Вы находитесь на странице: 1из 13

Introducción

Josep M." Comelles, Enrique Perdiguero

Llevar a cabo la publicación de un libro como este, que cruza las ha-
bitualmente poco permeables fronteras disciplinares, pasa evidente-
mente por muchas idas y venidas, por muchas descubiertas en territo-
rios ajenos y por muchos años de fecundo intercambio interdisciplinar
que han permitido que antropólogos, sociólogos, trabajadores socia-
les, médicos y enfermeras e historiadores de la medicina nos unamos
para discutir y publicar nuestros trabajos sobre medicina y cultura.
Los compiladores de este volumen, creemos firmemente que las
demarcaciones disciplinares entre la medicina y la antropología so-
cial son todo menos evidentes, en la medida que algunas de las es-
cuelas de la antropología -y no sólo las biológicas y las filosófi-
cas-, el folclore o la etnografía fueron tiempo atrás parte de las
ciencias médicas y han sido, y son durante el siglo xx, paradigmas
subalternos en la medicina. Al mismo tiempo, durante el siglo que
acaba de finalizar, los procesos de salud, enfermedad y atención han
sido temas marginales o claramente subalternos en la antropología
social y cultural profesional. Por lo tanto, estas realidades han lleva-
do a frecuentes afirmaciones de que esto no es medicina, o esto no es
antropología que aún resuenan en nuestros aún jóvenes oídos.
Precisamente, la emergencia de la antropología de la medicina
durante los años sesenta del siglo veinte, se produce de la mano de
una generación entera de antropólogos, unos «puros», como Foster,
Rubel, Good, Mallart, Seppilli, Menéndez, Zempléni, Young, Zim-
mermann, Augé, Lock, Laplantine o Frankenberg entre otros, aunque
no pocos de ellos procedan también de otras ciencias sociales o hu-
manas; pero también de médicos que transitan de la medicina a la an-
. 23
Introducción
22 Medicina y cultura

cias «duras» y en la tecnología, carecía de él en las ciencias sociales


tropología, como Fabrega, Kleinman, Hahn, Fassin, Benoist, Meyer, o humanas. No olvidemos que a Boas le situaron en el panteón de fi-
Littlewood, Murphy, Ellenberger o Kirkmayer, entre muchos otros. lósofos americanos, y que en Europa Julio Caro Baroja, Ernesto de
y ha sucedido lo mismo en nuestro país, donde autoras como Mariluz Martina, Braudel o Foucault son literalmente inclasificables. Tampo-
Esteban y en medidas distintas, los dos compiladores de este libro co hace ninguna falta.
procedemos de la medicina, mientras que otros antropólogos de la Esta destrucción de límites corporativos surge hoy como una
medicina españoles, largamente representados en este volumen, pro- consecuencia de la globalización, a partir de la cual, paradójicamen-
vienen de la antropología social y cultural. te _y si se analiza en serio este concepto ya tópico-, se apunta la
Esta presencia, y esta convergencia de múltiples identidades necesidad de conciliar lo general con lo local, debido a la Importan-
profesionales en el desarrollo de la antropología de la medicina es cia crítica de esto último. Nunca el mundo había sido tan aldea glo-
inevitable. Algunos colegas norteamericanos sugieren que el futuro bal, pero a la vez nunca el mundo había estado compuesto de tantas
de este campo está en la doble formación, médica y antropológica, de aldeas. La globalización abre un campo en el que el individuo com-
enfermería y antropología (Hahn, 1995). No estamos seguros de ello, parte identidades muy diversas y contradictorias, y comprenderlo.exI-
ni que necesariamente sea bueno. La problemática que desencadena ge comprender la articulación de lo local con lo general. Esta misma
la reflexión que condujo a la antropología de la medicina procedió cuestión es la que se les planteó a los hipocráticos, hace vemucmco
de la necesidad de obtener respuestas sobre el significado de lo social siglos, al tratar de entender el caso individual en su contexto, o hace
y de lo cultural para responder a preguntas planteadas, en su mayoría, cien años a la generación de Malinowski y de Boas, al plantearse la
desde el sector de la salud, pero también de las preguntas que se hi- revisión técnica y metodológica de los estudios intensivos de casos y
cieron científicos sociales «profanos» en medicina al respecto. Ha- aplicarlo a las sociedades aborígenes.
ciéndose estas preguntas hallamos también a literatos como Susan El desafío que se abre ante nosotros es inmenso. Por una parte,
Sontag o Thomas Mann, o a filósofos como Gadamer. Los historia- los científicos sociales abominamos cada vez más de unas fronteras
dores de la medicina que fueron constituyendo a lo largo del siglo xx artificiales entre la historia, la economía política, la ciencia política,
la disciplina hasta constituir lo que hoy entendemos por Historia de la la sociología, la antropología... y la medicina. Y desde el campo de la
Medicina estaban, han estado y siguen estando en la raíz de esta pers- salud la enfermería, la salud pública, la promoción para la salud, di-
pectiva de convergencia, añadiendo además la perspectiva temporal. verso's profesionales y un creciente número de médicos de at~~ción
Baste nombrar a Henry Sigerist, Edwin Ackerknecht, George Rosen, primaria vuelven sus ojos a las ciencias sociales, co~o ya lo hicieron
Charles Rosenberg -entre otros-, o las propuestas de Luis García sus predecesores de otros siglos, instalados en paradIgmas en los que
Ballester y José M. López Piñero en los primeros setenta en nuestro lo social y lo ambiental -en sentido lato-, eran la clave del enten-
suelo para atestiguar este aserto. En los estudios actuales de antropo- dimiento de la realidad y de su propia identidad.
logía de la medicina las referencias cruzadas son comunes. Y no es Esta nueva convergencia no significa convertir a todos los mé-
casual que cuando Horacio Fabrega (1974) escribió su famoso alega- dicos o a todas las enfermeras y enfermeros, en antropólogos o an-
to sobre la necesidad de recuperar para la medicina el discurso sobre tropólogas, o a todos los antropólogos de la medicina en médicos y
lo social y lo cultural lo hiciese jugando, creemos que consciente- enfermeras o enfermeros. No se trata de eso. Cada uno debe poder, SI
mente, sobre su doble identidad de médico y de antropólogo. así lo decide, definir su propia identidad. Los compiladores de este
Lo que nos parece fundamental en este nuevo proceso de con- volumen nos identificamos como historiadores de la medicina y
vergencia es un fenómeno que se está planteando como uno de los como antropólogos de la medicina. Ambos podemos adoptar una
grandes desafíos del siglo XXI: destruir los límites corporativos y de identidad médica a la que jamás hemos renunciado. Pero podemos
conocimiento edificados en el siglo xx a partir de un desaforado pro- trabajar como antropólogo el historiador, y como historiador el an-
ceso de especialización que si bien tenía un sentido obvio en las cien-
24 ----------------~__~Medicina y cultura Introducción 25

