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Democracias en disputa:

Complejizando el debate

Jorge Hevia

La Paz, noviembre de 2018


Índice

Introducción 3

Contexto político 4

Ejes temáticos de la disputa por la democracia boliviana 8


Democracia intercultural: jerarquía y complementariedad 10

Dentro o fuera del Estado: del reconocimiento al ejercicio 12

Ejercicio democrático: representación o autorrepresentación 15

Conclusiones 18

Fuentes consultadas 20

Anexo 22
Lista de participantes en los conversatorios 22
Introducción

La Fundación Friedrich Ebert (FES) junto con el Órgano Electoral Plurinacional


(OEP) y el Instituto para la Democracia Intercultural (IDI) llevaron a cabo el Foro
de Análisis Político “Democracias en disputa”. Este foro tuvo el objetivo de
complejizar la discusión acerca del debate actual sobre la democracia boliviana.
Para cumplir dicho objetivo se realizaron tres conversatorios en el 2018. El
primero se llevó a cabo el 25 de mayo con el fin de coordinar la agenda de debate,
el segundo se realizó el 23 de agosto y se centró en la democracia intercultural y,
por último, el tercero se efectuó el 14 de septiembre y se enfocó en la democracia
paritaria. A lo largo de los tres conversatorios participaron personas provenientes
de diferentes espacios, tanto gubernamentales como no gubernamentales.

Este trabajo pretende dar cuenta de la discusión entablada en el foro y está


dividido en dos partes. En la primera se describe el contexto político en el que se
circunscribe el debate y en la segunda se identifican los ejes temáticos que nacieron
del foro. Los ejes temáticos identificados son tres: “Democracia intercultural:
jerarquía y complementariedad”, “Dentro o fuera del Estado: del reconocimiento
al ejercicio” y “Ejercicio democrático: representación o autorrepresentación”.

A su vez, al final de este texto, en anexo, adjuntamos una lista con los nombres de
quienes participaron en los conversatorios.

3
Contexto político

Para entender el debate actual acerca de la democracia boliviana haremos un


pequeño repaso por algunos hechos emblemáticos.

Entre 1978 y 1982 se estableció la transición a la democracia. En esta etapa hubo


tres elecciones generales: en 1978, 1979 y 1980, y a cada una de ellas le siguieron
golpes de Estado. Recién en 1982 se logró restablecer un gobierno democrático,
pero este no consiguió terminar su gestión debido a la presión política y social
causada por la hiperinflación. Por tanto, se tuvo que anticipar las elecciones para
1985, año en que se inició la etapa denominada “democracia pactada” o de
“ajuste estructural”, la cual se edificó sobre tres partidos políticos dominantes:
Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Acción Democrática
Nacionalista (ADN) y Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Según
algunos, en esta etapa –que duró de 1985 a 2002– se realizaron profundas
reformas políticas y económicas para generar gobernabilidad y estabilidad
(Calderón y Gamarra, 2003: 94), mientras que para otros este periodo solo
significó la rotación de una misma élite en diferentes partidos para viabilizar el
proyecto neoliberal, es decir, la privatización y el desmontaje de empresas
estatales (Gutiérrez y García Linera, 2002: 11 y Tapia, 2011: 156).

Anunciando el fin de la etapa de estabilidad neoliberal, en el año 2000 tanto la


denominada “Guerra del Agua” en Cochabamba como los levantamientos

4
indígena campesinos1 en el altiplano paceño quebraron dicha estabilidad limitando
las decisiones gubernamentales. Más aún, el quiebre de dicha estabilidad se
vislumbró en las elecciones de 2002 cuando, a pesar de que el MNR ganó las
elecciones, el ADN dejó de tener una presencia relevante en el Congreso. Esto
significó el quiebre de la democracia pactada tal como funcionó en sus primeros
años. A su vez, en esas elecciones emergieron nuevas fuerzas políticas que
obtuvieron una importante votación a su favor y que plantearon estar fuera de
dicho pacto. Estas fueron el Movimiento Al Socialismo-Instrumento Por la
Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP).

