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Sócrates

CULTURA LIBROS

El día que el cristianismo acabó


con la filosofía
2 julio, 2018 12:54
1. CRISTIANISMO

2. FILOSOFÍA

3. CULTURA

4. ENSAYO

5. LITERATURA

"El cristianismo en aquellos siglos fue mucho más


perseguidor que perseguido", explica Catherine Nixey en
su nuevo ensayo, donde estima que el 90% de toda la
literatura clásica se desvaneció en los siglos posteriores a
la cristianización.
Un grupo de radicales, barbados y vestidos de negro,
afloran del desierto. Se dirigen a Palmira y la emprenden
a golpes con el templo de Atenea y sus estatuas. ¿Son
terroristas del Estado Islámico en el siglo XXI? No, son
fundamentalistas cristianos del siglo IV. No se puede leer
sobre aquel período y no pensar en el momento actual.
Como hoy, el fanatismo de aquella época se dio
predominantemente en el norte de África y regiones como
Siria; destrozaban el patrimonio artístico y lo celebraban.
De esto trata el ensayo en el que la británica Catherine
Nixey describe la extinción de la filosofía en la hoguera del
fanatismo: La edad de la penumbra. Cómo el Cristianismo
destruyó el mundo clásico (Taurus).
Los seguidores de Cristo comenzaron una guerra sin
cuartel ideológica, propagandística y sangrienta para
acabar con todas las creencias que ellos creyeron
contrarias o desafiantes.
"Hubo varios momentos de persecución a los cristianos, es
cierto. Pero el cristianismo en aquellos siglos fue mucho
más perseguidor que perseguido. Los romanos no eran
totalmente tolerantes, pero al menos permitieron que el
cristianismo conviviera. Se han recogido testimonios que
muestran a dirigentes imperiales intentando convencer a
los cristianos para que no se dejen matar. No era su
propósito… los cristianos, en cambio, arrasaron el mundo
que ellos llamaban pagano" detalla la autora.

Fueron muchas las personas que se convirtieron a la


religión de Cristo sin que le influyese el horror. La religión
romana necesitaba de templos, de lugares de culto, pero
los cristianos derribaban sus templos para el número de
ceremonias. Luego llegaron las leyes romanas contra los
paganos. "Y hubo miedo, terror a la violencia contra ellos".

Los líderes religiosos, conocían ese miedo y lo instigaban.


"San Agustín y San Martín decían que era la voluntad de
Dios. No veían aquellos templos clásicos, ni siquiera, como
algo bonito o estético. Para ellos eran obras de Satanás"
afirma la británica. Para los cristianos, aquella aniquilación
fue un triunfo en el sentido romano de la palabra: una
victoria militar total, violenta, agresiva. El enemigo había
caído por completo y sin posibilidad de resurgir.
El fin de la filosofía

El cristianismo supo mirar y también adoptó cosas del


mundo clásico. La filosofía clásica, por ejemplo. "Los
filósofos que hoy conocemos son los que preservó la
Iglesia". Eran intelectuales que odiaban la cultura clásica y
aún así la preservaron, pero ellos fueron unos elegidos, ya
que la norma fue la inmensa aniquilación de la filosofía
llevada a cabo.
Los intelectuales de la época quizás pecaron de
prepotentes ignorando o menospreciando una religión
que para ellos no valía la pena ni rebatir, porque sus
creencias no se basaban en experimentos u
observaciones. Fue este pensamiento el que finalmente
acabaría con la mismísima Academia de Atenas y sus
filósofos.
Academia de Atenas

Voces como la de la famosa matemática Hipatia que


murió desollada viva quedaron en silencio para siempre.
"Los cristianos creían que era una criatura satánica porque
usaba símbolos matemáticos de apariencia demoníaca.
Unas décadas después, comenzaron la persecución contra
los filósofos no cristianos de la ciudad, y como era de
esperar, los conocimientos filosóficos disminuyeron
precipitadamente. Una de las pérdidas más irreparables
fue la destrucción de la Gran Biblioteca de Alejandría",
describe.
"Sólo algunos valientes como el filósofo Celso en el 170
d.C. lanzaron ataques contra esas creencias que
consideraban irracionales. Desde la supuesta virginidad de
María a la doctrina de la resurrección. Celso describió a los
cristianos como estúpidos y al Antiguo Testamento como
basura en una época que empezaba a ganar importancia
entre las élites la teoría del atomismo de Demócrito", quien
consideraba que el mundo había sido creado por la
colisión y la combinación de átomos.
La desaparición de todas las obras del pensador
griego Demócrito fue otra de las grandes tragedias
intelectuales derivadas del colapso de la antigua
civilización clásica. Fue él quien dijo que no había
necesidad de temer a los dioses porque el mundo está
hecho de átomos, que se unen y se separan, recuerda
Catherine Nixey.

