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EPISTEMOLOGIA DE LA COMUNICACIÓN
CODIGO 401103
LECTURAS UNIDAD I
La comunicación como campo de estudio
LA TRANSDISCIPLINARIEDAD
UNA NUEVA VISIÓN DEL MUNDO
Sabemos de donde surgieron estas divisiones del objeto de estudio. En términos
intelectuales se derivan de la ideología liberal dominante en el siglo XIX que decía que el
estado y el mercado, la política y la economía, eran ámbitos separados de manera
analítica (y en gran medida autónomos), cada uno con sus reglas (con su "lógica")
particulares. Se pidió a la sociedad que las mantuviera separadas, y los académicos las
estudiaron por separado.
Immanuel Wallerstein
Impensar las Ciencias Sociales, 1998 (pp. 261)
Fuente: http://nicol.club.fr/ciret/espagnol/visiones.htm
Lección 1
Mónica Valle*
La ciencia social como tal es una empresa del mundo moderno, que a partir del Siglo XVI,
busca de forma sistémica desarrollar un conocimiento secular, sobre la realidad, que
tuviese validación empírica.
La visión clásica de ciencia, es decir conocimiento fue constituida sobre dos premisas: (2)
a) el modelo newtoniano de causa – efecto, en el cual hay una simetría entre el presente
y el futuro y
b) el dualismo cartesiano, que plantea fronteras limitadas entre la naturaleza y lo humano,
es decir materia y mente, mundo físico y espiritual.
En el siglo XIX con la universidad entendida como institución diseñada para producir
nuevo conocimiento y reproducir a los productores de conocimiento, se plantean nuevas y
múltiples disciplinas bajo la creencia de la que la investigación sistemática requería la
concentración hábil en las múltiples zonas separadas de la realidad. (3)
Para 1945 las ciencias sociales se distinguían perfectamente de las ciencias naturales que
estaban encargadas de estudiar los sistemas no humanos y las humanidades, que se
centraban en la producción de estudios sobre la cultura, la mente y el espíritu de las
sociedades civilizadas.
Para esta fecha tres procesos afectaron la estructura de las ciencias sociales:
Ante estos acontecimientos quizás, la más notable innovación académica después de 1945
fue la creación de los estudios de áreas con enfoques multidisciplinares. Los grupos de
académicos de las áreas tenían diversos orígenes disciplinares y por lo tanto atravesaban
las líneas divisorias definidas tradicionalmente develando así el carácter artificial de las
divisiones antes dadas entre las ciencias naturales y las sociales. Cada disciplina se
enfrentó a nuevos retos, deslizándose hacía puntos que retaban los antiguos enfoques.
Contribuyó a esto el reclutamiento de académicos de distintos orígenes geográficos.
Este fenómeno fue catalogado por algunos estudiosos como fertilización profunda de la
interdisciplinariedad, otros en cambio interpretaron este horizonte como reflejo de la
confusión intelectual que implicaba una reconstrucción más radical de las disciplinas para
lograr su legitimidad.
Esto contribuyó a hacer menos claras las fronteras de los dos “super campos”. La visión
cartesiana que describía al mundo como un automaton, determinista y capaz de ser
totalmente descriptivo en forma de leyes causales no encuentra cabida en los nuevos
hallazgos que conciben un mundo más complejo, un mundo en el que las perturbaciones
desempeñan un papel muy importante y en donde una de las cuestiones claves es explicar
cómo surge esta complejidad.
En este debate se puede decir que la división principal del conocimiento contemporáneo:
humanidades, ciencias sociales y ciencias naturales han luchado continuamente en los
frentes intelectuales, políticos e ideológicos para mantener sus distintas afirmaciones de
universalidad. Afirmaciones han tenido problemas severos, pues no se ha cumplido la
expectativa creada por las tres ciencias para predecir y administrar características que se
derivan de su presumible carácter de exactitud cuantificable. El universalismo ha sido
atacado como un particularismo disfrazado y opresivo: al no poder abarcar una visión
globalizadora y válida para todo tiempo y circunstancia, necesariamente es parcial.
Lección 2
LA COMUNICACIÓN COMO DISCIPLINA SOCIAL
En relación con las ciencias sociales la comunicación, ha enmarcado su que hacer social
desarrollando sus propias teorías y métodos, adoptando, de acuerdo a sus necesidades,
diferentes herramientas y técnicas de cada disciplina social. “No obstante, son los
desarrollados a través de la antropología, la sociología y la psicología social los que le han
ido dando sentido y han contribuido con sus instrumentos de investigación y análisis a
entender cómo la comunicación, habilidad innata del ser humano, ha ido transformando la
realidad de su cultura en el largo camino de su evolución social”. (8)
“El entendimiento que los comunicólogos tienen de su objeto de estudio, aun captado in
loco y respetando fielmente la diversidad de opiniones, en la medida misma en la que es
formulado y expresado, enmascara las tensiones y las incertidumbres que están en la base
del lento y a veces invisible proceso de formación y transformación al que se encuentran
sujetos esos entendimientos” (9).
Los dos paradigmas definidos anteriormente acaban formando un cierto sistema, aunque
normalmente en la práctica, no es raro encontrarlos inmiscuidos en polémicas que los
colocan como contradictorios.
El tercer paradigma: génesis del campo es otra forma de abordar el problema de la
definición de la disciplina comunicación y su objeto. Propone pensar la génesis del campo,
o sea el advenimiento de la “comunicación moderna”. Para este paradigma, la cuestión
fundamental reside en la desnaturalización de los procesos comunicacionales, es decir, en
la compresión de que la significación de un fenómeno social no puede ser alcanzada si no
es mediante la delimitación de su singularidad histórica. Esto equivale a extraer todas las
consecuencias de la afirmación de que la comunicación no es, y no debe ser tratada como
un proceso transhistórico.
Esta situación indica la diversidad de la realidad compleja, cuyos sentidos son recogidos
junto con el entendimiento de la comunicación que tienen las instituciones de
conocimiento socialmente reconocidas.
Ante el debate generado en las ciencias sociales, acerca de la articulación de las distintas
disciplinas que la conforman y el estudio de los fenómenos y las producciones culturales y
sociales que cotidianamente van modificando a la sociedad en el mundo, la comunicación
no ha salido exenta. Y no es para menos, ya que el siglo XX fue esencialmente de la
comunicación, campo de experimentación cuyo proceso tiene consecuencias importantes
al amanecer del presente siglo y milenio. Por ello si la extensión del campo excede los
esfuerzos de una sola disciplina, dar cuenta de ese campo significa entonces que éste será
atravesado por varios saberes. Tal es el diagnóstico de quienes plantean sus reservas en
cuanto a la posibilidad de una ciencia de la comunicación, en la medida en que esto
implica una megadisciplina. Con todo, la cosa cambia si en vez de reivindicar todos y cada
uno de los procesos comunicacionales, una determinada disciplina se ocupa “solo” de lo
que hay de original y decisivo en los procesos comunicacionales, a la luz de las
transformaciones producidas por la modernidad, y en cierta forma quizás un poco
reflexiva, esto es lo que ya hace una franca mayoría de los estudios en comunicación, que
rara vez abordan procesos comunicacionales que no sean los del siglo XX.
Para sintetizar es necesario decir que para este paradigma de análisis, las prácticas
comunicacionales se convierten en el centro que explica tanto el objeto como la disciplina.
Porque ya no se trata de dar cuenta de un campo descomunal, cuya extensión no podría
ser cubierta sino por la filosofía o por el conjunto de las ciencias del hombre. Son
exactamente esos procesos comunicacionales, bien fechados, contextualizados en un
determinado tipo de organización social y con especificidad propia, los que tienen en el
empleo de los medios de comunicación su expresión más contundente y evidente, lo que
se convierten en el objeto de estudio de una ciencia particular: la comunicación.
Gaston (11) (2001) afirma que desde la epistemología no es posible llegar a fundamentar
una disciplina que se ocupe de “la comunicación”. Esa afirmación disciplinaria, afirma este
profesor Argentino, de la universidad del Mar de Plata; sólo puede ser sostenida sobre la
propuesta de una intervención política en el campo de las ciencias sociales.
“Es aquí donde los estudios de comunicación están en condiciones de construir esa
especificidad. Las enormes potencialidades de intervención que el campo plantea ponen
en escena un espacio de reflexión en el que podría definirse prioridades de investigación
vinculadas a la responsabilidad social de la ciencia. Los procesos de concentración
económica en los medios masivos de comunicación o las ideologías autoritarias que
impregnan los discursos hegemónicos que circulan por los medios constituyen, aspectos
insoslayables que merecen, como primera medida, un conocimiento fundado para luego
estar en condiciones de intervenir, en virtud de un claro objetivo político que cualquier
estructura de investigación debe plantearse”.
Lección 3
LA INTERDISCIPLINARIEDAD DE LA COMUNICACIÓN
La interdisciplinariedad es una realidad en las ciencias del hombre del siglo XX. La
interdisciplinariedad no niega ni desconoce la distribución de saberes, el término
interdisciplinariedad puede ser útil para designar una cierta estrategia para replantear el
marco de distribución de los saberes, La intención de la interdisciplinariedad es captar las
eventuales lagunas entre los grandes espacios disciplinarios consolidados. También puede
representar el esfuerzo por efectuar una síntesis entre las contribuciones de dos o más
disciplinas científicas, fundando así un objeto intersticial, que podrá o no generar una
subdisciplina (antropología social, sociología histórica, psicología social, sociolingüística).
En la interdisciplinariedad se pueden distinguir tres grados: a) un grado de aplicación. Por
ejemplo, los métodos de la física nuclear transferidos a la medicina conducen a la
aparición de nuevos tratamientos del cáncer; b) un grado epistemológico. Por ejemplo, la
transferencia de los métodos de la lógica formal en el campo del derecho genera análisis
interesantes en la epistemología del derecho; c) un grado de concepción de nuevas
disciplinas. Por ejemplo, la transferencia de los métodos de la matemáticas en el campo
de la física ha engendrado la físico – matemática, de la física de las partículas a la
astrofísica- la cosmología cuántica, de la matemática a los fenómenos meteorológicos o los
de la bolsa. La teoría del caos, de la informática en el arte- el arte informático.
Señalaba Roland Barthes, en los años sesenta, que la interdisciplinariedad no es una cosa
reposada: comienza efectivamente (y no solamente como emisión de un piadoso deseo)
cuando se deshace la solidaridad de las antiguas disciplinas, quizás hasta violentamente,
gracias a los invites de la moda, en provecho de un objeto nuevo, de un lenguaje nuevo,
que ni uno ni lo otro pertenecen al dominio de las ciencias que pretendían confrontar
apaciblemente.
Como se sabe estas performance no son gratuitas ni fortuitas; obedecen, por una parte, al
reforzamiento cognitivo y búsquedas metodológicas, que faciliten los procesos específicos
y , por otra, al surgimiento de disciplinas nuevas que responden a las expectativas de la
sociedad.
Lección 4
COMUNICACIÓN Y TRANSDISCIPLINARIEDAD
La comunicación como objeto reciente de estudio carece de legitimidad ante estas ciencias
sociales, sin embargo el estallido de las fronteras que entrañan las ciencias sociales y sus
disciplinas, configuran, objetos móviles, nómadas, de contornos difusos, imposibles de
encerrar en la malla de un saber positivo y rígidamente parcelado. Como señala Jesús
Martín Barbero (13), “en la nueva percepción del espacio y el tiempo que configura un
nuevo siglo se despliega un mapa de síntomas y desafíos para la ciencias sociales”.
Indica Barbero, que hay un cambio en el fomento del saber mismo, en las
transformaciones de la sensibilidad que emergen en la experiencia comunicacional, “por
allí pasan cuestiones que atraviesan por entero el desordenamiento de la vida urbana, el
desajuste entre comportamientos y creencias, la confusión entre realidad y simulacro”.
En este mismo sentido, un grupo de intelectuales (14) del mundo preocupados por el
devenir de los seres humanos en este mundo complejo, manifestaron públicamente
en1994, su proclama a la transdisciplinariedad, argumentando que:
— Sólo una inteligencia que dé cuenta de la dimensión planetaria de los conflictos actuales
podrá hacer frente a la complejidad de nuestro mundo y al desafío contemporáneo de la
autodestrucción material y espiritual de nuestra especie.
— La vida está seriamente amenazada por una tecnociencia triunfante, que sólo obedece
a la lógica horrorosa de la eficacia por la eficacia.
— La ruptura contemporánea entre un saber cada vez más acumulativo y un ser interior
cada vez más empobrecido conduce a un ascenso de un nuevo oscurantismo, cuyas
consecuencias en el plano individual y social son incalculables.
— El crecimiento de los saberes, sin precedente en la historia, aumenta la desigualdad
entre aquellos que los poseen y los que carecen de ellos, engendrando así desigualdades
crecientes en el seno de los pueblos y entre las naciones de nuestro planeta.
— Al mismo tiempo que todos los desafíos enunciados tienen su contraparte de esperanza
y que el crecimiento extraordinario de los saberes puede conducir, a largo plazo, a una
mutación comparable al pasaje de los homínidos a la especie humana.
“La dignidad del ser humano es también de orden cósmico y planetario. La operación del
ser humano sobre la Tierra es una de las etapas de la historia del universo. El
reconocimiento de la Tierra como patria es uno de los imperativos de la
transdisciplinariedad.
Todo ser humano tiene derecho a una nacionalidad, pero, a título de habitante de la
Tierra, él es al mismo tiempo un ser transnacional. El reconocimiento por el derecho
internacional de la doble pertenencia –a una nación y a la Tierra– constituye uno de los
objetivos de la investigación transdisciplinaria.
La transdisciplinariedad conduce a una actitud abierta hacia los mitos y las religiones y
hacia quienes los respetan en un espíritu transdisciplinario.
No hay un lugar cultural privilegiado desde donde se pueda juzgar a las otras culturas. El
enfoque transdisciplinario es en sí mismo transcultural”. (15)
Desde el punto de vista clásico no hay nada entre y a través de las disciplinas y más allá
de toda disciplina. El espacio en cuestión está vacío, como el vacío de la física clásica. Aún
cuando renuncia a la visión piramidal del conocimiento, el pensamiento clásico considera
que cada fragmento de la pirámide por el gran “bang” disciplinario es una pirámide
entera; cada disciplina pretende que el campo que le pertenece sea inagotable. Para el
pensamiento clásico las transdisciplinariedad es un absurdo porque no tiene objeto. En
cambio para la transdiciplinariedad el pensamiento clásico no es un absurdo pero su
campo de aplicación es considerado restringido. (16)
En presencia de varios niveles de realidad, el espacio entre las disciplinas y más allá de las
disciplinas está lleno como el vacío cuántico está lleno de todas las potencialidades: desde
la partícula cuántica a las galaxias, del cuarzo a los elementos pesados que preparan la
aparición de la vida en el universo.
El crecimiento sin precedente de los saberes en nuestra época vuelve legítima la cuestión
de la adaptación de las mentalidades a esos saberes.
Para el pensamiento clásico no hay más que dos soluciones posibles para salir de una
situación de decadencia: la revolución social o el retorno a la supuesta edad de oro".
La revolución social ha sido experimentada en el curso del siglo que termina y sus
resultados han sido catastróficos. El hombre nuevo no era más que un hombre vacío y
triste. Cualquiera que sean los arreglos cosméticos que no tardará en sufrir en el futuro la
"revolución social", no podrán borrar de nuestra memoria colectiva lo que ha sido
efectivamente experimentado.
El regreso a la edad de oro no se ha ensayado todavía por la simple razón que la edad de
oro no ha sido encontrada. Aún si se llega a suponer que dicha edad de oro existió en
tiempos inmemoriables, ese retorno debería acompañarse de una revolución interior
dogmática, imagen retrospectiva de la revolución social. Los diferentes integrismos
religiosos que cubren la superficie de la tierra con su manto negro son un presagio funesto
de la violencia y la sangre que podría brotar de esa caricatura de "revolución interior".
Pero, como siempre, hay una tercera solución. Esa tercera solución es la armonía entre las
mentalidades y los saberes presuponen que esos saberes sean inteligibles, comprensibles.
Lección 5
LA DISCIPLINARIEDAD, LA PLURIDISCIPLINARIEDAD, LA INTERDISCIPLINARIEDAD Y LA
TRANSDISCIPLINARIEDAD SON LAS CUATRO FLECHAS DE UN SOLO Y MISMO ARCO: EL
DEL CONOCIMIENTO
Notas
Lección 10
Carta de la Transdisciplinariedad
Preámbulo
Considerando que:
— La proliferación actual de las disciplinas académicas y no-académicas conducen a un
crecimiento exponencial del saber que hace imposible toda mirada global del ser humano.
— Sólo una inteligencia que dé cuenta de la dimensión planetaria de los conflictos actuales
podrá hacer frente a la complejidad de nuestro mundo y al desafío contemporáneo de la
autodestrucción material y espiritual de nuestra especie.
— La vida está seriamente amenazada por una tecnociencia triunfante, que sólo obedece
a la lógica horrorosa de la eficacia por la eficacia.
— La ruptura contemporánea entre un saber cada vez más acumulativo y un ser interior
cada vez más empobrecido conduce a un ascenso de un nuevo oscurantismo, cuyas
consecuencias en el plano individual y social son incalculables.
— El crecimiento de los saberes, sin precedente en la historia, aumenta la desigualdad
entre aquellos que los poseen y los que carecen de ellos, engendrando así desigualdades
crecientes en el seno de los pueblos y entre las naciones de nuestro planeta.
— Al mismo tiempo que todos los desafíos enunciados tienen su contraparte de esperanza
y que el crecimiento extraordinario de los saberes puede conducir, a largo plazo, a una
mutación comparable al pasaje de los homínidos a la especie humana.
Considerando lo que precede, los participantes del Primer Congreso Mundial de
Transdisciplinariedad (Convento de Arrábida, Portugal, 2 a 7 de noviembre de 1994)
adoptan la presente Carta como un conjunto de principios fundamentales de la comunidad
de espíritus transdisciplinarios, constituyendo un contrato moral que todo signatario de
esta Carta hace consigo mismo, fuera de toda coacción jurídica e institucional.
Artículo 1. Toda tentativa de reducir al ser humano a una definición y de disolverlo en
estructuras formales, cualesquiera que sean, es incompatible con la visión
transdisciplinaria.
Artículo 2. El reconocimiento de la existencia de diferentes niveles de realidad, regidos
por diferentes lógicas, es inherente a la actitud transdisciplinaria. Toda tentativa de reducir
la realidad a un solo nivel, regido por una única lógica, no se sitúa en el campo de la
transdisciplinariedad.
Artículo 3. La transdisciplinariedad es complementaria al enfoque disciplinario; hace
emerger de la confrontación de las disciplinas nuevos datos que las articulan entre sí, y
nos ofrece una nueva visión de la naturaleza y de la realidad. La transdisciplinariedad no
busca el dominio de muchas disciplinas, sino la apertura de todas las disciplinas a aquellos
que las atraviesan y las trascienden.
Artículo 4. La clave de la bóveda de la transdisciplinariedad reside en la unificación
semántica y operativa de las acepciones a través y más allá de las disciplinas. Ello
presupone una racionalidad abierta, a través de una nueva mirada sobre la relatividad de
las nociones de «definición» y «objetividad». El formalismo excesivo, la absolutización de
la objetividad, que comporta la exclusión del sujeto, conducen al empobrecimiento.
Artículo 5. La visión transdisciplinaria es decididamente abierta en la medida que ella
trasciende el dominio de las ciencias exactas por su diálogo y su reconciliación, no
solamente con las ciencias humanas sino también con el arte, la literatura, la poesía y la
experiencia interior.
Artículo 6. En relación a la interdisciplinariedad y a la multidisciplinariedad, la
transdisciplinariedad es multirreferencial y multidimensional. Tomando en cuenta las
concepciones de tiempo y de historia, la transdisciplinariedad no excluye la existencia de
un horizonte transhistórico.
Artículo 7. La transdisciplinariedad no constituye una nueva religión, ni una nueva
filosofía, ni una nueva metafísica, ni una ciencia de las ciencias.
Artículo 8.La dignidad del ser humano es también de orden cósmico y planetario. La
operación del ser humano sobre la Tierra es una de las etapas de la historia del universo.
El reconocimiento de la Tierra como patria es uno de los imperativos de la
transdisciplinariedad. Todo ser humano tiene derecho a una nacionalidad, pero, a título de
habitante de la Tierra, él es al mismo tiempo un ser transnacional. El reconocimiento por
el derecho internacional de la doble pertenencia –a una nación y a la Tierra– constituye
uno de los objetivos de la investigación transdisciplinaria.
Artículo 9. La transdisciplinariedad conduce a una actitud abierta hacia los mitos y las
religiones y hacia quienes los respetan en un espíritu transdisciplinario.
Artículo 10. No hay un lugar cultural privilegiado desde donde se pueda juzgar a las
otras culturas. El enfoque transdisciplinario es en sí mismo transcultural.
Artículo 11. Una educación auténtica no puede privilegiar la abstracción en el
conocimiento. Debe enseñar a contextualizar, concretar y globalizar. La educación
transdisciplinaria reevalúa el rol de la intuición, del imaginario, de la sensibilidad y del
cuerpo en la transmisión de los conocimientos.
Artículo 12. La elaboración de una economía transdisciplinaria está fundada sobre el
postulado de que la economía debe estar al servicio del ser humano y no a la inversa.
Artículo 13. La ética transdisciplinaria rechaza toda actitud que niegue el diálogo y la
discusión, cualquiera sea su origen, ideológico, cientista, religioso, económico, político,
filosófico. El saber compartido debería conducir a una comprensión compartida, fundada
sobre el respeto absoluto de las alteridades unidas por la vida común sobre una sola y
misma Tierra.
Artículo 14. Rigor, apertura y tolerancia son las características fundamentales de la
actitud y visión transdisciplinaria. El rigor en la argumentación, que toma en cuenta todas
las cuestiones, es la mejor protección respecto de las desviaciones posibles. La apertura
incluye la aceptación de lo desconocido, de lo inesperado y de lo imprevisible. La
tolerancia es el reconocimiento del derecho a las ideas y verdades contrarias a las
nuestras.
Artículo final. La presente Carta de la Transdisciplinariedad es adoptada por los
participantes del Primer Congreso de la Transdisciplinariedad, no valiéndose de ninguna
otra autoridad que aquella de su obra y de su actividad.
De acuerdo a los procedimientos, que serán definidos de acuerdo con los espíritus
transdisciplinarios de todos los países, la Carta está abierta a la firma de todo ser humano
interesado por las medidas progresivas del orden nacional, internacional y transnacional
para la aplicación de sus artículos en la vida.
Convento de Arrábida, 6 de noviembre de 1994
Fuente: http://www.filosofia.org/cod/c1994tra.htm
Lección 11
La comunicación entre campo de conocimiento
y formación profesional
http://ciruelo.uninorte.edu.co/pdf/invest_desarrollo/13-2/9_La%20comunicacion.pdf
1. ¿Comunicación: campo transdisciplinar?
Para Raúl Fuentes y Enrique Sánchez la comunicación, en primer lugar, “no tiene ni ha
tenido un campo disciplinar propio, sino un dominio de estudio, más o menos común,
alrededor del cual se ha conformado el campo sociocultural. Y, en segundo lugar, este
dominio ha sido, es y quizá tendrá que seguir siendo una encrucijada inter y
transdisciplinaria, dentro de las ciencias sociales y humanas, lo que hace el reto aún
mayor, en la medida que exige de cada uno –dependiendo de los objetos específicos de
investigación- el desarrollo de un amplio espectro de capacidades teóricas y
metodológicas”.
Estos y otros investigadores han tomado del sociólogo Pierre Bourdieu el concepto de
campo, quien lo define como “un espacio social estructurado, un campo de fuerzas -hay
dominantes y dominados, hay relaciones constantes, permanentes, de desigualdad, que se
ejercen al interior de ese espacio- que es también un campo de luchas para trasformar o
conservar este campo de fuerzas.” Al interior de ese universo, cada actor y fuerza
involucrados se constituyen en su relación con los demás. Y es en esta relación la que
define la posición y las posibilidades de acción de cada elemento dentro del campo.
Para Bourdieu los campos poseen dos características que se involucran estrechamente. De
un lado, el campo es espacio en el que se construye una visión interpretativa, una mirada
de conjunto y de apuesta por la construcción de sentido, entendiendo por ello la
emergencia de lecturas globales, explicativas y comprensivas de la(s) realidad(es). Por
otro lado, el campo es un dispositivo que promueve a la existencia de objetos, discursos,
sujetos, conocimientos y acciones. De esta forma, el campo es productor-limitador de
sentido y productor-formador de nuevas dimensiones formativas.
Lección 12
La discusión también se viene haciendo en el contexto europeo, por ejemplo en Francia la
comunicación se entiende como un proyecto interdisciplinar en formación que tiene por
vocación articular fenómenos muy distintos, reuniendo métodos y herramientas
provenientes de diversas disciplinas. No se trata con ello de desarrollar una nueva
disciplina, pues en concepto de Edgar Morin “una disciplina tiene como función
circunscribir un campo de competencias y existen para estructurar y separar”. Por el
contrario campo de la comunicación busca abrir las fronteras para articular fenómenos
procedentes del encuentro entre diferentes disciplinas y de resolver la tensión
fundamental existente entre unas disciplinas constituidas y un proyecto interdisciplinar en
formación que pretende reorganizar las maneras de pensar y analizar.
