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Romanos 15:13

13
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a
ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por
el poder del Espíritu Santo.
¿Cómo se siente usted cuando le creen sus hijos, sus nietos,
sus amigos?

¿Es usted confiable?

¿Cómo se siente cuando no le creen?

Creerle a Dios es un ejercicio vital, es un tono de entrega


amoroso al Señor. Le creemos porque lo amamos y lo
conocemos. Por eso al amar a Dios y creerle y sentirse
amado por ÉL, podemos experimentar gozo y tener paz. Es
un estado que consiste en un equilibrio espiritual, mental y
emocional, que como el gozo fluye de la esperanza que el
Dios de la esperanza pone en nuestro corazón. Ese gozo es
producto de lo que Dios ha hecho por nosotros y de nuestra
unión con ÉL.

1.- A veces no creo

Filipenses 4:8
8
Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero,
todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea
excelente o merezca elogio.
A veces batallamos con pensamientos relacionados con
tentaciones, acusaciones, engaños, pensamientos negativos,
pensamientos de frustración, pensamientos de fracaso,
pensamientos vengativos y otros de esta misma especie que
nos impiden creerle a Dios.

Pero para no perder el gozo y la esperanza debemos


examinar nuestros pensamientos de acuerdo con la Palabra
de Dios y escoger solo la verdad. Esto empieza con un
verdadero conocimiento de Dios y de quienes somos como
hijos de Dios.

¿Cómo examinamos los pensamientos?

 ¿Este pensamiento corresponde a la Verdad de Dios?


 ¿Este pensamiento sugiere que haga algo honorable,
justo, puro y bueno?
 ¿Si concretamos este pensamiento en una acción
contribuirá a la excelencia en mi vida?
 ¿Aprobarán otras personas mis acciones?
 ¿Estos pensamientos me lleva a creerle a Dios?

Si alguna de estas preguntas se responde con un NO,


entonces debo desechar ese pensamiento.

Por eso entre más conocimiento tengamos de Dios más le


creeremos. Porque existen innumerables razones para
creerle.

Las manos del maestro moldean nuestros pensamientos


cuando renovamos nuestra mente con la Palabra de Dios,
cuando llenamos nuestro corazón con sus dichos y actuamos
en consecuencia.

Salmos 119:11
11
En mi corazón atesoro tus dichos
para no pecar contra ti.
2.- Creerle a Dios es una decisión

1 Pedro 1:8
8
Ustedes lo aman a pesar de no haberlo visto; y aunque no lo
ven ahora, creen en él y se alegran con un gozo
indescriptible y glorioso,
Ana que no podía tener hijos, oró largamente al Señor, con
angustia y con esperanza para que le concediera tener un
hijo varón, le prometió qie lo entregaría al servicio de Dios.
Ana tuvo a Samuel y sintió mucho gozo, el cual expresó en
una oración.

1 Samuel 2:1 Oración de Ana


Ana elevó esta oración:
«Mi corazón se alegra en el SEÑOR;
en él radica mi poder.
Puedo celebrar su salvación
y burlarme de mis enemigos.

Ana tuvo después otros hijos.

Abraham a pesar de su edad y la de su esposa, le creyeron a


Dios y se les concedió un hijo y ellos se regocijaron, se
alegraron.

Estos son dos ejemplos de muchos que pueden hallarse en la


Biblia, pero no solo allí se encuentran ejemplos de creerle a
Dios y recibir su bendición, la cual tiene una condición que
debe cumplirse. Nosotros mismos a través de nuestros años
lo hemos experimentado.
Un atleta que iba en la punta de una competencia fue
empujado por alguien, antes de llegar a la meta, y se cayó
pero se levantó con gozo y siguió corriendo sin quejarse
Ocupó el tercer puesto pero el gozo nunca lo perdió y llegó a
la meta.

¿Cuál es ese empujón que le impide llegar a la meta con


gozo? Quizás una enfermedad, una mala decisión, un
problema financiero, relaciones rotas, la soledad, el
aburrimiento, su falta de propósito, ó …

¡Ánimo! Levántate y sigue que las manos del maestro están


moldeando tu vida.

Jeremías 31:20
20
»¿Acaso no es Efraín mi hijo amado?
¿Acaso no es mi niño preferido?
Cada vez que lo reprendo,
vuelvo a acordarme de él.
Por él mi corazón se conmueve;
por él siento mucha compasión
—afirma el SEÑOR —.

Esto debe llenarnos, a todos y a cada uno de nosotros, de


esperanza, alegría y gozo.

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