Por sltimo, el contenido de ete libro no pretende ser
tuna eonstruecién 0 una Feconsinecin que exprese una
verdad, Se trata mis bien deun esayopara volver audible,
perceptible, quizé comprensibe,o que eonstituye el dolor
Sela violencia socal el dolor ensu aspecto més esencial-
mente humano.
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1. LAS “AUSENCIAS" DE MICHAL
‘Y LO NO-DICHO DE SU PADRE
[No quiero ser un alambrad eléctrico del gueto
dde Varsovia. Los soldados ponen allt alos nis: si
los ninos tocan el alambrado, se electrocutan y
En os afios setenta, yo era una analista todavia inex-
perta. Una de mis pacientes se llamaba Liora N. Era una
mujer de veinticinco aos (Gampel, 1982), cuyos padres
habfan vivido la Shoah. La joven tenia la impresién de
‘que la vida de ellos estaba ilena de secretos que habria
‘queride desentrafiar, pero al mismo tiempo no queria saber
nada. Este rechazo obstaculizaba la libre asociacién
necesaria para todo trabajo analitico, y por eso, el de Liona
entré en un impasse,
En el fondo, tampoco yo queria saber nada con las hil
torias de la Shoah. En aquella 6poca, trabajaba en el sei
‘vicio de psiquiatria del hospital Tel Hashomer, en Ramat
Gan. El profesor Kultzar, que era también un sobreviviente,
‘me pidié un dia que tomara a una paciente a la que,en su.
opinién, yo podia ayudar mucho. La mujer estaba hospita-
lizada por una crisis de depresidn psicética sufrida tras la
partida de su ciltima hija de su casa, Esa mujer habia es-
tado en Auschwitz cuando era adolescente. Mi respuesta,
me doy cuenta ahora, fue inmadura y estaba lena de
angustia:
24Rs imposible hacer un trabajo de transformacién so
algo tan conereto como Auschwitz 4
"El profesor me mir6 con tristeza
Tid no etn ma
nos meses més tarde, recbi en la consulta @
side sete ann, Michal cay padre baba sour i
durante la Shoah él mismo tenia siete afios cuando se
tcontrd en el gueto de Varsovia, Michal, por la fuerza de a
dlosamparo y por suexigencia de saber, me permitienfren
tarme-a la crueldad de la Shoah y a sus conseeuen«
Porlo general, los nifos estan mas cerea que nosotros desu
inconseiente. Permanecen en contacto con las euestiones
texistenciales, sobre todo antes de que la educacin, Ia ee
tuela y los adultos los encierren en respuestas prefabri-
cadas. Tienen la valentia de interrogar con simplicidad
los misterios y la ignorancia, Si nos dejaramos guiar por
ellos, podrian darnos acceso a un saber que se nos escap,
como adultos, porque tenemos miedo de enfrentarnos con
Toque es oscuro, En cuanto a mi, cada deseubrimiento que
re llev6 a un cambio, a algo nuevo en mi trabajo, estuvo
Yinculado al encuentro con un nifio. Michal me permit
brie mi corazén y reflexionar mas profundamente sobre
la realidad de Auschwitz y su transmisién. Y en ese mo-
mento, el andlisis de Liora N. salié del impasse...
ara los que sufrieron en persona los horrores de los
‘campos de concentracién, las escenas son reales, concretas,
fueron vvidas en el cuerpo. Las imagenes que conservaron,
‘el trauma produeido por los eampos, tienen que ver con un:
experiencia fisiea, con una percepeién sensorial. Esas es-
ceenas traumaticas, transmitidas inconscientemente por los
sobrevivientes, se inscriben en el imaginario de sus hijos
dde un modo lacerante y perturbador. El trauma vivido en
forma direeta por los padres se transforma en una realidad
traumatiea fantasmatizada por la siguiente generacién.
Michal, de siete aftos de edad, presentaba trastornos
de memoria y de aprendizaje, amnesias y “ausencias”,
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Histas se producian sobre todo en la escuela, y preoeupaban
‘mucho a quienes la rodeaban. Sogiin su madre, euando la,
hia se despertaba de una de sus “ausencias”, parecia
fomerger de otra realidad.
Cuando Michal, pequetia nifia de cabellos negros, deli-
‘eda y bonita, lleg6 ala consulta con su madre, ésta empez6
relatando algunos detalles de la historia familiar. Me dijo
que su marido, oriundo de Polonia, habia legado muy joven,
‘Israel, En cuanto a ella, habia emigrado a Israel, poco
tiempo antes de casarse, desde América del Sur. Luego la,
‘conversacion giré en torno al desarrollo de Michal, su ter-
‘era hija, a la vida eotidiana, los otros hijos, las ultimas
‘enfermedades y las muertes a su alrededor. La madre se
sentia culpable por haber abandonado en cierto modo a st.