Lección 13
El concepto de disciplina “es una categoría organizacional en el seno del conocimiento
científico; ella instituye allí la división y especialización del trabajo… una disciplina tiende
naturalmente a la autonomía, por la delimitación de sus fronteras, la lengua que ella se
constituye, las técnicas que ella está conducida a elaborar o a utilizar, y eventualmente
por las teorías que le son propias”. La proliferación actual de disciplinas académicas y no-
académicas conducen a un crecimiento exponencial del saber que hace imposible toda
mirada global del ser humano, por el contrario la transdisciplinariedad es complementaria,
es multidimensional y multirreferencial.
Para Cimadevilla el diálogo entre interacción y significación, aún cuando pueda ser en su
divisibilidad parte correspondiente de otros objetos y disciplinas, es el que en definitiva ha
permitido crecer y caracterizar el campo. Sea tanto en sus recortes interpersonales como
grupales, institucionales o colectivos, personales o mediáticos, manuales o tecnológicos,
es en la confluencia de esas instancias donde particularmente se advierte la especificidad.
Reafirmar el papel de las preguntas en torno a esas relaciones y procesos, resulta
entonces fundamental para identificar el campo.
Por otro lado, los debates actuales en la ciencia, las estéticas y las ciencias sociales y
humanas presentan un enorme desafío para pensar y hacer comunicación. Desde los
planteamientos de N. Wiener, pasando por las denominadas corrientes fundadoras
(funcionalismo, estructuralismo, teoría crítica) el campo de la comunicación aborda hoy los
procesos culturales, la globalización creciente, las implicaciones de la sociedad de la
información y los nuevos desafíos que, desde la ciencias “duras”, nos ubican en el
paradigma de la complejidad, de las estéticas, las subjetividades, la inestabilidades y las
incertidumbre de que está hecha tanto la vida natural como la vida social y cultural, y la
investigación en comunicación enfrenta, al igual que las ciencias sociales, la necesidad,
como sostiene el brasilero Renato Ortiz, de crear tanto nuevos conceptos y nuevas
maneras de ver, como otros métodos que den cuenta de los cambios socioculturales de la
contemporaneidad, lo que nos permite construir globalmente algunos de nuestros objetos
de estudio.
El campo de la comunicación convoca pues múltiples discursos que se van hibridando, que
van abriendo paso a nuevos modelos que sintetizan posturas, que releen paradigmas. Es
importante señalar que las teorías de la comunicación se inscriben en el escenario de la
crisis de los grandes relatos, que no es otra cosa que la crisis de la modernidad. Preguntas
que se instauran en terrenos en movimiento. El campo de la comunicación afecta y es
afectado por las nuevas preguntas que se producen en zonas de fronteras de las
disciplinas que lo atraviesan. Es un campo de «tejido complejo» (complexus: lo que está
tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados donde se
presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. A juicio de Edgar Morin, “la complejidad es el
tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares que
constituyen nuestro mundo fenoménico”.
Lección 14
2. Entre campo de investigación y de formación profesional
Aunque los medios masivos tienen un papel central los estudios de Comunicación Social y
el Periodismo, la investigación también incluye a los otros modos de interacción, expresión
y significación como la comunicación interpersonal, la comunicación grupal, la
comunicación no verbal, la kinésica, la proxémica y los estudios sobre la imagen. Pero los
medios masivos de comunicación, sus modos de interacción y significación, constituyen el
objeto central de las investigaciones, ya no entendidos como herramientas e instrumentos
de transmisión de información y contenidos, sino como mediadores sociales y culturales,
instituciones de servicio público, como agentes de socialización de sistemas referencia y
de demandas sociales y como dispositivos generadores de opinión pública.
Lección 15
La formación de profesionales en Comunicación Social, tanto en Colombia como en
América Latina, además de la formación de periodistas, incluye otras áreas como la
producción audiovisual, la comunicación publicitaria, la comunicación organizacional, la
comunicación educativa, la comunicación para el desarrollo, la producción radiofónica y la
producción multimedial, la comunicación intercultural entre otras. Las universidades,
facultades y programas universitarios le han apostado a la combinación de la formación
conceptual-disciplinar y la formación práctica-específica con la creación de los
denominados énfasis profesionales, lo cual ha enriquecido al campo no sólo en la creación
de nuevos objetos y ámbitos de investigación, sino también en la formación de nuevos
profesionales que demanda la sociedad.
Esto significa que las universidades buscan que sus estudiantes comprendan la época en
la que desarrollan su tarea, fomentan y realizan investigaciones, así como, forman
integralmente a sus estudiantes con fundamentos teóricos y éticos para intervenir en un
contexto caracterizado por una crisis ética y política, por la violencia cotidiana, la exclusión
social, política y cultural, la violación sistemática de los derechos humanos y la
desinformación generalizada.
Entre este juego y tensión de la comunicación, como un campo del saber y como un
campo de formación profesional, se ha construido el debate académico y profesional en
Comunicación Social, no sólo en Colombia, sino también en otros países de América Latina
y el mundo. Esta es la actitud, que han asumido las universidades y en especial, los
programas académicos profesionales en Comunicación y Periodismo en Colombia en los
últimos años.
LECTURAS UNIDAD II
Pensamiento comunicacional
Lección 16
Modelos de la comunicación
Miquel Rodrigo
Fuente: http://www.portalcomunicacion.com/esp/n_aab_lec_3.asp?id_llico=20&index=0
Introducción
Empecemos con una narración de Jorge Luis Borges (1981: 143-144) (1): "En aquel
Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia
ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, esos
Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa
del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos
Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese
dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y de
los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa,
habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia de las
Disciplinas Geográficas. Suárez Miranda: Viajes de varones prudentes, libro cuarto, cap,
XLV, Lérida, 1658." Recordemos que el título de la narración de Borges es,
significativamente, "Del rigor en la ciencia". He ahí la paradoja: si el rigor de la ciencia
lleva a hacer un modelo que reproduce punto por punto la realidad, la ciencia se vuelve
inútil.
Lección 17
Hacia la legitimación académica
A mediados del siglo XX, de acuerdo con los principios de la modernidad, para que una
disciplina fuera considerada científica debía aproximarse a las ciencias naturales, aunque
también se aceptaba la existencia de otro campo, el de las humanidades, en que los
requisitos eran distintos. Dentro del ámbito de la comunicación se dan ambas tradiciones:
la científica y la humanística. Según esta última la comunicación sería una forma de
conocimiento y de expresión, como la filosofía o el arte. Pero para los que consideraban
que la ciencia de la comunicación era una de las ciencias sociales, como la sociología o la
economía, se hacía imprescindible la legitimación científica que le podría aportar un
modelo matemático de la comunicación.
Para comprender mejor la génesis de este modelo debemos destacar dos factores. En
primer lugar, recordemos la influencia del matemático Norbert Wiener (5), al que se le
considera el fundador de la cibernética y que fue uno de los maestros de Shannon. La
cibernética trata cómo un estímulo se transforma en información (input) y cómo el sistema
receptor reacciona con una respuesta (output).
En segundo lugar hay que tener en cuenta el contexto. En 1966, Wiener (1972: 50)
señalaba: "Si los siglos XVII y la primera parte del XVIII fueron la edad de los relojes y el
final del siglo XVIII y el siglo XIX fueron la edad de las máquinas de vapor, el presente es
la edad de la comunicación y el control." A mediados del siglo XX el desarrollo de las
telecomunicaciones es fundamental y se hace necesario la existencia de algún modelo
científico que dé cuenta de esta nueva realidad.
Una de las causas del éxito de modelo de Shannon y Weaver fue que sintonizaban
claramente con el esquema Estímulo-Respuesta del conductismo, aproximación dominante
a principios del siglo XX. El esquema E-R fácilmente se puede convertir en el modelo
canónico de la comunicación E-M-R que ha dominado largamente la teoría de la
comunicación funcionalista. Como apunta Abril (1997:21) "Las corrientes funcionalistas y
conductistas de la sociología y de la psicología social fueron especialmente sensibles al
hechizo 'económico' del modelo 'E-M-R'."
Uno de problemas que nos plantea este modelo es el propio éxito que tuvo más allá de su
ámbito disciplinar. Las extrapolaciones a otras disciplinas hicieron que, en muchas
ocasiones, no cumpliera las expectativas depositadas en su capacidad explicativa de un
fenómeno tan complejo como la comunicación.
Lección 18
La consolidación sociológica
Una de las disciplinas que ha jugado un papel muy importante en la consolidación de los
estudios de la comunicación ha sido la sociología. Así, durante mucho tiempo, la distinción
entre sociología de la comunicación y teoría de la comunicación era bastante borrosa.
Como señala Moragas (1985:15) "Durante muchos años, 'investigación de la comunicación
de masas' fue sinónimo de 'sociología de la comunicación de masas' y viceversa. Esto fue
así sobre todo en el ámbito norteamericano, sin duda el de mayor influencia
internacional."
Uno de los autores precursores en la investigación de la comunicación desde las ciencias
sociales fue Harold Lasswell (8) que, a mediados del siglo XX, planteaba el estudio de la
comunicación a partir de sus conocidas preguntas: "Quién dice qué, por qué canal, a quién
y con qué efectos". Pero hay que recordar que de estas cinco preguntas la que va a
dominar las aproximaciones de la sociología a la comunicación es la que hace referencia a
los efectos.
Schramm propone distintos modelos que van desde el más simple de la comunicación
interpersonal hasta el de la comunicación de masas. Por mi parte comentaré,
simplemente, este último.
La influencia del líder de opinión y del grupo, sobre sus miembros, es muy importante. El
grupo actúa como:
a) canal de información,
b) fuente de presión para adaptarse al modo de pensar y actuar del grupo y
c) base de apoyo social al individuo.
De ahí que se considere que la influencia interpersonal es uno de los fenómenos claves
para estudiar, en última instancia, la influencia de los mass media.
La importancia de este modelo radica en que se hace eco de las teorías dominantes sobre
los efectos de comunicación de los años 50 a los 70. Así, se apuntaba que la influencia de
los medios de comunicación estaba muy condicionada por multitud de variables que
intervenían en el proceso comunicativo, de las que el comunicador sólo controlaba el
mensaje y su distribución, pero no la interpretación, la recepción ni la reinterpretación por
parte del grupo. Por ello, se llegaba a postular que, salvo casos muy específicos, los
medios de comunicación no podían por sí mismos conseguir un cambio de actitud o de
opinión en los miembros de la audiencia.
Lección 19
El giro semiótico
El contexto hace referencia a los elementos del entorno en que se produce el mensaje.
Según en que contexto aparece un mensaje, manteniéndose la expresión, sin embargo
puede cambiar totalmente su contenido. Recordemos la escena de Tiempos modernos en
la que Charles Chaplin recoge una bandera roja que se ha caído de un camión cargado de
maderas y que, a pesar de sus esfuerzos, no puede volver a colocar, en el vehículo que se
aleja, este signo de peligro. Justo en el momento que Charlot que queda dubitativo con la
bandera en la mano aparece detrás de él, doblando la esquina, una manifestación obrera
que es, en este instante, disuelta por la policía. Inevitablemente Charlot es detenido por la
policía como abanderado de la revolución, ya que en este contexto la bandera tiene un
contenido diferente al de su situación originaria.
Por el contrario la circunstancia hace referencia a las relaciones que se establecen entre el
emisor y el destinatario. Por ejemplo, si un emisor envía el siguiente mensaje a un
destinatario, su contenido puede ser muy distinto según dos posibles circunstancias: "Te
deseo que seas todo lo feliz que te mereces". Si el emisor es la mejor amiga del
destinatario el contenido es uno, pero si el emisor es la expareja del destinatario, con la
que ha roto después de una tormentosa relación para irse con su hermana, podríamos
pensar que el significado es otro totalmente distinto.
Este cambio en el modelo es muy relevante porque plantea que el receptor lleva a cabo
una lectura personal del mensaje. Eco (1977:252) señala que pueden darse
descodificaciones aberrantes. Pero entendiendo por "aberración" exclusivamente la
traición a las intenciones del emisor. Por ejemplo, uno puede encontrar, en la actualidad,
absolutamente risibles los discursos del general Franco o sentir una entrañable ternura
hacia el anoréxico vampiro de la película Nosferatus, que difícilmente podría causar miedo
en una persona adulta, como se pretendió en su momento. Es decir, más allá de la
intencionalidad comunicativa del emisor tenemos las emociones no programadas por éste,
pero que se producen en el receptor. Esto pone de manifiesto que, en la comunicación, no
siempre es evidente comprender el mensaje y/o compartir el contenido del mensaje. Los
estudios de recepción (16) ponen de manifiesto, precisamente, cómo se negocian los
significados de los discursos compartidos.
Este modelo se preocupa principalmente del proceso de descodificación del receptor. Eco
(1985:175) se ha preocupado de cómo la audiencia reinterpreta los mensajes mediáticos,
así señala:
a) por sí solos los mass media no pueden formar la manera de pensar de una generación
y
b) si esta generación actúa de forma distinta del sistema conductual propuesto por los
mass media, esto significa que ha descodificado el contenido de los mismos de forma
diferente de cómo los hacían los productores de los mensajes y parte de los que los
consumían de otro modo.
Este modelo de Eco se basa fundamentalmente en una teoría de los códigos. Pero,
posteriormente se hicieron una serie de puntualizaciones (Eco y Fabbri 1978: 570-571):
Lección 20
Hacia un diálogo disciplinar:
El modelo sociosemiótico de la comunicación
A pesar que los diálogos interdisciplinares son difíciles es cada día más evidente la
necesidad de establecer puentes entre disciplinas. Una propuesta puede ser buscar los
puntos de contactos entre, por ejemplo, la sociología y la semiótica. Así se puede apreciar
que una sociología interpretativa, que se centre en el significado de las acciones sociales
de la vida cotidiana, y una semiótica, próxima a la pragmática (Rodrigo 1995: 145-150),
pueden fácilmente proponer una relación bidisciplinar sociosemiótica. En esta línea está el
modelo sociosemiótico de la comunicación (Rodrigo 1995: 101-145).
Gráfico 4. Fuente: Rodrigo (1995)
Aunque es cierto que las industrias de la comunicación pueden incidir en las condiciones
político-económicas, constituyéndose en un lobby, son éstas últimas las que dibujan un
escenario posible de la estructura de la comunicación. Las características más generales
que podríamos detectar en la estructura de la comunicación occidental son: la
transnacionalización del mercado de los medios, la integración de las distintas tecnologías
de la comunicación y la multiplicación de canales. La comunicación de masas se
caracteriza por el carácter industrial de su producción. En las empresas comunicativas,
como en cualquier otro tipo de empresa hay grupos de presión y centros de decisión
política y económica. Pero también hay que tener en cuenta que al ser un sistema
productivo profesionalizado los productos comunicativos se homogeneizan. Esto nos lleva
a abordar el siguiente punto del modelo: la organización productiva. Hay que reconocer
que las industrias comunicativas llevan a cabo una producción bien especial: producen
discursos. Discursos que, si aceptamos las funciones clásicas, informan, educan y
entretienen. Así, podríamos decir que la lógica productiva de las organizaciones
productivas son tres. Hay una lógica informativa que busca la actualidad y que se basa en
la credibilidad del medio para que estos discursos cumplan su función. Hay también una
lógica del servicio que, más allá de las presiones del mercado o de las audiencias, busca
objetivos educativos y de ayuda a las comunidades. Por último hay una lógica del
entretenimiento que se centra en el desarrollo de una cultura de masas. Cada
organización productiva gestiona una proporción distinta de cada una de estas tres
lógicas.
El ecosistema es el espacio por el que circulan los discursos de los mass media y en el que
se desarrollan complejas relaciones. Nos encontramos con un sistema diferenciado, por un
lado, pero bastante homogéneo, por otro. En este ecosistema intervienen medios con
distintas características tecno-comunicativas (prensa, radio, televisión.) y con políticas
editoriales diferenciadas (por ejemplo, diarios conservadores, liberales, etc.) (17). Pero por
otro lado es un sistema bastante homogéneo porque se rige por una lógica productiva y
de consumo semejante. Esto puede apreciarse, por ejemplo, en la tematización.
En el ámbito del consumo, el modelo sociosemiótico quiere dejar claro que no se trata de
un modelo inmanente. Es decir que en el proceso comunicativo hay elementos previos a la
comunicación que inciden en ella. En esta situación precomunicativa se destacan tres
aspectos: el contexto, la circunstancia y la competencia.
La interpretación es un proceso complejo que lleva a cabo cada uno de los miembros de
las audiencias de los medios de comunicación. El autor del discurso mediático propiciará
una interpretación del mismo, sin embargo esto no significa que, aun siendo ésta la
inicialmente la prioritaria, sea la interpretación que haga el receptor. Se produce, pues,
una negociación de los significados propuestos.
En los efectos hay que apuntar que, en el modelo sociosemiótico, se diferencian los
efectos de la reacción, que en otros modelos sería el efecto conductual. La idea es que los
efectos son cognitivos y emotivos y que estos efectos pueden dar lugar a una reacción,
que sería el efecto conductual. Los diferencio porque me parece que están a niveles
distintos. El efecto conductual necesita unos efectos emotivos-cognitivos previos, pero no
viceversa. Finalmente, hay que señalar que las reacciones pueden ser individuales,
grupales, institucionales y/o de la opinión pública, a través de los medios de
comunicación.
Epílogo
Como señala Muchielli (1998:65) "Ninguno de ellos puede pretender tener la exclusiva y
por ello la 'verdad'. Cada uno aporta una aproximación específica. Todos los modelos, es
decir este conjunto de teorías, de principios y de prácticas expuestas a partir de
esquemas, funcionan como unas gafas que nos permiten ver la comunicación a partir de
diferentes ángulos." Los modelos hacen miradas distintas sobre el mismo objeto: la
comunicación. Pero como es sabido, toda forma de ver es una forma de ocultar.
Finalicemos con una narración de Bernardo Atxaga (1997: 10-11): "Pues resulta que a
mediados del siglo XII se produjo una nova, es decir, que nació una de estas estrellas que
ahora mismo vemos desde aquí (...) Nació además, al igual que las demás estrellas, tras
violentas explosiones, provocando la aparición de señales luminosas en el cielo; señales
que, por lo visto, suelen ser perfectamente visibles desde la Tierra sin ayuda de
instrumento alguno. Pues bien: los astrónomos chinos observaron el fenómeno y dejaron
constancia de él en sus anales, cosa que también hicieron, según han comprobado los
historiadores, los astrónomos persas y los aztecas. ¿Y los astrónomos europeos? ¿Qué
hicieron los astrónomos de Florencia o de París? Pues no hicieron absolutamente nada. No
dejaron constancia del fenómeno. No vieron las señales, o no concedieron importancia a
las que habían visto. ¿Por qué razón? Pues a causa del prejuicio que tenían. Ellos, los
astrónomos europeos, eran aristotélicos, seguidores de la Física de Aristóteles, y estaban
convencidos por ello de la inmutabilidad de las estrellas: las estrellas estaban rodeadas de
una sustancia incorruptible llamada éter y eran fijas, estaban como clavadas en el cielo.
En lo que a ellas se refería, ningún movimiento o cambio de estado era posible. Cegados
por ese prejuicio, o esa previsión, no repararon en nada."
Seguramente el gran reto con que se enfrenta una disciplina es descubrir cuál es, en cada
momento histórico, su "física aristotélica", que le impide ver un fenómeno social que se
produce cotidianamente sin que los modelos sean capaces de detectarlo.
Bibliografía
Fuente de Ruido
Weaver ha forzado las cosas hasta un punto difícil de aceptar. Hablar de un aparato
telefónico como transmisor y de un cable como canal, es muy coherente en un contexto
ingenieril. El teléfono efectivamente transforma la presión del sonido de la voz en una
señal eléctrica, y gracias a esto se produce la comunicación a distancia desde un punto de
vista técnico. Pero homologar esos elementos, por ejemplo, por el "sistema vocal" o el
"octavo par de nervios craneanos", es un paso arriesgado. Privilegiar los problemas de
codificación, magnitud de la información y capacidad del canal, es poner la experiencia de
la comunicación por debajo de su complejidad y riqueza.
Lección 22
La teoría de la información es con toda propiedad una teoría de la transmisión, bien
adaptada para responder a los requerimientos técnicos de una empresa telefónica, pero
incapaz de servir de marco explicativo para una experiencia social como es la
comunicación interpersonal.
Lo anterior es muy evidente, dado que una de las claves de este modelo es el concepto de
información, que adquiere en este contexto un significado muy preciso. No se trata de
alguno de sus sentidos habituales, como noticia, dato o testimonio, sino de una magnitud
estadística, abstracta, que califica el mensaje con absoluta independencia del significado
que pueda tener para las personas que participan en una interacción. Se trata de una
información ciega en el contexto de un modelo telegráfico de la comunicación, tal como lo
sostiene Yves Winkin, (1982).
En la actualidad prácticamente no se encuentra un texto especializado de orientación
social en que no se aborde críticamente el examen de esta teoría. Yves Winkin resume la
posición de los autores de la universidad invisible, que incluye a pensadores tan
prestigiosos como Gregory Bateson, Ray Birdwhistell, Edward Hall, Erving Goffman, Don
Jackson y Paul Watzlawick, mostrando su clara coincidencia abandonar este modelo.
Winkin resume las cosas del siguiente modo:
Dicho consenso se funda en una oposición a la utilización en las ciencias humanas del
modelo de la comunicación de Shannon. Según estos investigadores, la teoría de Shannon
ha sido concebida por y para ingenieros de telecomunicaciones, y hay que dejárselas a
ellos. La comunicación debe estudiarse en las ciencias humanas según un modelo que le
sea propio. Estos investigadores estiman que la utilización del modelo de Shannon en
lingüística, antropología o psicología ha conducido al resurgimiento de los presupuestos
clásicos de la psicología filosófica sobre la naturaleza del hombre y de la comunicación.
Según ellos, la concepción de la comunicación entre dos individuos como transmisión de
un mensaje sucesivamente codificado y después decodificado, reanima una tradición
filosófica en la que el hombre se concibe como un espíritu enjaulado en un cuerpo, que
emite pensamientos en forma de ristras de palabras. Esas palabras salen por un orificio ad
hoc y son recogidas por embudos igualmente ad hoc, que las envían al espíritu del
interlocutor, el cual las analiza y extrae su sentido. Según esta tradición, la comunicación
entre dos individuos es, pues, un acto verbal, consciente y voluntario, (1982, págs. 20 y
21).
Precisamente, en este ambiente intelectual, la pragmática de la comunicación, con
seguridad un enfoque de gran desarrollo teórico ya a partir de los 70, marca un quiebre
que implica saltar fuera del modelo de causalidad lineal, y avanzar hacia un planteamiento
interaccional de perspectiva antropológica y circular. Una elemental consideración de los
axiomas exploratorios de la comunicación, reposiciona todo el estudio de la
comunicación interpersonal respecto al modo como se desprende del modelo de Shannon
y Weaver, (Watzlawick y otros, 1982, cap. 2). Paul Watzlawick renuncia a todo intento de
atomizar la investigación apoyándose en otras categorías de análisis:
Sin embargo, no nos parece solamente permitido sino imprescindible el concebir la tríada
emisor-signo-receptor como la unidad más pequeña de cualquier análisis pragmático y el
tratarla como invidisible. (...) Es inútil analizar la relación entre emisor y signo sin tener
también en cuenta al receptor y su reacción, o la relación entre el receptor y signo
dejando de lado al emisor. (...) De esta forma se ha dado un paso decisivo: Nuestra
perspectiva se desplaza del individuo hacia la relación entre individuos como fenómeno sui
generis, y en el momento en que esto sucede entramos en conflicto con viejas
concepciones del hombre y su comportamiento, (1992, pág. 12).
Surge ahora una mirada de carácter constructivista, que se opone a cualquier pretensión
de concebir la realidad como independiente de la experiencia, y con una existencia
asegurada más allá de la intervención de los observadores y de la comunicación. Las ideas
no discutidas de neutralidad y de objetividad, siempre implícitas en el modelo de Shannon
y Weaver, pierden desde este momento su alto valor tradicional, (Watzlawick, 1993;
Watzlawick y Krieg, 1994).
Así, las críticas han ido surgiendo por todas partes. En Europa el lingüista Bernard Rimé de
la Universidad de Lovaina, asociado a las investigaciones del psicólogo social Serge
Moscovici y a la Escuela de Ginebra, formula el siguiente planteamiento:
Este modelo sirvió de base al estudio psicológico del lenguaje y de la comunicación,
llevado a cabo desde 1952 con el nacimiento de la psicolingüística. Sin embargo, presenta
un límite que implicará graves consecuencias para la orientación de estos trabajos.
Inspirado en las máquinas, este modelo hará que los investigadores desprecien el hecho
de que la fuente y el destinatario son los seres humanos y que entre ellos, en la
comunicación, se establece una relación psicosocial. Los psicolingüístas han puesto entre
paréntesis la cuestión del locutor, del auditor y de la interacción de sus expectativas,
características, actitudes, intereses y motivaciones, para preocuparse únicamente de las
operaciones de codificación y desciframiento, (1984, pág. 536).
