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CENTRO DE ESTUDIOS

DE EDUCACIÓN

EL RETO DE EDUCAR A DISTANCIA

Psic. Guadalupe Hugo Zaragoza Villarauz

Vivimos un proceso de cambio social y cultural, y ello pone en tela de juicio los modelos más
tradicionales de las instituciones educativas. Enseñar y aprender ya no se basan sólo en la
utilización del lápiz y papel. La computadora, el Internet, el correo electrónico, la página web,
son algunas de las herramientas fundamentales a la hora de adquirir o reforzar conocimientos.
Los alumnos reciben en sus propios domicilios actividades didácticas que permiten un estudio
más viable y efectivo. La educación virtual establece un nuevo parámetro educativo que cada
vez adquiere una mayor presencia, no sólo en nuestro país, sino a nivel internacional.

En México, es a partir de la década de los setenta, que la educación se sitúa en una etapa de
expansión, la cual permitió a las universidades del país el mayor crecimiento de la matrícula, de
programas académicos y de la planta docente (Luengo, 2003). Al producirse este aumento de
la demanda social de educación, a las universidades tradicionales se les hizo cada día más
complicado hacer frente a las numerosas demandas de ingreso por parte de individuos que
visualizan en la educación un impulso por mejorar la calidad de vida en que se veían inmersos.
(Almenara, 2010)

A finales de la década de 1980 se integrarán las tecnologías de la informática al desarrollo de


una educación abierta y a distancia. A partir de entonces, los actos educativos se apoyarán en
las computadoras personales (laptop) y otros medios de procesamiento de datos, como el
correo electrónico o el sitio web personal. Gradualmente, el ciberespacio se convirtió en la base
de la mayoría de los programas de educación a distancia. Propiamente, la modalidad virtual en
la educación superior en México surge con la puesta en marcha del Sistema de Universidad
Abierta (SUA) de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Actualmente, un número importante de instituciones universitarias ofrecen estos programas a


través de Internet. (Benítez, 2010)

La escuela tradicional, la de las aulas, la presencial, será, desde entonces, fortalecida por la
modalidad virtual, en la que el alumno, a través de métodos innovadores, es capaz de analizar,
comprender, ejecutar, sintetizar y dialogar consigo mismo en un soliloquio que es guiado por un
docente a distancia. La consolidación de este sistema educativo, por demás, innovador,
representa un modelo de enormes potencialidades que se ve aventajado principalmente por el
avance de las telecomunicaciones y la informática.

Más recientemente, a nivel nacional, durante el periodo 1995-2000, en el Programa de


Desarrollo Educativo correspondiente, se establece un apartado exclusivo para los medios
electrónicos. En éste se explica que, “existen numerosas experiencias en diversas partes del
mundo, que acreditan el potencial educativo de los medios. Como auxiliares didácticos facilitan
y enriquecen el proceso enseñanza-aprendizaje y, por otra parte, ofrecen la posibilidad de
atender con servicios educativos a poblaciones dispersas y de difícil acceso”. (Benítez, 2010)

No queda duda que, desde sus orígenes la educación a distancia ha intentado, además de
brindar educación de calidad, permitir al alumno acercarse a una institución debidamente
conformada, buscando no quedarse fuera de los parámetros que exigen recibir educación
formal. La educación virtual es un modelo que propicia a quienes no disponen de tiempo y de
recursos acercarse al conocimiento sin necesidad de desplazarse a instituciones físicas,
posibilitando el ahorro de tiempo y dinero, permitiendo además, realizar otras tareas de la vida
cotidiana. Es en esta manera que, muchos acceden a tomar cursos a distancia.

No puedo decir si estoy convencido de que la educación a distancia es superior en cuanto a


formas de impartición, contenidos y métodos de evaluación sobre la educación presencial. Si
bien, en la educación tradicional el educando consigue llenarse de vicios, tales como: el
memorizar sin analizar, copiar en exámenes, pasarse las tareas unos con otros sin siquiera
leerlas, acreditar asignaturas con sólo asistir a las clases y ganarse puntos extras para el
examen con participar una única vez. Vicios que son llevados a cabo sin tomar en cuenta que,
frente a él, se encuentra el docente, quien supuestamente guía sus avances en las asignaturas.

¿Acaso podemos esperar que sea distinto en la modalidad a distancia? Obviamente, en el


modelo virtual, el alumno no se relaciona con otros compañeros, ni entra en contacto
físicamente con ningún otro miembro del binomio enseñanza-aprendizaje; sin embargo,
adquiere otros vicios igual de perniciosos; tales como: copiar y pegar información sin analizarla,
citar textos inexistentes y numerar páginas web de contenido dudoso. En el ciberespacio
cualquiera puede publicar, narrar, contar y citar contenidos que no necesariamente reflejan con
asertividad el mundo real. Razón del gran auge de sitios de consulta como Wikipedia, al que
cada vez más lectores citan con la confianza de una fuente científica.

