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Unidad 1: Tradición y cambio. Literatura y ensayo.

AE 01 Analizar e interpretar textos literarios de carácter reflexivo-argumentativo (ensayos, crónicas


de opinión, columnas de opinión, etcétera) de autores chilenos y latinoamericanos de los siglos XIX y
XX.

Objetivo de la clase: Caracterizar, analizar y evaluar un ensayo.

OE1 Caracterizan la propuesta temática y valórica de un ensayo.


OE2 Analizan la relación entre el tema del ensayo y el contexto histórico de producción.
OE3 Critican los argumentos usados por un autor para fundamentar y respaldar su tesis.

CONTENIDO

Ensayo: En términos generales llamamos ensayo a una composición escrita en prosa, de extensión variable, en la que
damos nuestras ideas y punto de vista particulares sobre un tema que nos interesa o que nos es asignado.

El ensayo es un género discursivo de la tipología textual argumentativa, cuya escritura se visualiza en prosa. En él, el
autor cumple el objetivo fundamental de defender una tesis para lograr la adhesión del auditorio a la misma. Para ello
trabaja desde dos ángulos: uno inmerso en la opinión planteada y otro inmanente al lenguaje utilizado; es decir, la forma
como el escritor expresa, desde el punto de vista estético, sus ideas.

Existen dos clases de ensayo: el literario y el científico–técnico. A pesar de sus diferencias, ambos se relacionan
ocasionalmente generando un vínculo. Se sabe de ensayos científicos que apelan a los componentes estéticos del
ensayo literario (cómo se dice la idea, esto es, la puesta en escena del lenguaje) o de ensayos literarios que recurren a la
formalidad científica para expresarse.

Tiene una estructura libre; es de variedad temática; es de estilo cuidadoso y elegante; maneja un tono variado aunque
generalmente interviene el tono polémico; es un escrito claro, sencillo y preciso. Tiene un carácter dialogal porque
simula ser una conversación con el lector, mediante preguntas retóricas o el uso del “nosotros” para lograr una
identificación argumentativa.

Cómo desarrollar un ensayo. Cómo empezar.

Se puede comenzar por una idea que llama la atención del escritor, por una experiencia, un problema o una inquietud,
por algo sobre lo que se ha pensado largo tiempo y ha pasado por la reflexión. Se trata, pues, de comenzar a definir
la tesis y a determinar su validez, mediante la confrontación de lecturas previas y momentos de pre-escritura con los
que se dispongan el rumbo del ensayo y los puntos que se pretenden defender o atacar en él.
Por otra parte, es indispensable establecer el tema acerca del cual se va a hablar, definir el público al cual irá dirigido
y la intencionalidad del ensayo. El tema, porque implica definir de qué se hablará; o sea, delimitar el terreno sobre el cual
se moverá el ensayo. El público, porque así emergerá un diálogo entre escritor–texto, lector–texto y escritor–lector. Con
el público previsto, es factible determinar el tipo de leguaje que se usará, las estrategias que se emplearán para
persuadirlo, las fortalezas y las debilidades de la tesis, las conclusiones y las premisas, las fuentes pertinentes para el
ensayo, etc., y, la
intencionalidad, porque de ella depende la autenticidad del ensayo; dicho en otros términos, si se escribirá para
argumentar o narrar o exponer o explicar o describir. La intención fija el propósito comunicativo del texto que se busca
producir; no importa la filiación tipológica o discursiva de éste . Complementando lo antepuesto, tema y público se
anclan a la intencionalidad y dependen de ella.

La exposición de la tesis
La tesis es la médula del ensayo puesto que trasluce la temática que se abordará en el mismo, la ruta que
orientará el escrito, el juicio que se defenderá y la postura del escritor frente al tema. La tesis debe ser
clara, concreta. No conviene decirla a medias (ello para evitarle confusiones al lector y descartar las posibles Es
necesario, por el contrario, mostrársela al lector de manera limpia y transparente. Es sensato ponerla ante
sus ojos. La tesis es la apuesta argumentativa que le proponemos al lector.
Actividad: Lea el siguiente ensayo de Gabriela Mistral.
- Subraye ideas importantes y hacer anotaciones al margen con una llave.
- Encierre en un rectángulo los usos de la primera persona plural.

Al término de la lectura, se reúnen en grupos para realizar las siguientes actividades:


1. Escribir un párrafo de tres líneas como máximo, que sintetice el tema y la posición de la autora sobre
éste.
2. ¿En qué año se escribió este texto? ¿Cómo influye la época en la visión que tiene la autora sobre el tema?
3. ¿Qué visión tiene la autora respecto de los profesores?
4. ¿Qué características tiene la educación que reciben los niños aludidos en el ensayo?
5. ¿Cuál fue el propósito de la autora para escribir su texto? Fundamenten aludiendo a la información de la
lectura (citas textuales).
6. Critique dos argumentos de la autora (puede ser positiva o negativamente).
EL TIPO DEL INDIO AMERICANO. (Ensayo de Gabriela Mistral).

