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la educación superior, pero las preguntas que nunca van asociadas a esta frase o que deberían
hacerse son: ¿alguien les enseñó a pensar?, ¿qué es pensar?, ¿cuáles son los pasos que hacen
las personas en el proceso de pensar?
Esto nos coloca en el plano de las habilidades intelectuales, o sea, los contenidos
procedimentales (según expresiones de la Reforma Educativa), que los alumnos deben aprender
en la escuela y que los docentes debemos enseñar, pero que, mirado con un poco más de
profundidad, no siempre se tienen claros a la hora de explicitarlos y, por lo tanto, se hace
confusa su enseñanza.
En debate en una sala de docentes, una profesora a la que se le preguntó qué era pensar y las
diferentes respuestas de los integrantes de la sala nos llevan al centro de la cuestión. A la hora
de conceptualizar las diferentes habilidades intelectuales y expresar su proceso, no todos
coinciden y, en muchos casos, se hace difícil expresar en palabras lo que hacemos cuando
ponemos en juego una determinada habilidad.
Es obvio que las tenemos adquiridas, lo que no siempre queda claro es si podemos explicitarlas,
lo que nos lleva a preguntarnos ¿cómo hacen los alumnos para aprenderlas?
Frente a esto, nuestra propuesta es que se debe hacer metacognición, tanto en el ámbito
personal del docente como en el trabajo dentro del aula.
Para llegar a esta conclusión, el presente artículo tratará de explicar qué se entiende por
habilidades intelectuales, a qué nos referimos con metacognición; luego ver qué tipo de
habilidades se buscan hoy en las evaluaciones de calidad de la educación y finalizar con alguna
idea sobre su enseñanza.
Habilidades intelectuales
Es cierto que la escuela enseña conocimientos, habilidades para trabajarlos y actitudes y valores,
también es cierto que no se puede trabajar con uno de ellos por separado de los demás; si uno
en el aula desarrolla determinados temas, los alumnos harán algo con esos temas, los
escucharán con comprensión, los relacionarán con temas vistos; los ejemplificarán, compararán
o memorizarán y, además, se generarán actitudes hacia dichos conocimientos y hacia las
personas con las cuales comparte la tarea, ya sean sus compañeros o sus docentes.
Pero quizás, donde creemos que es necesario poner una mirada más profunda es en la cuestión
de las habilidades intelectuales. En estos momentos, se escuchan desde muchos sectores que
los alumnos no leen con comprensión, que no pueden resolver problemas, que no pueden
aplicar sus conocimientos en nuevas situaciones.
Barco y Lizarriturri (2004), nos dicen sobre evaluaciones aplicadas en alumnos del último año de
la escuela media:
Pensemos entonces en cuáles son las habilidades que pretendemos para el alumno de hoy,
Jalfen (2001) piensa que en este nuevo contexto son premiadas la apertura mental, la aptitud
de trabajar en equipo, la rápida respuesta a los cambios, el manejo de la presión por las
responsabilidades, la inteligencia práctica, la capacidad para resolver problemas, la aptitud para
comunicarse, la habilidad para relacionarse, la responsabilidad, la eficiencia, la rapidez, la
capacidad para interpretar la información, el saber gestionar, la organización, la voluntad para
aprender, la facilidad para escuchar y consensuar, la adaptación a las nuevas metodologías, la
capacitación a las nuevas metodologías.
Podemos estar de acuerdo con estas enunciaciones, pero qué son estas habilidades. Creemos
que uno de los problemas que impiden que los alumnos no las desarrollen es porque no siempre
quien debe enseñarlas las puede explicitar.
Preguntas como ¿qué hace una persona cuándo compara dos textos? o ¿cómo se extrae una
idea principal de un texto? parecen a simple vista muy fácil de contestar, pero hagamos el
ejercicio de señalar los pasos por los que debemos pasar para realizar estas actividades y
veremos que no son tan fáciles de poner en palabras para que el otro las entienda. Por lo tanto,
esta carencia genera complicaciones a la hora de enseñarlas.
Casi toda la docencia universitaria y en el mismo grado la secundaria suele tener entre sus frases
favoritas “estos alumnos no piensan”. Serán capaces de definir qué hace una persona cuando
piensa, imaginamos desde ya la variedad de respuestas. Y si no piensan, quién les enseñó a
pensar, porque todos vemos sus falencias, pero seguimos sin encontrar los caminos para el
desarrollo de dichas operaciones cognitivas.
