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Resumen
Introducción
La crítica
En “Crítica de la Razón Pura” (2007), Kant plantea que la Critica es un
modo de pensar riguroso sobre el propio conocimiento, una crítica “de la
facultad de la razón respecto de todos los conocimientos”. Se trata de un
examen libre y público sobre los límites, extensiones y condiciones de
posibilidad de la razón misma. En este examen se encontrarían utilidades
positivas y negativas de la indagación analítica sobre fundamentos y principios.
En “¿Que es la ilustración?” (1994) sostiene que “la ilustración es la
liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la
imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro”. Vale decir que
la Ilustración se vincula al acto intencional de liberación de la tutela. Acto de
ilustración y emancipación de sí mismo. Es así que la crítica se relacionara a la
actividad racional libre y publica de emancipación del yugo tutelar de la
monarquía y de la iglesia.
En representación del racionalismo crítico. Popper propondrá entre sus
27 tesis que “Toda crítica es intento de refutación” (Popper et al: 15) En este
sentido la crítica, en tanto perteneciente al “quid juris” y al contexto de
justificación, será propuesta como criterio de demarcación entre ciencia y
metafísica. En otras palabras, para que una hipótesis sea científica deberá ser
accesible a una crítica objetiva, ser contrastable y refutable. El “órgano” de la
crítica estará constituido por la lógica deductiva.
De este modo el conocimiento será objetivo porque el método crítico lo
es. Pero, la objetividad nada tendrá que ver con la neutralidad valorativa del
científico, al contrario, planteara que “es imposible desterrar los valores extra
científicos del quehacer de la ciencia (…) El científico objetivo y “libre de
valores” no es el científico ideal. Sin la pasión la cosa no marcha, ni siquiera en
la ciencia pura” (Idem: 28). Por esto en su duodécima tesis sostendrá que lo
objetivo radica en la tradición crítica y en el carácter intersubjetivo de la
objetividad:
“Esa tradición que a pesar de todas las resistencias permite a menudo criticar
un dogma dominante. Expresado de otra manera, la objetividad de la ciencia no
es exclusiva de los diversos científicos, sino el asunto social de su crítica
recíproca, de la amistosa-enemiga división de trabajo de los científicos, de su
trabajo en equipo y también de su trabajo por caminos diferentes e incluso
opuestos entre sí. De ahí que dependa parcialmente de esa vasta serie de
relaciones sociales y políticas que en cuanto a tal crítica la hacen posible”
(Idem: 25)
“El pensamiento burgués está constituido de tal modo que en la reflexión sobre
su propio sujeto reconoce con necesidad lógica un Ego que se cree autónomo.
Es esencialmente abstracto, y su Principio es una individualidad tan inflada que
se toma a sí misma como fundamento del mundo o incluso como el mundo
mismo en general, y clausurada a todo devenir” (Idem: 243)
Según el autor:
“Y, al mismo tiempo, sean cuales fueran los placeres o las compensaciones
que acompañan a esta curiosa actividad de crítica, parece que comporta con
bastante regularidad, casi siempre, no solo una exigencia de utilidad que ella
invoca, sino también una suerte de imperativo más general que le seria
subyacente-imperativo más general aun que el de excluir errores. Hay algo en
la crítica que tiene parentesco con la virtud. Y de una cierta forma, aquello de lo
que quería hablarles, era la actitud crítica como virtud en general” (Ídem: 6)
Reflexividad
Antes del siglo XX, todo juicio sobre la ética se debía basar en los juicos
de la razón por sobre cualquier otro juicio. Con el devenir del tiempo esto se
puso en duda debido a que se comenzó a utilizar la razón como sinónimo de
ciencia; surgió la pregunta de si la ética normativa debía basarse únicamente
en la ciencia. Muchas veces se ha puesto en el centro de esta discusión el
progreso del conocimiento científico, todo sería ético mientras permitiese el
progreso de la ciencia. Sin embargo, la Antropología, al igual que el resto de
las ciencias sociales, al ser una ciencia que trata con un sujeto-objeto de
estudio tiene muchas inconvenientes para definir este problema.
Creemos al igual que Restrepo (2015) que, en la investigación
antropológica, la ética se presenta desde el inicio mismo de la investigación, y
participa en todo el transcurso de la misma. Entenderemos por ética, aquella
acción que implica escoger entre distintas alternativas y tomar decisiones en
base a algunos criterios (Jorgensen, 1969) o como aquellos principios que
deben guiar nuestra práctica asociada a la investigación (Restrepo 2015).
