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MOVIMIENTOS POLÍTICOS JUVENILES DE MEDIADOS DEL

SIGLO XX
Con motivo del 50 aniversario de los movimientos juveniles de 1968
Carlos Ferra Martínez1

Este año se conmemorará el cincuenta aniversario de las rebeliones juveniles que


conmovieron al mundo en la sexta década del siglo XX. Los acontecimientos no se
precipitaron como “rayos en cielo sereno”. Los grandes movimientos juveniles que
alcanzaron su cúspide en Francia y México en 1968, fueron precedidos por formas muy
diversas en que los jóvenes de los años anteriores rechazaron el discurso y el
comportamiento ético, moral y político de las sociedades burguesas y de las burocracias
de los erróneamente denominados países socialistas. En la década de 1960 los jóvenes
de apoderaron de las calles y durante meses se sintieron dueños de sus vidas y
constructores de una nueva sociedad. Las rebeliones de entonces provocaron en años
posteriores muchos cambios en los países donde tuvieron lugar y en la mayor parte del
planeta, a tal grado que el mundo de ahora no podría comprenderse cabalmente si no se
entienden los alcances que esas rebeliones tuvieron. Pero no triunfaron en toda la línea.
El sueño de construir una nueva sociedad no prosperó. A poco más de una década las
burguesías de los países capitalistas, conmocionadas por una crisis económica y política
profunda, comenzaron a marchar hacia el nuevo liberalismo. La caída del “socialismo
real” terminó por definir más crudamente el curso neoliberal que seguiría el mundo
desde fines del siglo XX hasta nuestros días. En las líneas que siguen abordo algunos
temas que podrían contribuir a entender las rebeliones juveniles que tuvieron lugar hace
medio siglo. Lo hago como un humilde tributo a los grandes sacrificios, las vidas
perdidas y también al entusiasmo y las ilusiones que movieron a los jóvenes de entonces
a retar a gobiernos y sistemas políticos y sociales que parecían invencibles.

Voy a abordar el tema en tres partes. En la primera me referiré a las movilizaciones que
podríamos calificar como de “ayer” centrando la atención en los acontecimientos de la

1) Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Chapingo. Exsecretario general del


Sindicatos de Trabajadores Académicos de la Universidad Autónoma Chapingo. Fue
Coordinador Académico y Coordinador General del Programa de Agroecología de la UACh.
Dos veces Subdirector de Investigación del Departamento de Sociología Rural. Consejero
Departamental en varias ocasiones y consejero universitario. Integrante de los consejos
editoriales de las revistas Geografía Agrícola, Textual, Crítica Social y Artículos y Ensayos de
Sociología Rural.

1
década de 1960. En la segunda parte me ocuparé de la situación de crisis de la sociedad
capitalista y, en una tercera parte, intentaré una caracterización preliminar de las
manifestaciones de resistencia de los últimos años, principalmente de los jóvenes,
contra las agresiones del sistema.

LA DÉCADA DE LOS 1960S

A manera de introducción

En 1968, parafraseando el párrafo inicial del Manifiesto del Partido Comunista, Gabriel
y Daniel Cohn-Bendit escribieron en las primeras páginas de su libro El Izquierdismo,
Remedio a la Enfermedad Senil del Comunismo (1969, 23) las siguientes palabras:

“Un espectro hace temblar el mundo: el espectro de los estudiantes. Todas las potencias
mundiales se han unido en una Santa Alianza para acorralar al espectro: el Papa y el
Comité Central, Kissinger y De Gaulle, los comunistas de Francia y los policías de
Alemania”2

Durante las décadas de 1960 y 1970 el mundo fue escenario de una oleada de revueltas
estudiantiles: en Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia, México, España,
Argentina, Checoslovaquia, China etc., por mencionar sólo a algunos países, las calles
de las principales ciudades fueron ocupadas por cientos de miles de jóvenes que
reclamaban su derecho a vivir de una manera diferente a como las generaciones que les
precedieron les habían enseñado.

Existe un conjunto de elementos que justifican la consideración de que estas revueltas


formaron parte de un fenómeno universal, cuyas causas se ubican en los profundos
cambios sociales, políticos y culturales que experimentó la sociedad mundial durante el
período de la posguerra. A pesar de las diferencias locales y regionales (algunas de ellas
muy importantes) que podemos encontrar en estas movilizaciones juveniles, existe un
común denominador que las impregna a todas, el cual es definido por esos cambios en
la sociedad.

2 ) Cohn-Bendit fue uno de los principales dirigentes del Movimiento 22 de Marzo y de las
movilizaciones de mayo de 1968 en Francia. La frase original del Manifiesto del Partido
Comunista dice así: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las
fuerzas de la vieja Europa se han unido en Santa Cruzada para acosar a ese fantasma: el
Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes”.

