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Introducción
Cada día son más los niños que quedan huérfanos de alguno de los padres o
sufren la pérdida de algún familiar debido al aumento en la violencia, los accidentes de
tránsito, enfermedades y otros problemas sociales que acosan a nuestra sociedad.
Hace unos meses perdí a mi hermano, víctima de la violencia que hay en nuestro
país. Dejó un niño de nueve años de edad el cual quedó muy afectado por el impacto
inesperado de la noticia de la muerte de su papá.
Nosotros los adultos hemos tenido que trabajar duro con nuestros sentimientos y
con el dolor de la pérdida, pero el dolor y la pena de mi sobrino me llevó a interesarme en
el tema del niño y el luto para poder ayudar a la familia y a su mamá a tratar con su
crisis.
Este tema me resulta interesante y espero aprender bastante para luego poder
aplicar los conocimientos adquiridos, no sólo con con mi sobrino, sino con todos los
niños que en algún momento necesiten de mí.
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I- Enfrentando la Muerte
Una vez que el niño acepta la muerte, estará más propenso a expresar de vez en
cuando sentimientos de tristeza por largo tiempo y en ocasiones inesperadas. El
consejero debe hacerle entender al niño que es normal lo que siente y que expresar sus
sentimientos abierta y libremente es correcto y deseable.
Debido a que el niño ha perdido a alguien que es esencial para la estabilidad
propia y de su mundo, la ira, por lo general, es una reacción natural. O sea que no nos
debe extrañar si notamos al niño un poco violento. Este enfado o ira puede ser expresado
a través de un juego desordenado, pesadillas, irritabilidad o una variedad de
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comportamientos como por ejemplo evacuarse encima. Con frecuencia el niño también
puede demostrar furia hacia otros miembros de la familia.
Muchos tienden a actuar como si fueran menores de lo que son (regresión)
después de la muerte de uno de sus padres. Pueden tornarse infantiles, exigentes, llamar
la atención, buscar acurrucarse o hablar como si fueran bebés.
Es interesante saber que el sentimiento de culpa en este período de pena es más
fuerte en el niño que en el adulto. Un niño puede autoconvencerse fácilmente que el
padre o la madre ha muerto porque estaba enojado por su causa y él había deseado que se
muriera después de tal o cual incidente. Es impresindible ayudar al niño a expresar estos
sentimientos y pensamientos. Admitir estos sentimientos y ayudarle a él mismo a
aceptarlos es un primer paso muy importante para encarar este problema de la culpa.
Ante este sentimiento, el consejero no debe decirle al niño que no se debe sentir así o que
no diga tal o cual cosa. Puede que estos comentarios sean bien intensionados, pero los
mismos pueden evitar que el niño exprese sus sentimientos. Al niño hay que aceptarlo y
atenderlo de la manera en que se siente, entonces tratar de ayudarlo a comprenderse y
aceptarse también. El consejero tiene la tarea de hacerle comprender al niño, sin forzarlo
a reprimir el enojo o la culpa que siente, que eran amados por la persona fallecida y que
no fue su culpa el que haya muerto.
Lógicamente no todos los niños reaccionan de la misma manera ante la muerte,
pero es necesario saber algunas señales de peligro que pueden aparecer en el niño
cuando se le muere un familiar. Estas son:
• Un período prolongado de depresión durante el cual el niño pierde interés
en actividades y eventos usuales.
• Inhabilidad para dormir, pérdida de apetito, temor prolongado a quedarse
solo.
A. Intervención
Para intervenir con un niño que ha perdido un familiar, creo que primeramente el
consejero debe tomar en cuenta los principales factores que influyen en el proceso de
aflicción del niño. Me explico. No todos los niños reaccionan igual ante la muerte
porque hay una serie de cosas que influyen en su comportamiento. Por ejemplo, el
concepto de la muerte que tiene cada cual de acuerdo a su experiencia y situación en la
vida. Esto va a depender de la edad cronológica y mental del niño y de otras experiencias
previas con la muerte. También hay que tomar en cuenta la relación del niño con el
difunto. El significado de esa muerte. Si fue la mamá, el papá, hermano, etc.
Importante es conocer la naturaleza de la muerte por la cual ese niño está sufriendo.
Saber cómo fue, cuando y dónde murió.
Debemos saber la disponibilidad del apoyo familiar. Muchas veces la familia
está tan afectada por la muerte de este familiar que pueden descuidar a los niños porque
su dolor no los deja ver más allá de ellos mismos. Otra de las cosas que el consejero debe
saber es cómo es la conducta, actitudes y respuestas de los padres y/o otras figuras
significativas del niño. Cómo lo tratan, cómo es el ambiente donde el niño vive, cómo
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A veces pensamos que los niños, por reaccionar diferente a los adultos, o porque
son muy pequeños para entender la muerte, no necesitan ayuda y los descuidamos. Sin
embargo la crisis que más impacta a los niños es la muerte de un ser querido.
Para ayudar a un niño en crisis por causa de una pérdida, hay que saber escuchar
al niño comenzando donde él está. O sea que debemos descubrir cómo el niño percibe y
se siente con respecto a lo que ha sucedido. Según Cáseres, el escuchar es uno de los
elementos básicos para entender al orientado y por supuesto esto incluye a los niños. El
escuchar implica comprensión y entendimiento. Es un seguimiento activo de lo que el
orientado está diciendo o tratando de decir. En otras palabras, no sólo es oir las palabras
del niño, sino lo que está detrás y entre esas palabras. Tal vez el niño diga que no quiere
a Dios porque su mamá se murió, pero lo que está reflejando es enojo por lo que ha
sucedido. Así que el consejero debe ser sensible a lo que el niño está diciendo realmente.
