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Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad No 278,

n ENSAYO noviembre-diciembre de 2018, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

Imágenes del fin


Narrativas de la crisis socioecológica en el Antropoceno

Maristella Svampa

En medio de la crisis ecológica y el calentamiento global, se ha


expandido el uso del concepto «Antropoceno» para caracterizar
nuestra época. Al mismo tiempo, las imágenes del fin pueblan
diversas advertencias, análisis y pronósticos referidos al devenir
de la humanidad en un futuro más o menos próximo. En ese contexto,
han emergido tres respuestas: la que pone el acento en el colapso
civilizatorio, la que busca salidas capitalistas-tecnocráticas
y la que impulsa diferentes formas de resistencia antisistémica.

A l designar un nuevo tiempo en el


cual el ser humano se ha conver-
tido en una fuerza de transformación
el campo de las ciencias de la tierra
sino también en las ciencias sociales
y humanas, e incluso en el campo ar-
global con alcance geológico, la cate- tístico, razón por la cual devino una
goría «Antropoceno» se ha revelado suerte de «categoría síntesis», esto es,
central para hacer referencia a la ac- un punto de convergencia de geólo-
tual crisis socioecológica. En térmi- gos, ecólogos, climatólogos, historia-
nos de diagnóstico, el Antropoceno dores, filósofos, artistas y críticos de
instala la idea de «umbral» frente a arte, entre otros. Para las visiones
problemáticas ya evidentes como el más críticas, la evidencia de que es-
calentamiento global y la pérdida de tamos asistiendo a grandes cambios
biodiversidad1. El concepto, acuñado de origen antrópico o antropogéni-
por el químico Paul Crutzen en 2000, co, a escala planetaria, que ponen en
pronto fue expandiéndose no solo en peligro la vida en el planeta, se halla

Maristella Svampa: es socióloga y escritora. Sus libros más recientes son Chacra 51. Regreso a la
Patagonia en los tiempos del fracking (Sudamericana, Buenos Aires, 2018) y Las fronteras del neoextrac-
tivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencia (calas /
Universidad de Guadalajara, Zapopan, 2018).
Palabras claves: Antropoceno, calentamiento global, colapso, crisis ecológica.
1. La mejor introducción y síntesis de debates sobre el tema puede encontrarse en Jean-Baptiste
Fressoz y Christophe Bonneuil: L’événement Anthropocène. La Terre, l´histoire et nous, Seuil, París, 2013.
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directamente ligada a la dinámica de mecanismos de intervención pro-


acumulación del capital y a los mode- puestos para superar esa crisis. En ra-
los de desarrollo dominantes, cuyo zón de ello, en este artículo quisiera
carácter insustentable ya no puede explorar algunas de las narrativas 3
ser ocultado. contemporáneas en torno de la crisis
socioecológica: la «colapsista», la tec-
Para no pocos especialistas y científi- nocrática y la de las resistencias anti-
cos, entre ellos el citado Crutzen, ha- sistémicas, con el objetivo de explorar
bríamos ingresado en el Antropoceno sus alcances, a la vez políticos y civi-
hacia 1780, esto es, en la era industrial, lizatorios. En un segundo momento,
con la invención de la máquina de va- me detendré a dar cuenta de cómo, al
por y el comienzo de la era de los calor de la crisis socioecológica, se ha
combustibles fósiles. Para otros, como afianzado la crítica a los paradigmas
el Anthropocene Working Group del dualistas asociados a la Modernidad
Servicio Geológico Británico, integra- occidental, cuya contracara es la reva-
do por un grupo de científicos de la lorización de los enfoques relaciona-
Universidad de Leicester bajo la di- les en el vínculo sociedad/naturaleza,
rección de Jan Zalaslewicz, el plane- humano/no humano.
ta habría atravesado el umbral de una
nueva era geológica hacia 1950, pues ■■ La narrativa del colapso
las marcas estratigráficas que de-
termina ese cambio son los residuos Existe una profusa bibliografía acer-
radiactivos del plutonio, tras los nu- ca del colapso civilizatorio, un campo
merosos ensayos con bombas atómi- que desafortunadamente en la actua-
cas realizados a mediados del siglo xx. lidad revela una gran potencialidad
Finalmente, para el historiador eco- explicativa. No son pocos los especia-
marxista Jason Moore, habría que in- listas que postulan que el ecocidio es
dagar en los orígenes del capitalismo la mayor amenaza que pesa sobre la
y la expansión de las fronteras de la sociedad mundial, incluso mayor que
mercancía, en la larga Edad Media, la hipótesis de una guerra nuclear o
para dar cuenta de la fase actual, que de una pandemia. Las narrativas del
él denomina «Capitaloceno»2.
2. J. Moore (ed.): Anthropocene or Capitalocene?
El concepto mismo de Antropoceno Nature, History and the Crisis of Capitalism, Kairos,
Oakland, 2016.
se instala pues en un campo de disputa, 3. La categoría de narrativa puede ser definida
no tanto ligado al alcance de la cri- como la dimensión específicamente temporal
mediante la cual los actores asignan sentidos
sis socioecológica –cuya gravedad a la vida, individual y colectiva, eslabonando
es subrayada de manera amplia– el tiempo como hilo articulador de la narra-
ción. Reinhart Koselleck: Futuro pasado. Para
como a la cuestión de dilucidar cuá- una semántica de los tiempos históricos, Paidós,
les son las vías de la transición o los Barcelona, 1993.
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Imágenes del fin. Narrativas de la crisis socioecológica en el Antropoceno

