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El diario de Etty Hillesum: buscar a

Dios en el Holocausto
Una joven judía ajusticiada en Auschwitz desvela el significado de la
experiencia religiosa en la existencia humana

Mucha gente ha oído hablar de Anna Frank. Pero pocos conocen a Esther "Etty" Hillesum.
Etty, como era llamada por sus amigos, nació en Middelburg (Holanda) el 15 de enero de
1914. Escribió un diario íntimo y extenso entre 1941 y 1943, durante la segunda guerra
mundial. En este diario manifiesta sus sentimientos durante su cautiverio en el campo de
concentración de Auschwitz, en Polonia, donde falleció. El diario de Etty muestra una
experiencia religiosa impresionante vivida desde una experiencia dramática de
sufrimiento en las tormentosas circunstancias de la persecución nazi a los judíos. Por
Leandro Sequeiros.

El diario de Etty Hillesum se asemeja al de Anna Frank, pero escrito por una joven de 27 años.
Sus escritos se publicaron en Holanda, donde tuvieron gran resonancia. En estos años se han
publicado muchos de sus escritos y se han traducido al castellano. La mayor parte de sus
escritos componen el Diario escrito entre 1941 y 1843 que se había publicado parcialmente. En
fecha reciente, ha visto la luz en Canadá una edición de todos sus textos completos y
traducidos al inglés. De este hecho acaba de publicar un extenso comentario el teólogo José
Ignacio González Faus en Actualidad Bibliográfica de filosofía y teología (Selecciones de
Libros) [julio-diciembre de 2009, núm. 92, pág. 159-166].

Faus es uno de los mayores conocedores del pensamiento de Etty. Pero, ¿por qué recogemos
aquí esta síntesis explicativa de la experiencia religiosa de Etty? La verdad es que los
sentimientos religiosos constituyen un portentoso enigma en que se muestra el enigma
metafísico último del universo. La ciencia, la filosofía, la neurología, se han preguntado lo que
se esconde detrás de la experiencia religiosa. Sin embargo, ¿qué es la experiencia religiosa?
La apertura de Etty, desde el dramatismo de su vida, a las experiencias religiosas profundas
que aquí relatamos, permiten que nos acerquemos a la intuición de qué hablamos cuando
hablamos del papel que la experiencia religiosa juega en la existencia humana.

Su nombre era Esther Hillesum y había nacido el 15 de enero de 1914 en Middelburg, en


Holanda. Allí, su padre, el doctor Louis Hillesum, enseñaba lenguas clásicas. Luego la familia
se trasladó a Tiel, luego a Winschoten y finalmente, en 1924, se establecieron en Deventer,
una pequeña ciudad de la Holanda oriental. Esther tenía dos hermanos varones, Mischa
(nacido en 1920) y Jaap (nacido en 1916).

El padre de Etty era un gran estudioso. Su esposa, Rebecca Bernstein, había nacido en Rusia
y desde aquí escapó a Holanda tras en llamado enésimo pogrom (exterminio, en ruso). Según
su hija Esther, era una mujer pasional, muy desordenada y distinta del marido en casi todo.
En los años en que vivieron en Deventer, la orientación personal de Etty no estaba todavía bien
definida. Era una muchacha brillante, intensa, que tenía la pasión de la lectura y del estudio de
la filosofía. Su hermano Mischa era un gran músico que a los 6 años tocaba a Beethoven en
público. Para muchos era considerado uno de los pianistas más prometedores de Europa. El
más joven de la casa, Jaap, era estudiante de medicina.

El drama del nazismo y de la guerra mundial

Etty obtuvo su primer diploma en Derecho en la Universidad de Ámsterdam; después se


matriculó en la facultad de Letras para el estudio de las lenguas eslavas. Más tarde, cuando
comenzó a estudiar la carrera de psicología, estalló la guerra.

El día 15 de julio de 1942, gracias al interés de algunos amigos, Etty encontró trabajo como
mecanógrafa en una de las secciones del Consejo Hebraico. Como en otros territorios
ocupados, esta organización había nacido bajo la presión de los alemanes y actuaba de puente
entre los nazis y la población judía.

Desde agosto de 1942 hasta el fin de septiembre de 1943, Etty Hillesum se ofreció voluntaria
para trabajar como asistenta y enfermera en el campo de concentración de Westerbork, como
enviada del Consejo Hebraico. Gracias a un permiso especial de viaje, pudo volver una docena
de veces a Amsterdam. Actuó como correo de la resistencia y llevaba consigo cartas y
mensajes de los prisioneros, además de recoger medicinas para llevar al campo.

Etty se sentía muy afectada por la persecución sufrida por los demás judíos. Es la época en la
que comienza un camino de interiorización personal que expresa con gran profundidad en sus
diarios:

«Viernes (…) Y ahora parece que los judíos no podrán más entrar en los negocios de fruta y
verdura, que deberán entregar sus bicicletas, que no podrán subir más a los tranvías ni salir de
la casa después de las 8 de la noche. Sí, me siento deprimida por estas disposiciones; esta
mañana, por un momento, he percibido estas normas como una amenaza plomiza, que
buscaba sofocarme, pero no es por la disposición en sí. Me siento simplemente muy triste, y
entonces esta tristeza busca confirmación. No son nunca las circunstancias exteriores, es
siempre el sentimiento interior –depresión, inseguridad, etc.– que da a estas circunstancias una
apariencia triste o amenazante. En mi caso, funciona siempre del interior al exterior, nunca
viceversa. A menudo las disposiciones más amenazadoras –y son muchas actualmente- van a
quebrarse contra mi seguridad y confianza interior, y una vez resuelta dentro de mí, perdono
mucho de su carga temerosa.» (Diario, 12 de junio de 1942).

La salud de Etty se resintió mucho a sus 27 años por lo que tuvo que ser ingresada en el
hospital de Amsterdam. Ante la barbarie que percibía a su alrededor en una Europa
enloquecida, Etty se refugia en la experiencia religiosa interior y especialmente en la oración
íntima e intensa. Escribe:

«(…) Las amenazas y el terror crecen día a día. Me refugio en la oración como un muro oscuro
que ofrece seguridad, me refugio en la oración como si fuera la celda de un convento; ni salgo,
tan recogida, concentrada y fuerte estoy. Este retirarme en la celda cerrada de la oración, se
vuelve para mí una realidad siempre más grande, y también un hecho siempre más objetivo. La
concentración interna construye altos muros entre los cuales me reencuentro yo misma y mi
totalidad, lejos de todas las distracciones. Y podré imaginarme un tiempo en el cual estaré
arrodillada por días y días, hasta no sentir los muros alrededor, lo que me impedirá destruirme,
perderme y arruinarme.» (Diario, 18 de mayo de 1942)

Etty Hillesum, en Auschwitz y ejecutada

Mientras, seguía aumentando el número de deportaciones de civiles judíos. En el año 1943,


Etty llegó a la conclusión de que la prisión era inevitable y se negó a aceptar los escondites que
se le ofrecieron para no ser capturada por la Gestapo. Después de meditarlo, Etty se entregó a
las SS el día 6 de junio de 1943, junto a sus padres y a sus hermanos.