Poco tiempo después de que el MNR se hiciera cargo del gobierno en el 2003,
este decidió implementar un impuesto al salario de los ciudadanos pero tuvo que
retroceder en la medida debido a las protestas sociales en su contra.
Posteriormente en agosto de ese mismo año, el MNR planteó la exportación de
gas a Estados Unidos y a México por un puerto chileno pero, tal como sucedió
antes, las protestas sociales no se hicieron esperar y el gobierno tuvo que desistir
en su proyecto. Como resultado, no solo no se prosiguió con dicha medida, sino
que el presidente de ese entonces renunció y salió del país presurosamente.
Posteriormente, ocurrieron dos sucesiones presidenciales debido a la persistencia
de la crisis, y por último, se llamó a elecciones anticipadas para el año 2005
(debían efectuarse el 2007). En dichas elecciones el MAS-IPSP ganó con mayoría
absoluta, y, por tanto, no tuvo necesidad de realizar acuerdos para establecerse en
el gobierno. A inicios del 2006 el MAS-IPSP asumió el gobierno y ese mismo año
se inició el proceso constituyente que culminó con la aprobación de una nueva
Constitución Política del Estado en 2009. Para muchos, esa etapa se caracterizó

1
Estos levantamientos, que tuvieron menor notoriedad que la Guerra del Agua, lograron que
el gobierno aceptara discutir la modificación de la Ley INRA, pues esta iba en contra de los
intereses de quienes protestaban.

5
por la polarización entre estar a favor del MAS-IPSP o en su contra (Romero
Ballivián, 2016: 310 y 321 y Costa, 2007: 80). Por su parte, otros denominaron
esa etapa como un “empate catastrófico” entre dos proyectos predominantes
que, posteriormente, con la aprobación de la nueva constitución en 2009, marcó
un “punto de bifurcación” a favor del bloque indígena-popular (García Linera,
2011: 44-48). Las siguientes dos elecciones generales de 2009 y del 2014
mantuvieron el predominio del MAS-IPSP, pero el bloque opositor pervivió
replegado en el nivel subnacional (gobernaciones y municipios).

En esa etapa, conocida como “Proceso de cambio” –que se inició, para algunos,
con las victorias populares que emergieron desde el 2000 y, para otros, con la
victoria electoral del MAS-IPSP en 2005– hubo varios momentos en los que el
gobierno del MAS-IPSP2 tuvo que retroceder en sus decisiones, como en el
denominado “gasolinazo”, en el conflicto del Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) y en la aprobación de un nuevo Código del
Sistema Penal. A esto se sumó la negativa de los electores –en el Referéndum
Constitucional de 2016– a que se modificara el artículo 168 de la Constitución
que buscaba que el presidente y el vicepresidente pudieran ser reelectos dos veces
de manera consecutiva. Frente a esta negativa, varios miembros de la Asamblea
Legislativa Plurinacional –sobre todo del MAS-IPSP– presentaron una acción de
inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional Plurinacional para que la
Constitución y la Ley de Régimen Electoral fueran modificadas posibilitando así
la repostulación consecutiva de cualquier autoridad que así lo desee. Esta acción
fue aceptada por el Tribunal Constitucional Plurinacional.

2
El MAS-IPSP ganó las elecciones generales de 2005, 2009 y 2014. Además, en el referendo
revocatorio de 2008 tanto el presidente como el vicepresidente fueron ratificados.

6
El tema de la reelección limitó el debate sobre la democracia tanto en el oficialismo
como en la oposición y con el Foro de Análisis Político “Democracias en disputa”
se buscó complejizar dicho debate. En la siguiente sección daremos cuenta de los
ejes temáticos por los que trascurrió dicha complejización.

7
Ejes temáticos de la disputa por
la democracia boliviana

La disputa por la noción de democracia en Bolivia se centró –durante los últimos


veinte años– en dos corrientes predominantes: una institucional liberal, basada en
una “lectura universalista, descriptiva y formal de la democracia”, y otra crítica a
la liberal, enfocada en entender la particularidad de la realidad boliviana (García
Yapur, 2005: 31). De esa perspectiva crítica se desprenden dos corrientes
contrapuestas: una “comunitaria, corporativa y multicultural” que buscó ampliar
la idea de democracia hacia prácticas del mundo indígena, y la otra “inclusiva,
participativa y deliberativa” que se centró en la incorporación de sectores
excluidos mediante la participación y la deliberación (ibid.: 36-40). Esta disputa,
previa a la realización de la Asamblea Constituyente y a la aprobación de la nueva
Constitución, es necesaria para entender el proceso post constituyente. De
hecho, como se sugirió en el foro, el reconocimiento en la nueva constitución de
tres formas de ejercicio democrático: representativo, directo/participativo y
comunitario (ejercicio también denominado como de “democracia intercultural”)
parecería condensar de forma “armoniosa” el debate de las perspectivas o
enfoques sobre la democracia antes expuestos o, en palabras de Fernando
Molina, “un esquema en el que podemos incluirnos de una manera pacífica desde
la derecha y la izquierda” (en FES, 2018b: 14). Sin embargo, lejos de pacificar el
debate, este nuevo esquema mantiene viva la disputa por la noción de