colapso constituyen un relato del fin sociedades del pasado están la defo-
del mundo, pero a diferencia del pa- restación, la erosión del suelo, la mala
sado, no se nutren de creencias re- gestión del agua, la sobrepesca, la caza
ligiosas sino de datos duros y finas excesiva, la introducción de especies
argumentaciones que proveen las di- alógenas, el aumento de la población
ferentes ciencias de la tierra (geofísica, y el impacto humano sobre su en-
paleontología, climatología, hidro- torno. Todos estos factores de riesgo
grafía, oceanografía, meteorología, están presentes en nuestra civiliza-
geomorfología, biología, entre otras), ción y a ellos se suman otros agra-
a las que hay que sumar las ciencias vantes, como el cambio climático y la
ambientales (ecología política, eco- quema de combustibles fósiles. Pero a
nomía ecológica, historia ambien- esto hay que añadir la mayor ampli-
tal, entre otras). Son nuestras nuevas tud de los impactos, esto es, la gran
y modernas teorías sobre el fin del escala, el nivel planetario que tendría
mundo, ahora con sustrato científico. un desastre en nuestros días.

Para ilustrar esta visión quisiera to- El segundo texto sobre el colapso es
mar tres textos diferentes. El pri- del notable ecologista español, inge-
mero es el conocido libro de Jared niero de profesión, Ramón Fernán-
Diamond, geógrafo y ambientalista de dez Durán, fallecido hace unos años,
renombre internacional, quien en 2004 quien dejó una obra inconclusa en dos
publicó Colapso. Por qué unas sociedades tomos en la que analiza el declive y
perduran y otras desaparecen4 . ¿Qué es lo hundimiento del capitalismo global.
que hace que una determinada cultu- En un texto más breve, publicado en
ra, otrora una sociedad pujante, llegue 20116, Fernández Durán sostiene que
a desaparecer? ¿Cuáles son los factores el colapso no sería repentino, sino
que hacen especialmente vulnerable a «un lento proceso con altibajos, pero
una sociedad?, se pregunta Diamond. con importantes rupturas», un largo
Por colapso, este autor no entiende la declive de la civilización industrial
desaparición de un día para el otro de que podría durar 200 o 300 años. Sus
una cultura o una determinada civi-
lización, a la manera de las películas
4. J. Diamond: Colapso. Por qué unas sociedades
apocalípticas del cine hollywoodense. perduran y otras desaparecen, Debate, Barcelona,
El colapso presupone un «drástico 2006, recientemente reeditado.
5. Ibíd., pp. 12-13.
descenso del tamaño de la población 6. R. Fernandez Durán: «La quiebra del ca-
humana y/o la complejidad política, pitalismo global: 2000-2030. Crisis multidi-
mensional, caos sistémico, ruina ecológica y
económica y social a lo largo de un te- guerras por los recursos. Preparándonos para
rritorio considerable y durante un pe- el comienzo del colapso de la Civilización In-
dustrial», Ecologistas en Acción, disponible en
riodo de tiempo prolongado»5. Entre <www.ecologistasenaccion.org/img/pdf/el_
los factores que llevaron al colapso a inicio_del_fin_de_la_energia_fosil.pdf>.
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causas: los límites ecológicos del pla- Los tres relatos aquí evocados están
neta y el agotamiento de recursos, recorridos por consensos básicos: el
muy especialmente debido a la (in)ca- primero es que el derrumbe es leído
pacidad de aprovisionamiento de como una reducción importante de
combustibles fósiles. El gran problema la complejidad en diferentes planos
del capitalismo global es que no cuen- (económico, social, político, cultural).
ta con un plan b energético para sus- Cuanto más compleja es una socie-
tentar la actual civilización industrial. dad, más expuesta y vulnerable devie-
Ninguna fuente energética podrá sus- ne; es decir, es más dependiente de esa
tituir el «tremendo vacío que dejarían complejidad y de los recursos (ener-
las energías fósiles en su declive, debi- géticos) que la mantienen en funcio-
do a su intensidad energética». Nadie namiento. Segundo tópico en común:
quedaría al margen de este declive, pese a que Diamond habla de «la so-
ni siquiera las elites, lo cual no quita ciedad mundial» y Durán del «capita-
que habría –inevitablemente– gana- lismo global», ambos coinciden en que
dores y perdedores. Durán tampoco el derrumbe civilizatorio implicaría
descartaba que la ambición por con- también la desaparición de valores po-
servar a cualquier costo la glamorosa líticos democráticos que creíamos fun-
sociedad hipertecnologizada actual damentales. Se habla así de «nuevos
pudiera llevarnos a un colapso más capitalismos regionales», fuertemente
brusco, a una crisis sistémica sin autoritarios y conflictivos entre sí, lo
transición posible. cual conllevaría una «refeudalización
de las relaciones sociales». Oreskes
El tercer texto nos sumerge en una y Conway llegan a una conclusión si-
ciencia ficción de carácter posapoca- milar, agregando que la posibilidad
líptico, cargada de datos duros. Escri- de sobrevivir a un gran desastre au-
to por dos historiadores de la ciencia, mentaría si contáramos con un régi-
Naomi Oreskes y Erik Conway, se tra- men centralizado y un fuerte aparato
ta de un libro publicado en 2015 bajo estatal (al estilo de China), aun si esto
el título The Collapse of Western Civili- implicara una pérdida inevitable de
zation [El colapso de la civilización oc- valores democráticos. Por encima de la
cidental]7. La historia nos sitúa en un diferencia ideológica de los autores ci-
tiempo lejano, en 2393, bajo la Segun- tados, hay otros puntos en común. Por
da República Popular China, época un lado, a diferencia de las anteriores
en la cual un historiador de esa na- culturas que colapsaron y termina-
cionalidad se pregunta acerca de las ron desapareciendo, no hay dudas de
razones del hundimiento de la civili-
zación occidental, conocida como la
7. N. Oreskes y E. Conway: The Collapse of
«Edad de la Penumbra», ocurrido a Western Civilization: A View from the Future,
mediados del siglo xxi. Columbia up, Nueva York, 2017.
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Imágenes del fin. Narrativas de la crisis socioecológica en el Antropoceno

