraremos aquí. Te tendré trabajando mirando grabaciones
e investigando acerca de la defensa de Texas.
—Mañana por la tarde haremos el encuentro semestral con Betsy. Conoces la rutina:
no puedes ir con alguien que juegue en tu misma posición…Dan armará las parejas y te
asignará un tiempo durante la práctica matutina, ¿verdad?
—Cuenta con eso —respondió Dan.
—La última orden de negocios oficiales es el control de daños —siguió Wymack—.
Tenemos la atención de todos. Una feroz temporada y abundantes tragedias se traducen
en que somos la comidilla de la ciudad y este año la gente puede llegar a alentar por el
que lleva las de perder. La junta quiere que motivemos esa fiebre mediante más
publicidad. Esperen más cámaras en los juegos, más entrevistas y más ruido en general.
Si pudiera prohibir a alguno de ustedes nunca abrir su boca en público, lo haría, no
obstante, queda fuera de mis manos. Intenten comportarse sin damnificar su imagen
confiada, ¿creen que pueden hacerlo?
—No eres para nada divertido, Entrenador —dijo Nicky.
—Seré aún menos divertido si nos haces quedar como idiotas —Wymack replicó—.
Sin embargo, no estoy tan preocupado por ti como lo estoy por nuestra bolsa de golpes
residente y su lista boca. ¿Alguno tiene una idea de cómo hacer que Neil no se vea tanto
como una esposa golpeada?
—Está bajo control —dijo Allison, mirando a Neil.
— Vendrás a nuestra habitación después de la reunión.
—Iba a comprar mis libros de texto hoy —dijo Neil.
—No estaba preguntando —dijo Allison—. Puedes ir cuando termine contigo, a menos
que quieras salir viéndote así.
—Prometemos no preguntar acerca de lo sucedido en Navidad —dijo Renee.
O ella no vio la molesta mirada que Allison le disparó por matar su oportunidad de
obtener buenos chismes o escogió no reconocerla.
— Solo tomará un par de minutos, creo.
Neil no confiaba en que Allison no husmeara, pero confiaba en Renee para que
interfiriera por él cuando eso sucediera.
—Está bien.
—Necesito conseguir mis cosas, también —dijo Nicky.
— Podemos ir una vez que terminen contigo.
Wymack asintió e interrogó a su equipo.
— ¿Alguno tiene algo oficial para añadir?
—Necesitaremos una repisa o algo así aquí para poner nuestro trofeo del
campeonato—dijo Dan.
— ¿Podemos volver a arreglar eso?
—La junta dijo que no aprobará compras de ese tipo hasta que por lo menos hayamos
llegado al segundo partido mortal —dijo Wymack.
— Buen intento, siquiera.
— ¿Quién necesita el permiso de la junta? —dijo Allison.
— La compraré yo, porque en la junta son muy tacaños. Merecemos algo
obscenamente caro. Matt, mide la parte trasera de tu camioneta. Necesito saber lo que
puede caber allí antes de comenzar a buscar la pieza correcta.
—Oh, ser joven y asquerosamente rica —dijo Nicky.
— Debe ser lindo.
Allison observó sus uñas con un obvio aburrimiento.
—Lo es.
Nicky puso los ojos en blanco, pero no presionó más.
— ¿Algo más? —preguntó Wymack.
El sonido de la puerta abriéndose anticipó el retorno de Abby y Wymack sacudió su
cabeza.
—Olvídenlo. La comida llegó. Llenen sus bocas y salgan de mis vestidores. Estaré
repasando el papeleo y los horarios, por si alguien me necesita.
Saltó de su asiento y despareció dentro de su oficina. Abby cubrió la mesa de café
con cajas de comida y fue repartiendo platos de papel. Cuando terminó se quedó el
tiempo suficiente como para ofrecer una silenciosa a la par que cálida bienvenida a los
Zorros. Neil creyó que era extraño que ella no estuviera saltando alrededor
preguntándoles a todos acerca de sus vacaciones, sin embargo, la incómoda mirada que
le dio a Neil y a Andrew mientras se retiraba hacia la oficina de Wymack lo hizo pensar
que ella estaba disculpando sus sentimientos. Era una cortesía fuera de lugar. A Andrew
no le importaría que sus compañeros tuvieran mejores vacaciones que él y Neil no les
envidiaba su felicidad.
El almuerzo fue un asunto silencioso. Neil desconectó su celular cuando salía y
Andrew no lo dejó subir al auto hasta que lo hubo encendido. El equipo viajo en dos autos
hasta la Torre de los Zorros y Neil siguió a las chicas a su habitación. Allison hizo que se
sentara de costado en el sillón mientras ella buscaba su valija. Ella trajo consigo una
bolsa de plástico y se sentó tan cerca de él como pudo. Neil observó mientras ella
desparramaba el maquillaje en el escaso espacio entre ellos.
—Hubiese sido mejor si hubieras entrado a la tienda con nosotras —dijo Allison. Sonó
como una acusación, a pesar de que no habían hecho consciente a Neil de sus
intenciones. Neil se preguntó si se suponía que debía disculparse. Antes de aclarar su
cabeza, Allison continuó:
— No importa, compré todos los tonos. Algo se igualará tarde o temprano. Ponte
derecho y déjame trabajar. No hables hasta que te haga una pregunta.
Ella levantó cada dos pequeños paquetes al mismo tiempo, uno a cada lado de su
rostro y verificó los tonos que más se igualaran. Alguno ella pudo descartarlos
inmediatamente. Otros hicieron a un lado para una segunda inspección. Finalmente se
quedó con tres y se puso manos a la obra cubriendo los cardenales en su garganta y
rostro. Renee y Dan aparecieron por detrás del sofá para observarla trabajar. Neil no se
arriesgó a provocar la ira de Allison mirándolas, aunque casi podía oír a Dan rechinando
sus dientes.
— ¿Por qué? —demandó saber finalmente.
— ¿Qué esperaba ganar? ¿Por qué lo hizo?
— Dan —Renee la reprobó silenciosamente.
— Lo prometimos.
—Tú lo prometiste —dijo Dan.
Neil habría dejado que se peleen, mas no era su decisión la que Dan estaba retando.
—Para llegar a Kevin —dijo él y Allison bajó sus manos de su rostro.
Neil miró a Dan.
— ¿Lo sabías? Kevin ha estado con los Zorros durante un año ahora, pero aún tiene
una habitación en el Nido de los Cuervos. Riko ni siquiera ha tirado sus trabajos
escolares. ¿No es interesante? Riko amenaza y desestima a Kevin cada vez que tiene
la oportunidad, pero no puede dejarlo ir. Está tan obsesionado con Kevin como Kevin lo
está con él… Ahora Kevin está comenzando a olvidarlo —continuo Neil.
— Cuando nos enfrentamos a los Cuervos en octubre, Kevin estaba más preocupado
por nosotros que por tener a Riko a sus espaldas. Nos escogió a nosotros por sobre a
ellos ese día y eso es imperdonable. Riko es el rey.
— Él no será desestimado ni denigrado ni vencido. Por lo que alejó a las personas en
las Kevin se apoyaba. Quería que nosotros le temiéramos e infectar a Kevin con esas
dudas.
Dan soltó una irrespetuosa risotada.
—Qué idiota tan incompetente.
—Gracias —dijo Neil.
Dan se veía perdida, por lo que Neil aclaró:
— Por no preguntarme si funcionó.
—Por supuesto que no funcionó —dijo Allison.
— Tú no le temes a Andrew, ¿por qué le temerías a Riko? Es otro charlatán mimado
con problemas de ira. Ahora, mira hacia adelante y déjame trabajar. No te dije que podías
mirar hacia otro lado.
Neil retomó su posición congelada hasta que ella terminó. Ella se inclinó un poco hacia
atrás para darle un último vistazo, después se levantó para agarrar un espejo del
escritorio. El estómago de Neil se retorció mientras ella se lo entregaba. Neil lo tomó de
su mano, no obstante, lo apoyó en su regazo boca abajo. Allison le hizo señas para que
fuera a echar un vistazo. Neil sacudió la cabeza.
—Si tú dices que está bien, te creo —dijo Neil.
— ¿No estás asustado de Riko, pero sí de tu propio reflejo? —Allison cruzó sus brazos
sobre su pecho y le habló con una expresión de pena.
—Eres un chico con problemas, ¿viniste así naturalmente o tus padres te hicieron
eso?
Dan saltó hacia adelante antes que Neil pudiera reaccionar.
—Se ve genial. Si alguien se acerca demasiado probablemente note que estás
maquillado, aunque no creo que nadie pregunte. Desde aquí atrás ni siquiera se nota.
Sólo tendrás que pasarte por aquí después de las prácticas matutinas para que te
acicalemos para las clases hasta que el desastre desaparezca. ¿Tienes clases a las
nueve en punto este semestre?
—No, llegaba muy justo el otoño pasado—. A Allison, Neil le comentó:
— Gracias. Ni siquiera se me habría ocurrido probar esto. Parece un truco muy útil.
—Lo es. Lo aprendí para mantener a los paparazzi lejos cuando comencé a jugar. No
lo he necesitado desde entonces, pero nunca olvido un buen consejo de belleza.
Allison levantó un hombro en un gesto de desdén.
—Tómalo como una prueba y ve a buscar tus libros de texto. Ahora, preferentemente.
Dan está esperando para incautar tu habitación.
—No es su habitación en la que estoy interesada —dijo Dan.
Neil hizo el espejo a un lado y se levantó del sofá.
—Me voy.
—Ah, ¿y Neil? —dijo Dan cuando Neil llegó a la puerta.
Neil colocó su mano en el picaporte y se dio vuelta para mirarla.
— Si quieres hablar acerca de eso o de cualquier cosa o… —Ella señaló vagamente
un lado de su cabeza, quizás refiriéndose al abrupto cambio de imagen de Neil.
— Sabes que estamos aquí para ti, ¿sí? Para cualquier cosa que necesites.
—Lo sé —respondió Neil.
— Quizás más tarde. ¿Me mandarás un mensaje cuando sea seguro volver?
—Tal vez, sí tal vez no.
Neil sacudió su cabeza y salió. Cerró la puerta detrás de él y salió al pasillo. Estaba
cansado y dolido y para nada ansioso de su semana fuera de la cancha, sin embargo,
durante un momento, nada de eso importó.
—Estamos bien —le dijo al pasillo vacío.
— Estaremos bien.
Los Zorros estarían bien, por lo menos y eso era más que suficiente.
CAPÍTULO TRES
Neil pensó que lo iban a dejar solo después de haber sido expulsado del gimnasio la
mañana del jueves, pero Wymack le dio uno de los partidos más interesantes de la UT
para que viera. Wymack vería un juego diferente en su oficina, y los dos después se
reunirían para discutir los estilos de los jugadores. Las chicas lo recogieron del estadio
ya que Allison necesitaba trabajar en su rostro nuevamente. Esta vez fue más rápido,
ahora que Allison recordaba lo que tenía que hacer y qué colores usar.
Las clases fueron confusas; pasó más tiempo preocupado de lo que la gente pudiera
ver a través del maquillaje de Allison que a prestar atención a sus profesores.
Fue un alivio cuando su segunda clase terminó a las una cuarenta y cinco y pudo
escapar a la Fox Tower. Matt había desaparecido cuando entró al dormitorio. Un vistazo
al horario de clases pegado a la nevera le dijo que no volvería hasta que fuera casi la
hora de irse.
Dejó su mochila en el escritorio. El estante inferior de su escritorio aun sostenía los
libros de matemáticas y español del último semestre. Arrancó sus notas de matemáticas
del estante, limpió el polvo de la carpeta y se sentó a revisarla. La mayor parte le era
solo vagamente familiar, pero cuanto más repasaba, más recordaba. Tenía la sensación
de que sabía cómo iba a pasar su fin de semana.
A las tres menos cuarto se encontró con Andrew para ir al estadio. Los Zorros
usualmente iban a las prácticas en dos grupos. Hoy tomaron tres autos, ya que iban y
volvían del Reddin Hall a lo largo de la práctica de la tarde. Andrew y Kevin tenían las
primeras citas con Betsy Dobson y pasarían directamente a la práctica, por lo que Aarón
y Nicky se amontonaron en la parte trasera de la camioneta de Matt con Renee. Neil no
creía que pudiera subir tan alto sin romper algo, pero no tuvo que preocuparse. Allison
lo metió en su convertible rosa tan pronto como estuvo a la distancia de su agarre.
Se preparó para las preguntas, pero Allison no le habló durante todo el viaje. Le dio
las gracias cuando salió, recibió una mirada desconcertada en respuesta, y esperaron
en la acera por los demás.
La práctica de la tarde fue tan horrible como había esperado que fuera. Él tomó el CD
que Wymack le ofreció, pero se quedó parado en el pasillo mientras sus compañeros de
equipo se cambiaban. Los vio entrar al estadio para los calentamientos y tuvo que luchar
para no seguirlos. Sentarse en el sofá le tomó cada onza de autocontrol que tenía, y
esperaba que el juego lo distrajera. Funcionó solo hasta que los Zorros regresaron al
vestuario para sacarse el equipo. Perdió la pista de lo que estaba sucediendo en la
pantalla y se quedó mirando la pared en su lugar.
—Enfócate —dijo Wymack en algún lugar detrás de él.
—Lo hago —mintió.
—Acaban de anotar un gol imposible y ni siquiera te moviste —dijo Wymack.
Neil volvió a mirar el televisor y vio que el puntaje se había elevado. La multitud se
estaba volviendo loca en el fondo.
— Debería estar en la cancha.
—Lo estarás —dijo Wymack—. La próxima semana, cuando estés más sano. No te
va a matar si te quedas sentado un par de días. Te podrías matar si te arrancas algo y
te dañas irreparablemente. Definitivamente te voy a matar si nos eliminas solo porque
estas impaciente. Míralo de esta forma: tus compañeros de equipo están tratando de
ponerse al día en este momento. Tienes dos semanas de práctica de más durante las
vacaciones mientras ellos se divertían y comían. Estás por delante de ellos.
—Kevin practicó —dijo Neil—. Matt dijo que estuvo en la cancha del vecindario todos
los días.
—Es uno de ocho.
—Pueden darse el lujo de tomarse un descanso. Todos están mejor que yo, y tienen
sustitos.
—Tienen más experiencia y tienen otros puntos fuertes —dijo Wymack—. Pero estás
cien veces mejor ahora que en mayo. No te subestimes. Ahora concéntrate. Voy a
necesitar unas cuantas buenas notas cuando te vayas hoy.
Neil recogió su lápiz de nuevo en un sumiso silencio y Wymack se fue.
Estaba a la mitad del segundo juego antes de que llegara el momento de dirigirse al
Reddin. Esta vez iba de tercero y le tocó ir con Aarón. Neil condujo, y de alguna manera
se resistió a preguntar hace cuánto tiempo que Aarón era pasajero. No había nada que
ganar al enemistarse con él.
Era demasiado temprano para que la mayoría del alumnado comenzara a ocupar un
espacio en el centro médico, por lo que encontró un lugar donde estacionarse cerca de
la puerta. Evitaron el registro general y se fueron por el pasillo hacia los cuarteles de los
consejeros. Antes de que pudiera preguntar cuál de ellos iba primero, Aarón se fue
directo a la oficina de Betsy. Se hundió en una de las gruesas sillas para esperar
No quería pensar en la sesión, tampoco quería pensar en los Zorros practicando sin
él, por lo que en su lugar revisó sus mensajes. La mayoría eran de Nicky: comentarios
ociosos sobre cosas que vio en Nueva York, preguntas sobre Millport y demandas
intermitentes para que Neil dejara de ignorarlo. Al menos cuatro mensajes consistieron
solo en signos de exclamación. Renee envió saludos dos veces y Allison una vez, en un
texto grupal el día de Navidad.
Kevin le envió un mensaje una sola vez, el día en que se fue a Evermore. Perdió su
celular solo unos minutos; lo dejó para registrarse en el embarque. Leyó el mensaje de
seis palabras cuatro veces,
—Jean te ayudará si lo ayudas.
A Neil le había desagradado mucho Jean los primeros días, y el mensaje de Kevin no
le habría hecho ningún bien entonces, pero lo entendió en retrospectiva. Jean estaba al
tanto de la desagradable verdad sobre los Moriyamas, ya que había sido vendido a
Tetsuji hace años para pagar una deuda con el jefe de la familia. Jean odiaba su suerte
en la vida, pero ya había pasado el punto en el que incluso podía pensar en defenderse.
No era un rebelde; era un sobreviviente. Hizo lo que tenía que hacer para sobrevivir.
A menudo eso significaba cuidar a Neil. Jean mantuvo su postura firme mientras Riko
lo destrozaba una y otra vez, pero Jean siempre estaba allí para volver a ponerlo de pie.
Se convirtieron en compañeros en la cancha de los Cuervos, lo que significaba que sus
éxitos y sus fracasos impactaban directamente al otro.
Jean era un aliado cuestionable en el mejor de los casos, pero era el único Cuervo
que cuidaba de él. Era egoísmo, no bondad, pero había sido suficiente para mantenerlo
vivo.
Había sobrevivido y había logrado salir de allí. Kevin había escapado cuando su vida
se derrumbó a su alrededor. Jean todavía estaba allí, manteniéndose a salvo como mejor
podía. Se preguntó cuánto le había costado a Jean ver irse a los dos: si pensaba que
eran tontos por desafiar al maestro o si una parte de él estaba celosa porque habían
tenido una salida. Neil se preguntó si le importaba. Era más seguro y más inteligente que
no le importara. Si Jean no estaba dispuesto a defenderse, si no tenía nada por lo que
luchar, no había nada que hacer por él.
Un recuerdo perdido tiró de sus pensamientos, fuera de su alcance. Trató de
concentrarse en él, pero pensar en Jean hizo que su mente volviera a pensar en el abuso
de Riko. Apartó todo de su mente y volvió al resto de sus mensajes. Dan y Matt lo habían
controlado varias veces. El único mensaje de Aarón fue el último que alguien le envió
antes del intercambio de saludos de Año Nuevo.
—No le cuentes a Andrew sobre Katelyn —decía.
Katelyn y Aarón se habían escabullido la mayor parte del semestre de otoño,
evitándose en los juegos y reuniéndose en la biblioteca entre las clases. Ahora que
Andrew había comprometido a Katelyn a que fuera un accesorio permanente en sus
vidas; a cenar con Aarón varias noches a la semana y a pasar por el dormitorio de vez
en cuando. Era extraño pensar que volvieran a salir en secreto y ociosamente se
preguntó cómo Katelyn había reaccionado a esa decisión. Tal vez Aarón le había dicho
que ella le desagradaba a Andrew. Ella podría no estar feliz, pero al menos estaba viva
y segura.
El clic de una puerta lo distrajo de sus pensamientos. Echó un vistazo al tiempo y cerró
sus mensajes. La renuencia, más que el dolor, hizo que fuera lento al ponerse de pie
cuando Aarón regresó. Betsy siguió a Aarón hasta la entrada y saludó a Neil con una
cálida sonrisa.
— Hola, Neil.
Él la siguió por el pasillo hacia su oficina y pasó junto a ella para entrar primero. La
habitación se veía igual que en agosto, desde la perfecta inclinación de los cojines en su
sofá hasta las figurillas de cristal que cubrían sus estantes. Se sentó en el sofá y vio
como Betsy cerraba la puerta detrás de ella. Ella se tomó un momento para mezclar un
poco de chocolate caliente y mirarlo.
—Tengo un poco de té caliente, si quieres. Recuerdo que dijiste que no te gustaban
los dulces.
—Estoy bien.
Betsy se sentó frente a él—. Ha pasado un tiempo. ¿Cómo has estado?
—Los Zorros jugaran en el campeonato de primavera, Andrew está de vuelta y sobrio,
y todavía estoy comenzando como delantero —dijo Neil—. No tengo ninguna queja aún.
—Felicitaciones por clasificar, por cierto —dijo Betsy—. Confieso que no entiendo
mucho sobre deportes, pero hay jugadores muy talentosos en tu equipo y tu regreso el
año pasado fue brillante. Creo que vas a tener una carrera increíble. Texas está un poco
lejos para viajar, pero te alentaré desde mi casa para el partido contra Belmonte. ¿Están
preparados?
—No —dijo Neil —pero lo haremos. No tenemos otra opción. El mes pasado dijimos
que no íbamos a perder ni un solo juego de primavera. No hemos cambiado lo que
pensamos, pero creo que ahora que enero está aquí, nos estamos dando cuenta de lo
que enfrentamos y lo que nos costará para lograrlo…
—Nos enfrentaremos a los mejores del país y solo estamos recién empezando.
—Esa es una manera madura de verlo. También es… —Betsy extendió sus manos un
poco mientras buscaba las palabras… muy practicada. Suena más como un discurso
que le darías a un reportero que algo que podrías admitirme. Esperaba que pudieras
progresar más allá de tales declaraciones cautelosas. Recuerda que no estoy aquí para
emitir juicios sobre todo lo que digas.
—Lo recuerdo —dijo Neil, y lo dejó así.
Betsy inclinó su cabeza y siguió adelante.
—Mencionaste el regreso de Andrew como una cosa positiva. Sé que apoyaste mi
decisión de entregarlo el pasado noviembre. Probablemente sea demasiado pronto para
decirlo, pero ¿cómo estás manejando la realidad de su sobriedad? ¿Alguna duda?
—No voy a hablar de Andrew contigo.
—Estoy tratando de hablar de ti —dijo Betsy—. Esta sesión es sobre ti.
—Esta no es una sesión real —dijo Neil—. Es una reunión informal y solo estoy aquí
porque el entrenador dijo que teníamos que venir a verte una vez cada semestre.
Ninguno de nosotros se beneficia. Estás perdiendo el tiempo conmigo, que sería mejor
gastar con tus pacientes reales y me estoy perdiendo la práctica.
—No considero que esto sea una pérdida de tiempo, pero me disculpo por el recorte
de tu tiempo en la cancha—. Ella le dio un par de momentos para responder, luego dijo:
Feliz año nuevo, por cierto. Me olvidé de decirlo. ¿Cómo estuvieron tus vacaciones?
Era la pregunta que él había esperado y temido. No sabía lo que sus compañeros de
equipo le habían dicho a ella. No le diría la verdad, pero si mentía y a ella ya le habían
contado la verdad, ella comenzaría a cuestionar todo lo demás que le había dicho. Hizo
malabares con las posibles consecuencias y decidió jugársela. Solo tenía que ver a Betsy
una vez por semestre después de todo; esta era la última vez que él tenía que sentarse
con ella cara a cara. Ella podía pensar lo que quisiera de él.
— Estuvieron bien —dijo Neil.
— ¿Nieva alguna vez en Arizona?
— De vez en cuando. Consideran que una pulgada y media es una gran nevada.
— Oh, Dios mío —dijo Betsy—. Recuerdo cuando tuvimos una nevada hace unos
años. Pasé junto a una joven en mi camino por el campus. Ella estaba con su teléfono;
había llamado a alguien solo para decirle que estaba nevando. Estaba tan emocionada
por una cantidad tan insignificante que me pregunté si alguna vez la había visto antes.
Quería preguntarle de dónde era, pero iba a parecer entrometida.
No había una pregunta allí, por lo que no habló. Betsy no habló también, pero bebió
un sorbo de su cacao. Neil resistió el impulso de mirar el reloj. No quería saber cuánto
tiempo había pasado.
— ¿No quieres hablar conmigo? —Betsy finalmente le preguntó.
— ¿Qué quieres que te diga? —dijo Neil.
— Cualquier cosa —dijo Betsy—. Este es tu momento.
— ¿Cualquier cosa? —Neil dijo. Cuando ella dio un asentimiento alentador, Neil
procedió a contarle sobre los juegos de la UT que había estado viendo. Fue
completamente impersonal y definitivamente no era para nada lo que ella había estado
esperando, pero no lo interrumpió y no parecía aburrida. Ella bebió su cacao y escuchó
como si fuera la historia más importante que había escuchado todo el día. De algún modo
a Neil le gustaba aún menos, pero no se detuvo.
Finalmente era libre de irse. Salió de allí, recogió a Aarón en la sala de espera, y se
dirigió al automóvil. Estaban a medio camino del estadio antes de que Aarón hablara.
—No se lo conté.
Eran los únicos dos en el auto, pero le tomó un momento darse cuenta de que se
dirigía a él. Miró a Aarón, pero él estaba mirando por la ventana del pasajero.
— Ni yo tampoco —dijo Neil.
— Ella te preguntó acerca de Andrew.
No era una pregunta, pero dijo:
— Sí. ¿A ti también?
—Ya no me pregunta nada —dijo Aarón —. Ella sabe que no tiene sentido. Nunca le
he dicho una palabra.
Se imaginó sentado en un silencio sepulcral mientras Betsy charlaba sobre esto y
aquello. Fue a la vez inspirador e inquietante. Él no sabía si tendría el estómago para
soportar media hora de eso.
— Ojalá hubiera pensado en eso. Le di un resumen de los méritos de la UT en su
lugar.
— Predecible —dijo Aarón.
Se preguntó cómo Andrew mataba el tiempo. Mientras tomaba su medicación, él
estaba obligado a tener sesiones semanales con Betsy. Neil no sabía si eso continuaría.
Estaba más interesado en saber cómo iba a cambiar lo que pensaba Andrew de Betsy.
Andrew parecía extrañamente tolerante con ella el año anterior, hasta el punto de que
había admitido haber recibido mensajes de texto de ella fuera de sus sesiones. Las
drogas eufóricas, pensó, probablemente hacían que alguien fuera tolerante más
fácilmente.
Neil estacionó en el mismo lugar donde encontró el auto. Volvió a su lugar en el sofá
y Aarón continuó al vestuario para volver con su equipo en la cancha. Trató de no
resentirse por su buena salud y casi lo logró. Los partidos de la UT fueron una buena
distracción de la irritación injustificada, pero perdió la pista del juego cuando Renee y
Allison llegaron un par de minutos después. Observó cómo atravesaban la habitación, lo
pensó dos veces, luego pausó el juego.
— ¿Renee?
Ambas se detuvieron, pero Allison no se quedó por mucho tiempo. Cuando ella se fue,
Renee se acercó y se sentó con él, lo suficientemente cerca como para ofrecer una
comodidad silenciosa, pero lo suficiente lejos como para que Neil pudiera respirar.
— ¿Qué dije ayer? —Neil le preguntó—. ¿Por qué reaccionaste así?
A ella no le llevó mucho tiempo acordarse.
— Acerca de los cuchillos, quieres decir —Cuando asintió, ella giró sus manos y
observó sus palmas—. ¿Recuerdas que te dije que solía estar en una pandilla? Había
un hombre allí que quería lastimarme. Le gustaban los cuchillos y mantenía media
docena con él todo el tiempo. No podía defenderme por medios normales, así que
aprendí a luchar con cuchillos, también. Practiqué durante un año hasta que finalmente
lo vencí.
— Vencí —Renee consideró la elección de la palabra por unos momentos antes de
decir—. No sobrevivió a la pelea. El jefe me ayudó a preparar el cuerpo para que
pudiéramos culpar a una pandilla rival y fui ascendida. Me quedé con los cuchillos en mi
entrenamiento y en mi adopción. Quería recordar qué oscuridad soy capaz de… y a qué
oscuridad soy capaz de sobrevivir.
—Hiciste lo que tenías que hacer —dijo Neil—. Si él hubiese vivido, hubiera regresado
por ti.
—Lo sé —dijo Renee, suave—. Hubo otras chicas antes de que llamara su atención;
habría chicas después de que me fuera. Pero no lo hice por el bien común. Lo hice
porque me hizo daño personalmente y no quería tenerle miedo nunca más. Lamento lo
que me hizo más de lo que lamento su muerte. No sentí horror cuando lo vi morir. Estaba
orgullosa de lo que le había hecho.
— Le dije a Andrew lo que hice —dijo Renee—. Al día siguiente, mientras estaba en
clase irrumpió en mi habitación y tomó mis cuchillos. Cuando le dije que me los regresara,
él dijo que me estaba mintiendo a mí misma. Si quisiera recordar, no tendría escondidos
los cuchillos en mi armario como si fuera un secreto que me daba vergüenza volver a ver
o a dejar ir. Ellos no estaban haciéndome bien, entonces él dijo que los cargaría hasta
que los necesitara nuevamente.
— Dejé que los tuviera porque confiaba en que él no los usaría —dijo Renee.
— Yo pensé que entendía lo que se suponía que eran: ya no eran armas sino un
símbolo de lo que habíamos vencido. No le pregunté sus razones, yo sabía que él me
diría si él quisiera que yo supiera.
La respuesta obvia era Drake, pero no cuadraba del todo. La cabeza de Neil giraba,
analizando, pensó en las cicatrices de los antebrazos de Andrew. ¿A quién había
sobrevivido Andrew: a Drake o a sí mismo?
Neil no iba a compartir esa idea con Renee, por lo que dijo,
— Entonces, ¿los cuchillos que lleva a todas partes son tuyos?
— Eran míos —dijo Renee—. Él tenía razón, ya no los necesito. Si los necesitas, él te
los dará, y yo te enseñaré cómo usarlos.
Ella ya no sonreía. Neil estudió su expresión tranquila y supo que lo decía en serio.
Ella había puesto pausa a su fe en la humanidad y a su piedad cristiana y le mostraría
cómo cortarle la garganta a un hombre si se lo pedía. Neil estaba empezando a entender
por qué a Andrew le gustaba. Ella estaba lo suficientemente loca como para ser
interesante.
— Gracias —dijo Neil—, pero no. No quiero ser como… él.
Él no dijo que había usado cuchillos antes; uno no podía crecer siendo un Wesninski
sin tener un cuchillo en su mano. Nathan no tuvo el tiempo o la paciencia para enseñarle
a su hijo, pero él había puesto a dos de sus personas para que le enseñaran.
Afortunadamente Neil se fue de casa antes de progresar cortando trozos de animales
muertos.
— Por supuesto —estuvo de acuerdo Renee. Ella esperó un momento para ver si
había algo más, luego se puso de pie.
— No debería dejar a Allison esperando, pero si quieres hablar más tarde, sabes
dónde encontrarme.
— Está bien —dijo Neil. Renee llegó hasta la puerta antes de que Neil se decidiera a
preguntar, ¿Cómo está Andrew? Sin sus drogas, quiero decir.
Renee lo miró y sonrió.
— Ve a verlo. No creo que al entrenador le importe.
Neil se quedó en donde estaba, hasta que la puerta se cerró detrás de ella. Miró de
su bloc de notas al juego en pausa, luego dejó sus cosas a un lado y se puso de pie. El
sonido de una pelota que estalló en la pared lo saludó mientras caminaba por la puerta
trasera y siguió el camino hasta el patio interior. Wymack estaba de pie, cerca de la banca
del equipo, viendo a sus jugadores entrenar y tomaba notas.
Él tenía a sus espaldas a Neil y el ruido que se filtraba a través de los respiraderos de
la cancha ayudó a ocultar sus pasos. Neil se colocó a una distancia segura y observó a
sus compañeros de equipo
Se veían tan pequeños cuando solo eran tres jugadores, pero jugaban con la ferocidad
de un equipo grande. Dan y Kevin fueron emparejados en la ofensiva contra tres
defensas, y a pesar de ser superados en número, tuvieron una lucha incansable. Kevin
incluso logró superar a Nicky y a Aarón un par de veces para disparar un gol. Andrew los
desviaba todos, pero tomó un par disparos antes de que Neil se diera cuenta de lo que
estaba haciendo. En lugar de despejar las pelotas en la cancha, como de costumbre, las
estaba disparando a Kevin. Más específicamente, a los pies de Kevin. Kevin tuvo que
ejecutar un trabajo de pies bastante ágil para evitar tropezar con la pelota. Andrew hizo
lo mismo con Dan cuando finalmente pasó junto a Matt para hacer un tiro. Ella lo esquivó,
pero por poco, y Matt tuvo que atraparla cuando tropezó.
Wymack maldijo y se volvió para dejar sus cosas. Mientras se giraba vio a Neil, y vaciló
con su portapapeles a mitad del banco. Esperaba que le ordenara que se marchara de
regreso al vestuario. En cambio, Wymack le chasqueó los dedos y movió su índice hacia
la puerta de la cancha.
—Dile a tu mascota psicópata que se detenga antes de que mutile a alguien.
—No creo que me escuche, dijo Neil.
—Tú y yo sabemos que lo hará. Ahora vete.
Wymack golpeó la pared, haciendo una pausa en el juego, mientras Neil se dirigía a
la puerta. Se dejó caer en la cancha y se dirigió hacia la meta.
Andrew colocó su raqueta sobre sus hombros ante la aproximación de Neil. Neil sabía
que era mejor hablar con Andrew sin una audiencia, por lo que se detuvo tan cerca de
Andrew como pudo y mantuvo la voz baja.
—El entrenador quiere saber qué tienes contra la línea ofensiva.
Andrew deslizó una mirada más allá de Neil hacia la pared de la cancha.
—Puede preguntarme él mismo.
—O puedes responderme ya que estoy aquí —dijo Neil—. Solo quedamos nueve. Si
perdemos a alguien más, salimos de los campeonatos de primavera. Tú sabes eso.
Neil esperó un momento, pero por supuesto que no era suficiente para obtener una
reacción. Andrew parecía aburrido de la conversación. Puso una mano en frente de la
cara de Andrew, bloqueando cuidadosamente la vista de Wymack, y esperó hasta que
Andrew lo miró de nuevo—. Quiero que lleguemos a la final. Quiero que seamos nosotros
quienes finalmente derroten a los Cuervos. Después de todo lo que Riko nos ha hecho,
¿No quieres eso, también?
—Dices 'querer' tan libremente —dijo Andrew—, cuando te dije mil veces antes que
yo no quiero nada.
—Probablemente porque estás gastando toda tu energía en no querer nada —
respondió Neil—. Pero si no puedes comprender este simple concepto, lo pondré en
términos que puedas entender: este es un juego que no podemos permitirnos perder. Se
trata de cómo llegar a Riko. Esto es lo único que podemos quitarle y que en realidad le
va a doler. Vamos a quitarle su lugar en el ranking y mostrarle que tiene una razón de
temernos todo el tiempo.
— ¿Tus compañeros de equipo todavía piensan que eres el más tranquilo? —Andrew
preguntó.
—Nuestros compañeros de equipo —dijo Neil, con énfasis— quieren esto tanto como
yo. Deja de pegarles en las rodillas antes de que tengan la oportunidad de intentarlo.
—No creo en darle oportunidades a la gente.
—Yo tampoco lo hacía, hasta que vine aquí —dijo Neil—. Me diste la oportunidad
cuando decidí quedarme. Te di la oportunidad cuando me confiaste a Kevin. ¿Realmente
es tan difícil apoyarlos cuando han estado contigo en cada paso del camino?
— ¿Qué me darás a cambio de mi cooperación? —preguntó Andrew.
— ¿Por qué la venganza no es suficiente? —Preguntó Neil
— ¿Qué más hace falta?
Andrew no tuvo que pensarlo.
— Muéstrame tus cicatrices.
No era lo que Neil esperaba, la cual, probablemente, era la razón por la que Andrew
se lo pedía. Abrió la boca para protestar, pero las palabras murieron en su garganta.
Wymack y Abby ya las habían visto, y los Zorros sabían que estaban allí. Él puso la mano
de Andrew en su piel arruinada en noviembre para ganarse la confianza de Andrew. Le
había prometido a Andrew las partes faltantes de su verdad si sobrevivían el año. No
había pensado que Andrew le pediría mirar.
— ¿Cuándo? —dijo al fin.
— Vamos a ir a Columbia mañana —dijo Andrew—. Ahora vete y dile al entrenador
que recuerde su paga. No dejaré que se salga con la suya por segunda vez.
No entendió, pero asintió y se fue. Los Zorros esperaron hasta que la puerta se cerrara
y se bloqueara antes de reanudar el juego. La siguiente vez que Kevin logró un tiro de
gol, Andrew despejó por todo el recorrido de la cancha. Neil tenía el presentimiento de
que los Zorros lamentarían su intervención, muy pronto. Era definitivamente más seguro,
pero ahora Dan y Kevin tenían que perseguir la pelota cada vez que Andrew los
rechazaba.
Volvió al lado de Wymack y transmitió el mensaje de Andrew. Él esperaba que
Wymack ignorara la amenaza de Andrew sin pestañear. No estaba esperando el bufido
divertido y seco de Wymack—, Solo prométeme que esto no va a ser un problema.
— ¿Qué? —preguntó Neil.
— No puedo decir si estás siendo obtuso solo para molestarme o si realmente eres
así de tonto —dijo Wymack—. Cuando Neil solo lo miró fijamente, Wymack se frotó sus
sienes como si fingiera un dolor de cabeza—. Te tengo lástima, pero Andrew tiene razón.
No me pagan lo suficiente como para involucrarme en esto. Imagínatelo tú… a su debido
tiempo. Se supone que deberías estar estudiando a los de la UT en este momento.
Wymack agarró su portapapeles y comenzó a garabatear notas. Neil miró hacia la
cancha.
— Adiós—, dijo Wymack.
Neil se tragó sus preguntas y se dirigió al vestuario.
***
Los estudiantes de último año salieron a cenar el viernes después de la práctica, pero
primero fueron a los dormitorios para ponerse ropa fresca.
Andrew apareció en la habitación de Neil casi tan pronto como Matt se fue, y trajo una
bolsa de ropa con él. Neil aún no entendía por qué los primos insistían en que se pusiera
algo nuevo cada vez que iban a Columbia, pero ya había pasado el tiempo para
preguntar. Llevó la bolsa a su habitación para cambiarse. Cuando se giró para cerrar la
puerta, Andrew estaba justo detrás de él. Andrew no habló, pero hizo un gesto hacia la
camisa de Neil.
Neil vaciló, luego dejó la bolsa en la cama de Matt y luchó por quitarse la camisa. Se
estaba volviendo un poco más fácil cada día, pero le dolía cuando levantaba los brazos
muy en alto y cuando se retorcía sentía como los puntos se estiraban. Él había
conseguido pasar su camisa sobre su cabeza y llegar hasta los codos antes de que
Andrew se cansara de verlo luchar y le sacara la camisa suelta. Andrew la tiró a un lado
y no miró para ver donde aterrizaba. Estaba más interesado en las cicatrices y
hematomas que cubrían el frente de Neil.
Andrew alcanzó las vendas en las muñecas de Neil, y Neil lo dejó rasgar las cintas y
la gasa. Las costras se veían peor ahora que las que tenía cuando aterrizó en Carolina
del Sur. Abby tenía razón; necesitaba dejar que sus heridas se ventilaran. Neil recorrió
su mirada desde las feas líneas que cruzaban sus muñecas hasta la cara de Andrew. No
estaba seguro de lo que estaba buscando: un indicio de la violencia del miércoles o al
monstruo del último semestre, perturbado y alegre. No obtuvo nada. Andrew parecía mil
años alejado de todo, distante e indiferente.
En el hombro derecho de Neil había una cicatriz de quemadura, cortesía de ser
golpeado por una plancha. Andrew le puso la mano izquierda, las yemas de los dedos
calzaban perfectamente con las protuberancias que los agujeros de la plancha habían
dejado. Su pulgar derecho encontró la carne arrugada de una bala. Neil había dormido
con su chaleco antibalas durante casi un mes después de esa llamada cercana,
demasiado asustado para quitárselo. Su madre tuvo que intimidarlo para que se lo
quitara el tiempo suficiente para lavarse.
—Alguien te disparó —dijo Andrew.
—Te dije que alguien estaba detrás de mí —dijo Neil.
—Esto —Andrew clavó sus dedos con más fuerza en la marca de la plancha—, no es
por andar corriendo por tu vida.
—Mi padre me lo hizo. La gente fue a hacerme preguntas sobre su trabajo. No dije
nada, pero tampoco me quedé quieto el tiempo suficiente. Él me golpeó tan pronto como
la puerta se cerró detrás de ellos. Es por eso que te dije que mi nombre es Abram —dijo
Neil—. No quise darte el nombre de mi padre porque no quiero que nadie me llame nunca
más así. Lo odiaba.
Andrew estuvo callado por mucho tiempo, luego dejó caer su mano sobre los cortes
que Neil tenía en su estómago.
—Renee dijo que rechazaste nuestros cuchillos. Un imán de asesinos como tú no
debería caminar desarmado.
—No lo estoy —dijo Neil—. ¿Pensé que ibas vigilar mi espalda este año? —Andrew
lo miró de nuevo, con una expresión indescifrable. No dijo nada, entonces Neil lo
presionó— No eres realmente un sociópata, ¿o sí?
— Nunca dije que lo era.
— Dejas que lo digan sobre ti —dijo Neil—. Podrías haberlos corregido.
Andrew lo rechazó.
— Lo que la gente quiere pensar de mí no es mi problema.
— ¿El entrenador lo sabe?
— Por supuesto que lo sabe.
— ¿Entonces tu medicina…? —Neil preguntó.
— ¿Eran esas píldoras realmente antipsicóticas?
— Haces muchas preguntas —dijo Andrew, y lo dejó solo para que se vistiera.
Neil encontró al grupo de Andrew en el pasillo cuando terminó. Nicky le dio una amplia
sonrisa de aprobación a las nuevas ropas. Aarón no miro tanto a Neil. Kevin revisó la
cara de Neil en busca de manchas en el maquillaje, pero no dijo nada. Andrew solo
esperó el tiempo suficiente para escuchar la cerradura deslizarse en su lugar y comenzó
a bajar las escaleras. Tenía dos cigarrillos encendidos antes de llegar al segundo piso y
le pasó uno por encima de su hombro a Neil. Neil se aferró a él hasta que llegaron al
auto.
Nicky le lanzó una mirada extraña mientras abría la puerta de atrás.
— Tú no fumas.
— No —estuvo de acuerdo Neil, y frotó la mitad del cigarrillo con su zapato. Guardó
la otra mitad para más tarde. Él se metió en el asiento del copiloto antes de que Nicky
pudiera preguntar algo más y se puso el cinturón. Los otros no tardaron en amontonarse
en el automóvil, y Andrew los tenía en la carretera tan pronto como se cerró la última
puerta.
Neil hubiera estado feliz de nunca volver a pisar Columbia después de lo que sucedió
en noviembre, pero los otros parecían indiferentes. Entraron en el estacionamiento de
“Sweetie” como si nada malo hubiera sucedido en esta ciudad y tomaron el primer puesto
disponible. Nicky divagó largamente sobre sus clases, pero Neil no pudo concentrarse
en sus palabras. Las dejó entrar por un oído y salir por el otro y comió su helado en
silencio.
Eden's Twilight estaba tan ocupado como de costumbre. Un gorila estaba sentado en
un taburete revisando las identificaciones mientras que el otro vigilaba la entrada. El
primero realmente saltó sobre sus pies al ver el auto de Andrew en la acera. Neil se
quedó atrás mientras Nicky y Aarón soportaban vigorosos apretones de mano y
palmadas en la espalda. Uno de los gorilas le dijo algo a Aarón en voz baja, pero con
una expresión intensa. Neil supuso que era una promesa de apoyo en el próximo juicio,
a juzgar por el asentimiento agradecido de Aarón. Miró a Andrew, que estaba esperando
en el asiento del conductor para un pase en el estacionamiento VIP, pero Andrew estaba
mirando el tráfico que se aproximaba en lugar del espectáculo en la puerta. Finalmente,
Nicky recibió un pase de uno de los gorilas y se lo pasó.
Andrew se fue mientras los otros entraban. Neil siguió a Kevin a través de la multitud,
empujando cuerpos sobrecalentados y haciendo una pequeña mueca cuando el bajo
sonaba estrepitosamente en los parlantes. No había mesas desocupadas, por lo que
terminaron en el mostrador de la barra. No tomó mucho tiempo para que Roland los viera
y casi dejara caer su coctelera. Tan pronto como terminó sus órdenes se dirigió en línea
recta hacia ellos.
—Estaré condenado —dijo—. Estaba empezando a pensar que no los volvería a ver.
—Como si pudiéramos permanecer lejos para siempre —dijo Nicky—. Simplemente
no habría sido lo mismo sin Andrew.
— ¿Andrew salió, entonces? —Roland preguntó con obvio alivio—. Nos mató cuando
escuchamos las noticias Ojalá pudiéramos haber hecho algo, cualquier cosa. —Tú —
dijo mirando a Aaron —eres un héroe. Todos te apoyamos aquí, ¿entiendes? Si ellos
intentan hacer que cualquiera de estos cargos de mierda te atasque, vamos a marchar
a la corte. Ese tipo tiene lo que se merecía y todos lo saben.
—Gracias —dijo Aaron.
Roland sirvió una ronda de shots. Había visto a Neil tal vez una docena de veces antes
y sabía que no bebía, pero puso un shot a medio camino entre ambos en caso de que
se sintiera festivo. Neil lo dejó donde estaba y los vio beber. Roland tenía una segunda
ronda lista para el momento en que Andrew los alcanzó. Andrew se deslizó limpiamente
en la estrecha brecha entre Kevin y Neil.
—Bienvenido de nuevo a la tierra de la libertad —dijo Roland—. Yo diría “y a la
sobriedad”, pero sé que no durará mucho. Salud.
Disminuyeron sus shots con facilidad. Roland comenzó a configurar su habitual
bandeja. Iba por la mitad cuando finalmente se desocupó una mesa. Neil se quedó atrás
con Andrew mientras los otros fueron a reclamarla. Andrew bebió el shot de Neil cuando
lo vio. Roland hizo una pausa entre las bebidas para volver a llenarlo. Esta vez lo deslizó
un poco más cerca de Neil.
—Suéltate un poco. Es una ocasión especial —dijo Roland.
—Es el final de siete semanas de duro trabajo —dijo Neil.
Andrew no perdió el aliento discutiendo. Bebió el segundo shot de Neil y Roland no
intentó llenar un tercero. Cuando Roland terminó de mezclar bebidas, Neil abrió un
camino para que Andrew llevara la bandeja. Los otros se lanzaron, pero Andrew bebió
su parte de las bebidas más lento de lo que Neil lo había visto alguna vez. Neil asumió
que su tolerancia estaba en la cuneta después de dos meses secos. Andrew le había
contado el año pasado que siempre sabía cuál era su límite. Neil se preguntó si Aaron y
Nicky habían visto alguna vez a Andrew borracho. De alguna manera, lo dudaba.
Compartieron el polvo de cracker como grupo, y Aaron y Nicky desaparecieron. Kevin
siguió con las incursiones de las bebidas. Andrew miró la multitud y bebió su bebida a
paso de tortuga. Neil no sabía qué decir a cualquiera de ellos, por lo que se mantuvo
ocupado. Cambió los vasos llenos que quedaban en la bandeja por los vacíos que
cubrían la mesa y se dirigió a la barra. Roland fue con él tan pronto como pudo. Neil se
cruzó de brazos en el mostrador de la barra y vio a Roland mezclar el siguiente lote.
—Entonces Andrew finalmente se rindió, ¿eh? —Roland dijo—. Eso se ve bastante
mal.
Neil levantó la mirada para verle la cara, pero Roland estaba mirando sus muñecas.
La nueva camisa era de manga larga, pero estaba hecha de un material delgado para
que pudiera respirar tranquilo en un club lleno. Los extremos se habían deslizado un
poco sobre sus antebrazos cuando se cruzó de brazos. Tiró de los dobladillos hacia
abajo, sabiendo que era demasiado tarde para esconder las laceraciones medio curadas.
Al hacerlo, se dio cuenta de que el estruendo de las palabras de Roland eran todas risas
ahogadas.
Roland sonrió disculpándose cuando Neil lo miró con el ceño fruncido.
—Me preguntaba si estar limpio curaría esa regla de no tocar que tiene. Tiene sentido
de que no lo haría, ahora que sabemos sobre… —Roland negó con la cabeza y
visiblemente se tragó su ira—. No sé si decir 'gracias' por aliviar mi curiosidad o 'lo siento'
ya que la sobriedad obviamente ha exacerbado el problema. Solo para que sepas, hacen
puños acolchados. Deberías mirarlos.
—El problema —repitió Neil, perdido—. ¿Qué regla de no tocar?
Roland pareció sorprendido, luego confundido.
— ¿No lo sabes? Pero entonces…
—Me hice esto en una pelea —dijo Neil.
— ¿Por qué Andrew me haría esto?
—Uh, no lo sabes —dijo de nuevo Roland, ya no era una pregunta, sino un retroceso
en la conversación.
— ¿Sabes qué?, olvidemos lo que dije. No, en serio —dijo cuándo Neil abrió la boca
para discutir.
— Oye, aquí. Tus bebidas están hechas. Tengo que controlar al resto de mis clientes.
Desapareció antes de que Neil pudiera obtener más de un “Qué”. Miró alrededor de
él, pero no había respuestas. Tomó la bandeja con manos inestables y la llevó a la mesa.
Quería enviar a Kevin lejos, pero Andrew nunca lo dejaría ir sin un guardia.
Afortunadamente, Kevin no podía hablar ni una palabra en alemán. Se sentó de costado
en su silla, frente a Andrew, y dijo:
— ¿Por qué Roland cree que me estás atando?
Andrew vaciló con su vaso a medio camino de su boca. Él miró hacia abajo, las manos
de Neil estaban apretadas en el borde del asiento entre sus rodillas. Neil no miró para
ver si las cicatrices se veían de nuevo. Él no podía apartar los ojos de la cara de Andrew.
Por fin Andrew puso su shot lleno de vuelta en la bandeja. No lo soltó por completo, sino
que tocó con los dedos el borde en un ritmo desigual. Pareció una eternidad antes de
que finalmente arrastrara su mirada de las manos de Neil a su cara.
—Presumiblemente él piensa que eres tan malo en seguir las instrucciones como él
—dijo— Roland sabe que no me gusta que me toquen.
—Eso no responde mi pregunta.
—Es la respuesta —dijo Andrew—. Reformula la pregunta si no te gusta.
—Quiero jugar otra ronda —dijo Neil—. ¿Qué está fuera de la paga del entrenador?
Andrew se movió en su asiento para mirar a Neil y apoyó su codo en la parte de atrás
de su silla. Acunó su rostro en su mano y lo observó. No lo miró en absoluto molesto por
el interrogatorio repentino, pero esa calma no hizo nada para aliviar el estómago
carcomido de Neil.
—Cuando el entrenador nos firmó, prometió mantenerse alejado de nuestros
problemas personales. Dijo que la junta le pagó para ser nuestro entrenador, nada más
y nada menos.
Esa respuesta no fue mucho mejor. Neil no estaba seguro de seguir empujando, pero
si no entendía la verdad ahora, sabía que nunca lo haría.
—No pensé que era un problema personal. Me odias, ¿recuerdas?
—Cada pulgada de ti —dijo Andrew—. Eso no quiere decir que no te la chuparía.
El mundo se inclinó un poco hacia los lados. Neil plantó sus zapatos con más fuerza
en el piso para no caer.
—Te gusto.
—Te odio —lo corrigió Andrew, pero Neil apenas lo escuchó.
Por un momento vertiginoso, lo entendió. Recordó la mano de Andrew sobre su boca
en Exites mientras se retiraba de la conversación. Pensó en Andrew cuando se rendía
ante su insistencia y lo sostenía cuando Neil lo necesitaba más. Andrew lo había llamado
interesante y peligroso y le había dado las llaves de su casa y su auto. Había confiado
en Neil con Kevin porque Kevin era importante para ambos y sabía que Neil no lo
decepcionaría.
Neil trató de juntar las piezas, pero cuanto más empujaba, más rápido caía. No tenía
sentido. Él no sabía lo que se suponía que debía pensar. Podría ser una mentira, pero
sabía que no lo era. Andrew era un montón de cosas desagradables, pero ser un
mentiroso patológico no era una de ellas.
La honestidad convenía a Andrew porque él era un instigador del corazón y sus
opiniones a menudo no eran populares.
Necesitó de tres intentos para encontrar su voz.
— Nunca dijiste nada.
— ¿Por qué debería haberlo hecho? —Andrew se encogió de hombros— Nada saldrá
de eso.
— Nada —repitió Neil.
— Soy autodestructivo, no estúpido —dijo Andrew—. Lo sé mejor que nadie.
No había nada que Neil pudiera decir excepto,
— Está bien —pero no sonaba bien y no se sintió bien. ¿Qué se suponía que debía
hacer con una verdad como esta? Estaría muerto en cuatro meses, cinco si tenía suerte.
No quería esto para nadie, menos para Andrew. Andrew dijo todo el año… se lo había
dicho a la cara de Neil esta semana… que no quería nada. No debería ser la excepción
a esa regla.
Andrew bajó su shot y dejó caer descuidadamente el vaso sobre la bandeja. Sacó su
paquete de cigarrillos de su bolsillo trasero y se puso de pie para revisar el contenido.
Debería haberlo dejado irse sin oposición, pero dijo:
— Es tu turno.
Andrew sacudió un cigarrillo en su mano y lo apoyó entre sus labios. El paquete estaba
seguro escondido nuevamente antes de mirar a Neil.
— No tengo que tomarlo ahora.
Neil lo miró mucho después de que desapareciera entre la multitud. No se dio cuenta
de que Kevin estaba diciendo su nombre hasta que finalmente Kevin empujó su hombro
para obtener su atención. Saltó como si hubiera recibido un disparo y puso su atención
en él. Lo que Kevin vio en su cara, fue suficiente para matar su curiosidad. Kevin cerró
lentamente la boca, retiró la mano y volvió a beber.
Pasó una hora antes de que Andrew regresara. Él no dijo otra palabra esa noche y
Neil estaba feliz de darle su espacio. Aaron y Nicky finalmente regresaron, borrachos y
agotados, se fueron todos juntos. La casa de los primos no estaba lejos, pero no había
suficientes camas para los cinco.
Kevin tomó el sofá, por lo que Neil se acurrucó en una silla con una manta de repuesto.
Pasaron horas antes de que pudiera dejar de pensar lo suficiente como para dormir.
CAPÍTULO CUATRO
El lunes Kevin retomó los entrenamientos nocturnos, pero se negó a llevar a Neil
consigo. La tarde del martes a regañadientes Abby le dio a Neil el visto bueno para
regresar a la cancha, siempre y cuando no fuera demasiado tosco en los movimientos
“scrums”. Neil a penas se quedó con ella el tiempo suficiente para escuchar el —ok—
antes de ir por su equipo.
Los Zorros ya estaban en el campo, dado que Abby se había presentado dos horas
tarde para practicar, pero Dan ordenó que el entrenamiento de detuviese tan pronto como
Neil golpeó la puerta. Ella y Matt recibieron la llegada de Neil al campo con triunfantes
vítores. Nick chocó su palo contra el de él en su camino hacia Kevin.
— Si no puedes jugar, no lo hagas. —Dijo Kevin.
— Lo sé —respondió Neil.
— Si algo se tensa, me retiraré de la cancha.
Kevin le dio una mirada desconfiada, pero no argumentó nada más.
En verdad dolió, casi de inmediato, pero era casi un alivio ejercitar sus adoloridos
músculos. Neil mantuvo un paso calmado porque Abby y Wymack lo estaban observando
desde las laterales. Cuando finalmente tuvo que detenerse y estirarse, temió que lo
sacaran. No lo hicieron, así que volvió al juego lleno de entusiasmo. Después, Wymack
los sentó a todos en los vestidores para repasar lo bueno y lo malo del día.
Cuando hubo terminado miró a Neil y dijo:
— ¿Todo bien?
— Todo bien —dijo Neil e inclinándose un poco fuera de la mirada asesina de Kevin
comentó:
— Si en estos momentos no estuviera adolorido, me preocuparía; pero no es lo
suficiente para ser una molestia. Pero puedo alcanzar mi límite si los pases altos
empiezan a tirar demasiado duro mis puntos.
— ¿Era eso tan difícil de decir desde el primer momento? —Dan preguntó
irónicamente.
— Así lo hice. Desde la primera vez lo dije —contestó Neil.
— Estoy bien.
—A lo que te refieres es que eres un caso perdido o un obsesivo —dijo Nicky
sonriendo.
—Bien —habló Wymack—. Mañana irás al gimnasio, Neil. Ve a un ritmo relajado
durante los primeros días, ¿de acuerdo? Adapta el circuito como sea necesario y déjame
saber sobre lo que no esté funcionando. Lastímate aquí no allá —Wymack seguramente
notó la desaprobatoria mirada que Abby le disparó, pero la ignoró.
— Entonces, eso es todo por hoy. Empaquen y retírense.
Ellos se lavaron y se dirigieron al dormitorio. Dan siguió a Matt y Neil a su cuarto. Neil
lo tomó como una señal para desaparecer, pero Dan le hizo señas para que no se
apartara de ellos. Cuando ella supo que Neil lo había entendido, se sentó sobre el sofá
y abrazó sus rodillas contra su pecho.
—Así que está de vuelta a la vida, como siempre —dijo Dan—. Me refiero a lo nuestro
y lo de ellos. Fue divertido el mes pasado ¿no es así? Me gustaron nuestras cenas
grupales y las noches fuera.
—Se siente como si estuviéramos de vuelta a donde empezamos en Agosto —
Matthew concordó.
—Si hubiéramos sabido lo que Andrew tramaba en nuestra contra, podríamos haber
peleado contra ello —dijo Dan.
Tamborileo un ritmo agitado con sus dedos sobre su rodilla por un minuto para
después mirar directamente a Neil.
— ¿Cómo hiciste que dejará de hacer que nos tropezáramos en la práctica del otro
día?
Neil lo redujo a la más cruda y simple verdad.
— Se lo pedí.
— ¿Se lo pediste? —Matt, preguntó; casi sonando como una acusación.
— Dijiste lo mismo acerca de Halloween y los padres de Nicky. En serio, Neil. ¿Cómo
es qué continúas convenciéndolo de hacer cosas que a todas luces no quiere hacer?
¿Es soborno o chantaje?
Dan le lanzó una indescifrable mirada a Matt y dijo,
—Sin presiones, Neil. Sin hablar mierda. Andrew está sobrio ahora y sé que eso
cambia las reglas del juego, pero ¿crees poder traerlos de vuelta a nosotros?
—No lo sé —admitió Neil.
— Puedo intentarlo, pero —continuó con la mirada entre ellos— alguien necesita
trabajar en Aaron. Nicky quiere ser tu amiga y Kevin sabe que el equipo es más fuerte
como un todo, pero Aaron está tan empeñado contra nosotros como Andrew lo está. Lo
cual no tiene ningún sentido, porque apoyar a Andrew significa ocultarse de Katelyn. Si
Aaron está dispuesto a hacer eso sin pelear, esto no es una decisión exclusiva de
Andrew. Tiene que ver con ambos.
Dan parecía pensativo,
—Katelyn debe saber algo. Ninguna chica que se respete a sí misma toleraría esto a
menos que hubiera una buena razón. Si ella no habla, ¿crees que puedes sacar algo de
Aaron, Matt? Dijiste que ha estado mejor desde Navidad, ¿cierto?
—Vale la pena intentarlo —dijo Matt.
— ¿El entrenador ya te entregó nuestro horario?
— Está sobre algún lugar de mi escritorio —contestó Dan.
— Tan pronto como lo desentierre te mandaré un mensaje con su agenda.
— Está bien. Lo veré si no puedo encontrarlo allí.
— Déjame intentarlo primero con Katelyn —propuso Dan, moviéndose para sacar su
teléfono del bolsillo y teclear un rápido mensaje.
— No quiero que Aaron le diga que estamos intentado entrometernos —Matt asintió,
pero Dan observaba su teléfono como si fuera a recibir una respuesta de él. No tomo
demasiado tiempo, cuando este sonó. Dan le dio vueltas al asunto con Katelyn un par de
veces y después de ello se levantó.
— Bien, me iré por un momento. Puede ser un buen rato, así que coman sin mí.
Deséenme suerte.
—Suerte —le deseó Neil, mientras Matt le daba un beso de despedida.
Neil and Matt terminaron comiendo junto con Renee y Allison en el cuarto de las
chicas. La elección de película de Allison fue inmediatamente vetada, por lo que esta
decidió lanzar la democracia por la ventana poniendo la película de todas formas.
Probablemente era la peor cosa que Neil había visto jamás, pero al menos ayudó a matar
el tiempo.
Y estuvo perdonado de los últimos quince minutos de melodrama y de actuación
pésima porque Kevin estaba listo para dirigirse a la cancha. Se encontraron con Andrew
en el auto.
Aaron se tumbó sobre el sillón, mientras que Kevin se adelantó a cambiarse. Neil
vaciló, y decidió esperar por Kevin, para después cambiar de idea de nuevo. Neil se
posicionó detrás del sofá doblando sus brazos a través del respaldo de este, y miró hacia
abajo a donde Andrew se encontraba. Andrew tenía un brazo doblado debajo de su
cabeza y otro sobre sus ojos bloqueando cualquier rayo de luz.
—Uno de estos días deberías practicar con nosotros —dijo Neil quien no se sorprendió
cuando Andrew no respondió, pero por supuesto, él no se iba a rendir tan fácilmente.
— ¿Por qué siquiera empezaste a jugar si no estabas dispuesto a entrenar?
— Era una mejor celda que la otra alternativa.
Esa era una de las cosas en la que los reporteros más les gustaba insistir cuando
Kevin se convirtió en un elemento fijo en el equipo de Andrew: Kevin había sido criado
en Evermore, rodeado por lo mejor y prácticamente nacido con una raqueta en la mano,
mientras Andrew había aprendido Exy cuando estaba encerrado en un centro de
detención juvenil. Neil tenía un artículo de una extensión de página y media en su
cuaderno sobre eso. Estaba burdamente titulado como El Príncipe y El Mendigo y su
enfoque estaba puesto en que tan condenada era su amistad. El escritor pensó que su
disposición hacia Exy y sus respectivos orígenes eran tan diferentes que ninguno de ellos
permanecería junto al otro por un largo tiempo.
Neil asumió que el Oficial Higgins era la razón por la que Andrew había terminado en
uno de los mejores centros en California. Se enfocaba en rehabilitación a través de
disciplina y empoderamiento, lo que significaba que todos los internos practicaban
deportes en equipo. No había suficiente espacio para un campo de juego completo, pero
un oficial confirmó en una entrevista que dentro de las instalaciones del centro poseían
un campo de la mitad de tamaño de uno normal. Ocasionalmente los mejores de los
mejores portados de los aspirantes a jugadores de Exy iban en viajes de campo y
competían con los equipos del vecindario.
Neil no culpaba a Andrew por pensar que el campo de juego era un mejor lugar que
una celda, pero el dudaba que Exy fuese el único deporte que el centro ofrecía. Andrew
debía haber elegido Exy por alguna razón. Neil asumió que la naturaleza violenta del
juego lo atraía, pero Andrew era un guardameta. Él había tenido contadas oportunidades
de inmiscuirse en violencia sin sentido. Él comentó todo a esto a Andrew y obtuvo un
leve encogimiento de hombros como respuesta.
— El oficial me lo asignó —respondió Andrew—. No había otra forma en la que pudiera
jugar.
— ¿Pensaron que lastimarías a alguien si eras dejado libre en la cancha? —preguntó
Neil, aunque Andrew no respondió; Neil tomó su silencio como una confirmación e intentó
infructuosamente imaginarse a Andrew en otra posición.
— Creo que es mejor de esta forma, contigo como la última línea de defensa. Nos
dejas correr a nuestro gusto en el campo y limpias a nuestras espaldas. Juegas el juego
como juegas tu vida. Esa es la razón por la que eres tan bueno en ello.
Neil levantó la vista cuando una puerta fue abierta desde el vestíbulo. Kevin venía en
busca de él, ya cambiado en su equipo y luciendo molesto por el retraso. Se detuvo en
seco cuando se percató que estaban hablando. Kevin aún no le había preguntado a Neil
sobre lo que sucedió el viernes. Neil no sabía si ya le había preguntado a Andrew, pero
dudaba que Andrew fuese capaz de explicarlo.
De acuerdo con Renee, sólo ella y Neil sabían que Andrew era gay. Neil no tenía idea
como es que Wymack se había enterado.
— Ya voy —dijo Neil sin enderezarse.
Kevin levantó un dedo en una amenaza de un minuto y se marchó. Neil escuchó hasta
que la puerta trasera se cerró antes de volver a mirar a Andrew.
— Tampoco soy un delantero por elección —retomó.
— Era defensa en las ligar menores. Riko lo recuerda porque fui parte de la línea de
golpeo con él y Kevin. Me hizo jugar como defensa con sus Cuervos en Navidad.
Eso finalmente hizo que Andrew se relajara.
—Ligas menores —dice él. Recuerdo claramente como les dices a las personas que
aprendiste a jugar en Millport.
—Parcialmente verdad —confirmó Neil—. Sabía cómo jugar a Exy. Sólo no sabía
cómo jugar en posición ofensiva. No quería ser un anotador, pero el entrenador
Hernández no tenía espacio en su línea defensiva. Era anotador o nada, y tenía tantas
ganas de jugar como para rechazarlo. Ahora no puedo imaginarme jugando en una
posición distinta.
Andrew no dijo nada por un tiempo, hasta:
—Eres más un mapache que un zorro.
Neil se le quedó viendo
— ¿Qué?
— Un mapache —dijo Andrew y gesticuló sosteniendo el balón en frente de su rostro.
— Exy es el objeto brillante de tu pequeño y triste mundo. Ya sabes, me refiero a ti
siendo cazado y estás al tanto ¿no? los perros de caza se están acercando, pero tú no
lo dejarás ir para salvarte. Una vez me dijiste que no entendías porque una persona
activamente intentaría morir, pero mírate, aquí estás. Supongo que esa fue otra mentira.
— No intento morir —Neil dijo.
— Esta es la forma en la que me mantengo vivo. Cuando estoy jugando, siento que
tengo el control sobre algo. Siento como si tuviera el poder de cambiar las cosas. Me
siento más real allá fuera de lo que jamás me he sentido en otro lado. A la cancha no le
importa cuál es mi nombre, ni de dónde vengo o a donde iré mañana. Me deja existir, ser
lo que soy.
— Es una cancha —intervino Andrew.
— No te deja hacer nada.
— Sabes a lo que me refiero.
— Te equivocas.
— Porque no tienes nada, ¿no es así? —Neil dijo, un reto silencioso.
— Nada te afecta como eso. Nada se mete debajo de tu piel.
— Al menos lo pilló al final —caviló Andrew—. Le tomó un año.
— ¿De qué estas asustado?
— Las alturas.
— Andrew.
— Si haces que Kevin venga a buscarte vas a lamentarlo.
Neil se levantó del sofá sin decir una palabra más y se fue a cambiar. Tiró de su equipo
con más fuerza de la que era estrictamente necesaria, pero aún estaba zumbando
molestia cuando se paró en el campo de juego. Ser regañado por llegar tarde, tampoco
ayudó a mejorar su estado de ánimo. Neil casi le recuerda a Kevin que no existía una
agenda mandataria sobre sus sesiones de entrenamiento extra, pero no había sentido
en hacerlo. Estaban aquí porque tenían trabajo que hacer.
Neil realizó todo el entrenamiento tan rápido y fuerte como pudo, sabiendo que lo
lamentaría en la mañana. No le importó. Pensar era más difícil cuando todo dolía. El
agotamiento finalmente había exterminado lo último de su enfado y para el tiempo en
que dejó el campo, no estaba sintiendo mucho de nada.
Su paso letárgico duro hasta que Neil dejo las duchas y encontró a Kevin sentado en
una banca de los vestidores. Su severa mirada, indicaba que no estaba ahí dado a un
acto de cortesía.
— ¿Lo arreglaste? —preguntó Kevin.
— ¿Arreglar qué? —inquirió Neil.
— No actúes como un imbécil. Si estás aquí espero que estés aquí —él dijo poniendo
énfasis en la última palabra.
— El segundo en el que tus problemas con Andrew interfieren con el juego, se
convierte en nuestros problemas también. ¿Quieres que ganemos o no?
—No me sermonees como si no supiera lo está en riego.
—Me dijiste que me enfocara en el equipo —dijo Kevin—. Eso es lo que estoy
haciendo: asegurándome de que tú no pongas en peligro nuestro éxito.
—No estoy poniendo en peligro nada. Me retrasé dos minutos porque le ofrecí a
Andrew venir a practicar con nosotros.
—Fueron cinco, y no le preguntes de nuevo. No necesitamos que este ahí como si
nos hiciera un favor. Tiene que venir por su propia voluntad o no significará nada —Kevin
se puso en pie e hizo un mordaz gesto a Neil para que lo siguiera.
— Nos vamos.
Caminaron con Andrew desde la sala hasta el vestíbulo donde se separaron. Matt ya
estaba dormido, pero había dejado la lámpara de escritorio encendida, así que Andrew
pudo moverse alrededor sin problemas. Neil se cambió bajo la tenue luz. Cuando se
dirigía a su cama con intenciones de apagar la lámpara, encontró una garabateada nota
pegada al interruptor de la luz.
— Estabas en lo cierto —decía.
Neil puso la nota en un cajón de su escritorio y se fue a dormir. No había ningún punto
en preguntarse acerca de ello cuando de todas formas estarían despiertos en cinco
horas, así que dejo sus pensamientos a un lado y se permitió entregarse sueño. Parecía
que apenas había cerrado sus ojos cuando la alarma sonó. Neil giró para apagarla y casi
gruñó de lo adolorido que se encontraba. Tendría que haber reducido el nivel de la
práctica de hoy si no quería que Wymack lo reprendiera.
Matt tenía sus zapatos puestos antes de que estuviese lo suficientemente despierto
para hablar, aunque aún iba con sus cordones medio hechos cuando se dirigió a Neil.
— Estabas en lo cierto. Hicieron una promesa. Me refiero a Aaron y Andrew. Eso es
lo que Aaron le dijo a Katelyn. Andrew hizo un trato con Andrew en el correccional juvenil:
Si Andrew se quedaba a su lado hasta la graduación, Aaron haría lo mismo por él. Sin
amigos, sin novias, nada. Aaron ni siquiera podía socializar con sus compañeros de
equipo.
Neil peinó su cabello con los dedos y comprobó el vendaje sobre su mejilla.
— Aaron debió referirse a la graduación de preparatoria. Lo renovaron cuando
firmaron el contrato para jugar aquí.
—Ahora Katelyn también está en escena, pero Aaron no peleará por ella—. Matt
sacudió su cabeza y terminó de anudarse los cordones.
— Katelyn le dijo a Dan lo que Andrew le hizo a las ex de Aaron. Si Katelyn no está
atemorizada de Andrew, entonces tampoco está segura de él. ¿Está Andrew tan loco
que en serio intentaría agredir a alguien tan importante para Aaron?
—Aaron hizo una promesa —dijo, eligiendo sus palabras con cuidado.
— Andrew lo forzará a mantenerla. No es tan loco como suena.
Neil casi se había olvidado de que tan ingenuos eran los de grados superiores en lo
que se refería a la relación de los gemelos. Él mismo no lo había descubierto hasta su
segundo viaje al Crepúsculo de Edén, pero ahora la guerra fría entre ambos era
dolorosamente obvia. La importancia que Katelyn tenía para Aaron era lo que la ponía
en peligro. Si Aaron no luchaba por ella ¿era por qué estaba demasiado asustado de
hacerle frente a su hermano o por qué realmente pensaba que no había ninguna
ganancia en seguirle el juego?
Y más importante, ¿por qué Andrew habría de extender el trato? ¿Estaba Andrew aun
castigando a Aaron por ponerse del lado de su madre o pensaba que suficiente tiempo
haría una diferencia? Lo último sonaba demasiado disparatado, pero Neil estaba
inclinado a creerlo. Cuando Drake había dejado a Andrew hecho un sangriento y
conmocionado desastre en Columbia, la única cosa que le importó, la única persona a la
que necesitaba ver, fue Aaron. Su propio trauma dejado en segundo plano,
preocupándose únicamente en la sangre salpicada sobre la cara de su hermano.
Andrew y Aaron se habían atrapado a sí mismos en un callejón sin salida. Ninguno de
ellos estaba dispuesto a tratar de arreglar sus problemas o simplemente dejarlos ir.
Noviembre debió haber sido el catalizador, pero el arresto de Aaron y el exilio de Andrew
a Easthaven significaron que ellos se recuperarían lejos el uno del otro. Andrew tenía
una semana de vuelta y Neil estaba seguro de que ellos no habían hablado acerca de
esa noche al igual que nunca habían hablado de las razones detrás de la muerte de Tilda
Minyard.
Andrew ignoraría a Neil si él sacaba el tema a colación y Neil tampoco tenía un secreto
lo suficientemente grande para hacer que Andrew se acercara a su hermano. Kevin no
se involucraría y Andrew sólo haría a Nicky a un lado si este lo intentaba. Wymack había
prometido mantenerse alejado de sus problemas personales, aunque él ya había
traspasado esa línea el otro día en el nombre de la seguridad de su propio equipo. Renee
podría mantener la atención de Andrew el tiempo suficiente para plantear el pensamiento
de la reconciliación en su cabeza, pero Aaron no tenía ningún interés en cualquier cosa
que Renee pudiese decir.
Eso dejaba lugar a muy pocas opciones, y Neil había borrado el número de Betsy
Dobson de su teléfono el mismo que Andrew la programó cono un contacto de
emergencia. Aaron dijo que él no había hablado con Betsy, pero debía haber notado el
apego que Andrew tenía con ella. Tal vez la dejaría mediar en una reunión privada. Si se
rehusaba, Katelyn podría darle el empujoncito final que necesitara. Que Andrew
accediera a eso sería el verdadero problema. Incluso si la sobriedad no había diezmado
su opinión sobre Betsy, convencerlo de que se abriera a Aaron acerca de todo lo que
estaba pasando rondaba el borde de lo imposible.
