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DE ANENECUILCO A HUIRIVIS

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De Anenecuilco
a Huirivis

Pueblos indígenas en
la Revolución Mexicana

Ricardo Ham

samsara

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ISBN 978-970-94-2679-4

De Anenecuilco a Huirivis
© Ricardo Ham

Primera edición, octubre 2010

© Samsara Editorial, 2010


samsara.editorial@gmail.com
http://www.samsaraeditorial.com

Todos los derechos reservados.

Impreso en México

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A Celia y Juan

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8
INDICE

PRESENTACIÓN 13

INTRODUCCIÓN 18

ETAPA COLONIAL 21

LAS GUERRAS DEL YAQUI 28

LA SEMILLA MAGONISTA 35

EL PLAN DE SAN LUIS Y EL ZAPATISMO 41


El plan de Ayala 44
Los capitanes zapatistas 45
Chiapas y Oaxaca 48
Sinaloa y el pueblo mayo 50
Las mujeres zapatistas 52

LOS YAQUIS Y EL TRIUNFO SONORENSE 54


El maderismo 55
De la Huerta y el pueblo yaqui 57
Los fieles de Huírivis 59
Traicionados por Obregón 61

EPÍLOGO 66

ANEXO 1 68
Artículo 2 de la Constitución política
de los Estados Unidos Mexicanos
ANEXO 2 69
Programa del Partido Liberal Mexicano (fragmento)
ANEXO 3 70
Plan de Ayala (fragmento)
ANEXO 4 72
Primer manifiesto zapatista en náhuatl

BIBLIOGRAFÍA 75

9
10
No necesito ser soldado para ser revolucionario,
Ya que tengo mi pluma y con ello me basta para batirme

LUIS CABRERA
Convención de Aguascalientes, 1914

11
12
La crónica periodística en la memoria de los actores
de la Revolución Mexicana.

Reseñar la trayectoria de Ricardo Ham no es nada sencillo,


pues se debe vincularlo con diferentes temáticas, todas
imbuidas en la cultura urbana independiente. Desde su
época de estudiante, Ham estuvo vinculado con el estudio
y la elaboración de revistas independientes de cultura,
ha sido editor de la revista Lumbrera (2005-2007), que
recibió la beca para revistas independientes del FONCA
Edmundo Valadés, organizador del proyecto alternativo
Sombra de Cloto, fotógrafo, poeta, escritor de nota roja,
productor de radio en el antecedente de la Secretaría de
Cultura del D. F., el Instituto de Cultura de la Ciudad de
México, docente, entre otras varias afecciones que tiene
en su haber el polifacético Ricardo.
De entrada no parece extraño que un periodista cultural
independiente como Ricardo Ham ahora, en pleno festejo
del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de
la Revolución, opte entre sus líneas por compartir un
estudio a conciencia de algunos movimientos indígenas-
campesinos de nuestro país durante la Revolución, cuya
expresión es el Estado mexicano actual, quien hace
referencias a la “multiculturalidad” en el artículo 2º de
la Constitución de nuestro país, pero letra muerta en la
práctica cotidiana sobre los derechos territoriales y el
autogobierno de los grupos indígenas, cuyas motivaciones
impulsaron a los Yaquis y a los campesinos de la zona de
Morelos a integrase al movimiento revolucionario.
El cambio de interés informativo de Ricardo Ham,
mostrado en “De Anenecuilco a Huiviris”, nos muestra un
breve alejamiento a los hechos de sangre, de la comidilla
de los diarios de la nota roja del país, a un tema escabroso,
en el cual se sigue debatiendo en los ámbitos académicos,
ejemplo de ello consta en el Congreso Internacional
Los indígenas en la Independencia y en la Revolución

