Вы находитесь на странице: 1из 17

La Teología moral en diálogo con la filosofía

47.

La Teología moral
en diálogo con la filosofía

DAMIÁN PICORNELL*

Teología y filosofía comparten una historia común, tejida de encuentros y


desencuentros, de intercambios fecundos y de mutuas ignorancias. Se
necesitan la una a la otra, ya que su relación no es la de dos conocimientos
absolutos que entran en conflicto a propósito de un problema concreto. Ambas
son, por decirlo con el sugerente término de Xavier Zubiri, una “marcha de la
razón”, una actividad pensante siempre abierta y en búsqueda de la
profundidad de lo real1. Teología y filosofía se encuentran y se enriquecen
mutuamente porque comparten un camino y una meta.
En el caso de la Teología moral, este camino ha estado plagado de
dificultades; es de sobra conocida la complejidad de su historia. Factores de
índole muy diversa han llevado, en ocasiones, a concebir su relación con la
filosofía en términos de rivalidad, cuando no de hostilidad. Sin embargo, la
Teología moral se encuentra en la actualidad quizá más receptiva que nunca
ante la filosofía2. El objetivo de este trabajo es mostrar esta apertura y proponer

* * Profesor de Ética teológica en el Centro teológico de Albacete.


1 Cf. X. ZUBIRI, Inteligencia y Razón, Alianza - Sociedad de Estudios y Publicaciones,
Madrid 1983, 17-156.
2 Este salto cualitativo en la apertura hacia la filosofía es uno de los frutos del proceso de
refundación que ha experimentado la Teología moral a raíz del Concilio Vaticano II. El
cambio epistemológico que lo ha hecho posible es la recuperación de la razón y de las
filosofías como lugares teológicos propios del discurso teológico-moral. Cf. V. GÓMEZ
MIER, La refundación de la moral católica. El cambio de matriz disciplinar después del
Concilio Vaticano II, Verbo Divino, Estella 1995, 75-80, 595-599; ID., De la tolerancia a la
libertad religiosa. Exigencias metodológicas de la Ética cristiana a la luz del decreto
conciliar “Dignitatis Humanae”, Perpetuo Socorro, Madrid 1997, 13-32.

129
DAMIÁN PICORNELL

nuevas perspectivas que permitan avanzar en la configuración de una relación


equilibrada entre ambos saberes.
Avanzar, porque, aunque lo parezca a primera vista, no se trata sólo de dar
solución a un problema de interés meramente académico. Como tendremos
ocasión de mostrar, el diálogo con la filosofía constituye para la Teología moral
una mediación insustituible de cara a su relevancia cultural. Para que esta
mediación sea eficaz, será preciso desentrañar algunos de los nudos
problemáticos que quizá no han sido aún totalmente resueltos por parte de la
Teología moral, a pesar de haber vivido una auténtica refundación a raíz del
Concilio Vaticano II.

I. PRESENCIAS Y AUSENCIAS DE LA FILOSOFÍA EN LA TEOLOGÍA MORAL


POSTCONCILIAR

La filosofía está muy presente en la Teología moral contemporánea. Baste


recordar la frecuente colaboración de filósofos en obras de Teología moral 3, o la
abundancia de referencias filosóficas que se encuentran en cualquier manual.
Afortunadamente, esta presencia no se limita a colaboraciones puntuales o a
citas textuales esporádicas. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, la
filosofía se ha hecho presente en la Teología moral de una forma nueva.
Muchos de los temas que ocupan a la Teología moral actual tienen un claro
componente filosófico que, a poco que sea tenido en cuenta, exige al teólogo
una cierta competencia filosófica. Quisiera destacar tres hechos que muestran
paradigmáticamente esta novedad.
En primer lugar, en la etapa postconciliar se ha producido algo que no
acaecía desde mucho tiempo atrás. Me refiero a la adopción de nuevos
conceptos filosóficos en el discurso teológico-moral. Tal vez el caso más
emblemático sea la introducción en el ámbito de la moral fundamental del
concepto de autonomía, proveniente de la tradición kantiana. El objetivo de
este intento era, por una parte, iniciar un diálogo con la filosofía moderna y
3 Un buen ejemplo de esta colaboración, impensable hace sólo unas décadas, es la obra
colectiva dirigida por M. VIDAL, Conceptos fundamentales de Ética teológica, Trotta,
Madrid 1992. También ha sido significativa la colaboración de teólogos y las numerosas
referencias a la Teología moral en obras de interés principalmente filosófico, como la
dirigida por M. CANTO-SPERBER, Dictionnaire d’éthique et de philosophie morale, PUF,
Paris 1996.

130
La Teología moral en diálogo con la filosofía

contemporánea, y por otra, hacerse cargo de la acusación de heteronomía


lanzada por muchos filósofos hacia la moral cristiana. Evidentemente esto no
ha supuesto la resolución de todos los problemas de la Teología moral, pero ha
servido para dirigir el interés de los teólogos hacia cuestiones filosóficas de
fundamentación4.
En segundo lugar, dado que casi nada es unívoco en filosofía, la adopción
de nuevos conceptos ha obligado a los moralistas a participar en debates que
no son exclusivos de la teología. Un caso típico es el conflicto entre la
fundamentación deontológica y la fundamentación teleológica del
comportamiento moral. En su origen se trata de una cuestión ajena a la
teología, en la que se vienen enfrentando desde hace tiempo kantianos y
utilitaristas, alcanzando cotas de enorme complejidad argumentativa. Cuando
en los años inmediatamente posteriores al Vaticano II la Teología moral
comienza a participar en el debate, el problema adquiere nuevas
connotaciones. Quizá la razón se encuentre en que intervienen factores
internos a la propia teología, como la polémica en torno a la Humanae vitae,
pero lo cierto es que se modifican los términos originales del debate 5. Así se
puede comprobar en las curiosas paradojas a las que lleva el posicionamiento
de los teólogos a favor de una u otra opción. La crítica a los planteamientos
teleológicos acerca a algunos autores a unas posturas deontológicas más
propias de Kant, de cuyo concepto de autonomía se había abominado
previamente. Conviven así un planteamiento global de la vida moral de
marcado acento teleológico y una estricta fundamentación deontológica de los
comportamientos concretos. A una situación parecida, pero invirtiendo los
términos, llegan quienes defendiendo la autonomía moral del sujeto y el
consiguiente formalismo ético, acaban por decantarse hacia posiciones
teleológicas más propias de un utilitarista. Así compaginan una visión global de

