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La gestión pública de las administraciones puede mejorar en el ámbito ambiental comprometiéndose con
la transparencia y la gestión transformadora desde nuevas visiones, implicando la participación ciudadana
en un marco de democracia deliberativa. A continuación esbozamos algunos de estos retos con ideas
sencillas para favorecer la sosteniblidad local.
Hay que aplicar medidas de ahorro, eficiencia y reutilización. Hay que establecer planes de utilización
eficiente y de ahorro de agua, así como de reutilización de las aguas residuales.
Hay que reconocer que para cambiar de hábitos colectivos y reducir la cantidad de residuos hay que
establecer programas de sensibilización no solo destinados a los ciudadanos, sino también a las empresas,
los establecimientos comerciales, etc. Una medida clave es potenciar el consumo cercano, ecológico y
responsable.
En cuanto al tratamiento de los residuos, primero hay que impulsar la minimización y la separación en
origen y la recogida selectiva en todos los ámbitos por parte de todos los actores (fabricantes,
distribuidores, ciudadanos y administraciones). Los puntos verdes o áreas de acopio de productos de
especial toxicidad es imprescindible.
Aceptar el cambio climático implica favorecer el cumplimiento del Protocolo de Kyoto sobre la reducción
de emisión de CO2 en la atmósfera como base para contribuir a la prevención del calentamiento global.
Una mejor calidad atmosférica también exige intervenir en:
- la reducción del ruido y de las vibraciones, ya sea con la información que aportan los mapas de
capacidad acústica o por los datos en tiempo real;
- desincentivar la generación de ruidos nocturnos, especialmente, en el ámbito vecinal;
- la reducción de la contaminación lumínica, electromagnética y de los olores.
Los municipios pueden impulsar una gestión del ciclo energético adquiriendo redes de transporte,
gestionando instalaciones productoras, fomentando la generación más descentralizada de energía y
minimizar las pérdidas generadas por la distribución.
El autoconsumo con energías renovables es una alternativa que la ciudadanía podría abrazar con más
fuerza si la administración municipal lo avalara, lo facilitara e hiciera pedagogía sobre el mismo. En los
edificios plurifamiliares, el autoconsumo fotovoltaico para los servicios comunes podría ahorrar muchas
emisiones de gases de efecto invernadero.
El municipio es la administración mejor preparada para combatir la pobreza energética. Para ello hay que
acompañar a la población de riesgo a que disponga de un suministro eléctrico adaptado a sus necesidades
y no a lo que las comercializadoras consiguen con su insaciable y perversa picaresca.
Hay que fomentar propuestas y pactos para que los desplazamientos cotidianos laborales y escolares,
sobretodo, provoquen los mínimos impactos posibles y se garantice la eficacia y la eficiencia. Promover
un modelo urbano compacto, integrado y multifuncional lo facilita.
Priorizar los medios más equitativos y sostenibles (ir a pie y en bicicleta o en transporte público) no es
complejo ni caro cuando se toman las medidas en términos de análisis respecto a los recursos individuales
(tiempo invertido) o colectivos (energéticos); o de recursos privados (precio del billete) o públicos (coste
de las infraestructuras) utilizadas.
Des de la administración pública hay que fomentar la responsabilidad ambiental de las empresas dando
cumplimiento a la legislación vigente y potenciando las herramientas y los mecanismos voluntarios en
materia ambiental, acompañando a las empresas en su aplicación.