13
Mexicana, organizado por el Instituto Nacional de
Antropología e Historia (INAH) en febrero de 2010. Este
cambio debe conducir a la primera reflexión, el texto que
el lector tiene en sus manos no es obra de historiador,
etnohistoriador o antropólogo, es una iniciativa de un
periodista inquieto en búsqueda de la nota histórica que
llega a salirse, como lo han hecho algunos antropólogos,
de su zona de confort de la academia y los vicios
personales, y se suma a las reivindicaciones de su objeto
de descripción, los grupos indígenas. Es en este tenor
en el cual se ubica el presente texto, es una mezcla de
periodismo histórico con el periodismo comprometido,
es una lectura de ciertas fuentes que aportan una versión
accesible para el que no se especializa en temas históricos
o antropológicos, como los participantes en el coloquio
referido anteriormente.
Es extraño, y el autor debería aclararnos por qué
sólo los Yaquis y los campesinos de la zona de Morelos
fueron considerados en su estudio, junto con la
tangencial descripción del magonismo, ya que desde
la etapa de formación del Estado mexicano en el siglo
XIX, numerosas fueron las rebeliones indígenas,
por ejemplo la de los Olarte en Veracruz, indígenas
totonacos; la de Francisco Dieguillo “Palagustín”, nahua
de la Sierra Norte de Puebla; en ese mismo sentido se
debe rescatar la participación de grupos nahuas de la
zona de Zacapoaxtla, Puebla, en la defensa de la “nación”
sumadas a las filas de Juan Crisóstomo Bonilla y Juan
Francisco Lucas en contra de los invasores franceses.1
[1 Para estos casos consúltese Thomson (1991, 1993a,
1993b, 1996, 1999); Valderrama (1993); Masferrer
(2005; 2006); García Torres (2010).]Erick R. Wolf
(1976) ha dejado constancia de diferentes movimientos
campesinos en México (como en el extranjero); Leticia
Reina (1980), ha elaborado uno de los estudios más
importantes para conocer los diferentes movimientos
armados y rebeliones que han encabezado los indígenas-

14
campesinos en México. Es decir, existe un análisis formal
sobre los temas que Ricardo Ham aborda en este escrito,
pero en su forma de redactar, de presentar los datos
de una manera amable, denota un interés alejado de la
investigación académica, ¿sería pertinente, entonces,
hablar de un interés personal por entender los temas (la
rebelión Yaqui, el movimiento zapatista y el magonismo)
y su posterior comprensión transmitida en forma de
este escrito? Me parece que la respuesta es afirmativa,
ya que la información sobre esos eventos, en el marco
preciso del Bicentenario y Centenario, tuvieron que ser
entendidos y (des)escritos en la individualidad de forma
amigable; dicha información, para fortuna de nosotros
los lectores, ahora es presentada en forma de libro.
En el texto escrito por Ricardo Ham, se intenta
desmitificar la pasividad de los indígenas y se mencionan
brevemente diferentes movimientos donde éstos, junto
con algunos campesinos, participaron en la confrontación
con el gobierno Colonial y luego con el incipiente Estado
mexicano del siglo XIX. La lista de rebeliones indígenas
que nos presenta el autor, nos refiere un panorama muy
breve y conciso de algunos de esos movimientos, pero
el autor decide tomar dos casos fundamentales en el
país, el Ejército Libertador del Sur y el de los Yaquis. El
primero de ellos tal vez por el interés despertado por el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y los
momentos de juventud que le tocaron vivir al autor.
No obstante, en el contexto de las narraciones aparece
la tierra como demanda o respeto a los derechos de los
individuos, cosas ajenas a la jerga de los políticos, pero
no por ello excluido de la vida social, que conduce a la
convergencia de esos lugares en una sola demanda: tierra,
como sustento de la vida de los campesinos e indígenas
que la habitan. Esta se convierte en una motivación para
que Ricardo Ham diese el salto de un tema a otro, de
la nota roja a los indígenas-campesinos en su lucha y
defensa de la tierra.

