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Como creyentes que vivimos en este mundo tenemos una responsabilidad dada por Dios con respecto a este

mundo. Dios nos llama a ser luz y sal de la tierra. Dios nos llama a participar de las cosas de este mundo desde una
perspectiva distinta del mundo. El mundo piensa, escoge, decide según los principios del mundo. Nosotros como
creyentes debemos pensar, escoger y decidir según los principios de la Palabra de Dios.

Nosotros creemos que la Biblia es la Palabra de Dios y que ella es nuestra única regla que nos enseña lo que
debemos creer y cómo debemos vivir. Ella es una antorcha que alumbra en un lugar oscuro. Y como ella es nuestra
guía para el todo de nuestra vida entendemos que ella es también nuestra guía sobre cómo debemos pensar,
decidir y escoger el candidato o candidata a la gobernación de este país.

La Palabra es una guía en donde podemos extraer los principios que nos deben llevar a elegir
responsablemente. La Palabra de Dios es una guía para que nosotros, el pueblo de Dios, podamos votar
inteligentemente como cristianos antes que cualquier otra cosa. Antes que ser Chiapanecos, y ciudadanos
mexicanos, somos cristianos. Y debemos pensar como cristianos, analizar las cosas como cristianos antes que
como de izquierda, derecha o de centro.

Para guiarnos a pensar inteligentemente el pasaje de Romanos 13:1-7 nos enseña cuáles son los requisitos
que debe poseer una persona que desea gobernar una nación. No vamos a endosar, en este sermón a ningún
candidato ni partido político. Eso estaría fuera de mis funciones ministeriales las cuales son tratar exclusivamente
lo que es ministerial. Pero la Palabra de Dios es nuestro mapa que, aunque no nos da todos los detalles, nos da
unas guías que nos ayuden a reflexionar sobre lo que vamos a hacer dentro de un par de días.

Entonces, a la luz de Romanos 13:1-7, ¿cuáles son los requisitos que debe poseer una persona que desea
gobernar una nación o un país? El primer gran requisito es…

I. Debe poseer una clara visión de que su autoridad es delegada por Dios antes que delegada por el pueblo.

V.1-2 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de
Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2 de modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido
por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.”

Lo primero que podemos señalar es que es Dios quien quita y pone reyes. El gobierno, nos dice Pablo, es
una autoridad que es de parte de Dios y ha sido establecida por Dios. Hermanos, el gobierno es una institución
divina. Es Dios quien crea el gobierno. Por tanto, no debemos ver el gobierno como un mal necesario sino como
un bien de parte de Dios. Y el gobernante se debe ver a sí mismo, en virtud de su oficio como un ministro de Dios.
Así lo dice Pablo en el versículo 3-4, el magistrado “es servidor de Dios para tu bien.” Y la palabra para servidor,
en el griego es, [διάκονός], la cual puede ser traducido como servidor o ministro. Y nos dice Pablo que el
magistrado o gobernante es servidor de Dios para nuestro bienestar. El gobierno no es un mal necesario, es algo
bueno para nosotros.

El gobierno es una institución divina y cada gobernante debe verse a sí mismo como un servidor cuya
autoridad proviene primeramente de Dios y no de los hombres. Busquemos Proverbios 8:15-16 “Por mí reinan
los reyes, Y los príncipes determinan justicia. Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la
tierra.” Y Jesús hablando con Pilato le dice en Juan 19:11 “Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra
mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.” Jesús reconoce
que Pilato tiene autoridad, él era gobernador. Y como posee autoridad debe ser respetado por ello. Pero sobre la
autoridad de Pilato se levanta otra autoridad, la autoridad de Dios. Y es Dios quien le ha dado la autoridad que
posee ese gobernador.
Así que el primer requisito es reconocer que la autoridad que tiene proviene primeramente de Dios y no
de los hombres.

El segundo requisito es que como su autoridad proviene primeramente de Dios y no de la Iglesia sino de
Dios, él o ella es responsable primeramente a Dios en su encargo. Si es Dios quien en su providencia lo pone como
gobernante y en nuestro caso por medio de la elección popular, entonces él es responsable ante Dios en primer
lugar. Y esto implica dar cuenta a Dios y no oponerse a Dios, pues es Dios quien lo puso en su cargo. Y nosotros
debemos preguntarnos, ¿en su plataforma política apoya las leyes de Dios o se opone a ellas? ¿Nos hemos hecho
esa pregunta? ¿O solamente apoyamos al candidato porque es de mi partido político, aunque en su plataforma
se opone a las leyes de Dios? ¿Has pensado en eso? ¿Conoces la plataforma política de los candidatos a la
gobernación? Pregúntate, ¿apoya ese candidato el matrimonio bíblico entre un hombre y una mujer? ¿Reconoce
su deber de proteger a la Iglesia de Cristo? ¿Cuál es su perspectiva sobre la santidad de la vida con respecto al
aborto, la eutanasia? ¿Cuál es su posición sobre la perspectiva de género? Hermanos, estas son preguntas
importantes que debemos hacernos. ¿Conoces la plataforma política de los candidatos a la gobernación?
¿Apoyarías a uno que se opone a las leyes de Dios?

