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Pese a que nivel práctico resulta más sencillo y viable comenzar un colmenar en
convencional y posteriormente realizar la transición a ecológico (si no se tiene experiencia
a la hora de practicar la apicultura y luchar contra las plagas) aquí no pensaremos en
términos de ese proceso sino como si intentáramos empezar con una explotación de
apicultura ecológica directamente. Por lo tanto debemos tener en cuenta diversos factores
normativos a cumplir que aparecen por ejemplo en el RCE 834/2007, guía para la
certificación de ganadería y apicultura ecológica o en los reglamentos del COPAE:
4- Entorno de los colmenares: deben elegirse el sitio de forma que en un radio de 3km
las fuentes de néctar o de polen sean fundamentalmente producidos por cultivos
ecológicos o silvestres que no hayan sido tratados mediante métodos que causen impacto
medioambiental, siempre y cuando haya floración y los colmenares no estén en reposo.
5- Materiales de las colmenas: tienen que estar hechas de materiales
fundamentalmente naturales, en especial madera y no compartan riesgos de
contaminación para el medio ambiente ni para los productos de las abejas.
– La cera ha de provenir de unidades de producción ecológica salvo cuando en
conversión: a) no haya disponible en el mercado suficiente cera ecológica. b) si se
ha demostrado que está libre de sustancias no autorizadas. c) si procede de
opérculos.
– Los productos zoosanitarios autorizados son el propóleo, la cera y los aceites
esenciales y queda prohibido el uso de repelentos químicos sintéticos durante las
operaciones de recolección de la miel y la recolección de paneles con crías.
7- Operaciones con las abejas: está prohibido mutilar a las abejas de cualquier forma o
cortarle la punta de las alas a la abeja reina.
9- Estado sanitario: Los alojamientos, recintos, equipos y utensilios tienen que limpiarse
y desinfectarse adecuadamente para evitar infecciones. No está permitido el uso de
medicamentos veterinarios alopáticos de síntesis química o antibióticos en los
tratamientos preventivos y además solo podrán protegerse los marcos , colmenas y
panales con los productos del Anexo.
– en casos críticos, si enferma un panal o enjambre debemos tratarlas
inmediatamente y llevarlas a una colmena de aislamiento/cuarentena. En esas
colmenas aisladas se podrá utilizar medicamentos de síntesis pero esa misma
colmena deberá pasar el periodo de un año de conversión tras el tratamiento.
Para tratar, limpiar y esterilizar los materiales con los que trabajaremos:
hipoclorito de sodio (lejía líquida). - sosa y potasa cáustica. - ácido cítrico, paracético,
fórmico, láctico, oxálico y acético, ácido nítrico y fosfórico para los equipos de lechería. -
jabones de potasa y sosa. - peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) y alcohol. - esencias
naturales de plantas. - cal, cal viva y lechada de cal. - formaldehído. - carbonato de sodio
Desde antaño Andalucía, Castilla y León y la Comunidad Valenciana han sido los tres
espacios más productores de miel de toda la península y la península en sí misma es la
mayor productora de miel de Europa, lo cual es de considerar teniendo en cuenta la
decadencia de la práctica apícola debido al abandono y al cambio de modo de vida de los
últimos tiempos así como el importante diezmo de las abejas, esos animales esenciales
para la vida, debido a la desafortunada e irresponsable inclusión de neonicotinoides y
otras sustancias químicas tóxicas para ellas en su medio natural.
Sierra Nevada-Alpujarras: tradicional e histórica zona apícola, Lanjarón y Ugíjar son las
poblaciones con más colmenares de la provincia. Muchísima flora propia y unas
combinaciones inéditas en otras zonas, se dan producciones de: tomillo, romero,
cantueso, espliego, salvia ajedrea, castaño, frutales. Se suele vender como miel de la
sierra, multifloral con predominio de castaño.
Los Montes: También ha sido una zona tradicionalmente apícola, las sierras donde se
suele trabajar son las Sierras de Arana, Parapanda y Huétor donde se obtienen romero y
espliego; en las zonas llanas son importantes los cultivos de girasol.
El valle de Lecrín: como se sabe, en este valle protegido de los vientos se planta mucho
el olivar y los cítricos, siendo el azahar la melífera más desplegada y de la que toman su
polen y néctar las abejas.
