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¡El sol es el amigo más bueno de la infancia!

MEDARDO ÁNGEL SILVA> ¡Nos miente tantas cosas bellas a la


ANIVERSARIO distancia!
Hoy cumpliré veinte años: amargura sin ¡Tiene un brillar tan lindo de onza nueva!
nombre ¡Reparte
de dejar de ser niño y empezar a ser hombre tan bien su oro que nadie se queda sin su
de razonar con lógica y proceder según parte!
los sanchos profesores del sentido común! Y por él no atendíamos a las explicaciones;
ese brujo Aladino evocaba visiones
¡Me son duros mis años – y apenas si son de las Mil y una Noches de las Mil Maravillas
veinte– ; y beodas de sueños, nuestras almas
ahora se envejece tan prematuramente, sencillas,
se vive tan de prisa, pronto se va tan lejos, sin pensar, extendían las manos suplicantes
que repentinamente nos encontramos viejos, como quien busca a tientas puñados de
enfrente de las sombras, de espaldas a la diamantes.
aurora,
y solos con la esfinge siempre interrogadora! ¡Oh!, los líricos tiempos de la gorra y la blusa
y de la cabellera rebelde que rehúsa
¡Oh!, ¡madrugadas rosas olientes a campiñas la armonía de los peinados maternales,
y a flor de virgen! – entonces estaba el alma cuando íbamos vestidos de ropa nueva a
niña– misa
Y el canto de la boca fluía de repente dominical y pese a los serios rituales,
y el reír sin motivo era cosa corriente. al ver al monaguillo soltábamos la risa!

Iba a la escuela por el más largo camino ¡Oh!, los juegos con novias de traje a las
tras dejar, soñoliento, la sábana de lino, rodillas
y la cama bien tibia, cuyo recuerdo halaga los besos inocentes que se dan a hurtadillas
sólo al pensarlo ahora; aquel San Luis a la bebé amorosa de diez a doce años,
Gonzaga y los sedeños roces de sus rizos castaños
de pupilas azules y risa cabellera y las rimas primeras y las cartas primeras
que velaba los sueños desde la cabecera. que motivan insomnios y producen ojeras!

Aunque yendo despacio al fin de la callejuela ¡Adolescencia mía: te llevas tantas cosas
acaba, y estábamos al frente de la escuela que dudo si ha de darme la juventud más
con el “ Mantilla” bien oculto bajo el brazo; rosas
y haciendo, en el umbral, mucho más lento el y siento como nunca la tristeza sin nombre
paso. de dejar de ser niño y empezar a ser
Y entonces era el ver la calle más bonita, hombre!...
más de oro el sol y más fresca la mañanita.
¡Hoy no es la adolescencia mirada y risa
Y después, en el aula, con qué mirada franca,
inquieta sino el cansado gesto de precoz amargura
se observaban las huellas rojas de la palmeta y está el alma que fuera una paloma blanca
sonriendo no sin cierto medroso escalofrío, triste de tantos sueños y de tanta lectura!
de la calva del dómine y su sueño sombrío...
Pero, ¿quién atendía a las explicaciones?...
¡Hay tanto que observar en los negros
rincones!

Y, además es mejor contemplar los gorriones


en los hilos: seguir el áureo derrotero
de un rayito de sol o el girar bullanguero
de un insecto vestido de seda rubia o una
mosca de vellos de oro y alas color de luna.
Poemas La historia de mi alma es la del peregrino
que extraviado una noche en un largo camino
Textos digitales completos pidió al cielo una luz… y apareció la luna;
pues, estaba de un viejo dolor convaleciente,
A una triste
y llegaste lo mismo que una aurora naciente,
Ah, no abras la ventana todavía
en el momento amargo y en la hora oportuna.
Al angelus
Amada
Amanecer cordial CITERES
Aniversario
Ayer miré unos ojos africanos Con el frú-frú sedoso de femenil enagua
¡Carne del asesino, maldita podredumbre... deshilaba en la costa sus encajes el agua…
Citeres
Cuando de nuestro amor
Oh, la isla melodiosa!
Danse d´Anitra
surgía de las ondas como una enorme rosa
Divagaciones sentimentales
primaveral, o el cuerpo de la niña;
El alma en los labios
era la voluptuosa
En continuas orgías cuerpos y almas
isla donde vendimia Amor su roja viña…
servimos
Intermezzo
La investidura Oh, ingénuas albas! Oh, inocencias! Era
La muerte perfumada en la frescura de la Primavera
La ronda de noche blanca de lirios opulentos. Sobre
Las alas rotas el mar azul marchaba mi galera.
Llamé a tu corazón... Sonaba el viento sus eolias flautas
Lo tardío y daba el mar su fragancia salobre
Los húmedos myosotis de tus ojos que fue el incienso de los argonautas.
Madre: la vida enferma y triste que me has
dado Y sonó entonces el erótico
Muda nodriza, llave de nuestros cautiverios llanto de las oceánides, en las rubias arenas
Ofrenda a la muerte soplaban caracoles rosados las sirenas;
Ojos africanos se cerraron los Párpados Por el influjo
Otras estampas románticas hipnótico…
Palabras de otoño y el triunfo fue de las sirenas…!
Poema de la carne
Romanza de los ojos
Rueda como una lágrima en la atmósfera fina Al fin, dejé esas playas. ..(Descendía la
Se va con algo mío noche
Se va con algo mío la tarde que se aleja Ulises, en la sombra, me daba su reproche…
Sin razón Blancos miembros desnudos
Tapiz de mujeres, quedaban en la playa fragante;
Va ligera, va pálida, va fina y teñidos de sangre vi sus brazos menudos
Vesper marino al temblor luminoso de una estrella distante…
Voces en la sombra
Me incorporé…(Mordía en mis carnes el
Amada frío…).
El duro son de hierro tornaré melodía Y miré un corazón palpitando en sus manos;
para cantar tus ojos! -violetas luminosas- llevé mi mano al pecho… y la encontré
la noche de tu negra cabellera y el día vacío…
de tú sonrisa, pura más que las puras rosas. Y seguí, oyendo el ritmo de los astros
lejanos…!

