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Antal Leyva Pulido

El mal le viene al lenguaje por vía de la triple ilusión.


Introducción.
En este trabajo pretendo plantear: que a partir de la reflexión que, en La Ética, Spinoza
plantea entorno al bien y el mal morales, -- como proveniencia de una ilusión que la
conciencia construye al no tener conocimiento de las causas, los efectos y las composiciones
de los cuerpos y las ideas-- es posible desarrollar que estas ilusiones son aprovechadas por
clases dominantes para imponer sus criterios de verdad y normar la forma en la que el pueblo
debe actuar. Con ello pretendo desarrollar que así mismo Spinoza da una propuesta de hacerle
frente a este dominio y opresión por la clase dominante, al romper con la ilusión de la
conciencia de la cual estos se aprovechan para oprimir.
Spinoza es ante todo un filósofo práctico. Mediante una ardua crítica a las
concepciones que se tenían hasta ese momento sobre Dios, la moral, el hombre, el
conocimiento, etc. Spinoza construye una filosofía al modo de un mapa o una una guía, que
lleve al hombre hacia un conocimiento que le permita su felicidad y la prevalencia en su ser.
Para formar su pensamiento, Spinoza, deberá formular una teoría del conocimiento,
en la que negará la posibilidad de generar ideas adecuadas a partir de un conocimiento
puramente empírico. Este conocimiento, llamado imaginación u opinión, se forma con ideas
en la mente que se relaciona directamente con las percepciones del cuerpo. Pero Spinoza
determinará, por las prop. II.26 y por prop. II.27 de La Ética, que las afecciones no implican
el conocimiento adecuado de un objeto, ya que sólo se conoce el efecto de la relación, pero
del cuerpo externo y las causas de ese encuentro nada se sabe.
El conocimiento inadecuado y mutilado, ha llevado al hombre a crear nociones
universales de cosas singulares. Esto es porque en su afán de calmar la angustia por su
ignorancia, provocada por una recolección de los efectos que percibe nuestro cuerpo, sin
percibir sus causas, postula los efectos como causas finales.
Por ello el conocimiento del hombre se vuelve en mayor medida antropomórfico. De
ahí que existan confusiones como la moral , postulándose un bien y un mal que nada tienen
que ver con el conocimiento de lo bueno y lo malo en la Naturaleza, que potencian o
disminuyen la acción del hombre.
Mientras Spinoza niega la existencia de un bien y un mal morales, que sólo pueden
existir de la confusión de los encuentros de nuestro cuerpo con otros, creando ilusiones que
definiré más adelante, existe por otro lado lo bueno y lo malo en la naturaleza. La confusión
que tenemos, “está unida a la ilusión de la conciencia; como la conciencia es ignorante por
esencia, como ignora el orden de las causas y las leyes, de las relaciones y sus composiciones,
como se conforma con esperar y recoger el efecto, desconoce por completo la Naturaleza”.1
Por ello el mal y el bien Spinocianos no deben de tomarse como preceptos morales, sino
como formas de composición o descomposición entre cuerpos e ideas. Como ejemplifica en
su carta (XIX) a Blyenberg: la prohibición que Dios le hace a Adán tiene sólo como
pretensión dar a conocer el peligro que acarrea la relación entre la manzana y Adán. Sobre
la decisión que toma Adán, Spinoza dice: “el mal que en ella había [en la desición] no era
más que la privación de un estado más perfecto que, a causa de esa acción, debió perder
Adán”.2Actuando la manzana como un arsénico, ésta llevaría el ser de Adán a una menor
potencia de actuar. No debe entenderse que el mal existe en sí, sino que hay “lo malo”. No
es un mal que se presenta como ley moral, sino una advertencia sobre el efecto de ese cuerpo
sobre el cuerpo de Adán.
Ahí se encuentra el objetivo de este trabajo, demostrar que los preceptos morales
tienen su origen en ilusiones, en confusiones sobre la naturaleza; postulando así normas que
no atienden a una relación real del hombre con su mundo. Por ello igualmente propongo que
estas ilusiones son aprovechadas por grupos con poder, para controlar, segregar y determinar.
Para desarrollar esta idea, comenzaré por explicar lo que es la idea y el conocimiento para
Spinoza.
La Idea y la opinión o imaginación.
Sobre la idea y el hombre, Spinoza dirá lo siguiente: “la esencia del hombre está constituida
por ciertos modos de los atributos de dios, a saber, por los modos de pensar. El primero de
todos ellos es por naturaleza la idea” y al ser la idea anterior a todos los modos, sólo puede
ser de una cosa que existe en acto. Además la idea es parte del entendimiento infinito de
Dios.

