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enfermedades torácicas nefritis

método de la percusión fonendoscopio

Parkinson
enfermedad de Addison
Historia histología
fagocitosis de la medicina
estudio microscópico de los tejidos enfermos
cirugía aséptica del siglo XIX
anatomía y la fisiología comparadas
Unidad 5: Medicina y sociedad

evolución de la vida animal


célula como asiento de la enfermedad
bocio exoftálmico
enfermedad de Hodgkin fiebre amarilla
origen bacteriano de la endocarditis
intervenciones cavitarias
procesos metabólicos
genética humana y la herencia
diagnóstico anatomo-clínico
Unidad 5:

Medicina
y sociedad
Unidad 5: Medicina y sociedad

Introducción:

La formación del médico.


El importante cambió perfectivo que experimentó la medicina Entre las muchas e importantes novedades de la enseñan-
durante el siglo xix, necesariamente debía reflejarse en la for- za en las Facultades de Medicina, algunas poseen especial re-
mación médica. Éste se educa y titula en las Universidades, y a alce: a) la consideración irrevocable de la física y la química,
él acude para el cuidado de sus dolencias, la casi totalidad de la como disciplinas básicas para la formación científica del mé-
población, lo cual no excluye, de modo alguno la sobrevivencia dico. “La medicina será ciencia natural o no será nada”, afirmó
del curanderismo, cuya clientela no necesariamente queda re- Helmholtz, y con arreglo a esta consigna se procede en todas
ducida a los grupos sociales inferiores. partes; b) el auge de la enseñanza práctica de la anatomía. El
anfiteatro anatómico es definitivamente sustituido por la sala
de disección; c) la paulatina creación de Institutos de Investi-
gación, como complemento ineludible de la cátedra universita-
ria; Purkinge (Breslau, 1824), Liebig (Giessen, 1825), y Buchheim
(Dorpat, 1849) fueron los primeros; d) la llegada de la lección
clínica como género didáctico.

Disección de Cadáver, BIU

Recreación de una sala de disección del siglo XIX, Dominio público

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Unidad 5: Medicina y sociedad

Los nombres de Trousseau, Oppolzer, Charcot con sus famo-


sas lecciones de los martes, Dieulafoy, Nothnagel y von Müller, El rol social del médico.
son notables ejemplos; e) la introducción de nuevas disciplinas
en el curriculum del médico, a medida que su desarrollo lo ha También hubo un cambio perceptible en lo que socialmente se
exigido: histología, anatomía patológica, pediatría, oftalmolo- esperaba del médico y en el lugar que ocupaba el médico en
gía; f) la total igualdad académica de las dos ramas principales ese cuerpo social. Desde que la medicina se hizo técnica tres
de la patología, la médica y la quirúrgica; g) el rápido crecimien- son los motivos que integran el rol social del médico: la socie-
to y difusión de las revistas médicas -más de 1,500 colecciones dad espera de éste la curación de las enfermedades, la preven-
se contabilizan en el año 1913-; g) la creación del “congreso ción del enfermar y cierto saber científico acerca de lo que es el
científico”, nacional o internacional, como sede de exposición hombre. Pues bien, a lo largo del siglo xix, esa triple expectativa
y difusión de los avances del saber médico. se intensifica extraordinariamente, porque el médico cura mu-
cho más y con mayor seguridad va ampliando sus posibilida-
des preventivas, y es el máximo titular de muy variados saberes
antropológicos, desde la citología y la bioquímica del cuerpo
humano, hasta la psicología. Más aún, en tanto que conocedor
y técnico de la naturaleza del hombre, el médico intentará aña-
dir un motivo más: su condición de educador de la humanidad
y de redentor de las calamidades hambre, dolor o injusticia,
que hasta entonces ha venido padeciendo nuestra especie. “La
medicina es una ciencia social, y la política no es otra cosa que
medicina en gran escala.” Escribe Virchow.