Estamos tan expuestos a tanta información, a tantos eventos y a un mundo tan globalizado, tan
lleno de Internet, telecomunicaciones, radio, prensa, Twitter, Youtube, Blogger, que es muy fácil
perderse; la mayoría de contenidos no pasarán de ser información, muchas veces fría, vacía e
inútil. Y no es que, propiamente lo subjetivo esté errado, en él se localizan muchos y diversos
contenidos ricos en información sobre los muchos procesos humanos, pero es también en lo
subjetivo, que se cae en el vicio de relativizar todo.

Sumado a esto, en la educación a distancia, el tiempo para cursar alguna asignatura no es el


mismo que en un aula convencional, pues en esta modalidad, el alumno es libre de manejar los
tiempos, según sus intereses, sus ocupaciones y, muchas veces, si es motivado o no por el
tutor o guía que se encuentra del otro lado del monitor.
Si bien, no podría asegurar que por el hecho de que un alumno pase tiempo en la escuela por
antonomasia será capaz de abstraer contenidos y conseguir una educación formal de mayor
calidad, al menos entiendo que, si en un espacio real donde convive día a día con otros seres
humanos no es capaz de desarrollar sus capacidad y adquirir conocimiento, será mucho más
difícil cumplir este cometido en un espacio tan amplio como es el ciberespacio.

En cuanto a la evaluación, en las aulas tradicionales los docentes ajustan los programas y las
formas evaluativas al tiempo y al grupo, ya que, no es lo mismo presentarse en un aula donde
asisten diez integrantes, que frente a una muchedumbre de 70 u 80 personas que esperan
tomar una clase.

Las técnicas de evaluación se ajustarán, según la correspondencia que tengan los contenidos
con el grupo. En cambio, en el modelo virtual no se dispone propiamente de grupos, si bien
existe un limitado número de alumnos que participan en él, sus situaciones son ampliamente
distintas. En el espacio virtual el estilo de resolución de un examen o de un trabajo didáctico
distará mucho del presentado en los espacios convencionales.

Es aquí, donde no termino de plantearme dudas en cuanto al papel que presenta la educación
a distancia frente a la presencial, Será que, ¿a pesar de no contar con las mismas situaciones y
estilos de educar, podría decirse que es igual de enriquecedora la educación a distancia
confrontada con la presencial?, o ¿el situarse frente a un monitor sin compartir, propiamente,
asignaturas con compañeros presenciales, permite el intercambio de experiencias de manera
significativa?, o ¿debido al aumento de la demanda educativa, acaso la educación a distancia
ha venido a ser tan sólo un sustituto de la educación tradicional?, y acaso ¿sólo los alumnos
que no tienen acceso a la educación tradicional son quienes acceden al modelo a distancia, de
tal modo que quienes sí cuentan con tiempo y recursos para la educación presencial omiten
participar en este modelo educacional?, e incluso cabe preguntarse ¿si puede ser asertivo el
docente que evalúa al alumno de educación a distancia, aún cuando el tiempo dedicado al
estudio no puede ser medido, como lo es con las asistencias en un curso tradicional?

Sería muy interesante indagar y buscar nexos de encuentro entre ambas vertientes
educacionales y proponer puntos que favorezcan asertivamente a ambas, especialmente a la
modalidad virtual con la finalidad de constituirse como un quehacer pedagógico de calidad.

REFERENCIAS
ALMENARA CASAS, JUAN JOSÉ (2010) “La educación a distancia soportada en nuevas tecnologías. ¿Un modelo
generador de mitos?”. Revista Iberoamericana de Educación (issn: 1681-5653).
http://www.rieoei.org/deloslectores/482almenara.pdf
Consultado 26 de octubre de 2010

BENÍTEZ GARCÍA, RAMÓN (2010) “Diagnóstico de la Educación Superior a Distancia”. Asociación Nacional de
Universidades e Instituciones de Educación Superior. ANUIES.
http://www.anuies.mx/servicios/p_anuies/publicaciones/libros/lib71/4.html
Consultado 25 de octubre de 2010

LUENGO GONZÁLEZ, ENRIQUE (2003) “Tendencias de la educación superior en México: una lectura desde la
perspectiva de la complejidad. Trabajo elaborado para el seminario sobre reformas de la educación superior en
América latina y el Caribe, realizado el 5 y 6 de junio del 2003, en Bogotá, Colombia, bajo los auspicios del instituto
internacional de la UNESCO para la educación superior en América latina y el Caribe (IESACC) y la asociación
colombiana de universidades (ASCUN)”.
http://www.anuies.mx/e_proyectos/pdf/04_Las_reformas_en_la_Educacion_Superior_en_mexico.pdf
Consultado 25 de octubre de 2010

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