tropólogo. No es una anécdota casual ni el producto de la amistad o El debate sobre algo que puede parecer tan obvio -pero que en
de una antigua colaboración. Es la consecuencia de una convicción el transcurso del encuentro mostró toda su complejidad-, tuvo su
que nos lleva a tratar de reconstruir un diálogo que, inevitablemente: origen en la preocupación de algunos de nosotros, que en nuestras in-
conducirá a renovar las relaciones entre antropologfa y medicina y a vestigaciones sobre epidemiología histórica advertíamos con preocu-
superar la pervivencia de viejas teorías decimonónicas, como el evo- pación la utilización de la expresión factores culturales como un ca-
lucionismo social o cultural positivista en la medicina, o la retórica jón de sastre con el que explicar aquello que no era comprensible con
fenomenológica en antropología, e incorporar los nuevos paradigmas otras matrices explicativas más inmediatas y simplistas. La justifica-
de la ciencia social. Pero también significa para la antropología supe- ción más detallada de este interés se ha mantenido como primer capí-
rar las reticencias de los académicos hacia el trabajo aplicado e in- tulo de la primera parte de este libro. Con esta preocupación en men-
corporar las dimensiones históricas de los problemas. te propusimos a los compañeros del Departament d' Antropologia i
Por otra parte, la antropología de la medicina ha sido un tre- Filosofía de la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona organizar un
mendo revulsivo en la antropología social y cultural de los últimos taller o una mesa redonda para debatir este asunto. Con su habitual
veinte años, tanto por su crecimiento exponencial, corno por la signi- dinamismo esta propuesta fue rápidamente convertida en un par de
ficación teórica que ha tenido en la renovación de las polémicas entre jornadas frente al Mediterráneo en las que nos reunimos un grupo.
cultura y naturaleza, cultura y biología y la importancia del cuerpo y de interesados con aportaciones internacionales.
de las emociones en la construcción de la cultura. Decidimos pedir a no antropólogos relacionados con la salud y
Por lo tanto, la práctica de la antropología de la medicina, en la la enfermedad (fundamentalmente médicos e historiadores de la me-
medida en que exige un diálogo permanente con el sector de la salud, dicina) que nos expusieran cómo consideraban en su propio trabajo
obliga a ambas partes a un ejercicio autocrítico sobre sus respectivas asistencial, docente o investigador la cultura. Y que añtropólogos que
identidades profesionales. Sin este ejercicio, no es posible ese juego de habitualmente trabajan en el campo de la antropología de la medicina
trasvases que es indispensable para alcanzar los objetivos marcados. expusiesen su opinión sobre el particular, bien a través del desarrollo
Este libro se sitúa en esta perspectiva. Cuando algunos de noso- del amplio tema de las relaciones entre medicina y cultura, bien a tra-
tros nos comprometimos con un proyecto de desarrollo de la antropo- vés de un trabajo de investigación concreto. En las jornadas este es-
logía de la medicina en este país, lo pensamos como un campo abier- quema fue más o menos seguido. Pero los universitarios, seamos de
to, y proyectado sobre la sociedad, no encerrado exclusivamente en la la disciplina que seamos, somos poco disciplinados y las versiones
academia y en sus rituales. Fruto de este proyecto, cuyos esbozos ini- escritas de lo que se discutió en Tarragona son en muchos casos libé-
ciales se remontan a casi veinte años ha sido el desarrollo de un pro- rrimas elaboraciones del material original.
yecto de formación interdisciplinar en antropología de la medicina en Este libro mantiene, no obstante, la estructura que lo originó. En
el que participan antropólogos, sociólogos, historiadores, médicos, nuestra opinión, porque muestra las enormes posibilidades, pero tam-
enfermeras y trabajadores sociales. En este marco se ubica la génesis bién las enormes dificultades que siguen existiendo para el diálogo
de este proyecto. Surgió a partir de los trabajos que se presentaron a transdisciplinar. Tullio Seppilli en las páginas que sirven de presenta-
las jornadas que sirvieron de clausura, en junio de 1998, al JI máster ción a este volumen muestra los desafíos del presente y las líneas de
de antropología de la medicina, organizado por la Universitat Rovira investigación de la antropología de la medicina, tanto desde el punto
i Virgili. El tema que allí nos congregó fue «¿De qué hablamos cuan- de vista antropológico, como desde el punto de vista sanitario. Es un
do hablamos de factores culturales en salud y enfermedad?». Algunas panorama preocupante y apasionante a la vez, que creemos que mues-
ponencias de las allí presentadas, reelaboradas, y otras que se han ido tran bien a las claras los capítulos que siguen. Además un libro de es-
añadiendo en el proceso de edición constituyen las páginas que el lec- tas características viene a sumarse al mucho más saneado panorama
tor tiene entre las manos. de publicaciones sobre antropología de la medicina en las lenguas del
26 - - - - - Medicina y cultura Introducción 27