También el gran pensador canadiense Marshall McLuhan se refiere al modelo de Shannon
y Weaver, atribuyéndole una inusitada importancia. En un libro póstumo, en que aparece
en calidad de coautor con su hijo Eric, retoma la crítica señalando que la influencia de este
modelo ha sido poderosa, al extremo de constituirse en el punto de referencia privilegiado
de toda la teorización occidental sobre comunicación. Sostiene McLuhan:
El modelo de comunicación de Shannon-Weaver, base de todas las teorías occidentales
contemporáneas de los medios informativos y de comunicación, tipifica la tendencia lineal
del hemisferio izquierdo. Esta es una especie de modelo de plomería de un recipiente de
hardware para un contenido software. Subraya la idea de "dentro" y "fuera" y
presupone que la comunicación es una especie de apareamiento real y no de creación
resonante. ( ... ) El modelo Shannon-Weaver y sus derivados siguen la pauta lineal de la
causa eficiente: La única forma secuencial de causalidad, (1990, págs. 99 y 100).
La influencia de este modelo ha sido importante. McLuhan le atribuye la responsabilidad
de provocar una particular interpretación de los fenómenos comunicacionales, en términos
de un transporte secuencial y lineal de datos como simples contenidos destacados,
pasando por alto completamente el campo de los usuarios y de la sensibilidad. Cuestiona
también el haber condenado al olvido todos los efectos laterales que siempre posee un
sistema de comunicación, pretendiendo que un canal puede ser concebido como un
recurso neutro. Los tres conceptos que McLuhan utiliza con mayor frecuencia para calificar
el legado de Shannon y Weaver son lineal, secuencial y lógico.
Desde luego, si nos atenemos a la fuerza de toda esta crítica y a la autoridad intelectual
de sus autores, no parece quedar nada que nos permita seguir insistiendo en su vigencia.
En el plano de las ideas, el modelo de Shannon y Weaver está superado para las ciencias
sociales, pero no podemos dejar de reconocer el hecho de que este modelo,
excesivamente analítico, lineal, causal, verbal y descontextualizado, ha sido por décadas
una poderosa influencia para quienes se ocupan de la comunicación. Permitió visualizar,
medir y objetivar elementos de un proceso continuo e interconectado. Petrificó el
movimiento y lo hizo accesible. Ciertamente, no se trata de una influencia siempre abierta,
sino lo contrario. Sin que se lo recuerde explícitamente, sin que sea citado con toda
formalidad, sin que habitualmente se mencionen los nombres de sus autores, su presencia
ha dejado hasta hoy una huella evidente. Esto, por lo demás, está implícito en el mismo
hecho de que haya suscitado tanta energía crítica. No se explica que autores de conocida
respetabilidad intelectual, dediquen toda esa tinta para referirse a un modelo que sólo
pasó sin impresionar a nadie.
En último término, la fuerza de este modelo está en haber proporcionado una terminología
pegajosa de fácil aplicación, y un marco conceptual simple que inadvertidamente se
instala en el discurso de divulgadores y pedagogos cuando eligen la comunicación como
centro de sus preocupaciones. Al final, se trata de una herencia que más que ayudarnos a
reconocer y comprender la profundidad de la comunicación como fenómeno psicológico y
social, nos ha mantenido alejados de ella.
Lección 23
EL ESTRUCTURALISMO
Fuente: http://www.wanadoo.es/
Introducción
Historia – Antecedentes
El concepto de estructura
Los estructuralistas afirman que los sentidos nos enseñan y que los medios de
comunicación son solo modalidades de transmisión mediante las cuales se reestructuran
determinadas formas que enriquecen su fuerza de expresión; es decir, que son
condicionantes para codificar o reforzar lo que en la sociedad tiene ya un sentido.
Dentro de esta teoría, la sociedad se constituye en la medida que tiene determinadas
reglas o estructuras que producen el sentido de los acontecimientos, los cuales son
producto de las normas que los hombres han asimilado en sociedad y les permite evocar
en común los mismos significados.
El enfoque estructuralista sostiene que los sentidos engañan, y por lo tanto la
comunicación se debe estudiar mediante la construcción de estructuras lógicas, que
permitan descubrir las interrelaciones creadoras del sentido y las reglas que constituyen a
las normas sociales. También plantea que si la sociedad se constituye porque existen
determinadas reglas o estructuras, las cuales producen el sentido de los acontecimientos y
las normas externas para juzgarlos, entonces los datos que se presentan ante el
observador son en apariencia interpretados de acuerdo con las normas observables en
forma directa, pero en realidad esas normas se constituyen o informan, por las reglas
operantes en una sociedad determinada a fin de producir tal sentido.
De esta manera los individuos se encuentran atrapados dentro de estructuras, las cuales
sirven como pautas para informar la acción en relación con los datos que reciben. Al
interior del sujeto están interiorizadas las reglas productoras de normas, aplicables a cada
caso. Dentro de esta corriente la contradicción entre comunicación e información no se
plantea como problema.
Utilizando un método en contraste con los fenomenólogos, los "estructuralistas" tienden a
estudiar al ser humano desde fuera, como a cualquier fenómeno natural y no desde
dentro, como se estudian los contenidos de conciencia. Con este enfoque, que imita los
procedimientos de las ciencias físicas, tratan de elaborar estrategias investigativas capaces
de dilucidar las relaciones sistemáticas y constantes que existen en el comportamiento
humano, individual y colectivo, y a las que dan el nombre de "estructuras". No son
relaciones evidentes, sino que se trata de relaciones profundas que, en gran parte, no se
perciben concientemente y que limitan y constringen la acción humana. La investigación
estructuralista tiende a hacer resaltar lo "inconsciente" y los condicionamientos en vez de
la conciencia o la libertad humana.
El estructuralismo obtiene sus instrumentos de análisis de la lingüística. De hecho, un
punto de referencia común a los distintos desarrollos del estructuralismo ha sido siempre
la obra de Saussure, Curso de lingüística general (1915), que, además de constituir un
aporte decisivo para la fundación de la lingüística moderna, introduce el uso del "método
estructural" en el campo de los fenómenos lingüísticos. La visión del que hubiera
experimentado grandes progresos profundizando el estudio de los campos de "presencia"
y "copresencia" en los que Husserl encuentra esa característica de la conciencia que hace
inferir a ésta más de lo que percibe o entiende. En esta copresencia ahonda el
raciovitalismo para comprender la estructura de ideación a la que llama creencia, sobre la
que se asientan las ideas y la razón. De ninguna manera el sistema de creencias está
relacionado con un supuesto "inconsciente". Tiene sus leyes, su dinámica, y se desplaza
históricamente transformado por las generaciones en su cambio de paisaje. Las creencias
aparecen entonces como el "suelo" en el que se apoyan y del que se nutren esas otras
estructuras de ideación llamadas "ideas".
Lévi-Strauss:
Resume sus principales ideas acerca de la distinción entre el mal llamado -según él-
pensamiento "primitivo" y la mente "civilizada". El único medio de que nos servimos para
hallarlos es el estudio minucíoso de los canales y formas de funcionamiento de las
ideologías en las distintas culturas"
En definitiva, la diversidad y la riqueza del material bruto proporcionado por el medio
ambiente es tan grande que solamente unos pocos de los innumerables elementos
posibles pueden ser retenidos por el sistema, lo que hace evidente la existencia de un
número considerable de sistemas posibles alternativos, ninguno de ellos predestinado a
ser el único elegido por todas las sociedades y civilizaciones.
Lévi-Strauss afirma que las diferentes culturas de los seres humanos, sus conductas,
esquemas lingüísticos y mitos revelan la existencia de patrones comunes a toda la vida
humana.
Husserl:
Afirma que en el estructuralismo los elementos de un todo no son comprendidos como
partes del mismo sino como miembros y así, el conjunto o grupo es un todo y no una
"suma". Los miembros de un conjunto dado están correlacionados de manera que son no
independientes unos respecto de otros y se compenetran mutuamente. Esto marca una
diferencia importante con la concepción atomista y su método de análisis, en lo que hace
al estudio de una estructura.
Foucault:
Dice que la estructura de por sí misma ejerce un poder de dominación que no
necesariamente es activo y con uso de fuerza, sino que en la mayoría de los casos es
pasivo y se caracteriza por manifestarse en forma de consenso entre los individuos
(aceptación de las normas). Foucault plantea que el hombre jamás podrá ser totalmente
libre. El origen está en el conjunto de relaciones de poder que se establecen en cada
sociedad en particular. Su estructuralismo antes de ser universal es particular a cada
objeto de análisis específico.
Ferdinand de Saussure
Su estudio se basa en las siguientes premisas:
el lenguaje es un sistema superior a la suma de sus partes (H2O);
los elementos del lenguaje siempre son definidos por relación (combinación o
contraste) con otros elementos, en un determinado momento;
la naturaleza arbitraria de los elementos lingüísticos, donde todo son definidos en
términos de función y propósito, en oposición a sus cualidades inherentes.
Saussure distingue entre:
Lengua/habla
Símbolo/signo
Significante/significado: concepto/imagen acústica
Forma/contenido
Lineal
Arbitrariedad: sincrónico (inmotivado)/ diacrónico (motivado)
Relaciones paradigmáticas/sintagmáticas
Diferencial: presencia (+)/ausencia (-)
Fuente: http://www.ucm.es/info/nomadas/11/abarranquero.htm
Más de seis décadas después de los primeros trabajos de la Escuela de Frankfurt, la teoría
crítica de la comunicación continúa provocando gran interés y controversia. Los teóricos
críticos siguen influyendo poderosamente en buena parte de la sociología contemporánea,
la filosofía, el arte y otras disciplinas. En el caso de las “incipientes” ciencias de la
comunicación, la huella es, si cabe mayor.
La teoría crítica es una obligada estación de paso de todo intento serio de reflexión sobre
la comunicación y la cultura. El aparato conceptual y la metodología crítica siguen
influyendo en la visión interdisciplinar y el alejamiento del positivismo de estas ciencias.
Pero, ¿qué papel juega exactamente la teoría crítica en el universo de los estudios de
comunicación? ¿Qué implica exactamente hablar de enfoque crítico? ¿Existe también una
“metodología crítica” o unos “instrumentos críticos” de investigación social?
Desde cualquiera de estas posturas, no cabe duda de que buena parte de las ciencias de
la comunicación contemporáneas pueden concebirse bien como una recepción y desarrollo
del pensamiento de la teoría crítica, bien como una discusión abierta de sus principales
posiciones.
Pese a que no existe ningún estudio global sobre el alto impacto que tiene la Escuela de
Frankfurt o los pensadores críticos en las reflexiones sobre comunicación y cultura, los
itinerarios que toman las teorías desde mediados de siglo están influidos directamente por
su producción teórica, en especial en el período clave de las posiciones críticas - años
sesenta y setenta – y en el contexto europeo, latinoamericano y crítico estadounidense.
Su repercusión es inevitable. Desde la primera mitad del siglo XX, los teóricos críticos
fueron precursores en alertar sobre la importancia de comunicaciones de masa en la
constitución de las sociedades avanzadas del capitalismo. Frankfurt fue pionera en la
crítica a la sociedad de consumo o en el tratamiento de la ciencia y la tecnología como
fuerzas y relaciones de la producción.
Analizar la totalidad del mundo social moderno o cualquiera de sus esferas - psicológica,
cultural, económica, legal, política, comunicativa –, desde la compleja interconexión de lo
material y lo ideológico [5].
Combinar teoría y praxis, crítica pura y acción social. Utilizar el conocimiento para cambiar
la realidad existente, mejorarla y adecuarla a intereses más humanos.
Favorecer una crítica continua, una “dialéctica negativa”, en la que cualquier denuncia
debe ser confrontada con la realidad social existente. La teoría social debe ser capaz de
tomar una postura crítica:
Con todo esto, dentro de la perspectiva crítica se puede englobar a un amplio espectro de
teorías comunicativas, aparecidas desde los años 30 hasta la actualidad. Bajo este
“paraguas terminológico” cabe citar a autores y obras ligadas a la de la Escuela de
Frankfurt, la teoría posmarxista / neomarxismo, estructuralismo, post-estructuralismo,
Estudios Culturales / Escuela de Birmingham, Escuela (Crítica) Latinoamericana de la
Comunicación, etc.[7]
La teoría crítica concibe su actividad como algo más que una mera praxis dedicada a la
denuncia y al estudio de los sistemas ideológicos de la sociedad capitalista. Así, muy a
grandes rasgos, si los teóricos de la Economía Política de la Comunicación dirigen su
mirada hacia la base económica o infraestructura que determina los intereses del sistema
de medios, el Post-estructuralismo enfatiza en la estructura lógica / ideológica del mensaje
y los Estudios Culturales observan tanto la inculcación de ideología como la generación de
“resistencias” en las audiencias.
Hacia los años 80, como señala Kellner, la teoría crítica parecía no más que el borde de la
teoría social radical. El nuevo pensamiento social postmoderno inspiró a Baudrillard,
Foucault, Lyotard y pareció proporcionar descripciones más vivas de las actuales
configuraciones de la cultura y de la sociedad (Kellner, 1991).
La teoría crítica comenzó a parecer pasada de moda y algo obsoleta en un nuevo mundo
cibernético, complejo y “deconstructivo”. Las críticas acecharon apelando a argumentos
como su frecuente normativismo (preponderancia del “deber ser” sobre el “ser”),
“utopismo”; su falta de rigor, radicalismo, la tendencia a la retórica o la excesiva atención
a la ideología, etc.[8]
Sin embargo, estamos de acuerdo con la profesora Rita Atwood (1986) cuando señala que
la mayoría de las objeciones llegaron de manos de críticos que defendían las bondades de
la ciencia positivista, sin tomar en cuenta el hecho de que el positivismo libre de valores
ha sido ampliamente desacreditado desde hace algún tiempo en otras disciplinas
científicas y en el ruedo de la filosofía de la ciencia.[9]
La profesora coincide en lo esencial con otro de los teóricos críticos más influyentes de las
ciencias de la comunicación norteamericanas, Dallas Smythe (1979: 104), pionero de la
Economía Política de la Comunicación. El pensador rechaza que las ciencias de la
comunicación puedan permanecer libre de valores o ser apolíticas y denuncia que un
análisis estrictamente positivista no hace sino brindar un modelo ideológicamente
consecuente con el capitalismo de libre empresa.
Y de ahí que tengan plena vigencia las aportaciones de Theodor W. Adorno (2001: 32),
representante de la Escuela de Frankfurt, que apela a los peligros del positivismo en
ciencias sociales, por ende en la comunicación. Según Adorno, behaviorismo,
funcionalismo, conductismo o positivismo en ciencias sociales, habían proporcionado, en
definitiva, la justificación para la actividad científica conservadora, conformista y escapista.
Frankfurt fue una de las primeras en reclamar una aproximación holística y global al
objeto de estudio. Y, de hecho, hoy existe un amplio conjunto de herederos directos e
indirectos aún la reclaman, conscientes o no de la procedencia original de su rico
patrimonio. Fuera de España, instigados por el movimiento anti/alter globalista, resuenan
cada vez con más fuerza la voz de analistas como Ignacio Ramonet, Susan George, Samir
Amin, Noam Chomsky, Gilles Lipovetsky, Armand Mattelart, Edgard Morin, Alain Touraine,
Jesús Martín Barbero, etc. El listado es mucho más amplio.
En España destacan diferentes obras de Miguel de Moragas, Enric Saperas, Miguel Roiz,
Blanca Muñoz, Gonzalo Abril, Ángel Benito, Manuel Martín Serrano, Mariano Cebrián,
Francisco Sierra, Manuel Chaparro, Ramón Zallo, José Vidal Beneyto, Vicente Romano,
Enrique Bustamante, Ramón Zallo, Fernando Quirós, Felicísimo Valbuena, José Manuel
Pérez Tornero, Agustín García Matilla, etc. El listado, en este caso, también es extenso.
Hace algunos años, Moragas Spà (1981: 245) afirmaba que la teoría crítica de la
comunicación encuentra su finalidad en un doble desafío:
Bibliografía
Fuente: www.geocities.com/tomaustin_cl
Theodor W. Adorno
http://www.infoamerica.org/teoria/adorno1.htm
Jürgen Habermas
http://www.infoamerica.org/teoria/habermas1.htm
Max Horkheimer
http://www.infoamerica.org/teoria/barthes1.htm
La institucionalización transnacional de los “Estudios Culturales
Latinoamericanos”: problemas, retos y oportunidades
Parte I
Daniel Mato
Hace sólo unos años Jesús Martín Barbero, una de las voces más reconocidas como
exponente de lo que algunos llaman “Estudios Culturales Latinoamericanos” y otros “Latin
American Cultural Studies”, aclaraba: “Yo no empecé a hablar de cultura porque me
llegaron cosas de afuera. Fue leyendo a Martí, a Arguedas que yo la descubrí…
Nosotros habíamos hecho estudios culturales mucho antes de que esa etiqueta
apareciera” (1997: 52). Por su parte, Néstor García Canclini, otra de las voces más
reconocidas en ese campo, al ser interrogado para la revista Journal of Latin American
Cultural Studies sostuvo: “Comencé a hacer Estudios Culturales antes de darme cuenta
que así se llamaban” (1996:84; mi traducción, D.M.) . Mientras que Beatriz Sarlo, al ser
inquirida por esa misma revista, respondió: “En Argentina nosotros no los llamamos
´Cultural Studies´. Más aún, con Carlos Altamirano hemos creado una Maestría [...] y la
hemos llamado ´Sociología de la Cultura y Análisis Cultural´, no ´Cultural Studies´--que
es un término que ha sido puesto en circulación masiva por la academia estadounidense”
(1997:90 mi traducción, D.M.). Más recientemente, Renato Ortíz, en su respuesta a una
encuesta organizada por la Universidad de Stanford, publicada luego en la revista Punto
de Vista, de Buenos Aires, explicaba: “El cuestionario propuesto por la Universidad de
Stanford me cita como uno de los más ´sobresalientes´ latinoamericanistas dedicados a
los estudios culturales, lo que me proporciona gran satisfacción. Sin embargo, a pesar de
estas pruebas, la imagen que tengo entre mis colegas brasileños no se ajusta a esta
definición. Para ellos soy, simplemente, sociólogo, antropólogo, [...]” (2001: 36).
¿Porqué Martín-Barbero, García Canclini, Betriz Sarlo y Renato Ortíz hacían estas
declaraciones? ¿Porqué eran interrogados y porqué se veían en la necesidad de aclarar
esto? Desde hace poco menos de una década asistimos en América Latina a un proceso
acelerado de institucionalización de eso que algunos colegas latinoamericanos han
comenzado a llamar “Estudios culturales latinoamericanos”. Este proceso viene ocurriendo
en diálogo y relación, y a veces también como consecuencia, del proceso de
institucionalización de lo que nuestros colegas que trabajan en universidades de Estados
Unidos, Inglaterra y Australia llaman en inglés Cultural Studies y de lo que algunos de
ellos de manera complementaria denominan Latin American Cultural Studies.
Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, Beatriz Sarlo y Renato Ortíz emitieron las
opiniones que reproduje más arriba al ser interrogados en el contexto de este proceso de
institucionalización. Se trata de un proceso muy particular y significativo para la
configuración que va tomando a nivel mundial este campo, para el establecimiento del
sistema de valores y de supuestos éticos, políticos y epistemológicos en que se asienta,
para el sistema de categorías de análisis, preguntas y modos de investigación que se
consideran parte del mismo y los que no, para el sistema de autores que se consideran
“fundadores” y/o referencias ineludibles, etc.
Pero no sólo estos colegas tan ampliamente reconocidos han sido interrogados en estos
términos y sus trabajos leídos como “Cultural Studies”. Esto también nos ha pasado a
otros, o en todo caso, al menos también me ha sucedido a mí. Más aun, mi elaboración
crítica sobre este asunto y la formulación de la idea de “estudios y otras prácticas
intelectuales latinoamericanas en cultura y poder” (y así del proyecto que ha dado origen
a este libro) se han dado no sólo como consecuencia de mis intereses y posiciones en el
ámbito --digamos-- estrictamente latinoamericano, sino también, y al menos en parte, en
respuesta a esas interpelaciones. Resultan en parte de mi sorpresa al encontrarme con
que algunos colegas de Estados Unidos insistían en llamar “Cultural Studies” a lo que yo
venía haciendo en América Latina y llamaba simplemente una perspectiva
transdisciplinaria. Lo que hacía, y que entonces hacíamos y aún hacemos muchos en
América Latina, encontraba antecedentes en los escritos y prácticas de algunos
intelectuales y artistas latinoamericanos, pero también de intelectuales franceses,
alemanes e italianos, y en mi caso particular –en esto no muy representativo—también
encontraba más que antecedentes simultaneidades con el trabajo de unos pocos
estadounidenses del campo de los estudios de “performance”. En todo caso, esta sorpresa
me condujo no sólo en una reflexión crítica respecto del uso de la traducción de la
denominación “Cultural Studies” al castellano que algunos comenzaban a hacer, sino
también en el establecimiento de diálogos sumamente enriquecedores con varios de estos
colegas de habla inglesa. Destaco esto de manera pormenorizada --y deliberadamente en
el cuerpo principal de este texto y no en una nota al pié-- porque me parece necesario
poner de relieve, una vez más, que de ningún modo propongo contraponer alguna suerte
de “esencia latinoamericana” a unos supuestos designios imperiales de nuestros colegas
de habla inglesa, o de otras hablas extranjeras. Tampoco me propongo sugerir que las
prácticas intelectuales latinoamericanas son de ningún modo “puras” y “vírgenes” de todo
contacto con otras tradiciones intelectuales. No, de ningún modo. No se trata de negar el
potencial de fertilidad de los aprendizajes intersocietales. Por el contrario, pienso que es
provechoso cultivarlos. Pero de lo que si se trata es de tener conciencia tanto de las
diferencias de contextos institucionales y sociales, como de las de tradiciones
intelectuales, para de este modo poder dialogar provechosamente y apropiarse consciente
y creativamente de todo aquello que se juzgue conveniente.
Podríamos decir que existe al menos una cierta influencia del proceso de definición del
campo y su institucionalización que se da en EEUU e Inglaterra en lo que ocurre al
respecto en América Latina. Podría argumentarse que lo opuesto también ocurre, sin
embargo, los alcances y modos en que se dan una y otras influencias son muy diferentes,
y esto se debe, nuevamente, a la preexistencia y permanente reproducción de relaciones
de poder entre las sociedades en cuestión, sus sistemas educativos e instituciones
académicas, así como en el mercado editorial. Así, no es de extrañar la preeminencia de
representaciones y referencias del campo producidas en inglés. Pero además --y por lo
antes dicho respecto de la hegemonía de la escritura como medio y meta-- tampoco debe
sorprendernos la tan paradójica como indiscutida hegemonía de la idea de “Estudios”
(“Studies”) para definir un campo de “prácticas intelectuales” cuyo carácter político ha sido
enfatizado tanto por quienes hoy se autoidentifican como partícipes de él, como por
aquellos frecuentemente señalados como sus “fundadores” (Williams, Hoggart, Hall) en las
narraciones de la historia del campo, las cuales indefectiblemente suelen remitir sus
orígenes a las prácticas del grupo de intelectuales del Birmingham Centre for
Contemporary Cultural Studies (ver por ej: Turner 1992).
¿Es qué acaso un campo proclamadamente político sólo da lugar a “Estudios”? ¿Quedaron
las prácticas extramuros del grupo de Birmingham en el olvido? ¿Es qué sólo se puede
participar en este campo produciendo “Estudios”? ¿Qué sucede con otras formas de
práctica intelectual? ¿Dónde quedan: las prácticas no escritas en el seno de movimientos
sociales, las prácticas en artes visuales, o en cine, etc? Volveré sobre este escrituro-
centrismo más adelante en este texto, pero antes me parece necesario continuar con la
argumentación de orden --digamos-- geopolítico.
Desde luego, esta no es la primera vez en la historia de las ideas, las disciplinas, o las
teorías que los paradigmas, o el canon, se forman con fuerte incidencia de relaciones
jerárquicas entre diversas comunidades académicas o intelectuales. No obstante, que no
sea la primera vez que ocurre no es razón para silenciarlo. Pero, además lo que ocurre en
este período histórico, que —como decía más arriba-- podemos caracterizar como
“tiempos de globalización”, es que estas relaciones jerárquicas operan sobre un sistema de
redes más extenso y con intercambios más intensos. Las investigaciones que he venido
realizando sobre redes de otros tipos de actores sociales —por ejemplo organizaciones
indígenas, cívicas, ambientalistas, etc.— me han permitido observar cómo gracias a una
mayor disponibilidad de diversos tipos de recursos, los actores con capacidad de actuar a
niveles globales no sólo promueven sus propias representaciones y orientaciones de
acción a través de sus relaciones bilaterales con actores locales, sino también a través de
la promoción de eventos y redes de trabajo entre actores locales de numerosos países que
de este modo resultan convocados y organizados en torno a las representaciones de esos
actores que actúan a niveles globales. Así, estos actores, que en este sentido podemos
llamar “globales”, participan en condiciones “ventajosas” en los procesos transnacionales
de producción de representaciones significativas. Esto no necesariamente implica que los
actores que podríamos llamar “locales” adopten sin más las representaciones que
promueven los actores “globales”, pero sí que elaboran sus propias representaciones en el
marco de esas relaciones trasnacionales. De este modo, resulta que las representaciones
que orientan las acciones de esos actores “locales” se relacionan de manera significativa,
aunque de formas diversas, con las de los actores “globales”. Si bien en algunos casos
esto implica la adopción de ciertas representaciones y de las orientaciones de acción
asociadas a ellas, en otros significa crítica, rechazo o resistencia, en otros negociación, en
otros apropiación creativa. En fin, el estudio de casos verifica tanto que las relaciones son
ineludibles, como que se establecen distintos tipos de relaciones entre estas
representaciones y orientaciones de acción. Esto lo he observado tanto en casos de
producción de representaciones de identidades y diferencias étnicas y raciales, como de
ideas de desarrollo sostenible, sociedad civil y otras (para estudios de casos ver por ej.:
Mato 1999, 2000a y 2001a).