Portada de una tesis para graduarse como medico. Dominio público

Al finalizar el siglo xix, el médico tiene la convicción de haber


llegado al modelo definitivo de su formación. Un modelo que
podrá cambiar sólo en detalles, el progreso de alguna de las
ramas del saber, pero no en su esencia. Lo cual no quiere decir
que, en la realidad no hubiese diferencias en la educación mé-
dica. En Alemania la educación es más disciplinada y teórica, en
Francia e Inglaterra más clínica. Laënnec auscultando a uno de sus pacientes en el Hospital Necker, pintado por

Théobald Chartran en 1816. Dominio público

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Unidad 5: Medicina y sociedad

Asistencia al enfermo.
En consecuencia, prospera de manera ostensible el esta- Tradicional es a estratificación de esta asistencia, los tres nive-
tus del médico en la sociedad. El ejemplo de Charcot en París, les socioeconómicos que correspondían -según los hábitos ex-
Lister en Londres, von Bergmann en Berlín, y Billroth en Viena, presivos de la época-, a las clases altas, clases medias y clases
habla por sí solo. “Por primera vez en nuestro país, un hombre bajas. Los enfermos pertenecientes a las clases altas –aristocra-
de ciencia va a recibir los honores públicos reservados a las ce- cia y burguesía opulenta-, eran atendidos en su domicilio; si la
lebridades de la política y de la guerra”, escribía Paul Bert horas dolencia les obligaba a guardar cama en el consultorio privado
antes del entierro de Claude Bernard. Lo cual no quiere decir del médico, éste siempre era elegido entre los más prestigiosos
que la situación social del médico, no cubriese toda la amplia de la ciudad. A finales del siglo XIX, esos enfermos formaban la
gama económica de la burguesía, desde el altísimo nivel de es- clientela de los sanatorios de montaña, y en ellos se tenían sus
tas cuatro figuras, hasta el bien distinto de los profesionales de más características curas: de aguas, de reposo y climáticas.
los suburbios urbanos o de las aldeas.
No falta, desde luego, la visión burlesca del médico, pero
la simple comparación entre la imagen de lo que de él ofre-
cieron las hirientes caricaturas de Quevedo y Molière, y la que
ahora brindan las descripciones novelescas de Balzac y Galdós,
muestra muy bien la magnitud del cambio producido. Por de-
bajo de los chistes y las bromas, la sociedad del siglo xix confía
en el médico, y se siente ayudada por él.

Ciencia y caridad, pintado por Pablo Ruiz Picasso en 1897, Dominio público

Bien distinta era la suerte del enfermo de clases bajas, su


paradero de ordinario era el hospital de beneficencia y en este
sentido, el paciente tenía el privilegio de ser atendido por un clí-
nico realmente prestigioso. Los pobres de Viena decían por allá
de 1850: “tenemos la suerte de ser muy bien diagnosticados
por Skoda y ser bien autopsiados por Rokitansky”. Socialmente
triste, porque la escasez de recursos en dichos hospitales y el
frecuente hacinamiento de los enfermos en sus salas, hacía a la
vez penosa y mortífera la permanencia en ellos.

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Unidad 5: Medicina y sociedad