Distraídamente se preguntó si Betsy sabría que los dos hermanos tenían problemas.
— ¿Neil?
Neil alzó la vista para encontrarse con un vacilante Matt a la entrada de la habitación.
Ni si quiera notó cuando Matt había dejado la habitación, demasiado abstraído en sus
pensamientos. Matt parecía un poco perplejo de encontrar a Neil en el mismo sitio en el
que lo había dejado.
— ¿Estás bien? Tenemos que irnos.
Si Neil llegaba tarde dos veces seguidas, Kevin probablemente lo mandaría a la banca
sin pensarlo. Neil sacó sus llaves de la cómoda.
— Estoy bien, ¿te dio Dan el horario del nuevo tutor de Andrew? —Cuando Matt
asintió, Neil continuó.
— He cambiado de plan. Lidiaré con él. Tengo una idea.
Matt le envió el texto a Neil, mientras este aseguraba la puerta detrás de ellos. Neil
sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, pero dejo el mensaje sin leer durante su camino al
estadio. Su pantalla era demasiado pequeña para que alguien leyera el mensaje sobre
sus hombros, pero Nicky querría saber quién le estaba mandando mensajes a Neil tan
temprano en el día. Neil tendría que obtener los números de Betsy and Katelyn después.
Si era afortunado, Dan tendría guardados ambos números en su teléfono.
Pasaron la mañana de práctica realizando circuitos de fuerza en el gimnasio. Neil
regresó junto con la gente de Andrew, pero se detuvo en el cuarto de las chicas para
retocar sus moretones. Se veía mejor estando a una semana lejos del alcance de Riko,
pero tendría que cubrirlos por un par de días más. A pesar de que mucho después de
que todo hubiese sanado, Neil tendría un vendaje sobre su cara, y de que todavía no le
había dicho a los de clases superiores lo que estaba ocultando de ellos. Neil pensó sobre
ello mientras Allison ponía manos a la obra. La gente de Andrew y el staff lo sabía, lo
que significaba que no había ningún punto en tratar de ocultarlo más.
— Allison —él dijo, una advertencia de que estaba a punto de moverse.
Ella retrajo su mano un poco, y Neil alcanzó la cinta sobre su cara.
Neil no sabía dónde era seguro tocar, dado que su mejilla se sentía fría gracias al
corrector anti-ojeras con el que Allison la había cubierto. Sin embargo, ella entendió lo
que estaba tratando de hacer y apartó su mano fuera del camino. Allison cortó el borde
de la cinta con sus largas uñas y retiró el vendaje en un movimiento fluido.
Le tomó un segundo darse cuenta de lo que está viendo y ponerse en pie con un
chillido.
— ¿Estás bromeando?
Dan estaba en la cocina devorando su desayuno y Renee estaba en su habitación,
pero el estallido de Allison las hizo salir corriendo. Dan estaba a la derecha de Neil, por
lo que ella lo vio primero. Ella se paralizó, pero sólo por un momento. Un latido del
corazón más tarde cruzó la habitación y se sentó en el sillón donde Allison había estado
apenas unos segundos antes. Neil no sabía que Dan podía moverse tan rápido.
— Esto es una broma —dijo Dan sujetando la barbilla de Neil.
— ¿Neil?
— Me dijo que me transfiriera a Los Cuervos —respondió Neil—. Dijo que podría
terminar este año con Los Zorros, pero que me movería a Edgar Allan este otoño. Me
firmaron en preparación y no pude detenerlos. Quería que lo supieras en caso de que
Riko dijera algo acerca de eso. Aún soy un Zorro, sin importar lo que él diga. Yo no habría
firmado sus papeles.
— Deshazlo —Dan dijo.
— Es permanente —aseguró Neil.
— Nada es permanente. Deshazlo —dijo Allison.
— No quiero ver eso en mi campo. Las faltas de Kevin, ya ensucian el ambiente lo
suficiente.
— Kevin sabía acerca de esto ¿cierto? —Dan agregó enfurecida.
— Él sabía lo que Riko te iba a hacer y dejo que pasara de todas formas. La próxima
vez que lo vea, yo…
— Tú no harás nada —Neil la interrumpió.
— Kevin no tenía ningún derecho a detenerme.
— Te dejo ir con Riko en su lugar.
— No —contestó Neil.
— Kevin no tiene nada que ver en todo esto. Él sabía que esto no era acerca de él.
Dan no esperaba eso. Confusión disminuyendo el poder de su enojo.
— Dijiste que Riko estaba tratando de llegar a Kevin.
— Dije que Riko se interesó en mí por mi relación con Kevin —dijo Neil.
— No dije que eso era el por qué fui. Simplemente pensé que deberías saberlo antes
de que la temporada comience.
Dan le permitió ponerse en pie, pero sujeto su codo antes de que pudiese ir demasiado
lejos. Neil miró hacia abajo directo a ella, más la vista de Dan se encontraba en un punto
vacío de la habitación. Pasó un minuto antes de que ella hablara.
— Nunca tuviste ningún plan de volver a casa en Navidad, ¿me equivoco? Todo ese
lío acerca de tu tío volando a Arizona… inventaste eso para que nosotros no te
hiciéramos demasiadas preguntas o nos preguntáramos porque no ibas a Nueva York
con Kevin.
No había ningún punto en negarlo.
— Así lo hice.
— Entiendo que no confías en nosotros por completo —dijo Dan.
— No me agrada, pero creo que hemos sido lo suficientemente buenos en trabajar
sobre eso durante todo el año. No te hemos forzado a darnos más de lo que tú te sientas
cómodo en brindarnos y no hemos preguntado porque eres así. Así que no nos hagas
esto. No te sientes aquí y nos mientas en nuestras caras—. Finalmente lo miró,
frustración tirando fuertemente de la esquina de su boca—. Somos tus amigos,
merecemos más que eso.
—Si siempre obtienes lo que deseas entonces no serías parte de Los Zorros —Neil
se soltó de su agarre y ella lo dejo ir sin ninguna pelea, luciendo un poco sorprendida por
la contestación cortante. Neil trató de suprimir el cosquilleo de culpa, pero no lo consiguió
por completo.
— Nunca he tenido amigos antes. No sé cómo es que funciona, Lo estoy intentando,
pero va a tomar tiempo.
Tiempo era algo que él no tenía, pero eso no era algo digno de mencionarse. Dan
aceptó su disculpa y promesa con un cansado asentimiento, finalmente lo dejaron ir en
paz. Neil se detuvo en su cuarto de baño para poner un vendaje fresco sobre su tatuaje,
Aun tiempo por perder antes de clases, así que se sentó en su escritorio con sus libros
de texto. Él pretendía revisar sus notas de las lecciones anteriores, pero en su lugar
dibujo garras de zorro a través de las páginas hasta que fue tiempo de marcharse.
Neil no mensajeó a Dan hasta la hora del almuerzo, con la intención de darle un par
de horas para tranquilizarse. Ya fuese que lo perdonara o que se olvidara del fiasco de
la mañana, porque Dan le respondió casi de inmediato con los números que necesitaba.
Neil terminó de guardar ambos en su teléfono. Nicky tenía el hábito de llenar su bandeja
de entrada, y Neil no podía permitirse perder el rastro de estas damas.
Se aproximó a Katelyn primero. Debí haberla atrapado en clase, porque pasó al menos
una hora para que ella respondiera de vuelta. Solamente tomó un par de mensajes para
que se dieran cuenta de que no había ningún momento favorable en sus agendas para
encontrarse hoy.
Sin embargo, ella le prometió hacer tiempo para él mañana, y eso ya era
suficientemente bueno.
Esa tarde, Neil finalmente obtuvo la confirmación que estaba esperando: a pesar de
que Andrew se encontraba fuera del uso de drogas, él aún tenía sesiones semanales
con Betsy. Neil sabía el tiempo en el que las sesiones comenzaban y asumió que Betsy
tendría un pequeño espacio libre de citas con pacientes antes de que Andrew se
mostrase en su puerta. Tan pronto como Neil supo que Andrew estaba camino a Reddin,
él endureció sus nervios y llamó a Betsy.
Ella contestó al segundo tono con un simpático,
— Dra. Dobson.
— Es Neil —dijo él y continuó antes de que ella pudiese actuar sorprendida y contenta
de escuchar de él.
— Necesito un sí o un no. Si podemos persuadir a Aaron y Andrew de tener sesiones
conjuntas contigo, ¿puedes hacerlo?
Hubo una breve pausa, antes de que Betsy dijera,
—Trataré, por supuesto.
—No lo intentes —dijo Neil.
— No adivines. Esto es demasiado importante. ¿Puedes o no puedes hacerlo?
—Sí —él podía oír la sonrisa en su voz: no de entretenimiento, pero de aprobación.
— Si puedes traerlos a ambos aquí. Me encargaré del resto, ¿Neil? —agregó al tiempo
que comenzaba a mover el teléfono de su oreja.
— Me gusta tu lado honesto.
Neil le colgó.
***
Era demasiado temprano en el año para que la biblioteca estuviera atascada, por lo que
Neil no tuvo ningún problema al encontrar a Katelyn. Una taza extra grande de café
reposaba al lado de su codo y Neil estuvo tentado a no pedir una bebida para sí del café.
No quería parecer como si se fuera a quedar, así que se deslizó por el pasillo sin
detenerse. Un libro de bioquímica había sido echado a un lado mientras subrayaba
puntos importantes en sus notas. Aaron tenía el mismo libro en su cuarto, pues él también
estaba estudiando ciencias biológicas. Neil suponía que la similitud en sus carreras y el
traspaso de algunas de sus clases fue como ellos finalmente se conocieron fueran de los
juegos.
Katelyn lo miró mientras se aproximaba y cerró su libreta
— ¡Neil, hola! Sé que sólo han pasado unas pocas semanas, pero se siente como si
hubiera sido una eternidad. ¿Qué tal la pasaste en Navidad?
— Estuvo bien —dijo Neil—. ¿Qué tal tú?
— Oh dios mío, fue maravilloso —Katelyn juntó sus manos con regocijo.
— Mi hermana finalmente se enteró de que va a tener a un niño, así que pasé casi
todas las vacaciones comprando cosas para él. Mi mamá me dijo que me estaba
excediendo, pero sé que ella es tan emocionada como yo.
Ella les había dicho el mes pasado que su hermana estaba embarazada, pero Neil no
conocía los detalles. Neil se desconectó de sus divagaciones, escuchando solamente las
palabras clave que describían detalladamente todos sus grandiosos hallazgos en ventas
navideñas. No le tomó demasiado tiempo a Katelyn recordar que no estaban aquí para
ponerse al día, recobrando su compostura con una sonrisa que estaba llena de
vergüenza y felicidad.
— ¿Así que de qué va esto? —Inquirió Katelyn.
— ¿Dijiste que querías hablar sobre Aaron?
— Aaron necesita ayuda —dijo Neil.
— Estoy tratando de conseguirle un poco.
Katelyn se espabiló en un segundo.
— Está teniendo pesadillas de nuevo ¿no es así? Dijo que lo estaba manejando mejor.
Me prometió que… —Katelyn hizo gestos, de frustración o vulnerabilidad, y presiono sus
dedos contra su tembloroso labio inferior.
— Pesadillas —Neil replicó. No era el giro que él esperaba tener durante esta
conversación, pero podía adivinar qué era lo que estaba haciendo pedazos a Aaron.
—. Te refieres a noviembre, ¿cierto?
—Aaron no quiere darle importancia —dijo Katelyn.
— Dice que Drake merecía cosas peores de lo que había obtenido. Dijo que él lo haría
felizmente. Pero desear que alguien esté muerto y de hecho ser la mano asesina son
dos cosas completamente diferentes. Estoy dispuesta a escucharlo, y quiero hacer todo
lo que pueda para ayudar, pero él no me escucha cuando le digo que está bien.
— Necesita hablar con Andrew —Neil dijo.
Katelyn soltó una risa ahogada.
— No lo hará.
Katelyn sabía lo que los de las clases superiores no sabían: que Aaron y Andrew
apenas ponían soportarse el uno al otro en un buen día. Tal vez ella necesitaba saberlo,
dado que su pelea era lo que los mantenía a ella y Aaron apartados. Neil favorablemente
recalculó las posibilidades de ella, de lograr algo de largo plazo con Aaron.
— Tiene que —Neil dijo de nuevo.
— Se necesitan el uno al otro. Ellos sólo no saben cómo dar el primer paso. Ahí en
donde entras tú.
Katelyn buscó en su rostro por un momento, después dijo,
— ¿Por qué?
— ¿Por qué tú? —inquirió Neil.
— Porque tú —ella lo corrigió—. Aaron no es…
Ella era demasiado buena para decirlo, pero Neil no tenía problemas llenando los
espacios en blanco.
— Aaron y yo nos llevamos bien, cuando tenemos que hacerlo y nos evitamos cuanto
nos es posible. No voy a mentir y decir que estoy haciendo esto por su bien. No me
importa si está bien o no a largo plazo. Yo sólo me preocupo por el equipo. No podemos
ganar sin ellos. ¿Realmente tiene importancia el por qué estoy haciendo esto, si al final
todos caminos tranquilos por el camino de la felicidad?
— Importa para mí —dijo Katelyn.
— Lo amo.
— Entonces ayúdame con él —pidió Neil.
Katelyn presionó sus labios en una línea delgada mientras se debatía.
—Estoy escuchando.
— ¿Alguna vez Aaron ha mencionado a la Doctora Dobson? —Preguntó Neil.
— Ella trabaja en Reddin, y es la psicóloga de nuestro equipo. Está dispuesta a tener
sesiones con Andrew y Aaron.
— Aaron la ha mencionado antes. Dijo que era una pérdida de tiempo.
— Por qué no la usó como se suponía que debía hacerlo —dijo Neil, cuidadosamente
ignorando su hipocresía en la acusación.
— Afortunadamente, no importa lo que Aaron crea. Dobson los verá a ambos. Ella
hasta ahora ha tratado a Andrew por un año y medio. Si ella de verdad pensara que no
puede reconciliarlos no se habría ofrecido. Si podemos hacer que ambos vayan a su
oficina al mismo tiempo, ella puede hacer que hablen el uno con el otro.
—Quieres que lo convenza —concluyó Katelyn.
—Tú convence a Aaron. Yo lo haré con Andrew.
— ¿En verdad crees que puedes hacerlo?
—Tengo que hacerlo. —dijo Neil.
—Pero ¿cómo? —Presionó Katelyn.
— Estoy preguntando sinceramente porque yo no sé cómo hablar convencer a Aaron.
No me escuchó la última vez que le dije que consiguiera ayuda.
—Entonces no lo hagas sobre él —comentó Neil.
— Hazlo acerca de ti. Tú puedes arreglar esto justo ahora. Deja de ser un daño
colateral y haz que pelee por ti.
—No creo que pueda usarnos a nosotros en su contra. No sería justo.
— ¿Y esto si lo es? —Neil hizo un ademán hacia ella.
— Mira, no hay ninguna manera en la que pueda convencer a Andrew en el transcurso
de la noche, así que tienes algo de tiempo para pensarlo. Pero cuando Andrew esté listo,
tendrás que elegir de qué lado estás. Trata de escoger el correcto.
Él se levantó y se marchó, y ella no hizo ningún intento por detenerlo.
CAPÍTULO CINCO
Las clases del 12 de enero fueron un completo desperdicio de tiempo de los Zorros.
Las lecciones de Neil fueron lo suficientemente temprano el día que llegó a ambas, pero
él no aprendió ni una sola cosa. Las voces de sus maestros eran ruido blanco; las
palabras que escribieron en la pizarra transformadas en diagramas. Neil sostuvo su
pluma lista, pero no escribió una sola letra en su cuaderno. Tendría que tomar notas
prestadas de algún compañero de clase más tarde, pero hoy nada de eso importaba.
Todo lo que importaba era que tenían un vuelo a la una con veinte fuera del Norte del
Estado.
El primer saque estaba programado para las siete y media, pero Wymack los quería
en el terreno de Austin dos horas antes. Él no confiaba en el clima invernal, había dicho.
Neil estaba seguro de que los había engañado con esa paranoia. Estaba lloviendo
afuera, frío y lo suficientemente fuerte como para sentirlo como hielo, y Neil se preocupó
de que su vuelo fuera retrasado. Tenían un pequeño colchón, gracias a una escala de
noventa minutos en Atlanta, pero Neil todavía tenía miedo. Si se perdían su primer juego
de campeonato por algo tan estúpido como el clima, él nunca lo superaría.
Estaba lloviendo demasiado fuerte como para que un paraguas sirviera de algo, así
que Neil se puso su capucha y corrió de regreso a Fox Tower. Echó una mirada al cielo,
esperando ver el final de las nubes de carbón, y fue recompensado con lluvia en sus
ojos. Neil se pasó una mano por la cara y se lanzó por un espacio en el tráfico en camino
perimetral. Un atleta que bajaba la colina hacia la clase se resbaló y cayó con una
maldición sobresaltada. Él estaba de nuevo en pie antes de que Neil lo alcanzara, pero
Neil aprendió su lección y disminuyó la velocidad. No había sobrevivido a la crueldad de
Riko como para ser impedido por la impaciencia.
Las cuatro señales de PRECAUCIÓN instaladas en el vestíbulo eran excesivas, pero
Neil aún patinó un poco en el piso mojado. Atrapó la pared para mantener el equilibrio y
agitó su billetera sobre el sensor cerca del ascensor. Su identificación de estudiante era
lo suficientemente fuerte como para activar el seguro a través del cuero. Cuando los
botones se iluminaron, Neil presionó el botón de arriba y subió al primer ascensor que
llegó. Había agua estancada en el piso del ascensor, por lo que se aferró a la barandilla
hasta que llegó al tercer piso. El pasillo alfombrado estaba manchado de huellas
mojadas. Neil se sumó al desastre mientras caminaba penosamente a su habitación.
La ropa seca no hizo nada para que se sintiera más cálido, así que Neil se tumbó en
el sofá con una manta. No recordaba haberse quedado dormido, pero el sonido de la
puerta lo despertó. Matt parecía medio pie más bajo de lo habitual con su cabello pegado
a su cráneo. A pesar de su miserable estado, estaba sonriendo al entrar. Hizo un gesto
a Neil para llamar su atención, pero no habló hasta que la puerta estuvo cerrada detrás
de él.
—Acaba de pasar Allison —dijo Matt.
— ¿Mojada? —adivinó Neil.
—Subestimación del año —dijo Matt.
— Creo que su paraguas se rompió. Ella es un desastre caliente. Le dije que iba a
tomar una foto de ella para el anuario y ella amenazó con cortarme las pelotas con las
uñas. Cinco dólares a que Dan tiene que empujarla por la puerta cuando es hora de irse
de nuevo.
—Ella sabe que la necesitamos.
— ¿Eso significa que estás dentro?
—Yo no apuesto —dijo Neil.
— ¿Todavía? ¿En nada? —Matt cruzó la habitación para dejar caer su mochila junto
a su escritorio—. Tenemos, qué, dieciséis apuestas en curso ahora, ¿y tú no quieres
entrar en ninguna de ellas? Bueno, catorce en los que estás calificado para apostar.
Algunas de las ollas se están haciendo bastante grande y probablemente estés en la
mejor posición para ganar en un par de ellas.
— ¿Por qué catorce? —Neil preguntó—. ¿Qué pasó con las otros dos?
—No puedes apostarte a ti mismo —dijo Matt—. Eso es hacer trampa.
Neil inclinó su cabeza hacia atrás para mirar a Matt.
—No sabía que me estabas apostando a mí.
—Apostamos a todos en un punto en el tiempo dijo Matt. ¿Sabías que la mayoría del
equipo apostó contra mí y Dan? No pensaron que tendría el coraje de preguntarle y ellos
sabían que ella nunca me daría una oportunidad. Ella era una especie de mujer que odia
a los hombres cuando la conocí. Quería culparla por su tiempo en el club de striptease,
pero creo se debe principalmente a que el entrenador de los chicos le dio a trabajar en
su primer año. Incluso Allison me dijo que no lo intentara.
—Lo has intentado de todos modos —dijo Neil.
—Durante un año —dijo Matt—. Le hice a Renee una pequeña fortuna cuando Dan
finalmente cedió. Ella es la única que apostó por nosotros. Ella siempre es la más
dispuesta a apostar en causas perdidas.
Andrew había llamado a Neil una causa perdida el año pasado, una mano sobre la
boca de Neil para evitar que él discutiera. Mirando hacia atrás ahora, con todas las piezas
faltantes de ese argumento en su lugar, Neil sabía que realmente no era él a quien
Andrew intentaba callar. Neil encontró la autocensura fascinante en retrospectiva. Renee
le hubiera dicho a Andrew antes de que ella le confesara a Neil la sexualidad de Andrew,
y Andrew no se había abierto camino a través de la verdad cuando Neil se lo pidió este
último viernes. ¿Qué pensó Andrew que iba a decir el noviembre pasado?
No importaba no debería importar. Andrew no quería nada que viniera de su atracción
y, de todos modos, a Neil no se le permitió dejar a las personas que se cierran. Fue cómo
había sido criado. Fue como sobrevivió. Tenía suerte de estar tan separado ahora que
el final estaba a la vuelta de la esquina. Había roto todas las demás reglas que su madre
le dejó. Lo menos que podía hacer era mantener una.
—Es por eso que apuestas a Andrew y Renee —dijo Neil— porque no pudo, no lo
haría, piensa en eso.
—Bueno, sí —dijo Matt—. Por un tiempo, Renee fue la única afuera de su pequeño
grupo con la que Andrew hablaba. Renee dijo que tenían mucho en común y no era nada
grave, pero luego la dejó conducir su automóvil. Eso es un GS, Neil. No le prestas eso a
cualquiera.
Neil agitó una mano sobre su cabeza para mostrar el significado que pasaba por él.
—No hablo de autos.
—Lo digo después de que terminó de engañar, costó casi seis cifras —dijo Matt.
Neil se incorporó y se giró para mirar a Matt.
— ¿Cuesta qué?
Sabía que Andrew arruinó la mayor parte del seguro de vida de Tilda; Nicky una vez
bromeó que Andrew escogió el quién comería la herencia más rápido. Neil no había
preguntado cuánto dinero ganaron con su muerte, pero él solo sabía al mirar el automóvil
que había sido un desperdicio colosal de recursos. Tener un estadio de béisbol hizo que
Neil se sintiera enfermo. Su llavero pesaba de repente una tonelada y era todo lo que
podría hacer para no sacarlo de su bolsillo.
—Es casi tan caro como el Porsche de Allison —dijo Matt— y dejó a Renee conducirlo
solo dos meses después de conocerla. ¿Me culpas por poner dinero en ellos? Hombre,
estaba tan seguro de que me serviría.
El tiempo pasado fue suficiente para distraer a Neil.
— ¿Has cambiado de opinión?
—Más o menos —dijo Matt—. Pero las reglas son reglas. Una vez que el dinero está
en el pozo, no puedes cambiar de qué lado estás apostando. Puedes apostar contra eso
en otras ollas, entonces podría recuperar parte de mi dinero. Pero diablos, es casi pasado
de las doce. Tenemos que ponernos en movimiento. Si quieres algo para el avión, te
sugiero agarrarlo ahora.
Se había ido antes de que Neil pudiera preguntar qué hizo que cambiara la opinión de
Matt sobre las posibilidades de Renee. Neil lo dejó y agarró su pila de notas en la
alineación de UT. La sonrisa de Matt era saber, al límite de compasión, cuando se
encontraron para irse y él vio lo que sostenía Neil. Neil fingió no ver y cerró la puerta de
la suite detrás de ellos. Las chicas esperaron a que Matt las alcanzara, pero Neil continuó
unos pasos más allá del grupo de Andrew.
El automóvil de Andrew parecía un monstruo completamente nuevo cuando Neil se
acercó a él. Se sentía lo suficientemente bien como para sentarse atrás con Nicky y
Aaron, pero Kevin los siguió antes de que Neil pudiera sugerirlo.
Para el tiempo que a ellos les tomó llegar desde el dormitorio hasta el automóvil y del
automóvil hasta el estadio, los zorros estaban empapados. Allison no se había molestado
con un paraguas esta vez, pero tenía un segundo impermeable sobre su cabeza para
proteger su cabello recién rehecho y maquillaje Ella estaba más seca que cualquiera de
ellos, pero todavía estaba jurando al clima mientras entraba al salón. Wymack toleró su
arrolladora llegada con su habitual falta de paciencia y los condujo por el pasillo para
empacar sus equipos.
Tomaron el autobús del equipo al aeropuerto porque era más barato dejar un coche
en el garaje que tres. Estar de vuelta al norte del Estado hizo pensar a Neil sobre su viaje
al oeste de Virginia, por lo que se centró en sus compañeros de equipo para mantener
sus pensamientos de escurrirse en una espiral en círculos oscuros. Fue casi un error, al
menos hasta que Wymack lanzó una mirada de búsqueda en su dirección. Neil miró a
Wymack y eligió no pensar en Riko. En cambio, pensó en su regreso a casa, de Wymack
dejando todo para recogerlo y Wymack manteniéndolo unido cuando casi se rompe. La
tensión en el pecho de Neil se alivió un poco y él asintió con la cabeza un está bien para
la pregunta silenciosa de Wymack.
Pasaron a través del registro y la seguridad a tiempo y se pusieron en marcha de la
terminal en busca de su puerta. Casi habían llegado al final, pasando los baños y una
docena de tiendas. Un café estaba a mitad de camino, y el olor del café y los pasteles
calientes eran casi suficientes para distraerlos. Wymack los mantuvo en línea con
lenguaje grosero y las amenazas poco entusiastas.
Los Vixens los habían llevado al aeropuerto y estaban acampados en la puerta. Neil
miró más allá de ellos hacia el letrero electrónico sobre el escritorio. Decía “Atlanta 1:20
pm” por lo que la aerolínea no esperaba una demora a pesar del clima. Neil eligió creerlo
solo porque su avión ya estaba esperando fuera.
Los zorros se dispersaron al consentimiento de Wymack, la mitad de ellos para mirar
la ventana y el resto para tirar sus bolsos de mano en las sillas vacías que pudieron
encontrar. Neil solo tardó un momento en darse cuenta de que Andrew no se había
movido. Neil volvió a mirarlo, pero Andrew estaba mirando por la ventana. Neil siguió su
mirada y vio un avión volar por la pista.
Los otros ya no estaban lo suficientemente cerca para escuchar, así que Neil dijo,
—Cuando dijiste que tenías miedo a las alturas, estabas bromeando, ¿verdad? —Le
dio a Andrew un momento para responder, luego lo intentó de nuevo.
—Andrew, no puedes estarlo. ¿Qué estabas haciendo en el techo?
Andrew no respondió de inmediato, pero la inclinación de su cabeza hacia un lado dijo
que él estaba pensando en eso. Neil no sabía si estaba buscando palabras o solo
averiguando cuáles quería darle a Neil en explicación. Finalmente, Andrew se llevó una
mano a la garganta y buscó su pulso. Él tocó con su dedo a lo largo cuando lo encontró.
Estaba yendo más rápido de lo que debería. Neil culpó a los alrededores de Andrew.
—Sintiendo —dijo Andrew por fin.
—Tratando de recordar el miedo, o tratando de recordar cómo sentir algo en ¿todo?
—preguntó Neil, pero Andrew no respondió. Neil intentó una táctica diferente.
—Si te hace sentir mejor, menos de veinte aviones se estrellan cada año y no es
siempre debido al clima. A veces los pilotos son poco confiables. Estoy seguro de que
es una muerte rápida de cualquier manera.
La mano de Andrew se detuvo.
— ¿Cuál era su nombre? —Miró a Neil, quien le frunció el ceño confundido y dijo—
Tu padre. ¿Cómo se llamaba?
Casi lo dejó sin aliento. Neil no quería responder, no quería ese nombre en el aire
entre ellos, pero era el turno de Andrew en su juego. Él no tenía el derecho de rechazar.
Intentó consolarse un poco, porque Andrew no llegaría tan bajo a menos que la burla de
Neil le hubiera llegado, pero Neil no pudo lograrlo. Miró a los zorros, se aseguró de que
todavía estaban fuera del alcance del oído, y se acercó más a Andrew de todos modos.
—Nathan —dijo al fin—. Su nombre era Nathan.
—No te ves como un Nathan.
—No lo soy —dijo Neil a través de las piedras en su garganta—. Soy Nathaniel.
Andrew lo consideró un minuto más, luego se volvió sin otra palabra y volvió a mirar
las pistas de aterrizaje. Neil se retiró, necesitando espacio para respirar y para sacar ese
dolor enfermo de sus venas. Nicky saludó con la mano para llamar su atención e hizo un
gesto para que Neil se le uniera. Tan pronto como Neil estuvo lo suficientemente cerca
Nicky colocó un cuidadoso brazo alrededor de sus hombros.
—Favoritismo flagrante —dijo Nicky— ¿Sabes que me ha dicho tal vez diez palabras
desde que lo recogimos de Easthaven? Estaría celoso si no fuera tan en contra de morir
joven. Pero, de todos modos, tenemos algo de tiempo antes del despegue. ¿Quieren
venir con nosotros y tomar un café?
Terminaron llevándose a la mitad del equipo y varias de las Zorras con ellos al café.
Nicky dijo que tenían tiempo, pero ninguno de ellos había contado con qué tan lenta se
movería la fila.
Para cuando todos regresaron a su puerta con sus bebidas, su vuelo ya estaba
abordando.
Neil mantuvo un ojo agudo en Andrew cuando se unieron a la fila, esperando que
vacilara. Quizás Andrew notó la atención, porque siguió a sus compañeros de equipo en
el avión con una mirada aburrida en su rostro. El acto duró hasta que todos estaban en
sus asientos y los asistentes estaban pasando por las características de seguridad en el
avión. Lo único que Andrew trajo al avión con él era un bolígrafo. Lo volteó una y otra
vez en sus manos mientras los asistentes demostraban cómo usar las máscaras de
oxígeno a bordo. Kevin, sentado entre Neil y Andrew, ni siquiera pestañeó. Neil supuso
que estaba acostumbrado a que Andrew estuviera inquieto. Neil solo sabía lo que
significaba esa inquietud porque Andrew tuvo que decirle la verdad cuando Neil le
preguntó a qué le tenía miedo.
Neil miró por la ventana, pero la lluvia era tan espesa sobre el vidrio que apenas podía
distinguir el ala del avión. Las luces eran un desastre borroso. Neil cerró la cortina cuando
los asistentes hicieron un recorrido final por la cabina. El despegue nunca antes había
parecido un proceso complicado, pero Neil imaginó cuán agotador se sentiría para
alguien que no quería volar. Finalmente, estaban avanzando por la pista, y Neil arriesgó
otra mirada a Andrew.
La expresión de Andrew no cambió cuando los neumáticos dejaron el suelo, pero La
pluma de Andrew se detuvo durante todo el ascenso y se puso tenso. Él estaba de vuelta
en eso tan pronto como alcanzaron la altitud de crucero. Tenía que notar las miradas que
Neil le enviaba, pero mantuvo su mirada de párpados pesados sobre el respaldo del
asiento frente a él.
Tuvieron tiempo para matar en Atlanta, así que tan pronto como Wymack confirmó, su
puerta no había cambiado y los dejó vagar por el aeropuerto durante una hora. Andrew
pasó la mayor parte de ese tiempo deambulando de una tienda a otra. Aaron recogió un
libro mientras Nicky cargaba comida chatarra. Andrew desapareció, pero Neil finalmente
lo vio cerca de una vitrina de estatuillas. Fue algo extraño para que Andrew se distrajese,
pero Neil no tuvo mucho tiempo para pensarlo. Kevin y Nicky estaba a dos segundos de
pelearse porque Kevin estaba tratando de poner los bocadillos de Nicky en el estante.
—No es todo para mí —insistió Nicky, tratando de luchar fuera del agarre de Kevin sin
tirar nada—. Hay suficiente para todos.
—Nadie necesita comer esto antes de un juego dijo Kevin. Come algo de granola o
proteína si tienes tanta hambre.
—Hola, hay proteínas en la mantequilla de maní —dijo Nicky—. Déjame ir antes de
decirle a Andrew que estás prohibiendo el chocolate. Dije déjame ir. Tú no eres mí jefe.
¡Ay! ¿En serio me acabas de pegar?
—Me estoy alejando y pretendiendo que no te conozco —dijo Aaron.
—Traidor —lo llamó Nicky.
—Kevin, déjalo ir —dijo Neil—. No vale la pena luchar por eso.
—Cuando nuestra defensa es lenta todos sufrimos —dijo Kevin.
—No hablas en serio —dijo Nicky. ¿Tenemos cuántas horas hasta servir? Esto estará
fuera de mi sistema para entonces. Puedes verme tomar una mierda si no me crees No
pensé que estabas en ese tipo de cosas, pero, ja—, él cacareó cuando Kevin se marchó.
Le mostró a Neil una sonrisa triunfante, ajeno a la forma en que los empleados de la
tienda los estaban mirando.
—Soy un maestro de la persuasión.
—O autoengaño —dijo Neil.
Las cejas de Nicky se dispararon.
—Oh, Dios mío, ¿trataste de hacer una broma? ¿Lo hiciste? ¿Duele un poco? No, en
serio —dijo cuándo Neil giró como para dejarlo—, ¿Qué te puso de tan buen humor?
Girando puso a Andrew en la línea de visión de Neil otra vez. La luz brilló en el figurilla
de cristal en la mano de Andrew mientras se la pasaba a uno de los cajeros. Neil estaba
demasiado lejos para ver qué forma había tomado, pero no necesitaba saber. Sus
pensamientos estaban en un estante de animales espumosos, todos equidistantes a
cada uno otro. La sorpresa luchaba con alivio y dio paso a un murmullo de
autosatisfacción. Neil no entendió lo que Andrew vio en Betsy, pero ya no le importaba.
Él tenía razón al poner su fe en ella. Ella iba a parchar a los hermanos y el equipo
finalmente estaría completo. Los Cuervos no sabrían qué hacer con ellos la próxima vez
que se encontraron en la cancha.
—Oye, Neil —dijo Nicky—. ¿Me estás ignorando?
—Solo estoy pensando en esta noche —mintió Neil—. Esperaré aquí mientras revisas.
Nicky se encogió de hombros y se dirigió al siguiente registro abierto. Andrew recogió
a Kevin en su camino de regreso al lado de Neil, y Aaron regresó a ellos cuando Nicky
lo llamó. Regresaron a la puerta y se acomodaron hasta la hora de embarque. Los cielos
sobre Atlanta estaban nublados pero secos. Una tabla rápida y todas las cabezas
explicando que tenían que irse un par de minutos antes. Neil mantuvo un ojo discreto
sobre Andrew hasta que el avión se estabilizó, luego desvió la mirada hacia la ventana y
pensó en UT.
Neil nunca había tratado con reclamo de equipaje antes, ya que él y su madre
arrojaban lo que no cabía en un equipaje de mano. Fue una revelación y experiencia
desagradable. Las mismas maletas pasaron alrededor de la cinta transportadora tantas
veces que Neil comenzó a pensar que el equipaje del equipo se había perdido. Los
Zorros parecían aburridos, no preocupados, por lo que mantuvo ese poco de pánico para
sí mismo. Fue recompensado unos minutos después cuando la bolsa de Allison
finalmente cayó por un tobogán y en la cinta. El resto de las bolsas no estaban muy atrás
de la suya.
—Tómenlas y alinéenlas —dijo Wymack mientras él y Abby agarraban sus maletas.
Los Zorros lo siguieron al Transporte Terrestre, donde Wymack había reservado una
camioneta de pasajeros de 12 asientos. Sus bolsas ocuparon todo el baúl y la mayor
parte del espacio para los pies, pero lograron cerrar la puerta y eso era todo lo que
importaba. Wymack alisó un papel arrugado de instrucciones en manuscrito, lanzaron a
sus notas la más breve de las miradas, y se pusieron en camino. Se detuvieron
brevemente en un restaurante italiano para devorar pollo y pasta. Wymack se quejó de
la factura, pero su equipo sabía que no debían tomarlo seriamente.
El estadio estaba repleto de policías y fanáticos cuando llegaron. Guardias de
seguridad ayudaron a Wymack a encontrar un lugar para estacionar y el equipo fue
escoltado al vestidor. Llegaron temprano, así que Wymack encendió todos los televisores
que pudo encontrar y fue a ver a la multitud. El televisor más cercano a Neil estaba
transmitiendo lo más destacado de los juegos de Clase I de anoche. Como era de
esperar, la mitad de las jugadas que valían la pena fueron de la victoria de los Cuervos
de quince a ocho. Neil había visto su partido entre las prácticas de anoche.
Treinta minutos fuera del saque se separaron en los vestuarios para cambiarse.
Neil ya no estaba sorprendido de encontrar una completa falta de privacidad en el
vestuario de hombres, pero sus compañeros de equipo se quedaron fuera del baño lo
suficiente como para luchar en su equipo. Él se quitó el casco y los guantes ya que
todavía tenían mucho tiempo antes de servir y se reincorporaron a sus compañeros de
equipo en la sala principal.
—Llévalos a dar un par de vueltas —le dijo Wymack a Dan—. Déjalos echar un vistazo
al lugar.
El estadio de la Universidad de Texas era comparable al de la Corte de los Zorros en
tamaño. Los Cuernos Largos y los Zorros compartían los mismos colores del equipo, así
que vigas llenas parecían familiares y reconfortantes. Neil solo tuvo que ignorar el rugido
desafiante de la multitud cuando notaron a los Zorros en medio de ellos.
Dan los detuvo después de una milla, y corrieron de vuelta al vestuario para estirar.
Abby tenía agua esperándolos. Wymack estaba protegiendo al resto de su equipo. Aaron
y Nicky dirigieron el bastidor hacia el ring interior cuando era hora de tomar su lugar en
los bancos. Los Vixens habían aparecido y de alguna manera encontraron la sección
reservada para los estudiantes del estado de Palmetto. Dan tuvo a su equipo agitando
un saludo enérgico tanto para el escuadrón como para sus ardientes fanáticos. Los
Zorros fueron recompensados con vítores entusiastas.
Unos segundos más tarde los Cuernos Largos pasaron en una corriente infinita. Los
zorros venían con sus sudaderas color naranja sobre blanco, y los Cuernos Largos
vestían sus uniformes blancos sobre naranja. Fue desorientador verlos pasar por sus
regazos; Neil esperaba que nadie se confundiera en el calor del momento. Incluso la
menor vacilación en la cancha podría costarles un punto.
Cuando los Cuernos Largos estuvieran listos, estarían en la cancha para los ejercicios,
así que los Zorros recogieron sus raquetas. Wymack les dio un momento, luego aplaudió
para llamar su atención.
—Está bien, escuchen. Es hora de ponerse serios. Estos tipos pueden parecer
amistosos en nuestros colores, pero están aquí por una sola razón: para eliminarnos
justo fuera de la puerta. Son aspirantes a campeones y saben lo que se necesita para
pasar al siguiente nivel. Su trabajo esta noche es hacer que parezcan tontos.
Abby frunció el ceño, pero Wymack ni siquiera la miró.
—Nosotros hemos estado analizando su alineación cien veces. Han leído las notas de
Neil. Les mostré que necesitaban ver. Estos chicos son rápidos y peligrosos, pero no son
impenetrable. El truco es mantener el centro de la cancha. Por el amor de todas las cosas
profanas, miren a esos Intermediarios.
—Los veré flotar fuera de mi cancha —dijo Dan.
—Haz lo que tengas que hacer —dijo Wymack— pero no te atrevas a recibir una
tarjeta roja. Eso va para todos ustedes—. Le lanzó a Matt una mirada penetrante. La
sonrisa de Matt no hizo nada para tranquilizar a alguien, pero Wymack no perdió el aliento
advirtiéndole segunda vez.
—Si ustedes señoritas, comienzan a perder terreno, llamen a la defensa para que les
echen una mano. No importa si significa poner un defensa en dos delanteros lo suficiente
para obtener un poco de espacio para respirar. Los porteros van a bloquear nuestra meta.
¿Entendido?
—Haremos nuestro mejor esfuerzo —dijo Renee con una sonrisa brillante.
Los gritos de la multitud se intensificaron a un tono emocionado y febril. Neil asumió
que las mascotas habían aparecido para irritar a las gradas. Echó un vistazo más allá de
Wymack, todavía medio escuchando la conferencia, y siguió los dedos señaladores.
Una sección VIP entre corchetes estaba junto a la caja de la prensa entre los bancos
de los Zorros y las Vixen. Un par de guardaespaldas estaban revisando a la multitud por
posibles amenazas, pero se apartaron del camino cuando sus cargas eran cómodas. El
mundo de Neil se ralentizó a paso de tortuga al ver tatuajes negros y cabello oscuro.
Wymack chasqueó los dedos en la cara de Neil. Neil se estremeció tanto que se meció
hacia Kevin. Lanzó una rápida mirada hacia Wymack, con la boca abierta en una disculpa
para la que no tuvo aliento, pero Wymack no esperó por eso. Él giró para recorrer el ring
interior. Le tomó casi nada de tiempo para ver a Riko y Jean. Cuando se volvió, su
expresión era más oscura de lo que Neil jamás había visto.
Los zorros los vieron también, y Matt fue el primero en reaccionar furioso.
— ¿Qué hacen aquí?
—Preguntaré —dijo Andrew, y fue en su dirección.
Wymack lo detuvo antes de que pudiera estar a más de un paso de distancia del grupo
de los Zorros.
—No se te permite matar a nadie en el primer juego de la temporada. Preocúpate
menos por él y más por tu línea ofensiva, ¿me entiendes? Enfócate, Kevin. Tú también,
Neil. Neil, dijo, más fuerte. Ojos en mí.
Neil se dio cuenta de que estaba mirando a Riko de nuevo. Él arrastró su mirada hacia
la cara de Wymack. Wymack parecía enojado, pero Neil conocía a Wymack demasiado
bien hasta ahora. Esa ira nació de una preocupación genuina. Neil eligió interpretarlo
como decepción en su lugar porque era más fácil motivarse con eso. Los Zorros lo
necesitaban esta noche. No podía dejar que Riko se acercara a él. Neil atrapó con fuerza
cada mal recuerdo que estaba gruñendo en su oído y los empujó profundamente.
— Estoy empezando a pensar que me gusta después de todo —dijo Neil con forzada
indiferencia.
La risa de Nicky sonó falsa y su sonrisa no llegó a sus ojos, pero al menos el intentó.
— ¿Quién puede resistirse por mucho tiempo a un espectador como tú? ¿Verdad?
Tienes suerte de que estoy tomado, porque maldición. ¿Tal vez podamos convencer a
Erik para que me comparta?
— ¿Te mataría dejar la mierda fuera de la cancha por una vez? —preguntó Aaron.
—Si tengo que verte mirar a Katelyn con los ojos cerrados, debes mirarme atraer a
Neil al lado oscuro.
—No miro a los ojos a Katelyn.
—Está bien, claro, no miras. Tu pino de larga distancia, que es mil veces más
nauseabundo.
—Tienes dos segundos para callarte antes de enviarlos a todos en vueltas —dijo
Wymack.
Nicky se calmó con una sonrisa rápida como un rayo en dirección a Neil. Neil logró
una pequeña sonrisa de vuelta. Las disputas familiares habían quitado la indignación de
los Zorros, y ahora los de clase alta miraban a Neil en lugar de a Riko. Andrew se puso
cómodo a la izquierda de Neil, una barricada de un solo hombre entre Neil y la multitud.
La siguiente vez que Wymack miró a Neil, Neil asintió en silencio.
— ¿Dónde estaba? —Preguntó Wymack
—Ofensa, creo —dijo Neil, y miró a Kevin. Kevin estaba mirando en blanco a Riko,
pero Neil lo codeó hasta que tuvo la atención de Kevin.
—Justa advertencia: si ponen a Beckstein como mi marca voy a tener que hacer pases
laterales toda la noche. Él tiene un pie sobre mí, así que si él agarra mi palo en un golpe
hacia arriba me llevará demasiado lejos y voy a romper algo.
Kevin comenzó a decir algo, pero Andrew lo golpeó al golpe con calma.
—Ocho pulgadas. Él solo tiene cinco con once.
Neil y Kevin se giraron para mirar a Andrew. El destello de una sonrisa en el rostro de
Wymack dijo que entendió el significado de ese comentario y supo qué significado para
las oportunidades de los Zorros esta noche. El resto del equipo estalló justo al lado sin
darse cuenta. Dan le dijo algo a Allison sobre cómo compensar la posible desventaja de
Neil. Neil sabía que él y Kevin estaban destinados a ser incluidos en la conversación,
pero no pudo seguirla.
La altura era posiblemente el detalle más crítico en una cancha Exy. La altura de un
jugador decidía cuánto tiempo podía manejar una raqueta y determinaba su alcance.
Para la mayoría de los jugadores, una figura general era lo suficientemente buena; no
importaba si estaban a una pulgada o dos de distancia porque solo necesitaban una idea
de a lo que se enfrentaban. Utilizaron el número únicamente para determinar qué tan
difícil sería su marca para moverse.
Neil y Kevin sabían la altura exacta de cada fondo de Los Cuernos Largos porque no
podían jugar el juego sin esa información. Jugadores técnicos como Kevin, podrían usar
la altura de un hombre para trazar todos sus puntos débiles. Más importante, podrían
hacer una referencia cruzada de su propio campo de alcance contra su marca y encontrar
los mejores lugares para empujar. Así fue como eludían a la defensa con tanta
frecuencia.
Jugadores instintivos como Neil sabían dónde estaban esas lagunas sin cálculo de
ángulos y superposición. Si Wymack le daba un bolígrafo a Neil y le decía que dibujara
el punto ciego de un defensa en un diagrama, no podría hacerlo, pero una vez que
estaban el juego Neil podría encontrarlo en un abrir y cerrar de ojos. Él no era lo
suficientemente bueno para tomar provecho al máximo de esa idea, pero Kevin dijo que
un talento como ese finalmente aseguró el lugar de Neil en el Tribunal de los Estados
Unidos.
Andrew no tenía excusa para conocer la estatura de Beckstein. Para principiantes,
Beckstein era un defensa. Si los Zorros hacían bien su trabajo, Beckstein no debería
acercarse lo suficiente al objetivo para intentarlo. Más importante aún, Wymack solo
había otorgado las alturas de Cuernos Largos una vez: cuando había leído por primera
vez el alineamiento UT con su equipo. Esa estadística fue impresa en el folleto de la
primera ronda que Wymack repartió la semana pasada, pero Andrew había rellenado
esa documentación en su casillero a la primera oportunidad que tuvo. Neil no lo había
visto sacarlo desde entonces.
Andrew había mirado a miles de kilómetros de distancia cuando Wymack revisó la lista
de los Cuernos Largos, pero él había escuchado cada palabra y la había retenido. Esa
retención perfecta fue lo que los salvó en su partido contra Belmonte el otoño pasado.
Wymack hizo un comentario desechable sobre penales durante el medio tiempo. El juego
no se redujo a penalizaciones, sino con tan pocos segundos restantes en el reloj y tanta
presión sobre el delantero de Belmonte para empatar el marcador, Andrew sabía que iría
por lo que le era familiar. Él había bloqueado un tiro imposible sin pensar dos veces.
Neil miró a Kevin, luego a Wymack, preguntándose por qué nadie le había dicho que
Andrew tenía un recuerdo eidético, preguntándose si siquiera lo habrían sabido. Él no
pudo evitarlo, pero dale otra prueba.
Se desplazó mentalmente a través de la línea de ataque de los Cuernos Largos y se
conformó con un delantero de quinto año.
— ¿Qué tan alto es Lakes?
— Búscalo —dijo Andrew.
— Apóyame sólo esta vez —dijo Neil. Andrew comenzó a alejarse, entonces Neil
enganchó sus dedos enguantados en la cabeza enredada de la raqueta de Andrew y le
dio una revolcada cuidadosa. Intentó de nuevo con un insistente.
— ¿Qué altura tiene ella?
— ¿Metro y medio? —supuso Matt.
— Metro y medio o dos metros y treinta —dijo Andrew.
— Suficientemente cerca —Matt se encogió de hombros con apatía.
Neil soltó la raqueta de Andrew y se aferró a la suya.
— Vamos a ganar.
— ¿Estabas esperando que perdiéramos? —Dan preguntó.
— No —admitió Neil. Sus labios se crisparon, y supo por el tirón de su boca que
llevaba la sonrisa de su padre. Presionó el lado de su guante en su cara, casi aplastando
sus dientes contra sus labios. Probó la sangre antes de que fuera seguro dejar caer su
mano de nuevo. Neil se inclinó un poco hacia atrás y miró pasando a Andrew hacia Riko.
—Me alegra que esté aquí para verlo. Veamos si no podemos sacudirlo.
—Vamos —dijo Wymack—. De todos modos, imaginen que en realidad supere todo
lo importante que necesitaba decir, porque es demasiado tarde para terminarlo ahora. El
tribunal está abierto. Seguimos con los ejercicios, los unos y tres habituales. Lo digo todo
el tiempo porque me haces decir esto cada vez: mantén las bolas en nuestro maldito lado
de la cancha, Andrew.
Los Zorros se quitaron lo último de sus equipos y se dirigieron a hacer algunos
ejercicios. Neil estaba contento de tomarlo con calma, más interesado en juzgar el estado
de su cuerpo que uno de sus propios porteros. La vista de Riko había puesto a cada uno
de los moretones de Neil a punzar, pero ahora apenas sentía nada. Lo único que le
importaba era su equipo y la forma en que se movían a su alrededor.
Tuvieron que salir de la cancha para lanzar una moneda. Dan les ganó el primer
servicio y Wymack tuvo un par de segundos antes de que las alineaciones los llamaran
para reunir a su equipo.
—Recuerden —dijo—. Es dos de tres para avanzar y no se pueden permitir perder el
primer juego de la temporada. Delanteros, consigan tres goles cada uno o los registraré
para un maratón. Defensas, si se ven como idiotas mantendrán su compañía.
Intermediarios: lo tienen. Renee, juega como si supieras cómo. Andrew, mantén la
puntuación en tres o menos para tu mitad y te compraré todo el alcohol que quepa en tu
armario.
El locutor llamó a ambas alineaciones iniciales a la cancha. Neil tomó su lugar en la
línea a media cancha y envió una mirada final a Kevin. Por algún milagro Beckstein
estaba en la cancha contra Kevin. Kevin respondió a su mirada con un asentimiento. Neil
casi rebota cuando sonó el timbre.
Por un tiempo, el juego fue un intercambio de ida y vuelta. Hubo un par de colisiones,
un par de casi pérdidas, y más de un intercambio de pocas palabras groseras. Wymack
estaba en lo cierto al advertirlos de los Intermediarios de los Cuernos Largos. La niña de
Texas que pusieron como titular era rápida y sucia. Ella y Dan se empujaron el uno al
otro casi sin detenerse. Incluso cuando la pelota estaba en el otro lado de la cancha,
golpearon sus palos constantemente.
Cómo resistió Dan tanto antes de chasquear, Neil no sabía, pero ella duró unos
buenos diez minutos.
La siguiente vez que la pelota fue hacia los Intermediarios, Dan se agachó, enganchó
su cuerpo bajo su marca, y volteó a la chica de sus pies. Para agregar un insulto a la
herida, le ofreció a la chica caída una mano enguantada para ponerla en pie. Al segundo
siguiente, estaban en la cara del otro con dedos penetrantes y tonos estridentes. Los
árbitros llegaron a la mitad de la cancha, es probable que ficharan a Dan por su peligroso
control del cuerpo, antes de que el otro Intermediario golpeara a Dan en su boca. Dan
levantó las manos y se negó a tomar represalias. No tenía sentido cuando ella consiguió
lo que quería. Ambos concesionarios recibieron tarjetas amarillas y los árbitros
reiniciaron el juego desde una posición neutral.
Esa pelea casi fue el punto de inflexión, y el resto de la primera mitad fue brutal. Neil
estaba dolorido cuando la campana sonó para el medio tiempo, pero no le importó cuánto
le doliera su cuerpo. Andrew había hecho lo que Wymack había pedido y abandonó solo
dos objetivos. Los Zorros, por otro lado, ya habían anotado cuatro. Neil siguió a sus
compañeros de equipo fuera de la cancha para el descanso de medio tiempo, pasó a
Wymack, donde estaba dando despedidas a los periodistas, y se paseó por el vestuario
hasta que la sensación volvió a sus pies. Abby lo acomodó para un rápido chequeo en
la otra habitación y Neil estaba tan sin aliento como para despedirla.
Los Cuernos Largos hicieron todo lo posible en la segunda mitad, logrando que dos
jugadores quedaran rezagados y cinco amarillentos. Su estilo de juego clandestino llevó
a los Zorros a adelgazar, pero los Zorros sabían que no debían defenderse. Una tarjeta
amarilla no los pondría en la banca, pero dos corridas los sacarían del partido y no
tendrían a nadie de sobra. Mantuvieron la calma lo mejor que pudieron, tomaron una
línea cuidadosa en sus propias transgresiones y cosecharon tantos puntos como
pudieron en los tiros de penalti. Al final valió la pena, porque el puntaje final fue de siete
a seis, a favor de los Zorros.
Cuando los zorros salieron de la cancha, Renee se dirigió hacia Riko. Ella no era del
tipo para pelear, entonces Neil se detuvo para mirarla. Riko no tomó la mano que Renee
le ofreció, pero Jean sí. El apretón de manos duró un poco demasiado, pero Neil no sabía
cuál de ellos era más lento para soltar.
Neil pensó en la extraña reacción de Jean hacia Renee en el banquete de otoño, la
mirada persistente y la presentación incómoda. Era el recuerdo que había estado
buscando la semana pasada cuando repasaba sus mensajes en Reddin. Jean aceptó la
crueldad de Riko y Tetsuji porque no tenía a nadie fuera de los Cuervos. Sin nada más
por lo que vivir y sin motivos para luchar, inclinó la cabeza y se concentró en sobrevivir.
Renee fue la primera cosa brillante en llamar su atención.
—Está interesado en ella —dijo Neil, no del todo una pregunta.
Kevin también los estaba mirando.
—No importa. No funcionará —Renee le dijo a Neil el otoño pasado que no estaba
permitido salir con los Cuervos. Tetsuji no quería distraer a su equipo del juego. Renee
lo sabía, pero ella estaba allí de todos modos. Neil podría estar pensando demasiado en
sus intenciones, pero estaba dispuesto a explotar cualquier ángulo que pudieran
encontrar.
—Tal vez no —dijo Neil— pero podría darnos una ventaja. ¿Todavía sabes su
número? Dáselo y ve lo que puede hacer desde ahora hasta la final.
Dan y Kevin habían acordado de antemano manejar a los reporteros después del
partido. Neil estaba feliz de dejarlos y seguir a sus compañeros de equipo jubilosos al
vestidor, pero no llegó muy lejos.
Probablemente estaba a ocho pasos del banco antes de que un periodista le gritara.
—Neil, ¿es cierto que estás marcado para el Tribunal?
Lo más inteligente era continuar y fingir que no había oído el sonido de la furiosa
multitud, pero Neil se detuvo. Él miró al frente, sopesando todas las formas en que podía
y no debía responder a eso. Finalmente él regresó. La presencia de Riko significaba que
Andrew estaba pegado a Kevin, pero los ojos de Andrew estaban puestos en Neil
después de una pregunta audaz como esa. Neil inclinó su cabeza en una pregunta
silenciosa, y Andrew le indicó que hiciera lo que quisiera.
Neil se desabrochó las correas de su casco y se dirigió al trío de reporteros. Andrew
tomó el casco de Neil cuando pasó, y Renee lo tomó de Andrew mientras se dirigían al
vestidor. Neil se metió los guantes bajo un brazo y se detuvo al lado de Kevin.
—Lo siento —dijo—. ¿Dijiste algo?
—Corre el rumor de que has sido invitado a la Corte perfecta —El periodista le apuntó
con un micrófono, su mirada sobre el vendaje pegado al pómulo de Neil con sudor y
cinta—. ¿Te importaría hablar sobre eso?
La primera vez que alguien le preguntó sobre los tatuajes de Riko y Kevin, Riko no
había ido por las ramas. Era el mejor delantero del juego, dijo, y quería que todos lo
supieran. La historia cambió un poco cuando Jean hizo su primera aparición pública con
un 3 en su rostro. Se suponía que Riko estaba seleccionado para liderar al futuro equipo
nacional de EE. UU. Él lo llamó la Corte perfecta y aunque era increíblemente arrogante
y no era oficial, su talento y educación dieron cierta credibilidad a la idea.
—Oh —dijo Neil—. Te refieres a esto.
Se quitó el vendaje de la cara y dejó que los periodistas le dieran un buen vistazo a
su tatuaje. Uno de los reporteros le espetó a su camarógrafo a que se acercara y Neil
obedientemente inclinó su rostro para que lo vieran mejor. Estaba sonriendo de nuevo y
esta vez no intentó ocultarlo. Los reporteros eran demasiado estúpidos, o demasiado
ansiosos por una historia, para leer la amenaza en esa expresión. Kevin no estaba tan
ciego y silbó por lo bajo en un francés tenso.
—No lo presionen.
La urgencia de estrangular a Kevin fue tan feroz como fugaz. Neil no perdió el tiempo
mirando a Kevin, sino que se dirigió a los periodistas.
—Es realmente impresionante, ¿no? Creo que es la primera vez que Riko se equivoca.
Siempre pareció demasiado torpe para admitir cuando cometía un error.
— ¿Crees que cometió un error al marcarlo? —preguntó un periodista.
— ¿No crees que te mereces el número? —dijo otro al mismo tiempo.
Neil afectó la sorpresa por su malentendido.
—No creo que nos merezca —dijo, e hizo un gesto entre él y Kevin— pero eso no es
ni aquí ni allá.
— ¿Qué quieres decir?
—Mira, voy a ser honesto —dijo Neil—. Sé que Riko está bien. Todos lo hacen. El
nombre de su tío lo ha llevado bastante lejos en la vida y los Cuervos tienen un historial
impresionante. Pero Riko como persona es difícil de respetar. Hasta diciembre, pensé
que era un maníaco egocéntrico que estaba tan desesperado por su propia gloria que se
negó a ver el potencial en nadie más. Él, por supuesto, asumió que no sabía nada de
nada y no tenía derecho a opinar.
—Esta Navidad intentamos encontrarnos a mitad de camino —dijo Neil.
— Riko me invitó a practicar con los Cuervos durante las vacaciones para poder ver
la discrepancia entre nuestros dos equipos. Esto es con lo que nos fuimos. Neil hizo un
gesto hacia el tatuaje en su pómulo. Admitió que estaba equivocado acerca de mí y yo
prometí estar a la altura de sus expectativas. Nunca seremos amigos y definitivamente
nunca nos querremos, pero trabajaremos el uno alrededor del otro mientras tengamos
que.
—Hubo un rumor de que podrías ser transferido a Edgar Allan.
—Se mencionó mientras estuve allí dijo Neil, pero ambos sabemos que nunca
sucederá. Nunca llegaré a donde debo estar si juego con los Cuervos. Además, apenas
podría tolerarlos por dos semanas. No puedo imaginar jugar con ellos durante cuatro
años. Son seres humanos horribles.
— ¿Pero sabes qué? —Dijo Neil antes de que los periodistas pudieran responder.
— Eso es mezquino. Dije que sería honesto, pero eso fue demasiado transparente.
Digamos esto en cambio: prometimos a los Cuervos una revancha esta primavera, así
que los animaré hasta la final. Si Riko no creyó que podríamos encontrarnos allí, él no
me habría marcado ni habría volado la mitad del país para vernos jugar esta noche. Sabe
que tenemos una oportunidad. Todavía no se ha dado cuenta de que vamos a ganar la
próxima vez que nos veamos. Mantén un ojo en nosotros ¿no? Va a ser un año
emocionante.
—Buenas noches —dijo cuando comenzaron a hacerle preguntas. Dio media vuelta y
se dirigió al vestidor como si no los hubiera escuchado llamarlo.
La risa contenida de Dan dijo que lo estaba siguiendo, pero no miró para ver si Andrew
y Kevin estaban con ella. La puerta del vestidor se cerró de golpe detrás de ellos,
amortiguando la mayor parte del ruido de la multitud, y Neil atrapó la cola de la amarga
queja de Kevin. El temperamento de Neil estalló de nuevo y esta vez no lo sofocó. Se
giró y empujó a Kevin hacia la puerta tan fuerte como pudo. Kevin tenía la mejor parte
de su pie sobre él y fácilmente podía llevar a Neil a una pelea, pero estaba demasiado
asustado para defenderse. Dan miró boquiabierto a Neil. Andrew, que había atacado a
Matt por golpear a Kevin, dio un paso limpio fuera del camino. Ninguno de los dos iba a
interferir, así que Neil los desconectó a favor de Kevin.
—Basta —dijo Neil, en un rápido y furioso francés—. Nunca intentes censurarme de
nuevo. No voy a dejar que dicte cómo termine esto.
—Lo vas a derribar contra todos nosotros —respondió Kevin—. No piensas.
—No estás pensando tampoco. Ya no puedes tenerle miedo.
—No se trata de un interruptor que enciendes y apagas. Tú, de todas las personas, lo
sabes —Kevin finalmente alejó a Neil de él, pero no intentó pasar a Neil—. No creciste
con él. No puedes juzgarme.
—No te estoy juzgando. Te estoy diciendo que ya es hora de que te mantengas firme.
¿Qué sentido tiene esto si sigues siendo su mascota al final del día? Si realmente creías
en nosotros, si realmente creías en ti mismo, retrocede.
—No entiendes.
—No lo hago —dijo Neil acaloradamente—. Tienes una salida. Tienes un futuro.
Entonces, ¿por qué no lo tomas? ¿Por qué tienes tanto miedo de tomarlo?
Solo así su enojo se estaba agrietando, rompiendo el peso del dolor prematuro y
demasiada necesidad. La forma en la que la expresión de Kevin cambió de irritada a
intentar decir que escuchó el borde ronco en las palabras de Neil. Neil luchó por aferrarse
a su furia y siguió caminando.
—Cuando descubrí por primera vez acerca de los Moriyamas, me quedé porque pensé
que tenías una oportunidad. Uno de nosotros tuvo que hacerlo y yo quería que fueras tú.
Pero aún crees en ese número en tu cara…
— ¿Qué es tan importante acerca de ser el segundo mejor?
Kevin miró a Andrew, no es que Andrew pudiera seguir nada de este argumento.
Resultó que no era una oferta de ayuda, porque Kevin dijo.
—Cuando tratábamos de contratar a Andrew con los Cuervos, él dijo lo mismo. Dijo
que no le interesaba porque hice una carrera para quedar segundo. No quiero esto, pero
no soy como tú —La mirada que Kevin le disparó a Neil fue frustrante, pero la ira en ella
era más auto dirigida que nada.
— Siempre he sido de Riko. Sé más que nadie lo que sucede cuando desafías a un
Moriyama.
—Ya sabes que estuvo de acuerdo Neil. Pero ya se llevaron todo de ti. ¿Qué más
tienes que perder?
Kevin no respondió. Neil le dio un minuto, luego se alejó. Wymack estaba esperando
al final del pasillo con los brazos cruzados y un cigarrillo apagado colgando de sus labios.
Le hizo una mueca a Neil cuando Neil se dirigió hacia él.
—No sé si lo recuerdas, pero ganamos —dijo Wymack—. ¿Alguna razón en particular
por la que intentas matar el buen humor?
—Solo una diferencia de opiniones —dijo Neil, con la mayor calma que pudo. Vaciló
a la mitad de la puerta del vestuario y miró a Wymack—. Ah, y lo siento de antemano por
la prensa. En mi defensa, ellos empezaron.
—Cristo vivo —dijo Wymack—. ¿Qué hiciste esta vez?
—Llamó a Riko un idiota de clase uno —dijo Dan—. No en pocas palabras, pero creo
que entendieron el mensaje.
Wymack clavó un pulgar en su sien.
—Debería haber pedido un pago por riesgo cuando tomé este trabajo. Fuera, fuera.
No lidiaré con tu problema de actitud hasta que haya tomado un par de copas. Eso va
para el resto de ustedes también. Sal de mi vista y límpiate. Si no estás en la camioneta
con tu equipo en veinte minutos, te voy a dejar aquí. Y oye dijo antes de que pudieran
dispersarse.
—Buen trabajo esta noche.
Dijo que solo tenían veinte minutos, pero Neil desperdició diez de ellos en la ducha.
Puso el agua demasiado caliente y no le importó que le quemara la piel. Escribió su
nombre en las paredes de azulejo con las yemas de los dedos, una y otra vez hasta que
su mano se entumeció.
CAPÍTULO SEIS
Los Cuervos manejaron los insultos de Neil con grosera gracia. Su único comentario
oficial sobre el asunto fue que no les importaba lo que un aficionado ruidoso tuviera que
decir sobre ellos. Neil estaba un poco sorprendido de que se detuvieran allí y no se
burlaran de su miserable actuación en diciembre. Con retraso se dio cuenta de que no
podían arrojarlo debajo del autobús cuando regresó a Carolina del Sur con el número de
Riko en la cara. Socavaría la estimación de Riko de su valor. Neil se fue a la cama
sintiéndose más que un poco presumido.
Los fanáticos fueron menos tolerantes y sus represalias comenzaron antes del
amanecer del sábado. Un golpe a la puerta sobresaltó a Neil y lo despertó. Primero miró
el reloj, segundo a la oscura ventana, y se pasó una mano por los ojos cansados. Los
golpes se detuvieron, pero el teléfono de Matt comenzó a sonar un par de segundos más
tarde. Matt rodó y ciegamente dio una palmada a su teléfono. Los golpes comenzaron
de nuevo, entonces Neil colocó sus piernas sobre el costado de la cama y bajó por su
escalera.
Las voces en el pasillo eran lo suficientemente fuertes como para atravesar la puerta,
amortiguadas pero enfadadas. Neil no reconoció a ninguna de ellas, pero cuando abrió
la puerta definitivamente escuchó la palabra —policías—. Neil abrió la boca para
preguntar qué estaba pasando, pero Dan se deslizó junto a él tan pronto como pudo
pasar por la puerta. Neil la vio hacer una línea recta hacia la habitación, luego se inclinó
hacia el pasillo. Las puertas estaban abiertas casi todo el camino hacia abajo, pero solo
un par de atletas se peleaban para despotricar entre ellos. El resto apuntaba a la escalera
como si su vida dependiera de ello.
Neil cerró la puerta y fue tras Dan. Había sacudido a Matt para despertarlo y estaba
hablando mientras Neil entraba:
—Traficaba con los coches.
Matt rodó fuera de la cama y se puso de pie en un abrir y cerrar de ojos. Neil se subió
por la escalera lo suficiente como para agarrar las llaves de debajo de la almohada. Matt
redujo la velocidad el tiempo suficiente para arrojarse una chaqueta sobre los pantalones
del pijama y ponerse los zapatos. Golpeó los bolsillos de su chaqueta hasta que sus
llaves vibraron en respuesta. Para cuando Neil encontró sus zapatos, Matt ya se había
ido con Dan detrás de él. Neil cerró la puerta con llave y corrió tras ellos, alcanzando el
hueco de la escalera. Matt saltó el último vuelo y cerró de golpe la puerta trasera.
Neil no sabía qué era peor: la vista o el olor. Una capa de carne cruda, huevos rotos
y rocas cubrían el estacionamiento y se pegaban a los autos de los atletas. Algunos autos
pasaron con un par de golpes y arañazos; otros tenían grietas y agujeros en sus ventanas
y parabrisas. Atletas enfurecidos invadían el estacionamiento, la mitad de ellos en sus
teléfonos, los otros enfurecidos por el estado de sus vehículos. Alguien ya había entrado
lo suficiente como para conseguir un balde, y estaba restregándose firmemente la carne
de la capucha. Los patrulleros y la seguridad del campus estaban en la escena, con una
docena de oficiales tomando declaraciones e imágenes.
Cualquier pensamiento de que esto no era culpa suya murió cuando Neil vio la
camioneta de Matt. Alguien se tomó más tiempo para destruirlo.
Todas las ventanas de la cabina habían sido limpiadas, dejando solo brillantes espinas
de vidrio alrededor de los marcos. Las llantas se desinflaban largamente a partir de
salvajes cortaduras. Nuevas abolladuras machacaban la estructura de cualquier
herramienta que los alborotadores hubiesen usado en las ventanas. El auto de Allison
estaba en la misma forma lamentable, dos puestos más abajo que el de Matt. Estaba de
pie junto al baúl con los brazos cruzados sobre el pecho y la cara como una máscara de
piedra. Alzó la vista al ver cómo se acercaban, siguió la mirada vacía de Matt hacia su
camioneta y miró a Neil con dureza.
—Diablos —dijo Matt en un tono estrangulado. Alcanzó su camioneta, pero se detuvo,
sin querer tocar el desorden—. ¿Cómo nadie los escuchó?
—Dejaron las ventanas para el final —dijo Allison. Ella sacudió su barbilla para indicar
a los hombres que estaban de pie al otro lado de la fila—. Paris llamó a la policía cuando
escuchó que se rompía el cristal, pero no pudo bajar aquí lo suficientemente rápido como
para ver caras. Solo muchos carros salieron de allí, dijo. Al menos cuatro, tal vez cinco.
—Oh, Jesús —Matt hizo otro intento fallido por alcanzar su camioneta, luego se
conformó con pasarse las manos por el pelo. Dan se presionó contra su espalda y le
rodeó con los brazos. Él la agarró fuertemente de las muñecas—. ¿Realmente vamos a
hacer esto de nuevo?
—Lo siento —dijo Neil.
Allison frunció el labio con desprecio.
—Cállate. No, no lo sientes. No lo sientes —insistió cuando Neil abrió la boca para
discutir. Parecía menos una acusación y más como una orden, por lo que Neil renunció
a regañadientes—. ¿Olvidaste quién tiene que volver a pintarte todas las mañanas? Si
permites que te aplasten en el ayer después de todo esto —se puso los dedos en la
mejilla—, te odiaría.
—Les dijiste la verdad —dijo Dan—. No es tu culpa que no les guste.
—No quiero que esta pelea vuelva sobre ti —dijo Neil.
—Demasiado tarde para eso ahora. Pero, en fin —dijo Allison. Iba en un tono
orgulloso, pero Neil todavía podía ver la ira en cada línea tensa de ella cuando revisó su
auto otra vez—. ¿Quieren romper mi juguete? ¿Entonces qué? Voy a comprar otro. Tal
vez compraré dos. Que se jodan si creen que esto me lastimará.
—Oye —dijo Matt, bajo pero urgente.
Neil siguió el sutil tirón de su mentón hacia la puerta trasera. Aparentemente era el
trabajo de Renee darle la noticia a Andrew, porque Renee ahora estaba guiando a
Andrew por los escalones hacia el caos. El automóvil de Andrew estaba un poco más
atrás en el estacionamiento y un par de filas más allá, pero Andrew siguió a Renee a los
de clases superiores primero. Andrew se detuvo al lado de Neil para inspeccionar el
daño. Neil a su vez estudió su rostro, pero no había nada que ver. Andrew parecía tan
impresionado con esto como lo hizo con todo lo demás.
Renee enganchó un brazo a través de Allison y le dio un pequeño apretón en la
mano—. Lo siento.
— ¿Alguien ha llamado al Entrenador? —Neil preguntó.
—Nos llamó —dijo Dan—. Los policías están notificando a todos los entrenadores y
trayéndolos aquí para ayudar a acorralarnos. Él debería estar aquí en cualquier
momento.
Andrew tarareó y se alejó. Allison le dio un ligero codazo a Renee para que la
abandonara por Andrew, pero Renee miró por encima del hombro a Neil. Neil asintió y
fue tras Andrew. Solo había estado allí un par de minutos, pero la multitud en el
estacionamiento se había triplicado en ese momento.
A pesar del apoyo ácido de Allison, Neil no podía mirar a nadie más a la cara. Estos
atletas no habían hecho nada para ganarse la desaprobación de los Cuervos. Eran daños
colaterales, sufridos ahora porque Neil no podía mantener la boca cerrada.
Nunca antes le había molestado. El cuidado de los Zorros fue inesperado, pero se
explicó fácilmente debido a la larga exposición. Sentirse culpable por las desgracias de
estos extraños era nuevo e incómodo. Cada voz estridente era un cuchillo en los nervios
de Neil y lo odiaba. Afortunadamente o no, llegaron al auto de Andrew y Neil pudo dejar
de pensar en los demás por un minuto. Levantó la vista del asfalto cuando Andrew se
detuvo, y su boca se abrió con silenciosa incredulidad.
Los fanáticos de los Cuervos no habían parado con los neumáticos y las ventanas de
Andrew, y no se habían conformado con simples golpes. Parecía que habían tomado
una almádena contra todo el cuadro, golpeando cráteres a lo largo de todo el vehículo.
La pintura roja en aerosol sobre lo que quedaba de la capucha destrozada gritaba
Traidor. Los asientos delanteros estaban destrozados, al igual que la parte posterior, tan
lejos como la gente podía alcanzar sus cuchillos a través de las ventanas inexistentes.
Alguien había reventado bolsas de compost en el asiento trasero; de todo, desde
sobrantes hasta filtros de café y huesos de pollo, se amontonaban a un pie de
profundidad sobre los cojines. En la cima de la montaña humeante había un zorro muerto.