La vergüenza del mestizo

Una de las razones que dictan la repugnancia criolla a confesar el indio en nuestra sangre, uno de los orígenes de nuestro
miedo de decirnos lealmente mestizos, es la llamada "fealdad del indio". Se la tiene como verdad sin vuelta, se la ha aceptado
como tres y dos son cinco. Corre parejas con las otras frases en plomada. "El indio es perezoso" y "el indio es malo".

Cuando los profesores de ciencias naturales enseñan los órdenes o las familias, y cuando los de dibujo hacen copiar las
bestiecitas a los niños, parten del concepto racional de la diferencia, que viene a ser el mismo aplicable a las razas humanas:
el molusco no tiene la manera de belleza del pez; el pez luce una sacada de otros elementos que el reptil y el reptil señorea
una hermosura radicalmente opuesta a la del ave, etc., etc.

Debía haberse enseñado a los niños nuestros la belleza diferenciada y también la opuesta de las razas. El ojo largo y estrecho
consigue ser bello en el mongol, en tanto que en el caucásico envilece un poco el rostro; el color amarillento, que va de la paja
a la badana, acentúa la delicadeza de la cara china, mientras que en la europea dice no más que cierta miseria sanguínea; el
cabello crespo que en el caucásico es una especie de corona gloriosa de la cabeza, en el mestizo se hace sospechoso de mulataje
y le preferimos la mecha aplastada del indio.

En vez de educarle de esta manera al niño nuestro el mirar y el interpretar, nuestros maestros renegados les han enseñado un
tipo único de belleza, el caucásico, fuera del cual no hay apelación, una belleza fijada para los siglos por la raza griega a través
de Fidias.

En cada atributo de la hermosura que los maestros nos enseñan, nos dan exactamente el repudio de un rasgo nuestro; en cada
sumando de la gracia que nos hacen alabar nos sugieren la vergüenza de una condición de nuestros huesos o de nuestra piel.
Así se forman hombres y mujeres con asco de su propia envoltura corporal; así se suministra la sensación de inferioridad de la
cual se envenena invisiblemente nuestra raza, y así se vuelve viles a nuestras gentes sugiriéndoles que la huida hacia el otro
tipo es la única salvación.

La belleza del indio

El indio es feo dentro de su tipo en la misma relación en que lo es el europeo común dentro del suyo.

Imaginemos una Venus maya, o mejor imaginemos el tipo de caballero Águila del Museo de México como el de un Apolo
tolteca, que eso es. Pongamos ahora mejilla contra mejilla con él a los hombres de la meseta de Anáhuac. Cumplamos prueba
idéntica con el Apolo del Belbedere del Louvre y alleguémosles a los franceses actuales que se creen sus herederos legítimos.
Las cifras de los sub-Apolos y las de los sub-caballeros águilas serán iguales; tan poco frecuente en la belleza cabal en cualquier
raza.

Alguno alegará que la comparación está viciada porque el punto de arranque son dos rostros sin paridad; uno redondamente
perfecto y otro de discutible perfección. No hay tal; ambos enseñorean en el mismo filo absoluto de la belleza viril. Se dirá que
a pesar de esta prueba un poco estadística las dos razas producen una impresión de conjunto bastante diversa: la francesa
regala el ojo y la azteca lo disgusta.

La ilusión de ventaja la pone solamente el color; oscurézcase un poco en la imaginación ese blanco sonrosado y entonces se
verá la verdad de las dos cabezas, que aquí como en muchas cosas, la línea domina la coloración.

Me leía yo sonriendo una geografía francesa en el capítulo sobre las razas. La descripción de la blanca correspondía a una
especie de dictado que hubiese hecho el mismo Fidias sobre su Júpiter: nariz que baja recta de la frente a su remate, ojos
noblemente espaciosos, boca mediana y de labios delicados, cabello en rizos grandes: Júpiter, padre de los dioses. Yo me
acordaba de la naricilla remangada, tantas veces japonesa, que me encuentro todos los días, de las bocas grandes y vulgares,
de los cabellos flojos que hacen gastar tanta electricidad para su ondulación y de la talla mediocre del francés común.

El falso tipo de Fidias


Se sabe cómo trabajaba Fidias: cogió unos cuantos rasgos, los mejores éxitos de la carne griega -aquí una frente ejemplar, allá
un mentón sólido y fino, más allá un aire noble, atribuible al dios- unió estas líneas realistas con líneas enteramente
intelectuales, y como lo inventado fue más que lo copiado de veras, el llamado tipo griego que aceptamos fue en su origen una
especie de modelo del género humano, de súper-Adán posible dentro de la raza caucásica, pero en ningún caso realizado ni
por griego ni por romano.

El procedimiento puede llamarse magistral. El hombre de Fidias, puro intento de escultura de los dioses y proyecto de la
configuración del rostro humano futuro, pasaría a ser, por la vanidad de la raza blanca, el verídico hombre europeo.

Pienso en el resultado probable del método si aplicásemos la magna receta a nuestras razas aborígenes. El escultor de buena
voluntad, reuniendo no más de cien ejemplares indios podría sacar las facciones y las cualidades que se van a enumerar "groso
modo".

