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ÉTICA APUNTES PRIMERA EVALUACIÓN

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE ÉTICA

SOCRATES

Sócrates vive en la segunda mitad del siglo V, ateniense, pertenece a una familia humilde; su padre, Sofronisco,
era escultor y su madre, Fenarete, partera. Sócrates afirma que heredo el oficio de sus padres en cuanto que se
considera un escultor de hombres en la brusquedad de la verdad. Sócrates no dejó testimonios escritos, su
doctrina es transmitida a la posterioridad por sus discípulos Jenofonte y Platón. El pensamiento filosófico de
Sócrates descansa en dos divisas fundamentales, los atenienses de aquellos días no escribían libros; fue una
edad de grandes tragedias, pero no de literatura en prosa. En el año 399 A.C Sócrates fue acusado de impiedad
y de corromper a la juventud con sus enseñanzas; por lo cual fue condenado a beber cicuta (planta umbelífera
venenosa parecida al perejil. Sócrates llamó “virtud” aquello que era común para toda la raza humana y en
todas las circunstancias, por ejemplo, la justicia, la valentía o el autocontrol. De esta manera no sólo se opuso al
relativismo de los sofistas, sino que extrajo de todas las virtudes aquellas que hoy llamaríamos “virtudes
morales”. Por esa razón a Sócrates se le considera como el fundador de la ética. Sócrates no dejó testimonios
escritos, su doctrina es transmitida a la posterioridad por sus discípulos Jenofonte y Platón. El pensamiento
filosófico de Sócrates descansa en dos divisas fundamentales: El saber fundamental para Sócrates, es el saber
acerca del hombre (de ahí su máxima: “Conócete a ti mismo”) que se caracteriza por esto tres rasgos: es un
conocimiento universal válido, contra lo que sostienen los sofistas es ante todo un conocimiento moral es un
conocimiento práctico (conocer para obrar correctamente). La ética de Sócrates es racionalista. En ella
encontramos: una concepción del bien (como felicidad del alma) lo bueno (como lo útil a la felicidad) a tesis de
la virtud como conocimiento vicio como ignorancia (el que obra mal es porque ignora el bien; por tanto, nadie
hace el mal voluntariamente) la tesis de origen sofista de que la virtud puede ser transmitida o enseñada. Para
Sócrates, bondad, conocimiento y felicidad se enlazan estrechamente. Intelectualismo moral, Contemporáneo
de los sofistas, Sócrates fue uno de los personajes más curiosos de su época y su fama ha perdurado a lo largo
de los siglos. Platón, discípulo suyo, le rindió homenaje en su obra, haciéndolo aparecer como interlocutor
principal en gran parte de sus diálogos. Sócrates se opone al relativismo y escepticismo de sus
contemporáneos los sofistas, y considera que es necesario llegar a establecer una moral no relativista, válida
para todos. El método para llegar a conocer qué es lo bueno o lo justo es el diálogo, o arte mayéutica, que es el
arte de ayudar sacar a la luz la verdad mediante preguntas dirigidas hábilmente (Sócrates era un "artista" en
hacer decir a los demás lo que él quería, de ahí que por esa faceta suya algo manipuladora, algunos de sus
contemporáneos lo tomaran por un sofista, también artistas en ese mismo campo: la retórica y la erística)
Además de la mayéutica, Sócrates es conocido por su defensa del intelectualismo moral. Según esta posición el
SABER = VIRTUD, o lo que es lo mismo: El obrar mal o injustamente es fruto de la ignorancia: nadie obra mal a
sabiendas. Cuando hacemos algo que no es muy ortodoxo lo hacemos porque creemos que ese es nuestro
bien, aunque estemos equivocados. Así, para obrar bien basta saber qué es el bien. El mal es la falta de saber,
es ignorancia. Si esto es así, el criminal no es malo, es un ignorante y antes que encarcelarlo, debería ser
educado.