familia durante los dltimos dieciocho meses. Sus padres,
hhabian sido internados en diferentes hospitales, y ella se
hhabia ocupado mucho de ellos hasta que murieron, hacia,
algunos meses,
‘Michal siguidé nuestra conversacién con mucha atencién,
pero sin intervenir. Estaba seria, y no parecfa ni asustada
ni deprimida. Le pedi a la madre que nos dejara solas,
Entonces Michal y yo establecimos un didlogo a través del
‘squiggle game (véase capitulo 6), un juego que da lugar a
preguntas e interpretaciones. Y ante una pregunta que le
hice al final de la sesiGn, Michal contest6: “No quiero ser un
alambrado eléetrico del gueto de Varsovia. Los soldados po-
nen alli a los nifios: si los nifios tocan el alambrado, se elec-
trocutan y mueren”,
Esas palabras me perturbaron profundamente, Sentt
que su significado iba mucho més alld de su valor especifico
de diagnéstico. Esa respuesta jera la expresién de una vio-
lencia traumatica que, encubierta por las “ausencias”, se
‘manifestaba en ese momento, en la consulta? {Bra la ma-
nera que habia encontrado Michal para mostrarme un
aspecto de ella misma que alguna otra persona habia de-
positado en ella? Michal parecia pedir que se prestara
atencién a pensamientos que excedfan su conocimiento
23consciente. {Contenian estos pensamientos una pers
tiva tan terrorifica que ella preferia estar ausente ant
‘que exponerse a ello? Se dirfa que la nifia me impulsaba\
fencontrar lo mas répidamente posible una respuesta a
ypaba, Entonees observé mi
‘un mistorio que adiviné vinculado a un secreto de familia
‘muy flagrante, sent en mila proyeceién de una sensacién
dle poligro que me incit6 a actuar para resolver el enigma. |
Docidl verificar mi hipétesis en funcién de la historia
de la familia. El padre, aunque fue invitado, no concurrié
fla siguiente sesién, que por lo tanto se desarroll6 tinica~
‘mente en presencia de la madre. Le comuniqué la respuesta
de Michal en nuestra primera entrevista, y le pregunté si
podia ayudarme a entenderla. Sorprendida y angustiada,
‘me dijo: “En su infancia, durante la Segunda Guerra Mun-
dial, mi marido vivi6 encerrado en el gueto de Varsovia, ¥
Juego en un campo de coneentracién, Pero nunca hemos
hhablado de esto con nuestros hijos. {Como lo sabe ella? Mi
marido dice siempre que leg muy joven a Israel, y nadie
Ie hizo nunea preguntas sobre su pasado”.
El padre no pudo participar en las siguientes sesiones
de terapia debido a su estado de salud, perole permitio a su
‘mujer contarle a Michal todo lo que cla sabia. La nia, su ma-
rey yo trabajamos entonces sobre la relacién que existia,
entre las “ausencias” de Michal y la historia de su padre.
Poco a poco, la pequefia deseubrié que dentro de ella habia
algo oculto que no le pertenecia: una parte de la trégica
infancia de su padre. A partir de ese momento, sus ausen-
cias fueron desapareciendo progresivamente.
Cinco atios después, el padre pidié una entrevista con-
‘migo, en la que estuviera presente su hija. Queria realizar
con Michal (que ya tenia doce afios) el mismo recorrido
{que habia realizado su madre con ella, es decir, hablar de
sus origenes y de su infancia. Tuvimos tres encuentros
durante los cuales él esperaba las preguntas de su hija y
las contestaba, Durante uno de esos encuentros, dijo que
fen relacién con su infancia, tenfa la sensacién de chocar
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dontra un gran muro que no podia atravesar, y més alld
{ie} cual no podia ver nada. ¥ en su conjunto, sus respuestas
fuoguian siendo facticas. Era consciente de que, por el
nomento, no podta ir més lejos. Sugirié que tal vez pudié-
Fyamos encontrarnos mas adelante para retomar el dialogo
‘on su hija y atin més con su propia infancia.
[La amnesia es real cuando lo que se olvida ha perdido
ju realidad. La ausencia o amnesia es un fenémeno que
pone a quien lo sufre frente a algo que se derrumba, a un
Yyacio, a una no existoncia. La repeticién es un fendmeno
ineoereible, de origen inconsciente, que produce un efecto
ontrario: suscita una presencia insistente, permanente.
Yenel transcurso de un trabajo terapéutico puede obser-
‘arse una paradéjica coexistencia de la ausencia, la amne-
sia, y la repeticién. La ausencia, por su insistencia misma,
‘es, en efecto, repetitiva. Y la repeticién infinita y su auto-
‘matismo producen una ausencia ante el otro, ante el mun-
do, ante la vida misma.
‘Sin embargo, la repeticion resulta indispensable porque
permite el contacto con ciertos aspectos de uno mismo que
han sido reprimidos, negados, olvidados, y se volvieron,
cn cierta forma, “ausentes”, Esos aspocios estén rela-
cionados con momentos traumaticos de inmenso desamparo.
‘Almismo tiempo, esa repeticién compulsiva puede aparecer
‘como una chispa de algo que permanecié vivo, que quiere
brotar, y que pide una respuesta, la “verdadera’” respuesta.
En jo concerniente a Michal, a través de su sintoma
(sus “ausencias repetitivas”), habia tomado inconsciente-
mente sobre sila angustia paterna proveniente dela Shoah
-ynodicha, De este modo, nos ponia frente a lo que la Shoah,
le habia hecho sufrir a su padre, como a todos los que en
ese momento eran nifios 0 adolescentes.
‘Muchos niios de la Shoah perdieron su entorno familiar.
Fueron testigos de la desaparicién de su padre, de su ma-
dre, de la muerte de seres queridos. Para poder sobrevivir,
tuvieron que “desinvestir” las figuras parentales, enterrar,
borrar el dolor de la pérdida. Algo se congelé en ellos. En
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