La última parte del diario fue escrita después del primer mes en prisión en el campo de
Westerbork. Algunas de las últimas frases dicen:

«Quisiera vivir muchos años, para poder explicarlo posteriormente. Mas si no se me concede
este deseo, otro lo hará, otro continuará viviendo mi vida, desde donde terminó» (...) «Si
llegase a sobrevivir esta etapa, surgiré como un ser más sabio y profundo. Más si sucumbo,
moriré como un ser más sabio y profundo».

Etty dejó sus diarios a unos amigos, con los que también mantuvo una larga correspondencia
durante su encarcelamiento en Westerbork. En una de las cartas afirma:

«Jopie, Klaas, mis queridos amigos: desde mi litera, que es la tercera hacia lo alto, quiero
desencadenar sin demora una verdadera catarata de cartas. Dentro de pocos días tendremos
un límite a toda nuestra correspondencia; yo me volveré oficialmente "residente en el campo" y
podré mandar sólo una carta cada dos semanas y deberé entregarla abierta. Y hay todavía
algunas cosas de las cuales quiero hablar con vosotros. ¿Es cierto que he escrito una carta tan
desalentadora? Casi no llego a creerlo. Es cierto que hay momentos en que uno cree
verdaderamente no poder seguir más adelante. Pero después siempre se va adelante, también
esto se aprende con el tiempo; pero el paisaje que tenemos alrededor aparece de improviso
mutado, el cielo se vuelve bajo y negro, nuestro modo de sentir la vida sufre grandes
mutaciones y nuestro corazón se vuelve completamente gris y milenario. Pero no es siempre
así. Un ser humano es una cosa bien singular. La miseria que reina aquí es verdaderamente
indescriptible. En las grandes barracas se vive como topos en una cloaca.» (Carta de 3 de julio
de 1943)

Este intercambio epistolar terminó con una tarjeta postal con fecha 7 de septiembre de 1943,
arrojada desde un camión de ganado. Describe la repentina inclusión de ella y su familia en un
transporte hacia Auschwitz que salió con 987 reclusos, incluidos 170 niños. La postal se
despide con estas palabras: «Me esperaréis, ¿verdad?».
Se conoce el testimonio de ocho personas que sobrevivieron a este transporte hacia la muerte
en Auschwitz. Todos coinciden en que los padres de Etty fueron gaseados a su llegada, el 10
de septiembre de 1943. La muerte de Etty está registrada en un informe de la Cruz Roja el 30
de noviembre de 1943, y la de su hermano Mischa el 31 de marzo de 1944. Jaap, que había
sobrevivido al holocausto, falleció el 17 de abril de 1945 en Lubben, mientras retornaba a
Holanda.

Los diarios de Etty Hillesum

Después de la violenta muerte de Etty Hillesum se editaron diversas ediciones de sus escritos,
en especial de sus diarios. En castellano existen diversas traducciones, por lo general parciales
y que han permitido llevar su pensamiento y su espiritualidad al público de habla hispana.

Uno de los autores que más han contribuido a la difusión de sus escritos es el teólogo José
Ignacio González Faus. Últimamente ha publicado una amplia recensión en la revista “Actualidad
Bibliográfica”, de la edición completa de sus diarios [“The letters and diaries of Etty Hillesum.
Completed and unabridged”. Novalis, St. Paul University, Ottawa 2002. Pgs. 788. ISBN 2-
89507-343-0].

Fuera de la primera edición holandesa, -según Faus - no existe otra edición íntegra del diario
de Etty, salvo ésta que merece mil parabienes por su buena factura y la cantidad de notas (un
total de 671). Estas notas sitúan e identifican a casi todos los personajes, parajes y citas que
aparecen en el diario. Se supone que estas notas están transcritas de la edición holandesa,
porque alguna de ellas la cita también P. Lebeau en su libro sobre Etty.

La edición habitual -y oficial- que circula en más de 20 lenguas (“Una vida conmocionada”) sólo
representa la mitad del diario completo. La necesidad de reducir su extensión era comprensible
porque se trata de un texto larguísimo, lleno de inevitables repeticiones. Por otra parte, puede
ser discutible que la selección de textos para la edición "oficial" sea la más acertada.

En opinión de Faus, el texto íntegro que aquí comentamos aporta informaciones importantes
sobre la figura y la vida de Etty. Sobre todo en lo que afecta a su relación con el psicólogo Julius
Spier (al que llama simplemente “S” para ocultar su identidad) y a la primera parte del diario,
que es la que ha sido más recortada, en la que el problema no es sólo su relación con Spier,
sino ella misma. Se percibe mejor cuán complicada era aquella muchacha, así como también el
enorme influjo positivo de Rilke, sobre todo en la primera parte de su proceso.

Hay también en esta edición completa de su diario, algunas referencias nuevas al tema
religioso que acabará ocupando todo el final del diario, y también más alusiones a las primeras
tentaciones de suicidio. Pese a ello, la sensación de que la vida no deja de tener sentido sólo
porque ella se encuentre mal, la acompañó siempre y fue, seguramente, una de sus anclas de
salvación. También se percibe mejor el influjo de lo que leía y las citas de pasajes que copia,
varios de los cuales son fragmentos de cartas a Spier o de frases de éste. Y se expresan y
analizan mejor sus primeras dificultades para escribir.
Aflora también su problema por la doble relación (con Han y con Spier), que en la edición oficial
casi no se percibía: Etty constata que siente una verdadera pasión por éste y una tierna
compasión por aquel. Aflora igualmente el problema del tabaco: en la fotografía más repetida,
Etty aparece con un cigarrillo en la mano; aquí sabemos que hacia el 16 de abril de 1942
decidió dejar de fumar, porque comprendió que no tenía sentido estar esperando para construir
un mundo mejor después de la guerra, y ser esclava de ese veneno destructor (Etty fumaba
varios paquetes al día).

De todos modos el problema fundamental y la mayor aportación de esta edición completa,


reside – en opinión de González Faus - en su relación con Spier, que fue mucho más
complicada. Esta relación no quedó resuelta en el primer año -como permite sospechar la
edición reducida-, sino que duró casi hasta la muerte del psicólogo que, en medio del dolor,
supuso una verdadera liberación para ella.