Estado español que gozamos en esta charnela entre siglos. Cuando en pología de la medicina, especialmente en los países del sur de Euro-
la década de los ochenta el antropólogo o el profesional de la salud pa, con realidades bastante diferentes a las que vive la Medical An-
interesado por estos temas buscaba material sobre antropología de la thropology norteamericana. Las crisis en las que se debate la teoría
me~icina en España tenía como única posibilidad recurrir a la compi- y la praxis sanitaria, y la contribución que se puede realizar desde
lación de Kenny y de Miguel (1980), al libro colectivo coordinado la antropología, tal y como son dibujadas por el antropólogo italia-
por Josep M." Comelles (1984), o informarse de visiones generales a no son un magnífico pórtico para entender las contribuciones si-
través de la edición que un historiador de la medicina, Luis García guientes.
Ballester, hizo de la obra de E. H. Ackerknecht (1985). La situación Desde la medicina varios autores reflexionan sobre el papel de
comenzó a mejorar mediada la década a través de los trabajos que pu- la cultura en su propia actividad. Como ya hemos señalado, se ha
blicaba regularmente la revista lana -y que han sido recientemente mantenido el breve capítulo que dio origen a este libro a partir de las
compilados y reeditados en sendos números de Trabajo Social y Sa- explicaciones que se buscan para entender los diferentes ritmos que
lud-' y de monográficos publicados por revistas como Arxiu d'Et- la transición sanitaria ha tenido en las diferentes regiones del globo.
nografia de Catalunya, Rolo Canelobre. Como atestigua la biblio- Los «factores culturales», tal y como aparecen en muchos estudios de
grafía que se publica al final de este libro, la situación no ha hecho población, suponen un primer punto de reflexión, en el que aparece
sino mejorar desde entonces, y si bien el recurso a la literatura inter- uno de los puntos que van a ser recurrentes. La condición vicaria que
nacional sigue siendo indispensable y provechoso los lectores en len- en algunas tradiciones académicas y profesionales se da a un tema tan
guas latinas tienen ahora a sudisposición una literatura amplia, a la central como la cultura, a la que sólo se recurre cuando la «corriente
que este volumen pretende contribuir. Esta situación es especialmen- principal» de conocimientos se muestra insuficiente, o cuando el ni-
te bienvenida por parte de los que tenemos responsabilidades docen- vel crítico de los propios estudiosos o profesionales permite el esca-
tes de cualquier nivel en relación con la ciencias sociales y las cien- pe de los raíles prefijados por el compartimento estanco disciplinar.
cias de la salud, pues nos permite disponer de un material de lectura En el mismo sentido, preguntarse por la relevancia de los «fac-
para los alumnos del que antes carecíamos. También con este objeti- tores culturales», pero en este caso en una práctica asistencial.deter-
vo en mente se publican los capítulos de este libro. minada: la pediátrica, camina el capítulo de Xavier Allue, Interesado
Como hemos señalado, la estructura ha mantenido el esquema de por esta problemática, hasta el punto de dedicar su tesis doctoral a
medicina y cultura I cultura y medicina, es decir, hablar de lo mismo, esta materia, el autor analiza a través de tres ejemplos concretos
pero desde los propios puntos de vista. Hubiera sido interesante enri- cómo se ve la cultura desde la pediatría, incidiendo nuevamente en
quecer el libro con la transcripción de los debates que se mantuvieron aspectos ya apuntados en el capítulo anterior.
en torno a las contribuciones que originaron los capítulos que siguen. Desde la historia de la enfermedad, Jon Arrizabalga traza un
Sin embargo, y a pesar de haberlo recogido, como ocurre casi siempre, conciso pero denso panorama del papel que desempeña la cultura en
pronto nos dimos cuenta de la dificultad de situar lo dicho en un de- los estudios histórico-médicos. Evidentemente, desde esta área la tra-
terminado contexto en un texto inteligible para los lectores. Por ello dición en la utilización de la cultura como clave explicativa es piedra
decidimos mantener una estructura más formal de libro colectivo a pe- angular, pues el papel de la historia en la constitución de las áreas de
sar de que el resultado final es necesariamente desigual en cuanto a los investigación que desde las ciencias sociales se han ocupado de la sa-
objetivos, la extensión y la profundidad de las diversas contribuciones. lud y de la enfermedad ha sido fundamental. Sin embargo, nuestra
Así pues, el libro se abre con unas atinadas reflexiones de Tu- propia experiencia muestra que, a pesar de los estrechos lazos que
\lio Seppil1i, que sitúa el debate actual en el que se engasta la antro- nos unen, el día a día evita que conozcamos aquello que se produce
en otros campos y que resulta fundamental para nuestro propio en-
1. Martínez Hernáez, Comelles, Miranda (1998) y Romaní, Miranda (1998). tendimiento de lo que estamos haciendo. Por ello la visión que apor-
28 Medicina y cultura Introducción 29

ta este investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científi- dominio en el que la hegemonía del modelo médico parece dejar poco
cas sitúa adecuadamente los muchos puntos de confluencia en los que resquicio. Implica el riesgo de disolver la antropología de la medici-
nos podemos encontrar. na como un paradigma médico una vez la medicina asuma dentro de
Joseba Atxótegui desde su experiencia en el trato con inmigran- su estrategia corporativa la sustitución del viejo evolucionismo deci-
tes nos presenta una visión de cómo Se plantea el papel de la cultura monónico, por ejemplo, en manos de los conceptos de la Clinícally
algr: 1 que diariamente tiene que afrontar el problema del choque in- Applied Anthropology. Este riesgo, implícito también en el texto de
tercullural. Escrita desde una visión psicopatológica y psicosocial, Menéndez, ha sido objeto de discusión en múltiples ocasiones, y tie-
esta contribución muestra a la vez la centralidad de la cultura y la ne- ne que ver con la posición que la antropología de la medicina ha de
cesidad de explicitar más su papel ante determinadas problemáticas. ocupar en el seno de la antropología, y nos atrevemos a decir que
Por último, en esta parte escrita desde los profesionales de la sa- también en el conjunto de una ciencia social en evidente reorganiza-
lud -aunque ciertamente todos muy familiarizados con las ciencias ción interna e identitaria.
sociales-, Jesús Armando Haro, que reúne la condición de médico y El siguiente bloque, que a su vez puede dividirse en dos aparta-
antropólogo, presenta una extensa y muy útil revisión de la literatura dos, engloba los estudios de casos. El primero de los apartados se
que en los últimos años se ha preocupado de los cuidados profanos. ocupa de tres campos específicos de la problemática de la salud: la
Manejando con gran habilidad y conocimiento la literatura interna- salud reproductiva, el problema del dolor y el sufrimiento, y el caso
cional sobre la materia se dibuja un rico panorama de este «ambiguo» siempre algo específico de la psiquiatría. El segundo apartado está
sector en el que realmente se negocia la mayor parte de la asistencia constituido por dos aproximaciones desde el hospital.
ante los problemas de salud de la población. Mari Luz Esteban analiza el ámbito de los discursos culturales
La segunda parte del libro contiene las aportaciones de los an- sobre la maternidad y la infancia a partir del uso estratégico que de
tropólogos de la medicina. Las hemos ordenado en bloques: el pri- ellos hacen distintos discursos, en este caso fundamentalmente el dis-
mero corresponde a dos aportaciones que inciden directamente en el curso médico, el feminista y el de los estudios antropológicos de gé-
debate expresado; el segundo, constituido por estudios de casos, ilus- nero.
tra la pertinencia de la discusión sobre los factores culturales a partir Rosario Otegui aborda un viejo problema de la medicina, el do-
de evidencias empíricas, sean estas de campo, o a partir de análisis bi- lor, sobre el cual la antropología ha desarrollado, en la última década,
bliográficos. una sustancial reflexión, muy vinculada al debate sobre el cuerpo, la
El primer bloque lo abre Eduardo L. Menéndez, probablemente incorporación de las emociones y los modelos culturales de expresión
uno de los autores más influyentes, si no el que más, en la antropolo- de las mismas. El trabajo deriva de dos investigaciones de campo,
gía de la medicina española. Efectúa una disección magistral del pro- una sobre la artritis reumatoide y la otra sobre el sida.
blema a partir de un análisis muy pertinente de los usos de los con- Ángel Martínez aborda una discusión candente en el mundo psi-
ceptos y las definiciones, y su manipulación, que compartimos quiátrico, asociada al papel hegemónico del DSM-IV en la organiza-
sustancialmente. Aunque bastantes de los ejemplos que utiliza los ción de la práctica psiquiátrica. Probablemente, sea en la actualidad
contextualiza en América Latina, queremos resaltar que en Europa se el ámbito de discusión más viva entre antropólogos y psiquiatras, y
podría describir algo parecido, con alguna diferencia. En Europa la también uno de los que ha recibido más atención interdisciplinar en
ausencia o la marginalidad de ciencias sociales en la medicina hace los últimos años: tanto como crítica a las concepciones neokaepeli-
que ésta lea los conceptos desde sus versiones norteamericanas. nianas que sustenta el DSM-IV, como por las concesiones que ha ha-
La aportación de José M. Uribe incide en parte en los temas bido que plantear en este texto en el tratamiento de los síndromes de-
abordados en el debate que originó este libro y que tienen que ver con limitados culturalmente.
el problema de la construcción de la identidad antropológica en un Los dos últimos textos corresponden a dos trabajos de campo
30 Medicina y cultura Introducción 31

