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FRONESIS

Revista de Filosofía Jurídica, Social y Política


Instituto de Filosofía del Derecho Dr. J.M. Delgado Ocando
Universidad del Zulia. ISSN 1315-6268 - Dep. legal pp 199402ZU33
Vol. 21, No. 1, 2014: 85 - 96

La frónesis y la hibris* de los estudios


sobre mujeres
Eli Bartra
Universidad Autónoma Metropolitana
Xochimilco -México

Resumen
La sabiduría práctica que se desarrolla en el movimiento feminista y en los
estudios sobre las mujeres es el meollo de este texto. Se tratan algunas cuestiones
generales sobre los avances con respecto al sexismo en la academia, en torno a las
cuestiones que privilegian los estudios de género y a que quizá sea necesario, en
este andar, un poco de hibris entendida como desmesura.
Palabras clave: Feminismo, academia, derechos de las mujeres, género, sabiduría
y desmesura.

Phronesis and Hybris in Women’s Studies

Abstract
The practical wisdom that develops in the feminist movement and in
women’s studies is the core of this text. Some general questions about advances re-
garding sexism in academia concerning questions that favor gender studies are
treated, regarding which, perhaps a bit of hybris, understood as immoderation, is
necessary at this stage of the journey.
Keywords: Feminism, academia, women’s rights, gender, wisdom and immoderation.

* Sabiduría práctica y desmesura

Recibido: 03-12-2013  Aceptado: 06-02-2014


Eli Bartra
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1. Introducción
Cuando en un ayer de los años 70 me invitaron –creo que por prime-
ra vez– a dar una conferencia en una universidad, en la Paz, de Baja Cali-
fornia Sur, lo pensé tantito, y dije que no iba. Me horrorizaba la idea de la
institucionalización del feminismo. Sin embargo, en otro ayer un poco más
cercano, hace 30 años nada más, ya estábamos por crear –justamente la
universidad en la que estoy, la Universidad Autónoma Metropolitana-Xo-
chimilco– lo que fue el área de investigación Mujer, identidad y poder que
aún existe. Resulta bastante impresionante para mí que cuando me refiero
a estos ayeres, ya se cuenten por décadas, por varias décadas.
El movimiento feminista, en sus inicios en México, y en otras partes,
fue muy audaz, pero poco sofisticado, poco complejo, más bien un tanto
simple. El pensamiento que lo acompañaba también era bastante sencillo.
Hoy en día, tras varios lustros y décadas, el movimiento se ha desarrollado,
pero no se ha complejizado mucho, aunque desde luego se ha enriquecido
y crecido, pero lo que es el pensamiento ha llegado a unos niveles de com-
plejidad y de sofisticación enormes. Si el movimiento ha crecido y se ha di-
versificado, esto mismo en el pensamiento (la investigación académica in-
cluida) ha sido inmenso, pienso que ha llegado mucho más lejos el pensa-
miento que la acción.
Después de haber rechazado la institucionalización del feminismo en
la academia, poco a poco me percaté de que era una buena manera de ase-
gurar la sobrevivencia (por un tiempo, claro) y, con suerte, de lograr una
forma de continuidad del feminismo. Y, cómo son la cosas ¡hoy en día has-
ta me siento como policía del género dentro de la institución! Siempre vigi-
lante en cuanto a las cuestiones en las que hemos avanzado en la academia
y, tratando de ganar más terreno, de ir cada día más lejos; y he ahí que,
además de exigir cambios en un sinnúmero de aspectos dentro de las insti-
tuciones, (lo cual resulta agotador y bastante frustrante) queremos tomar la
ley en nuestras propias manos, como los campesinos que defienden sus co-
munidades frente a la violencia, se arman y toman la ley -el orden y la se-
guridad- en sus propias manos. Siempre que estamos presentes en un acto
o en alguna actividad universitaria, los profesores y algunas profesoras
procuran prestar atención a su lenguaje, por ejemplo, pero en cuanto no
estamos vigilantes, actúan como antes, como siempre. Todo ello se inscri-
be, indiscutiblemente, dentro del campo de los derechos de las mujeres
dentro del quehacer académico.
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Se ha avanzado en que las cuestiones de género (que no siempre de