Los primeros días de marzo del 42 fueron decisivos en su proceso: en ellos llegó a escribir en
el diario tres o cuatro veces al día. Además de estar enamorada, Etty tuvo una verdadera
dependencia de él que la impulsaba a llamarle o escribirle varias veces al día. De Spier recibió
las Confesiones de Agustín, un Nuevo Testamento, el Kempis... y el Decamerón. Como suele
ocurrir en este tipo de relaciones, pasó por momentos de cólera cuando -según ella- Spier se
estaba “volviendo un santo” y ella le deseaba más que nunca. Una ira que, como también suele
ser habitual, terminaba al llegar la noche. Y con alguna frase prototípica de esta clase de
relaciones: “I am very angry with him. I so want to be in his arms”.

Etty, buscadora de Dios

La evolución espiritual y religiosa del Etty ocupa el primer plano en su diario. Se inicia con una
Etty que es una mujer laica y que no practica ninguna religión. En esta etapa de su vida, el
nombre de Dios aparece en el diario más como una expresión literaria o como un factor
sociológico que con un sentido de fe religiosa, como dice González Faus.

Poco a poco la espiritualidad de Etty va presentando una serie de tonalidades, colores y


acentos propios. Pero a la vez, están muy cercanos a nuestra realidad actual.

En primer lugar, Etty se mostrará cada vez más sensible a la presencia de Dios. Es una
presencia en todas las cosas y en todos los seres. Una presencia que unifica totalmente su ser.
Una presencia que le hace sospechar que Dios tiene que ver con la búsqueda de la liberación
interior y con la sensación que tantas veces ha sentido de que la vida merece la pena a pesar
de todo.

Tratando de encontrarse a sí misma, se convierte en Buscadora de Dios.


Un rasgo que destaca en su camino espiritual es que va descubriendo a Dios en su interior.

Se va sintiendo habitada por Dios. Escribe:

“Dentro de mí hay un pozo muy profundo. Y ahí dentro está Dios. A veces me es accesible.
Pero a menudo hay piedras y escombros taponando ese pozo y entonces Dios está enterrado.
Hay que desenterrarlo de nuevo. Me imagino que hay gente que reza con los ojos dirigidos
hacia arriba. Ellos buscan a Dios fuera de sí mismos. También hay otras personas que
agachan la cabeza profundamente y que la esconden entre sus manos; creo que esa gente
busca a Dios dentro de sí misma” (26 de agosto de 1941)

Un paso decisivo en esa búsqueda se da cuando ella misma se queda sorprendida de ser
“La chica que no sabía arrodillarse y que aún así lo aprendió sobre una áspera alfombra de
coco en un baño desordenado” (22 de noviembre de 1941)

Distintas expresiones de su diario hablan de una oración inmensa en lo cotidiano, y que se


dirige a Dios de una forma coloquial y confiada. Así el 25 de octubre de 1941 recoge una
impresionante oración que le brota en una de las tantas ocasiones en las que iba en bicicleta
por la calle:
“Dios, cógeme de tu mano, te acompaño obedientemente, sin resistirme. No rehuiré nada de lo
que me llegue en la vida, lo asimilaré con todas mis fuerzas. Pero dame de vez en cuando un
breve instante de tranquilidad. Tampoco pensaré, en toda mi inocencia, que la paz, en caso de
que me llegue, vaya a ser eterna. También aceptaré la intranquilidad y la lucha que volverán a
continuación. Me gusta estar protegida por el calor y la seguridad, pero tampoco me rebelaré si
entro en el frío, siempre y cuando sea de tu mano. Iré a todas partes de tu mano y quiero
procurar no tener miedo .Intentaré irradiar algo del amor, del verdadero amor humano que hay
en mí, en cualquier parte que esté”.

Y volverá aún sobre este tema en el último cuaderno de su diario:

“Amo tanto al prójimo, porque amo en cada persona un poco de ti, Dios. Te busco por todas
partes en los seres humanos, y a menudo encuentro un trozo de ti. Intento desenterrarte de los
corazones de los demás”. (15 de septiembre de 1942).

Y el mismo día en el que moría J. Spier, es capaz de recordarlo de esta manera:

“…Tú, gran persona comprensiva, buscador de Dios, que encontraste a Dios. Has buscado a
Dios por todas partes, en cada corazón que se abría a ti –y cuántos han sido-, y en todas
partes encontraste un pequeño fragmento de Dios. Nunca te has rendido” (15 de septiembre de
1942).

Ayudar a Dios

Etty elabora su propio lenguaje simbólico y místico. En esos tiempos de terror, como ella los
califica, “ayudar a Dios, para Etty, es encontrarle un resguardo dentro de sí, ofrecerle
hospitalidad, buscarle un cobijo en las personas sufrientes que encuentra, salvar un pedacito
de Dios en los seres humanos…Salvar la existencia de Dios en la desventura. Ser huésped y
amiga” (W. Tommasi); “Ayudar a Dios es ayudar al amor que no tiene más fuerza que su
misma oferta” (González Faus).

En este sentido, es estremecedora esta oración:

“Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba
desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano.
Dios, te prometo una cosa: no haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre
en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica… Te ayudaré, Dios mío, para que
no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí
cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos
ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios:
salvar un fragmento de ti en nosotros. Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los
corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar
mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida…Y con cada latido del
corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a
ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro
interior…Mantendré en un futuro próximo muchísimas más conversaciones contigo y de esta
manera impediré que huyas de mí. Tú también vivirás pobres tiempos en mí, Señor, en los que
no estarás alimentado por mi confianza. Pero, créeme, seguiré trabajando por ti y te seré fiel y
no te echaré de mi interior“ (12 de julio de 1942)

La actitud y vivencia de Etty ante el sufrimiento

Es otro acento muy personal y para algunos/as de sus comentaristas (como Evelyne Frank),
motivo de interpelación e incluso de acusación de cierto “masoquismo” y de excesiva
resignación.

“La trayectoria de Etty – expresa González Faus- va de una obsesión por sus problemas
personales, descuidando la situación social, a una aceptación radical, valiente y lúcida del
drama que se le viene encima”. Etty parece creer que la dignidad humana no se pierde por el
hecho de sufrir, sino por el modo en que sufrimos.