Tú vienes con el alba y con la primavera


espiritual, con toda la belleza que existe,
con el olor de lirio azul de la pradera
y con la alondra alegre y con la estrella triste.
DIVAGACIONES SENTIMENTALES Hermanos,
moribundo a los pies de la Virgen María,
Princesa de los ojos floridos y románticos teniendo tu amarillo retrato entre mis manos!
que vierten una suave luz purificadora,
por quien deshojo todos los lirios de mis
cánticos Estampas románticas
y hay en mis negras noches esplendores de
aurora; II
El paisaje es de fábula. ..de ensueño. ..hasta
la luna
sé que tus manos leves no estrecharán las suscita la ilusión de mágicos países…
mías, El jardín encantado, cuando suena la una,
ni probarán mis labios lo dulce de tu boca; entre el perfume de almas ve mil espectros
que por el lago azul de mis melancolías grises.
no pasará tu esquife blanco de reina loca:
Como un niño extraviado, mi pesar
y, sin embargo, te amo desesperadamente errabundo
y como un ciego voy tras tus amadas huellas; va por otras edades doradas y distintas…
o elevo mis canciones, como un niño (El jardín no parece ya un jardín de este
demente mundo
que alza las manos para alcanzar las irreal, sin la voz de sus fuentes extintas…).
estrellas!
Tapiz descolorido de grandes rosas rojas
Toda mi inútil gloria no vale lo que el oro y magnolias nevadas, es la triste alameda…
de tu risa o un rayo de tu mirar profundo. Y el alma ultrasensible, al caer de las hojas,
Mujer -carne de nardos y de estrellas, tesoro cree oír el rumor de tu enagua de seda.
celeste que ilumina la conciencia del mundo.
Actitud de Medardo Ángel Silva
Tú, que haces florecer jazmines en el lodo,
y siendo fuente humana das el divino verso, Loco rebelde a las duchas y a las camisas
tienes por arma el llanto, la risa, el beso, todo de fuerza que se llaman teorías y problemas,
lo fragante y lo puro que tiene el Universo!… mi espíritu oye vagas palabras indecisas
y, con esas palabras, suele hacer sus poemas.

Mujer, Diosa o Esfinge, mi corazón quisiera Mi corazón no es cuerdo (claro, si es de poeta),


ser una roja adelfa a tu seno prendido quintaesencia el dolor en un verso exquisito;
como el clown de Banville, él hará una pirueta
que tu boca -rosado vampiro- me sorbiera
y, de un salto mortal, volará al infinito.
la nostálgica y pura fragancia de mi vida!
Devana, ¡oh, Tiempo! —buen hilandero —tu rueca;
yo tengo para todo bien o mal mi sonrisa
Como esos monjes pálidos de que hablan las
—una sonrisa triste como una rosa seca—,
leyendas,
espectros de las negras crujías conventuales, e inquieto, siempre inquieto, buscándome en mí
yo quiero abandonar las escabrosas sendas mismo,
en que urde el Mal sus siete laberintos como la nube a la voluntad de la brisa,
fatales. ¡mi pensamiento va de un abismo a otro abismo!