Un gemido angustiado sacudió a Neil de su sorpresa. Lanzó una rápida mirada hacia
su izquierda y vio que Nicky había aparecido con Aaron y Kevin a remolque. Nicky se vio
devastado al ver el estado miserable del auto; Aaron parecía como si hubiera recibido un
puñetazo. Kevin tenía una mano sobre su nariz y boca para bloquear el olor, pero sus
ojos verdes estaban muy abiertos. Le tomó solo un momento darse cuenta de la atención
de Neil, y la mirada que envió a Neil gritó,
—Te lo advertí —Neil apretó los dientes y apartó su mirada.
Nicky se acercó al auto y apretó las manos vacilantes contra la capucha deforme.
—No, no, no —dijo lastimosamente—. ¿Qué te hicieron, bebé? ¿Qué te… es eso un
animal muerto? Oh, Jesús, Aaron, hay un animal muerto en nuestro coche. Creo que voy
a vomitar.
Aaron se acercó más y se inclinó para mirar dentro. Maldijo al verlo esperándolo y se
apresuró a retirarse. Ocultó su nariz en la curva de su codo mientras le daba otra vez al
coche, luego frunció el ceño a Neil. Neil sabía lo que vendría antes de que Aaron incluso
dejara caer su brazo para hablar.
—Solo tienes que abrir la boca, ¿verdad?
—Lo siento —dijo Neil—. Pensé que vendría a mí. No pensé que te atraparía en eso.
—Claro —dijo Aaron sarcásticamente—. ¿Seth fue una única vez, entonces?
Neil se estremeció tanto que dio un paso atrás. Abrió la boca para discutir, pero no
pudo defenderse de una acusación como esa.
Resultó que no tenía que hacerlo. No se había dado cuenta de que los de clase
superior habían venido a ver cómo estaban, pero Allison había superado a Neil en un
abrir y cerrar de ojos y le dio un fuerte golpe a Aaron lo suficiente como para casi
derribarlo. Ella podría haber dado otro golpe, excepto porque Andrew se movió como un
rayo. Él atrapó su muñeca para torcer su brazo detrás de su espalda y dio un giro violento
para hacerla caer de rodillas. Cuando cayó, su otra mano se acercó y le agarró la nuca.
Se obligó a agachar la cabeza cuando aterrizó y le impidió volver a levantarse. Allison
intentó decir algo, pero solo logró atragantarse con un fuerte apretón.
Renee era casi tan rápida; quizás ella ya había empezado a moverse cuando se dio
cuenta de que Allison iba a por Aaron. No perdió el tiempo tratando de atacar a Andrew,
sino que se arrojó sobre la forma caída de Allison. Ella envolvió sus brazos alrededor de
Allison, consuelo y apoyo o una feroz advertencia para quedarse quieta, y miró a la cara
en blanco de Andrew. En algún lugar detrás de ellos alguien estaba llamando,
—Vaya, vaya —cuando notó la escaramuza corta pero cruel, pero Neil estaba más
consciente de que Renee era callada pero insistente.
—Andrew, es solo Allison. ¿De acuerdo? Es solo Allison.
—No es solo alguien cuando pone una mano sobre lo que es mío —dijo Andrew—.
Déjalo ir.
—Sabes que no lo haré —dijo Renee—. Me dijiste que los protegiera.
—Fracasaste —dijo Andrew—. Deberías haber sido más rápido—.
—Maldita sea, Andrew —dijo Matt, con una ferocidad que era más miedo que ira. Matt
parecía como si fuera a matarlo para quedarse. Neil estaba contento por ese autocontrol;
no se sabía qué haría Andrew si Matt lo desafiaba ahora mismo.
Dan se quedó con cara pálida y helada al lado de Matt, sus ojos muy abiertos sobre
Allison. Nicky tenía demasiado miedo de ir tras Andrew, así que lentamente se dejó caer
de rodillas y deslizó una mano por el asfalto. Él enroscó sus dedos alrededor de los de
Allison y le apretó la mano con fuerza. Neil miró a Kevin, que se había quedado inmóvil
como la piedra, y luego a Aaron. La expresión de Aaron estaba rota, una mezcla de
indignación en Allison y miedo por lo que su hermano podría hacer. Neil no sabía de qué
lado de la valla había caído, pero Neil no podía confiar en él para que interviniera.
—Andrew —dijo Renee—. Devuélvemela a mí.
Estaban llamando demasiado la atención ahora. En otro momento alguien iba a dar
un paso donde los zorros no lo harían, y Andrew reaccionaría ante esa amenaza de la
peor manera posible. Neil tenía tal vez diez segundos para hacer esto bien y no tenía
idea de por dónde empezar. Andrew no estaba preocupado por lastimar a Allison, por lo
que Neil no podía apelar exactamente a su mejor naturaleza. La última vez que Andrew
se quedó un suspiro lejos de matar a alguien, Neil había usado a Kevin como una
distracción. Eso no funcionaría esta vez, pero tal vez… Neil vaciló, luego abandonó el
proceso.
—Es suficiente —dijo en alemán.
Estaba lo suficientemente cerca para agarrar a Andrew, pero Andrew le había
advertido que no le gustaba que lo tocasen. Extendió su mano sobre la cabeza de Renee
y esperó a que Andrew la mirara con capucha. Satisfecho de que tenía la atención de
Andrew, Neil volvió a decir:
—Es suficiente, Andrew.
—No tienes que decidir eso.
—Si la lastimas, nos descalificas —dijo Neil—. El ERC no nos dejará jugar con ocho
personas.
—Tu unicidad es tan nauseabunda como siempre.
—Lo prometiste —insistió Neil, doblando la verdad hasta que casi se rompió—. Dijiste
que dejarías de cortarles las rodillas. Dijiste que cooperarías al menos hasta que
destruyamos a los Cuervos en la final. ¿Me estabas mintiendo?
—Yo no prometí eso —dijo Andrew.
—Prometiste tener mi espalda este año —dijo Neil —y te dije a dónde iba. Es todo lo
mismo en este momento, ya sea que quieras o no…
— Entonces, ¿tienes mi espalda o no? Andrew —insistió Neil cuando Andrew no
respondió lo suficientemente rápido.
— Mírame.
La boca de Andrew dio un violento tirón, una mueca que reprimió a la fuerza, y
finalmente levantó la vista. La oscuridad en su mirada casi le quita el aliento a Neil.
Rápido en los talones de la conmoción fue un rayo de triunfo. Andrew había regresado
de Easthaven durante casi dos semanas, y esta era la primera señal de que algo real
sucedía detrás de esa máscara en blanco. Neil hubiera preferido ver al verdadero Andrew
en circunstancias más seguras, pero saber que podría ser alcanzado fue un alivio
desesperado.
—Que te jodan —dijo Andrew.
El borde en su voz tenía todos los pelos en los brazos de Neil de punta. Neil sostuvo
la mirada de Andrew, desafiando en silencio esa ira para romper contra él en vez de
Allison.
— ¿Lo harás o no? —Neil preguntó de nuevo.
—Le hice una promesa, también —dijo Andrew—. No romperé la suya para mantener
la tuya.
Neil no entendió, pero Aaron finalmente se sorprendió al elegir un lado.
—Andrew, eso es… —titubeó, y Neil deseó que se atreviera a apartar la vista de
Andrew para ver la expresión de Aaron. Todo indicio de ira había desaparecido de la voz
de Aaron; sonó casi perdido. Andrew no lo miró, pero la leve inclinación de su cabeza
hacia Aaron decía que estaba escuchando—. No, Andrew. No. Está bien. Estoy bien. Ni
siquiera dolió.
Neil lo archivó para preguntar más tarde. Tenía miedo de que ya supiera cuál sería la
respuesta. Esperaba que estuviera equivocado, porque si descubría que Aaron
realmente era tan estúpido, probablemente lo asfixiaría.
Andrew miró a Neil por un momento interminable, luego relajó su agarre mortal sobre
Allison y la dejó colapsar, jadeando, en el asfalto. Con la amenaza inmediata, Neil
esperaba una retribución de Dan o Matt. Extendió su mano hacia ellos para advertirles
por si acaso. No podía detenerlos si realmente querían pasar por su lado, pero
afortunadamente obedecieron su orden silenciosa de quedarse quietos.
A sus pies, Renee ocultaba amortiguadas afirmaciones contra el pelo de Allison. La
respuesta de Allison fue demasiado ronca como para entenderlo, pero permitió que
Renee la ayudara a levantarse. Renee la rechazó y la guio hacia Dan y Matt.
Rápidamente la tomaron en sus brazos, sosteniéndola entre ellos. Renee se apartó un
poco, una barricada silenciosa pero física entre los estudiantes de último año y Andrew.
Neil se arriesgó a mirar a Aaron, quien estaba mirando a Andrew como si nunca lo
hubiera visto antes.
Cuando Dan estuvo seguro de que Allison estaba bien, le lanzó a Andrew una mirada
que debería haber desollado la piel de sus huesos.
—Idiota, ¡Pudiste haberla lastimado seriamente!
—No tienes derecho a actuar sorprendido —dijo Andrew. La furia había desaparecido
de sus ojos; su expresión había vuelto a su pizarra muerta y sus hombros estaban
relajados. Sonaba aburrido de nuevo, como si nada de esto hubiera sucedido o
importado—. Esa es la segunda vez en tantas semanas que uno de ustedes se ha
olvidado de sí mismo. Debieron haber aprendido la lección la primera vez. No se ofenden
cuando fuerzan mi mano.
—Esto no es.
Una voz retumbante cortó a Dan.
— ¿Qué carajo está pasando aquí?
El corazón de Neil casi le hace un agujero en la caja torácica. Había estado tan
concentrado en Andrew que no había escuchado el acercamiento de Wymack. Lanzó
una mirada por encima de su hombro, pero tuvo que apartar rápidamente la mirada de
la ira en la cara de Wymack. Wymack barrió a su equipo con una mirada furiosa y esperó
a que se recuperaran. Dan fue el primero en encontrar su voz nuevamente.
—Nada —dijo, una mentira acalorada y obvia—. Solo me replanteé cada vez que
defendimos nuestra decisión de reclutar monstruos.
—Oye —dijo Nicky, demasiado incómodo para parecer ofendido. Él hizo una mueca
de dolor cuando Dan lo fulminó con la mirada, pero insistió,
—Puede que Andrew haya reaccionado de forma exagerada, pero él tiene razón. Ella
comenzó.
—Ni siquiera trates de justificarlo —dijo Matt—. No devuelves un golpe con el cuello
roto.
—De donde tú vienes, tal vez no —dijo Andrew.
— ¿El mundo real? —Matt dijo, pesado de sarcasmo.
—No —dijo Andrew, con una calma que Neil no creyó por un segundo. Andrew se
tocó dos veces con el dedo, advirtió a Matt que se callara y le señaló—. Un niño
privilegiado como tú nunca ha visto el mundo real. No hables de él como si entendieras.
—Ya es suficiente —dijo Wymack, y chasqueó los dedos hacia los estudiantes de
último año—. ¿Dónde estás estacionado? —Dan gesticuló sobre su hombro, demasiado
enojado para responder en voz alta. Wymack señaló—. Ve a esperar con tus coches.
Estaré allí en dos segundos. Ve, dije —Esperó hasta que se apretujaron entre los coches
para volver a su fila, y luego miró fijamente a Andrew. Su mirada aterrizó en Neil al final—
. Nadie respondió mi pregunta. ¿Qué demonios está pasando?
No tenía sentido mentir cuando los estudiantes avanzados iban a decirle todo a
Wymack, así que Neil lo resumió lo más sucintamente que pudo.
—Allison golpeó a Aaron, entonces Andrew respondió.
Wymack cerró los ojos y se pellizcó el puente de la nariz. Obviamente estaba tratando
de no romperlos, no quería volver a encender una situación horrible, pero demoró una
eternidad antes de dejar caer su mano.
—Andrew, vamos a hablar de esto. No, voy a hablar sobre esto y vas a escuchar. Hoy,
pero no ahora. Después de que el resto de este caos haya sido resuelto. ¿Entiendes? —
Wymack le dio un minuto a Andrew para que lo reconociera y luego dijo:
—No te escuché.
—Tú hablarás, yo te escucharé —dijo Andrew, e incluso Neil no estaba seguro de si
estaba de acuerdo o resumiendo las demandas de Wymack.
—Voy a controlarlos —dijo Wymack—. Vuelvo enseguida. Cuando regrese, nos
enfocaremos en el problema real y en el enemigo real. ¿Está claro?
—Como el cristal —dijo Nicky débilmente.
—Sí, entrenador —dijo Neil.
Wymack se marchó, y el grupo de Andrew esperó en silencio su regreso. Neil miró
entre Andrew y Aaron. Andrew, como Nicky, había vuelto su atención al auto destrozado.
Aaron seguía mirando a Andrew como si la respuesta al universo estuviera fuera de su
alcance. Kevin se había mantenido al margen durante toda la pelea, pero ahora
finalmente se adelantó y tomó una posición al lado de Andrew.
Wymack se había ido por un tiempo, pero eventualmente regresó a ellos. Había
hablado en serio cuando dijo que estaban poniendo la pelea de los Zorros en espera. No
dijo una palabra más sobre la violencia de Andrew o la seguridad de Allison. En lugar de
eso, miró largamente al auto de Andrew y le puso un cigarrillo en la mano. Andrew colocó
una mano expectante tan pronto como se encendió. Wymack se lo entregó sin vacilación
y se encendió otro.
—Bueno —dijo Wymack—, al menos mejoró su póliza de seguro el año pasado.
—Mucho, mucho bien, eso nos hace a nosotros —Nicky se metió las manos en los
bolsillos y tocó el parachoques doblado del auto—. Este lío no se puede arreglar. Incluso
si arrancaron y reemplazaron todo el interior, no pude volver a entrar sin conseguir
escalofríos. ¿Viste al zorro muerto, entrenador? Pusieron un animal muerto en nuestro
auto. Uff.
—Cerdos —dijo Aaron.
Neil estaba perdido por el segundo que tardó en darse cuenta de la policía. Solo
estaban dos autos más abajo que el de Andrew. Neil no se tensó al verlos, pero estaba
cerca. Arrastró su mirada lejos sin tratar de ser obvio, pero la vista no era mucho mejor
en la otra dirección.
—Cámaras, también —dijo.
En algún momento, la policía acordonó el estacionamiento e hizo un puesto de control
para los entrenadores que llegaban. Dos camionetas de prensa fueron detenidas fuera
de la línea y los reporteros estaban tomando fotos de la tétrica escena.
Los policías llegaron a ellos unos minutos más tarde. Uno hizo una vuelta lenta,
anotando el número de matrícula y presumiblemente escribiendo descripciones del
extenso daño. En su segunda vuelta, tenía una cámara apagada, y ahuyentó a los Zorros
con una mano impaciente para poder obtener buenos tiros. El otro policía se precipitó
hacia ellos con expresión cansada, con la pluma sobre su libreta, y dijo:
— ¿De quién es este coche?
—Es nuestro —dijo Nicky, levantando una mano—. Bueno, está a nombre de Andrew,
pero también estoy bajo la póliza de seguro. Somos primos, verá. Nicky Hemmick y
Andrew Minyard, habitación 317. Si necesita el registro o cualquier cosa, puedo decirle
dónde encontrarlo, pero preferiría no acercarme y obtenerlo para usted. Mire dentro del
automóvil y entenderá por qué. No, en serio, mire dentro.
El policía echó un vistazo al coche, pero no dijo nada sobre su lamentable estado. Neil
supuso que había dejado de preocuparse por unos sesenta atletas enojados. Todo lo
que dijo fue:
— ¿Viste u oíste algo inusual anoche o esta mañana?
—Viernes por la noche en un campus universitario —dijo Nicky con un encogimiento
de hombros disculpándose—. Aprendes a desconectar las cosas si quieres dormir un
rato. Además, nuestra habitación mira hacia el frente del edificio.
— ¿Qué hay de ti? —el policía le preguntó a Aaron.
—No —dijo Aaron.
El policía miró a Andrew al último. Andrew contempló el silencio sin expresión y dio
una lenta calada al cigarrillo. Nicky solo le dio un par de segundos antes de responder
por él.
—Se enteró cuando lo hice. Renee se detuvo y nos despertó cuando escuchó las
noticias. Uh, Renee es nuestra compañera de equipo —ante la mirada que el policía le
envió por hablar, Nicky se encogió de hombros—. Sí, lo siento. Andrew no habla con la
policía. Es una historia larga y completamente irrelevante. ¿Qué más necesita saber?
El policía solo tenía un par de preguntas más, algunas de las cuales dirigió a Andrew
a pesar de la advertencia de Nicky, el resto de las cuales dividió entre Nicky y Aaron.
Andrew dejó de prestar atención a la entrevista antes de tiempo y dejó vagar la mirada.
Nicky llenó los huecos tan rápido como pudo, y finalmente la policía siguió su camino.
Un par de agentes de seguros se presentaron en las oficinas locales para conocer de
primera mano el desorden y tocar base con los atletas que eran sus clientes. La mujer
que representaba a la agencia de Andrew debía haber traído una hoja de trucos con ella,
porque saludó a los primos por su nombre y expresó su simpatía por pasar por esto por
segunda vez. Mientras ella parloteaba y tomaba notas e imágenes propias, los camiones
de remolque entraron en escena y comenzaron el lento proceso de llevar cada automóvil
a las tiendas de reparación.
—Estamos pagando la factura de los automóviles de alquiler y furgonetas durante una
semana —dijo Wymack cuando se fue a su próximo cliente—. Conseguiré los dos que
necesitamos en algún momento del día. Puede llevarle un poco de tiempo llegar a la
tienda —hizo un gesto, indicando la enormidad de la tarea que aguarda a las cuadrillas
locales—, así que háganmelo saber tan pronto como consigan un ETA. Puedo ofrecer
los autos si es necesario.
—Sí, entrenador —dijo Nicky.
— ¿Estás bien aquí por un minuto? —Preguntó Wymack, y a sus movimientos de
cabeza fueron en busca del resto de su equipo.
No quedaba mucho por hacer, excepto esperar. Los policías tardaron más de una hora
en pasar por todos y las grúas demoraron más tiempo para hacer mella en su carga de
trabajo. Wymack regresó cuando los policías terminaron de hablar con Allison y Matt.
Los de clase superior no estaban muy atrás de él, para sorpresa de Neil. Dan y Matt
todavía parecían un poco enojados, pero todos parecían más cansados que nada. Allison
se encontró con la mirada de Andrew, una silenciosa declaración de desafío y audacia.
—Andrew y yo vamos a recoger algo de almuerzo para todos —dijo Wymack—.
¿Alguna preferencia?
Neil dudaba que alguien tuviera hambre después de ahogarse en el hedor del
estacionamiento toda la mañana, pero nadie iba a dejar pasar la comida gratis. Hicieron
un voto poco entusiasta y Andrew siguió a Wymack a lo lejos. Los Zorros se quedaron
mirándolos en un incómodo silencio. Finalmente, Neil se arriesgó a mirar a Allison. Abrió
la boca, necesitaba y quería decir lo que debería haber dicho meses atrás, pero en todo
este tiempo aún no tenía las palabras adecuadas.
—Gracias —dijo Allison con rigidez.
Era tan inmerecido que Neil picó y le dijo:
—Lo siento.
Había sido lamentablemente inadecuado para lo que le había costado, lo que les había
costado a todos al decidir quedarse, pero era todo lo que tenía. La mirada que Allison le
envió dijo que sabía por lo que estaba tratando de disculparse. Ella frunció los labios,
como si no estuviera segura de qué respuesta quería gastar en él. Antes de que pudiera
tomar una decisión, Dan habló.
—Sabíamos que cuando te inscribimos habría problemas —dijo, mirando a Aaron y
Nicky—. Lo aceptamos a pesar de los rumores y las protestas porque creemos en ti. Te
hemos defendido y te hemos respaldado y hemos perdonado muchas cosas que nadie
más hubiera entendido. Hemos intentado ser tus compañeros de equipo y tratado de ser
tus amigos y te hemos contactado una y otra vez.
—Pero hay una línea aquí donde todo se detiene. Si alguna vez lo cruzas de nuevo,
terminamos. No lo harás, no lo harás —dijo de nuevo con feroz énfasis—, no herirás a
otra persona en este equipo otra vez. ¿Lo entiendes?
La alegría característica de Nicky había desaparecido. Parecía casi derrotado
mientras miraba a Dan y Allison.
—Entiendo, y tienes razón, pero lo siento. No puedo prometer nada. Andrew es…
Andrew. No podemos predecirlo ni controlarlo.
—Él puede —dijo Matt, señalando con la barbilla a Neil—. ¿Por qué no puedes tú?
— ¿Menos instintos de supervivencia? —Nicky lo adivinó, pero su intento de humor
se vino abajo.
—Más —corrigió Neil, sabiendo que Nicky no lo entendería.
Matt se volvió hacia Neil, su expresión intensa.
—Incluso Renee no estaba llegando a él. ¿Qué le dijiste para que lo detuviera? Si no
estás allí la próxima vez, alguien más necesita saber cómo convencerlo desde el límite.
Neil no podía explicar sin meterse en cosas que no eran asunto suyo.
—No dejes que haya una próxima vez.
—Neil, lo digo en serio —dijo Matt.
Neil negó con la cabeza.
—Yo también.
—Allison —dijo Kevin—. ¿Te lastimó?
Allison conocía a Kevin demasiado bien como para pensar que estaba preocupado
por su bienestar. Ella lo miró con impaciencia y no respondió. Kevin interpretó el silencio
como quiso y envió una mirada pensativa a Neil. Después de un momento, extendió la
mano y cubrió el tatuaje de Neil con su pulgar. El resultado lo hizo fruncir el ceño, no por
decepción sino por confusión, y Kevin volvió a dejar caer la mano. Neil esperó, pero Kevin
no dijo nada.
—Vamos a entrar —dijo Dan, y los abatidos Zorros entraron caminando.
Aaron, Kevin y Nicky desaparecieron en su habitación. Neil puso una mano en la
entrada antes de que Nicky pudiera cerrarla detrás de ellos. Las mujeres seguían a Matt
a su habitación más abajo, pero solo les llevó un momento darse cuenta de que habían
perdido a Neil. Neil levantó un dedo para prometerle que estaría bien y pasó a Nicky.
Nicky cerró y echó llave tan pronto como Neil estuvo a salvo dentro.
Aaron se dejó caer en una de las sillas con un puff y no se molestó en mirar hacia
arriba cuando Neil se detuvo frente a él. Neil se metió las manos en los bolsillos para no
usarlas con Aaron y se agachó. Aaron frunció el ceño hacia Neil, sin remordimiento ni
desafío. Neil apretó sus manos en puños. Trató de contar hasta diez en su cabeza, pero
solo llegó a seis.
—Dime que no eres tan estúpido —dijo Neil.
—Esta no es tu habitación —dijo Aaron—. Salí.
— ¿Qué te prometió? —Neil exigió, ignorando aquello—. No dijo que te mantendría a
salvo. Si lo hubiera hecho, no habría permitido que Kevin se quedara el año pasado.
Entonces, ¿de quién prometió protegerte? —Le dio a Aaron un minuto para cooperar
antes de adivinar—. Regresó a la casa y descubrió que tu madre te estaba golpeando.
Dijo que, si no podías defenderte de una mujer, él tendría que hacerlo. ¿No es cierto?
Todo lo que tenías que hacer a cambio era quedarte con él hasta la graduación.
—No importa.
—Obviamente que importa —espetó Neil. Aaron frunció el ceño, pero renunció a
negarlo—. Siempre has sabido por qué mató a tu madre. ¿Por qué me obligaste a
pronunciarlo por ti?
—No —argumentó Aaron de inmediato—. Eso no tuvo nada que ver conmigo. Hizo la
promesa de su segunda noche en casa con nosotros, pero esperó cinco meses para
matar a mamá. No viste los moretones que le dejó cuando pensó que era yo esa noche.
—A Andrew no le importaba que ella lo lastimara. Le importaba que ella te lastimara
a ti. Solo le tomó tanto tiempo porque los accidentes toman tiempo para planearse.
—No lo sabes.
—Sí lo sé. También lo sabrías si hubieras prestado atención a cómo te trató en
Columbia —dijo Neil—. Antes sabías por qué recurría a Allison hoy. El único que puede
detener esto eres tú. Descubre qué tienes que hacer —qué debes perdonar—para que
te deje ir.
Cerró la puerta detrás de él mientras salía, pero se quedó helado en el pasillo. Sabía
que no era mejor volver a los estudiantes de clase superior en un estado de ánimo como
aquel. Este no era el momento ni el lugar para hacerlo, no con el equipo ya tan frágil,
pero el temperamento de Neil nunca había tenido un buen momento. Ni siquiera estaba
seguro de con quién estaba más enojado: Aaron, por ser tan increíblemente ciego, o él
mismo, por no haber reunido las piezas antes. No ayudaba que todavía estuviera enojado
con Nicky y Kevin por ser tan inútil.
No podía calmarse, así que hizo lo único que pudo: subió las escaleras hasta la planta
baja y salió a correr. No apuntaba a la cancha, pero inevitablemente terminó allí. Dejó
caer sus llaves junto al banco de la casa cuando pasó y corrió los escalones del estadio.
A la mitad, finalmente superó sus pensamientos. Dejó de sentir, dejó de ser Neil, dejó de
ser todo menos un cuerpo en movimiento. Él caminó después en el anillo interior. Cada
aliento tembloroso estaba demasiado caliente en sus tensos pulmones, pero Neil
finalmente se sintió normal otra vez.
Recogió sus llaves cuando salía y cerró detrás de sí. Era un camino lento de regreso
a Fox Tower y él tomó las escaleras hasta el tercer piso. Matt estaba en el sofá de su
habitación, Dan a un lado y Renee al otro. Allison había reclamado uno de los escritorios.
Todos miraron hacia la puerta cuando él entró y por la expresión de sus caras, Neil tuvo
la sensación de que había interrumpido una conversación importante. Levantó una mano
camino al baño, una silenciosa disculpa por el mal momento y la promesa de que estaría
fuera del alcance del oído, en la ducha, momentáneamente.
—El almuerzo está en la nevera —dijo Matt—. El entrenador lo dejó cuando estabas
fuera—.
Neil lo había olvidado por completo.
—Gracias.
Abrió su armario para sacar la ropa, pero vaciló al ver su caja fuerte. Se agachó para
pasar los dedos por la cerradura, los pensamientos girando a un millón de millas por
hora. Se preguntó cuánto cubriría la compañía de seguros para reparar los autos de sus
compañeros. Incluso si no podía cubrir todo, Allison y Matt tenían suficiente dinero para
recoger el resto. Los primos no tenían ese tipo de efectivo, y su auto era casi tan caro
como el de Allison. Nicky ya había predicho que recibirían malas noticias.
El golpeteo de un zapato sobre la fina alfombra lo distrajo. Se inclinó hacia atrás fuera
del armario para mirar. Allison estaba de pie en la entrada, con una expresión cautelosa
y los brazos cruzados sobre el pecho.
Neil aún no sabía qué decirle, pero tenía que intentarlo.
—Lo siento. Él no se lo merecía.
Allison guardó silencio por una eternidad, y luego dijo:
—Ya lo dijiste. Si obtuviéramos lo que nos merecíamos, no seríamos Zorros —sus
palabras sonaban insensibles cuando se aplicaban a la muerte de Seth. Neil hizo una
mueca, pero Allison se encogió de hombros y miró hacia otro lado—. Tal vez es mejor
así. Si se lo hubiera hecho a él mismo, viviría sabiendo que nunca lo había entendido. Al
menos de esta manera hay alguien más a quien culpar.
— ¿Andrew te habló de Riko?
—Lo he sabido desde que sucedió —dijo Allison—. El monstruo pasó por la casa de
Abby antes del funeral para preguntarme sobre la medicina de Seth. Me contó su teoría
para asegurarse de que volviera a la cancha.
Neil pensó que Allison volvería al juego demasiado pronto después de la muerte de
Seth y por la forma en que Andrew se detuvo a su lado en su camino hacia la meta. En
ese momento, pensó que era sospechoso que Andrew le ofreciera algún tipo de apoyo.
Quizás Andrew le había estado recordando que se enojara.
Allison dejó de hablar con Neil durante semanas después de la sobredosis de Seth.
Neil pensó que su retirada se debía a su dolor. Le había dado la bienvenida al hombro,
inseguro de cómo acercarse a ella con su conciencia culpable. Sin embargo, si siempre
hubiera sabido la teoría de Andrew, siempre había sabido que Neil tenía parte de culpa.
Tal vez ese fue el motivo por el que Andrew se involucró: ya había tomado a Neil bajo su
protección para entonces, por lo que necesitaba asegurarse de que Allison no fuera un
problema para ellos.
En algún momento, ella lo había perdonado y Neil ni siquiera se había dado cuenta.
—Debería haber dicho algo antes. Simplemente no lo hice —Neil hizo un gesto,
indefenso, perdido y horrible—. No sé cómo hablarle a la gente sobre las cosas
importantes.
—Nos dimos cuenta —Allison se encogió de hombros como si no fuera gran cosa
cuando ambos sabían que sí lo era—. Eres una verdadera obra de arte. Uno de estos
días me vas a decir por qué.
Regresó a la otra habitación, dejando a Neil solo con sus pensamientos y misterios.
CAPÍTULO SIETE
Por primera vez Neil se despertó antes de que la alarma de Matt sonara. Se quedó quieto
por un minuto, luego rodó y apagó su propia alarma. Él volteó su teléfono abierto para
mirar la fecha, era viernes 19 de enero. Se suponía que, Neil Josten, cumpliría veinte
años el 31 de marzo. Hoy Nathaniel Wesninski cumplió diecinueve años. Neil nunca tuvo
la costumbre de celebrar su cumpleaños, pero cada uno de ellos estaba vivo por lo que
merecía un momento de silencio. Pasó el pulgar sobre la fecha en su pequeña pantalla
y deseó que ganaran contra Belmonte.
Neil sabía que asistió a sus clases, pero no aprendió nada. Escribió lo que dijeron sus
maestros, pero no asimiló ni una palabra. Metió sus notas en el fondo de su bolsa, comió
una comida sin sabor solo en el comedor de los atletas, y regresó a la Torre de los Zorros.
Pasó junto a un par de jugadores de voleibol en la escalera que le desearon suertes
entusiastas y se acordó de agradecerles. Pensó que les daba las gracias, de todos
modos. Él no sabía. No podía concentrarse cuando pensaba en el juego.
Los Zorros no tenían prácticas por la tarde cuando tenían juegos en casa, razón por
loa cual Neil tenía mucho tiempo para matar. Trató de estudiar, pero no llegó a ninguna
parte, luego intentó dormir la siesta sin éxito. Cuando se marcharon al estadio a una hora
de servicio, se estaba volviendo loco.
El vestidor olía ligeramente a lejía y limpiavidrios. Neil nunca había entendido el punto
de limpiar antes de un juego, no obstante, un pequeño equipo venia todos los días. El
olor por lo general desaparecía cuando los Zorros se presentaban para las prácticas,
pero Neil supuso que el tráfico en el campus del juego los había retrasado. Sin embargo,
eso explicaba por qué Wymack estaba sentado en el centro de entretenimiento en lugar
de refugiado en su oficina; Wymack afirmó que era alérgico a los materiales de limpieza.
Abby pensó que era una excusa poco creativa para el estado descuidado de su
departamento, sin embargo, Wymack mantenía su historia tercamente.
Wymack observó a su equipo pasar, probablemente esperando una señal de que
habían hecho las paces. Cada práctica de esa semana había ido un poco mejor que la
anterior, aunque no estaban exactamente donde tenían que estar. Neil y Kevin
comenzaron a hablar nuevamente el jueves porque solo podían ignorar el uno al otro,
mientras que los de clase alta no podían perdonar a Andrew por su violencia, lo aceptaron
por un sentido de necesidad fuera de lugar. Todavía pensaban en él como un sociópata
medio en punto, incapaz de arrepentirse de sus acciones o comprender su enojo.
Aaron, por otro lado, era una piedra inmóvil de odio en el medio de los Zorros, un golpe
de velocidad los hizo tropezar mientras intentaban recuperar el equilibrio. Neil no sabía
cuánto tiempo más toleraría tal animosidad inmadura antes de darle a Aaron otro golpe
duro, deseó que Nicky tuviera más influencia sobre sus primos, ya que su situación de
habitación significaba que Nicky tenía más oportunidades de apoyarse en ellos, Kevin
sería un aliado aceptable, excepto que Kevin solo desafió a Andrew cuando se trataba
de Exy. Él no se involucraría en sus problemas personales.
No había tiempo para preocuparse más esta noche; Neil tendría que resolverlo
durante el fin de semana. Empujó a los hermanos de su mente y siguió a los hombres al
vestuario. Giró su combinación en la cerradura de su armario de cambios y abrió la
puerta. Hubo una fracción de segundo de resistencia inesperada, luego un estallido
agudo de algo que se rompió, y luego, sangre…
Explotó en su casillero, disparando por la apertura de la puerta y Neil retrocedió
mientras caía en cascada sobre todo lo que había dentro. El olor era tan denso que le
obstruía la garganta y lo ahogaba. La sorpresa de Neil solo duró un segundo candente
antes de que el pánico se hiciera cargo. Se zambulló en su casillero, buscando su
uniforme y equipo. Era demasiado tarde y él lo sabía, solamente tenía que intentarlo. Su
camiseta rechinó en sus manos como una esponja hinchada, salpicando sangre por
todos sus dedos. Lo dejó caer y buscó su casco. Las yemas de sus dedos rozaron el
plástico duro, salvo que no pudieron agarrarse antes de que Matt lo agarrara.
—No— dijo Neil, pero Matt lo sacó de su casillero.
— ¡Espera!
Hundió los pies, pero la banda de sus zapatos estaba empapada y resbalaba por el
suelo. La sangre había golpeado el fondo de su casillero y ahora se derramaba en el
suelo en un charco que se extendía rápidamente. Colgando de la parte superior de su
casillero había una bolsa de plástico vacía, arreglada para abrirse cuando la puerta se
abriera demasiado, parecía lo suficientemente grande como para contener al menos dos
galones; era más que lo suficientemente grande como para destruir cada pieza de equipo
que poseía Neil.
—Nicky— instruyó Andrew.
— Ve por el entrenador.
Nicky salió disparada. Neil le dio un codazo a Matt tan fuerte como pudo, Matt maldijo
mientras perdía el control sobre Neil quien corrió de vuelta a su casillero, patinando un
poco a medida que se acercaba. Tuvo que agarrarse al casillero vecino para evitar
caerse. Tan pronto como tuvo equilibrio descargó todo frenéticamente pieza por pieza.
Ya no podía distinguir sus camisetas de Local y Visitante. Incluso el relleno de su
armadura estaba destrozado. Neil levantó su casco y lo giró para ver cómo la sangre se
deslizaba por el protector de plástico duro.
— ¿Neil? —Matt preguntó.
Neil dejó caer el casco sobre la pila a sus pies y golpeó la parte posterior de su
casillero. Su puño golpeó plástico en lugar de metal, y Neil arrancó la bolsa rota de su
gancho. Cuando se volvió para tirarlo, Andrew atrapó su muñeca. Neil ni siquiera había
escuchado a Andrew cruzar la habitación hacia él. Neil lo miró y a través de él, con el
corazón palpitando en sus sienes.
— Está arruinado— dijo Neil, con una voz rabiosa; con una rabia horrible.
— Todo está arruinado.
Wymack irrumpió en la habitación con Nicky pisándole los talones. La vista de tanta
sangre lo detuvo por un momento antes de que caminase hacia Neil
— ¿Eso es tuyo?
— Mi equipo Entrenador— dijo Neil
— Sus…
— No es suyo —Andrew soltó a Neil y regresó a su propio casillero.
— Él está bien.
— Peróxido— dijo Neil.
— ¿Abby tiene en su oficina?
Cuando Wymack solo lo miró, Neil se dirigió a la puerta para encontrarlo él mismo.
Wymack puso un brazo en su camino para detenerlo.
—Tengo que limpiarme la ropa antes de que la sangre se seque o no tendré nada que
ponerme esta noche.
—Y yo necesito que descarriles esa maldita mente tuya durante dos segundos y te
centres en el hecho de que estás cubierto de sangre de alguien o algo. ¿Estás bien?
— Andrew ya dijo que estoy bien— dijo Neil.
— No le pregunté a Andrew— señaló Wymack.
— Te pregunto a ti—.
—Aquí, tengo una toalla extra— dijo Matt, y sacó una de su casillero abierto.
Corrió al baño para remojarla en el fregadero, pero se detuvo bruscamente mientras
volvía hacia ellos. Su voz sobresaltada resonó en las paredes del baño.
— ¿Qué demonios?
Neil sabía que no debía mirar, más fue de todos modos. Wymack y Andrew estaban
justo detrás de él. Neil siguió la mirada de Matt hacia la pared del fondo y sintió que su
estómago tocaba fondo. Escrito en sangre a través del azulejo era un mensaje audaz:
“Feliz cumpleaños 19, Jr.”
La cabeza de Neil se llenó de estática y gritos. El murmullo estridente en el fondo
estaba fuera de lugar y le tomó a Neil una eternidad darse cuenta de que el sonido
provenía de sus compañeros de equipo. Él entendió su tono ansioso, pero no entendió
una palabra de lo que decían. El miedo arrastraba garras heladas sobre su estómago y
se arrastraba por su garganta. Neil cerró los ojos durante dos segundos y respiró. No
podía lidiar con esto ahora. Él no podía; él no lo haría.
Agarró la incipiente sensación de pánico y la enterró profundamente, de la misma
manera que había sofocado su corazón roto el tiempo suficiente como para quemar el
cuerpo de su madre. Tendría que reaccionar a esto más tarde, porque si lo hacía ahora
con todos los Zorros como testigos, lo iba a perder todo.
El mundo volvió a enfocarse en piezas dentadas, justo a tiempo para que Neil
escuchara a Wymack murmurar algo sobre llamar a la policía. Neil lo agarró del codo
antes de que se alejara y lo apretó con tanta fuerza que sintió que los huesos crujían.
— Entrenador— dijo, tan tranquilo como pudo:
— Tendrás que dejarlos fuera de esto. De acuerdo, acabemos con el juego. Lo
limpiaré después. Nadie más tiene que saberlo—.
— Dame una buena razón para no cancelar el juego y traer a seguridad aquí— dijo
Wymack.
— No puedo darte eso todavía— dijo Neil, inclinando una mirada hacia él.
— Te dije que esperaras hasta mayo—.
Deseó que Wymack recordara la promesa que había hecho en la víspera de Año
Nuevo cuando Wymack desafió sus mentiras y cicatrices, no le había dicho que estaba
huyendo, pero le había relatado lo suficiente como para que hubiera juntado las piezas.
Neil necesitaba que lo recordara ahora y descubriera lo obvio: los hombres de Riko no
habrían dejado evidencia, pero Neil tenía huellas por todo el lugar.
Wymack no dijo nada, pero estudió a Neil con una intensidad inquietante. Neil soltó a
Wymack y tomó la toalla húmeda de un Matt que no se resistió. Sus pulmones se sentían
como si estuvieran apretados mientras cruzaba la habitación hacia su mensaje de
cumpleaños.
Respiró superficialmente para no desatar su reflejo de náuseas y borró las letras de
la pared. Hubo suficientes parches limpios en la toalla después para que Neil se limpiara
las manos. Regresó con los demás y dejó caer la toalla en el fregadero para preocuparse
más tarde.
—Neil —Matt dijo.
Neil no quería escucharlo.
—Cámbiate Matt.
Regresó a la sala principal y consideró su casillero. No pasó mucho tiempo para darse
cuenta de que ninguno de sus compañeros se estaba moviendo. Matt todavía estaba
congelado junto a los lavabos. Wymack y Andrew estaban de pie en la puerta del baño.
Aaron, Kevin y Nicky estaban junto a sus casilleros. Neil podía sentir todos los ojos en
él. Sintió que la verdad estaba escrita en su piel para que todos la vieran. El mensaje
solo decía “Junior” pero esperaba que alguien lo llamara por su nombre.
Neil los miró y se concentró en el que probablemente lo ayudaría a salvar esto.
— Kevin— dijo, y continuó en francés.
— Haz que se muevan. Solo tenemos cuarenta minutos para empezar.
— ¿Puedes jugar? —Kevin preguntó.
—Estoy enojado, no herido— espetó Neil —No voy a dejar que esto nos impida ganar
esta noche. ¿Y tú? —.
Kevin lo consideró por un momento, luego dirigió una mirada cáustica a sus
compañeros de equipo.
— Pónganse en movimiento. Tenemos un juego para ganar.
—Estás bromeando— dijo Matt, acercándose detrás de Andrew y mirando entre los
huelguistas.
— Realmente vas a ignorar el hecho de que esto— apuñaló con un dedo en la
dirección del casillero de Neil —¿acaba de pasar? Neil, pareces un doble de Carrie. ¿Ni
siquiera quieres llamar a la seguridad aquí mientras la escena todavía está fresca?
—No— dijo Neil—. No quiero.
—Estas bromeando— Matt dijo de nuevo.
Neil lo miró.
—Riko es un egoísta y una gilipollas. Quiere que reaccionemos a esto. Si lo hacemos,
él gana. No le demos esa satisfacción. Finge que esto nunca sucedió y concéntrate en
los Tortugas Acuáticas.
Wymack tardó solo unos momentos más en elegir su lado.
—Nadie se está cambiando aquí. Consigue tu equipo y vete. Puedes tener la
habitación de las chicas cuando terminen. Te daré una oportunidad esta noche— dijo
cuándo Neil lo miró:
— Si creo que tu cabeza no está en el juego, te jalaré tan rápido que recibirás un
latigazo cervical y Dan tomará tu lugar. ¿Me entiendes?
—Sí, Entrenador. —Neil acepto.
Wymack miró el desastre una vez más, luciendo un poco como si se odiara por estar
al lado de Neil. Finalmente sacudió su cabeza y cavó la ropa de Neil de la pequeña
montaña en el piso —Haré que Abby limpie esto. Alguien le presta a Neil otra toalla—.
—Gracias— dijo Neil
—Cállate— respondió Wymack y salió furioso
Un terrible silencio descendió en el vestuario. Finalmente, Andrew cruzó la habitación
hasta su casillero y terminó de descargar su equipo.
Ese fue el desencadenante que los otros necesitaban al parecer, porque tomaron sus
cosas y se fueron. Nicky le dio a Neil una de sus toallas de repuesto cuando salía. Matt
fue el último en irse, y dudó cuando se dio cuenta de que Neil no se estaba moviendo.
— Me lavaré aquí— dijo Neil, e hizo un gesto hacia su miserable apariencia-
— No quiero llevar esto más allá de lo necesario.
Matt aceptó eso sin discutir y dejó a Neil en paz. Neil miró su casillero, luego apartó
resueltamente la mirada y fue a lavarse. Miró al suelo mientras se duchó y vio que el rojo
se desvanecía lentamente del agua. Incluso cuando el agua corría, sentía que se estaba
muriendo por dentro. Se lavó tres veces antes de darse por vencido.
Tan pronto como cortó el agua, Wymack lo llamó:
—Matt regresó a Fox Tower para conseguir unos calcetines y calzoncillos. Me traje el
equipo de repuesto, aunque tendrás que descubrir cuáles se te ajustan mejor. Volveré a
traer tu uniforme cuando esté limpio. Siéntate hasta entonces.
—Sí, entrenador. —dijo Neil
Escuchó que la puerta se cerraba detrás de Wymack y se secó en su puesto. Los
Zorros tenían un par de juegos de equipo como respaldo, sobrantes de años cuando la
línea era un poco más grande. Renee había escondido la armadura de allí cuando
sustituyó en un defensa el otoño pasado. La mayor parte del equipo era ajustable, sin
embargo, solo hasta cierto punto. Le tomó a Neil prueba y error elegir un juego completo
de la pila que Wymack le había dejado. Entonces no había nada que hacer más que
esperar.
Se sintió como siempre antes de que Matt regresara; el tráfico nocturno de los juegos
hizo el corto viaje a la Torre de los Zorros mucho más largo de lo que debería haber sido.
Neil se sacudió de sus pensamientos cuando alguien tocó. Se deslizó del banco y fue a
investigar. El equipo que se había puesto le impedía colocar la toalla alrededor de su
cuerpo. En lugar de envolverlo alrededor de él, lo sostuvo por el cuello y lo dejó colgando
de su frente marcado.
Neil abrió la puerta lo suficiente como para darse cuenta de que era Matt en el pasillo
y se sobresaltó al decir
— ¿Tocaste?
Matt lo miró extrañado.
— Abby dijo que todavía tiene tu uniforme.
No era la primera vez que los Zorros se habían salido de su camino para acomodarse
a los problemas de privacidad de Neil, no obstante, por lo general tenían tiempo para
pensarlo detenidamente. Matt llegó tarde a los calentamientos debido a Neil y sacudido
por el tremendo truco de Riko. A pesar de eso, él había recordado no irrumpir.
—Gracias— dijo finalmente Neil, y tomó la ropa que Matt estrujó a través la entrada.
Matt le había traído un atuendo completo para que tuviera algo que ponerse después
del juego. La idea de Matt pasando por sus cosas hizo que su piel se arrastrara, más Neil
luchó contra ese instintivo ataque de nervios.
— No hay problema— Respondió Matt.
— ¿Necesitas algo más?
—Un tiro claro a Riko y ningún testigo. —Dijo Neil.
Matt sonrió como si pensara que Neil estaba bromeando y se fue. Neil cerró la puerta
detrás de él y tiró de su ropa interior y calcetines. Él llevó sus zapatos al baño y los
enjuagó en el fregadero. Había sólo tanto que podía hacer.
La sangre se había empapado en el interior. Podría usarlos esta noche, pero tendría
que reemplazarlos lo antes posible. Neil podía ponerse sus pantalones cortos sobre sus
zapatos, así que se puso los zapatos y los ató. Caminó por el vestuario, mirando el reloj
para no mirar la sangre.
Finalmente, Wymack apareció con su uniforme.
—Hicimos lo que pudimos, pero vamos a tener que conseguir un conjunto completo
nuevo. Lo ordenaré esta noche y lo tendré aquí de manera exprés.
Se lo entregó y se puso a trabajar enrollándose las mangas. Neil había manchado de
sangre su camisa cuando agarró el brazo de Wymack. A Wymack le costó un poco
esconderlo todo. Neil pensó que debería disculparse, pero no creía que Wymack se lo
permitiera. En su lugar, exprimió el exceso de agua del dobladillo y las mangas de su
camiseta.
—Está tan seco como pudimos— dijo Wymack, mirando la salpicadura de agua contra
el piso.
— Matt trajo una de las secadoras de pelo de las chicas, pero Abby no quería usarla
por temor a dejar la mancha.
—Si alguien pregunta, les diré que fue una broma anterior al juego— dijo Neil —
Técnicamente es la verdad.
Neil terminó de vestirse. Wymack le dio una vuelta, lo consideró apto para el escrutinio
público con un gesto de asentimiento poco convincente, y ahuyentó a Neil antes que él
saliera del vestuario. Estaba cerca de servir, el equipo ya había terminado los
calentamientos y estiramientos. Neil dio un par de vueltas por su cuenta mientras
Wymack llevaba a su equipo a través de un discurso previo al juego. Wymack terminó
cuando Neil regresó y Neil se convirtió abruptamente en el centro de atención.
— ¿Seguro que estas bien Neil? —Preguntó Dan.
—Estoy seguro de que tenemos un juego para ganar— contestó Neil.
— Preocúpate más por eso y menos sobre mí.
Los árbitros los dejan en la cancha para los ejercicios. Neil se centró en cada uno de
sus movimientos para no pensar en nada más. Para cuando la alineación inicial tomó su
lugar para servir, Neil estaba tan perdido en sí mismo y el juego de esta noche casi había
olvidado lo que sucedió en el vestuario. El fantasma aún se aferraba a él, incluso si no lo
reconocía, y lo incitaba a ir más duro y más rápido. Kevin no le advirtió que retrocediera,
y se estrellaron contra las marcas de su defensa con una agresión inusual. Neil tenía una
tarjeta amarilla antes del descanso del medio tiempo. Esperaba que Wymack lo usara
como una excusa para sacarlo, no obstante, Wymack no dijo nada al respecto cuando
llevó a su equipo de vuelta al vestuario.
Neil pensó que olía a sangre, pero sabía que era imposible. Había demasiado espacio
entre el vestuario y el vestíbulo y el hedor del sudor y el desodorante de sus compañeros
obstruía el aire.
— ¿Dónde está Abby? —Dan preguntó, y Neil se dio cuenta de que no la había visto
desde el servicio.
— Ella tuvo que ir al campus por un tiempo. Nadie será mutilado en su ausencia—
Wymack hizo un gesto hacia el refrigerador.
— Todos beban y estiren. No tenemos mucho tiempo.
Los Zorros jugaron la segunda mitad como si tuvieran todo para perder. Neil usó las
habilidades de pase y lanzamiento que Kevin le había enseñado y se coló en algunos de
los pies de defensa que había aprendido con los Cuervos. Cuando tuvo que llamar a
Kevin, lo hizo en francés.
No dijo una palabra a su marca de defensa, sin importar lo que el hombre le dijera. No
tenía aliento para un comentario sin sentido y necesitaba cada onza de energía para
cumplir con el juego. Sabía que el silencio estaba llegando a su punto, a juzgar por la
creciente nitidez en el tono del otro hombre. Neil no lo reconoció excepto para empujar
contra él y pasarlo.
Matt era una fuerza dominante en el otro lado de la cancha. Nicky seguía siendo el
eslabón más débil en la línea de defensa, pero Andrew lo equilibró con una eficiencia
despiadada. Cuando Aaron vino, él y Andrew jugaron juntos como si nada estuviera mal.
Neil no sabía si cerraban filas debido a la interferencia de Riko o si el juego era suficiente
para distraerlos de sus problemas personales. Por ahora, a Neil no le importaba cuál era
el motivo, siempre y cuando cooperaran.
Con ocho minutos en el reloj, los zorros comenzaron a disminuir la velocidad. Habían
ido demasiado duro demasiado temprano. Mientras pudieran mantener su posición,
estarían bien, porque tenían una ventaja de dos puntos, pero Neil quería otro punto para
revitalizar al equipo, sin embargo, Kevin y él se enfrentaron a defensas frescas y la
defensa los cortó en todo momento. Neil sabía que Kevin estaba tan frustrado como él,
porque estaba empezando a seguir la línea de control inaceptable. Neil le lanzó una
advertencia cuando perdieron el control de la pelota otra vez. Kevin gruñó algo grosero.
Dos minutos después, los Zorros obtuvieron el impulso que necesitaban. Un delantero
de los Tortugas rodeó a Matt y corrió hacia la meta. Matt no pudo alcanzarlo, pero recibió
un golpe cuando el delantero fue a disparar. El delantero tropezó, la raqueta se retorció
en un intento de sostener la pelota, y dio un paso muy cerca de la meta. Andrew estaba
fuera de su caja en un abrir y cerrar de ojos, y comprobó al atacante con la fuerza
suficiente para derribarlo, el delantero se quedó donde estuvo por unos buenos cinco
segundos, demasiado aturdido para volver a subir. El juego no lo esperó. Matt fue tras la
pelota con un grito de guerra y la arrojó por la cancha a Allison. La próxima vez que Neil
tomó un tiro a puerta, lo logró y los Zorros se unieron.
Los Zorros ganaron, ocho y cinco, y la multitud estuvo a punto de volar el techo con
su raqueta. Los Zorros llevaron su celebración a la meta porque Andrew no acudió a
ellos. Nicky y Renee lo habían enganchado a la fiesta la temporada pasada porque
estaba demasiado enfermo como para defenderse, ahora, Nicky hizo como si quisiera
abalanzarse sobre él y Andrew apuntó con su raqueta a Nicky en señal de advertencia.
Nicky lo pensó mejor y colgó a Aaron en su lugar, Andrew se mantuvo como un
espectador desinteresado en las afueras mientras los Zorros saltaban y gritaban a unos
pocos pies frente a él.
De alguna manera, Kevin se acercó a todos para decirle algo a Andrew. Neil no podía
oírlo por el ruido de sus compañeros, pero el gesto desdeñoso de Andrew dijo que no
estaba preocupado por la aprobación de Kevin.
Estrecharon las manos de los Tortugas Acuáticas tan rápido como pudieron y lo
reservaron fuera de la cancha. Wymack y Abby los estaban esperando, Wymack con una
sonrisa dentuda y Abby sonreía. El júbilo de Wymack solo aumentó la emoción de Dan
en otro escalón, y corrió hacia la multitud para irritarlos. Nicky y Matt corrieron detrás de
ella. Wymack los dejó ir, sabiendo que los reporteros los incluirían como los objetivos
más fáciles, y condujo a sus Zorros al vestidor, Neil llegó al vestíbulo antes de recordar
el desastre que lo estaba esperando.
— ¿Tienes un trapeador que pueda usar? —Neil preguntó.
— Cierra la boca— dijo Wymack.
— No estás lidiando con eso ahora. Simplemente ganamos.
— Ocho y cinco— dijo Allison, como si Neil ya lo hubiera olvidado.
El borde en su voz traicionó lo enojada que todavía estaba por todo esto. Neil no se
inmutó ante las siguientes palabras de su boca, pero era algo cercano.
— Supongo que lo puedes considerar tu regalo de cumpleaños del equipo.
—Allison— Renee dijo.
—No— Allison apuñaló a Renee con un dedo para cortarla, pero mantuvo sus ojos en
Neil.
— Llegué al límite de las tonterías que toleraré esta semana, y mucho menos este
año. Necesito saber cuánto peor va a ser la competencia de mear entre Neil y Riko.
—Vamos a hablar de esto— dijo Wymack.
— Solamente no hasta que todos estén aquí. Ve a lavarte. Vamos a dar vueltas de
nuevo. Las damas primero.
Los vio irse y esperó hasta que la puerta del vestuario se cerró detrás de ellos.
— Estoy instalando una nueva regla de equipo en la que se requiere que todos estén
felices después de una victoria. Ustedes, los depresivos, me van a sacar la vida antes
de tiempo.
Wymack los miró, aunque Kevin estaba viendo a Neil y los gemelos volver a ignorarse
el uno al otro. Wymack levantó las manos en señal de derrota y se fue. La habitación
descendió a tenso silencio hasta que Dan apareció con Nicky y Matt a remolque. Los tres
aún parecían entusiasmados por la victoria y sus entrevistas, sin embargo, estar cerca
de sus malhumorados compañeros de equipo los mataron. Dan vaciló solo un momento
antes de continuar al vestuario sin decir una palabra. Nicky vino y apoyó su hombro
contra Neil.
—Así que nos limitamos a embolsar nuestros dos de tres. La victoria de la próxima
semana será la cereza del pastel.
Nicky le dio a Kevin una mirada significativa como si le pidiera que se uniera a la
conversación.
— Entonces es el primer encuentro a muerte. ¿Es posible que juguemos algo
interesante?
— Zero— dijo Kevin.
— Todos los equipos interesantes están en la categoría de probabilidades—.
— Todos excepto nosotros, quieres decir— Nicky le dio un momento para que lo
aceptara, luego exhaló un suspiro exagerado cuando no lo hizo.
— Eres tan parcial. No olvides de quién es el equipo en el que te encuentras. Si
terminamos enfrentando a la USC, será mejor que nos apoyes a nosotros.
—Lo consideraré— dijo Kevin.
Los Cuervos y Troyanos eran rivales feroces, pero Kevin era un fanático de USC
impenitente. Neil no estaba sorprendido desde que USC tenía uno de los mejores
equipos de la nación. Eran famosos por su espíritu deportivo y habían encabezado el
movimiento para mantener a raya a los Zorros el otoño pasado. Valían la atención y el
favor de Kevin.
— Idiota— dijo Nicky.
— Le diré al entrenador que te gusta más el entrenador Rhemann.
—Díselo— dijo Kevin.
— Si el entrenador vale su posición, sabe que los troyanos son mejores que los Zorros.
Siempre lo han sido y siempre lo serán.
—Parcial— Nicky murmuró de nuevo.
Dan vino a buscarlos cuando las mujeres terminaron, y los hombres se hicieron cargo
del vestuario. Neil se colocó bajo el rocío y comprobó si tenía sangre bajo las uñas. No
encontró ninguno, pero por un momento juró que olía carne quemada.
Neil fue el último en vestirse, como siempre, y encontró a sus compañeros de equipo
esperándolo en el salón. Wymack estaba de pie frente al centro de entretenimiento con
los brazos cruzados sobre el pecho. Abby estaba revoloteando en la entrada. Neil estuvo
tentado de continuar más allá de ella y omitir esta conversación por completo. Dudaba
que alguien le permitiera salirse con la suya, así que se sentó junto a Andrew en el sofá.
Wymack esperó hasta que se hubiera quedado quieto antes de comenzar—. Primero:
el elefante masacrado en la habitación aves masacradas después, preferí llamar a un
favor de la facultad y conseguí que Abby tuviera acceso a los microscopios en los
laboratorios de ciencias. Necesitábamos asegurarnos de que no fuera sangre humana—
.
—Eso es mórbido— dijo Nicky.
—Pero es necesario considerando con quién estamos tratando— Wymack negó con
la cabeza.
— Lo último que quiero es ponerlos a todos en riesgo. Se supone que nuestra cancha
es un lugar seguro para usted, pero he fallado en protegerlos. Tengo casi pensado
instalar cámaras aquí en las áreas públicas, pero no haré eso a menos que todos estén
de acuerdo. Si armamos algo, los únicos que verán esas cintas son las personas que
están en esta sala en este momento. Quiero gente en nuestro negocio tanto como
ustedes.
—Lo que me lleva a mi segundo punto: Neil nos pidió que dejemos a las autoridades
fuera de esto— dijo Wymack, mirando a cada uno de sus Zorros en la cara.
— Lo respeto lo suficiente como para permitir eso, pero no depende solo de mí. ¿Vas
a estar bien con eso?
— ¿De verdad vas a dejar que Riko se salga con la suya? —Dan preguntó.
— No hubiera hecho esto si hubiera pensado que lo atraparían— indicó Neil.
—Tal vez no podamos atraparlo, pero podríamos conseguir a sus intermediarios— dijo
Matt.
—Nadie es perfecto. Todos dejan un rastro— Aaron habló entonces y su insensible
acusación hizo que la sangre de Neil se enfriara:
—Sabrías todo sobre eso, ¿no es así, Junior?
Neil echó un vistazo rápido a la expresión oscura de Aaron y se preparó para lo peor.
Cuando llegó, sin embargo, fue peor de lo que esperaba.
—Nunca encontrarán pruebas de que Riko estuvo involucrada en esto— dijo Aaron.
— No obstante, podrían encontrarte, ¿verdad? De eso se trata, ¿no? —Aaron hizo un
gesto hacia su propia cara, indicando el abrupto cambio en la apariencia de Neil.
— Tu apariencia, tus idiomas, tus mentiras, estás huyendo de algo o de alguien.
Esa mordaz demanda fue un jodido golpe, derribando el aliento de los pulmones de
Neil y aplastando su estómago contra su columna vertebral. El silencio que siguió se
sintió infinito. Neil estaba seguro de que sus compañeros de equipo podían escuchar los
latidos de su corazón; estaba latiendo tan fuerte que lo sintió en cada centímetro de su
piel. Sus miradas eran penetrantes lo suficiente como para pelar cada disfraz que alguna
vez había llevado.
Encontrar su voz fue un acto de desesperación. Mantenerlo en calma tomó cada onza
de energía que le quedaba.
— Sabes, esperaba golpes bajos y puñaladas por la espalda de los Cuervos. Pensé
que los zorros eran mejores que eso. No… dijo Neil cuando Aaron abrió la boca de nuevo.
— No te atrevas a echarme tus problemas con Andrew. Sé que estás enojado conmigo
por involucrar a Katelyn, solamente vas a tener que superar eso.
—La arrastraste a mi negocio. Los estoy arrastrando a los tuyos. No es tan divertido
cuando alguien te lo hace a ti, ¿verdad? —Aaron preguntó.
—Eres tan estúpido— dijo Neil.
— Me invité a tu pelea porque quería ayudarte, a los dos. Estás haciendo esto porque
crees que me va a hacer daño. Hay una diferencia bastante crítica allí. En el lado positivo,
ser un imbécil en el corazón significa que estabas en lo cierto sobre tus posibilidades—
Neil inclinó la cabeza hacia un lado y miró a Aaron.
— Ahora entiendes que tu cobardía es lo que te mantiene separado a ti y a Andrew,
¿verdad?
— No soy un cobarde— Replicó Aaron.
— Eres un gilipollas sin espinas— dijo Neil
— Dejas que el mundo te pase y no te molestas en defenderte. Dejas que otras
personas dicten cómo puedes vivir tu vida y con quién puedes pasar el tiempo.
Recuérdame por qué aguantaste el abuso de tu madre durante tanto tiempo. ¿Realmente
la amabas a pesar de su locura, o simplemente temías alejarte?
— Neil —dijo Dan, sorprendido
— Eso no…
—Jódete— replicó Aaron.
— Todavía estoy esperando una respuesta a mi pregunta.
— Y todavía estoy esperando un agradecimiento— dijo Neil. Le echó una mirada a
Andrew.
— De ambos, entre sí. Están parejos ahora, ¿no? Entonces, ¿por qué no pueden
olvidar todo y empezar de nuevo? ¿Por qué tienen que alargarlo otros tres años cuando
pueden arreglarlo ahora?
—No sabes nada— dijo Aaron, bajo y ácido.
—No quieres que tenga razón— adivinó Neil —porque si estoy en lo cierto, es tu culpa
que esté muerta.
Andrew finalmente se unió a la discusión.
—No. Siempre va a ser su culpa.
—Ella no se suicidó, Andrew— dijo Aaron, salvaje por la pena.
Andrew lo miró con frialdad.
— Le dije lo que sucedería si volviera a levantar la mano. No tenía derecho a parecer
tan sorprendida.
—Oh, Jesús— dijo Matt
— ¿Acaso acabas de…?
Wymack se pellizcó el puente de la nariz y exhaló ruidosamente
— ¿Podrías por lo menos dejarnos irnos de la habitación antes de confesar?
Aaron echó un vistazo de Wymack a los alumnos de último año, luego se volvió hacia
Andrew. Neil medio esperaba que tomara la advertencia de Wymack como una orden de
silencio. En cambio, Aaron cambió al alemán y dijo:
— No es por eso que lo hiciste. No me mientas.
— Ella no era nada ni nadie para mí— dijo Andrew.
— ¿Por qué otra razón la habría matado? —.
A Aaron le llevó un minuto encontrar su voz nuevamente. Seguía pareciendo
enfadado, pero tenía un tono apagado.
— Ni siquiera me mirarías. No me dirías una palabra a menos que dijera algo primero.
No soy vidente. ¿Cómo se suponía que debía hacerlo? ¿Saber?
—Porque te hice una promesa— dijo Andrew.
—No lo olvidé solo porque elegiste no creerme. Hice lo que dije que haría, y púdrete
por esperar algo más.
Ahí estaba de nuevo: un indicio de esa ira infinita en el corazón de Andrew. Aaron
abrió la boca, la cerró de nuevo y bajó los ojos. Andrew miró la cabeza inclinada de su
hermano durante un minuto interminable. Aaron había abandonado la pelea, pero cada
segundo que pasaba parecía poner más tensión en el cuerpo de Andrew. Neil observó
cómo los dedos de Andrew se curvaban contra sus muslos, no en puños, sino en una
imitación de aplastar la vida de alguien, y sabía que el temperamento de Andrew estaba
a punto de romperse.
Puso su mano entre ellos, tratando de bloquear la visión de Andrew sobre Aaron, y
Andrew lo miró con malicia. Un segundo después, la expresión de Andrew se apagó. Neil
lamentó su intervención de inmediato. Nadie podía soltar tanta ira tan fácilmente; Andrew
simplemente lo había enterrado donde solo podría lastimarlo. Era demasiado tarde para
llevarlo de vuelta, así que Neil dejó caer su mano en su regazo en la derrota.
— ¿Eso es todo, entrenador? —Neil preguntó.
— No— dijo Allison.
— Tan iluminador como fue esta pequeña diversión, no responde a la pregunta
original. ¿Qué tiene Riko sobre ti?
Mentir en este punto no funcionaría, teniendo en cuenta las audaces acusaciones de
Aaron. Neil optó por la honestidad en su forma más sencilla e inútil.
—Él sabe quién soy.
Les tomó un momento darse cuenta de que eso era todo y Matt le pidió a Neil
— ¿Uh?
—La familia de Neil tiene una reputación— dijo Kevin, llegando inesperadamente a la
defensa de Neil.
Neil lo miró, deseando que se callara incluso mientras trataba de mantener su
expresión lo más neutral posible. Kevin no devolvió su mirada, pero todo lo que dijo fue:
— Riko está tratando de usarlo contra Neil.
— ¿Va a ser un problema? —Dan preguntó.
— No— dijo Neil.
Allison arqueó una ceja y gesticuló sobre su hombro, presumiblemente hacia el
vestidor destrozado.
— ¿Estás seguro de eso?
—Sí— dijo Neil, pero nadie parecía convencido. Neil sopesó sus palabras
cuidadosamente, buscando el equilibrio correcto entre la verdad y las mentiras que los
sacaría de su espalda.
— Riko sabe quién soy porque nuestras familias operan en círculos similares, pero él
es solo un Moriyama de nombre. No tiene los recursos para hacer más que amenazarme.
— Maldición, Neil— dijo Matt.
— Tus padres deben ser otra cosa si incluso Riko tiene que seguir las reglas. ¿Aaron
tenía razón, entonces? ¿Esto es lo que se supone que debes lucir?
— Sí— dijo Neil.
— ¿Pero por qué mientes sobre tu edad? —Matt preguntó.
— No lo entiendo.
—No quiero que nadie me rastree a mi familia— dijo Neil.
—Cuanto más difícil es para las personas juntar dos y dos, mejor. Tener dieciocho
años en Millport significaba que mis profesores y el entrenador no tenían que consultar
a mis padres para nada. Decirles la verdad significaba tener que explicar por qué mentí
en el primer lugar, y no estoy acostumbrado a confiar en la gente. No quiero que me
juzguen por los crímenes de mis padres.
—Como si tuviéramos espacio para juzgar a alguien— dijo Dan, y Neil se encogió de
hombros con una disculpa silenciosa.
Parecía que había más de lo que quería decir, pero de alguna manera ahogó su
curiosidad y lo dejó pasar. Miró primero, luego a Matt y Renee. Cuando nadie tenía nada
que agregar, Dan dijo:
— Sí, supongo que eso es todo por ahora, Entrenador.
Wymack asintió.
— ¿Las cámaras están bien con todos? Sí, las tendré a mano durante el fin de
semana. Hablaremos sobre sus ubicaciones y el juego el lunes por la tarde. Antes de
eso, averigua qué tienes que hacer para resolver estos problemas personales. —dijo con
una mirada significativa a Aaron.
— Ninguno de ustedes se atreva a traer estas actitudes a mi cancha de nuevo.
¿Entienden?
Los Zorros murmuraron asentimiento, y Wymack les indicó que se retiraran.
— Despedidos. Conduzcan seguros.
Fue un caos fuera del estadio. Los fanáticos borrachos gritaban y corrían como locos;
el resto de la multitud bailó y cantó vítores triunfantes. Los policías estaban afuera con
toda su fuerza tratando de controlar el desastre. Los guardias de seguridad vigilaron a
los Zorros hasta que llegaron a sus autos. Aaron pasó por el coche de alquiler y subió a
la parte trasera de la camioneta de Matt. Nicky comenzó a decir algo, pero Andrew
encendió su encendedor una pulgada de la cara de Nicky en advertencia silenciosa.
Nicky silenciosamente se subió al asiento trasero con Neil y pasó el trayecto mirando su
regazo.
El tráfico alrededor del estadio era de parachoques a parachoques por lo que los autos
de los Zorros se separaron al borde del tráfico. Matt les ganó al dormitorio. Para cuando
los otros alcanzaron, Aaron ya se había ido. Neil observó a Andrew guiar a Kevin y Nicky
a su habitación antes de dirigirse al suyo. Matt siguió a Neil y Neil trató de sorprenderse
de que las chicas estuvieran justo detrás de él.
El suave zumbido de su teléfono lo distrajo y Neil se lo sacó del bolsillo. Había un
nuevo mensaje en su bandeja de entrada. Él no reconoció el número o el código de área.
Él entendió el mensaje aún menos: “49”. Neil le dio un minuto, pero no salió nada más.
Borró el texto y guardó su teléfono.
— Neil— dijo Dan, y esperó hasta que Neil la mirara para continuar.
— Gracias. Por la verdad, quiero decir. Sé que eso no es todo, pero sé que nos dejaste
entrar por elección. Estamos listos para escuchar cuando estés listo para hablar. Lo
sabes, ¿Verdad?
—Lo sé— dijo Neil.
Ella le apretó el hombro en un apoyo silencioso pero feroz.
— Y gracias por… bueno, lo que sea que estés haciendo con Andrew y Aaron. No
estoy del todo segura de entender lo que sucedió esta noche, sin embargo, sé que fue
importante—.
— ¿Importante? —Matt hizo eco.
— ¿Vamos a hablar sobre el hecho de que Andrew mató a su madre? Creí que había
muerto en un accidente automovilístico. Eso es lo que siempre han dicho todos.
— Ella murió en un coche— dijo Neil.
—Dije accidente— dijo Matt, con énfasis.
Neil miró tranquilamente hacia atrás y no dijo nada más, así que Matt preguntó
— ¿Cómo te enteraste?
—Nicky me dijo hace meses— dijo Neil.
—Solo así— dijo Matt dudosamente.
— Siempre has sabido de lo que es capaz, pero dijiste que nunca te dio una razón
real para tenerle miedo. ¿En qué demonios están tus padres si puedes deslizarte por el
asesinato pasado como si no fuera gran cosa y ponerte en la cara de Riko todo el tiempo?
Neil negó con la cabeza y fue salvado por Renee con gentileza.
— Quizás Neil confíe en las razones de Andrew. Andrew admitió haber asesinado, sí,
pero también dijo que lo hizo por el bien de su hermano.
— Fue premeditado— dijo Dan.
— Eso no es defensa. Podría haber llamado a la policía o a los servicios sociales o
haber involucrado a los padres de Nicky.
— Las personas con nuestros antecedentes no están dispuestos a confiar en la
policía— dijo Renee.
— Probablemente nunca se le ocurrió a Andrew que eran una opción viable.
— Y mira lo que sucedió en noviembre pasado— agregó Neil.
— Andrew siempre ha sabido que Luther no protegería a Aaron.
Dan miró entre ellos, incrédula.
— ¿Admites esto?
Renee extendió sus manos y le dio a su amiga una sonrisa tranquilizadora.
— No podemos entender la situación por completo, Dan. Nunca sabremos el estado
de ánimo de Andrew en ese momento o cuán mala era la vida con ella. Todo lo que
podemos hacer es tomar una decisión: creer que él estaba protegiendo a Aaron o
condenarlo por haber tomado el camino más extremo. Preferiría ir con el anterior. ¿No
es así? Es alentador y reconfortante pensar que no estaba actuando por malicia.
— Luego dirás que es dulce— se burló Allison.
— Por favor no— dijo Dan, con una pequeña mueca.
— Mi estómago es lo suficientemente débil como lo está ahora.
Neil esperó para asegurarse de que era eso, y luego dijo.
— Me voy a la cama—.
Ninguno de ellos intentó detenerlo. Neil se encerró en el dormitorio, se cambió y se
metió en la cama. Sus pensamientos amenazaban con arrastrarlo a lugares oscuros, por
lo que Neil silenciosamente contó tan alto como pudo en todos los idiomas que conocía.
No hizo nada para ayudarlo a dormir, pero al menos mantuvo a raya a los demonios por
un poco más de tiempo.
CAPÍTULO NUEVE
Cuando salió el sol, Neil dejó de simular que dormía y salió de la cama otra vez. Salió
a correr por el camino perimetral y apuntó con sus pies hacia la Cancha de los Zorros
cuando apareció la salida. Los guardias de seguridad hacían sus rondas habituales. Neil
confiaba menos en ellos hoy de lo que lo había hecho ayer, ahora que sabía lo fácil que
era pasarlos y les dio un gran rodeo. Entró con sus llaves y encendió las luces mientras
se dirigía al vestuario.
Empujó la puerta, ya enrollando las mangas de su sudadera y vaciló a mitad de camino
en la habitación. El desastre se había ido y el piso estaba impecable. Neil miró por encima
del hombro, aunque el lugar estaba oscuro cuando él apareció. Era el único allí. Cruzó
la habitación hasta su casillero y tiró de la cerradura. Su casillero estaba limpio y vacío.
Eran las siete y media, lo que significaba que Wymack había estado despierto durante
horas. Neil se sentó a horcajadas sobre uno de los bancos y lo llamó. Wymack respondió
al segundo timbre diciendo:
— No sé qué es lo que más me sorprende: que tu teléfono esté encendido o que estés
despierto tan temprano un sábado por la mañana.
— Entrenador, el vestuario está limpio.
— Sí, lo sé. Abby y yo nos ocupamos de eso anoche después de que te fuiste.
— Lo siento —dijo Neil.
— Iba a limpiarlo esta mañana.
— ¿No te dije que no te preocupes por eso? —Wymack exigió.