15
Como estudiante y enseñante de la antropología que
soy, considero que se debe anexar un breve panorama
actual sobre los Yaquis y la visión antropológica que ha
proporcionado sobre los mismos, cuyos fundamentos
son contundentes en el análisis a través del parentesco,
la cosmovisión, la configuración étnica, su economía,
etc. (Figueroa, 1993; Olavarría, 1995, 2003; Hernández
Silva, 2003, entre otros) es decir la etnograf ía del pueblo
Yaqui sobrepasa una visión instrumental de la tierra y lo
concentra en su cosmovisión, su forma de organización
social, en la forma en que conciben la tierra, su vida
cotidiana, lo cual daría explicaciones mucho mayores
a su afán de lucha. Los Yaquis, habitantes de la
parte centro sur del estado de Sonora, en el norte de
México, es un grupo indígena hermanado lingüística y
culturalmente con los Mayos. “El gobierno tradicional
de los yaquis es un complejo conjunto de instancias
civiles, militares y religiosas” (Figueroa, 1993, p. 47) lo
cual les ha otorgado un carácter sumamente complejo
de entender, pues su tenencia de la tierra comunal, su
autogobierno, ley tradicional que recae en la oralidad, el
consenso en la toma de decisiones, y su vinculación con
su cosmovisión (conjunto de ideas que explican el origen
del humano y su relación con sus semejantes, su medio
ambiente y principalmente con su deidad), son algunos
aspectos que, además de lo señalado por Ricardo Ham,
explicarían la presencia y participación de los Yaquis en
los momentos de resistencia indígena previo y después
de la revolución.
Por otro lado, en el estado de Morelos, la situación no
es muy diferente de la que vivieron los Yaquis respecto a
su anhelo de tierra y su participación en la lucha armada,
tal como lo muestra el trabajo de investigación de Ricardo
Ham, desde los altos de Morelos (los 11 municipios
incluidos en esta clasificación, Tepoztlán, Ocuituco,
Ycapixtla, etc.) hasta la zona de Cuautla y Anenecuilco,
son símbolo de ese anhelo de tierra, compartido por

16
Zapata y sus seguidores en la primera década del siglo
XX.
Aunque como lo muestra el autor, dos lugares y
circunstancias diferentes llevaron a la participación
activa de los indígenas y campesinos en movimientos
que determinaron un papel nacional, pero que con
la construcción histórica del discurso oficial, se han
olvidado o, mejor dicho, han quedado suplantadas por
la visión de los héroes de la historia de nuestro país.
De Anenecuilco a Huiviris representa una oportunidad
de leer con claridad, sin tecnicismos académicos,
una visión de los impulsos, de los líderes y de las
condiciones sociales, políticas, culturales de dos pueblos
hermanados por el anhelo de tierra, pero involucrados
en las cuestiones nacionales, como su enfrentamiento al
Estado, pero sobre todo, el legado histórico representados
por sus conjuntos de vivencias y situaciones narradas
por Ricardo Ham. De tal forma que aplaudo la iniciativa
del autor de incursionar en nuevas temáticas, en viejas-
nuevas problemáticas de lo antropológico-histórico con
el periodismo histórico-comprometido, como el hecho
por Ricardo Ham.
La bondad del texto De Anenecuilco a Huiviris, y
un aporte en esta maraña de información que nos
bombardea sobre el festejo oficial del Bicentenario de la
Independencia y del Centenario de la Revolución, es no
recurrir a las grandes figuras de dichos acontecimientos,
ni relata uno desconocido, más bien Ricardo Ham nos
trae a la memoria, con su descripción, la participación
de grandes sectores del pueblo que bien propiciaron
o participaron en la Revolución de nuestro país, y que
ahora dicha participación debe ser revalorada con el fin
de que la historia deje de ser sólo para las grandes figuras
o íconos nacionales. La descripción de Anenecuilco y de
los líderes Yaquis, nos refiere no sólo a Emiliano Zapata
o José María Leyva “Cajeme” como los héroes de dichos
movimientos, sino que fueron pueblos en su conjunto,

17
una forma de vida, de concebir la tierra por parte de esos
habitantes la que, finalmente, los llevó a participar en el
movimiento armado. Por eso, Ricardo Ham se encarga
de recordárnoslo.

Víctor Manuel García Torres2

*Lic. En Antropología Social, estudiante del a maestría en


Antropología en el Instituto de Investigaciones Antropológicas-
Facultad de Filosof ía y Letras, UNAM; profesor de antropología
en la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia, UNAM, y en la
Escuela Preparatoria Oficial No. 141 del Estado de México.