realizados en hospitales y que muestran cómo el espacio hospitalario, tre cultura y medicina. Es un intento más, muy mejorable, edificado
pensado como un espacio de la medicina, engendra en su seno formas sobre otros intentos anteriores, pero que muestra ya la variedad de la
culturales en permanente transformación. investigación que se ha venido realizando, especialmente en los últi-
José Fernández-Rufete nos muestra la aparición de una cultura mos tres lustros.
corporativa en un servicio de medicina interna destinado a enfermos El resultado final de las páginas que siguen, en nuestra opinión,
de sida, a partir de un trabajo de campo clásico por parte de un antro- es una mezcla de esperanza y dificultad...
pólogo que se incorpora al servicio como tal. El énfasis en este caso
se hace sobre la construcción de discursos profesionales en la inte- Alacant-Creixell, febrero de 2000
racción con los pacientes, y se analizan las contradicciones a que ello
conduce.
Josep M.' Comelles adopta una posición distinta. En su caso, la
posición en el servicio que estudia es la de un paciente primero, y la de Bibliografía
un acompañante después. Desde esta posición examina cómo en ser-
vicios tecnológicamente avanzados la fragilidad de los discursos cor- Ackerknecht, E. H. (1985), Medicina y Antropología Social, Akal, Madrid.
Comelles, J. M.", comp. (1984), Antropofagia i Saíut, Fundació Caixa de
porativos que sostienen la práctica biomédica dan lugar a transaccio-
Pensions, Barcelona.
nes con discursos subalternos, como la magia o la religión.
Fabrega, H. (1974), Disease and Social Behavior, MIT Press, Cambridge.
El conjunto de las aportaciones evidencia, creemos que sufi-
Hahn, R. A. (1995), Sickness and Heaíing. An Anthropological perspectíve.
cientemente, la significación de la cultura .en el mundo sanitario y la
Yale University Press, Cambridge.
necesidad de un amplio diálogo para encarrilar adecuadamente las Kenny, M. y J. M. De Miguel, comps. (1980), La Antropología de la Medi-
posibilidades prácticas a que conduce. No en el sentido de ser única- cina en España, Anagrama, Barcelona.
mente la ocasión para deslegitimar la práctica de unos o de otros, Martínez Hernáez, A., J. M." Comelles y M. Miranda Aranda, comps.
sino con el convencimiento de que avanzar en la comprensión mutua (1998), Antropologíade la Medicina. Una década de Jano (1985-1995)
de las percepciones de unos y otros sobre los hechos culturales puede (1). Trabajo Social y Salud, 29, Asociación Española de Trabajo Social
redundar en una mejora de la calidad asistencial, y en una más certe- y Salud, Zaragoza.
ra y profunda comprensión de los procesos de salud, enfermedad y Pujadas, J. J., J. M.' Comelles y J. Prat Carós (1980), "Una hihliografía co-
atención. mentada sobre antropología médica», en M. Kenny y J. De Miguel,
comps., La Antropología Médica en España, Anagrama, Barcelona,
Hubiésemos podido concluir el libro con los casos aludidos,
pero estimamos que en una obra de estas características, como ya su- pp. 323-353.
Romaní, O. y M. Miranda, comps. (1998), «Antropología de la Medicina.
cediera en el mencionado Kenny y De Miguel (1980), vendría bien Una década de Jano (1985-1995) (11»>, Trabajo Social y Salud, 31,
también una bibliografía sobre antropología de la medicina en Espa- Asociación Española de Trabajo Social y Salud, Zaragoza.
ña publicada durante los últimos cuarenta años. Por una parte, porque
la detección de errores en aquella (Pujadas, Prat y Comelles, 1980),
lo hacía necesario, y por otra parte porque, como veremos, el volu-
men de la misma ha crecido espectacularmente en veinte años. Esta
bibliografía, como explicamos en su presentación, nace con vocación
de iniciar la tarea de recogida sistemática de este tipo de literatura y
construir en los próximos años una base de datos sobre la materia que
pueda ser de utilidad para todos los interesados en las relaciones en-
1.
De qué hablamos cuando hablamos de factores
culturales en salud. A modo de presentación"!

Tullio Seppilli

Es un hecho reciente y suficientemente contrastado que en bastantes


países la antropología de la medicina se va consolidando, bajo distin-
tas denominaciones, como el campo de las disciplinas antropológicas
con un más rápido desarrollo y más extensa utilización operativa.
Esto es cierto para Estados Unidos, en donde este fenómeno se cons-
tató por primera vez, pero también se observa en los países industria-
lizados, y en gran parte de América Latina. En la determinación de
este dinamismo parecen haber intervenido, en gran medida, factores
contextuales.
El desarrollo de investigaciones sIstemáticas en antropología de
la medicina ha estado vinculado -en Europa desde finales del si-
glo XIX-, a un contexto histórico en el que, pese a los grandes avan-
ces cognoscitivos y operativos de la biomedicina.i a su control legal
progresivo de toda la actividad preventiva y terapéutica y a la fuerte
tendencia a la expansión de la sanidad pública para una cobertura to-
tal de la población, persiste en amplios estratos sociales, sobre todo
rurales, una evidente y no desdeñable distancia cultural y actitudinal
respecto a los modelos que, paso a paso, va proponiendo la biomedi-
cina. Esto supuso, para estos estratos sociales, una dificultad objetiva
y subjetiva para buscar en ella la ayuda, para aceptar integralmente su
lógica y reconocer su única y absoluta competencia con respecto a la