En tercer lugar, ese candidato debe verse a sí mismo como un siervo del pueblo. Pablo dice en el versículo
3-4, el magistrado “es servidor de Dios para tu bien.” Me encanta cómo Pablo lo escribe en el griego. Literalmente
Pablo dice: De Dios servidor es para ti para tu bien. Él debe verse como uno que viene a servir y no ser servido. Su
único deseo es hacer bien, no es fama, enriquecerse, aparecer en los libros de historia ni buscar su agenda
personal sino el bienestar del pueblo. Debe comportarse como un buen padre de familia ya que él es el padre de
la nación o la madre de la nación. Y como reconoce que no lo sabe todo debe ser una persona enseñable que
reconozca sus errores y no tapar los errores con la frase constante: todo está bien en el gobierno. Y por tanto
debe ser íntegro, no manipulador de la data que le informa al pueblo.

El segundo gran requisito es…

II. Debe poseer una clara visión de la justicia

V. 3-5 “3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres,
pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; 4 porque es servidor de Dios para tu
bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para
castigar al que hace lo malo. 5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino
también por causa de la conciencia.”

Su deber es proteger al justo. O como dice Pablo: darle alabaza al justo “Haz lo bueno, y tendrás alabanza
de ella”. Debe dar prioridad en proteger a la víctima más que al victimario. Hoy día parece como que se le da más
protección al que comete el crimen que al que sufre el crimen. Eso no debe ser así. No negamos que toda persona,
irrespectivamente de su crimen, tiene derecho a recibir un juicio rápido, justo e imparcial. Pero debemos darle
prioridad a la víctima.

Su deber es castigar al que hace lo malo. Él está “para infundir temor al que hace el… mal.” Él es “vengador
para castigar al que hace lo malo.” El gobernante debe poseer una visión punitiva del crimen. ¿Puede haber
rehabilitación? Claro que sí. Pero no se debe dar la idea de que el criminal es impune. Por tanto, no debe tolerar
el crimen ni la conducta que le lleva al mismo. Y entiendo yo no favorecer zonas rosadas: donde se permite hacer
todo lo manos con miras a evitar el crimen violento. El día que dejemos de lugar contra el crimen, la drogadicción,
la prostitución, etc. ese día habremos perdido la guerra contra el crimen.
Debe apoyar la pena capital. V. 4 “Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues
es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo”. Dios ha investido al gobierno con el poder de
la espada. ¿Para qué? Pablo dice: “para castigar al que hace lo malo”. Con la espada se castiga al que hace lo
malo. Es una clara referencia a la pena capital. ¿Cuál es la opinión de los candidatos a la pena capital?

Tercer gran requisito:

III. Debe poseer una clara visión del erario público

V. 6-7 “6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden
continuamente a esto mismo. 7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto;
al que respeto, respeto; al que honra, honra”.

Debe reconocer que, aunque tienen el derecho de imponer impuestos al pueblo estos deben ser justos y
equitativos sino gobiernan como tiranos y dictadores. Los impuestos no deben ser excesivos, ni menos para
cuadrar el mal uso de los fondos públicos.

Que los gastos del gobierno no deben ser excesivos y que la sana administración de los fondos públicos
comienza por la casa misma, reduciéndose sus salarios. ¿Qué candidatos han propuesto la reducción de los
salarios de los senadores o representantes?

Deben poseer también una clara visión sobre la fiscalización efectiva de la administración. Deben ser firmes
contra la corrupción y no tolerarla aún dentro de su propio partido.

Aplicaciones prácticas:

1. No hay un gobierno perfecto, pero es mejor un gobierno imperfecto que no tener gobierno alguno. La anarquía
es algo que nunca debemos aspirar ni considerar.

2. ¿Cómo vamos a escoger a un candidato cuando vemos que a la luz de la Palabra de Dios prácticamente todos
estás descalificados? La única respuesta es preguntarnos, ¿cuál de los candidatos se acerca más o se aleja menos
de los requisitos bíblicos? Haz el análisis tú mismo.

3. Las elecciones nos deben llevar a recordar que hay un Dios que gobierna este mundo poniendo y quitando reyes
según su voluntad. Que a veces Dios envía malos gobiernos para castigarnos por nuestros pecados. Y para
enseñarnos a no poner nuestra mirada en los hombres sino en el Señor Jesucristo, el Dios-hombre. Quien es el
único Gobernante que sí reúne todos los requisitos para ser el Rey del universo ya que Él reina según el corazón
de Dios. Él es el único que gobierna con firmeza y dulzura a la vez. El único que jamás podrá ser sobornado porque
El no necesita de nadie ni de nada. El único que puede satisfacer todas nuestras necesidades por encima de
cualquier gobierno benefactor. El único que puede lograr que todas las cosas obren para el bien de su Iglesia. El
único que puede estar en todas partes. El único que posee todos los tesoros de la ciencia y del conocimiento de
Dios. Y el único que es realmente nuestro Salvador en todo el sentido de la palabra y para el todo de nuestra vida.
Quien con su muerte a beneficio nuestro se sentó en la Majestad de los cielos y desde allí gobierna eficazmente
para beneficio de su pueblo. ¿Quién es ese? El Señor Jesucristo, el Señor de la Gloria, ante quien todo rey,
presidente, gobernador, primer ministro, deben doblar sus rodillas y decid: “Honrad al Hijo, para que no se enoje,
y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.” Salmo
2:12. Amén.

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