4 Prueba de que el debate sobre la autonomía moral sigue vivo es la aparición de nuevas
publicaciones, como el excelente estudio de E. GAZIAUX, L’autonomie en morale: Au
croissement de la philosophie et de la théologie, Leuven University Press, Leuven 1998.
Que el tema no deja indiferente, ni siquiera a los más críticos del concepto, lo muestran
trabajos como el de M. RHONHEIMER, Ley natural y razón práctica. Una visión tomista de
la autonomía moral, EUNSA, Pamplona 2000.
5 Un ejemplo de esta modificación es la opinión de quienes remontan el origen de la ética
consecuencialista o teleológica nada menos que a Kant. Cf. D. COMPOSTA, La nuova
morale e i suoi problemi. Critica sistematica alla luce del pensiero tomistico, Libreria
Editrice Vaticana, Città del Vaticano 1990, 62-64.

131
DAMIÁN PICORNELL

la vida moral de corte deontológico con una fundamentación teleológica de los


comportamientos concretos.
En tercer lugar, tomar partido en los debates filosóficos requiere dejarse
interpelar por el pensamiento de autores que en ocasiones cuestionan
presupuestos intocables, a primera vista, para la Teología moral. Quizá uno de
los casos más típicos de los últimos años sea el de Alasdair MacIntyre y su
famosa obra After virtue6. Entre las aportaciones que allí hace el filósofo
escocés, han tenido especial eco en algunos ambientes teológicos la
identificación de la raíz emotivista de la ética moderna, que nos ha privado de
una comprensión teórica y práctica de la moral, y la búsqueda de una
alternativa en la recuperación de la tradición clásica de las virtudes, con
Aristóteles y santo Tomás de Aquino como figuras centrales. El libro produjo un
gran impacto, del que la Teología moral no se ha visto libre: es raro el manual
que no lo cita alguna vez 7. Independientemente del acuerdo o desacuerdo con
la opinión de MacIntyre, la Teología moral ha pasado a verse implicada en el
debate filosófico entre las éticas del deber y las éticas de la virtud, hasta el
punto de que el clásico tratado De virtutibus ya no podrá plantearse al margen
de las consecuencias derivadas de una u otra opción filosófica 8.
La novedad y radicalidad de la presencia de la filosofía en la Teología moral
que muestran estos y otros muchos ejemplos que podrían aducirse, ha llevado
a los teólogos a adoptar un punto de referencia crucial. Si la Teología moral
quiere ser fiel a sí misma no puede dejar de dialogar con la filosofía, integrando
nuevos conceptos, tomando parte en los debates filosóficos actuales y
sintiéndose interpelada por la obra de los filósofos.

6 A. MACINTYRE, Tras la virtud, Crítica, Barcelona 1981. Conviene recordar que desde
entonces el filósofo escocés no ha dejado de revisar muchos aspectos de esta obra,
como se puede comprobar en su reciente libro Animales racionales y dependientes,
Paidós, Barcelona 2001.
7 Incluso se ha llegado a hablar –quizá un tanto exageradamente– de un antes y un
después de la obra de MacIntyre, tanto en filosofía como en teología. Cf. F. KERR, Moral
Theology After MacIntyre. Modern Ethics, Tragedy and Thomism: Studies in Christian
Ethics 8 (1995) 33-44; M. CROSTI, Oltre MacIntyre, a proposito di: Quale impostazione per
la filosofia morale?: Aquinas 39 (1996) 559-570.
8 Para una recapitulación del debate acerca de la ética de la virtud y su repercusión en la
teología, cf. G. ABBÀ, Felicidad, vida buena y virtud. Ensayo de filosofía moral, EUNSA,
Pamplona 1992.

132
La Teología moral en diálogo con la filosofía

Sin embargo, llegados a este punto, los problemas no han hecho sino
comenzar. Inmediatamente surgen incómodas preguntas como las siguientes:
¿qué motivos llevan a decidir la introducción de un nuevo concepto filosófico en
el discurso teológico-moral? ¿no perdería la Teología moral su identidad
teológica al participar en los debates filosóficos como una aportación más? ¿se
debe tener en cuenta el pensamiento de cualquier filósofo, aunque no sea
creyente ni esté interesado por la teología?
Tras realizar una incursión en el panorama bibliográfico de la Teología moral
más reciente, queda la impresión de que este tipo de problemas no está siendo
abordado de modo suficientemente explícito. Así se puede ver en las
numerosas publicaciones que vienen apareciendo desde hace unos años,
dedicadas a hacer balance del itinerario de la Teología moral postconciliar y a
formular nuevas propuestas. En algunas de ellas, las más escasas, se afronta
directamente el tema de la interacción entre la Teología moral y la filosofía 9. En
otras muchas, las alusiones son tangenciales 10; y en la mayor parte no aparece
ni una sola referencia11. En otra línea, llama igualmente la atención el escaso
número de publicaciones que abordan, desde el punto de vista de la Teología
moral, las cuestiones planteadas por la encíclica Fides et ratio12.
9 Destaca por su densidad filosófica la obra dirigida por A. HOLDEREGGER, Fundamente
der theologischen Ethik. Bilanz und Neuansätze, Herder, Wien 1996. Con menor
extensión aparece tratado el tema en L. S. CAHILL - J. F. CHILDRESS (eds.), Christian Ethics.
Problems and Prospects, The Pilgrim Press, Cleveland 1996.
10 Así sucede, por ejemplo, en las siguientes publicaciones: AA.VV., La morale oggi. A 20
anni dalla “Rivista di Teologia Morale” (1969- 1989): Rivista di Teologia Morale 84 (1989)
5-96; AA.VV., Teologia morale in Italia: una nuova fase di rinnovamento: Rivista di Teologia
Morale 115 (1997) 311-328; AA.VV., La teologia morale in Europa occidentale: le sfide del
futuro: Rivista di Teologia Morale 116 (1997) 463-494; AA.VV., Un dèmi-siècle avec la
Revue. Cinquantenaire de la Revue d’éthique et de théologie morale “Le Supplément”
(1947-1997): Revue d’Ethique et de Théologie Morale 203 (1997) 5-187; M. VIDAL - F.
FERRERO, 25 años de reflexión moral (1970-1995): Moralia 19 (1996) 141-174; M. VIDAL,
Rasgos de la Teología moral del año 2000: Moralia 20 (1997) 153-170.
11 Cf. J. F. KEENAN - T. R. KOPFENSTEINER, Moral Theology out of Western Europe:
Theological Studies 59 (1998) 107-135; B. CUESTA, Recrear la Moral: apuntes para una
Teología moral al final del milenio: Moralia 22 (1999) 11-38; A. MOSER, Moral renovada
aos cinqüenta anos: Revista Eclesiástica Brasileira 40 (2000) 557-577. Llama la atención
en este último artículo la ausencia de referencias filosóficas al analizar la introducción del
pensamiento personalista en la Teología moral. Según Moser, esta integración se debe
exclusivamente al influjo de las ciencias humanas (573).
12 J. M.ª DE LAHIDALGA, La encíclica “Fides et ratio”: reflexiones de un teólogo moralista:
Lumen 48 (1999) 119-144; V. FERRER MAYER, La Teología moral desde la “Fides et ratio”:
Revista Teológica Limense 33 (1999) 209-226; AA.VV., Fides et ratio. Etica, teologia e

