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RECOMENDACIÓN No.

Restaurar las concesiones por exploración y por explotación.

Los minerales son un bien común, por lo que su usufructo debe siempre tener
como objetivo prioritario el bienestar general. Es decir, la explotación de minas
realizada por privados debe también promover el bienestar de la sociedad, tal
como lo sostiene Adam Smith (1766) en su Riqueza de las Naciones:

“ … y al dirigir premeditadamente su empresa hacia la obtención de las mayores


ganancias posibles, el empresario privado es guiado en este empeño—como en
muchos otros casos—por una mano invisible hacia logros indirectos que
estuvieron lejos de su mente. Al perseguir su propio interés, generalmente
promueve el bienestar de la sociedad que lo cobija, con mayor eficacia que si lo
hubiera promovido intencionalmente”.

Para que ello suceda, es imprescindible separar la exploración—cuyo fin es


conocer—de la explotación—cuyo fin es lucrar.

El Estado actuando en representación de todos los peruanos—en su condición


de dueño de los recursos mineros—tiene la obligación moral de saber lo que
tiene. La exploración debe, por lo tanto, ser objeto de una estimulante
administración promotora y difusora.

Avanzar en las fronteras del conocimiento no puede tener freno alguno. Ni de


comunidades del entorno, ni propietarios del terreno superficial, ni de ingenuos
“defensores de las cabeceras de cuenca”, ni de candorosas organizaciones de
“comunidades afectadas por la minería”, ni de arqueólogos y ambientalistas, que
con toda propiedad defienden el capital cultural y ambiental de la nación peruana,
pero que deben entender su necesaria inclusión a los esfuerzos generadores de
riqueza para superar la extrema pobreza todavía prevaleciente en muchas
regiones del territorio.

Es necesario tener en cuenta que el objetivo esencial consiste en esforzarnos


por integrar estos objetivos y hacerlos coexistir. No son excluyentes. Explotar
las minas, cuidar el ambiente y cuidar el patrimonio cultural es factible, siempre
y cuando los participantes estén abiertos a la tecnología y al diálogo.
Tradicionalmente, el usufructo minero fue concedido al primero que lo
encontrase. Es decir, se le otorgaba la concesión de explotación, a quien
demostrase ser el primero en haber encontrado un yacimiento susceptible de
ser explotado comercialmente.

Sin embargo, encontrar un yacimiento se ha ido complicando con el tiempo y hoy


en día es materia de equipos de trabajo especializados que requieren de un
tiempo prudencial para encontrar yacimientos rentables.

Para continuar con la tradición minera, se estableció la necesidad de transferir la


propiedad del estado a un privado, dividiendo el proceso en dos partes bien
diferenciadas:

 la exploración primero, que da derecho irrestricto a la búsqueda de


mineral y

 la posterior explotación, que da derecho al usufructo comercial del


yacimiento encontrado, previa satisfacción de condicionamientos fijados
por los demás participantes naturales, directos e indirectos, del bien
común. Por ejemplo, el Estado, que tiene derecho a fijar las restricciones
de carácter formal (general y especifico) que debe cumplir la futura
actividad industrial; las comunidades del entorno, y las comunidades
ubicadas “aguas abajo” de la mina, que tienen derecho a ser informadas,
consultadas y hasta compensadas por algún perjuicio ocasionado por las
labores mineras, y el publico en general que tiene derecho a ser
informado.

Integrar estos conceptos en un solo procedimiento fue una estrategia ingeniosa


de la época, orientada a promover la inversión en un momento en que la nación
peruana necesitaba urgentemente recomponer su economía. La inflación, la
desconfianza y el terrorismo habían descalificado al Perú para la actividad
empresarial.

Afortunadamente, este cambio fue facilitado por una sociedad todavía


aletargada por alientos coloniales. No se presentaron grandes críticas y la gran
mayoría estuvo de acuerdo con los cambios.
Esta situación social ha evolucionado. Ahora, se cuestiona por doquier la validez
de un sistema que transfiere un bien público al sector privado, sin mayores
méritos ni exigencias.