El indio piel roja nos prestaría su gran talla, su cuerpo magníficamente lanzado de rey cazador o de rey soldado sin ningún
atolladero de grasa en vientre ni espaldas, musculado dentro de una gran esbeltez del pie a la frente. Los mayas
proporcionarían su cráneo extraño, no hallado en otra parte, que es ancho contenedor de una frente desatada en una banda
pálida y casi blanca que va de la sien a la sien; entregarían unos maxilares fortísimos y sin brutalidad que lo mismo pudiesen
ser los de Mussolini -"quijadas de mascador de hierro"-. El indio quechua ofrecería para templar la acometividad del cráneo
sus ojos dulces por excelencia, salidos de una raza cuya historia de mil años da más regusto de leche que de sangre. Esos ojos
miran a través de una especie de óleo negro, de espejo embetunado con siete óleos de bondad y de paciencia humana, y
muestran unas timideces conmovidas y conmovedoras de venado criollo, advirtiendo que la dulzura de este ojo negro no es
banal como la del ojo azul de caucásico, sino profunda, como cavada del seno a la cuenca. Corre de la nariz a la sien este ojo
quechua, parecido a una gruesa gota vertida en lámina inclinada, y lo festonea una ceja bella como la árabe, más larga aún y
que engaña aumentando mañosamente la longitud de la pupila.

Yo me sé muy bien que la nariz cuesta hallarla en un orden de fineza, porque generalmente bolivianos y colombianos la llevan
de aletas gruesas y anchas; pero hay la otra, la del aguileño maya, muy sensible, según la raza sensual que gusta de los
perfumes. La boca también anda demasiado espesa en algunos grupos inferiores de los bajíos, donde el cuerpo se aplasta con
las atmósferas o se hincha en los barriales genésicos; pero al igual que la nariz prima de la árabe, se la encuentra de labios
delgados como la hoja del maíz, de una delgadez cortada y cortadora que es de las más expresivas para la gracia maliciosa y
los rictus del dolor. Suele caer hacia los lados esta boca india con el desdén que ven esas razas que se saben dignas como
cualquiera otra por talentos y virtudes y que han sido "humilladas y ofendidas" infinitamente; caen los extremos de esas bocas
con más melancolía que amargura, y se levantan bruscamente en la risa burlona, dando una sorpresa a los que creen al indio
tumbado en una animalidad triste.

He querido proporcionar a los maestros de nuestros niños estos detalles rápidos para que intenten y para que logren
arrancarles a éstos la vergüenza de su tipo mestizo, que consciente o inconsciente le han dado. Pero este alegato por el cuerpo
indio va a continuar otro día, porque es cosa larga de decir y asunto de más interés del que le damos.
Nápoles, junio 1932.

En: Recados para América. Textos de Gabriela Mistral. Mario Céspedes, comp. Santiago de Chile: Revista Pluma y
Pincel/Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz., 1978.
GUÍA PSU: El ensayo

Nombre:…………………………………………….……………………………………………………….Curso:…………………….. Fecha:……………………

Respuestas

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Marque la alternativa correspondiente a las preguntas que se presentan.

1. El ensayo es un(a)
A) Reflexión filosófica sobre un tema determinado.
B) Composición en prosa, breve y de tipo argumentativo.
C) Género literario.
D) Escrito privado y subjetivo.
E) Artículo de opinión sobre un tema contingente.

2. Una característica básicamente distintiva del ensayo es


A) La brevedad.
B) Su carácter estético.
C) Su carácter interpretativo.
D) Su estructura narrativa.
E) El tema controvertible.

3. La postura que asume el emisor de un ensayo y respecto del tema que trata es

I. Personal y reflexiva.
II. Objetiva y crítica.
III. Analítica y dogmática.

A) Sólo I
B) Sólo II
C) Sólo III
D) Sólo II y III
E) I, II y III

4. Se afirma que el ensayo posee intención dialogal porque el ensayista

A) Establece una conversación con un tú implícito.


B) Responde a una pregunta actual y polémica.
C) Dialoga consigo mismo.
D) Se comunica con el lector a través de su reflexión.
E) Realiza una comunicación pública con sus lectores.
Lea el siguiente ensayo y responda las preguntas que se le presentan.

1. Al corregir las pruebas de galera de un libro mío me sorprendía al advertir la grafía “sicológico”, donde yo había puesto
“psicológico”. Porque aun cuando una editorial se haya jurado una determinada política lingüística, no puede imponérsela a
los escritores, que generalmente tiene sus propias ideas sobre el idioma. No ya la dirección de una editorial sino tampoco la
propia Real Academia de Madrid tiene derecho a hacerlo, pues el fin de cuentas las normas de ese cuerpo son la consagración
de las modalidades impuestas por el pueblo y los escritores.

2. ¿Qué argumentos se pueden oponer a la grafía psi? No, por supuesto, la fonética, ya que la gente culta generalmente la
pronuncia así. Y en el caso de que no se la pronunciase, tampoco es un argumento, porque si fuéramos a caer en la locura de
escribir las palabras tal como se pronuncian tendríamos que poner payasadas como silógico, asaña y rebolución, al menos en
Buenos Aires.