11 Gilles Deleuze, Spinoza filosofía práctica, trad. Antonio Escohotado, Tusquets, Buenos
Aires, 2004. P.29
2 Baruj Spinoza, Correspondencia, trad. Atilano Domínguez, Alianza, Madrid, 1988, P.169
La idea que expresa la esencia infinita de Dios se encuentra en el pensamiento
humano. Con ello comprendemos que es posible un conocimiento en el hombre de la esencia
de Dios que alude al tercer género de conocimiento. Pero también nos dice que la
autoconciencia de dios se da en el hombre al ser el único lugar del sistema modal del
pensamiento donde ocurre la reflexión de la realidad.3
Pero como ya mencioné, las ideas no son siempre claras y distintas al punto de llegar
a la esencia de Dios. La mayoría de las ideas que se producen, son por un contacto de nuestro
cuerpo con otros cuerpos, produciéndonos una idea de ese encuentro en nuestra alma. Esta
forma de conocimiento, es posible por un concepto que introduce Spinoza en su ética, y será
llamado Paralelismo.
El paralelismo es la idea que concibe la composición humana a partir de un alma y
un cuerpo sin división. Niega una relación de causalidad real entre espíritu y cuerpo, y
prohíbe la primacía de uno sobre el otro. Lo que es acción en el alma lo es en el cuerpo y lo
que es pasión en el cuerpo lo es en el alma. La ética de Spinoza no tendrá solamente un
desarrollo epistemológico, sino “se busca la adquisición de los poderes del cuerpo para
descubrir paralelamente los poderes del espíritu que se escapan a la conciencia, y así
comparar estos poderes.”4 así el lector de la ética podrá saber cómo aumentar su potencia de
actuar.
El paralelismo conlleva un vuelco del principio tradicional moral como empresa de
dominio de las pasiones por medio de la conciencia. En este principio tradicional, si el cuerpo
actuaba el alma padecía y el alma no actuaba sin que el cuerpo padeciese, mientras que en el
paralelismo, como ya mencioné, lo que es acción en el alma lo es en el cuerpo y lo que es
pasión en el cuerpo lo es en el alma. “El alma humana no percibe ningún cuerpo exterior
como existente en acto sino por las ideas de las afecciones de su cuerpo”5 y la idea de una
afección del cuerpo no implica el conocimiento adecuado del cuerpo exterior. Siendo el

3 Esta reflexión la hace Spinoza en el corolario de la proposición 8 del libro 1. También


parto de la interpretación que hace Vidal Peña sobre esta proposición en el aparato crítico
de la tercera edición de: Baruj Spinoza, La ética demostrada según el orden geométrico de
las cosas, trad. Vidal Peña, Alianza, 2002.
4 Gilles Deleuze, Spinoza filosofía práctica, trad. Antonio Escohotado, Tusquets, Buenos

Aires, 2004. P.20-29


5 Prop. II. 26. Baruj Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, trad. Atilano

Domínguez, Trotta, Madrid, 2000 P.100


cuerpo exterior “un individuo que no se refiere al cuerpo humano, su idea o conocimiento
está en Dios”6. El acceso al conocimiento de una idea clara de este cuerpo no puede ser de
manera empírica, sino tiene que encontrarse en una forma de conocimiento que esté en Dios.
Por ello el primer género de conocimiento, llamado imaginación u opinión, se dará
de la siguiente forma: Si por la prop. (I/26) de La Ética, el alma humana no percibe ningún
cuerpo exterior como existente en acto sino por las ideas de las afecciones de su cuerpo, y
por la prop. (II/24) de La Ética el alma no implica el conocimiento adecuado de las partes
que componen al cuerpo, y la idea de la afección del cuerpo no implica el conocimiento
adecuado del cuerpo exterior, por la prop. (I/25) de La Ética, entonces las ideas de las
afecciones del cuerpo son confusas y no contemplan adecuadamente su naturaleza. Se dirá
en este sentido que el hombre imagina las causas de estas afecciones, cuando en realidad
“Nuestra situación es tal que sólo recogemos <<Lo que le sucede>> a nuestro cuerpo, o lo
que <<le sucede>> a nuestra alma, es decir, el efecto de un cuerpo sobre el nuestro, el efecto
de una idea sobre la nuestra. En pocas palabras, las condiciones en que conocemos las cosas
y somos conscientes de nosotros mismos nos condenan a no tener más que ideas inadecuadas,
confusas y mutiladas, efectos separados de sus propias causas”7
Este género de conocimiento (la imaginación u opinión), en el que cosas singulares
son representadas de forma mutilada y confusa y sin orden de entendimiento, Spinoza las
califica como experiencia vaga. Es una experiencia que alude sólo a un ejercicio empírico en
el que “recordamos las cosas, y formamos de ellas algunas ideas semejantes a aquellas con
que solemos imaginarlas”8.