18
INTRODUCCIÓN

E s una constante en la personalidad del mexicano


suponer que los pueblos indígenas históricamente
se han comportado de manera conformista y que
fácilmente se han doblegado ante las imposiciones e
invasiones de factores externos a sus comunidades.
Incluso esta idealización de los pueblos originarios
les llevó a quedar exentos de participar en el servicios
militares ya que el Presidente Santa Anna los creía sólo
útiles para las labores agrarias y no para la guerra. Ambas
consideraciones son erróneas, basta con decir que los
pueblos indígenas fueron los primeros en levantarse en
armas contra la invasión española, corrieron largos 300
años de lucha desde los primeros levantamientos Mixes
y Zapotecos en 1523 hasta el movimiento armado que
daría origen al grito de Dolores en 1810.
La capacidad bélica de los pueblos indígenas ante los
invasores españoles puede ser resumida a la histórica
resistencia Yaqui: según la tradición oral en la primera
expedición española a territorio sonorense en 1533, un
líder yaqui flanqueado por cientos de guerreros dibujó
una raya y les hizo saber a los europeos que si la cruzaban
serían repelidos militarmente. En cuanto traspasaron
la línea se entabló un combate en el que los españoles
fueron derrotados; cien años más tarde los jesuitas serían
quienes entrarían al territorio en misiones religiosas.
Desde entonces el pueblo Yaqui encarnó una guerra sin
cuartel contra ejércitos yoris (blancos) que finalmente
terminaría hasta la época del gobierno Cardenista en
1937; sin mencionar el vital aporte de los habitantes de
la zona en la guerra de revolución, en la que de igual
forma, apoyaban y combatían en contra Álvaro Obregón
y los constitucionalistas

19
La astucia militar de los pueblos originarios ha servido
no sólo para pelear por la autonomía de los territorios,
sino para disputar por la independencia del país, incluso
fueron los combatientes indígenas quienes en muchas
ocasiones debieron repeler los ataques Apaches a los
estados del norte de la república, basta con mencionar
que el histórico líder chihene “Victorio” fue abatido
por las balas de los rifleros de Araseáchic, un grupo de
tarahumaras liderados por Mauricio Corredor. Pueblos
como los pimas, pames y Kikapú también pelearon
contra las invasiones de indios norteamericanos, incluso
los kikapú poseen su territorio en Coahuila gracias a un
tratado establecido con Benito Juárez que les permite
habitar territorio mexicano a cambio de defender al país
contra las tribus apaches.
Podría decirse que, en gran medida, la actitud bélica
de los pueblos indígenas mantuvieron la larga lucha de
revolución, el Ejército Libertador del Sur, compuesto
mayormente por indígenas nahuas y el batallón yaqui
nombrado “Los fieles de Huírivis” son muestra palpable
de esto, no es nada lejano a la realidad decir que el éxito
del grupo sonorense en la revolución mexicana tuvo un
aporte indígena trascendente.

20
ETAPA COLONIAL

Bajo la aparente tranquilidad que la época de la colonia


representó para nuestro país, los pueblos originarios
presentaron una férrea resistencia a la total ocupación
española, podría decirse que en ninguna etapa del
México colonial hubo un dominio español completo
pues los alzamientos indígenas iniciaron tan solo dos
años después de la caída de la Gran Tenochtitlan en
1521 siendo la región del Pánuco la primera en sufrir
los ataques de los habitantes naturales de la región, sin
olvidar que tanto indios mixes como zapotecos lanzaron
sus ofensivas en 1523 y 5 años más tarde Chiapas presentó
oposición armada. Fue hasta 1531 que los aztecas volvían
a presentar sus armas contra los españoles, todos estos
alzamientos fueron controlados por los invasores, las
insurrecciones no cesaron y en algunas regiones fueron
creciendo tanto en fuerza como en constancia.
Conforme se presentaba la oposición india se
comenzaban a escuchar los nombres de los primeros
caudillos indígenas, así Ayapín es recordado por
encabezar la insurrección en Sinaloa en 1538, varios
años después se iniciaría la historia de otros líderes
como Canek con los mayas, Babilonio con los zuaques,
Anabayuleti, Lautaro y Calixto como líderes de yaquis y
mayos, Juan Cipriano en Guanajuato y Luis de Sario con
los pápagos y pimas.
En 1538 en Sinaloa, el indio Ayapín encabezó la
resistencia en contra de los invasores europeos que
deseaban apoderarse de las mejores tierras y recursos
de la zona aledaña al río Culiacán, la táctica de ataque
contra los blancos se asemejaba a la hoy popular guerra
de guerrilas utilizada como una constante entre los
indios rebeldes de nuestro país. Ayapín atacaba de noche,

