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BALANCE DE LA IMPLEMENTACIÓN DE LA JEP A UN AÑO DE SU PUESTA

EN MARCHA

Yo no vengo a llorar aquí


donde cayeron:
Vengo a vosotros, acudo a los que viven.
Acudo a ti y a mi y en tu pecho golpeo.

Los muertos de la plaza


Pablo Neruda

La Jurisdicción Especial para la Paz cumple un año de su entrada en funcionamiento y sus logros,
en un sentido comparado, son sobresalientes. La mayoría de los tribunales híbridos en el mundo
han tardado más de un año para su puesta en marcha. Por ejemplo, el Tribunal de Timor de
L´Este fue creado en junio de 2000 y empezó su funcionamiento en mayo de 2005. El Tribunal
para el Líbano fue creado en 2007 y empezó su funcionamiento en 2009; y las Cámaras
Especiales de Crímenes de Guerra en las Cortes de Camboya fueron creadas en 2003 y
empezaron a funcionar en 2005.
En Colombia, en poco menos de 10 meses, se logró crear una jurisdicción completamente nueva,
que responde a la estructura organizacional de una alta corte en Colombia, en medio de un debate
político intenso alrededor de su legitimidad, sus principios y su alcance. En su primer año, la JEP
ya ha abierto dos casos y tres situaciones en la Sala de Reconocimiento de Verdad y
Responsabilidad, encargada de los crímenes más graves, representativos y de quienes tuvieron
una participación determinante en ellos.
La JEP ya cuenta con una base normativa y una revisión constitucional sólidas. El Acuerdo Final
entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC-EP fue una decisión política
refrendada por el poder legislativo en Colombia y que cuenta con un acto legislativo que incluyó
a esta jurisdicción en la Constitución Política. Así, este reconocimiento de una estrategia judicial
transicional para rendir cuentas sobre un pasado de graves abusos y violaciones a los derechos
humanos debe ser entendido como una política de Estado cuyo fin es garantizar los derechos a
la paz y a la justicia de las víctimas del conflicto y de todos los colombianos. Además de su
estatus constitucional, la JEP ya cuenta con una Ley estatutaria que le permite administrar justicia

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y que fue ampliamente debatida en el Congreso de la República. Asimismo, la Jurisdicción cuenta
con unas reglas de procedimiento que robustecen su accionar como una institución que debe
dar garantías procesales a todas las partes involucradas en cada caso. Cabe mencionar también
el importante avance que constituye la coordinación de la JEP con las jurisdicciones étnicas.
Tanto la satisfacción del derecho a la consulta previa, como la elaboración de protocolos de
relacionamiento interjurisdiccional han sido prioritarios durante este primer año.
Los casos abiertos hasta el momento han sido construidos con base en un enfoque de
investigación de crímenes de sistema que bebe de la experiencia nacional e internacional en la
judicialización de crímenes de guerra y de conductas sistemáticas.
La metodología de selección y priorización de la Sala de Reconocimiento incluye de manera
determinante la participación de las víctimas, de sus organizaciones y de otras organizaciones de
la sociedad civil colombiana, por medio de la presentación de informes. Un mecanismo de
participación como este, diseñado por las partes en las negociaciones de La Habana, es inédito
y es una de las formas como se materializa la idea de la centralidad de las víctimas en el Sistema
Integral de Verdad, Justicia Reparación y No Repetición. Hoy las víctimas en Colombia pueden
ser protagonistas reales en la JEP, desde las primeras etapas procesales. En la elaboración de
informes, la sociedad civil ha trascendido la denuncia para colaborar en la construcción de macro
casos, con sus aportes de información y el análisis de los contextos complejos en los que se han
cometido las atrocidades.
Cada caso y situación priorizadas por la Sala de Reconocimiento incluye miles de víctimas, un
análisis de contextos sobre largos periodos y decenas de presuntos responsables operando bajo
un plan, práctica o política. La resolución de estos casos puede proveer justicia y contribuir a la
verdad de una manera mucho más expedita y efectiva que una aproximación que busque juzgar
hecho a hecho.
Asimismo, la JEP ha producido un importante número de decisiones, como ya se ha mencionado
en la mañana de hoy. Estas decisiones van construyendo una jurisprudencia necesaria para
orientar el trabajo hacia adelante. Ahora bien, el contexto político y, especialmente, la larga espera
de las víctimas por una justicia pronta y efectiva, reclaman sentencias en contra de quienes
tuvieron participación determinante en lo delitos más graves y representativos y sanciones
efectivas, bien sean estas restaurativas o retributivas.
El logro que supone el primer año de la puesta en marcha de la JEP también conlleva desafíos
actuales y a futuro que podríamos agrupar en: 1) desafíos de carácter político; 2) desafíos sobre
efectividad y eficiencia y 3) desafíos procesales.
Desafíos políticos