PLATÓN
La ética es una reflexión sobre la conducta humana que se dirige hacia la resolución de problemas tanto
individuales (por ejemplo, cómo puedo alcanzar la felicidad, o cómo debo vivir para estar por encima de mi
constitutiva animalidad) como sociales (cómo lograr la convivencia común pacífica y tolerante). La ética
platónica, que recoge detalles del pensamiento socrático y que será posteriormente ampliada, corregida y
conceptualizada por Aristóteles, es eudemonista, dado que se orienta al logro del bien supremo del hombre,
esto es, a su felicidad. El bien supremo consiste en el desarrollo de la personalidad, de su alma, de forma que
adquiera el estado en que debe hallarse y, por ello, sea feliz. Al inicio del diálogo platónico Filebo, sus dos
disertantes se acomodan en dos posturas antagónicas: Protarco sostiene que la esencia del bien es el placer,
mientras que Sócrates cree que es la sabiduría. Pronto, sin embargo, ambos admitirán que una vida cifrada en
uno sólo de esos estados, y que los potencie a la máxima expresión, no sería propiamente una vida humana;
una existencia de la que no tome parte la experiencia, la memoria, el conocimiento, sería tan vacía como otra
que rechazase los placeres corporales. Una vida buena para el hombre, concluyen, deberá contener tanto
placeres intelectuales como aquellos que suponen satisfacer un deseo corporal, siempre que sea con mesura.
De los primeros se supone imprescindible la concurrencia de la ciencia exacta de los objetos intemporales, es
decir, la geometría. La geometría describe los conocimientos más verdaderos posibles acerca de la realidad
más notable. Pero como en el mundo de nuestra experiencia no hallamos más que una grosera aproximación a
esos objetos intemporales, será necesario atender a un conocimiento de segundo tipo que la describa,
admitiendo, siempre, que se trata de un saber inferior; un conocimiento de esta guisa sería, por ejemplo, el
proporcionado por la música o la poesía. De los placeres corporales, por su parte, se aceptan únicamente
aquellos que reporten salud y bondad a quien los experimenta, y se desprecian los que generan maldad o
locura. Se busca, así, una afinidad entre el conocimiento, entre la sabiduría, y lo que la satisfacción del deseo
puede proporcionar, tratando de encontrar una mezcla ecuánime y certera. La felicidad sólo se alcanza, pues,
encontrando la medida o proporción entre una vida sabia y una vida gozosa. Y para ello es esencial la práctica
de la virtud, equivalente en este contexto a parecerse tanto a Dios como al hombre le sea posible. La ética
platónica abarca cuatro virtudes fundamentales que se derivan del análisis de las partes anímicas que presenta
el ser humano (la racional, la irascible y la concupiscible). Así, al alma concupiscible le corresponde una
moderación, una templanza inteligente, ya que todo aquel que se muestre templado en la búsqueda de la virtud
obrará de forma buena y beneficiosa, de modo que la templanza y la sabiduría no son completamente dispares.
En segundo lugar, al alma irascible le atañe una capacidad de sacrificio, una fortaleza de ánimo ante las
adversidades, el coraje propio de los que van a la batalla, que no se apartan de la primera fila pese a estar
expuestos al peligro. Estas dos virtudes se unifican en la presente o generada por la parte racional del alma, la
prudencia, que representa lo verdaderamente bueno para el hombre y los modos para conseguirlo. A su vez, las
tres virtudes precedentes se suman e integran en una cuarta, la más importante, que produce la armonía
perfecta del alma: es la justicia. Sobre estas cuatro virtudes platónicas gira toda la vida moral de los hombres,
ya que abarcan la determinación práctica del bien (prudencia), su efectiva realización social (justicia), el coraje
para alcanzarlo o defenderlo de agresiones o amenazas (fortaleza) y la moderación necesaria en virtud de la
cual podemos controlar y no confundir dicho bien con el exceso placer corporal (templanza). Platón creyó
siempre que nadie optaría por el mal a sabiendas. Pensaba que si alguien actuaba o elegía hacer algo malo era
debido a que se imaginaba que, en realidad, lo que hacía era bueno, aunque de facto fuese todo lo contrario; si
uno se deja arrastrar por la maldad es porque, sostenía Platón, no conocía el verdadero bien, o porque cede
temporalmente a la pasión, obnubilándose durante un tiempo hasta que reconozca, él mismo, que el bien
aparente le parecía el bien auténtico. Esto, sin embargo, no exculparía al individuo de responsabilidad moral,
porque sería autor de una falta grave, al permitir que la pasión dominara sobre su razón. Polemarco, según
cuenta Platón en La República, había postulado su teoría de que era conveniente, y justo, portarse bien con
aquellos seres próximos si ellos eran buenos, pero que, con los enemigos, si eran malos, no cabía
remordimiento alguno para con ellos y había que actuar con maldad. Platón rechazará esta máxima
(seguramente muy de moda en sus tiempos, aunque también en los actuales...) según la cual se debe ser
bueno con los amigos y familiares y malo con nuestros enemigos; Platón afirma que hacer el mal nunca puede
ser bueno, y nunca puede proporcionar bien ni felicidad alguna. En boca de Sócrates, Platón asegura que dañar
a aquel que actúa mal es hacerle aún peor; Sócrates concluye que, si se siguen las directrices propuestas por
Polemarco, el resultado de su forma de “hacer el bien” y promover la justicia es “hacer peor al hombre injusto”;
sin embargo, como es obvio, una acción similar sólo es propia de un hombre injusto, y no precisamente de
aquel que se aprecia como razonable e virtuoso.