— Me dijo que no hiciera nada con eso ayer —dijo Neil.
—Lo que sea —dijo Wymack—. Puedes hacer las paces conmigo más tarde. En
realidad, ¿qué estás haciendo ahora que he arruinado tus planes de la mañana? ¿Nada?
—Esperó la respuesta afirmativa de Neil y dijo:
— Puedes ordenar los archivos conmigo en su lugar. Los cargaré y tomaré el
desayuno en el camino. ¿O ya comiste?
— Todavía no —dijo Neil.
— Esperare aquí.
Wymack colgó. Neil miró su casillero abierto de nuevo, luego emigró al salón para
esperar. Caminó a lo largo de las paredes, estudiando las fotografías que Dan había
colocado a lo largo de los años. Neil nunca vio a Dan agregarlas, pero la colección había
crecido para incluir un par de docenas de capturas de este año. La mayoría eran de
cursos superiores, ya que Dan rara vez tenía la oportunidad de atrapar a sus compañeros
más jóvenes fuera de la cancha, pero Neil vio varias de Halloween y un par de fotos
perdidas de sus cenas de equipo en noviembre y diciembre.
Justo cerca de la esquina había una imagen que Neil no reconoció en absoluto: Una
foto de Neil y Andrew solos, de pie. Estaban envueltos en sus abrigos a juego y se
miraban el uno al otro con la respiración entrecortada. Le tomó un momento a Neil
reconocerlo; la gente en el fondo no parecía la multitud del juego. Las ventanas
finalmente lo delataron. Dan había capturado eso en el Aeropuerto Regional del norte
del estado en camino a jugar contra Texas. Neil ni siquiera se había dado cuenta de que
ella los había estado mirando.
Neil había quedado atrapado en un par de fotos de su grupo, pero esta era la única
en la que tenía su aspecto natural. Dan incluso había atrapado a Neil por el lado derecho,
por lo que el vendaje sobre su tatuaje no se veía. Esta era una foto de Nathaniel
Wesninski; fue el momento en que Neil le dio a Andrew su nombre. Neil se acercó para
desgarrar la imagen, pero se detuvo tan pronto como la agarró al borde.
Había venido a Palmetto State para jugar, sin embargo, también había venido porque
Kevin era la prueba de que existía una persona real detrás de todas sus mentiras. En
mayo, tanto Nathaniel como Neil se habrían ido, pero en junio esta foto aún estaría aquí.
Sería una pequeña parte de la Cancha de los Zorros en los próximos años. Era
reconfortante o debería serlo. Neil no pensó que la comodidad se sintiera como un nudo
tan enfermo en su estómago.
Afortunadamente para él, Wymack apareció entonces. Tenía una bolsa de papel
marrón colgando de una mano y una caja llena de papeles en sus brazos. Neil cerró la
puerta detrás de él para que Wymack pudiera dejar las cosas. Wymack miró un momento
la sala, puso el televisor en el suelo y acercó el centro de entretenimiento a los sofás
como una mesa improvisada. Neil lo vio repartir carpetas en cuatro pilas. Cuando
Wymack arrojó la caja vacía a un lado, Neil abrió la carpeta más cercana para echar un
vistazo. Era una hoja de perfil con una imagen desconocida.
—Reclutas potenciales —explicó Wymack.
— Necesitamos seis mínimos.
—Seis —repitió Neil mientras se arrodillaba frente a Wymack.
— ¿Estás doblando la línea?
—No por elección —dijo Wymack. Sacó sándwiches de baguette y jugo de la bolsa
marrón y dividió el botín con Neil.
— Fue una de las condiciones en que nos mantuvimos en el juego cuando Andrew
fue encerrado. Al ERC no le gusta lo cerca que lo hemos cortado este año y no quieren
seguir flexionando las reglas para nosotros. Prometí que nunca volvería a suceder. Eso
significa llenar los puestos el próximo año.
Wymack revisó cada pila, luego empujó una hacia Neil.
— Todas las chicas van a estar en quinto año, así que necesitamos al menos tres
cuerpos para reemplazarlas. En total, buscamos a dos delanteros, dos Intermediarios,
un defensa y un portero. Encuéntrame algo de potencial y lo reduciremos más tarde.
— ¿No debería Kevin estar haciendo esto contigo? —Neil preguntó.
—Tú eliges el primer corte —dijo Wymack.
— Él hará el segundo. Yo haré la última llamada.
Neil miró la pila de archivos frente a él. Al final, abrió el superior y comenzó a leer
páginas de estadísticas: estado físico, tendencias de puntuación, proporciones, etc. No
estaba del todo seguro de lo que estaba buscando, pero tenía una idea cuando llegó al
tercer delantero. Este era consistentemente bueno, a pesar de que el cuarto era más
interesante porque hubo una mejora mesurable. Había discos en la parte posterior de
cada carpeta, probablemente con videoclips de los momentos más brillantes de los
jugadores.
Separó los archivos en dos pilas, la más prometedora y los posibles, y colocó de vuelta
ambas pilas cuando terminó. Pensó que la segunda ronda sería más rápida ahora que
había visto la información de todos, no obstante, dudaba de todos. Wymack
probablemente terminaría todas las otras posiciones cuando Neil se decidiera, pero
cuando Neil echó una mirada en dirección a él, Wymack no estaba mucho más avanzado
que él. La mirada de Wymack ni siquiera se movía.
Él no estaba leyendo estadísticas; estaba estudiando la imagen del jugador como si
esta pudiera decirle todo lo que necesitaba saber.
Neil volvió a mirar el archivo abierto frente a él y trató de ver lo que Wymack vio.
Quizás Wymack podía leer dolor en las personas como Neil podía leer enojo; donde Neil
vio la calma inquebrantable de una niña, tal vez Wymack vio una mirada vacía y hombros
derrotados. Neil se preguntó si Wymack había visto algo en su instantánea de la
secundaria o si había confiado en la evaluación de Hernández sobre que algo andaba
mal. Le gustaría pensar que tenía una buena cara de póquer, salvo que Wymack rara
vez se dejaba engañar por eso.
— ¿Algún problema? —preguntó Wymack.
— No —mintió Neil y volvió a la tarea que tenía entre manos.
Le tomó la mitad de la mañana revisar a los posibles atacantes, pero Neil finalmente
tenía una pila preparada para que Kevin y Wymack la examinaran. Wymack la dejó en el
suelo arrodillándose y volvió a guardar los archivos rechazados en la caja.
— ¿Algo más? —Neil preguntó.
—Eres libre de irte —dijo Wymack.
— ¿Necesitas un aventón?
—Estoy bien —dijo Neil.
—Huh —dijo Wymack sin levantar la vista. Neil lo dejó pasar y recogió la basura del
desayuno. Estaba casi en el basurero cuando Wymack habló.
— Por cierto, te nombraré vice-capitán el próximo año—.
El corazón de Neil se alojó en su garganta. Se giró para mirar a Wymack, pero le llevó
dos intentos encontrar su voz.
— ¿Tú harás qué?
—Dan tiene que irse eventualmente —dijo Wymack.
— Ella necesita un reemplazo.
—Yo no —protestó Neil.
— Deberías preguntarle a Matt o Kevin.
— Jugadores talentosos con más experiencia —admitió Wymack.
— Empero no tienen lo que este equipo necesita. ¿Sabes por qué hice capitana a
Dan? —Wymack miró a Neil y esperó a que Neil negara con la cabeza.
— Sabía desde el momento en que la vi que ella podría liderar este equipo. No
importaba lo que pensaran sus compañeros de equipo, no importaba lo que la prensa
pensara de ella. Se negaba a ser un fracaso, así que se negó a renunciar en este equipo.
Eso es lo que necesitaba para levantar a los Zorros del suelo.
—Eres el único aquí que puede sucederla —dijo Wymack.
— ¿No te diste cuenta? Se están uniendo alrededor y detrás de ti. Eso es algo
especial. Eres algo especial.
—Ni siquiera sabes quién soy.
—Diablos, no —dijo Wymack.
— Eres Neil Josten, recluta de Millport, Arizona, de diecinueve años. Nacido el 31 de
marzo, de metro y medio, diestro, palo número tres. Comenzaste como delantero de mis
Zorros y el mejor delantero de primer año en Clase I Exy de la NCAA.
—No —dijo Wymack, cada vez más fuerte cuando Neil comenzó a interrumpir.
— Mírame a los ojos y dime si crees que me importa quién solías ser. ¿Hm? —
Wymack apuñaló con un dedo su rostro, luego lo clavó en la mesa.
— Me importa quién eres ahora y a quién puedes seguir siendo. No te estoy pidiendo
que olvides tu pasado, pero te estoy diciendo que lo superes.
—No puedo capitanearlos —dijo Neil.
— No lo haré.
—Esto no es una democracia —dijo Wymack.
— No puedes votar sobre lo que haces o no quieres hacer. Yo establezco las reglas y
tú tienes que ocuparte de ello. Y vas a manejarlo. Necesitas esto tanto como ellos a ti.
Dame una buena razón por la cual tratarías de rechazar esto.
—Yo— dijo Neil, pero no pudo decir “me estoy muriendo”.
No podía decirle a Wymack que no viviría lo suficiente para tomar el puesto.
— Tengo que irme.
Temía que Wymack le discutiera, pero todo lo que dijo fue:
— Nos vemos el lunes.
Neil pensó que respiraría mejor una vez que saliera del estadio, pero su pecho aún
estaba demasiado apretado cuando salió a trompicones a la acera. Miró el
estacionamiento vacío, el corazón le latía en las sienes. La idea de volver a la Torre de
los Zorros y enfrentar a sus compañeros de equipo en ese momento le hizo doler el
estómago, pero no había otro lugar adonde ir. Debía dejarlo correr, quemarse hasta que
no pudiera pensar ni sentir más, sin embargo, los pies de Neil permanecían plantados
en la acera. Quizás sabían que no se detendría si corría ahora.
Se dejó caer en la acera para hacer tiempo, pero sus pensamientos se retorcían en
círculos ansiosos. Neil se sintió a medio segundo de perder la cabeza, aunque luego
Andrew dijo su nombre y los pensamientos de Neil se detuvieron por completo. Era
tardíamente consciente de su mano en su oreja y sus dedos apretados alrededor de su
teléfono. No recordaba haberlo sacado de su bolsillo ni tomar la decisión de llamar.
Lo bajó y pulsó un botón, pensando que tal vez había imaginado cosas, pero el nombre
de Andrew estaba en su pantalla y el temporizador de llamadas llevaba casi un minuto.
Neil se acercó el teléfono a la oreja, pero no pudo encontrar las palabras para la
miserable sensación que lo estaba desgarrando. En tres meses los campeonatos habrían
terminado. En cuatro meses estaría muerto. En cinco meses, los Zorros estarían de
vuelta aquí para las prácticas de verano con seis caras nuevas. Neil podía contar su vida
con una mano ahora. Por otro lado, era el futuro que no podía tener: vice capitán, capitán,
juez. Neil no tenía derecho a llorar estas oportunidades perdidas. Había obtenido más
de lo que se merecía este año; era egoísta pedir más.
Debería estar agradecido por lo que tenía, y aún más feliz de que su muerte significaría
algo. Iba a arrastrar a su padre y a los Moriyama con él cuando se fuera y nunca se
recuperarían de las cosas que él dijera. Haría justicia cuando nunca había pensado que
obtendría nada en venganza por la muerte de su madre. Pensó que había llegado a estar
de acuerdo con eso, pero ese dolor hueco estaba de vuelta en su pecho donde no tenía
derecho a estar. Neil sintió que se estaba ahogando.
Al final, Neil encontró su voz, pero lo mejor que tenía era:
— Ven a buscarme al estadio.
Andrew no respondió, pero la tranquilidad adquirió un nuevo tono. Neil volvió a mirar
la pantalla y vio el temporizador parpadeando a los setenta y dos segundos. Andrew le
había colgado. Neil guardó su teléfono y esperó.
Solo quedaban un par de minutos desde la Torre de los Zorros hasta la Cancha de los
Zorros, pero Andrew tardó casi quince minutos en llegar al estacionamiento. Se detuvo
en el espacio un par de pulgadas del pie izquierdo de Neil y no se molestó en apagar el
motor.
Kevin estaba en el asiento del pasajero, frunciendo el ceño en silencio hacia Neil a
través del parabrisas. Andrew salió del auto cuando Neil no se movió y se paró frente a
Neil.
Neil lo miró, estudiando la expresión aburrida de Andrew y esperando preguntas que
sabía que no llegarían. Esa apatía debería haber irritado sus nervios, excepto que de
alguna manera lo estabilizó. El desinterés de Andrew en su bienestar psicológico fue lo
que le atrajo a Neil desde el principio: la constatación de que Andrew nunca se alejaría
del veneno que se estaba comiendo a Neil.
—No quiero estar aquí hoy —dijo Neil.
—Estábamos casi en la interestatal —dijo Andrew.
Fue la invitación menos entusiasta que Neil había escuchado, no obstante, a Neil no
le importó. Andrew se dio la vuelta y regresó por él sin dudarlo. Esa era una razón más
que suficiente para levantarse e ir con él. Neil se subió detrás del asiento del pasajero y
miró por la ventana.
Kevin le devolvió la mirada, pero no dijo nada, y Andrew los hizo avanzar antes de que
su puerta incluso se hubiera cerrado de golpe.
No preguntaron qué pasaba, así que Neil no preguntó por qué estaban tomando la I—
85 hacia Atlanta. Fueron las dos horas más largas de la vida de Neil, solamente el silencio
y la ilusión de escapar de la Universidad Estatal de Palmetto le ayudaron a recuperar su
cabeza. Para cuando llegaron a Alpharetta, se había hundido en un entumecimiento
confortable. El insomnio de la noche anterior comenzó a ponerse al día con él y se
permitió quedarse dormido. Se despertó cuando sonó el teléfono de Andrew, pero
Andrew solo atendió la llamada lo suficiente como para decir:
—No.
Un par de minutos más tarde llegaron a un concesionario. Kevin salió tan pronto como
Andrew estacionó. Andrew apagó el motor y arrojó sus llaves en el asiento del pasajero,
ahora vacío.
—Sal o quédate aquí —dijo Andrew.
— Esas son tus únicas opciones.
Correr no era una opción, quiso decir. Andrew sabía por qué Neil lo había llamado
— Me quedaré.
Andrew salió y cerró la puerta detrás de él. Neil lo vio desaparecer por las puertas
delanteras en busca de un representante de ventas, luego cerró los ojos y se durmió de
nuevo. Cuando despertó había una bestia negra metálica aparcada junto al coche de
alquiler. Neil no era más listo con los autos ahora de lo que había sido al comienzo del
año, pero cada curva de este gritaba caro. Neil supuso que Andrew había hecho con esta
compra lo que había hecho con la última: simplemente buscaba el automóvil que
quemara más rápidamente su presupuesto. Era un capricho desconcertante para un
hombre que afirmaba no tener apegos a sus posesiones materiales.
Andrew abrió la puerta de atrás y miró hacia el asiento trasero de Neil.
— ¿Kevin?
Neil se limpió el sueño de los ojos y se desabrochó la hebilla.
— Déjalo ir contigo. No tengo nada que decirle.
Andrew cerró la puerta de nuevo y Neil se movió hacia el asiento del conductor.
Andrew salió primero del estacionamiento y Neil lo siguió hasta la carretera interestatal.
Se detuvieron en una gasolinera a una reunión de comida rápida.
Neil no tenía hambre, aunque llenó la taza más grande disponible con café mientras
comían. Se sentó en el reservado contiguo a sorber y mirar al vacío. Kevin lo miró de vez
en cuando mientras comían, pero no dijo nada, probablemente atribuyendo su humor
extraño al fiasco de ayer. Andrew miró por las ventanas del piso al techo su nuevo
automóvil.
El viaje de vuelta se sintió más corto que el viaje a Georgia, a pesar de que tenían que
pasar por Palmetto State y dejar el auto rentado en Greenville. El representante revisó el
auto en busca de nuevos daños, encendió el motor el tiempo suficiente para ver cuánto
combustible había en el tanque y solicitó a Andrew que firmara un par de formularios.
Entonces no había nada que hacer más que volver al campus. Neil pensó que había
estado fuera el tiempo suficiente para estar bien, pero la primera vista de la Torre de los
Zorros por la ventana lo dejó sintiéndose cansado.
Subieron las escaleras y Neil no se detuvo en el tercer rellano. El sonido suave de los
pasos dijo que Andrew lo estaba siguiendo, sin embargo, la puerta del pasillo se cerró
cuando Kevin se dirigió a su habitación. Andrew alcanzó a Neil cuando Neil se detuvo
para luchar contra la puerta de acceso a la azotea. Él había encendido dos cigarrillos
antes de que estuvieran afuera. Neil tomó el suyo y lo llevó a la parte delantera del techo.
Se sentó tan cerca del borde como pudo, con la esperanza de que la sacudida del miedo
lo distrajera de sus terribles pensamientos y miró hacia el extenso campus.
Andrew se sentó a su lado y sostuvo algo. Neil miró, pero le tomó un minuto antes de
que entendiera lo que Andrew le estaba ofreciendo. El concesionario le había dado dos
llaves para su nuevo viaje, y Andrew le estaba dando la segunda a Neil. Cuando Neil
tardó demasiado en quitársela, Andrew la dejó caer sobre el concreto entre ellos.
—Un hombre solo puede tener tantos problemas —dijo Andrew.
— Es solo una llave.
— Eres adoptado. Tú sabes que no es así —dijo Neil. No levantó la llave, pero
presionó dos dedos hacia ella, aprendiendo la forma y la sensación de este nuevo regalo.
— Siempre he tenido suficiente efectivo para vivir cómodamente, más todos los
lugares decentes hacen demasiadas preguntas. Hay verificaciones de antecedentes y
verificaciones de crédito y referencias, cosas que no puedo proporcionar por mi cuenta
sin dejar demasiado rastro. Estaba de ilegal en Millport. Antes de eso, me quedaba en
hoteles decrépitos por semanas o irrumpía en autos de la gente o encontraba lugares
que eran felices mientras les pagaras por debajo de la mesa.
—Siempre ha sido 'irme' —dijo Neil.
Giró su mano hacia arriba y trazó una llave en su piel con la yema del dedo. Había
jugueteado con la llave de la casa de Andrew tantas veces que conocía cada depresión
y lomo de memoria.
— Siempre ha sido 'mentir' y 'esconderme' y 'desaparecer'. Nunca he pertenecido a
ninguna parte ni he tenido el derecho de llamar propio a nada. Pero el entrenador me dio
las llaves de la cancha y tú me dijiste que me quedara. Me diste una llave y lo llamaste
hogar—. Neil apretó su mano, imaginando el mordisco del metal contra su palma, y
levantó su mirada hacia la cara de Andrew.
— No he tenido un hogar desde la muerte de mis padres.
Andrew clavó un dedo en la mejilla de Neil y giró la cabeza a la fuerza.
— No me mires así. No soy tu respuesta y puedes estar seguro como la mierda que
no eres la mía.
—No estoy buscando una respuesta. Solo quiero…
Neil hizo un gesto de impotencia, incapaz de terminar ese ruego. Él no sabía lo que
quería; él no sabía lo que necesitaba. Las últimas veinticuatro horas le habían pateado
los pies bajo él y Neil aún no podía encontrar el equilibrio. No sabía cómo hacer
desaparecer ese dolor o cómo silenciar la voz susurrando “Injusto” en sus oídos.
— Estoy cansado de ser nada —dijo Neil.
Neil había visto esta expresión en el rostro de Andrew una vez, cuando Andrew y él
convocaron una tregua en la sala de Wymack el verano pasado. Neil le dio medias
verdades para comprar su aceptación, aunque no fueron las vagas descripciones de los
crímenes y las muertes de sus padres lo que le pasaba a Andrew. Fueron sus profundos
celos de Kevin, su soledad y desesperación. Después de todo lo que habían pasado
estos últimos meses, Neil finalmente supo lo que significaba esta mirada. La oscuridad
en la mirada de Andrew no era censura; era una comprensión perfecta. Andrew había
golpeado este punto por años y lo había roto. Neil estaba colgado de un hilo deshilachado
y agarraba todo lo que podía para mantenerse a flote.
— Eres un Zorro. Siempre serás nada.
Andrew apagó su cigarrillo.
— Te odio.
—El nueve por ciento de las veces no.
—El nueve por ciento de las veces no quiero matarte. Siempre te odio.
—Cada vez que dices que te creo un poco menos.
—Nadie te preguntó—.
Con eso, Andrew tomó la cara de Neil en sus manos y se inclinó.
Dejando a un lado el drogado asalto de Nicky, Neil no había besado a nadie en cuatro
años. La última niña era una escuálida franco-canadiense que lo había abrazado con las
puntas de los dedos y lo había besado como si temiera mancharlo con su pegajoso labial.
Neil ya no recordaba su nombre ni su rostro. Solo recordaba lo insatisfactorio que había
sido el ilícito encuentro y lo furiosa que estaba su madre cuando los encontró. Ese
incomodo beso no valía el castigo que había seguido.
Esto no fue nada como eso.
Andrew lo besó como si fuera una pelea con sus vidas en la línea, como si su mundo
se detuviera y comenzara con la boca de Neil. El corazón de Neil tartamudeó hasta
detenerse ante la primera presión de sus labios contra los suyos y levantó la mano sin
pensar. Su mano llegó hasta la mandíbula de Andrew antes de recordar que a Andrew
no le gustaba que lo tocasen. Neil agarró la manga del abrigo de Andrew en su lugar y
anudó sus dedos en la pesada lana.
El toque fue un disparador. Andrew se reclinó lo suficiente como para decir:
— Dime que no.
Los labios de Neil estaban doloridos; su piel estaba zumbando. Se sintió sin aliento,
como si hubiera sobrevivido a media maratón. Se sintió fuerte, como si pudiera correr
otros cinco más. El pánico amenazaba con destrozar su estómago. El sentido común
decía que lo rechazara y se retirara antes de que ambos hicieran algo que lamentarían.
Pero Renee dijo que Andrew no lamentaba nada, y Neil no viviría lo suficiente como para
que importara. No había encontrado la manera de apoyarse antes de que Andrew le
quitara la mano a Neil de su abrigo.
— Suéltame —dijo Andrew.
— No estoy haciendo esto contigo ahora mismo.
Prácticamente empujó el brazo de Neil lejos de él y se inclinó hacia atrás fuera del
espacio de Neil. Recogió su colilla arrugada, decidió de inmediato que no era salvable y
sacó el paquete de su bolsillo otra vez. Neil lo observó hasta que lo encendió, siguiendo
la nueva tensión en los hombros de Andrew y la violencia en sus cortos movimientos.
Pensó que debería decir algo, solamente no sabía por dónde empezar. El beso de
Andrew y su abrupta retirada fueron igualmente desconcertantes.
Andrew logró una sola resistencia antes de aplastar su segundo cigarrillo junto al
primero. Encendió un tercero de todos modos, pero Neil extendió la mano y se lo quitó.
Fue una buena señal, tal vez, que Andrew no reaccionara al robo. Neil colocó el palo
junto a su propio cigarrillo y miró a Andrew. Andrew arrojó su paquete a un lado y metió
la rodilla en su pecho.
Neil debería dejarlo ir, pero necesitaba entender.
— ¿Por qué no?
— Porque eres demasiado estúpido para decirme que no —dijo Andrew.
— ¿Y no quieres que te diga que sí?
—Esto no es sí. Este es un ataque de nervios. Sé la diferencia, incluso si tú no lo
haces.
Andrew hundió su pulgar en su labio inferior como si pudiera borrar el peso de la boca
de Neil y fijó su mirada en el horizonte.
— No seré como ellos. No dejaré que me dejes ser.
Neil abrió la boca, la cerró y volvió a intentarlo.
— La próxima vez que uno de ellos diga que eres desalmado, tendré que luchar contra
ellos—.
— Noventa y dos por ciento —dijo Andrew —yendo a noventa y tres.
No era divertido —nada de esto lo era— pero esa respuesta era tan detestable y tan
típica de Andrew que Neil no pudo evitar sonreír. Se quitó la sonrisa de la cara antes de
que Andrew se diera cuenta y volvió a mirar el campus.
Por primera vez ese día, tal vez por primera vez esa inestable semana, podía respirar
sin sentir que su pecho estaba tirando demasiado fuerte. A medida que su tensión se fue
diluyendo, el peso del cansancio de Neil regresó, aunque esta vez fue un verdadero
cansancio. No había dormido la noche anterior y solo había tenido una hora de descanso
en el automóvil. Dormir ahora le quitaría el resto del fin de semana, pero a Neil no le
importaba. Cogió la llave de Andrew y se puso de pie.
— Oye —dijo, pero Andrew no lo miró.
— Gracias.
— Vete antes de que te empuje hacia un lado —dijo Andrew.
— Hazlo. Te arrastraría conmigo —le recordó Neil y dejó a Andrew con sus
pensamientos.
Por algún milagro, su habitación estaba vacía. Neil cerró la puerta de la habitación
antes de cambiarse. Puso la alarma para despertar a la hora de la cena, luego lo dejó
cuando sus pensamientos lo mantuvieron despierto durante otra hora. Sacó la mano de
debajo de la manta y liberó el puño para inspeccionar su posesión más reciente. Los
dientes de la llave habían dejado hendiduras a lo largo de la carne de su pulgar. Neil
guardó la llave en su llavero al lado de la vieja llave del auto de Andrew y las observó
balancearse sin verlas realmente.
Neil dejó de fantasear poco después de que su madre le quitara el interés en la
intimidad. Todavía tenía necesidades, pero las atendía sin más atención de la que podía
permitirse el hambre o la sed. Tal vez negarse a querer cualquier otra cosa era un
mecanismo de defensa.
No podía tenerlo, así que no tenía sentido resentir su ausencia. La paranoia ayudó a
reforzar esa mentalidad a lo largo de los años hasta que mantener a las personas
alejadas era lo único lógico que podía hacer.
Hacer amigos con los Zorros era desaconsejable pero inevitable. Besar a uno de ellos
era impensable e iba en contra de todo lo que sabía. Neil no había tenido la intención de
seguir esa línea o invitar a Andrew a cruzarla. Es probable que no tuviera que
preocuparse por ello, teniendo en cuenta la ruidosa aversión de Andrew por él y sus
serios problemas fronterizos. Andrew no era como Nicky, que se burlaba, discutía y
protestaba si Neil decía que era una mala idea. Si Neil lo rechazaba, Andrew nunca
preguntaría por qué ni se lo volvería a plantear. Sería como si nunca hubiera pasado
nada, y Neil podría vivir los últimos meses de su vida en paz.
Pero, ¿era esto paz o cobardía, supervivencia o evasión? Neil podía estar todo el día
diciéndose a sí mismo qué era lo más inteligente que podía hacer, pero si realmente se
preocupaba por lo inteligente, no hubiera ido allí en primer lugar. Se hubiese ido cuando
descubrió que los Moriyama eran criminales o cuando Riko lo llamó por su nombre real
o cuando Riko lo desafió a cambiar su seguridad por la de Andrew. Neil había estado
todo el año haciendo una cosa estúpida tras otra y este se había convertido en el mejor
año de su vida.
Esa no era razón suficiente para aceptarlo, sin embargo, Neil tampoco estaba
dispuesto a rechazarlo. El tiempo no era algo que le sobrara, salvo que le tomaría más
tiempo que solo estos agitados momentos para resolverlo. Neil sabía que no estaba en
el estado mental correcto para decidir de una manera u otra. Metió las llaves debajo de
la almohada y rodó sobre su otro lado como si eso cambiara lo que acababa de pasar.
Se dijo que no debía pensar en eso ahora, pero su boca aún recordaba el peso de los
labios de Andrew y eso le ponía los pelos de punta.
Se distraía de la única manera que sabía hacerlo, contando lo más alto que podía en
todos los idiomas que conocía. No recordaba haberse quedado dormido, y no sabía
cuánto tiempo había pasado antes de que su teléfono le tarareara. El nuevo mensaje en
su bandeja de entrada era de un número desconocido, y todo lo que dijo fue “48”. Neil lo
borró y se hubiera desmayado nuevamente si no fuera por el sonido amortiguado de un
televisor en la habitación contigua. Neil buscó la fuerza para enfrentar a los estudiantes
de último año y la encontró más cerca de lo que había estado esta mañana. Con un
suspiro tranquilo, pateó sus mantas, apagó su alarma y bajó del desván.
Dan se sentó recostada contra el costado de Matt en el sofá. Cogió el control remoto
y apagó el televisor tan pronto como vio a Neil en la puerta.
— ¿Te despertamos? —preguntó, y aunque Neil negó con la cabeza, dijo:
— Lo siento.
— No debería dormir a estas horas del día de todos modos —dijo Neil.
Fue a buscar un vaso de agua de la cocina. Esperaba que volvieran a lo que él había
interrumpido, pero cuando regresó a la sala de estar, la televisión todavía estaba oscura.
Hubo una conversación silenciosa en las miradas que Matt y Dan se enviaban. Neil no
sabía cuál de ellos había ganado, aunque Matt negó con la cabeza y miró a Neil a través
de la habitación.
— Queríamos llevarte una fiesta de cumpleaños —dijo Matt.
— No parece correcto tener un cumpleaños y no hacer nada por eso. Renee pensó
que era una mala idea, hasta el punto de llamar a Andrew para que lo respaldara. Él se
puso de su lado.
Neil recordó una llamada telefónica que lo despertaba cuando entraron en Alpharetta.
Que Andrew solo escuchó por un momento antes de decir “No”.
Neil silenciosamente retiró cada pensamiento sospechoso que había tenido sobre
Renee. Su serena apariencia probablemente siempre lo haría cuestionarla, pero ella
entendía las pequeñas cosas cuando más le importaban.
—Gracias, pero tienen razón —dijo Neil.
— Prefiero fingir que no sucedió.
— ¿Qué pasa si nos saltamos la fiesta y solo compramos regalos? —preguntó Dan, y
suspiró cuando Neil negó con la cabeza.
— Bien, pero si lo dejamos ir, vamos a hacer algo loco el 31 de marzo. ¿Trato?
—Define loco —dijo Neil.
Dan sonrió como si no hubiera hablado.
— ¿Trato?
—Trato —dijo Neil.
—Bien —dijo Dan.
— Ahora vamos.
Neil se les unió en el sofá y volvieron a encender su show. Podía haber olvidado el
texto que lo despertó si no hubiera sido porque recibió el mensaje “47” de un nuevo
número la noche siguiente. Neil miró su teléfono con consternación cuando se dio cuenta
de que alguien le enviaba una cuenta regresiva. Apartó sus tareas escolares a favor del
calendario que colgaba de la nevera de la cocina. Contó los días con los dedos, hojeando
páginas hasta que encontró marzo. Por un momento pensó que llegaría al cumpleaños
de Neil Josten, pero aterrizó el viernes 9 de marzo. Fue un día extraño para terminar. Era
el último día antes de las vacaciones de primavera de la Universidad Estatal de Palmetto.
Hubo un juego esa noche, aunque no fue uno de los dos mortales partidos de
campeonatos.
Neil revisó su teléfono nuevamente, debatiendo si responder o no. Al final, borró el
texto y volvió a conjugar verbos en español.
***
El resto de los Zorros no descubrieron que Andrew había reemplazado su auto
destrozado hasta el lunes por la mañana. Nicky siguió a Neil a través del
estacionamiento, farfullando sobre un proyecto que debería haber terminado hoy, sino
que estaba a medio camino. Cuando Andrew dejó de caminar, Nicky también lo hizo,
pero como Nicky no vio el auto alquilado, siguió hablando. Se detuvo cuando Andrew
abrió la puerta del conductor. Nicky miró, hizo una doble toma, y casi se cayó cuando
saltó hacia atrás.
— ¡De ninguna manera!
Su grito captó la atención de los demás y, como era de esperar, Matt fue el siguiente
en reaccionar. Pasó corriendo junto a Neil para mirar el automóvil.
— ¿Qué estás haciendo con un Maserati?
—Manejarlo —dijo Andrew, como debería ser obvio, y se puso en el asiento del
conductor.
Matt alcanzó la capota con ambas manos, sin embargo, no la tocó, como si creyera
que sus huellas dactilares pudiesen arruinar el perfecto exterior. El descarado temor en
su rostro hizo que Neil mirara a Andrew. Andrew encontró su mirada a través del
parabrisas, aunque no la sostuvo por mucho tiempo. Alcanzó la puerta para cerrarla, no
obstante Matt se dio la vuelta y puso su mano en el camino. Se inclinó para mirar adentro,
con ojos de lechuza y extasiado.
Nicky tenía menos reservas acerca de poner sus manos sobre el nuevo vehículo y lo
rodeó, boquiabierto.
—Pero, ¿cuándo? —Preguntó Matt.
— ¿Y cómo…?
Allison fue menos prudente.
— ¿Lo robaste?
Dan siseó para que no hablara, pero Allison se encogió de hombros.
Matt hizo una seña a Andrew.
— ¡Enciéndelo! Déjame escucharlo.
Andrew giró la llave en el encendido y el automóvil cobró vida con un rugido silencioso.
Matt levantó las manos y se alejó como si estuviera orquestando una sinfonía. Andrew
cerró su puerta, por lo que Matt giró hacia Dan, farfullando hechos y estadísticas que
cubrieron la cabeza de Neil. Neil miró a Aaron para medir su reacción. Aaron parecía
desgarrado, como si quisiera ser impresionado por el prestigioso viaje, pero no pudiera
dejar ir su resentimiento lo suficiente para estar emocionado.
Kevin rara vez se mostró impresionado por riquezas gracias a su educación y estuvo
allí cuando Andrew compró el automóvil. No tuvo la paciencia para aguantar las
payasadas de sus compañeros de equipo y los barrió a todos con una mirada molesta.
— No nos retrasen para la práctica.
— ¡Como sea! — Nicky dijo, pero se metió en el asiento trasero.
Había decidido montar en el asiento del medio para poder mantener a Aaron y Neil
separados el uno del otro. No perdió el tiempo abrochándose, sino que se inclinó entre
los asientos delanteros para mirar el tablero. Estaba haciendo sonidos de oh y ah cuando
Neil y Aaron entraron. Andrew lo toleró por un par de segundos antes de empujarlo fuera
del camino con una mano en su rostro. Nicky estaba demasiado emocionado como para
molestarse. En lugar de quejarse, dijo:
— Pero en serio, Andrew. ¿De dónde sacaste esto?
—Georgia —dijo Andrew.
Nicky suspiró, pero no volvió a preguntar.
Andrew y Aaron todavía no estaban hablando, y Aaron y Neil se mantuvieron alejados
el uno del otro siempre que les era posible, sin embargo, el resto de los Zorros llenaron
los huecos lo mejor que pudieron. La cruel travesura de Riko el viernes pasado trajo una
racha de protección innecesaria, aunque bien intencionada en los estudiantes
avanzados. Incluso Kevin hizo un esfuerzo por ser más tolerable, tal vez porque había
visto lo conmocionado que estuvo Neil el sábado.
Neil podría haberles dicho que estaba bien, salvo que jugaban juntos mejor de lo que
lo habían hecho en una semana y no quería sacudir el barco. Los Zorros tenían un juego
más para pasar en la primera ronda. Sus victorias consecutivas significaron que habían
asegurado su lugar en el partido a muerte, pero no estaban dispuestos a tomarse las
cosas con calma esta semana.
Neil trató de meter a Exy en cada pedazo de tiempo libre que tenía. Trajo a su clase
tácticas y alineaciones de SUA para esconder bajo sus libros de texto, y se encontró con
Kevin en el comedor para almorzar y discutir sobre jugadas. A pesar del esfuerzo activo
que hizo para enfocarse en el juego del viernes, sus pensamientos se mantuvieron
descarrilados sin previo aviso. Cada vez que Andrew cruzaba la habitación, la mirada de
Neil lo seguía. Cada vez que Neil sacaba las llaves de su bolsillo y veía la última
incorporación a su set, recordaba el beso de Andrew.
Miró a Matt y Nicky para ver si los veía de manera diferente, pero nada había
cambiado. Neil no sabía lo que eso significaba, solo sabía que todavía no era el momento
de resolverlo. Debería esperar hasta la próxima semana, cuando los Zorros tuvieran una
semana libre antes del partido a muerte.
La distracción perfecta se produjo el miércoles, cuando Kengo Moriyama colapsó en
una reunión de la junta y corrió al hospital en una ambulancia.
Wymack siempre mantenía las noticias como ruido de fondo cuando estaba trabajando
en el estadio, por lo que envió un mensaje avisando a su equipo en el momento en que
lo escuchó. Neil estaba bastante seguro de que había micrófonos en la cara de Riko
incluso antes de que Kengo fuera registrado, y si no odiara tanto a Riko, se sentiría
asqueado por el entusiasmo despiadado de los periodistas.
Encontró recortes de la entrevista en línea en las computadoras de la biblioteca entre
clases. Riko toleró la mayoría de sus preguntas curiosas con buena gracia y una actitud
calmada, aunque lo feo vino cuando le preguntaron si se dirigía al hospital. Los reporteros
sabían muy bien que Kengo y Riko estaban distanciados; simplemente no entendían la
gravedad de la separación. Kevin una vez les dijo a los Zorros que Riko nunca había
conocido a su padre o hermano. La familia Moriyama no tenía tiempo que perder con los
segundos hijos, por lo que Riko fue enviado a Tetsuji lo antes posible después del
nacimiento.
La mirada que Riko dirigió hacia la mujer debería haber derretido el micrófono que
estaba sosteniendo.
— Ustedes saben que tenemos un juego mañana. Mi lugar está aquí con mi equipo.
Si los doctores valen su título, le devolverán la salud completa, esté o no esté yo allí para
ver si sucede.
Neil sacó su teléfono y le envió un mensaje de texto a Kevin.
— ¿Crees que es serio?
— Es mejor que no lo sea —fue la primera respuesta de Kevin, y luego:
— Riko todavía cree que puede llamar la atención de su padre con su fama. Si el señor
no se recupera, Riko descargará su ira y dolor en todos los que la rodean.
Neil lo consideró, y luego dijo:
— Lo bueno es que ya no estás allí.
—Jean todavía lo está —respondió Kevin y Neil sabía que no debía hacer ningún
comentario.
El equipo de reemplazo de Neil apareció el jueves. El partido del viernes contra
Arkansas significaba un viaje de todo el día. Estuvieron en el autobús de los Zorros antes
de que saliera el sol y se detenían cada cuatro horas en las paradas de descanso. Neil
terminó su tarea y estudios con demasiado tiempo de sobra y se cansó de su libro a la
mitad. Conocía la línea de SUA por dentro y por fuera, así que no tenía sentido revisarla.
Estaba cansado de aburrimiento, pero no lo suficientemente cansado como para dormir.
Kevin y Nicky estaban profundamente dormidos y Andrew miraba por la ventana a la
nada. Aaron los ignoraba como de costumbre. Neil se dio por vencido con ellos como
fuente de entretenimiento y se dirigió al frente del autobús, donde los estudiantes
avanzados quedaron atrapados en una animada conversación. No preguntaron por qué
se había desviado de su asiento habitual, solamente lo absorbieron en su grupo sin
dudarlo. No hizo que el viaje se sintiera más corto, más fue significativamente menos
paralizante. Cómo Wymack dormía con todo el ruido, Neil no lo sabía. Fuerza de
voluntad, supuso, porque Wymack todavía se negaba a contratar un conductor y no
quería que sus Zorros se quedaran en Arkansas durante la noche. Los traería de vuelta
a Carolina del Sur justo después del juego.
Llegaron a la ciudad alrededor de las seis horas del centro, dos horas antes de servir.
La cena fue en un buffet local, donde inhalaron desesperadamente las calorías
suficientes para ayudarlos a pasar el juego y tuvieron suficiente tiempo después para
caminar lentamente por la pista de la corte de la SUA. Cuando finalmente se abrieron las
puertas para dejar entrar a la multitud, Wymack envió a sus Zorros a prepararse.
SUA no jugó con la velocidad o agresión que UT y Belmonte habían llevado a la
cancha, pero eran el equipo más comunicativo con el que Neil se había enfrentado.
Constantemente se gritaban entre sí, llamando aperturas y rastreando las marcas de los
demás. Se pelearon, pero no fueron terribles al respecto. SUA ya había perdido contra
UT y Belmonte; ganar contra los Zorros no los salvaría ni a ellos ni a su dignidad.
Al medio tiempo los resultados del partido de la otra noche estaban en: UT había
matado a Belmonte y procedía al combate a muerte. Tener a un rival noqueado les dio a
los Zorros el segundo aliento que necesitaban y dominaron la cancha en la segunda
mitad. Ganaron por un margen cómodo, se tomaron su tiempo para lavarse después y
regresaron al autobús a las once. Neil encontró un mensaje esperándolo cuando volvió
a encender su teléfono: “42”.
Escribió un “Desaparece” pero lo eliminó de inmediato. Lo último que quería hacer era
alentar a quien lo estaba provocando al reconocer los mensajes. Neil apagó su teléfono
otra vez y fue a celebrar con los estudiantes de último año.
CAPÍTULO DIEZ
Una semana sin partido no disminuyó la intensidad de sus prácticas, pero Wymack
construyó un pequeño espacio como pudo. No era una consideración, sino una
necesidad: había hecho la primera ronda de recortes con su pila de aspirantes a Zorros
y necesitaba la ayuda de su equipo para reducirla. Las chicas tomaron la tarea con un
entusiasmo que Neil no había esperado. Pensó que elegir sus propios reemplazos sería
un recordatorio agridulce de que se iban a graduar en un año. Si alguna de ellas sabía
que se les estaba acabando el tiempo, sin embargo, no daban señales de ello.
Menos sorprendente fue el desprecio de Kevin por cada archivo que Wymack le
ofreció. Insistió en que Wymack hiciera una segunda solicitud, a lo que Wymack le exigió
a Kevin que aceptara un poco más a los delanteros que no habían sido criados para ser
campeones. Neil no tenía la experiencia o la perspicacia para discutir con Kevin, aunque
se aferró en silencio a una de las elecciones que había hecho y se negó a dejarlas ir.
Kevin intentó arrancársela de las manos una sola vez antes de escribir que Neil era un
ignorante y volver a acercársela a Wymack. Abby intervino cuando la discusión se hizo
demasiado fuerte y desterró a Wymack y Kevin a los extremos opuestos del vestuario.
El martes, Kengo fue liberado del hospital. Si no fuese el padre de Riko, podría haber
llegado a casa sin preguntas ni fanfarrias, ya que Kengo Moriyama pasaba simplemente
como otro hombre de negocios adinerado. Mientras estuvo allí, un par de reporteros
esperaba en su puerta. Kengo respondió a sus preguntas con un silencio sepulcral y dejó
que sus ayudantes despejaran el camino para él. Las leyes de HIPAA impidieron que
alguien se diera cuenta de lo que lo había metido en el hospital en primer lugar, no
obstante, parecía haberse recuperado, así que la prensa finalmente se rindió y siguió
adelante.
El miércoles por la tarde, Andrew tuvo su sesión semanal con Betsy Dobson, lo que
significaba que su grupo tomaría un paseo con Matt. Kevin y Nicky los estaban esperando
en el pasillo cuando Neil siguió a Matt fuera de su dormitorio. Aaron no estaba a la vista.
Neil cerró la puerta detrás de él y miró a Nicky.
Nicky negó con la cabeza.
— Dijo que estaba dando un paseo con Andrew hoy.
— ¿A la cancha? —Dan preguntó.
Neil consideró la expresión de Nicky y adivinó:
— Adonde Dobson, Aaron quiere sentarse con él—.
— Ninguna mierda —dijo Matt, sorprendido.
— ¿Tú crees?
—Loco, ¿verdad? —Preguntó Nicky.
— Yo dije que no sabía que Andrew estaba de acuerdo, y Aaron dijo que Andrew no
sabía lo que estaba planeando. Aaron aún no ha regresado, así que o está muerto en el
estacionamiento o lo logró. ¿Supongo que se cansó de que Katelyn lo evitara? Hablando
de eso, uno de estos días quiero que me digas cómo la acorralaste.
—Pregunté —dijo Neil.
—Ahí va eso de “preguntar” de nuevo —dijo Matt.
— ¿Significa algo diferente de dónde vienes?
—La mayoría de las veces, sí —dijo Neil.
La inesperada honestidad le provocó risa a Matt. Sin el antagonismo de Andrew y
Aaron levantando barricadas, era fácil para los Zorros mezclarse. Bajaron las escaleras
en un grupo mixto. Nicky revisó el estacionamiento en busca de signos de la horrible
muerte de Aaron y se subió a la camioneta de Matt con una sonrisa salvaje cuando no
encontró ninguno. A pesar de esa alegría, fue rápido al ofrecer a Neil como vocero
cuando Wymack necesitó una explicación para la ausencia de Aaron. Wymack respondió
asignando a los Zorros vueltas adicionales. Neil esperaba que, al menos, Nicky gruñera
al respecto, pero quedó tan impresionado por el dudoso progreso de sus primos que se
hizo cargo del trabajo sin quejarse.
Andrew y Aaron tenían que notar el intenso escrutinio al que fueron sometidos cuando
llegaron, no obstante, ninguno reconoció la atención. Los Zorros no eran lo
suficientemente suicidas como para preguntar cómo había ido. Andrew parecía tranquilo,
más la expresión de Aaron era francamente cruel.
Wymack los miró del uno a otro.
— ¿Esto va a ser algo continuo? Necesito saber cómo planificar a su alrededor.
—No —dijo Andrew.
Aaron lo miró irritado.
— Sí.
—Está bien —dijo Wymack, y eso fue todo.
No tenían un juego el viernes, pero el ERC finalmente publicó la alineación de la
semana siguiente. Seis equipos de divisiones paralelas procedían al partido a muerte,
en comparación con ocho de los superiores. Los Zorros se enfrentarían a la Universidad
de Vermont Catamientos en casa. UT estaba en contra de Nevada y el estado de
Washington se enfrentaría a Binghamton. En la categoría de superiores, los Tres
Grandes habían evitado milagrosamente los nombres de los demás. Todos pasarían a
la tercera ronda, junto con el equipo que ganara el partido Oregón—Maryland. Habría
otra pausa de una semana entre el combate a muerte y la tercera ronda.
Un fin de semana gratis significaba que deberían haber pasado la noche bebiendo en
Columbia, pero el truco del miércoles de Aaron arrastró la guerra fría de los gemelos a
un nivel completamente nuevo. Según Nicky, Aaron solo estaba en el dormitorio el tiempo
suficiente para dormir o cambiarse de ropa. Nicky asumía que Aaron pasaba el resto de
su tiempo libre con Katelyn. Neil esperaba que estuviera equivocado. Katelyn podría
estar dispuesta a hablar con Aaron otra vez ahora que había puesto los pies en el suelo,
pero Andrew tenía una promesa de guardar y tenía más razones que nunca para
arremeter contra ella. Si Katelyn fuera inteligente, mentiría durante un par de semanas.
No podían ir a Columbia sin Aaron, así que Nicky arrastró a Neil a su habitación. Aaron
había desaparecido, pero Nicky y Andrew reclamaron las sillas de puf y se asociaron en
un juego de terror. Neil había traído su mochila, aunque la música espeluznante y el grito
ocasional en la pantalla eran excusas perfectas para no intentar ninguna tarea. Miró a
Kevin, quien desenchufó los auriculares de su computadora portátil y le hizo un gesto
hacia la habitación. Kevin agarró la computadora, entonces Neil fue a buscar un bloc de
notas y cerró la puerta de la habitación detrás de ellos.
Kevin estaba suscrito a un sitio de transmisión de Exy. Buscó el juego más reciente
de Vermont y giró la pantalla para que ambos pudieran ver.
Neil tomó notas, Kevin absorbió todo lo que pudo ver, y luego compararon las ideas.
UVM tenía un equipo desequilibrado: una defensa intimidante respaldando una línea de
ofensiva mediocre. Neil y Kevin tendrían las manos ocupadas, pero al menos sus
fracturadas defensas estarían en una favorable situación.
Un juego se convirtió en dos y se habría convertido en tres si Nicky no hubiera venido
a buscarlos. Nicky tardó un segundo en darse cuenta de lo que estaban haciendo y lanzó
una mirada consternada entre ellos.
—No hablan en serio. Es viernes por la noche ¿y así es como se divierten? Denme un
descanso. Piensen en otra cosa por un tiempo, ¿lo harían? Como un helado. Pensé que
íbamos a ir a Columbia. Mi cuerpo ha estado listo para un helado todo el día. Me han
engañado y exijo una compensación.
—Ese no es nuestro problema —dijo Kevin.
—Lo estoy convirtiendo en tu problema —dijo Nicky.
— Neil, vienes conmigo a la tienda.
—Vete solo —dijo Kevin.
—Es una gran idea —dijo Nicky.
— Hay un pequeño error, sin embargo: ya no estoy en la póliza de seguro y no tengo
una llave para el nuevo viaje.
— ¿Tú qué? —Neil preguntó, sorprendido.
Nicky se encogió de hombros y no explicó nada.
— Vamos, Neil. Los juegos seguirán allí mañana. Estoy aquí ahora, tengo hambre, y
estoy cansado de que me ignores en mi propia habitación.
Kevin abrió otro juego y lo detuvo para que pudiera amortiguar.
— Andrew puede llevarte.
—Ya no te estoy hablando a ti —dijo Nicky.
— Estoy hablando con tu mini tú.
—Yo —comenzó Neil, aunque titubeó cuando su teléfono sonó.
Podía adivinar de qué se trataba, pero había una posibilidad de que no lo fuera. Sacó
su teléfono del bolsillo y lo abrió para leer la contribución de hoy a la cuenta regresiva:
“35”. Neil lo miró en silencio. Si Neil creía en las señales, esta sería una prueba de que
debería quedarse aquí con Kevin. Podrían jugar otro partido antes de tener que dormir
por la noche. Un juego más y probablemente tendría nombres y números memorizados.
Tenían menos de tres meses hasta la final. Los Zorros no podían permitirse un solo paso
en falso entre aquí y allá.
Neil levantó la vista, listo para rechazar a Nicky, no obstante Andrew se había
acercado a Nicky en la puerta. Neil lo miró y pensó acerca del atractivo preocupado de
Nicky el otoño pasado, la advertencia de que algún día Exy no sería suficiente por sí
mismo. Podría ser un refugio seguro de sus pensamientos y una razón para levantarse
y la inspiración para luchar más duro. Podría significar el mundo para él, pero no podría
ser todo. No podía unir sus pedazos rotos como lo hicieron los Zorros. No dejaría todo
para sacarlo del aeropuerto ni regresaría por él sin cuestionarlo ni lo llamaría “amigo”.
Neil construyó su vida alrededor de Exy después de que su madre murió porque
necesitaba algo para vivir, más ya no estaba solo.
Tal vez se arrepentiría de esto el lunes cuando estuviera mil pasos atrás de Kevin en
la práctica, pero de todos modos no era como si Neil lo fuera a alcanzar. Neil cerró su
teléfono y miró a Kevin.
— ¿De qué tipo quieres?
Kevin lo miró.
— No te vas a ir —dijo, no una pregunta del todo.
—Si nos metemos en otro, esta noche nos levantaremos demasiado tarde. Elige un
sabor—.
Kevin no respondió; tal vez estaba demasiado decepcionado con Neil como para
tomarse la pregunta en serio. A Neil ya no le importaba lo que Kevin pensara de él. Como
le recordó a Kevin la otra semana, el viaje de Kevin no se detuvo en mayo. Podía pasar
todas las noches viendo infinitas repeticiones y tácticas porque tenía todo el tiempo del
mundo de sobra.
Neil guardó su teléfono en su bolsillo y se puso de pie.
— Envía un mensaje de texto a Nicky cuando te decidas.
Nicky miró a su alrededor con regocijo por haber ganado el tira y afloja. Neil dejó que
la autosatisfacción triunfara sobre la actitud de Kevin y llevó a Nicky al auto. Nicky
parloteó acerca de Erik durante la mayor parte del viaje a la tienda de comestibles. Nicky
planeaba pasar la mayor parte de mayo en Alemania. Su breve reunión con Erik durante
las vacaciones de Navidad hizo que Nicky lo echara de menos más que nunca y estaba
contando los días hasta que pudieran volver a verse. Estaba un poco preocupado por lo
que Andrew y Aaron podrían hacer en su ausencia, pero confiaba en que Neil los
mantendría con vida hasta que los dormitorios volvieran a abrir en junio.
Kevin todavía no había enviado un mensaje a Nicky cuando llegaron al pasillo de
helados, por lo que Nicky cedió y lo llamó. Neil casi esperaba que Kevin ignorara la
llamada de Nicky, sin embargo, Kevin no estaba tan enojado con ellos como para
rechazar un bocadillo gratis. Nicky pagó las pintas antes de que Neil pudiera ofrecerle
las suyas y regresaron al dormitorio con su botín.
Kevin no estaba a la vista, no obstante, la puerta del dormitorio estaba cerrada de
nuevo. Neil supuso que había vuelto a mirar los juegos solo. A Neil le molestó por un
momento que Kevin no estuviera dispuesto a esperar por él, más se negó a arrepentirse
de su decisión. Nicky tomó cucharas de la cocina y distribuyó pintas a sus hambrientos
dueños. Neil comprobó su expresión cuando Nicky volvió de dejar caer a Kevin, aunque
Nicky solo rodó sus ojos hacia Neil y sonrió de nuevo. Arrojó la bolsa de plástico vacía
en dirección a la basura y examinó su estante de DVD con los puños en sus caderas.
Después de un minuto de estudio serio, Nicky se quejó.
— No hay nada que ver, voy a buscar en la colección de Matt.
Lo dijo definitivamente, pero esperó un poco en caso de que Andrew descartara esa
idea. Neil miró a Andrew, que estaba rodando su helado entre sus manos para suavizarlo.
Cuando Andrew no dijo nada, Nicky desapareció. Neil cerró la puerta detrás de él y llevó
su helado a Andrew. Se arrodilló en el suelo cerca del puf de Andrew y escuchó. No
escuchó el sonido de un juego que venía del dormitorio, sin embargo, los auriculares de
Kevin ya no estaban en su escritorio. Neil dejó su helado y su cuchara a un lado y miró
a Andrew.
—Pregunta —dijo Neil, pero le tomó unos minutos encontrar las palabras correctas.
— Cuando dijiste que no te gusta que te toquen, ¿es porque no te gusta para nada o
porque no confías lo suficiente en nadie como para dejar que te toquen?
Andrew lo miró.
— No importa.
—Si no fuera así, no preguntaría —dijo Neil.
—No le importa a un hombre que no hace swings —aclaró Andrew.
Neil se encogió de hombros.
— No lo hago porque nunca me lo han permitido. Lo único que podía pensar sobre
crecer era sobrevivir.
Tal vez por eso estaba en esa zona gris de lo que era aceptable. No importaba que
Andrew fuera un sociópata o un hombre; la idea de Andrew estaba tan entrelazada con
la idea de la seguridad de Neil que este también era un medio de auto conservación.
— Permitir que alguien entrara significaba confiar en que no me apuñalarían en la
espalda cuando personas terribles vinieran a buscarme. Tenía demasiado miedo de
arriesgarme, así que era más fácil estar solo y no pensar en eso. Pero confío en ti.
—No deberías.
—Lo dice el hombre que se detuvo—. Neil le dio a Andrew unos momentos para
responder antes de decir:
— No lo entiendo, y no sé lo que estoy haciendo, simplemente no quiero ignorarlo solo
porque es nuevo. Así que, ¿estás completamente fuera de los límites o hay zonas
seguras?
— ¿Qué estás esperando, coordenadas?
— Espero saber dónde están las líneas antes de cruzarlas —dijo Neil.
— Aunque estoy dispuesto a trazar un mapa sobre ti si quieres prestarme un
marcador. Eso no es una mala idea.
—Todo sobre ti es una mala idea —dijo Andrew, como si Neil no lo supiera.
—Todavía estoy esperando una respuesta.
—Todavía estoy esperando un sí o un no que realmente pueda creer —respondió
Andrew.
—Sí.
Neil tomó la pinta de helado de los dedos sin resistencia de Andrew, la apiló sobre la
suya y se inclinó. Se detuvo, tímido de besar realmente a Andrew, sin atreverse a tocarlo
hasta que Andrew le dio luz verde. La expresión de Andrew no cambió, pero hubo un
cambio sutil en la tensión de su cuerpo que le dijo a Neil que había captado la atención
de Andrew. Neil alzó una mano, aunque lo detuvo una diferencia segura en la cara de
Andrew. Andrew lo agarró de la muñeca y lo apretó como advertencia.
—Está bien si me odias —dijo Neil.
Era la verdad, acaso un poco de eufemismo. Mientras Andrew solo se sintiera
físicamente atraído por Neil, era seguro experimentar con él. La muerte de Neil no sería
más que una leve inconveniencia para Andrew.
—Bien —dijo Andrew —porque lo hago.
Por un segundo, Neil pensó que Andrew lo apartaría y terminaría con esto. Andrew se
tensó, pero siguió a Neil. La alfombra corta era áspera contra los nudillos de Neil, donde
Andrew cubrió su cabeza con la mano. Neil no podía quejarse cuando Andrew era un
peso inflexible sobre él. Comenzó a buscar a Andrew otra vez, pero se detuvo a mitad
de camino. Andrew atrapó esa mano también y la mantuvo fuera del camino.
—Quédate —dijo Andrew, y se inclinó para besarlo.
El tiempo no era nada. Los segundos eran días, eran años, eran las respiraciones que
se cogían entre sus bocas y la mordedura de las uñas de Neil contra sus palmas, el roce
de dientes contra su labio inferior y el cálido deslizamiento de una lengua contra la suya.
Podía sentir los latidos del corazón de Andrew contra sus muñecas, un ritmo de staccato
que resonaba en las venas de Neil. Cómo un hombre que veía el mundo con una tan
estudiada desconexión podía besar así, Neil no lo sabía, no obstante, no iba a quejarse.
Neil había olvidado lo que era ser tocado sin intención maliciosa. Había olvidado cómo
se sentía el calor corporal. Todo lo relacionado con Andrew era caliente, desde las manos
que lo sostenían hasta la boca, separaban a Neil constantemente. Neil finalmente
entendió por qué su madre pensó que esto era tan peligroso. Esto era distracción e
indiscreción, evitación y negación. Estaba bajando la guardia, dejando entrar a alguien y
consolándose con algo que no debería tener y que no podía cumplir. En este momento,
Neil lo necesitaba demasiado como para preocuparse.
No pudo durar mucho, porque Kevin estaba en la habitación contigua y Nicky estaba
a solo dos puertas, pero la boca de Neil estaba entumecida y sus pensamientos
zumbaron por la incoherencia cuando un golpe les avisó que Nicky había abierto la
puerta. Neil reprimió un destello de irritación cuando Andrew se levantó y se alejó de él.
Neil intentó decirle a Nicky que esperase un momento, más no tuvo aliento para hablar.
Andrew estudió la expresión de Neil durante unos segundos, luego se puso de pie y
se dirigió hacia la puerta. Neil se levantó con manos temblorosas y se retiró al escritorio
de Kevin con su helado. Quitarle el sello de seguridad fue lo más difícil que había hecho
durante todo el año, pero al menos le dio una excusa para no mirar a Nicky. Nicky
refunfuñó por haber sido expulsado de su habitación cuando entró por la puerta, pero
cuando llegó a su puf ya lo había olvidado en favor de las películas que había pedido
prestadas.
—Miren, ustedes van a votar esta vez —dijo Nicky, como si les estuviera haciendo un
gran favor.
Recitó títulos y actores principales. Neil dejó que la lista entrara por un oído y saliera
por el otro. Reconocía la mayoría de los nombres de los actores después de vivir con los
Zorros durante tanto tiempo, pero no conocía ninguna de las películas. No le importaba
en este momento, de todos modos, y no le tomó mucho tiempo a Nicky darse cuenta.
— Hola, Tierra a Neil. ¿Acaso me escuchas?
Neil miró las marcas de media luna que había dejado en su palma.
— Tú elige.
—Ustedes dos son las personas menos útiles en todo el universo —se quejó Nicky,
aunque le tomó solo un segundo tomar una decisión. La caja se abrió y se cerró cuando
sacó el DVD. Neil escuchó como frijoles crujiendo mientras Nicky se acomodaba en su
silla. Neil no escuchó a Andrew volver a sentarse, sin embargo, no se fiaba lo suficiente
como para mirar y ver dónde estaba.
— ¡Vamos, Neil!
Neil no pudo encontrar una excusa para quedarse más tiempo.
— Ya voy.
Las luces del techo se cortaron entonces, lo que significaba que Andrew se había
quedado junto a la puerta después de dejar entrar a Nicky. Pensando que Andrew
necesitaba espacio y tiempo para reagruparse de la misma manera que Neil casi
destruyó los intentos de Neil de volver a armar su cara neutral. El refrescante helado fue
un poco más útil para absorber el calor de su piel, por lo que Neil se aferró a él y se
levantó del escritorio. No había espacio para sentarse entre las sillas de puf y no podía
parecer que estaba evitando a Andrew, así que se sentó en el suelo a la izquierda de
Andrew.
Nicky inició la película tan pronto como Andrew se unió a ellos. Neil lo miró para no
mirar a Andrew, pero si alguien le preguntaba más tarde de qué se trataba, no podría
contarles.
Estaba seguro de que todavía sentía el latido del corazón de Andrew en su piel cuando
se acostó unas horas más tarde.
***
Neil había sobrevivido a más de unas pocas semanas de crecimiento, pero la semana
anterior al primer partido a muerte de los Zorros fue casi suficiente para sacudirlo incluso
a él. Los niveles de estrés de sus compañeros de equipo estaban por las nubes y Neil
no pudo evitar verse afectado por su silencioso pánico. Dan intentaba sonar genial,
aunque Neil podía escuchar la tensión en su voz mientras dirigía a su equipo en las
prácticas. Allison tocaba la línea de defensa fracturada cada vez que tenía oportunidad
y Kevin era horrible con todos ellos. Matt era marginalmente mejor para mantener su
actuación junta, sin embargo, a medida que avanzaba la semana se volvieron más
inquietos y ansiosos que él.
Incluso Renee lo estaba sintiendo, aunque lo ocultó bien. Cuando sus amigos estaban
cerca, ella era la roca perfecta para apoyarse, tan alentadora y agradable como siempre.
Era una historia diferente cuando daba vueltas en el descanso, solo con Neil y Andrew.
Ella no admitía nada, pero parecía un poco más cansada cada día. Neil sabía que no
debía preguntarle si estaba bien. Ella también podría sentirse obligada a sonreírle,
cuando lo que realmente necesitaba era tiempo para recuperar el aliento y calmar sus
propios nervios.
Le tomó a Neil un par de días darse cuenta de que no eran los Zorros los que
consumían la mayor parte de su energía. Renee rara vez decía nada en sus paseos,
demasiado concentrada en lo que sucedía en su teléfono. La ocasional y triste
contracción en la esquina de su boca decía que sus conversaciones de texto con Jean
no iban bien.
Las escaramuzas de la tarde hicieron que todos se fueran magullados y doloridos.
Kevin y Neil hicieron todo lo posible para evitar a sus compañeros de equipo, y sus
defensas retrocedieron tan fuerte como pudieron. A pesar de los dolores que Neil llevó a
su casa, lo único en lo que podía pensar durante la cena era volver a la cancha esa
noche.
Cuando Neil condujo a Kevin a la cancha el miércoles por la noche, dijo:
— Deberíamos haber traído a Andrew con nosotros.
—No —dijo Kevin—. Te lo dije: debe venir con nosotros por su propia voluntad. No
significa nada si él acepta por nuestro bien.
—Sé lo que dijiste —dijo Neil —no obstante, necesitamos más práctica contra un
objetivo resguardado.
—No nos haría ningún bien —dijo Kevin.
— Tu meta no es el portero: es el objetivo en sí. Los porteros cambian todas las
semanas. Ninguno tiene las mismas fortalezas o estilos. ¿Por qué obsesionarte con
superar a un hombre cuando no tiene efecto en el resto? Perfecciona tu propio
rendimiento y que no te importe quién está en la meta.
—Solo digo que…
—Continúa discutiendo conmigo y practicarás solo esta noche.
Neil frunció el ceño por el parabrisas y se calló. A pesar de su molestia, Neil pensó en
las palabras de Kevin durante el resto del viaje. No podía entenderlas, pero se negó a
pedirle explicaciones a Kevin. Los porteros no eran obstáculos invisibles. Eran la última
línea de defensa para sus equipos y generalmente los jugadores más ágiles en la cancha.
Anotar no era solo aterrizar una pelota dentro de las líneas de meta marcadas; era
llevar la pelota a ese punto de una forma que el arquero no pudiera predecir o desviar.
Todavía le molestaba a Neil al día siguiente, por lo que les preguntó a los porteros de
los Zorros sobre ello durante el descanso del jueves por la tarde. Renee volteaba su
teléfono en sus manos como si lo considerara. Andrew ni siquiera reconoció la pregunta.
—Es una idea interesante —dijo Renee —y parece estar funcionando para él. Sin
embargo, pedirle a alguien que cambie su forma de pensar y su enfoque es una tarea
difícil, especialmente a finales de la temporada. Entonces, de nuevo— dijo ella tras un
momento —cambiaste las raquetas a mitad de temporada.
— Una raqueta es una cosa —dijo Neil.
— No creo que pueda hacer esto.
—Si no quieres, no lo hagas —dijo Renee, como si fuera tan simple rechazar a Kevin.
— Si quieres probar, te ayudaremos de cualquier manera que podamos.
—No —dijo Andrew antes de que Neil pudiera responder.
— Deja de copiarle.
—Estoy tratando de mejorar —dijo Neil.
— No puedo mejorar por mi cuenta.
Andrew le lanzó una mirada aburrida y no dijo nada más. Neil le dio un minuto y luego
se plantó frente a Andrew cuando se dio cuenta de que este realmente no planeaba
elaborar ni explicar. Renee silenciosamente guardó su teléfono y los miró. Su mirada se
detuvo en Neil, pero Neil no la devolvió. Buscó la expresión calmada de Andrew en busca
de respuestas.
— ¿Por qué no debería copiarle? —preguntó Neil.
— Nunca vas a jugar como él —dijo Andrew. Antes de que Neil pudiera tomar eso
como un insulto contra su potencial, Andrew continuó.
— Es un tonto cuyo estilo son los números y los ángulos. Fórmulas y estadísticas,
prueba y error, repetición y locura. Lo único que le importa es encontrar el juego perfecto.
— ¿Es eso tan malo?
—No hagas preguntas estúpidas.
—No me hagas hacerlo—.
—Un adicto como tú no puede ser tan frío —dijo Andrew.
—No soy un adicto.
Andrew solo lo miró, así que Renee intervino con cuidado:
— Creo que quiere decir que Kevin es muy analítico, mientras que tú eres apasionado.
Ambos se preocupan por ganar, pero no de la misma manera.
Andrew no dijo nada para confirmar o negar esa interpretación, por lo que Neil se
apartó de su camino. Andrew continuó, terminando con esta conversación. Renee se
quedó con Neil, sin embargo, no dijo nada más. Neil miró a Andrew mientras consideraba
su opinión sobre él. Si Andrew tenía razón, a Kevin no le importaban los porteros porque
era un jugador técnico. Su enfoque estaba en perfeccionar tomas imposibles y ángulos
difíciles. Jugaba contra sí mismo, no contra el portero, por lo que el portero siempre era
una idea de último momento.
Andrew tenía razón. Neil no podía jugar así. El aprendizaje de los trucos de Kevin era
necesario para su desarrollo como jugador, más Neil nunca podría implementarlos de la
misma manera en la cancha. Neil era muy consciente de los obstáculos y su emoción se
imponía a sus marcas.
Le gustaba ser el mejor jugador, el más rápido. Le gustaban las jugadas frenéticas,
las llamadas cercanas y los goles desgarradores. No tenían que ser bonitos o perfectos,
siempre que ganaran al final.
La comprensión quitó importancia a la tensión persistente de la noche anterior.
Cuando Neil se relajó, se dio cuenta de que Renee todavía lo estaba mirando. Sonrió
cuando Neil la miró y ladeó la cabeza para invitarla. Comenzaron después de Andrew y
caminaron su última vuelta en cómodo silencio.
***
Cuando los Zorros llegaron a la cancha el 9 de febrero, nadie esperaba la pelea que
traerían. A los 45 minutos de iniciado el juego, los Pumas estaban tres puntos por detrás.
En la televisión del vestuario de los Zorros, los presentadores deportivos sacudían la
cabeza con asombro.
—Estoy contigo en este caso, Marie. No estoy del todo seguro de a quién estamos
mirando ahora ni de lo que hicieron con los Zorros del año pasado, pero me han
impresionado por completo.
Neil miró el televisor mientras se estiraba. Los dos estaban informando en vivo desde
el interior de la Cancha de los Zorros, a pocos metros de los bancos vacíos de los Zorros.
Era difícil escucharlos por el ruido de las gradas, especialmente cuando Rocky Foxy, la
mascota, pasaba rodando.
—Honestamente, nunca esperé que terminaran la temporada —dijo Marie.
— La cantidad de contratiempos que han sufrido este año es increíble y estaba segura
de que se retirarían en noviembre. Es un verdadero honor para la alineación de este año
que hayan llegado hasta aquí. Esta es la primera lista de Zorros que realmente adopta
el trabajo en equipo.
—De hecho —estuvo de acuerdo su homólogo masculino—. Este es el tipo de
sincronía que esperas de las escuelas de primer nivel. Hace unas semanas todos nos
reíamos cuando el estudiante de primer año Neil Josten dijo que los Zorros estaban
ansiosos por tener una revancha con los Cuervos. Nadie se está riendo ahora. Si pueden
mantener este impulso y siguen jugando como lo están haciendo esta noche, tienen una
real posibilidad de pasar a semifinales.
—Quedan diez minutos del descanso —dijo Marie.
— El puntaje es de seis a tres. Les tomará un buen trabajo de pies a los Pumas para
recuperarse. Estamos a menos de una hora de ver si los Zorros pueden asegurar su
primera victoria en el juego a muerte. Echemos un vistazo a algunos aspectos
destacados de la primera mitad, y luego…
Dan apagó el televisor y se paró frente a la pantalla oscura. Matt le dio un minuto,
luego tocó su hombro para llamar su atención. Ella respondió su mirada inquisitiva con
una sonrisa irónica.
—Es raro escucharlos decir cosas buenas sobre nosotros —dijo.
—Les tomó suficiente tiempo —resopló Allison.
—Nos llevó lo suficiente como para merecer su consideración —señaló Renee, sin ser
desagradable.
Los de último año intercambiaron una larga mirada, exhausta y triunfante. La primera
alineación de los Zorros se había estrellado y se había quemado a dos pasos de la puerta
de salida, y a mitad de la temporada habían sido el hazmerreír del deporte. Las chicas
llegaron a la Universidad Estatal de Palmetto sabiendo que tomaría trabajo rescatar esa
amarga reputación y saber que Wymack era su único aliado.
Exy era un deporte mixto, pero las mujeres eran ampliamente superadas en número
en la NCAA. Incluso menos de ellas llegaban a las Grandes Ligas y equipos
profesionales. La junta escolar aprobó a las tres con aprobación de Wymack, sin
embargo, sus propios compañeros de equipo hicieron de sus vidas un infierno. A pesar
de cada pérdida y cada obstáculo, lo lograron, y ahora finalmente obtenían el visto bueno
que merecían.
—Muy bien —dijo Dan, alejándose del televisor.
Su mirada se demoró un momento en la última adición al vestuario: un puesto de
caoba en la esquina, cerca de la foto de Andrew y Neil. Ella había dicho el mes pasado
que quería un puesto para su eventual trofeo de campeonato. Neil pensó que había
estado hablando en grande para inspirar al equipo, pero aparentemente no. Allison
encontró el perfecto, ayer después de la cena. Cuando Neil y Kevin llegaron a la cancha
para practicar la noche anterior, encontraron que los de cursos superiores tenían el
puesto situado.
Dan sonrió, bajo y feroz, y miró a sus compañeros de equipo.
— Estoy de humor para arruinar por completo la noche de Pumas. ¿Alguien está
conmigo? —
—Hagámoslo —dijo Matt con una sonrisa dentuda.
— ¿Qué tienes para nosotros, entrenador?
Wymack bajó los punteros de la primera mitad lo más rápido que pudo y los llevó de
vuelta a la cancha cuando sonó el timbre de advertencia. UVM salió tan fuerte como
pudieron en el saque, enojados por los resultados de la primera mitad y estimulados por
los entrenamientos de medio tiempo de sus entrenadores. Eran un monstruo
completamente nuevo, pero Neil aplastó su luz de pánico. Perder la calma aquí solo
destruiría las posibilidades de los Zorros. Se concentró solo en lo que él y Kevin podían
controlar y confió en que sus compañeros de equipo manejarían su lado de la cancha.
Veinte minutos de la segunda mitad, el puntaje aún no se había movido. Neil y Kevin
no pudieron esquivar a sus reacias defensas y los delanteros de UVM no pudieron
superar a Andrew. El juego no había sido amistoso antes, pero a medida que los ánimos
se desvanecían y la paciencia disminuía, el juego se ponía un poco más rudo. Neil estaba
acostumbrado a un poco de puntuaciones con empujones mientras esperaban que la
pelota le saliera al paso, sin embargo, este empujón agresivo lo hizo deslizarse por el
piso. Neil apretó los dientes y se echó hacia atrás, pero su defensa tenía medio metro y
cuarenta libras sobre él; no iría a ningún lado sin violencia.
