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La distribución de documentos.
Las condiciones de entrega de la mercancía.
La distribución de costes de la operación.
La distribución de riesgos de la operación.
PERO NO REGULAN:
§ MARCO LEGAL
¶ NACIONAL
Se encuentran reguladas a nivel nacional por la Ley 20.094 de Navegación (B.
O. 2/3/1973); el Código de Comercio, arts. 162 y ss.; y, subsidiariamente el
Cód. Civil.
En la República Argentina el art. 164 de la ley de Navegación reproduce la
doctrina sentada en la llamada “Regla de Buenos Aires”, aprobada por la
Internacional Law Assotiation en la reunión de 1922 en nuestra Capital y
recogida porla Suprema Corte de Justicia de la Nación en 1936, en el caso
Comtec/ Ibarra, en el que se consideró nula la cláusula del conocimiento que
establecía otra jurisdicción que la del tribunal del puerto de descarga. Ese
artículo textualmente dice: “Los tribunales nacionales son competentes para
conocer en los juicios derivados de los contratos de utilización de los buques,
cuando las obligaciones respectivas deban cumplirse en la República, salvo la
opción que tiene el demandante por los tribunales del domicilio del
demandado”.
En cuanto a la contaminación por hidrocarburos, el “nuevo régimen” el
convenio de Responsabilidad Civil de 1992 y el Convenio del Fondo de 1992, y
de los cuales nuestro país es parte, pues fueron admitidos mediante la
Ley 25.137 publicada en el Boletín Oficial de fecha 21 de Septiembre de 1999.
¶ INTERNACIONAL
La Organización Marítima Internacional, OMI, es el organismo especializado de
las Naciones Unidas encargado de adoptar medidas para mejorar la seguridad
del transporte marítimo internacional y prevenir la contaminación del mar por
los buques. Se ocupa además de asuntos de carácter jurídico, entre ellos
la responsabilidad civil y la indemnización y la facilitación del tráfico marítimo
internacional. La OMI se constituyó por medio de un convenio adoptado bajo
los auspicios de las Naciones Unidas en Ginebra el 17 de marzo de 1948 y se
reunió por primera vez en enero de 1959. En la actualidad tiene 156 Estados
Miembros.
El riesgo es una pérdida fortuita, y la pérdida, en los contratos sinalagmáticos
consiste, no en perder lo que se debía, sino en no recibir lo que se debía
suministrar en cambio. “Cuando la obligación de dar un cuerpo cierto y
determinado, proveniente de un contrato sinalagmático se extingue con
relación al deudor por la pérdida fortuita de ese cuerpo, la obligación correlativa
de la otra parte no deja por eso de subsistir”.
El conjunto de bienes expuesto, el buque y las mercancías que transporta,
pueden sufrir ciertos daños o
soportar determinados gastos originados por las eventualidades de la
navegación.
Dichos daños y gastos, cuando son extraordinarios, se reconocen con el
nombre de “averías. En el derecho marítimo, la palabra avería no solamente
significa los daños materiales que sufre una cosa, sino que también abarca los
daños si no también los gastos extraordinarios, en relación con las necesidades
de la carga del buque.
Avería: Daño o gasto extraordinario experimentado respecto del buque, de la
carga del mismo o de ambos conjuntamente, desde la carga y salida hasta la
llegada y descarga.
Las averías se clasifican en simples o particulares y gruesas o comunes.
Determinadas averías, como la colisión, que se designa jurídicamente con el
nombre de "abordaje", la mojadura del hierro y los gastos de reparación de las
máquinas de a bordo, son soportados exclusivamente por el titular del dominio
de la cosa dañada o por quien efectuó el gasto, sin perjuicio del derecho de
repetir contra el responsable por el evento dañoso. Esta clase de averías son
las llamadas averías particulares y son las más numerosas.
Las Reglas de York-Amberes define a las averías gruesas, diciendo: "Existe
un acto de avería gruesa cuando, y solamente cuando, se ha efectuado o
contraído, intencional y razonablemente, algún sacrificio o gasto extraordinario
para la seguridad común, con el objeto de preservar de un peligro a los bienes
comprometidos en una expedición marítima”.
Según Blas Simone, las averías gruesas: “…las pérdidas extraordinarias
(daños o gastos) que afectan a la comunidad navegante y que se reparten
entre todos los titulares de los bienes que la integran (buque, flete y carga), si
fueron realizadas razonable y voluntariamente por el capitán, ante el peligro,
para la salvación y seguridad comunes”. El transportador debe acreditar que
adoptó “todas las medidas razonablemente requeribles para evitar el daño”
porque si – a juicio del tribunal- no se produce esa prueba, el transportador
debe asumir las consecuencias de la avería, daño o de la demora que motivó el
reclamo.
Se debe destacar que las Reglas de Hamburgo eliminan la exoneración por
culpas náuticas e incendio, introducen expresamente la responsabilidad en
caso de demora del transportista en el cumplimiento del contrato y establecen
una limitación de responsabilidad infranqueable, salvo el caso de excepción: de
dolo o
culpa temeraria del transportador.
Es importante la determinación de la jurisdicción en que deben resolverse las
diferencias emergentes de los contratos, porque del criterio que se sustente el
tribunal interviniente depende la ley aplicable y su interpretación.
Por esa razón es normal que en los conocimientos se establezcan cláusulas
respecto a la ley aplicable y al tribunal que debe intervenir, y que las mismas se
presentan conjuntamente. Debe tenerse bien en cuenta el principio que invoca:
“la ley dice lo que los jueces dicen que dice”.
Las Reglas de Hamburgo consagran una serie de opciones a elección del
actor, sea el transportador o el titular de los derechos de la mercadería quien
ejercite la acción (art. 21).
Estas opciones son ante el tribunal con jurisdicción libre:
a) el lugar en que se encuentre el establecimiento principal o, a falta de éste, la
residencia habitual del demandado;
b) el lugar de celebración del contrato, siempre que el demandado tenga en él
un establecimiento, sucursal o agencia, por intermedio del cual se haya
celebrado el contrato;
c) el puerto de carga o el de descarga;
d) cualquier otro lugar designado al efecto en el contrato;
e) cualquier puerto o lugar de un Estado contratante, en que el buque que
efectuó el transporte, o cualquiera otro buque del mismo propietario haya sido
embargado de conformidad con las normas aplicables de ese Estado y del
Derecho Internacional (en esta hipótesis puede efectuarse la transferencia de
la acción a otra jurisdicción de las indicadas precedentemente, otorgando
fianza).
Se prevé la jurisdicción de los Estados contratantes con respecto a medidas
cautelares o provisionales y los casos de “litis pendencia” y acciones
ejercitadas con posterioridad al dictado del fallo (arts. 20- 21).