2
Contexto social, político y cultural de los años 1960s

Si tuviéramos que definir fechas exactas para marcar el fin de un ciclo histórico y el
inicio de otro entre principios del siglo XX y la sexta década del mismo, me inclinaría
por el seis de agosto de 19453. El horror de Hiroshima y Nagasaki marcó para siempre a
las generaciones de la posguerra. Y ello no era sino la culminación de otros horrores que
daban cuenta de la siniestra tendencia a la autodestrucción de muchos seres humanos.
La Segunda Guerra Mundial significó la muerte para más de 50 millones de personas,
más de la mitad de ellas civiles. La Unión Soviética perdió 22 millones de habitantes
como consecuencia de la guerra, Alemania ocho millones, Polonia seis millones, Japón
dos millones… Cinco millones de judíos fueron exterminados por el régimen nazi en los
campos de concentración.

“La humanidad sobrevivió –escribió Hobsbawm4 refiriéndose a las dos guerras


mundiales-, pero el gran edificio de la civilización decimonónica se derrumbó entre las
llamas de la guerra al hundirse los pilares que lo sustentaban. El siglo XX no puede
concebirse disociado de la guerra, siempre presente aún en los momentos en los que no
se escuchaba el sonido de las armas y las explosiones de las bombas. La crónica
histórica del siglo y, más concretamente, de sus momentos iniciales de derrumbamiento
y catástrofe, debe comenzar con el relato de los 31 años de guerra mundial.”

La mortandad que tuvo lugar en esos 31 años marcó profundamente a las generaciones
de la posguerra, y lo hizo tanto material como psicológicamente. Materialmente porque
la destrucción de vidas y bienes desencadenó procesos que iban a transformar la vida
social de los años venideros. Psicológicamente porque la humanidad vivió, durante las
décadas de la “guerra fría”, bajo la amenaza constante (real o ficticia) de la destrucción
total.5

3 ) El seis de agosto de 1945 los Estados Unidos lanzaron la primera bomba atómica sobre
Hiroshima con un saldo de 60 mil muertos y 100 mil heridos. Tres días después, el nueve de
agosto, lanzaron otra bomba sobre Nagasaki causando la muerte a 180 mil personas.
4 ) Hobsbawm, E. J. (1998: 30) Historia del Siglo XX. Ed, Grijalbo/Mondadori. Buenos Aires.
5 ) “Era imposible crecer en la década de 1950 en cualquier parte de este país sin preocuparse

por la amenaza de una guerra nuclear. Incluso en Chicago, justo en medio del país, había
personas cuyo trabajo consistía en permanecer en los campos de la ciudad con binoculares en
busca de aviones y misiles soviéticos, como si un avión o misil soviético pudiera llegar a
Chicago sin que alguien en Canadá o en cualquier otro lugar de los Estados Unidos lo
advirtiera. Se hicieron simulacros al menos una vez al mes. La alarma de ataque aéreo se
activaría en la ciudad, y todos tendríamos que escondernos debajo de nuestro escritorio, ¡como

3
¿Cuáles fueron los cambios más relevantes que experimentó la sociedad de la
posguerra? De forma resumida podemos mencionar los siguientes:

- Después de la guerra la economía mundial experimentó un período de


expansión en los dos bloques (capitalista y socialista). En Europa Occidental
(a excepción de España y Portugal) y en los países industrializados de otras
partes del mundo, se alcanzó prácticamente el nivel de pleno empleo de
acuerdo con el significado de esta expresión entre los economistas
keynesianos y algunos neoclásicos. Esta concepción de pleno empleo es
compatible con ciertos niveles de desempleo y desigualdad, sobre todo en los
países entonces denominados del “tercer mundo”. Aun así, en general la
capacidad de consumo se había elevado considerablemente con relación a la
que existía en el período anterior a la Primera Guerra Mundial.
- Los avances en la medicina (terapéutica y preventiva) y en la farmacéutica,
conjuntamente con una mayor disposición de alimentos, disminuyó las tasas
de mortalidad y amplió la esperanza de vida, lo cual se tradujo en un notable
crecimiento demográfico.
- Debido a que el crecimiento poblacional también se explicaba por un
incremento en las tasas de natalidad, los jóvenes comenzaron a ocupar un
espacio más importante en la pirámide de edades.
- El aumento de la productividad agrícola debido a los avances tecnológicos,
aceleró la generación una población rural redundante que emigró a las zonas
urbanas. Aumentaron las concentraciones urbanas, surgió una clase media en
las ciudades que tenía acceso a comodidades de las que no disponían los
pobladores del medio rural. Se formaron también cinturones de miseria y
barrios marginados, y se desarrollaron el pandillerismo urbano y otras
formas de inconformidad o de expresión de resentimientos sociales. Un
aspecto de fundamental importancia que resalta la mayoría de los