Una pelea estaba por venir; todos lo sabían. Era solo un sorteo en cuanto a qué
jugador se había quebrado primero. Sorprendentemente —o no— era Andrew.
Después de aplastar otra pelota en la cancha, Andrew golpeó su raqueta contra la
pared y llamó a Nicky. Neil solo tuvo medio segundo para ver a Nicky avanzar hacia la
meta; la pelota estaba en camino hacia Kevin y eso era más importante que lo que estaba
sucediendo en el otro extremo de la cancha. Kevin no pudo pasar a su defensa y estaba
en un mal ángulo para pasar a Neil, por lo que le lanzó la pelota a Dan. Dan se quitó la
marca del hombro y corrió por la cancha para comprar la habitación de los delanteros.
Ella lanzó la pelota a la pared del fondo para que rebotara a los delanteros. Neil y Kevin
corrieron por ella, pero el portero dio un salto corriendo para conseguir la pelota primero.
La levantó hacia el techo en un ángulo pronunciado y bajó a la mitad de la cancha entre
los Intermediarios y la defensa de los Zorros.
La marca de Nicky comenzó, y Nicky barrió sus piernas bajo él con la raqueta. Una
falta tan flagrante detuvo el juego por completo, al menos hasta que el delantero de Nicky
volvió a encontrar sus pies. Llegó a Nicky con los puños volando, pero Andrew ya estaba
allí. Empujó su raqueta a lo largo entre ellos y la usó para empujar al furioso delantero
lejos de su primo. El delantero fue lo suficientemente estúpido como para golpear a
Andrew en su lugar, pero Matt y su marca intervinieron.
Para entonces los árbitros estaban en la cancha y Nicky les lanzó un beso cuando le
entregaron su tarjeta roja. Salió de la cancha como un campeón triunfante, con los puños
en el aire y sonriendo de oreja a oreja. Aaron vino a reemplazarlo, y los equipos se
prepararon para un tiro sucio. Neil estaba sonriendo mientras tomaba su lugar. Echó un
vistazo hacia Kevin. Kevin ya estaba preparado para correr, confiando en la habilidad de
Andrew para defender el tiro.
Andrew lo hizo, y como siempre, disparó el rebote donde Neil podría conseguirlo. Neil
salió corriendo por la cancha como si su padre le pisara los talones, y no había nada que
su delantero pudiera hacer para detenerlo. Una mirada a Kevin mostró que su marca
estaba demasiado cerca para un pase seguro. Neil atrapó la pelota y se la pasó a él
mismo en su lugar, golpeando bajo el piso donde rebotó en la pared a unos pocos pies
de la portería. El portero se aprovechó de ello, pero Neil fue lo suficientemente rápido.
Agarró la pelota, retiró su raqueta en el momento preciso y disparó a la meta. Iba
demasiado rápido y estaba demasiado cerca de la pared para detenerse, pero tenía
espacio suficiente para girar. Se estrelló el omóplato primero, la espalda y el casco luego,
y gruñó cuando se le cortó la respiración de los pulmones.
A Neil no le importaba el dolor; el objetivo era rojo y el zumbido era ensordecedor en
sus oídos. Se tambaleó lejos de la pared, usando su raqueta como bastón hasta que
volvió a encontrar el equilibrio y aspiró aire de vuelta a su dolorido cuerpo. El portero le
gruñó algo grosero, no obstante Neil lo desconectó con la facilidad de una larga práctica.
Sus compañeros de equipo lo alcanzaron mientras cruzaba la cancha. Neil tocó los palos
y aceptó sus excitadas felicitaciones, pero todo lo que importaba era atravesarlos hasta
la meta. A Neil no le quedaba mucho tiempo antes de que los árbitros pudieran atracarlos
por detener el juego, así que trotó el resto del camino hasta Andrew.
—Nicky no es un luchador —dijo Neil.
— Le dijiste que hiciera un swing.
—Se estaba volviendo aburrido —dijo Andrew.
Neil sonrió.
— ¿Ahora te estás divirtiendo?
—Esa parte fue vagamente interesante —dijo Andrew—. Puedo tomar o dejar el resto.
—Es un comienzo —dijo Neil, y se dirigió a media cancha.
Diez minutos después, Kevin explotó los nervios de los Pumas y anotó. Los Pumas no
anotaron de nuevo, aunque lo intentaron con una ferocidad nacida de la desesperación.
Andrew detuvo cada tiro a puerta e hizo un par de rebotes en los cascos de los atacantes
solo para irritarlos aún más. Las gradas estuvieron en un alboroto durante todo el último
minuto del reloj. Con cinco segundos restantes en el juego, Dan arrojó su raqueta a un
lado y dio un salto corriendo en los brazos de Matt.
El timbre sonó en una victoria de ocho a tres. Habían dominado el primer combate a
muerte y llegaron a la tercera ronda por primera vez.
Dan le había sacado el casco a Matt cuando los Zorros la alcanzaron y lo besaron
entre el rugido de la multitud.
Kevin y Aaron hicieron sonar palos e intercambiaron miradas triunfantes.
Neil era vagamente consciente de los subs que cruzaban la cancha hacia ellos, pero
miró hacia donde Andrew estaba parado solo en la portería. Ya había dejado su raqueta
a un lado y estaba ocupado deshaciéndose de sus guantes. Tenía que saber que esta
era una noche histórica para los Zorros y Neil sabía que podía escuchar a la multitud
perder la cabeza, pero Andrew iba sin prisas y desinteresado. Lo que sea que lo hubiese
inspirado a intervenir antes, había desaparecido. Neil honestamente no había esperado
que este fuera el juego que hiciese Andrew finalmente, pero eso no hizo que fuera más
fácil verlo retroceder.
Nicky era una distracción perfectamente sincronizada, lanzándose sobre Aaron y Neil
casi lo suficientemente fuerte como para quitárselos de encima. Él enganchó sus brazos
alrededor de sus hombros y les dio un apretón de nuevo.
— ¿Pueden creerlo? —preguntó, asombrado.
— ¡A veces somos la gran cosa!
Allison dio un golpe al hombro de Neil en su camino pasando a Dan y Matt. Renee
enganchó a Kevin para un abrazo rápido antes de blandir los brazos con Allison y Dan.
Dan se estaba riendo, aturdida por un éxito imposible. Matt los dejó el uno al otro y pasó
un brazo por los hombros de Kevin. Neil miró de una cara feliz a otra, saboreando y
memorizando este momento.
Andrew se perdió la fiesta de media cancha, pero se presentó a tiempo para seguir a
sus compañeros de equipo más allá de la alineación de los Pumas. Wymack, Abby y dos
cámaras los estaban esperando cuando salieron de la cancha. Dan mostró a las cámaras
una sonrisa con dientes antes de abrazar a Wymack y Abby. Neil se unió a sus
compañeros de equipo para saludar a las tribunas, aunque rápidamente abandonó a las
chicas para responder a los micrófonos y las preguntas de los periodistas.
Wymack los estaba esperando en el salón cuando todos estuvieron duchados y
vestidos. Hizo un recuento rápido y asintió con la cabeza cuando encontró que los nueve
correspondían.
— ¿Recuerdan cuando les dije que no hicieran planes para esta noche?
Le hizo un gesto con el pulgar a Abby-
— Vamos a su casa. Eso es tanto 'nosotros' como todos.
Envió una mirada significativa al grupo de Andrew.
— Consideren esto un evento de equipo obligatorio. Abby ya acordó cocinar para
nosotros y pasé la mayor parte de la mañana llenando sus armarios con alcohol.
— ¿Eso fue un voto de confianza o planes para una fiesta de consolación? —Dan
preguntó.
—No importa —dijo Wymack. —Vamos. Me muero de hambre y realmente necesito
un cigarrillo.
Los guardias de seguridad los ayudaron a llegar a sus autos. El tráfico hizo que el
viaje a donde Abby fuera cinco veces más largo de lo que debería haber sido, pero los
Zorros estaban de muy buen humor como para preocuparse realmente.
La nevera de Abby estaba llena de platos cubiertos que ella había preparado más
temprano ese día. Ella puso un par de sartenes en el horno mientras Wymack y Dan
servían bebidas. Kevin se quedó en la cocina mientras Wymack y Dan comenzaron a
hablar sobre el juego de la noche. Matt requisó el sistema de sonido en la otra habitación.
Nicky y Allison discutieron con todas sus opciones y entre sí, pero no sonaban en serio,
así que Neil no intervino.
Aaron había reclamado una silla junto a la ventana y los estaba mirando con una
mirada distante en su rostro. Le lanzó a Neil una mirada obscena cuando se dio cuenta
de que Neil lo estaba mirando, pero Neil lo despidió y fue en busca de los porteros
ausentes. No perdió el tiempo yendo por el pasillo, ya que las únicas habitaciones de ese
lado eran cuartos, pero salió al porche delantero.
Andrew estaba sentado en el capó de su auto con Renee parada frente a él. Renee
miró la casa al sonido de la puerta y le hizo un gesto a Neil para que se les uniera. Sin
embargo, cuando Neil estaba a medio camino, Renee se apartó de Andrew y se dirigió
a la acera. Le dirigió a Neil una sonrisa, pero no dijo nada. Neil se preguntó qué había
interrumpido y si debería o no disculparse. No tuvo tiempo para decidirse antes de que
Renee desapareciera dentro. Neil tomó el lugar que acababa de abandonar y estudió la
cara en blanco de Andrew.
—Ganamos —dijo Neil.
Esperó, pero por supuesto Andrew no respondió a eso. Neil trató de acabar con su
frustración, pero no pudo dejar de suspirar.
— ¿Te mataría admitirlo?
—Casi lo hizo la última vez —dijo Andrew.
Lo dijo con naturalidad, pero Neil aún se estremecía cuando se dio cuenta de su paso
en falso. Extendió la mano, pero la detuvo a una distancia prudente del brazo de Andrew.
Las largas mangas y vendas de Andrew ocultaban sus cicatrices, no obstante Neil
recordaba cómo se sentían bajo sus dedos.
—Esto es diferente —dijo Neil.
— El único que está en tu camino ahora eres tú. Realmente podrías ser Juez un día,
pero no podrás llegar si no lo intentas.
Neil esperó, pero Andrew lo miró sin decir palabra. Neil podría ganar un juego de
miradas con casi cualquier otra persona, pero no tenía paciencia para pelear contra
Andrew esta noche.
— Andrew, háblame.
—Suenas como una muñeca de cuerda con un solo tema —dijo Andrew.
— No tengo nada que decirte.
—Si hablo de otra cosa, ¿me hablarás?
Andrew arqueó una ceja hacia él.
— ¿Puedes hablar de otra cosa?
Eso lo hirió. Neil abrió la boca para responder algo, sin embargo, las palabras le
fallaron. La pequeña charla que mantenía entretenidos a sus compañeros de equipo no
significaba nada para ninguno de los dos. Neil no quería hablar sobre películas y clases
con Andrew. Quería hablar sobre la victoria sin precedentes de esta noche. Quería hablar
sobre sus posibilidades de llegar a la tercera ronda para otro partido a muerte. Quería
hablar sobre la expresión en el rostro de Riko cuando los Zorros volvieran a enfrentarlos
en mayo. Quería saborear esta victoria, no anotarla como algo trivial y poco interesante.
La puerta de entrada se abrió. Nicky se agarró al marco de la puerta, pero se asomó
para llamarlos,
— ¡Las bebidas están listas! ¿Vienen o qué?
Andrew empujó a Neil fuera del camino y se bajó del auto.
— Demasiado tarde.
Neil estaba demasiado descontento como para detenerlo. Se quedó junto al automóvil
hasta que Andrew alcanzó a Nicky y finalmente se dirigió hacia la casa. A mitad de
recorrer el césped, su teléfono se apagó.
Neil estaba lo suficientemente molesto como para responder el “28” de esta noche en
su bandeja de entrada con un “Suficiente”.
Nadie respondió.
CAPÍTULO ONCE
Las reglas cambiaron en la tercera ronda. Hasta ahora, la posibilidad de que un equipo
avanzara dependía únicamente de su capacidad de ganar tantos juegos como fuera
posible. Desde aquí hasta la final, el enfoque cambiaba a puntos. Las tres escuelas que
habían sobrevivido al partido a muerte de la división se enfrentarían entre sí durante las
próximas tres semanas. Lo que dos equipos que anotaran la mayor cantidad de puntos
entre los partidos de la división pasarían a la segunda ronda de eliminación.
Técnicamente, un equipo podría perder ambos juegos y seguir avanzando, pero eso no
había sucedido en años.
Debido al número impar de equipos, los Zorros jugarán en casa contra Nevada el 23
de febrero, tendrían la siguiente semana libre y se enfrentarían a Binghamton en un
partido fuera de casa el 9 de marzo. La semana entre el partido a muerte y el partido
contra Nevada era una semana de descanso, pero los Zorros no estaban dispuestos a
tomarse las cosas con calma. Estaban tan inspirados como aterrorizados por su victoria
del viernes, y no querían perder su impulso. Afortunadamente para ellos no había manera
de que pudieran aflojar el paso. Wymack los mantuvo entrenando hasta el jueves.
El jueves por la tarde, un equipo de televisión fue a la Cancha de los Zorros para filmar
un segmento sobre los Zorros para su espectáculo de la NCAA. Neil pensó que Kevin
discutiría, ya que las entrevistas y la filmación significaban que la práctica era un
desastre, pero Kevin sabía que los Zorros realmente necesitaban buena publicidad. Neil
casi había olvidado lo agradable que Kevin podía ser cuando había una cámara en su
rostro. Neil suprimió el impulso de desenmascarar la actuación de Kevin y evitó los
micrófonos tanto como fue posible.
Neil no podía escapar del foco por siempre. Wymack y Kevin observaron sobre la
cabeza del periodista cuando Neil finalmente fue escogido para una entrevista. Neil
respondió a la mirada de advertencia de Kevin con una mirada apacible e intentó ser
cortés tanto tiempo como pudo. Al principio fue fácil, ya que la mayoría de las preguntas
se referían al progreso de los Zorros. Era inevitable que concluyeran con una pregunta
sobre Riko y los Cuervos. Neil intentó decir algo neutral, pero el entrevistador lo cuestiono
sobre su nueva discreción.
—La última vez que dije algo que nadie quería oír, mi escuela fue vandalizada —dijo
Neil—. Estaba intentando evitar el daño colateral esta vez. Aunque ¿sabes qué? Tienes
razón. No puedo permitirme quedarme callado. Quedarme callado significa que apruebo
su comportamiento, y esa es una apariencia peligrosa. No voy a perdonarlos o tolerarlos
solo porque son talentosos y populares. Déjame responder esa pregunta de nuevo, ¿de
acuerdo?
—Sí —dijo Neil—. Estoy mil por ciento seguro de que vamos a enfrentar a los Cuervos
en la final esta primavera, y sé que es un hecho que vamos a ganar esta vez. Y cuando
los mejores del país pierdan ante un equipo de nueve miembros que “no sabe nada”,
cuando pierden contra un equipo al que su propio entrenador compara con perros
callejeros, Edgar Allan tendrá que cambiar las cosas. Personalmente, creo que deberían
comenzar exigiendo la renuncia del entrenador Moriyama.
El ruido que hizo Kevin no era humano. El entrevistador y su camarógrafo lo miraron
con sobresalto por encima de sus hombros. Kevin no se quedó allí el tiempo suficiente
para que lo interrogaran, sino que salió corriendo por el pasillo fuera de la vista. Wymack,
a pesar de haberse quejado en numerosas ocasiones sobre el problema de actitud de
Neil, mostró sus dientes cuando sonrió con ferocidad. Neil respondió a la curiosa mirada
del entrevistador con una mirada en blanco y esperó la señal de que había terminado.
Tan pronto como la cámara se apagó, regresó a la cancha. Como era de esperar, Kevin
lo ignoró el resto del día.
Neil tenía la sensación de que esa noche sería apática y silenciosa. Matt llegó a la
misma conclusión y le deseó buena suerte a Neil antes de ir a una cena tardía con Dan.
Neil cerró la puerta detrás de él, miró el reloj y pasó la siguiente media hora resolviendo
los problemas de matemáticas. Estaba en el último cuando sonó un solo golpe en su
puerta. No era el golpeteo imperioso de Kevin o el entusiasta toc, toc, toc de Nicky, pero
los compañeros mayores no lo visitaban cuando Matt y Dan estaban fuera. Neil dejó de
lado su tarea y fue a investigar.
Andrew estaba en el pasillo, con las manos metidas dentro del bolsillo delantero de
una sudadera negra. Neil abrió más la puerta y se apartó del camino. Andrew miró hacia
dentro antes de entrar a la habitación. Neil supuso que estaba buscando a los demás,
así que explicó:
— Matt salió con Dan por un par de horas. ¿Vendrás con nosotros a la cancha?
—Diviértete solo esta noche —Andrew se invitó a sí mismo a la cocina y abrió la
nevera.
— Kevin está demasiado borracho para maldecirte, y mucho menos para ponerse de
pie y sostener una raqueta.
— ¿Él qué? —preguntó Neil, pero Andrew no gastó su aliento repitiéndolo. Neil miró
hacia el pasillo como si pudiera ver a Kevin en su miserable condición-
— Cobarde.
—No luzcas tan sorprendido—, dijo Andrew.
— No es nada nuevo.
—Pensé que lo había convencido la última vez —admitió Neil. Cerró la puerta y apoyó
su hombro contra el marco de la puerta de la cocina.
— En una escala del uno al diez, ¿qué tan mal crees que se volverá la situación?
— ¿Qué tan malo puede ser? —Respondió Andrew.
— Riko no puede matarte todavía y Moriyama ya les dijo a los fanáticos de los Cuervos
que no se metieran.
— Todavía podrían descalificarnos de alguna manera —dijo Neil.
— Hicieron su demostración el pasado octubre. Ya que no creen que podamos llegar
a la final, no hay razón para que nos toleren.
— Ya no tienen otra opción. Si los Cuervos no nos dejan seguir nuestro curso siempre
habrá lugar para la duda y las especulaciones. Los Cuervos no pueden compartir su
trono con el que “habría-pasado-sí”. Tienen que ser los supremos vencedores.
Andrew le dio un momento para asimilarlo antes de decir:
— Estoy indeciso.
— ¿Sobre nuestras posibilidades esta primavera? —preguntó Neil.
Andrew sostuvo sus manos con sus palmas hacia arriba entre ellos.
— La idea de que los hayas acorralado involuntariamente es intolerable, ya que
significa que eres más estúpido de lo que incluso te di crédito. Sin embargo, si lo hiciste
a sabiendas, eres más listo de lo que me has llevado a creer…
…Eso significa que los Cuervos no son los únicos con los que estás jugando. Uno de
esos es el mal menor.
—No todo es un engaño —dijo Neil. Andrew no respondió, pero Neil entendió a su
tranquila expresión como incredulidad. Neil consideró defenderse y decidió que era una
pérdida de energía. Andrew no le creería de todos modos.
— ¿Cuál es el mal menor?
—Estoy indeciso —dijo Andrew nuevamente.
—Eso es útil —murmuró Neil.
— Podrías preguntar.
— ¿Por qué molestarse? —preguntó Andrew encogiéndose de hombros levemente.
— Lo descubriré eventualmente.
Andrew robó una cerveza de la nevera y movió la anilla de metal hacia adelante y
hacia atrás. Neil lo observó por un momento pasar su mirada sobre la habitación hasta
su escritorio. Estaba molesto con Kevin por cancelar la práctica, pero sabía que una
noche libre era un afortunado descanso. Tenía un examen de matemáticas la próxima
semana y un ensayo para mañana que aún no había comenzado. Los exámenes de
mitad de período no estaban muy lejos y las notas de Neil estaban rozando sobre su
inestable línea habitual. Esta era la noche perfecta para ponerse al día.
Una anilla de metal rebotó en su mejilla. Neil miró a Andrew y de repente estaba
consciente de la ausencia de Matt. Había pasado más de una semana desde que Andrew
empujó al piso a Neil y lo besó. No habían estado solos el tiempo suficiente para hacer
algo desde entonces.
No sabía si Andrew vio esa comprensión en su rostro o si Andrew había querido toda
su atención. Andrew dejó la cerveza a un lado sin tomar un sorbo y cerró la puerta del
refrigerador con el pie. Le tomó dos pasos borrar el pequeño espacio entre ellos y Andrew
se detuvo lo más cerca que pudo sin apoyarse realmente contra Neil. Sus dedos estaban
fríos por la lata cuando tomó la barbilla de Neil.
— ¿Sí o no? —preguntó Andrew.
—Sí —dijo Neil. Andrew miró fijamente los brazos de Neil, que estaban cruzados sobre
su pecho. Le tomó un momento a Neil entenderlo, y luego dejó caer los brazos y metió
las manos en los bolsillos de sus jeans. Andrew espero hasta que se quedó quieto antes
de besarlo. Neil dejó de pensar en las clases, en Exy y la poca voluntad de Kevin, y dejó
que Andrew lo besara. Para cuando Andrew presiono su otra mano sobre el abdomen
de Neil, se sentía exaltado e inestable. Cada terminación nerviosa desde su pecho hacia
abajo pareció sacudirse en respuesta. Neil apretó sus manos en puños como si eso las
mantuviera donde estaban y dejó que Andrew lo apoyara contra la pared.
Su teléfono zumbó mientras recibía su cuenta regresiva diaria, y presionado contra la
pared sonaba desagradablemente fuerte. Andrew soltó la barbilla de Neil y sacó el
teléfono del bolsillo de su pantalón. Se inclinó un poco hacia atrás mientras le ofrecía
teléfono. Neil casi esperaba que lo abriera y se sintió aliviado de que Andrew no lo hiciera.
Neil tomó su teléfono y lo lanzó fuera de su alcance sin molestarse en abrir el mensaje.
Sabía qué día era; sabía lo poco que le quedaba. No le importaba verlo, especialmente
ahora.
Andrew vio el teléfono rebotar en el sofá y caer a la alfombra. Existía la posibilidad de
que fuera a preguntar. Neil le besó el cuello, esperando distraerlo, y fue recompensado
con un estremecimiento. Esa era razón suficiente para hacerlo de nuevo.
Andrew alejó su cara, sin embargo, estaban demasiado cerca para que Neil pudiera
ver la forma en que se estremecía. Andrew lo besó antes de que Neil pudiera decir algo
al respecto.
Andrew lo empujó más fuerte contra la pared, tocándolo sobre su camisa desde los
hombros hasta la cintura y viceversa. Había tenido sus manos en la piel desnuda de Neil
hace solo un par de semanas cuando vio las cicatrices de Neil, pero esto se sentía
completamente diferente. Este era Andrew aprendiendo cada pulgada y borde de él. Sus
manos nunca antes se habían sentido así de pesadas o calientes. Cada toque y exigente
roce de sus dedos enviaban calor a las venas de Neil. A Neil lo inquietaba, lo ponía
ansioso, lo hacía inclinarse un poco más en los besos de Andrew y lo hacía demasiado
consciente de la mezclilla apresando sus manos a sus caderas.
Neil no podía recordar la última vez que había puesto las manos sobre alguien. No en
la chica de Canadá, tal vez la chica anterior. Por primera vez consideró tocar a Andrew
de esa manera y conocer el cuerpo de Andrew de la misma manera que Andrew estaba
memorizando el suyo. Quería encontrar los lugares que hacían que Andrew cediera.
No lo había dicho en voz alta, pero como si lo hubiera hecho, Andrew deslizó sus
manos sobre los brazos de Neil hasta sus muñecas y metió los dedos en los bolsillos de
Neil. Se estaba asegurando de que las manos de Neil todavía estaban allí, supuso Neil,
así que Neil metió las manos más profundamente en respuesta. Andrew lo agarró de las
muñecas y las apretó para detenerlo. Tras un momento de consideración, sacó las
manos de Neil y las sostuvo a la altura de su cabeza.
Besó a Neil como si quisiera magullar sus labios y se inclinó para mirar fijamente a
Neil.
— Solo aquí.
—De acuerdo —dijo Neil, y puso sus dedos en el cabello de Andrew tan pronto como
el agarre de Andrew se aflojó. No era mucho, pero era un alivio desesperado tener algo
a lo que aferrarse. Tal vez ese pequeño ímpetu en su estómago era por ser lo
suficientemente confiable como para tocarlo. Neil lo resolvería más tarde. Todo lo que
importaba ahora era lo fácil que era jalar a Andrew por otro beso.
Andrew soltó lentamente sus muñecas y colocó una mano sobre el pecho de Neil. Se
quedaron así por un momento, Andrew probando el control de Neil y Neil feliz de besarlo
hasta tener los labios entumecidos. La mano de Andrew entre sus piernas era un peso
inesperado. Neil no se dio cuenta de que jalaba el cabello de Andrew con sus dedos
hasta que Andrew le mordió el labio inferior como advertencia. Neil gruñó algo
incoherente y aflojó su firme agarre. Pensó que saboreó la sangre, pero fue un sabor
efímero olvidado rápidamente cuando Andrew desabrochó su botón y bajó la cremallera.
Andrew no fue gentil, pero Neil no quería que lo fuera. Ninguno de ellos tenía la
constitución para ser tierno. Esto era implacable, casi enojado, la mano de Andrew
llevando a Neil tan lejos y tan rápido como pudo. Neil trató de acercar a Andrew, pero
Andrew mantuvo su mano sobre el pecho de Neil para mantener el espacio entre sus
cuerpos. Neil apenas logró decir el nombre de Andrew antes de que Andrew lo empujara
por la orilla y siguió. Andrew sofocó su frenético jadeo con un último intenso beso y
finalmente lo soltó.
Se quedaron de pie mejilla contra mejilla, un minuto, una hora, un día, el corazón de
Neil latía con fuerza en sus sienes y sus nervios sobrecargados se estremecían.
***
Neil pasó la noche del viernes en la habitación de Andrew, aunque solo vio un partido
con Kevin. El resto de la noche estuvo medio sumergido en un puf2 con un gran control
en sus manos.
Nicky era un profesor sorprendentemente paciente mientras le enseñaba a Neil su
juego favorito, no obstante, la gran cantidad de alcohol que estaba bebiendo hizo que
sus instrucciones fueran cada vez más confusas.
Neil estaba listo para terminar la noche cerca de las dos de la madrugada, pero Nicky
estaba energizado con bebidas azucaradas y otro bote de helado comprado de la tienda.
Andrew pasó la mayor parte de la tarde fumando en su escritorio y mirando al vacío.
Desapareció en la habitación alrededor de las tres y pateó a Kevin fuera para poder
dormir. Kevin volvió a colocar su computadora portátil en su escritorio, apagó el televisor
y se fue a la cama. Nicky esperó hasta que la puerta se cerró detrás de él antes de volver
a subir el sonido. Se quejó ruidosamente mientras se acomodaba nuevamente. A pesar
de sus protestas, se fatigó ni siquiera media hora después. Dejó caer su control a un lado
y miró a Neil.
—Espera-
A Nicky le costó dos intentos y una ebria caída antes de poder salir de su silla y
ponerse de pie. Salió tambaleándose de la habitación, hurgando con tanto ruido que Neil
supo que debió de haber despertado a Andrew y Kevin y regresó con una manta. Lo dejó
caer sin ceremonias encima de Neil y levantó sus manos en un exagerado encogimiento
de hombros.
— ¡Es mejor que duermas aquí! Dan y Matt probablemente están haciendo la
desagradable cosa de heterosexuales. Conseguiremos el desayuno mañana por la
mañana.
Señaló a Neil, movió su dedo un par de veces en silencioso énfasis, y se alejó
nuevamente. Neil esperó hasta que el dormitorio estuvo en silencio antes de levantarse.
Se detuvo por un momento junto al puf, debatiendo, luego apagó la luz del dormitorio y
regresó. Fue fácil acomodar la manta, aún más fácil ponerse cómodo, y estaba dormido
en minutos.
Una campana lo despertó a la mañana siguiente, pero el cerebro cansado de Neil
tardó un momento en reconocer el sonido como un aviso telefónico. Su teléfono vibró en
su bolsillo un segundo después. Neil frotó sus ojos con una mano cansada y sofocó su
bostezo con su puño. El estridente ruido en la habitación contigua era el sonido del
teléfono de Nicky. Eso significaba que la campana era del teléfono de Kevin, que había
dejado allí la noche anterior porque Andrew, probablemente al igual que Neil, tenía el
sonido desactivado en su teléfono.
Un texto tan largo como ese tenía que ser de Wymack. Neil gruñó un poco en señal
de protesta, aunque sacó su teléfono del bolsillo. El mensaje matutino de Wymack era
breve, sin embargo, más que suficiente para despertarlo: Kengo Moriyama estaba
hospitalizado nuevamente.
Neil se sentó y pateó la manta hacia un lado. Encendió el televisor, bajó el volumen a
un murmullo lo más rápido que pudo y cambió los canales. Kengo no era lo
suficientemente importante como para ser una noticia regular, pero seguramente se le
mencionaría en la estación de noticias deportivas que Wymack veía todas las mañanas.
***
La semana previa al partido de Nevada fue un borrón agotador, pero Neil amó casi
todos los momentos de ésta. En las mañanas estaban las prácticas con sus compañeros
de equipo, sus días se desperdiciaban en el mal necesario llamado escuela, y sus tardes
las pasaba en la cancha. Los Zorros ya no lo miraban con recelo por trotar con los
porteros en el descanso. Después de la cena con los compañeros mayores, Neil y Kevin
volvieron al estadio para hacer ejercicios.
Era la rutina a la que estaba acostumbrado, con crítico complemento. Neil regresó al
dormitorio con Kevin y recorrió el pasillo como si fuera a su habitación, pero tan pronto
como la puerta se cerró detrás de Kevin, dio media vuelta y regresó al hueco de la
escalera. Andrew lo estaba esperando en la azotea, generalmente con un cigarrillo en
una mano y una botella contra su rodilla. Las noches seguían siendo lo suficientemente
frescas para necesitar las chaquetas, aunque el calor del cuerpo de Andrew consumía la
mayor parte del frío.
No hablaban por la noche, tal vez porque habían hablado en el entrenamiento o tal
vez porque era tarde y solo estaban robando unos minutos antes del muy necesario
sueño, sin embargo, en la noche Neil tenía más preguntas. Lo fastidiaban cuando
Andrew lo inmovilizaba contra el frío concreto y ponía sus manos calientes debajo de su
camisa. Sentir curiosidad por Andrew no era algo nuevo, pero la importancia de estas
respuestas sí lo era. Besar a Andrew cambió las cosas incluso si Neil sabía que no
debería.
Quería saber dónde estaban todas las líneas y por qué él era la excepción.
Quería saber cómo Andrew estaba de acuerdo con esto después de todo lo que había
pasado y cuánto tiempo le había llevado llegar a un acuerdo con su sexualidad después
del abuso de Drake. Por qué y cuándo y cómo solo complicaban las cosas, porque
preguntarse sobre este avance lo hacía preguntarse sobre todo lo demás. Podía haber
usado su juego de secretos para justificar su entrometimiento, pero Neil no quería pelear
por cada pieza y fragmento. Llevaría demasiado tiempo y se estaba quedando sin cosas
seguras para intercambiar. Era mejor mantener la boca cerrada y no pensar en eso.
Su control solo duró hasta el jueves. La madre adoptiva de Renee acababa de comprar
una casa, y era de lo único que los alumnos mayores podían hablar en la cena. Renee
quería ir a su casa y ayudarla a mudarse ese fin de semana. Matt estaba dispuesto a
conseguir boletos para él y Dan si necesitaba ayuda. Neil no entendía su entusiasmo
hasta que recordó cuan sedentarias habían sido sus infancias. Dan había vivido en el
mismo lugar durante quince años y Matt se quedó con su padre hasta la escuela
secundaria. Allison tenía casas de verano e invierno y viajaba mucho con sus padres, no
obstante, nunca se había mudado.
Neil siguió pensando en eso durante el entrenamiento de la tarde y su ducha al final:
no tanto porque fuera extraño sino porque era la excusa perfecta para su juego y el de
Andrew. Tan pronto como Neil dejó a Kevin en su habitación esa noche, Neil subió las
escaleras hasta el techo. Andrew estaba en el mismo lugar que todas las noches,
sentado con las piernas cruzadas cerca de la orilla delantera. Su cigarrillo era una
mancha demasiado brillante contra el resto de las sombras y parecía latir cuando Andrew
tomaba una calada. Neil robó el cigarrillo mientras se sentaba junto a Andrew y lo giró
entre sus manos. Andrew le sopló humo en la cara en respuesta, por lo que Neil le arrojó
cenizas y se dispuso a apagar el cigarrillo. Andrew le pellizcó la muñeca y recuperó el
cigarrillo.
—Los mayores están saliendo de la ciudad este fin de semana —dijo Neil.
— La madre de Renee se está mudando y aparentemente es lo más interesante que
ocurrirá en estos meses. No puedo imaginar cómo será cuando se gradúen y tengan que
mudarse —Esperó durante un latido, aunque sabía que no obtendría una respuesta.
— Sé que Nicky volverá a Alemania cuando se gradúe, pero ¿qué le sucederá a su
casa? ¿Lo venderá o se la dará a uno de ustedes?
—Pregúntale —dijo Andrew.
Neil ignoró eso.
— ¿Quieres quedarte en Carolina del Sur?
Andrew se encogió de hombros.
— Planear algo tan lejano es una pérdida de tiempo.
Neil abrazó su rodilla contra su pecho y siguió la mirada de Andrew hacia el campus.
Los árboles que bordeaban la colina entre la Torre de los Zorros y el Camino Perimetral
ocultaban la mayoría de las farolas, pero había postes de luz cada seis metros en las
aceras del campus. Era pasada de la medianoche, sin embargo, Neil vio al menos una
docena de estudiantes afuera.
—Tal vez iré a Colorado —dijo Neil.
— Sería un cambio de ritmo interesante, de cualquier manera. Normalmente me he
mantenido en los estados costeros.
—No California —dijo Andrew, realmente no era una pregunta. Neil no sabía si Andrew
lo estaba complaciendo con su mejor intento de tener una conversación sobre algo más
que Exy o si realmente tenía curiosidad. A Neil realmente no le importaba. El desinterés
de Andrew, aprendido o forzado, significaba que probablemente equivalía lo mismo en
la mente de Andrew. El hecho de que Andrew respondiera y lo incitará a que explicara
su respuesta era una victoria suficiente.
—Pasé por California en mi camino a Arizona, pero no me quedé. Me gustó Seattle,
creo, aunque…—. Neil recordó el crujido del tubo contra el cuerpo de su madre.
— No podría vivir allí otra vez. No podría volver sobre mis pasos a cualquiera de esos
lugares.
— ¿Cuántos son —cualquiera—?
—Veintidós ciudades —dijo Neil, pero no dijo que estaban esparcidas en dieciséis
países. Andrew todavía pensaba que Neil había vagado por la carretera solo todos esos
años atrás. Un niño no podía ir y venir por el mundo sin ayuda.
— La estadía más larga fue ese año en Millport. La más corta fue una semana con mi
tío.
— ¿Se supone que debo creer que es real? —Preguntó Andrew.
— Le dijiste a Nicky que lo verías en Navidad. Mentiste.
—El tío Stuart es real —dijo Neil.
— Fue la primera persona con la que fui cuando escapé, salvo que también es un
gánster. No me sentía más seguro con él que en casa, así que me fui de nuevo. Todavía
tengo su número, pero nunca he estado tan desesperado como para llamarlo. No sé
cuánto me costaría su ayuda —Neil miró a Andrew.
— ¿Te movieron mucho?
—Doce casas antes de Cass —dijo Andrew.
— Todas estaban en California.
— ¿Alguno de ellas fue buena? —preguntó Neil. Andrew miró a Neil por un minuto,
luego apagó el cigarrillo y tomó su bebida.
— Ninguna de las que recuerdo lo fue.
Neil no quería saber cuántos años recordaba Andrew.
— Así que California y Carolina del Sur. ¿Realmente nunca has estado en otro lado
excepto cuando viajas para un partido? —Andrew solo se encogió de hombros en señal
de respuesta. Neil lo pensó un poco, y luego dijo:
— Las vacaciones de primavera son pronto. Podríamos ir a algún lado.
—Ir a algún lado —repitió Andrew, como si fuera un concepto extraño.
— ¿A dónde y por qué?
— A cualquier lugar —dijo Neil, y corrigió.
— A cualquier lugar al menos que sea a tres horas del campus. No tiene sentido ir a
un lugar más cercano. No se sentirá como unas vacaciones. El único problema es
descubrir cómo alejar a Kevin de la cancha.
—Tengo cuchillos —le recordó Andrew.
— Eso no responde al “por qué”.
Neil no podía explicar de dónde había salido esa idea, por lo que dijo:
— ¿Por qué no? Nunca he viajado solo por hacerlo. Quiero saber cómo es.
—Tienes un problema —dijo Andrew —en el que solo inviertes tu tiempo y energía en
actividades que no valen la pena
—Esto —Neil movió su dedo para indicarles a los dos —no es algo que no vale la
pena.
—No hay “esto”. Esto es nada.
—Y yo soy nada —mencionó Neil. Cuando Andrew hizo un gesto de confirmación,
Neil dijo:
— Y como siempre has dicho, quieres nada.
Andrew lo miró sin mostrar alguna emoción. Neil habría asumido que era un silencioso
rechazo a la disimulada acusación de Neil, de no ser por la mano de Andrew que se
había congelado en el aire entre ambos. Neil tomó la botella de la otra mano de Andrew
y la colocó a un lado donde no podrían tirarla.
—Esa es una primera vez —dijo Neil.
— ¿Recibo un premio por callarte?
—Una muerte rápida —dijo Andrew.
— Ya he decidido dónde esconder tu cuerpo.
— ¿Seis pies debajo? —adivinó Neil.
—Deja de hablar —dijo Andrew y lo besó.
Neil fue a la cama demasiado tarde esa noche, y la mañana llegó demasiado
temprano. Estuvo medio dormido en todas sus clases y tomó una siesta rápida antes del
juego. Fue algo bueno que lo hiciera porque Nevada fue un brutal oponente y una dura
llamada de atención. Esta ronda los Zorros se enfrentaban a las otras dos escuelas que
habían sobrevivido a los partidos a muerte del distrito. El repentino cambio en habilidad
y dificultad casi derribó a los Zorros. Fue infinitamente más difícil por la ausencia de
Nicky. Su tarjeta roja contra UVM significaba que estaba en la banca durante todo el
partido. Afortunadamente Renee estaba dispuesta a repetir su papel como suplente de
defensa, y Andrew mantuvo los goles como si cada punto anotado fuera una ofensa
personal.
Fue suficiente, pero apenas. Terminaron el partido con un empate de seis y los
campeonatos no permitían el tiempo extra. Los empates se resolvían mediante penales.
Nevada tenía siete delanteros para pasar mientras que Neil y Kevin tendrían que seguir
alternando. El corazón de Neil palpitaba fuertemente en sus oídos mientras seguía a
Kevin al final de la cancha. Inhaló tan profundo como pudo y lo dejó salir lentamente,
deseando que sus nervios esperaran hasta más tarde.
—No es el juego que deberíamos haber jugado, sin embargo, este es un resultado
aceptable —dijo Kevin cuando vio la severa mirada en la cara de Neil. Neil negó con la
cabeza, sin comprender.
— Terminaremos esta noche con casi el mismo número de puntos y Nevada volverá
a jugar antes que nosotros. Antes de enfrentarnos a Binghamton sabremos cuántos
puntos debemos anotar para avanzar.
Los Tornados tuvieron el primer tiro y anotaron. Kevin anotó en su primer intento, y el
siguiente delantero de los Tornados también anotó. Neil golpeó su pelota contra la
portería y miró a Andrew. Andrew bloqueó el balón del siguiente delantero y rebotó hacia
el final de la cancha, y Neil pudo respirar nuevamente. Miró a Kevin, quien sonrió con un
triunfo feroz mientras se acercaba a la línea. Su siguiente tiro aterrizó en la esquina
inferior de la portería, y los Zorros ganaron el juego por un punto.
***
La práctica del jueves por la noche fue cancelada debido a los partidos de la noche.
Los últimos de cada grupo tenían sus últimos juegos esta noche, Edgar Allan contra
Maryland y Penn State contra la USC. Solo dos equipos de cada grupo pasarían a la
cuarta ronda, lo que significaba que uno de los Tres Grandes sería eliminado esta noche.
Era la primera vez en seis años que uno de ellos regresaba a casa antes de las
semifinales, y Kevin necesitaba verlo suceder. De alguna manera, todo el equipo fue
acorralado y todos se quedaron en el estadio después de que Wymack los despidió por
el resto del día.
Algún organizador inteligente se aseguró de que los Cuervos y Troyanos fueran las
escuelas anfitrionas. La diferencia horaria significaba que los Zorros podían ver ambos
juegos seguidos. Wymack les pidió pizzas, aunque no se quedó para ver los partidos. Él
había identificado a los seis jugadores que quería reclutar y estaba ocupado arreglando
los planes de viaje. Esperaba tenerlos a todos contratados para cuando los Zorros
volvieran de las vacaciones de primavera. Neil se alegraba de que su jugador hubiera
logrado el corte, aunque se sintió silenciosamente culpable por no haber persuadido a
Wymack de conseguir a un tercer delantero.
Dan alejó a Wymack de su computadora el tiempo suficiente para usar su impresora.
Regresó con cuatro letreros y un rollo de cinta y colgó los papeles encima del televisor.
Eran los puntos acumulados de cada equipo en los partidos de esta noche. Kevin apenas
les echó un vistazo mientras el partido de los Cuervos estaba en marcha, pero tan pronto
como comenzó el juego USC contra Penn State, los miró rápidamente. Neil sabía que
Kevin era un fan de los Troyanos, pero no se había dado cuenta que tan fanático era
Kevin al respecto. Kevin vio el juego como sí un mal resultado provocaría su muerte. Neil
casi deseaba que Penn State ganara solo para poder ver a Kevin hacer una rabieta.
Para cuando los Troyanos y los Leones llegaron al medio tiempo, Neil había olvidado
todo acerca de Kevin. Había estado tan involucrado en la temporada de los Zorros y los
Cuervos que había olvidado cuan espectaculares eran el resto de los Tres Grandes.
Estos equipos jugaban como si fueran profesionales. No tenían el récord impecable de
los Cuervos, pero estaban lejos de Edgar Allan. Kevin les había advertido hace semanas
que los Zorros no estaban listos para enfrentar estas escuelas. Por una vez, su insensible
comentario se sintió como un leve eufemismo.
Él no fue el único que le hizo comprender la realidad. Dan silenció los comerciales,
golpeó el control remoto contra su muslo con un ritmo nervioso, y dijo:
— Así que definitivamente tenemos que entrenar duro, muchachos.
Kevin le frunció el ceño.
— Incluso si hubieras entrenado más cuando te lo dije hace un año, aun no tendrías
oportunidad de vencerlos. No hay nada que puedas hacer tan avanzado el año. Son
mejores que nosotros y siempre lo serán.
— ¿Te hace sentir mejor ser un amargado? —preguntó Nicky.
—Negarlo no nos hace ningún bien —dijo Kevin—. Se nos hizo difícil contra Nevada.
Honestamente, ¿Cómo esperas que le ganemos a los Tres Grandes?
—California esta al riesgo de un gran terremoto —señaló Nicky.
— Eso se haría cargo de USC, al menos.
—Eso es un poco extremo, ¿no crees? —preguntó Renee.
—Necesitamos algo extremo en este punto —dijo Allison.
La expresión de Renee era tranquila y su tono estable, pero Renee no necesitaba
verse decepcionada para que entendieran el mensaje.
— Los Troyanos nos apoyaron cuando más los necesitábamos. ¿De verdad quieres
que sufran solo para que podamos sacar provecho?
—No es justo —dijo Nicky, alejándose de su mirada.
— Llegamos hasta aquí, aguantamos tanto y luego perdemos aquí, quiero decir.
— Todavía no hemos perdido—dijo Dan —pero perderemos si te das por vencido
desde ahora.
Kevin comenzó a decir algo que Neil sabía que sería negativo y desesperanzador.
Neil se movió detrás de Andrew y le pegó a Kevin en la parte posterior de su cabeza para
hacerlo callar.
Matt ahogó una carcajada e intentó sin éxito fingir que era una tos. Kevin no se movió
durante un segundo por la sorpresa, luego le dio a Neil una mirada mordaz.
—Nadie quiere escuchar eso en este momento —dijo Neil.
—Si vuelves a golpearme… —comenzó Kevin.
Andrew intervino con un tono casual:
— ¿Qué harás?
Kevin se calló, pero no parecía feliz por eso. Allison hizo un gesto hacia Dan. Neil lo
vio de reojo, no lo suficiente como saber que hizo, pero cuando miró hacia allí, Dan le
estaba dando una mueca a su amiga. Matt colocó un brazo alrededor del hombro de Dan
y le dio un pequeño apretón. Pudo no haber estado relacionado, sin embargo, la sonrisa
que Matt no pudo evitar era más petulante que comprensiva. Neil miró a Renee para ver
si ella entendía, aunque no pudo obtener ninguna pista de su serena expresión.
—Sabes—, comenzó Matt, pero Dan volvió a subir el volumen antes de que Matt
pudiera terminar.
Él le sonrió, divertido en lugar de ofendido, y lo dejó pasar.
El medio tiempo terminó unos minutos después, y los Troyanos y Leones volvieron
con nuevas alineaciones y aterradoras habilidades. Otro gol de la USC quitó un poco la
tensión de los hombros de Kevin, pero no se relajó hasta que la USC finalmente ganó.
Con unos asombrosos treinta y siete goles entre sus tres rondas de tres juegos, los
Troyanos seguían a los Cuervos hasta el segundo set de partidos a muerte.
—Podrías lucir menos feliz sobre esto —dijo Nicky cuando vio la sonrisa de
satisfacción de Kevin.
— Vamos a tener que enfrentarlos.
—Se esforzaron por esto —dijo Kevin, con una dura mirada en dirección a Neil.
Dan puso los ojos en blanco y apagó el televisor, y los Zorros finalmente terminaron
la noche.
CAPÍTULO DOCE
***
Cuando Nathaniel abrió sus ojos de nuevo, estaba de espaldas en la cama de un hospital
y la luz del sol se deslizaba por una ventana. Tubos de plástico delgados salían debajo
de las sabanas y las drogas hacían que su cabeza se sintiera como algodón. Estaba
despierto, pero placenteramente aliviado de dolor.
Tenía dos invitados que no reconoció, pero supo con una mirada que eran federales.
Ellos tenían ese aire de presumida autoridad generalmente cargada cuando piensan que
son más poderosos de lo que realmente son. Uno se sentó en un taburete a su izquierda.
El otro había reclamado la mejor de las dos sillas y estaba en el pie de su cama revisando
papeles. La puerta se cerró para darles privacidad, pero Nathaniel asumió que había
alguien haciendo guardia afuera.
Una esposa ató la mano vendada de Nathaniel a la cama. Nathaniel la sacudió y dijo.
—¿En serio?
—No vamos a tomar otra oportunidad —el hombre que estaba más cerca dijo—Tan
pronto como los médicos lo den de alta, lo trasladaremos a nuestra oficina local. Pero no
piense que tiene que esperar un entorno oficial para hablar con nosotros. Estamos listos
para escuchar todo lo que tiene que decir. El agente especial Browning—, dijo el agente
tardíamente, y le hizo un gesto a su compañero—. Este es un agente especial Towns.
Vamos a ser tu controlador.
—Mi controlador —Nathaniel repitió—. No soy de su propiedad.
—Pero tenemos tu custodia.
—¿Me están arrestando?
—Ahora mismo estamos actuando de buena voluntad asumiendo que podemos contar
con tu completa cooperación. Si necesitamos tener un acercamiento más agresivo, lo
haremos. Tenemos muchos delitos que podemos poner en tu contra, empezando con las
identificaciones falsas en tu cartera y escalando con el paradero de tu madre. Déjanos
saber si quieres jugar a hacerte el difícil.
Nathaniel hizo un sonido grosero.
—¿No pueden al menos usar un mejor idioma? Odio el beisbol.
—Ahora mismo lo que odias o lo que no es de poca importancia para nosotros —dijo
Towns—. Sólo nos importa la verdad.
—Te doy verdad por verdad —dijo Nathaniel—mi equipo fue atrapado ayer por un
alboroto. The Palmetto State Foxes —elaboro, aunque pensó que los agentes ya se
habían dado cuenta de eso ya que lo recogieron en la casa de su padre—¿Están
heridos?
—Ochenta y seis personas salieron heridas anoche incluyendo tres de tu equipo —
Dijo Browning—. Fueron tratados y prontamente dados de alta. Heridas menores.
Tuvieron suerte. Un par de personas terminaron en Cuidados Intensivos.
—Contactamos al entrenador Wymack justo después de que te trajéramos aquí y le
preguntamos si podría traer a su gente para interrogarla —continúo Town, reviso su reloj
y dijo—. Ellos deberían de estar terminando pronto. Cuando hayamos terminados con
ellos, son libres de regresar a Carolina de sur.
No dijo Sin ti, pero Nathaniel lo escucho en su tono.
—Es tu turno —dijo Browning—¿Dónde está tu madre?
Nathaniel les dijo sobre encontrarse con su padre en Seattle y del cruel ataque del
cuál no fueron tan rápidos para escapar. Les dijo del fuego y la arena y como la enterró
en la costa. Era brutalmente injusto que ella no viviera lo suficiente para ver a Nathan
morir, pero Nathaniel mantuvo esa amarga miseria para sí mismo.
—¿Todo este tiempo estuviste escondido en Seattle? —Dijo Browning, sintiéndose
enojado por no saberlo.
—No —dijo Nathaniel—, ese fue realmente la última parada antes de llegar a Arizona.
—¿Dónde estabas antes de Seattle?
—Quiero ver a mi equipo.
—¿Dónde estabas antes de Seattle? —repitió Browning.
Nathaniel presiono sus labios fuertemente y dirigió su mirada al techo. Browning tolero
su silencio por unos minutos, después comenzó a hablar. Le dijo todo lo que pensaban
ofrecerle a Nathaniel si su cooperación valía la pena: inmunidad por todos sus cargos,
un nuevo comienzo en el Programa de Protección de Testigos, y la oportunidad de tirar
abajo la banda de su padre. Cuando Nathaniel siguió sin moverse a pesar de todas las
ofertas, Browning las cambio a amenazas. Lo que tenían de Nathaniel era suficiente para
encerrarlo, y eventualmente desenterrarían más las cosas que habían hecho para
arrojárselas.
—Quiero ver a mi equipo —dijo Nathaniel cuando Browning finalmente tomo un
respiro.
—Sé razonable —dijo Towns—no hagas las cosas más difíciles de lo necesario.
—¿Tú piensas que esto es difícil? Mira todo lo que he pasado. Sobrevivir a ti es fácil
—Nathaniel ladeo a su cabeza y le dio a Towns una mirada fría— Pero ¿Puedes
sobrevivir a mí?
—¿Estas amenazando a un agente federal?
Nathaniel sonrío tanto que sus quemaduras ardieron—. No me atrevería. Lo que quise
decir fue: ¿puedes sobrevivir a mi familia? Mis padres están muertos, pero mi tío me
recuerda. Más importante, el recuerda que le diste permiso de ir contra mi padre anoche.
¿Desde cuándo los que traen traje pelean con los gánsteres?
—No sé de lo que estás hablando —dijo Browning, con una neutralidad impresionante.
Nathaniel no le creyó ni por un segundo.
—Como sea —dijo Nathaniel—Tomaré una siesta.
Ellos no discutieron, así que el cerro los ojos y se fue a la deriva. Despertó un tiempo
indeterminable después cuando una enfermera fue a revisar sus heridas. Todas las
mata-dolores que tenían no sirvieron de nada cuando ella limpio las quemaduras de sus
brazos y manos. Nathaniel apretó los dientes tan fuertes que creyó que los rompería y
peleo con la urgencia de patearla lejos de él. Ella les dio a sus puntadas un asentimiento
aprobatorio y prometió que el médico lo revisaría después. Cerró la puerta cuando se
fue.
Era imposible volver a dormir con sus nervios haciendo ruidos alarmantes en sus
oídos. Nathaniel flexiono sus dedos, revisando su nivel de movilidad. Lola lo había
quemado para herirlo no para mutilarlo. Quizá creía que la piel derretida arruinaría la
bobina y mataría su diversión. La cara de enfermera le decía que su cara no había bajado
ligeramente, pero no quería verse en el espejo. Nathaniel estaba tan furioso como con
nauseas solo de pensar sobre eso.
Antes de que lo último ganará Nathaniel dijo:
—Quiero ver a mi equipo.
—Y yo quiero un café —dijo Browning—¿Están bien ustedes dos aquí?
Towns asintió. Browning reviso su cartera por dinero y se fue. Nathaniel dio a sus
esposas unos cuantos jalones experimentales solo para ver como reaccionaba Towns.
Towns no quedó impresionado con el fallido intento de rebeldía y siguió con los papeles.
Se ignoraron el uno al otro hasta que Browning regreso. Browning se sentó en silencio
hasta que se acabó su café, luego examinó una de las pilas descartadas de Towns.
Después de una hora de esto, hizo otro intento de comunicarse con Nathaniel.
—¿Aún no te sientes cooperativo?
—Todavía no veo a mi equipo, así que no —dijo Nathaniel, Browning hizo un gesto
arrogante. Nathaniel tiro de sus atadas manos de nuevo—. Mira: hay estas personas que
decidí quedarme incluso cuando sabía que no me quedaría por mucho tiempo. Los elegí
antes que a mi seguridad. Así que déjame verlos y te diré todo lo que quieras.
—Tú solo piensas en que quieres verlos —dijo Towns—recuerda que se acaban de
enterar que y quién eres. Si ellos todavía quieren saber algo de ti, me comeré mi
sombrero.
Nathaniel abrió su boca, el cerro otra vez, y miro a otro lado. Su equipo había aceptado
su vaga confesión. Aarón lo forzó a hacerlo, saber que su familia era espantosa y lidiar
con la realidad eran cosas totalmente diferentes. Quizá Kevin tenía tiempo para decirle
en el viaje a New York la conexión de los Wesninski y los Moriyamas, en ese caso ellos
ahora sabrían en el peligro que los había puesto al firmar contrato con el entrenador
Wymack.
Él les había prometido que su familia no iba a intervenir con ellos, pero él los había
lastimado y les iba a costar campeonatos. Ellos deben odiarlo, deben temerle, y
probablemente no lo perdonen nunca, pero Nathaniel no lo quería dejar así. Él tenía que
decirlo hoy, antes que los federales lo empujen tan hondo que la luz no lo pueda alcanzar.
—En efecto —Towns continuo—, probablemente ellos ya están en la carretera al sur.
No debió de durar mucho tomar sus declaraciones, y no necesitamos nada más de ellos
por ahora.
—Estas mal —dijo Nathaniel—Ellos no se pueden ir sin Andrew, y Andrew no iría a
ningún lado antes hablar conmigo.
—Tú no sabes eso.
—Si lo sé—. Incluso si solo era para destruir a Nathaniel por esconderle esto, Andrew
esperaría tanto como pudiera. Él no era del tipo de dejar las cosas sin terminar. Nathaniel
lo sabía, lo creía, con cada fibra de su cuerpo. Fue suficiente para calmar el apeste de la
advertencia insensible de Towns—. Puedes llevarme con él, o puedes dejarme podrirme
en una celda en algún lugar. Esas son tus únicas opciones.
Finalmente, Browning se levantó y fue al pasillo. Nathaniel escucho su tono estridente
a través de la madera, pero no entendía sus palabras. Towns observo a su pareja cuando
Browning regreso, y Browning respondió realizando garabatos en el portapapeles de
Towns. Nathaniel resistió la necesidad de tirarles su pequeña almohada y mejor se
recostó en ella.
No le dijeron nada más a él, y dejo sus pensamientos bajar. Las horas para que lo
dejaran ir se sintieron interminables y miserables. Cuando el médico pasaba a verlo para
decirle como curar sus heridas, Nathaniel lo interrumpía con un:
—No necesito su ayuda.
El médico, estaba acostumbrado a los pacientes desagradables, firmo la hoja de
Nathaniel sin decir nada más. Ella miró a los agentes y dijo.
—Ellos pueden firmar tu salida en el escritorio de abajo. Ellos tendrán las medicinas
listas para ti.
Browning asintió, pero espero a que el médico se fuera para quitar las esposas que
mantenían a Nathaniel atado a su cama. Él y Towns bajaron la cama para que Nathaniel
se pudiera deslizar fuera de ella. Towns le dio una bolsa, y Nathaniel lanzó un conjunto
de sudaderas oscuras a la cama.
—¿Dónde está mi ropa? —pregunto Nathaniel.
—Tomada como evidencia —dijo Towns.
Towns se paró junto a la puerta. Browning se mantuvo cerca, pero casi se quedó a
mitad de camino de Nathaniel. Si Nathaniel intentaba algo, lo vería desde con su visión
periférica, pero aún era un poco de privacidad. La bata de hospital que Nathaniel vestía
estaba desamarrada, por lo cual estaba extremadamente agradecido. Él pensó que no
podía con nudos y cuerdas hasta que sus manos estuvieran mejor. Se quitó la bata y se
metió en sus nuevas ropas lo más cuidadoso que pudo. Sus manos estaban ardiendo
para el tiempo que termino. Él las puso cerca de su estómago, sabiendo que no ayudaría
en nada, pero quería tratar apagar ese fuego de alguna manera.
Browning esposo sus manos en frente de él, luego jalo el gorro de la sudadera para
tapar su cara.
—Gracias los vecinos de tu padre, la prensa sabe que alguien fue sacado de la casa
de Nathan anoche. Los canales principales no tienen un nombre aún, pero ellos no lo
necesitan. Has pasado mucho tiempo en TV el año pasado. La gente reconocerá tu cara
con solo ver un pedazo de ella.
—¿Todavía hay suficiente de ella para reconocer? —Nathaniel preguntó.
—Hay un espejo por aquí si quieres ver.
—Me quedaré con tu opinión —dijo Nathaniel.
—Sanará eventualmente —dijo Browning, lo cual no era ni una ni otra cosa.
Lo guiaron al pasillo de abajo. Towns firmo su salida y tomo una bolsa blanca que
sacudió. Analgésicos y antibióticos, asumió Nathaniel. Crema para quemaduras si tenía
suerte. Towns se los dio para que las cargara, y tomaron el elevador. Browning llamo
antes de que llegaran al piso de abajo y tener un lugar limpio. Nathaniel no levanto la
mirada para ver su había reporteros buscando una fotografía. Mantuvo su cabeza lo más
baja que pudo y rogo que la sudadera fuera suficiente para proteger su cara.
Un vehículo deportivo estaba estacionado en la acera. La puerta trasera estaba abierta
mientras se acercaban y Nathaniel subió en él. Towns fue hasta el asiento más atrás, así
que Browning tomo el asiento al lado de Nathaniel. Browning cerró la puerta e hizo una
corta llamada con su teléfono solo para decir:
—Estamos en camino. Quítalo de la vista antes de que lleguemos.
La mujer en el asiento de pasajero le dio una mirada curiosa sobre los hombros a
Nathaniel. Él desvió la mirada, y observó la ventana teñida. Reconoció calles y edificios
mientras manejaban. En una terrible, imposible forma, de alguna manera se sentía como
casa. Quería arrancar esta sensación de él y quemarla. La Foxhole Court era el único
hogar que necesitaba; los Zorros eran su familia. No quería estar atado a nada de esto.
Cuan triste, cuan extraño, cuan estúpido, que él pudo huir de aquí y haber regresado al
mismo lugar al final. No pudo soportar la vista de la ciudad, así que se recostó y cerró
sus ojos.
No pudo dormir, pero al menos podía imaginar la muerte de su padre una y otra vez.
Eso era casi suficiente para hacerlo sonreír, y eventualmente descongelaron escalofríos
en sus venas.
CAPÍTULO CATORCE
Nathaniel esperaba que lo llevaran directo a sus oficinas para interrogarlo, pero la SUV
se giró en el estacionamiento de un hotel. El lugar estaba plagado de federales. Los
hombres estaban de pie en la acera, fumando e intentando parecer despreocupados,
pero la piel de Nathaniel se erizó al verlos. Las mujeres que tomaban el sol junto a la
piscina se veían igualmente recelosas a pesar de su intento de pasar inadvertidas. La
mujer que estaba junto a la máquina expendedora estaba intranquila, pero Nathaniel
estaba inclinado a pensar mal de todos los que estaban a su alrededor.
Tan pronto como el auto se detuvo, Nathaniel le dirigió una mirada expectante a
Browning. Browning puso un dedo frente a su cara—. Tienes veinte minutos o hasta que
te saquen de sus vidas, lo que ocurra primero. Luego vendrás con nosotros y nos dirás
todo lo que queremos saber. ¿Está claro?
—Ellos —dijo Nathaniel—. ¿Están aquí? No veo el autobús.
—No quiero que la prensa lo vea aquí y lo descubran todo aún, así que hice que tu
entrenador lo moviera. Dije: ¿está claro?
—Claro —dijo Nathaniel, y se cubrió nuevamente la cabeza con la capucha—. Sal.
—Tu personalidad ganadora me hace reconsiderar todo esto —dijo Browning, pero
salió del auto.
Lo llevaron por las escaleras metálicas desvencijadas al segundo piso. Una mujer
descansaba contra la barandilla del balcón con un teléfono celular en la oreja. Se puso
el pelo sobre el hombro y movió los dedos de igual manera. Browning guio a Nathaniel a
la puerta correcta y tocó. La puerta se abrió medio metro, pero Nathaniel no pudo ver
nada más allá del fornido hombre con traje. El hombre que estaba de guardia frunció el
ceño hacia Nathaniel antes de mirar enojado a Browning.
—No me agrada.
—Anotado. Vigílalo un momento, Kurt —dijo Browning. Kurt se hizo a un lado y abrió
la puerta. Browning pasó junto a él, aplaudiendo para llamar la atención de todos. Incluso
en el balcón, fue lo suficientemente fuerte como para que Nathaniel escuchara cada
palabra—. Escuchen, gente. Tienen veinte minutos. Mantengámonos ordenados y
tengamos solo una persona a la vez.
Obviamente, Kurt esperaba que los Zorros se aceptaran sin luchar, porque dejó caer
su brazo y dejó pasar a Nathaniel. Debería haber esperado un poco más, cuando los
compañeros de equipo de Nathaniel comenzaron a discutir casi de inmediato.
La voz indignada de Dan se escuchó con mayor facilidad cuando espetó—: ¿Veinte
minutos? Tienes que estar bromeando. ¿Por qué…? ¡Oh, Dios mío! —, Se interrumpió
cuando Nathaniel entró en la habitación. El ímpetu en su voz no era ira o disgusto, sino
alivio alimentado por el terror—. Oh, Dios mío, Neil. ¿Estás bien?
Nathaniel abrió la boca, pero las palabras le fallaron. Anoche sabía que nunca volvería
a ver a ninguno de ellos. Tenerlos de vuelta era un ungüento en cada una de sus
doloridas heridas, pero era muy consciente de que estaba aquí para despedirse. Lo
mataría salir de aquí.
Les debía una explicación y una disculpa, pero no sabía por dónde empezar. Todo lo
que podía hacer era mirar de una cara atónita a otra. Había una mirada vacía en la cara
de Kevin y moretones oscuros en su garganta. Nicky era un desastre desconsolado cerca
de la ventana. Allison y Renee estaban sentadas en la otra cama con dos ojos negros y
un par de docenas de moretones entre ellas. Las manchas en el brazo de Allison fueron
obviamente dejadas por dedos. Nathaniel esperaba que Allison haya golpeado a quien
fuera lo suficientemente estúpido como para agarrarla tan fuerte, pero tal vez Renee se
había encargado de eso. Una de las manos de Renee estaba vendada y llevaba una
muñequera en la otra mano. Aaron estaba sentado en la misma cama, y por una vez
lucía más molesto que enojado cuando miró a Nathaniel.
Matt y Dan estaban en la cama más cercana. Matt tenía un agarre férreo en el hombro
de Dan como si hubiera tenido que evitar que fuera contra Browning. Matt había recibido
una fuerte paliza en el disturbio y todavía tenía bolsas de hielo atadas a ambas manos.
Su camisa estaba sucia y rasgada en dos lugares, y Nathaniel podía ver los feos
hematomas a través de los huecos. Abby estaba de pie entre las camas, su botiquín de
primeros auxilios abierto sobre las mantas cerca de la cadera derecha de Matt, pero dejó
caer el antiséptico que estaba sosteniendo cuando vio a Nathaniel.
La boca de Abby se movió, pero Nathaniel no escuchó una palabra de lo que dijo.
Browning dijo que los Zorros solo sufrieron heridas leves y que ninguno de ellos había
terminado en la UCI, pero solo siete de ellos estaban allí. Wymack estaba fuera moviendo
el autobús, pero eso dejaba a una persona desaparecida.
La sangre de Nathaniel se congeló, y no pudo evitar la alarma de su voz cuando
comenzó a preguntar:
—¿Dónde está And…?
Hubo un estruendo detrás de Nathaniel, el sonido inconfundible de un cuerpo
golpeando contra la madera. Se giró cuando Andrew se abrió paso a la fuerza con
Wymack pisándole los talones. Kurt agarró a Andrew, pero lo soltó cuando Wymack lo
empujó al pasar. Nathaniel solo tuvo un segundo para ver las esposas encadenando a
Andrew y Wymack juntos, y luego Browning reaccionó a la violenta entrada alcanzando
su arma.
Nathaniel agarró el brazo de Browning con ambas manos y lo jaló tan fuerte como
pudo. Solo tenía la intención de desacelerar a Browning y hacerlo perder el equilibrio,
pero la agonía que se disparó desde los dedos de Nathaniel hasta sus codos casi lo hizo
caer. Él lo soltó sin intención y se encorvó, como si de alguna manera eso haría que el
dolor desapareciera. Presionar sus manos contra su estómago no ayudó, pero Nathaniel
necesitaba protegerlas de alguna manera.
—No —dijo con los dientes apretados.
Pensó que lo dijo, de todos modos; no podía escucharse a sí mismo a través del ruido
ensordecedor rugiendo en sus oídos. El peso de una mano en la parte posterior de su
cuello dijo que le había conseguido a Andrew el tiempo suficiente para alcanzarlo.
Nathaniel no recordaba haber cerrado los ojos, pero los obligó a abrirse de nuevo. Trató
de enderezarse, pero Andrew lo tomó del hombro y lo empujó sobre sus rodillas.
Nathaniel bajó sin discusión y acunó sus destrozadas manos en su regazo. Sus manos
se sentían tan terribles que esperaba ver sangre empapando sus vendajes, pero la gasa
permaneció blanca y limpia.
—Déjalo —dijo Wymack.
Sonaba tan enojado que Nathaniel supo que Wymack no estaba hablando con él o
con Andrew. Supuso que Browning o Kurt se estaban moviendo para sacar a Andrew del
camino antes de que lastimara aún más a Nathaniel. O los federales confiaban en su
juicio o no podían rodear a Wymack para llegar a Andrew, pero Andrew se arrodilló frente
a Nathaniel sin ser cuestionado. Nathaniel giró sus manos y levantó la vista.
La expresión de Andrew era engañosamente tranquila, pero su agarre era férreo
cuando agarró la barbilla de Nathaniel. Nathaniel lo dejó observarlo porque eso le dio
tiempo para estudiar los moretones que cubrían la cara de Andrew. El peor de ellos era
un oscuro y estrecho golpe que pasaba desde su pómulo hasta la orilla de su ojo derecho.
La fuerza del impacto dejó la mitad del ojo de Andrew rojo de sangre.
Un codazo, pensó Nathaniel, que se había acercado demasiado.
—Podrían haberte cegado —dijo Nathaniel—. ¿Todo ese tiempo peleando y nunca
aprendiste a esquivar?
Una mirada glacial fue su única respuesta. Andrew lo soltó para poder quitar la
capucha de Nathaniel del camino. Pasó un dedo sobre las líneas de cinta que mantenían
los numerosos vendajes en su lugar como si buscara el mejor lugar para comenzar.
Primero arrancó la gasa de la mejilla derecha de Nathaniel, dejando al descubierto los
cortes en forma de línea que dejó el cuchillo de Lola. Les dio a las puntadas una mirada
superficial antes de continuar. La cinta en la otra mejilla de Nathaniel dolió como el
infierno, ya que jaló de la piel alrededor de sus quemaduras, y la mano de Andrew se
congeló a pocos centímetros de la cara de Nathaniel.
La expresión de Andrew no cambió, pero había una nueva tensión en sus hombros
que no auguraba nada bueno para nadie en la habitación. Andrew había dejado caer las
primeras vendas como si no importaran, pero estas las puso lentamente en el suelo junto
a su rodilla sin quitarle la mirada a Nathaniel. Como Nathaniel estaba arrodillado de
espaldas a la habitación, Wymack era la única persona que podía ver el desastre que
Lola hizo en su rostro. Nathaniel no se atrevió a mirarlo, pero el violento—: Cristo, Neil
—de Wymack decía que las quemaduras se veían tan mal como se sentían.
Una cama crujió cuando uno de los Zorros se levantó. Wymack sacudió su mano libre
en una enfática orden para que se quedaran quietos, y dijo.
—No.
—Uno a la vez —les recordó Browning.
Andrew presionó dos dedos en la parte inferior de la barbilla de Nathaniel para que
girara la cabeza. Nathaniel se dejó guiar y no dijo nada mientras Andrew lo contemplaba.
Cuando Andrew dejó caer su mano y agarró la sudadera de Nathaniel, Nathaniel se
arriesgó a mirarlo. Había violencia en los ojos de Andrew, pero al menos no había
empujado a Nathaniel todavía. Eso tenía que contar para algo.
—Lo siento —dijo Nathaniel.
El puño de Andrew se alejó con la intención de golpearlo, pero no lo movió. Nathaniel
sabía que no era porque su mano estaba esposada con Wymack; El brazo de Andrew
en realidad tembló por el esfuerzo que le costó no golpear la cabeza de Nathaniel.
Nathaniel no dijo nada para inclinar la balanza de alguna manera. Por fin, Andrew
desenrolló sus dedos y dejó que su mano colgara de la esposa.
—Dilo de nuevo y te mataré —dijo.
—Esta es la última vez que voy a decírtelo —dijo Kurt, acercándose a Wymack con
una mirada sombría en su rostro—. Si no puedes calmar esa actitud y compórtate…
Nathaniel le lanzó una mirada de advertencia y lo cortó con un,
—¿Qué harás, idiota?
—Lo mismo vale para ti, Nathaniel —dijo Browning—. Esa es tu segunda oportunidad.
Un tercer paso en falso y esto —giró su dedo para indicar a los Zorros —está terminado.
Recuerda que estás aquí solo porque lo estamos permitiendo.
Andrew se movió como si fuera a levantarse y Nathaniel supo que iba a callar a
Browning por su bien. Nathaniel sabía que no debía tocar a Andrew todavía, pero se
acercó lo más que pudo y tomó la cara de Andrew entre sus manos vendadas. Andrew
podría haberlo empujado a un lado fácilmente, pero después de una breve pausa se
quedó quiero de nuevo. Nathaniel lo miró rápidamente, agradecido por su resignación,
antes de dirigirle otra mirada glacial a Browning.
—No le mientas a un mentiroso —dijo Nathaniel—. Ambos sabemos que estoy aquí
porque no tienes nada sin mí. Una pila de cadáveres no puede cerrar casos o seguir el
rastro del dinero contigo. Te dije lo que te costarían esas respuestas y accediste a
pagarlo. Así que quítale las esposas a Andrew, saca a tu hombre de nuestro camino y
deja de gastar mis veinte minutos con tu inútil actitud.
El silencio que siguió era inestable. Browning estaba sopesando sus opciones, o al
menos actuando como si lo estuviera. Nathaniel sabía que esto solo podría terminar de
una manera. Si el FBI hubiera dejado que los Hartford entraran en el país sin oponerse,
tenían que estar desesperados por alguna solución. Nadie podía probar, todavía, que
Nathan había matado a Mary Hartford, pero el odio de Hartford por Nathan no era un
secreto y habían reaccionado a su libertad condicional reservando sus boletos para
cruzar el Atlántico. No hacía falta que el FBI fuera brillante para saber que su visita no
sería amistosa.
Finalmente, Browning hizo un gesto. La cara de Kurt estaba enfurecida mientras
sacaba las llaves de su bolsillo. Wymack se giró para facilitárselo. Andrew no miró
mientras le quitaban las esposas, pero flexionó los dedos varias veces para probar su
libertad y dejó caer la mano sobre su muslo. Browning llevó a Kurt con él para esperar
cerca de la puerta. Ellos irradiaban descontento y desconfianza y la mirada que Browning
le envió a su reloj era mordaz, pero a Nathaniel no le importó. Satisfecho de que por fin
estaban fuera del camino, volvió a centrar toda su atención en Andrew.
—Así que el problema de actitud no era un acto, al menos —dijo Andrew.
—Iba a decírtelo —dijo Nathaniel.
—Dejar de mentirme.
—No estoy mintiendo. Te lo habría dicho anoche, pero estaban en nuestro vestuario.
—¿Quiénes? —preguntó Browning.
Nathaniel cambió al alemán sin perder el tiempo. Estaba bastante seguro de que
Browning se le había dado una mirada sucia por ese truco, pero no alejó los ojos de
Andrew para mirar.
