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CAPITULO IV.

CONCLUSIONES Y PROPUESTAS

El entorno socio-ambiental en el que se desenvuelven los estudiantes condensa y

sintetiza, en alguna medida, muchas de las situaciones que socialmente viven los jóvenes

en una sociedad como la mexicana. Las particularidades que le confiere a la vida de los

jóvenes el medio rural y las especificidades propias de una comunidad de usos y

costumbres, no dejan de reflejar que ese orden social histórico también es compartido por

buena parte de las comunidades: marginación y empobrecimiento crecientes.

Crisis social, económica y ambiental, es el abigarrado medio en el que subyacen no

solamente esos usos y costumbres que fueron la sedimentación del despotismo europeo

con la necesidad de los indígenas de reencontrarse con sus raíces, sino también esa

mezcla actual de pseudo-modernización globalizante con resabios de conocimiento

ancestral indígena que hoy –como ayer– busca simplemente vivir.

Al parecer, esos siglos de dominación que aún hoy siguen lacerando la vida indígena, a la

cual han orillado, por fin, a abandonar los últimos reductos que en comunidad pretendió

reencontrarse con sus raíces, actualmente han dado lugar a respuestas que muestran las

insuficiencias de una educación que ni cultiva los valores del espíritu humano, ni forma en

el marco de los ingentes problemas nacionales.

El marco institucional en el que están inmersos los jóvenes del medio rural,

particularmente la familia y la escuela, pero también los usos y las costumbres, las

prácticas de un municipio que se supone guía de la comunidad manifiestan que, en el

caso del seno familiar y la vida cotidiana, existe una actitud de despreocupación, de

escasa comunicación, en la que la relación entre padres e hijos muestra características de

inflexibilidad, de severidad e inclusive de agresión. Por eso, hasta es posible considerar


que en buena parte de las relaciones intrafamiliares existe violación a los derechos

básicos de los niños y jóvenes.

En el plano de las obligaciones como el trabajo al interior del grupo familiar, a los niños y

niñas desde muy pequeños se les exige el imperativo cumplimiento de una amplia gama

de deberes que involucran variadas responsabilidades y, por otra parte, les niegan el

mínimo derecho a efectuar sugerencias, dar opiniones, e inclusive transmitir parte del

conocimiento recibido en sus escuelas. En el mismo sentido, aún cuando tienen la

posibilidad de sugerir algo, el jefe o los jefes de familia siempre terminan haciendo las

cosas a su modo por el hecho de reconocer a los jóvenes como individuos irresponsable y

sin experiencia, lo cual da como resultado una abierta desigualdad entre los miembros de

la familia.

En el plano de las relaciones e interacciones con las instituciones educativas, existe la

certidumbre de que los jóvenes son enviados por sus padres para recibir una educación

técnica que le permita generar conocimientos para enfrentar los retos de la vida. Los

padres afirman que envían a sus hijos a la escuela para que pueda tener una vida mejor.

Pero al parecer ese deseo que depositan los padres en los alumnos se malinterpreta,

pues lo muchachos piensan que el hecho de tener acceso a una mejor calidad de vida

implica salir necesariamente de la comunidad y vivir lejos.

En relación con esa perspectiva de la educación como medio de superación personal, al

igual que la asistencia a la escuela, incluso los maestros buscan presionar a los

estudiantes cuando les amenazan diciéndoles que alumno que no estudia será un burro y

por tanto vivirá siempre trabajando en el campo.

Esto quizá sea una actitud negativa de parte de los profesores y de muchos que usan

esas formas para tratar de inducir a los estudiantes al aprovechamiento de su estancia en


las aulas. Es evidente que actualmente nadie garantiza que con la ir a la escuela se

logrará tener una calidad de vida mejor en el campo o en la ciudad. Tal vez por eso es

que los jóvenes cuando están en la escuela manifiestan que su objetivo primordial al

asistir a la escuela es “quiero salir adelante”, estudiar y salir a trabajar fuera. En cambio,

aquellos que alguna razón no alcanzan esa oportunidad de seguir estudiando, optan por

salir a trabajar fuera, en las ciudades o en otros países, en busca de esa calidad de vida

que el campo de la propia comunidad les niega y al mismo tiempo “salva” la necesidad de

no tener que vivir en un pueblo en el que harán los trabajos pesados por que no pudieron

estudiar.

Como producto del trabajo con los estudiantes y maestros, pudo entreverse, en una

realidad muy particular, la de las condiciones prevalecientes en la comunidad de San

Francisco Logueche, la “inadaptabilidad” del sistema educativo respecto a la formación de

una “conciencia ambiental” en la juventud indígena.