mujeres necesariamente) se tomen más en serio. Hemos tenido que traba-
jar el doble para obtener lo mismo, eso sí.
Me pareció muy importante hace tres décadas, abrir áreas de investiga-
ción sobre las mujeres, y creí fundamental crear espacios de docencia por-
que –bien sabemos– éste es un campo mucho más rezagado que la investiga-
ción en cuestiones de género; todo ello, a pesar y a sabiendas de que repre-
sentaba la institucionalización del feminismo, de una parte del feminismo.
Ahora bien, había (y hay) la posibilidad de crear estudios de licencia-
tura, pero nosotras en nuestra universidad optamos por los de postgrado,
sin dejar de inmiscuirnos en todas las licenciaturas que podemos. Conside-
ro que es más fructífero que se aterrice en estudios de la mujer teniendo
una formación disciplinaria, que obtener “la disciplina” o mejor, la multi-
disciplina de entrada. Pero ésta es una cuestión siempre debatible.
Mientras la consideración de que en este mundo existen los géneros,
diversos, aparte del masculino, organizados de manera jerárquica será
también necesario que existan los centros, programas, grados y postgrados
en estudios de la mujer. Mientras no exista una igualdad entre los géneros,
serán necesarios los estudios de la mujer y si así se desea de los hombres en
tanto hombres, de las masculinidades. Deben de existir los espacios perti-
nentes para el estudio de las mujeres en todo su vasto ser y quehacer en el
mundo, así como los espacios para los estudios de las masculinidades, los
transgénero, transexuales y demás, sin que necesariamente se tenga que
compartir el mismo espacio. Estoy plenamente consciente de que éste es
un tema polémico ¿son los LGBT géneros o son sexualidades diversas ele-
gidas o no elegidas? Los estudios de las mujeres son nada menos que el es-
tudio de la mitad de la población (+1) ¿se requiere, además, estudiar a los
varones en tanto hombres en el mismísimo espacio y la diversidad de se-
xualidades de todos los géneros?
La gran lucha es justamente para que en un futuro no muy lejano es-
tos estudios sean absolutamente innecesarios pero, hoy por hoy, ese mo-
mento no ha llegado. Por ello, la academia, como punta de lanza del traba-
jo intelectual en nuestra sociedad DEBE integrar los estudios de las muje-
res o de género en la mayor cantidad de espacios posibles, mientras más
mejor. No es cuestión de que porque en una universidad existe una maes-
tría en estudios de la mujer no deban de crearse en todas las universidades
que se pueda. Mientras más centros y programas existan mucho mejor,
más rápido avanzaremos. No se trata –como nos han enseñado a pensar–
que se va a dar una competencia, que nos tenemos que “pelear” el “merca-
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do” potencial. De ninguna manera. Justamente porque no se trata de com-


petir, por medio del diálogo es preciso llegar a acuerdos, incluso en cues-
tiones de índole práctica. Es más que necesario establecer diálogos, mirar-
nos y escucharnos, para crear puentes… saber qué se está haciendo en las
diversas academias en los distintos países de América Latina y el Caribe.
Por lo que se refiere al proceso de enseñanza/aprendizaje la posibili-
dad, que es por la que optamos nosotras, pero no es la única, es la creación
de estudios de postgrado. Otra posibilidad, fundamental, a mi modo de
ver, es la creación de cursos en todas y cada una de las licenciaturas tanto
de las ciencias sociales como de las humanidades y las ciencias otras. Esto es
algo que se encuentra absolutamente subdesarrollado. Cuando hay alguna
docente que se interesa en las cuestiones feministas, se imparten dichos
cursos, cuando no, nada de nada, simplemente desaparece la temática.
La ya archifamosa transversalidad de género supuestamente aplicada
en las políticas públicas, debería de ser una realidad en la academia. Lo cual
significa que las cuestiones de género en específico del género femenino, de-
berían de estar presentes a lo largo y ancho de cada institución y en todas las
instituciones de educación superior. Nada más lejos de la realidad.
Pienso firmemente que el interés por la condición de las mujeres de-
bería de estar presente en las políticas universitarias para que desde ahí
permearan toda la vida académica y académico-administrativa. Esto signifi-
ca que se contemplara la creación de centros y programas de estudios de la
mujer no solamente desde abajo sino que también fuera un interés desde
arriba, desde los órganos rectores y que en lo académico-administrativo el
lenguaje de las universidades se generizara de una vez y para siempre; y,
por supuesto, que el conocido techo de cristal se estrellara. El lenguaje,
todo en masculino, es tan endémico, tan interiorizado, se concibe siempre
todavía neutro abarca siempre a dos géneros, sin que sea necesariamente
así, ésta es una de las cosas bien difícil de erradicar. No hay solamente
profesores, coordinadores, asesores y, por lo mismo, ya sabemos que nues-
tras egresadas son todas: licenciados, maestros y doctores… En ocasiones se lo-
gra cambiar este asunto de los títulos, pero en otras cosas, no se avanza
considerablemente. El lenguaje es fundamental, es un producto de estruc-
turas muy profundas y estructurantes a su vez. De ahí que sea tan dificulto-
so alterarlo. Y de ahí también, que no sea un asunto de poca monta, de
poca importancia, sino que es crucial su modificación, su generización con-
lleva a un cambio de mentalidades.
Es preciso no olvidar que la creación de centros y programas de estu-
dios de la mujer, o incluso de postgrados, es también una forma de mante-
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ner en el ghetto estos estudios, de encapsularlos y marginarlos. En efecto,