La ilusión de la conciencia.
El orden de las causas se basa en un orden de composiciones y descomposiciones que afectan
a la naturaleza entera, ya que los cuerpos y las ideas en su relación con otros cuerpos e ideas

6 Corolario de la Prop. II. 39 Ibid. P. 100


7 Gilles Deleuze, Spinoza filosofía práctica, trad. Antonio Escohotado, Tusquets, Buenos
Aires, 2004. P. 29-30. La interpretación de esta reflexión de Deleuze alude a las
proposiciones II,28 y 29 de La Ética.
8 Escolio 2 de la prop. II,40. Baruj Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico,

trad. Atilano Domínguez, Trotta, Madrid, 2000. P. 108


se encontrarán con relaciones que formen un todo más poderoso, o destruyan la cohesión
entre sus partes.
La conciencia es el lugar de una ilusión, ya que el hombre recoge los efectos del
encuentro de su cuerpo con otros cuerpos o de sus ideas con otras ideas, pero ignora las
causas. Lo bueno y lo malo en la Naturaleza, se basa en las relaciones que tienen unos cuerpos
e ideas con otros. Si un cuerpo o idea potencia nuestro ser, se trata de un bien y nos produce
felicidad, pero si lo destruye, se trata de un mal y nos produce tristeza. Sin embargo las
condiciones de nuestro conocimiento nos conllevan a tener ideas inadecuadas, mutiladas y
confusas, separadas de las causas de estas relaciones.9
La falta de conocimiento de la conciencia llevará consigo lo que Deleuze llama “triple
ilusión de la conciencia”. La conciencia, al sólo recoger los efectos, “remediará su ignorancia
trastocando el orden de las cosas”10. Por un lado, el hombre colocará los efectos como causas,
colocando el efecto de un cuerpo sobre el nuestro como causa final de él, y la idea de ese
efecto como causa final de las acciones de la conciencia. Esta ilusión llevará el nombre de
ilusión de las causas finales. Esta ilusión implica otra: la conciencia, al tener una idea del
efecto de un cuerpo sobre el nuestro como causa final de sus propias acciones, se toma a sí
misma como causa primera, alegando su poder sobre el cuerpo. A esta ilusión le llamará
ilusión de los decretos libres. Pero en el momento que la conciencia no puede imaginarse
causa primera ni organizadora de los fines, “invoca a un dios dotado de entendimiento y de
voluntad que, mediante causas finales o decretos libres, dispone el hombre un mundo a la
medida de su gloria y de sus castigos”, siendo esta la ilusión Teológica.
Spinoza inmoralita.
Las ilusiones de la conciencia obstruyen el conocimiento de los cuerpos e ideas, sus
relaciones y composiciones. Desconocen que el cuerpo y el alma están constituidos por
muchos otros cuerpos, los cuales se comunican entre sí mediante una determinada
proporción. Para que un cuerpo se conserve, debe conservase la proporción de movimiento
y reposo de éste. Y por lo tanto: “Aquellas cosas que hacen que se conserve la proporción de
movimiento y reposo, que tienen entre sí las partes del cuerpo humano son buenas; y al

9Esta reflexión se encuentra en las proposiciones II, 28 y 29 de La Ética.