si el estar debajo de una mesa te protegería de una explosión nuclear cercana! Desde el punto
de vista de mis padres, se trataba de una guerra entre las fuerzas del mal contra las fuerzas del
bien. En gran parte esa era la manera de pensar detrás de la Guerra de Vietnam. La teoría del
dominó consideraba que todos los gobiernos comunistas y socialistas se estaban introduciendo
gradualmente en toda la tierra”. The World Was Watching: an oral history of 1968.
www.stg.brown.edu/projects/1968narrators/k. SPOEHR.html

4
historiadores del siglo XX es que, por primera vez desde la aparición del
hombre, la población mundial a mediados de ese siglo fue
predominantemente urbana.
- Aumentó la participación de la mujer en las actividades productivas fuera del
hogar. Este proceso comenzó antes de la Primera Guerra Mundial y se
aceleró con las guerras, pues las mujeres fueron incorporadas en mayor
proporción al trabajo cuando el envío de hombres a los frentes de batalla
provocó escasez de mano de obra en la retaguardia. Después los avances
tecnológicos dieron lugar a una mayor afluencia de mujeres a las actividades
productivas fuera de los hogares.
- El desarrollo de los medios de comunicación aunado a mayores posibilidades
de miembros de ciertos sectores de la población a viajar a otros países,
facilitó el intercambio de ideas y formas de comportamiento.
- El mercado de masas y el avance tecnológico en la producción
incrementaron la demanda de mano de obra calificada. Esto provocó un
fenómeno al que algunos estudiosos definieron como “masificación de la
universidad”. En la mayoría de los países de los dos bloques la población
universitaria creció considerablemente tanto en términos relativos como
absolutos.

El mundo había cambiado considerablemente desde que terminó la guerra en 1945. Sin
embargo persistían las viejas estructuras autoritarias en la sociedad, en las familias, en
las escuelas, etc. Éstas no correspondían ya con las bases materiales de la vida social de
mediados del siglo XX. Los jóvenes, ante todo, comenzaron a rechazar el autoritarismo
y a rebelarse contra los valores y las formas de comportamiento que los gobiernos y las
generaciones de la época de la guerra querían imponerles.

Esta crisis coincidía con otros fenómenos que habían incidido profundamente en la
conciencia de la juventud de los años 1960s y principios de la siguiente década: el
triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y su proclamación del socialismo poco
después, y la resistencia heroica del pueblo vietnamita a la agresión por parte de la
potencia más poderosa del mundo, la lucha de los pueblos de África y Asia contra el
colonialismo y la discriminación. En este contexto tuvo lugar lo que E. Hobsbawm

5
(1998: 322-335) denomina una “revolución cultural”, protagonizada principalmente por
los jóvenes estudiantes, obreros y de otros sectores sociales cuyas manifestaciones
fueron menos espectaculares pero de un gran significado para la comprensión de aquella
revolución cultural.

“La cultura juvenil –dice Hobsbawm- se convirtió en la matriz de la revolución cultural


en el sentido más amplio de una revolución en el comportamiento y las costumbres, en
el modo de disponer el ocio y en las artes comerciales, que pasaron a configurar cada
vez más el ambiente que respiraban los hombres y mujeres urbanos” (1998: 331).

a) “En primer lugar, la ‘juventud’ pasó a verse no como una fase preparatoria para
la vida adulta, sino, en cierto sentido, como la fase culminante del pleno
desarrollo humano… (Op. cit: 327).
b) Esta cultura “era o se convirtió en dominante en las ‘economías desarrolladas de
mercado’, en parte porque ahora representaba una masa concentrada de poder
adquisitivo, y en parte porque cada nueva generación de adultos se había
socializado formando parte de una cultura juvenil con conciencia propia y estaba
marcada por esta experiencia, y también porque la prodigiosa velocidad del
cambio tecnológico daba a la juventud una ventaja tangible sobre edades más
conservadoras o por lo menos no tan adaptables. (Ibid.: 328).
c) “La tercera peculiaridad de la nueva cultura juvenil en las sociedades urbanas
fue una asombrosa internacionalización. Los Tejanos y el rock se convirtieron en
las marcas de la juventud ‘moderna’, de las minorías destinadas a convertirse en
mayorías en todos los países en donde se los toleraba e incluso en algunos donde
no, como en la URSS a partir de los años sesenta”. (Ibid.: 328-329).