* Traducción de Carmen Colesanto.Revisión de Josep M.' Comelles y Enrique Per-


diguero.
1. Publicado en italiano como: «Presentazione», en D. Cozzi y D. Nigris, comps.,
Gesti di cura, Oriss-Colibri, I-XXIII (1996).
2. En el original medicina uJficiale. (N de la t.)
34 Medicina y cultura De qué hablamos cuando hablamos de factores culturales en salud 35

totalidad de eventualidades del «estar mal». Esta dificultad va mucho El conocimiento resultante no atañe únicamente a la diversidad
más allá de los obstáculos objetivos derivados de una insuficiente ex- cultural de los estratos populares del Occidente industrializado. Las
tensión de los servicios sanitarios, de las dificultades de acceder a investigaciones se han ampliado a otros contextos geográficos de la
ellos, o del coste excesi vo de sus prestaciones. Se traduce en un reco- mano de la creciente globalización de los procesos y de los proble-
rrido paralelo o alternativo hacia «otras» respuestas preventivas y te- mas. Se refleja en la planificación sanitaria -y no sólo a escala in-
rapéuticas -como las ofrecidas por los sanadores populares o por los ternacional en la cual se sitúan numerosas iniciativas de asistencia y
ministros eclesiásticos-, juzgados por la cultura hegemónica como de control-, produciendo, más específicamente, dos nuevos terrenos
puras y simples prácticas supersticiosas carentes de eficacia. de intervención: el de los programas de asistencia sanitaria en los paí-
En situaciones de este tipo, caracterizadas por una gran diversi- ses en vías de desarrollo (la llamada cooperación internacional), y el
dad en las concepciones relativas a las causas y a la naturaleza misma de la organización de una respuesta sanitaria adecuada en los países
del «estar mal», y por una más general y significativa heterogeneidad industrializados a la inmigración creciente de otros países, que con-
en los horizontes culturales de amplios estratos populares y del pro- lleva la formación de extensas áreas multiétnicas y multiculturales
pio personal sanitario, se observa la imposibilidad de una articulación con una población de usuarios heterogénea y caracterizada por la
efectiva entre la oferta de los servicios sanitarios y las expectativas de multiplicidad de modelos concernientes a la salud y a su defensa.
los posibles usuarios. Por decirlo sintéticamente, las ofertas y las ex- Una situación de significativa disociación entre las orientacio-
pectativas -la demanda-, no consiguen superponerse. nes culturales de la biomedicina, y las de una parte sustantiva de la
Por esta razón, las investigaciones sobre la diversidad cultural población fundamenta, desde hace tiempo, una demanda de investi-
de los estratos populares en sus confrontaciones con los problemas de gación en antropología de la medicina, cuya finalidad es verificar e
salud dentro de su horizonte cognitivo aparecen a menudo, desde el interpretar los procedimientos controlados de la intervención. Por
punto de vista de la biomedicina, como fuentes de conocimientos ne- esto mismo ha ido creciendo un corpus de conocimientos en antropo-
cesarios para individualizar la naturaleza y la consistencia de los pre- logía de la medicina dirigido a la programación y el control de la efi-
juicios que están en la base de las dificultades y de las resistencias po- cacia de la actividad sanitaria con el fin de enlazar culturalmente la
pulares en su relación con los servicios sanitarios y, por lo tanto, para red de usuarios con las instituciones sanitarias. Esto se ha llevado a
proyectar y desplegar políticas de intervención dirigidas a una más cabo, por un lado, ajustando la cultura y la organización de los servi-
incisiva y extensa expansión de los cánones y los esquemas de con- cios a sus destinatarios; y, por otro lado, orientando la cultura y el
ducta elaborados por la ciencia médica. En resumen, una inserción comportamiento de la población en la dirección en la que el estado de
efectiva y orgánica de toda la población como usuaria de la medicina la investigación parece poder garantizar una máxima probabilidad
considerada legítima. de salud (para entendernos, la educación sanitaria, o como hoy se
Ya en la época positivista, y en fases sucesivas: la constitución prefiere llamar, la educación para la salud).
de los nuevos escenarios político-sociales, el desarrollo creciente de Esta exigencia de un corpus de conocimientos en antropología
la investigación biomédica y de la ciencia antropológica, han supues- de la medicina y su constante puesta al día y ampliación, no disminu-
to, un gran número de investigaciones sobre las representaciones y ye el valor de cuanto se ha realizado hasta ahora, no sólo a causa de
las prácticas populares relativas a la salud y a su defensa, sobre las la progresiva implicación de nuevos territorios, estratos sociales y
causas y las clasificaciones de la enfermedad, sobre los procedimien- grupos étnicos, sino también por la aparición de nuevos riesgos y pro-
tos diagnósticos y terapéuticos, sobre los distintos personajes que de blemas, y por el mismo desarrollo de la investigación y la práctica
modos y con razones diversas afrontan el «estar mal», las articulacio- biomédicas.
nes y las correlaciones de los usuarios con éstos, con los médicos y En suma, la estrategia subyacente en el uso de la investigación
con las estructuras hospitalarias. antropológica está destinada a sustentar científicamente la programa-
36 - - - - - Medicina y cultura De qué hablamos cuando hablamos de factores culturales en salud 37