ARISTÓTELES

Dos éticas fueron escritas por Aristóteles:

Ética a Eudemo que pone en evidencia algunas influencias platónicas y Ética a Nicómaco que es la versión
definitiva de la ética aristotélica puesto que pertenece al tercer período. La ética de Aristóteles, es, en primer
lugar, una ética de la felicidad... pero también es una ética de la virtud ya que ésta es el medio por excelencia
para alcanzar la felicidad. La felicidad, consiste en el ejercicio perfecto de la actividad propia del hombre. Tal
actividad no es otra que la actividad del alma que para que sea perfecta debe ser acompañada por todas las
virtudes. Hacia el final de la Ética a Nicómaco, Aristóteles afirmará que la actividad más propia del hombre y la
que mayor felicidad le proporciona es la contemplación teórica: es decir, la sabiduría. Así es como el
empirismo ético lo lleva a una posición ecléctica: la felicidad consiste en equilibrar virtud, contemplación y
bienes exteriores. Aristóteles se aleja del intelectualismo socrático que vincula a la virtud con el conocimiento.
Para él, la virtud será la disposición del alma, es decir, la capacidad y la aptitud de esta para comportarse de un
modo determinado:
"No basta que la acción tenga un carácter determinado para que la conducta sea justa o buena; es preciso
también que el hombre actué de un modo determinado, ante todo, que ate a sabiendas; en segundo lugar, que
proceda en razón de una decisión consiente y que prefiera esa acción por si misma; final ente, que actué desde
una posición firme e inquebrantable" Aristóteles, Ética a Nicómaco
La virtud entonces, se adquiere a través del ejercicio y el hábito, es decir que para que un hombre se haga
justo, es menester que practique la justicia. Aristóteles considera que nadie se hace justo por "naturaleza"
(aunque una predisposición natural sea importante) ni tampoco resulta suficiente la enseñanza. Para Aristóteles,
la virtud consiste en un término medio, lo cual no significa mediocridad sino un equilibrio entre los vicios de los
extremos. El "valor" es un justo medio entre la "temeridad" y el "miedo". Puede intuirse en esta concepción
cierto resto de simetría pitagórica también adoptada por Platón y así mismo del concepto de "medida",
dominante en la medicina griega contemporánea de Aristóteles. Al igual que los medios, para Aristóteles, el
punto medio no es una abstracción en general, sino que se aplica de acuerdo a las circunstancias de cada
caso. EL hombre prudente, sabrá elegir el justo medio.

KANT

Se conoce como ilustración al movimiento intelectual cultural europeo que se desarrolló en Europa en el Siglo
XVIII Kant vivió este movimiento y sus obras reflejan ideas propias de esta época, como la reivindicación de la
autonomía de la razón, el cosmopolitismo y la defensa de la libertad y la dignidad humana.

Kant identifica la ilustración como el periodo en que se despierta una nueva conciencia de autonomía, de
responsabilidad t de libertad, en el cual una mayoría de personas cansadas de obedecer de manera
heterónoma y de tener una actitud pasiva, toman las riendas de su propia vida, es decir, quieren ser autónomos
y pensar por ellos mismos.