Por su parte Héctor Zagal resume de la siguiente manera las características más
sobresalientes de la rebelión juvenil de 19686:

a) “Culto a lo espontáneo y desprecio de los convencionalismos sociales.”


b) “Admiración por lo natural y desconfianza de lo artificial.”

6 ) www.catholic-church).Org/mscperu/castidadpornoainfo/revoluciones 68.htlm

6
c) “Desprestigio de la autoridad. Se cuestionó la autoridad familiar, eclesiástica,
política, académica.”
d) “Desconfianza en las formas burguesas de la democracia. Los parlamentos y
senados fueron vistos como grandes farsas.”
e) “Reverencia a la juventud. La juventud se convirtió en la edad dorada y dejó de
ser un camino penoso para llegar a ser adulto”.

Un asunto que se vincula frecuentemente a la rebelión juvenil de los años 1960s y 1970s
es el consumo de drogas. Esta parece ser una característica muy frecuente en los grupos
que se encontraron a la vanguardia de esas movilizaciones. Por otro lado los medios de
comunicación y la propaganda gubernamental organizaron campañas alrededor de este
fenómeno con el propósito de desprestigiar y descalificar a las direcciones juveniles,
sobredimensionándolo. La verdad es que el consumo de drogas es un problema muy
complejo y no sabemos en realidad cuál fue la amplitud que alcanzó en esos años. Sea
como sea, el consumo de drogas constituyó también una forma de rechazo a los
convencionalismos sociales y un desafío a la sociedad autoritaria.

“Las drogas se difundieron no sólo como gesto de rebeldía, ya que las sensaciones que
posibilitaban les daban atractivo suficiente. No obstante, el hecho de que el consumo de
drogas más popular entre los jóvenes occidentales, la marihuana, fuese posiblemente
menos dañina que el alcohol y el tabaco, hacía del fumarla (generalmente una actividad
social) no sólo un acto de desafío, sino de superioridad sobre quienes la habían
prohibido. En los anchos horizontes de la Norteamérica de los años sesenta, donde
coincidían los fans del rock con los estudiantes radicales, la frontera entre darse un
toque y levantar barricadas a veces parecía nebulosa.” (Hobsbawm, Op. Cit.)

La rebelión juvenil en la universidad

A nivel general la rebelión juvenil significó un desafío a la sociedad burguesa y a las


burocracias estalinianas, un rechazo de los valores y las normas de comportamiento
individual y de las sociedades del período de la posguerra. Constituyó también la
oposición a lo que muchos denominaron la “sociedad de consumo”. Por otro lado los
jóvenes se identificaron con la lucha de los pueblos coloniales por su emancipación. De
ahí la admiración de muchos estudiantes activistas por las figuras del Che Guevara y Ho

7
Chi Min. En las marchas de Paris volvieron a aparecer las imágenes de Trotsky,
Luxemburgo y muchos otros teóricos y activistas de la revolución que formaban parte
del índex de autores prohibidos o “malditos” del estalinismo. Las movilizaciones en
Estados Unidos se enfocaron en contra de la guerra y de la discriminación racial. La
respuesta de las autoridades gubernamentales y universitarias condujo a la lucha en
contra del autoritarismo y por el derecho a manifestarse políticamente al interior del
campus universitario.

El Movimiento 22 de Marzo de Francia se organizó a raíz de la represión y detención de


varios estudiantes durante una manifestación de apoyo al pueblo Vietnamita. El
movimiento universitario mexicano de 1968 estalló a partir confrontaciones con la
policía y de la represión violenta de una manifestación en el aniversario de la
Revolución Cubana.

En el origen de la mayoría de las movilizaciones estudiantiles estuvo presente la


respuesta autoritaria y represiva gubernamental, así como el autoritarismo de los
funcionarios universitarios a los reclamos de los estudiantes,

Hay un elemento que debe destacarse como fundamental para entender el nexo entre la
lucha por una reforma académica y el desafío a los valores de la sociedad burguesa de
los años sesentas. Este elemento lo constituye el rechazo de los jóvenes a asumir el
papel que la “sociedad de consumo” les había asignado7. Como una parte importante de
este rechazo debe considerarse la demanda de los estudiantes por desligar a la
universidad de la injerencia directa de los representantes del gobierno y del capital
privado en la vida interna de la misma. Aunado a esto se reclamó el derecho de los
estudiantes a participar en el gobierno de las instituciones educativas (cogobierno,
representación paritaria, elegibilidad de los funcionarios, etcétera).