Gilles Deleuze, Spinoza filosofía práctica, trad. Antonio Escohotado, Tusquets, Buenos
Aires, 2004. P.30
contrario, son malas aquellas que hacen que las partes del cuerpo humano tengan entre sí otra
proporción de movimiento y reposo.”11
Desconociendo que lo bueno y lo malo atienden a un sentido objetivo sobre lo que
conviene y no conviene a nuestra naturaleza, la conciencia se aleja de una ética (“diferencia
cualitativa entre los modos de existencia (bueno, malo)”12), y tiende a una moral (refiere la
existencia a valores trascendentes).
La moral se construye a partir del deber y la obediencia, sin aportar conocimiento
alguno. Se formulan la ley a partir de ilusiones, siendo siempre esta “la instancia trascendente
que determina la oposición de los valores Bien-Mal; el conocimiento, en cambio es la
potencia inmanente que determina la diferencia cualitativa entre los modos de existencia
bueno-malo.”13 Aquel que conoce limitará sus relaciones con otros cuerpos e ideas a partir
de un conocimiento de los que aumentan o disminuye su potencia, no a partir de deberes u
obligaciones morales que no muestran nada de las causas.
Es posible, tal y como Spinoza lo plantea al criticar la tradición de la empresa de
dominio de las pasiones, que un sector decida utilitariamente qué es lo bueno y qué es lo
malo.
Las ilusiones como medio de dominación.
La ley moral, como obligación y deber, tiene su raíz en la ilusión teológica, ya que asignando
fines a las cosas, adujeron la prueba de estas a la voluntad de Dios. Donde la verdad aceptada
viene de aquellos intérpretes de la naturaleza y los dioses que el vulgo adora. Negando otro
tipo de conocimiento, ya que “suprimida la ignorancia, se suprime también el estupor, esto
es, el único medio de argumentar y salvaguardar su autoridad.”14 Y qué mejor manera de
mostrar el aprovechamiento de las ilusiones en pro de la pervivencia de la pervivencia de la
alta clase social. Spinoza en su tratado teológico político menciona el aprovechamiento de
las ilusiones por el vulgo, en especial la teológica, para mantener su poder. Siendo la religión
un modo de inducir a las masas a adorar u odiar reyes mediante “un pomposo ceremonial,

11 Prop. IV,39. Baruj Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, trad. Atilano
Domínguez, Trotta, Madrid, 2000. P. 211
12 Gilles Deleuze, op.cit. P.35
13Ibid. P.36
14 Apéndice [g] de la primera parte. . Baruj Spinoza, Ética demostrada según el orden

geométrico, trad. Atilano Domínguez, Trotta, Madrid, 2000. P. 71


que le diera prestigio en todo momento y le asegurara siempre la máxima veneración por
parte de todos”15. Se educa al pueblo sobre una ilusión que beneficia un sector y segrega.
“Vemos, pues, que todas las nociones, con las que el vulgo suele explicar la Naturaleza, son
simples modos de imaginar y no indican la naturaleza de cosa alguna, sino tan sólo la
constitución de la imaginación.”16 La ley moral es formulada bajo los principios de las clases
dominantes.
Trazando una línea genealógica de cómo se conforma la moral, y su relación con el
poder de clases dominantes, alcanzamos a ver que la crítica realizada por Spinoza a los
regímenes de su tiempo, tiene una estrecha vinculación a la crítica genealógica que hace
Nietzsche a las condiciones en las que los juicios de valor “bueno y malo” se generaron.
Develando que favorece a las clases dominantes, posibilitándoles la capacidad de segregar,
determinar y dominar. Nietzsche expresa también que el impulso a poner en entredicho la
moral, proviene de su encuentro con la preminencia de una moral de la compasión, aportada
por una tradición teológica. Este es un tema que Spinoza resuelve como afección negativa,
reflexionando que “la compasión es la tristeza acompañada de la idea de un mal que sucedió
a otro, al que imaginamos semejante a nosotros.”17 Es tristeza y por ende en sí misma mala.
Aquel que presta auxilio al otro debe hacerlo por la razón, no por la compasión. Esta entrada,
esta duda que surge a Nietzsche, aportada por filósofos que ya habían dudado de la moral,
entre ellos Spinoza, abre una discusión para poner en entredicho los valores morales.
Entre la propuesta Spinociana sobre el origen epistémico de los valores morales, y la
genealogía de la moral Nitzscheana, que devela las formas en las que prevalece y se
transforman los valores, es posible develar que el origen de los valores morales y su
prevalencia atienden a un aprovechamiento de las ilusiones de la conciencia por medio de las
clases dominantes.
Mediante la ilusión de la conciencia, ha sido posible que el vulgo se aproveche, e
imponga los valores morales al hombre. Un fenómeno que se ha confundido bastante, sobre