que el nuestro no es un problema voluntarios y dependen de cada país.


de carencia de información; más bien, A esto hay que sumar la salida de Es-
nuestra civilización sabe, conoce, está tados Unidos, concretada por Donald
al tanto de los efectos devastadores Trump, reconocido por su negacionis-
de su acción. La consecuencia de sus mo climático y por su fuerte apoyo a
actos no solo es previsible, sino que las industrias de combustibles fósiles,
ha sido prevista8. Por otro lado, como lo cual tuvo también un impacto ne-
nos dice el paciente historiador chino gativo en la Unión Europea.
imaginado por Oreskes y Conway,
existen también obstáculos de orden En este escenario, de cara a la cada
epistemológico que explicarían la caí- vez más escasa credibilidad que des-
da de la sociedad del siglo xxi, entre piertan los acuerdos globales para
ellos, la «convención occidental arcai- controlar las emisiones de co2, el capi-
ca» que imponía la división y el estu- talismo prepara su plan b para reciclar
dio separado del mundo físico y del el proyecto de modernidad capitalis-
mundo social; en otros términos, la ta sin tener que salir del capitalismo.
persistencia de una ontología dualis- Ese plan b se llama «geoingeniería»
ta respecto de la relación entre socie- y está basado en el principio de que
dad y naturaleza, expresada también es posible superar los riesgos del ca-
en el ámbito del conocimiento. La po- lentamiento global mediante una in-
sibilidad de repensar nuestra crisis y tervención deliberada sobre el clima
abrirnos camino exige, por ende, un a escala planetaria.
enfoque posdualista y relacional.
La geoingeniería provoca expectati-
■■ La narrativa capitalista-tecnocrática va entre quienes buscan mantener los
actuales patrones de desarrollo –el
No hay que ser muy perspicaz para sistema de producción, circulación y
darse cuenta de que los resultados de consumo de mercancías– y evitar te-
las últimas cumbres climáticas son ner que reducir las emisiones de co2,
muy desalentadores y parecen for- es decir, es un camino que avala la
mar parte de la crónica de una muer- visión dominante del progreso y el
te anunciada. Así, pese a que en 2017 conocimiento científico apoyada, en-
el Acuerdo de París fue ratificado por tre otros, por sectores ligados a la in-
171 países entre los 195 participan- dustria de los combustibles fósiles. El
tes, implicó un retroceso, dado que caso es que la hipótesis de la geoin-
se decidió que el cumplimiento de lo geniería comenzó a dejar el ámbito
pactado y la forma de implementa- de la ciencia ficción para formar par-
ción –reducción de emisiones de co2 te de una agenda pro-establishment, un
a fin de no sobrepasar el aumento de
la temperatura media de 2 ºC– son 8. Ibíd., p. 11.
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proyecto de continuidad del capitalis- son falsas soluciones. Ya en 2007, el