Esto es así, porque, por un parte, el currículo escolar está esencialmente asociado a las

condiciones de la vida urbana de aquellos jóvenes cuya lengua única es el español, pues

se trata de un currículo dirigido a jóvenes que actúan, piensan, reflexionan y transmiten

saberes utilizando el habla española. Por otra parte, para la juventud indígena el

acercamiento a las problemáticas ambientales es complicado, cuando en su realidad

cotidiana, actúan, piensan, reflexionan y transmiten saberes y sentimientos en su lengua

materna, pero aprenden las cuestiones tecnológicas modernas de producción en la

lengua española. De esta forma, se torna en extremo difícil la apropiación de esos

conocimientos, pues al menos en esta comunidad los alumnos hablan el zapoteco,

mientras que en las escuelas, solo hablan es pañol cuando se dirigen a las personas que

vienen de fuera (con los maestros) y el resto de su tiempo utilizan el zapoteco.


Ante esta problemática, en la entidad oaxaqueña se determinó que los mecanismos para

tratar esta barrera idiomática que nulifica los esfuerzos de acceso al conocimiento, pero

también la capacidad de los estudiantes para concretarlos en la realidad comunitaria,

deben descansar y proyectarse en una educación intercultural a la que se integren los

estudiantes desde la educación básica y hasta los niveles medio superior y superior. Sin

embargo se necesita la aprobación del gobierno federal para la creación y multiplicación

de este tipo de instituciones, pues en la actualidad operan algunas con recursos estatales

y por eso no se han podido expandir los planteles.

En cuanto al reconocimiento juvenil de su situación y posición, tanto en la familia como en

la comunidad, se entiende que a pesar de la situación de desigualdad existente entre los

miembros de la familia, los jóvenes se sienten satisfechos con ese modo de vida. Quizá la

falta de muestras de cariño y de reconocimiento que esperan de sus progenitores, de sus

representantes e incluso de los mismos mentores, es compensada –aunque pareciera

una contradicción– cuando el joven recibe un consejo paternalista autoritario, cuando por

imposición se induce a que vaya a la escuela, a las prohibiciones a las que se sometido y

las enseñanzas que reciben en la realización de los trabajos, porque para los jóvenes

estas formas de diálogo-enseñanza-orden-sometimiento, encierran los significados que

forman y conforman su ser social, lo que al mismo tiempo, a pesar de todo, refuerza los

nexos sentimentales con las personas de autoridad, con los guías.

En respuesta, aunque de inicio los jóvenes sientan la pesantez de las difíciles condiciones

en que se desarrollan sus primeros años de vida, la conflictiva aprehensión del modo de

vida intrafamiliar, la integración al trabajo en el campo, la imposición de los sistemas de

cargos y sus respectivos servicios, que pese a todo les forman como individuos

“responsables”; todo esto termina por hacerlos anhelar nuevos horizontes de vida; de
poder hacer sus estudios al nivel más alto posible, de realizar otras actividades en su

tiempo libre, de conocer y vivir en lugares diferentes al campo y, sin embargo, como una

necesidad de reencuentro con su raíz, su visión vuelca hacia su lugar de origen.

El hecho de poder vislumbrar la visión de mundo del joven indígena, en el marco de las

instituciones que los forman y con las cuales establecen sus relaciones vitales (gobierno,

religión, familia y escuela) ha hecho posible proyectar un acercamiento al conocimiento de

su realidad social, un torbellino de esperanzas, problemas y contradicciones que a partir

de algo que pareciera estar desligado de su vida y la multiplicidad de las aristas de toda

vida humana como lo son “los problemas ambientales”, mostró, sin embargo, las ingentes

problemáticas individuales y comunitarias de quienes en la cotidianidad de sus vidas,

proyectan el ser de eso que son los usos y costumbres en el cruce de dos milenios.

La percepción de los jóvenes es que el estado actual de la contaminación ambiental gira

en torno a la generación de basura, contaminación de ríos, aire, ruido y el suelo por la

generación de lixiviados del fertilizante y los residuos sólidos. Todo esto debido a que

ellos como alumnos reciben información de los medios de comunicación y en sus

escuelas, acerca de la situación que guardan los lugares de extrema contaminación. Sin

embargo, su percepción no da cuenta de que los desequilibrios en el nivel local y

comunitario se han derivado de alterar la vocación de la tierra y con ello se haya roto el

equilibrio de los ecosistemas.

Los problemas ambientales no se han generado debido a que continúan con sus antiguas

prácticas de extracción y aprovechamiento de los recursos naturales, ni que ese sea el

origen del problema, pues la los recursos naturales existentes en la comunidad solo

están cargando el peso de los efectos provocados por las actividades e intereses de los

hombres de poder.
Este es el escenario que prevalece tanto en el nivel global como local. ¿Cuáles son los

horizontes que alcanzan a entrever quienes son los principales protagonistas de esa

relación que se da en las aulas y que ha mostrado las peculiaridades con que unos y

otros miran el porvenir de los problemas ambientales, los profesores y los estudiantes?

