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ANTITROMBÓTICOS
L
a trombosis es un proceso clínico en el que los mecanismos de la hemostasia se ponen en marcha ante estímulos
de carácter no fisiológico, es decir, con una finalidad no reparadora, produciendo la obstrucción de un vaso san-
guíneo mediante un coágulo. En estos casos, estímulos como una placa de ateroma, una alteración endotelial, un
exceso de lípidos en sangre, etc., activan el funcionalismo plaquetario o el sistema plasmático de la coagulación,
de forma que se inicia todo el proceso hemostático, pero dentro del torrente circulatorio. Asimismo, en otros casos, cier-
tas patologías producen una disminución de los mecanismos antitrombóticos endógenos, por lo que la balanza hemostá-
tica se inclina hacia el platillo de la trombosis.
En la trombosis venosa el trombo se forma en los vasos venosos, generalmente en la red profunda de las extremi-
dades inferiores (trombosis venosa profunda, TVP), causada por mecanismos relacionados con el estancamiento san-
guíneo – estasis – o con discrasias en la fase plasmática de la coagulación, tales como hepatopatías, efectos adversos de
medicamentos – como los anticonceptivos hormonales –, etc. El primer elemento afectado de la hemostasia es la coagu-
lación plasmática, siendo ésta la que secundariamente afecta a las plaquetas. Son trombos de escasa fijación a la pared
venosa, de ahí que la principal consecuencia sea su embolización hacia otro territorio venoso que, generalmente, es el
árbol venoso pulmonar, provocando con ello un embolismo o embolia pulmonar (EP).
La causa más frecuente de TVP en un medio hospitalario es la cirugía, considerándose a la de tipo general (digesti-
va, cirugía menor, etc.) como de bajo riesgo (10% de incidencia de TVP y 0,1% de embolia pulmonar, en ausencia de
medidas preventivas), mientras que la ortopédico-traumatológica, la oncológica, la cerebral y todas aquellas que con-
duzca a una larga estancia hospitalaria, son valoradas como de alto riesgo (40-70% de TVP y 10% de EP). En estas
formas de cirugía, la causa del mayor riesgo está en un aglomerado de motivos estos, que van desde la propia compleji-
dad de la técnica quirúrgica, la afectación anatómica de múltiples vasos, la necesidad de inmovilidad prolongada, etc.
Todo lo cual determina la necesidad de llevar a cabo una estricta prevención antitrombótica, tanto por medios farmaco-
lógicos como mediante procedimientos de manejo de los pacientes (movilización, ejercicio físico controlado, etc.).
La pauta farmacológica preventiva habitual consiste en la administración de heparina, tanto fraccionada (Heparina
de Bajo Peso Molecular, HBPM) como no fraccionada (HNF). Los pacientes deben tratarse, cuando menos, mientras se
encuentren hospitalizados. En general, la cirugía ortopédica de rodilla requiere entre 10 y 14 días, mientras que la de
cadera precisa entre 4 y 5 semanas (28-35 días).
Por su parte, el abordaje estrictamente terapéutico de la trombosis exige el uso de medidas en una doble vertiente:
- Tratamiento del trombo establecido. En primer lugar, es preciso eliminar el trombo que provoca el proceso en cues-
tión. La cirugía ofrece alternativas útiles y expeditivas (tromboendarterectomía, angioplastia, prótesis intravascula-
res (stents), puenteos (bypass), etc. No obstante, no siempre puede abordarse quirúrgicamente un trombo, o bien los
riesgos son mayores que los beneficios. Otra alternativa la constituye el intento de disolver farmacológicamente un
trombo, mediante el uso de fármacos fibrinolíticos o trombolíticos, que activan este proceso defensivo y destruyen
el trombo “desde dentro” del vaso.
- Prevención de un evento posterior. Si importante es tratar el trombo ya establecido, más aún lo es prevenir un
trombo secundario, dada la frecuencia con que acontece este fenómeno. La actitud farmacológica, una vez contro-
lados e identificados los factores de riesgo del paciente, difiere según el tipo de trombosis: en las trombosis veno-
sas, al ser la fase plasmática de la coagulación el primer punto de activación, se utilizan profilácticamente los fár-
macos anticoagulantes, ya sean las heparinas o los anticoagulantes orales; en el caso de una trombosis arterial, al
ser las plaquetas la punta de lanza, se utilizan los fármacos antiagregantes plaquetarios, como principal arma pre-
ventiva.