—No eran guardias de seguridad los que vinieron por nosotros. Estaban allí por mí, y
habrían herido a todos ustedes para sacarme de allí. Pensé que manteniendo mi boca
cerrada podría mantenerlos a salvo —Nathaniel todavía tenía las manos en la cara de
Andrew, así que tocó ligeramente con su pulgar el moretón en el ojo de Andrew—. No
sabía que organizarían un disturbio.
—¿Qué te dije acerca de jugar la carta de mártir? —preguntó Andrew.
—Dijiste que nadie la quería —dijo Nathaniel—. No me dijiste que parara.
—Estaba implícito.
—Soy estúpido, ¿recuerdas? Necesito que me expliquen las cosas.
—Cállate.
—¿Ya llegué al noventa y cuatro?
—Estás en cien —dijo Andrew—. ¿Qué le pasó a tu cara?
Nathaniel tragó saliva contra una ráfaga de náuseas.
—Un encendedor de tablero.
Hizo una mueca ante el terrible sonido que Nicky hizo. El crujido de un colchón que
se movió rápidamente casi ahoga la dura maldición de Aaron. Nathaniel miró hacia atrás
sin pensarlo, necesitando ver quién se estaba moviendo, y vio que Aaron se había bajado
de la cama para ir a pararse con Nicky. Girarse significaba que los otros podían ver su
mejilla quemada. Kevin retrocedió tan fuerte que se estrelló contra la pared detrás de él.
Puso su mano de manera protectora sobre su propio tatuaje y Nathaniel supo que estaba
imaginando la reacción de Riko a esta atrocidad.
Esta vez fue Dan quien evitó que Matt se levantara, sus nudillos blancos contra su
camisa oscura y giró su cabeza. Matt comenzó a luchar para soltarse, pero se conformó
con un ronco—: Jesús, Neil. ¿Qué demonios te hicieron?
Abby había mantenido la distancia el tiempo suficiente, al parecer. Ella rodeó la cama,
con los ojos muy abiertos y frenéticos, pero solo llegó a la esquina antes de que Andrew
se diera cuenta de sus intenciones. Agarró a Nathaniel para girar su cara hacia adelante
y le dio a Abby una mirada tan cruel que se detuvo en seco.
—Aléjate de nosotros —dijo Andrew.
—Andrew —dijo Abby, tranquila y cuidadosa—. Está herido. Déjame verlo.
—Si me haces que lo repita, no vivirás para arrepentirte.
Nathaniel nunca lo había escuchado hablar con ese tono asesino. Le ponía los pelos
de punta, pero de alguna manera alivió algo de la preocupación en su pecho. Era culpa
de Nathaniel que el autocontrol de Andrew estuviera hecho jirones, pero también era por
su bien. La furia sin fondo de Andrew nunca lastimaría a Nathaniel, y eso marcaba la
diferencia en el mundo. Nathaniel le dio al cabello de Andrew un tirón cauteloso.
Andrew resistió los dos primeros intentos, pero finalmente permitió que Nathaniel
volviera a centrar su atención en donde necesitaba estar.
—Abby, acabo de salir del hospital —dijo Nathaniel sin apartar la mirada de Andrew—
. Estoy tan bien como puedo estarlo por ahora.
—Neil —intentó Abby.
—Por favor —insistió Nathaniel. No la oyó dar un paso atrás, pero sabía que lo hizo
por la forma en que el agarre férreo de Andrew en su cráneo se relajó. Nathaniel mantuvo
una mano enterrada en el cabello de Andrew, pero finalmente bajó la otra. En un
silencioso alemán, dijo.
—¿Te dijeron quién soy?
—No tuvieron que hacerlo. Estrangulé las respuestas fuera de Kevin en el camino
hacia aquí —Andrew ignoró la forma en que Nathaniel lo miró boquiabierto y dijo—:
Supongo que no eras huérfano después de todo. ¿Dónde está tu padre ahora?
—Mi tío lo ejecutó —dijo Nathaniel, preguntándose. Cruzó una precaria línea y
presionó dos dedos en el pecho de Andrew, sobre su corazón. El recuerdo lo heló hasta
los huesos, y no pudo evitar un escalofrío—. Pasé toda mi vida deseando que muriera,
pero nunca pensé que lo haría. Pensé que era invencible. No puedo creer que haya sido
tan fácil.
—¿Fue fácil? —preguntó Andrew—. Kevin nos dijo para quién trabajaba.
Nathaniel no creía que ninguno de los agentes pudiera entenderlos, pero los nombres
eran difíciles de ocultar en cualquier idioma. Estaba contento de que Andrew fuera lo
suficientemente inteligente como para no decir el nombre de los Moriyamas en voz alta.
—Mi tío dijo que iba a tratar de negociar un alto el fuego. No sé si él es lo
suficientemente fuerte como para negociar con ellos, pero me gustaría pensar que no se
hubiera arriesgado sin un terreno real para estar de pie. Prométeme que nadie le contó
al FBI acerca de ellos.
—Nadie les ha dicho una palabra desde que dijeron que no podíamos verte.
El corazón de Nathaniel dio un vuelco. El calor que roía su pecho era una fea mezcla
de gratitud y vergüenza. Trató de hablar, pero tuvo que aclararse la garganta antes de
volver a intentarlo—. Pero, ¿por qué? No he hecho nada más que mentirles. De buena
gana los puse en peligro solo para poder jugar un poco más. Fueron lastimados anoche
por mi culpa. ¿Por qué me protegerían ahora?
—Eres un Zorro —dijo Andrew, como si fuera así de simple, y tal vez así lo era.
Nathaniel bajó su mirada y movió la mandíbula, luchando por una estabilidad que
estaba perdiendo rápidamente. Apenas reconoció su propia voz cuando dijo—: Andrew,
quieren llevarme lejos de aquí. Quieren meterme en el Programa de Protección de
Testigos para que la gente de mi padre no pueda encontrarme. No quiero… —comenzó,
pero eso no era justo—. Si me dices que me vaya, iré.
Él no dijo que lo mataría, pero no tenía que hacerlo. Andrew enganchó sus dedos en
el cuello de la sudadera de Nathaniel y la jaló lo suficiente para que él lo sintiera. Por un
momento, Nathaniel estaba a meses de distancia de este momento, de pie en el vestíbulo
oscuro de la casa de Andrew, por primera vez con una cálida llave clavándose en su
palma. Se sentía como volver a casa, y fue suficiente para aliviar su miedo.
—No vas a ir a ningún lado —dijo Andrew: las mismas palabras, la misma promesa.
Estaba hablando en inglés de nuevo, y Nathaniel entendió por qué cuando escuchó las
siguientes palabras de Andrew. Andrew estaba jugando al instigador e invitando a los
Zorros a la pelea—. Te vas a quedar con nosotros. Si intentan llevarte, perderán.
—Llevarte —hizo eco Dan—. ¿A dónde?
—¿Estamos hablando de llevarte para un interrogatorio, o llevarte para siempre? —
exigió Matt.
—Ambos —dijo Browning.
—No pueden tenerlo —dijo Nicky—. Él pertenece con nosotros.
—Cuando las personas descubran que todavía está vivo, vendrán por él —dijo
Browning—. Ya no es seguro para él, y por supuesto que no es seguro para ustedes. Es
mejor para todos si desaparece.
Ellos lo entendían mejor de lo que él lo haría, ya que Kevin ya les había contado sobre
la alianza Wesninski—Moriyama. Llevaban un año lidiando con la locura de Riko gracias
a Kevin, y no parecían impresionados por las advertencias de Browning.
—¿Qué parte de váyanse al infierno necesitas que te expliquemos? —preguntó
Allison.
—Todos somos adultos legales aquí —agregó Matt—. Tomamos nuestra decisión. A
menos que él quiera quedarse contigo, será mejor que nos regreses a Neil cuando hayas
terminado con todas tus preguntas.
—Neil no es una persona real —dijo Browning, harto de su ignorancia voluntaria—. Es
solo una tapadera que permite a Nathaniel eludir a las autoridades. Ya es hora de dejarlo
ir.
—Neil o Nathaniel o quien sea —dijo Nicky—. Es nuestro y no lo vamos a dejar ir.
¿Quieres que votemos sobre eso o algo así? Te apuesto que será unánime.
—Entrenador Wymack, explíqueles algo de sentido común a su equipo —dijo
Browning.
—Neil —dijo Wymack, y Nathaniel levantó su mirada sobre a Andrew para mirar a
Wymack. Nathaniel había visto esa expresión en su rostro solo una vez, cuando Wymack
trató de recomponerlo después de Navidad. Era el aspecto de un hombre hecho viejo
por las tragedias de sus jugadores; era el aspecto de un hombre que los ayudaría sin
importar lo que le cueste. Nathaniel se sintió desgraciado por causar esa expresión de
nuevo, pero infinitamente consolado por el apoyo incondicional de Wymack—. Habla
conmigo. ¿Qué quieres?
Nathaniel tragó con fuerza contra el inesperado nudo en su garganta. Sus palabras
salieron tan abruptas que todos tuvieron que callarse para comprenderlo—. Quiero… sé
que no debería quedarme, pero no puedo… no quiero perder esto. No quiero perder a
ninguno de ustedes. No quiero seguir siendo Nathaniel. Quiero ser Neil el mayor tiempo
posible.
—Bien —dijo Wymack—. Sería un infierno adaptar Wesninski en una camiseta.
Browning se frotó las sienes.
—Me gustaría hablar con usted.
—¿Acerca de?
—Su disposición para poner a sus jugadores en un considerable peligro, por ejemplo.
—Renunciar a Neil ahora va en contra de todo lo que somos —dijo Wymack—. Estoy
listo para discutir sobre esto durante el tiempo que sea necesario, pero no si eso significa
gastar el tiempo asignado para Neil. Eso no es justo para ninguno de ellos.
Andrew tiró de la sudadera de Nathaniel y dijo en alemán.
—Líbrate de ellos antes de que los mate.
—Están esperando respuestas —dijo Nathaniel—. Nunca fueron capaces de acusar
a mi padre mientras estaba vivo. Esperan que sepa lo suficiente como para comenzar a
perjudicar a su círculo en su ausencia. Les voy a decir la verdad, o todo lo que pueda sin
decirles que mi padre estaba actuando por las órdenes de alguien. ¿Quieres estar ahí
para eso? Es la historia que debería haberte dado hace meses.
—Me tengo que ir —dijo Andrew—. No confío en que te regresen.
Andrew lo soltó y se puso de pie. Nathaniel se levantó sin su ayuda y miró a Andrew
y a Wymack.
—Lo siento —dijo en inglés—. Debería haberte dicho, pero no pude.
—No te preocupes por eso en este momento —dijo Wymack—. Veinte minutos no son
lo suficientemente largos para esta conversación. Podemos hablar de ello en el camino
de vuelta al campus, ¿verdad?
—Sí —dijo Nathaniel—. Lo prometo. Solo tengo que hablar con ellos primero.
—Entonces ve —dijo Dan. Cuando Nathaniel le devolvió la mirada, ella enfatizó—
Pero vuelve con nosotros tan pronto como terminen contigo, ¿de acuerdo? Lo
resolveremos como un equipo.
—Como una familia —Nicky intentó sonreír. Fue débil, pero alentador.
Esto tenía que ser un cruel sueño. Su perdón amenazaba con quemar a Nathaniel de
adentro hacia afuera, sanándolo al igual que maldiciéndolo. Él no merecía su amistad o
su confianza. Nunca podría pagarles por apoyarlo de esta manera. Podría intentarlo el
resto de su vida, por el tiempo que durara ahora que Stuart estaba en la escena y Nathan
estaba fuera, y siempre se quedaría corto.
—Gracias —dijo.
Allison rechazó su agradecimiento agitando su mano con una ligereza que no coincidía
con su tensa expresión.
—No, gracias a ti. Acabas de cerrar tres extraordinarias apuestas y me ganaste
quinientos dólares —dijo cuando Nathaniel la miró—. Prefiero descubrir exactamente por
qué y cuándo ustedes dos se engancharon que pensar en este horror por más tiempo,
así que hablemos de eso en el viaje de regreso.
La mirada de Aaron se movió de Allison a Nathaniel a Andrew. Estaba esperando que
lo negaran, pensó Nathaniel, y su expresión se volvió en blanco cuando ninguno de los
dos lo hizo. Nicky abrió la boca, luego la cerró de nuevo sin decir una palabra y miró
fijamente a Nathaniel. Kevin, sorprendentemente, no reaccionó en absoluto.
Nathaniel no tenía la energía para confirmar o negar nada en este momento, por lo
que simplemente miró a Andrew y le preguntó.
—¿Listo?
—Te estoy esperando—le recordó Andrew.
—No lo invité —dijo Browning.
—Confía en mí —dijo Wymack—. Te irá mucho mejor si los llevas a los dos.
Browning lanzó una mirada calculadora entre ellos y se rindió con impaciencia—: Nos
vamos ahora.
Wymack se apartó para dejarlos pasar, pero cuando Nathaniel llegó a la puerta, dijo.
—Te esperaremos, ¿está bien? Tanto como sea necesario, Neil.
Nathaniel asintió y salió al balcón. Él y Andrew bajaron las escaleras detrás de
Browning y se metieron en el asiento trasero de la SUV. Browning se sentó delante de
ellos y cerró de golpe la puerta. Nathaniel observó hasta que el hotel desapareció por la
ventana, luego miró a Andrew y preguntó en alemán.
—¿Realmente puedo ser Neil otra vez?
—Le dije a Neil que se quedara —dijo Andrew—. Deja a Nathaniel enterrado en
Baltimore con su padre.
Nathaniel miró por la ventana otra vez y se preguntó si eso sería posible. Sabía en
cierto sentido que nunca podría dejar a Nathaniel atrás. Incluso si Stuart pudiera hablar
con los Moriyamas, todos sabrían que el hijo de Nathan estaba vivo y coleando. Nathaniel
siempre sería un riesgo de seguridad para ellos. Pero la idea era emocionante y
escalofriante por momentos, y Nathaniel giró su mano para estudiar su palma. Él trazó
la llave de Andrew en su piel con su dedo vendado.
—Neil Abram Josten—, murmuró Neil, y se sentía como despertarse de un mal sueño.
***
Neil sabía que hablar con el FBI no iba a ser fácil, pero no había esperado que fuera tan
extenuante. Pasó el resto del sábado y todo el domingo encerrado con ellos en sus
oficinas. La única vez que Andrew y Neil abandonaron su línea de visión fue cuando
alguien vino a ver las heridas de Neil, y los dos nunca se quedaron solos. Los agentes
trajeron comida para que no tuviera que abandonar el edificio, lo escoltaron hacia y desde
el baño y colocaron catres para que él y Andrew pudieran dormir en el lugar bajo
vigilancia.
A cambio de su cuestionable hospitalidad, Neil les contó todo. Comenzaron con la
llamada telefónica de Lola y pasaron por el tiroteo, donde Neil puso tantos nombres a las
caras como pudo. Casi tan importante como quién murió era quién había sobrevivido. Ni
Romero ni Jackson habían estado en la casa. Desde allí, pasaron en la infancia de Neil
y todas las cosas terribles que eso conllevaba.
Después de que escudriñaron su memoria por todo lo relacionado con la gente de su
padre y los robos conocidos, siguieron con el paradero de Neil durante los siete años
entre Baltimore y Millport. Neil los llevó paso a paso a cada alias y residencia, pero se
negó a delatar a los contactos de su madre. Alegó ignorancia en función de su edad en
ese momento, y después de hacerle la pregunta de veinte maneras diferentes, los
agentes eventualmente se rindieron. Neil les dijo dónde la gente de su padre los había
alcanzado, los lugares donde el mismo Nathan había aparecido pisándole los talones, y
se detuvo con la muerte de su madre.
Tuvieron que reconocer a los Hartford en un punto, pero fue una conversación
cautelosa. El FBI no podía admitir cualquier trato que hubieran hecho y Neil no podía
probar nada. En cambio, se concentraron en lo que Neil sabía de Stuart desde su
juventud. Neil no tenía mucho que ofrecer, pero lo poco que tenía se convirtió en un
punto de inflexión sobre cómo lo veían algunos de los agentes. Hasta esa conversación,
lo miraban y solo veían al hijo de Nathan. Descubrir que había elegido una vida huyendo
que una vida sedentaria con otra familia criminal le ganó puntos con más de un federal.
Dos veces el domingo volvieron a mencionar el Programa de Protección de Testigos,
pero Neil rechazó las dos veces. Les estaba dando todo lo que necesitaban para construir
un caso y estaba dispuesto a testificar si podían conseguir a cualquiera de las personas
de Nathan en el estrado. Hasta entonces, él quería quedarse como estaba. Si lo metían
contra su voluntad, simplemente se soltaría su correa y regresaría al estado de Palmetto.
Andrew dijo que los Zorros nunca dejarían que Neil desapareciera tranquilamente.
Crearían un alboroto y meterían la prensa hasta el cuello hasta que alguien lo delatara.
Los agentes los llamaron egoístas e imprudentes, pero Neil y Andrew se mantuvieron
firmes.
Neil no sabía que habían ganado la discusión hasta que Browning soltó un par de
aplicaciones en la mesa frente a él. La primera era una solicitud oficial para cambiar de
nombre, la segunda y tercera eran para un pasaporte y una licencia de conducir, y la
última era para la tarjeta de seguridad social reeditada debido a la primera. Una imagen
que Neil reconoció vagamente se sostenía a la segunda hoja con un clip; era una
fotografía que Wymack había tomado de él el verano pasado para su expediente escolar.
En él todavía tenía cabello y ojos marrones, y su rostro estaba libre del tatuaje de Riko.
A pesar de la imagen, la aplicación ya estaba medio llena e indicaba que su color de ojos
natural era azul. Neil supuso que la imagen se encogería hasta nadie notaría la
discrepancia.
Estaba tan distraído por la imagen que le llevó un momento comprender el significado
de lo que le habían entregado. En la parte superior de cada página se encontraba el
nombre Neil Josten. Todo lo que Neil tenía que hacer era firmar las líneas punteadas.
—Considera esto un contrato con nosotros —dijo Browning, sonando tan molesto
como siempre. Esperó a que Neil lo mirara antes de continuar—. Una vez que firmas
esto, comenzamos el proceso para instalar a —Neil Josten— como un miembro válido y
funcional de la sociedad. Eso significa que ya no tendrás que correr más y que no habrá
más identificaciones falsas. Vas a ser Neil desde ahora hasta tu muerte. No tienes
permitido cambiar de opinión. Incluso si pides un café con leche bajo un seudónimo,
vamos a tener un grave problema.
—Bolígrafo —dijo Neil, tendiéndole la mano. Cuando Browning no se movió lo
suficientemente rápido, dijo—: Lo entiendo. Solo dame un bolígrafo para que pueda
firmarlo.
Browning lo arrojó sobre la mesa. Andrew lo atrapó antes de que pudiera caer por el
borde y se lo pasó. Neil garabateó su nombre a lo largo de cada línea punteada y le
devolvió la pila. Browning se los pasó a otra persona y observó la mesa llena de archivos.
—Hemos terminado aquí —dijo Browning—. Si pensamos en otra cosa, te lo haremos
saber.
—Estoy seguro de que lo harán—. Neil se puso de pie y estiró los calambres del día.
La sala de conferencias que habían ocupado no tenía ventanas, pero el reloj de la pared
decía que eran las nueve y media. Habían estado aquí por casi trece horas. El día se
había sentido largo cuando mientras avanzaba, pero el hecho de saber cuántas horas
había perdido lo llevó de estar cansado a totalmente exhausto. Restregó
cuidadosamente los talones de las manos contra sus ojos y ahogó un bostezo.
—Stetson te dará un aventón —dijo Browning cuando Neil bajó las manos a sus
costados.
Stetson era un hombre sin sentido del humor que habían visto ocasionalmente durante
el día. A Neil no le importaba ni la mitad que Browning porque Stetson no les había dicho
una sola palabra. El final del interrogatorio no era razón suficiente para romper ese
silencio, al parecer. Los recogió con una mirada y los llevó a su automóvil. Neil se sentó
en el asiento trasero con Andrew y jugueteó con las vendas en su rostro. Andrew palmeó
la parte trasera de su cabeza cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo e ignoró
el ceño fruncido de Neil.
Stetson los acompañó a la habitación del hotel, pero los Zorros se habían dispersado
en su ausencia. Tener que pasar la noche significaba que tuvieron que adquirir
suficientes camas para todos. Esta habitación con sus dos camas Queen ahora solo
albergaba a Abby y Wymack. Wymack miró a Neil y luego a Andrew, luego centró su
atención en Stetson.
—¿Me llevas al autobús? —preguntó. Esperó a que asintiera, e hizo un gesto para
que Andrew y Neil se sintieran como en casa—. Vuelvo enseguida. Averigüen si nos
quedamos o nos vamos.
Él cerró la puerta detrás de sí. Neil escuchó a través de la madera el leve sonido de
unos pasos en las escaleras, luego cerró la puerta con llave y tiró de la cadena. Abby se
sentó en el medio de una de las camas, y tendió ambas manos hacia Neil cuando se
apartó de la puerta.
—Déjame echarte un vistazo.
Neil no podía arrastrarse a través de la cama hacia ella o empujarse con sus manos,
así que se quitó los zapatos y se subió a la cama. Dio un par de inestables pasos hacia
ella y se sentó antes de que pudiera caerse. El colchón se movió cuando Andrew se
colocó detrás de él. Neil dejó su bolsa de medicina donde Abby podría tomar los
antibióticos si era necesario, pero ella tenía el botiquín de primeros auxilios, inusualmente
bien provisto, de los Zorros en su mesita de noche. Se inclinó para recogerlo, lo dejó a
un lado y tomó las vendas de su rostro.
Ella trabajó en silencio. No necesitaba hablar cuando su expresión decía lo suficiente.
Cuando terminó, comenzó a desenvolver las vendas del brazo derecho de Neil. Andrew
se movió un poco más cerca, ya que todavía no había visto los brazos descubiertos de
Neil, pero Neil mantuvo sus ojos en Abby. La pena y la indignación lucharon por dominar
el rostro de Abby, pero se mordió la lengua hasta que llegó a la mano de Neil.
Ella tragó saliva.
—Oh, Dios mío, Neil.
Neil finalmente se arriesgó a mirar su brazo. Su piel estaba cortada con líneas
paralelas que estaban negras por las costras sanguinolentas, pero no lo suficientemente
profundas como para necesitar puntos de sutura. Lola había llenado los espacios entre
ellas con quemaduras superficiales, círculos perfectos que iban desde su codo hasta una
pulgada de su muñeca. Se había herido las muñecas por las esposas de una manera
que no se podía coser; la piel estaba tallada en una línea poco profunda a lo largo de las
cicatrices que Riko le había dado hace unos meses. Moretones oscuros formaban una
gruesa banda alrededor de su muñeca y se alargaban hasta su pulgar. Sus nudillos
estaban tan quemados que Neil tuvo que flexionar los dedos para asegurarse de que
funcionaran.
Durante medio segundo estuvo de regreso en el auto con el cuchillo de Lola en su piel
y sin ningún sitio a donde ir, excepto a seis pies bajo tierra. Neil no supo qué sonido hizo,
pero los dedos de Andrew eran un peso repentino e implacable en la parte posterior de
su cuello. Andrew lo empujó hacia adelante y lo sostuvo hacia abajo. Neil trató de
respirar, pero su pecho estaba tan apretado como una goma elástica lista para romperse.
—Se acabó —dijo Abby mientras pasaba los dedos suavemente por su cabello—. Se
acabó. Vas a estar bien. Te tenemos.
Neil respiraba, inhalar y exhalar, demasiado superficial para llegar a sus pulmones,
demasiado rápido como para hacerle algún bien. Flexionó los dedos otra vez, luego los
apretó, sabiendo que estaba abriendo las costras, sabiendo que estaba tirando de la
carne quemada que intentaba con todas sus fuerzas sanar, pero necesitaba saber que
aún tenía el control. Necesitaba saber que su padre y Riko habían perdido, que podía
alejarse de esto y regresar a la cancha como Neil Josten. Por un momento esa
determinación fue suficiente para darle un poco de claridad, y Neil estaba
desesperadamente agradecido de no tener aliento para reírse. Sabía lo asustado que
sonaría.
—Basta —dijo Andrew, como si realmente fuera así de simple.
No lo era, pero la enredada mezcla de enojo y exasperación de Neil fue suficiente para
poner hipar en su jadeo. Eso interrumpió el ritmo frenético lo suficiente como para que
Neil pudiera respirar hondo. Él inhalo una segunda vez tan profundo como pudo, luego
una tercera tan lentamente como pudo soportarlo. Su interior aún estaba temblando para
su sexta respiración, pero estaba lejos del acantilado y a salvo en sus manos, y a Neil
no le importaba si se sentía a dos segundos de volverse violentamente enfermo. Se
quedó sin fuerzas y dejó que Andrew lo levantara de nuevo. Mirarlo era más seguro que
enfrentar el daño otra vez, por lo que Neil estudió el perfil de Andrew y dejó que Abby
trabajara.
Abby estaba a punto de terminar con su brazo izquierdo cuando Wymack regresó.
Andrew tuvo que levantarse para dejarlo entrar, pero regresó. Wymack se paró entre las
camas para examinar el desastre. Su expresión era ilegible, pero sus ojos entrecerrados
eran sombríos, y Neil sabía cómo leer la ira en cada centímetro del cuerpo de un hombre
mayor. Neil hizo otro puño, una promesa silenciosa de que sus manos todavía estaban
en buen estado. No hizo nada para aliviar la tensión de los hombros de Wymack.
—¿Estamos pasando la noche aquí? —preguntó Wymack.
—Odio Baltimore —dijo Neil—. ¿Podemos irnos?
Wymack asintió y miró a Abby.
—¿Cuánto tiempo necesitas?
—Diez minutos, tal vez —dijo Abby—. Terminaremos para cuando todos estén listos
y en el autobús.
—Los reuniré —dijo Wymack—. No te molestarán hasta que estemos de vuelta en el
campus.
—Les prometí respuestas —dijo Neil.
—El autobús no está estructurado para una conversación como esta. Incluso dos en
una fila estarían demasiado separados para escucharte fácilmente. Los vestuarios tienen
una mejor estructura. Toma una siesta en el camino al estadio y lidia con ellos en un
lugar familiar.
—La llave de mi habitación está en la cómoda —le dijo Abby a Wymack.
Wymack lo tomó, agarró su papeleo y se fue a buscar a los Zorros. Abby terminó de
limpiar y volver a vendar los brazos de Neil, y Neil y Andrew esperaron mientras ella re-
empaquetaba su bolso. Neil se tragó algunos analgésicos sin agua antes de darle su
medicina para el viaje de regreso. El equipo no había venido a Baltimore con mucho,
solo lo que necesitaban para el partido en Nueva York, pero Neil comprobó cada cajón
para asegurarse de que nada era dejado atrás.
El autobús los estaba esperando abajo, con la puerta abierta y las luces encendidas.
Matt estaba colocando la última bolsa del equipo en el compartimiento de
almacenamiento cuando se acercaron.
—Dejé mi equipo de vestuario en Nueva York —dijo Neil.
—Andrew lo encontró mientras te estaba buscando —dijo Abby—. Tu maleta estaba
cuatro puertas lejos para cuando la policía resolvió la revuelta. Todo está un poco peor
por el desgaste, pero al menos todo está justificado.
Matt cerró las puertas de golpe, tiró de las manijas para asegurarse de que las
cerraduras estuvieran bien, y le dio a Neil una mirada.
—Oye —dijo—. El Entrenador nos hizo prometer que te dejaríamos en paz, pero
¿estás bien?
—No —dijo Neil—, pero creo que lo estaré.
Subió al autobús y encontró a los Zorros sentados uno en cada asiento. Por lo general,
dejaban espacio entre los estudiantes mayores y el grupo de Andrew, pero esa noche
Nicky, Aaron y Kevin se habían instalado directamente detrás de sus compañeros
mayores. Neil habría tomado el cojín detrás de Kevin, excepto que Andrew se dirigió a
su asiento habitual en la parte trasera. Neil lo siguió y se sentó frente a Andrew, dejando
un espacio de dos asientos entre él y el resto de los Zorros.
Sentirse cómodo fue casi imposible gracias a las heridas en su rostro. Tuvo que dormir
de espaldas, pero el asiento no era lo suficientemente largo para que estirarse por
completo. Sus pensamientos lo mantuvieron despierto la mayor parte de la noche, pero
se las arregló para dormitar ocasionalmente. Esos fragmentos de descanso robados
hicieron casi más daño que bien, pero algo era mejor que nada.
Neil sabía que se estaban acercando cuando Wymack aparcó el autobús frente a una
estación de servicio. Se necesitaron tres Zorros para llevar suficientes cafés para todos,
y no se molestaron en pasar los vasos. Un par de minutos más tarde, la Foxhole Court
apareció a la vista de la ventana de Neil. Verlo fue una sacudida de adrenalina muy
necesaria. Neil pasó sus nudillos vendados a lo largo de la fría ventana.
—Neil Josten —murmuró—. Número diez, delantero titular, Foxhole Court.
Incluso si los Moriyamas rechazaban la tregua de Stuart y venían tras él, el proceso
había comenzado. Neil Josten estaba en el sistema para convertirse en una persona
real. Él no moriría como una mentira.
Wymack apagó el motor, y Neil se sentó cuidadosamente. Los Zorros se bajaron del
autobús y repartieron sus cosas. Neil buscó su bolso y lo encontró colgando sobre el
hombro de Matt. Trató de tomar una bandeja de café en su lugar, pero Dan les envió a
sus manos envueltas una mirada penetrante e ignoró su silenciosa oferta.
Entraron y se acomodaron en la sala. Dan, Renee y Allison repartieron las bebidas.
Wymack había llenado una bolsa de plástico con bocadillos, todo desde rosquillas con
azúcar glas hasta papas fritas, y la colocó sobre la mesa para que todos pudieran tomar
algo. Nicky tomó una barra de proteína de la mezcla y se la pasó a Neil. Neil trató de
abrir la envoltura de aluminio y siseó a través de sus dientes apretados por la quemadura
en sus nudillos. Andrew le quitó la barra, la abrió rápidamente y la dejo caer en las manos
de Neil.
Kevin se inclinó para mirar más allá de Andrew hacia Neil. Habló en un francés bajo
pero urgente y dijo.
—Tenemos que hablar de esto.
—Vamos a hacerlo —dijo Neil.
—Esto —dijo Kevin, con énfasis, y tocó su tatuaje.
—No ahora —dijo Neil—. Luego.
—Neil.
—Dije que no.
Andrew no podía entenderlos, pero entendió el filo en la voz de Neil. Puso una mano
sobre el hombro de Kevin y lo empujó hacia atrás. Kevin abrió la boca para discutir, pero
se contuvo. Presionó una mano cuidadosamente en su moteada garganta y miró hacia
otro lado. Wymack fue el último en sentarse y, de repente, Neil volvió a ser el centro de
atención.
Miró alrededor de la habitación y dijo con incertidumbre.
—No sé por dónde empezar.
—¿Por el principio? —sugirió Dan.
Estaban menos interesados en su padre que en el propio Neil, y aún no necesitaban
ni querían el nivel de detalles que le había dado al FBI. Kevin había compartido parte de
la verdad en el viaje de Nueva York a Maryland, pero Neil no sabía todo lo que les había
contado. Era probable que Neil estuviera repitiendo uno o dos detalles, pero nadie lo
detuvo.
Les dijo quiénes eran sus padres oficialmente y en realidad. Admitió que había jugado
en la liga pequeña de Exy durante un par de años bajo un nombre diferente y en una
posición diferente. Les contó sobre la abrupta decisión de su madre de huir, los terribles
ocho años en la huida, y el enfrentamiento que terminó con la muerte de su madre. Les
contó cómo terminó en Millport y por qué intentó allí para el equipo de Exy.
Les dijo por qué había arriesgado todo para venir aquí, lo qué había significado cuando
descubrió quiénes eran los Moriyamas y cuántas veces había pensado en huir antes de
cortar las cosas demasiado cerca. Juró que no había sabido hasta el banquete de otoño
quién era realmente su padre para los Moriyamas y que incluso ahora, solo entendía
vagamente la intrincada jerarquía entre las ramas de los Moriyama y el círculo Wesninski.
Él sabía menos cómo se suponía que su tío pertenecía allí.
Les contó cómo había tenido la intención de terminar el año, cómo había esperado al
menos pasar el campeonato y tener una revancha con Riko, pero cómo se había dado
cuenta meses atrás que no volvería el año siguiente. Era la respuesta que probablemente
más se merecían, porque esa fatalista decisión había coloreado todas las demás
interacciones con ellos y alimentado su determinación de no permitir que se acercaran
demasiado a él.
Lo escucharon todo sin interrumpir y se sentaron en silencio durante un largo tiempo.
Las eventuales preguntas fueron inevitables, y Neil respondió todo lo que le preguntaron.
Parecían sorprendidos al principio por la honestidad, sin importar la historia que se le
había contado, y se sentían animados por sus respuestas sin vacilación. Renee no dijo
nada hasta que la curiosidad de todos se había calmado temporalmente, y luego de
alguna manera emitió un urgente sonido que casi parecía amable.
—Dijiste que tu tío está negociando una tregua con Kengo. ¿Qué pasa si no puede?
Neil no perdió el tiempo suavizando su respuesta.
—Se desharán de mí.
—No hablas en serio —dijo Matt, alarmado.
—Soy un cabo suelto —dijo Neil —lo suficientemente peligroso en un buen día e
imperdonable cuando Kengo se está muriendo. Los Moriyamas no pueden permitirse las
goteras en su imperio cuando están a punto de cambiar tanto poder.
—¿Cuándo lo sabrás? —preguntó Dan.
—El tío Stuart dijo que se pondría en contacto conmigo cuando terminara de arreglar
las cosas.
—No te preocupes —dijo Nicky, con un intento fallido de alegría—. Andrew te
protegerá.
Kevin lo miró horrorizado.
—Estos son los Moriyamas, Nicky. Esto no es Riko y el Maestro; este no es el padre
de Neil. Andrew no puede…
—Lo sé —interrumpió Nicky, irritado—. Solo cállate.
Cayeron en un incómodo silencio. Wymack los miró, y luego dijo.
—Una cosa más: si la prensa no se ha enterado todavía, es inevitable que lo hagan.
Browning me contó los pasos que estaban tomando para ocultar tu nombre, pero si
alguien los siguió desde el hospital hasta el hotel lo descubrirán. No importa que el
autobús no estuviera en el lugar; si vieron a alguno de nosotros cambiando de habitación,
nos seguirían hasta ti.
—Luciendo de esta manera —señaló su propia cara —será toda la respuesta que
necesitan. El FBI puede pedirles que tomen en cuenta tu seguridad antes de comenzar
a publicar artículos, pero desde que rechazaste su protección no saben cuánto peso
tendrán sus palabras. Resuelve tan pronto como puedas hasta qué punto los dejarás
empujar y hasta dónde quieres que tracemos la línea.
—En general, es mejor darles las respuestas que quieren —dijo Allison—. Si
satisfaces su curiosidad, no tendrán que recurrir a métodos más contundentes. Además,
la prensa sirve a la voluble mente del interés público. No pueden enfocarse en ti por
mucho tiempo. Algo más los distraerá.
—El público general, tal vez —dijo Dan —pero los fanáticos de Exy lo recordarán
mucho después de que todos hayan seguido adelante. Arrastrarán a los otros equipos y
les permitirán decir lo que quieran de ti. Va a ser nuestro primer año de nuevo, pero peor.
—A menos que encontremos algo que quieren más que una parte de mí —dijo Neil.
—¿Como qué? —preguntó Matt—. Es una historia difícil de superar.
Neil se inclinó hacia delante y le dio una mirada a Kevin. Él respondió en francés.
—No les importará ni un poco mi padre cuando descubran quién es el tuyo. Siempre
serás una noticia más importante que yo para ellos.
La boca de Kevin se redujo a una línea de desaprobación—. No es el momento.
—Haz que sea el momento. Necesito tu ayuda, y deberías habérselo dicho hace años
—lo acusó Neil. Cuando Kevin no respondió, Neil lo interpretó como el renuente acuerdo
que quería. Se enderezó y volvió al inglés—. Vamos a dividir su atención entre nosotros.
Kevin va a decir quién es su padre.
—Espera, ¿sabes quién es él? —Nicky le preguntó a Kevin, sorprendido.
—Lo averigüe —dijo Kevin, un filo en sus palabras—. Mi madre le escribió al maestro
cuando descubrió que estaba embarazada. Saqué la carta de su casa y la oculté en el
estadio hace unos años.
—Y yo la tomé de Evermore —dijo Neil. Se encogió de hombros ante la mirada de
sorpresa que Kevin le lanzó—. Jean me mostró dónde estaba. Lo robé para que hicieras
algo al respecto.
—Entonces, ¿quién es? —preguntó Dan.
—Lo contactaré antes de contarle a alguien más —dijo Kevin—. Merece una
advertencia.
Renee miró a Neil y dijo.
—¿Qué necesitas de nosotros, Neil?
No le tomó mucho pensarlo.
—Todo lo que necesitaba, ya me lo dieron. Me dejaron quedarme.
La sonrisa de Renee fue lenta y dulce. Dan se levantó y cruzó la habitación para darle
a Neil un cuidadoso abrazo. Ella no lo abrazó como Abby lo hizo, como si pensara que
él podría derrumbarse sin su apoyo. Había una ferocidad silenciosa en sus dedos
mientras lo tomaba de los brazos y él podía sentir la tensión en su cuerpo donde ella se
apoyaba contra él. Esto no era consuelo; era algo protector y desafiante. Ella lo estaba
reclamando como parte de su equipo. De alguna manera, fue suficiente para aliviar el
estrés del último día. Esa paz tan necesaria solo hizo que Neil se diera cuenta de lo
exhausto que todavía estaba, y apenas logró sofocar un bostezo.
Dan lo soltó y retrocedió un paso cuando Neil finalmente se relajó
—Vamos. Ha sido un día largo y estoy listo para terminar con esto. Durmamos y
descubramos en la mañana a dónde ir desde aquí. Tal vez todos desayunemos juntos o
algo así. ¿De acuerdo?
—Está bien —estuvo de acuerdo Neil, y los Zorros se pusieron de pie.
Abby le entregó su medicina.
—Déjame checarte de nuevo mañana, pero ten cuidado cuando te bañes, ¿sí?
Envuelve tus brazos si puedes. Si el jabón toca en esas quemaduras, te dolerá.
Neil asintió, miró a Wymack por última vez y siguió a sus compañeros de equipo. Sus
autos todavía estaban en el estacionamiento donde los habían dejado hace un par de
días. Andrew abrió la cerradura de su auto y Nicky abrió la puerta del copiloto para Neil.
Neil subió y no se molestó en luchar con el cinturón. Tan pronto como sus extremidades
estuvieron fuera del camino, Nicky cerró la puerta y entró. Los mayores se amontonaron
en la camioneta de Matt y Matt se retiró detrás de Andrew.
Era la mitad de la noche, pero por lo general todavía sucedía algo en el campus. Hoy
el terreno estaba muerto, y le tomó a Neil un momento recordar que eran en las
vacaciones de primavera. La comprensión fue seguida rápidamente por un parpadeo de
culpa; los otros habían planeado volar el domingo por la mañana. Habían perdido sus
vuelos por quedarse en Baltimore con él. Le preguntó a Dan sobre eso cuando volvieron
a encontrarse en la Torre Fox, pero ella lo rechazó como si fuera algo sin importancia.
Nadie habló de eso, pero de alguna manera todos terminaron en la habitación de Neil
y Matt. Matt y Aaron apartaron el sofá del camino, y las chicas aparecieron un minuto
después con mantas. La sala de estar no estaba destinada para que nueve cuerpos
durmieran, pero de alguna manera hicieron que funcionara. Los zorros iban y venían
mientras agarraban almohadas y se ponían el pijama. Por un momento, sin embargo,
Neil y Matt estuvieron solos. Matt apretó con cuidado el hombro de Neil.
—Las cosas podrían haber ido mucho peor —dijo en voz baja Matt—. Me alegra que
no lo hayan hecho. Si quieres algo, necesitas algo, háznoslo saber. ¿De acuerdo?
—Está bien —dijo Neil.
—Lo digo en serio —enfatizó Matt.
—Lo sé —dijo Neil—. Ya terminé de mentirte, Matt. Lo prometo.
Matt suspiró, pero parecía más cansado que escéptico.
—Ojalá no se hubiera necesitado todo esto para conseguirlo, pero creo que lo
entiendo. Muchas cosas sobre ti tienen sentido ahora, en realidad. Con una notable
excepción—agregó Matt secamente —pero voy a dejar que Allison maneje esa
conversación. Ella me matará si le quito el mérito.
—Genial —dijo Neil. Matt sonrió ante su tono poco entusiasta. Neil pensó que tal vez
era mejor no saberlo, pero preguntó— ¿Eso significa que apostaste en contra?
—Aposté por ti y contra él —dijo Matt, y se encogió de hombros ante la mirada de
sorpresa de Neil—. Soy tu compañero de cuarto. Nunca hablaste sobre las chicas,
incluso cuando Seth y yo nos poníamos a hablar sin parar. Lo noté, pero pensé que dirías
algo si quisieras que lo supiéramos. Solo para que lo sepas, a mí no me importa de
ninguna manera —dijo Matt—, excepto que hubiera juzgado seriamente tu gusto hace
un par de días.
Neil supuso que la racha territorial de Andrew en Baltimore tuvo mucho que ver con el
cambio de opinión de Matt.
—¿De verdad ahorcó a Kevin?
—Nos tomó a tres de nosotros quitárselo de encima —dijo Matt.
Neil no sabía qué decir sobre eso. Matt le dio un minuto, luego palmeó su hombro y
fue a cambiarse. Neil pensó en desnudarse, decidió que tomaría demasiado esfuerzo y
se sentó sobre sus mantas para esperar al resto de los Zorros. Terminó en el centro del
cuarto, con Andrew a un lado y Matt al otro lado. Sus pensamientos deberían haberlo
mantenido despierto toda la noche, pero con sus amigos tan cerca Neil no podía
preocuparse por nada. Neil estudió la cara de Andrew hasta que ya no pudo mantener
sus ojos abiertos.
Soñó con enfrentar a su padre en una cancha de Exy, y en su sueño, los Zorros
ganaron.
CAPÍTULO QUINCE
Los Zorros pasaron la mayor parte del día siguiente al aire libre, yendo de excursión por
los senderos cercanos e inscribiéndose para cabalgar por la tarde. Subirse al caballo
haría que cada corte y quemadura en los brazos haga gritar de dolor a Neil, pero Neil era
demasiado terco como para quedarse sentado. Tuvo tiempo de recuperar el aliento una
vez que estuvo en la silla de montar y apretó los dientes contra el dolor punzante. Cuando
terminaron la caminata de dos horas, casi se había olvidado de sus heridas. Desmontar
fue un recordatorio infeliz, y cuando volvieron a la cabina, sacó sus vendajes y
antibióticos de su bolsa. Andrew trajo a Renee cuando vio lo que estaba haciendo Neil.
—Puedo hacerlo —dijo Neil cuando Renee se sentó con las piernas cruzadas en la
cama frente a él.
—Sé que puedes —dijo Renee—. pero quizás es más fácil si alguien te ayuda.
Podría haber discutido más, pero no había victoria con Renee, por lo que se sometió
a sus ministraciones. Ella no se inmutó ante las horribles heridas que descubrió ni
desperdició su tiempo con disculpas y preguntas. Simplemente inclinó la cabeza hacia el
lugar y limpió cada corte y quemadura lo más cuidadosamente posible.
Luego ella preguntó,
—¿Vas a dejar a tus heridas sin cubrir?
—Debería —dijo Neil—, pero no quiero que se muestren.
—Les pediré que no digan nada —dijo Renee, adivinando correctamente la
preocupación de Neil. Cuando Neil no discutió, ella se bajó de la cama y salió de la
habitación. Allison tenía razón sobre el sonido en la cabina; Neil escuchó cada palabra
que Renee le dijo a los Zorros con dos habitaciones entre ellos.
Neil se habría estancado, pero Andrew se cansó de esperarlo. Hizo un gesto a Neil
para que lo siguiera y se fue en busca de Kevin. Neil tragó un suspiro y fue tras él. Se
preparó para las reacciones de sus compañeros de equipo cuando entró en la cocina
con todas sus heridas al descubierto. Nicky se estremeció y miró hacia otro lado, mientras
que Aaron examinaba el daño con gran interés. Dan abrió la boca, pero se detuvo justo
a tiempo. Matt pasó del shock a la ira en un nanosegundo, y Allison desvió la mirada lo
más rápido que pudo. Renee observó a sus amigos con una sonrisa en los labios y una
mirada tranquila, lista para intervenir si uno de ellos rompía su palabra.
Kevin fue el primero y el único en hacerlo, y su reacción fue predecible.
—¿Puedes jugar?
—Sí —dijo Neil, antes de que alguien pudiera golpear a Kevin—. Va a doler, y si los
Bearcats se ponen demasiado rudos la próxima semana tendré algunos problemas, pero
todavía tengo control —Hizo un puño a Kevin como prueba y con cuidado no hizo una
mueca de dolor por la sensación de desgarro a lo largo de sus nudillos—. Tendré mucho
cuidado.
—Absolutamente no —dijo Dan—. No vas a jugar. ¿Crees que el entrenador te dejará
ir a la cancha cuando te vea así? Voy a sustituirte, Neil. Renee puede ayudar a Allison
una vez más, ¿no? —Miró a Renee lo suficiente como para ver el asentimiento de
Renee—. Confía en nosotros para mantener la línea. Céntrate en curarte para que
podamos tenerte en las semifinales.
El primer instinto de Neil fue discutir y llamarlo injusto, decir que no había sobrevivido
a los abusos de su padre y Lola solo para sentarse, para protestar que necesitaban toda
la ayuda que podía obtener. Luego miró sus brazos y realizó una evaluación realista de
sus posibilidades. Fue decepcionante saber que ella tenía razón, pero de alguna manera
todavía estaba bien.
—Confío en ustedes —dijo—. Gracias.
—Oh, wow —dijo Nicky—. ¿Quién está humanizando a quién en esa relación, de
todos modos?
Andrew tomó casualmente el bloque de madera de cuchillos. Renee lo movió fuera de
su alcance sin pestañear y sonrió ante la mirada que Andrew le dio por interferir. Nicky
aprovechó la distracción de Andrew ocultándose fuera de la vista detrás del cuerpo más
alto de Kevin. Neil no se perdió la mirada que Aaron le envió a Andrew, y un nuevo
arrebato de ira lo hizo apretar nuevamente la mano. El dolor en sus nudillos le advirtió
que se relajara, pero luego Aaron dirigió una mirada astuta hacia Neil que hizo que Neil
quisiera golpearlo. El dolor valdría la pena.
—Hablando de eso —dijo Allison—, todavía estoy esperando una explicación, Neil.
¿Cuándo vamos a hablar de esto? —Ella movió sus dedos hacia Neil y Andrew.
—Aparentemente nunca —dijo Nicky, un poco hosca.
—No seas ridícula —dijo Allison.
Neil apartó su mirada de Aaron con gran esfuerzo.
—No en cualquier momento pronto —dijo, y cuando Allison pareció ofendida, explicó—
. Pasé todo el fin de semana diciéndole a la gente todos los secretos que he guardado y
tendré que volver a hacerlo tan pronto como regresemos al campus. He tenido suficiente
esta semana, ¿no lo crees?
Allison abrió la boca como si fuera a discutir, pero no dijo nada. Después de una
eternidad, miró a Dan y a Renee. Dan dio un pequeño tirón en su barbilla; Renee solo
sonrió. Allison les hizo una mueca a ambos antes de volverse hacia Neil.
—Bien. Sé tacaño, por ahora. De todas formas, al final tendremos detalles sobre ti.
Tuvieron tiempo para matar antes de que la oficina abriera para cenar, así que se
dirigieron a la habitación de atrás. Kevin se fue directamente al televisor y cambió de
canal hasta que encontró una red de deportes. Dan y Allison reclamaron la mesa de
Foosball, por lo que los otros se dividieron en equipos para el grupo. Neil no tenía idea
de lo que estaba haciendo, pero Renee y Nicky lo guiaron. Falló miserablemente, pero
Andrew y Renee podían defenderse contra Matt y los primos.
Neil se vendó los brazos antes de caminar para cenar. Dan y Matt desaparecieron
después, y Nicky y Aaron se metieron en el jacuzzi con Renee y Allison. Kevin se instaló
junto a la chimenea con un libro de historia, por lo que Andrew y Neil terminaron en la
cocina. Andrew sirvió bebidas y permitió que Neil se las entregara a sus compañeros de
equipo. Andrew tuvo una oportunidad para él cuando terminó de hacer el último viaje.
Andrew ofreció una tostada silenciosa y bebieron juntos. El beso de Andrew fue más
caliente que el whisky y más que suficiente para quitarle la mordedura de la lengua.
Cuando Dan y Matt regresaron, el equipo migró al estudio con más bebidas. Pasaron
otra noche hablando de cualquier cosa en el mundo excepto Exy. El aire fresco y el
alcohol hicieron que Neil se quedara dormido antes de lo que pretendía, pero no era el
único preparado para una noche temprana. Renee y Aaron se dirigieron al piso de arriba
justo cuando Neil dejó de estar despierto. Andrew se quedó atrás para vigilar a Kevin,
entonces Neil fue solo al dormitorio y se acomodó en su lado de la cama. Se despertó
cuando Andrew entró, pero se quedó dormido tan pronto como Andrew se calmó.
Las uñas tocando la puerta los despertaron a ambos un tiempo indeterminable más
tarde. Neil tomó un arma y golpeó el brazo de Andrew en su lugar. Andrew lo miró antes
de rodar de la cama. La cabaña estaba prácticamente negra hasta altas horas de la
noche, pero era un tiro directo desde el lado de la cama de Andrew a la puerta. Neil no
podía ver quién estaba afuera, pero la voz calmada de Renee era inconfundible.
—Lo siento —dijo ella—. Necesito tomar prestado tu coche. Lo traeré de vuelta antes
de retirarnos.
—Luz —dijo Andrew.
Neil alcanzó ciegamente la lámpara en la mesita de noche. Lo encontró en el quinto
intento y se protegió los ojos del repentino resplandor. Andrew lo miró con disgusto antes
de dirigirse a su bolsa. Renee estaba completamente vestida en la entrada, parecía
completamente despierta y sombría.
—¿Renee? —Neil preguntó, porque era obvio que Andrew no iba a obligarla a
explicar.
Las palabras de Renee fueron un shock para su sistema:
—Kengo está muerto.
Neil la miró inexpresivamente, pero no tardó en descubrir el resto.
—¿Jean?
—Riko lo lastimó —dijo Renee—. Voy a buscarlo.
—No te dejarán entrar a Evermore —dijo Neil.
La sonrisa de Renee no llegó a sus ojos.
—Sí lo harán.
Andrew presionó las llaves en la palma de su mano. Renee asintió con gratitud y se
alejó. Andrew la siguió, probablemente para cerrar con llave la puerta principal detrás de
ella. Neil escuchó que el motor zumbaba afuera, y los faros de la casa salpicaron un as
agudo a través de la ventana del dormitorio mientras salía del camino de grava. Andrew
regresó solo y cerró la puerta camino a la cama. Neil esperó hasta que estuvo debajo de
las sábanas antes de volver a apagar las luces. Escuchó la respiración suave de Andrew,
pero esa noche ya no pudo dormir. No podía dejar de pensar en Riko, Jean, Tetsuji y
Evermore, y en lo que significaba la muerte de Kengo para la tregua con su tío.
Explicar la ausencia de Renee al día siguiente de alguna manera le cayó a Neil. Kevin
tomó las noticias tan bien como Neil pensó que sí y se encerró en la habitación del
segundo piso para tener un ataque de pánico. La mañana comenzó con café irlandés
para todos. La tarde fue un poco mejor hasta que se dieron cuenta de que Renee había
apagado su teléfono. Los Foxes confiaban en su juicio, pero sus vacaciones no eran las
mismas sin ella.
Renee regresó a media mañana el domingo ya que necesitaban los dos autos para
regresar a Carolina del Sur. Neil estaba en el porche trasero con Andrew, mirando un
cigarrillo quemarse hasta que escuchó neumáticos en la grava. Nicky dormitaba en una
de las mecedoras, con una taza de café olvidada en una mano flojamente acunada. Neil
lo levantó y adentro. Los otros habían escuchado el automóvil y se dirigían a la guarida.
Para cuando Renee cruzó la puerta, todos la estaban esperando.
—Oh —dijo ella—. Buenos días.
—¿Como está él? —Kevin preguntó.
—No está bien —dijo Renee—, pero Abby está haciendo lo que puede por él.
—No secuestraste seriamente a Jean —dijo Dan.
—No tuve que hacerlo —Renee se quitó su abrigo y lo colocó prolijamente sobre el
respaldo de una silla—. El presidente de Edgar Allan vive en el campus, así que me
detuve en su casa y le pedí que interviniera.
—En realidad no lo hiciste —dijo Allison, mirándola.
—Lo puse al teléfono con Stephanie —dijo Renee, es decir, su madre adoptiva—. Ella
dejó en claro que tenía dos opciones: podía resolver esto en silencio entre nosotros o
haría que todos sus amigos de la industria corrieran con noticias de las violentas
novatadas de Evermore. Eligió la que menos perjudicaría a su escuela, o al menos lo
intentó. El entrenador Moriyama no pudo producir a Jean cuando el Sr. Andritch se lo
pidió, así que hicimos un viaje inesperado al estadio. ¿Sabían que ni siquiera el
presidente tiene acceso a la corte? No creo que él supiera que sus códigos no estaban
actualizados. Tenía que obtener los nuevos de la seguridad. De cualquier manera, los
Ravens no nos esperaban.
—Eso suena como una subestimación —dijo Matt secamente.
—El maestro habría cubierto sus huellas —dijo Kevin—. Si supiera que Andritch
estaba buscando a Jean por alguna razón, habría encontrado la forma de ocultarlo de la
vista.
—El entrenador Moriyama no estaba allí. Estaba en Nueva York —dijo Renee. Kevin
la miró con cara de incredulidad. Renee negó con la cabeza y dijo:
—Fue invitado al funeral. Riko no.
El estremecimiento de Kevin fue de cuerpo completo.
—No.
Riko era el hijo de su padre solo de nombre; se había distanciado de su padre y
hermano toda su vida. A pesar de eso, Riko siempre creyó que podía ganarse la atención
y la aprobación de su padre a través de sus éxitos en la cancha. La muerte de Kengo fue
un golpe desastroso para los sueños de Riko, y Kevin había advertido que la reacción de
Neil-Riko sería fea. Que Ichirou había alcanzado a su tío, pero se había saltado
completamente a su hermano era ácido en una herida abierta. Sin nadie allí para detener
la mano de Riko o distraerlo de su furioso dolor, Jean no había tenido oportunidad.
—El Sr. Andritch me permitió llevar a Jean cuando vio la forma en que estaba —dijo
Renee—. Le dejé mi número y prometí mantenerme en contacto mientras la escuela
investiga. Abby también ha prometido mantenerlos informados sobre su recuperación.
Desafortunadamente, (o no) Jean no está dispuesto a dar nombres ni a presentar cargos.
No está contento de estar en Carolina del Sur. Ya intentó irse dos veces.
—¿Ir a dónde? —Nicky preguntó—. No de vuelta a Evermore. ¿Está loco?
—Es autoconservación —dijo Neil—. Si Riko y Tetsuji piensan que está apuntando
con sus dedos detrás de sus espaldas, lo matarán. Incluso esto podría considerarse un
desafío ya que no está donde se supone que debe estar.
—¿Qué tan malo es? —Matt preguntó—. Kevin salió de su contrato escolar cuando
se lesionó.
—No tenían otra opción. No podía jugar —dijo Kevin—. Si Jean sanara, aún pueden
reclamarlo como suyo y no hay nada que podamos hacer al respecto.
—Pero el presidente está involucrado, ¿verdad? —Nicky dijo—. Así que la junta
escolar se va a involucrar pronto, y harán lo que sea necesario para ocultar esto. Matará
su preciosa reputación si esto se lleva a cabo.
—Si Jean no implica a nadie y mi madre accede a guardar silencio, podrían estar
dispuestos a dejarlo transferir a otra escuela —dijo Renee—. Ese es el mejor escenario,
de todos modos.
—Jean no estará de acuerdo —dijo Kevin en voz baja.
—Quizás puedas convencerlo —dijo Renee—. Apreciaría la ayuda.
—No está seguro con nosotros —dijo Kevin—. No le daré falsas esperanzas.
—Alguna esperanza es mejor que ninguna —dijo Renee—. Es el mismo trato que te
ofrecemos, y todavía estás aquí.
—Me quedé por Andrew —dijo Kevin.
—Y no aceptaré más refugiados —dijo Andrew.
—Lo sé —dijo Renee—. Jean es mi problema, no el tuyo. Las consecuencias y fallas
son mías con las que lidiaré, lo prometo.
—¿No tiene familia con la que se pueda quedar? —Dan preguntó.
—Sus padres lo vendieron a los Moriyamas para pagar una deuda —dijo Kevin—. Los
Ravens son todo lo que tiene.
Neil negó con la cabeza.
—Kevin hablará con él cuando regresemos.
—No dije eso —dijo Kevin.
—Pero vas a hacerlo —dijo Neil—. Ya te alejaste de él una vez que sabía lo que Riko
le haría a él en tu ausencia. No lo hagas de nuevo. Si no lo proteges ahora, su muerte
está en ti.
—Maldición, Neil —dijo Nicky—. ¿No es un poco duro?
Neil lo ignoró.
—Renee ya hizo la parte difícil. Ella lo sacó de allí. Tienes que poner tus pies sobre la
tierra y mantenlo aquí. Lo superas en la jerarquía imaginaria de Riko. Te escuchará.
—Sí —dijo Matt—. ¿No fueron dos amigos alguna vez?
Kevin abrió la boca, la cerró de nuevo y miró hacia otro lado.
—Eso fue hace mucho tiempo.
—Kevin —dijo Renee—. Por favor.
Kevin no dijo nada durante tanto tiempo que Neil pensó que se iba a negar.
Finalmente, Kevin dijo:
—Haré lo que pueda, pero no prometo nada.
—Gracias —dijo Renee, y miró a Neil para incluirlo en eso. Kevin sacudió su mano en
señal de despedida y se dio vuelta—. Voy a empacar.
Neil lo vio subir las escaleras, solo vagamente consciente de Dan y Allison acribillando
a Renee con más preguntas. Cuando Kevin se perdió de vista y sus pasos se detuvieron
en su habitación, Neil se dirigió hacia él. Subió las escaleras lo más silenciosamente que
pudo, pero la cabina no estaba diseñada con sigilo en la mente, y sabía que Kevin lo
había escuchado acercarse. La puerta del dormitorio estaba abierta de par en par, pero
Neil la cerró detrás de él. Kevin estaba sentado en su cama, con una rodilla pegada a su
pecho, mientras miraba opacamente a lo lejos. Neil se sentó con las piernas cruzadas
en el extremo de la cama y esperó.
No tomó mucho tiempo. Kevin apoyó la barbilla en la rodilla y dijo:
—¿Cómo lo haces? —Kevin chasqueó los dedos como frustrado por su propia
vaguedad y dijo: —Después de todo lo que sucedió este año, después de que Riko, tu
padre y el FBI y sabiendo que el señor Ichirou ha sabido de ti, ¿por qué no tienes miedo?
—Lo tengo— dijo Neil—. Pero tengo más miedo de dejarlo ir que de mantenerlo.
—No entiendo.
—Lo haces, o no habrías confiado en Andrew y el Entrenador en primer lugar. El
problema es que te pusiste en sus manos y se rehusó a cometer más allá de eso. Crees
que Riko te hará daño por tu desafío, entonces eres teme alejarse demasiado de la línea.
Pero este término medio no lo salvará para siempre.
—Kevin —dijo Neil, y esperó a que Kevin finalmente lo mirara—. Descubre lo que
quieres más que nada, lo que te mataría perder. Eso es lo que está en juego si dejas que
Riko gane. Calcula el costo de su miedo. Si es demasiado, necesitas pelear. ¿No
preferirías morir intentándolo en vez de no intentarlo?
—De cualquier manera, moriría —señaló Kevin.
—Muere libre o muere como un fracaso —dijo Neil—. La elección es tuya, pero elige
tu lado antes de volver a ver a Jean. Si él piensa que le estás engañando, nunca lo
ganarás.
Kevin no dijo nada, entonces Neil se bajó de la cama y lo dejó allí. Los otros estaban
hablando del desayuno mientras él bajaba la escalera. Renee había pasado por un
autocine en su camino hacia arriba, pero los otros habían estado posponiendo el
desayuno hasta que tuvieron que entregar sus llaves en la oficina principal. Todo lo que
quedaba por hacer era empacar, así que se separaron en sus habitaciones y sacaron
sus bolsas de sus armarios.
Empacaron los autos y caminaron hacia el edificio de oficinas por última vez. Renee
bebió té mientras los demás se deleitaban con huevos y tocino. Nadie dijo una palabra
sobre Jean, donde alguien podría oírlos, aunque era cuestionable que alguien más en la
sala de desayuno supiera quiénes eran y pudieran ponerlo todo junto. Devolvieron sus
llaves al salir y se separaron entre los autos. Andrew salió primero del camino y
comenzaron a regresar al campus.
Hicieron un campocorto cerca de la casa de Abby para que Kevin pudiera ver a Jean.
Abby había dejado la puerta principal abierta, como siempre, así que el equipo entró sin
llamar. Dan gritó un saludo en el camino para que Abby supiera que tenía invitados, y
Abby respondió desde el otro extremo del pasillo.
Encontraron a Abby y Wymack sentados en la mesa de la cocina. Los platos en el
mostrador y las servilletas arrugadas en la mesa dijeron que acababan de terminar el
almuerzo. Abby despejó el desastre y llevó a Kevin por el pasillo hasta donde Jean estaba
descansando. Neil miró a Wymack, buscando el trauma persistente de la confesión de
Kevin. La máscara tranquila de Wymack era infalible. Eso no impidió que Dan mirara
como si ella pudiera ver a través de él.
—¿Consenso? —Wymack preguntó cuando oyeron que se cerraba la puerta.
—Él puede esconderse con nosotros hasta que esté mejor —dijo Dan—. Lo que haga
después de eso depende de él.
Wymack asintió.
—Neil, la junta sabe que volverás hoy.
—Ellos quieren hablar —dijo Neil, en realidad no era una pregunta.
—Me dijeron que los llamara tan pronto como regresaras —dijo Wymack—. ¿Has
vuelto?
Era tentador tomar esa sutil oferta y esconderse un poco más, pero Neil estaba fuera
de tiempo. Las vacaciones de primavera habían terminado. Las clases comenzaron de
nuevo mañana y sus compañeros de clase habrían escuchado las noticias hace una
semana. En uno o dos días, Neil tendría que enfrentarse a la prensa y confirmar todo lo
que ya había averiguado.
Inexplicablemente, Neil se preguntó cómo reaccionó el entrenador Hernández ante las
noticias. Se preguntó si los periodistas lo habrían llamado buscando información. Sus ex
compañeros de equipo sin duda tenían mucho que decir. Las pequeñas ciudades
crecieron en chismes.
—Sí —dijo Neil—. Volví.
Wymack salió para hacer la llamada.
Abby regresó sola y miró al equipo.
—Jean no puede manejar a tantos invitados.
—Estábamos dejando a Renee y Kevin —dijo Matt.
Abby volvió a sentarse en su silla y miró a los Foxes.
—Renee dijo que la cabaña era adorable.
Se cayeron sobre ellos mismos para describirle los aspectos más destacados de la
cabaña. Aaron tenía poco que aportar, pero al menos parecía que estaba prestando
atención a la conversación. Recién habían comenzado a contarle acerca de la cabalgata
cuando Wymack regresó. Se detuvo en la entrada en vez de dirigirse a su silla. Neil captó
la indirecta y se dirigió hacia él. Andrew se quedó atrás como Neil sabía que lo haría;
Kevin necesitaba a Andrew más de lo que Neil lo hizo hoy.
Charles Whittier, el presidente de Palmetto State University, vivía en una casa de gran
tamaño cerca de las puertas de entrada al campus. Wymack y Neil siguieron la acera de
piedra alrededor del edificio hasta la puerta, y Neil se detuvo mientras Wymack tocaba
el timbre. Wymack había llamado antes, por lo que Whittier respondió casi de inmediato.
—Chuck —dijo Wymack en lugar de hola.
—Entrenador —dijo Whittier, pero estaba mirando más allá de Wymack a Neil—.
Adelante.
Pasaron junto a una sala de estar que podía acomodarse a todo el departamento de
Wymack y una sala de conferencias más grande que el dormitorio de Neil. La oficina de
Whittier estaba detrás de la casa cerca de la cocina. Hizo un gesto para que se sentaran
y cerró la puerta detrás de ellos. Su escritorio estaba libre de todo excepto de una
computadora y un teléfono, pero una bandeja en un archivador cercano contenía vasos
de té helado. Le pasó dos a Wymack, quien le entregó uno a Neil, y se llevó el suyo a su
silla. Neil se aferró a su bebida como si le diera el coraje que necesitaba para esto.
Whittier todavía lo miraba como si Neil explotara en un minuto más, pero al final él
dijo:
—Comencemos.
Tocó el botón del mouse, y un segundo después sonó su teléfono. Una voz
automatizada le dio la bienvenida al sistema de conferencias. Después de que Whittier
ingresó su código de acceso en la voz, dijo:
—Hay veinte llamadas conectadas, incluyéndolo a usted —se escucharon una serie
de bips cuando todos estaban conectados.
—Es Whittier —dijo Whittier—. Tengo al entrenador David Wymack y a…Neil Josten
—dijo después de una breve vacilación y una mirada a Wymack—, aquí conmigo. ¿A
quién hemos firmado ya?
Bajaron la lista, ofreciendo nombres y títulos. Neil sintió que todo el departamento de
administración había aparecido para esta llamada; las personas que se registraron
variaron desde Asuntos Estudiantiles hasta Relaciones de Alumnos con los once
miembros de la Junta de Fideicomisarios. Una vez que todos fueron presentados y
contabilizados, Whittier inició.
Lo que siguió fue una de las horas más largas de la vida de Neil. Rápidamente fue
obvio que esta no era la primera llamada que tenían desde que salió la verdad de Neil;
estaban tomando esta conversación desde la última vez que hablaron y se refirieron a
los últimos argumentos de Wymack. A Neil se le dio tiempo para presentar su caso, y
Wymack lo avaló incondicionalmente cuando la Junta lo acribilló con preguntas y
demandas.
Cuando terminaron con él, pasaron a pelear entre ellos. Debatieron sobre los riesgos
de mantener a Neil cerca, pero estaban igualmente interesados en la publicidad: cómo
buscarían liberarlo a fin de año en comparación con cómo buscarían estar con él. Neil
quería recordarles que todavía estaba escuchando la llamada. En cambio, contó hasta
diez y bebió su té. Wymack no estaba nada contento con sus cálculos insensibles, y lo
toleró solo por unos minutos más.
—Miren —interrumpió, ignorando el gesto de Whittier para mantenerse al margen—.
Miren —dijo de nuevo, más fuerte, cuando los demás siguieron hablando sobre él.
Wymack les dio un par de segundos y luego comenzó a hablar en voz alta de todos
modos—. Desde el primer día han cuestionado cada decisión que tomé. Una y otra vez
he demostrado que siempre sé lo que es mejor para este equipo, tanto para los jugadores
como para los intereses de la escuela. ¿No es así?
>>Esta debería ser una llamada más fácil que despedir a Andrew —prosiguió Wymack
sin esperar su acuerdo—. Con Andrew les pedí que tengan fe y paciencia porque sabía
que tomaría tiempo antes de que vean que tu endoso es rentable. Esta vez los resultados
ya están dados. Han cosechado los beneficios de la presencia de Neil desde agosto.
>>Neil es un miembro crítico de mi equipo —dijo Wymack, apuñalando con su dedo
contra el escritorio para enfatizarlo—. Pueden preguntar a cualquier persona en mi
alineación y todos estarán de acuerdo: no estaríamos donde estamos hoy si él no
estuviera aquí con nosotros. Y donde estamos hoy está en la cúspide de las finales.
Estamos a cuatro juegos, ¡cuatro! De ser campeones de la NCAA. Estamos a punto de
ser el primer equipo en la nación que mejoró a Edgar Allan Ravens. Tenemos una
alineación que se graduará a profesionales y a la Corte. Estamos remodelando la forma
en que todos piensan sobre el programa Exy de Palmetto State. Quitarle el equipo a Neil
no le salvará la cara y seguro que no es la decisión inteligente. Va a volverse tan
contraproducente que nunca más querrás ver a un periodista.
Estuvieron callados por un minuto, luego comenzaron a discutir entre ellos de nuevo.
Finalmente lo votaron y votaron a favor de Neil.
—Gracias —dijo Wymack, en un tono que claramente decía que estaba más molesto
por su terquedad que agradecido por su apoyo—. Ahora que eso ya está resuelto, tengo
que decir algo más, siempre y cuando tenga a todos conmigo. Deberías escuchar esto
antes de que lo veas en las noticias.
—¿Ahora qué? —uno de los Fideicomisarios preguntó.
—Recientemente me llamó la atención que tengo un hijo —dijo Wymack. Mantuvo su
tono y su expresión incluso, pero parecía tenso en su silla—. Estoy programando una
prueba de paternidad ahora que estamos de vuelta en el campus solo porque quiero los
documentos archivados.
—Felicitaciones —dijo alguien, más obligatorio que cualquier otra cosa.
Wymack abrió la boca, la cerró y volvió a intentarlo.
—Es Kevin Day.
El silencio que siguió fue profundo. Por fin alguien logró.
—Es ¿qué?
—Me lo dijo la semana pasada. Estaba… inspirado —dijo Wymack después de una
breve búsqueda de palabras—, por la situación de Neil para aclararme. Se los digo ahora
porque planea hacerlo público esta semana. Voy a utilizarlo para ayudar a combatir la
prensa negativa que rodea a Neil. Me gustaría dejar constancia de que este
descubrimiento no tendrá ningún impacto en mi entrenamiento.
—Anotado —dijo una mujer, sonando insegura, justo antes de que estallara otra
discusión. Este era más corto, principalmente centrado en cómo la escuela iba a
reaccionar públicamente a las noticias. Finalmente, todo se cuadró y la conferencia llegó
a su fin. Cuando cada persona colgó, la línea sonó para indicar la gente que abandona.
Whittier esperó hasta que escuchó a los diecinueve antes de lanzar la conferencia.
—Eso fue inesperado —dijo Whittier, con una larga mirada a Wymack. Neil pensó que
estaba buscando una señal de que Wymack había estado pensando en este secreto
durante años en lugar de una semana.
Wymack no tuvo problemas para interpretar esa mirada, pero en lugar de declarar su
inocencia, Wymack simplemente dijo:
—Primero soy su entrenador.
Whittier negó con la cabeza.
—Hablando de presidente a entrenador, eso es exactamente lo que quiero escuchar
y espero que cumplas tu palabra. Hablarle a Chuck a David, lo siento. No pudo haber
sido un descubrimiento fácil.
—Gracias —dijo Wymack después de un momento.
Whittier se puso de pie y los acompañó a la puerta. Wymack le devolvió a Neil al
dormitorio. Neil lo pasó mirando por la ventana y preguntándose si debería decir algo. Al
final, decidió confiar en Abby y Dobson para vigilar a Wymack. Se conformó con un
Gracias hueco cuando Wymack lo dejó en la acera trasera, y no miró hacia atrás antes
de entrar.
***
Los Foxes reaccionaron a las noticias de Neil con un júbilo casi unánime. Incluso Aaron
se animó lo suficiente como para ofrecer felicitaciones. Sin embargo, Kevin no pudo
recuperarse tan rápido de tener su mundo patas arriba, y estuvo distraído toda la tarde.
Falló tiros que normalmente hubiera hecho con los ojos cerrados y pasó sus descansos
sentado solo en las gradas. Wymack no le dijo nada sobre su pobre actuación y calló a
Dan cuando ella intentó decirle algo.
Dan logró que todos estuvieran en el centro de la ciudad para una cena de celebración.
No podían hablar sobre el trato de Ichirou en público, pero podían bromear de todo lo
demás que le venía a la mente. Todos se percataron de las nuevas bandas de Neil, pero
después de un par de burlas bondadosas, cumplieron su palabra de mantenerse al
margen de la no—relación de Neil y Andrew.
Neil pasó la mayor parte de la comida mirando a Kevin y Andrew. Kevin no le dijo
nada a nadie, pero miraba su plato mientras jugaba con su comida. Andrew se inclinó
hacia adelante en su asiento entre los dos Strikers, con los dedos entrelazados y
apoyados contra su rostro para ocultar su boca. Observaba a todos con una mirada
entrecerrada y no tenía nada que agregar. Cuando alguien cometió el error de tratar de
incluirlo, él los miraba fijamente hasta que seguían hablando. Neil vio la mirada cansada
que Matt y Dan intercambiaron, la decepción evidente en el ceño frunciendo los labios.
Habían logrado un progreso real en las montañas, o al menos eso creían, pero Andrew
se había cerrado de nuevo sin previo aviso. Neil quería decir que Andrew estaba
conservando toda su energía para la quiebra silenciosa de Kevin, pero no estaba seguro
de cómo decirlo sin llamar la ira de Andrew.