8
democracia, solo que ahora se lucha por la noción de democracia intercultural.
Ahora bien, la disputa de posiciones no es mala, es de hecho necesaria, pero hay
que saber cómo articularla al horizonte –en construcción– de la democracia
intercultural, tal como sugiere José Luis Exeni (ibid.: 22).

Por su parte, Fernando García Yapur planteó en el foro que esta querella divide a
“detractores” y “acólitos” de la democracia intercultural. Los detractores
entenderían la democracia intercultural como un “artificio” que distorsiona lo
que es, en realidad, la democracia (en FES, 2018b: 25). Desde esta perspectiva,
estos serían los liberales institucionalistas, mientras que entre los acólitos estarían
quienes postulan un normativismo multicultural basado en inclusión de derechos
fundamentales y aquellos que plantean una concepción crítica post colonial
basada en pensar la democracia a partir de la idea comunitarista (ibid.: 27). Los
primeros provendrían, aparentemente, de las posiciones críticas que plantean
inclusión, participación y deliberación, mientras que los segundos vendrían del
debate comunitario, corporativo y multicultural.

Por tanto, podemos decir que, a pesar de que en Bolivia se atravesó por
diferentes cambios, las posiciones político-intelectuales parecen mantenerse,
aunque acomodándose de acuerdo a la coyuntura política, ya sea radicalizándose
o moderándose. De hecho, en el foro nadie cuestionó la lectura de García Yapur
(que divide el debate sobre la democracia intercultural entre detractores y
acólitos) pero tampoco se identificaron plenamente con una de las posturas. De
hecho, solo Jorge Viaña planteó una lectura un poco diferente en la que dos
visiones se contraponen. Para él, la primera pasa por entender la democracia
como autogobierno y la segunda se basa en pensar la democracia como liberal y
representativa. A la vez, Viaña sugiere que existe una tercera visión intermedia

9
entre estas dos (en FES, 2018a: 6), que vendría a ser, según Fernando Molina, la
de los multiculturalistas “racionales” que miran la democracia comunitaria como
un “derecho liberal más avanzado” (en FES, 2018b: 15).

A pesar de que en el foro los participantes no explicitaran sus posiciones respecto


al planteamiento de García Yapur, identificamos tres ejes temáticos que nos
ayudarán a entender las posiciones sobre la democracia boliviana, los cuales
buscan anclar su sentido. Estos son: “Democracia intercultural: jerarquía y
complementariedad”, “Dentro o fuera del Estado: del reconocimiento al
ejercicio” y “Ejercicio democrático: representación o autorrepresentación”.

Democracia intercultural: jerarquía y complementariedad

El concepto de democracia como forma de gobierno en la Constitución boliviana


cambió bastante durante los últimos veinte años. La Constitución pasó de solo
reconocer el ejercicio de la democracia representativa (elección de representantes
por medio del voto) (1967: Art.1) a, en 2004, incorporar mecanismos de
democracia participativa (asamblea constitucional, referendo e iniciativa
legislativa ciudadana) (CPE, 2004: Art.1 y Art.4). Posteriormente, con la nueva
Constitución aprobada el 2009 se sumó la noción de democracia comunitaria
(elección, designación o nominación de autoridades y representantes por normas
y procedimientos propios) (2009: Art.11) así como nuevos mecanismos de
democracia directa y participativa (revocatoria de mandato, asamblea, cabildo y
consulta previa) (ibid.). A su vez, se estableció que este sistema de gobierno,
basado en el reconocimiento de las tres formas de ejercicio democrático antes
mencionadas, debía ejercerse en equivalencia de condiciones entre hombres y
mujeres (CPE, 2009: Art.11).