Los antitrombóticos pueden clasificarse en:
Antiagregantes plaquetarios
Bloqueantes del receptor GP IIb/IIIa:
Abciximab.
Eptifibátida.
Tirofibán.
Anticoagulantes
Antagonistas de la vitamina K
Los dos anticoagulantes orales disponibles en España son acenocumarol y warfarina. Pertenecen al grupo de las
CUMARINAS, no existiendo ningún representante del menos deseable grupo de las INDANODIONAS.
Son dos medicamentos parecidos en sus características farmacocinéticas, desarrollando su acción máxima en 1-2
días, manteniéndose los efectos anticoagulantes tras la suspensión del tratamiento dos días para el acenocumarol y de
dos a cinco días para la warfarina.
Los anticoagulantes orales se usan en tratamientos largos. En caso de precisar acción rápida comenzar con heparina
al mismo tiempo que el derivado cumarínico. Retirar después progresivamente la heparina.
RECUERDE
Los anticoagulantes orales son los medicamentos más citados en las obras especializadas en interacciones medica-
mentosas. Es conveniente estar familiarizado con las interacciones más importantes. Como norma general, tenga
precaución en la administración de analgésicos y antiinflamatorios a pacientes bajo tratamiento anticoagulantes,
porque las posibilidades de interacción son múltiples: desplazamiento de proteínas plasmáticas, efecto antiagregante
plaquetario aditivo al anticoagulante, o efecto ulcerógeno que puede ser agravado por la hipocoagulabilidad san-
guínea.
MECANISMO DE ACCIÓN
La acción anticoagulante se basa en la activación de la antitrombina III (AT III). La heparina se une a la AT III (pa-
ra lo que necesita una secuencia específica de 5 monosacáridos) y produce un cambio estructural que aumenta la capa-
cidad de la AT III para inactivar factores de coagulación, especialmente la trombina (factor IIa) y el factor Xa.
El mecanismo descrito basta para la inactivación del factor Xa. Para inactivar la trombina es preciso además la for-
mación de un complejo triple trombina-antitrombina-heparina, en donde la heparina es -además de activador- el ele-
mento de unión. Para ello es necesario que la cadena de heparina tenga un mínimo de 18 monosacáridos, de los cuales
cinco deben ser la secuencia específica de activación mencionada más arriba. Prácticamente la totalidad de las cadenas
de heparina convencional tienen más de 18 elementos (aunque sólo la mitad contiene la secuencia específica de activa-
ción) pero sólo del 25% al 50% de las cadenas de las heparinas de bajo peso molecular alcanzan esa longitud.
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Las heparinas se han utilizado tradicionalmente en la forma en que se extraen del tejido animal. Las más modernas
Heparinas de Bajo Peso Molecular (en adelante HBPM) se producen fragmentando las cadenas de polisacáridos de la
heparina convencional por distintos procedimientos (enzimático, químico o físico-químico según el fabricante). Las di-
ferencias entre los dos tipos de heparinas se detallan en la tabla I.
La reducción de la longitud de las cadenas supone un cambio en el mecanismo anticoagulante. Por razones explica-
das antes, las heparinas convencionales inactivan por igual la trombina y el factor Xa, pero las HBPM influyen prefe-
rentemente sobre el factor Xa. Aunque esta fue una de las principales razones para introducir heparinas de bajo peso
molecular, la experiencia está demostrando que hay pocas diferencias en cuanto a eficacia o en incidencia de episodios
hemorrágicos, y que son más interesantes las ventajas farmacocinéticas: la acción de las HBPM es más larga y con me-
nos variaciones individuales, la biodisponibilidad es considerablemente mejor. Esto permite administrar 1-2 veces al día
sin necesidad de ajustar la dosis por los parámetros de coagulación.
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La administración de heparinas se hace por vía SC profunda o por vía IV (intermitente o preferiblemente en infusión continua). No usar la vía in-
tramuscular.