Ser el primero en llegar a las oficinas del Estado (Ingemmet, Direcciones


Regionales de Minería), puede ser mérito suficiente para tener el privilegio de
buscar mineral, pero no tiene mucho asidero para usufructuar indefinidamente
un bien que en esencia pertenece a todos.

Esta estrategia que cumplió con el objetivo para el cual fue creada; debe ahora
revisarse a la luz de las nuevas condiciones imperantes, caracterizada por el
permanente cuestionamiento a las externalidades generadas por el sector, y por
el clamor de pequeños empresarios que no encuentran espacio libre para
satisfacer sus vehementes emprendimientos mineros, que constituyen la base
de una minería pujante.

La administración de los derechos del Estado debe tener como uno de sus
objetivos, disuadir a los especuladores—99% de los derechos mineros
vigentes—de intentar tener concesiones mineras.

Los mineros que el Estado necesita son aquellos empresarios ávidos de


ganancias superiores a los negocios ordinarios, y que están dispuestos a correr
los elevados niveles de riesgo propios de la búsqueda de mineral. Encontrado y
dimensionado el yacimiento, la viabilidad del prospecto está prácticamente
asegurada.

Es el Estado el que debe asumir el reto de explicar a la ciudadanía que la


exploración es imprescindible y que bien realizada es innociva. Por esa razón,
los exploradores deben informar el detalle de sus trabajos y llegado el caso
deben compensar las averías que pudieran producir, pero nadie tiene derecho a
prohibir una actividad exploratoria debidamente autorizada, porque descubrir
yacimientos incrementa el capital natural de todos los peruanos, constituido por
las reservas mineras.

La administración de los recursos del Estado (los minerales) debe luchar


permanentemente por utilizar los recursos con eficiencia. En ese aspecto, el libre
mercado, asigna los recursos en forma eficiente, cuando el costo privado es
igual al costo social y cuando el beneficio privado es igual al beneficio
social. Lamentablemente esta premisa solo es válida para el mercado perfecto.

Para poder acercarnos al mercado perfecto que permita el libre accionar de la


mano invisible para que, a su vez, ésta posibilite la igualdad del interés privado
con el interés social, es menester superar la brecha que separa el mercado
perfecto del imperfecto o real.

Esta es la mejor forma de asegurar la vigencia del modelo capitalista para


impulsar el desarrollo de la sociedad en su conjunto.

El sector minero es clave para el desarrollo nacional, pero su éxito depende del
análisis exhaustivo de los costos y beneficios privados y públicos, para asegurar
el accionar convergente de todos los actores.

Ese es el reto permanente: informar bien, promover la competencia, administrar


eficazmente los bienes públicos y reducir la externalidades.

Esa es la difícil tarea del Estado, sobre todo en las sociedades en proceso de
desarrollo. Persuadiendo al buen comportamiento (“Fumar es dañino para la
salud”); controlando directamente con limites permisibles de producción o
emisión de basura; penalizando el mal comportamiento, o premiando el buen
comportamiento; o construyendo y/o operando directamente plantas de
tratamiento de aguas servidas, etc.

Los ciudadanos deberían brindar todas las facilidades requeridas para que, ya
sea el Estado o un privado, puedan dedicarse a la búsqueda de mineral, en el
entendido que la futura explotación del recurso encontrado, deberá ser objeto de
negociaciones debidamente reguladas entre todos los participantes directos e
indirectos.

Toda la ciudadanía debe ser adecuadamente instruida para facilitar la


exploración minera. Las concesiones de exploración deben tramitarse de
acuerdo al principio del primero en llegar a las oficinas del Estado (Ingemmet) a
solicitar el privilegio de buscar mineral en una determinada área del territorio

La exploración no invasiva—geofísica, geoquímica, muestreo para análisis de


laboratorio—debe ser libre, y la exploración invasiva (perforación diamantina y
túneles) debe requerir acuerdo con el propietario del terreno superficial y una
obligación del explorador por realizar la correspondiente remediación.