Finalmente regresaron al dormitorio. Neil siguió a Nicky hasta la habitación de los
primos. Kevin se dirigió al baño, pero dejó la puerta abierta detrás de él. Neil miró desde
su agarre de nudillos blancos en el borde del fregadero hasta el reflejo de Kevin. No
sabía qué había puesto esa mirada intensa en la cara de Kevin a menos que Kevin
estuviera mirando el número en su mejilla. Kevin había sido el segundo mejor y de
segunda clase toda su vida. Ahora tenía la libertad de alcanzar el rango que siempre se
había merecido y siempre había tenido demasiado miedo de querer. Neil no culpó a Kevin
por su miedo, pero necesitaba ver a Kevin superarlo.
Cuando Kevin dio señales de que no se movería de ahí en un buen tiempo, Neil tuvo
que darse por vencido. Andrew estaba sentado en su escritorio, por lo que Neil se sentó
a su lado. Nicky y Aaron de adueñaron de las sillas de puff y cargaron un juego en el
televisor. Jugaron tres niveles antes de que Kevin reapareciera.
Kevin miró a Neil y a Andrew y dijo:
—Lléveme a la cancha.
Era obvio que no le importaba cuál de ellos lo hiciera, pero Neil miró a Andrew. Andrew
tenía la ventana abierta para poder soplar el humo del cigarrillo a través de ella. Solo lo
llevaba la mitad, pero no dudó en apagarlo en el alféizar de la ventana. Dejó la colilla a
un lado para más tarde y se deslizó fuera del escritorio. Cuando estaba a la mitad de la
habitación, Neil se levantó y se invitó a sí mismo. Kevin no pareció darse cuenta y Andrew
reconoció su presencia con una breve mirada. Nicky los despidió con una alegre
despedida y volvió a masacrar monstruos.
Dejaron a Kevin en el vestuario y continuaron hasta la cancha. Neil estaba de pie cerca
de la pared para estudiar el suelo pulido y las huellas de zorro relucientes. Andrew se
sentó en el banco y no dijo nada. Kevin no los hizo esperar mucho, pero apareció con un
balde de pelotas en una mano y su raqueta en la otra. Neil lo vio cruzar la pista vacía
hacia la primera y cuarta línea. Kevin dejó la cubeta, se ajustó los guantes y comenzó a
disparar al objetivo vacío.
Andrew toleró el espectáculo solo hasta que el balde estaba vacío, y luego se levantó
con un aburrimiento,
—Realmente es patético.
—¿No lo somos todos? —Preguntó Neil sin apartar los ojos de Kevin.
Kevin inspeccionó el desastre a su alrededor y sacudió su raqueta de un lado a otro.
Usó la culata de su raqueta para acercar algunas bolas perdidas, luego se pasó la
raqueta de la mano derecha a la izquierda. Neil esperaba verlo sacudir su mano derecha
antes de comenzar una segunda ronda. En vez de eso, Kevin alcanzó con la mano
derecha la bola más cercana.
Neil golpeó con manos la pared de la cancha en señal de advertencia. Las
reverberaciones enviaron calor que se enroscaba en cada corte en curación y quemaba
en sus brazos y apagó un dolorido,
—Andrew.
Kevin ignoró el golpe y deslizó la pelota en la red de su raqueta. Le dio a su raqueta
un giro experimental, luego disparó a la portería. Neil pensó que estaba apuntando al
mismo lugar que había estado golpeando durante los últimos cinco minutos, pero el balón
cayó a medio pie de distancia. Kevin sacudió su raqueta con evidente irritación y recogió
otra pelota. Él hizo otro tiro, pero todavía aterrizó lejos del objetivo. Kevin
sistemáticamente tiró el resto de las bolas al alcance de su mano. Hizo su marca en el
quinto intento, luego aterrizaron las siguientes cuatro bolas exactamente en el mismo
lugar.
Neil miró por encima del hombro. Andrew se había vuelto para mirar al llamado de su
nombre, y la expresión de su rostro era indescifrable. La contracción en la esquina de su
boca podría haber sido de desprecio, pero Neil no estaba convencido. Finalmente,
Andrew giró bruscamente sobre sus talones y se fue. Neil miró hacia la cancha mientras
Kevin tiraba las pelotas. Apretó los dientes, se preparó para el dolor y golpeó la pared de
nuevo.
Kevin apuntó a Neil en una orden clara de que lo dejara. Neil ignoró la forma en que
su mano latía fría y caliente por turnos y agitó su mano izquierda hacia Kevin. Kevin hizo
un gesto desdeñoso y volvió a lo suyo. Neil resistió el impulso de ir a la cancha y asfixiar
a Kevin por su imprudencia, pero estaba cerca. En lugar de eso, observó como Kevin
ganaba velocidad lentamente, pasando de goles estacionarios a tiros seguidos. Kevin
corría hacia las bolas cuando rebotaban e intentaba dispararlas lo más rápido posible.
Dibujó dos cruces en la portería, primero las direcciones cardinales seguidas por las
cuatro esquinas, y golpeó el centro de la portería con cada bola después de eso.
Neil sintió frío al mirarlo, pero no sabía si era miedo de que Kevin se lastimara de
nuevo o de asombro. Siempre había sabido que Kevin era el mejor, pero casi había
olvidado como Kevin solía ser en su mejor momento.
Un destello naranja en su visión periférica fue suficiente para distraerlo de Kevin, y
Neil miró a Andrew mientras él colocaba su casco en el banco. Andrew tuvo que notar la
atención, pero se concentró en apretarse los guantes. Él no iba a ofrecer una explicación,
así que Neil preguntó:
—¿Vas a jugar con él?
—Alguien tiene que vigilar a ese idiota —dijo Andrew.
Tiró de la última correa en su lugar, se ató el casco y se dirigió hacia la puerta. No se
molestó en lanzar una advertencia antes de abrir la puerta de la cancha, pero Kevin
estaba de cara a la puerta y se detuvo al verlo entrar. Dirigió una rápida mirada hacia
Neil. Su protector facial y la distancia entre ellos hacían imposible ver su expresión, pero
Neil podía adivinar que había algo acusador en ella. Sacudió la cabeza y se encogió de
hombros exageradamente, tratando de transmitir su inocencia. Andrew cerró la puerta
detrás de él y se dirigió hacia la portería.
Kevin condujo las bolas hacia la primera y cuarta línea. Andrew hizo un gesto
expansivo ante lo que sea que Kevin le dijo y colocó su raqueta descuidadamente contra
su hombro. Se negó a moverse incluso cuando Kevin indicó que estaba listo. Kevin se
quedó parado con su raqueta por unos segundos más, luego se dio por vencido e hizo
un tiro. Andrew ni siquiera se movió, y la pelota pasó justo por su casco. La portería se
iluminó en rojo. Kevin hizo otro tiro, y otro, luego se impacientó y apuntó al propio Andrew.
Eso agrietó el casco de Andrew, y Andrew finalmente cambió a una posición dispuesta.
La próxima vez que Kevin disparó a la portería, Andrew se lo devolvió directamente.
Kevin lo atrapó, pero tuvo que retractarse para atraparlo. Tan pronto como tuvo su apoyo
apuntó a la portería de nuevo. Andrew dirigió el tiro hacia las rodillas de Kevin, y Kevin
esquivó justo a tiempo. Estuvieron yendo y viniendo por un tiempo antes de que Kevin
marcara nuevamente. Kevin anotó dos veces más en rápida sucesión, pero Andrew
desvió el tiro después de eso con un giro imposible de su raqueta. Desde allí se empezó
a incrementar la velocidad.
Esto ya no era una práctica; era una pelea. Andrew estaba tratando de cortar a Kevin
en el pase, y Kevin estaba desafiando a Andrew para que mantuviese el ritmo de alguna
manera. Exy había sido un punto crudo entre ellos desde que se conocieron. Era la parte
crítica de su amistad que Andrew se negó a reconocer y Kevin no pudo arreglar, un sueño
en el que Andrew no creería y al cual Kevin no podía renunciar. Neil apenas podía
respirar mientras los veía luchar. Neil podía ver cómo comenzaban a salir a la luz sus
temperamentos por pequeñas cosas, una sacudida de la raqueta de Kevin aquí y allá y
la creciente crueldad de las desviaciones de Andrew.
Era inevitable que Kevin ganara. Incluso zurdo, Kevin ponía demasiado de sí mismo
en sus prácticas como para perder ante Andrew aquí. Andrew tenía todo el talento para
ser un campeón, pero nada de delicadeza; no podía vencer a Kevin con fuerza bruta
solamente. Cuando Kevin conectó cinco tiros seguidos, dejó caer su raqueta y caminó
hacia la portería. Andrew se puso la raqueta en el hombro y lo vio venir.
Neil esperaba que Kevin comenzara a gritar. En cambio, Kevin atrapó la parrilla del
casco de Andrew y lo golpeó contra la pared de la portería. Neil se estremeció y echó a
andar hacia la puerta, sabiendo que llegaría demasiado tarde para evitar que Andrew
destruyera a Kevin, pero tenía que intentarlo. A mitad de camino se detuvo, porque
Andrew no se había movido. Su puño estaba a su lado en un golpe abortado y ni siquiera
se había quitado a Kevin de encima. Simplemente se quedó allí y escuchó lo que sea
que Kevin le gruñía en su rostro. Al final, Kevin lo soltó y se alejó. Andrew lo empujó por
la espalda con la culata lo suficientemente fuerte. Kevin tropezó y se acercó a la línea de
gol nuevamente.
Unos segundos más tarde estaban de vuelta como si nada hubiera pasado, y
continuaron hasta que Kevin finalmente tuvo que sentarse. Neil recogió pelotas de la
cancha mientras ellos se ducharon y sabiamente no les dijo nada a ninguno de ellos. El
viaje de vuelta a Fox Tower se mantuvo en silencio y Kevin se fue directamente a la
cama. Andrew recogió la colilla de su cigarrillo de la ventana, lo encendió y miró el oscuro
campus. Neil lo observó unos minutos antes de regresar a su propia habitación.
Kevin era su ser habitual al día siguiente, dominante y cáustico como siempre.
También volvió a su mano derecha y no dijo nada sobre la práctica de la noche anterior.
Neil pensó que tal vez había forzado su mano al presionar tanto a Andrew, pero había
vuelto a su mano izquierda tan pronto como estuvo solo en la cancha esa noche. Andrew
lo siguió sin dudarlo y los dos lucharon como si ya hubieran olvidado los resultados de
ayer. Neil quedó relegado a un segundo plano, pero no le importó demasiado. Vio su
futuro en cada tiro disparado y desviado, cada punto robado y frustrado, y apenas podía
respirar a través de su emoción.
***
El miércoles por la tarde llegó la prensa para hacer entrevistas y filmaciones. Neil recordó
el consejo de Allison de ser honesto e intentó responder todo lo que pudo soportar. Evitó
algunas de las preguntas más terribles al recordarles que aún había una investigación
en curso sobre los negocios de su padre. No esperaba que retrocedieran, pero captaron
la indirecta después de un par de intentos y pasaron a otras cosas. Como era de esperar,
preguntaron sobre el alcance de sus heridas. Neil confirmó que estaría fuera del juego
del viernes, pero que estaría de vuelta en la cancha para las semifinales. Su
inquebrantable confianza en la habilidad de los Foxes para proceder le valió una sonrisa
por aquí y un asentimiento por allá y estableció que, Nathaniel o Neil o quien sea, el
bocón novato de los Foxes era la misma persona que siempre había sido. Cuando
terminaron con él, siguieron con el resto de los Foxes, incluso arrinconaron a Abby y a
Wymack. Finalmente se fueron y dejaron que los Foxes se enfocaran en practicar la
melé.
El jueves, Neil encontró a Andrew fuera de la puerta de su clase. Andrew se fue sin
decir una palabra, sabiendo que Neil lo seguiría. Neil estaba contento de acompañarlo
hasta que se dio cuenta de que iban a ir a la biblioteca. Nicky dijo que el otoño pasado
Andrew evitó la biblioteca a toda costa. Neil solo había visto a Andrew allí una vez, en
enero del año pasado cuando Andrew lo recogió de allí para practicar. Él podría haber
preguntado qué estaban haciendo ahí, pero Andrew habló primero. Estaba solo a cuatro
pasos subiendo por la escalera hasta el segundo piso cuando giró para mirar a Neil.
—Toma estos o los usaré yo —dijo, tendiéndole las manos.
Neil miró sus palmas vacías, desconcertado, luego buscó bajo los dobladillos de las
mangas largas de Andrew y cogió los bordes de los vendajes de Andrew. Sabía que
había envoltorios en los vendajes de Andrew y que los había manipulado antes, pero el
peso todavía lo tomaba por sorpresa. Metió los vendajes y sus armas ocultas en su
mochila. Andrew observó hasta que Neil cerró la cremallera de su mochila y se la colgó
de su hombro otra vez antes de darse vuelta.
Solo había una razón por la cual Andrew entregaría sus cuchillos aquí, pero Neil no
podía creerlo. No tuvo mucho tiempo para preguntarse. La pared derecha estaba llena
de computadoras, y junto a las computadoras había mesas de gran tamaño para
estudiar. A mitad de camino hacia la parte posterior Katelyn estaba sentada con tres
estudiantes desconocidos. El chico a su derecha gesticulaba expansivamente en su libro
de texto mientras hablaba. Katelyn pasó un bolígrafo por su cabello mientras escuchaba.
Andrew estaba a solo dos mesas de distancia cuando ella lo notó, y saltó tan fuerte que
dejó caer su pluma. Andrew la miró con frialdad y continuó. Neil hizo una pausa para
asegurarse de que ella entendiera esa llamada.
Sus compañeros de clase le dirigieron miradas extrañas, sorprendidos por su reacción
violenta. Katelyn giró en su silla para ver a Andrew irse, luego envió una mirada nerviosa
hacia Neil. Neil solo negó con la cabeza e hizo un gesto de seguir a Andrew.
Katelyn se puso de pie.
—Vuelvo enseguida.
Andrew debió haber revisado el diseño de la biblioteca antes de venir, porque atravesó
filas de viejos volúmenes de referencia hasta una sección tan oscura que no había
estudiantes. Neil notó el aislamiento de inmediato y se alegró de que Andrew le hubiera
entregado los cuchillos. Andrew giró al final de la fila, examinó la esquina vacía a solo un
par de pasos y esperó a que Neil y Katelyn lo alcanzaran.
Katelyn cometió el error de detenerse demasiado cerca de él. Apenas tuvo tiempo de
gritar antes de que Andrew la tomara por el hombro y la arrojara contra la pared. Neil
hizo una mueca ante el sonido que hizo cuando se estrelló contra ella. Ella tropezó, pero
no se cayó y se volvió para mirarlo con los ojos muy abiertos.
—Por favor —dijo ella—. Por favor, yo…
—Cállate —dijo Andrew. Extendió su brazo como una barricada, y la palmada de su
mano contra la pared cerca de su cabeza la hizo encogerse—. No hables. La vista de ti
es intolerable como es. El sonido de tu voz inclina la balanza a tu favor.
Neil dio un paso cuidadoso hacia ellos, tratando de transmitir apoyo silencioso y
respaldo, pero Katelyn le tenía demasiado miedo a Andrew para mirar a Neil. Andrew se
inclinó hacia delante para ponerse frente a su rostro y clavó un dedo en su sien.
—Eres un tumor —dijo—. Debería haberte cortado y echado cuando aún eras
benigno. Ahora es demasiado tarde, así que aquí estamos. No te atrevas a hablar —dijo
Andrew, voz salvaje, cuando Katelyn abrió la boca. Katelyn apretó los labios y finalmente
lanzó una aterrorizada mirada a Neil. Andrew agarró su barbilla y la obligó a devolver su
atención a él—. No me ignores. Tu vida depende de lo bien que puedas escuchar.
¿Puedes escuchar?
Ella asintió frenéticamente, pero Andrew no la soltó.
—Las condiciones para tu supervivencia son simples: nunca confundas esto con la
aceptación y nunca, nunca, me hables. Eres parte de la vida de él, pero nunca serás
parte de la mía. Si olvidas eso te lo recordaré, y no sobrevivirás a la lección. ¿Entiendes?
Andrew esperó a que ella asintiera otra vez antes de soltarla. Él consideró su mano
un momento, luego se secó los dedos en los pantalones como si pudiera borrar la
sensación de su piel. Dirigió una larga mirada a Katelyn, luego se apartó de la pared y
salió de su espacio.
—Espero que ustedes dos sean miserables juntos.
Con eso, se dio vuelta y se alejó. Neil se giró para seguirlo, pero Katelyn dejó escapar
un sollozo silencioso detrás de él. Él vaciló y volvió a mirarla. Se tapó la boca con ambas
manos para sofocar el ruido, pero Neil pudo ver que le temblaban los hombros. Neil no
era bueno para consolar a la gente y, para empezar, no le tenía demasiada simpatía a
Katelyn, pero se sintió obligado a hacer un esfuerzo viendo que esta confrontación era
en parte culpa suya.
—Has ganado —dijo Neil. Ella solo lo miró con ojos brillantes como lágrimas—. Aaron
no está en clase ahora, por si quieres llamarlo —Se volvió y la dejó allí con su conmoción
y miedo. Andrew no había disminuido la velocidad para ver si Neil lo estaba siguiendo.
Neil trotó detrás de él y alcanzó las escaleras. Andrew salió por la puerta de la entrada a
una tarde soleada. Neil lo dejó llegar a la barandilla que daba al estanque del campus
antes de agarrar su codo. Andrew se soltó, pero dejó de moverse.
Neil estaba parado donde podía ver la cara de Andrew.
—¿Qué cambió tu mente?
Andrew lo ignoró. Neil apoyó la espalda contra la barandilla y miró más allá de Andrew
a la biblioteca. Le dio la vuelta al encuentro que recién había pasado en su cabeza e
imaginó cómo reaccionaría Aaron cuando Katelyn lo llamara llorando. Tenía el potencial
de hacer que la práctica se sintiera incómoda, pero Neil dudaba de que Aaron pudiera
aguantar su irritación por mucho tiempo. Aaron sabía de primera mano cuán insensibles
eran los métodos de Andrew y que él finalmente obtendría lo que quisiese. Si los fines
justificaban los medios para él, confortaría a Katelyn apropiadamente, pero nunca tendría
esas amenazas contra su hermano.
—Eso me recuerda, ¿ahora es un mal momento para aprovechar mi bonificación? —
Neil interpretó el silencio de Andrew como quiso y dijo:
—¿Quién dijo 'por favor' que te hizo odiar tanto la palabra?
Andrew lo miró en silencio por un minuto.
—Yo lo hice.
Neil no sabía qué respuesta esperaba, pero no era eso. Lo sintió como un pop en su
pecho, agudo y sorprendente. Abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, pero ¿qué
podría decir a algo así?
Andrew toleró su mirada en blanco por solo un par de segundos antes de descartarlo
todo como intrascendente y de poco interés.
—Dijo que se detendría si yo lo decía.
—Y le creíste —adivinó Neil.
—Tenía siete años —dijo Andrew—. Le creí.
—Siete —repitió Neil estúpidamente.
Andrew no se mudó con los Spears hasta que cumplió los doce. Antes de que Drake
convirtiera la vida de Andrew en un infierno. Andrew ya había vivido en otras doce casas
diferentes, y Andrew le había dicho a Neil la semana anterior que ninguno de ellos había
sido bueno. Neil no había preguntado qué tan malo habían sido; había supuesto que
Drake era el peor de todos.
Neil lamentó haber preguntado, pero ya era demasiado tarde para recuperarlo.
—Tú… —dijo Neil, pero las palabras le fallaron. Buscó la mentira en la mirada tranquila
de Andrew, pero no la encontró. Andrew casi había matado a cuatro hombres por agredir
a Nicky y le habría roto el cuello a Allison por golpear a Aaron, pero cuando se trataba
de crímenes contra su propia persona, a Andrew no le podía importar menos. Sostenía
su vida en menos consideración que cualquier otra cosa. Neil odiaba eso con una
ferocidad que era nauseabunda.
—Después de todo lo que te hicieron, ¿cómo puedes soportarme? —Preguntó Neil.
No estaba dispuesto a poner los detalles en palabras con tanta gente alrededor. Dudaba
que alguien les estuviera prestando atención, pero no iba a arriesgarse. Hizo un gesto
entre ellos, sabiendo que Andrew lo entendería—. ¿Cómo está esto bien?
—No es un 'esto' —dijo Andrew.
—Eso no es lo que estoy preguntando. Tú sabes que no es así. Andrew, espera —
insistió, porque Andrew se estaba alejando como si ya no pudiera oír a Neil. Neil lo
alcanzó, sin querer dejarlo ir sin una respuesta real.
—No —dijo Andrew, y la mano de Neil se congeló a un aliento del brazo de Andrew.
Andrew también se quedó quieto, y se quedaron un minuto en terrible silencio.
Finalmente, Andrew lo miró, pero por un momento Neil no supo a quién estaba mirando.
En el espacio de un aliento, la expresión de Andrew se volvió tan oscura y distante que
Neil casi retrocedió. Entonces Andrew regresó, tan calmado e indiferente como siempre,
y agarró la muñeca de Neil para empujar su mano a su lado. Hundió los dedos antes de
soltarlo, no lo suficientemente fuerte como para lastimarlo, y dijo: —Es por eso.
Neil se detuvo cuando Andrew le dijo que lo hiciera. No era mucho, pero era más que
suficiente. Neil logró asentir, demasiado entumecido para hablar, y vio a Andrew alejarse
de él.
***
Kevin tomó la cancha con la mano derecha el viernes por la noche. Neil comenzó a decir
algo al respecto, pero la mirada sofocada que Kevin le envió mató sus preguntas. Dan
confundió la expresión de Neil por una de preocupación y se detuvo en la entrada de la
cancha para tranquilizarlo.
—Tenemos esto —prometió.
—Lo sé —dijo Neil, y la sonrisa de Dan fue de oreja a oreja.
Dan se dirigió a la media cancha como la segunda delantera de los Foxes, y el resto
de los Foxes se alinearon detrás de ella cuando se llamaban sus nombres. Renee y Nicky
se quedaron al margen con Neil como suplentes de la noche. Renee entraría y saldría
para los backliners, ya que los Bearcats tendrían defensa en el suelo, y Andrew se
mantendría en la portería durante todo el juego.
Los Bearcats de Binghamton caminaron hacia la cancha con una arrogancia palpable.
Neil no culpó su exceso de confianza, considerando el lamentable estado de los Foxes
esta noche, pero tampoco tenía que perdonarlo. El estadio rugió emocionado mientras
los últimos diez segundos contaban hacia abajo. Los Bearcats tomaron el primer saque
y el juego se volvió violento en el primer minuto. Neil tardó diez minutos en darse cuenta
de que los Bearcats estaban tratando de eliminar a otro jugador. Los Foxes eran una
tripulación esquelética tal como es. Derrotara otro cuerpo con el cual no tenían
oportunidades.
Las malas palabras de Wymack a su lado decían que entendía por qué las tarjetas
amarillas estaban apareciendo por todas partes. Abby descargó su botiquín de primeros
auxilios y esperó la primera herida. Nicky rimaba líneas irritantes y gritaba insultos
coloridos a los Bearcats a través de las paredes. Renee intentó callarlo cuando se puso
demasiado fuerte pero no dijo nada de otra manera. Neil intentó alimentarse de la calma
de Renee, pero pudo sentir su sangre comenzar a hervir mientras veía a Allison tomar
otra caída. Detrás de esa creciente indignación estaba el frío de la inevitabilidad. Los
Foxes solo podían tolerar este tipo de juego durante cierto tiempo. Habían sido
empujados a un lado y pisoteados la mayoría de sus vidas; la cancha era el último lugar
donde tolerarían este tipo de insultos. Seth habría lanzado un golpe hace ocho minutos.
Los demás explotarían en poco tiempo.
Excepto por los minutos que corrieron, dos Bearcats fueron expulsados con tarjetas
rojas, y los Foxes se mantuvieron tranquilos. Permitieron que los tiros acertaran y las
raquetas cayeran y cedan terreno cuando se les presionaba. Matt ni siquiera luchó
cuando su marca de delantero lo golpeó. Dejó caer los brazos a los costados y dejó que
los golpes aterrizaran hasta que los árbitros los separaron. Dan anotó en el tiro sucio y
abrazó a Matt en su camino de regreso a la mitad de la cancha. Neil observó el breve
intercambio y finalmente se relajó. Los Foxes habían elegido la victoria sobre el orgullo
esta noche.
Fue un sacrificio necesario, pero les costó un peso emocional y físico a todos. Pasaron
la mayor parte del medio tiempo malhumorados, demasiado enojados con sus oponentes
para apreciar lo bien que lo estaban haciendo. Wymack suavizó su recapitulación de
medio tiempo, sin querer despertar los deshilachados temperamentos de nadie con su
habitual actitud brusca. Si alguien lo escuchó, no dieron ninguna señal de eso.
Wymack miró a su alrededor cuando terminó y preguntó:
—¿Alguien más tiene algo que decir?
Dan golpeó la culata de su raqueta contra el suelo.
—Estamos a mitad de camino. Limpiemos el piso con estos gilipollas y luego nos
emborrachamos. Díganme que alguien tiene alcohol en el dormitorio. ABC estará cerrado
para cuando termine el juego y solo me queda medio jarro de cerveza.
Nicky hizo una mueca ante la mirada expectante que le envió Dan—. No es suficiente
para compensar esto. Ya hablamos la mayor parte de esto el lunes.
—Algo es mejor que nada, supongo —dijo Matt, un poco abatido.
—Katelyn tiene algo —dijo Aaron sin levantar la vista desde donde estaba apretando
su red—. Entre ella y los Vixens podríamos obtener un acarreo decente.
La sorpresa borró la decepción de las caras de sus compañeros de equipo; los Foxes
miraron rápidamente a Aaron y Andrew mientras esperaban una reacción. Andrew
estaba como de costumbre parado solo en el otro extremo de la habitación. Él no dijo
nada, y su expresión aburrida no hizo más que contraerse ante el sonido del nombre de
Katelyn.
Aaron finalmente levantó la mirada, pero miró a Dan, no a Andrew.
—¿A menos que no quieras eso?
Dan lanzó una mirada cautelosa a Andrew.
—Oh, sí. Por supuesto. Si tienen algo que compartir, cuantos más, mejor. ¿Verdad?
Lo último fue dirigido a Andrew, un prodigo cuidadoso que esperaba una reacción
violenta. Andrew miró al espacio y continuó ignorándolos a todos.
Aaron asintió con la cabeza como si esto no fuera en absoluto un extraño giro de
acontecimientos y dejó a un lado su raqueta—. Conseguiré un recuento de personal
cuando volvamos allí. Podemos tomar prestada la sala de estudio del sótano de nuevo.
—Eh —dijo Matt.
—No —dijo Neil, interrumpiéndolo antes de que pudiera preguntar lo obvio.
Nicky era más difícil de callar, y le dio a Aaron un pequeño empujón. Aaron lo sacudió
con un giro rápido y aburrido de sus dedos. Nicky lanzó una mirada con los ojos muy
abiertos a Andrew que Andrew no regresó. Afortunadamente, se escuchó un pitido de
advertencia antes de que la boca de Nicky lo metiera en problemas.
Wymack hizo que sus Foxes se pusieran de pie—. Arriba y afuera. Tenemos un equipo
para enviar a casa llorando. Puedes cotillear en tu propio tiempo.
La segunda mitad fue tan dura como la primera, pero el medio tiempo había restaurado
el espíritu de los Foxes. Enviar a Aaron y Nicky juntos para comenzar la mitad fue la
mejor decisión que tomó Wymack durante toda la noche. Aaron jugó con una energía y
un enfoque que Neil nunca había visto de él, y la emoción de Nicky le dio una ventaja
muy necesaria. Andrew se mantuvo firme detrás de ellos y observó sus puntos ciegos.
Su trabajo en equipo impecable permitió que la ofensiva se mantuviera a sí misma para
un duro empujón en el último cuarto. Cuando Matt y Renee entraron en la cancha a falta
de veinticinco minutos para el final, Dan y Kevin se fueron con toda.
La campana final anunció una victoria de siete a cinco, ganando los Foxes. Neil y los
sustitutos estaban en la cancha tan pronto como los árbitros abrieron la puerta. Los Foxes
ahorraron solo un par de segundos para celebrar; habían tenido suficiente de los
Bearcats para que les durara por dos vidas y preferirían disfrutar de su éxito con bebidas
en sus manos. Pasaron por los apretones de manos lo más rápido que pudieron.
Aaron fue uno de los primeros fuera de la cancha. Empujó su raqueta hacia Nicky y
dejó caer su casco y guantes en su camino hacia las porristas. Katelyn arrojó sus
pompones a un lado al acercarse y saltó a sus brazos esperando para besarlo. Las
Vixens rebotaban a su alrededor, animando y saludando a la multitud.
—Mierda —dijo Nicky, mirando desde ellos al semblante sin expresión de Andrew—.
Mierda, ¿estoy soñando?
Fue Kevin quien se encargó de la prensa, pero le envió a Neil una mirada significativa
en su camino hacia ellos. Neil no tenía nada que agregar ya que había estado fuera de
juego toda la noche, pero se acercó por si Kevin necesitaba redirigir cualquier cosa en
su dirección. Kevin le dio su mejor sonrisa lista para la prensa a la cámara antes de
indicarle a Andrew que se acercara. Andrew ocupó un puesto junto a Neil, pero no miró
a los periodistas. La entrevista comenzó predeciblemente con comentarios sobre el juego
y los puntos imposibles que Kevin había marcado.
Neil prestó atención a medias hasta que le preguntaron a Kevin sobre las semifinales.
Los Bearcats regresaban a casa como el equipo de menor puntaje en esta ronda
eliminatoria. En dos semanas, los Foxes se enfrentarían a dos de los Tres Grandes.
—Tengo muchas ganas de jugar con la USC de nuevo —dijo Kevin—. No he hablado
con Jeremy ni con el entrenador Rhemann desde que me transferí, pero su equipo
siempre es increíble. Su temporada fue casi perfecta este año. Hay mucho que podemos
aprender de ellos.
—Sigues siendo su mayor fan —bromeó el entrevistador—. También te enfrentas a
Edgar Allan nuevamente en la revancha más grande del año. ¿Pensamientos sobre eso?
—No quiero hablar más de los Ravens —dijo Kevin—. Desde que mi madre murió,
han sido Ravens esto y Ravens eso. Ya no soy un Raven. Yo nunca volveré a serlo Para
ser honesto, nunca debería haber sido uno en primer lugar. Debería haber ido al
Entrenador Wymack el día que descubrí que era mi padre y le pedí que pudiera comenzar
mi primer año en Palmetto State.
—El día… —Ella se quedó sin palabras, y luego dijo—: ¿Dijiste que el entrenador
Wymack es tu padre?
—Sí, lo hice. Me enteré cuando estaba en la escuela secundaria —dijo Kevin —pero
no se lo conté porque pensé que quería quedarme en Edgar Allan. En aquel entonces,
pensé que la única manera de ser un campeón era ser un Raven. Compré sus mentiras
que me convertirían en el mejor jugador de la cancha. No debería haberlo creído; Llevo
puesto este número el tiempo suficiente para saber que no era lo que ellos querían para
mí.
—Todo el mundo sabe que los Ravens tratan de ser los mejores. Mejor par, mejor
alineación, mejor equipo. Lo perforan en ti día tras día, te hacen creerlo, te hacen olvidar
que al final lo mejor significa uno. Permiten que lo olvides hasta que otras personas lo
creen, ya sea que los fanáticos se desvíen demasiado o que el ERC los llame en sus
esquemas. Entonces ya no quieren jugar ese juego y saltan directamente a la ronda de
eliminación. ¿Sabías que nunca he ido a esquiar? Sin embargo, me gustaría intentarlo
algún día.
Era demasiado de una vez para que ella captara el significado de ese último
comentario, pero solo tomaría un par de momentos. Neil entendió de inmediato, y la
adrenalina que inundó sus venas lo hizo tambalearse un poco. Le lanzó a Andrew una
mirada rápida. Andrew no lo devolvió, pero definitivamente estaba prestando atención.
La mirada que había puesto en la parte posterior de la cabeza de Kevin era intensa.
Kevin no esperó a que ella lo captara.
—Dile a los Ravens que estén listos para nosotros, ¿podrías? Ya estamos listos para
ellos.
Kevin se dio vuelta y se alejó. El entrevistador lo miró por un momento interminable,
luego se giró hacia la cámara y comenzó a divagar acerca de todo lo que Kevin acababa
de decir. Neil y Andrew no se quedaron para el resumen o especulaciones perplejas,
pero siguieron de cerca por detrás a Kevin.
Kevin no se detuvo ni miró en su camino hacia el vestuario, y pasó justo donde estaban
sus compañeros de equipo celebrando en el vestíbulo. Se dejó caer el casco y los
guantes en su camino por el vestuario y se agarró al borde del fregadero. Se tambaleó
un poco como si sus piernas se quisieran rendir debajo de él y sus manos temblaban tan
violentamente que Neil pudo verlo desde la puerta. En lugar de caer, se inclinó hacia
adelante y presionó su frente al espejo.
—Todos vamos a morir —dijo Kevin al fin.
—No, no lo haremos —dijo Neil.
Kevin pensó en eso por un minuto, luego se enderezó. Después de mirar su reflejo
por una eternidad, levantó la mano y cubrió su tatuaje en el espejo. El resultado envió un
extraño temblor a lo largo de los hombros de Kevin. Neil no sabía si era aprobación o
miedo. Lo único que importaba era que Kevin asintió y se volvió hacia ellos. Primero miró
a Neil, luego a Andrew.
—Tenemos mucho trabajo por hacer.
—Mañana —dijo Andrew, e ignoró la forma en que Neil lo miraba.
Kevin aceptó esa promesa con un asentimiento, y él y Andrew se dirigieron a las
duchas. Neil estaba limpio, así que regresó al vestíbulo para encontrarse con el resto de
sus compañeros de equipo. Se calmaron un poco a su llegada.
Dan señaló con un gesto a Neil hacia el vestuario.
—¿Qué pasó?
Neil lo contó con los dedos.
—Kevin les dijo que el entrenador es su padre, dijo que nunca volvería con Edgar
Allan, y llamó a los Ravens idiotas de dos caras. Oh —dijo, levantando la vista de su
mano— y dijo que su lesión no fue un accidente. No en pocas palabras, pero no les
tomará mucho tiempo descubrir qué quería decir.
Dan se quedó boquiabierto.
—¿Él qué?
—Genial —dijo Wymack—. Se está convirtiendo en otro tú. Eso es justo lo que
necesitaba.
—Al menos legalmente puede contratar un seguro de vida para uno de ellos —dijo
Nicky.
—Fuera —dijo Wymack—. Todos afuera. Báñense antes de que su hedor me mate.
Neil esperó con Wymack y Abby en el salón mientras los Foxes se duchaban y se
vestían. Wymack encendió la televisión y vio el resumen del post-juego con los recortes
de la entrevista de Kevin. Un comentarista deportivo lo llamó uvas agrias y
sensacionalismo; otro se refería a la facilidad con que Edgar Allan le permitió a Kevin
irse y cuánto tiempo permanecieron fuera de la vista tanto Kevin como Riko después del
supuesto accidente. El tercero era más neutral, pero sacó el programa de Kathy
Ferdinand en agosto. Kevin se había vuelto cauteloso y callado tan pronto como apareció
Riko, y tal vez finalmente tuvieron una explicación para el antagonismo inesperado de
Neil y la defensa acérrima de Kevin.
Wymack apagó la televisión mientras sus Foxes empezaban a entrar. Cuando todos
estaban sentados, les echó una breve mirada.
—Voy a hacer esto rápido. Tienen una fiesta merecida a la que llegar. Revisaremos
los detalles esenciales y feos el lunes por la mañana como de costumbre. Este no fue el
juego más limpio que han jugado, pero fue por mucho el más maduro. Hicieron lo que
tenían que hacer y salieron en la cima.
—También: bienvenidos a las semifinales. Son ustedes, USC y Edgar Allan. Están
frente a frente con lo que queda de los Tres Grandes. No, no hagan esa cara —dijo
Wymack, porque Dan palideció un poco ante ese recordatorio—. No tengan miedo. Sean
alborotadores. Estén orgullosos. Nadie pensó que pudieran llegar tan lejos, nadie
excepto las personas sentadas en esta habitación. Se han ganado esto. Se has ganado
esto —subrayó, con otra mirada alrededor—. Ahora váyanse y vuélvanse basura.
—Con cuidado —dijo Abby—. Fuera del camino, fuera de vista, fuera de problemas.
¿De acuerdo?
—Sí, mamá —bromeó Nicky.
—No saldremos del dormitorio —prometió Dan.
El tráfico hizo que el viaje de regreso a Fox Tower fuera interminable. El silencio
sepulcral en el auto de Andrew no ayudó. Aaron parecía contento cuando estaba
apoyado contra la ventana y Nicky prácticamente vibraba de emoción, pero nadie
hablaba.
Salir del auto de nuevo fue casi un alivio, y Neil ayudó a sus compañeros de equipo a
cargar lo que quedaba de su alcohol en una de las habitaciones del sótano. Para cuando
Matt y Nicky despejaron las mesas, las Vixens comenzaron a aparecer. Andrew
reconoció su llegada tomando un mango de vodka y partiendo nuevamente.
—Ejem —dijo Nicky a su lado. Neil intentó una mirada neutral que no engañó a Nicky
en absoluto—. Te das cuenta de que vamos a estar fuera de la habitación por un par de
horas, ¿verdad? Piérdete.
—Estoy bien aquí —dijo Neil.
—Adiós —dijo Dan, apareciendo de la nada en el otro lado de Neil—. Primera regla
de citas universitarias: nunca desperdicies un dormitorio vacío.
Neil quería decirle que no estaban saliendo y Andrew podía tomar o dejar su presencia
en cualquier momento. Quería quedarse y celebrar el brillante éxito de sus compañeros
de equipo. Quería ver la forma en que Aaron se convertía en una persona completamente
diferente con Katelyn a su lado. Pero la mitad del escuadrón de Vixen ya estaba allí,
ocupando la habitación con risas brillantes y un perfume espeso, y el ruido en el pasillo
decía que más estaban en camino. Neil no tenía nada en contra de las porristas, pero si
podía elegir entre jugar a ser el amable con medio-extrañas durante horas o molestar a
Andrew en privado, esta última era la opción obvia.
—Estabas asombroso esta noche —dijo Neil, porque se merecían al menos eso antes
de desaparecer en ellos—. Todos ustedes.
—Nada de eso —dijo Dan alegremente, pero su sonrisa dijo que apreciaba su
cumplido de todos modos—. Hablaremos sobre el juego el lunes, ¿recuerdas? Esta
noche es para beber y la locura general. Ahora vete de aquí y obtén un poco.
—Hablando de obtener un poco —dijo Nicky en alemán. Él giró sobre Aaron y lo
golpeó—. ¿Cómo está de repente él bien con esto? ¿Qué demonios hiciste?
—Le devolví el favor —dijo Aaron con una fría mirada en dirección a Neil—. Neil usó
a Katelyn en mi contra, así que usé a Neil contra Andrew. Dependiendo de cómo lo mires,
Neil es una violación tanto de nuestro trato como Katelyn. Andrew podría romper nuestro
trato y dejarme ir o romper las cosas con Neil.
Neil hablaba el alemán con fluidez, pero las palabras de Aaron eran un desastre que
no podía entender. Aaron le había advertido a Neil que estaba listo para luchar por
Katelyn, pero si Neil era la munición que había usado, Aaron debería haber perdido. Esto
tenía que ser un malentendido o la visión sesgada de Aaron sobre las intenciones de
Andrew.
Nicky habló primero,
—Espera, ¿él eligió a Neil por encima de ti? Eso suena un poco serio para una
aventura, ¿verdad? —Nicky miró la cara en blanco de Neil y titubeó—. Noticias para ti
también, ¿eh?
Aaron ignoró a Nicky y arrojó una llave a Neil.
—Vas a intercambiar habitaciones conmigo mañana. Ahora puedo traer a Katelyn al
dormitorio, pero no la pondré en la misma habitación que Andrew si puedo evitarlo. Él
podría haber aceptado retirarse, pero aún confío en él hasta donde puedo arrojarlo.
—Voy a empacar en la mañana —dijo Neil.
Aaron se volvió hacia Katelyn. Nicky seguía mirando a Neil como si fuera el mayor
misterio del mundo. Neil se escabulló antes de que Nicky dijera algo más y subió las
escaleras. La puerta de Andrew estaba cerrada, pero la llave de Aaron dejó entrar a Neil.
Encontró a Andrew medio enterrado en una silla con la botella de vodka abierta en la
mano. La televisión estaba apagada, pero Andrew estudió la pantalla como si pudiera
ver algo en su superficie oscura. No preguntó cómo entró Neil. Tal vez él y Aaron ya
habían hablado sobre el próximo cambio.
Neil cerró la puerta detrás de él y cruzó la habitación al lado de Andrew. Andrew le
permitió llevarse el vodka sin argumentos ni resistencia. Neil atornilló su gorra y la colocó
donde ninguno de los dos pudiera golpearla. Andrew estaba listo cuando Neil se volvió
hacia él, y atrapó el collar de Neil para derribarlo. Neil plantó una mano contra la áspera
alfombra para mantenerse apalancado del cuerpo de Andrew. El otro lo enterró en el puff
cerca de la cabeza de Andrew. Andrew arrastró una mano por el brazo de Neil desde su
hombro hasta su muñeca.
—La última vez que revisé me odias —dijo Neil contra la boca de Andrew.
—Todo sobre ti —dijo Andrew.
Neil se levantó un poco.
—No soy tan estúpido como crees que soy.
—Y no soy tan inteligente como pensé que era —dijo Andrew—. Sé que es mejor no
hacer esto de nuevo. ¿Tal vez es el rasgo autodestructivo en mí?
Si no fuera por ese de nuevo Neil pensaría que esto tiene que ver con la terrible
conversación del miércoles. Neil revisó todas las explicaciones posibles tan rápido como
pudo, desde los rechazados avances de Roland sobre los complicados problemas
familiares de Andrew, pasando por los Foxes y Drake. La presión sobre su muñeca
finalmente volvió sus pensamientos a donde tenían que ir. En una ocasión, Neil le había
preguntado a Andrew si lo mataría si contaba algo. Debería haber sabido mejor que decir
tal cosa después de ver las cicatrices de Andrew. Andrew casi se había suicidado
tratando de aferrarse a Cass Spear, pero aun así la había perdido al final.
—No soy un sueño imposible —dijo Neil—. No voy a ir a ninguna parte.
—No te pregunté.
—Pregúntame —insistió Neil —o quédate lo suficiente para descubrirlo por ti mismo.
—Eventualmente me aburriré de ti.
—¿Estás seguro? —Preguntó Neil—. Se rumorea que soy bastante interesante.
—No creas todo lo que oyes.
Neil ignoró ese rechazo porque Andrew ya lo estaba derribando de nuevo. Se besaron
hasta que Neil se sintió mareado, hasta que no estuvo seguro de poder sostenerse más,
y luego Andrew retiró la mano de Neil de la silla de puff. La mantuvo lejos de ellos por
una eternidad, luego la presionó lentamente contra su pecho y la soltó. Andrew se tensó
debajo de la mano de Neil, pero se relajó antes de que Neil pudiera alejarse.
Neil no fue engañado. Andrew lo dejó muy claro la primera vez que besó a Neil, lo
importante que era un sí real. Esta rendición informal no era un consentimiento genuino.
Andrew estaba haciendo esto por lo que habían dicho el miércoles, pero Neil no estaba
seguro de cuál de ellos intentaba convencer. Habían pasado solo tres meses desde el
abuso de Proust y cuatro meses desde el ataque de Drake. Neil no sabía cuándo Andrew
estaría bien con esto, pero sabía que no era hoy. Neil dejó su mano sobre Andrew, pero
se negó a moverla desde ese lugar.
—No seré como ellos —dijo Neil—. No dejaré que me dejes.
—Ciento uno —dijo Andrew —yendo a ciento dos.
—Eres un terrible mentiroso —dijo Neil, y Andrew lo besó en silencio.
CAPÍTULO DIECIOCHO
El sábado por la mañana, Wymack se detuvo en Fox Tower con un invitado. La puerta
de la habitación de Andrew estaba abierta cuando Neil y Aaron intercambiaban
habitaciones, por lo que Wymack se conformó con golpear el marco de la puerta. Neil
levantó la vista al primer signo de movimiento en la puerta, pero olvidó lo que iba a decir
cuando vio a la mujer parada al lado de Wymack.
Theodora Muldani era una antigua respaldo de Ravens, quien ahora jugaba en los
Houston Sirens y la US Court. Su grueso cabello negro estaba recogido en intrincadas
trenzas, y el maquillaje en colores pastel se veía sorprendentemente brillante contra su
piel oscura. Su expresión pétrea era la misma que les daba a las cámaras cuando las
atrapaba mirándole. Un vestido corto no hacía nada para esconder sus largas, gruesas
piernas y sus brazos cincelados. Lucía como si pudiera ponerse a la par contra Matt en
una pelea. Neil apostaba que ella debía ser el infierno absoluto en la cancha, un tanque
inmóvil poco impresionado por los Strikers lo suficientemente estúpidos como para
oponérsele.
—Kevin —dijo Neil.
Kevin estaba plantado en frente de la TV, con la laptop abierta puesta en su regazo,
mientras miraba las repercusiones de los comentarios incendiarios de la noche anterior.
Ninguno de ellos esperaba mucho de ellos. los Ravens lo negaban todo, por supuesto,
pero era solo un cincuenta—cincuenta en cuanto a lo que realmente creían. El equipo
estaba acostumbrado a una jerarquía violenta y a los duros castigos, pero lastimar
voluntariamente a uno de los suyos —de todos, lastimar justo a Kevin Day— puede
parecer exagerado incluso para ellos. Nadie en los Ravens había estado ahí cuando Riko
le fracturó la mano a Kevin. Jean era el único testigo, y también el único que la prensa
aún no podía encontrar para interrogar.
—Kevin —Neil dijo de nuevo, sin embargo, Thea no esperó más
Ella rodeó a Wymack y cruzó la habitación hacia Kevin. Kevin estaba demasiado
absorto como para preocuparse por quién se le estaba acercando, así que Thea agarró
su laptop y la tiró a un lado. Kevin sorprendido levantó la vista, su boca abierta con una
respuesta enojada que abandonó en cuanto reconoció a su invitado. Thea agarró su
muñeca izquierda y giró su brazo donde pudiera ver las cicatrices en el dorso de su
mano. Kevin dejó que ella lo moviera, demasiado atónito para defenderse. Thea examinó
las líneas blancas a través de su piel clara y lanzó una mirada entrecerrada a Neil.
—Sal de aquí.
Neil no supo que atrapó la atención de Andrew, si el ruido de su laptop lanzada a la
alfombra o la voz desconocida de la mujer, pero se materializó en el marco de la puerta
un segundo después. Miraba de Thea a Kevin y viceversa sin intervenir. Neil no debería
haber estado sorprendido; Renee solo sabía de la relación de Thea y Kevin porque
Andrew sabía de ella. Andrew sabía que Thea no era una amenaza real para nadie aquí.
Thea fue menos tolerante y giró su mirada hacia Andrew—. Tú sal de aquí también.
Andrew la miraba de vuelta como si ella no hubiese siquiera hablado.
—Thea —Kevin finalmente dijo, y se puso de pie —. ¿Qué estás haciendo aquí?
Thea cortó una dura mirada de Kevin a la TV, pero todo lo que dijo fue,
—Ellos se irán o yo lo haré. No te hablaré en compañía mezclada.
—Somos compañía mezclada a pesar de todo —dijo Kevin—. Ya no soy más un
Raven.
Él no dijo Y tampoco lo eres tú. Incluso si Thea se graduó de Edgar Allan hace casi
tres años, ella aún llevaba el número de su jersey de los Ravens en un colgante alrededor
de su cuello. Hizo que Neil se preguntara cómo les fue a los Ravens después de haber
dejado el Nest. Tal vez les tomó años para recuperarse. Tal vez nunca lo hicieron. Tal
vez rompieron y llevaban las piezas de Evermore con ellos por el resto de sus vidas.
La mirada en la cara de Thea mostraba que no estaba nada impresionada por la lógica
de Kevin.
—Voy a contar hasta tres. Uno.
—Detente —dijo Kevin—. Sólo hablemos.
—Y ahora quieres hablar —dijo Thea, un poco burlona—. Dos.
—‘Complicado’ —Thea repitió. Las citas que hizo con sus dedos eran enojadas y
burlonas—. 'Complicado' es tener que enterarse por una conferencia de prensa que te
fracturaste la mano y dejaste la formación. 'Complicado' es tener que enterarme de mala
forma como desconectaste tu antiguo número y tener que escuchar de Jean que ya no
quieres tener nada que ver con ninguno de nosotros. No te atrevas a usar 'complicado'
conmigo. Merezco algo mejor que eso. Tres.
Dio la vuelta para irse, pero Kevin atrapó su muñeca.
—Jean —dijo Kevin, y así de alguna manera respondió todas sus acusaciones. El tic
en la boca de Thea era más de furia que de incomprensión. Kevin sacudió su cabeza e
insistió— Si vas a creerme, necesitas ver primero a Jean.
—Qué queda de él, de todas formas —dijo Wymack. Ignoró la mirada penetrante que
Thea le mandó y miró a Kevin, pasando de ella—. Vine para así traerla al dormitorio,
pero ella agarró un carro rentado del aeropuerto. Ve con ella a la casa de Abby para que
así yo pueda entender qué demonios está pasando aquí.
Thea dudó un momento para seguido soltarse de Kevin y hacerle un gesto para que
la siguiera. Wymack se hizo a un lado para que ellos pudieran irse y los vio desaparecer
por el pasillo. Neil supo que ya estaban fuera de vista cuando Wymack se volvió hacia la
habitación. Wymack examinó el desorden que Neil y Aaron habían hecho en el lugar, sus
cosas en pilas casi organizadas por toda la habitación y arqueó una ceja a Andrew.
—Llamé a Nicky antes de venir para asegurarme de que estarías aquí —dijo
Wymack—. Cuando me dijo lo que Neil y Aaron estaban haciendo creí que solo estaba
jodiendo.
No era una pregunta, así que Andrew solo le miró de vuelta en un silencio calmado.
Wymack siguió después de solo un momento.
—Las solicitudes para las habitaciones de los dormitorios deben presentarse en unas
pocas semanas. Con nueve hombres y seis mujeres en la línea es más fácil para
nosotros obtener cinco habitaciones para tres. Había preparado un discurso para
hablarte de ello, pero supongo que desperdicie mi tiempo. ¿Asumo que la siguiente mejor
persona de la cual alejarte es Nicky?
—Asumes que él sobrevivirá hasta el verano —dijo Andrew.
—Lo lastimas y me debes un nuevo defensa —dijo Wymack.
—Tienes uno en la casa de Abby.
Wymack sacudió su cabeza.
—Jean no estará el próximo año. Ya lo sugerí antes, pero él y Kevin saben que no
pueden jugar juntos otra vez. Hay muchas cosas pasando entre ellos, buenas y malas y
feas, como para que ellos hagan las cosas correctamente. Ya sabremos qué hacer con
él eventualmente.
Neil lo consideró, luego miró más allá de Wymack hacia la puerta—. No piensas que
Kevin le dirá a Thea toda la verdad, ¿o sí?
—Poco probable —dijo Wymack—. Tenemos un montón de ojos sobre nosotros ahora
y la mayoría de ellos no son amigables. No creo que él la vaya a poner en riesgo así.
Wymack esperó un minuto a ver si Neil tenía algo más por decir, después empezó a
dar la vuelta para irse. Solo tomó un paso antes de devolverse.
—Oh, eso me recuerda —Sacó algo de su bolsillo. Quizá sabía que Andrew no haría
el esfuerzo de atraparlo, ya que lo tiró al piso cerca a sus pies. Las llaves sonaron a lo
que golpearon la alfombra, y Neil miró incrédulo. No podría estar en lo correcto, a
excepción de que el verano pasado Wymack le había dado a Neil tres llaves también: un
set para todas las puertas importantes de Foxhole Court. Las sospechas de Neil fueron
confirmadas cuando Wymack dijo—, Kevin dijo que te diera esas.
Se fue sin esperar respuesta. Andrew lo consideró un minuto hasta que finalmente las
levantó y se las llevó al bolsillo. Neil sabía que era mejor no hacer comentarios, pero aun
así su corazón latía con fuerza mientras se devolvía a su escritorio. Se imaginó un mundo
en donde a Andrew le valía mierda el juego. Pensó sobre cuatro años más con los Foxes
y un contrato profesional después de eso. Se imagino peleando por un lugar en la US
Court y enfrentando lo mejor que el mundo tenía para ofrecer, con Kevin a su lado y
Andrew a su espalda.
Soñar despierto era casi muy distractor, pero eventualmente Neil pudo acomodar todo
en su nueva habitación. Aún faltaban horas para que Kevin regresara, y para ese
entonces Neil ya estaba quedándose dormido sobre un libro de texto en su escritorio. El
sonido de la puerta abriéndose lo despertó, y Neil se incorporó para estudiar la expresión
relajada de Kevin. Neil asumió que eso significaba que había convencido a Thea del
papel de Riko en el accidente.
Kevin no entró mucho en la habitación, pero miró desde Neil hasta donde Andrew
estaba medio enterrado en una silla puff.
—Vamos.
Neil miró a Andrew, pero no necesitaba preocuparse. Andrew se levantó sin
comentarios ni argumentos, y juntos siguieron a Kevin hasta el Foxhole Court.
***
Los estadios de los Trojans y los Foxes eran del mismo tamaño, pero el tema rojo-y-
dorado oscuro de USC hacía que la cancha de Trojans pareciera significantemente
pequeña. De alguna forma esa ilusión no hacía nada para hacer sentir mejor a los Foxes
acerca de estar en el interior. Se habían asegurado de llegar aquí media hora antes de
que se abrieran las puertas, necesitando tiempo para prepararse mentalmente para el
siguiente juego. Por ahora ellos estaban solos. En noventa minutos tomarían el equipo
número dos en la nación.
—Sí —dijo Matt, el primero en hablar desde que la seguridad los había dejado entrar—
. No hay problema.
Ni siquiera Kevin tenía algo que decir, pero eso quizá sería porque estaba demasiado
ocupado regocijándose en la alegría de estar de vuelta en el territorio de los Trojans. Su
expresión contenta estaba en completo desacuerdo con los nervios y el temor evidente
en la cara de sus compañeros de equipo. Neil quería decirle que le bajara un poco, pero
no podía recordar la última vez que había visto a Kevin de buen ánimo.
Las puertas se abrieron, dejando entrar a la multitud como una ola interminable.
Wymack hizo pasar a sus Foxes de vuelta al vestuario. Uno de los miembros del personal
de USC se detuvo poco después para darles un resumen de las perspectivas de la noche.
Las entradas para el juego estaban completamente agotadas, asistieron seis estaciones
de noticias y doce reclutadores de grandes ligas de verano y profesionales estarían
mirando. Ella tenía que saber que ninguno de esos representantes estaría mirando a los
Foxes, pero de todos modos enumeró sus ciudades y equipos.
—No tenemos la alineación de USC —dijo Wymack —¿Alguna idea de cuándo la
conseguiremos?
—Veré si puedo obtener una copia —ella prometió—. ¿Necesitas algo más?
—Eso es todo —dijo Wymack, por lo que ella se fue. Tan pronto como la puerta se
cerró detrás de ella, Wymack miró a Dan—. Tú y Kevin, empiecen a pensar en lo que
van a decir en el pre juego.
Dan se frotó los brazos, luchando por mantenerse calmada y darle a su equipo la
confianza inquebrantable de su capitana.
—¿No bastaría con un Estamos emocionados de estar aquí, y Vamos a hacer nuestro
mejor esfuerzo?
—¿Qué tal Vamos a vencer a esos perdedores? —Sugirió Nicky.
—Y es por eso que no te está permitido hablar con la prensa —dijo Matt secamente.
Los vestidores fueron construidos para acomodar a equipos mucho más grandes, por
lo que fue fácil para los Foxes extenderse. Donde pudieran encontraban espacio para
respirar, necesitando un par de minutos para prepararse antes del partido de esta noche.
Neil no sabía cuánto eso había ayudado, pero para cuando aparecieron los reporteros,
ya se había acabado el tiempo. Kevin y Dan ofrecieron elogios amables a la USC y
prometieron un partido interesante. Wymack sacó a la prensa lo antes posible y envió a
sus Foxes a cambiarse.
Regresaron al campo interior treinta minutos antes del juego. Las gradas estaban
repletas hasta las vigas, y el ruido que hacían los fanáticos era un peso físico aplastando
la piel de Neil contra sus huesos. Si la llegada de los Foxes no fue suficiente para poner
a los fanáticos en un frenesí, la visión del capitán de los Trojans que se dirigía hacia el
pequeño equipo sí que lo fue.
Jeremy Knox ya estaba vestido excepto por sus guantes y su casco. Había tomado el
timón de los Trojans en su tercer año y lo hizo lo suficientemente bien como para
mantener el puesto este año. Neil pensó que él llegaría a calificarlos como los
contendientes más impredecibles e indignos de poner un pie en su estadio, pero la
expresión seria de Jeremy se disolvió en una sonrisa dentuda tan pronto como vio a
Kevin. Kevin pasó junto a Allison y Renee para reunirse con él.
Jeremy tuvo que pasar por Wymack para llegar a los Foxes, así que le dio a Wymack
un apretón de manos firme.
—Entrenador Wymack, bienvenido a SoCal. Estamos emocionados de recibirle esta
noche. Kevin, tú idiota loco —dijo, menos formal, y le dio una palmada alegre en el
hombro—. Nunca dejas de sorprender. Creo que tienes algo pos los equipos polémicos,
pero este me gusta mucho más que el anterior.
—Son mediocres en el mejor de los casos, pero es más fácil llevarse bien con ellos —
dijo Kevin.
—El viejo Kevin, tan implacable y odioso como siempre —dijo Jeremy, pero su tono
era cariñoso—. Algunas cosas nunca cambian, ¿eh? Algunas cosas sí—. Su sonrisa se
desvaneció y le dirigió a Kevin una mirada de búsqueda—. Hablando de tu último equipo,
hiciste un gran revuelo con lo que dijiste hace dos semanas. Acerca de tu mano, quiero
decir, y lo de que tal vez no sea un accidente.
Dos semanas después, la gente seguía hablando de eso, aunque un poco más
tranquila que antes. Kevin no tenía nada más que decir al respecto, y los Ravens
mantuvieron su inocencia e indignación por las acusaciones. Era un punto muerto que
no satisfacía a nadie, pero era todo lo que obtendrían.
Kevin no dijo nada durante un minuto, como si debatiera qué tanto le confiaría a
Jeremy, y luego solo dijo:
—Tengo un respaldo para ti. ¿Tienes espacio en la alineación del próximo año?
No era la respuesta que Jeremy esperaba. Kevin sacó a Jeremy fuera del alcance de
los oídos de los Foxes antes de explicarle. La sonrisa de Jeremy había desaparecido
para cuando Kevin terminó su discurso. Jeremy hacía gestos expansivos: entre ellos, al
campo más allá de Kevin, y a las gradas por encima de su cabeza. Lo primero que pensó
Neil fue que se estaba negando a lo que Kevin le decía. Entonces Kevin le dio una de
sus sonrisas reales, y Jeremy le dio un fuerte apretón en el hombro.
Jeremy levantó una hoja de papel doblada. En lugar de tomarla, Kevin lo llevó de
regreso a los Foxes. Jeremy se lo pasó a Wymack, quien lo desdobló y revisó la lista
impresa.
—Nuestra alineación —explicó Jeremy—. Es tarde para pasártela, lo sé, pero
estábamos tratando de evitar una respuesta negativa en lo posible.
—¿Respuesta negativa? —Preguntó Dan.
Wymack le pasó la hoja y vio su rostro ponerse blanco. Cuando ella volvió a mirarlo,
Wymack negó con la cabeza y se volvió hacia Jeremy.
—Tu lástima está un poco fuera de lugar. Dile al entrenador Rhemann que no
queremos limosna.
—Esto no es lástima —dijo Jeremy—. Estamos haciendo esto por nosotros, no por
ustedes. Su éxito este año nos hace repensar todo sobre cómo jugamos. ¿Somos
segundos porque tenemos talento o porque tenemos veintiocho personas en nuestra
alineación? ¿Somos lo suficientemente buenos como individuos para enfrentarnos a
ustedes? Tenemos que saberlo.
Kevin le arrebató el papel de las manos a Dan y lo miró. Matt se inclinó sobre su
hombro para ver y dijo:
—Estás bromeando. Estas bromeando ¿No es así? —Preguntó con una mirada
incrédula a Jeremy. Allison tiró fuertemente de su manga, queriendo una explicación, por
lo que Matt dijo—. Solo hay nueve nombres.
—Dos porteros, tres respaldos, dos dealers, dos delanteros —dijo Jeremy—. Han
llegado hasta aquí con esos números. Es hora de ver cómo nos irá en esa situación.
Estoy emocionado —dijo, con otra sonrisa dentuda—. Ninguno de nosotros ha jugado un
juego completo antes. Demonios, la mayoría de nosotros ya ni jugamos a medias. No
tenemos que hacerlo porque los números siempre están a nuestro favor.
—Y me llamaste loco a mí —dijo Kevin—. Perderás esta noche si juegas así.
—Tal vez —estuvo de acuerdo Jeremy, sin preocuparse—. O tal vez no. Debería ser
divertido de cualquier manera, ¿verdad? No recuerdo la última vez que estuve así de
mentalizado para un juego. Mira esto —Les tendió las manos y se rió—. Venga, Foxes,
y nosotros también lo haremos.
Los dejó mirándolo, con la cabeza alta y una sonrisa sincera. Neil pensó que finalmente
entendió cómo los Trojans de la USC habían ganado el Premio Day Spirit ocho años
consecutivos. Ese trofeo estaba destinado a los mejores del juego y requería un voto
unánime del CEI. Los Trojans nunca recibieron una tarjeta roja y nunca fueron
sorprendidos por las cámaras diciendo algo grosero sobre un oponente. Neil había
asumido que era todo fingido, de la misma manera que la gente asumía que las normas
de reclutamiento de Wymack eran un truco publicitario complicado.
—Retiro lo que dije sobre los terremotos —dijo Nicky débilmente—. Tengo un nuevo
equipo favorito.
—Esa fue siempre la diferencia crucial entre USC y Edgar Allan —dijo Kevin,
entregándole la lista a Dan nuevamente—. Es por eso que más Trojans hacen Court que
los Ravens. Ambos equipos están obsesionados con ser los mejores, pero solo los
Trojans arriesgarían su posición para mejorar. Van a jugar esta noche con todo lo que
tienen y estarán mejor para eso. El próximo año va a ser interesante.
—Interesante— era una palabra demasiado mansa para la mirada en los ojos de
Kevin. La sonrisa que finalmente se liberó y curvó sus labios era hambrienta.
Wymack asintió y miró a su equipo.
—USC acaba de darnos una puerta abierta a la final. No se dejen engañar y no la
desperdicien. Aun así, darán una gran batalla y nos quitarán la primera mitad. Tienen
que controlar la diferencia de puntos para que puedan recuperarse en la segunda.
¿Entendido?
—¿Realmente vamos a vencer a USC? —Preguntó Dan, mirando a Matt.
—¿Y superar a Edgar Allan en unas pocas semanas? Demonios, sí lo haremos.
—Puede que esté enferma…
—Vomita más tarde —dijo Wymack—. Ahora mismo toma estos mestizos perezosos
a dar algunas vueltas.
Hicieron el calentamiento agradablemente y lentamente, a pesar del ritmo tan
conservador de Dan cuando los corazones de los Foxes latían a mil por hora. Neil miró
al campo mientras corría, esperando como el demonio que esto no fuera un sueño cruel.
Cada vuelta ayudó a calmarlo un poco hasta que Neil pensó que la anticipación lo
mataría. Los Trojans ingresaron al ring interior en la cuarta vuelta de los Foxes; Neil vio
el primer destello de rojo y oro al pasar por sus bancos, pero no vio la alineación completa
hasta que volvieron los Foxes. La mascota de los Trojans los pasó corriendo en dirección
contraria y los aplausos de las gradas siguieron.
Se estiraron en el vestuario y se pusieron en modo salir-al-campo. Neil supuso que
Dan no había vomitado porque besó a Matt antes de llevar a su equipo a la cancha para
los ejercicios. Esta noche solo jugarían nueve Trojans, pero los veintiocho ingresaron
para las cámaras. Eventualmente, los árbitros expulsaron a todos de la cancha salvo a
los capitanes. Neil bebió agua en el banco cuando el locutor finalmente explicó el desafío
de USC. La respuesta de la multitud fue ensordecedora e indignada: los fanáticos no
estaban tan contentos con el truco como los propios Trojans.
—¿Oyes eso? —Dijo Wymack—. Su propia escuela sabe que están muertos. Vamos
a alinearnos y ganar esto.
Fue más fácil decirlo que hacerlo. Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron una
lucha feroz ya que el segundo mejor equipo de la nación y el pequeño equipo sureño se
enfrentaron cara a cara. No importa cuán duro lucharon los Foxes, USC se mantuvo
varios pasos por delante de ellos. La frustración y la impotencia pusieron un calor
enfermo en las venas de Neil, empujándolo más fuerte y más rápido contra la línea de
defensa de los Trojans, pero nada de lo que hizo pareció hacer la diferencia. Eran los
niños pequeños jugando en el gran parque infantil y era dolorosamente obvio que
estaban fuera de su alcance.
Allison y Dan retrocedieron una y otra vez, más interesadas en ayudar a cuidar a
Renee y despejar la pelota que adelantarse para los goles. A pesar de sus mejores
esfuerzos colectivos, los Trojans empacaron siete goles contra los cuatro de los Foxes.
La línea de defensa llegó al descanso del medio tiempo tan agotada que apenas podían
respirar. Neil no podía recordar la última vez que Matt se veía tan agotado.
—Joder —dijo Matt débilmente—. ¿Qué acaba de suceder?
—Lo siento —dijo Renee.
—No, no —dijo Nicky rápidamente—. Eso está en nosotros, no tú. Son muy buenos.
—Son geniales —dijo Wymack —pero están condenados. No saben cómo prepararse
para un juego completo. No sé si podías verlo desde allí, pero estaban empezando a
disminuir la velocidad en la marca de los treinta minutos. La segunda mitad los va a
matar.
—Eso espero —dijo Dan, con una mirada sombría hacia Kevin y Neil—. La brecha de
puntos es más grande de lo que queríamos. ¿Pueden cerrarla?
—Aquí nosotros no somos el problema —dijo Kevin, haciendo un gesto entre Neil y
él. Nicky estaba demasiado cansado como para enojarse ante esa acusación, pero Aaron
le lanzó a Kevin una mirada amarga y Matt frunció el ceño. A Kevin no le importaba a
quién ofendiera y mantuvo sus ojos en Dan—. Si realmente nos llevas la pelota, podemos
hacer algo con ella.
Matt miró a Andrew.
—Uno de estos días tienes que dejar que lo golpee.
Andrew le devolvió la mirada en un silencio no impresionado.
Una campana los convocó nuevamente al patio interior, y los equipos fueron llamados
para la segunda mitad. Neil sabía que venía, pero todavía era desagradable ver las
mismas caras mirándolo. Los únicos jugadores nuevos en la cancha fueron los porteros,
Andrew en los Foxes y Laila Dermott en los Trojans. Detrás de ese rayo de sorpresa
había una emoción repentina, porque los Trojans parecían cansados.
Habían tenido quince minutos para recuperar el aliento, por lo que la segunda mitad
comenzó igualada. No se quedó así por mucho tiempo. Los Foxes funcionaron mejor en
su segundo tiempo. No importa cuánto lucharon en la primera mitad, su instinto
subconsciente fue reservar su fuerza para el último empujón. Ahora no había razón para
contenerse, y cada minuto sucesivo se adentraba más en su desesperación y agallas.
En veinticinco minutos, los Foxes finalmente cerraron la brecha. Laila fue una pesadilla
en la portería, pero Kevin y Neil tuvieron una ventaja que pocos equipos que enfrentaron
a los Trojans tenían: una pesadilla en su propia portería con la que tenían que practicar
a diario. Pasaron todo el año tratando de burlar al mejor portero del sur. No tenían mucho
tiempo para descubrir la táctica de Laila, pero no la necesitaban. La defensa de Laila se
derrumbaba rápidamente frente a ella y no podía aguantarlo sola. Kevin y Neil
combinaron el trabajo de pies de Foxes y Ravens para romper a los respaldos y metían
goles uno tras otro.
USC podría haber tomado el control del juego en un abrir y cerrar de ojos si solo
reconsideraran su estrategia. Si sacaban sus tres suplentes de los jugadores
marginados, la noche de los Foxes había terminado. Pero los Trojans ya habían tomado
una decisión y no retrocederían. En lugar de interferir, el resto de la alineación estaba
hombro con hombro y observaban el lento colapso de sus compañeros de equipo. Sus
cuatro entrenadores estaban detrás de ellos, tomando notas y hablando entre ellos. Neil
podía oír a la multitud perder la cabeza a través de las paredes del campo, pero los
Trojans parecían ajenos a ese coro de traición.
La campana final sonó en una victoria de trece y nueve, a favor de Foxes. Neil se
detuvo y se quitó el casco, necesitando ver el marcador sin su visor en el camino. No
importa cuántas veces parpadeó, el puntaje permaneció igual.
—¿Se acabó? —Neil susurró sin aliento—. Oh, gracias a Dios.
Neil miró a Álvarez y se sintió abatido al verla sonreír. Ella levantó una mano
enguantada en su dirección incluso cuando sus piernas se tambalearon y se rindieron.
Neil la atrapó de alguna manera y la ayudó a ponerse de pie. Ella se apoyó contra él y
forcejeó infructuosamente con las correas de su casco. Le tomó algunos intentos antes
de darse cuenta de que sus dedos estaban demasiado entumecidos para manejarlo. Ella
se dio por vencida y golpeó su casco contra el de Neil en su lugar.
—¿Es así como se siente morir? —Preguntó, y llamó por encima del hombro —Nena,
creo que me estoy muriendo. ¿Todavía tengo piernas? No puedo mirar hacia abajo. No
creo que tenga piernas. No creo que alguna vez vuelva a caminar.
—Uh-huh —dijo Laila, trotando hacia ellos—. Será mejor que resuelvas algo, porque
definitivamente eres demasiado pesada como para llevarte fuera de este campo.
—Cruel.
Álvarez buscó a tientas el hombro de Laila hasta que Laila la rodeó con un brazo y la
apartó de Neil. Álvarez seguía sonriendo, esa mirada demasiado amplia y medio loca
que le recordaba a Neil un poco a Lola y un poco a Nicky. Neil trató de recordar si había
sido golpeada en la cabeza en algún momento esta noche, pero los Foxes habían
mantenido la violencia dentro de los límites justificables. Parecía justo considerando los
buenos deportistas que eran los Trojans.
—Eso fue fantástico —dijo Álvarez—. Quiero hacerlo otra vez. El próximo año, tal vez,
cuando mis piernas vuelvan a crecer.
—Deja de ser tan bebé —dijo Laila.
—Ignórala —le dijo Álvarez a Neil—. Está agria porque perdió nueve goles en cuarenta
y cinco minutos. No sé por qué, no es como si fuera un nuevo registro personal o-ohhh,
lo es. Ouch, eso debe doler un poco.
—Perra —dijo Laila sin ningún calor.
—Eso es lo que obtienes por llamarme gorda —dijo Álvarez. Miró hacia Neil y señaló
más allá de él—. Vaya, parece que la fiesta comenzó sin ti. ¡Ve! ¡Ve! ¡Ve!
Neil miró por encima del hombro para ver a los Foxes celebrando en la línea media de
la cancha. Empezó a girar hacia ellos, luego miró a Álvarez y Laila—. Su equipo es
aterrador —dijo, inspirado por el entusiasmo de Álvarez para ser honesto—. Te
alentaremos la próxima semana.
Álvarez le dio pulgares arriba, así que Neil trotó para encontrarse con su equipo.
Escuchó a Álvarez preguntar cómo alguien todavía podía correr después de —el juego
más largo del mundo— pero supuso que estaba dirigido a Laila y no se detuvo para
escuchar la respuesta. Dan vio a Neil venir y se liberó de los Foxes para huir. Ella hizo
estallar casi todas las vértebras en la columna de Neil con lo fuerte que lo abrazó y no
parecía poder dejarlo ir. Un segundo después ellos fueron inundados por el resto del
equipo; los Foxes habían cambiado obedientemente su estridente fiesta a Neil y Dan.
Tomó un gran esfuerzo calmarse lo suficiente para el apretón de manos posterior al
juego. Toda la alineación de los Trojans entró en la cancha para ello, pero los nueve que
habían jugado esta noche apenas podían formar una línea. Los Foxes fueron a ellos en
su lugar. Jeremy tenía una sonrisa agotada y nada más que elogios por ellos. El
compañero en el crimen de Álvarez que había pasado la mayor parte de la noche
vigilando a Kevin se sentó cuando los vio venir, pero levantó la mano para ellos. Tan
pronto como Neil pasó al último de los Trojans, siguió a sus compañeros fuera de la
cancha. Las gradas estaban ya un tercio vacías, aunque Neil no sabía cuándo los
estudiantes habían comenzado a salir.