Encerraré en un claustro mi dolor exquisito


y a solas con mis sueños cultivaré mis rosas;
mi alma será un espejo que copie lo Infinito,
más allá del humano límite de las cosas…

Tal ha de ser mi vida de paz… hasta que un


día,
en la devota celda, me encuentren los
Fantasía nocturna de Medardo Ángel Silva Por la ruta verdadera de Medardo Ángel Silva
En la penumbra florida, A José María Egas
la luna llena de enero
da el valor de nuestra vida: Aúnan mi pensamiento
cero. inquietud y serenidad.
Mi orientación es la del viento,
Por el estrellado allá, la del mar mi estabilidad.
gris, piruetea la Luna;
y el reloj suspira El ojo negro de mi abismo
la una. para mí guiña dondequier;
mas, de la noche de mí mismo
hago un continuo amanecer.
Algo de nosotros mismos
sube a buscar en el cielo Y como una hojita liviana
el ilusorio consuelo voy camino de mi verdad:
de los azules abismos. al que es hoy, ayer y mañana,
Nunca, Siempre y Eternidad.
Bajo el dombo de zafir,
***
que hacia Dios simula un puente,
más que nunca el alma siente Mi amor siempre ha sido por las leves formas,
la vanidad de vivir. por las sutilezas... No busquéis las normas
de mi pensamiento:
¡Ah, si quedaran siquiera no las ha tenido;
de nuestra vida los rastros, si algo lo condujo, su mentor ha sido
como un polvillo de astros el mismo de la onda, la nube y el viento.

del cielo de primavera! La sombra de una lágrima de Medardo Ángel
Silva
¡Ah, si el ensueño inefable, Y pregunté a la mágica sibila:
si el delirar amoroso —¿Un constante recuerdo, un vago aroma
no tuvieran el dudoso de sueño extinto, de ternura muerta,
Trans-vida siempre inmutable! como la suave estela de un perfume,
quedará de mi paso por la vida,
entre los hombres?...
¡Si no fuera por extraña
razón, final de la duda, Y la Maga dijo:
la respuesta de la muda —Algo menos: la sombra de una lágrima.
Señora de la Guadaña!
Pues que me siento efímero...
Pues Ella todo ha medido, Pues que me siento efímero y fugaz, comparable
y cura el ánima inquieta a la flor, o más bien a la nube variable,
amo las hebras de humo que una escala remedan
con su oportuna receta para los sueños líricos, y las olas que ruedan
de larga dosis de olvido. hacia playas remotas que nunca he de mirar.

Porque me hace la vida serena y resignada


el meditar que un día retornaré a la nada,
como el humo a los cielos y las olas al mar.
La emperatriz
de Medardo Ángel Silva Responde la niña con leve,
dulce mohín,
y ya impaciente mueve el breve,
rojo chapín.
A César E. Arroyo
Mueven al aire rosa sus alas los pavones...
—El viejo Rey de la Isla de Oro
Huella la Emperatriz la escalera de jade
poseía
y su traje de luna y aúreas constelaciones
un rubio y cándido tesoro
de un aroma inefable los jardines invade.
—luz y ambrosía—.
Sus ojos de luz tibia y de mirada sabia
Y ese divino tesoro era
hacen palidecer astros y pedrerías;
una hija linda;
su carne macerada en ungüentos de Arabia,
celosa estaba la Primavera
de nardo ungieron siete noches y siete días.
de la Princesa Rosalinda.
Lagrimea una estrella en el cielo escarlata...
Mil Príncipes iban a verla
Reza el ángel del éxtasis su faz de terciopelo
y enloquecían
y un anhelo infinito su corazón dilata...
apenas su faz color de perla
rosa veían...
(Enlazan alma y cuelo pensamientos humanos...
y en los sus diáfanos ojos se ve pasar un vuelo
Pero la niña era curiosa
de vagamundos ibis havia reino).
y, cierta vez, quiso mirar
la espuma que el Alba sonrosa
del viejo mar.
Junto al mar Y sola fuese hasta la orilla...
de Medardo Ángel Silva mejor no fuera,
porque al mirar tal maravilla
en la ribera,
Una anemia de lirios otoñales robósela un monstruo marino
se deshojaba en la amplitud marina y Poseidón
y la vibrátil onda cantarina guardó a la niña en submarino
recitaba exquisitos madrigales. terreón.
Y era que en un arpegio de cristales ¡Y cuando la negra mar delira,
elogiaba tus gracias de Infantina se pone a llorar,
y tu perfil de emperatriz latina como una vaga y dulce lira
nimbado de fulgores ideales. crepuscular!
De pronto se borraron los confines;
un eco de lejanos burcelines
rasgó los terciopelos de la bruma.

Y soñando en tus manos irreales


en las arenas deshojó la espuma
una anemia de lirios otoñales.

Un cuento
de Medardo Ángel Silva

Está Lisete, la Infantina,


cerca del mar,
escuchando la sonatina
crepuscular.

Y una azafata dice: Dueña


te contaré
una leyenda, alba risueña,
que yo me sé.

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