Derrotados

Las derrotadas estatuas de Palmira hablan de atrocidades.


Sus mármoles ojos han visto con inmovilizado horror
cómo los hombres se lanzaban contra ellas en nombre de
una fe que no compartían. Durante los siglos IV y V la
Iglesia cristiana demolió, destrozó y fundió una cantidad
de obras de arte simplemente alucinante. El cristianismo
triunfó destruyendo mucho más que la cultura clásica, lo
consiguió imponiendo un nuevo modelo que premiaba la
fe y condenaba al conocimiento.
El templo más hermoso del mundo, el Serapis de
Alejandría, fue arrasado por orden del obispo Teófilo.
Tampoco se salvó el Museion, el templo dedicado a las
musas. Es una lista interminable de atentados
imperdonables. "Ese desafortunado período presenció la
mayor destrucción de arte que la historia humana haya
visto jamás, desde Antioquía a España".
En términos de cultura, nunca recuperaremos lo que se
perdió. Se estima que el 90% de toda la literatura clásica
se desvaneció en los siglos posteriores a la cristianización.
La famosa hoguera de las vanidades de Savonarola en el
Renacimiento parece una broma insignificante al lado del
conocimiento que desapareció para siempre entre las
llamas de los cristianos que pretendían enviar al infierno la
sabiduría clásica.
Palmira, antes del ISIS EFE

El éxito del cristianismo armó la ignorancia y el fanatismo.


Algo que se debió a una mezcla de leyes, retórica y
violencia. "A medida que transcurría el siglo IV, cualquiera
que hiciera sacrificios a los antiguos dioses podría, según
decía la ley, ser ejecutado. Con la ley a su favor, los
pensadores cristianos encendían la llama del terror". San
Agustín, por ejemplo, exclamó: “¡Toda superstición de
paganos debe ser aniquilada. Es lo que Dios quiere, Dios
ordena, Dios proclama!. No es crueldad sino bondad
vencer con varas a quienes tienen creencias incorrectas”.
Otro ejemplo se podría encontrar en la ciudad de Harran,
las personas que no se convirtieran serían ejecutadas y sus
extremidades colgadas en la calle. El liberalismo ideológico
tenía muy difícil el poder sobrevivir en un mundo así.
Todo cambió por orden casi divina, cuando el
emperador Constantino legalizó el cristianismo
proclamándose como el apóstol trece por las Iglesias
orientales. Fue ahí cuando abrió quizás sin saberlo, la caja
de Pandora. "No sólo fueron atacadas las piedras, pronto
todos tuvieron que ser cristianos o pagar un precio -muy
alto- por ello.
Los que han pasado a la historia con la etiqueta
de paganos fueron perseguidos de todas las maneras
posibles: legal, financiera y físicamente. En cambio, los que
empuñaban martillos y piedras no fueron vistos como
criminales, al contrario, se les elogió y santificó" concluye
la escritora.

Los vencedores escriben (la Historia)

"En tan solo un siglo, los cristianos pasaron de ser el 10%


al 90% de la población del imperio. Los números se
invirtieron gracias a las personas que se convirtieron
felizmente a la religión cristiana, pero sobre todo a causa
de la violencia y a su hermana aún más eficiente, el miedo
a la violencia", alega la autora. No solo se abatieron las
estatuas de Palmira, también cayeron las del Partenón de
Atenas y se desfiguraron las imágenes del templo egipcio
de Dendera, dedicado a la diosa Hathor.
"No todos los manuscritos se redujeron a cenizas. Algunos
se rasparon para aprovechar los caros pergaminos “con
temas más elevados”.
San Agustín escribió aclaraciones de los Salmos sobre del
único ejemplar que quedaba acerca de la república de
Cicerón. Otro fue una obra biográfica de Séneca que
desapareció al calcar un Antiguo Testamento", recoge.

Así pues, los aires de grandeza de los cristianos golpearon


sin piedad los cimientos de la civilización conocida hasta
entonces, cuya debilidad era la pluralidad. El mundo
clásico fue tambaleándose hasta terminar hecho añicos.
De los restos, el cristianismo construyó su nuevo mundo,
levantando iglesias de los mármoles de los templos
destruidos. La historia la escriben los vencedores, y la
victoria cristiana fue absoluta.

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