3. Por lo demás, que en ningún idioma hay correspondencia entre el lenguaje hablado y el escrito, puesto que el escrito está
fijado por los textos y aquél va cambiando en el espacio y en el tiempo. En alguna parte y en alguna época se pronunciaba o
pronuncia “bosque”, pero hoy aquí en Buenos Aires decimos “bosque”; del mismo modo, supongo, que en algún tiempo en
Francia se decía “mesme” para luego derivar hacia “mejme”, y luego a “mehme”, para terminar escribiéndose “meme” donde
el acento circunflejo indica que allí hubo alguna vez una perecedera ese. Si el lenguaje escrito fuese alterado cada vez que el
pueblo y las costumbres fonéticas cambian, sería cosa de no acabar, y una forma más demencial de dividir el territorio
lingüístico en parcelas liliputienses: ya que habría que usar una forma para Buenos Aires, con sus “bojques” y “yubias”, y otra
para Santiago del Estero, con sus “bosques” y “iubias”. Pero qué digo, había que establecer una lengua para el Barrio Norte de
Buenos Aires y otra para La Boca.

4. Todo idioma se aleja de lo escrito. Y algunos, como el inglés, que allí donde escriben Londres pronuncian Constantinopla.
Esos investigadores que andan con grabadores han contado no menos de veinte formas de pronunciar la letra o, entre las
cuales la más sorprendente es la que figura en la palabra women.

5. La lengua oral es tan voluble que a veces hasta imita a la escrita, lo que ya es el colmo de vuelta. Así, antes del Renacimiento
se escribía y se pronunciaba “oscuro”; pero los eruditos de la época, por escrúpulo etimológico, apuntalaron la palabra con
una b. Podría haberse mantenido muda, como corresponde a una momia o un fósil. Pero las enérgicas educadoras
lograron que los chicos pronunciaran finalmente “obscuro”. Lo que, por supuesto, y si se dejan de lado los golpes, nada tiene
de dramático; hay que tomarlo ahora como una costumbre más y no hacer tanto escándalo. De modo que si a un escritor se
le da la real gana de escribirlo sin b, hay que respetarlo. Y si no se lo respeta, hay que protestar. Que es exactamente lo que
le pasó a Unamuno cuando un pedante corrector le puso en una de sus pruebas: “¡Ojo! ¡Obscuro!, corrigiendo lo que había
escrito don Miguel. A lo que, tachando enérgicamente la insolencia, contestó, también el margen: “¡Oreja! ¡Oscuro!”
Psicología con p. Ensayos inéditos. Ernesto Sábato

5. ¿Cuál es la tesis que plantea el autor?


A) Las editoriales no deben corregir a los autores.
B) Las normas lingüísticas las impone el pueblo.
C) Nadie debe imponer a los escritores las normas del lenguaje.
D) Los escritores poseen sus propias ideas sobre el idioma.
E) La Real Academia de la Lengua fija normas impuestas por los escritores.

6. La tesis planteada por el autor tiene como base o premisa


A) La corrección de la grafía “psi” por “si” no tiene base.
B) Los escritores y el pueblo imponen las normas.
C) Los escritores originales debe ser respetados.
D) Las editoriales toman decisiones apresuradas.
E) Las políticas lingüísticas de las editoriales son erróneas.

7. Cuando el autor señala, en el segundo párrafo, que el argumento fonético no se puede oponer al uso de la grafía “psi”, está

I. Avalando su tesis.
II. Argumentado a partir de un hecho concreto.
III. Planteando un razonamiento por analogía entre dos ideas.

A) Sólo I
B) Sólo I y II
C) Sólo III
D) Sólo II y III
E) I, II y III

8. El cuerpo argumentativo del ensayo se estructura en torno a la idea de que


A) No existe correspondencia entre el lenguaje hablado y el escrito.
B) El lenguaje escrito no puede ser alterado.
C) No es posible parcelar el territorio del lenguaje.
D) La lengua oral es voluble.
E) Los investigadores y las educadoras impusieron ciertos fonemas y formas de escribir las palabras.

9. El ensayista cita el caso de Miguel de Unamuno para


A) Graficar humorísticamente el uso de la palabra “obscuro”.
B) Darle credibilidad a su propia experiencia.
C) Justificar la actitud de protesta de un escritor cuando se le corrige.
D) Dejar en claro que los escritores no se equivocan.
E) Avalar su molestia ante el insulto de haber sido corregido.

10. El propósito del autor al tratar el tema es


A) Contar una experiencia personal y reflexionar sobre ella.
B) Criticar a los correctores por ser pedantes e insolentes.
C) Argumentar sobre la lengua hablada y la lengua escrita.
D) Manifestar su desacuerdo en que los escritores sean corregidos.
E) Comparar el caso de Unamuno con la vivencia personal.

LÉXICO CONTEXTUAL

Reemplace la palabra subrayada por el término más adecuado, dependiendo del contexto, aunque se produzcan diferencias
en la concordancia de género.