Kant identificará al espíritu ilustrado que se caracteriza por el ansia de saber. La ética kantiana reivindica
precisamente la autonomía como fundamento de todo acto moral, la pregunta ¿Qué debo hacer? Hace
referencia a la moral y a cómo hay que comportarse. Respondió a esta cuestión en sus obras: “Critica de la
razón práctica” y “Fundamentación de la metafísica de las costumbres”.

La razón práctica se ocupa de las acciones humanas y es el ámbito moral. La ética kantiana es deontológica,
porque hace reposar el valor de las acciones en la noción de deber y en que el valor moral de la acción residía
en la finalidad, identificada con alcanzar la finalidad. Para Kant la finalidad consiste en identificar la esencia de
la moral, es decir, no le interesa tanto saber que es bueno o malo sino por qué algo es bueno o malo. Su
respuesta es que los buenos actos siempre se hacen con buena voluntad. Kant distinguió entre éticas
materiales y éticas formales. Las éticas materiales identifican al bien con una propiedad o estado externo al
propio sujeto y consideran que toda acción que se dirija ha dicho fin o bien supremo es buena. Además,
proponen más normas o preceptos para alcanzar ese bien y son materiales ya que poseen contenido.
Criticará las éticas materiales por tres motivos:
1- Son éticas empíricas ya que su contenido es extraído de la experiencia y Kant pretendía formular una ética
universal
2- Las éticas materiales se basan en normas o imperativos, son hipotéticas o condicionales. No valen
absolutamente, sino como medios para obtener un fin.
3- Se trata de éticas heterónomas, porque el individuo es determinado a actuar desde fuera de la propia razón
y autónomo ya que el individuo actúa según sus propias leyes morales y Kant pretende establecer una ética
racional.

La ética kantiana es formal porque establece que el criterio para distinguir entre acciones buenas y malas es
una universalidad de la máxima que rige la acción. Por otra parte, no establece ningún fin a alcanzar ni
establece la forma que han de tener todas nuestras acciones para que sean moralmente buenas. Kant señalara,
en el inicio de la fundamentación, que lo único que realmente puede ser considerado bueno sin restricciones es
la buena voluntad, la buena intención. Para saber si una acción es buena no hay que atender a sus
consecuencias, sino a la intención que le guía. Una acción puede haber sido beneficiosa, pero no podrá
calificarse como buena si no ha existido buena intención en el momento de ejecutarla. La buena voluntad es lo
que determina que una acción haya sido buena, y no sus consecuencias. Pero Kant, actuar bien es actuar
según la buena voluntad o actuar por deber (necesidad de obrar de una determinada manera por respecto a
una norma o conducta) son conceptos equivalentes.
Pero hay que diferenciar entre acciones conformes al deber y acciones por deber que son las únicas
moralmente buenas. Las acciones conformes al deber son las que se mueven por intereses, aunque el fin de el
mismo que una acción hecha por deber. Para Kant lo importante es la valoración de la moral y considera que
las acciones que son meramente conformes al deber no son morales. Las acciones por deber son valiosas por
sí mismas, obrar moralmente o por deber supone actuar de forma desinteresada, actuar únicamente porque uno
cree que es su deber, aunque esta acción conlleve consecuencias negativas. Las acciones que busca un
beneficio no se juzgan desde un punto de vista moral. Señala que actuar por deber significa actuar por respecto
a una ley moral. Para Kant se pueden establecer una infinidad de normas de conducta, pero se pueden
agruparen una única llamada imperativo categórico. Es un imperativo ya que “él debe” y por tanto la acción
morales una imposición y es categórico porque la acción para que sea moral debe considerarse como un fin en
sí misma. Kant asegura que hay un único imperativo que se puede formular de 4 maneras distintas. Dos de
estas formulaciones son:
1ª formulación: este imperativo indica la forma que han de tener los principios morales, han de ser principios
universales. La universalización de la norma de conducta que guía es la forma que permite determinar si una
acción es buena.
2ª formulación: esta formulación resalta la dignidad del ser humano como persona. La dignidad es entendida
aquí como la cualidad fundamental de toda persona como un fin en sí misma y no puede ser utilizada
indiscriminadamente como medio para conseguir otras cosas,
Kant finalizara diciendo que para que la vida moral sea posible, es necesario postular las mismas realidades
metafísicas que habían sido objeto de crítica al analizar la razón teórica. Son unos postulados de unos
principios que no necesitan demostración y los postulados coinciden en parte con las ideas trascendentales.
Postulados o realidades: La libertad (sin la que no tendríamos autonomía para elegir el bien o el mal). La
inmortalidad del alma (sería lo mismo lo que queremos que lo que debemos). Dios (que representa la
coincidencia entre virtud y felicidad). El bien supremo (la identificación de la virtud y felicidad) que aparece
ejemplificado en Dios es la meta que la razón nos hace proponernos como objeto de nuestro esfuerzo.
Ahora bien, la realización ultima de ese bien supremo solo cabe esperarla: En primer lugar, de la religión. La
felicidad aparece como un don que se nos da a través de la religión (de la fe), puesto la ética es solo el cómo
debemos llegar a ser dignos de la felicidad. En segundo lugar, de la historia. La consecución del bien supremo
exige también la acción social y política, por medio de la cual este fin se realizará a través del tiempo. Con la
religión y la historia, que dan respuesta.