133
DAMIÁN PICORNELL

Caben varias posibilidades de interpretación de estos datos. La que aquí


proponemos, a modo de hipótesis, es que el interés que la Teología moral ha
mostrado por la filosofía en los últimos años no se ha plasmado en una
asimilación profunda de las aportaciones de la filosofía en el discurso teológico-
moral13. Se podría hablar de una dualidad paradójica: la filosofía está presente
en los intereses de la Teología moral, pero al mismo tiempo está ausente
porque sus aportaciones no acaban de enriquecer el trabajo teológico. Esta
dualidad se puede constatar en algunas obras significativas como los
diccionarios de Teología moral. La mayor parte de los que se han publicado en
los últimos treinta años incluyen varias entradas de temática netamente
filosófica; además son muy abundantes las referencias puntuales a obras de
filósofos. Sin embargo, en muy pocos diccionarios se ofrece una reflexión
explícita sobre cómo relacionar la Teología moral y la filosofía 14. El riesgo de
dialogar con la filosofía de modo meramente ecléctico se vuelve más real que
imaginario.
Esta presencia ambivalente de la filosofía en la Teología moral nos lleva a
pensar que la relación entre ambos saberes dista mucho de ser una cuestión
definitivamente resuelta. A mi modo de ver existen, entre otros, dos factores
que pueden explicar esta falta de asimilación profunda de las aportaciones
filosóficas en el discurso propio de la Teología moral.
El primer factor se refiere a la modificación de los términos en los que
tradicionalmente se planteaba la relación entre la Teología moral y la filosofía.
La irrupción de nuevos intereses filosóficos en el horizonte intelectual de la
filosofia: Rivista di Teologia Morale 121 (1999) 3-57; P. SCHALLENBERG, Moraltheologie
zwischen Athen und Jerusalem. Zu den moraltheologischen Implikationen der Enzyklika
“Fides et ratio”: Theologie und Glaube 89 (1999) 576-585; J. LAFFITTE, L’agir rationnel du
croyant. L’apport de l’encyclique “Fides et ratio” à la théologie morale: Studia Moralia 38
(2000) 523-539.
13 Del mismo parecer son E. CHIAVACCI, Alcuni punti deboli: Rivista di Teologia Morale 115
(1997) 313-317, y A. BONANDI, “Veritatis splendor”. Trent’anni di teologia morale, Glossa,
Milano 1996, 194.
14 Cf. K. HÖRMANN, Diccionario de moral cristiana, Herder, Barcelona 31985; L. ROSSI - A.
VALSECCHI (eds.), Diccionario enciclopédico de Teología moral, Paulinas, Madrid 51986; J. F.
CHILDRESS - J. MACQUARRIE (eds.), A New Dictionary of Christian Ethics, SCM Press,
London 1986; M. VIDAL, Diccionario de Ética teológica, Verbo Divino, Estella 1991; M. VIDAL
(ed.), o. c. (nota 3); H. ROTTER - G. VIRT (eds.), Diccionario de moral cristiana, Herder,
Barcelona 1993. Una excepción es el diccionario dirigido por F. COMPAGNONI - G. PIANA - S.
PRIVITERA - M. VIDAL, Nuevo Diccionario de Teología moral, Paulinas, Madrid 1992, que
incluye un artículo de A. Molinaro titulado Ética filosófica y Ética teológica (670-683).

134
La Teología moral en diálogo con la filosofía

Teología moral ha hecho caer en la cuenta de que el diálogo fecundo con la


filosofía es algo mucho más complejo que evitar conflictos con la ética
filosófica. Se trata de dialogar con toda la filosofía, sin que por ello el
inabarcable pluralismo de ideas, tendencias y autores desborde el quehacer
teológico. Este cambio en el horizonte de relación con la filosofía se ha
producido rápidamente, en pocas décadas. Quizá no haya sido un intervalo de
tiempo suficiente para tematizar los nudos problemáticos que se implican en la
cuestión.
Un segundo factor tiene que ver con la articulación interna de la propia
teología. La teología fundamental se ha encargado, con notable éxito, de
establecer las condiciones de posibilidad de la integración de la filosofía en el
quehacer teológico. Sin embargo muchos de los avances logrados en este
sentido no han sido claramente asumidos por la Teología moral, como
tendremos ocasión de comprobar. Esta falta de conexión entre la teología
fundamental y la Teología moral es patente en los recientes intentos de
recuperación del estatuto teológico de la moral cristiana. En ellos se busca
insertar más profundamente a la Teología moral en el conjunto de la teología,
relacionándola con las ciencias bíblicas, la teología dogmática, la teología
espiritual, etc. Sin embargo, se echa en falta una mayor referencia a la teología
fundamental15.
En resumen, poner a la Teología moral en situación de diálogo con la
filosofía requiere superar los aspectos negativos de estos dos factores,
clarificando, por una parte, la maraña de aspectos implicados en tal diálogo y,
por otra, abriendo la Teología moral a las aportaciones de la teología
fundamental. Nos ocupamos a continuación de ambas cuestiones.