Lo que vengo observando --en última instancia como participante, crítico sí, pero de un
modo u otro participante-- me lleva a pensar que algo análogo está ocurriendo con la
producción transnacional de representaciones del campo que a nivel mundial se viene
nombrando como “Cultural Studies”. Las voces que tienen mayor poder para establecer
qué es y qué no es este campo, el sistema de inclusiones y exclusiones (de temas,
enfoques, autores, etc.) son las que se expresan mediante publicaciones en inglés. Así se
ha venido configurando un canon que aunque se exprese en varios idiomas y luego incluso
incorpore otras voces, resulta que básicamente se escribe en inglés, o que se escriba en el
idioma que se escriba, de todos modos se produce en el contexto de las instituciones
académicas de Estados Unidos, Inglaterra y Australia (entre las cuales hay diferencias que
no es posible comentar en este texto), y que se legitima, disemina y reproduce a través de
las respectivas industrias editoriales y mercados de estudios de postgrado. Como parte de
estos procesos transnacionales en América latina podemos observar relaciones muy
diversas con esto que ocurre en inglés o incluso en español pero el marco de
universidades de los Estados Unidos, algunas de ellas son simples importaciones, gestos
de autosumisión irreflexiva, otras suponen negociaciones de sentido muy diversas con lo
que ocurre en inglés, otras implican diversas formas de resistencia.
El énfasis que aquí hago en la necesidad de tomar en cuenta las referencias contextuales
se debe a que de unos modos u otros la producción de discursos es condicionada por los
contextos de producción (Foucault 1980 [1970]). A nadie se le escapará que los desafíos,
problemas, condicionamientos y tradiciones intelectuales que marcan las prácticas de
quienes teorizan y dan clases por ejemplo en algunas de las universidades privadas y ricas
de Estados Unidos y hacen sus vidas en el marco de esa sociedad nacional, esa economía
nacional, ese mercado y ese Estado, son significativamente diferentes de los que marcan
las prácticas de quienes lo hacen desde cualquier universidad pública de América Latina,
esas diversas sociedades, economías, mercados y Estados. Desde luego también hay
diferencias entre distintos tipos de instituciones dentro de Estados Unidos, así como entre
países latinoamericanos, y también al interior de estos. Y desde luego, lo sostenido no
supone asumir que los intelectuales latinoamericanos constituiríamos un conjunto
homogéneo que se confundiría con las “masas populares” de los respectivos países, ni
tampoco que los de Estados Unidos, constituirían otro que se confundiría con la CIA.
Obviamente no se trata de plantear ninguna simplificación ni dicotomía de este tipo. Sino,
de reconocer la existencia tanto de heterogeneidades y conflictos al interior de cada uno
de esos dos conjuntos, como de condiciones y demandas contextuales (de las
universidades, de actores sociales, de agencias de financiamiento, etc.) marcadamente
diferentes para uno y otro. En consecuencia, no se trata de pensar en la existencia de dos
“tipos puros” de prácticas intelectuales, sino en una amplia diversidad de casos,
incluyendo sobreposiciones, tránsitos e hibrideces.
Daniel Mato
Ahora bien, en el caso específico de los “Latin American CS” (LACS)--mantengo el nombre
en inglés porque me refiero al campo que se construye en inglés—la relación contexto-
discurso es un asunto más complejo y a la vez más delicado políticamente que en el de los
CS sin adjetivo. Más complejo porqué en la constitución del canon de este subcampo
también participan voces que hablan desde América Latina, o al menos que son originarias
de América Latina aun cuando en la actualidad algunas hablen desde instituciones
académicas de países de habla inglesa. Y más delicado políticamente porque los Latin
American CS no sólo están conceptualmente vinculados a los CS, sino a lo que en inglés se
llaman Area Studies (estudios de áreas o regiones del mundo), y esto agrega nuevos
ingredientes. Particularmente, por la herencia que cargan los Area Studies de su origen
asociado a proyectos imperiales, a la producción de conocimientos para uso en las
metrópolis acerca de pueblos y naciones dominadas, o que se proyecta dominar. Esta
herencia, a la que se enfrentan y cuestionan muchos de nuestros mejores colegas de
Estados Unidos y Gran Bretaña, marca, no obstante, el sistema fundante de construcción
de objetos de estudio, preguntas y modos de investigación de los Area Studies (4) .
Pero, en cambio, me preocupa que esta idea y sistema de relaciones tiendan a estimular
la sobrevaloración de las tendencias intelectuales de los centros y la vinculación a ellas, a
la vez que a desestimular (o al menos a no-estimular) la vinculación con las prácticas
críticas en cultura y poder desarrolladas por intelectuales locales en una amplia diversidad
de movimientos sociales y en otros ámbitos más allá de las universidades. Fascinación por
lo metropolitano que ya ha ocurrido anteriormente, sólo que ahora es facilitada por las
prácticas crecientemente globales de los colegas e instituciones del “Norte”, por las
tecnologías digitales y electrónicas aplicadas a las comunicaciones, a la vez que por la
creciente escasez de recursos locales para realizar investigación, becas de estudio, etc.,
asociados a las restricciones aplicadas a las universidades públicas en el marco de las
políticas neoliberales. Me preocupa lo que esto muchas veces supone en términos de
autocolonización intelectual y desarticulación de redes locales, así como la seducción que
ejerce la posibilidad de cierta politización de carácter meramente retórico en los discursos
académicos, pero que no se acompaña de iniciativas prácticas por construir mediaciones
con actores sociales locales. Peor aún, que es crecientemente reforzada por los sistemas
de “estímulo a la investigación científica” que en varios países latinoamericanos (por ej:
Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela) se han establecido como políticas de
estado y que mediante recompensas monetarias y de otros tipos tienden a reforzar la
división del trabajo intelectual entre dentro y fuera de “la academia”.
Sin embargo, la situación es polivalente. Por un lado tenemos que en varios países
latinoamericanos se ha venido incorporando la idea de “Estudios Culturales
Latinoamericanos” (o sus acotaciones subregionales o nacionales) en nombres de revistas,
encuentros y congresos, seminarios, títulos y contenidos de artículos y libros. En buena
parte de los casos, la adopción de este nombre no es acompañada de una reflexión crítica.
Y además, en no pocos de ellos es posible observar diversos indicadores de continuidades
fuertes con los “Cutural Studies”, esos que se hace en inglés, o incluso que se narra el
mito fundador que coloca su origen en Birmingham, Inglaterra. Al decir indicadores me
refiero a referencias bibliográficas, conferencistas principales de eventos, adopción de
temas, etc. Los ejemplos no son pocos, pero me parece innecesario hacer señalamientos
particulares, pues el objetivo no es entrar en polémicas personalistas, sino promover la
reflexión al respecto. Por otro lado, existen otros tipos de casos en los cuales si bien se
observa la adopción del nombre sin una reflexión explícitamente crítica al respecto, no
obstante no se observan indicadores de que los “Cultural Studies” sean vistos como
referencia fuerte, o como origen genealógico. Por el contrario, en algunos de estos casos
es posible observar que bajo el nombre “Estudios Culturales Latinoamericanos” (o sus
acotaciones subregionales o nacionales) se incluyen mayormente, cuando no
exclusivamente, producciones intelectuales locales, e incluso no sólo del tipo “estudios”,
sino también del tipo “otras prácticas”. El conocimiento directo de algunos casos con estas
características, me ha llevado a pensar que quizás razones de tipo práctico y/o estratégico
llevan a algunos colegas a adoptar la denominación “Estudios Culturales
Latinoamericanos”, sin por ello necesariamente adoptar el sistema de representaciones del
campo, canon y paradigmas propios de los “Cultural Studies” o de los “Latin American
Cultural Studies”. Desde este punto de vista, es posible asumir que el problema no es el
nombre que le damos al campo, sino el concepto del mismo que manejamos.
Puesto de otro modo, creo que es necesario evitar la naturalización de la idea de “Estudios
Culturales” que no es sino la traducción de la de “Cultural Studies”. Pienso que la
utilización de esta denominación no sólo construye una asociación dependiente con lo que
ocurre en inglés, sino que además naturaliza la exclusión (coloca fuera de los límites del
campo) de prácticas muy valiosas en cultura y poder, las cuales guardan relaciones
política y epistemológicamente significativas con los contextos sociales y con los
movimientos sociales latinoamericanos. Y esto último ocurre, entre otras cosas, porque el
proyecto de los Cultural Studies, esos que se hacen en inglés, ha venido academizándose
a la vez que despolitizándose. Esto incluso lo señalan así algunos de los más destacados
partícipes de este campo (ver por ej. Grossberg 1998).
En efecto, la creciente importancia académica de los Cultural Studies en Estados Unidos y
Gran Bretaña se ha dado combinadamente con una pérdida de importancia de la condición
política que se supone le era propia. Su carácter político ha venido disolviéndose en una
retórica de la política y los asuntos de poder que no permite ver las prácticas de los
actores sociales, que en inglés se denominan “social agents”. Así, buena parte de los
Cultural Studies, esos que se hacen en inglés, ha devenido “agentless”, es decir “sin
actores sociales”; mero asunto de análisis de textos y discursos, puestos en contextos en
los que no se da cuenta de prácticas sociales específicas. Pero, además, uno de los
problemas del campo particularmente en Estados Unidos es que los colegas no han
encontrado formas efectivas de superar los esquemas de división del trabajo que separan
a las prácticas académicas de esas otras prácticas en cultura y poder que se dan fuera de
la academia. Si acaso, han encontrado como incluir lo que se hace en algunas artes y en
los medios, o en las llamadas “industrias culturales”. Pero no han encontrado cómo
integrar en el proyecto lo que hacen por ejemplo muchos intelectuales en diversos
ámbitos extra académicos (feministas, Chicanos, Afroestadounidenses, de derechos
humanos, etc.), al punto que en entrevistas sostenidas con algunos de ellos incluso se han
referido a los “Cultural Studies” como un proyecto “reaccionario”. Y uno de los problemas
de importar esa denominación es que ella viene cargada de esos problemas.
Teoría de la Información
El periodismo
Las Relaciones públicas
El mercadeo político
La Publicidad
La Comunicación Organizacional
Estructuralismo
Teoría Crítica
Estudios Culturales
Jordi Berrio
En este texto me propongo realizar un esbozo de las ideas esenciales que nos ha
transmitido este autor canadiense de la forma más ordenada posible. Se trata de una
pretensión que no es fácil de llevar a cabo, dado que su obra constituye un conjunto
intencionadamente desordenado, con la manifiesta pretensión de ofrecernos una muestra
de pensamiento que vaya más allá de la racionalidad textual. Así pues, no es
recomendable juzgar su obra a través de los criterios usuales en las ciencias sociales, ya
que él, de forma manifiesta, huye de los mismos. Si centramos nuestra atención, por
ejemplo, en La Galaxia Gutenberg, que es uno de sus libros más importantes, tenemos un
estudio sobre la cultura escrita, y, es más, impresa, que pretende escabullirse de lo que
esta cultura ha impuesto: la secuencia lógica del pensamiento. De modo paradójico,
escribe un libro que no pretende serlo, dado que más bien está configurado como un
programa audiovisual en cuanto a su estructura expositiva. Por lo tanto, si deseamos
captar la originalidad del pensamiento de McLuhan, nos conviene desprendernos de los
prejuicios académicos. Aun así, creo que, pese a sus pretensiones de pensar de forma
multisensorial, es posible construir un discurso más o menos coherente de todo aquello
que nos ha querido decir, siempre y cuando nos situemos fuera del bosque de sus
metáforas, aforismos y frases con que parece querer épater le bourgeois. De todas
formas, creo que es justo reconocer que McLuhan fue uno de los primeros en comprender
la dirección y contenido de los cambios que experimentaba la cultura a mediados del siglo
XX; unos cambios provocados, en gran parte, gracias a la existencia de unas industrias
culturales que empleaban las nuevas tecnologías comunicativas. Éste es el motivo por el
que, casi cincuenta años después de haber publicado sus obras más importantes, todavía
las recordamos; todavía podemos dialogar con ellas.
Tal y como el lector comprobará, he incluido algunos de los aforismos que McLuhan nos
ofreció, en un esfuerzo, por su parte, que no dudaré en calificar de impresionista, o mejor
aún, de construir su pensamiento como un mosaico. Estos aforismos, que se encuentran
en el texto en número muy limitado, hacen justicia a la figura de nuestro autor y no
oscurecen el esfuerzo que se propone este trabajo de racionalizar su mensaje. Querer dar
coherencia lógica y textual a una obra como la del autor que nos ocupa es posiblemente
un afán inútil, y quizá alguien pensara que está fuera de lugar, dado que puede
considerarse como una tergiversación de sus mensajes. De todas formas, el fin de la
síntesis que sigue es ayudar a comprender la obra de McLuhan, y estoy dispuesto a
aceptar las críticas que pueda recibir.
La vinculación de los instrumentos con el cuerpo humano y sus necesidades es una tesis
que la antropología cultural ha expresado ampliamente, pero a la que McLuhan da una
dimensión diferente. Nos dice que no es que los nuevos medios sean puentes entre el
hombre y la naturaleza, sino que son naturaleza, al ser extensiones del cuerpo humano. Y
“Los medios como extensiones del cuerpo humano” es un aforismo que ha adquirido gran
popularidad, pero que me temo que muchos citan sin entender plenamente. Contribuye a
ello que se trata de un mensaje frío que será necesario calentar –utilizando la terminología
propia del mismo autor–.
McLuhan parte de la idea de que los medios, por ellos mismos, más que los contenidos
que transmiten, conforman la mentalidad de las personas y de la sociedad. De acuerdo
con este punto de partida, se afirma reiteradamente en su obra que el hecho de pasar, en
su día, de la oralidad exclusiva a la textualidad condicionó la naturaleza de la cultura. A
partir del momento en que ocurrió tal fenómeno, la mentalidad de los individuos cambió,
así como también las relaciones sociales y la economía. Es en este sentido que debemos
entender la famosa frase “El medio es el mensaje”. Por ejemplo, la escritura, como
fármaco de la memoria que es, transformó los sistemas de educación y de conservación
del conocimiento; el maquinismo originó efectos en la vida particular de las personas y de
la sociedad en general, con independencia de los productos concretos que se fabricaran.
La luz eléctrica es un medio sin mensaje y, en cambio, da vida a todos los mensajes y
utilidades que se le dan. El mensaje real de cualquier medio o tecnología es el cambio de
escala, de ritmo o de patrones que origina en los asuntos humanos. El ferrocarril no
introdujo ni el movimiento ni el transporte, sino que aceleró y cambió la escala del
movimiento de personas y mercancías. Así pues, podemos decir que el mensaje del
ferrocarril es la aceleración que provoca en las relaciones humanas.
Los instrumentos no son neutrales. Sus efectos no dependen únicamente de cómo son
utilizados, tal y como cree mucha gente. Se dice que los instrumentos no son ni buenos ni
malos en sí mismos, sino según el modo en que se utilicen. Evidentemente, las ideas que
se esconden tras el aforismo que comentamos contradicen plenamente dicha creencia. Sus
efectos tampoco dependen de sus contenidos, sino de su naturaleza. El cine no explica
una historia del mismo modo que lo hace la literatura, y uno y otra no producen los
mismos efectos en los públicos. La pintura no puede ser igual ni parecida a la fotografía;
la radio reencuentra las resonancias tribales: es de nuevo el tambor que expande sus
ecos, mientras que la televisión es un gigante tímido que reclama mucha participación.
Pero los medios también son el masaje –y aquí tenemos otro de sus aforismos, porque
nos penetran por todas partes y en los diferentes ámbitos de nuestra cultura, formando el
ambiente que nos da forma. El masaje sería el efecto de los medios, es decir, su mensaje.
Nos afectan en la estética, en la moral, en la economía, en la psicología, etc. No pueden
entenderse los cambios sociales si no se tienen en cuenta los cambios de ambiente que
han producido los medios de comunicación. Si se considera que nuestra privacidad está en
peligro es porque el nuevo ambiente de información la amenaza. La familia está obsoleta,
dado que ya no puede ejercer su función educativa y los medios han ocupado su lugar.
Los medios electrónicos han acabado con las ideas tradicionales de tiempo y espacio.
Ahora todo es inmediato, reproducible, combinable; ya no existe un lugar para cada cosa
y un tiempo para cada acontecimiento. El tiempo y el espacio nos los hacen los medios,
pero también nosotros mismos al poderlos manipular.
Introducción
En su condición de extensiones del cuerpo humano, los diferentes medios han ido
marcando el desarrollo de la cultura. Nuestras percepciones han configurado la forma
como entendemos y pensamos. Estos efectos son tan importantes que provocan etapas
diferenciadas en la cultura. A partir de aquí, McLuhan, en una mirada histórica, describe
tres eras de la humanidad: era de comunicación oral, era de comunicación escrita y era
electrónica o aldea global (1).
Conviene recordar que el paso de una a otra era siempre se ha debido a los cambios en
las tecnologías de la comunicación. La invención del alfabeto señala el fin de la primera
etapa de cultura oral; la de la imprenta de tipo móvil radicaliza las condiciones de esta
última etapa; finalmente, la invención del telégrafo abre las puertas a un proceso de
descubrimientos que culminarán en la televisión. Estas invenciones marcarán los procesos
de cambio que han condicionado nuestra evolución cultural.
Era prealfabética, o sociedad oral
Se trata de los primeros tiempos de la humanidad. Una era en la que el único medio para
la transmisión de los mensajes es la palabra. No existen procedimientos para la
conservación de la información más allá de la memoria humana. Por ello los actos
comunicativos que se realizan entre emisores y receptores están necesariamente ligados
en una unidad de espacio y de tiempo. Una edad tribal oral que sería como “un estado de
naturaleza” en el que los sentidos se conjugarían de forma armónica, ya que la palabra
disfruta de gran riqueza sensorial. El tiempo y el espacio son concebidos de modo circular
y no como un móvil que va del pasado al futuro, según la concepción euclidiana. Todo lo
que existe en el entorno humano está integrado en el contexto general y tiene vida. El ser
humano de esta era podía dialogar con las entidades naturales, influir en ellas y negociar
con ellas en tanto seres con vida. No las convertía en mercancías inertes. Pensemos, por
ejemplo, en la magia y el fetichismo: las imágenes no eran representaciones de seres y
fuerzas ocultas, sino que eran esos seres y fuerzas; las frases rituales tenían poderes;
toda la naturaleza tenía intención y estaba viva. Se trata de una etapa cultural en que
todos los órganos de la sensibilidad hacían su papel, principalmente el oído y el tacto.
Debemos recordar que estos órganos están regulados por el hemisferio derecho del
cerebro.
Desde el punto de vista social, se argumenta que todos los hombres eran iguales en la
tribu, ya que el habla es una capacidad que define a la especie. No había analfabetos. El
bagaje cultural estaba uniformemente repartido. La única diferencia era que los viejos
sabían más cosas que los jóvenes, debido a su dilatada experiencia. Por otro lado, las
relaciones estrictamente orales limitaban la amplitud del grupo humano a la tribu, a la
aldea. La forma de comunicación básica era la comunicación oral, y las relaciones sociales
únicamente tenían lugar cara a cara.
Los seres humanos de la era prealfabética tenían una visión del mundo de acuerdo con la
importancia que tenía el sentido de la audición. El oído predominaba sobre la visión, lo
cual creaba una concepción del mundo integradora.
Esta edad empezó con la introducción del alfabeto fonético, lo que provocó una ruptura
entre el ojo y el oído; y culminó con la imprenta de tipo móvil como fase final de la cultura
alfabética, que nos introducirá en la denominada Galaxia Gutenberg.
Con la escritura alfabética se pasa de una cultura basada en la comunicación oral, directa,
que favorece las relaciones de tipo emotivo, a otra en que predomina la racionalidad
abstracta. La lectura privilegia la vista entre el resto de los sentidos. Leer es una actividad
visual que no tan sólo hipertrofia el sentido de la vista, sino que falsea la armonía de las
proporciones de los cinco sentidos. La cultura escrita ha desestructurado las relaciones
que mantenían los diferentes sentidos. Resulta evidente que el hombre alfabético, y aún
más el tipográfico, utilizará cada vez menos los sentidos del oído, el tacto y el olfato, hasta
el punto de que se producirá una cierta atrofia. Si tomamos como ejemplo el sentido del
oído, deberemos constatar que está saturado por la cantidad de estímulos que no puede
atender. El ruido del ambiente no le aporta ninguna información útil. Es muy cierto que
estos cambios fueron originados por un conjunto de causas, además de las estrictamente
comunicativas, pero McLuhan no las analiza. La sociología de la cultura nos hablará de la
creación de las ciudades y del progresivo distanciamiento de los hombres occidentales de
los ambientes naturales; de los cambios en los sistemas políticos y muchos otros, en
cambio, él se abstraerá. McLuhan reconoce el gran papel que ha tenido la introducción del
alfabeto en el progreso de la civilización, pero ello no le priva de lamentarse de las
deformaciones mencionadas en el equilibrio sensorial. Para él, el problema radica en el
hecho de que el hombre tipográfico que ha llegado prácticamente hasta nosotros y que
todavía perdura se ha desarrollado en una sola dimensión.
El alfabeto fonético, que ha caracterizado a nuestra civilización durante toda esta edad, ha
introducido una tendencia analítica que no existía anteriormente o no con la misma fuerza.
McLuhan desea poner en evidencia que los textos favorecen la racionalidad abstracta, el
ver las cosas y el mundo entero como un proceso, la posibilidad de discernir y clasificar
unidades dentro del conjunto que se presenta, en primer lugar, como complejo. Si el
mundo prealfabético tendía a comprender la realidad como una unidad, el alfabético y su
radicalización a través de la imprenta favorecerán la desmembración de la totalidad en
unidades a través de un proceso analítico.
La imprenta de caracteres móviles añade otra dimensión a esta tendencia analítica: la idea
de uniformidad, de intercambiabilidad y de reproductibilidad ilimitada de las cosas. Sin
este complejo de ideas no hubiera sido posible el desarrollo científico y técnico que se
encuentra en la base de nuestra civilización. La imprenta constituirá la primera máquina
cultural fabricada por medios mecánicos y multiplicará exponencialmente los efectos que
había producido el alfabeto. Los libros, por un lado, pueden ser de propiedad privada,
permitiendo una apropiación individual de la cultura, pero, por otro, extienden los efectos
de la lectura desde pequeño grupos hasta sectores muy amplios de la sociedad.
La concepción del mundo del hombre alfabético, y aún más del tipográfico, está marcada
por el hecho de la lectura y de su extensión gracias al libro impreso. El espacio y el
tiempo, que habían sido hasta entonces múltiples y circulares, se ordenan a partir de una
cultura que nos aleja de la tribu. La racionalidad ligada al texto nos introduce en un
espacio euclidiano, medible y ordenable a través de coordinadas, así como en un tiempo
lineal que se distribuye en un antes, un ahora y un después. Se crean objetos desligados
de su contexto, sin alma, inertes, diferentes de los que existían en otras épocas. Los
objetos de ahora son el producto de un diseño racional y se pueden comprar y vender.
El final de una etapa nos muestra las características contrarias a las de sus primeras fases.
Una galaxia es tributaria de la inmediatamente anterior (el libro impreso fue sofocado en
una primera etapa por la cultura que le precedió). La cultura audiovisual ha sido
menospreciada por los intelectuales. No obstante, últimamente los productos de las
industrias culturales han ganado prestigio e influyen en lo que queda de la cultura
tradicional. En las obras posteriores a La Galaxia Gutenberg, que es del año 1962, su autor
se dedica a establecer la configuración de la nueva etapa en todos los aspectos de la
actividad humana, desde el dinero, el tiempo, la vivienda, el vestido, las historietas y los
medios de comunicación de masas. Comprender los medios de comunicación, publicada en
1964, una de sus obras más importantes, se dedica a desarrollar precisamente el papel de
los medios de comunicación de masas en la nueva era. En El medio es el masaje, del año
1967, va más lejos y escribe una especie de antilibro, si fuera posible, en el que nos
muestra, más que explica, cómo nos penetran los medios.
Los medios de comunicación de masas nos introducen, por lo tanto, en un mundo global,
y lo hacen según dos características que McLuhan obtiene del análisis sensorial, calor y
frío, con sus correspondientes exclusión e inclusión. Existen unos criterios básicos que nos
permiten distinguir los diferentes medios según la posibilidad de participación que ofrecen.