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Inhibidores directos de factores de la coagulación
Inhibidores directos de la trombina
- Argatrobán
- Bivaluridina
- Dabigatrán
Inhibidores directos del Factor Xa
- Apixabán
- Edoxaban
- Rivaroxabán
En 2004 se autorizó en la Unión Europea el ximelagatrán, un inhibidor directo, competitivo, reversible y no peptí-
dico de la trombina. Sin embargo, el medicamento fue retirado en 2006, debido a la aparición de cuadros graves de he-
patotoxicidad. En 2008, se incorporó el dabigatrán, que no presenta aparentemente los riesgos hepatotóxicos de su an-
tecesor. Este tipo de fármacos son análogos peptídicos – peptidomiméticos – que actúan como sustratos inhibidores de
la trombina – se comportan como un falso fibrinógeno – e inhiben tanto la trombina libre como la unida a fibrina y la
agregación plaquetaria inducida por trombina. Como consecuencia de ello, incrementan el tiempo de coagulación de
una forma dosis y tiempo-dependiente y su actividad antitrombina es directamente proporcional a los niveles plasmáti-
cos del fármaco
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Moduladores de la vía de la proteína C
La proteína C humana es una glucoproteína de cadena doble y 62 kD de peso molecular, sintetizada por el hígado
y dependiente de la vitamina K. Normalmente, circula en la sangre como un zimógeno inactivo. Es activada por el
complejo trombina/trombomodulina (la trombomodulina es una proteína receptora de membrana presente en las células
endoteliales). La activación de la proteína C conduce al desarrollo de una actividad de tipo serinproteasa, que determina
una acción sobre los factores Va y VIIIa, a los que destruye, actuando la proteína S como cofactor. Su semivida plasmá-
tica es muy corta (7-9 horas).
La vía metabólica de la proteína C supone un mecanismo natural de control del sistema de coagulación sanguíneo,
que impide una excesiva coagulabilidad. Por consiguiente, la deficiencia, congénita o adquirida, de proteína C da lugar
a un incremento de la coagulación que determina la generación de trombina y, en última instancia, la formación de coá-
gulos intravasculares (trombosis).
La proteína C humana se utiliza en el tratamiento de la púrpura fulminante y de la necrosis de piel inducida por cu-
marinas en pacientes con deficiencia congénita grave de proteína C, así como en profilaxis a corto plazo en pacientes
con deficiencia congénita grave de proteína c si es inminente la cirugía o terapia invasiva, mientras se inicia la terapia
cumarínica o cuando ésta no es suficiente o no es posible.
Antiagregantes plaquetarios.
El proceso de agregación plaquetaria es una parte vital del complejo fenómeno de la coagulación. El proceso co-
mienza con la adhesión de las plaquetas a la superficie subendotelial expuesta por la lesión vascular, y la posterior acti-
vación plaquetaria. La activación tiene como resultado final la formación de un entramado de plaquetas unidas entre sí
por cadenas de fibrinógeno, que será el núcleo y estructura del tapón hemostático o del trombo.
La activación de las plaquetas comprende dos procesos principales:
1. La formación y liberación de sustancias vasoactivas y participantes en el proceso de coagulación. Entre ellas desta-
caremos las que van a amplificar el proceso de agregación induciendo la activación de otras plaquetas: prostanoides
(tromboxano A2), adenosina difosfato (ADP) y trombina.
2. La aparición y activación de receptores de proteínas en la membrana plaquetaria. Los receptores son integrinas,
una familia de moléculas que intervienen muy frecuentemente en interacciones célula-proteína. Entre los receptores
plaquetarios se encuentra el responsable de la fijación de la plaqueta a la zona lesionada al reconocer y unirse a ca-
denas proteínicas del subendotelio (notablemente el colágeno y el factor de von Willebrand), pero a nuestros efectos
nos interesa más el complejo de glucoproteína (GP) IIb/IIIa, que reconoce y fija las cadenas de fibrinógeno, for-
mando la trama plaqueta-fibrinógeno-plaqueta del tapón hemostático. Al activarse la plaqueta aparecen en su super-
ficie unos 50.000 receptores IIb/IIIa. Este receptor está estrechamente relacionado con el de ADP, de tal manera que
el bloqueo del receptor de ADP impide la activación del complejo de glucoproteína IIb/IIIa.