II. LA RELACIÓN ENTRE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA MORAL:


ÁNGULOS DE ACERCAMIENTO

El panorama que se abre a la Teología moral al orientar su relación con la


filosofía de modo positivo, es decir no sólo evitando conflictos con ella, es

15 Así se puede ver en M. VIDAL, Nueva moral fundamental. El hogar teológico de la ética,
Desclée, Bilbao 2000, 27-197, donde el autor hace una excelente presentación del estado
actual de la recuperación de la identidad teológica de la Teología moral.

135
DAMIÁN PICORNELL

inabarcable. Ante los innumerables aspectos que se entrelazan, es preciso


orientar el interés filosófico de la Teología moral, si se quiere evitar una ingenua
actitud ecléctica. Para ello vamos a señalar tres “ángulos de acercamiento” a la
relación entre la Teología moral y la filosofía. Hablamos, siguiendo a Gómez Mier,
de “ángulos de acercamiento” y no de “niveles” superpuestos o de “ámbitos”
independientes el uno del otro. Con ello se intenta respetar la complejidad de la
cuestión y al mismo tiempo focalizar en torno a un vértice un haz de
dimensiones. La preferencia por tratar la cuestión desde uno u otro ángulo de
acercamiento tiene que ver con factores de muy diversa índole, incluso de tipo
biográfico. Pero importa subrayar que los tres ángulos de acercamiento se
reclaman mutuamente para ofrecer una visión completa de la cuestión16.
El primer ángulo de acercamiento es el debate sobre lo específico de la moral
cristiana, en el que se planteó, a lo largo de la segunda mitad del siglo XX –con
nuevos matices y condicionantes culturales–, una vieja cuestión: ¿qué “añade”
la moral cristiana a una ética “simplemente” humana? Desde este ángulo de
acercamiento, la cuestión de la relación entre la Teología moral y la filosofía
queda englobada en una problemática más amplia, de interés antropológico, en
la que la pregunta por la relación entre lo natural y lo sobrenatural ocupa un
lugar central. Los autores que se han acercado al tema desde este ángulo,
buscan determinar lo que “le sobra” o “le falta” a la ética humana para ser
cristiana17. Una conclusión a la que se ha llegado con frecuencia es que la ética
humana resulta por sí sola incompleta y se ve necesitada de una plenitud que
le puede ofrecer la moral cristiana18.

16 Sobre el concepto de “ángulos de acercamiento” cf. V. GÓMEZ MIER, o. c. (nota 2), 97-
100. El autor adapta magistralmente este instrumento conceptual procedente de la
filosofía de la ciencia para captar los elementos relevantes de las obras de varios
representantes de la moral postconciliar. El uso que propongo aquí del concepto varía
ligeramente, ya que se aplica a un tema y no a una producción escrita. En todo caso, se
encuentra lejos de alcanzar el rigor de la obra de Gómez Mier.
17 Cf. TH. STEINBÜCHEL, Los fundamentos filosóficos de la moral católica, I, Gredos,
Madrid 1959, sección primera, especialmente el capítulo II (72-111); M. REDING,
Fundamentos filosóficos de la Teología moral católica, Rialp, Madrid 1964; J. RUIZ
PASCUAL, Ética natural y moral cristiana. Validez de la ley natural, Augustinus, Madrid
1973; J. M. AUBERT, Morale chrétienne et morale laïque: Le Supplément 164 (1988) 73-
82. Desde una perspectiva filosófica, cf. A. CORTINA, Moral creyente y ética laica:
implicaciones y desmarques: Sal Terrae 79 (1991) 531-540.
18 A esta conclusión se puede llegar desde la filosofía, como A. LÉONARD, El
fundamento de la moral. Ensayo de ética filosófica general, BAC, Madrid 1992, 325-

136
La Teología moral en diálogo con la filosofía

El segundo ángulo de acercamiento es el renovado interés de la Teología


moral postconciliar por la epistemología. La preocupación por clarificar la
identidad de la racionalidad teológico-moral frente a la filosofía y a las ciencias
ha llevado a otros autores a preguntarse cómo pueden coexistir dos disciplinas
–la ética filosófica y la Teología moral–, con idéntico objetivo –comprender la
experiencia moral humana–, y que comparten, incluso, estrategias
metodológicas19. La respuesta más común es que se trata de dos saberes
complementarios, y esto exige clarificar los acentos propios que la polaridad
entre fe y razón adquiere en la Teología moral. Si perdiese su carácter racional,
la Teología moral se convertiría en mero kerygma y parénesis; si se difuminase
su especificidad teológica, sería una ética racional más. La consecución de
este equilibrio entre fe y razón requiere una reflexión epistemológica sobre el
uso de la filosofía en el discurso propio de la Teología moral 20.
El tercer ángulo de acercamiento es la sensibilidad por la relevancia de la
moral cristiana en un mundo plural. El mensaje moral cristiano implica una
pretensión de universalidad, es una oferta dirigida a todas las personas,
sociedades y culturas. Los autores que abordan la cuestión desde este punto
de vista insisten en que la mediación filosófica es indispensable para que la
Teología moral adquiera una relevancia pública. Subrayan que la relación de la
Teología moral con la filosofía debe descender de lo abstracto a cuestiones
candentes, como son la relación con la ética civil y la moral pública, la

