Aun cuando sea yo anciano y peine canas, no me abandones, oh
Dios, hasta que anuncie tu poder a la generación venidera, y dé a conocer tus proezas a los que aún no han nacido.
Hace muchos años en mi ejercicio profesional escuché una frase
que en ese momento me sonó contradictoria, y seguramente ustedes también la escucharon o la han escuchado muchas veces como yo, y también es probable que la hayan expresado y hasta la hayan vivido: “lo único constante es el cambio”. Solo recuerda que esta mañana cuando te miraste al espejo, te viste diferente a como lucías hace 10 años, o hace 30 años, o bueno diferente a hace 50 años. Son muchas las cosas que cambian en la vida, no solo nuestro rostro, no solo nuestro cuerpo físico, también cambian los sentimientos, las emociones, las responsabilidades, los trabajos, las finanzas, la salud, las amistades, etc. El paso del tiempo, el paso de los años, el paso de los meses, envejece a todos los seres vivos, y al recurrir a las definiciones de VEJEZ y MADUREZ, vejez: “edad avanzada”, “cualidad de viejo”, donde viejo: “persona mayor” y madurez: “buen juicio”, “desarrollo alcanzable” y “edad madura” podemos concluir inicialmente que “Vejez no es madurez”. Como doraditos debemos tener claro que nuestra “edad avanzada” no es sinónimo de “edad madura” y el salmista lo expresó en el versículo leído: la presencia de Dios es la que nos permite madurar, no son las canas ni los años. Tanto la vejez como la madurez implican cambios, pero cuando entramos a formar parte de la familia de Dios, como sus hijos, ÉL mismo ha estado, está y estará con nosotros en nuestro proceso de maduración. Dios, nuestro Señor, no cambia. Y esta es nuestra mayor garantía de que no nos abandonará, y nos acompañará a anunciar Su Poder a la generación venidera y a dar a conocer Sus Proezas a los que aún no han nacido. Dios es nuestra única fuente de estabilidad. Uno de los principales índices de nuestra madurez es cómo respondemos en todas las circunstancias que enfrentamos, como sabemos estamos en el proceso de regeneración y Dios nos está moldeando para llegar a tener el carácter del Señor Jesucristo, quien es nuestro modelo. Necesitamos asegurar que nos mantenemos cultivando nuestra relación con el Señor permanentemente, para que desarrollemos la madurez espiritual que necesitaremos en el futuro. Repasemos y meditemos algunos versículos del Salmo 71 para que le permitamos al verdadero Dios, al Omnipotente, que con Su Poder le infunda madurez a nuestra vejez, le inyecte vida a nuestros años. Salmo 71:3
Sé tú mi roca de refugio adonde pueda yo siempre acudir; da la
orden de salvarme, porque tú eres mi roca, mi fortaleza. Debemos decidir que Dios sea nuestra roca en donde nos refugiamos, en donde podemos acudir para que ÉL nos madure, nos salve de conformarnos con ver pasar el tiempo y de no ser miembros activos de Su Cuerpo y cuya cabeza es el Señor Jesucristo. Con convicción proclamemos con el salmista: “Dios tú eres mi roca y mi fortaleza” Salmo 71:5 Tú, Soberano SEÑOR, has sido mi esperanza; en ti he confiado desde mi juventud. Debemos reconocerle a nuestro Señor, a nuestro Dios verdadero, su soberanía sobre todo lo que existe, sobre nuestra vida. Debemos decidir cada día que ÉL sea nuestra esperanza, decidir confiar en ÉL de ahora en adelante o seguir confiando en ÉL como lo hemos hecho desde el día que pronunciamos la oración de fe. Por lo tanto esperemos que en el proceso de crecimiento este mes maduremos lo suficiente para compartir a otros con nuestro testimonio los atributos de Dios. Recordemos la fórmula para la esperanza: Esperar con Confianza= Esperanza. Salmo 71:6 De ti he dependido desde que nací; del vientre materno me hiciste nacer. ¡Por siempre te alabaré! Salmo 71:14 Pero yo siempre tendré esperanza, y más y más te alabaré. Al igual que un fruto, por ejemplo la naranja, logra su madurez mientras está dependiendo del árbol de naranja. Si una naranja la despegamos del árbol estando verde, se va a dañar y no llegará a estar madura. Nosotros, al depender continuamente de Dios lograremos permanecer en el proceso de crecimiento y madurez. Y al terminar cada versículo hallamos un síntoma de madurez: ¡Por siempre te alabaré! Podemos concluir que tener nuestra esperanza en el Señor y depender de ÉL, como resultado de nuestra madurez, nos lleva a alabarlo más y más, por siempre y para siempre. Si está es nuestra actitud, tendremos fortaleza, dominio propio y madurez para responder en las dificultades y en los cambios de la vida. A nuestra edad y con nuestra identidad como hijos de Dios podemos reconocer, y compartir, que DIOS nos ha sustentado desde nuestro nacimiento, nos ha dado largura de años y nos dio la oportunidad de entrar a formar parte de la familia celestial.
En este salmo se consigna la reacción del rey David ante
circunstancias que como hemos oído en prédicas no solo eran peligrosas, sino también dolorosas. Aunque le pide al Señor que intervenga, también lo alaba en medio de las dificultades.
Debido a que David caminó toda su vida con el Señor, sus
experiencias lo convirtieron en un hombre lleno de esperanza y confianza en Dios, incluso frente a la traición y el peligro. Es decir el rey David creció en madurez.
Hechos 13:36 36 »Ciertamente David, después de servir a su propia generación
conforme al propósito de Dios, murió, fue sepultado con sus
antepasados, y su cuerpo sufrió la corrupción. Y después de haber sido instrumento de Dios, como pastor de ovejas, como soldado guerrero, como rey de Israel, después de servir a su propia generación, de cumplir los propósitos de Dios, murió físicamente.
David estuvo en permanente acción, bajo la dirección y
dependencia de Dios, y alcanzó su madurez al punto que fue un hombre conforme al corazón de Dios.
Dios Nos Habla a Través De Su Palabra: Promesas Divinas Y Estudios Bíblicos Para Iglesias Y Uso Individual. Una Guía Para Bendecir Tu Vida Con Una Perspectiva Bíblica