“Quieren nuestra completa destrucción. Ahora sí que lo sé. No molestaré a los demás con mis
temores, no estaré amargada si los otros no entienden qué es lo que nos importa a los
judíos…A pesar de todo, la vida está llena de sentido, aunque apenas me atrevo a comentar
eso ante los demás. La vida y la muerte, el sufrimiento y la alegría, las ampollas en mis
destrozados pies y el jazmín detrás de mi casa, la persecución, las innumerables crueldades
sin sentido…: todo eso está dentro de mi como una fuerte unidad, y lo acepto como un todo, y
empiezo a comprenderlo cada vez mejor, sólo para mí misma, sin ser capaz hasta ahora de
explicarle a nadie cómo está todo interrelacionado…No estoy amargada y no me rebelo.
Tampoco estoy desanimada, ni estoy resignada en absoluto…Suena casi paradójico: cuando
uno deja fuera de su vida la muerte, la vida nunca es plena; y cuando se incluye la muerte en la
vida, uno la amplía y enriquece” (3 de julio de 1942)

Quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas (13 de octubre de 1942)

Las cartas de Etty están llenas de actuaciones que hacen de “bálsamo” en la vida de cada día
de esas personas hacinadas en barracones, pasando hambre, frío, enfermedad, miedo
humillación…

“El día anterior acudí a la barraca hospitalaria, y fui de lecho en lecho. ¿Cuáles estarían vacíos
al día siguiente?...Una chica me llama. Está sentada en su cama, con sus grandes ojos
abiertos… Padece una parálisis parcial y acaba de aprender a caminar… “¿Te lo han dicho?
Me tengo que ir”…Nos miramos en silencio. No tiene rostro, sólo ojos…” (24 de agosto de
1943)

Etty va sintiendo y viviendo una solidaria compasión, va haciendo real esa frase que escribió a
final de su Diario: “He partido mi cuerpo como el pan y lo he repartido entre los hombres” (13
de octubre de 1942)

Sus cartas se van convirtiendo cada vez más insistentemente en oración. En la última carta
que pudo hacer llegar a su amiga más íntima Henny Tideman, que era cristiana, escribe esta
oración:

“Esta tarde estaba descansando en mi camastro y he tenido el impulso repentino de escribir en


mi diario el fragmento que te incluyo: “Tú que me diste tanto, Dios mío, permíteme también dar
a manos llenas. Mi vida se ha convertido en un diálogo ininterrumpido contigo, en una larga
conversación. Cuando estoy en algún rincón del campamento, con los pies en la tierra y los
ojos apuntando al cielo, siento el rostro anegado en lágrimas, única salida de la intensa
emoción y de la gratitud. A veces, por la noche, tendida en el lecho y en Paz contigo, también
me embargan las lágrimas de gratitud, que constituyen mi plegaria”… (18 de agosto de 1943)

Diecinueve días después, el 7 de septiembre de 1943 fue deportada a Auschwitz con toda su
familia y otras novecientas personas más (entre ellas, 170 niños). Y según la Cruz Roja, su
muerte ocurrió el 30 de noviembre de ese mismo año.

Etty Hillersum y su relación con Julius Spier

En la vida de Etty hay un encuentro que le va a conducir hacia la unificación interna y señala el
inicio de una gran maduración humana y espiritual. Se trata de un personaje especial y
fascinante: el “quirólogo” berlinés Julius Ph. Spier. Era un judío, antiguo comerciante, que se
retiró de los negocios atraído por la psicología y concretamente por su aptitud para el
diagnóstico psicológico a través del examen de las manos (quirología).

Había trabajado dos años con C. G. Jung que le había animado a seguir su carrera como
quirólogo. Vuelto a Berlín abrió una consulta terapéutica y tuvo éxito especialmente entre las
mujeres e incluso llegó a tener entre sus pacientes a algunos altos funcionarios nazis. Emigró a
Amsterdam, donde tenía una hermana, huyendo del nazismo y previo pago de una fuerte
cantidad de dinero.
J. Spier abrió una consulta en Amsterdam y no tardó en tener un círculo de íntimos. Su
“personalidad mágica” atraía especialmente a las mujeres y también a Etty. Será en adelante el
“señor S.” de su Diario. Las visitas casi diarias al apartamento de J. Spier a partir de febrero de
1941 hacen milagros en poco tiempo.

Como Etty dice en su diario, “de repente, tenía una vida diferente, más libre, más fluida. Se
borraba la sensación de bloqueo, se instalaba dentro de mí un poco de paz y de orden” (9 de
marzo de 1941).

Etty había comenzado a aprender de J. Spier toda una serie de orientaciones para ordenar la
vida, desde recogerse diez minutos al terminar el día para ver todo lo bueno y malo de la
jornada, hasta abrirse al “conocimiento original” que se revela en el corazón del hombre.

Etty comienza a colaborar con Spier como secretaria y redactora de informes, al mismo tiempo
que es su dirigida. Etty llamará a Spier “el gran amigo, el partero de su alma”, una suerte de
director psicológico y espiritual que le va ayudando a reunificar la vida. Spier le da a conocer a
Etty la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, y a testigos de la tradición cristiana como S.
Agustin, S. Francisco de Asís, Tomás de Kempis,...Pero el verano de 1942 Julius Spier cae
enfermo y muere el 15 de septiembre antes de ser deportado.

Sentimientos de Etty hacia Spier

Prácticamente desde el principio, Etty y Spier se implican en una relación terapéutica


sentimental y erótica. Etty experimenta ilusiones y regresiones obstinadamente recurrentes;
sensaciones contrapuestas…

“No estoy enamorada de él en absoluto, ni tampoco lo quiero. Me cautiva y me fascina como


persona y aprendo lo indecible de él. Desde que lo conozco estoy pasando por un proceso de
madurez con él que a esta edad, nunca hubiera podido soñar” (8 de mayo de 1941)

Spier fue, al mismo tiempo, el catalizador que ayudó a Etty a encauzar sus energías psíquicas
bloqueadas, en una dirección creativa y a emprender un camino espiritual extraordinario. Fue
un verdadero “iniciador” (Lebeau), un mediador entre ella y Dios.

“Tal vez fue éste el momento en el que ayer tuvo lugar para siempre un gran cambio en
nosotros…Hemos entrado en una nueva realidad en la que todo tiene otros colores y otros
acentos…Cada encuentro es también una despedida…Le amo con todo el desinterés que he
llegado a descubrir en mí misma, y no quiero transmitirle el más mínimo peso de mis temores y
mis deseos. Incluso renunciaré al deseo de poder quedarme con él hasta el último instante”. (6
de julio de 1942)

Y unos días más tarde: “Y lo extraño es que no me siento en absoluto atrapada en sus garras,
tanto si me quedo como si me deportan…. No me siento atrapada en las garras de nadie, sólo
me siento en los brazos de Dios, por decirlo de una forma hermosa” (11 de julio de 1942).

Nuevos datos sobre las relaciones entre Etty y Spier

El volumen que presenta González Faus en su artículo en Actualidad Bibliográfica mucha


información sobre estos sentimientos. Faus traduce al castellano (a veces de forma libre)
algunas páginas del diario de Etty referentes a su relación con Spier. Su lectura será de ayuda
para sus muchos lectores de Etty para que puedan seguir mejor su camino interior. Vale la
pena su atenta lectura por cuanto revelan la notable capacidad de introspección y autoanálisis
que Etty poseía.