No debe apresurarse a contestar o decir cosas sin primero estar seguro de lo que el niño
ha dicho. Por ejemplo, un niño, en una ocasión, le dijo a su mamá: “mamá, ¿de dónde
vine? la mamá trató de explicarle de una forma sencilla de dónde venían los bebés, pero
cuando terminó el niño le dijo: No era eso, mi amiguito vino de Chicago, y yo ¿de dónde
vine? Es muy importante saber a lo que el niño se refiere para poder contestarle
asertadamente. Si éste hace preguntas debemos darle respuestas cortas y pausar de vez
en cuando para que el niño pueda entender y responder a la conversación. El consejero
debe asegurarse de que el niño está escuchando y de que ha contestado lo que él quería
saber.
Como parte del proceso de escuchar, el consejero puede hacer uso de las
preguntas para comprobar sus suposiciones. Esto Cáseres lo ubica en la base de
clarificar actitudes y sentimientos. Es importante para saber cómo el niño percibe la
situación y cómo se percibe a sí mismo. Plantear preguntas puede ayudarnos a descubrir
dónde está el niño. Podríamos comenzar diciendo: “cuéntame qué pasó” o “¿cómo te
sientes?” Los sentimientos son muy importantes. ¿Se siente el niño enojado?
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es fácil que los niños entiendan muchas cosas, pero debemos tratar de compartir nuestra
fe de una forma sencilla que ellos entiendan.
En la consejería con un niño nos encontraremos con algunos que no quieren
hablar y/o quieren evitar el tema y cambian la conversación. Para este problema, si se le
puede llamar así, el juego es una técnica que se puede utilizar en la intervención. El
juego facilita al niño a expresar sus sentimientos indirectamente y puede dar al consejero
la información que busca. Juguetes como cassettes, teléfonos, materiales para dibujar,
muñecos y títeres pueden ser muy útiles para este propósito.
Todo consejero que trabaja con niños debe considerar algunos factores que el Dr.
Norman Wright sugiere y quisiera mencionarlos:
• El ayudar a un niño a resolver una crisis puede convertirse
en crisis para en el consejero.
• La tendencia a forzar la resolución de la crisis demasiado
pronto, en el caso de los niños, produce una reacción contraria.
• No tienes soluciones mágicas, así que no des al niño la idea
de que sí las tienes.
• Al trabajar con un niño, procura no vacilar entre
sentimientos de confianza e incertidumbre.
• El niñova a influir tanto como tú influyas en él. Sus
sentimentos y reacciones se te van a contagiar.
• Un niño ansioso tenderá a estar de acuerdo con la mayoría
de las cosas que le digas. A los niños puedes conducirles con gran
facilidad, dependiendo de la forma en que formules las preguntas.
Procura no inducirles a afirmaciones falsas.
Conocer estos factores puede ayudarnos, en cierta manera, a predecir, más o
menos, lo que puede pasar durante el proceso de ayuda, tanto con el niño como con
nosotros como consejeros. También nos ayuda a prepararnos mejor para la consejería y
la intervención con el niño.
un viaje y no regresará? Se fue sin despedirse, tal vez el niño piensa que ni lo quieren, se
preguntará por qué lo dejaron, si volverán, después de todo la gente regresa de los viajes.
Decir esto puede causar mucho miedo en el niño cuando se enteren que algún
familiar va a viajar, y aún ellos mismos sienten miedo cuando van a viajar porque piensan
que no regresarán. Imaginemos a un niño que ve a toda la familia llorando, una
atmósfera de tensión y cuando él pregunte qué pasa le digan que su papá o mamá o
abuelo está haciendo un largo viaje. ¿Qué percepción tendrá ese niño de lo que es un
largo viaje? Definitivamente este comentario o “explicación” es muy dañino para la
estabilidad del niño.
“Dios lo necesitaba”. Casi siempre se utiliza cuando no se encuentra explicación
a la muerte. Se muere un padre o una madre joven y como no sabemos porqué, culpamos
a Dios de alguna manera. Decirle al niño que Dios necesitaba a su mamá o a su papá
puede distorcionar la imagen de Dios en su mentecita. El se preguntará por qué Dios se
llevó a papi o mami si él sabe que yo los necesito. Al niño hay que explicarle que todo el
mundo muere. La muerte puedo haber sido por un asesinato y se le puede explicar al
niño cómo la violencia ha aumentado y hablarle de una forma sencilla sin tener que
decirle que Dios lo necesitaba para justificar su muerte.
Cuando muere un familiar, no hay que enviarlo a otro lugar inmediatamente
después de la muerte. Esto debe evitarse porque podría entrarle pánico y preguntarse si
va a regresar. Puede llegar a pensar que se le está castigando por la muerte de ese
familiar. Ese niño necesita el ambiente familiar de su propia casa, su cama y sus
juguetes. Cuando conocemos estas cosas evitamos mayores daños al niño. Basta con el
dolor que está pasando con la pérdida de ese familiar.
Conclusión
Trabajar con niños no es tarea fácil. Si antes lo creía, ahora estoy segura. A
veces uno piensa que los niños por ser niños, no saben o no entienden unas cosas. Hasta
los maestros de escuela bíblica los subestiman porque muchos de ellos ni preparan la
clase porque son niños y ellos supuestamente no se dan cuenta si preparan la clase o no.
¡Qué equivocados estamos! Ahora yo entiendo el error que cometemos cuando pensamos
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Le doy gracias a Dios por lo que he podido aprender y porque ya estoy aplicando
los conocimientos adquiridos. He podido orientar a mi familia con relación al trato con
mi sobrino y a las cosas que se le deben decir y las que no. Espero poder seguir
creciendo y prepararme cada día más en la consejería pastoral. Así me ayude Dios.
Bibliografía
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