Las habilidades intelectuales son aquellas herramientas que nos permiten trabajar con datos,
hechos y conceptos.
Coll (1992) define a estas habilidades o procedimientos como “un conjunto de acciones
ordenadas, orientadas a la consecución de una meta” observándose aquí las siguientes
características:
Es decir, lo que se propone al aprendizaje de los alumnos son conjunto de actuaciones cuya
realización permita llegar finalmente a determinadas metas.
En general, cuando enseñamos, solemos decir comparen esos textos, pero no cuál es el conjunto
de actuaciones que uno debe realizar para compararlos.
Debemos empezar a mirarnos para comprender un poco más sobre los contenidos
procedimentales, algunas habilidades intelectuales que utilizamos, leer, escribir, sumar, algo
más compleja es integrar ideas de diferentes autores o más específicos como localización en un
mapa o potenciar en matemática son parte del repertorio de acciones que ponemos en
funcionamiento cada vez que realizamos actividades de tipo intelectual.
Para Mateos (2001) es aquí donde entra en escena la metacognición, definida como el
conocimiento que uno tiene y el control que uno ejerce sobre su propio aprendizaje y, en general,
sobre la propia actividad cognitiva. Se trata de “aprender a aprender” facilitando la toma de
conciencia de cuáles son los propios procesos de aprendizaje, de cómo funcionan y de cómo
optimizar su funcionamiento y el control de esos procesos.
Hacer metacognición nos permite definir los pasos de nuestra actuación y así poder pensar en
el cómo de su enseñanza Hay una pregunta que los docentes debemos llevar al aula cada vez
que nuestros alumnos terminan su actividad y es ¿cómo lo hicieron?, eso nos va a permitir
entender los procesos intelectuales y ayudar a quienes no se dan cuenta de que hacer.
Habilidades analíticas
Habilidades sociales:
Habilidades metacognitivas
También están los contenidos Procedimentales específicos, son aquellas habilidades para
manejarse con determinados conocimientos de disciplinas determinadas, las herramientas para
operar en matemática o para comprender los datos de un mapa.
Estos contenidos están detallados en los Contenidos Básicos Comunes, cada área de
conocimiento tiene una lista de procedimientos a lograr. Ejemplificaremos algunos.
• Reconocimiento de aspectos tipográficos y topográficos en textos escritos.
• Establecimiento de relaciones entre propiedades de una misma figura o cuerpo y entre figuras
o cuerpos entre sí.
Como se ve son específicos de una disciplina determinada y bastantes complejos, uno debería
descomponerlos para poder entenderlos y luego aplicarlos al conocimiento determinado.
Hasta aquí el planteo de qué son los procedimentales, trataremos de empezar a entender cómo
enseñarlos.
Aquí es obvio, está a la vista el patrón para comparar, el problema es cuando en años superiores
se complejiza y debemos, por ejemplo comparar textos.
Volvemos a pensar en el procedimiento de comparar, sus pasos son observar los distintos
elementos, elegir un patrón de comparación y luego decir cuáles se asemejan, o no, a ese patrón.
Si estamos en 7º año y queremos trabajar en comparación de textos, los pasos son observar los
distintos elementos, como aquí comparamos un texto, debemos primero hacer una
lectura comprensiva para saber cuáles son los tópicos o temas con los cuales trabajan los textos,
luego se busca el o los patrones para comparar y por último se compara con ese patrón los
textos.
En un ejemplo concreto tenemos dos textos que hablan sobre la Revolución Industrial, las
transformaciones que se dieron en el campo, en la ciudad y en la vida en las fábricas. Mis
patrones comparación serán: el campo, la ciudad y la fábrica. A partir de allí, se deberá comparar
que dice un texto y que el otro sobre esos patrones. El final de este trabajo puede ser la
elaboración de un cuadro comparativo.
Sabiendo, entonces, que el procedimiento o habilidad para hacer cuadros comparativos, tiene
su base en la comparación, la lectura comprensiva y en la realización de cuadros, uno debe tener
en cuenta todos los pasos de estos procesos.
El alumno debe tener adquirido el procedimiento de leer con comprensión antes de hacer
cuadros comparativos.
El problema ahora es como se enseña esto, generalmente los docentes les decimos hagan un
cuadro que compare los dos textos y los chicos se quedan esperando la explicación de el “cómo
se hace”; por eso es bueno ir enseñando de a poco los pasos intermedios para construir el
cuadro.