mo y sus estándares de vida para las Grupo etc (Grupo de Acción sobre
elites de poder mundial. Erosión, Tecnología y Concentración)
divulgó un informe titulado «Jugando
Los métodos de la geoingeniería pue- con Gaia»10, en el que denunciaba el
den clasificarse en dos grupos gene- lobby del gobierno estadounidense
rales: manejo de la radiación solar y en el Grupo Intergubernamental de
secuestro de co2. Como nos dice Jordi Expertos sobre el Cambio Climático
Brotons, biólogo ambiental y miem- para imponer una salida técnica, re-
bro de la Plataforma por la Soberanía estructurando el planeta Tierra a tra-
Alimentaria de Alicante, vés de la geoingeniería. El etc sostiene
que cualquier experimentación que
la geoingeniería incluye tecnologías des- alterase la estructura de los océanos
cabelladas tales como la cobertura de o la estratósfera no podía realizar-
grandes extensiones de desiertos con
se sin un debate público profundo
plásticos reflectantes; megaplantaciones
e informado sobre sus posibles con-
de cultivos transgénicos con hojas reflec-
tantes; almacenamiento de co2 comprimi- secuencias y sin autorización de la
do en minas abandonadas y pozos petro- Organización de las Naciones Uni-
leros; inyección de aerosoles de sulfatos das (onu).
(u otros materiales, como el óxido de
aluminio) en la estratosfera para bloquear Entre 1993 y 2009, 11 gobiernos rea-
la luz del sol y blanqueamiento de las lizaron una docena de experimentos
nubes para reflejarla; desvío de corrientes
de geoingeniería en aguas interna-
oceánicas; fertilización de los océanos con
cionales, vertiendo partículas de hie-
nanopartículas de hierro para incremen-
tar el fitoplancton y, así, capturar co 2; rro sobre el océano para ver si podían
enterrar enormes cantidades de carbón capturar y precipitar co2 en el suelo
vegetal para eliminar co2; etc.9 marino. Se vertió hierro en más de
50 km2 del océano y, como no hubo
Desde 1996, las discusiones sobre estas resultados, se aumentó la superficie
alternativas atraviesan las diferentes experimental seis veces; hacia fines
cumbres climáticas y vienen suscitan- de 2009 el área «fertilizada» con hie-
do críticas y resistencias sociales. No se rro se extendía a 300 km2. Pero esto si-
trata solo de un cuestionamiento a la guió sin dar resultados. La oposición
tecnocracia o a la «razón arrogante». de sectores de la sociedad civil termi-
La geoingeniería supone una manipu- nó por forzar la cancelación de otros
lación que entraña grandes riesgos y proyectos de fertilización oceánica
no pocos efectos colaterales, que han
sido expuestos en diversos informes 9. J. Broton: «Geoingeniería y modificación del
clima» en Ecologista No 85, 1/6/2015.
científicos que concluyen que las nue- 10. Disponible en <www.etcgroup.org/es/
vas tecnologías de la geoingeniería content/jugando-con-gaia>.
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y en 2010 condujo al establecimien- Pero apelar a la geoingeniería no solo


to de una moratoria internacional en no ataca las causas de fondo, sino que
la Convención sobre la Diversidad implicaría además ceder el control del
Biológica de la onu y en el Convenio termostato del planeta a las grandes
sobre la Prevención de la Contami- potencias globales, que son por otra
nación del Mar por Vertimiento de parte las más contaminantes. Quie-
Desechos y otras Materias, también nes apuestan por esta estrategia mi-
llamado Convenio de Londres. Esa nimizan los impactos directos reales,
moratoria, que rige hasta la actuali- que pueden incluir, según la tecnolo-
dad, no fue firmada por eeuu, entre gía desarrollada, desde sequías inten-
otros países11. sas y prolongadas en ciertas regiones
del planeta (manejo de la radiación
Sin embargo, dados los endebles acuer- solar), hasta la generación de zonas
dos de París, la geoingeniería va ga- muertas en los océanos (fertilización
nando cada vez más terreno entre las marítima) o devastación de millones
elites políticas y científicas de los paí- de hectáreas (técnica de captura y al-
ses centrales. Esta es presentada cada macenamiento de las llamadas «emi-
vez más como un medio «esencial» siones negativas»). Asimismo, pueden
para lograr la meta de que la tempe- producir alteraciones metereológicas:
ratura no suba más de 1,5 o 2 ºC res- por ejemplo, una de las intervencio-
pecto de los niveles preindustriales. nes sobre el clima consiste en inyec-
Un artículo firmado por Bjørn Lom- tar sulfato en la estratosfera, lo cual
borg, promotor del llamado Consen- no disminuye las concentraciones de
so de Copenhague, proyecto iniciado gases de efecto invernadero sino que
en 2004, afirma que gastando tan solo las pospone. Esta técnica imita las
9.000 millones de dólares en 1.900 bar- erupciones volcánicas, que reducen
cos de pulverización de agua de mar,
se podría impedir el calentamien- 11. Otro ejemplo son los proyectados experi-
to global que se prevé para este siglo. mentos de geoingeniería en eeuu: el primero,
en Arizona, donde un centenar de científicos
En contraste, afirma que las promesas de la Universidad de Harvard y empresarios,
del Acuerdo de París costarían un bi- con el apoyo financiero de Bill Gates y de la in-
dustria espacial, planificaron una experiencia
llón de dólares por año y se obtendría
a cielo abierto basada en la radiación solar (ae-
además una reducción de emisiones rosoles de sulfato en las capas más altas de la
de carbono mucho menor. Desde su atmósfera); el segundo, en California, es una
intervención para blanquear las nubes, imple-
perspectiva, los acuerdos de París son mentada por climatólogos de la Universidad
tan débiles como costosos, lo cual abre de Washington, junto con un grupo de inge-
nieros de Silicon Valley.
la puerta a otras oportunidades, como 12. B. Lomborg: «¿Se debe aplicar la geoingeniería
la geoingeniería, que son vistas como al cambio climático?» en El Tiempo, 27/1/2017. El
proyecto, en un principio, fue apoyado econó-
«una póliza de seguro prudente y ase- micamente por el gobierno danés y la revis-
quible» (frase atribuida a Bill Gates)12. ta The Economist.
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la temperatura mediante la liberación en el lenguaje de las elites o en el de