11. ADVERTIR 12. CONSAGRACIÓN 13. PERECEDERA 14.LILIPUTIENSES


A) Notar A) Publicación A) Insignificante A) Fantásticas
B) Leer B) Aporte B) Efímera B) Inaccesibles
C) Mirar C) Resultado C) Delicada C) Pequeñísimas
D) Verificar D) Ratificación D) Eterna D) Incomprensibles
E) Constatar E) Manifestación E) Pequeña E) Lejanas

15. VOLUBLE 16. ERUDITOS 17. ENÉRGICAS 18. PEDANTE


A) Versátil A) Educadores A) Rigurosas A) Presumido
B) Adaptable B) Estudiosos B) Inquebrantables B) Inútil
C) Expresivas C) Afamados C) Eficaces C) Escrupuloso
D) Sorprendente D) Sabihondos D) Animosas D) Insolente
E) Cambiante E) Lingüistas E) Duras E) Necio
Prueba de Unidad 1: Tradición y cambio. Literatura y ensayo.(CUARTO MEDIO).

AE 01 Analizar e interpretar textos literarios de carácter reflexivo-argumentativo (ensayos, crónicas


de opinión, columnas de opinión, etcétera) de autores chilenos y latinoamericanos de los siglos XIX y
XX.

Tabla de especificaciones
Aprendizaje esperado Objetivos de evaluación Cantidad y tipo Posición Puntaje
de pregunta

AE 01 Analizar e interpretar textos OE1 Caracterizan la propuesta temática y valórica 2 1-3-4 6


literarios de carácter reflexivo- de un ensayo. Abiertas
argumentativo (ensayos, crónicas OE2 Analizan la relación entre el tema del ensayo y 1 2 2
de opinión, columnas de opinión, el contexto histórico de producción. Abiertas
etcétera) de autores chilenos y
latinoamericanos de los siglos XIX OE3 Critican los argumentos usados por un autor 2 5 4
y XX. para fundamentar y respaldar su tesis. Abiertas
Prueba de Aprendizaje 01 (Unidad 1: Tradición y cambio. Literatura y ensayo).Cuarto año medio.
Nombre: Curso: Fecha:

Puntaje 12 Nivel de exigencia: 60% Puntaje de 7 Puntaje Observaciones:


máximo: aprobación: alumno:

Lea el ensayo del reverso y responda las preguntas.

1. ¿Cuál es el tema que desarrolla el texto? Fundamente (2 puntos).

2. ¿En qué año se escribió el texto? ¿Cómo influye la época en la visión que tiene la autora sobre el tema? (2 puntos).

3. ¿Cuál fue el propósito de la autora para escribir este texto? Fundamente (2 puntos).

4. ¿Qué visión tiene la autora respecto de los hombres y de las mujeres? (2 puntos).

5. Critique dos argumentos de la autora (positiva o negativamente) (2 puntos).


Por la Matria. Los caminos de la mujer. Por Lilian Elphick, chilena.