eso se intenta que suceda con suma frecuencia. Sin embargo, si bien la
marginación de estos programas puede ser un peligro, también es cierto
que desde esos “bastiones” se puede ir nadando en múltiples direcciones y
floreciendo. Es fundamental que para lograr algún día la igualdad (nótese
que utilizo la noción de igualdad y no equidad) entre los géneros se con-
temple la desigualdad actual. Es necesario conocer los problemas que
aquejan a las mujeres para poderlos resolver, por eso y para eso hay que
estudiar, para llegar más y más profundo.
Las políticas universitarias sensibles a los derechos de las mujeres,
son importantes, son necesarias, pero los estudios, el conocimiento (y su
transmisión) es imprescindible. Las primeras pueden facilitar lo segundo,
de hecho para eso existen. Pero las políticas universitarias no se transfor-
marán si no hay gente en la academia que las haga cambiar.
Las universidades en varias partes de la región latinoamericana están
siendo cada vez más empujadas a que se contemple abrir espacios para es-
tas temáticas, a menudo por factores externos como las academias de algu-
nos países desarrollados y organismos internacionales que intentan ser in-
cluyentes con la problemática de las mujeres.
Es más que obvio que las tareas fundamentales en la academia, son la
docencia, la investigación y la difusión, por lo tanto, los centros y progra-
mas de las mujeres o de género deben atender estos tres aspectos, pero con
la enorme diferencia de que en nuestro caso, no se pierde la mira que es
siempre la transformación de las condiciones de vida de las mujeres en to-
dos y cada uno de los rincones de su existencia social y personal, interior y
exterior, en sus cuerpos materiales e inmateriales. El estudio, el conoci-
miento tiene una finalidad, si se quiere, bien determinada, bien clara. Aho-
ra bien, las prioridades de lo que se enseña, se investiga o se difunde han
ido variado a lo largo del tiempo. Lo que en un momento se prioriza en
otro pasa a un segundo plano y así, a menudo en concordancia con algu-
nos de los intereses del movimiento feminista, de la práctica política.
Sin embargo, lo que no ha variado a lo largo del tiempo es la necesi-
dad año tras año, investigación tras investigación, curso tras curso, la impe-
riosa necesidad de justificar la importancia de estos estudios. Cierto es que
en cada investigación que se realiza hay una parte que se llama, precisa-
mente, justificación. Pero, en el caso de las instancias universitarias, los cur-
sos, las investigaciones, los postgrados y los centros o programas de estu-
dios sobre las mujeres hay que justificarlos con mucho más ahínco. Si se
pretende abrir un postgrado sobre derecho penal nadie va a exigir que se
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justifique a fondo, la importancia como que va de suyo, no así con un post-