ción de las intervenciones sobre los problemas de la salud, a apoyar la compatibilidad de las mismas con las concepciones generales del
una conciencia científica de masa y una utilización lo más racional mundo y de la vida que constituyen. A partir de estas cosmovisiones
posible de los servicios y de los recursos que la biomedicina puede una población simboliza e interpreta la realidad, le da sentido y valor,
ofrecer a los usuarios. Puede producirse también algo más que un uso y se coloca operativamente frente a ella, arraigándose a su vez pro-
racional de cuanto ya existe: ya que la toma de conciencia de los fac- fundamente en la institución y en las dinámicas del sistema social y,
tores de riesgo inscritos en las propias condiciones de vida y de tra- por lo tanto, en las condiciones objetivas de existencia de los hom-
bajo, o el conocimiento de la falta de disponibilidad de las prestacio- bres que la componen. De modo que cada operación dirigida a modi-
nes y de los servicios que ofrece la biomedicina como esenciales para ficar en un determinado grupo social una creencia etiológica o un ri-
la defensa de la salud tiende inevitablemente a traducirse en impulsos tual terapéutico especial-por poner un ejemplo-, pone en cuestión
reivindicativos «desde abajo» dirigidos a conseguir la objetiva re- correlaciones sociales, órdenes ideológicos y equilibrios subjetivos
ducción de los riesgos y la creación de las condiciones objetivas in- bastante más profundos y resistentes de lo que a menudo sospechan,
dispensables para la adopción de aquel tipo de comportamiento que todavía hoy, algunos organismos que plantean las ingenuas y frustra-
las intervenciones de educación sanitaria proponen a la población. das campañas denominadas «de educación sanitaria».
Pero al mismo tiempo, y a través de una estrategia que se da en Pero quizá el salto de calidad más incisivo, aquello que ha afian-
el marco de la globalización de la hegemonía urbano-industrial occi- zado y transformado radicalmente el conjunto de la antropología de la
dental, se alienta una política de plena y exclusiva afirmación de los medicina, ampliando su densidad crítica, modificando sus relaciones
fundamentos, de las opciones históricas, de las contradicciones y de con otros ámbitos de investigación y desplazando su significado ope-
los compromisos con los poderes económicos y políticos, en que se rativo, ha sido la decidida ampliación de su campo de investigación.
ha venido expresando la biomedicina como institución en Occidente. Esto ha ocurrido cuando ha ido más allá del estudio de la alteridad
Por otro lado, la mirada antropológica sobre la salud y la enfer- -en resumen, el estudio de la medicina folklórica europea o bien de
medad ha de superar por sí misma su institucionalización inicial, los sistemas médicos no occidentales o «heterodoxos»-, y ha inicia-
fuertemente marcada por el evolucionismo positivista. En cierto sen- do el abordaje, cada vez más frecuente, de la biomedicina misma, es-
tido, la historia de la constitución de la antropología de la medicina tudiada como uno más de los sistemas médicos que se han constitui-
como disciplina científica es la de su tendencia a liberarse de una vi- ! do en el mundo. Sistema, ciertamente diferente, por basarse en el .
sión estrechamente eurocéntrica y de una unívoca función de apoyo a método científico (con todos los presupuestos y las implicaciones que
una estrategia operativa cuyo objetivo era promover la pura y simple esto comporta), pero al mismo tiempo, al igual que los otros sistemas,
adhesión de la población a los cánones de la biomedicina y sus insti- institución social y estructura de poder, y como los otros, en cada
tuciones. De ahí el abandono de cualquier forma de diversidad cultu- caso, aparato ideológico-cultural y organizativo históricamente de-
ral y conductual en la relación con tales cánones o instituciones. La terminado.
diversidad era entendida sin matices como prejuicio, superstición, El sistema de la biomedicina ha sido examinado, aunque quizá
simple retraso con respecto a la biomedicina y en general a la cultura aún de forma insuficiente, en un gran número de contextos y de va-
de clase, hegemónica en la Europa contemporánea. riantes sobre la base de una amplia diversidad de perspectivas y de di-
Esta profundización y revisión teórica basada en análisis empí- rectrices: las grandes opciones históricas de fondo en que se ubica, el
ricos cada vez más sofisticados, permite, entre otras cosas, dar cuen- carácter esencialmente biologicista de su paradigma, su fondo ideo-
ta del carácter no fragmentario ni arbitrario de las representaciones y lógico y sus valores implícitos, sus estrategias de formación y los me-
prácticas relativas a la salud y a la enfermedad, sobre las que la an- canismos de promoción profesional, la articulación de los servicios
tropología de la medicina había indagado desde sus inicios. Así ha sanitarios con la red de usuarios y las actitudes de los profesionales
aclarado, una y otra vez, los vínculos significativos, la coherencia y en su relación con los asistidos, la complejidad y la dinámica hetero-
38 Medicina y cultura De qué hablamos cuando hablamos de factores culturales en salud 39

génea de la relación entre el médico y el paciente, las dimensiones medicina. Ahora, en cambio, se considera la biomedicina como cual-
rituales de los aparatos simbólicos que se manifiestan en el funciona- quier otro sistema médico, se sitúa, en tanto que producto histórico,
miento aparentemente secular de las profesiones sanitarias, las insti- como objeto posible de la investigación antropológica. Se supera,
tuciones hospitalarias como microsistemas sociales, sus estratifica- pues, la aproximación acrítica y etnocéntrica que veía en la biomedi-
ciones jerárquicas internas y sus «normas», los flujos comunicativos cina el punto de llegada de una única y larga línea evolutiva, mientras
que se estructuran, su carácter sustancialmente totalizador y su im- que todos los demás sistemas médicos parecían estar detenidos en es-
pacto en la condición existencial, sus vivencias subjetivas y el mismo tadios previos. Así pues, se ha modificado radicalmente la perspecti-
curso clínico de los rehabilitados, las relaciones de la investigación y va de conjunto de todos los sistemas médicos. Y también ha cambia-
de la profesión sanitaria con la industria farmacéutica y con otros de- do el modo de hacer la historia de la misma biomedicina. Es decir, ha
partamentos industriales, la influencia de la biomedicina como «sis- variado, el sentido y la función operativa de la antropología de la me-
tema» en la sociedad, su imagen en los grandes medios y sus efectos dicina, ya que esta nueva perspectiva unitaria exige rediseñar profun-
en la cultura de masas y sobre las costumbres. damente las perspectivas de las investigaciones, la articulación de los
Paralelamente, se han hecho numerosas investigaciones sobre intereses temáticos, los objetivos y las estrategias acerca del uso so-
otra vertiente --en cierto sentido interna al sistema médico de los cial de la investigación, los propios criterios de una comparación de
países desarrollados, o por eso, en gran medida coherente con el mis- las diferentes respuestas a la patología. Si quisiéramos resumir el sen-
mo-, la constituida por los colectivos de usuarios «modernos» que tido de este salto cualitativo, a costa de banalizarlo, podríamos decir
viven en zonas urbanas. Así, se han explorado los modelos culturales que la antropología de la medicina deja de ser una recopilación de da-
relativos al propio cuerpo y a la salud/enfermedad y a su marco ideo- tos sobre prejuicios «curiosos» obtenidos en poblaciones ajenas a la
lógico y de valores; el imaginario, las representaciones y los valores sociedad civil -útil como fuente de información sobre las resisten-
simbólicos y emocionales referentes a cada una de las enfermedades; cias concretas que se oponían al desarrollo del saber médico-, y se
su etiología y su curso; las vivencias subjetivas de la enfermedad iill- convierte en el instrumento necesario para obtener datos con los cua-
ness) como su componente esencial incluso desde el punto de vista les proponer respuestas eficaces a los problemas cotidianos, al servi-
clínico, a la par que los procesos biológicos que la constituyen en el cio de su mismo contexto sociocultural. Aún más, supone incluso ex-
organismo (disease), la modalidad temático-estructural del «hablar» tender la perspectiva -con cierto carácter destructivo-, poniendo
(illness narratives), y las expectativas en las relaciones con el médi- todo el edificio de la medicina occidental y su lógica institucional
co y los diferentes servicios sanitarios. En fin, las condiciones mate- ante la mirada científica y crítica del observador externo.
riales y los factores socioculturales específicos que inciden sobre Este desarrollo de una perspectiva científico-crítica en las rela-
todos estos elementos y modelan el horizonte de la subjetividad indi- ciones de la biomedicina se acompaña y se cruza con el emerger de
vidual y colectiva concerniente a la salud, la insidia que la amenaza, elementos de crisis en su funcionamiento interno y en sus mismas re-
los ámbitos de su defensa. laciones con los usuarios.
No debe infravalorarse la conversión radical de los puntos de Hacia mediados del siglo xx, en muchos países la biomedicina
vista que ha comportado este decidido ensanchamiento del campo había alcanzado el punto álgido de su legitimación y de su expansión
para el desarrollo de la antropología de la medicina. cultural. Para valorar la importancia del fenómeno hay que recordar
El antropólogo había observando las representaciones y «las que aún a finales del siglo XIX perduraban en Europa, además de los
otras» prácticas médicas partiendo del punto de vista de «su» propio médicos, una multitud de terapeutas de variada matriz y una heterogé-
sistema médico, asumiéndolo como el indiscutible modelo de refe- nea red de usuarios: sanadores urbanos y rurales, parteras empíricas,
rencia y teniendo todavía el reparo de la mirada objetiva de la inves- sangradores y barberos dedicados a la pequeña cirugía, frailes dispen-
tigación; afrontaba solamente la diversidad y su distancia de la bio- sadores de elixires, religiosos empeñados en dar respuestas a los tras-
40 ~ Medicina y cultura De qué hablamos cuando hablamos de factores culturales en salud _ _ _ 41