de sulfato, tal como fue demostrado los minoritarios desvaríos acelera-
en 1991 tras la erupción del volcán cionistas15.
Pinatubo en Filipinas, que disparó
unos 20 millones de toneladas de dió- En suma, como sostiene Clive Hamil-
xido de azufre y produjo una dismi- ton16, la geoingeniería es uno de los
nución de la temperatura global de grandes dilemas éticos, geopolíticos
0,4 ºC; sin embargo, al año siguiente y civilizacionales a los cuales la hu-
decayeron las lluvias y hubo una baja manidad será confrontada en la dé-
afluencia de aguas. De modo que el cada próxima. Pero queda claro que
remedio podría resultar peor que la no hinca el diente en el modelo de
enfermedad. Y a esto hay que agre- desarrollo vigente; supone más bien
gar que, una vez iniciado el experi- su preservación. Implica intervencio-
mento de geoingeniería a gran escala, nes a gran escala, experimentos alta-
toda cancelación de este –por ejem- mente riesgosos cuyas consecuencias
plo, a raíz de los impactos directos son impredecibles y que, de hacer-
que podría causar en ciertas regiones se, requerirían de un acuerdo global;
del planeta y la ola de protestas que sin embargo, en la práctica también
podría desencadenar– provocaría un pueden ser llevados a cabo unilate-
recalentamiento fuerte y acelerado, ralmente, lo cual está lejos de ser una
debido a la concentración de emisio- fantasía si tenemos en cuenta que, ade-
nes nuevas en la atmósfera. más de eeuu y la ue, existen otros países
que manejan ya las técnicas de geoin-
En términos antropológicos, el plan b geniería, entre ellos Rusia y China.
está lejos de ser un llamado a la au-
■■ Las narrativas anticapitalistas
tolimitación. Más bien, a la manera
y de transición socioecológica
de las corrientes ligadas a la «moder-
nización ecológica», como lo es hoy Narrativas en clave ambientalista exis-
la denominada «economía verde», la ten desde hace mucho tiempo y sus
geoingeniería privilegia las solucio-
nes tecnológicas que consideran la na- 13. Para una crítica del «geoconstructivismo»,
turaleza como un ente completamente v. Frédéric Neyrat: La part inconstructible de la
Terre. Critique du géo-constructivisme, Seuil, Pa-
manipulable, lo que marca una conti- rís, 2016.
nuidad agravada respecto del para- 14. Luc Ferry: La révolution transhumaniste. Com-
ment la technomedicine et l’uberisation du monde
digma moderno antropocéntrico, aun vont bouleverser nos vies, Plon, París, 2016.
si su promesa es la supervivencia de 15. Para una introducción al aceleracionismo, v.
Armen Avanessian y Mauro Reis (eds.): Acele-
la especie. En realidad, su aspiración racionismo. Estrategias para una transición hacia el
es a «rehacer» la naturaleza13, adap- postcapitalismo, Caja Negra, Buenos Aires, 2016.
16. Ver C. Hamilton: Les apprentis de sorciers.
tándola al patrón de desarrollo vigen- Raisons et deraisons de la geo-ingenierie, Seuil,
te, con un horizonte poshumano14, sea París, 2013.
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Imágenes del fin. Narrativas de la crisis socioecológica en el Antropoceno

tópicos son variados, pero sin duda, y cultural, sino también desde un en-
al calor de la crisis socioecológica y el foque más global, si se entiende esta
surgimiento de resistencias locales y como una crisis socioecológica de al-
nuevos movimientos ecoterritoriales, cance civilizatorio. Al mismo tiempo,
estas se han ido multiplicando para ambos conceptos conectan la crítica
adquirir un mayor espesor discursivo al paradigma productivista y el per-
y simbólico en nuestras sociedades. fil metabólico de nuestras sociedades
Desde el Sur, las consecuencias de la (basado en la demanda cada vez ma-
crisis socioecológica se conectan di- yor de materias primas y energías)
rectamente con la crítica al neoextrac- con la crítica al capitalismo. Ambos
tivismo y la visión hegemónica del ponen el acento en los límites ecológi-
desarrollo, ya que es en la periferia cos del planeta y enfatizan el carácter
globalizada donde se expresa a caba- insustentable de los modelos de con-
lidad la mercantilización de todos los sumo y alimentarios, difundidos a
factores de producción, a través de la escala global, tanto en el Norte como
imposición a gran escala de modelos en el Sur. Por último, se constituyen en
de desarrollo insustentables: desde el el punto de partida para pensar ho-
agronegocio y sus modelos alimen- rizontes de cambio y alternativas
tarios, la megaminería y la expan- civilizatorias, basadas en otra racio-
sión de las energías extremas hasta nalidad ambiental, diferente de la pu-
las megarrepresas, la sobrepesca y el ramente economicista, que impulsa
acaparamiento de tierras17. Asimismo, el proceso de mercantilización de la
plantean el desafío de pensar alterna- vida en sus diferentes aspectos.
tivas al desarrollo, como ya planteara
Arturo Escobar, al introducir la cate- Para revertir la lógica del crecimien-
goría de «posdesarrollo»18. to infinito, es necesario explorar y