21
incendiaba sembradíos, robaba caballerizas y ganado;
su contraparte española liderada por Diego Fernández
y Lázaro de Cebreros fueron incapaces de apresarlo
y tuvieron que pedir ayuda a Nuño de Guzmán quien
finalmente ordenó la ejecución y descuartizamiento del
cuerpo de Ayapín en 1539.
El 20 de noviembre de 1761, en la iglesia Cisteil,
terminada la misa religiosa, Jacinto Uc de los Santos,
mejor conocido como Jacinto Canek aprovechó la
asamblea de los vecinos para llamar a los presentes mayas
a levantarse en armas contra la dominación española.
Miles de indígenas creyeron que era el rey anunciado
por la profecía y que los días de los españoles estaban
contados. Jacinto Canek fue un hombre profundamente
religioso al que no le importó morir por su pueblo, lo
guió para poder revelarse contra los españoles por que no
soportaban las humillaciones y la forma en que trataban
a los esclavos. Jacinto Canek se proclamó rey y encabezó
la rebelión que tenía por meta el dominio político y
religioso del pueblo maya. En el primer encuentro contra
los invasores murieron el capitán Tiburcio Cosgaya y diez
soldados más, el gobierno español envió mayores fuerzas
al mando de Estanislao del Puerto quien venció a Canek
el 26 de noviembre de 1761. En la acción perecieron
quemados 500 indios, Canek huyó a Huatulchac, donde
fue nuevamente derrotado; finalmente se le aprehendió
en Sibac y se le condenó a morir. La sentencia se cumplió
puntualmente en la plaza mayor de Mérida el 14 de
diciembre de ese año. Después fueron ahorcados ocho
de sus cómplices y se ejecutaron las sentencias, azotes y
mutilaciones, contra los participantes.

Las insurrecciones indígenas de 1523 a 1810 fueron:

ü Sublevación de indígenas en la región de Pánuco


(1523) Cortés se ve obligado a mandar refuerzos

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para combatirlos, utilizando para ello indios
tlaxcaltecas.

ü Rebelión de los indios zapotecas y mixes (1523)

ü 1524-28. Sublevaciones en Oaxaca de los mixes,


se negaban a pagar tributos a los españoles.
Asesinaron a los cobradores y su rebelión se
extendió hasta Chiapas.

ü Sublevación de los indios de Chiapas (1528) La


causa de la rebelión es la imposición de tributos.
Los españoles salieron a combatir a los indios en
Socton y lograron su pacificación; después fueron
sometiendo a los pueblos Chamula, Sinacatlán y
Simatlán.

ü Rebelión de los indios aztecas en la ciudad de


México (1531).

ü Insurrección de los indios opilingos en Chiapas


(1531)

ü Insurrección de indígenas en Sinaloa dirigida por


Ayapín a fines de (1538)

ü Se sublevan los indios de Nueva Galicia en


Mixtón, (1541) los indígenas se negaron a pagar
tributos y a reconocer a los encomenderos de
Tepic, Tlaltenango, Río de Juchilapa, Nochistlán
y Teocaltiche. La sublevación creció hasta llegar a
sitiar Guadalajara.

ü Rebelión de los indios cascanes desde Nayarit a


Zacatecas en (1542 )

ü Rebelión de los indios zacatecos y guachichiles,

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en parte de los actuales estados de Zacatecas,
San Luis Potosí y Jalisco.(1561) El levantamiento
se extendió hasta el Peñón Blanco, Y en el Sur
dejó sitiado el más importante centro minero del
virreinato: El Real de Zacatecas.

ü Rebelión de los chichimecas de Saltillo. (1582)

ü Sublevación de los indios de Nueva Galicia


(1584)

ü 1592 La tribu de los acaxees se separó de las


misiones en las que se hallaba sometida a la
explotación y vejación de los misioneros

ü Insurrección de los indios de las minas de Topia


(1598)

ü Nueva rebelión de los guasaves (1600)

ü Sublevación en la Nueva Galicia (1600-1601)

ü Se rebelan tarahumaras y tepehuanes. Mueren


15,000 indígenas (1606)

ü Insurrección de los yaquis dirigida por Lautaro y


Babilonio (1609)

ü Rebelión de negros en Orizaba, los habitantes de


la ciudad de México esperaban un ataque de éstos
para tomar la ciudad; el virrey pactó con ellos y
formó la población de San Lorenzo de los Negros
para que la habitaran (1609)

ü Expediciones de Diego Martínez de Hurdaide


contra los yaquis (1610)

24
ü Rebelión de los indios de Tekax, Yucatán (1610)

ü Nueva rebelión de tarahumaras (1616)

ü 1621 Los indios tobosos y sus tribus aliadas


se sublevaron debido a que se les obliga a ser
sedentarios para el trabajo en las haciendas del
Valle de San Bartolomé. Estos indígenas llegaron
a atacar dos reales de minas importantes: Mapimí
y Parral.