348, y M. RHONHEIMER, La perspectiva de la moral. Fundamentos de la ética filosófica,


Rialp, Madrid 2000, 425-430. También se puede llegar a ella desde el punto de vista
teológico, como M. VIDAL, o. c. (nota 15), 835-867. Más adelante veremos cómo esta
conclusión requiere ulteriores matices, si se quiere evitar la disociación entre razón
natural y razón sobrenatural.
19 Cf. F. BÖCKLE, Moraltheologie und philosophische Ethik: Philosophisches Jahrbuch 84
(1977) 257-276; L. HONNEFELDER, Die ethische Rationalität der Neuzeit, in: A. HERTZ - W.
KORFF - T. RENDTORFF - H. RINGELING (eds.), Handbuch der christlichen Ethik, Herder,
Freiburg im Breisgau 1978, I, 19-45; A. MOLINARO, Ética filosófica y Ética teológica, en: F.
COMPAGNONI - G. PIANA - S. PRIVITERA - M. VIDAL (eds.), Nuevo Diccionario de Teología
moral, Paulinas, Madrid 1992, 670-683; S. PRIVITERA, Ética teologica, in: S. LEONE - S.
PRIVITERA (eds.), Dizionario di Bioetica, EDB-ISB, Bologna 1994, 361-363; M. SANTOS,
Ética y Teología moral: unidad en el respeto de la recíproca autonomía, en: J. ARANGUREN
- J. J. BOROBIA - M. LLUCH (eds.), Fe y razón. Actas del I Simposio internacional de Fe
cristiana y Cultura contemporánea, EUNSA, Pamplona 1999, 463-468.
20 Cf. E. HAMEL, La scientificità in teologia morale, in: K. DEMMER - B. SCHÜLLER (eds.), Fede
cristiana e agire morale, Citadella, Assisi 1980, 11-31; K. DEMMER, Moraltheologie in der
Polarität von Glaube und Vernunft: Freiburger Zeitschrift für Philosophie und Theologie 47
(2000) 5-26.

137
DAMIÁN PICORNELL

participación en los grandes debates que afectan a la sociedad y la


colaboración con otros saberes para afrontar problemas sociales, económicos,
políticos, etc.21.
El estudio detallado que merecería cada uno de estos tres ángulos de
acercamiento rebasa los límites de este trabajo. Sin embargo, su mera
presentación hace ver que la configuración de un diálogo equilibrado de la
Teología moral con la filosofía no es en absoluto un adorno opcional.
Profundizando en estos ángulos de acercamiento, y quizá añadiendo otros
nuevos, la Teología moral deberá encontrar nuevos cauces para que el diálogo
con la filosofía enriquezca su discurso propio. Para alcanzar este objetivo será
preciso contar con la inestimable ayuda de la teología fundamental.

III. ALGUNAS APORTACIONES SIGNIFICATIVAS


DE LA TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

Uno de los cambios más espectaculares que ha vivido la teología en el siglo


XX se refiere a su forma de comprender y acercarse a la filosofía.
Prácticamente hasta el Concilio Vaticano II la filosofía seguía siendo
considerada como ancilla theologiae, cuya única misión era preparar, elaborar,
ilustrar y defender la fe22. En compensación por este servicio, la filosofía se veía
libre de errores y engaños, y progresaba de modo cierto y seguro hacia la
verdad. El pensamiento aristotélico, tal y como fue interpretado por santo
Tomás, era el único que se consideraba adecuado para cumplir este papel
ancilar. Así se convirtió en la llamada filosofía perenne: basada en principios
metafísicos y gnoseológicos inmutables, formaba parte de la tradición cristiana,

21 Cf. P. VALADIER, La philosophie dans la Théologie Morale: Laval Théologique et


Philosophique 42 (1986) 159-166; R. SIMON, À la recherche d’une éthique commune:
apport de la foi chrétienne: Laval Théologique et Philosophique 53 (1997) 415-433; J. R.
AMOR PAN - V. M. GALLARDO RELLOSO, Ética civil y ética cristiana, un amplio espacio para
el diálogo y el consenso: Compostellanum 44 (1999) 267-306; E. A. LÓPEZ, Moral
cristiana y moral humana: Theologica Xaveriana 51 (2001) 381-393; M. VIDAL, o. c. (nota
15), 697-867.
22 Sobre la historia de esta expresión, cf. L. M. GÓMEZ, Un siglo de filosofía católica: De la
ancilaridad a la libertad: Estudios Eclesiásticos 56 (1981) 515-543; G. B. MONDIN, Scienze
Umane e Teologia, Urbaniana University Press, Roma 1988, 107-115; M. SECKLER,
“Philosophia ancilla Theologiae”. Über die Ursprünge und den Sinn einer anstößig
gewordenen Formel: Theologische Quartalschrift 171 (1991) 161-187.

138
La Teología moral en diálogo con la filosofía

al ser reconocida y aprobada por la Iglesia 23. La variedad de filosofías era vista
como fragmentación de la única verdad poseída por la filosofía perenne. Se
recomendaba a teólogos y filósofos la máxima precaución al estudiar la filosofía
moderna.
Este panorama comenzó a cambiar a raíz del Concilio Vaticano II. La
cuestión de la filosofía en relación con la teología fue objeto de debate en el
aula conciliar a lo largo del proceso de elaboración del decreto Optatam totius.
La principal discusión se refería, precisamente, al término filosofía perenne y a
la alusión explícita a santo Tomás, y se produjo en el aula conciliar en el mes
de noviembre de 1964. Como en tantos otros debates conciliares, el problema
no quedó definitivamente zanjado y en el n. 15 del texto final aparece una
expresión de compromiso: se habla de “patrimonio filosófico perennemente
válido” y no de “filosofía perenne”. Sin embargo, en el propio debate se hizo
patente la insuficiencia de la imagen tradicional de la filosofía y la necesidad de
adoptar planteamientos más abiertos y respetuosos con el pluralismo
filosófico24.
Estos planteamientos se han abierto paso en la teología fundamental en los
años inmediatamente posteriores al Concilio y hoy son ampliamente
compartidos. A continuación destaco cuatro de ellos que pueden ayudar a
orientar adecuadamente la relación entre la Teología moral y la filosofía 25.
En primer lugar, la necesidad que tiene la teología de dialogar con la
filosofía no procede de una mera inquietud interdisciplinar, sino de la propia
identidad del saber teológico. En efecto, la teología no consiste en una simple
reconstrucción hermenéutica del dato revelado o de la historia de los dogmas.