Percepción de los alumnos acerca de los problemas ambientales según los


profesores de las escuelas de San Francisco Logueche
Los profesores que trabajan en la comunidad de San Francisco Logueche, piensan que el

grado de organización de los jóvenes es realmente impresionante, que pueden realizar

actividades en la escuela sin que intervengan los profesores o los padres de familia,

aunque en realidad no son totalmente autónomos, porque las actividades que organizan

son de carácter escolar para las cuales es necesario contar con la autorización de las

autoridades escolares y padres de familia, así como del padre o tutor de cada uno;

además, para iniciar la actividad, necesitan el financiamiento de los padres de familia para

la compra de materiales.

Los profesores cuentan que han tenido experiencias en las que los alumnos se encargan

de realizar presupuestos, de realizar las compras, y de hacer contrataciones para los

eventos de la escuela. Cuentan que aproximadamente, el 45% de los jóvenes mantiene

un interés hacia el cuidado del medio ambiente. Pero solos, casi es imposible que lleguen

a emprender acciones, sino que también necesitan de la ayuda de otros, de los adultos,

maestros y de las autoridades. Son pocos los que actúan sin importar lo que los demás

hagan, mientras que algunos alumnos esperan a que otros actúen para que ellos puedan

incluirse en algunas acciones.

En otros casos la mayor preocupación, a la edad promedio de 14 años, es la de tener

mayor actividad deportiva y descanso; por el estudio no existe mucho interés: respecto a
las habilidades para el aprendizaje, son un poco lentos pues la apatía reina en sus

pensamientos, una situación que no puede atribuirse al escaso o nulo dominio de la

lengua española, pues en la escuela se habla el zapoteco (aunque ya se analizó en

apartados que anteceden a esta, como las variantes regionales del zapoteco pueden

también significar una barrera para establecer una cabal comunicación).

Aquí lo que se trata es de buscarle alguna motivación para que los el alumno

encuentre el sentido a la escuela. Hasta el momento una de las formas en que

hemos impulsado esta motivación es a través del deporte. En años anteriores

teníamos pocos alumnos, 50 aproximadamente, para cuando implementamos las

actividades deportivas el número de alumnos llegó a los 70.

El caso de la comunidad de “El Bramadero” la prioridad de los alumnos de primaria y

secundaria es el deporte, lo que los une como grupos entre amigos, lo que los impulsa a

ir a la escuela, no la preocupación por aprender, puesto que son obligados por los padres

y las autoridades. “[…] Aquí en el pueblo estudiar la primaria y secundaria es obligatoria,

aquellos quienes no quieren estudiar o los padres de familia que no quieren enviar a sus

hijos a la escuela tendrán que pagar una multa de $10,000, pues eso fue lo acordado en

la reunión cuando llegó la telesecundaria. Sin embargo, aunque al principio los alumnos

son obligados, con el tiempo el deseo de aprender se va dando conforme adquieren el

sentido de responsabilidad y cuando terminan la secundaria algunos continúan

estudiando en otros niveles.

4.5.5 Propuestas de los jóvenes para el mejoramiento ambiental en San francisco


Logueche
Los jóvenes de esta comunidad opinan que además de una educación ambiental que

favorezca a toda la comunidad y a las poblaciones vecinas, se debe de continuar con las

acciones que se han venido ejerciendo (Figura 24). Consideran que creando leyes más

estrictas a nivel federal, se puede solucionar el problema ambiental en el país y que en

San Francisco Logueche se dictarán reglamentos en las que se obligue a las personas a

Figura 24. Propuesta de los jóvenes para la prevención problemas ambientales en


el país y en las comunidades

Fuente: Elaboración propia mediante trabajo de campo

proteger los recursos naturales.

También se hacen algunas propuestas en las que se imaginan que algún día las

autoridades pongan botes de basura en las calles para evitar la contaminación del suelo,

poner algunos letreros en los que se invite a las personas a cuidar las plantas y animales.

“[…]Organizarse para poner carteles que digan: no matar animales, no cortar árboles,

poner botes diciendo “deposite su basura”, sembrar árboles para que absorba el dióxido

de carbono. Decirle a cada persona que siembren un árbol”. Algo que, en esencia, es un
eslabón más de la conducta activista que requieren los jóvenes retomar, conducta que es

producto del aprendizaje en los espacios escolares y en los medios de comunicación con

el propósito de mejorar la comunidad.

“Para la contaminación del suelo yo pienso que no hay que utilizar fertilizantes ni cortar

árboles porque son los que detienen la humedad del suelo y no usar liquido o químico

para los sembradíos, no utilizar químicos para las plagas, y no tirar basura porque con el

tiempo contamina el suelo. Todo esto depende de nosotros si queremos ayudar a la

tierra”. Otra idea para proteger el medio ambiente de la comunidad es mediante el

retorno a las antiguas técnicas agrícolas, en las que se evite en su totalidad el uso de los

suplementos agrícolas, para hacer que nuevamente la tierra rebose energía y de salud.

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