Jorgensen, diferencia entre ética normativa (esta es la que nos interesa
desarrollar) y meta ética, la primera asigna a las acciones y decisiones las
categorías de “bueno” o “malo”, “correcto” o “incorrecto”; la segunda se ocupa
de significado, función, o naturaleza de los juicios normativos y de los medios
para los cuales pueda justificarse.
Entonces ¿cuál sería la ética normativa en ciencias como la
Antropología? La ética en Antropología debería basarse únicamente en una
comprensión basada en las experiencias con nuestro prójimo, examinando la
conducta de los antropólogos en sus relaciones con sus sujetos de estudio,
colegas e instituciones (Jorgensen, 1969:3) Esta evaluación se debe dar a la
luz del ambiente social actual como así también pensando en el ambiente
social futuro. Es por ello que la ética se presenta como problema desde un
primer momento de la investigación hasta la culminación en un artículo para su
publicación, desde la elección de un tema de investigación y la planificación de
un proyecto de investigación, pasando por el proceso de “recolección de
información” (trabajo de campo), como finalmente en el momento de escribir un
artículo y su posterior publicación. Veamos cada uno de las fases del proceso
de investigación, y que implicancia tiene la ética en cada una de ellas.
Si se investigan cierros tópicos no es solo para que la ciencia progrese
sino porque deseamos hacerlo; porque no somos sujetos desinteresados. Pero
debemos conocer nuestros condicionamientos sociales y políticos, como así
también nuestra posición en el campo académico (Guber, 2011) y de allí
también la importancia de la reflexividad. Otra cuestión a tener en cuenta es
que no todos los fenómenos son pasibles de investigación en determinados
momentos, pues a veces no estamos capacitados para hacerlo. También
debemos prever que nuestra investigación no traerá consecuencias negativas
para las personas con las cuales decidimos trabajar. El conocimiento no debe
lograrse a cualquier precio (Kalinsky, 2011)
Ahora bien, el trabajo de campo implica dos instancias: la conversión de
nuestros sujetos de estudio en un “otro” con el fin de lograr cierta distancia
emocional, y por otro lado acercarnos a las categorías conceptuales y formas
de ver el mundo de ese “otro”. En consecuencia, el trabajo de campo implicará
estar “allí”; esa estancia, en la cual se construye el conocimiento, se puede dar
por dos alternativas según Kalinsky: estableciendo las formas y condiciones de
nuestra presencia en forma conjunta y acordada; o bien imponerlas desde
nuestro supuesto privilegio intelectual. Al ingresar al campo debemos dar a
conocer nuestros intereses en la investigación y la finalidad que tenemos. Ese
estar “allí”, es intervenir en la vida de quienes estudiamos, por lo cual dicha
intervención debe estar pactada, y no solo se pacta nuestro estar en el campo,
sino también los métodos que empleamos para construir conocimiento.
La realización de entrevistas, la observación, la participación y el registro
de cualquier “dato” a través de cualquier forma de registro debe pactarse. Este
pacto debe tener de forma explícita lo que Kalinsky (2011) denomina
“consentimiento informado”, entendido como aquel prerrequisito para lograr un
comportamiento adecuado en las instancias de trabajo de campo, en él se
debe constar la seguridad de quienes formar parte de la investigación, dar a
conocer los objetivos de la investigación, las formas en la cual será usado el
conocimiento generado, confidencialidad, anonimato, riesgos, eventuales
beneficios, así como la voluntad de participar y la libertad para retirarse en
cualquier momento o circunstancia. Cabe aclarar que este pacto es continuo y
cambiante por lo cual se debe actualizar las veces que fuere necesario.
Debemos mencionar que esta es una forma de investigar, otra seria por
ejemplo encubrirse u ocultarse para conseguir la “información” que fuera
necesaria para nuestro trabajo, esta es una forma poco ética y en realidad no
aporta demasiado ya que el conocimiento de lo social es un conocimiento co-
construido, en donde la cooperación y la participación es fundamental para
conocer desde la perspectiva de los “otros”.
Vale decir que el consentimiento informado se constituye en una clave
ético-metodológica para hacer más democráticos los resultados de la
investigación, pues nos limitara en lo que podemos escribir en nuestras
monografías. En ello el anonimato también se vuelve un problema central, la
información que podamos publicar no debe traer aparejado ningún peligro o
riesgo a quienes nos permitieron la estadía en el campo.
Conclusiones
Bibliografía