23 Aunque el concepto de “filosofía perenne” fue delimitado de modo muy preciso en la


encíclica Humani generis de Pío XII, tiene menos raigambre histórica que el principio
philosophia ancilla theologiae. Cf. A. HAYEN, L’encyclique “Humani generis” et la
philosophie: Nouvelle Revue Théologique 73 (1951) 113-137.
24 Fueron decisivas en este impulso de apertura las intervenciones del cardenal Léger y
del Patriarca Maximus IV Saigh. Cf. Acta Synodalia Sacrosancti Concilii Oecumenici
Vaticani II, Typis Polyglottis Vaticanis, Città del Vaticano 1970ss, III/VII, 708-710 y III/VIII,
334-335. Para un análisis histórico cf. G. BALDANZA, Il problema della filosofia in “Optatam
totius”: Seminarium 10 (1970) 269-301.
25 Cf. R. FISICHELLA, Oportet philosophari in theologia: Gregorianum 76 (1995), 221-262,
503-534 y 701-728. El autor recoge la bibliografía más significativa sobre la relación
teología-filosofía, recapitula muchas de las claves hoy ampliamente compartidas y plantea
algunas cuestiones aún abiertas.

139
DAMIÁN PICORNELL

Se encuentra inserta en una dinámica testimonial, que busca “dar razón de la


esperanza” (1Pe 3,15) por medio de todos los cauces posibles, incluidos los de
tipo teórico. La teología necesita a la filosofía a fin de que el mensaje cristiano
pueda hacerse inteligible y significativo para el hombre de hoy.
En segundo lugar, los términos en los que se plantea la relación con la
filosofía no son iguales que en el caso de la relación con las ciencias. La
filosofía, a diferencia de las ciencias, tiene una pretensión de totalidad, es decir,
busca una comprensión global de la realidad que trasciende la inmediatez de
los hechos. La teología, por su parte, reivindica esta misma pretensión en virtud
de un conocimiento que procede de la revelación. El problema que se plantea
es, en palabras de Rahner: “¿cómo pueden coexistir la filosofía y la teología, si
ambas pretenden ser ciencia fundamental, es decir, el esclarecimiento de la
existencia en absoluto y en su totalidad, realizada por método científico y
reflexivo, y ambas, por tanto, tienen la pretensión de universalidad?” 26.
A pesar de situarse en la misma longitud de onda, la teología y la filosofía no
son saberes autosuficientes. Es preciso establecer unos cauces que permitan
articular su relación sin que degenere en conflicto abierto, en mutua exclusión,
o en absorción que anula la especificidad de cada saber.
Esto plantea el tercer aspecto, que se refiere a la articulación de la filosofía
y la teología como formas de conocimiento. Frente a la clásica concepción
ancilar, se ha propuesto configurar esta relación en términos de circularidad.
Esto significa que ni la filosofía ni la teología pueden instrumentalizarse
mutuamente, sino que han de permanecer abiertas la una a la otra, respetando
su autonomía respectiva. Puesto que ambos saberes conservan sus
características propias, se trata de una circularidad dialéctica: será imposible
eliminar una cierta tensión en las relaciones. Desde el punto de vista de la
metodología teológica, esta circularidad tiene una importantísima
consecuencia: el procedimiento crítico de la filosofía no tiene lugar antes o
después de la reflexión teológica, sino en el momento mismo en que ésta se
pone en acto. Es decir, forma parte del método teológico el pensar
filosóficamente27.

26 K. RAHNER, Filosofía y teología, en: AA.VV., Sacramentum Mundi, III, Herder, Barcelona
1973, 207.

140
La Teología moral en diálogo con la filosofía

En cuarto lugar, concebir la relación con la filosofía en términos de


circularidad modifica la posición de la teología ante el pluralismo filosófico. No
se trata de buscar una filosofía ya elaborada que sirva como premisa para la
reflexión teológica, ni tendría sentido pretenderlo 28. Hacerse cargo del
pluralismo filosófico no significa para el teólogo aceptar o rechazar a priori una
determinada filosofía, sino conocer sus presupuestos y el contexto histórico en
el que se formulan. Sólo así podrá pensar filosóficamente y enriquecer su
propio discurso, aceptando unas aportaciones, matizando otras, y rechazando
las que considere no relevantes.

IV. DOS AMBIGÜEDADES NO RESUELTAS POR LA TEOLOGÍA MORAL

Estas aportaciones significativas de la teología fundamental sitúan la clave


de la relación con la filosofía en el momento de pensar filosóficamente dentro
de la teología. Es decir, el punto álgido de la relación entre ambos saberes no
se alcanza antes ni después de la reflexión teológica, sino durante la misma. Al
contemplar la relación entre la Teología moral y la filosofía desde este punto de
vista, aparecen algunos nudos problemáticos que merecen nuestra atención.
Entre ellos quisiera destacar dos, el primero se refiere al concepto de razón y el
segundo a la inserción de la Teología moral en un panorama filosófico plural.
En opinión de Demmer, en el debate acerca de lo específico de la moral
cristiana se ha aceptado como premisa una imagen de la razón como una
entidad pura, dotada de consistencia metafísica propia y relacionada de modo
abstracto con la fe. Esta imagen debería ser revisada, al menos, por dos
motivos: uno, porque la razón pura es una construcción de la Ilustración; otro,

27 Karl Rahner fue el primero en aplicar esta imagen circular a la cuestión. Desde
entonces se ha convertido en un lugar común, recogido incluso en la encíclica Fides et
ratio, 73.
28 “Dondequiera se opina que no debe ‘filosofarse’ en el campo de la teología se cae
forzosamente en una filosofía dominante, que no es objeto de reflexión, o en una
palabrería puramente edificante, que no llena la tarea de la teología. Pero el uso de la
filosofía en la teología no implica que en la teología se presuponga un sistema filosófico
cerrado como invariablemente válido, el cual deba únicamente ‘aplicarse’” K. RAHNER, a.
c., 211.