Un medio caliente es aquél que se dirige, con gran riqueza de información –en alta
definición– a un solo sentido. Los medios calientes, al estar llenos de información, exigen
poca participación del público. La alta definición es una información que rebosa. Son
medios calientes la escritura alfabética, la radio, el cine y la fotografía. Por su parte, los
medios fríos son pobres en información –de baja definición– y, por ello, ricos en
participación. Esto quiere decir que el receptor tiene que poner mucho de su parte si
quiere entender el mensaje. Se dirigen a más de un sentido. Son la escritura jeroglífica, la
televisión, el teléfono y las historietas ilustradas (el cómic). Denotan calidez afectiva.
Siempre permite más participación un seminario que una conferencia, un diálogo más que
un libro. Del mismo modo, el jazz obliga a participar, mientras que el vals lo permite
menos.
Los medios fríos que eran la escritura jeroglífica y los ideogramas, que todavía conservan
algunas lenguas, tienen efectos muy diferentes de los del caliente alfabeto incorporado
por fenicios y griegos. Las últimas consecuencias del alfabeto se consiguieron con la
imprenta. Se rompió el corporativismo medieval y se crearon las pautas para el
individualismo moderno. El calentamiento extremo del medio llevó al nacionalismo y las
guerras de religión del siglo XVI. También hay ejemplos de épocas más recientes sobre los
efectos de la inclusión y la exclusión que favorecen los medios. El papel de la mujer
cambió y se fragmentó con el industrialismo, las máquinas que realizaban los trabajos del
hogar y las guarderías.
La fotografía es, visualmente, de alta definición. La historieta ilustrada es de baja
definición porque aporta una información visual más bien pobre. El teléfono es un medio
frío, o de baja definición, porque el oído únicamente percibe una pequeña cantidad de
información. Lo mismo sucede con el habla. Un discurso lingüístico tan sólo puede
entenderse si los receptores lo saben situar en los contextos adecuados para su
comprensión. Por su parte, el cine es caliente porque es un medio que pertenece a la era
de transición. Combina las técnicas mecánica y eléctrica. Está emparentado con la
imprenta porque, en forma de rollos y de guiones, tiende a desarrollar el mundo real y se
muestra muy próximo al libro. Pero el filme, a diferencia del texto, produce las mismas
impresiones que aquello que se vive. En cambio, la televisión es fría porque, al contrario
que el cine, pide al espectador un gran compromiso. Su imagen es muy pobre al estar
formada por un número limitado de rayas y puntos, y, además, exige la manipulación de
botones. Dice McLuhan que la televisión es una prolongación del sentido del tacto. Esta
afirmación puede sorprender, pero pensemos en la participación que reclama ir más allá
del sentido de la vista. La televisión se hace en el momento en que el espectador la
contempla, mientras que el filme cinematográfico ya está hecho cuando se proyecta; la
primera está formada por acciones y procesos en gestación, el segundo es historia vivida.
Es evidente que lo más genuino de la televisión es el directo, aunque sea notorio que
también permite la transmisión en diferido. En cambio, el cine necesariamente ha sido
grabado con anterioridad.
Pero, más allá de la naturaleza de los medios, también interviene la del ambiente sobre el
que actúan. Así, los efectos de los medios calientes pueden ser fríos si el receptor es frío.
Los individuos de los países en desarrollo son fríos. En cambio, son calientes los individuos
que mantienen una cultura ligada a la textualidad. Las consecuencias de los medios
calientes o fríos siempre dependen del medio cultural en que se empleen. Al usarse un
medio caliente en una cultura fría, o a la inversa, se producen efectos de recalentamiento
o enfriamiento. Así pues, debemos considerar que las nociones de frío y caliente deben ser
entendidas de forma compleja, al referirse a la vez al medio y a su ambiente.
McLuhan supone que la forma de pensar científica aísla la forma del fondo. Estas dos
nociones las toma de la psicología de la Gestalt y de su aplicación en la crítica artística.
Cada una de las situaciones que pueden encontrarse en la cultura está formada por un
fondo que permanece desatendido y una figura que es atendida de forma preferente. En
las pinturas hay una figura principal que sobresale y un fondo que se presenta de una sola
vez y que está dominado por la figura. Los artefactos en los que domina una sola
dimensión sensitiva menguan las funciones de los demás sentidos. Utilizando sus mismas
palabras: “El truco es reconocer el patrón de cuatro partes de la transformación antes de
que acabe. En su plena madurez, el tetraedro revela la estructura metafórica del artefacto
con dos figuras y dos fondos en relación dinámica y analógica entre sí. El intervalo
resonante define la relación entre figura y fondo, y estructura la configuración del fondo. A
través de una conciencia comprensiva podemos ver el pasado y el futuro a la vez” (M.
McLuhan y B. R. Powers, 1996, p. 21).
El espacio auditivo y el táctil (que va ligado a la vista) siempre van juntos. En las
imágenes creadas por estos sentidos la figura y el fondo están en un equilibrio dinámico,
que es resonante por las presiones que se hacen mutuamente. La tétrada tomada en su
totalidad es una manifestación de los procesos de pensamiento humano. En concreto, las
exploraciones no se basan en cuestiones teóricas, sino en los datos empíricos que se
encontrarán. Este procedimiento, al aplicarse a medios nuevos o a artefactos
desconocidos, permite realizar predicciones y, por lo tanto, podemos decir que es un
instrumento de conocimiento. McLuhan añade una consideración interesante, desde el
punto de vista de la antropología cultural: las tecnologías que empleamos los humanos
son como las palabras que actúan como metáforas. Las relaciones entre presente y
ausente, forma y fondo hacen que los usuarios establezcan relaciones impensadas. Las
conexiones que encontramos en los tropos de presente y ausente –pero de un ausente
que, de alguna forma, permanece en la mente de quien usa una metáfora o de quien la
recibe– son precisamente de la misma naturaleza que las que podamos encontrar en
todos los artefactos culturales. El mecanismo de la metáfora nos indica que los dos
hemisferios del cerebro son intercambiables, a pesar de tener mediciones distintas, puesto
que, como sabemos, uno proporciona la información ordenada de forma secuencial y en el
otro los procesos se llevan a cabo de forma simultánea. Si se pretende manifestar todo
este conjunto de relaciones esbozadas, McLuhan propone que se realicen las siguientes
preguntas genéricas:
Y, con sus mismas palabras: “La tétrada, como visualización del hemisferio derecho, nos
ayuda a ver la figura y el fondo a la vez, precisamente ahora cuando los efectos latentes
de la era mecánica tienden a oscurecer el fondo subliminado en la forma. Su principal
utilidad es que lleva el fondo oculto a un plano visible que permite al analista percibir la
doble acción de lo visual (hemisferio izquierdo) y lo acústico (hemisferio derecho) en la
vida del artefacto o la idea” (M. McLuhan y B. R. Powers, 1996, p. 26).
En La aldea global aparece un glosario tetrádico que conviene consultar. Por ejemplo,
dice:
Perspectiva
a) Alienta el punto de vista particular.
b) Convierte en obsoleta la observación panorámica.
c) Recupera la especialidad.
d) Se convierte en cubismo, multivisión.
Palabra hablada
a) Aumenta la conciencia de sí mismo: conciencia de lo que ha dicho otro.
b) Convierte en obsoleto lo subhumano.
c) Recupera la experiencia del pasado.
d) Agrupa la competitividad y la estructura de clases.
Palabra escrita
a) Amplía la autoría privada, al individuo competitivo y orientado hacia un objetivo.
b) Convierte en obsoleto el argot, los dialectos y la identidad de grupo, separa la
composición y el rendimiento, divorcio de la vista y el oído.
c) Recupera el elitismo tribal, el circuito encantado.
d) Con el asalto del manuscrito a la producción masiva a través de la prensa llega el
público lector corporativo y el “sentido histórico”.
Radiotelevisión
a) Mejora el acceso simultáneo (regional) de todo el planeta: todo el mundo “en el aire
está en todas partes”.
b) Convierte en obsoletos los cables y los cuerpos físicos.
c) Recupera los medios ecológicos tribales –eco, trauma, paranoia– y también recupera la
primacía de lo espacial, lo musical y lo acústico.
d) Se convierte en un teatro de globalización (la invasión desde Marte de Orson Welles):
ningún espectador, tan sólo actores.
Todos los objetos no verbales, ya sean agujas o artefactos, y también las leyes de la
ciencia, incluyen en sus manifestaciones y efectos la estructura de cuatro partes, que, en
principio, es propia del lenguaje. Ésta es la forma de ver de la parte derecha del cerebro.
En cambio, si únicamente nos centramos en los objetos que denotan las palabras, nos
situamos en el hemisferio izquierdo exclusivamente.
McLuhan, pese a las ideas que postula, escribe libros, lo que podría interpretarse como
una contradicción. Pero sus libros no son nada convencionales. Podría decirse que La
Galaxia Gutenberg es el resultado del esfuerzo de traducir la televisión en forma escrita.
Se trata de una especie de mosaico, lo que dificulta su comprensión de forma corriente.
Hay que tener en cuenta que McLuhan no sigue las normas canónicas establecidas en las
ciencias sociales. Si uno desea introducirse en su universo, debe centrarse en captar su
originalidad.
Lo cierto es que, con su fondo y su forma nos ha dicho cosas importantes sobre la cultura
que estaba cambiando en el siglo XX y que sigue cambiando en el presente. Aun así,
parece mentira pero muchos de quienes trabajan de una u otra forma en el campo de la
cultura todavía no se han dado cuenta del terremoto que se ha producido a partir de la
aparición del telégrafo y la fotografía, y, más tarde, de la creación de las industrias
culturales. Él fue consciente de que, al cambiar la forma de comunicarnos, también lo
haría nuestra vida sensorial y cognitiva.
Notas
1. McLuhan habla de tres eras de la civilización. Se trata de una afirmación genérica, pero
en realidad su razonamiento únicamente se aplica, de forma plena, en Occidente, dado
que la etapa eléctrica es un objetivo no alcanzado por muchos pueblos. De lo que dice se
desprende que las culturas no occidentales tan sólo han realizado un recorrido parcial.
2. Josep Maria Jujol, arquitecto que colaboró con Antoni Gaudí y al que se deben los
bancos del Parque Güell de Barcelona. Dichos bancos están formados por una estructura
de cemento recubierta por numerosos trozos de cerámica rota.
Obras de McLuhan
(1951) The Mechanical Bride: The Folklore of Industrial Man. Nueva York: Vanguard Press.
(1960) Explorations in Communication, Edmund Carpenter y Marshall McLuhan (comp.).
Boston: Beacon Press. Edición castellana (1974): El aula sin muros. Barcelona: Editorial
Laia.
(1962) The Gutenberg Galaxy: The Making of Rypographic man. Toronto: University of
Toronto Press. Versión catalana (1972): La Galàxia Gutenberg. La formació de l’home
tipogràfic. Barcelona: Edicions 62. Versión castellana (1969): La Galaxia Gutenberg. La
formación del homo tipográfico. Madrid: Aguilar.
(1964) Understanding Media. The Extensions of Man Cambridge, Massachusetts: The MIT
Press. Edición castellana (1996): Comprender los medios de comunicación. Las
extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós.
(1964) Voices of Literature, vol. 1. Toronto y Montreal: Holt, Richard and Winston of
Canada.
(1965) Voices of Literature, vol. 2. Toronto y Montreal: Holt, Richard and Winston of
Canada.
(1967) The Medium is the Massage: An Inventory of Effects, con Quentin Fiore. Nueva
York: Bantam Books. Edición castellana (1995): El medio es el masaje: un inventario de
efectos. Barcelona: Paidós.
(1967) McLuhan: Hot and Cool (comp.). Gerald S. Stern. Nueva York: New American
Library, Signet Books.
(1968) Through the Vanishing Point: Space in Poetry and in Painting, con Harley Parker.
Nueva York: Harper and Row.
(1968) War and Peace in the Global Village, con Quentin Fiore. Nueva York: Bantam
Books. Edición catellana (1985): Guerra y paz en la aldea global. Barcelona: Planeta
Agostini.
(1969) The Interior Landscape: The Literary Criticism of Marshall McLuhan, 1943-1962,
compilación e introducción de Eugene McNamara. Nueva York: McGraw-Hill.
(1969) Counterblast. Toronto: McClelland and Steward.
(1969) McLuhan: Pro and Con, Raymond Rosenthal (comp.). Nueva York: Pelican Books.
(1970) From Cliche to Archetype, con Wilfred Watson. Nueva York: Viking Press.
(1970) Cultur Is Our Business. Nueva York: McGraw-Hill.
(1972) Take Today: The Executive as Droupot, con Barrington Nevitt. Nueva York:
Harcourt Brace Jovanovitch.
(1977) City as Classroom: Understanding Language and Media, con Kathryn Hutchon y
Eric McLuhan. Agincourt, Ontario: The Book Society of Canada.
(1977) D’oeil à oreille. Montreal: Éditions Hurtubise HMH.
(1977) Autre homme autre chrétien à l’âge electronique, con Pierre Babin. Lyon: Éditions
du Chalet.
(1987) Letters of Marshall McLuhan, Matie Molinaro, Corinne McLuhan y William Toye
(comp.). Toronto: Oxford University Press.
(1988) Laws of Media: The New Science, con Eric McLuhan. Toronto: University of Toronto
Press.
(1989) The Global Village, con Bruce Powers. Nueva York y Oxford: Oxford University
Press. Edición castellana (1996): La aldea global. Barcelona: Gedisa.
(1989) Marshall McLuhan: The Man and his Message, con George Sanderson y Frank
MacDonald (comp.). Golden, Colorado: Fulcrum.
Lección 33
Los estudios de recepción (apartes de la lección original)
Maria Corominas
Introducción
En estas líneas, se presenta una caracterización global de estos estudios, a la vez que se
analizan las influencias recibidas, los principales conceptos y las aportaciones más
significativas.
A partir de los años ochenta se desarrolla lo que podríamos calificar como una nueva
corriente –o, por lo menos, que tiende a definirse como tal, aunque solo lo sea
relativamente—en el análisis de audiencia (nota 1).
De forma general, esta corriente estudia los procesos a través de los cuales la audiencia
construye significado a partir de la exposición a los medios.
Justamente, uno de los puntos centrales de los estudios de recepción es el carácter activo
que se otorga a la audiencia; la capacidad de actuación que se le reconoce en su relación
con los medios. Este punto, además, se presenta como novedoso en la investigación.
El investigador danés Klaus Bruhn Jensen (992: 97), que trabaja en este campo desde la
perspectiva de la semiótica social de la comunicación de masas, lo ha sintetizado así:
“La investigación cualitativa reciente indica que las audiencias tienen la capacidad de
asignar su propio sentido a los medios de comunicación y además, que en el proceso de
recepción los medios satisfacen una fama de intereses y placeres legítimos de la
audiencia”.
Influencia funcionalista
Sin embargo, hay que matizar que la tradición funcionalista clásica ya había reconocido
una primera actuación a la audiencia, por lo menos en términos de cierta capacidad
selectiva (nota 2). En la misma línea, también el modelo de los Usos y las Gratificaciones
había entendido a los receptores como individuos activos en su relación con los medios de
comunicación en términos de exposición, consumo, decodificación y usos sociales.
Toda esta tradición de investigación ha sido muy influida por la obra del francés Michel de
Certeau, filtrada –en inglés—por John Fiske (nota 4). Las ideas-fuerza de estos autores
giran alrededor de la capacidad de la audiencia para desarrollar tácticas de resistencia y
para crear significados acordes “con sus necesidades sociales y emocionales y no con la de
los productores capitalistas” (Underwood, Mick: Mick’s cultural studies).
Todavía en el campo de los estudios críticos hay que citar, especialmente para el contexto
latinoamericano, la influencia de los estudios de Jesús Martín Barbero (nota 5) sobre las
mediaciones, la que se ha llamado corriente del Uso social de los medios.
Influencia intepretativa
El contexto de recepción
Por otra parte, hay que señalar también que los estudios culturales se han interesado cada
vez más por la etnografía de las audiencias. Esto ha conducido a los estudios de audiencia
a ampliar la perspectiva y, con el fin de estudiar los procesos de entendimiento y de
interpretación de los mensajes por parte de la audiencia, incorporar al lado del texto
(novela, película, programa de televisión, etc.) y del receptor al contexto de recepción,
entendido básicamente como contexto social en cuyo interior los mensajes adquieren
sentido.
Los estudios de audiencia, pues, tienen en cuenta a los contenidos y a la audiencia, pero
enfatizan los contextos dónde viven los receptores, porque son los que crean los marcos
idóneos dentro de los cuales los mensajes adquirirán sentido. En esta línea, y teniendo en
cuenta que un número significativo de estudios se ha ocupado de la televisión, la familia
se ha definido como contexto de recepción especialmente pertinente.
La actividad de la audiencia
El norteamericano James Lull (992a), uno de los autores que ha trabajado en este campo,
concreta este objetivo: “La teoría social nos tendría que proporcionar un marco para
analizar cómo la gente interactúa con los medios y entre ellos y qué significan estas
actividades en términos sociales más amplios”.
Los estudios de audiencia se mueven en el entorno inmediato del individuo, sus relaciones
personales directas, sobre todo dentro de la familia. Se situan, pues, en el nivel
microsocial y parten de las capacidades comunicativas de los individuos. Estos actúan
recibiendo y dando sentido a lo que les llega de los medios y, simultáneamente, participan
en la vida social: forman parte de partidos políticos, sindicatos, ONG, votan en las
elecciones, etc.; son ciudadanos y, en tanto que tales, actuan en el ámbito
macrosociológico. Para vincular estos dos niveles, Lull parte de las aportaciones del
sociólogo británico Anthony Giddens y, en concreto, de su teoría de la estructuración.
En los estudios de recepción, el contexto de recepción permite ver como los distintos
planos de la vida (el económico, el político, el cultural, etc.) se articulan en prácticas
rutinarias regidas por normas, entre las que se encuentra ver la televisión.
Aspectos metodológicos
Desde el punto de vista de la forma como se lleva a cabo la investigación, los estudios de
recepción también se caracterizan por la confluencia entre las dos grandes tradiciones, ya
que utilizan tanto las metodologías cuantitativas como las cualitativas. El británico David
Morley (996:3), entre otros, lo comenta explícitamente y de forma muy gráfica: “Creo que
un solo método no puede reclamar el monopolio de la virtud y, además, que la sola
elección del método no puede garantizar o echar a perder un determinado estudio.
Personalmente, leería con mayor entusiasmo una buena encuesta que un mal trabajo
etnográfico (y a la inversa)”.
Hay que decir, sin embargo, que en general se tiende a primar la investigación cualitativa.
Asimismo, hay que señalar que los estudios de recepción también reivindican la empiria –
que había sido prácticamente monopolizada por el positivismo—desde la tradición crítica.
Por ello, “el etnógrafo debe ser consciente de esta parcialidad, este carácter incompleto y
estas brechas estructuradas que siempre tendrá el informe que pueda elaborar”.
El británico Morley (996:285) también se expresa en términos de reto: “el desafío principal
se encuentra en nuestra capacidad para construir la audiencia como fenómeno social y
también semiológico (cultural), y en nuestra capacidad para reconocer la relación entre los
televidentes y el aparato de televisión, en tanto que ambas están mediadas por las
determinaciones de la vida cotidiana y la vinculación diaria que establece la audiencia con
todas las otras tecnologías en juego en el manejo de la comunicación cotidiana mediática”.
Esta concepción lleva, en definitiva, a entender a la audiencia como sujeto y no solo como
objeto y, como ha destacado Orozco (996:32), “como un sujeto ‘que se va constituyendo’
como tal de muchas maneras y diferenciando como resultado de su interacción particular
con la TV y, sobre todo, como consecuencia de las distintas mediaciones que entran en
juego en su proceso de recepción”.
A partir de sus estudios sobre recepción televisiva en casa, James Lull ha establecido una
tipología sobre usos sociales de este medio, dentro de la cual distingue dos grandes tipos:
los usos estructurales y los usos de relación.
Los usos estructurales, a su vez, pueden ser ambientales o reguladores. En el primer caso,
se trata de usos televisivos que hacen referencia a la creación de un flujo que actua como
ruido de fondo. Con un símil, podríamos decir que se trata de una especie de música
ambiental que proporciona, por ejemplo, compañía mientras se realizan las tareas
domésticas. Sin embargo, en otro sentido, este rumor de fondo también debe entenderse
como la garantía de que la televisión es una fuente de entretenimiento para la familia.
Los usos de relación se centran en ver cómo los miembros de la familia utilizan la
televisión para crear acuerdos prácticos sociales. Para Lull, estos usos pueden ser de
cuatro tipos distintos, aunque no tiene que haber plena exclusividad entre categorías. En
este sentido, la televisión puede ser una ayuda para facilitar la comunicación: la audiencia
utiliza las historias, los personajes y los temas propuestos por la televisión como
modalidades que facilitan la conversación. La televisión también puede tener un uso de
pertinencia/exclusión; puede ser un medio de aprendizaje social, puede ofrecer
oportunidades para demostrar la competencia o para crear formas de dominio.
A partir de la obra de Lull, el danés Jensen (992) ha analizado los usos (Ver nota 8)
sociales de las noticias de televisión y ha identificado usos contextuales, informativos,
legitimadores y diversos.
A modo de conclusión
Una de las contribuciones de la investigación sobre recepción es, sin duda, la reflexión
crítica que se ha producido sobre la propia investigación. Esta reflexión ha permitido la
superación progresiva de los marcos teóricos o conceptuales pero, sobre todo, ha hecho
posible el avance en el proceso de comprensión de la comunicación mediada en la
sociedad de una forma más global, y ya no compartimentada en las parcelas clásicas de
audiencia y efectos.
Notas
1. Para un análisis del debate sobre este campo de estudio véase, entre otros, el trabajo
de investigación de Anna Clua (999): L'estudi dels contextos de la recepció dels mitjans de
comunicació de masses. Una aproximació. Bellaterra: Departament de Periodisme i de
Ciències de la Comunicació. Universitat Autònoma de Barcelona [mecanoscrito, en catalán]
y, en castellano, la obra de Virginia Nightingale (999). Para información en línea en inglés
sobre y de algunos autores, véase el apartado correspondiente a "Theorists and Critics"
dentro de popcultures.com del Sarah Zupko's Cultural Studies Center.
2. Precisamente una primera conceptualización de la audiencia como tal (diferenciándola
de masa o de público) tiene lugar en The People's Choice: How the Voter Makes Up His
Mind in a Presidential Election (Lazarsfeld, Paul F.; Bernard Berelson y Hazel Gaudet.
Nueva York: Columbia University Press, 1 944), investigación que marcó el inicio de la
etapa de los efectos limitados y que comportó el reconocimiento de la capacidad selectiva
de la audiencia o, dicho en otros términos, la tendencia a buscar contenidos afines con sus
opiniones y a evitar los discordantes. Aunque posteriormente la hegemonía de la televisión
dentro del sistema comunicativo llevó a cuestionar estos supuestos, "la evitación defensiva
de mensajes disonantes persiste hasta cierto punto, particularmente cuando la definimos
como falta de atención en lugar de simplemente como abstención" (Curran, 1 997:1 0).
3. De acuerdo con Stuart Hall, de forma simplificada podemos decir que la lectura
preferente és la propuesta por el texto como dominante a través de la codificación. Sin
embargo, la audiencia puede adherirse a ella, oponerse o también realizar una lectura
negociada.
4. El jesuita Michel de Certeau (925-1 986) se dedicó a la historia, la antropología y el
psicoanálisis, entre otros. Su obra ha tenido relativamente poca difusión directa. En
español, por ejemplo, se editó en 1 999 La cultura en plural (Buenos Aires: Nueva Visión),
obra original de 1 974 y un antecedente de su texto fundamental en los estudios de
audiencia: L'invention du quotidien (París: Gallimard, 1 980). Se ha conocido
especialmente a través de la difusión hecha, en inglés, en la obra del australiano John
Fiske.
5. Martín Barbero, Jesús (986): De los medios a las mediaciones. México: Gustavo Gili. El
mexicano Guillermo Orozco (996:3) dice que la pregunta que ha orientado esta corriente
ha sido la misma que ha inspirado a la investigación de Usos y gratificaciones: ¿Qué hace
la audiencia con la TV?"
6. La tesis, de 1 988, lleva el título de Commercial Television and Children's Education in
Mexico y fue defendida en la Universidad norteamericana de Harvard."
7. En este sentido, el propio Lull ha estudiado como se ha utilizado creativamente la
televisión por parte de la audiencia la televisión en China. Véase, por ejemplo, en español
Lull (992b)."
8. El término uso hace referencia a "este amplio rango de relevancias sociales, familiares e
individuales que los televidentes adscriben a las noticias y a otros géneros de los medios
de comunicación. Eso sobrepasa a la mayoría de las formulaciones de la investigación
sobre usos y gratificaciones" (Jensen,1 992:1 06)."
Bibliografía
CAPÍTULO 8
Lección 36
El interaccionismo simbólico y la Escuela de Palo Alto
Hacia un nuevo concepto de comunicación
Marta Rizo
Introducción
Este panorama pone en evidencia la complejidad del tema, las múltiples aportaciones con
que se ha tratado de dotar de coherencia a lo que conocemos como Teoría de la
Comunicación. Ello es resultado, entre otros factores, de la polisemia misma del concepto
de comunicación.