El proceso de agregación es inhibido por varias sustancias naturales (generalmente prostaglandinas) que se producen
en el endotelio y cuyo propósito es precisamente evitar que ocurra coagulación intravascular sin previa lesión. Básica-
mente, existen tres tipos de receptores sensibles a los metabolitos purínicos (ATP, ADP, etc.) presentes en las plaquetas;
se trata de P2X, P2Y1 y P2Y12. El agonista fisiológico del primero (P2X) es el ATP; se trata este receptor de un canal
catiónico operado por ligando que interviene en el cambio de la forma plaquetaria a través de un flujo de entrada de cal-
cio extracelular y facilita una amplificación de las respuestas plaquetarias mediadas por otros agonistas. Por su parte, el
ADP es el agonista fisiológico de los receptores P2Y1 y P2Y12, formados por siete dominios transmembranales acopla-
dos a una proteína G. Aunque son necesarios ambos tipos de receptores P2Y para producir una agregación completa, los
efectos inducidos por el ADP en las plaquetas se producen fundamentalmente a través del receptor P2Y12.
La activación del receptor P2Y1 produce un cambio transitorio de la forma de las plaquetas, moviliza el calcio intracelu-
lar y libera otros mediadores implicados también en el inicio de una fase transitoria y débil de agregación plaquetaria. A
nivel molecular, la unión del ADP al receptor P2Y1 activa la fosfolipasa C (PLC), que genera diacilglicerol (DAG) e
inositol trifosfato (IP3) a partir de fosfatidilinositol bifosfato (PIP2). El diacilglicerol activa la proteincinasa C (PKC)
dando lugar a una fosforilación de la cinasa de cadena ligera de miosina (MLCK-P) y el IP3 induce una movilización
del calcio intracelular. El receptor P2Y1 se acopla a otra proteína G, la G12, que activa la proteína «Ro» y da lugar al
cambio de forma de la plaqueta. La unión de ADP al receptor P2Y12 acoplado a Gi libera las subunidades αi y βγ de la
proteína Gi y da lugar a la estabilización de la agregación plaquetaria. La subunidad αi inhibe la adenilciclasa y, por lo
tanto, reduce las concentraciones de AMPc, lo cual reduce la fosforilación de la fosfoproteína estimulada por vasodila-
tador (VASP-P) a través de la acción del AMPc. El estado de la VASP-P modula la activación del receptor de glucopro-
teína (GP) IIb/IIIa. La subunidad βγ activa la fosfatidilinositol-3 cinasa (PI3K), lo que da lugar a la activación del recep-
tor de GPIIb/IIIa a través de la activación de una serina-treonina proteincinasa B (PKB/Akt) y de las proteínas de unión
de GTP Rap1b. La prostaglandina E1 (PGE1) activa la adenilciclasa, que aumenta las concentraciones de AMPc y el es-
tado de la VASP-P.
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Puede influirse de muy diversas formas sobre este complejo mecanismo. De hecho el grupo está constituido por medi-
camentos usados inicialmente para otras indicaciones y que han sobrevivido como antiagregantes por haber demostrado
utilidad clínica, y por una serie de fármacos nuevos que se han concebido haciendo uso de los modernos conocimientos
sobre el mecanismo de la agregación plaquetaria. Muchos de los mecanismos de acción de la clasificación siguiente se
han descubierto con posterioridad al uso terapéutico.
Clasificación de los antiagregantes plaquetarios:
Esta clasificación farmacológica no tiene gran utilidad para la selección de antiagregantes. La experiencia clínica es más
importante. Los bloqueantes del receptor IIb/IIIa y los análogos de los antiagregantes naturales son mucho más potentes
que los antiagregantes tradicionales, pero son productos inyectables cuya utilidad terapéutica está limitada por la vía de
administración y por su propia potencia farmacológica. A medida que se profundiza en el mecanismo de la agregación
plaquetaria, tanto más se borra la distinción tradicional (y un poco artificial) entre medicamentos anticoagulantes y an-
tiagregantes plaquetarios.