Estos textos están acompañados de la fecha para poder detectar la evolución de sus
sentimientos:

1.- A pesar de mi incapacidad para entregarme totalmente en lo físico (porque soy de tal
manera que en lo más profundo de mí no lo deseo), sin embargo, de vez en cuando recurro a
pequeños trucos y tretas eróticas que no se adaptan a mí y por eso no encuentran eco en mí.
Esta es la razón por la que sigo sintiéndome tan sola (8 mayo de 1941).

2.- Realmente estoy confundida; pero también voy entendiendo las cosas un poco mejor. En
los dos últimos meses me he agotado queriéndole, y su corazón ha estado siempre abierto y
dispuesto para mí. Pero él se ha olvidado de tender sus manos y su boca (to hold out his hands
and his mouth as well). Ahora bien: tiene que haber un equilibrio entre cuerpo y mente. Y
cuando has estado añorando desesperadamente que alguien te tome en sus brazos y él
sistemáticamente no lo hace, entonces, al final, acabas teniendo una terrible sensación de
extrañamiento y de abandono, seguida de rabia y odio hacia esa persona. Esta tarde, de
repente, me sentía tan furiosa e infeliz que ahora una depresión se ha instalado en mí sin
avisar... Y lo que me irrita y me deja tan resentida en estas circunstancias es que él continúa
exactamente igual, y es lo suficientemente inocente como para decir: “¡qué bonito es encontrar
una muchacha como tú, que vive su vida como tú lo haces y que da a cada cosa una
dimensión espiritual!”... Pero me queda esto claro: el equilibrio entre cuerpo y mente se ha
trastornado en nuestra relación, al menos para mí; y el cuerpo está ahora incordiando (playing
up) y me agota... Estoy muy furiosa con él y a la vez deseo estar en sus brazos. Creo que es
una tacañería por su parte el dejarme tan marchita, eso me hace sentir rebelde y, a la vez,
apática. Ahora no soy capaz de decir que le amo: todo me parece muy confuso. El deseo se ha
instalado en mí extendiéndose, apoderándose de toda mi vida interior y haciéndome pesada
como el plomo.

Todo esto me pesa ahora y me causa dolor; pero nunca habría que descargar esas cosas
sobre los otros: eso es inmaduro. No hay que hacer que los demás sufran con nuestra propia
tristeza (1 marzo de 1942).

3.- Ya no estoy enfadada con él, le quiero con predilección... Esta noche, ya en cama, me dije
de repente: tendría que dar gracias a Dios por darme unos sentimientos tan intensos y
apasionados, y por haber traído a mi vida un hombre capaz de responder a todos esos
sentimientos incluso cuando ha dejado de poner sus manos en mí durante varias semanas...
Me había dicho que iba a odiarle hasta que se hubiese restablecido el equilibrio entre cuerpo y
alma en nuestra relación. Ayer todos mis sentimientos hacia él estaban bien confusos, y
pensaba que siempre estarían así. Pero ahora está bien cerca de mí y le amo sin el más
mínimo sentimiento de confusión... Hay una cosa innegable, y es lo que me sucedió la noche
pasada: en esta especie de fiebres primaverales, una se siente inclinada a mirar hacia el propio
deseo erótico-sexual como si fuese el centro de nuestro ser. Pero de pronto he vuelto a caer en
la cuenta: por dominante que parezca ser, es sólo una parte y nada más que una parte... Una
breve redacción o una conversación sobre los temas fundamentales de la vida y la muerte, con
otro ser humano amigo, me darán siempre una satisfacción más grande y duradera que una
cama de matrimonio. Y por tener esto tan claro en mi mente, y a pesar de lo atormentado de mi
deseo, mi armonía se restableció casi del todo...

¿Qué es lo que esperaba yo? ¿Que él se hubiese enardecido con mi propia pasión una y otra
vez? Quizá no fue más que una vanidad herida cuando él, en vez de echarse sobre mí, intentó
distraerme con historias de pacientes. Y yo escondí mi cabeza entre sus rodillas y luego le
atraje hacia el suelo encima de mí: francamente de mal gusto. No, mi niña, ya puedes copiar
todos los espléndidos pasajes de Rilke que quieras sobre la paciencia; pero lo que tienes que
hacer es vivirla ¿me entiendes? Vivirla. Si no, lo demás es totalmente inútil. Lo que temes es
que él pueda de veras volverse un santo y, si es así, ya no habrá más gestos apasionados ni
más caricias a tu ego ¿no es eso?...

También le dije que es enormemente difícil mantener el propio deseo fuerte, puro y sin nubes, y
que uno tiende a ser muy poco amable con los demás cuando lo está pasando mal. Y me
contestó: acabo de escribir a Hertha (La novia alemana de Spier, que le esperaba en Londres)
diciéndole que si uno tiene un deseo tan ardiente, lo mejor es intentar convertirlo en amor hacia
los demás. Yo dije: sí, pero hay momentos en que cualquier cosa puede parecerte excesiva
porque estás al límite de tu respiración. Y él, por supuesto. (2 marzo 1942, en tres momentos
distintos).
4.- Siempre la misma vacilante autoestima: tienes miedo de que te considere simplemente
como un caso de tantos, sólo como todos los demás que acuden a él con sus deseos y
añoranzas insatisfechas; no acabas de creer que entre él y tú se da una relación real y
auténtica; y cuando sucede que no se comporta de la manera que tú querías, o hay alguna
diferencia en vuestros ritmos, te sientes insegura y herida, y prefieres retirarte en seguida y
hacerte la interesante, llevándote a ti misma y tus intensos sentimientos a otro rincón...

Rilke dice que llegará un tiempo en que hombre y mujer ya no estarán uno frente al otro sino
uno junto al otro para compartir la pesada carga de su sexualidad. Y ayer se me hizo claro que,
justamente ahora, estoy caminando con él por esa senda: he convertido mi Deseo en nuestra
común ventura (3 marzo 1942). [En estas páginas Etty escribe siempre su Deseo con
mayúscula, como criticando irónicamente su egotismo].

5.- Pocos días después, Etty anota unas reflexiones sobre la unidad de cuerpo y alma, y que el
goce corporal sea expresión del alma en lugar de valer por sí mismo. Y continúa:

Y cuando él subió escaleras arriba y se recostó sobre mí, fue para él el comienzo de un juego
sensual, cuando todo lo que yo deseaba era dejar que mi cuerpo expresase lo que estaba
sucediendo en mi alma. Luego fue retirándose de mí y, de repente, dijo: “¿estás de acuerdo en
que es mucho más difícil controlarse que dejarse ir; y, sin embargo es mucho más bonito lo
primero?”. Todo fue un juego y, con él allí, fue también la lucha contra su propia sensualidad. Y
más tarde: “eres una chiquilla peligrosa” (27 marzo 1942).