En coincidencia con los planteamien- 17. Ver M. Svampa: La expansión de las fronteras
tos de Alberto Acosta y Ulrich Brand, del neoextractivismo en América Latina, cit.
18. A. Escobar: «El postdesarrollo como concep-
la transición puede ser pensada me- to y práctica social» en Daniel Mato (coord.): Po-
diante dos conceptos cada vez más líticas de economía, ambiente y sociedad en tiempos
de globalización, Facultad de Ciencias Económi-
arraigados en el campo contestatario
cas y Sociales, Universidad Central de Vene-
a escala global: posextractivismo y zuela, Caracas, 2005.
decrecimiento19. Desde mi perspec- 19. El texto al que hacemos referencia es A.
Acosta y U. Brand: Salidas del laberinto capitalista.
tiva, se trata de dos conceptos-hori- Decrecimiento y postextractivismo, Icaria, Madrid,
zonte de carácter multidimensional, 2017. Pero quien colocó el desafío de pensar la
transición y salida del neoextractivismo en tér-
que comparten diferentes rasgos: por minos de posextractivismo fue el ambientalista
ejemplo, aportan un diagnóstico crí- uruguayo Eduardo Gudynas. V. «Sentidos, op-
ciones y ámbitos de las transiciones al posex-
tico sobre el capitalismo actual, no tractivismo» en aavv: Más allá del desarrollo, Fun-
solo en términos de crisis económica dación Rosa Luxemburgo, Quito, 2012.
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avanzar hacia otras formas de or- de reterritorialización van acompa-


ganización social, basadas en la re- ñados de una narrativa político-am-
ciprocidad y la redistribución, que biental asociada al «buen vivir» y los
coloquen importantes limitaciones derechos de la naturaleza, los bienes
a la lógica de mercado. En Améri- comunes y la ética del cuidado, cuya
ca Latina existen numerosos aportes clave es tanto la defensa de lo común
desde la economía social y solidaria, como la recreación de otro vínculo
cuyos sujetos sociales de referencia con la naturaleza.
son los sectores más excluidos (mu-
jeres, indígenas, jóvenes, obreros, Por otro lado, en Europa, hacia 2008,
campesinos), cuyo sentido del trabajo reapareció la idea de «decrecimiento»,
humano es producir valores de uso o que fuera lanzada hacia los años 70
medios de vida. Existe, así, una plu- por André Gorz. Lejos de la literalidad
ralidad de experiencias de autoorga- con la que algunos asocian el concepto
nización y autogestión de los sectores (leído simplemente como la negación
populares ligadas a la agroecología del crecimiento económico), el léxico
y la economía social y el autocontrol experiencial desarrollado en Europa
del proceso de producción, de for- en las últimas décadas profundiza el
mas de trabajo no alienado, otras li- diagnóstico de la crisis sistémica (los
gadas a la reproducción de la vida límites sociales, económicos y am-
social y la creación de nuevas formas bientales del crecimiento, ligados al
de comunidad. Incluso en un país tan modelo capitalista actual) y abre el
«sojizado» como Argentina se han imaginario de la descolonización a
creado redes de municipios y comu- una nueva gramática social y polí-
nidades que fomentan la agroecolo- tica en la que se destacan diferentes
gía, proponiendo alimentos sanos, propuestas y alternativas: auditoría
sin agrotóxicos, con menores costos de la deuda, desobediencia civil, ren-
y menor rentabilidad, que emplean ta universal ciudadana, ecocomuni-
a más trabajadores. Va surgiendo así dades, horticultura urbana, reparto
un nuevo entramado agroecológico, del trabajo, monedas sociales20. Por
un archipiélago de experiencias que ejemplo, en el marco de la transición
crece al margen del gran continente energética, se vienen impulsando las
sojero que hoy aparece como el mo-
delo dominante, basado en el cultivo
20. Ver Giacomo D’Alisa, Federico Demaría y
transgénico para la exportación. En Giorgos Kallis (comps.): Decrecimiento. Vocabu-
suma, desde América Latina la tran- lario para una nueva era, Icaria, Barcelona, 2015,
publicado también en varios países latinoa-
sición tiende a pensarse desde nuevas mericanos. En septiembre de 2018 se realizó la
formas de habitar el territorio, al calor Primera Conferencia Global de Descrecimien-
to Norte-Sur, en México, con la participación
de las luchas y las resistencias sociales de numerosos activistas y académicos de dife-
al neoextractivismo. Estos procesos rentes latitudes.
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Imágenes del fin. Narrativas de la crisis socioecológica en el Antropoceno