Es sabido que la comunicación puede entenderse como la interacción mediante la que los
seres vivos acoplan sus respectivas conductas frente al entorno, a partir de la transmisión
de mensajes, signos convenidos por el aprendizaje de códigos comunes. También se ha
concebido a la comunicación como el propio sistema de transmisión de mensajes o
informaciones, entre personas físicas o sociales, o de una de éstas a una población, a
través de medios personalizados o de masas, mediante un código de signos también
convenido o fijado de forma arbitraria. Y más aún, el concepto de comunicación también
comprende al sector económico que aglutina las industrias de la información, de la
publicidad, y de servicios de comunicación no publicitaria para empresas e instituciones.
Estas tres acepciones ponen en evidencia que nos encontramos, sin duda alguna, ante un
término polisémico.
Sin embargo, el debate académico en torno a la comunicación ha sido dominado por una
perspectiva que reduce el fenómeno comunicativo a la transmisión de mensajes a través
de los llamados medios de difusión. Sin ánimos de considerar vacío e innecesario dicho
debate, consideramos que la comunicación va más allá de esta relación mediada. Es,
antes que nada, una relación interpersonal.
Las dos corrientes orientan sus reflexiones e investigaciones desde un punto de partida
básico: las definiciones de las relaciones sociales son establecidas interactivamente por sus
participantes, de modo que la comunicación puede ser entendida como base de toda
relación.
El Interaccionismo Simbólico
Los principales autores del Interaccionismo Simbólico son Herbert Blumer, George Herbert
Mead, Charles Horton Cooley y Erving Goffman. Todos ellos compartieron el interés de
analizar a la sociedad en términos de interacciones sociales. El punto de partida se
encuentra en las ideas ya expuestas por Robert Ezra Park, de la Escuela de Chicago. Sin
embargo, los conceptos de “sí mismo” (George H. Mead), “yo espejo” (Charles H. Cooley)
y “ritual” (Erving Goffman), son los que han pasado a la historia como fundamentales para
la comprensión del Interaccionismo Simbólico.
Génesis y antecedentes
Uno de los principales estudiosos fue Robert Ezra Park (1864-1944), quien fundamentó
sus estudios en lo que denominó "ecología humana". Robert E. Park define la ecología
como la ciencia de las relaciones del organismo con el entorno que abarca el sentido
amplio de las condiciones de existencia; uno de los componentes de la ecología humana
es el territorio, y los medios están dentro de éste. Tomando como marco esta definición,
se inician nuevos parámetros de estudio donde se observan las competencias entre
individuos que tienen la misma cultura y que buscan la interacción entre ésta; se
observan, por otra parte, las diferencias sociales y culturales que hacen a cada ser alguien
diferente.
La propia opción etnográfica (nota 2) estuvo supeditada a una concepción del proceso de
individuación, de la construcción del self o ‘sí mismo’ (Mead, 1934). El individuo es capaz
de una experiencia singular, única, que su historia vivida traduce, y está sometido al
mismo tiempo a las fuerzas de la nivelación y la homogeneización de los
comportamientos.
Con respecto a los medios de comunicación, desde la Escuela de Chicago éstos fueron
concebidos como factores de emancipación, de ahondamiento en la experiencia individual,
y como promotores de la superficialidad de las relaciones sociales y de los contactos
sociales, de la desintegración. Uno de los postulados básicos de la escuela fue que si
existe comunicación, es sólo en virtud de las diversidades o diferencias individuales, algo
que se contradice si tomamos en cuenta las teorías que, en esa época, ponían el énfasis
en el carácter homogéneo de la “masa” receptora de los medios de comunicación.
Premisas básicas
En este sentido, en Symbolic Interaccionism, Herbert Blumer (1968) establece las tres
premisas básicas de este enfoque:
1. Los humanos actúan respecto de las cosas sobre la base de las significaciones que
estas cosas tienen para ellos, o lo que es lo mismo, la gente actúa sobre la base del
significado que atribuye a los objetos y situaciones que le rodean.
2. La significación de estas cosas deriva, o surge, de la interacción social que un individuo
tiene con los demás actores.
3. Estas significaciones se utilizan como un proceso de interpretación efectuado por la
persona en su relación con las cosas que encuentra, y se modifican a través de dicho
proceso.
Mead identifica dos aspectos o fases del self: el yo y el mí. El yo es la respuesta inmediata
de un individuo a otro; es el aspecto incalculable, imprevisible y creativo del self. Las
personas no saben con antelación cómo será la acción del 'yo'. El yo reacciona contra el
mí, que es el conjunto organizado de actitudes de los demás que uno asume.
1. Permite comprender tanto el nivel macro (institucional) como el micro (el de las
percepciones, impresiones y actuaciones de los individuos) y, por lo tanto, el de las
interacciones generadas y generadoras de la vida social. En este sentido, destaca el
importante papel asignado a la interacción –a la comunicación, así pues- en la formación
de la vida social.
2. El poder interpretativo de este modelo tiene como límites el de los mundos culturales
análogos al de las sociedades anglosajonas. Para conservar su poder heurístico en otras
sociedades como las orientales, el modelo deberá ser alimentado con estudios de casos
que permitan el ajuste de las categorías de análisis que conforman su estructura. En este
punto se advierte una limitación en el modelo de Goffman; limitación que, por otro lado,
se repite en cualquier modelo teórico-metodológico, realizado en un contexto –espacio-
temporal- determinado.
Uno de los elementos más decisivos de la obra de Erving Goffman fue la conceptualización
del “ritual”. Desde su perspectiva, más que de un suceso extraordinario, el ritual es parte
constitutiva de la vida diaria del ser humano, por lo que se puede decir que la urdimbre de
la vida cotidiana está conformada por ritualizaciones que ordenan nuestros actos y gestos
corporales. En este sentido, los rituales aparecen como cultura encarnada, interiorizada,
cuya expresión es el dominio del gesto, de la manifestación de las emociones y la
capacidad para presentar actuaciones convincentes ante otros.
Las personas muestran sus posiciones en la escala del prestigio y el poder a través de una
máscara expresiva, una ‘cara social’ (Goffman, 1959) que le ha sido prestada y atribuida
por la sociedad, y que le será retirada si no se conduce del modo que resulte digno de
ella; las personas interesadas en mantener la cara deben de cuidar que se conserve un
cierto orden expresivo.
Goffman relacionó la conducta ritual interpersonal con las fases de los encuentros o
interacciones cara a cara: el desafío, el ofrecimiento, la aceptación y el agradecimiento,
entre otras. En dichas interacciones quedan expresados las reglas de etiqueta social y los
atributos de las personas, tales como el orgullo, el honor, la dignidad y, en general, la
posición social.
Del concepto de ritual propuesto por Goffman se derivaron dos ideas importantes. La
primera, la de relacionar a los rituales con el proceso de comunicación, pues los rituales se
ubican en la categoría de actos humanos expresivos, en oposición a los instrumentales.
Además de ser un código de conducta, el ritual es un complejo de símbolos, pues
transmite información significativa para otros. La segunda idea consiste en relacionar a los
rituales con los movimientos del cuerpo, en el sentido de que la ritualización actúa sobre el
cuerpo produciendo la obligatoriedad y asimilación de posturas corporales específicas en
cada cultura.
- Por una parte, se siguen abordando los objetos de estudio tradicionales, tales como la
educación, la justicia, la organización, etc., en todos los casos a partir de las etnografías
en instituciones y en situaciones de interacción social, tomando como punto de partida
que las acciones de las personas sólo pueden explicarse en referencia al contexto dentro
del cual tienen lugar.
- Por la otra, comienza a tomar auge el análisis conversacional, centrado en la
organización del diálogo en la actividad cotidiana, en cómo se presentan la ordenación y
coherencia en los intercambios conversacionales (nota 3).
Para recapitular, se apuntan las características esenciales de los estudios con orientación
etnometodológica:
1. Proponen analizar cualquier coyuntura social (un ritual religioso, una conversación
familiar, etc.) según el punto de vista del sentido que le dan los sujetos sociales
implicados en dicha coyuntura.
2. Observan la racionalidad del comportamiento en la vida cotidiana.
3. No se preguntan si existe el mundo, sino “¿cómo puedo saber que existe un mundo
social compartido con y por los demás?” (Skidmore, 1975).
4. Rechazan el punto de vista acostumbrado según el cual la eficiencia, la concreción, la
inteligibilidad, la coherencia, etc., son fijadas, reconocidas y categorizadas a partir de
reglas y modelos independientes de la situación social.
5. Proponen la hipótesis de que cada situación social ha de ser considerada como auto-
organizada.
6. El centro de análisis es la vida cotidiana, pero esta vez observada a partir de los
métodos con los cuales se construye un escenario de sentido común. Así, “el tema crucial
de la etnometodología (…) es el análisis de los modos comunes en que los individuos
hacen racionales y explicables sus experiencias de todos los días. En otras palabras, la
etnometodología es una sociología de la vida cotidiana” (Filmer y otros, 1972: 217).
7. El centro de su indagación es el proceso con que los miembros sociales producen y
sostienen un sentido de la estructura social en la que interaccionan.
Pese al interés que despierta la orientación o enfoque etnometodológico, este no ha
estado exento de críticas. Algunos de los aspectos que le han sido criticados a la
Etnometodología son los siguientes:
- Llega a un relativismo sin salida que le impide producir ninguna afirmación teórica sólida
y sistemática.
- Es banal y trivial; es un desierto intelectual; es un conjunto de puntos de vista (Mc
Sweeney, 1973: 141-142).
- Falta mayor profundidad al tratar la relación entre vida cotidiana e instituciones sociales.
Por ejemplo, el problema del poder está ausente en sus estudios.
- La consideración de que los fenómenos sociales existen sólo en la medida en que el
hombre de la calle los clasifica o los identifica como existentes es del todo insostenible
(Giddens, 1976: 52).
Concluimos este apartado con una frase que, a nuestro entender, resume el sentido último
de los estudios etnometodológicos: “la moraleja que nos ofrece la etnometodología es la
de volver a la tierra y alcanzar una más completa comprensión del ‘mundo dado por
descontado’, evitando así la tendencia a erigir vastos edificios sociológicos” (Gidlow, 1972:
396).
Notas
Marta Rizo
Fuente: Portal de la comunicación Aula abierta | Lecciones básicas
http://www.portalcomunicacion.com
Los autores más representativos de la Escuela de Palo Alto son Gregory Bateson, Paul
Watzlawick y Don Jackson. Las propuestas de los tres autores, entre otros, confluyeron en
una visión interdisciplinaria de la comunicación, lo cual queda demostrado en su voluntad
de elaborar una teoría general de la comunicación humana que pudiera ser aplicada en
contextos tan distintos como la psicoterapia y el sistema familiar, entre otros temas.
Para los autores de la Escuela de Palo Alto, la comunicación debe ser estudiada por las
ciencias humanas a partir de un modelo que le sea propio, y hay que concebir la
investigación en comunicación en términos de niveles de complejidad, contextos múltiples
y sistemas circulares.
De ahí que este enfoque inaugure una forma de comprender la comunicación mucho más
amplia, superando el enfoque anterior y ubicando la reflexión sobre la comunicación en un
marco holístico, como fundamento de toda actividad humana.
Todas estas afirmaciones se sintetizan con lo que los investigadores de la Escuela de Palo
Alto nombraron como “encuadrar las observaciones” (Watzlawick et. al., 1971), lo cual
significa que “hay que aprender a mirar todo el entorno de un fenómeno comunicativo
para poder percibir el conjunto de actores implicados” (Mucchielli, 1998: 46).
Para ello, los investigadores se situaron en lo que se denomina investigación hic en nunc -
aquí y ahora-. La lectura de un pasaje de la obra de Paul Watlawick puede hacer
comprensible la naturaleza básica de este tipo de investigación:
Aunado a este enfoque presente, otro cambio importante en la perspectiva propuesta por
la Escuela de Palo Alto para el abordaje de los fenómenos comunicativos es la importancia
otorgada al qué y al como de la situación, abandonando la reflexión sobre las causas de
las situaciones y los sujetos mismos que en ellas participan. Atendiendo a esta idea, se
puede decir que la perspectiva interaccional
Cada situación de interacción se define de acuerdo con el bagaje simbólico que poseemos
y que proyectamos in situ, definiendo la situación de interacción en la que nos
encontramos. La interacción simbólica –la comunicación- es el medio por el cual se realiza
la socialización humana que acompaña toda la vida del ser social.
Notas
Bibliografía
Marta Rizo
Fuente: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n40/mrizo.html
Este panorama pone en evidencia la complejidad del asunto, las múltiples aportaciones
con que se ha tratado de dotar de coherencia a lo que conocemos como Teoría de la
Comunicación. Ello es resultado, entre otros factores, de la polisemia misma del concepto
de comunicación.
Los tres principios apuntados en el párrafo anterior constituyen una de las principales
aportaciones de la Escuela de Palo Alto a la comprensión de la comunicación. En la obra
clásica de Watzlawick, Beavin y Jackson, Teoría de la comunicación humana (1971), se
hace hincapié en estos principios básicos del sistema. La totalidad se explica afirmando
que “cada una de las partes de un sistema está relacionada de tal modo con las otras que
un cambio en una de ellas provoca un cambio en todas las demás y en el sistema total”
(Watzlawick et. al., 1971: 120). El principio de causalidad circular se explica a partir del
concepto de retroalimentación, proveniente del enfoque cibernético inaugurado por
Norbert Wiener en 19481. Por último, el principio de regulación es nombrado a partir del
término equifinalidad, comprendido como el conjunto de elementos que dotan de
estabilidad al sistema.
Todo lo anterior pone en evidencia que la comunicación, antes que nada, es un sistema
abierto de interacciones. De hecho, las primeras definiciones de comunicación apuntan a
su vertiente interpersonal, relacional, más que a la concepción mediada que ha
prevalecido y dominado el pensamiento sobre comunicación a lo largo de su existencia
como campo académico. El predominio de los medios de difusión como centro de la
reflexión oscurece las aportaciones de todo lo concerniente al diálogo, al vínculo entre
seres humanos, a la capacidad de éstos para comunicarse consigo mismos, con los otros y
con el entorno físico y simbólico en el que se desenvuelven.
Acción e interacción
Los seres humanos establecen relaciones con los demás por medio de interacciones que
pueden calificarse como procesos sociales4. Así, la comunicación es fundamental en toda
relación social, es el mecanismo que regula y, al fin y al cabo, hace posible la interacción
entre las personas. Y con ella, la existencia de las redes de relaciones sociales que
conforman lo que denominamos sociedad. Así entonces, los seres humanos establecen
relaciones con los demás por medio de interacciones que pueden calificarse como
procesos sociales. Y como ya quedó claro, toda interacción se fundamenta en una relación
de comunicación.
Aaron Cicourel (1979) toma la noción de “esquema común de referencia” de Alfred Schutz
(1964) para definir toda situación de interacción social. Según el autor,
A partir de los procesos interpretativos los actores pueden comprender diferentes acciones
comunicativas, reconocer las significaciones y las estructuras subyacentes de las acciones
comunicativas, asociar las reglas normativas generales a las escenas de interacción vividas
por medio del conocimiento socialmente distribuido, desglosar la interacción en secuencias
(Cicourel, 1979: 13).
En términos generales, la interacción puede concebirse como la acción recíproca entre dos
o más agentes. Sin embargo, situándonos en un marco de reflexión un tanto más
complejo, interesa remarcar que, al margen de quién o qué inicie el proceso de
interacción, el resultado de ésta es siempre la modificación de los estados de los
participantes.
Por oposición al modelo lineal de Shannon y Weaver, conocido también como el “Modelo
telegráfico”, la propuesta de la Escuela de Palo Alto se conoce, también, como “Modelo
orquestral de la comunicación”. En palabras de Yves Winkin (1982: 25), “el modelo
orquestral, de hecho, vuelve a ver en la comunmicación el fenómeno social que tan bien
expresaba el primer sentido de la palabra, tanto en francés como en inglés: la puesta en
común, la participación, la comunión”.
Aunado a este enfoque presente, otro cambio importante en la perspectiva propuesta por
la Escuela de Palo Alto para el abordaje de los fenómenos comunicativos es la importancia
otorgada al qué y al como de la situación, abandonando la reflexión sobre las causas de
las situaciones y los sujetos mismos que en ellas participan. Atendiendo a esta idea, se
puede decir que la perspectiva interaccional
Para cerrar...
En este texto se han repasado algunos de los aportes básicos de las investigaciones
realizadas desde la Escuela de Palo Alto para el estudio de los fenómenos comunicativos.
Se ha situado el centro del debate en el concepto de Interacción, comprendida como el
fundamento de las situaciones comunicativas, por un lado, y como corazón conceptual
para la construcción de la comunicología, por el otro. Luego de establecer algunas
relaciones conceptuales entre comunicación, interacción y acción social, se han expuesto
los denominados axiomas de la comunicación concretados por los investigadores de la
Escuela de Palo Alto. Estos axiomas son, a nuestro entender, los que justifican el paso de
un modelo lineal de la comunicación a un modelo circular, o lo que es lo mismo, los que
explican el paso del “modelo del telégrafo” al “modelo orquestral” (Winkin, 1982).
Lo interesante de la Escuela de Palo Alto es que, junto con las aportaciones de la corriente
del Interaccionismo Simbólico, pone en evidencia la importancia de retomar y de hacer
observable la comunicación atendiendo a su significado primero: la puesta en común, el
diálogo, la comunión.
Notas
Bibliografía
Resumen
A mediados del siglo XX se hizo más patente la necesidad de los estudios de la
comunicación intercultural, que se iniciaron en los Estados Unidos. En las sucesivas
décadas distintos movimientos sociales y políticos impulsaron estas investigaciones. Los
estudios de comunicación intercultural estuvieron muy condicionados por sus inicios, en
los que se partía de los análisis de la comunicación interpersonal. Así la mayoría de la
producción norteamericana corresponde a la comunicación intercultural interpersonal.
Aunque este ámbito de estudio plantea problemas metodológicos y espistemológicos e
incluso su delimitación sigue estando todavía sometida a debate, hay que destacar que ya
ha dado lugar a numerosas investigaciones. En este artículo se hace la propuesta de
construcción de un campo de estudio de la comunicación intercultural más integrado. Por
un lado, cada día son más claras las interrelaciones entre la comunicación interpersonal y
la mediada. Por otro lado, la relaciones entre comunicación y cultura son obvias en la
comunicación intercultural. Para trabajar en este sentido se propugna utilizar el concepto
de identidad como puente entre la comunicación intercultural interpersonal y la
comunicación intercultural mediada.
Las teorías, como los objetos de estudio, suelen construirse a partir de la necesidad de su
existencia. Hasta después de la Segunda Guerra Mundial no se dieron las condiciones
idóneas para que se desarrollaran los estudios de la comunicación intercultural. Aunque en
la actualidad hay una notable producción internacional en este campo, no puede decirse
que sea un área de estudio definitivamente consolidada. En vistas al futuro sería necesario
construir un ámbito de estudio que relacionara la comunicación interpersonal y la
comunicación de masas.
Uno de los pioneros, en los años 50, de la comunicación intercultural fue el antropólogo
norteamericano Edward T. Hall. De hecho, donde se utilizó por primera vez la expresión
"intercultural communication" fue, en 1959, en su libro The Silence Language.
En los años 60, en los Estados Unidos, la necesidad de este campo de estudio recibió un
doble empuje. Uno endógeno fue propiciado por la reivindicación de algunas minorias de
su propia cultura, como es el caso de los afro-norteamericanos. El otro, inicialmente
exogóno, tuvo su origen en las guerras en el sudeste asiático que supuso no sólo un
contacto con las culturas de estos países, sino también que una gran cantidad de personas
de Camboya, Laos y Vietnam se refugiaran en los EE.UU. A estos flujos migratorios hay
que añadir los de los países latinoamericanos.
Además, en la década de los 60, otro dato importante fue que estudiosos latinoamericanos
(García Canclini,1995), entre otros, formularon la teoría de la dependencia y del
imperialismo. Estas teorías critican la teoría del desarrollo que, desde a los años 50,
consideraba a los medios de comunicación instrumentos para el progreso de los pueblos y
por ello propugnaba la libre circulación de todos los productos comunicativos industriales.
En los años 60, también se rompe la visión etnocéntica que consideraba que el problema
del desarrollo podía solventarse aplicando mecánicamente el sistema político y económico
occidental en el tercer mundo.
Por mi parte, creo que sería más interesante diferenciar simplemente la comunicación
intercultural interpersonal y la comunicación intercultural mediada que correspondería, por
ejemplo, a los mass media. Para dejarlo más claro, entiendo por comunicación mediada
aquella en la que hay una producción mediatizada del discurso. Así, por ejemplo, una
video-conferencia no sería comunicación mediada si se trata de un plano fijo de una sala
con los participantes. Pero sería comunicación mediada a partir del momento que se
empieza a dirigir la mirada del espectador. Es decir, cuando mediante la realización se
hace, por ejemplo, un primer plano de la cara de sorpresa de algún participante.
En segundo lugar, tengamos en cuenta que para las actuales teorías de la comunicación
es muy evidente la imbricación entre la comunicación interpersonal y la mediada. Así
cuando Lull (1992:57) afirma "La visión familiar de la televisión, por ejemplo, aun cuando
esté siendo hecha por individuos que están aislados uno de otro en el espacio vital, es
mucho más un acto de comunicación interpersonal que un acto de consumo o de
construcción de sentido.", está dando un giro copernicano a los estudios tradicionales de
la comunicación de masas. La recepción se ha convertido en un ámbito para repensar todo
el proceso comunicativo (Rodrigo,1993). Los actuales estudios de la recepción
(White,1994) ponen el manifiesto que el uso de los medios de comunicación se inscriben
dentro de otras prácticas culturales cotidianas. Ser un espectador no es simplemente ser
un tipo de sujeto determinado, sino que es estar en una situación de comunicación
determinada que está condicionada por las propias características del sujeto y por su
entorno personal y social. Es decir que de nuevo se pone de manifiesto las interrelaciones
entre la comunicación interpersonal y la comunicación mediada.
Los estudiosos de la comunicación tienen cada día más claro la sinergia de cualquier
proceso comunicativo. Ni la comunicación mediada puede no tener en cuenta la
comunicación interpersonal, como hemos visto, ni la comunicación interpersonal puede
estudiarse sin tenerse en cuenta el contexto cultural y mass mediático. Como señala
Prosser (1977:128) muchos autores han considerado que el diálogo entre culturas se situa
a nivel de la comunicación interpersonal, ignorando el importante papel de los medios de
comunicación. No se ha tenido suficiente en cuenta que muchas de las imágenes e ideas
que tenemos sobre culturas remotas han sido suministradas por los medios de
comunicación.
Por otro lado, la comunicación intercultural pone en relación dos conceptos que van
intrínsecamente unidos como son comunicación y cultura. Servaes (1989:385) afirma que
el concepto de cultura ha sido virtualmente ignorado en el debate de la comunicación.
Esta afirmación debería ser convenientemente matizada, ya que hay que recordar la
corriente de los Cultural Studies. Sin embargo, creo que hay que aceptar que quizás en los
estudios de comunicación no se ha prestado la suficiente atención a la cultura. Durante
muchos años gran parte de los estudios de la comunicación tuvieron como soporte
científico el modelo de la teoría matemática de la comunicación, que primaba la idea de
transmisión de mensajes, o la teoría funcionalista, que estudiaba los efectos pero sin
conectarlos con otras prácticas culturales. En la comunicación intercultural interpersonal o
mediada es evidente que comunicación y cultura están indisolublemente interrelacionadas.
Por último quisiera apuntar que quizás fuera más asequible empezar a trabajar con
algunos conceptos concretos para ir poco a poco perfilando las teorías que nos
permitieran comprender la comunicación intercultural como un fenómeno global. Por
ejemplo, un concepto entorno al que fácilmente puede construirse un campo de estudio
integrado es el de identidad. Como señala Fitzgerald (1993:2) el concepto de identidad
puede ser un puente entre los estudios de comunicación interpersonal y de masas.
Aunque este concepto parece estar más próximo a la comunicación interpersonal no se
puede ignorar la influencia de los mass media en los procesos de identificación. Los
discursos de los medios de comunicación proporcionan modelos de identidad a diferentes
niveles, personales, profesionales, subculturales, culturales, etc. Estos modelos que se
muestran a los espectadores les ayudan a formar o a renegociar su identidad. En relación
a la comunicación intercultural es bastante claro que los medios de comunicación son uno
de los principales constructores de los estereotipos culturales y de la identidad cultural,
que aunque es un concepto polémico (Hamelink,1989), va a ser una de las claves de
bóveda de los próximos estudios de comunicación intercultural (Parés,1991).
Bibliografía
Marisa E. Avogadro
Fuente: http://www.encuentroconosur.uchile.cl/ponencias/1/1a_marisaavogadro.html
La realidad que hoy nos ocupa, el tema de la comunicación y culturas globales, vinculada
a los proyectos de integración y en este caso en particular a los desafíos que plantean las
NTIC, nos lleva a referirnos al Mercado Común del Cono Sur, conocido como MERCOSUR,
el cual rige plenamente desde el primero de enero de 1995. Se presenta como una unión
aduanera que debe definir en el futuro aspectos importantes sobre la libre circulación de
capitales y trabajadores. Esta unión, un ejemplo de las tendencias internacionales a
constituir mercados globales, a nuevos mercados comunes donde se conjugan similitudes
y también características distintivas con realidades científicas y tecnológicas propias;
representa un escenario donde forma parte la escena de la comunicación, desde la
interpersonal a la masmediática, con sus necesarias reglamentaciones y planteos éticos.