6.- Me sentía como si estuviera sentada junto a una fuente de vida, una fuente que fluye
poderosamente dentro de mí. ¡Le quiero tanto! Esta tarde, cuando estaba sentada en el suelo,
apoyada contra sus piernas, me miró reflexivo y dijo: “¿pero como consigues arreglarte? ¿No
es muy duro para alguien como tú, acostumbrada a vivir con hombres?” Dijo también: “hace
sólo dieciocho meses no habría sido capaz de dejar sola a una muchacha como tú. Me habría
parecido un pecado (o algo así) no llevármela a la cama”. Y añadió: “estoy asombrado de lo
mucho que he cambiado; y, por otra parte, nunca he sido capaz de trabajar tanto como lo hago
ahora”. Yo dije: “siento un respeto profundo por la manera como vives y la tengo en alta
consideración”. Y, al cabo de un rato: “una aprende a adquirir paciencia; creo que la intimidad
física es demasiadas veces forzada; puedo vivir mucho tiempo con una sencilla caricia tuya”. Y
así más o menos.

Y ahora, estoy en la cama al lado de Han, con mis piernas desnudas entre sus muslos,
mirando su perfil y sus ojos cerrados. Hay en su rostro una expresión expectante; también él
me es tan familiar y tan cercano. Y también sé que ahora tengo paciencia para aguardar la
caricia amorosa de S que se ha convertido en algo tan esencial para mí, y esta paciencia se la
debo a Han. La vida con él en estos años me ha ayudado a apaciguar mi apetito; la vida con él
y sus manos cariñosas siempre en torno a mí...

¿Y S? he sorbido su aliento del vaso de su boca, y quizás ha sido la primera vez en mi vida
que he besado de veras a un hombre (15 abril 1942).

Al día siguiente anotará que quizás no era toda la verdad lo que había escrito la víspera. Pero
reafirmará que:quizá la única manera de besar a un hombre es cuando no brota simplemente
de la sensualidad sino también del deseo de respirar por un momento con una sola boca, de
modo que un mismo hálito pase a través de los dos. Y fue con S cuando tuve esa experiencia
por primera vez (16 abril 42).

7.- Nos creemos que las cosas están obligadas a suceder a nuestro gusto. Me refiero a su
fidelidad a Hertha. Él piensa: “le soy fiel, está seguro de la fortaleza de sus sentimientos hacia
ella. Y entre tanto me permite jugar en su vida un papel que no cuadra con su fidelidad. Y yo
también: sé que Hertha existe y, en mis mejores momentos, estoy dispuesta a comportarme de
acuerdo con eso. Y encima está mi propia fidelidad a Han. Pero ambos, él y yo, tiramos por
nuestro camino propio y creemos que somos fieles de todos modos, que tenemos en nuestro
interior espacios suficientemente amplios para permitirnos muchas libertades no pequeñas,
algo que no sería llevadero para una persona normal (30 abril 1842).

8.- Ese deseo de completa rendición física, que a veces siento tan intenso ¿es un corolario
indispensable de mis fuertes sentimientos hacia él? Ese deseo aparece a ratos y luego
desaparece... ¿No puede una cumplir ese deseo simplemente con un abrazo ocasional,
simplemente con un gesto de entrega total? ¿No sería esto suficiente? ¿No estoy exagerando
en mi imaginación la importancia de ese pequeño momento sexual? Pues, aunque el factor
sexual pueda jugar en mi vida un rol de particular importancia ¿no será que me influye mucho
porque tengo cierta imagen convencional de estos asuntos?... Es bueno haber cogido por los
cuernos por una vez estos puntos oscuros y difíciles que, de otro modo, pueden desbocarse
contigo como un toro loco...

La fórmula matemática de ayer, me vino violentamente con este sentido: si tuviera que
meterme en una relación completa con él, el daño y los conflictos que de ello surgirían en su
relación con Hertha serían más grandes que toda la riqueza que podría ganar nuestra relación.
Y los conflictos en su relación con Hertha pueden tener efectos devastadores en nuestra
relación. Si la línea que traza el límite, el punto en que él cree que está siendo infiel, consiste
en pasar juntos una noche de amor en el mismo lecho, es decisión suya y tengo que
respetarla (23 y 24 mayo 1942).

9.- Una y otra vez se me va haciendo claro por todas partes que todavía no soy independiente
de él, que no soy una persona libre, capaz de sostenerme con mis dos pies. Cuando me siento
tan enferma como me he sentido hoy, todo lo refiero a él. Quiero decir que me siento
totalmente débil y temerosa de que mi debilidad esté en fallarle a él. Probablemente tengo un
miedo inconsciente de que pueda pensar que soy una pelmaza, todas las veces en que me
siento infeliz, los momentos en que no estoy llena de entusiasmo por hacer algo con él, y temo
que nuestra relación puede perder algo de intensidad... Tendría que ser capaz de decirle: “hoy
me siento fatal, por dentro, en mi cabeza, por todas partes; por tanto déjame sola un rato”...

No olvides nunca la diferencia entre subyugación y CONJUGACIÓN (29 de mayo de 1942,


después de cenar) . La misma Etty escribe esta palabra con mayúsculas para marcar la
diferencia en el juego de palabras.

10.- Mi aprendizaje progresa y voy poco a poco convirtiéndome en persona adulta. Ayer fui a
verle pedaleando, pasadas las nueve de la noche, y a pesar de no sentirme con ánimos para
eso. Me encontraba vacía y sin brillo; y a su clásico: “¡hombre! ¿qué hace usted aquí señorita
Hillesum?” (qué chorrada: ¡ésa soy yo!), le dije: me siento imbécil y aburrida esta noche, de
modo que me vuelvo derechito a casa”. Él me contó toda clase de cosas que le habían ocurrido
ese día, me dejó leer notas de algunos pacientes y casi me quedé dormida sobre el bolsillo de
su chaleco. En un momento dijo irónicamente: estas un poco histérica hoy ¿no es así?”. Hice
los imposibles para manejar mi indignación: “¿qué quiere decir exactamente eso de histérica?”.
Él hizo un gesto vago y dijo: “tan taciturna e insegura; quizá sería mejor que volvieras a casa”.
Y me senté mirándole a la cara, muy tranquila y controlada, muy cerca de él, y supe que, en el
pasado, una hora como esa me habría resultado totalmente insoportable y oscura. Entonces
me volvía en seguida histérica y desesperada; y me hubiera sentido traicionada y hundida por
su fracaso en consolarme en mi tristeza y mi vacío. Pero ahora, estaba sentada allí, totalmente
tranquila, diciéndome que no debo ser tan ambiciosa como para creer que tengo que inspirar a
un hombre en cada minuto de su vida; que tenía que aceptar que puedo estar vacía y cansada
y tener ganas simplemente de marcharme de su lado; y que eso puede pasar en la mejor
relación. En el pasado me hubiese negado a reconocer ese vacío en mí, y hubiese hecho
intentos desesperados en todos los campos, desde el intelectual hasta el erótico y sexual, para
restablecer el contacto a cualquier precio; y si eso fallaba hubiera tenido después orgías de
soledad por mi cuenta. Y ahora estaba sentada allí, tan tranquila y modosita, también
vagamente triste por supuesto, pensando: “bien, esta es una de esas cosas que un alma
amable no puede remediar”.. (11 junio 1942).