grado en estudios de las mujeres o de género. Éste último, de género, lo
sabemos bien, pasa bastante más fácilmente, es más “neutro”, o incluyente
si se prefiere, los dados aparentemente están menos cargados hacia algo de
poco monta como son las mujeres o demasiado político como el feminismo.
Como decía al principio nos ha costado mucho trabajo ir legitimando
estos estudios en la academia. Llevamos en la UAM-X 30 años, la maestría
cumplió ya 15 años y muchos más (desde 1989) en que se crearon los pri-
meros diplomados y luego una Especialización. Tuvimos que pasar de ser
la “bola de viejas locas” ¡y no éramos viejas entonces! a ser reconocidas con
una cierta legitimidad como un programa de excelencia. En un reducido
espacio universitario hemos adquirido algo de respeto, pero en cuanto sali-
mos de ese ámbito, la pregunta inmediata es ¿estudios de la mujer? ¿qué
estudian ahí, cocina, corte y confección o qué? De ahí tal vez también que
al optar por estudios de género se evite este asunto.
La violencia hacia las mujeres ha existido desde… ¿siempre? Sin em-
bargo, es hoy en día cuando se estudia y se investiga prioritariamente, se-
guramente los monstruosos y reiterados feminicidios han sido parte de la
razón En cambio, los derechos de las mujeres, como tales, como derechos
humanos, se estudian relativamente poco.
Otro gran tema que se investiga hoy en día es el cuerpo de las mujeres
desde múltiples ángulos. Ésta, desde luego, no es una temática totalmente
nueva ya que desde los años 70 se viene contemplando, pero quizá no había
tenido tanto auge como hoy en día. A riesgo de dejar cuestiones importantes
fuera, creo que la tríada privilegiada en los estudios feministas es: violencia,
cuerpo y política (o lo político). Casi todo lo que se investiga tiene que ver
con uno o varios de estos campos. Pero, en su gran mayoría no se trata de
reflexiones teóricas sobre estas temáticas sino de trabajos empíricos.
Es, sin duda, en el terreno de las ciencias sociales, la antropología, la
sociología y de algunas humanidades como la psicología y la historia en
donde más trabajo se está haciendo desde el feminismo. Muy escaso es aún
en la filosofía, en la estética prácticamente nada, en la ética y la moral un
poco más y el resto de las disciplinas se encuentran apenas salpicadas por
el interés en esta temática, las mujeres y las relaciones entre los géneros, o
este enfoque, el feminista.
A riesgo de seguir en un esquematismo indeseado, quisiera señalar
que también en el campo de las artes visuales vinculadas al feminismo hoy
en día aparecen estos tres temas (violencia, cuerpo, política) como los privi-
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legiados, que de ninguna manera los únicos. Y bueno, el aspecto político es


más que evidente que tendrá que estar presente en cualquier enfoque fe-
minista, puesto que el feminismo es, por definición, entre otras cosas, una
filosofía política.
Es importante insistir, sin embargo, que lo que se ha hecho y se hace
es fundamentalmente investigación empírica, estudios de caso. La parte re-
flexiva y de teoría ha quedado un tanto rezagada. Esto puede tener varias
razones o explicaciones. Una de ellas (que no la primera) es porque dentro
del movimiento feminista, por mucho tiempo, se despreció la teoría y se
privilegiaron los trabajos que se enfocaban a “descubrir” aspectos de la rea-
lidad social, cultural, corporal, en aras de comprender mejor las condicio-
nes concretas de vida de las mujeres.
Por ejemplo, la teoría queer halla bastante subdesarrollada en América
Latina, no avanza significativamente, de la misma manera que tampoco
avanza la teoría en los estudios sobre masculinidades. Y, sin embargo, ha
evolucionado en un terreno poco esperado: se está desarrollando en Brasil
en la teología (siguiendo a una autora argentina que vivió en el Reino Uni-
do, como Marcella Althaus-Reid (Teología indecente). Ésta teoría queer es, a
su vez, un producto del impulso de la teología de la liberación, de la teolo-
gía feminista que ha tenido un cierto florecimiento en el Cono Sur. Desde
la teología feminista en general y la teología queer, en especial, se puede in-
vestigar cualquier aspecto de la realidad, por ejemplo, los cuadros de Frida
Kahlo… la teología feminista y queer es la metodología utilizada en diversas
investigaciones en Brasil, en concreto sobre educación y sobre artesanado,
que se ancla en la sospecha, como noción cardinal.
En Francia, para poner otro ejemplo, lo que se está haciendo más es
teoría (ellas siempre han sido más teóricas que las anglo-sajonas) y en espe-
cial han creado la teoría radical queer o lésbica. Con trabajos como los de
Virginie Despentes, (teoría King Kong) Viólame, libro y película. Ellas se
dedican, en cierta manera, a lo que ya han sido muy proclives que es a épa-
ter les bourgeois, a provocar, a escandalizar a las clases medias, a la burgue-
sía. En este caso con palabras fuertes, muy brutales y crudas, que se refie-
ren a hechos también muy fuertes como la violación. La transgresión y las
malas palabras se muestran a flor de piel. Lo feo, lo grotesco, las putas, son
su quehacer reflexivo. “Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas,
las camioneras, las frígidas, las insatisfechas, las que nadie desea, las histéri-
cas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena mu-
jer.”(Despentes, en línea).
Eli Bartra
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Dentro de la misma veta también tenemos los textos de la española It-