Parto de la matria y hacia la matria, una zona que la filósofa francesa Julia Kristeva “identifica con "otro espacio" que no tiene que ver con la tierra
de nacimiento, ni con la legitimación de cualquier Estado, sino con un lugar interior en el que crear un "cuarto propio"[1]. Y empleo, también, una consigna,
un lema, una bandera de lucha: Matria y vida. Venceremos, en oposición al Patria o Muerte. Venceremos, voz de rebeldía que aún resuena en nuestros oídos
y que más de una vez gritamos, hombres y mujeres, en los años de la dictadura chilena.
Matria y vida quiere decir instalarse en un sitio diferente, establecer complicidades y visibilizaciones, reunirnos en la memoria, y comenzar a ser y
a no ser el otro o la otredad, término que quizás fue descrito por primera vez por Simone de Beuvoir en El segundo sexo en 1949.
Matria y vida es la antítesis de la fuerza dominante de la cultura patriarcal unificada en la guerra, el sojuzgamiento, la desvaloración y la muerte.
Cultura empoderada en la violencia y que niega el amor.
Humberto Maturana, en el Prefacio a El cáliz y la espada, de Riane Eisler[2], señala que: “Debido a su origen la historia de la humanidad antes del
patriarcado no es una historia centrada en la competencia, la lucha o la agresión, sino en la solidaridad en la que la competencia, la lucha o la agresión, eran
sólo episodios del convivir, no un modo de vida.” (Eisler: XVI)
Margarita Pisano, a su vez, indica:
“Los movimientos sociales han sido una de mis principales preocupaciones. Cómo rediseñarlos para sacarlos del espacio de marginalidad y
colocarlos en un lugar exterior a la cultura vigente, para que reemplacen el pensamiento y producción cultural masculinista, desde donde se
elabore y se ejercite la idea de un nuevo sistema civilizatorio. (…)
Las mujeres podemos crear, a través de la concepción de un cuerpo cíclico, una lógica abierta, multidireccional, no jerarquizada respecto de la
lógica de dominio y, por tanto, no excluyente, sino más bien con un poder que -aunque difícil de imaginar- esté desprovisto de dominio, me refiero al poder
de la libertad, la creación, el pensamiento no subordinado. A pesar de que en esta cultura de dominio existen poderes con estas características, su lógica debe
ser modificada, ya que es ésta la que los pervierte. Todo no, contiene un sí, como sostiene Camus, y esto alude a la capacidad humana pensante que puede
recoger esta información y transformarla en cultura y civilización.” [3]
La perseverancia de las mujeres chilenas tiene larga data. Recordemos a Paula Jaraquemada, Javiera Carrera, Rosario Rosales y Luisa Recabarren
que luchan por la Independencia en 1810; recordemos a Eloísa Díaz, primera mujer estudiante de medicina (1880) y primera doctora (1887); recordemos a
Gabriela Mistral, primera mujer latinoamericana en obtener el Premio Nobel de Literatura en 1945, y que en 1906 escribió: “Instruir a la mujer es hacerla
digna y levantarla. Abrirle un campo más vasto de porvenir, es arrancar a la degradación muchas de sus víctimas.”[4]
En 1935, se funda el MENCH. Leamos a Luis Vitale:
“Se funda el 11 de mayo el MEMCH (Movimiento por Emancipación de la Mujer Chilena), paso decisivo en la formación de la conciencia de género.
A través de su periódico “La Mujer Nueva” se criticó la discriminación de la mujer en el trabajo, promoviendo que las empleadas domésticas ingresaran a sus
filas para contribuir a su organización sindical. Presentaron un proyecto de ley sobre desayuno escolar gratuito, criticando la explotación de los menores de
edad. En 1936, el MEMCH planteó la “emancipación de la maternidad obligada”, pidiendo “el reconocimiento del aborto a fin de que pueda ser practicado
científicamente”.
Antes de 1949 las mujeres chilenas no tenían derecho a voto. La articulación que se gesta antes de este año puede ser perfectamente designado
como un movimiento social de mujeres por conseguir este derecho y otros. En 1934, se crea la Agrupación Nacional de Mujeres de Chile y Amanda Labarca
publica el ensayo ¿A dónde va la mujer?
“El voto femenino es alcanzado en 1949 para las elecciones municipales y 1952 para la elección presidencial. El personaje más destacado del
movimiento feminista chileno en ese momento fue Amanda Labarca Humberstone (1886-1975).”
Sobresalen, además, Elena Caffarenna y Flor Heredia que, en 1941, presentan un proyecto de ley a favor del voto femenino. [7]
Uno de los hechos más destacables en la historia de los movimientos sociales de mujeres en Chile es la creación del Movimiento por la emancipación
de la mujer chilena, refundado en 1983, la importancia que le dio a la mujer el presidente Salvador Allende, entre los años 1970 y 1973. Se crean los “Los
Comedores Populares (que) tendían a aliviar la pesada carga de las mujeres en el hogar. Otras medidas fueron: el medio litro de leche para mujeres
embarazadas y lactantes; aumento del fuero maternal y obligación de las empresas, con más de 20 mujeres, a tener salas-cuna y jardines infantiles.” (Vitale.
Ibíd.), y la inauguración de La Casa de la Mujer, La Morada, en 1983, “un lugar para recuperar lo invisible y negado, vivencias concretas de discriminación y
oposición de las mujeres, el camino hacia la conciencia femenina, colectiva y política, hacia la libertad con cuerpo de mujer. (…) Lugar de aprendizaje, de
activismo, de acción política, servicios, capacitación, formación, publicaciones, foros, eventos, campañas, encuentros, actos culturales.”
Con la irrupción de la dictadura militar, se forman movimientos relacionados a la represión y violencia imperantes, como las Agrupaciones de