El primer día que trabajamos con cuadros comparativos, entregamos dos textos, le pedimos que
lean con comprensión, que parcelen los textos y luego nosotros damos los patrones para que
ellos completen y comparen.
Texto 1 Texto 2
Vida en el campo
Vida en la ciudad
La fábrica
En días posteriores uno puede dar las características que aparecen en los textos sobre los
patrones de comparación y dejar que ellos encuentren algunos patrones
Texto 1 Texto 2
Desaparece la tierra
Menos población, éxodo a la
comunal.
ciudad
Se cercan las propiedades
Vida en la
ciudad
La fábrica
Por último, el alumno está en condiciones de hacerlo solo, pues vio cómo se trabaja cada parte
del procedimiento, no se dejó nada por enseñar.
Quizás suene muy elemental, pero cuando se le pregunta a los alumnos que sucede que no
aprenden, comentan: no entiendo, no sé cómo pasa de una situación a otra, me pide algo pero
no me dice cómo se hace. En la mayoría de las planificaciones de clase que vemos en los
profesorados, aparece claramente el contenido conceptual, los datos, hechos y conceptos por
donde transcurre la clase, pero, en pocos casos, aparece la enseñanza de los diferentes
procedimentales que se espera aprendan los alumnos.
A partir de las evaluaciones internacionales que se están tomando, las habilidades intelectuales
que se espera logren los alumnos de los diferentes sistemas educativos se complejizaron, ya
nadie cree en habilidades que se utilicen solo para la escuela, sino para aplicar en los contextos
sociales y laborales. En primer lugar es interesante ver, a partir de las evaluaciones que toma la
OCDE, cuáles son las habilidades que se buscan y que aparecen en el informe PISA.
Literarias: habilidad de entender, usar y reflexionar sobre textos para alcanzar propias
metas, desarrollar conocimiento y participar en sociedad. Clave para aprendizaje.
Como se ve, no es leer comprensivamente, sino que se lee para lograr ciertos objetivos, lo mismo
en matemática y en literatura científica. En realidad los sistemas educativos pretenden lograr
objetivos como: dominio competencias básicas conforme estándares internacionales +
“aprender a aprender” + competencias empleabilidad y competencias cívicas, pero, ¿qué son
estas últimas?
Competencias cívicas
Algo que muchos docentes plantean ante estas cuestiones que aparecen es “Pero antes no había
que pensar en todo esto, los alumnos estaban en la escuela, el profesor explicaba y ellos repetían
sin problemas”.
Quizás este es el centro de la cuestión, cambió la sociedad y cambió el paradigma científico que
se sostenía desde la escuela, el positivismo configuró la ciencia con verdades y esas verdades
debían repetirse en la escuela, hoy la ciencia habla de enunciados válidos y los alumnos deben
desarrollar otras herramientas intelectuales para demostrar dichos enunciados; por otro lado,
dejó de ser una sociedad vertical para pasar a una sociedad democrática, donde no se somete,
sino se convence y, nuevamente, la diferencia de habilidades para llevar adelante un modelo y
otro.
Conclusión
Los cambios sociales, políticos y económicos nos indican que los saberes deben ser diferentes
para poder integrarse en este nuevo modelo de mundo; para eso, memorizar no alcanza, es
necesario desarrollar habilidades intelectuales, de empleabilidad y cívicas más complejas, por
ello es necesario recurrir a nuestra experiencia, a nuestro hacer para poder pensar en la mejor
manera de enseñarlas.
Cuando desde la didáctica se nos invita a reflexionar sobre nuestras prácticas, no sólo se refiere
a cómo pensamos la clase, sino a cómo pensamos que pensamos la clase. Hacer metacognición
nos permite salir del lugar de objeto para pasar al lugar de sujetos y así generar mejores planteos
de enseñanza.
Bibliografía
• Coll, C. Pozo, I Sarabia, J. y Valls, D. (1992). Los contenidos en la Reforma. España: Santillana.
• Jalfen, L. (2001). ¿Qué hacer con la universidad? Reflexiones sobre una nueva reforma
universitaria en la era tecnológica. Argentina: Ediciones Corregidor.
• Stoll Louise y otros (2004). Sobre el aprender y el tiempo que requiere. Implicaciones para la
escuela. España: Octaedro.
• Bain, Kein (2007). Lo que hacen los mejores profesores de universidad. Valencia: Universidad
de Valencia.