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DE GRUPO A EQUIPO: FASES EN LA EVOLUCIÓN DE LOS EQUIPOS

Desde su nacimiento los grupos experimentan un desarrollo progresivo y una evolución relativamente
estandarizada. En ese proceso de desarrollo podemos diferenciar las siguientes cinco fases:

a. Fase de formación: Se trata del periodo inicial, más individualista, en el que las personas
experimentan cierto miedo y desconfianza; los individuos no se conocen aún y avanzan
progresivamente en el conocimiento mutuo. Es una fase de tanteo, de análisis de la
situación, de búsqueda de orientación, información y apoyo, de dependencia y
participación vacilante. Los miembros intentan identificar la tarea en relación con sus propias
experiencias y expectativas. Durante esta fase se elaboran y se aceptan las primeras reglas,
y se establecen métodos de trabajo adecuados.

b. Fase de conflicto o “tormenta”: Es la etapa en la que empiezan a surgir desacuerdos entre los
miembros del equipo. El trabajo en equipo implica negociar intereses personales, ceder en
algunos aspectos y conciliar otros.
En esta fase también salen a relucir los desacuerdos sobre los procedimientos y sobre los roles
de cada uno de los participantes. Aquí pueden no ser muy placenteras las relaciones
interpersonales. El conflicto, en sí mismo, no es malo. A partir del desacuerdo empiezan a
surgir los acuerdos: la clave es no centrarse solamente en las diferencias individuales y verlas
como una fuente de riqueza para el equipo.

c. Fase de estructuración o de establecimiento de normas: Durante esta fase el grupo va


estableciendo normas progresivamente y clarificando su estructura, experimentando,
resolviendo los conflictos iniciales y ampliando su confianza en los demás. Aumenta la
cohesión, la cooperación, el sentimiento de pertenencia y la identificación con el grupo. Se
forman subgrupos, se distribuyen papeles y se avanza en la progresiva personalización de
cada individuo.

d. Fase de desarrollo o desempeño: Esta etapa representa el momento de madurez del equipo,
que vuelca sus esfuerzos en la tarea, en resolver problemas, en encontrar alternativas y en
proponer mejoras. Se desarrolla un elevado grado de colaboración, cohesión y atracción
hacia el grupo. Se da prioridad al “nosotros” grupal frente al “yo” individual. Los miembros
desarrollan un sentido crítico claro y abierto respecto a las tareas, lo que asegura también
una alta eficacia en el desempeño.

e. Fase de clausura o conclusión: En esta última fase, el equipo, una vez alcanzados sus
objetivos iniciales, o bien se plantea otros nuevos en los que seguir avanzando o termina su
actividad como equipo y, finalmente, se deshace como tal.

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