• El primer desafío político de la JEP se refiere a la visibilidad y legitimidad ante la opinión


publica. La jurisdicción debe posicionarse como un alto tribunal que reviste rango
constitucional y que tiene capacidad de administrar justicia de manera rigurosa. Este
propósito implica hacer claridad sobre su operación en tres sentidos, principalmente:
o La JEP otorga tratamientos penales especiales con base en condiciones
referidas a los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y

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las garantías de no repetición. A partir de dichas condiciones, puede haber
sanciones ordinarias de prisión o sanciones restaurativas. No es cierto que la
jurisdicción no sancione a los responsables de crímenes internacionales en el
marco del conflicto armado.
o La JEP selecciona y prioriza con el propósito de hacer frente a la
sistematicidad y generalidad de conductas objeto de su competencia. Esta
manera de llevar a cabo la investigación criminal es la más razonable y la que
puede generar mayores resultados en menor tiempo. La experiencia con el
proceso de Justicia y Paz nos muestra que el enfoque de investigación de
crímenes de sistema es el camino correcto.
o Si bien se trata de una jurisdicción producto de un acuerdo de paz firmado
entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP, su propósito es investigar,
juzgar y sancionar a todos los actores del conflicto. Para honrar el
compromiso de garantizar el derecho a la justicia de todas las víctimas del
conflicto armado y lograr una verdad judicial completa es fundamental la
comparecencia otros actores clave en el conflicto como los desmovilizados
de las antiguas AUC y civiles que participaron en las acciones criminales
ocurridas en el marco y con ocasión del conflicto armado. Sin esta
participación, esta oportunidad, seguramente irrepetible, de cerrar la brecha
de impunidad en el país, podría verse frustrada.

• Otro desafío político de la Jurisdicción es tener la capacidad de producir jurisprudencia


acorde con su marco normativo, sin ceder a las presiones punitivas del debate político
nacional. Esto quiere decir que la Sección de Apelación tiene la tarea de estructurar con
celeridad, como ya lo ha empezado a hacer, el horizonte interpretativo de la JEP acorde
con principios restaurativos y de tratamiento simétrico a los comparecientes de las
diferentes partes.
• Es deseable, igualmente, que la Sala de Reconocimiento pueda remitir al Tribunal para
la Paz resoluciones de conclusiones en el término de un año. La opinión pública y las
víctimas esperan resultados de judicialización en el corto y mediano plazo que cumplan
con estándares nacionales e internacionales de debido proceso.
Efectividad y eficiencia
Con respecto a los desafíos de efectividad y eficiencia es necesario resaltar que:

• En un país con una tradición tan legalista como la de Colombia, siempre existe el riesgo
de un excesivo ritualismo procesal. Como ya he mencionado, las víctimas no empezaron
a demandar justicia cuando la JEP fue creada. Son años de espera por una respuesta
eficaz del estado, en términos del esclarecimiento de los hechos, la identificación de los
responsables y las condenas. Asimismo, los comparecientes esperan que la jurisdicción
actúe eficazmente, con apego al debido proceso, como respuesta a su compromiso con
los derechos de las víctimas. Los procesos de adecuación y consolidación institucional,
que son permanentes en una jurisdicción que se crea en la marcha, deben facilitar al

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máximo las decisiones. Al final del día, las víctimas y la sociedad colombiana evaluarán
a la JEP no por los esfuerzos realizados, sino por sus resultados concretos.
• Por otro lado, es necesario que la secretaria judicial tenga la capacidad y cuente con todos
los recursos necesarios para garantizar un reparto expedito y con fundamentación
normativa que distinga entre las solicitudes de carácter judicial y no judicial que llegan a
la Jurisdicción. De este modo, se puede evitar un eventual de colapso de la operación de
las salas y secciones por el empleo excesivo de recursos y tutelas ante a la JEP.
• En esta etapa inicial de la JEP es muy importante que la Sección de Apelaciones produzca
una jurisprudencia que oportunamente llene los vacíos interpretativos del marco
normativo existente. De ello depende la operación efectiva de las salas y secciones, sobre
todo en términos de competencias y remisiones; criterios de conexidad con el conflicto
armado y competencia de las salas para establecer dicha conexidad, sea prima facie o de
fondo; aplicación y alcances de los criterios de gradualidad y proporcionalidad del
régimen de condicionalidad, entre otros.
Procesales
En cuanto a los desafíos procesales y operativos:

• Uno de los aspectos de la JEP que desde la comunidad internacional se resalta


permanentemente es que incorpora los estándares internacionales de DIH, DPI y
DDHH y muchas de las mejores prácticas de los tribunales internacionales e híbridos.
Tal vez uno de estos estándares que mayor trascendencia tiene para el logro de una paz
estable y duradera es la aplicación de la amnistía más amplia posible del Protocolo II de
los Convenios de Ginebra. Con el fin de contribuir de manera efectiva con el objetivo
de una paz estable y duradera con la extinta guerrilla de las FARC, es muy importante
que la Sala de Amnistía o Indultos oriente sus decisiones con base en este importante
estándar. La amnistía más amplia posible no sólo honra el compromiso del Pacta Sunt
Servanda, sino que le permite a la jurisdicción evacuar un número importante de
comparecientes para concentrarse en quienes tuvieron participación determinante en los
hechos más graves y representativos.
• Es importante asimismo que la JEP establezca los alcances del procedimiento dialógico
en el marco de las garantías procesales constitucionales de los comparecientes. Desde
nuestro punto de vista, el procedimiento dialógico debe entenderse también como un
principio de economía procesal que no reemplaza el ejercicio restaurativo.
• Es pertinente desde ya identificar de dónde provendrán los recursos para llevar a cabo
las sanciones restaurativas en los territorios y para garantizar la subsistencia de los
comparecientes durante el cumplimiento de las sentencias. Asimismo, es fundamental
para legitimidad del proceso de justicia restaurativa y para el cumplimiento de las
obligaciones del estado colombiano en materia de investigación, juzgamiento y sanción
de crímenes internacionales, el diseño y puesta en marcha del mecanismo de monitoreo,
vigilancia y verificación del cumplimiento de las sanciones. Según el Acuerdo Final, la
implementación de este mecanismo, cuya responsabilidad está en cabeza de la Sección
con Reconocimiento del Tribunal para la Paz, deberá contar con apoyo internacional,
para lo cual está previsto que la Misión Política de Verificación de las Naciones Unidas

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lo incluya como un componente específico de su mandato. Sea esta entonces la
oportunidad para hacer un llamado respetuoso a la JEP, a la Misión de Naciones Unidas
y al Gobierno Nacional para que activen las gestiones necesarias a fin de que este
mecanismo de monitoreo de sanciones sea una realidad en el menor tiempo posible. De
él dependerá, en buena medida, que las víctimas y la sociedad en general perciban que
realmente se ha hecho justicia.

Finalmente, la JEP tiene un objetivo que va más allá de su aspecto legalista y jurídico y de la
literalidad del acuerdo y de las normas, pues mediante sus decisiones y funcionamiento, deberá
contribuir al restablecimiento de los valores de la sociedad destruidos durante décadas de
conflicto. Deberá favorecer el restablecimiento de dichos valores reafirmando los principios del
Estado de Derecho y, por tanto, revalidando el papel de las instituciones (en este caso del sector
justicia) como recurso legítimo para la resolución pacífica de conflictos.
En este sentido, los magistrados y funcionarios de la JEP deben involucrarse en el cometido de
la institución más allá de los trámites judiciales y contribuir a mejorar las relaciones entre el
Sistema de Justicia y la sociedad. Lo anterior va más allá de acciones de divulgación enfocadas
en explicar o “educar” sobre la composición, organigrama o funcionamiento de la jurisdicción,
la información puntual sobre procesos o la retransmisión de ciertas audiencias.

Se trata de la necesidad de complementar todos esos esfuerzos, que son necesarios, con una
visión y una estrategia capaz de involucrar a la sociedad colombiana para que conciba la
implementación de la JEP como un desafío común. Implicando activamente a sectores claves
como la prensa, organizaciones de víctimas, de derechos humanos y otros actores relevantes de
la sociedad, en los desafíos y retos que tienen los magistrados para cumplir con su cometido de
hacer justicia para que toda la sociedad colombiana los sienta como suyos y contribuya al logro
de los objetivos en la medida máxima de sus posibilidades.
Vamos por buen camino y por ello queda mucho trabajo por delante.

Centro Internacional de Justicia Transicional


15 de enero de 2019

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