Un manifiesto de universitarios franceses en 1968 sintetizaba las demandas por una


reforma universitaria con las siguientes palabras:

7 ) En mayo de 1968 se podían leer las siguientes leyendas en los muros de Paris y de otras
ciudades francesas: “Profesores, ustedes son tan seniles como su cultura, su modernismo no
es sino la modernización de la policía”; “Rechazamos el papel que nos han asignado: no
seremos entrenados como perros policías”; “No queremos ser los perros de guardia o sirvientes
del capitalismo”; “Abajo la sociedad de consumo”; “Cuánto más consumes menos vives”; “Las
mercancías son el opio de los pueblos”.

8
a) “La universidad debe ser absolutamente independiente de cualquier poder
político”.
b) “La universidad debe ser el centro de contestación permanente de la sociedad”.
c) “Estos principios deberán ser garantizados, así como la presencia y libre
expresión de las minorías, por un conjunto de reglas internas de cada
establecimiento de enseñanza superior”.
d) “La enseñanza gratuita en todos los niveles es un deber para con la sociedad
presente y futura”.
e) “Los establecimientos de enseñanza superior deben ser regidos paritariamente
por estudiantes y enseñantes sin ninguna injerencia externa”.
f) “Los fondos públicos aportados por el estado se fijarán en función de las
exigencias de la colectividad nacional, expresados en los planes económicos a
medio y largo plazo, que la universidad debe fijarse democráticamente y cuya
aplicación es obligatoria para los establecimientos públicos”.
g) “Toda real autonomía exige la institución de organismos capaces de neutralizar
las fuerzas exteriores, que podrían desposeer de hecho a los estudiantes y al
personal docente del poder decisorio en todo lo que se refiere al funcionamiento
de la universidad”.
h) “Los estudiantes y el personal docente deben poder someter a examen,
regularmente y con toda libertad, el contenido y la forma de la enseñanza”.
i) “La universidad deberá ser un centro de cultura social”.
j) “Los exámenes y concursos en su forma actual deberán desaparecer y ser
sustituidos por una evaluación continua basada en la calidad del trabajo
realizado durante todo un período”.
k) Reclamaban además una estrecha conjunción de la investigación y la enseñanza,
educación permanente y reciclaje regular de trabajadores y personal docente con
el propósito de que éste dispusiera del tiempo para su capacitación.8

Un ingrediente que diferencia a las rebeliones juveniles de los años sesenta y setentas,
es el grado de conexión que las movilizaciones de los estudiantes universitarios tuvieron
con las de otras clases y sectores sociales. En Francia llegó un momento en que

8 ) http://www.ideasapiens.com/textos/S.%20XX/manifiestomayofrances.htm.

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alrededor de nueve millones de trabajadores se sumaron a las movilizaciones con sus
propias demandas. En Argentina los trabajadores constituyeron la parte principal de las
movilizaciones. En Praga la movilización de los estudiantes jugó el papel de detonador
de movilizaciones más amplias de la población en contra de la opresión política que
ejercían la burocracia soviética y sus aliados nativos en Checoslovaquia.

Finalmente en el curso de los primero años de los 1970s, esta onda expansiva de las
movilizaciones juveniles pasó, y tuvieron expresión otras manifestaciones de protesta de
la juventud. Pero el 1968 dejó una huella profunda en la sociedad internacional, de tal
forma que la sociedad de hoy no podría explicarse plenamente si no se entiende el
significado y el impacto que la rebelión juvenil de los sesentas del siglo pasado dejó en
las conciencias de los jóvenes de entonces y, a través de ellos, de los jóvenes de hoy.

LA LARGA CRISIS DEL CAPITALISMO MUNDIAL

A finales de los años sesentas del siglo XX el impulso económico expansivo generado
principalmente por la reconstrucción de Europa, Japón y China, y por los gastos
militares de las potencias occidentales con el pretexto de la amenaza comunista durante
el período de la “guerra fría” comenzó a agotarse y la economía mundial entró a una
fase de contracción y fuertes convulsiones económicas que se agudizaron con la crisis
del petróleo, a principios de la década de 1970.
Las contradicciones internacionales entre los dos bloques (el del capitalismo –“las mal
llamadas democracias”- y el del socialismo realmente existente) se agudizaron.
Cobraron vigor también las luchas nacionalistas en varios países –principalmente
Vietnam- por sacudirse el yugo imperialista, y el mismo bloque soviético comenzó a
registrar serios problemas para mantener las estrategias político-militares y económicas
diseñadas durante el período estalinista. Estas contradicciones tuvieron un relevante
impacto y provocaron una reconfiguración de las fuerzas que formaban parte de una
gama muy amplia que proclamaba el socialismo, que puso en jaque a la hegemonía
estalinista en el seno de los “izquierdas”. En cambio cobraron fuerza corrientes que
habían sido marginadas por el “comunismo oficial”, si se me permite llamarlo así.
Corrientes que reivindicaban a teóricos y militantes revolucionarios que habían
cuestionado la hegemonía estaliniana, como los seguidores de Rosa Luxemburgo,