15 Baruj Spinoza, Tratado teológico político, trad. Atilano dominguez, Altaya, Barcelona,
1997. P.64
16 Apéndice [i] de la primera parte. . Baruj Spinoza, Ética demostrada según el orden

geométrico, trad. Atilano Domínguez, Trotta, Madrid, 2000. P 73


17 . Baruj Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, trad. Atilano Domínguez,

Trotta, Madrid, 2000. P. 173


todo por la tradición inglesa, criticada bastamente por Nietzsche. Su crítica a la tradición
inglesa parte del error de haber concebido una teoría donde: el bien provenía de alabar
acciones no egoístas que eran llamadas buenas por aquellos a los que les resultaban útiles,
dándose después un olvido del origen de la alabanza y quedando el hábito que las hará sentir
como buenas en sí mismas. Pero Nietzsche criticará que no hay tal fenómeno. Lo bueno no
proviene de aquellos a quienes se dispensa bondad, es un lugar falso. El bien viene de la
aristocracia, del vulgo, así como el mal. Spinoza se hace presente aquí también, afirmando
un uso de la ilusión teológica por el vulgo; mencionando que: el vulgo adora la escritura
divina, siendo el concepto de la mente de dios revelada a los profetas, normando ellos en qué
hay que obedecer. La escritura divina enseñará “según la capacidad y las opiniones de
aquellos a quienes los profetas y los apóstoles solían predicar esa palabra de Dios; lo hicieron
para que los hombres la aceptaran sin resistencia alguna y con toda su alma” 18. Los valores
morales proceden de una opinión del vulgo, no aportan conocimiento alguno de la
naturaleza.
El acceso a la bondad y la maldad morales, se dará cuenta Nietzsche, estarán
determinadas por parte de quién es considerado bueno y quién es considerado malo. El bien
por ende será un valor al que el bueno puede alcanzar.
Antes bien, fueron <<los buenos>> mismos, es decir, los nobles, los poderosos, los hombres de
posición superior y elevados sentimientos quienes se sintieron y valoraron a sí mismos y a su obrar
como buenos, o sea como algo de primer rango, en contraposición a todo lo bajo, abyecto, vulgar y
plebeyo.”19
La bondad y maldad no sólo serán valores morales, sino que al mismo tiempo son
distancias y determinaciones. Es también un sentimiento global de la especie superior que
domina y su relación con la especie inferior. Como dirá Anatole France: “La ley, en su
igualdad majestuosa, prohíbe a los ricos tanto como a los pobres dormir bajo los puentes,
mendigar en las calles y robar pan.”.
Nietzsche se percata de un aspecto importante en la distinción, entre el bueno y el
malo, que genera la aristocracia del hombre vulgar. Las palabras de la aristocracia -desde la

18 Baruj Spinoza, Tratado teológico político, trad. Atilano dominguez, Altaya, Barcelona,
1997. P.71
19 Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, trad. Andrés Sanchez Pascual, Alianza,

Madrid, 2005. P.37


antigua grecia- con las que se refiere al pueblo bajo, se mezclan con lástima e indulgencia.
Así esas palabras con las que se refieren a hombre vulgar se tornan en expresiones para
significar infeliz. Y es que efectivamente, la división que genera el vulgo impide la felicidad
del inferior. Obstruye su libertad y su capacidad de obrar. “Los bien nacidos se sentían a sí
mismo cabalmente como los <<felices>>; ellos no tenían que construir su felicidad
artificialmente y, a veces persuadirse de ella” 20
. Mientras que a los hombres vulgares, los
oprimidos, aquellos a quienes se les limita su libertad, “la felicidad aparece esencialmente
como narcosis, aturdimiento, quietud, paz,<<sábado>>, distensión del ánimo y relajamiento
de los miembros, esto es, dicho en una palabra, como algo pasivo.”21 La separación de aquella
población que no le es vinculante al vulgo, alude a un sentimiento de lástima. Por observar
al oprimido como aquel que no es libre y difícilmente accede a la felicidad. Aquel hombre
que tiene su aceleración y movimiento amarrados al corporal trabajo encuentra su felicidad
en la narcosis. La quietud y la paz se dan para él por medio de la "distensión del ánimo y
relajamiento" en los miembros del cuerpo. Se encuentra en la pasividad. El manejo de esta
pasividad con la que la alta sociedad engancha a los hombres se vuelve parte de su mecanismo
de supervivencia. Otorga felicidades que se consumen desde la pasividad. En un estado libre
y voluntarioso carecerían de significado e interés alguno, ya que se develaría la falsedad de
éstas.
Sin embargo, ambos hombres de ambas clases son dominados por la ilusión de la
conciencia. Si bien, uno domina y dirige los valores morales, no obtiene conocimiento alguno
de ello. Aquel que no acuda a una reflexión y conocimiento sobre las causas y sobre las
pasiones está condenado no sólo a ser un ciervo de las pasiones y la fortuna de los encuentros
con otros cuerpos que puedan o destruirlo o aumentar su potencia. Carece de decisión y
voluntad sobre sus proyectos, ya que bajo una ilusión es imposible conocer individualmente
lo que es bueno y malo por naturaleza para ese cuerpo.
Es este el proyecto de la ética de Spinoza, una ética que es ante todo práctica. La ética
es una ética de la alegría, ya que la alegría subsiste en la acción. El cuestionamiento principal