ziar Ziga, (Devenir perra) una feminista subversiva que escribe sobre las pe-
rras malas, las zorras… “soy una zorra vasca feminista radical malhablada
anfletaria.” (Ziga, 2009: 19). Para ella las personas cercanas y que le inte -
resan por política y por placer son las que nombra así: “Ahora en Barcelo-
na, en mi comunidad de perras y demás animalillos, estamos las bollas, las
maricas, las y los transgénero, las heteras insumisas, los chicos que no quie-
ren ser machos, todas entrelazadas”. (Ziga, 2009: 80-81).
Hay que recordar a las “Riot Grrrl” de los 90 del siglo pasado, en los
Estados Unidos un movimiento punk rock feminista oculto o clandestino
(underground), pero poco sabemos de éste porque no apresaron a nadie.
Todos estos son los antecedentes de una manifestación asimismo bastante
sui generis del feminismo en Rusia con el grupo “Pussy Riot” que a princi-
pios del 2012, irrumpió en la escena política rusa. Se trata de feministas en
revuelta (riot) que se manifiestan por medio de performances en lugares
públicos como calles, azoteas, plazas o dentro de la catedral. Quieren com-
binar arte y política, muestran el enojo ciudadano contra Putin, dicen que
hay que matar a sexistas, conformistas y putinistas, pero no usan métodos
violentos; se manifiestan contra el régimen autoritario y su excesivo nacio-
nalismo, contra la estrecha relación iglesia-Estado, por medio de metáforas
como Dios-mierda “It’s God shit”, pero aclaran que lo que es mierda no es
Dios sino la relación iglesia- Estado, critican la ausencia de mujeres en la je-
rarquía eclesiástica ortodoxa y al patriarca que está en el altar; su expre-
sión artística es a base de música punk, puñetazos y patadas en el aire.
Mezclan de manera un tanto ecléctica esa música horrenda de los años 70,
con palabras contra el sexismo y el autoritarismo del Estado y la iglesia ru-
sas, pero ellas vestidas de colores chillantes, casi fosforescentes, a la moda
del 2012, usan pasamontañas –como las neozapatistas de Chiapas–, aunque
también de colores brillantes y no llevan tatuajes ni perforaciones. Son un
grupo radical, autónomo, que pretende hacer mucho ruido, y lo han he-
cho, han captado la atención mundial porque tras el performance en la ca-
tedral de Moscú apresaron a tres de ellas y dos estuvieron presas un par de
años y reaparecieron en las olimpiadas de invierno de Sochi 2014 en don-
de las volvieron a apresar. En cierta manera usan algunas de las tácticas del
feminismo de los años 70 europeo (italiano en particular), norteamericano
e incluso el de la ciudad de México con acciones como las quemas de bra-
sieres pero, sobre todo, con las obras de teatro callejeras y las canciones
con letras feministas. La combinación de arte y política de pocas mujeres
en la calle, puede hacer mucho escándalo 1.
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Ahora bien, justo es decir que las rusas se han inspirado, sin duda,
también en la postpornografía española y de otras partes. Concretamente
en 2008 se realizaron unas jornadas en el País Vasco (Arteleku) coordina-
das por Beatriz Preciado, en donde estuvieron presentes Annie Sprinkle y
Elizabeth Stephens. Bajo la influencia de Michel Foucault, Judith Butler y
Linda Williams esta corriente postpornográfica o feminismo porno punk
“explora la pornografía como una de las tecnologías biopolíticas de pro-
ducción y normalización del cuerpo, del género, de las sexualidades y del
placer…” (Feminismo Porno Punk, 2008, en línea) 2.
Se trata, a todas luces, de una vuelta de tuerca del feminismo, de nue-
vas propuestas del feministas autónomas; son una variante, con similitudes
entre sí, quizá un ir más lejos, del feminismo que conocíamos, y que mere-
ce entenderse bien.
En un lugar como los Estados Unidos, se desarrolla el pensamiento
feminista hacia mil destinos, incluido en el campo del arte, pero no así en
el del arte popular. Ese sigue siendo un páramo que no interesa demasia-
do a las feministas de los países desarrollados y poco en nuestros países.
La estética feminista, en cambio, se ha desarrollado pero, en general,
me parece bastante aburrida, es un terreno que aparece muy infranquea-
ble, obtuso incluso, pero en algo se ha avanzado en ciertos países, sobre
todo en los anglosajones. Me parece que el trabajo desde la historia del
arte feminista resulta más sugestivo, más audaz, que lo que se hace desde
la estética feminista.
El pensamiento feminista en el mundo entero se ha extendido enor-
memente, la labor investigativa, poco o mucho, se halla en prácticamente
todos los rincones del quehacer académico. Sin embargo, repito, particu-
larmente en América Latina y el Caribe, la teoría feminista se halla un tan-
to subdesarrollada puesto que durante décadas se han priorizado las inves-
tigaciones de caso, las investigaciones empíricas. Se ha creído que este tra-
bajo era prioritario para las mujeres en una región con tantas carencias.
Había que abocarse a solucionar problemas concretos de la manera más
expedita posible. Al mismo tiempo, en ciertas disciplina como la historia o
la historia del arte se priorizó el relleno de los huecos que la historiografía
androcéntrica había dejado, es decir, la ausencia de las mujeres. La tarea,
luego entonces, ha sido la del rescate para incorporar a las mujeres que se
hallaban ausentes. Pero ésta también es una tarea “empírica” de ir sacando
a la luz lo invisible, o mejor, lo invisibilizado, pero que ahí está. Esta tarea
de visibilización ha sido lo que ha dominado el quehacer feminista en las
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últimas décadas en muchas disciplinas. No es así, como señalaba, en otras