11.- ¡Cuántas concepciones equivocadas convierten la vida un laberinto! ¿No será que le
quiero más como a un maestro que como a un amante? Y ¿me doy cuenta de que lo segundo
no es esencial en alguien como él? Mis sentimientos de que nuestra relación es en cierto
sentido incompleta y bloqueada ¿no brotarán de una determinada tradición, de la creencia que
nos ha sido transmitida, de que la suprema unión entre un hombre y una mujer consiste en
dormir juntos? En cualquier caso, en mis momentos menos consistentes, ese sentimiento está
presente. La pasada noche hubo un momento en que pensé que había superado lo peor...

Estoy en mi cama y miro la noche a través de mi ventana abierta, noche nueva una y otra vez,
y sé que no necesito viajar para tener todos los paisajes del mundo, que me visitan en este
cielo siempre cambiante fuera de mi ventana, en la noche. Serían las cuatro de la mañana: y
mientras estaba pensando que he recobrado mi paz, mi claridad, mi espacio, una pequeña
marea de soledad creció hasta mi interior, inundándome y extendiéndose desolada a cuantos
pequeños pasos he dado en mi interior durante los últimos días. Mi cama iba escurriéndose
humedecida por mis lágrimas y me dije; “je je, pues sí que estamos bien”. Otra vez ese
sentimiento desesperado de estar encerrada en un espacio clausurado, y sacudiendo mis alas
contra una pared de hierro levantada por él. Sé y tengo por cierto que ese muro es una ilusión,
y que sólo existe en mi imaginación configurada por la tradición. En fin de cuentas, uno tiene
las alas que necesita para volar a través de cualesquiera murallas, hacia un cielo en el que
sabe que no existen esos compartimentos artificiales. Es como si, por no sé qué necesidad de
castigarme, estuviera dándome adrede contra una pared ¿no es así? Es una pena que todavía
tenga que luchar contra este tipo de problemas en tiempos como estos, cuando todos hemos
de empujar juntos lo más fuerte posible, si es que queremos sobrevivir.

Acababa de telefonear él para decirme que Hulle ha sido trasladado al campo de Amersfoort, y
corre el rumor de que es posible escuchar la corriente de gentes golpeadas hacia allí... en
medio del calor. Y nadie sabe por dónde anda... la madre de Hulle. Pero no son ellos solos: son
miles y miles por los que habría que estar rezando en cada minuto y no olvidar ni un instante. Y
es vergonzoso que tú, Etty, estés otra vez enredada en deseos y añoranzas que no son
aspiraciones genuinas. He de alcanzar claridad sobre este punto antes de que pueda
considerarme otra vez parte de la gran comunidad; y esto implica liberarse del propio
egocentrismo... ¿Por qué he de tener a veces ese sentimiento desesperado de que nuestra
relación está bloqueada? ¿De que no puedo entregarme a él del todo porque siempre está
poniendo un “alto” en todas partes? Ese alto es su fidelidad, que atraviesa el Canal (de la
Mancha) y regresa... Y, una vez dicho esto, -déjame ser sincera de una vez sobre ello-: ¿no es
por una especie de orgullo femenino herido, por lo que no puedo quebrantar esa fidelidad (that i
can’t break that faithfulness down)? Tide reza cada día por Hertha y para que los dos puedan
reunirse, y yo la admiro y la quiero por ello. Pero ese “quebrantar la fidelidad de alguien” ¿no es
una parte integrante de las ideas fijas pequeño-burguesas que recibimos a través de novelas
baratas? (15 junio 1942).

12.- ¿Sabes lo que me parece nauseabundo en ti, pequeña? Ese semicandor y esa
semigrandilociencia... A veces tengo miedo de llamar al pan pan y al vino vino. ¿Porque
entonces no dejamos nada para la imaginación? Pues no: hay que llamar a las cosas por su
nombre: si no pueden soportar ese nombre, es que no tienen derecho a existir. Intentamos
conservar muchas cosas en la vida a base de un vago misticismo; pero la mística debe
descansar en una honestidad tan clara como el cristal, y sólo puede sobrevenir cuando las
cosas han sido desnudadas hasta su desnuda realidad. ¡Dios mío! ¡Qué claro resultaría
entonces todo!...

Muchas noches, cuando regreso a casa me pasa que deseo recordar las maravillosas
experiencias que he tenido. Pero no con las palabras llanas y necesariamente toscas de un
diario, no: lo que más me gustaría es ser capaz de producir aforismos directos y verdades
eternas, a partir de las más simples experiencias. Menos que eso ya no me valdría. Y de ahí
brotan todas mis vaguedades y generalizaciones: me parece muy por debajo de mi dignidad
escribir acerca de mi vientre (¡vaya palabra plúmbea y cruda para una parte tan importante del
cuerpo!)...

La noche pasada, cuando le dije adiós, acarició mi pecho casi con indiferencia, y luego dijo
más o menos (refiriéndose al diario de Netty que contiene varios pasajes apasionados sobre
caricias en los pechos): “este tipo de cosas no le impresionan mucho a usted” (y usó el formal
‘usted’ que resultaba más bien titilante en aquella situación) “¿y ahora? ¿No irá usted a sentirse
excitada después por un largo rato?” Y, por supuesto no voy. En fin de cuentas, sus manos que
acarician no son más que una parte y una parcela de nuestro diálogo cotidiano: incluso cuando
está dictándome una carta de negocios, sus manos, esos conductores constantes de calor y
ternura, acarician mis muslos o mis pechos o mi cabello o mis pestañas. Este es nuestro
diálogo cotidiano, y no sería honrada pretendiendo que me pone en un estado de excitación
constante. Pero a veces, me imagino que me excita y me estimula y luego me deja en seco y
no se atreve a asumir las consecuencias...

En realidad, y en profundidad, no deseo tener una relación sexual con él. Mi cuerpo solicita
ternura continua, y esto lo recibo de él una y otra vez y, por lo que hace a mis demandas
sexuales, la verdad es que no son tan apremiantes y, en las pocas ocasiones en que levantan
la cabeza, por lo general, puedo sacar de ellas lo mejor...