tomos somáticos y psíquicos... y recordar también que este proceso de pleja concomitancia de factores objetivos y subjetivos, extensos pro-
centralización y legitimación de toda la actividad preventivo-terapéu- cesos de burocratización que entorpecen el funcionamiento y la utili-
tica bajo el único control de la medicina universitaria ha sido comple- zación de servicios. Estos procesos acentúan todavía más la desperso-
jo, difícil, precursor de la resistencia, la conflictividad y las nuevas nalización, anonimato y empobrecimiento emocional en las relaciones
contradicciones, y se ha abierto camino hacia el prudente recurso de directas entre médico y paciente, especialmente en las grandes estruc-
una articulada normativa jurídica represiva. turas hospitalarias.
En efecto, incluso las grandes conquistas cognoscitivas y opera- Como he apuntado, en todos los países occidentales, --e inclu-
tivas de la medicina contemporánea en la lucha contra las patologías so en los centros urbanos más cosmopolitas-, se van asentando las
infecciosas también han jugado su papel respecto a la crisis. Éstas formas más diversas. yen cierto sentido «nuevas», de las así llama-
han supuesto un cambio radical del peso de las diferentes enfermeda- das medicinas alternativas. Se trata de formas de muy diverso origen
des, con la casi total desaparición de algunas y el consecuente pro- y de diferente grosor cultural: filones heterodoxos de la misma medi-
gresivo emerger de nuevas formas infecciosas y otras patologías, cina occidental, como la homeopatía o la pranoterapia; survivals de
como, por ejemplo, las degenerativas, contra las que los modelos pre- viejas tradiciones herbolarias cultas o populares; producciones se-
cedentes, victoriosos con el trabajo científico -basados en la indivi- miindustriales de instrumentos de «defensa mágica» comercializadas
dualización de un agente agresor y la consecuente puesta a punto de a través de redes publicitarias y canales de distribución a domicilio;
una respuesta farmacológica rápida y adecuada-, pierden gran parte formas actualizadas de sanadores; técnicas de prevención o terapia
de su valor. Se ha producido pues, una creciente desilusión de las ex- -como el yoga, la acupuntura, la moxibustión o el shia-tzu- proce-
pectativas de la opinión pública con respecto a la esperanza-certeza dentes de las grandes culturas médicas del Extremo Oriente. Y tam-
de desarrollo sin límites de la medicina fundada sobre aquellos mo- bién nuevas o renovadas organizaciones de tipo religioso, con evi-
delos. dentes funciones de intensa, aunque limitada, resocialización y de
Pero emergen también otros elementos de crisis en el desarrollo fuerte reforzamiento psíquico. Este fenómeno es sostenido por el de-
interno del sistema médico occidental en sus relaciones con los usua- sarrollo de una constelación de valores -de signo no unívoco-, pre-
rios. Su hiperespecialización sectorial yel sustancial abandono, des- sentes de forma variada en todos los países occidentales: revaloriza-
pués de la Segunda Guerra Mundial, de las tendencias de recupera- ción de la naturaleza y del ambiente, nostalgia «rural-folklórica»,
ción de una perspectiva holística que habían emergido tras las dos actitudes antiindustriales y actitudes de rechazo de algunas grandes
guerras en algunos países europeos y, en particular. en la medicina so- alternativas que están en la raíz de la así llamada civilización occi-
viética de derivación pavloviana, de los cuales sólo las orientaciones dental (la razón, la ciencia, la tecnología), con la consecuente valora-
psicosomáticas, parecen mantenerse en Occidente. Esta hiperespeciali- ción de prácticas-símbolo «invertidas» o provenientes de otra civili-
zación, junto al progresivo recurso a procedimientos diagnósticos ba- zación. Y en particular, modelos holísticos y empáticos de relaciones
sados en exámenes de laboratorio o en el uso de la tecnología, introdu- interpersonales, combinados con la hostilidad a toda terapia «no na-
cen en la relación clínica una fuerte «objetivación» o «reificación» del tural», «incisiva», «violenta». Pero es evidente. en relación con esta
paciente, una atención sanitaria centrada en el proceso patológico más constelación de valores, que el desplazamiento de crecientes sectores
que en el enfermo y en su subjetividad, una despersonalización y un de la población hacia el recurso paralelo o alternativo a las «nuevas»
empobrecimiento emocional de la correlación interna entre el médico formas de «la otra» medicina, encuentra un fuerte estímulo en la in-
y el paciente. Al mismo tiempo, en los países en los que la presión de tensa carga emocional y en la atención personalizada, que a diferen-
grandes movimientos populares por el derecho a la salud había sido cia de la biomedicina, caracterizan las formas de relación con el pa-
una tarea laboriosa de producción de estructuras de sanidad pública ciente y con su contexto.
abiertas a todos los ciudadanos, tienden a verificarse, por una corn- Este fenómeno se está desarrollando en el mismo período en que
42 Medicina y cultura De qué hablamos cuando hablamos de factores culturales en salud 43