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Varios participantes del foro plantearon que a pesar de que la Constitución
establece una misma jerarquía entre los tres tipos de ejercicio democrático, existe
un predominio de unas sobre otras o, en palabras de José Luis Exeni “hay
democracias de primera o de mayoría de edad –las democracias representativas–
y hay democracias de segunda, subordinadas, minusválidas, como la democracia
comunitaria” (en FES, 2018b: 21). A su vez, María del Carmen Sánchez afirma
que “vivimos en un sistema representativo predominante” que permite el
efectivo acceso al poder (en FES, 2018c). Sumándose a este debate, Miguel
Vargas opina, de manera similar, que la democracia representativa, en el
imaginario de la sociedad y el accionar del Estado, tiene una mayor jerarquía
frente a la democracia participativa y aun mayor frente a la democracia
comunitaria (en FES, 2018b: 23).

Varios participantes coinciden en que las tres formas de democracia que reconoce
la Constitución no tienen, en realidad, la misma jerarquía. Y, específicamente,
respecto a la complementariedad del sentido de la democracia intercultural
expuesta en la Ley de Régimen Electoral, las posiciones son encontradas. Algunos,
como Jorge Viaña, plantean que no existe dicha complementariedad (en FES,
2018a: 6). Es más, Juan Carlos Pinto considera que las visiones liberales limitan el
sentido de la democracia intercultural y no generan una “genuina convivencia
social” (en FES, 2018c). Otros, como Erika Brockmann, plantean lo contrario,
afirmando que sí hay complementariedad porque los tres tipos de democracia se
están modificando y en algunos casos se está tomando lo mejor tanto de lo
representativo como de lo indígena (en FES, 2018b: 3 y 24).

11
Por otra parte, distanciándose y acercándose a ambas posiciones, Exeni plantea
que sí existe complementariedad entre lo representativo y lo participativo (a pesar
de que durante mucho tiempo parecían visiones irreconciliables), pero que aún
está presente el “reto” de acercar estas prácticas con las comunitarias para que se
ejerza la democracia intercultural (ibid.: 21). Sumándose a lo dicho por Exeni,
García Yapur plantea que el sentido de la democracia comunitaria en la idea de la
democracia intercultural efectivamente choca con las otras dos formas de
ejercicio democrático pero que, por otro lado –acercándose a la posición de
Brockmann– la democracia intercultural está combinando diferentes formas de
ejercicio democrático porque articula mecanismos de la democracia comunitaria
con los liberales/representativos (en FES, 2018b: 28-30).

Por tanto, podemos decir que, por un lado, hay un consenso con relación a que
los tres tipos de democracia reconocidos en la constitución no tienen, en la
práctica, la misma jerarquía. Pero, por el otro lado, existe una disputa porque para
algunos la democracia intercultural no está generando complementariedad,
mientras que para otros ya se están dando los primeros gérmenes de
combinación entre los diferentes tipos de democracia.

Dentro o fuera del Estado: del reconocimiento al ejercicio

El proceso constituyente en Bolivia finalizó al aprobarse, con mayoría absoluta, la


nueva Constitución Política del Estado por referendo en 2009. Al año siguiente se
aprobaron las cinco leyes denominadas “estructurales” o “fundamentales” del
Estado que son la Ley Marco de Autonomías y Descentralización “Andrés Ibáñez”,
la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, la Ley del Órgano Judicial, la Ley

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del Órgano Electoral Plurinacional y la Ley del Régimen Electoral. Los años
siguientes se continuaron aprobando diferentes normativas complementarias.

Como dijimos previamente, la nueva Constitución reconoció tres formas de


ejercicio democrático y, además, la equivalencia en dicho ejercicio entre hombres
y mujeres, lo cual fue considerado en el foro como un importante avance. Sin
embargo, algunos como José Luis Exeni plantean que ahora ya no basta con el
reconocimiento, sino que se debe garantizar su ejercicio (en FES, 2018b: 20).

Con relación al ejercicio de la democracia comunitaria, Fernando García Yapur


sostiene que las prácticas que emanan de dicha democracia preexisten al Estado y
generan una institucionalidad alterna (ibid.: 26). García Yapur cree que estas
prácticas democráticas están adquiriendo fuerza porque tienen la vía libre para
implementar su institucionalidad basada en autogobierno (en FES, 2018b: 29-30).
En contraposición, Miguel Vargas opina que el accionar de la democracia
comunitaria está limitado. Vargas considera que la Ley del Régimen Electoral
restringe el accionar de la democracia comunitaria a la elección de autoridades,
cuando en realidad, para él, la democracia comunitaria se basa en la toma de
decisiones colectivas (ibid.: 23).