ü Sublevación de los indios de Bakalal, Yucatán


(1639)

ü Rebelión de los indios tobosos de Sonora, aliados


con los salineros, mametes, julemes y conchos
(1644)

ü Rebelión de los tarahumaras (1650).

ü Insurrección de los indios de Tehuantepec


(1660).

ü Nueva rebelión de los tarahumaras (1662).

ü Se rebelan los indios conchos, sobas y pimas,


1665

ü Rebelión de los indios tobosos (1667)

ü Alzamiento de los indios en el Nuevo México


(1680) Las tribus locales (taos, pecuries y tehuas)
asaltan San Cristóbal y expulsan a los españoles de
su territorio, negándose a pagar tributo. Durante
doce años mantienen su independencia hasta que
la rivalidad entre las tribus, y los fuertes tributos
que exigía el cacique los debilitó, favoreciendo con
ello la reconquista.

25
ü Sublevación de indios en Oaxaca (1681)

ü Rebelión de tarahumaras (1688)

ü Rebelión de los pimas de las misiones de Caborca


(1695)

ü Sublevación de los indios de Tuxtla, Chiapas, en


(1695)

ü Rebelión de los pimas de Sonora (1697)

ü Se sublevan los indios del Reino de Nuevo León


(1701)

ü Se rebelan los indios conchos. (1720)

ü Rebelión de indios seris en (1724)

ü Insurrección de los indios de las misiones en el


sur de la Baja California (1733)

ü Nueva rebelión de yaquis y mayos dirigida por


Calixto,(1740)

ü Alzamiento de los seris en Sonora (1748)

ü Rebelión de los pimas altos, sobas y seris (1751) se


sublevan debido a su alto grado de combatividad.
El gobernador mandó a separarlos de sus mujeres,
esta medida intensificó la rebelión y propició que
se les unieran los pápagos, esta lucha se prolongó
durante más de 10 años

ü Ataque de indios pápagos a la misión de San


Marcelo (1751)

26
ü Sublevación de los indios californios (1751)

ü Rebelión de los seris de la Pimería Baja (1755-59)

ü Rebelión de seris y pimas (1760)

ü Insurrección de indios mayas en Yucatán dirigida


por Jacinto Caneck (1761)

ü Alzamiento de seris, pimas y sububapas en el


pueblo de Suaqui, Sonora (1766)

ü Sublevación del indio Juan Cipriano en


Guanajuato (1767)

ü Alzamiento de los indios sububapas (1770).

ü Rebelión del indio Mariano en Tepic (1801)

27
LAS GUERRAS DEL YAQUI

¡Oh muerte de los aduares de la fanática tribu,


soberbios en su ignorancia tremenda y salvaje,
hijos bravíos de la sierra,
de orgullo supremo que desafiaran la muerte
con épico desdén...!

HERIBERTO FRÍAS
Los perros de Tomochic
(Fragmento)

La prolongada estancia de Porfirio Díaz en el poder llevó


al país a una polarización económica extrema. Mientras
el Estado presumía logros en vías de comunicación y
atraía inversiones extranjeras, festejaba en lujosas fiestas
y echaba la casa por la ventana en los festejos patrios, los
trabajadores del campo y los pueblos indígenas sufrían
los abusos de hacendados y burgueses propietarios de
medios de producción; diversos pueblos originarios se
sintieron despojados de sus territorios y los obreros
no veían retribuida su fuerza laboral en los bolsillos,
los disidentes eran expatriados y la libertad de prensa
brillaba por su ausencia. Pese a todos esto, el gobierno
porfirista mantenía su estabilidad por medio de la
represión, el autoritarismo, y en caso de los pueblos
indígenas, del genocidio.
El pueblo yaqui sufrió la saña de la clase porfirista
desde su arribo al poder, la autonomía y productividad
del valle despertó el malestar del Estado en su contra,
la presencia del vicepresidente Ramón Corral como
gobernador de Sonora fue la punta de lanza de todas
los ofensivas porfiristas que atacaban a la tribu, desde
1880 el gobierno federal preparó exploraciones que
tenían por fin la repartición de tierras pertenecientes a