Postulados o realidades:
La libertad (sin la que no tendríamos autonomía para elegir el bien o el mal).
La inmortalidad del alma (sería lo mismo lo que queremos que lo que debemos).
Dios (que representa la coincidencia entre virtud y felicidad).

SUJETO DE LA ÉTICA

El Hombre es una Unidad Totalizante, es decir el sujeto moral es "todo" el hombre (no hay separación de cuerpo
y espíritu sino se refiere a la integridad): Concurre el hombre integral y se expresa el hombre total. En efecto, al
acto singular debe atribuírsele mayor o menor valoración ética cuanto más profunda o superficialmente se
exprese la persona en él. A mayor o menor profundidad con que intervenga "toda" la persona en un
comportamiento moral, mayor o menor importancia tendrán sus actos. El hombre en cuanto a un todo aparece
como una Inteligencia Sentiente: esto significa que: El hombre es un ser vivo en cuanto a que tiene actividad
propia e interacción adaptativa con el medio. Es Original ya que tiene la capacidad de pensar abstractamente;
comunicarse.
Es Inteligente, porque tiene la facultad de inteligir realidades. Ya que la intelección es una habitud del hombre,
lleva incluido el sentir, es decir la habitud del hombre es la inteligencia sentiente. Posee una habitud que se
manifiesta como intelectiva y como sensitiva al mismo tiempo. La sensibilidad está intrínsecamente en la
inteligencia humana. La comprensión del hombre como inteligencia sentiente debe ser asumida dentro de la
antropología moral. En ella se ve que en todo comportamiento moral la manifestación unitaria del hombre es
dimensión sensitiva e intelectiva. En todas las acciones humanas, actúa siempre esta actividad de la
inteligencia sentiente. Posee además una Estructura Personal ya que el hombre es una realidad personal
Tenemos dos aspectos de la persona: 1.La estructura del ser personal: tiene que ver con su conformación, su
individualidad y su personalidad. *Persona significa conformación, es decir, sus elementos son conectados en
estructura y función, donde cada una de sus partes subsisten desde el todo y el todo subsiste desde las partes.
*Individuo significa una entidad cuya unidad se aplica negativamente, en el sentido que alguien es individuo en
cuanto no es otro, es decir está determinado a su ser. Persona, en cambio, se refiere en cuanto dicha unidad es
definida positivamente ya que es libre y aún consistente en su tal. *La personalidad lleva consigo una
interioridad de autoconsciencia y autoposeción. Persona es el ser conformado, interiorizado, espiritual y
creador, siempre que esté en sí mismo y disponga de sí. Para el hombre entender que "él es él y yo soy yo" es
algo natural, ya que cada persona es un centro dinámico único de los actos. 2.En cuanto a las Propiedades del
ser personal, podemos señalar: El ser personal es único e indefinible debido a su complejidad. No termina de
abarcar ni de acabar, lo que lo hace inaccesible; es nombrable pero no numerable. ¡Él es él!, sin ser más que
otro, haciéndolo incuantificable. Al revelarse desde su interior y en el interior del otro, no puede ser indiferente
ya que le atañe en lo más vivo. La noción de persona juega un papel decisivo en la moral ya que el sujeto y
objeto de la moral es la persona, es decir se trata de personalismo moral. La importancia del concepto de
persona para la moral se entendería en todo el nivel, esto es, en el contenido y en la estructura. El contenido es
primero y fundamental, de donde se derivan todos los demás. El sujeto del comportamiento moral es la
persona, es decir, la unidad como un todo, con todas las características mencionadas. * El hombre es Un ser
Para el Encuentro. Ya que es en el encuentro consigo mismo; con lo trascendente; con los demás y con el
mundo que la persona se va descubriendo frente a sí misma y frente a los otros. Aristóteles concibe al hombre
como animal político en cuanto ser social, ya que se realiza dentro de las polis, en el Estado-Ciudad,
conviviendo con sus conciudadanos y realizándose en cargos cívicos. En el pensamiento aristotélico la
comunidad política se identifica con la ciudad "ya que ella es la causa de todos los bienes del hombre". El
hombre es un ser indigente porque precisa de los demás al interactuar en la comunidad, formar familia etc. Está
destinado por naturaleza a vivir políticamente. La indigencia se fundamenta en el carácter sintáctico de su
naturaleza (genitivo o dependencia de; ablativo o existencia de; dativo o existencia de misión hacia y
tendencial). *Por último el hombre es una realidad inter-subjetiva (inter-personal), es decir, la persona tiene una
estructura de diálogo, donde el "yo" se constituye en la referencia a "tu".