Katia Uriona se suma a Vargas afirmando que, más allá de pensar solo en la
democracia comunitaria, el reconocimiento de formas de ejercicio de poder
tiende a limitar su fuerza transformadora ya sea entre la complementariedad de
diferentes tipos de democracia o entre la equivalencia entre hombres y mujeres
en su ejercicio. De hecho, ella no considera que el camino de la
institucionalización garantice la plena ampliación de la democracia (en FES,
20018b: 18-19). De hecho, como también propone Pablo Antezana, la

13
institucionalización puede generar procesos de desdemocratización (en FES,
2018c). Luis Claros coincide al afirmar que las instituciones del Estado “no
generan sujetos democráticos y que son espacios de construcción de sujetos
autoritarios” (en FES, 2018b: 13). Claros opina que es necesario reforzar las
prácticas democráticas que están por fuera del Estado y que no han sido
institucionalizadas (ibid.: 14). Por su parte, Jorge Viaña se adhiere afirmando que
la etapa post constituyente mostró una emergencia de “tendencias
conservadoras” que intentan resolver todo “en términos burocráticos, de
construcción de Estado” (en FES, 2018b: 5-6). De manera similar, Bianca De
Marchi y Erika Brockmann piensan que actualmente se cree que la solución pasa
solamente por la sobre normativización, lo que puede generar la banalización de
dichas normas, tal como sucede con la equivalencia de condiciones entre
hombres y mujeres en el ejercicio democrático (en FES, 2018c).

Sin embargo, otros consideran que la norma es un punto de partida, pero que –a la
vez– la ley fácilmente puede ser vaciada de su contenido (Llanos y Sánchez en FES,
2018c). Por su parte, Paulino Guarachi y Beatriz Llanos consideran que el problema
no es que existan muchas leyes, sino que se las aplique y perfeccione (ibid.).

Después de terminado el proceso constituyente y con la nueva Constitución


vigente se aprobaron bastantes leyes para permitir el funcionamiento del nuevo
Estado. Eso se produjo gracias a que el MAS-IPSP –partido de gobierno– tanto
en las elecciones generales de 2009 como en las de 2015 consiguió la mayoría de
los escaños en la Asamblea Legislativa Plurinacional. Sin embargo, pasados ya
nueve años de la aprobación del nuevo texto constitucional, el debate en el foro
mostró que si bien el avance en cuanto al reconocimiento constitucional y
normativo fue importante con relación a la complementariedad de las

14
democracias y en su ejercicio en equivalencia entre hombres y mujeres, el reto
actual –y podemos agregar: la disputa actual– pasa por su implementación, es
decir, su ejercicio efectivo. Dentro del foro, el tema de la implementación fue
conflictivo ya que, por un lado, para algunos el proceso de institucionalización
puede generar procesos de desdemocratización y no forjar sujetos democráticos.
Mientras que, por el otro lado, para otros en el caso de la democracia comunitaria
esto puede permitir imaginar una “otra” institucionalidad. Más allá de esta
cuestión, dos caminos parecen ser probables. El primero pasaría por reforzar
prácticas democráticas no institucionalizadas que viven por fuera del Estado y el
otro pasaría por perfeccionar las leyes para mejorar la institucionalidad ya
existente. Ambos caminos combinados podrían llevarnos a sumar aún más
prácticas “reconocidas” de ejercicio democrático en la Constitución y las leyes.