Dicho honestamente, más de uno se preguntará si es realmente un ser humano normal y


completo, una vez que el factor sexual ha sido dejado aparte. Y quizá ésta es la razón por la
que, a veces, siento que nuestra relación es como aturdida e inadecuada: simplemente porque
falta ese factor. Y ¿no es también ese sentimiento tan trillado (en nuestra relación casi un
cliché) de que si no me desea totalmente entonces es que no me quiere tanto en realidad?...

“En los hombres todo es casi mecánico, en las mujeres es un proceso” dijo él no hace mucho.
“Por eso la mujer debe tomar la dirección en asuntos amorosos”. Y a veces, como ayer, mi
boca puede estar presta para la entrega, pero mi cuerpo esta todavía lejos de ella; realmente
es un proceso. En un hombre es diferente: el factor sexual no se esparce por todo su ser de
ese modo, sino que simplemente le aprieta, y luego lo olvida de nuevo: todo sucede mucho
más de prisa... Con las mujeres, si se me permite generalizar, el momento de la entrega llega
al final de un proceso gradual en el que todo el psiquismo juega un papel tan grande al menos
como el cuerpo. Por eso no hay que dar mucha importancia a la toma de una mujer por un
hombre; para nosotras es un acto que corona y completa una relación, para ellos casi no es ni
una parte orgánica del todo. No debemos juzgar su amor a nosotras por su deseo hacia
nosotras: pues éste obedece sus propias leyes mecánicas; su amor debemos buscarlo en otro
lugar...

El respeto a nuestra propia feminidad no debe basarse en si y cuántas veces su cuerpo nos
desea... y creo que aquí yace la fuente de tantos malentendidos entre hombre y mujer. Las
mujeres ponen mucho acento en un factor que los hombres no se toman tan en serio o, al
menos, un factor del que las mujeres no pueden aprender mucho sobre los sentimientos del
hombre. Sé que estoy escribiendo esto un poco atontada, pero cada vez me va resultando más
y más claro que puedo liberarme de una cantidad de peso muerto, y que mi camino puede
abrirse más y más a un trabajo productivo y vivificante. Y espero de una vez para todas llegar a
sujetar las cosas y no tener que ir arrastrándolas como un lastre pesado... (19 junio 1942).

Sede del Etty Hillesum Research Centre (EHOC), Ghent University, Holanda.
Conclusiones
El lector juzgará. Pero González Faus cree que estos textos, aunque no son todos los posibles,
arrojan datos de interés. Por ejemplo: Spier murió el 15 de julio. Un mes antes Etty aún se
debatía de ese modo. Por tanto, se debe corregir lo que Faus escribió en su comentario a la
edición habitual de su diario [Etty Hillesum. Una vida que interpela; Santander 2008]. La
relación no se “arregló” varios meses antes, dejándola preparada para su evolución y
crecimiento posterior. Fue la muerte del maestro y semiamante la que potenció ese proceso.

Además de esto, alguien podrá pensar que las cosas no son hoy exactamente como hace
sesenta años en el tema sexual, aunque la Holanda de los cuarenta no era la España de los
cuarenta, y menos quizá entre gentes no cristianas. Pero lo decisivo, y lo importante para hoy,
es la capacidad de introspección y la brutal sinceridad de esta muchacha que quizás hemos
perdido. Quizás así, a través de tantas vueltas y reflexiones, acabó descubriendo algo
fundamental. Por ejemplo:

- que la sexualidad es algo más, mucho, más que placer. La sexualidad es “poder” y
autoafirmación; puede ser también entrega. Y todo el intríngulis de su ética reside en convertir
el poder en entrega. Más allá de los mecanismos físicos que son muy diferentes en ambos
sexos (en contra de lo que promulga una falsa liberación sexual de la mujer), está esa difícil
tarea de convertir el poder en entrega, o de evitar que el afán de poder se enmascare -y
chantajee- bajo la capa de la entrega.

- También que la plenitud o el éxtasis corporal es verdadera plenitud cuando va acompañada


de un éxtasis espiritual (la obsesión de Spier por la unidad de cuerpo y mente). Sin esta
plenitud espiritual el sexo, lejos de saciar, alimenta más la sed como el agua de la samaritana.
Y acaba convirtiéndose en adicción que es algo ya muy distinto de una necesidad natural; o
acaba buscando esa plenitud imposible por caminos no demasiado naturales en los que “lo
prohibido” se pervierte, por eso mismo, en pseudopromesa, en lugar de actuar como marca del
camino.
-
Finalmente el hecho de que Etty no actúe en nombre de legalismos, moralismos o imposiciones
exteriores, sino buscando lo mejor de sí misma y para sí misma, da a su lucha una
ejemplaridad que no tienen muchas imposiciones eclesiásticas.

Algo de eso muestran estas conclusiones que he citado en algún otro lugar: “No debemos
pretender expresar físicamente todo lo que sentimos por otra persona. Precisamente por eso
me quedo siempre tan triste después de un contacto físico. Se puede expresar mucho más con
un gesto bien pequeño que con la más salvaje y apasionada noche de amor. Yo me arrojaba
contra él casi con desesperación: ahora las cosas no van tan mal como solían ir, ni mucho
menos. Me hacen feliz sus caricias aunque siempre temo que, de repente, alcancemos un
límite que ya no nos permita ir más allá” (25 abril 1942).

Y es que, en el campo de la moral y de la bondad, lo que cuenta ante el juicio definitivo de Dios
no es tener un expediente impoluto sino lo que se ha aprendido a amar. Como Faus ha dicho
otras veces, María Magdalena es mucho más casta que algunos eclesiásticos, quizá tan
observantes como fariseos...

Leandro Sequeiros San Román es Catedrático de Paleontología y miembro de la Cátedra


CTR. Facultad de Teología, Granada.

Bibliografía

The letters and diaries of Etty Hillesum. Completed and unabridged. Novalis, St. Paul
University, Ottawa 2002. 788 pág.

Diario de ETTY HILLESUM. Una vida conmocionada Editorial Anthropos, 2008.

Etty HILLESUM. “El corazón pensante de los barracones”. Cartas. Editorial Anthropos, 2005.
Evelyne Frank. “Con Etty Hillesum en busca de la felicidad”. Ed. Sal Terrae, 2006.

Paul Lebeau. “Etty Hillesum. Un itinerario espiritual. Amsterdam, 1941-Auschwitz, 194”3. Ed.
Sal Terrae, 2000.

Sylvie Germain. “Etty Hillesum. Una vida”. Ed. Sal Terrae, 2004.

Wanda Tommasi. Etty Hillesum. La inteligencia del corazón. Ed. Narcea, 2003.

José I. González Faus. “Etty Hillesum. Una vida que interpela”. Ed. Sal Terrae, 2008.

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