Los impuestos—30% de las ganancias, entre otros—que se generan únicamente


durante la etapa de explotación contribuyen sustantivamente al tesoro público.
Sin embargo, es menester que los voceros de la sociedad, que ahora son muy
críticos, sean capaces de observar tangiblemente este beneficio. El Canon (50%
del 30% del impuesto a la renta) todavía no es administrado con eficacia para
constituir prueba fehaciente de la bondad de los proyectos mineros. El MEF debe
tomar las previsiones orientadoras para que el dinero del Canon sea bien
invertido por las autoridades regionales.

La concesión de exploración debería otorgarse por cinco años con montos


crecientes desde un dólar/hectárea/ año hasta cinco dólares/ hectárea/año. Se
puede prorrogar por otros cinco años como máximo, duplicándose los montos
cada año hasta terminar en US$160/ha/año en el año décimo. El principio es
presionar por una exploración agresiva y desalentar la tenencia pasiva.

La solicitud de cambio de concesión de exploración a concesión de explotación


puede hacerse en cualquier momento, y el trámite de otorgamiento debe durar
un año como máximo, durante el cual deben obtenerse las autorizaciones
ambientales y sociales correspondientes.

Se cumple así, el principio tradicional de otorgar la concesión de explotación al


primer ciudadano que descubra el yacimiento, y no al primero que llegue a las
oficinas del Estado.

La administración de este sistema será descentralizada, con orientación


normativa, monitoreo y control desde la Oficina Central de Ingemmet, que deberá
tener tantas oficinas regionales como regiones mineras existan.

Lamentablemente, la administración minera pública del pletórico territorio


peruano, requiere de un numeroso y sólido equipo profesional, que permita
realizar los cambios organizacionales requeridos para mantener el buen
desempeño del sector privado, en función de su tamaño (Grande, Mediano o
Pequeño) o de la naturaleza del deposito (filoneano, diseminado, aluvial, no
metálico, etc).
El derecho a pagar por la concesión de explotación sería de cinco
dólares/ha/año, mientras el concesionario cumpla con todas las condicionantes
que deben ser preferentemente generales y no discrecionales. Sin embargo, es
importante dejar el espacio libre para que la autoridad minera pueda sentar
algunas condicionantes específicas para cada proyecto en función de su
ubicación y las estrategias nacionales de promoción minera vigentes.

Los pagos deberían hacerse en forma virtual y la falta de pago anual será causal
de caducidad.

RECOMENDACIÓN NO.2

Simplificación de los estudios ambientales requeridos por el sector minero

Se estima que las normas de los Estudios Ambientales requeridos por el sector
minero están sobredimensionadas. Se considera que es posible reducirlo a los
siguientes temas:

- Línea Base, que debe ser desarrollada por Ingemmet.

- Diagrama de Flujo balanceado,

- Cantidad y calidad de residuos sólidos, líquidos y gaseosos

- Plantas de Tratamiento consideradas para los efluentes del proyecto.

Debidamente formateados cada uno de estos estudios deben completarse en


dos páginas haciéndose un total de ocho páginas para cubrir esta información.

Se estima que los honorarios a pagarse por una mina pequeña (Hasta 350
tons/día) debe ser de tres mil dólares americanos por un Estudio Ambiental
suficiente para otorgar el permiso correspondiente.

RECOMENDACIÓN NO.3

Ayuda Técnica en la formalización minera

Una de las grandes dificultades de formalización es la escasez de recursos de


los pequeños mineros para aplicar acciones de carácter técnico, por lo que se
recomienda subsidiar los siguientes trabajos que están al alcance de la
institución técnica (Ingemmet) encargada por el Estado para ayudar al desarrollo
minero.

- Servicio de ensayes químicos, cuantitativos y cualitativos.

- Diagramas de Flujo metalúrgico debidamente balanceados.

- Reconocimiento Geológico, a escala 1:10,000.

- Estudios ambientales de Líneas de Base.

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