Ejercicio democrático: representación o autorrepresentación

En 1985, tres años después de retomada la democracia, se produjo la derrota


histórica de la Central Obrera Boliviana (COB) y se confirmó la pérdida de
confianza de la población en esta como mediadora entre el Estado y la sociedad.
Esto significó que los partidos políticos asumieran el monopolio de la mediación
“legítima” convirtiéndose en los actores centrales de la política de ese tiempo. Sin
embargo, durante ese periodo denominado como “democracia pactada” (1985-
2002), los partidos que en un inicio tuvieron aceptación en la sociedad al final
fueron cuestionados y perdieron legitimidad, provocando una crisis de
representatividad. Posteriormente, acabada la etapa de la democracia pactada y
estando debilitado el eje de partidos políticos pactantes (MNR, MIR y ADN), el
gobierno de ese entonces, con el afán de recuperar la confianza de la población,
aprobó la Ley de Agrupaciones Ciudadanas y Pueblos Indígenas en 2004. Esa ley

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marcó el fin del monopolio de los partidos y la incorporación de dos nuevas
formas de representación política que, con la Constitución de 2009, fueron
ratificadas. Además, la nueva Constitución, como ya dijimos, reconoció el
ejercicio de la democracia representativa y directa/participativa, y también sumó
el reconocimiento de la democracia comunitaria, es decir de “elección,
designación o nominación de autoridades y representantes por normas y
procedimientos propios” (2009: Art.11). A su vez, estableció que estas tres
formas de ejercicio democrático debían practicarse en equivalencia de
condiciones entre hombres y mujeres (ibid.).

La mediación, enmarcada en una idea de democracia representativa, fue uno de los


temas más debatidos y de los cuales nacieron las mayores tensiones dentro del
foro. Por un lado, Erika Brockmann plantea que la mediación es necesaria, ya sea a
través de partidos o de organizaciones sociales (en FES, 2018b: 2). Por su parte,
María del Carmen Sánchez resalta que las organizaciones políticas (partidos
políticos, agrupaciones ciudadanas y organizaciones de las naciones y pueblos
indígena originario campesinos) son el espacio de mediación dominantes entre la
sociedad y el Estado a pesar de que estas sean espacios de generación de
desigualdades de clase, género e identidad étnica (en FES, 2018c). A la vez, Paulino
Guarachi plantea que, a pesar de que las organizaciones políticas estén
desprestigiadas, no hay otro espacio de canalización de la representación (ibid.). Por
otro lado, y en contraposición a las anteriores posiciones, Jorge Viaña plantea que
es necesario pensar la posibilidad de una democracia sin mediación basada en la
autorrepresentación/autogobierno, donde no se pierda la soberanía colectiva “a
nombre del representante” (en FES, 2018a: 6). Él considera que, actualmente, la
única forma de ejercicio democrático reconocido por el Estado que va en ese
camino es la democracia comunitaria (ibid.). En respuesta a Viaña, Adolfo

16
Mendoza considera que no solo basta enfocarse en la vía del autogobierno, sino
que es importante ver cómo los sectores subalternos generan alianzas con las
organizaciones políticas (en FES, 2018a: 10).

Por su parte, Luis Claros plantea que la democracia intercultural no se debería limitar
a lo comunitario ya que podría abarcar otro tipo de prácticas democráticas, como las
de los sindicatos y las juntas vecinales (en FES, 2018b: 12-13). Juan Carlos Pinto
coincide al plantear que en la Ley de Organizaciones Políticas aprobada en 2018 no
hay interculturalidad, ya que esta está limitada a reconocer únicamente la
representación de partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y organizaciones de
las naciones y pueblos indígena originario campesinos, dejando de lado otras
prácticas democráticas que igual existen en la sociedad (en FES, 2018c).

En el foro el debate giró en torno a la representación formal que se da a través de


organizaciones políticas, otras formas de ejercicio democrático no reconocidas por el
Estado y la autorrepresentación, es decir, un sistema sin mediaciones entre el Estado y
la sociedad. Estas tres lecturas encierran, por un lado, una crítica al sistema democrático
representativo, pero, por el otro, un reconocimiento de que este es prácticamente
ineludible a menos que se lo piense como un espacio sin representación, es decir, como
un espacio de autorrepresentación (democracia directa).

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Conclusiones

A partir de la lectura del debate en el Foro de Análisis Político “Democracias en


disputa” podemos concluir que:

1. Las disputas sobre la democracia previas a la Asamblea Constituyente


siguen latentes, pero ahora el debate trata de ser traducido en términos de
democracia intercultural y paritaria. Sin embargo, lo paritario sigue siendo un
tema pendiente, ya que en los debates dentro del foro a veces fue retomado,
aunque la mayoría de las veces se lo excluyó.

2. Las disputas por anclar la noción de democracia intercultural y paritaria


pasan por un cuestionamiento a la falta de complementariedad entre las tres
formas de ejercicio democrático reconocidas en la Constitución y a la desigualdad
de condiciones efectivas entre hombres y mujeres en su ejercicio.