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maoístas, anarquistas y trotskistas, y nuevas corrientes como el “guevarismo”, el
“Castrismo”, entre muchas otras comenzaron a ocupar un espacio más amplio en el
abanico de las corrientes políticas del período.
La corriente económica keynesiana y las estrategias de política económica inspiradas en
ella, comenzaron a deslizarse bruscamente hacia abajo por una pronunciada pendiente,
mientras los teóricos neoclásicos elaboraban las políticas de “choque” para corregir los
entuertos que, según su apreciación, el intervencionismo estatal y la fuerza de los
sindicatos habían provocado y conducido a la debacle del capitalismo mundial en la
séptima década del siglo XX. Las políticas neoliberales condujeron a tasas de
desempleo de dos dígitos en economías europeas que habían alcanzado situaciones de
pleno empleo, según los criterios de los teóricos de la economía capitalista.
Durante estos años que van de los inicios de la crisis a fines de la década de 1960, hasta
la caída del muro de Berlín, la incertidumbre y el temor de la clases dominantes a ser
desplazadas de sus posiciones en la estructura social por revoluciones triunfantes,
agudizó la “guerra fría”. Los gastos militares, cada vez más elevados en ambos bloques,
se utilizaron también para estimular el crecimiento económico. La cúspide de estas
tendencias la ocupaban los gobiernos de Reagan y Thatcher.
Luego vino el desastre del bloque soviético y la desintegración de la misma URSS,
precisamente cuando Reagan impulsaba un proyecto militar de gran escala al que se
conoció, más que por su título oficial (Iniciativa de Defensa Estratégica /IDE), como “la
guerra de las galaxias”.
A pesar de que la resistencia de las masas se mantuvo siempre presente desde la
aplicación de las políticas neoliberales, la desintegración del bloque soviético y, más
específicamente de la URSS, que había representado, sobre todo en su fase romántica –
de la toma del poder por los bolcheviques hasta el ascenso del estalinismo- la cumbre
más alta alcanzada por el socialismo y había alimentado también la esperanza de los
pueblos en una sociedad futura mejor, se tradujo en una de las derrotas más severas de
la revolución mundial. Y eso tuvo efectos sumamente importantes tanto en la esfera de
la economía como en la de la política.
El capitalismo experimentó una cierta especie de renacimiento, que fue reforzado con la
incorporación al libre mercado de todos los países de Europa que habían formado parte
del bloque soviético, más China y la India. Tan sólo China y la India tenían entonces
una población de más de 2,500 millones de personas, de un total de poco más de siete

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mil millones que habitaban el planeta (algo aproximado al 35 por ciento de la población
mundial). La crisis del intervencionismo estatal, el desastre del socialismo real y los
éxitos temporales de la economía de mercado dieron lugar a una euforia de triunfo entre
los intelectuales apologistas del capitalismo de libre mercado.
Entre los economistas marxistas ha tenido lugar una amplia discusión acerca de esta
nueva etapa del capitalismo mundial. Corriendo el riesgo de graves omisiones, me
atrevo a mencionar sólo a algunos: M. Husson, F. Chesnais, R. Carcanholo, Beinstein,
Dierckxsens, etc. A pesar de las importantes contribuciones realizadas por economistas
e intelectuales comprometidos con la lucha por el socialismo, el tramo del camino por
recorrer para encontrar una explicación más sólida de esta nueva etapa del capitalismo
parecería ser todavía muy largo.
Podrían mencionarse algunas características en las que muchos de ellos coinciden:
1. Las estrategias neoclásicas y neoliberales, y la debacle del socialismo real
estimularon una nueva fase de la revolución tecnológica sobre todo en el área de
las comunicaciones y la electrónica.
2. La elevación del monto de las ganancias, sin embargo, no se debe
principalmente a innovaciones tecnológicas que potencian la productividad del
trabajo, sino a la “precarización” de éste. Las reformas laborales incluidas en las
políticas de reestructuración y de choque han significado, ante todo, golpear a
los asalariados para arrebatarles prestaciones conquistadas en períodos
anteriores: disminución de los salarios reales, incremento de las jornadas,
inseguridad de permanencia en los empleos, disminución de las obligaciones de
las empresas ante el despido de trabajadores, aumento de las edades de
jubilación, traslado de los puestos de trabajo a zonas o sectores de la población
que aceptan salarios más bajos (países pobres, o inmigrantes). Lo cual conforma
un escenario en el cual la obtención de plusvalía absoluta, más que la elevación
de la productividad, parece predominar.
3. Desarrollo del capital y ganancias ficticias. La especulación y la corrupción, que
han estado presentes en todas las etapas del desarrollo del modo de producción
capitalista, han alcanzado niveles que ni Marx, ni Lenin, ni Keynes pudieran
haber imaginado. Los estados de las grandes potencias, principalmente el
estadounidense, han arrojado muchos miles de millones de dólares y de dinero
ficticios a través de las diversas modalidades de “derivados financieros”, dando