transition towns, un movimiento prag- así suceda, aunque habrá que adjudi-
mático en favor de la agroecología, la car tal decisión a las elites de los paí-
permacultura, el consumo de bienes ses del Norte, no tanto a los países del
de producción local y/o colectiva, el Sur, y mucho menos a los movimien-
decrecimiento y la recuperación de tos sociales antisistémicos, hoy decidi-
las habilidades para la vida y la armo- damente opuestos a lo que consideran
nía con la naturaleza. Nacido en Irlan- como una «falsa solución»23. Es proba-
da en 2006, este movimiento apunta ble incluso que, ante el agravamiento
a crear sociedades más austeras, sos- del calentamiento global y sus conse-
tenidas en energías limpias y reno- cuencias, negacionistas como Trump
vables, y con un fuerte aumento de la terminen por apoyar la geoingeniería.
eficiencia energética21. Sin embargo, para los proyectos alter-
civilizatorios, no se trata de buscar
Resulta claro que el Antropoceno engañosos atajos a través de la solu-
como diagnóstico hipercrítico conlleva ción tecnocrática, como plantean los
el desafío de pensar alternativas a los defensores del capitalismo verde, que
modelos de desarrollo dominantes, conciben al ser humano como un de-
de elaborar estrategias de transición miurgo capaz de manipular y reha-
que impliquen una descolonización cer la naturaleza. Tampoco se trata de
del imaginario social y marquen el caer rendido a los pies de las narrati-
camino hacia una sociedad posca- vas «colapsistas», pues el riesgo más
pitalista, en una época en la cual no evidente es quedar atrapado en una
existen modelos macrosociales ni lógica paralizante que anule la capaci-
tampoco socialismos realmente exis- dad de acción colectiva, tan necesaria
tentes. En los diferentes foros globales a esta altura de la crisis civilizatoria.
que reúnen a la militancia anticapita- Sin embargo, un detalle no menor que
lista, suele resaltarse la capacidad de nos advierte esa visión es la certeza de
irradiación de las experiencias loca- que ya hemos cruzado un umbral de
les y se subraya su carácter ejemplar riesgo y como tal, la transición, cual-
en términos de otra racionalidad so- quiera sea, ya ha comenzado. El giro
cial y ambiental.
21. Las comunidades en transición buscan
■■ Desafíos del Antropoceno generar resiliencia social contra el progresivo
y enfoques relacionales colapso colectivo provocado por el cambio
climático, el agotamiento de los combustibles
fósiles y la degradación de los regímenes
Las tres narrativas reseñadas coexis- políticos.
22. Mark Fisher: Realismo capitalista. ¿No hay
ten en la actualidad. Algunos podrán alternativa?, Caja Negra, Buenos Aires, 2016.
decir que el «realismo capitalista»22 23. V. el «Manifiesto contra la geoingeniería»,
de octubre de 2018, disponible en <www.opsur.
hará que la humanidad opte por la hi- org.ar/blog/2018/10/04/manifiesto-contra-la-
pótesis tecnocrática. Es probable que geoingenieria/>.
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antropocénico tiene hondas repercu- un ámbito apartado, exterior, al servi-


siones filosóficas, éticas y políticas; cio del ser humano y su afán predato-
obliga a repensarnos como anthro- rio. La crisis civilizatoria nos obliga a
pos, pero también, de modo central, abdicar del pensamiento único, para
nos lleva a replantear el vínculo en- asumir la diversidad en términos no
tre sociedad y naturaleza, entre hu- solo epistemológicos sino también
mano y no humano. El Antropoceno ontológicos. Existen otras matrices
exige pensar las consecuencias de la de tipo generativo, basadas en una
gran separación –le grand partage– en- visión más dinámica y relacional,
tre orden cosmológico y orden huma- tal como sucede en algunas culturas
no, como dice el antropólogo Philippe orientales, donde el concepto de mo-
Descola24, y nos desafía a reelaborar vimiento, de devenir, es el principio
desde otras coordenadas la relación que rige el mundo y se plasma en la
entre sociedad y naturaleza, entre las naturaleza, o aquellas visiones inma-
ciencias de la tierra y las ciencias hu- nentistas de los pueblos indígenas
manas y sociales. americanos que conciben al ser hu-
mano en la naturaleza, inmerso y no
Hace siglos que hemos abandonado separado o frente a ella.
la visión organicista de la naturale-
za, Gaia, Gea o Pachamama, aquella Estos enfoques relacionales, que su-
que profesaban nuestros ancestros. brayan la interdependencia de lo vivo
Somos hijos de la Modernidad o vás- y dan cuenta de otras formas de re-
tagos colonizados por ella; nos hemos lacionamiento entre los seres vivos,
vinculado a la naturaleza a partir de entre humanos y no humanos, toma
una episteme antropocéntrica y an- diversos nombres: «animismo», para
drocéntrica, cuya persistencia y repe- el ya citado Descola; «perspectivismo
tición, lejos de conducirnos a dar una amerindio», para Eduardo Viveiros
respuesta a la crisis, se ha convertido de Castro, quien en su ensayo La mi-
finalmente en una parte importante rada del jaguar conceptualiza el mode-
del problema. En esta línea, la antro- lo local amazónico de relación con la
pología crítica de las últimas déca- naturaleza.
das ha hecho avances interesantes al
recordar la existencia de otras moda- Se trata de la noción, en primer lugar, de
lidades de construcción del vínculo que el mundo está poblado por muchas
especies de seres (además de los huma-
con la naturaleza, entre lo humano y
nos propiamente dichos) dotados de con-
lo no humano. Dicho de otro modo:
ciencia y de cultura y, en segundo lugar,
no todas las culturas ni todos los de que cada una de esas especies se ve a
tiempos históricos, incluso en Occi-
dente, desarrollaron un enfoque dua- 24. P. Descola: Más allá de naturaleza y cultura,
lista de la naturaleza, que la considera Amorrortu, Buenos Aires, 2005.
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sí misma y a las demás especies de un universalización de la ética del cuida-


modo bastante singular: cada una se ve a do, vista como una facultad relacional
sí misma como humana, viendo a las que el patriarcado ha esencializado
demás como no humanas, esto es, como
(en relación con la mujer) o desco-
especies de animales o de espíritus.25
nectado (en relación con el hombre),
En contraste con la visión moderna, el como afirma Carol Gilligan, abre a un
fondo común entre humanos y no hu- proceso de liberación mayor, no sola-
manos «no es la animalidad, sino la mente feminista, sino de toda la hu-
humanidad»26. manidad29.