El MERCOSUR, conformado inicialmente por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; da sus
primeros pasos en 1991, cuando el 26 de marzo se firma el Tratado de Asunción. A estos
países se les han sumado como asociados Bolivia y Chile. Significan unos 215 millones de
habitantes lo cual asciende aproximadamente al 50% de la población total de América
Latina, cifra para nada despreciable. Argentina con 36.000.000 hab. y el MERCOSUR en
total con 215.000.000 hab., en una superficie territorial de 12 millones de Km2 ( Fuente:
INDEC, 2001). En todos ellos la población femenina es de aproximadamente del 50%. En
contraste con la Unión Europea (con quien se estableció un acuerdo desde diciembre de
1995) representada por aproximadamente 370 millones de habitantes y compuesta por 15
países miembros, con una superficie territorial de 3.3 millones de Km2.
Si bien las ciudades y los mercados comunes están desarrollando un proceso de cambio
histórico que se traduce en nuevas formas de conducta de las personas, nuevos modelos y
nuevas sociedades; debemos también pensar que las nuevas tecnologías sustituyen a
otras formas de intercambio tecnológico. Los tres pilares de las nuevas tecnologías son la
ingeniería genética, la inteligencia artificial y la colonización del espacio. Pero tanto la
cibernética como el ciberespacio, los cibernautas y una larga lista de vocablos, no
aparecen en la escena social de manera intempestiva.
Desde aproximadamente los años '50 se introdujo el concepto de cibernética, del griego
"cibernetes": gobierno, timonel y transcurrido el tiempo, ligados nuevamente a este
vocablo - tecnología mediante-, "navegan" hoy por el ciberespacio, una gran cantidad de
personas, sólo que hoy ha cambiado quién dirige y hacia dónde dicho timón. Ya Platón
hace más de 2000 años hablaba del arte de pilotear las naves y decía que el piloto es el
elemento fundamental de ese arte. En 1834 en Francia, Ampere toma la palabra
cibernética para designar la parte de la política que se ocupa de los medios de gobernar y
algunos autores afirman que es la expresión griega, utilizada por Ampere, la que induce a
Wiener a bautizar la ciencia que estudiará, como versa en el subtítulo del control y la
comunicación en el animal y la máquina". Actualmente encontramos unos 500 millones de
usuarios que conforman a Internet. Hoy, un cable de fibra óptica tiene una capacidad de
trasmisión de 1,5 millones; mientras que en 1960 un cable telefónico intercontinental
trasmitía 138 conversaciones al mismo tiempo.
Estos y otros datos, posicionan a las tecnologías de la información como elementos
indispensables para agilizar el comercio, el flujo de inversiones y la actuación de las
empresas transnacionales y los multimedios en el marco de los mercados globales.
La información hoy es considerada imprescindible para el desarrollo tanto de la ciencia
como de las sociedades y de los individuos. Por ello, se hace necesario referirse a la
palabra comunicación y si recordamos que es "poner en común", más todas las
definiciones dadas sobre el tema hasta nuestros días; se presenta como un proceso en
constante movimiento, que ofrece una amplia gama de posibilidades y que por lo tanto no
se puede limitar a una sola expresión. Son los actos que permiten a las personas
relacionarse socialmente y la vinculación de unos con otros, llevando implícita la idea de
actos comunicativos permanentes, que se manifiestan en todos los hechos cotidianos, con
mayor o menor zonas de contacto y creando y creciendo a través del diálogo y la
discusión.
De esta manera, el conocimiento y la información se traducen en los pilares de un nuevo
planteo social y económico, donde los medios de comunicación tienen un papel
fundamental. Toda vez que dicha información se ha convertido en un valor económico en
sí mismo y a su vez multiplicado por el efecto globalizador.
Entonces, hablamos de la sociedad del conocimiento. En términos de José Manuel Pérez
Tornero, la sociedad del conocimiento permite informarse y conocer; conocer en el sentido
de añadir conciencia a la información, en el marco de una sociedad postindustrial, donde,
quien tiene la información científico - técnica, tiene la clave del progreso y el dominio
tecnológico.
Tornero habla de nuevas capacidades en esta sociedad y también de la ampliación de los
registros de la realidad, de la expresión y representación y la simulación. Asimismo,
explica las características del paradigma mass- media: difusión masiva, lenguaje
audiovisual, emisión/recepción sincrónica y escasa interactividad frente al paradigma
Internet, de difusión universal, lenguaje texto/audiovisual, emisión/recepción sincrónica y
acrónica y con una interactividad muy amplia.
Sobre la presentación de cambio de valores, compara los de la comunicación de masas
con los de la comunicación en red. Para el primer caso, alude a los siguientes valores. 1)
control, poder, vigilancia. 2) paternalismo, instrucción vertical. 3) Homogeneización,
estandarización. 4) Identidad unificada. 5) productividad industrial. 6) Recepción,
asimilación, mímesis.
En cuanto a la comunicación en red, distingue: 1) libertad, dispersión. 2) Individualismo,
aprendizaje, exploración. 3) Personalización, comunitarismo. 4)Explosión de identidades
virtuales. 5) Artesanía tecnológica. 6) Creación, hibridación, bricolage. Se plantea una
nueva mirada, más rápida, más inteligente e interactiva
En esta tarea, Internet tiene un papel fundamental. La red de redes, que se inicia en
1960, llega masivamente a partir de 1991 cuando se gesta el servicio WWW (World Wide
Web), para favorecer el intercambio de información científica. Aparece la primera red
hipermedia es decir un sistema que incorpora la tecnología de los hipervínculos y permite
al usuario moverse entre páginas e información. Tenemos desde los primeros servicios
ofrecidos por Internet, como la transferencia de ficheros hasta el correo electrónico; los
grupos de noticias, el servicio de directorio; el chat; las teleconferencias, los foros de
discusión; el e-commerce ( comercio electrónico); el e-learning ( aprendizaje a través de
medios electrónicos); la educación a distancia tanto de grado, como de posgrado,
maestrías, doctorados; usos en medicina e intervenciones quirúrgicas de alta complejidad
y realizadas a distancia y una larga lista.
Por otra parte, el acceso masivo a Internet comienza a provocar atascos en las redes
telefónicas. Las aplicaciones multimedia son cada vez más complejas y consumen muchos
recursos de canal y con las infraestructuras actuales la demora aumenta cada día.
Asimismo, desarrollada ya Internet 2, aunque no de acceso masivo; permitirá redes de
alta velocidad para que estas lleguen a ser hasta mil veces más veloces que la actual red.
De la totalidad de cibernautas mundiales, a América Latina le corresponden unos 18
millones, lo que constituye el 4% de los usuarios del mundo y de ellos, la Argentina
participa con 3,6 millones; ocupando el tercer lugar en Latinoamérica, después de Brasil y
México y contando con 10,13% de usuarios de la red, sobre el total de la población de
nuestro país.
Damos un esbozo del milenio que nos dejó y de este que recién empieza. Encontramos el
siglo 20, tiempo de traumáticos acontecimientos bélicos, crisis culturales y una gran
capacidad de la tecnología tanto para mejorar como no, la vida humana, dependiendo del
planteo ético propuesto. Innovaciones tecnológicas que se basan en los descubrimientos
del Siglo 19. Algunos autores consideran a la mitad del siglo 19 como el comienzo de la
era de la ciencia, basándose en las nuevas industrias químicas y eléctricas que se
desarrollan: el empleo del vapor, la electricidad y la radiación.
Salimos del siglo 20 y planteamos los tres pilares de las nuevas tecnologías que son: la
ingeniería genética, la inteligencia artificial y la colonización del espacio.
La información hoy es considerada imprescindible para el desarrollo tanto de la ciencia
como de las sociedades y de los individuos. Por tanto, difundir la ciencia implica tener
presentes como objetivos la formulación y el replanteamiento de los problemas de la
comunicación de la ciencia al público y el estudio y la puesta en práctica de las posibles
vías de solución.
El nuevo milenio nos espera con cifras tales como: que más de la mitad de la población
mundial vivirá en ciudades; con medios de comunicación propalando informaciones
inconexas y también inaugurando "el siglo de la pérdida de la privacidad y la falta de
respeto por la intimidad" y más que nunca de la manipulación masmediática.
Respecto a cantidades, la Organización de las Naciones Unidas preveía unos 5.700
millones de personas para el año 1994 y unas 1000 millones más para el 2000, con lo cual
contamos además con el efecto de la superpoblación. La pobreza afectando a unos 1.100
millones de personas. El deterioro ambiental con una prospectiva de la FAO de
desaparición de unos 140 millones de hectáreas en los próximos veinte años. Agua,
especies amenazadas. Valores morales en franco deterioro.
A ello se le suman, los terrores de este nuevo milenio. Miedo al desempleo, a la
tecnología, a los totalitarismos, a ciertos animales, virus y bacterias; a desaparecer; a la
energía atómica; a la clonación; a vivir, al futuro, a la discriminación, al ser humano y su
esencia...
Edgar Morin plantea que "el conocimiento del mundo, en tanto mundo, se vuelve una
necesidad intelectual y vital al mismo tiempo. Es el problema universal para todo
ciudadano del nuevo milenio: ¿cómo lograr el acceso a la información sobre el mundo y
cómo lograr la posibilidad de articularla y organizarla? ¡Cómo percibir y concebir el
Contexto, lo Global ( la relación todo/partes), lo Multidimensional, lo Complejo?". Morin
establece el desfasaje educativo entre saberes desunidos, fragmentados y una necesidad
de abarcarlos, desde el todo, con una visión multidisciplinaria, polidisciplinaria.
El contexto: es evidente que los conocimientos y las informaciones cobran validez y
eficacia en su contexto. En este caso, por ej: el tema de la globalización, como se sitúa
aquí, mostrará las ventajas y desventajas de este proceso en países subdesarrollados y
luego, la comparación con otros países (plantea otro contexto y por ende otros
resultados).
Lo global: más allá del contexto, como concepto abarcador que incluye el todo y las
partes, las cuales están interactuando de forma permanente; si se modifica una, se
modifica el todo y ese todo es organizador.
Lo multidimensional: el conocimiento plantea la necesidad de la multidimensionalidad,
toda vez que el todo interactúa con sus partes y ellas también, se alimentan y
retroalimentan, desde diferentes puntos de vista.
Lo complejo, expresado por Morin en estas palabras: "hay complejidad cuando son
inseparables los elementos diferentes que constituyen un todo (como el económico, el
político, el sociológico, el psicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido
interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento y su
contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas.
Finalmente, se hace necesario conocer el papel que tiene la comunicación en los procesos
de ajuste al cambio social y para ello se plantean los mecanismos de mediación que
ocurren en la sociedad y que implican y/o determinan la capacidad de producción y
reproducción de los sistemas sociales; es decir, su capacidad de permanencia, de
coherencia y de libertad; así como, a la inversa, su incapacidad para permanecer, ser
coherentes y sostener cierto margen de libertad para enfrentar lo contingente.
"La mediación, como sistema institucionalizado, no solamente cumple funciones
mediadoras sino que produce objetos que transportan modelos de ajuste a los cambios
que se originan en el plano cultural-tecnológico y en el plano de la innovación y el cambio
cultural; que implican, a su vez, el ajuste necesario a una visión del mundo que justifique
la relación entre el medio social y el medio natural (Martín, 1978: 49-51).
En estos términos, la mediación que aquí se plantea viene a reducir la disonancia que
plantea la conformación de procesos que integran elementos disímiles en mercados
comunes e intentará reducir la distancia entre los cambios culturales y tecnológicos que se
contraponen y no armonizan con las relaciones del medio natural con el medio social. Por
tanto, la mediación es una alteración cognitiva (opinión, creencia, etc.) que requiere de la
búsqueda de concordancia o de una integración. Como la mediación reproduce los
códigos, en este caso del proceso comunicacional, coadyuva para reforzar los modelos
propuestos.
Varios autores, entre ellos Martín Serrano, hablan de los tres elementos de la mediación
señalando el plano cognitivo (la mediación); el plano de la situación (cambios del
acontecer) y el plano de la principia (donde operan las consonancias para preservar el
grupo).
Así, la mediación tecnológica, intenta reducir la disonancia entre la tecnología, las
innovaciones tecnológicas, el universo educativo, la vida cotidiana y disminuir la brecha
que se genera por falta de conocimiento y el aumento de las incertidumbres.
Globalización - Integración
Por lo tanto se encuentra un proceso globalizador, no sólo a nivel mundial sino en nuestro
caso en particular a nivel regional, el MERCOSUR. Este mercado a su vez formado por
cuatro países y ellos por sus correspondientes regiones. Se abarcan además variadas
instancias, diseñadoras de una nueva realidad, a la que se le incorpora también el tema de
lo local - ya que la tendencia en los medios- por motivos de competencia, es destacar lo
regional - y comienza la convivencia de los vocablos: crecimiento, competitividad, empleo,
y aparece lo que los empresarios japoneses llaman "glocalize", sencillamente la
contracción de lo global y lo local.
Y continua la lista de sustantivos relacionados a este fenómeno global: optimización de
recursos, saturación informacional o hiperinformación planteada a modo de collage (se
sabe poco de casi todo), internacionalización de la información, con lo cual arribamos al
planteo de generar un marco jurídico que legitime una escena comunicacional dada en el
aquí y ahora. En este camino, seres humanos, recursos económicos y tecnologías no van
de la mano y cada vez son mayores las distancias y la brecha que se produce en los países
de América Latina, entre los que tienen y los que no tienen acceso a las redes de
información o como otros autores han dado en llamarlas, las autopistas de la información.
En este múltiple escenario de desafíos, de tejidos de redes, de relaciones
interdependientes, aparece el vocablo integración. Varios autores hacen hincapié al
momento de referirse a la palabra integración aludiendo a un proceso multidimensional y
a la integración política; que para algunos consiste en una pérdida de la soberanía. Otros
la definen como un conjunto de procesos que produce y sostiene y un sistema de
concordancia en el nivel internacional. Variados autores aluden a un proceso
multidimensional.
También se habla del proceso de ramificación o derrame, es decir que por ejemplo: si en
un sector se establece un sistema de cooperación, dicha cooperación se contagiaría a los
otros sectores. Transacciones crecientes, derrame acelerado, formación de grupos
regionales; compromisos de agentes externos; proceso identificatorio; entre otras
características.
Como manifestación posmoderna de doble decodificación: ante un universo de medios de
comunicación conviviendo en la globalización y lo local, está la necesidad de encontrar un
elemento en común que los asocie o que por lo menos les permita convivir en armonía. De
esta manera nos proyectamos a mercados comunes, con idiosincrasias diferentes, sin
saber a ciencia cierta cómo integrarlas, tal vez en un camino que por nuevo, también sea
necesario "descubrir y escribir". Por ello, hemos intentado esta definición de integración
desde nuestra disciplina, la comunicación, ante la dificultosa tarea de encontrar
definiciones compartidas por otras áreas de estudio.
Sin embargo, están en escena los medios de comunicación, sus mensajes, el desarrollo
tecnológico y científico y la presencia de un mercado común. Algunas personas piensan en
los mercados comunes y a veces sólo hacen hincapié en determinados sectores y abstraen
este proceso a una variable puramente económica, cuando son justamente las personas
las que se mueven en los mercados. La integración cultural, entendida la cultura como
todos los actos humanos que se desarrollan en la sociedad, definirá un nuevo modo de
vida, la de los mercados comunes.
Sin lugar a dudas en esta tarea, tanto la comunicación como la educación desempeñarán
un papel importante. Frente a la Unión Europea, con nueve lenguas oficiales, el
MERCOSUR plantea una integración idiomática más viable, ya que son dos las lenguas
oficiales: el español y el portugués. Los especialistas de la lengua afirman que la tendencia
actual es la de grandes contingentes de personas hablando un número cada vez más
reducido de idiomas. Unos 266 millones de personas hablan español actualmente y 170
millones lo hacen en portugués.
Mercados y comunicación
Seguramente las tierras de estos países tienen muchas diferencias. Desde la geografía
hasta las costumbres, desde los colores a las razas. Pero lo más importante de todo es la
posibilidad de poder complementar esas diferencias; de proyectarnos interculturalmente
desde la comunicación, sin perder nuestros rasgos distintivos e ir enriqueciéndonos de
modo permanente y aprender a caminar por caminos de incertidumbres, valiéndonos de
los procesos de mediación que establece la comunicación para establecer lazos de
certidumbres.
Actualmente vivimos en un juego de idas y venidas, de haceres y retrocesos. De un nuevo
planteo social, con un mundo organizado frente a nuevas pautas de intercambio social, de
flujo informacional, donde el conocimiento está constituido en un nuevo modo de relación
y de poder.
Frente a todo ello, contamos con las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación que vienen a inaugurar también una nueva instancia en este proceso
comunicacional. Dejamos por sentado que la autora prefiere hablar de sociedad de la
comunicación. Toda vez que informar es dar forma y se entiende a la comunicación como
un proceso, que por consiguiente, más abarcartivo, engloba todas las instancias
anteriores.
Las NTIC nos abren camino a los ciberconsumidores, los ciberciudadanos, coadyuvan a
resolver por ejemplo crisis urbanas, modernizar gestiones del gobierno, reconstruir las
diferentes pautas culturales, potenciar el espacio económico urbano-regional, integrar a la
población de las ciudades, acelerar los procesos de intercambio económico, científico,
entre otros.
Pero al mismo tiempo, la red de redes, la que nos une y nos integra, también genera
situaciones de desigualdad. Quiénes se refieren a la globalización de la pobreza, de los
ciberdelitos, al acceso desigual a la información. Los países de América Latina, sumidos en
economías deprimidas, cómo pueden salvar la brecha generada por la escasez de
elementos tecnológicos. La descoordinación de la modernización o del acceso a las nuevas
tecnologías, los desequilibrios urbano-regionales. Como pequeños islotes navegan algunos
países, que no son los nuestros, y nosotros estamos inmersos en un mar de
incertidumbres y desigualdades.
Los medios median nuestros actos. La red nos integra y nos desune al mismo tiempo. Los
mercados nos aglutinan y marcan también profundas diferencias. Algunas personas están
a favor y otras en contra de la tecnología.
Y por qué no recordar el exquisito relato anticipatorio sobre los medios de comunicación y
pensar en "Las doradas manzanas del sol" de Ray Bradbury. Quién asesinará al aparato de
teléfono con una barra de chocolate...? Seguramente no serán los tecnófilos.
Bibiografía
Jesús Martín-Barbero
Fuente: http://www.innovarium.com/Investigacion/ComJMB.htm
La trayectoria de la investigación latinoamericana en los últimos años no puede
entenderse sin su contexto de transformaciones sociales, de escenarios internacionales y
nacionales, de las atmósferas culturales generadas. En ellas se sitúan los movimientos, los
conflictos y contradicciones del pensamiento en evolución sobre la comunicación.
Malos tiempos estos para la prospectiva, pero quizá por ello sea aún más necesaria. Pues
nos obliga a romper la tramposa inmanencia del presente continuo a que nos condena la
ausencia de utopías, y el consiguiente ensimismamiento de los discursos, exigiéndonos un
mínimo horizonte de futuro desde el que comprender los procesos que dotan o despojan
de sentido a los discursos. Hoy, menos que nunca, lo que pasa en la investigación
latinoamericana de comunicación puede entenderse o valorarse al margen de las rupturas
y recreaciones de la socialidad: de los chantajes económicos y las perversiones sociales
que disfraza la apertura, del vaciado de significación que sufre nuestra democracia, de la
sintomática centralidad de las comunicaciones en los proyectos de privatización, de la
absorción de la esfera pública por los medios masivos.
Dos escenarios se configuran como decisivos: el de las contradicciones de la integración
regional y el de la desestructuración del espacio nacional (1). En la era de la globalización
la integración de los países latinoamericanos implica su inevitable integración a la pura y
dura lógica de una economía-mundo en la que toda alianza es para competir y
fragmentar. Y en esa lógica la creación de grupos de países –desde el TLC de los del norte
hasta el Mercosur–, produce la paradoja de fortalecer a los que están dentro y debilitar a
los que quedan fuera fracturando la solidaridad regional, lo que se hace aún más grande
en las modalidades de inserción excluyente de los grupos regionales en los macro-grupos
del Norte, del Pacífico o de Europa. Sometidos al movimiento globalizador, exigencias de
competitividad entre los grupos prevalecen sobre y devalúan las de cooperación y
complementariedad regional. El segundo escenario es el de la desintegración social y
política de lo nacional. ¿Cómo construir democracia en países donde la polarización social
se profundiza?, ¿pueden revertir las instituciones políticas los procesos de concentración,
del ingreso, la reducción del gasto social, el deterioro de la esfera pública?, ¿qué viabilidad
pueden tener proyectos nacionales cuando los entes financieros trasnacionales sustituyen
a los Estados en la planificación del desarrollo?, ¿cómo reconstruir ahí sociedades civiles
en las que reencuentren sentido los intereses colectivos y formas de ciudadanía que no se
agoten en el consumo? El crecimiento de la desigualdad atomiza la sociedad deteriorando
los mecanismos de cohesión política y cultural, y desgastadas las representaciones
simbólicas "no logramos hacernos una imagen del país que queremos y por ende la
política no logra fijar el rumbo de los cambios en marcha" (N. Lechner). Nada de extraño
tiene entonces que hasta las, en principio democratizadoras, dinámicas de
descentralización resulten más atomizantes que participativas, y que la justa defensa de
las identidades locales desemboque en rupturas de la solidaridad nacional.
Entretejidas a esos escenarios se percibe la formación de atmósferas culturales (2), cuyas
mediaciones matizan tanto el grave pesimismo que carga la visión social de las
macrotendencias como el ligero optimismo que permea la mirada comunicacional,
fascinada por las maravillas tecnológicas. La primera atmósfera se forma en la
convergencia de la fascinación tecnológica con el realismo de lo inevitable: la hipóstasis de
la eficiencia y la eficacia se traduce en "una cultura del software que permite conectar la
razón instrumental a la pasión personal" (Hopenhayn). Con una multiplicidad de paradojas
densas y desconcertantes: la convivencia del derroche estético de los centros comerciales
con las condiciones insalubres e inhabitables de los barrios de invasión, la opulencia
comunicacional con el debilitamiento de lo público, la más grande disponibilidad de
información con el palpable deterioro de la educación formal, la continua explosión de
imágenes con el empobrecimiento de la experiencia, la multiplicación de signos y el déficit
de sentido.
La convergencia entre sociedad de mercado y racionalidad tecnológica disocia la sociedad
en sociedades paralelas: la de los conectados a infinita oferta de bienes y saberes y la de
los excluidos cada vez más abiertamente tanto de los bienes como de la capacidad de
decidir. Lo que remite a una segunda atmósfera: la "cultura de la privatización". Con su
dimensión económica –exaltación del mercado a instancia globalizadora y dinamizadora de
lo social–; su conversión de la política en intercambio y negociación de intereses; y su
legitimación cultural: identificación de la autonomía del sujeto con el ámbito de la
privacidad –en el que resguardarse de la masificación– y el del consumo, con el que
construirse un rostro reconocible socialmente.
Tercera atmósfera: el malestar latinoamericano en la modernidad. La desmitificación de
las tradiciones y las costumbres desde las que, hasta hace bien poco, nuestras sociedades
elaboraban sus "contextos de confianza" (JJ Brunner) desmorona la ética y desdibuja el
hábitat cultural. Ahí arraigan algunas de nuestras más secretas y enconadas violencias.
Pues las gentes pueden con cierta facilidad asimilar los instrumentos tecnológicos y las
imágenes de modernización, pero sólo muy lenta y dolorosamente pueden recomponer su
sistema de valores, de normas éticas y virtudes cívicas. El cambio de época está en
nuestra sensibilidad pero "a la crisis de mapas ideológicos se agrega una erosión de los
mapas cognitivos" (Lechner). No disponemos de categorías de interpretación capaces de
captar el rumbo de las vertiginosas transformaciones que vivimos. Sólo alcanzamos a
vislumbrar que en la crisis de los modelos de desarrollo y los estilos de modernización hay
un fuerte cuestionamiento de las jerarquías centradas en la razón universal, que al
trastornar el orden secuencial libera nuestra relación con el pasado, con nuestros
diferentes pasados, permitiéndonos recombinar las memorias y reapropiarnos
creativamente de una descentrada modernidad.
¿Cómo están traduciendo los estudios de comunicación los desafíos y sensibilidades que
esos escenarios y esas atmósferas plantean? ¿Y en qué movimientos, conflictos o
estrategias del campo se reflejan?
En los últimos años la institucionalización del campo de la comunicación en América Latina
es un hecho notorio y contradictorio, que ha producido cambios cualitativos y ha hecho
emerger nuevas tensiones. De un lado, está el número creciente de investigaciones, el
volumen y calidad de las publicaciones, la conformación en algunos países de amplias
comunidades de investigadores, los convenios de investigación entre países, la presencia
internacional de sus instituciones académicas, la cualificación de los postgrados. De otro,
se ha ido configurando una densa tensión: la que plantean los diferentes modos de
entender y efectuar la relación entre investigación y mercado.