A Neil no le importó cuántos corazones rompieron esa noche. Habían vencido a USC.
Cuando los Trojans perdieron ante los Ravens serían eliminados de los campeonatos la
próxima semana. Los Foxes iban a la final, y eso era lo único que importaba.
***
Desde que los Foxes tuvieron la noche del viernes libre y la guerra fría de Andrew y
Aaron había terminado, Andrew era libre de regresar a Columbia por primera vez en
meses. Sin embargo, tuvieron un comienzo tardío allí, ya que Neil y Kevin querían ver el
partido USC-Edgar Allan. Los Trojans se lanzaron contra los Ravens, pero no fueron lo
suficientemente buenos. Perdieron, aunque por el margen más pequeño que alguna vez
habían logrado.
Jeremy se tomó bien la pérdida en su entrevista posterior al juego y no expresó ningún
arrepentimiento por cómo habían resultado las cosas. Dejó de lado cada oportunidad
para hablar del feo estilo de juego de los Ravens, pero se animaba cuando se hablaba
sobre lo cerca que habían estado de una victoria.
—Casi lo tuvimos, ¿verdad? —Dijo Jeremy—. No creo que nadie esperase que nos
acercáramos tanto. Se siente realmente diferente sin Kevin y Jean en la línea.
—La peor época del año para que alguien resulte lesionado —coincidió el periodista—
. Tetsuji había anunciado a principios de la semana que Jean estaba fuera de la cancha
con un mal esguince—. Corre el rumor de que Jean no llegará a tiempo para la final.
—Sí, hablé con Jean a principios de esta semana. Definitivamente ha terminado por
este año, pero volverá en otoño. Simplemente no volverá a estar negro—. Jeremy mostró
su sonrisa dentuda y no esperó a que le pidieran explicaciones—. Ayer nos envió un fax
por el último papeleo que necesitábamos para que esto fuera oficial, así que me permito
decirte que se trasladará a la USC para su último año.
—Déjame asegurarme de que te escuche correctamente —dijo el periodista—. ¿Jean
Moreau está dejando a Edgar Allan por la USC?
—Encargamos su equipo esta mañana —dijo Jeremy—. ¡Aunque tendremos que
sacarle un poco de sol este verano! Está un poco pálido para lucir el rojo y el oro en este
momento—. Se rió como si esta noticia no fuera a causar un alboroto con los fanáticos
rabiosos de Edgar Allan—. Desafortunadamente su número ya fue tomado, pero Jean
dijo que podemos reasignarlo a lo que sea que esté libre. Le diré que te diga cuál será
su nueva identidad.
—¿Puedes decirnos por qué se está transfiriendo?
—No puedo entrar en detalles porque no es mi lugar contar sus asuntos personales,
pero puedo decir que estamos emocionados de tenerlo. Creo que tenemos mucho que
aprender el uno del otro. El próximo año va a ser increíble. Creo que vas a ver muchos
cambios en todos los ámbitos. Todos tenemos que echar otro vistazo a lo que traemos
a la cancha.
Nicky tomó el control remoto y apagó el televisor.
—Tengo una teoría de que Renee y Jeremy son hermanos perdidos hace mucho
tiempo. ¿Qué crees que pasaría si alguna vez unieran fuerzas?
—Serían asesinados —dijo Aaron, levantándose de la otra silla de puff—. La guerra
es rentable; nadie quiere las tonterías de la paz del mundo.
Nicky le hizo una mueca.
—Gracias por la alegre dosis de realidad.
Los cinco bajaron juntos al auto, y Neil se hizo atrás entre Aaron y Nicky. Andrew los
llevó a Sweetie’s first para un helado. Nicky y Aaron estaban distraídos hablando sobre
las asignaciones de sus habitaciones del próximo año y no parecían darse cuenta de que
Andrew pasaba por alto la barra de ensaladas y su tazón de galletas. No fue hasta el
final de la comida cuando Aaron estaba pagando que cayeron en cuenta. Aaron recogió
cada una de las servilletas sobre la mesa en busca de migajas de galleta y miró a Andrew
con el ceño fruncido por encima de la mesa.
—¿Cuántas?
Andrew no le había dicho una palabra a ninguno de ellos toda la noche, pero
finalmente apartó su mirada de la pared más alejada y miró a su hermano.
—Cero.
—Cero —repitió Aaron, como si fuera un número desconocido—. ¿Qué quieres decir,
cero?
—¿No recibiremos nada? —Preguntó Nicky, estupefacto.
Andrew lo ignoró, desinteresado en repetirse. Nicky y Aaron intercambiaron una
mirada larga, confusión en una cara e incredulidad en la otra. Andrew no se quedó para
que lo descubrieran, sino que se bajó del banco y se dirigió hacia la puerta. Neil le siguió
junto a Kevin justo detrás de él, y los primos los alcanzaron en el auto. El viaje de
Sweetie's a Eden's Twilight fue en silencio, y Andrew los dejó en la acera, como de
costumbre. Kevin recogió una ficha de estacionamiento para él, mientras que los porteros
les dieron a Nicky y Aaron bienvenidas entusiastas. Entraron en busca de una mesa a lo
que Andrew se alejó.
Todavía no había mesas libres, pero había espacio suficiente para un cuerpo en el
bar. Nicky robó el taburete y saludó cuando captó la mirada de Roland. Roland llegó tan
pronto como terminó sus órdenes actuales.
—Mucho tiempo sin verte —dijo Roland, y agregó —De nuevo. Ustedes deben dejar
de perder contacto.
—Ha sido un año loco —dijo Nicky.
—Eso escuché —dijo Roland, y miró más allá de Nicky a Neil—. ¿Cómo vas?
—Estoy bien —dijo Neil.
Roland parecía listo para decir algo más, pero después de una mirada entre Nicky y
Aaron negó con la cabeza. Empezó a trabajar mezclando sus bebidas, y Nicky le
obsequió historias sobre sus vacaciones de primavera. El club era demasiado ruidoso
para que Neil escuchara la aproximación de Andrew, pero de repente, Andrew estaba
presionado a su lado en medio de la multitud. Roland miró de Andrew a Neil y de nuevo,
con el ceño fruncido un poco en una preocupación mal disimulada. Neil se dio cuenta de
que estaba buscando una señal de que estaban bien después de lo que había pasado
en enero.
Nicky sabía cuándo estaba siendo ignorado, y no tuvo problemas para interpretar la
mirada penetrante de Roland. Interrumpió su propia historia para exigir.
—¡No te atrevas a decirme que sabías sobre ellos antes que yo! Oh, Dios mío —dijo
a la mirada sorprendida y culpable de Roland—. Oh, Dios mío, lo sabías. ¿Cómo diablos?
Nos dimos cuenta sólo hace un par de semanas. ¿Cuánto tiempo hace que sabes que
Andrew es gay?
—¿Son ellos pareja ahora? —Preguntó Roland en lugar de responder. Su sonrisa
regresó, amplia y complacida, y dejó de llenar su bandeja para servirles shots. Siempre
el optimista, también sirvió uno para Neil. Nicky pasó las copas y Neil aceptó la suya
después de una ligera vacilación. Roland tomó su propio shot y lo tomó en nada—. Voy
a beber por eso. Ya era hora, maldición.
—No es algo de lo que estar orgulloso —dijo Aaron.
—Hater —dijo Nicky, y medio giró para asegurarse de que Neil no estaba empeñando
su bebida en Andrew. Tomaron sus tragos como uno y Roland recogió las copas vacías.
Nicky señaló a Roland mientras volvía a mezclar bebidas—. Por cierto, noté que evitabas
mis preguntas. No eres astuto. ¿Y qué quieres decir con ya era hora, maldición?
—Puedes sacar esa historia de Andrew —dijo Roland.
—Obtener respuestas de estos dos es como tratar de hacer sangrar una piedra —dijo
Nicky—. Es imposible y estoy por romperme los dedos por intentarlo. ¿Cómo lo supiste?
¿Tu radar gay es más avanzado que el mío o…? —Nicky se quedó boquiabierto al
escucharlo—. Espera. De ninguna manera. ¡De ninguna manera! ¿Ustedes dos…?
—No —interrumpió Aaron—. Simplemente no lo digas. No quiero escucharlo. No
quiero pensar en eso. Quiero beber y pretender que no conozco a ninguno de ustedes.
—Pensé que éramos amigos —le dijo Nicky a Roland—. ¿Cómo pudiste ocultarme
esto?
—Soy camarero —dijo Roland—. No derramo bebidas ni los secretos de otras
personas. Con esa excepción inoportuna —se corrigió a sí mismo con una pequeña
mueca ante el impasible Andrew—. Lo siento por esa vez, por cierto. No fue mi intención.
—Roland, estamos peleando de inmediato —dijo Nicky con un bufido—. Quizás
puedas recuperar mi amistad con suficientes bebidas esta noche. Vamos, Aaron, veamos
si hay una mesa.
Kevin se fue con ellos, probablemente para alejarse del giro que esta conversación
había tomado. Andrew tomó el taburete para que nadie pudiera interponerse entre él y
sus bebidas, y Neil permaneció tan cerca de su espalda como pudo. Roland dividió el
contenido de una coctelera entre dos vasos altos, sirvió un par de sodas para Neil y
terminó. Enjuagó la coctelera en un fregadero que llegaba a la cintura y deslizó su
bandeja increíblemente llena más cerca de Andrew.
—Entonces sobre esas esposas acolchadas —dijo Roland, y se rió de la mirada que
Andrew le dio.
Tan pronto como Roland se agachó para controlar al resto de sus clientes, Andrew se
dispuso a reorganizar sus bebidas en un nuevo orden indeterminable. Nicky todavía no
había regresado cuando Andrew terminó, así que Andrew comenzó a tomar la bebida
más cercana. De pie allí mirándolo, Neil pensó que no le importaría esperar a un asiento
toda la noche. Su reloj todavía estaba funcionando, pero sus días numerados seguían
un horario diferente ahora. Neil tenía todo el tiempo del mundo, y eso dejaba un calor en
su estómago más fuerte que cualquier whisky.
CAPÍTULO DIECINUEVE
Debido a que USC perdió dos juegos semifinales seguidos, el ERC canceló el tercer
partido de semifinales. No tenía sentido enfrentar a los Foxes y los Ravens el uno contra
el otro cuando ambos ya habían calificado para la final. En cambio, a las dos escuelas
se les dio una semana libre para descansar, recargarse y defenderse de una prensa
hambrienta de historias.
Los Foxes sonaban seguros cada vez que tenían un micrófono o cámara en sus caras,
y no siempre era un acto. Su odio total hacia Riko ayudó a calmar sus nervios. Los
Ravens tenían poco que decir sobre los Foxes, pero eso fue probablemente porque
estaban lidiando con las consecuencias de la abrupta transferencia de Jean. Jean era el
atleta más buscado en las noticias de la NCAA en estos días, pero se negaba a anunciar
su paradero actual o hablar con la prensa. Su silencio no hizo favores a los Ravens tan
pronto después de la audaz entrevista de Kevin, las especulaciones y los rumores
comenzaron a ponerse un poco salvajes.
El lunes por la tarde, Wymack le dijo a su equipo que el último juego sería en Castle
Evermore. No fue una noticia bienvenida, pero tampoco fue una sorpresa. Debido a que
era el doble como la cancha de la selección nacional, el estadio de Edgar Allan era la
mitad de grande que el de Palmetto State. Necesitaban todos los asientos que pudieran
obtener. Wymack aún no creía que fuera lo suficientemente grande para un
enfrentamiento como este, pero definitivamente no había espacio en Carolina del Sur
para acomodar a la multitud que venía a ver el campeonato final.
Al final del anuncio, Wymack pasó una pizarra. Edgar Allan iba a reservar una sección
de —amigos y familiares— justo detrás del banco de Away. Se les dieron dieciocho
asientos para dividirse entre los nueve, y Wymack necesitaba una lista de nombres para
poder reservar los asientos lo antes posible y empezar a trabajar en los arreglos de viaje
desde el aeropuerto hasta Edgar Allan.
Dieciocho no parecían muchos, pero los Foxes no podían llenarlos. Nadie en el grupo
de Andrew necesitaba alguno, y Allison pasó la pizarra sin dudarlo. Renee necesitaba
uno para su madre adoptiva y donó el segundo a Matt para que su padre pudiera traer a
su amante actual. Dan fue la última, así que sabía cuántos asientos libres podía tomar.
Varias de sus hermanas del escenario habían cambiado de su antiguo club a trabajos
más tranquilos, pero era improbable que las pocas que todavía estaban allí pudieran
tener un viernes por la noche libre.
Esa noche Nicky y Aaron se presentaron a la práctica sin haber sido invitados. Neil
esperaba que Kevin los enviara a hacer las maletas con un discurso de too little, too late3,
pero los puso a trabajar de inmediato. El miércoles, los estudiantes de último año también
3 “too little, too late” es una situación donde se está culpando a alguien por no hacer lo suficiente para
evitar un problema y por tomar medidas solo después de que el problema se ha vuelto muy
malo.
se unieron. Una semana y media no era tiempo suficiente para convertir a alguien en un
experto en ejercicios y juegos de práctica contra los Ravens, pero Kevin hizo todo lo
posible. Su actitud cáustica y el desprecio grosero sobre las habilidades de sus
compañeros de equipo no le valieron ningún favor durante el día, pero en la noche los
Foxes se sometían con una determinación silenciosa y sombría. Matt fue el primero en
darse cuenta de que Kevin jugaba zurdo por la noche, ya que fue él quien se colocó en
su cara para bloquearlo. Tener un arma secreta contra los Ravens animó a sus espíritus.
Traer a todos los Foxes le hizo más difícil a Neil acercarse a Andrew solo después, ya
que era más que obvio que no se dirigían directamente a la cama. Vivir en la misma
habitación hizo que fuera apenas más fácil atrapar a Andrew solo entre clases. Los Foxes
tenían prácticas tan largas que la mayoría de sus clases estaban ocupadas en los
mismos bloques de tiempo. Hubiera sido completamente imposible si no fuera por la
interferencia de Nicky. Nicky pasaba gran parte de su tiempo libre pasando el rato con el
resto de los Foxes en sus habitaciones, y arrastraba a Kevin con él cada vez que podía.
Obligó a Andrew a elegir entre Neil y su naturaleza controladora. Algunas veces Neil
ganaba; otros días, el rencor de Andrew lo hacía cazar al díscolo par tan pronto como se
daba cuenta de lo que estaba pasando.
La semana siguiente fue significativamente más difícil de superar, en parte porque era
la última semana de clases. El viernes por la noche los Foxes se enfrentarían a los
Ravens en las finales de NCAA Exy; El lunes comenzarían las finales académicas. Tres
de los maestros de Neil hicieron que las clases fueran opcionales, lo que les permitió a
sus estudiantes presentarse para revisiones y practicar exámenes u optar por el
autoaprendizaje en otro lugar. Neil intentó ir a su primera clase, pero se fue a la mitad.
Tenía la intención de encontrar un asiento vacío en la biblioteca, pero de alguna manera
terminó en la Foxhole Court.
Wymack no pareció sorprendido de verlo, pero hizo que Neil jurara que no fallaría en
ninguna clase antes de prestar los juegos de Neil para mirar. A la mañana siguiente, Neil
ni siquiera intentó ir a la clase. Entre partidos, Neil corrió vueltas y ejercicios de suicidio.
Corrió los pasos del estadio temprano en el día para que sus piernas pudieran
recuperarse antes de la práctica de la tarde. Se obligó a ir más rápido, más rápido, más
rápido y sabía que no sería de ayuda.
Los Ravens fueron un rayo en la cancha; rara vez llevaban la pelota por más de unos
pocos pasos porque habían perfeccionado el arte de pases imposibles. Destruyeron a
los Foxes con sus trucos en octubre pasado. Kevin había pasado meses enseñando a
Neil cómo jugar así, pero eso no significaba nada ahora. No importaba si Neil y Kevin
podían anotar si su defensa no podía mantener la línea y controlar esa brecha de puntos.
Cada partido que Neil veía condujo ese camino hasta que pensó que estaría enfermo.
Aaron y Andrew cancelaron su sesión del miércoles con Dobson para venir a entrenar
a tiempo, pero Kevin se saltó la práctica del jueves por la noche. No tenía ninguna
explicación aparte de Tengo que encargarme de algo y dejó a Neil a cargo. Decirles a
los demás qué hacer era tan terrible como Neil esperaba que fuera, pero Neil no tuvo
tiempo de dudar. Tendrían un juego en dos días y Neil era la única persona que conocía
todos los ejercicios de los Ravens. Guio a sus compañeros de equipo a través de ellos,
sabiendo que no podían dominarlos en tan poco tiempo, pero necesitándoles saber a
qué se enfrentaban el viernes. Hicieron muchas preguntas, pero no retrocedieron, y luego
Dan murmuró en su oído muy bien hecho, capitán.
No abandonaron la cancha hasta después de la una, pero cuando llegaron a la
residencia, los nervios de Neil anularon su cansancio. Permaneció en su escritorio
mientras los otros se cambiaban para ir a la cama, mirando sus libros de texto sin
realmente verlos. Pasó medio ciego por uno de sus cuadernos, y luego empujó todo a
un lado. Quería ir a correr, pero también sabía que su cuerpo necesitaba descansar
después de las largas prácticas de hoy. Se conformaría con pasear, pero no quería que
los demás supieran que estaba ansioso. Sentía que la duda podría deshacer todo para
lo que habían estado trabajando.
Nicky regresó a la sala de estar.
—Oye. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dijo Neil—. Sólo estoy pensando.
Nicky no dijo nada, pero pasó un minuto antes de que se alejara. Neil tenía luz de la
sala de estar encendida, así que Nicky cerró la puerta de la habitación. Neil permaneció
quieto hasta que el dormitorio se convirtió en silencio, luego se sentó en su escritorio y
miró a la pared. Permaneció allí tanto tiempo con sus pensamientos retorcidos que no
podía creer que el cielo no se iluminara con el amanecer. Por fin, los pensamientos de
Neil se redujeron a un lento avance y se levantó para dormir. Solo se colocó a unos
pocos pies de su escritorio antes de que la puerta de la suite se abriera y dejara entrar a
Kevin.
Kevin apestaba tanto al alcohol que Neil podía olerlo a medio camino a través de la
habitación, pero Neil olvidó el hedor en el segundo que vio el vendaje en la cara de Kevin.
Era demasiado esperar e imposible de creer, pero Neil se congeló en seco y se quedó
mirando. Kevin cerró la puerta y se tambaleó hacia atrás. Estuvo a punto de caerse, se
preparó justo a tiempo y miró a Neil con ojos turbios. Eso era todo lo que Kevin podía
manejar, al parecer, así que Neil fue hacia él. Kevin hizo un gesto flojo cerca de su
costado. Neil levantó una esquina de la cinta y le quitó la gasa a Kevin.
Se sintió un poco como caer y un poco como volar; El estómago de Neil tocó fondo
por un segundo antes de que la adrenalina inundara sus venas. Kevin había usado un
dos desde sus primeros días en la cruel atención de Moriyamas. Riko y Kevin usaron
marcadores durante años, escribiendo sobre sus números cada vez que amenazaban
con desvanecerse. Tan pronto como tuvieron la edad suficiente, cambiaron a una tinta
más permanente. Ahora ese número se había ido, cubierto por la imagen negro
azabache de una pieza de ajedrez. El conocimiento de Neil sobre el ajedrez era confuso
en el mejor de los casos, pero sabía con certeza que no era un rey.
—Lo hiciste —dijo Neil, demasiado aturdido para decir cualquier otra cosa.
—Deja que Riko sea el Rey —dijo Kevin, con la enunciación exagerada de los
minuciosamente desparramados—. Más codiciado, más protegido. Él sacrificará cada
pieza que tenga para proteger su trono. Lo que sea. ¿Yo? —Kevin hizo un gesto de
nuevo, con la intención de indicarlo, pero demasiado borracho para tener su mano más
alta que su cintura—. Voy a ser la pieza más mortal en el tablero.
—Reina —dijo Andrew en algún lugar detrás de Neil. Neil no lo había escuchado salir
de la cama, pero por supuesto el golpe de la puerta lo habría despertado. Un Andrew
sobrio se despertaba tan fácil como Neil, tal vez más porque Andrew estaba
acostumbrado a personas poco amistosas que entraban furtivamente en su habitación.
Neil lo miró, pero Andrew estaba estudiando a Kevin. Andrew cruzó la habitación para
pararse al lado de Neil y tomar la barbilla de Kevin en su mano. Giró la cabeza de Kevin
para inspeccionar la nueva tinta.
—Él va a estar furioso.
—A la mierda —dijo Kevin, deslizándose un poco más hacia la puerta—. A la mierda
a todos. Son una pérdida de tiempo para estar enojado. Deberían tener miedo.
—El infierno no tiene furia —dijo Andrew.
Kevin le hizo un débil gesto a Neil, por lo que Neil volvió a colocar el vendaje sobre su
piel hinchada y enrojecida. Neil dejó caer su mano hacia un lado y apretó los dedos en
un puño para ocultar el temblor. Dudaba de que Kevin o Andrew lo notaran; estaban
demasiado ocupados mirándose el uno al otro. Finalmente, Andrew sonrió, lento y frío.
Era la primera vez que sonreía desde que había salido de sus drogas, y Neil no pudo
evitar mirarlo.
—Ahora se está poniendo divertido —dijo Andrew.
—Finalmente —dijo Kevin, a partes iguales de agotamiento y exasperación.
Los dos tuvieron que llevar a Kevin a la habitación. Neil no sabía cómo Kevin iba a
subir la escalera de su loft, pero de alguna manera se las arregló. Estaba dormido casi
tan pronto como su cabeza golpeó la almohada. Neil se sintió completamente recargado
mientras miraba la litera de Kevin. Estaba inestable de pie, demasiado zumbado para
quedarse quieto. La oscuridad debería haber ocultado la ruina en la que se había
convertido, pero Andrew no fue engañado. Él golpeó el hombro de Neil en su camino de
regreso fuera de la habitación. Neil apartó su mirada de la forma inconsciente de Kevin
y la siguió.
Andrew lo empujó contra la pared con manos pesadas y besos duros.
—Drogadicto.
—He estado esperando eso desde junio —dijo Neil—. Has estado esperando más
tiempo.
Andrew no se molestó en negarlo. Ya casi había amanecido cuando finalmente se
acostaron, pero Neil pudo recuperar las horas en el viaje en autobús hacia el norte. Se
escondió bajo sus mantas y soñó con que Evermore cayera en su cabeza.
***
Faltando una hora para el juego, el estacionamiento en el campus de Edgar Allan estaba
lleno. Los terrenos del estadio estaban llenos de fanáticos vestidos de negro.
Explosiones de flashes incoherentes de cámara y cuerpos fuertes en trajes marcaron la
llegada de celebridades de renombre. En todas partes, Neil parecía haber visto policías,
y toda una sección estaba acordonada para furgonetas de noticias.
Neil miró a sus compañeros de equipo. Nicky tamborileó con los dedos sobre sus
caderas mientras lo asimilaba todo. Aaron estaba hombro con hombro con Katelyn, con
los nudillos blancos por lo apretado que estaba sosteniendo su mano. Andrew no parecía
impresionado por el manicomio en el que habían entrado, pero su mirada tranquila siguió
a la multitud en busca de amenazas. Renee estaba jugueteando con su collar de cruz,
su mirada distante mientras rezaba. Dan y Matt estaban cogidos del brazo detrás de ella,
dos pilares de fuerza listos para una pelea. El golpeteo rápido del tacón de Allison contra
el asfalto la apartó de su inquietud, pero tenía una mirada despectiva.
Por parte de Neil, Kevin era intocable. Kevin había mostrado su nuevo tatuaje tan
pronto como subieron al autobús. La celebración del equipo hizo que a Neil le costara
dormir, pero no podía envidiarles su emoción. Wymack no había reaccionado con más
que una sonrisa rápida y apretada, lo que significaba que lo había sabido antes que
cualquiera de ellos. Neil pensó en los tatuajes de llamas tribales en los brazos de
Wymack y se preguntó si Wymack reclutó a su propio artista para el trabajo. Al menos
explicaría cómo Kevin regresó a la residencia la noche anterior cuando apenas podía
caminar.
Neil no sabía cuál fue la última gota que rebosó el vaso para Kevin, pero
aparentemente el espectáculo de la noche anterior no había nacido de la grandeza del
borracho. Kevin se había comprometido; No había vuelta atrás. Se enfrentó al Castillo
Evermore ahora como si fuera una parada más sin valor en su camino a la gloria. Neil no
sabía si esa determinación era genuina o pura fuerza de voluntad, del mismo modo que
no sabía cuánto de ese desdén era un frente para que la prensa lo entendiera. Neil tenía
la sensación de que el desafío de Kevin era al menos nueve décimas de verdad, y eso
era suficiente para mantener los nervios de Neil a raya.
Dos mujeres recogieron el escuadrón Vixen. Cuatro guardias de seguridad escoltaron
a los Foxes desde el autobús hasta el estadio, mientras otros seis montaban guardia a
lo largo de la corta ruta. Fue un poco excesivo, tal vez, pero la junta de Edgar Allan no
estaba arriesgándose. Las cámaras parpadeaban cuando los Foxes pasaban, y era solo
cuestión de tiempo antes de que alguien se diera cuenta de que la tinta de Kevin había
cambiado. Un grito de incredulidad llamó toda la atención a la cara de Kevin, y de repente
diez guardias parecían completamente insuficientes. Hubo un coro de abucheos por
todos lados mientras la noticia se extendía entre la multitud, pero rompiendo esa
desaprobación viciosa hubo unos pocos gritos dispersos de ¡Reina! Kevin aguantó todo
con una expresión altiva encerrada en su lugar.
Era la primera vez que Neil estaba en el vestuario de Evermore's Away. Kevin los
había advertido sobre el viaje, pero las palabras no podían evitar que Neil sintiera que
había entrado en una tumba. Era dos veces más grande que el vestuario de los Foxes,
pero parecía cien veces más pequeño. Las paredes estaban desprovistas de cualquier
decoración y todo estaba completamente negro desde el piso hasta el techo. Les costó
un precio inmediato a los Foxes y se dispersaron lo más rápido que pudieron, arrojando
bolsas de color naranja en cada rincón de la habitación para tratar de romper la
aplastante ilusión.
—Edgar Allan extiende su bienvenida a los oponentes de esta noche —dijo uno de los
guardias cuando el equipo dejó de moverse—. Los asientos del estadio se han agotado,
al igual que las torres. Los funcionarios estatales y escolares están en el norte, el tribunal
en el sur y el ERC en el oeste. Recibimos a doce representantes de las principales ligas
y seis de equipos profesionales. No se acercarán a ninguno de ellos a menos que un
miembro de mi personal los invite a hacerlo.
Esperó un momento para asegurarse de que entendieran—. Pueden usar libremente
el ring interior durante la siguiente media hora, momento en el que los Ravens llegarán
por el lado de la Casa y estarán restringidos a su mitad del estadio. ¿Tienen alguna
pregunta?
Nicky levantó su mano.
—Sí. ¿Quién está en la torre este?
—Este está reservado para huéspedes de Moriyama y clientes de negocios —dijo
Kevin.
El guardia asintió con confirmación, buscó otras preguntas y se fue.
—Bueno —dijo Dan cuando la puerta se cerró detrás de él —esto es lo que hemos
estado esperando.
—Hagámoslo —dijo Matt.
Dejaron su equipo y entraron al ring interior. Afuera, parecía que no había nadie en el
lado de los Foxes, pero las tribunas estaban divididas por pequeños grupos de
estudiantes y fanáticos en todos los tonos de naranja. Los Foxes saludaron con la mano
a todos los rostros amistosos que podían ver, ganando aplausos animados y entusiastas
choques de puño. Los fanáticos de Raven fueron rápidos en tomar represalias,
poniéndose de pie y rugiendo abucheos desde la parte superior de sus pulmones.
A la mitad de cada sección había un fan vestido con rayas rojas y negras, y uno tras
otro levantaron una mano en el aire. El más cercano aún estaba demasiado lejos para
que Neil pudiera ver claramente lo que sostenía, pero pensó que parecía el timbre de
una bicicleta. No tenía sentido hasta cinco segundos después, cuando toda la sección,
piso a vigas, saltó como una sola. Cuando aterrizaron, la siguiente sección saltó, y la ola
atronadora rodeó el estadio. Era una cacofonía ensordecedora y más inquietante de lo
que Neil quería que fuera. Los fanáticos de rayas levantaron sus brazos nuevamente
cuando la ola regresó a ellos y señaló una segunda vuelta.
—Jesucristo —dijo Nicky, apenas audible a pesar de que estaba detrás de Neil—. No
creo que pueda… ¡Erik!
Nicky corrió alrededor de Neil y corrió hacia las gradas. La primera fila estaba vacía,
con un guardia de seguridad de pie en cada extremo, pero un hombre acababa de
aparecer para presentar su boleto.
Cómo escuchó Erik Klose a Nicky por el ruido de las gradas, Neil no lo sabía, pero se
apartó inmediatamente del guardia y se inclinó sobre la barandilla de seguridad para
darle un abrazo feroz a Nicky. Nicky se aferró a él como si hubieran pasado años desde
la última vez que estuvieron en la misma habitación, ajenos o completamente indiferentes
a las miradas que estaba atrayendo.
El resto de los invitados de los Foxes se presentaron solo un par de segundos más
tarde, ya que Wymack había arreglado una van desde el aeropuerto para ellos. Wymack
despidió a su equipo, sabiendo lo mal que necesitaban caras amigas en este momento.
Allison no había traído a nadie, pero siguió a los estudiantes de último año a las gradas.
Aaron se dirigió hacia las Vixens para hablar con Katelyn. Neil se quedó con Andrew y
Kevin y simplemente miró.
Cuatro de las hermanas de Dan vinieron. Llevaban vestidos de verano blancos que
habían alterado, por lo que tres deletrearon FOX. El cuarto lucía una pata de zorro que
ya empezaba a perder una almohadilla de pie. Prácticamente aplastaron a Dan,
sofocándola con un abrazo grupal antes de adularla. Fueron igual de rápidas para
abrazar a Allison, y la familiaridad en sus sonrisas fáciles decía que la habían visto al
menos una vez antes.
Stephanie Walker tenía el próximo asiento, y se aferró a Renee para siempre. Los
padres de Matt tenían los asientos al lado de ella. La trenza de su madre estaba teñida
de naranja y ella llevaba un mono igualmente brillante. Matt había hablado de su madre
lo suficiente como para que Neil supiera cuánto la adoraba Matt. De alguna manera,
todavía estaba sorprendido de cuán descaradamente ese amor había sido devuelto.
Había un orgullo feroz en la sonrisa de Randy Boyd que le recordó a Dan, y ella jugaba
con las púas en las que se había peinado. El padre de Matt era un poco más reservado,
pero sonrió cuando le dio una palmada en el hombro a Matt en saludo. La mujer que él
había traído como su invitado parecía apenas mayor que Matt, y ni ella ni Matt se
reconocieron.
Betsy Dobson fue la última en entrar. Andrew no le había guardado una entrada, así
que Neil asumió que Wymack y Abby la habían invitado. Andrew no pareció en absoluto
sorprendido de verla, pero se acercó a ella tan pronto como ella se instaló. Ella sonrió
ante su acercamiento e hizo un gesto a su alrededor. Neil no podía oírla entre la multitud,
pero supuso que estaba haciendo sus habituales observaciones redundantes. Neil miró
hacia otro lado antes de que ella lo atrapara mirando y volvió su atención a la multitud.
—Ustedes dos podrían al menos decir hola —dijo Wymack, algo ofendido.
—No tiene sentido —dijo Kevin—. Todo lo que son es una distracción.
—Se llama una red de apoyo. Búscalo.
—Thea está mirando desde el sur esta noche —dijo Kevin, mirando a la caja VIP
elevada. Estaba demasiado lejos y demasiado alto para que Neil pudiera distinguir las
caras, pero ya había una pequeña multitud reunida en las paredes con ventanas. Saber
que la Court estaba allí para verlos jugar envió un escalofrío por las venas de Neil. Kevin
arrastró su mirada hacia la cara de Wymack y dijo —y mi padre viene a todos mis juegos.
Es suficiente.
En el otro lado de Wymack, la mirada de Abby se suavizó. La mandíbula de Wymack
trabajó por un momento antes de que pudiera decir en un tono uniforme: —Tu madre
estaría orgullosa de ti.
—No solo de mí —dijo Kevin en un extraño episodio de humanidad.
Se estaba volviendo demasiado personal, o tal vez ese agudo pico de incomodidad
en el pecho de Neil era un ataque de soledad y pérdida. Neil los dejó el uno al otro y fue
a unirse a sus compañeros de equipo. El apretón de manos de Erik era firme y su sonrisa
amplia. Neil mezcló a las hermanas casi inmediatamente después de sus presentaciones
alegres. La paciente sonrisa de Stephanie fue tan desconcertante como lo había sido el
comportamiento pacífico de Renee, y Neil estaba seguro de que Randy le arrancó un par
de órganos vitales con lo duro que lo abrazó. El padre de Matt saltó con un simple hola
para decirle a Neil acerca de un cirujano plástico que conocía, si Neil quería que alguien
le limpiara un poco la cara.
—Papá —dijo Matt, horrorizado—. ¿Qué mierda?
—Neil Josten —dijo un guardia de seguridad —un Stuart Hartford está aquí para verte.
Neil siguió al guardia hasta la mitad del ring interior. Una pared separaba el ring interior
de las gradas, y Stuart esperaba al otro lado con los brazos cruzados sobre la parte
superior. Descartó al guardia con un simple gesto de asentimiento y dirigió una mirada
pensativa hacia su sobrino perdido hace mucho.
—Pensé que ya estarías de vuelta en Inglaterra —dijo Neil.
—He estado yendo y viniendo —dijo Stuart—. Hubiera venido por ti antes, pero él nos
dijo que no interfiriéramos hasta que tomara una decisión—. Neil no tuvo que preguntar
a quién se refería Stuart por —él—. Stuart esperó a que Neil asintiera antes de
continuar—. La muerte de tu padre dejó un vacío que no es fácil de llenar. El pequeño
jefe está limpiando la casa y reduciendo las pérdidas donde puede, llevándose gente de
California a Carolina del Sur. Policías, doctores, espías, no importa. Si existe la
posibilidad de que sean una carga para su nueva regla, están muertos. Cosas
interesantes, la remodelación de un imperio. Sangriento, también.
—¿Había gente en Carolina del Sur? —Preguntó Neil. Tan pronto como lo dijo, su
corazón dio un vuelco—. Espera, ¿doctores? ¿Médicos o psiquiatras? ¿Tienes
nombres?
—Me mantengo al margen de los detalles a menos que pertenezcan a mí —dijo
Stuart—. ¿Alguien en particular que estás buscando?
—Un psiquiatra en Columbia, Proust. Trabajó en Easthaven, se dejó comprar y lo
utilizó el hermano equivocado. Le dije… al pequeño jefe —dijo Neil después de un
momento de vacilación sobre él.
—Lo investigaré —dijo Stuart. Lanzó una mirada casual y dijo— Sabes que todavía te
están mirando, ¿verdad? Están esperando que te tropieces, esperando a ver si alguien
es lo suficientemente estúpido como para tomar un bocado. Cebo y espía en uno. Sé
inteligente, ¿sí? Tú te metiste en esto, lo que significa que no puedo protegerte si las
cosas se van de nuevo hacia los lados.
—Tendré cuidado —dijo Neil—. Gracias.
—Mentón —dijo Stuart, enderezándose—. Mira hacia adelante. El pequeño jefe está
aquí esta noche. No lo hagas arrepentirse de invertir en ti.
Neil no fue tan estúpido como para mirar la torre Este. Él solo asintió y vio a Stuart
desaparecer entre la multitud. Volvió corriendo a Wymack y decidió que era mejor no
decirle a Kevin quién estaba presente esta noche. Wymack le dio a su equipo un minuto
más para socializar, luego los llevó a los vestidores. Se cambiaron lo más rápido que
pudieron, los ánimos restaurados por el entusiasmo de sus invitados, y corrieron vueltas
en el ring interior hasta que aparecieron los Ravens.
Neil pensó que la multitud era ruidosa antes, pero la bienvenida que le dieron a su
equipo local hizo que le zumbaran los oídos. Los Foxes se retiraron al vestuario para
estirarse y salvar sus tímpanos. Se tomaron su tiempo para ponerse el resto del equipo
y volvieron a encontrarse en la sala principal. Wymack les dio un minuto para respirar
antes de enviarlos al ring interior una vez más. Los árbitros de esta noche se dividieron
entre Home y Away y estaban esperando junto a las puertas de la cancha para dejar
entrar a los equipos. Los Ravens eran una corriente interminable de negro cuando
entraron desde el lado opuesto, y Neil trató de no mirar. Los calentamientos nunca se
habían sentido tan cortos; un minuto Neil estaba ocupando su lugar y al siguiente estaban
siendo llamados para la presentación antes del partido.
La banda itinerante de Palmetto State, Orange Notes, había encontrado sus lugares
en algún momento, y ellos tocaron la canción de la pelea con orgullo descarado tan
pronto como el locutor terminó de leer en el roster de los Fox. El locutor esperó a que la
última nota se desvaneciera antes de pasar a la alineación de los Ravens. La canción de
pelea de Edgar Allan sonaba tan maliciosa como siempre, y la batería continuó en un
ritmo pesado mucho después de que el resto de la banda quedó en silencio. La multitud
avanzó a trompicones hasta que todo el estadio pareció ser una misa retorciéndose y
enojada. Neil no sabía si eran las reverberaciones de su locura o su pulso caótico lo que
lo estaba ahogando.
Dan se encontró con Riko en la cancha para lanzar una moneda y ganó el primer
saque de los Foxes. La multitud continuaba como si pensaran ir toda la noche. Wymack
tuvo unos minutos antes de comenzar las alineaciones necesarias en la cancha, por lo
que acercó a su pequeño equipo lo suficiente como para poder escucharlo.
—Apesto en este asunto de la charla, pero Abby me amenazó con una muerte
espantosa si no hacía algún tipo de esfuerzo esta noche. Esto es lo que se me ocurrió
después de una hora de tormenta de ideas. Aún no lo he ensayado, así que tendrás que
fingir que es algo pulido y alentador. ¿Trato?
Los miró, atrapando y sosteniendo los ojos de cada jugador por un momento.
—Quiero que cierres los ojos y pienses por qué estás aquí esta noche. No me digas
'venganza' porque ya la has obtenido solo por estar aquí esta noche.
—Ya no se trata de Riko —dijo Wymack—. Esto no se trata de los Ravens. Esto es
sobre ustedes. Esto es todo lo que los llevó a llegar a este punto, todo lo que les costó,
y todos los que se rieron cuando se atrevieron a soñar con algo grande y brillante. Están
aquí esta noche porque se negaron a rendirse y se negaron a ceder. Están aquí donde
todos dijeron que nunca estarían, y nadie puede decir que no se han ganado el derecho
de jugar este juego.
—Todos los ojos están puestos en ustedes —Es hora de mostrarles de qué están
hechos. No hay lugar a dudas, no hay espacio para segundas conjeturas, no hay margen
de error. Esta es su noche. Este es su juego. Este es su momento. Aprovechen todo lo
que tienen. Saquen todas las paradas y pongan todo en la línea. Luchen porque no saben
cómo morir en silencio. Ganen porque no saben cómo perder. Este rey gobernó el tiempo
suficiente, es hora de derribar su castillo.
Una campana de advertencia sonó por encima. Wymack les palmeó las manos y dijo:
—¡Vamos!
—¡Foxes! —Rugieron en respuesta, y la formación inicial se dirigió hacia la puerta.
Los Ravens primero tomaron la cancha y se acomodaron en sus lugares. Riko fue el
primero en gritar, así que Neil asumió que jugaría este juego como lo hizo en el último:
aparecer en la cancha durante el primer y cuarto cuartos del juego. Kevin fue el primero
en llamar a los Foxes, pero Neil estaba muy cerca de él. Se dirigieron a los puntos de
inicio de los delanteros en la línea de medio campo. Neil mantuvo sus ojos en Riko,
sabiendo que Riko ya debería haber oído sobre el tatuaje de Kevin. Él estaba en lo
correcto; Neil estaba todavía a seis metros de distancia cuando vio la ira helada en la
cara de Riko.
Riko no habló hasta que Kevin y Neil se quedaron quietos, y luego dejó escapar un
montón de vicioso japonés. Kevin lo ignoró hasta que Riko dijo algo más, luego deslizó
una fría mirada hacia Riko y respondió. Neil no sabía lo que decía, pero Riko giró sus
manos enguantadas alrededor de su bastón como si se estuviera imaginando rompiendo
el cuello de Kevin. Molestar a Riko justo antes de un partido tan importante era tan
estúpido como estimulante. Neil ya no podía escuchar a la multitud a través de la sangre
que corría por sus oídos.
Miró el reloj cuando el último Fox se quedó quieto y observó hasta que pasaron la
marca de los diez segundos. Echó un vistazo más allá del otro delantero hacia el crupier
y su primera marca, contando en reversa en su cabeza. A las dos vio al portero, e imaginó
el gol floreciendo de rojo con un punto de los Foxes. A la una sonó el timbre, y Dan
disparó el primer servicio de la noche.
Habían pasado casi siete meses desde que los Foxes y los Ravens se enfrentaron por
última vez en la cancha, y no les tomó mucho tiempo a los Ravens darse cuenta de que
se enfrentaban a un equipo completamente diferente. El otoño pasado, los Foxes
escribieron el juego como una pérdida segura antes de que incluso pisasen la cancha.
Habían jugado contra los Ravens porque tenían que hacerlo, pero lo miraron más allá de
la esperanza de los campeonatos de primavera. Esta noche, animados por la
determinación y medio borrachos por la desesperación, los Foxes tuvieron el comienzo
más fuerte que habían tenido en todo el año.
Los Foxes eran feroces, pero los Ravens estaban enojados. Neil podía sentirlo como
veneno en la cancha, una mala vibra que hacía que cada instinto de supervivencia
siseara. El hazmerreír de la NCAA no debería haber llegado tan lejos ni haberles costado
tanto. Perdieron a Jean, sufrieron una investigación interna exhaustiva y aguantaron el
violento dolor de Riko a raíz de la muerte de su padre. El ataque de sus fanáticos contra
Palmetto State y las veladas acusaciones de Kevin les habían causado mucha presión.
Hubo rumores de que Edgar Allan quería cerrar el Nido y reintegrar al equipo con el resto
del campus por su propia seguridad psicológica. Ahora Kevin apareció en la cancha con
una mueca y un nuevo tatuaje, y los Foxes se apresuraron como si no dudaran que
ganarían.
Los Foxes no eran el mismo equipo, pero tampoco lo eran los Ravens. No se habían
tomado a los Foxes en serio el otoño pasado. Ahora tenían que hacerlo, y no hicieron
ningún puñetazo.
El juego no comenzó violento, pero no tardó en llegar allí. Los cuerpos se estrellaron
contra los muros de la cancha y el piso; los palos se agrietaron juntos y apenas echaron
de menos las miradas de los jerseys y los cascos. El traqueteo y el deslizamiento de las
raquetas deslizándose contra el suelo, con fuerza fuera de las manos enguantadas,
resonaron en los oídos de Neil mientras se empujaba más rápido. La defensa y los
traficantes de Foxes lucharon con uñas y dientes para proteger su portería y despejar el
balón, pero las buenas intenciones y la fuerza no podían durar mucho. Los defensas
simplemente no fueron lo suficientemente rápidos para competir. Renee le dio todo lo
que tenía detrás de ellos, pero Riko y Engle hicieron estallar sus bolas en rápida
sucesión. Cada vez que la portería se iluminaba de rojo para los Ravens, Neil se
estremecían.
Eran un lío agotado y ansioso cuando fueron despedidos para el descanso de medio
tiempo. Nicky apenas llegó al vestuario antes de que empezara a agitarse. Abby lo dejó
a un lado y comenzó a darle bebidas. Renee estaba de pie con los labios blancos y
tensos en el centro de la habitación. Estaban sentados siete y tres, y los Ravens saldrían
con una nueva formación cuando sonara la campana. No hubo un regreso seguro como
lo habían hecho contra los Trojans. El único camino que seguir fue hacia abajo.
Renee abrió la boca, pero no pudo hablar. Neil asumió por la culpa en sus ojos que
estaba tratando de disculparse. Nunca la había visto tan decepcionada, pero nunca
habían montado tanto en un solo juego. Renee cerró la boca, se aclaró la garganta y
volvió a intentarlo. Lo que salió no fue Lo siento sino un silencioso, ¿Estás seguro?
Neil no entendió, pero Andrew dijo:
—Sí.
—De acuerdo —dijo Renee—. Disculpa.
Salió de la habitación y una puerta se cerró detrás de ella mientras desaparecía en el
vestuario de las mujeres. Dan parecía lista para ir tras ella, pero Wymack negó con la
cabeza y le hizo un gesto para que siguiera estirándose.
—Déjala en paz —dijo Wymack, sometido—. Ella no quería jugar gol esta noche
después de cómo fue el juego de USC. La convencimos —dijo nosotros, pero echó un
vistazo a Andrew al escuchar eso—. Andrew dijo que podría controlar el puntaje si le
mostraba cómo jugaban.
—Deberías haberla dejado bajar —dijo Aaron—. Habría sido más útil como cuarta
respaldo. No es una buena brecha.
—¿De quién es la culpa? —Preguntó Kevin.
Aaron y Matt se erizaron, pero se mantuvieron en silencio. Nicky respiró
temblorosamente y dijo: —¿Cómo se supone que debemos detenerlos si no llevan la
pelota?
—Tienes que llevarlos de regreso —insistió Kevin—. Manténgalos más allá de la
cuarta línea de la cancha para que no puedan tomar esos tiros rápidos. Oblígales a
disparar más lejos y Andrew tendrá una mejor oportunidad de desviarlos.
—Gran plan —dijo Aaron con fuerte sarcasmo —excepto que son casi tan rápidos
como tu mini—yo. No puedo presionarlos si no podemos mantener el ritmo de ellos.
—Encuentra una manera —insistió Kevin, y eso fue todo.
El descanso de quince minutos había terminado demasiado pronto. Renee se reunió
con ellos mientras regresaban a la cancha. Dan le dio un abrazo rápido, pero no dijo
nada, sabiendo que ni siquiera el aliento y la comodidad serían apropiados en este
momento. Las cámaras estaban esperando junto a la puerta de la pista para el once
inicial de los Foxes, así que Neil siguió a Kevin. Kevin permaneció tranquilo y en silencio
hasta que un árbitro les abrió la puerta. Antes de pisar, Kevin golpeó la culata de la
raqueta contra el suelo y le pasó la vara a la otra mano. Avanzó a zancadas hasta la
mitad de la cancha con la cabeza en alto y usando su mano izquierda, y la multitud
enloqueció.
Neil no era el único que había olvidado cómo era Kevin en su mejor momento. Los
Ravens habían despedido a Kevin cuando se rompió la mano y luego aprendió su estilo
diestro cuando se dieron cuenta de que volverían a enfrentarlo. Incluso si hubieran
sabido que esto venía, no estarían listos, porque Kevin ya no tenía miedo de mostrarle a
Riko. Aprovechó las debilidades de sus ex compañeros de equipo cada vez que pudo y,
sin Jean a su alrededor, usó el francés para llamar a Neil a través de la cancha. Kevin
anotó apenas tres minutos en la segunda mitad, y cinco minutos más tarde lo hizo de
nuevo.
Los Ravens se unieron como Kevin y Neil sabía que lo harían, y el juego se convirtió
en una pelea feroz. Una y otra vez golpearon a Matt y Aaron para disparar a la portería;
una y otra vez Andrew bloqueó sus disparos. Andrew rara vez llamaba a la defensa, tal
vez comprendiendo que estaban a medio camino de huir, quizás demasiado concentrado
en los atacantes de Raven como para distraerse con sus propios defensas. Neil nunca
lo había visto jugar así, tan intenso, rápido y determinado, pero Andrew tenía promesas
de mantener y un objetivo para defender.
Con diecisiete minutos de desventaja, el marcador fue ocho y seis, y los Ravens
finalmente perdieron los estribos. Reacher reaccionó al tercer objetivo de Kevin
golpeándolo. No se detuvo con un solo golpe, sino que lo siguió cazando. Los árbitros
abrieron las puertas, pero los equipos fueron más rápidos para converger en la lucha.
Los únicos que no se unieron a la refriega fueron los porteros, que se pararon en las
líneas marcando sus límites y observaron. Se necesitaron los seis árbitros para romper
la lucha. Reacher fue expulsado de la cancha con una tarjeta roja, y Kevin y Matt
recibieron amarillas.
Kevin anotó en el tiro sucio, y eso no hizo nada para mejorar el estado de ánimo. En
lugar de perseguir a Kevin nuevamente, los Ravens volvieron la vista hacia los defensas
y hacia Andrew. Matt y Aaron estaban tropezando más de lo normal, ya que sus marcas
los hacían tropezar a cada momento. La irritación hizo que Matt y Aaron retrocedieran
un poco más y Neil supo que no pasaría mucho tiempo hasta que uno de ellos perdiera
los estribos. Por ahora, Allison era la voz de su furia, gritando amenazas e insultos a
cada Raven en la cancha.
La siguiente vez que Jenkins rodeó a Aaron, disparó el balón para rebotar antes de la
meta. Era obvio que Andrew llegaría primero, pero Williams fue detrás de todos modos.
Cuando Andrew despejó el balón, Williams debería haberse desviado del rumbo y haber
girado hacia atrás para reagruparse. En cambio, Williams se estrelló a toda velocidad
contra Andrew y lo aplastó contra la pared. La portería se volvió roja cuando los sensores
incorporados confundieron su peso como un punto. La multitud afuera se sorprendió con
un silencio temporal; Invasión de un portero fue una de las peores ofensas en el juego.
Para cuando recobraron el juicio lo suficiente para rugir, Andrew ya había alejado a
Williams de él. Dio un paso atrás alejándose de la pared y se detuvo. La armadura de los
arqueros tenía como objetivo protegerlos de las pelotas de alta velocidad, no de las
raquetas y los cuerpos. Andrew había perdido el aliento.
Neil cerró el espacio entre ellos como si no fuera nada. No recordaba haber dejado
caer su raqueta, pero de repente tenía ambas manos libres. Los plantó contra los
omóplatos de Williams y los empujó tan fuerte como pudo para hacerlo caer. Jenkins
arremetió salvajemente contra su compañero de equipo, pero no pudo detener su caída,
y Williams se golpeó las rodillas con fuerza. Matt arrastró a Neil antes de que pudiera ir
tras él de nuevo.
—¡Fácil! —Dijo Matt, porque los lívidos árbitros ya estaban a medio camino de ellos—
. No se puede cardar, ¿de acuerdo? No podemos reemplazarte. Soy el defensa —insistió
cuando Neil abrió la boca—. Es mi trabajo defender la portería, ¿de acuerdo?
Neil no recibió una tarjeta por su empujón antideportivo, pero uno de los árbitros le
lanzó una advertencia. Neil miró hacia atrás en un silencio funesto. Matt empujó a Neil
detrás de él antes de que Neil fuera cardado de actitud y se disculpó en su lugar. Neil se
volvió para mirar a Andrew. Andrew devolvió la mirada intencionada de Neil con una
mirada aburrida, luego miró más allá de Neil al barullo que rodeaba a Williams. Los
Ravens estaban recibiendo otra tarjeta roja, pero no parecía una victoria. Tetsuji estaba
aprovechando la tarjeta para superar a sus jugadores.
El único Raven que hizo una segunda aparición en la cancha esta noche fue Riko. Los
otros dos candidatos eran nuevos, otro delantero para equilibrar a Riko y un ofensivo que
Neil recordó del juego de octubre pasado. Los Ravens intentaron abrir de par en par la
defensa de los Foxes, y en este punto no requeriría mucho trabajo. Estaban casi a la
mitad de la segunda mitad. A pesar de que los Foxes fueron construidos para el largo
plazo, se estaban quedando rápidamente sin vapor. Les costó demasiado enfrentarse a
un equipo como este.
—No son lo suficientemente rápidos —dijo Andrew.
Debía referirse a su línea de defensa, por lo que Neil dijo:
—Lo sé.
—¿Estás cansado? —Preguntó Andrew.
No era preocupación, Neil lo sabía, pero eso no lo convertía en una pregunta menos
confusa. Esta noche no había recibido la pelota con la suficiente frecuencia para estar
cansado, pero no podía decir eso con Matt a dos pies de distancia de él.
—Todavía no.
—Entonces tomaré mi turno. Matt —dijo Andrew, y Matt se volvió hacia ellos de
inmediato. Andrew levantó un dedo de su raqueta para señalar a Neil—. Sustituiremos a
Dan por Neil y Neil por ti.
Matt lo miró.
—¿Qué haremos qué?
—Estás cojeando —respondió Andrew. Neil ni siquiera se dio cuenta, demasiado
concentrado en la pelota y los Ravens. Lanzó una mirada de asombro a los pies de Matt
como si de alguna manera pudiera ver la fuente del dolor de Matt—. No me sirves en
este momento. Haz que Abby ponga un freno a eso. Mientras tanto, Neil puede
contenerlos.
Habían dicho toda la noche que la velocidad era la debilidad fatal en su línea de
defensa. Neil fue el jugador más rápido en Clase I Exy, pero cómo Andrew pensó que
esta era una solución factible, Neil no lo sabía. Neil quería señalar todas las razones por
las cuales esta era una mala idea, pero no tenía derecho a rechazar a Andrew.
—Empecé este juego como un defensa, ¿recuerdas? —Neil le dijo a Matt—. Los
Ravens me enfrentaron a Riko cuando me quedé con ellos en diciembre. Sé cómo se
mueve. Dos semanas de práctica no te preparan para enfrentar al mejor delantero del
juego.
—Kevin es el mejor delantero —le corrigió Neil —y no tengo por qué ser el mejor
defensa para contrarrestar a Riko. Solo tengo que ser más rápido que él. Ambos
sabemos que lo soy. Créeme. Puedo mantenerlo alejado de Andrew mientras descansa.
—El entrenador nunca lo hará —dijo Matt.
—Dile que tiene que hacerlo —dijo Andrew, como si fuera así de simple.
Quizás fue la convicción de Andrew lo que convenció a Matt. A Andrew nunca le había
importado ni un centavo el juego y solo lo probaba honestamente en ráfagas dispersas.
Que se preocupara lo suficiente como para discutir ahora era inesperado y sin
precedentes. Todavía había dudas y argumentos en la expresión preocupada de Matt,
pero Matt se alejó sin decir una palabra más. Mientras se dirigía a la puerta, Neil
finalmente vio la cojera en su paso. Matt ya no necesitaba poner un frente invencible, por
lo que dejó de tratar de ocultar lo mucho que le dolía.
Matt se detuvo en la entrada para discutir con Wymack y Abby. Quizás invocar el
nombre de Andrew fue el truco, o tal vez Wymack estaba lo suficientemente desesperado
como para intentar cualquier cosa en este momento. De cualquier forma, Dan salió a la
cancha un par de segundos más tarde. Allison comenzó a mirarla, asumiendo que la
estaban intercambiando. Dan pidió que ella ocupara su lugar y tomó el lugar de inicio de
un delantero por un gol de falta.
—Estás loco —le dijo Neil a Andrew en voz baja.
—Esto no es noticia para nadie —dijo Andrew.
Neil negó con la cabeza y se movió a su nuevo lugar al lado de Riko. Riko miró a Dan,
a Andrew y luego otra vez. Le tomó solo un segundo para armarlo todo, y la sonrisa de
Riko fue fría.
Tal vez tenía derecho a sentirse satisfecho. No importaba que Neil hubiera comenzado
este juego como un defensa. Había estado medio alejado de la cancha durante la mitad
de su vida y había pasado los últimos dos años perfeccionando sus habilidades como
delantero. Riko había visto por sí mismo durante las vacaciones de Navidad cómo era la
práctica y el miserable Neil estaba a la defensiva.
Lo que Riko olvidó fue que Neil no había pisado la pista de Raven hasta que Tetsuji
lo golpeó y dejó inconsciente. La salud de Neil había empeorado a partir de allí gracias
al constante abuso de Riko. Esta noche Neil estaba en forma perfecta, y estaba furioso
con los Ravens por herir a sus Foxes.
Andrew golpeó la pelota en la cancha y comenzó la lucha hasta la última campanada.
Neil persiguió a Riko a cada paso del camino, usando su bastón y su cuerpo para arruinar
los disparos de Riko y alejarlo de Andrew. Se peleaban mutuamente por la cancha,
agachándose y lanzándose, esquivando y lanzándose, casi tropezándose entre sí en
todo momento. Riko usó cada truco que tuvo para esquivar a Neil, pero no pudo superar
a Neil por mucho tiempo.
Minutos estirados sin un tiro claro a la meta. Riko gruñó algo odioso a Neil mientras
Andrew sacaba su última oportunidad. Neil se rió de él, sabiendo que solo lo enfurecería
aún más. La impaciencia y la furia de Riko eran combustible, lo que le daba velocidad a
Neil y le hacía olvidar la creciente quemadura en sus muslos y pantorrillas.
Algo en su hombro saltó y se entumeció un poco cuando él y Riko cayeron al suelo
por enésima vez. Como no le dolió, Neil no se detuvo a preocuparse por eso. Él estaba
parado y tras la pelota antes de que Riko lo estuviera, y se lo pasó a Allison. Allison se
lo dio a Kevin, Kevin a Dan, Dan a Kevin y Kevin anotó. Justo como estaban empatados,
ocho y ocho.
Nadie anotó durante diez minutos más, y no por falta de intentos. Finalmente, Berger
rodeó a Aaron para un tiro rápido a la portería. Andrew no fue lo suficientemente rápido,
y golpeó su raqueta contra la pared cuando la portería se volvió roja. La irritación de
Andrew fue tan inspiradora como la de Riko, pero Neil no pudo contener la defensa solo
y Aaron había ido tan lejos como pudo. La siguiente vez que los Ravens cometieron una
falta sobre los Foxes y los Foxes obtuvieron posesión, Wymack envió a Nicky y a Matt.
Neil esperaba que lo sacaran, pero Nicky cambió posiciones con Allison exhausta y
Matt se hizo cargo de Aaron. La sonrisa que Matt le disparó a Neil fue a la vez alentadora
y apologética. Neil le devolvió una sonrisa apretada, y avanzaron como uno solo. Con
tres líneas de defensa en la cancha, la línea de defensa finalmente tuvo la oportunidad
de reagruparse, y en los últimos cinco minutos del juego habían cerrado la ofensiva de
los Ravens. Riko y Berger estaban tomando sus tiros desde más lejos porque no tenían
otra opción, y Andrew cerró todos los intentos de distancia. En el otro lado de la cancha,
Kevin anotó en un rebote, atándolos una vez más.
Iban a un tiroteo, se dio cuenta Neil, y la idea de enfrentar al arquero de los Ravens
cuando estaba tan agotado era una perspectiva aterradora. Neil había gastado toda su
energía, consumido por todo su humo, y continuaba moviéndose por una sensación de
autoconservación sin sentido. Sus piernas y pulmones estaban ardiendo, y el
entumecimiento en su hombro había sido reemplazado por el calor. Le dolían las
muñecas y los brazos, y le dolía tanto golpear a Riko y al suelo. Le dolían los codos a
causa de los constantes controles del palo, ya no podía sentir sus pies, y había una
posibilidad de que Riko le hubiera roto uno o dos dedos la última vez que pisó el pie de
Neil.
Neil no sabía que habían llegado al último minuto del juego hasta que el timbre sonó.
Su cuerpo sabía lo que significaba ese sonido y finalmente lo abandonó. Cayó de rodillas
y apenas logró agarrarse con las manos. Su estómago se retorció dentro de él, pero no
tenía fuerzas para vomitar. Los músculos con falta de oxígeno se sentían como si se
estuvieran desintegrando, pero le dolía demasiado respirar. La boca de Neil trabajó en
jadeos cortos que no le hicieron nada.
El timbre sonó de nuevo, y el corazón de Neil se detuvo.
El zumbido en sus oídos no era todo él. Sus compañeros de equipo estaban gritando,
sin palabras gritos de guerra de incredulidad y victoria. Los dedos de Neil se
estremecieron tanto que era casi imposible deshacerse las correas de su casco, pero
finalmente logró arrojar su casco a un lado. Él parpadeó para quitarse el sudor de los
ojos y miró hacia el marcador.
Diez y nueve, favor de los Foxes, Kevin había anotado en los últimos dos segundos
del juego.
Neil deseó poder sonreír, pero necesitó toda su fuerza solo para mirar a Riko. El
capitán de Raven y Exy King estaban mirando el marcador como si esperara que
cambiara. Los Foxes corrieron el uno para el otro, todavía gritando lo más que podían,
pero los Ravens se quedaron quietos como piedras. Fue la primera derrota en la historia
de Edgar Allan, y habían caído ante el oponente más improbable.
Neil inspiró profundamente.
—Te preguntaría cómo se siente, pero supongo que siempre has sabido lo que es ser
segundo, pedazo de mierda inútil.
Finalmente, Riko apartó su mirada del tablero. Miró a Neil, con la cara inexpresiva y
aturdido, y luego la repulsión torció su expresión en algo terrible. Su raqueta le subió por
la cabeza, pero a Neil le llevó un momento darse cuenta de que Riko realmente intentaba
darle un golpe. Dan gritó su nombre desde la mitad de la cancha, pero no había nada
que Neil pudiera hacer, excepto ver cómo la raqueta de Riko comenzaba a descender.
Apenas tenía la fuerza para respirar. Esquivar estaba fuera de discusión.
La raqueta de Riko se acercó lo suficiente para que Neil oyera silbar el viento entre
las cuerdas, y luego una segunda raqueta salió de la nada, grande, brillante y
anaranjada. Andrew dio todo lo que había dejado atrás de su giro y atrapó a Riko de su
antebrazo. Sus huesos dieron un crujido nauseabundo cuando se rompieron. La raqueta
de Riko cayó sin causar daño a un lado, y luego Riko fue el único que gritó. Tropezó a
unos pasos de ellos antes de caer de rodillas y sostener su brazo contra su estómago.
Andrew colocó su raqueta frente a Neil como un escudo y observó el colapso de Riko
con una mirada aburrida.
Neil perdió de vista a Riko cuando los Foxes lo rodearon. Los dedos enguantados le
palmearon la cabeza y los hombros, buscando cualquier señal de que había sido herido.
Neil desconectó sus demandas frenéticas, más interesado en escuchar los gritos
interminables y agonizantes de Riko. Entonces Dan tomó su rostro entre sus manos y lo
sacudió.
—Neil —dijo, tan desesperada y temerosa que Neil tuvo que mirarla.
—Oye —dijo Neil, ronco de agotamiento y embriagador triunfo—. Ganamos.
Dan lo abrazó y enterró una risa ahogada contra su hombro acolchado.
—Sí, Neil. ¡Ganamos!
EPÍLOGO
Traducido por Lu
Corregido por Vaughan
Debería haber habido una ceremonia cuando Edgar Allan pasó el trofeo del
campeonato a sus sucesores. En cambio, la celebración se pospuso hasta mañana. En
su lugar había policías y técnicos de emergencias médicas, declaraciones y entrevistas.
Neil no sabía por qué había esperado algo más cuando los Foxes estuvieron
involucrados.
Riko fue llevado en una ambulancia, pero los Ravens y Foxes permanecieron en el
estadio hasta las dos y media de la madrugada. La multitud se fue solo cuando la policía
los obligó a irse, y se mantuvieron en un silencio sepulcral cuando salían de las puertas
de Evermore. Los invitados de los Foxes y Vixens discutieron por el derecho de
quedarse, pero perdieron. Cuando se marcharon prometieron encontrarse con los Foxes
en su hotel.
Los Foxes se callaron cuando finalmente se les permitió ducharse y cambiarse. Las
largas horas desde la última campana habían desgastado temporalmente su bien
merecida excitación. Estaban adoloridos y agotados hasta el punto de que moverse era
una tarea terrible. Neil se apoyó en la pared de la ducha porque sabía que no debía
sentarse. Se durmió sin intención, pero despertó nuevamente cuando el agua corría fría.
Bostezó mientras se vestía y fue en busca de sus compañeros de equipo.
Un guardia de seguridad estaba esperando afuera de la puerta del vestuario para
interceptarlo.
—Neil Josten, tienen algunas últimas preguntas para ti.
Neil se volvió silenciosamente detrás de él y lo siguió hasta el círculo interior. El estadio
estaba completamente vacío y la policía se fue hace mucho tiempo. Neil estaba
demasiado cansado para preguntar qué estaba sucediendo, así que anduvo lentamente
detrás del guardia en silencio. Un tercio del camino hacia abajo era una puerta que
usaban los guardias de seguridad para moverse entre el círculo interior y las gradas. El
guardia lo abrió e hizo un gesto a Neil. La soda derramada hizo que los zapatos de Neil
se peguen al suelo, y todo el lugar apestaba a comida grasosa y cerveza.
Pasado el siguiente hueco de la escalera había una entrada del túnel que permitía a
los fanáticos entrar al estadio desde el círculo exterior. Neil había estado en el círculo
exterior de los Foxes solo una vez, ya que la entrada cerrada de los Foxes le permitía
eludir los puestos de comida y las tiendas de parafernalia. El círculo exterior de los
Ravens se parecía mucho a lo que tenían los Ravens, a excepción de las pancartas del
campeonato que colgaban de las vigas. Alguna vez una fuente de orgullo, ahora servirían
como un recordatorio visible del fracaso de esta noche.
ESTE estaba escrito encima de un ascensor con letras rojas y negritas, y Neil se olvidó
de las pancartas. El guardia tuvo que deslizar su placa y clave en un código de seis
dígitos para obtener acceso. Solo había dos botones adentro, Piso y Torre. Neil cerró los
ojos para el viaje a la cima.
El guardia se quedó atrás cuando Neil salió, por lo que Neil continuó solo. Un pequeño
pasillo se abrió a una espaciosa habitación que Neil reconoció. Nueve años atrás había
estado aquí con Riko y Kevin mientras su padre partía a un hombre en cien pedazos.
Stuart Hartford y un hombre que Neil no reconoció estaban en las esquinas más
alejadas. Tetsuji y Riko se sentaron en uno de los sofás, Tetsuji con la espalda recta y
cara de piedra, Riko cerrado y vacío. Neil vio el yeso blanco de un yeso que sobresalía
del cabestrillo que los médicos le pusieron en el brazo a Riko. Neil podría haberlo mirado
para siempre, pero Ichirou estaba de pie junto a las ventanas que daban a la cancha y
Neil sabía que no debía ignorarlo. Neil estaba a medio camino entre los hermanos y fijó
sus ojos en el cuello de Ichirou.
Estaba tan silencioso que Neil escuchó el reloj de alguien corriendo. Neil contó un
minuto, luego dos, y todavía nadie dijo una palabra. Finalmente, Ichirou sacó una mano
enguantada de su bolsillo e hizo un gesto. El extraño le trajo una pistola. Neil esperó,
silencioso y sin aliento, a que Ichirou pusiera la pistola sobre él. Podía pedir una segunda
oportunidad, pero no tenía sentido intentarlo. Sus palabras no cambiarían lo que sucedió
esta noche, y ni siquiera Neil podría mentir lo suficiente como para convencer a Ichirou
de que lo sentía.
Ichirou comenzó a avanzar, pero no fue hacia Neil. Se paró frente a su tío y habló en
un tranquilo japonés. Tetsuji escuchó todo en silencio, la expresión inalterable. Cuando
Ichirou se calló, Tetsuji se inclinó sobre sus rodillas. No se volvió a sentar, incluso cuando
Ichirou volteó su pesada mirada hacia Riko. Riko finalmente se movió lo suficiente como
para mirar hacia arriba, y los hermanos se enfrentaron por primera vez. Ichirou se agachó
frente a él, sin palabras y lentamente.
—Ichirou —dijo Riko, tan ahogado por la emoción que Neil casi no podía entenderlo.
Podría haber estado maldiciendo el nombre de Ichirou por esperar tanto tiempo para
entrar en su vida. Podría haber estado pidiendo justicia o venganza. Riko abrió la boca
para decir algo más, pero volvió a cerrarla cuando Ichirou acunó la mejilla de Riko en su
mano libre.
No era consuelo, pero Neil no se dio cuenta de eso hasta que fue demasiado tarde.
Ichirou puso el arma en la sien de Riko y apretó el gatillo sin dudarlo. El disparo fue tan
inesperado, tan fuerte, que Neil saltó. El cuerpo de Riko se sacudió bajo la fuerza del
impacto. La sangre salpicó en la espalda de Tetsuji y el sofá de cuero que compartían.
Ichirou retiró sus manos y dejó caer a Riko.
Cuando Ichirou se enderezó, el extraño se adelantó. Ichirou le devolvió el arma, y el
extraño se arrodilló para presionarla en la mano sin vida de Riko. Neil lo vio enrollar los
dedos de Riko alrededor del agarre. En un rincón distante de su mente, Neil sabía lo que
estaba pasando, pero en este momento Neil estaba demasiado sorprendido como para
sentirlo.
Ichirou se detuvo frente a Neil.
—Les has costado a Ravens su entrenador y su capitán. ¿Estás satisfecho?
Al principio no tenía sentido, porque Tetsuji todavía estaba vivo. Cuando Neil se dio
cuenta, dejó de respirar. Tetsuji Moriyama estaba decayendo, no necesariamente porque
Neil lo había hecho, sino porque Ichirou había estado aquí de primera mano para ver en
qué se habían convertido los Ravens bajo la guía de Tetsuji. Stuart había dicho que
Ichirou estaba reduciendo sus pérdidas. La violencia imprudente y la cordura
deshilachada de Ravens los convertían en una responsabilidad evidente. Ichirou no
quería tener nada que ver con la reputación empañada de Edgar Allan.
Neil estaba repentinamente despierto—. Tu gente está a salvo, como la mía. Sí, estoy
satisfecho.
La sonrisa de Ichirou era fría y fugaz.
—Deja que te llamen por el nombre que quieran. Siempre serás un Wesninski de
corazón —Ichirou le hizo un gesto a Neil como si estuviera espantando una mosca
insignificante—. Estás fuera.
El guardia de seguridad llevó a Neil de vuelta al vestuario y lo dejó en la puerta. Neil
entró solo y encontró a todos los Foxes esperándolo. Neil miró de una cara cansada a la
siguiente, empapándolos, deleitándose en todo lo que habían logrado esta noche e
imaginando cómo reaccionarían cuando escucharan las noticias mañana.
—¿Que es tan gracioso? —Nicky preguntó cuando vio a Neil en la puerta. Neil no se
había dado cuenta de que estaba sonriendo—. ¿Vivir?
Su buen humor pareció inyectarle un poco de vida a la habitación. Dan se sentó un
poco más recta, y Matt logró hacer una sonrisa. Kevin presionó sus dedos con fuerza
contra su nuevo tatuaje. Aaron y Nicky intercambiaron miradas triunfantes, y Allison se
acercó para apretar la mano de Renee. Wymack asintió con la cabeza; La sonrisa de
Abby era orgullosa.
—Vamos a hacer algo juntos— dijo Wymack—. Tenemos que hacer una fiesta.
Cualquiera que no esté en el autobús en dos minutos se quedará aquí toda la noche.
En ningún otro mundo, Wymack dejaría realmente atrás a su equipo, pero los Foxes
salieron de allí como si le creyeran. Neil esperó a un lado mientras los demás salían,
sabiendo que Andrew sería el último en irse. Wymack sabía que no debía quedarse y
seguir a sus Foxes por el pasillo. Andrew trajo el petate de Neil. Neil lo tomó, pero lo dejó
a un lado. Andrew lo estudió por un momento, luego se encogió de hombros de su propio
bolso y puso una mano en la pared cerca de la cabeza de Neil.
—Tus visitas cercanas se están haciendo viejas —dijo Andrew—. Pensé que sabías
cómo correr.
Neil afectó la confusión—. Pensé que me dijiste que dejara de correr.
—Consejo de supervivencia: a nadie le gusta una boca inteligente.
—Excepto a ti —le recordó Neil.
Un año atrás, Neil había sido un hombre asustado, y se odiaba a sí mismo por firmar
el contrato con los Foxes y contar los días hasta que se mudó con Wymack. Esta noche
fue el delantero titular del primer equipo clasificado en la NCAA. En dos años sería
capitán, y en cuatro se graduaría de Palmetto State. Neil primero encontraría un equipo
profesional y luego pelearía con uñas y dientes para llegar a la corte. Neil ya podía
imaginar el peso de una medalla olímpica alrededor de su cuello. Ni siquiera le importaba
de qué color era, siempre y cuando fuera suyo.
Mejor que ese brillante futuro era lo que ya tenía: una corte que siempre estaría en
casa, una familia que nunca se daría por vencida con él, y Andrew, que por una vez no
había perdido el tiempo negando que esto entre ellos podría en realidad significar algo
para ambos. Neil ni siquiera había notado el silencio al principio, demasiado distraído por
sus pensamientos vertiginosos. Ahora no pudo evitar sonreír y atraer a Andrew.
Esto era todo lo que quería, todo lo que necesitaba, y Neil nunca lo dejaría ir.
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