partes del mundo.
En el terreno de la metodología también ha sido poco fructífera la in-
vestigación y la discusión, en nuestros países. Las feministas se han mani-
festado, en general, bastante timoratas frente a esta temática. En los países
de lengua inglesa, las discusiones en torno a cuestiones metodológicas fe-
ministas cobraron bastante impulso y pienso que se avanzó un gran trecho.
No así en español, ni en América Latina ni en la península ibérica esta te-
mática ha tenido gran relevancia. Algo se ha publicado, pero la inmensa
mayoría se aboca a discutir cuáles son las técnicas (que no los métodos) de
investigación más adecuadas para los estudios sobre las mujeres y se estan-
can en repetir al infinito que las investigaciones cualitativas (sin profundi-
zar en ello) son lo máximo para este campo de estudios y no más. Lo cual,
dicho sea de paso, no es enteramente cierto.
Esto recuerda que cuando el feminismo “descubre” algo se casa con
una idea de una vez y para siempre y difícil resulta la modificación. Es como
el añejo y ya obsoleto debate en torno al llamado feminismo de la diferencia
y el feminismo de la igualdad, que nunca existieron tal cual. Pero había que
optar por uno o por el otro a cualquier costo. Esa discusión, contribuyó, en
cierta medida, a empantanar el pensamiento feminista, la teoría. Los ecos de
ese falso dilema, esa falsa dicotomía, llegan hasta nuestros días y, a veces,
tienden a paralizar el pensamiento porque se encasillan las ideas en ese mar-
co. Otra obsesión que ha sellado y, en cierta manera, frenado al pensamien-
to feminista a partir de la década de los 90, ha sido el fantasma del esencia-
lismo. Sólo ha creado desorientación, miedo e incluso parálisis.
El movimiento feminista aquí y en otras partes, le ha tenido animad-
versión a la teoría, –con y sin razón– casi siempre ha reaccionado negativa-
mente ante el feminismo en la academia. Será por la idea de que las pensa-
doras se hallan sentadas en una especie de Olimpo con una corona de lau-
rel, de espaldas y alejadas de la realidad social. Y sólo como un pequeño
ejemplo escuchemos a Sandra Álvarez, una feminista afrocubana que afir-
ma cosas bien interesantes con respecto al feminismo en la academia en
Cuba hoy en día;
“Sí, sigue siendo blanco y elitista, que me perdonen las compañeras. A
veces tú lees sus investigaciones y ensayos y tú dices: ¿de qué mujer cuba-
na estamos hablando? Y yo pienso que es un feminismo conservador.
Todo lo reducen a que las mujeres en Cuba somos el 67% de la fuerza
técnica, que todas sabemos leer y escribir, somos técnicos medios universi-
tarios, todas tenemos derecho al aborto, al sufragio desde hace muchísi-
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mo tiempo… Pero luego hay temas como el de la prostitución que ni se