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lugar a una enorme masa de dinero que flota, por decirlo así, sobre una base muy
pequeña de valor representada por la producción real de bienes y servicios.
4. Las promesas neoclásicas y neoliberales de que las reformas de las políticas de
choque terminarían dando lugar a situaciones de pleno empleo y a una mejora
notable en las condiciones de vida de la población sólo han representado un
fraude más de los muchos que inundan los mercados y la vida política
contemporánea. Ha crecido la diferencia entre ricos y pobres, las tasas de
desempleo desde que la nave neoliberal comenzó a “hacer agua” se han
disparado en todos los países, con expresiones dramáticas en España, Grecia,
Medio Oriente, siendo las víctimas principales los jóvenes de 30 años o menos
de edad. En España el desempleo general llegó a superar el 20% en aquellos
momentos, pero entre los jóvenes el porcentaje se elevó por encima del 40%. Y
los que se encontraban empleados se quejaban de los salarios de hambre que se
les pagaban, después de haber pasado por largos períodos de formación con los
nuevos métodos basados en el desarrollo de competencias y habilidades. Y muy
pocos intelectuales de nuestras universidades y centros educativos en general,
han asumido posiciones críticas serias ante estas metodologías educativas que
terminan siendo un fraude más que compromete el futuro de nuestras
sociedades.
5. En el afán de mantener a flote una economía envuelta en graves contradicciones,
los gobiernos de las grandes potencias, de común acuerdo con un puñado de
mega empresas transnacionales, arrojan cantidades enormes de dinero a través
de los bonos de la deuda. La deuda pública de Estados Unidos supera los veinte
billones de dólares.
6. Los gastos militares (al mismo tiempo que empresas privadas se involucran más
en los asuntos de la guerra), siguen siendo una válvula para disminuir la presión
sobre los mercados capitalistas. Costosas en vidas humanas y bienes materiales,
las incursiones imperialistas en países de menor desarrollo se han convertido en
otro escenario de especulación. Keynesianismo militar, le llaman algunos
economistas críticos del sistema.
7. De tal manera que desde fines del siglo pasado y durante lo que va del siglo
XXI, la sociedad capitalista ha sido convulsionada por fases de estancamiento y

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de contracción económica, así como por crisis políticas cada vez más
complicadas.
8. Si a lo anterior sumamos la amenaza de una catástrofe ecológica que podría
poner en cuestión la capacidad del planeta para sostener no sólo la vida de la
especie humana, sino de la vida en general, nos encontramos entonces ante una
situación dramática muy aguda, una especie de encrucijada, en la cual las
fuerzas de la revolución tienen que imponerse como una condición ineludible
para lograr un futuro mejor.
Es todo lo anterior lo que mantiene la vigencia de la revolución socialista y de las bases
fundamentales del marxismo. Aquella famosa frase de Rosa Luxemburgo: Revolución o
barbarie conserva ahora toda su vigencia. Si el mundo sigue la ruta por la que ha
caminado desde hace varios siglos, terminará por encontrarse ante una situación sin
salida, a la que están conduciendo las decisiones tomadas por un puñado minúsculo de
grandes empresarios y políticos

MOVIMIENTOS JUVENILES DESPUÉS DE 1968

En realidad los movimientos juveniles, tanto los que tuvieron lugar en la sexta y séptima
década del siglo pasado como los que han tenido lugar después, no se han dado en el
vacío. Quiero decir con esto que de alguna manera, a veces más claramente que otras,
han sido expresión de contradicciones más profundas que involucran a otros sectores de
la población. Los jóvenes han sido, creo que en todas las épocas, los que han aportado
los contingentes más importantes de los grandes movimientos sociales, entre ellos de las
grandes revoluciones. Y es natural que así sea, pues los jóvenes, sobre todo los de las
clases bajas, son los que menos ataduras tienen con lo que antes se denominaba muy
frecuentemente como establishment. Y a pesar de que pudieran existir muchas
excepciones, han sido ellos por lo general los primeros que se lanzan al ruedo. Por ello
no debe sorprendernos que en las movilizaciones de esta marea que se ha extendido por
casi todo el mundo en los últimos años, han sido los jóvenes los protagonistas
principales. En muchas demandas de los jóvenes de ahora podríamos encontrar
similitudes con las de los muchachos de la segunda mitad del siglo XX. Otras tienen
que ver con la situación actual de la sociedad capitalista y las opciones teóricas y
políticas para confrontarla. Los cambios más notables han tenido lugar en las formas de