Por tanto, los retos de cara a los siguientes años pasan por:

1. Ampliar el reconocimiento de la democracia intercultural y paritaria a otras


prácticas de ejercicio democrático no institucionalizadas.
2. Efectivizar el ejercicio y la aplicación de la democracia comunitaria, es
decir, su autogobierno.

18
3. Ejercitar de forma efectiva la equivalencia entre hombres y mujeres en las
prácticas democráticas tanto dentro como fuera del Estado.
4. Pensar la ampliación de la democracia por fuera del canon del Estado y,
también, por dentro.

La complejización del debate acerca de la democracia en el foro nos muestra que


aún queda un camino largo por recorrer, pero existen acercamientos y lecturas
compartidas según los ejes temáticos que estudiamos.

19
Fuentes consultadas

Calderón, Fernando y Eduardo Gamarra


2003 “Crisis, inflexión y reforma del sistema de partidos en Bolivia”. En: Revista
Colombia Internacional, número 58 (julio-diciembre). Bogotá. 90-123.

Costa, Jimena
2007 “Partidos y sistema de partidos en Bolivia”. En: Rafael Roncagliolo y
Carlos Meléndez (eds.). La política por dentro. Cambios y continuidades en las
organizaciones políticas de los países andinos. Lima: Internacional
IDEA/Transparencia. 75-122.

Estado Plurinacional de Bolivia


2009 Constitución Política del Estado. La Paz: Gaceta Oficial de Bolivia.

Fundación Friedrich Ebert (FES)


2018a Memoria del conversatorio para coordinación [elaborada por Jorge Hevia].
La Paz: s/e.
2018b Transcripción del conversatorio sobre democracia intercultural [elaborada
por Jorge Hevia]. La Paz: s/e.
2018c Grabación del conversatorio sobre democracia paritaria.

20
García Linera, Álvaro
2011 Las tensiones creativas de la revolución. La quinta fase del Proceso de Cambio. La
Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional.

García Yapur, Fernando


2005 “Las lecturas de la democracia en Bolivia”. En: Búsqueda, número 26 (julio).
Cochabamba. 31-48.

Gutiérrez, Raquel y Álvaro García Linera


2002 “El ciclo estatal neoliberal y sus crisis”. En: Raquel Gutiérrez et al.,
Democratizaciones plebeyas. La Paz: Comuna/Muela del diablo ediciones. 9-24.

Tapia, Luis
2011 “Los partidos políticos como forma de exclusión y reducción de la igualdad”.
En: El estado de derecho como tiranía. La Paz: CIDES-UMSA. 137-166.

República de Bolivia
2004 Constitución Política del Estado. La Paz: Gaceta Oficial de Bolivia.
1967 Constitución Política del Estado. La Paz: Gaceta Oficial de Bolivia.

Romero Ballivián, Salvador


2016 “El sistema de partidos en Bolivia (1952-2015): del partido hegemónico al
partido predominante”. En: Flavia Freidenbreg (ed.). Los sistemas de partidos
en América Latina 1978-2015. Cono Sur y Países Andinos. Tomo 2. Ciudad de
México: UNAM/INE. 271-338.

21
Anexo

Lista de participantes en los conversatorios (se marca con una “x” la


asistencia)

Conversatorio Conversatorio Conversatorio


Participantes para sobre sobre
coordinación Democracia Democracia
intercultural paritaria
Adolfo Mendoza x
Amaru Villanueva x
Bianca De Marchi x x
Beatriz Llanos x
Claudia Peña x x x
Dennis Vallejos x x
Elizabeth Huanca x
Erika Brockmann x x
Eva Kirmes x
Fernando García Yapur x
Fernando Mayorga x

22
Fernando Molina x
Francisco Canedo x
Jimena Avejera x
Jorge Hevia x x x
Jorge Viaña x x
José Luis Exeni x
Juan Carlos Pinto x
Katia Uriona x x
Lourdes Montero x
Luis Claros x x
María del Carmen Sánchez x
Miguel Vargas x x
Noelia Gómez x
Oscar Gutiérrez x
Pablo Antezana x x
Patricia Guzmán x x
Paulino Guarachi x
Philipp Kauppert x x
Svenja Wesemann x
Ximena Centellas x

23

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