La Vega: como es un terreno principalmente usado para los cultivos hortícolas no existe
lo que pudieramos llamar una flora melífera autóctona, salvo en los casos de las sierras
de Alhama, Loja y Madrid, donde predominan el romero y el tomillo.
La Zona Norte: en estas sierras frías se da poca variedad floral, con muchas zonas
áridas y en proceso de desertificación, sin embargo los montes tocantes con Huéscar
producen una famosa miel de tomillo y romero muy reconocida.
La Costa: comprende la franja litoral de Granada y sus sierras aledañas (Albuñuelas, Los
Guajeres, Almijara), donde son abundantes los tomillos, romeros y ajedrea. Hay que tener
muy en cuenta que ha sido una zona muy transformada por los cultivos frutícolas como el
níspero, el mango, el aguacate y la chirimoya con lo que sus mieles más especiales son
justamente las que rondan estos cultivos, que producen unas mieles muy ricas y poco
comunes en España. Su núcleo melero más conocido es Otívar.
Podríamos elegir cualquiera de estas zonas, contando con las condiciones ya descritas.
Idealmente elegiremos una zona no llana, con curvas de nivel aunque no excesivas, y que
en todas direcciones se abra a zonas con flora melífera o a cultivos aprovechables,
pondremos como hipótesis que contamos con un terreno de 10 ha en las inmediaciones
de Jete, zona de amplios cultivos tropicales, que resulta cercana a Otívar, algo más al sur
aunque aún contamos con elevaciones notables, por estar en las estribaciones y caídas
del Sistema Bético. Pues bien, estamos cerca de un cultivo ecológico de aguacates que
serán los que nos proporcionen una gran parte del polen y néctar necesario, alrededor
nuestro existen tomillares romerales y otras plantas. A la hora de pensar en como
aumentar nuestra cantidad de miel (pongamos que empezamos con 80 colmenas)
queremos sembrar plantas melíferas para ayudar a las abejas y aumentar nuestra
productividad, tendremos en cuenta al menos 3 factores esenciales:
1- Estudiar este calendario y estudiar en general la flora que veamos alrededor de nuestro
terreno, para contar su variedad y calendario de floración, si vemos que podemos
incorporar especies autóctonas a la zona que resulten atractivas para las abejas y que
solapen floraciones unas con otras será ideal, puesto que queremos afectar lo menos
posible a la tierra y a la flora autóctona, por lo que evitaremos dentro de lo posible flora no
autóctona. Esto no significa que no podamos hacerlo, especialmente si consideramos que
con lo ya existente ibamos a tener un rendimiento bajo. Hay que tener en cuenta que es
muy raro si no tenemos una gran experiencia y una cantidad de terreno considerable que
pudiéramos “crear” una zona apícola de la nada, de un terreno yermo y sin floraciones
apícolas, por lo que las siembras de plantas melíferas serán por así decir suplementarias
tanto en producción de miel como en el aspecto de aprovechamiento económico. Puede
sin embargo ayudar a las abejas a estar activas y a crear una colmena fuerte y estable
donde siempre haya obreras trabajando y así no necesitaremos suplementar con
azúcares en momentos de baja población.
2- Estudiar las condiciones edafoclimáticas de nuestra zona para saber qué tipo de flora
pudiese desarrollarse de modo óptimo o al menos viable para producir una buena
floración, luego veremos que existen unas cuantas especies muy interesantes pese a no
ser necesariamente autóctonas pero que resisten la sequía al tiempo que producen.
Polen: Debemos recordar primero, que la abeja utiliza el polen fundamentalmente como
alimento protéico de sus larvas y abejas nodrizas, y que es muy importante en la
fabricación de la cera y la jalea real. Una colmena puede consumir como media entre 20 y
40 kilos de pólen por año. La abeja hace una selección de especies florales al elegir la
planta de la que extraerá el pólen en base al contenido protéico del mismo. Los
contenidos de proteínas del pólen de las distintas especies vegetales varían entre rangos
del 5 al 45%.
La abeja, ante una oferta variada, comenzará trabajando en aquellas especies con
pólenes de mayor "calidad" nutritiva. La mayoría de los frutales, crucíferas, y leguminosas
presentan pólenes con altos contenidos protéicos. Las coníferas son un ejemplo de
pólenes de baja calidad por lo que es poco común ver abejas trabajando en éstas
especies.