141
DAMIÁN PICORNELL

porque fe y razón son dimensiones de la realidad humana, que interaccionan


constantemente en la historia concreta29.
La acertada observación de Demmer podría aplicarse a otros temas de
Teología moral. En cuanto al que nos ocupa, la aceptación de esta imagen
absoluta de la razón puede conducir a la Teología moral a dos contradicciones.
En primer lugar, si se continúa viendo la razón como una instancia cognoscitiva
autosuficiente, las aportaciones filosóficas no pasarán de ser un añadido a una
reflexión teológica ya hecha. Las largas enumeraciones de las más variadas
teorías filosóficas que se encuentran en muchos manuales no parecen escapar
a esta sospecha. La segunda contradicción, de mayor calado, tiene su origen
en una actitud defensiva frente a este concepto absoluto de razón. Puesto que
la razón pura es incompatible con la teología, se puede llegar a reconocer la
existencia de dos razones superpuestas: una natural y otra iluminada por la fe.
Es difícil no ver esta duplicidad en el tratamiento tradicional de la cuestión de
las fuentes de la Teología moral, defendido aún hoy por algunos autores 30. La
distinción entre fuentes primarias (Escritura, Tradición y Magisterio) y fuentes
secundarias (filosofía y ciencias humanas) puede deslizarse fácilmente hacia
una valoración de las “dos razones” en función de los resultados que pueden
alcanzar. Puesto que la razón natural es limitada, no podría abarcar por sí sola
la moralidad humana; en cambio, la razón iluminada por la fe, sí alcanzaría un
conocimiento más perfecto y seguro31. En consecuencia, para que la ética
filosófica pueda alcanzar su objetivo, debería someterse a la Teología moral:
sólo en ella podrá encontrar su plenitud y salvación 32.

29 Cf. K. DEMMER, Moraltheologische Methodenlehre, Universitätsverlag, Freiburg-Schweiz


1989, 71-74.
30 Cf. E. CÓFRECES - R. GARCÍA DE HARO, Teología moral fundamental. Fundamentos de
la vida cristiana, EUNSA, Pamplona 1998, 25, y A. FERNÁNDEZ, Teología moral. I. Moral
fundamental, Aldecoa, Burgos 19993, 82-98. Una acertada valoración crítica se encuentra
en F. PODGA, La moral fundamental después del Concilio Vaticano II. Análisis de los
condicionamientos y de las principales propuestas (Tesis doctoral), Universidad Pontificia
Comillas, Madrid 1999, 409-418.
31 “La Teología moral es ciencia de la fe, mientras que la ética natural cuenta sólo con las
fuerzas de la razón. Aunque la teología comprenda y no pueda prescindir de las verdades
éticas que alcanza la razón, sin embargo nos da sobre ellas un conocimiento más
perfecto y seguro que la ética” E. CÓFRECES - R. GARCÍA DE HARO, o. c., 40.
32 Esta es la conclusión a la que llega A. LÉONARD, o. c. (nota 18), 346-347, quien también
afirma que es la teología la que convierte a la ética en un saber verdaderamente práctico,
al ofrecerle el conocimiento de la situación real del hombre tras el pecado original. La

142
La Teología moral en diálogo con la filosofía

En mi opinión, la Teología moral se verá comprometida en los próximos


años en la superación de esta visión ambigua de la razón. Será preciso
caminar hacia una imagen unitaria pero no absoluta de la razón, que permita
escapar a las contradicciones mencionadas. Sólo tenemos una razón, la razón
humana, capaz y débil al mismo tiempo; ésa y no otra es la razón que se pone
en marcha como actividad pensante en la filosofía, en las ciencias y en la
teología33. En cuanto dimensión de la realidad humana, la razón tiene una
honda raigambre antropológica, cultural e histórica, que la inserta, al igual que
la fe, en una dinámica de tradición. En esta medida, la relación entre fe y razón,
y a fortiori, la relación entre la teología y la filosofía no se produce en abstracto,
sino en interacción de tradiciones. Esto hace que el interés epistemológico por
esta relación carezca de todo sentido si prescinde de las realidades vividas que
la sustentan34.
Desde esta perspectiva unitaria de la razón, el problema de la integración de
la filosofía en el discurso de la Teología moral se simplifica considerablemente.
No se trata ya de acomodar en la Teología moral una instancia cognoscitiva
extraña, ni de suplir las limitaciones de la filosofía, sino de poner en juego todas
las potencialidades filosóficas de la razón en un horizonte de pensamiento
teológico. De este modo, el problema no es distinguir entre una razón natural
limitada y otra plena, sino de salvaguardar la unidad entre la razón “dentro” de
la teología y la razón “fuera” de la teología35.
Ahora bien, considerar a la filosofía como un uso de la razón humana sujeto
a dinámicas de tradición exige a la Teología moral hacerse cargo de un

influencia del pensamiento de Maritain en estas afirmaciones es clara: cf. J. MARITAIN, De


la philosophie chrétienne, Desclée, Paris 1933, 100-166; ID., Science et sagesse,
Labergerie, Paris 1935, 227-386.
33 Así lo ha puesto de manifiesto Xavier Zubiri en su trilogía sobre la inteligencia sentiente,
compuesta por las obras Inteligencia y realidad, Alianza - Sociedad de Estudios y
Publicaciones, Madrid 51998; Inteligencia y Logos, Alianza - Sociedad de Estudios y
Publicaciones, Madrid 1982; Inteligencia y Razón, Alianza - Sociedad de Estudios y
Publicaciones, Madrid 1983. Sin duda alguna la Teología moral encontrará en el
pensamiento zubiriano una inestimable ayuda para superar la imagen absoluta de la razón.
34 Cf. B. V. JOHNSTONE, Faith and Reason in Morals: A Polyphony of Traditions: Studia
Moralia 35 (1997) 261-282; G. L. BRENA, Ética, filosofia e teologia dal punto di vista
epistemologico: Rivista di Teologia Morale 31 (1999) 27-38.
35 Cf. B. V. JOHNSTONE, a. c., 268.