Los antiagregantes se usan como preventivos de la formación de trombos en tres situaciones:
– Riesgo de episodios obstructivos coronarios y cerebrales.
– Cirugía vascular y diálisis
– Prevención de trombosis venosas profundas.
PRINCIPALES ANTIAGREGANTES PLAQUETARIOS
MEDICAMENTO
COMENTARIO
MECANISMO DE ACCIÓN
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MEDICAMENTO
COMENTARIO
MECANISMO DE ACCIÓN
Ácido acetilsalicílico, Triflusal. El ácido acetilsalicílico (AAS) es el medicamento más experimentado. Se ha conver-
Inhibición irreversible (acetilación) del enzima ciclooxi- tido en el antiagregante de elección y es el patrón de comparación del grupo. Las do-
genasa, que interviene en la síntesis de precursores sis como antiagregante están entre 75 y 325 mg/día. Dosis mayores no aumentan la
comunes de tromboxanos (proagregantes) y prostacicli- eficacia pero sí los efectos adversos. Por su parte, el triflusal es un derivado trifluora-
na, PGI2 (antiagregante). El predominio de la acción an- do del AAS, con el mismo mecanismo de acción. Medicamento de investigación es-
tiagregante se debe a que la prostaciclina es sintetizada pañola. La documentación clínica es más limitada que con los anteriores, pero co-
por células endoletiales vasculares, capaces de produ- mienza a ser significativa
cir nuevas moléculas de ciclooxigenasa tras la inactiva-
ción inicial por el ácido acetilsalicílico. Por el contrario,
las plaquetas (que son fracciones celulares y, que por
tanto, carecen de núcleo), son incapaces de producir
nuevas moléculas de ciclooxigenasa, con lo que no se
sintetizan precursores de los tromboxanos.
Cilostazol Ha sido autorizada para mejorar la distancia máxima y exenta de dolor que pueden
Inhibidor potente de la fosfodiesterasa III, lo que se tra- caminar pacientes que padecen de claudicación intermitente, que no padecen de do-
duce en un incremento de los niveles titulares de AMPc lor en estado de reposo y que no presentan indicios de necrosis tisular periférica.
y cuyos principales efectos son la prevención de la Aporta un efecto sintomático moderado sobre una condición terapéuticamente
agregación plaquetaria y la dilatación de los vasos san- mal resuelta por el momento, como es la claudicación intermitente, pero en ningún
guíneos. caso soluciona el problema – hasta el punto de que el beneficio obtenido por los pa-
cientes desaparece pocas semanas después de suspender el tratamiento – ni evita
adoptar otras medidas preventivas del riesgo cardiovascular. Eso sí, mejora los po-
bres resultados que se obtienen en esta indicación por otros fármacos actualmente
en uso.
Dipiridamol No se emplea como monoterapia porque el efecto antiagregante se obtiene a dosis
Eleva de niveles intraplaquetarios de AMP cíclico, impi- que originan efectos secundarios frecuentes por la acción vasodilatadora. Se suele
diendo la acción de los mediadores de la activación pla- usar asociado al AAS o anticoagulantes en prevención de tromboembolismo en casos de
quetaria. contacto de la sangre con superficies distintas del endotelio vascular: prótesis vascular, "by-
pass" coronario o femoral-popliteal, prevención de trombosis venosas, etc.
En la mayoría de las aplicaciones la asociación AAS+dipiridamol no ha mostrado ser
más efectiva que el AAS solo.
