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Argumentos:
Son necesarios para lograr una fundamentación racional de las sentencias y especialmente para
referimos a las que deben resolver casos difíciles. Los argumentos son secuencias de proposiciones
que se derivan unas de otras por aplicación de reglas de inferencia (deducción) o por otras reglas
(inducción, analogía).
Desarrolla el ¿por qué? de algo en términos de motivo. Aparece siempre que se defiende un punto
de vista, y esta defensa tiene sentido, sobre todo, donde hay desacuerdo o duda, pues ¿qué caso
tendría argumentar en pro de un punto de vista ante quien está absolutamente convencido de lo
contrario?
Dicta normas para la exposición formal basada en premisas y conclusiones. La exposición incluye
inducciones de lo particular a lo general y deducciones a la inversa.
La argumentación retórica será efectiva siempre que todos los elementos textuales apunten a
establecer una relación adecuada con el interlocutor (llamando su atención, confianza, simpatía y
voluntad), de manera de influir en éste. Dirigidos a la efectividad no tienen que ver con la relación
entre las partes de la argumentación, sino, con la calificación que el emisor hace del tema de la
argumentación y sus elementos con el fin de suscitar adhesión o rechazo.
Cuando alguien dice algo, está realizando un acto de habla, es decir, está actuando con sus
palabras. El decir algo implica siempre un determinado hecho. Se dice que el acto de habla es
también un enunciado, el cual es una intervención o contribución de un hablante en una
conversación, el cual posee un contenido implícito el cual puede deducirse de los significados de
las palabras, del contexto y de la situación comunicativa.
– La ironía. Afirmar algo mediante su contrario puede implicar sarcasmo, crítica o burla. Se trata
de un procedimiento aparentemente suave pero que suele ser muy efectivo: ¿Quién podría poner
en duda la limpieza de sus «negocios»?; tiene la «sana» costumbre de no comer nunca ni fruta ni
verdura.
– La hipérbole. Exageración evidente: ganaremos el partido sin bajarnos del autobús; buscaré
hasta debajo de las piedras para encontrarlo; te regalaré la luna y las estrellas.
– La reticencia. Los puntos suspensivos se utilizan para dejar abierta la enumeración o una idea y
que sea el receptor quien la continúe: Si las paredes hablaran… (Los tres puntos suspensivos
últimos son la reticencia).
Problemas legislativos:
Pueden agruparse de distintas maneras, pero se ha elegido hacerlo desde los enfoques de la teoría
de la legislacion, conforme a la cual los problemas de la ley pueden ser de racionalidad:
Lingüística, esto es, relativos a la capacidad del texto legal de transmitir el mensaje normativo
al receptor de la norma;
Teleológica, relativos a la probabilidad de que las reglas propuestas alcancen el objetivo social
pretendido;
Ética, esto es, atinentes a la justificación moral de los valores expresos o implícitos en el
proyecto de ley;
Dichos procesos de argumentación no son muy distintos de los que efectúan los órganos
aplicadores, puesto que de lo que se trata es de suministrar a esos órganos criterios, argumentos
dirigidos a facilitarles en sentido amplio la toma de una decisión jurídica consistente en aplicar una
norma a un caso.
Por lo demás, algunos tribunales, al decidir un caso concreto, crean jurisprudencia, lo que significa
que la regla en que basan su decisión y que viene expresada en la ratio decidendi del fallo— tiene
un carácter general y abstracto y vale, en consecuencia, para los casos futuros.
ATIENZA, Manuel. (2005). Las Razones del Derecho. México, D.F.: Universidad
Autónoma de México. Pág. 1-4
4.6 Otras funciones del discurso argumentativo jurídico;
El discurso argumentativo se caracteriza porque el éxito o fracaso de una determinada
decisión, depender de las razones que previamente se hayan expuesto para justificarla.
Cabe aclarar que argumentar “es una actividad que consiste en dar razones a favor o en contra
de una determinada tesis que se trata de sostener o de refutar”.
De manera que, si se admite que las decisiones deben estar justificadas a su vez se asume la
tarea de llevar a cabo toda una actividad argumentativa, lo que “significa aceptar que el
problema de que se
trata ha de resolverse mediante razones que se hacen presentes por medio del lenguaje: oral
o escrito”.
Por consiguiente, se concluye que en el terreno del Derecho toda decisión jurídica, ya sea en
forma de norma general o particular, debe estar apoyada en razones que en todo caso la
justifiquen, de lo contrario podría tal decisión ser tachada de inválida. Es decir, en el campo
normativo jurídico las decisiones ya sean de tipo legislativo o jurisdiccional, deben venir
acompañadas de un discurso argumentativo, en donde se expresen los razonamientos que
validen la decisión respectiva.