143
DAMIÁN PICORNELL

panorama filosófico plural. Aquí aparece la segunda ambigüedad que


anunciábamos al inicio de este apartado y que presentamos sumariamente.
Aunque la Teología moral incluye, como venimos diciendo, un momento de
pensar filosóficamente, no es su cometido construir una filosofía. Por esta
razón ha adaptado a lo largo de su historia numerosos conceptos y argumentos
filosóficos que han pasado a formar parte de su propio patrimonio. En unas
pocas ocasiones se ha introducido en el discurso de la Teología moral no un
concepto aislado, sino un pensamiento filosófico completo. El caso más
emblemático de la historia de la teología ha sido la adaptación de la filosofía de
Aristóteles por parte de santo Tomás. A mi modo de ver, la elección de una
filosofía concreta como plantilla o armazón de la reflexión teológica no es
posible en la actualidad, al menos, por dos razones. En primer lugar, porque
como ya se ha dicho, la consideración de una filosofía como premisa del
trabajo teológico es difícilmente compatible con la circularidad de relaciones
entre teología y filosofía. En segundo lugar, porque la crisis del concepto
moderno de razón ha llevado a los filósofos a formular propuestas más
modestas y menos globales36.
Todo ello hace que el teólogo deba estar abierto a distintas filosofías para
enriquecer su propio punto de vista, sin enclaustrarse en un pensamiento
único. Evidentemente, el grado de integración de las filosofías en su quehacer
teológico no tendrá la misma profundidad en todos los casos e incluso
encontrará filosofías que no puedan ser completamente asumidas en su
reflexión. Sin embargo, esto no significa que el diálogo deba interrumpirse, sino
que tiene que encauzarse antes y después de la reflexión teológica, ya que es
imposible que se realice durante la misma. Desde este punto de vista cobran
todo su sentido las investigaciones que buscan puntos de contacto entre la
moral cristiana y otros modelos éticos37.
36 A mi modo de ver, si se aceptan estos dos argumentos resulta muy problemática la
afirmación de Pinckaers, para quien la solución más sencilla y eficaz al problema de la
relación entre la Teología moral y la filosofía sigue siendo la de santo Tomás. Cf. S.
PINCKAERS, The Place of Philosophy in Moral Theology, in: T. L. SMITH (ed.), Faith and
Reason. The Notre Dame Symposium 1999, St. Augustine’s Press, South Bend-Indiana
2001, 10-20.
37 Cito, sin pretensión de exhaustividad, algunas obras significativas: W. SCHWARTZ,
Analytische Ethik und christliche Theologie. Zur metaethischen Klärung der Grundlagen
christlicher Ethik, Vandenhoek & Ruprecht, Götingen 1984; P. BÜHLER, Habermas et
l’éthique théologique: Revue de Théologie et de Philosophie 123 (1991) 179-193; D.

144
La Teología moral en diálogo con la filosofía

Con todo, no hay que olvidar que la integración del pluralismo filosófico en la
Teología moral no está exenta de tensiones. De la aceptación de una u otra
filosofía puede depender que el teólogo llegue a una u otra conclusión. De este
modo, el pluralismo de filosofías dentro del discurso teológico-moral conduciría
a un pluralismo de teologías. Surge así una tensión entre unidad y
pluriformidad de la Teología moral, que algunos autores quieren resolver,
reservando la unidad al ámbito de la fe y la pluriformidad al ámbito de la razón 38.
Esta propuesta difícilmente puede explicar un hecho incontestable: visto desde
la filosofía, el mensaje moral cristiano conlleva unas implicaciones filosóficas
muy determinadas. Para salvaguardar su unidad será preciso atender no sólo a
la revelación, sino también a ese tipo de presupuestos filosóficos que habrán
de estar presentes en cada forma concreta de hacer Teología moral.

V. A MODO DE CONCLUSIÓN

La situación de la Teología moral ante la filosofía presenta perfiles a la vez


esperanzadores y contradictorios. La apertura a toda la filosofía, y a todas las
filosofías, constituye para la Teología moral un reto, en el que se pone en juego
su propia identidad. La Teología moral no se abre a la filosofía después de ser
ella misma, sino que junto a la filosofía busca comprender la enorme riqueza de
la dimensión moral de la persona. Por eso sería tal vez más adecuado hablar,
recurriendo de nuevo a Zubiri, de una marcha de la razón común a la filosofía y
a la teología, y no de diálogo o relación. En todo caso, aceptar a la filosofía
como compañera de camino requiere afrontar la revisión de muchos
presupuestos que la Teología moral ha heredado de su propia historia. A simple
vista se trata de una tarea ardua y enojosa, un tanto alejada de las
preocupaciones cotidianas. Sin embargo, son precisamente los problemas
candentes que ocupan a la ética aplicada y a la moral especial, los que
reclaman un nuevo horizonte de relación entre ambos saberes.

MÜLLER, Éthique des valeurs et éthique théologique: Revue d’Histoire et de Philosophie


Religieuses 73 (1993) 369-376; M. VIDAL, La ética actual en España ante el hecho
cristiano: Iglesia Viva 172 (1994) 335-357; A. BONDOLFI, L’utilitarisme dans la tradition
catholique: quelques repères historiques et systématiques: Revue de Théologie et de
Philosophie 130 (1998) 413-429; M. PFANNKUCHEN, Archäologie der Moral. Zur Relevanz
von Michel Foucault für die theologische Ethik, LIT, Münster 2000.
38 Cf. E. CHIAVACCI, Unity of Christian Faith and Pluriformity of Ethical Reasoning: Bulletin
ET. Zeitschrift für Theologie in Europa 10 (1999) 37-41.

145

Вам также может понравиться