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Abuso sexual en la infancia:

víctimas y agresores
AUTORES
 Enrique Echeburúa
 Cristina Guerricaechevavarria Estanca
EDITORIAL

 Editorial Ariel

TEMATICA

 Psicología | Estudios sobre la violencia


 Psicología | General psicología

COLECCION
 Ariel Ciencias Sociales

NÚMERO DE PÁGINAS
 208
El abuso sexual a menores es un problema universal que está presente, de una u otra forma, en
todas las culturas y sociedades y que constituye un complejo fenómeno resultante de una
combinación de factores individuales, familiares y sociales. Lo que importa es que, en cualquier caso,
supone una interferencia negativa en el desarrollo evolutivo del niño. No obstante, las secuelas del
abuso sexual son similares a las de otro tipo de victimizaciones. De este modo, más que respuestas
específicas a traumas específicos, los diferentes tipos de victimización (castigo físico, abuso sexual,
abandono emocional, etc.) pueden dar lugar a síntomas y pautas de conductas similares en niños
de la misma edad. El único síntoma específico que diferencia a los niños abusados sexualmente es
una conducta sexual inapropiada. El hilo conductor de este libro es la intervención clínica, con una
descripción detallada de los aspectos psicopatológicos y de las propuestas de evaluación y
tratamiento.

El enfoque clínico del abuso sexual, objetivo de este texto, se justifica por la frecuente necesidad de
intervención terapéutica en este problema. La mayoría de los niños que han sufrido abusos sexuales
se muestran afectados negativamente por la experiencia. Y, lo que es más importante, el malestar
generado suele continuar en la edad adulta si no reciben un tratamiento psicológico adecuado. En
estos casos, lo mejor es actuar terapéuticamente con la víctima y la familia al mismo tiempo. De este
modo, la intervención con los niños se emplea, por regla general, en conjunción con los esfuerzos
para reformar al agresor y potenciar la capacidad de la familia para apoyar al menor.

Como un aspecto innovador de este texto, se dedica un apartado específico a la intervención


terapéutica con los abusadores de menores y se incluyen una serie de casos clínicos reales -reflejo
de la experiencia clínica de los autores-, referidos al tratamiento de las víctimas y de los agresores
sexuales.
Un reto de futuro es ahondar en el conocimiento de las consecuencias psicopatológicas del abuso
sexual y en el papel mediador de los factores de vulnerabilidad y de protección. Se trata de señalar
algo tan obvio como que no hay un perfil único de víctima, que las diferencias individuales están
presentes y que no hay una respuesta invariable a una situación traumática. Sólo de este modo se
puede abordar una toma de decisiones adecuada entre las distintas alternativas posibles y no
necesariamente excluyentes: el tratamiento de la víctima, la salida del agresor del hogar, la
separación del menor de los padres, el apoyo social a la familia, la terapia del agresor, etc.
El término violencia sexual hace referencia al acto de coacción o amenaza hacia una
persona con el objetivo de que lleve a cabo una determinada conducta sexual, por
extensión, se consideran también como ejemplos de violencia sexual "los comentarios o
insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de
cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por la relación de
ésta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y/o el lugar de trabajo." 1 La
violencia sexual se manifiesta con actos agresivos que mediante el uso de la fuerza física,
psíquica o moral reducen a una persona a condiciones de inferioridad para imponer una
conducta sexual en contra de su voluntad. Este es un acto que busca fundamentalmente
someter el cuerpo y la voluntad de las víctimas.

Características y víctimas más frecuentes


Los casos más frecuentes de violencia sexual son ejercidos sobre niños (la pedofilia y
el abuso sexual intrafamiliar) y la violación de mujeres.
El delincuente sexual lo puede ser en exclusiva (sobre todo en el caso de los pedófilos),
pero también puede ir acompañado de otros perfiles delictivos, tal es el caso de robos,
agresiones, maltrato físico, etc.
El agresor sexual no es necesariamente un desconocido para la víctima; en ocasiones es,
precisamente, su cercanía cotidiana a la misma la que le ha facilitado un determinado
grado de confianza que ha derivado en la imposición de una determinada relación.
En países con estadísticas fiables al respecto, las agresiones sexuales constituyen un
porcentaje relativamente bajo de la violencia denunciada. No obstante, el carácter
intrínseco de la violencia sexual sugiere la posibilidad de una violencia encubierta debido a
actitudes de vergüenza o de temor a represalias por parte de la víctima.

Motivaciones
La mayoría de las víctimas son mujeres y la mayoría de los agresores son hombres. Esta
predominancia del agresor sexual masculino se debe a diversos factores:

un mayor impulso sexual, derivado, en parte, por el aumento de testosterona en


la sangre, que no puede ser inhibido debido a diversos factores. Sin embargo los estudios
biológicos que indican, que tanto mujeres como hombres tienen testosterona, anulan este
argumento. El impulso sexual es igual tanto en hombres como en mujeres y puede ser
inhibido de igual forma por sujetos de uno u otro sexo.
un mayor componente agresivo; biológicamente también se ha determinado que no
existe relación entre sexo y agresividad, por lo que este componente agresivo es
causado únicamente por la educación social y cultural que reciban los individuos.

una mayor impronta de factores socio-culturales, como es el caso de las expectativas de


su comportamiento como varón, que van asociadas a un impulso sexual fuerte, etc.
En el origen de la violencia sexual se encuentran, al menos, tres factores esenciales:
En primer lugar están los factores psicológicos: la imposibilidad de conseguir la excitación
sexual sin el uso de la violencia; la falta de autocontrol; una autoestima deficitaria en lo
sexual; la ausencia de empatía sexual, que puede llevar a una distorsión cognitiva que
justifique su agresión (a ella le gusta, ella lo ha buscado, el sexo con niños es darles
cariño...); algún trastorno de personalidad; una historia personal como víctima de abusos
sexuales; etc. En el caso de las violaciones, por ejemplo, en muchas ocasiones más que el
placer sexual es la necesidad de satisfacer necesidades de dominación, autoafirmación,
competitividad o poder las que están en el origen de las mismas.
En segundo lugar están los factores sociales: el prestigio que da la violencia para ciertos
individuos en determinados grupos sociales; la cosificación de la mujer a través de los
medios de comunicación y lenguaje sexista; etc.
En tercer lugar están los factores situacionales: como el consumo de drogas y alcohol, y
el contagio emocional de la vivencia grupal.
Lo que en concreto puede precipitar una agresión sexual es la presencia de ciertas variables
circunstanciales, como una situación de estrés prolongada, el consumo de alcohol, un deseo
urgente sexual, un grado alto de irritabilidad o la percepción de seducción o indefensión en
la víctima, así como la probabilidad de que el acto quede impune.2

Véase también

 Agresor sexual
 Abuso sexual
 Abuso infantil
 Delitos contra la libertad e indemnidad sexuales
 Violación
 Violencia contra la mujer
 Violación en cárceles
 Caso de La Manada

Notas

1. ↑ Informe mundial sobre la violencia y la salud, pág.


161.
2. ↑ Enrique Echeburua, "Violencia sexual", pág. 71.
Fuentes bibliográficas

Echeburua, Enrique. «Violencia sexual.» Mente y Cerebro, 28, 2008, págs. 68-73.

Informe mundial sobre la violencia y la salud, cap. 6.

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