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lucha debido en gran medida al desarrollo de las tecnologías relacionadas con la
comunicación.
En el México de los años 1960s imprimir un volante contra las autoridades
gubernamentales o contra la explotación capitalista implicaba asumir riesgos que
muchos jóvenes de ahora no podrían imaginar. Ahora los gobiernos burgueses pueden
permitir la circulación casi libre de periódicos y revistas que critican severamente al
gobierno y al sistema. Aún en el cine y en la televisión se producen obras que en
aquellos años hubieran sido inmediatamente censuradas. La prensa revolucionaria, a
pesar de conservar aún algo de su importancia, no tiene ya la relevancia que Lenin le
atribuyó en su libro Qué hacer. Ahora importantes movilizaciones se han organizado a
través de las redes sociales que ocupan grandes espacios de la WEB. Pero en muchos
países pobres la mayoría de la población no tiene acceso a estos medios de
comunicación. Aunque hay teléfonos celulares de precios muy bajos con los cuales se
puede entrar a las redes sociales. A través de estas redes, jóvenes principalmente han
desenmascarado falacias de las élites políticas y económicas dominantes. Pero hace
unos cuantos años la TV podía construir un mundo ficticio del que muy poca gente
lograba escapar. En una obra que Ignacio Ramonet escribió bajo el título La tiranía de
la comunicación se refiere a las formas sorprendentes con que los grandes medios –
principalmente la televisión- pueden infundir una visión del mundo que no tiene que ver
con la realidad.
A pesar de la gran diversidad con que se han expresado las protestas juveniles de los
últimos años, en todas ellas están presentes rasgos comunes, muchos de los cuales
tienen gran similitud con las motivaciones de los jóvenes que quisieron cambiar el
mundo en la sexta y séptima década del siglo XX: exigencia de empleos dignos,
derecho a una educación no sometida al interés del mercado (los indignados de España
y de otros países de la Unión Europea se lanzaron contra el plan educativo conocido
como Plan Bolonia, porque pretende ante todo dar respuesta a los requerimientos del
mercado y no a la realización de sus aspiraciones personales), democracia, tolerancia a
la diversidad, condena a la hipocresía de las élites políticas y empresariales, etc. A las
cuales se han sumado las demandas relacionadas con la protección del medio ambiente,
la defensa de los recursos en posesión de comunidades, rechazo a la privatización de
servicios (educación, salud, etc.), respeto a las minorías nacionales, igualdad de género,
defensa del derecho a la diversidad sexual. Y la respuesta de los gobiernos por lo

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general ha sido la misma de siempre: represión, violencia, campañas de desprestigio
contra los movimientos sociales, etc. Entonces las protestas se dirigen contra los
regímenes políticos autoritarios, contra una democracia desvencijada que se nos
pretende presentar como el mejor de los sistemas políticos posibles.
Naturalmente que también hay diferencias. Las formas de comunicación a través de las
redes sociales constituyen un fenómeno relativamente nuevo que los jóvenes dominan
mucho mejor que las generaciones que les precedieron, el rechazo a todos los partidos
políticos y a la construcción de organizaciones que los sustituyan, el rechazo frecuente a
la participación en la vida política.
A pesar del enorme impacto que han causado protestas como las de los jóvenes de la
primavera árabe, los indignados de España, Ocupa Wall Street, los estudiantes
chilenos, #YoSoy132, etc., los movimientos entran en períodos de reflujo a veces muy
prolongados. Se han quedado en los límites de la resistencia y no han construido una
alternativa de organización social que permita la centralización y la continuidad de la
protesta. Seguramente las generaciones jóvenes de ahora y las que vienen detrás de ellas
sabrán construir estas alternativas y encontrar oportunamente el camino para el triunfo
de nuevas revoluciones, que retomarán los aciertos y aprenderán de los errores de las
experiencias revolucionarias del siglo XX.
A pesar del panorama muy gris que se nos presenta para el futuro inmediato y que
podría empujar a cualquiera a una visión pesimista, la crisis actual del capitalismo y la
respuesta que están dando cientos de miles de jóvenes es motivo suficiente para asumir
una actitud de gran optimismo con relación al futuro, mantener viva la esperanza de
construir un mundo mejor y continuar los esfuerzos por organizar las fuerzas y la
voluntad para luchar por él.

BIBLIOGRAFÍA
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Antentas, J. y Esther Vivas (s/f). “La rebelión de l@s indignad@s. Notas desde la plaza
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Ramonet, I (1998): La tiranía de la comunicación. Ed. Temas de Debate. España.

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