Ticlopidina, Clopidogrel, Prasugrel. Bloquean la acti- Son antiagregantes de eficacia similar o marginalmente superior al AAS pero con in-
vación plaquetaria inducida por ADP, inhibiendo de for- cidencia de efectos secundarios bastante mayor. Ticlopidina parece producir neutro-
ma selectiva e irreversible la unión de éste a sus co- penia como efecto secundario, con incidencia muy baja y usualmente en los primeros
rrespondientes receptores de la superficie plaquetaria tres meses del tratamiento. Este riesgo parece ser algo menor con clopidogrel. Am-
(P2Y12). Ticagrelor es similar a los anteriores, aunque bos pueden ser una alternativa interesante en pacientes que no toleren el AAS. Dosis
la unión al receptor P2Y12 es reversible. de 75 mg/24 h de clopidogrel producen un efecto antiagregante plaquetario equiva-
lente a 250 mg/12 h de ticlopidina. La primera parece tener un menor riesgo de indu-
cir casos graves de neutropenia. Prasugrel tiene alguna ventaja sobre clopidogrel en
determinadas circunstancias donde la acción más rápida y menos variable del presu-
grel resulte relevante. Pero todo ello con un mayor riesgo de hemorragias graves.
Clopidrogel en combinación con ácido acetilsalicílico (AAS) es útil en el tratamiento
del Síndrome coronario agudo sin elevación del segmento ST (angina inestable o in-
farto agudo de miocardio sin onda Q), incluyendo pacientes a los que se les ha colo-
cado un stent después de una intervención coronaria percutánea.
El ticagrelor amplía las opciones terapéuticas en la prevención de la morbimortali-
dad cardiovascular en pacientes que han sufrido un síndrome coronario agudo. Ha
mostrado cierta superioridad frente a clopidogrel.
Se ha autorizado el uso de ticlopidina en prevención de oclusiones tras procedi-
mientos coronarios quirúrgicos. Hay datos positivos sobre la eficacia de ésta en el
manteniento a largo plazo de la funcionalidad de los injertos de vena safena en ciru-
gía de derivación (bypass) de miembros inferiores, además de reducir la incidencia
de episodios isquémicos no relacionados con el injerto. Esto resulta de especial inte-
rés dado que sin terapia coadyuvante, la tasa de funcionalidad llega a bajar a un
50% a los dos años para injertos femoropoplíteos o femorotibiales.
Abciximab, Tirofibán, Eptifibátida Abciximab es un anticuerpo monoclonal que se acopla a los receptores GP IIb/IIIa
Antagonistas de los receptores GP IIb/IIIa. bloqueándolos. Es un antiagregante muy potente que sólo puede administrarse por
infusión IV. La incidencia de episodios hemorrágicos es alta. La indicación autorizada
es la prevención de la obstrucción vascular tras angioplastia, en tratamiento aditivo al
AAS y heparina. Tirofibán y eptafibátida también son administrados por vía IV y han
sido autorizados para la prevención del infarto de miocardio precoz en pacientes con
angina inestable o infarto de miocardio sin onda Q cuyo último episodio de dolor to-
rácico se haya producido en las últimas 12 horas y que presenten cambios en el
ECG y/o un aumento de los enzimas cardíacos. Se utilizan en combinación con he-
parina y ácido acetilsalicílico.
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MEDICAMENTO
COMENTARIO
MECANISMO DE ACCIÓN
Iloprost Autorizada en España en la tromboangeítis obliterante avanzada (enfermedad de
Se trata de un análogo químicamente estable del Buerger) con isquemia grave de las extremidades, en los casos en que no esté indi-
epoprostenol (prostaciclina). cada la revascularización. También ha demostrado eficacia en la inhibición de la
agregación plaquetaria inducida por heparina, incluso en casos refractarios al ácido
acetilsalicílico.
Asimismo, la administración IV de iloprost es eficaz en el tratamiento del fenómeno
de Raynaud secundario a esclerodermia, produciendo una reducción de la frecuencia
y severidad de los ataques. Además, previene e incluso llega a curar las úlceras digi-
tales.
Trombolíticos
Los agentes fibrinolíticos o trombolíticos son sustancias que tienen por misión estimular el sistema fibrinolítico
endógeno, de forma que sea éste el que disuelva el trombo formado. Un concepto importante es la tromboespecificidad,
ya que existen agentes que estimulan todo el sistema fibrinolítico del organismo (agentes tromboinespecíficos), por lo
que destruyen la fibrina, pero también originan un estado de hiperfibrinolisis generalizada, lo cual es un factor predis-
ponente para fenómenos hemorrágicos; mientras que otros agentes estimulan sólo la fibrinolisis allí donde existe fibri-
na, es decir, un trombo (agentes tromboespecíficos), respetando la fibrinolisis sistémica.