20 Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, trad. Andrés Sanchez Pascual, Alianza,


Madrid, 2005. P.51
21 Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, trad. Andrés Sanchez Pascual, Alianza,

Madrid, 2005. P.52


de Spinoza es “¿Cómo podemos formar idea adecuadas, de donde botan precisamente los
sentimientos activos (cuando nuestra condición natural parece condenarnos a tener de nuestro
cuerpo, de nuestro espíritu y de las demás cosas solamente ideas inadecuadas)?”22 Siendo su
pretensión, dirigir al hombre hacia la felicidad.
Aquel hombre que actúa por virtud, actúa por las leyes de la naturaleza. Actuar por
virtud “no es otra cosa que actuar, vivir, conservar su ser por la guía de la razón, y esto según
el principio de buscar su utilidad.”23 El uso de la razón permite al hombre tener ideas claras
y distintas. Mediante estas puede aumentar su potencia de actuar. Las ideas provienen tanto
del ejercicio de razón del hombre, como de nociones que no se puedan concebir sino
adecuadamente. Ya que “existen algunas ideas o nociones comunes a todos los hombres, ya
que todos los cuerpos concuerdan en ciertas cosas que deben ser percibidas adecuadamente,
es decir clara y distintamente.”24
Estas nociones comunes serán el fundamento de nuestro raciocinio, y en ellas se
encontrarán por ejemplo las ideas matemáticas y geométricas. Mediante este género de
conocimiento es posible analizar por ejemplo las afecciones y las pasiones. Tal y como
Spinoza lo lleva acabo, tratando “las acciones humanas y los apetitos como si se tratara de
líneas, planos o cuerpos.”25 El uso de la razón permite actuar virtuosamente, con esta
tendencia es posible sobrepasar el estado de opinión e imaginación que lo mantiene a merced
de la fortuna de los encuentros con otros cuerpos. Esta tendencia se dirigirá siempre con aras
de tender a la felicidad, siendo inevitable que “Todos los afectos que se refieren al alma en
cuanto que actúa, es decir (por III/57), a la razón, no son otros que los afectos de alegría y
deseo.”26 Y siendo posible que “el alma humana no tuviera más que ideas adecuadas, no
formaría ninguna noción del mal.”27 Siendo el mal una procedencia de la tristeza, y la tristeza
siendo una pasión que depende de ideas inadecuadas, su idea es inadecuada.

22 Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, trad. Andrés Sanchez Pascual, Alianza,


Madrid, 2005. P.41
23 Prop. IV,24. . Baruj Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, trad. Atilano

Domínguez, Trotta, Madrid, 2000. P. 200


24 Prop. II,39 Ibid. P.105.
25Ibid. P. 126
26 Prop. IV, 63. Ibid. P.226
27Corolario de la prop IV, 66. Ibid. P. 227
Por ello, la forma de escapar a una limitación de la libertad por medio del dominio de
las ilusiones de la conciencia por parte de las clases dominantes, es la razón y el
entendimiento. Mediante un conocimiento del bien y el mal naturales es posible desatarse no
sólo de una opresión por parte de la clase dominante, sino además de ser libre y no estar a
merced de la suerte de los encuentros que nos potencien o destruyan.

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