Familiares de Víctimas de la Represión y algunos grupos de apoyo, como la Agrupación de Mujeres Democráticas y después el grupo Vamos Mujer. Se crearon
varias organizaciones de mujeres que reivindicaron por sobre todo el tema de los derechos humanos, muchas veces en búsqueda de familiares desaparecidos.
Ejemplos de éstas fueron Mujeres por la Vida, y Mujeres de Chile.
En relación a la escritura de obras literarias en dictadura, cito a Diamela Eltit: “Efectivamente, la situación impuesta por la dictadura chilena obligó
a aquellos que teníamos una posición democrática y aún más, de izquierda, a una cuidadosa utilización del lenguaje. Como ciudadana habitante de esos años
extraordinariamente difíciles pude presenciar cómo la instalación de la dictadura implicaba el radical retiro de una parte del lenguaje que aludía a los pasados
léxicos políticos. Por otra parte, tanto la oralidad como la escritura se volvieron terrenos resbaladizos que fueron intervenidos por la autocensura, que es la
peor forma de censura. Entonces los lenguajes se volvieron “peligrosos” porque podían “delatar”. Allí pude dimensionar el lenguaje como algo estratégico y
crucial. Lo importante empezó a radicar más que en “lo dicho”, en lo “no dicho”, o bien en las zonas fluctuantes y ambiguas que permitían la censura y la
autocensura. Una parte del poder pasó por el lenguaje. Sería largo detallar este proceso porque en realidad contaminó toda la vida cotidiana. Sin embargo
quiero señalar que la experiencia de ser una mujer con estudios en letras me puso frente a una realidad ineludible: que el lenguaje no es inocente, es poroso,
múltiple y constituye, en último término, una de las políticas más decisivas en términos de sobrevivencia y de exterminio.”
Debo agregar las producciones de Pía Barros, Sonia González Valdenegro, Ana María del Río y otras narradoras que comienzan a publicar sus obras
a mediados de los años 80 y que, definitivamente, utilizan ese tipo de lenguaje nombrado por Diamela Eltit como sobrevivencia, pero también como denuncia.
Es imposible olvidar a las poetas Carmen Berenguer, Elvira Hernández, Marina Arrate, Verónica Zondec que, “por medio de su gesto escritural, trizan el carácter
jerárquico-histórico de la cultura patriarcal, a través del (des)doblamiento de los pliegues del lenguaje.”
Actualmente, he de resaltar un flujo que podría llegar a convertirse en movimiento social y que ha trascendido los límites geográficos de Chile. Se
trata de las Antologías de microcuentos Basta! Cien mujeres contra la violencia de género y Basta! Cien hombres contra la violencia de género,publicadas por
Asterión Ediciones, con Pía Barros a la cabeza, y sus pares Basta! Argentina y Basta! Perú. En la puerta del horno está Basta. + de cien cuentos contra el abuso
infantil.
“…La violencia de género es transversal y no se produce más en un barrio que otro, aunque si haya mayor encubrimiento. La violencia
contra la mujer es un hecho grave que está invisibilizado".[13]
En suma, la Matria resiste y conversa, porque “conversar” es dar vuelta juntas/os, “es el entrelazamiento del lenguajear y el emocionar que ocurre
en el vivir humano en el lenguaje”. (Maturana xi).
Apuntes presentados a la mesa temática Mujer, movimientos sociales y poder, Primer Salón de Editoriales Caminando el Sur, Puerto Montt, Chile, 2012.
Albert Einstein. EL MUNDO TAL COMO YO LO VEO.
Publicado por primera vez en Forum and Century, voL 84, p. 193-194, el
número 13 de la serie "Forum Film actual". Incluido también en Living Philosophies
(p. 3-7), Nueva York, Simon & Schuster. 1931.
¡Qué mala suerte la de nosotros los mortales! Estamos aquí por un breve período, no sabemos con qué propósito, aunque a veces
creemos percibirlo. Pero no hace falta reflexionar mucho para saber, en contacto con la realidad cotidiana, que uno existe para otras
personas: en primer lugar para aquellos de cuyas sonrisas y de cuyo bienestar depende totalmente nuestra propia felicidad, y luego para los
muchos, para nuestros desconocidos, a cuyos destinos estamos ligados por lazos de afinidad. Me recuerdo a mí mismo cien veces al día que
mi vida interior y mi vida exterior se apoyan en los trabajos de otros hombres, vivos y muertos, y que debo esforzarme para dar en la misma
medida en que he recibido y aún sigo recibiendo. Me atrae profundamente la vida frugal y suelo tener la agobiante certeza de que acaparo
una cuantía indebida del trabajo de mis semejantes. Las diferencias de clase me parecen injustificadas y, en último término, basadas en la
fuerza. Creo también que es bueno para todos, física y mentalmente, llevar una vida sencilla y modesta.
No creo en absoluto en la libertad humana en el sentido filosófico. Todos actuamos no sólo bajo presión externa sino también en
función de la necesidad interna. La frase de Schopenhauer «Un hombre puede hacer lo que quiera, pero no querer lo que quiera», ha sido
para mí, desde mi juventud, una auténtica inspiración. Ha sido un constante consuelo en las penalidades de la vida, de la mía y de las de los
demás, y un manantial inagotable de tolerancia. El comprender esto mitiga, por suerte, ese sentido de la responsabilidad que fácilmente
puede llegar a ser paralizante, y nos impide tomarnos a nosotros y tomar a los demás excesivamente en serio; conduce a un enfoque de la
vida que, en concreto, da al humor el puesto que se merece.
Siempre me ha parecido absurdo, desde un punto de vista objetivo, buscar el significado o el objeto de nuestra propia existencia o
de la de todas las criaturas. Y, sin embargo, todos tenemos ciertos ideales que determinan la dirección de nuestros esfuerzos y nuestros
juicios. En tal sentido, nunca he perseguido la comodidad y la felicidad como fines en sí mismos... Llamo a este planteamiento ético el ideal