Cuanto más específico sea el fármaco, más trombolítico y menos fibrinolítico será. No obstante, en lenguaje colo-
quial, suelen utilizarse como sinónimos los términos de fibrinolítico y trombolítico.
Atendiendo a este concepto de especificidad, podemos clasificar a los agentes trombolíticos en tres grandes grupos,
teniendo en cuenta también su mecanismo de acción:
A) Agentes inespecíficos o fibrinolíticos. Estimulan la fibrinolisis allí donde exista plasminógeno. Destacan la estrep-
toquinasa (SK) y la uroquinasa (UK).
– Estreptoquinasa: Polipéptido producido por el estreptococo beta-hemolítico grupo C. Se combina con el plasmi-
nógeno en cantidades equimoleculares y el complejo formado es capaz de activar la fracción restante de plasminó-
geno libre. Es el activador del plasminógeno más fácil de producir, y por tanto el más económico. Sus inconvenien-
tes principales son:
• Es una proteína heteróloga, capaz de inducir la producción de anticuerpos. La presencia de anticuerpos (por
exposición previa al medicamento o a una infección por estreptococos) implica la inactivación parcial, y por
tanto cierta variabilidad en la respuesta.
• La necesidad de formar un complejo con el plasminógeno. Esto supone que una fracción significativa del
plasminógeno plasmático no va a estar disponible para producir la lisis de la fibrina.
– Uroquinasa: Polipéptido de origen humano, obtenido a partir de cultivos de tejido renal embrionario. Activa direc-
tamente el plasminógeno (sin formar complejo con él) por ruptura del enlace entre los aminoácidos 560 y 561 de la
cadena proteínica del plasminógeno. Es decir, estimula la hidrólisis de plasminógeno y lo convierte en plasmina,
incluso sin participación de los activadores endógenos. La uroquinasa no es antigénica ni secuestra parte del fibri-
nógeno, pero es tres veces menos activa que la estreptoquinasa y por tanto precisa dosis proporcionalmente mayo-
res, lo cual es un factor importante por las dificultades de producción del medicamento. Por este motivo es el agen-
te trombolítico menos experimentado.
B) Agentes específicos o trombolíticos. Son aquellos que activan principalmente la fibrinolisis allí donde hay fibrina,
es decir, en un trombo y no en la circulación sistémica. Destacan el activador tisular del plasminógeno recombinante
(rtPA o alteplasa) y sus variantes, junto con la prouroquinasa (proUK).
– Formas recombinantes de Activador tisular de plasminógeno (tPA): Actúan de forma similar a como lo hace el
tPA endógeno, es decir, necesita de forma imprescindible su unión a la fibrina para acoplarse al plasminógeno y
transformarlo en plasmina, es decir, sólo se activaría la fibrinolisis si existe fibrina.
• Alteplasa: Es el factor tisular de activación del plasminógeno (tPA) obtenido por ingeniería genética. La alte-
plasa tiene una afinidad relativamente débil hacia el plasminógeno circulante, pero la afinidad se ve muy po-
tenciada en presencia de fibrina. El efecto activador del plasminógeno se produce fundamentalmente en el pun-
to de formación del trombo. La alteplasa se desarrolló buscando un medicamento que no produjese la lisis ge-
neralizada del plasminógeno con el consiguiente cuadro de hipocoagulabilidad. Sin embargo la semivida es
muy corta y generalmente se usa junto con heparina para prevenir la reoclusión. Esto contrarresta su ventaja
principal. Por el mismo motivo el tiempo de infusión es relativamente largo.
• Tenecteplasa. Se trata de una glucoproteína recombinante que consiste en una forma modificada de tPA natu-
ral. Concretamente, se han modificado tres sitios de la molécula natural mediante mutegénesis. La tenecteplasa
presenta unos niveles de eficacia muy similares a los de alteplasa. Tan sólo se aprecia una leve reducción, aun-
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que estadísticamente significativa, de las complicaciones hemorrágicas no cerebrales y, consecuentemente, una
menor necesidad de transfusiones sanguíneas.