Entre las unas y las otras, las clases medias –artesanos,


obreros acomodados, pequeños funcionarios, profesionales Ética médica.
alejados del triunfo, etc.-, afrontaban la calamidad económica
y afectiva de la enfermedad llamando a su domicilio médicos El proceso de secularización de la sociedad, influyó decisiva-
baratos –seis peniques cobraban por visita los prácticos de mente sobre los postulados y las reglas en esta materia, no
Londres-. En España, las Sociedades de Socorros Mutuos –de porque dejase de existir una moral médica cristiana, sino por
médico, botica y entierro-, alcanzaron un desarrollo extraordi- el gran número de médicos para los cuales ésta contaba muy
nario y gran cantidad de afiliados hacia el final de la centuria. poco, o no contaba absolutamente nada, y como consecuencia
Todo menos el hospital, cuya sola perspectiva inspiraba terror en la actitud de la persona frente a sus deberes profesionales.
y profunda humillación. Con todo, la condición del campesino Se pueden distinguir tres tipos de la ética médica: a) muchos
enfermo, muy deficiente sin duda, desde el punto de vista de la médicos y naturalmente muchos enfermos, el comportamien-
asistencia técnica, era socialmente menos patética que la del to profesional queda entonces relegado por un oscilante com-
pobre urbano. promiso, entre las ordenaciones legales del “espíritu objetivo”
hegeliano, y los mandamientos íntimos del “imperativo categó-
rico” kantiano; b) junto a ellos, otros, los creyentes en una mo-
ral religiosa, fuese católica o protestante, regían su actuación
profesional resolviendo personalmente la armonía o el conflic-
to, entre los tres orbes morales más o menos autónomos: una
ciencia profana, el saber médico y la técnica correspondiente,
que siendo verdadera no podía oponerse a la religión; el con-
junto de las creencias religiosas profesadas y el de los deberes
prácticos derivados de ellas; y las obligaciones civiles impues-
tas por la sociedad y el estado; c) otros médicos, vivieron orien-
La visita al hospital, pintado por Luis Jiménez Aranda en 1889. Dominio público tados por la moral del éxito –el lucro y el prestigio como metas-,
que la competitiva sociedad burguesa puso como protección, y
A partir de la segunda mitad del siglo, el obrero industrial a ella se atendrán, sólo frenados por los restos de moral religio-
adquiere conciencia de clase y reivindica entre otras cosas, su sa o filantrópica que en su alma queden.
derecho a ser aceptablemente atendido de sus enfermedades
y accidentes. Esta “rebelión del sujeto” –como la llama Pedro
Laín-, determinó la aparición de varias novedades sociales: a)
en la Rusia zarista, obligó al poder central, a suministrar asis-
tencia médica gratuita; b) en Alemania, Bismarck procuró pa-
liar el malestar del mundo obrero creando un seguro médico
unificado y centralizado, aprobado en 1884; al final del siglo en
Inglaterra, se dan los primeros pasos para la creación de un Se-
guro Nacional de Salud.
El Doctor, pintado por Samuel Luke Fildes, 1877. Dominio público

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Unidad 5: Medicina y sociedad

Sobre este suelo real comienza a levantarse la retórica


seudo-religiosa de los que en sus discursos proclaman “el sa-
cerdocio de la medicina” y la retórica seudo-helénica, de los
que en sus consultorios ostentan el “juramento hipocrático”. Y
conforme a estas normas de conducta, son resueltos los múltiples
problemas éticos que plantea la asistencia al enfermo: eutanasia,
aborto provocada, honorarios, certificados médicos, ensayos
terapéuticos, declaración u ocultamiento al enfermo de la verdad
acerca de su estado.

Conclusión

Bibliografía:
Castiglioni, a. (1941). Historia de la medicina. Barcelona: Salvat editores.

Foucault, m. (1997). El nacimiento de la clínica. Una arqueología de la mirada médica. México: Siglo xxi Editores.

Laín, p. (2001). Historia de la medicina. España: MASSON.

López, j.m. (2000). Breve historia de la medicina. España: Alianza editorial.

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enfermedades torácicas nefritis
método de la percusión fonendoscopio

fagocitosis
enfermedad de Addison
histología
Participantes en la elaboración del contenido:

Responsables de los contenidos:

cirugía aséptica anatomía y la fisiología comparadas


Minou del Carmen Arévalo Ramírez
José Gaspar Rodolfo Cortés Riveroll
Israel Lucero Ramírez
María Elena Ramírez de Lara

estudio microscópico de los tejidos enfermos


Apoyo didáctico-pedagógico:
Araceli Donají Vázquez Carrasco
Caritina Ramírez Guzmán

Parkinson
Apoyo Institucional:
Elsa María Fueyo Hernández

evolución de la vida animal Diseñador Instruccional:


Samantha Fernández de Lara Arroyo

célula como asiento de la enfermedad


bocio exoftálmico
Producción audiovisual:
Rolando Rodríguez Porras
Berenize Conde Morales

enfermedad de Hodgkin
Erika Delgado Hernández

fiebre amarilla
Angélica Zendejas Culebro

Desarrollador Multimedia:

origen bacteriano de la endocarditis


Rubén García Zúñiga

intervenciones cavitarias
Desarrollador de Sistemas:
Susana Márquez Islas

procesos metabólicos
genética humana y la herencia
diagnóstico anatomo-clínico

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