¿QUIEN SOY? La pregunta de ¿Quién soy?, inmediatamente connota su referencia a los demás, al tiempo y al
espacio. Es imposible no hacer referencia a las otras personas ya que ésta es una interrogante sobre la
identidad inter-personal (en referencia a los demás) y social (tiempo y espacio), ¿QUE DEBO HACER?
Pregunta de autodefinición que entra en el campo del "deber ser", por lo tanto, si sé quién soy, sé que debo
hacer. ¿QUE SENTIDO TIENE LA VIDA? Esta pregunta se plantea por el sentido de las cosas, de los
acontecimientos. El descubrir el sentido de la vida, facilita la construcción de la propia identidad e ilumina el
"qué hacer". A la vez el crecimiento personal (decisiones correctas), orientan la búsqueda por éste sentido. De
acuerdo con las enseñanzas de la Biblia, concluyo que el sentido de la vida debiera ser el "aprehender a amar",
ya que, al morir, Dios nos pasará la cuenta y no preguntará "cuánto has amado...”. La pregunta por el qué debo
hacer, pertenece a la dimensión ética como búsqueda por realizar lo correcto y lo debido frente a las distintas
alternativas que se presentan. HACER EL BIEN La dimensión ética, condición que se construye libre y
coherentemente, ha sido (y es) un referente básico del hombre, por cuanto su historia ha dependido en gran
medida de sus libres y responsables decisiones. Estas han sido motivadas por "modelos" (sentido, fines,
ideales) que trascienden a la simple realidad de los hechos. En efecto, la historia humana ha dependido en gran
medida de las decisiones animadas por el sentido ético. La pregunta ética dice relación a la manera en que
actuamos, es decir, de asumir responsablemente las consecuencias de los actos. Tiene por referente las
categorías del bien y del mal. Nos invita a reflexionar sobre todo lo que ayuda a la realización auténtica de la
persona, y rechazar lo que impide esa realización auténtica. La pregunta moral, que dice relación al cómo ser
bueno o más bien al cómo hacer el bien, se sustenta en la presunción de que del hombre bueno presumen
buenos actos, sin embargo, no es lo mismo la búsqueda del ser bueno con el esfuerzo por hacer el bien. La
pregunta moral del cómo hacer el bien, implica una condición de apertura hacia los demás. LA DECISIÓN
ETICA Todo comportamiento moral comienza con una decisión (que también es el primer acto voluntario). Dicha
decisión genera una acción donde el hombre se hace causa, se identifica y se compromete. Por medio de la
intención motivada inaugura un camino de acción sobre un proyecto futuro. En su decisión se enfrentan
instintivamente todos los valores y que por medio del consentimiento dan origen al surgimiento de algo
nuevo. APLICACIONES DE LA ACCION MORAL
La intención moral debe tener una orientación hacia un fin (determinante de la vida moral) y hacia una concreta
voluntad. La intención es moral cuando el fin es moral. De las tres fuentes de la moralidad (objeto, fin,
circunstancias), el objeto es la fuente inmediata. La intención debe " llenarse" con el contenido del objeto moral.