debaten. En relación a las lesbianas he percibido cierta actitud de lásti-
ma: Pobres, son diferentes, yo las acepto, es un fenómeno que hay que te-
ner en cuenta… Pero es otro fenómeno. En los estudios de género ape-
nas se habla de sexualidad, y cuando se habla todo es relativo a las mu-
jeres heterosexuales: las lesbianas y bisexuales no existen. Y sigue sin tra-
tarse el tema racial” (Álvarez, 2012: en línea).
Como corolario de esta crítica o rechazo –que se manifiesta de mu-
chas maneras– hacia el feminismo en la universidad, se habla con frecuen-
cia de las vacas sagradas. En general las tales vacas sagradas están en las
academias (aunque no siempre) pero se hallan indefectiblemente ligadas al
pensamiento. Una activista de pura cepa no llega seguramente nunca a ser
vaca sagrada. Es una suerte de ritual: se inventan las vacas sagradas (cual
caballos de Troya) para luego dedicarse a desacralizarlas!
Ahora bien, preciso es reconocer que lo que ha ofrecido el pensa-
miento feminista occidental en términos de teoría tiene ya una enorme ri-
queza: sólo a modo de recordatorio se ha tejido en torno a categorías tales
como: mujer y mujeres de muchos modos y desde los más diversos enfo-
ques; patriarcado; sexismo y androcentrismo; desde luego género y dife-
rencia sexual. Igualdad, diferencia, paridad, equidad entre los sexos ¿o los
géneros? Se ha explorado también la posibilidad del ginecocentrismo. En
realidad, la riqueza que existe en el campo de los estudios de la mujer en el
mundo es ya muy vasta en distintas disciplinas.
En el estudio de la creación artística, que es el que me interesa parti-
cularmente, se ha ido profundizando en las múltiples y complejas formas
de creatividad de las mujeres a lo largo de la historia, a pesar del fantasma
del esencialismo. Existe, sin duda, gran renuencia todavía a ver un mundo,
nuestro mundo, en femenino (incluida la ciencia misma y el arte en feme-
nino), pero hay también una buena dosis de terquedad en el quehacer
práctico, así como en el investigativo y teórico pero pienso que hay que ser
más audaces, no hay que tener tanto miedo a equivocarnos, es necesario
explorar cuestiones cuya existencia se intuye, pero no nos lanzamos a su
búsqueda de manera intrépida. Será quizá preciso pasar de la frónesis a la
hibris, es decir, de la sabiduría práctica a la desmesura. Se nos ha tachado
de brujas, de putas de… santas si conviene, sigamos, pues, siendo brujas,
adivinas, sabias, sigamos en un aquelarre a nuestro antojo, sigamos…
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Notas
1. Ver el excelente documental de la BBC “Pussy Riot. A Punk Prayer” de Mike
Lerner y Maxim Pozdorovkin.
2. “Feminismo Porno Punk”, 2008.

Lista de Referencias
ÁLVAREZ, Sandra (2006). Teoría King Kong Despentes, Virginie., Barcelona, Me-
lusina, 2006. Disponible http://gentedigital.es/comunidad/june/2012/12/23/
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_____________________ (2001). Fóllame, Barcelona, Mondadori.
FEMINISMO PORNO PUNK. http://girlswholikeporno.com/2008/06/18/feminis-
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ZIGA, Itziar (2009). Devenir perra, Barcelona, Melusina, (Baise-moi, 1999).

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