Por ende, la humanidad no deviene la En la actualidad, esto aparece refle-


excepción, sino la regla; cada especie jado en la acción e involucramiento
se ve a sí misma como humana, por cada vez mayores de las mujeres en
ende, como sujeto, bajo la especie de las luchas socioambientales, en sus
la cultura. Estas formas de relaciona- diferentes modalidades. Los llama-
miento y apropiación de la naturaleza dos feminismos populares se abren a
cuestionan los dualismos constituti- una dinámica que cuestiona la visión
vos de la Modernidad. Estas «ontolo- dualista; proyectan una compren-
gías relacionales», como las denomina sión de la realidad humana a través
Escobar27 siguiendo al antropólogo del reconocimiento con los otros y
Mario Blaser, tienen el territorio y sus con la naturaleza; van tejiendo una
lógicas comunales como condición relación diferente entre sociedad y
de posibilidad. En diversas latitudes, naturaleza a través de la afirmación
dieron origen a una profusa literatu- de la interdependencia. Asimismo,
ra antropológica sobre el «giro onto- la dinámica procesual de las luchas
lógico»28.
25. E. Viveiros de Castro: «El cascabel del
Chaman es un acelerador de partículas» en La
Por otro lado, a la hora de repensar mirada del jaguar. Introducción al perspectivismo
nuestro vínculo con la naturaleza amerindio, Tinta Limón, Buenos Aires, 2008.
26. Ibíd.
desde una perspectiva relacional, sin 27. A. Escobar: Sentipensar con la tierra. Nueve
duda la ética del cuidado y el ecofe- lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia,
Unaula, Bogotá, 2014. El autor refiere además a
minismo abren otras vías posibles.
los trabajos de la antropóloga peruana Mary-
Sus aportes pueden contribuir a cues- sol de la Cadena.
tionar la visión reduccionista basada 28. Ver Florencia Tola: «El ‘giro ontológico’ y
la relación naturaleza/cultura. Reflexiones
en la idea de autonomía e individua- desde el Gran Chaco» en Apuntes de Investiga-
lismo. Ciertamente, la ética del cui- ción del cecyp No 27, 2016; Martin Holbraad y
Morten Axel Pedersen: The Ontological Turn:
dado coloca en el centro la noción de An Anthropological Exposition, Cambridge up,
interdependencia, que en clave de cri- Cambridge, 2017.
29. C. Gilligan: La ética del cuidado, Cuadernos
sis civilizatoria es leída como eco- de la Fundació Víctor Grífols i Lucas, Barce-
dependencia. La revalorización y lona, 2015.
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conlleva también un cuestionamiento En suma, el Antropoceno como pa-


del patriarcado, basado en una matriz radigma hipercrítico exige repensar
binaria y jerárquica que separa y pri- la crisis desde un punto de vista sis-
vilegia lo masculino por sobre lo fe- témico. Lo ambiental no puede ser
menino. No pocas veces, detrás de la reducido a una columna más en los
desacralización del mito del desarro- gastos de contabilidad de una empre-
llo y la construcción de una relación sa en nombre de la responsabilidad
diferente con la naturaleza, va aso- social corporativa, ni tampoco a una
mando la reivindicación de una voz política de modernización ecológica
libre, honesta, «una voz propia», que o la economía verde, que grosso modo
cuestiona el patriarcado en todas sus apunta a la continuidad del capitalis-
dimensiones y busca recolocar el cui- mo a través de la convergencia entre
dado en un lugar central y liberador, lógica de mercado y defensa de nue-
asociado de modo indiscutible a nues- vas tecnologías proclamadas como
tra condición humana30. «limpias». Finalmente, la actual cri-
sis socioecológica no puede ser vista
Así, al calor de las luchas se van afir- como «un aspecto» o «una dimen-
mando otros lenguajes de valoración sión más» de la agenda pública o in-
del territorio, otros modos de cons- clusive como una dimensión más de
trucción del vínculo con la naturaleza, las luchas sociales. Esta debe ser pen-
otras narrativas de la Madre Tierra, sada desde una perspectiva inter- y
que recrean un paradigma relacional transdisciplinaria, desde un discur-
basado en la reciprocidad, la comple- so holístico e integral que comprenda
mentariedad y el cuidado, que apun- la crisis socioecológica en términos
tan a otros modos de apropiación y de crisis civilizatoria y de apertura a
diálogo de saberes; a otras formas de un horizonte poscapitalista.
organización de la vida social. Estos
lenguajes se nutren de diferentes ma-
trices político-ideológicas, de pers- 30. Ver M. Svampa: Del cambio de época al fin de
ciclo. Gobiernos progresistas, extractivismo y movi-
pectivas anticapitalistas, ecologistas e mientos sociales en América Latina, Edhasa, Bue-
indianistas, feministas y antipatriar- nos Aires, 2017, así como el prólogo en Tatiana
Roa Avendaño et al.: Como el agua y el aceite.
cales, que provienen del heterogéneo Conflictos socioambientales por la extracción de la
mundo de las clases subalternas. frontera petrolera, Oxfam, Bogotá, 2017.

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