La Acción moral objetiva (Finís Operis), requiere de una intención moral concreta (Finís Operantis) que involucre
un fin moral (bondad o maldad). Cuando la acción e intención moral se complementan, emerge la perfección
moral. Para alcanzar un fin moral, los medios utilizados deben ser también morales, ya que cuando el fin moral
no es justificado por la moralidad de los medios, dichos medios eran un mal moral.
No se puede admitir que una intención buena sea capaz de crear una estructura organizativa donde acciones
desordenadas se justifiquen por la orientación hacia un fin moralmente bueno.
CAUSES DEL DINAMISMO MORAL Cuando la personalidad moral (^ethos) se pone en acción o actúa, se vale
de procesos de moralización que son los causes del dinamismo ético:1. La opción fundamental
La opción (elección) fundamental (proyecto general de vida), expresa el sentido moral de la persona. Mediante
ella la persona expresa la decisión global de su dinamismo ético -dándole sentido a sus actos-, ya que elegir
(opción fundamental) la personalidad moral (sentido moral), significa tomar una dirección de toda la vida hacia
un fin. En la concepción cristiana, la opción fundamental es optar por una actitud moral; es contar con la
posibilidad (gracia) que Dios otorga para la realización plena (llegar a Dios por medio de la vida en caridad, en
cuanto a opción de vida).2. La actitud moral La actitud (hacer) moral es la instancia en que se concreta la
opción fundamental, la dimensión totalizante del ^ethos y del sentido moral. Dicha actitud no debe ser entendida
como una posición corporal capaz de ser comprendida por los demás (Psicología) sino que en cuanto a la
disposición que nos lleva a reaccionar positiva o negativamente ante valores éticos. La actitud moral cristiana,
basa su estructura en la motivación (invitación al bien); compromiso y tendencia hacia una perfección absoluta.

DISEÑO DE LA FIGURA ETICA (Coherencia de rasgos morales de la figura cristiana) 1. Valoración de los
esquemas vigentes La moral vivida del cristiano se encuentra supeditada al deber para con Dios, ya que "de él
proviene y hacia él va". Su actitud perfecta se materializa por medio de la vida en caridad.
La base fundamental son los mandamientos (formulación positiva de la moral) donde se encuentran los deberes
esenciales del hombre cristiano (e indirectamente los derechos fundamentales de la naturaleza de la persona
humana). La moral cristiana está organizada en torno al esquema de las virtudes Teologales (fe, esperanza y
caridad) y Cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza). 2.Hacia un esquema coherente
En el "diseño de la figura moral cristiana" cobran importancia la autonomía ética (comportamiento moral
responsablemente asumido) como ideal moral; y la justicia ética, por medio de la búsqueda de la igualdad y
reciprocidad. La autonomía y la justicia ética, identifican la ética del cristiano, donde la caridad (rasgo decisivo
del ^ethos cristiano en cuanto amor a Dios), es el "pilar" que identifica la figura moral del mismo.
La caridad es la virtud por la cual el cristiano ama a Dios sobre todas las cosas, por El mismo y al prójimo como
así mismo por amor a Dios. La caridad es superior a todas las virtudes teologales. El ejercicio de todas las
virtudes está animado e inspirado por ella. La caridad es el vínculo de la perfección, la forma de las virtudes
(Santo Tomás) y que las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. Toda la vida
moral es la "mediación" del dinamismo de la caridad. La vida moral animada por la caridad da al cristiano la
libertad espiritual de los hijos de Dios, en el sentido que éste no se halla ante Dios como esclavo en temor
servil, sino como un hijo que responde al amor del que nos amó primero. La caridad exige la práctica del bien;
es benevolente; suscita la reciprocidad; es desinteresada y generosa; porque "reside precisamente en la
indisoluble conexión del amor a Dios y el amor al prójimo". La actitud ética cristiana se impone a partir de su
referente cristiano, la tradición moral y la virtud.

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