de la pocilga. Los ideales que han iluminado mi camino y me han proporcionado una y otra vez nuevo valor para afrontar la vida alegremente,
han sido Belleza, Bondad y Verdad. Sin un sentimiento de comunidad con hombres de mentalidad similar, sin ocuparme del mundo objetivo,
sin el eterno inalcanzable en las tareas del arte y de la ciencia, la vida me habría parecido vacía. Los objetivos triviales de los esfuerzos
humanos (posesiones, éxito público, lujo) me han parecido despreciables.
Mi profundo sentido de la justicia social y de la responsabilidad social han contrastado siempre, curiosamente, con mi notoria falta
de necesidad de un contacto directo con otros seres humanos y otras comunidades humanas. Soy en verdad un «viajero solitario» y jamás
he pertenecido a mi país, a mi casa, a mis amigos, ni siquiera a mi familia inmediata, con todo mi corazón. Frente a todos estos lazos, jamás
he sentimientos que crecen con los años.
Uno toma clara conciencia, aunque sin lamentarlo, de los límites del entendimiento y la armonía con otras personas. No hay duda
de que con esto uno pierde parte de su inocencia y de su tranquilidad; por otra parte, gana una gran independencia respecto a las opiniones,
los hábitos y los juicios de sus semejantes y evita la tentación de apoyar su equilibrio interno en tan inseguros cimientos.
Mi ideal político es la democracia. Que se respete a cada hombre como individuo y que no se convierta a ninguno de ellos en ídolo. Es una
ironía del destino el que yo mismo haya sido objeto de excesiva admiración y reverencia por parte de mis semejantes, sin causa ni mérito
míos. La causa de esto quizá sea el deseo, inalcanzable para muchos, de comprender las pocas ideas a las que he llegado con mis débiles
fuerzas gracias a una lucha incesante. Tengo plena conciencia de que para que una sociedad pueda lograr sus objetivos es necesario que
haya alguien que piense, dirija y asuma, en términos generales, la responsabilidad. Pero el dirigente no debe imponerse mediante la fuerza,
sino que los hombres deben poder elegir a su dirigente. Soy de la opinión que un sistema autocrático de coerción degenera muy pronto. La
fuerza atrae siempre a hombres de escasa moralidad, y considero regla invariable el que a los tiranos de talento sucedan siempre pícaros.
Por esta razón, me he opuesto siempre apasionadamente a sistemas como los que hay hoy en Italia y en Rusia. Las causas del descredito de
la forma de democracia que existe hoy en Europa no deben atribuirse al principio democrático en cuanto tal, sino a la falta de estabilidad de
los gobiernos y al carácter impersonal del sistema electoral.
Creo, a este respecto, que los Estados Unidos han encontrado el camino justo. Tienen un presidente a quien se elige por un período
lo bastante largo y con poder suficiente para ejercer adecuadamente su cargo. Por otra parte, lo que yo valoro en el sistema político alemán
es que ampara mucho más ampliamente al individuo en caso de necesidad o enfermedad. Lo que es realmente valioso en el espectáculo de
la vida humana no es, en mi opinión, el estado político, sino el individuo sensible y creador, la personalidad; sólo eso crea lo noble y lo
sublime, mientras que el rebaño en cuanto tal, se mantiene torpe en el pensamiento y torpe en el sentimiento.
Este tema me lleva al peor producto de la vida de rebaño, al sistema militar, el cual detesto. Que un hombre pueda disfrutar
desfilando a los compases de una banda es suficiente para que me resulte despreciable. Le habrán dado su gran cerebro sólo por error; Le
habría bastado con médula espinal desprotegida. Esta plaga de la civilización debería abolirse lo más rápidamente posible. Ese culto al héroe,
esa violencia insensata y todo ese repugnante absurdo que se conoce con el nombre de patriotismo. ¡Con qué pasión lo odio! ¡Qué vil y
despreciable me parece la guerra!
Prefiero que me descuarticen antes de tomar parte en actividad tan abominable Tengo tan alta opinión del género humano que
creo que este espantajo habría desaparecido con mucho si los intereses políticos y comerciales, que actúan a través de los centros de
enseñanza y de la prensa, no corrompiesen el sentido común de las gentes.
La experiencia más hermosa que tenemos a nuestro alcance es el misterio. Es la emoción fundamental que está en la cuna del
verdadero arte y de la verdadera ciencia. El que no la conozca y no pueda ya admirarse, y no pueda ya asombrarse ni maravillarse, está como
muerto y tiene los ojos nublados. Fue la experiencia del misterio (aunque mezclada con el miedo) la que engendró la religión. La certeza de
que existe algo que no podemos alcanzar, nuestra percepción de la razón más profunda y la belleza más deslumbradora, a las que nuestras
mentes sólo pueden acceder en sus formas más toscas... son esta certeza y esta emoción las que constituyen la auténtica religiosidad. En
este sentido, y sólo en éste, es en el que soy un hombre profundamente religioso. No puedo imaginar a un dios que recompense y castigue
a sus criaturas, o que tenga una voluntad parecida a la que experimentamos dentro de nosotros mismos. Ni puedo ni querría imaginar que
el individuo sobreviva a su muerte física; dejemos que las almas débiles, por miedo o por absurdo egoísmo, se complazcan en estas ideas. Yo
me doy por satisfecho con el misterio de la eternidad de la vida y con la conciencia de un vislumbre de la estructura maravillosa del mundo
real, junto con el esfuerzo decidido por abarcar una parte, aunque sea muy pequeña, de la Razón que se manifiesta en la naturaleza.

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