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Johann Christoph Blumhardt

Todos son bienvenidos


Todos son bienvenidos
Johann Christoph Blumhardt

Y el poder del Señor estaba con él para sanar a los enfermos.


—Lucas 5:17b

Dondequiera que Jesús se quedaba o caminaba, un


poder fluía de él, para sanar y vivificar el alma y el cuerpo.
Cualquiera que se le acercaba con un corazón confiado recibía
ayuda. El Señor del cielo, el Dios de Israel, el poder de este Dios
fluía en Jesús y obraba sanación. ¡Qué maravilloso que el Hijo de
Dios haya aparecido así!

Difícilmente se puede comprender que Dios se haya acercado


tanto a nosotros con semejante bondad. ¡Cuán evidente era que
todo estaba corrompido! ¡Cuánta falta de temor de Dios había en
la tierra! ¡Cuán hipócrita era la piedad de los que fingían ser
devotos! Incluso hicieron del templo una «guarida de ladrones», lo
convirtieron en un mercado.

Sin embargo, él vino. ¿Y cómo era? Vino no como alguien que


juzga sino como alguien lleno de bondad, calidez, misericordia y
amor. Nadie tuvo que temerle. A todos se les permitió acercarse,
todos los quebrantados podían tener esperanza, incluso los
pecadores y recaudadores de impuestos. Todos podían acercarse.
Y todos los que vinieron fueron sanados y satisfechos. Todos
pudieron regocijarse de que el embajador de Dios en persona los
hubiera visitado.

Debido a que el Señor fue tan bondadoso y bueno con todo el


que se le acercaba, demostró que realmente venía de Dios. ¿Quién
podría ser más grande? ¿Puede haber algo más maravilloso que
saber que este hombre de Nazaret provenía de Dios? ¿Puede
alguien más satisfacer nuestra necesidad más profunda?
¿Podemos imaginar a alguien que venga del cielo más grande, más
majestuoso y más glorioso que él? Verdaderamente, él es el único.
«Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14b).

Jesús sigue siendo el mismo Salvador hoy en día. Así que hay
esperanza para todos, nadie debe desesperase ni dudar de su
paciencia y amor. Sin importar quién seas, puedes venir. ¡Pero
debes acercarte! Acércate anhelando misericordia y gracia.
Entonces recibirás su bondad en abundancia. Incluso en estos
tiempos difíciles puedes experimentar su misericordia, y cuando
sea el momento oportuno: «Él les enjugará toda lágrima de los
ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las
primeras cosas han dejado de existir» (Apocalipsis 21:4). ¡Alábalo
por esa esperanza inconmensurable!
Sobre el autor

Johann Christoph Blumhardt fue


un teólogo alemán luterano y padre
de Christoph Blumhardt. El
Blumhardt mayor estudió para el
ministerio luterano y, después de
unos años enseñando en una
escuela de capacitación de
misioneros, se hizo pastor en
Möttlingen, un pueblo casi
desconocido de Württemberg en el
sur de Alemania. Su carrera
transcurrió sin novedad hasta que,
en 1842, tuvo que asistir a una
parroquiana joven, Gottlieben
Dittus, quien sufría de algún tipo de
trastorno nervioso severo y cuya
casa era asediada por extraños fenómenos psíquicos. Blumhardt
decidió que el caso era igual que aquellos descritos en el Nuevo
Testamento como posesión de demonios. Después de dos meses
de cuidado pastoral y reserva reverente, descubriendo que él no
tenía ninguna sabiduría ni ningún poder que pudiera ayudarla, él
y la joven oraron juntos: “Señor Jesús, ayúdanos. Hemos visto
suficiente de lo que hace el diablo; ahora queremos ver qué
puede hacer el Señor Jesús.” Esta batalla de oración continuó
casi dos años sin que nada mejorara; las cosas se empeoraron,
si cambiaron.
Por fin llegó el momento crítico. Cuando las oraciones de
Blumhart y los problemas de la joven llegaron a un clímax, la
hermana de Gottlieben (quien recientemente había sufrido
también de ataques demoníacos), pronunció en voz extraña,
“¡Jesús es el Venc edor!”—y se terminó todo. Luego Gottlieben
se convirtió en empleada de los Blumhardt y vivió con ellos por
el resto de su vida; nunca más sufrió de ataques. Blumhardt
creyó que la voz era de los vencidos demonios expulsados en
ese momento. En lugar de proponer el sensacionalismo o un
culto a la personalidad centrado en él y las jóvenes,
frecuentemente tomó medidas para reprimir o enfrenar estas
tendencias. No obstante, se decía que pasaron cosas
sumamente extrañas y maravillosas. La victoria de Jesús en la
vida de la joven demente desencadenó de inmediato lo que hoy
día se llamaría un renacimiento; se relata que transformó el
pueblo entero de Möttlingen y atrajo gente de todas partes de la
región. Se cuenta de muchas ocurrencias de sanidad,
conversiones de algunos oponentes más decididos y
transformaciones radicales de vidas y caracteres. Matrimonios
fueron salvados, enemigos reconciliados y hubo una efusión de
fervor evangélico.
Como era de esperar, tales acontecimientos levantaron críticas
de muchas autoridades eclesiales. La visión del cristianismo que
poseía Blumhardt era más grande de lo que las instituciones
religiosas podían soportar. Por eso, algunos años después, las
presiones hacia la conformidad religiosa en Möttlingen habían
llegado a ser tan constrictivas, que Blumhardt renunció su
oficina pastoral y, en efecto, su conexión formal con la Iglesia
Reformada. Se mudó a Bad Boll, poco lejos de su pasado hogar,
donde compró un spa y hotel vacío y lo transformó en un tipo
de centro de retiro, un lugar dónde pasar etapas de descanso,
meditación y estudio y recibir consejos pastorales—y un lugar
donde Blumhardt podía trabajar según la dirección de Dios. Él
continuó esta obra hasta su muerte en 1880.

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