Lo que ahí esta en juego no es una reedición de los viejos conflictos entre teoría y
práctica, o entre saberes técnicos y crítica social, sino algo mucho más ambiguo y
escurridizo, ligado a los desconciertos y escapismos que alimentan las atmósferas
culturales del fin de siglo. La combinación de optimismo tecnológico con escepticismo
político ha fortalecido un realismo de nuevo cuño que se atribuye a sí mismo el derecho a
cuestionar todo tipo de estudio o investigación que no responda a unas demandas sociales
confundidas con las del mercado o al menos mediadas por éste. Se acusa entonces al
trabajo académico e investigativo de la década de los ochenta de improductivo, de no
haberse insertado en los ritmos del cambio tecnológico y económico, de haberse
divorciado de los requerimientos profesionales que hace la nueva sociedad. Desde otro
ángulo, esa posición representa una muestra de la sofisticada legitimación académica que
ha logrado el neoliberalismo en nuestros países: el mercado, fagocitando las demandas
sociales y las dinámicas culturales, deslegitima cualquier cuestionamiento de un orden
social que sólo puede darse su "propia forma" cuando el mercado y la tecnología liberan
sus fuerzas y sus mecanismos. Lo que torna altamente sospechosa una búsqueda de
institucionalización en la que el afán por tener un campo propio se hace a costa de algo
que, hasta en Estados Unidos, está siendo hoy cuestionado: la utilización de la
investigación no como foco de comprensión sino como instrumento de legitimación que
"negocia alcance teórico por territorio académico" (3).
Lo que conduce a uno de los investigadores latinoamericanos que más ha luchado en y
desde su país por la consolidación de la comunidad investigativa en comunicación, a
afirmar: "La difícil y nunca consolidada constitución disciplinaria del estudio de la
comunicación, que tantas desventajas ha acarreado a sus practicantes, es precisamente la
condición de posibilidad de su nuevo desarrollo. No haber tenido la posibilidad en América
Latina de haberse convertido en una "ciencia normal", como diría Kuhn, es lo que ahora
proporciona la movilidad necesaria para seguir persiguiendo su objeto y generando
socialmente sentido sobre la producción social del sentido (..) conservando el impulso
crítico y utópico que ha caracterizado a este campo en América Latina" (4).
Ligado al anterior se configura otro ámbito de tensiones: en la medida en que la
institucionalización de un campo supone su especialización disciplinaria, la especificidad
latinoamericana que se expresa en la propuesta de insertar la investigación de
comunicación en el espacio de las ciencias sociales y en el desarrollo de los estudios
culturales, suscita últimamente polémicas descalificaciones. De un lado, el propósito de
focalizar como eje de los estudios la trama social de los procesos comunicativos es visto
como un obstáculo a la delimitación del objeto propio de la disciplina, objeto que estaría
hace tiempo definido por el paradigma informacional y el análisis semiótico; y del otro, el
esfuerzo por asumir la envergadura y el espesor cultural de la massmediación es
confundido con un culturalismo que despolitizaría los procesos olvidando el peso de las
estructuras de poder. Desde ambos lados la transdisciplinariedad se ha convertido en
catalizador de malestares y sospechas, siendo acusada ya sea de la falta de rigor y
seriedad metodológica que lastraría la investigación latinoamericana, impidiéndola alcanzar
su mayoría de edad, o de devaluar la importancia de lo empírico en la compleja tarea de
construcción de los nuevos objetos.
Y sin embargo, lo que ha movilizado más fecundamente la investigación latinoamericana
de comunicación en los últimos años han sido menos los cambios internos al propio campo
que el movimiento de reflexividad producido en las ciencias sociales y el empate con la
reflexión que viene de los estudios culturales. Más que por recurrencias temáticas o
préstamos metodológicos, esa inserción se ha producido por apropiaciones: desde la
comunicación se trabajan procesos y dimensiones que incorporan preguntas y saberes
históricos, antropológicos, estéticos, al mismo tiempo que la sociología, la antropología y
la ciencia política se empiezan a hacer cargo, ya no de forma marginal, de los medios y de
los modos como operan las industrias culturales.
De la historia de las transformaciones sufridas por la música negra en Brasil, que la llevan
de las haciendas esclavistas a la ciudad masificada donde se produce su legitimación
cultural como música nacional, a la antropología que indaga continuidades y rupturas en
los rituales urbanos de la protesta política, y a la sociología que investiga el lugar que los
medios ocupan en los consumos y las políticas culturales. La conciencia creciente del
estatuto transdisciplinar del campo (5) no hace sino dar cuenta de la multidimensionalidad
que en nuestra sociedad revisten los procesos comunicativos y su gravitación creciente
sobre los movimientos de desterritorialización e hibridaciones que en Latinoamérica
cataliza y produce la modernidad. Transdisplinariedad que en modo alguno significa la
disolución de los problemas-objeto del campo de la comunicación en los de otras
disciplinas sociales, sino la construcción de las articulaciones e intertextualidades que
hacen posible pensar los medios y las demás industrias culturales como matrices de
desorganización y reorganización de la experiencia social y de la nueva trama de actores y
estrategias de poder.
Notas
(1) Sobre la prospectiva que señalan esos escenarios ver: Ndeg. 139 de la rev. Nueva
sociedad, dedicado a "América Latina: la visión de los cientistas sociales", Caracas, 1995; y
la compilación de textos: N. LECHNER (Comp.), Cultura política y democratización,
Flacso/Clacso/lCI, Santiago, 1988.
(2) La noción es de M. HOPENHAYN, Ni apocalípticos ni integrados, F.C.E., Santiago, 1994,
en cuya reflexión me apoyo, así como en la de J.J. BRUNNER, Bienvenidos a la
modernidad, Planeta, Santiago, 1994.
(3) J.D. PETERS, "Institutional Sources of Intellectual Poverty in Communication
Research", Communication Research, vol. 13, ndeg. 4, p. 314, 1986.
(4) R. FUENTES, La investigación de la comunicación: ¿hacia una postdisplinariedad en las
ciencias sociales?, en J. LAMEIRAS/J. GALINDO (ed.), p. 237, Iteso, México, 1994; ver del
mismo autor, La comunidad desapercibida. Investigación e investigadores de la
comunicación. México. Coneic/lteso, México, 1991.
(5) R. FUENTES, Un campo cargado de futuro. El estudio de la comunicación en América
Latina, Felafacs/Coneic, México, 1992.
(6) VV.AA. Comunicación, identidad e integración latinoamericana, 5 vols.
Felafacs/Opción/Univ. Iberoamericana, México, 1992 y 1994.
(7) J. MARQUES de MELO (Coord.), Comunicación latinoamericana: Desafíos de la
investigación para el siglo XXI, Aleic/USP, Sao Paulo, 1992.
(8) C. CERVANTES/E. SÁNCHEZ RUIZ (Coord.), Investigar la comunicación. Propuestas
latinoamericanas, Aleic/Univ. de Guadalajara, México, 1994.
(9) VV.AA. "Comunicación, modernidad y democracia", ndeg. 41 de Dia-logos de la
Comunicación, Felefacs, Lima, 1995.
(10) R. ORTIZ. Mundializaçao e cultura, Brasiliense, Sao Paulo, 1994.
(11) N. GARCÍA CANCLINI, Culturas híbridas, Grijalbo, México, 1990.
(12) J.J. BRUNNER, Cartografías de la modernidad, Dolmen, Santiago, 1994.
(13) A. PISCITELLI, "De las imágenes numéricas a las realidades virtuales: esfu-mando las
fronteras entre arte y ciencia", en David y Goliath, ndeg. 57, Buenos Aires, 1990;
"Tecnología, antagonismos sociales y subjetividad", en Dia-logos de la Comunicación,
Lima, 1992.
(14) A. FORD, Navegaciones: comunicación, cultura y crisis, Amorrortu, B.A. 1994.
(15) Oscar LANDI, Devórame otra vez. Qué hizo la televisión con la gente, qué hace la
gente con la televisión, Planeta, B.A. 1992; B. SARLO, Escenas de la vida postmoderna.
Intelectuales, arte y videocultura en Argentina, Ariel, B.A., 1994; J. BRUNNER/C.
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(16) A. PAGNI/E. Von der WALDE, "Qué intelectuales en tiempos postmodernos", en
Culturas del Río de la Plata, Lateinamerika-Studien, 36, Númberg, 1996.
(17) J.J. BRUNNER/G. SUNKEL, Conocimiento, sociedad y política, Flacso, Santiago, 1993.
(18) D. PORTALES y otros, La política en pantalla, Ilet/Cesoc, Santiago, 1989; O. Landi,
"La política en las culturas de la imagen", en Devórame otra vez, obra citada.
(19) R. Mª ALFARO y otros, Los medios, nuevas plazas para la democracia. Calandria,
Lima, 1995; M.A. GARRETON, Estudios sobre la transformación cultural, Lom, Santiago,
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(20) H. SCHMUCLER/Mª C. MATA (Coord.), Política y comunicación, Catálogos, Córdoba,
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(21) F. CRUCES, Las transformaciones de lo público: Imágenes de protesta en la ciudad de
México, UAM Iztapalapa, México, 1995.
(22) G. REY, Visibilidad y corrupción: los medios en el proceso 8000, Bogotá, 1996
(23) N. GARCÍA CANCLINI, Consumidores y ciudadanos, Grijalbo, México, 1995.
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(25) A. SILVA, Imaginarios urbanos, Tercer Mundo, Bogotá, 1992.
(26) C. MONSIVAIS, Los rituales del caos, Era, México, 1995.
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(28) M. MARGULIS y otros, La cultura de la noche, Espasa, B.A., 1994; C. Monsivais,
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(29) J. MARTÍN-BARBERO (Coord.), "Recepción, uso de medios y consumo cultural", nº 30
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oculto do receptor, Brasiliense, Sao Paulo, 1994; G. OROZCO (Coord.), Televidencia:
perspectivas para el análisis de los procesos de recepción televisiva, Univ. Iberoamericana,
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(30) Mª C. MATA, "Interrogaciones sobre el consumo mediático", en Nueva sociedad,
ndeg. 140, Caracas, 1995; M.I. VASALLO de LOPES, "Recepçao dos medios, classes, poder
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(31) N. GARCÍA CANCLINI (Coord.), El consumo cultural en México, Conaculta, México,
1991; S. RAMÍREZ/S. MUÑOZ, Trayectos del consumo, Univalle, Cali, 1995.
(32) VV.AA., "Etnografía y comunicación", ndeg.4 monográfico rev. Versión, México, 1994.
Miguel García
Fuente: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n49/mgarcia.html
Presentación
Así por ejemplo, se tienen investigaciones (en calidad de publicaciones) como la de Teresa
Flores, en su libro “Comunicación para el desarrollo sostenible” (2002), quien hace una
sistematización de las bases conceptuales y el cuerpo teórico de la comunicación para el
desarrollo sostenible. El propio Juan Díaz Bordenave, en el prólogo del libro, manifiesta en
varias partes que esta investigación lo hizo solamente Teresa Flores, por lo que se
interpreta que fue un trabajo desde una sola disciplina y no dentro de un enfoque multi o
interdisciplinario.
Por otro lado, Luis Ramiro Beltrán y René Cevallos C. en su libro “Estrategias de
comunicación educativa para el desarrollo” (2001), quienes proponen herramientas de la
comunicación y la educación para lograr procesos de desarrollo en sociedades con
necesidades y demandas insatisfechas. Ambos autores rescatan el abordaje de dos
disciplinas (comunicación y educación) y por lo tanto su riqueza reside aplicar lo
interdisciplinario en comunicación y desarrollo, pero todavía no se ve características de un
enfoque transdisciplinario.
De lo que se trata en este punto es, describir cómo se han ido dando los enfoques multi e
interdisciplinario en temas de desarrollo, y cuál ha sido el papel de la comunicación. Cabe
aclarar que lo que se describe, de los tres enfoques, es resultado de las diferentes
experiencias que tuvieron las instituciones de desarrollo a lo largo de su intervención en
programas y proyectos de desarrollo.
Primero, el tema común “erosión de suelos...” será para todas las disciplinas que
intervengan en esta investigación. Por ser tema común, también se convierte en problema
de desarrollo común. Segundo, cumpliendo lo multidisciplinario, los investigadores serán
tres: un ingeniero agrónomo, un economista y un sociólogo. Por supuesto tomando en
cuenta el enfoque de género. Tercero, al abordar este tema común, se definen objetivos
diferenciados desde la especialidad de cada disciplina; así lo exige la multidisciplinariedad.
Ejemplificando, el economista tendrá como objetivo identificar las pérdidas económicas
que provoca la erosión de suelos para los habitantes del altiplano boliviano; el agrónomo
se planteará describir las causas que provocan la erosión de suelos en el altiplano
boliviano y, finalmente el sociólogo se limitará a analizar el papel de las organizaciones
locales para contrarrestar los efectos negativos de la erosión de suelos.
Como se puede observar, cada disciplina plantea objetivos diferenciados desde su propia
especialidad, empero con un problema común de desarrollo. Por lo tanto, a las
conclusiones a las que se llegué también serán diferenciadas desde cada disciplina. ¿Y el
comunicador...?, en este enfoque, simplemente juega un rol “instrumental”, ya que no
participa de manera directa de la investigación. Su trabajo se limitaría, como ejemplo, a
formar parte de la redacción y formato del resultado de dicha investigación consistente en
la publicación del libro.
Primero, los tres profesionales (por lo tanto tres disciplinas) abordarán el problema y los
objetivos de manera común. Tendrán un solo problema y varios objetivos consensuados
por los tres profesionales. Trabajarán en “equipo” todo el proceso de planificación,
ejecución y evaluación de la investigación. Los objetivos diferenciados ya no se dan sino
son fruto de discusiones y consensos entre ellos. Las conclusiones también son fruto de
acuerdos, discusiones y consensos entre los tres profesionales para presentar un informe
común.
El rol del comunicador, en este caso, mejora un poco, ya que participa de manera directa
en alguna de las etapas de investigación, generalmente cuando se requiere una mediación
tecnológica en la recolección de datos para el trabajo. Además de seguir colaborando en la
producción y difusión de los resultados de dicha investigación.
En discurso, parecería todavía simple abordar este nuevo enfoque, pero en la práctica es
bastante complejo por el tiempo y los acuerdos y consensos a los que se deben llegar con
todos los actores (profesionales y actores locales) para realizar una buena investigación
que busque la sostenibilidad de la misma.
Mapas parlantes: Técnica que permite a los actores locales ir dibujando su comunidad,
municipio o cantón, con la idea de generar información del espacio físico geográfico, de
los actores, los conflictos, problemas, espacios de interacción, recursos y otros.
Conclusiones
El enfoque transdisciplinario trata de romper fronteras disciplinarias y articular ciencias y
conocimientos en pos de resolver los problemas de la sociedad de una manera más
integral y participativa.
Notas
Fuente: http://www.choike.org/nuevo/informes/2051.html
Una comunicación que se base en el reconocimiento del otro, de aquel o aquella que
tiene otra cultura, otra identidad política, otra orientación sexual, otro color de piel,
otra edad, otro nivel económico, para así impulsar una cultura de paz.
Una comunicación orientada a desarrollar sujetos ciudadanos y ciudadanas,
empoderados y empoderadas de los instrumentos necesarios para diagnosticar,
proponer, decidir, ejecutar (en cuanto sea posible) y evaluar las políticas públicas
que convengan a todas y todos los actores sociales que intervengan en cada caso.
Nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TIC), cuyo desarrollo se
oriente en prioridad a cerrar la brecha educativa, económica, científica y de
oportunidades que existe entre ricos y pobres.
Medios de comunicación, comerciales y comunitarios, con responsabilidad social e
inspiración democrática, que privilegien la defensa y promoción de lo público,
porque lo público permite el ejercicio de una cultura deliberativa que confronta y
acepta diversas posiciones para hacerlas dialogar y construir acuerdos basados en la
discrepancia sobre los conflictos que vivimos, pero asumiéndolos.
Marcos regulatorios y legales de comunicación e información que apunten,
principalmente, al ejercicio de los derechos de la comunicación de los pueblos sin
discriminaciones ni exclusiones, y que superen sus parámetros puramente
económicos y técnicos.
Ciudadanos y ciudadanas ejerciendo su derecho de vigilar a los medios, y éstos
asumiendo su obligación de responder positivamente a las críticas que se les haga,
puesto que, aún siendo privados, su esfera es pública. Para esto es necesario
multiplicar las experiencias de veedurías u observatorios ciudadanos de medios.
La comunicación es un derecho y no una actividad comercial. En este sentido,
rechazamos cualquier intento de considerar las diversas formas de ejercicio de los
derechos de la comunicación simplemente como servicios audiovisuales o
informáticos y como medios de carácter comercial, tal como se pretende imponer en
la Organización Mundial del Comercio, OMC, y en tratados regionales como el ALCA
y los TLC.
Finalmente, renovamos nuestros compromisos de construir y fortalecer redes
ciudadanas de comunicación o de medios con sentido público de la comunicación
para ayudar a construir un pensamiento autónomo y más comprometido con la
democracia y el planeta, un pensamiento cuyo fundamento es la solidaridad y la
responsabilidad histórica.
(Se suman más de cien personas e instituciones que adhirieron al documento, cuando se
le dio lectura durante el Encuentro)
Las reflexiones que a continuación presento, hacen parte de las múltiples discusiones que
alrededor del campo de la comunicación hemos ido construyendo docentes y estudiantes
en el programa de Comunicación Social de la UNAD, específicamente en el campo de la
comunicación comunitaria, y que desde la creación del programa académico ha sido su
énfasis y su área de intervención desde la investigación formativa.
Para empezar hemos hecho un primer boceto del campo a manera de croquis, más que de
mapa, que permite ir delineando una breve noción de este espacio, de por si
interdisciplinario, para ir recorriendo luego, con ojos de buen viajero, temas y líneas que
desde el particular interés del programa de Comunicación Social de la UNAD, nos interesa
trabajar.
Vale la pena mencionar que el programa académico hace parte de una universidad cuya
base teleológica está asentada en lo comunitario y lo regional, con presencia en 54
ciudades y pueblos del país, lo que le imprime un fuerte compromiso con las comunidades
y sus expectativas y necesidades. Es importante entonces reconocer y comprender el perfil
de formación que le brinda la Universidad Nacional Abierta y a Distancia a sus estudiantes
y lo que significa para el contexto nacional ser egresado de una universidad pública que
busca promover y dinamizar desde lo local y lo regional una sociedad democrática,
participativa y pluralista. Los interrogantes que surgen son variados ¿qué significa hoy en
la globalización hablar de una comunicación comunitaria?, ¿Podríamos decir que esto es
algo que ya no se puede o se debería trabajar desde que se cayó el muro de Berlín y con
él todos los modelos de construcción social, económica y política diferente al capitalismo?,
¿cómo reconstruir hoy en la realidad social del país y del mundo una propuesta diferente a
la que nos imponen las grandes hegemonías?, y sobre todo, ¿cómo pensar un mundo
diferente desde la comunicación?1
A este marco normativo hay que integrar también la dimensión cultural2, Ubicar lo
comunitario nos plantea una tensión, porque si nos colocamos en la situación de trabajar
con grupos o instituciones ambientalistas, o con una cadena radial, o con madres
comunitarias, ¿cómo abordar lo cultural desde la posibilidad de nombrar lo comunitario
desde lo cultural? ¿cómo cifrar el componente identitario en la labor comunitaria, cuando
incluso se trata de identidades con lógicas distintas? entonces lo cultural no es un punto
de partida sino una posibilidad de enriquecerse en la diversidad y proyectarse en común.
Lo comunitario no está en alguna parte como un referente, sino que se hace, el referente
de compromiso se construye, y en esto lo que subyace no es sino la prevalencia de una
unidad en la diferencia, de la emergencia de una identidad nacional llamada ciudadanía.
Con el advenimiento de la globalización, se ha dado un fenómeno de explosión de
identidades regionales y locales que se oponen a una idea trabajada en la modernidad
sobre la homogenización cultural a nivel nacional, pero que en esta nueva etapa busca
una homogenización cultural global, y la cultura hegemónica es la de los países del centro
y en lo local es la hegemonía de los grupos que han ostentado el poder por mucho
tiempo. Pero qué significa que exista esta anhelada cultura global?, bueno que los
procesos de interpretación de la realidad son aquellos que utiliza la cultural hegemónica,
ignorado e invisibilizando otras formas de ver el mundo y otras formas de apropiarse del
mismo3. Es por eso que hablar de lo comunicativo comunitario es abordarlo como una
interlocución que se mueve dentro de unas tensiones cuya intensidad es difícil de
establecer.
2
Las nociones de este acápite han sido tomadas del proyecto Red de voces e imágenes para un
nuevo país. Ejecutado en dos regiones del país por la Corporación Andares Ida y Vuelta y
financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional –AECI- .
3
Leguizamón Orjuela Yenny, Modulo de Estudios Culturales. UNAD 2005
Lo comunitario no es una referencia fija y anclada en algún lugar, es la posibilidad y
viabilidad de proyecto con la comunidad, cuya identidad como ya hemos dicho no
responde a una única matriz cultural, sino cuya composición mezcla la diversidad con la
desigualdad. Queda extraño, entonces, afirmar que es poco lo que se puede hacer desde
una localidad pequeña, o desde un municipio rural: los u’wa son un ejemplo de actuación
local y pensamiento global; movilizan a organismos no-gubernamentales y a la opinión
pública inglesa para que presione a las empresas petroleras británicas y, dificulten los
trabajos de éstas en lo que ellos consideran territorio sagrado.
De otro lado, podemos afirmar que toda intervención social o acción cultural debería
insertar la idea de que los grupos humanos deben aportar algo a los demás. Para que una
comunidad sea incorporada o geste su proyecto cultural, un comunicador social deberá
intentar "reinsertarse" (volver a pensar-se y sentir-se) en la comunidad comprendiendo
sus procesos sociales y culturales con el fin de ayudarla a planificar y organizar desde el
saber-hacer que lo define como persona y profesional.
En esta perspectiva, el Plan de Estudios del Programa de Comunicación Social, toma como
referente conceptual el campo de estudios denominado “Estudios y Crítica Culturales”,
puesto que desde allí puede consolidarse una propuesta cultural de la comunicación que
no deslegitime los saberes locales, los contextos particulares y los procesos de interacción
humana hasta ahora desconocidos y/o ignorados por la academia formal. Los estudios
culturales tal como han sido definidos también se mueven en una dirección
transdisciplinaria, al querer diseñar un modelo de reorganización académica del
conocimiento que incorpore saberes hasta ahora marginados por el canon de las
disciplinas tradicionales. La crítica cultural y los estudios culturales compartirían un mismo
interés por ciertas combinaciones teóricas que les sirven a ambos para analizar (y
defender) representaciones sociales y formaciones de identidad habitualmente segregadas
por las jerarquías de la cultura oficial.4
4
Richard, Nelly. “Antidisciplina, transdisciplina y redisciplinamientos del saber”. En: Revista de
Estudios Sociales. No.1. Agosto/98. Santafé de Bogotá: Uniandes/Fundación Social, 1998. Pp.119.
difusores ideológicos de la clase propietaria de las empresas de comunicación o de
instrumentos educativos para el cambio social, los medios cobran un valor y un sentido
para las sociedades, forman parte de un sistema social con características particulares, de
tal manera que el espacio cultural se vuelve un eje fundamental en el estudio y producción
de comunicación.
Según Fabio López de la Roche y Jesús Martín Barbero5 en América Latina la investigación
cultural es anterior a que apareciera la etiqueta de “Estudios Culturales”, pero esta
investigación de lo cultural se fundamenta tanto en la experiencia que aportan los
movimientos sociales como en el trabajo de los ingleses Raymond Williams, R. Hoggart y
Stuart Hall, quienes inicialmente investigaron la inserción de los medios de comunicación
en las dinámicas de la cultura contemporánea y la relación de las culturas juveniles con las
industrias culturales y las transformaciones de la ciudad. Fue en búsqueda de la
comprensión de los procesos sociales –dicen López de la Roche y Martín Barbero- que la
investigación cultural en Latinoamérica se ha convertido en un área estratégica de
reconocimiento de las rupturas y continuidades de que está hecha nuestra modernidad.
5
López de la Roche, F. y Martín Barbero, J. (eds.) Cultura, medios y sociedad. Santafé de Bogotá:
CES/Universidad Nacional de Colombia, 1998. Pp.13.
De procesos de cultura, porque en el enfoque de la intervención está presente el carácter
dinamizador de los procesos de comunicación en los procesos de cultura, entendiendo
ésta última como la producción de fenómenos que contribuyen, mediante la
representación o reelaboración simbólica de las estructuras materiales, a comprender,
reproducir o transformar el sistema social, es decir todas las prácticas e instituciones
dedicadas a la administración, renovación y reestructuración del sentido6.
Puede decirse que la comunicación comunitaria más que un énfasis, es una perspectiva
de trabajo, es mirada que, obviamente, se traduce en la manera como las asignaturas
comprometen unas comprensiones comunicativas imbricadas a los procesos de cultura. Se
trata de un profesional cuya opción por la producción en medios, por ejemplo, no se
reducirá al conocimiento de unas técnicas y unos procedimientos de factura de un relato
audiovisual, sino incorporará para su labor comunicativa la(s) manera(s) como ese relato
audiovisual cobra vida al interior de una(s) comunidad(es). Es el definir todo producto
comunicativo en relación con un “otro”, quién es un sujeto histórico, social y cultural.
6
GARCÍA CANCLINI, Néstor. “Las culturas populares en el capitalismo”. República de Cuba:
Ediciones Casa de las Américas, enero 1982. p. 32.