la propia investigación biomédica está aclarando -a través de la lla- les del prestigio y de la carrera, en la organización de la práctica pro-
mada psiconeuroinmunologia-«, la función esencial del sistema ner- fesional, en el saber y en la lógica compleja sobre el que se rige hoy
vioso central en el condicionamiento del sistema inmunitario y, en el sistema de la medicina como institución y se estructuran sus jerar-
general, de las defensas y del complejo equilibrio del organismo hu- quías y sus relaciones con la economía y el poder.
mano. En este contexto se está produciendo la revalorización de la No parece aventurado prever que en este complejo y dinámico
importancia de los estados emotivos y de las vivencias psíquicas, pro- marco cognoscitivo y operativo irá siempre configurándose clara-
ducto de las relaciones interindividuales y de los estilos de vida como mente un insustituible rol de «conciencia crítica» por parte de la an-
factores patógenos o, viceversa, como factores de defensa orgánica o tropología de la medicina.
de auténtica terapia. Una problemática que se dirige -como he indi- He indicado al principio que en muchos países la antropología
cado en otras ocasiones-, al núcleo de las modalidades del trabajo y de la medicina se va asentando como el sector de la disciplina antro-
de los mecanismos de eficacia de gran parte de las medicinas tradi- pológica con mayor desarrollo y más extensa utilización operativa.
cionales y alternativas, en que la determinación ritual de intensos es- Una utilización que va desde la simple puesta a punto de conoci-
tados emotivos en las expectativas de curación y, en general, la pro- mientos funcionales para la conducción y el control de los proyectos
funda implicación psíquica del paciente parecen desempeñar un papel específicos de la intervención sanitaria, hasta llegar, como he obser-
esencial. Hoy parece importante llevar a cabo un cuidadoso proceso vado, a un posible rol de «conciencia crítica» en la transición hacia
de revisión crítica de las prácticas efectuadas por estas medicinas. un nuevo orden teórico-práctico del conjunto de la biomedicina.
La atención en una perspectiva holística orientada al psiquismo Para Italia o para España esto parece una verdad a medias. En el
y a la subjetividad psicocultural parece motivar una ulterior conside- ámbito de los estudios antropológicos y entre los jóvenes aumenta
ración, que se dirige inevitablemente hacia un cambio radical de toda el interés por las investigaciones de antropología de la medicina y por
la estrategia sanitaria. Es decir, frente al peso creciente de las patolo- sus potenciales implicaciones operativas. A menudo y justamente al
gías degenerativas y de largo curso, emerge netamente la oportunidad contrario, es la propia perspectiva de tales implicaciones la que moti-
y la necesidad de ajustar la práctica de los servicios sanitarios a la va inicialmente la investigación y alimenta las demandas de su cone-
cultura de la red de usuarios y confiar en aspectos relevantes de los xión con las instituciones implicadas en la formación de los sanita-
estilos de vida y los numerosos comportamientos terapéuticos, y so- rios, en la gestión de los servicios de prevención o asistencia y en la
bre todo preventivos, que lleva a cabo la población en forma de auto- planificación de la sanidad pública.
gestión «participada». El proceso de institucionalización de la antropología de la me-
Los problemas emergentes, las respuestas que respecto a estos dicina está bastante más retrasado en las estructuras universitarias, en
se vislumbran, el mismo estado actual del saber científico, tienden particular en las Facultades de Medicina, y en los servicios sanitarios,
hacia una apertura, hacia una profunda revisión teórico-práctica de aunque se advierte cierta apertura en sectores médicos tradicional-
nuestra medicina en una dirección sistémica en la que se ha hecho un mente interesadas en lo social (la salud pública, la psiquiatría, y la
gran espacio a una integración orgánica de cuanto proviene de la in- educación para la salud), o en lugares e instituciones en las que por
vestigación biológica, con las múltiples contribuciones provenientes cualquier motivo es factible desde hace un tiempo, un trabajo de co-
de las disciplinas psicosociales. Pero esta profunda revisión de los laboración.
mismos fundamentos -incluso biológicos-, de la cultura médica y Mientras tanto, una creciente demanda de antropología de la
de sus expresiones concretas y operativas no será ni fácil ni rápida, medicina se está abriendo camino, incluso en nuestros países, en re-
porque choca inevitablemente con mecanismos de resistencia profun- lación con las actividades de cooperación internacional y, sobre todo,
damente arraigados en los procesos y los programas de la formación frente a la constitución en el propio estado de nuevas y evidentes si-
universitaria en ciencias de la salud, en los mecanismos promociona- tuaciones de diversidad cultural, de variabilidad y heterogeneidad en
44 Medicina y cultura

las demandas y las expectativas, que son el fruto de las crecientes mi- 2.
graciones desde las más variadas áreas del llamado «sur del mundo», De qué hablamos cuando hablamos de factores
con su correlato de progresiva formación en Europa de una sociedad culturales desde la demografía y la epidemiología
multiétnica. Una condición «excepcional» propone de nuevo la cues- históricas
tión del ajuste cultural de los servicios a su red de usuarios, que en rea-
lidad es, siempre más claramente, una cuestión de interés general, con- Elena Robles, Enrique Perdiguero, Josep Bernabeu'
cerniente no sólo a una minoría, sino a la mayoría de los ciudadanos.
Es una prioridad en todo ello la formación orientada a la promo-
ción de la investigación y al uso social de la antropología de la medi-
cina. Es preciso aproximar la excelente tradición italiana (y española)
de los estudios de medicina popular y folklore médico, y los de la an-
tropología italiana aplicada a la educación sanitaria con las problemá-
ticas, los posicionamientos metodológicos, las adquisiciones cogniti- Los cambios en las tendencias de mortalidad y fecundidad en
vas y la experiencia del trabajo que constituyen hoy el patrimonio Europa occidental, cuya explicación intenta la teoría de la transición
internacional de la antropología de la medicina. Y establecer en torno demográfica, han sido durante mucho tiempo el centro de atención de
a estas conexiones los nuevos marcos de investigación e intervención. investigadores procedentes de distintos campos de las ciencias socia-
les (Arango, 1980; Chesnais, 1992; Kirk, 1996).
La transición puede resumirse, brevemente, en el proceso de
transformación del comportamiento de las poblaciones en el terreno
de la fecundidad y la mortalidad. Supone el paso de poblaciones con
tasas altas de fecundidad y mortalidad a poblaciones caracterizadas
por tasas bajas. Este proceso aparece ligado, entre otros factores, al
crecimiento económico contemporáneo 0, lo que algunos autores de
un modo más amplio, denominan modernización (Castells, 1987; Car-
nero, 1990).
El desarrollo de la teoría de la transición demográfica en mate-
ria de mortalidad se ha producido en las últimas décadas, cuando el
estudio de su declive ha suscitado interés entre los investigadores
procedentes de distintas disciplinas (McKeown, 1978; Schofield et
al., 1991). Uno de los motivos de este interés puede ser, a nuestro jui-
cio, los intentos de explicación que se vienen realizando de la rela-
ción entre el descenso de la mortalidad, la evolución de los patrones
epidemiológicos y los procesos de modernización económica.
Los cambios producidos en la estructura por edad y causa de
muerte, por un lado, y la inclusión de los cambios en los patrones

l. Grup Gadea d'Historia de la Ciencia, formado por historiadores de la ciencia de


las universidades de Alicante y Miguel Hernández de Elche.

Вам также может понравиться