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Bibliografía
Boff, Leonardo. «El "cuidado": Ethos de lo humano. La fábula-mito del cuidado.» En El cuidado
esencial. Ética de lo humano compasión por la tierra., de Leonardo Boff, 29-56. España: Trotta,
2002.
Para Heidegger, en su obra “Ser y el Tiempo”, el ser humano es limitado, finito, es un ser para la
muerte, por eso el cuidado además de posibilitar la existencia humana, es parte de su
naturaleza y composición del ser. Desde diferentes perspectivas, económica, social y filosófica,
el hombre es un ser con necesidades, derechos, deberes, que se cree el centro de todos los
seres, con capacidad, desde una perspectiva ontológica, de comunicarse con el misterio del
mundo y ser uno con él. Tiene la oportunidad de construir su entorno y de relacionarse con los
demás.
Para Boff la característica singular del ser humano es poner cuidado en todo lo que proyecta y
hace. Considera al ser humano como ser racional, un ser de necesidades, un ser de consumo,
participativo, un actor social, un sujeto histórico individual y colectivo, un ser constructor de
relaciones sociales; un ser antropocéntrico, pues considera que puede disponer de la
naturaleza a su antojo.
El hombre existe en el mundo con otros seres, piensa, siente, se relaciona, construye, trabaja y
se preocupa por los demás. Dotado de sacralidad, entendiéndose, ilusoriamente, como la
cumbre del proceso evolutivo y centro de todos los seres, el cuidado se ubica en la raíz primera
del ser humano, es parte de su esencia, es la primera actividad que distingue al ser humano en
su relación con el hombre mismo, con su ambiente y con el universo. Si el hombre no recibe
cuidado se extingue y si no cuida el entorno en que habita lo destruirá y se extinguirá con él.
Las interpretaciones del ser humano a través del tiempo se han expresado desde las pinturas
rupestres, la música, los monumentos, la literatura, el cine, la tecnología, y ahora, el ser
humano es visto desde la perspectiva de las ciencias empíricas, la hermenéutica y la holística.
Sin embargo, los mitos como conocimiento ancestral de la esencia humana dan mejor
explicación de la profundidad del ser; mueven a emociones y permanecen a través de los
tiempos.
Los dioses y diosas mitológicos son arquetipos de un inconsciente colectivo, que tienen un
significado profundo, y solo a través de su lenguaje especial se pueden expresar; el politeísmo
expresaba la diversidad de visiones, los centros energéticos y diferentes fuentes de sentido que
estructuran la interioridad humana. Los seres humanos como seres espirituales, corporales y
psíquicos, constituyen una pluralidad con diferentes centros vitales, esto hace que la vida sea
dinámica y dramática a la vez, y que nos vinculemos a la Energía suprema, que está en el
universo y dentro del mismo ser.
Aun cuando en la modernidad el ser humano se estudia con una inteligencia analítica desde las
ciencias exactas y abstractas, no significa que sepamos más del ser humano que los antiguos
observadores, qué por medio de una inteligencia emocional-cordial, expresada con mitos,
símbolos e imágenes, explicaban sus valores y su propia existencia. Todas estas aportaciones
deben ser consideradas en la actualidad, ya que con ellas se explica lo que la razón no llega a
entender.
Las fábulas son narraciones imaginarias cuyos personajes son por lo general animales, plantas
o personificación de cualidades, virtudes o vicios; que pretenden transmitir un mensaje o
moraleja. El mito es una realidad compleja por las ambigüedades que pueda contener, pero
transmite una visión de la realidad que designa creencias colectivas acerca de temas
importantes para la cultura. Por medio de relatos, imágenes y símbolos se expresa lo que da
sentido y valor al ser humano, emerge de las experiencias, sueños y temores.
Dos maravillosos mitos son ejemplo de esta sabiduría común de la humanidad en la que, con
figuras ejemplares, símbolos y arquetipos podemos entender ese cuidado esencial que es parte
del ser humano. Uno es la “fábula de Higinio”, autor que vivió durante el imperio de César
Augusto y llegó a ser director de la biblioteca Palatina. En su obra principal, fábulas o
Genealogías, recopilación de 300 leyendas, historias y mitos de tradición griega y latina, está la
fábula-mito número 220, de origen griego y reelaborado a la cultura romana.
La fábula de Higinio personifica la dimensión del Cuidado que pasea por la playa, después de
observar, toma un poco de barro y modela un muñeco de arcilla. Llega Júpiter, que sopla para
infundir su aliento al muñeco; pronto se enfrascan ambos en una discusión por el nombre que
debía llevar su creación, discusión en la que interviene también Tierra que había dado la arcilla
de la que estaba hecha la nueva obra. Finalmente, Saturno llega como árbitro, da el espíritu a
Júpiter, el cuerpo a Tierra y la vida al Cuidado; y nombrará a la nueva creación: Hombre
El otro cuento, es el bello mito tupí del origen de la mandioca, alimento básico de muchas
culturas indígenas. En él se explica que la raíz nació después de la muerte de Mandi, la
nietecita del cacique que tenía la piel muy blanca; el pobre abuelo, de tristeza lloró tanto que
brotó una plantita, al abrirse la tierra las raíces que brotaron eran blancas como la piel de
Mandi, las comieron y eran deliciosas, por eso se convirtieron en su alimento principal; la
llamaron mandioca que significa “cuerpo de Mandi”.
Con estos ejemplos, podemos identificar que el mito quiere expresar valores difundidos en
determinada cultura que no pueden expresarse por conceptos, por eso se crean historias que
dan razón de ese misterio como el amor y la importancia del alimento; ahí se encuentra la
riqueza del mito. Así ocurrió con el cuidado que es tan importante para la vida humana y para
la preservación de todo tipo de vida.
Para comprender mejor la fábula-mito del Cuidado es necesario ahondar en los personajes que
intervienen. Júpiter, cuyo nombre significa “padre y señor de la luz”, es la divinidad central de
la religión romana, remite a una experiencia de luz, encarna el sentido y alegría de vivir. Júpiter
se manifiesta a través del resplandor de un nuevo día, de él depende la agricultura y de ésta los
alimentos para la vida. Esta deidad es presentada en la fábula-mito como creador y dador de
vida y de espíritu, representando la plenitud de la divinidad.
La Tierra, que en el periodo paleolítico representaba el universo como gran madre, que por sí
misma engendraba todo, en el periodo neolítico se le percibe como solo una parte de la
realidad junto con la otra, el Cielo. Del matrimonio del Cielo y la Tierra se originan las cosas. La
tierra en sus diferentes expresiones era considerada como un organismo vivo y el ser humano
mantenía una relación de veneración y de temor frente a ella. En la fábula-mito, se
proporcionó a Cuidado el material con el que modeló al ser humano, la arcilla.