28
los yaquis, los decretos y comunicados de la presidencia
iban encaminados a la expropiación y anunciaban la
urgente ocupación militar de la zona. Ante la inminente
amenaza del reparto de tierras la comunidad yaqui se
vio en la necesidad de retomar las armas, esta vez bajo el
mando de José María Leyva “Cajeme”.
Cajeme, (el que no bebe agua) representa un parteaguas
para el pueblo yaqui, si bien es cierto que ya antes de él
los yaquis se caracterizaban por ser un pueblo guerrero
bajo las órdenes de caudillos como: Juan Banderas,
Calixto, Muni, Anabayuleti y José Marquín; es hasta
su llegada como capitán de la etnia que los ejércitos se
reorganizan y, como lo afirma el historiador Palemón
Zavala, “cuando Cajeme ingresó al cosmos yaqui, llevó a
la tribu a su época de oro”
José María Leyva lo mismo peleó al lado del gobierno
federal que en su contra, debe mencionarse que de
igual forma lidió contra yaquis, mayos y ópatas, para
posteriormente colocarse a su mando militar; es
recordado por su importante participación en la guerra
contra los franceses pues se enroló con los patriotas bajo
el mando del general José María Yánez. En 1867 dirigió
una guerrilla que combatió a sus hermanos de sangre que
servían como guardias armados a las compañías mineras,
los comerciantes y los ganaderos; en esta campaña por
méritos, fue ascendido a capitán de caballería del Ejercito
Federal. Al cumplir 37 años fue nombrado alcalde mayor,
el más elevado puesto jerárquico que concedía el Estado
a un miembro de la tribu yaqui.
Cajeme estableció un sistema de gobierno al lado de
los yaquis donde la autoridad superior era la voluntad
de los ocho pueblos que conformaban la Nación yaqui,
en asambleas nombraban “gobernadores” y “alcaldes”
que obedecían los mandatos populares; Cajeme y su
guerrilla luchó ferozmente contra las tropas al mando
de Guillermo Carbo y Bonifacio Topete, en los combates
de El Añil

29
En 1886 Cajeme dirigió un escrito al general J.
Hernández:

Desde luego nos someteremos todos a la


obediencia del Gobierno, bajo la condición
de que dentro de 15 días se retiren todas
sus fuerzas que están en el río -Yaqui- para
Guaymas o Hermosillo; de no hacerlo así,
pueden ustedes obrar de la manera que les
convenga; yo, en unión de mi nación estoy
dispuesto a hacer la última defensa.

La respuesta fue brutal, el gobierno decomisó a


cajeme 80 mil pesos depositados en un banco, los
soldados lo acosaron en todo momento y lo propinaron
serios fracasos que ocasionaron el descontento de la
etnia, algunos grupos internos nunca estuvieron de
acuerdo con su liderazgo y aprovechaban las derrotas
para atacarle, incluso dentro de la propia etnia,
Cajeme debió combatir a algunos insurrectos como
Yorigelipe. En febrero de 1887 se refugio en Guaymas;
una vez enterado el gobierno su ubicación se giraron
instrucciones para su detención, Cajeme fue capturado
y asesinado al día siguiente en Las Cruces, muy cerca
de Cócorit.
Una vez muerto Cajeme, el gobierno creyó inútil
seguir manteniendo sus tropas en territorio yaqui y
emprendieron su marcha a Mazatlán, pero tan solo
dos días después de que las tropas salieron de Cocorit,
los Yaquis entraron a sangre y fuego a los territorios
ocupados por yoris (blancos) y tras cometer varios robos
y asesinatos incendiaban las comunidades. Estas nuevas
incursiones fueron realizadas al mando del nuevo capitán,
Juan Maldonado “Tetabiate”. Huir constantemente de
las tropas federales, disparar sobre ellas ocultos en los
bosques y matorrales, seguir cautelosamente sus pasos,
asesinar a los soldados durante el sueño y caer por

30
sorpresa fue la nueva táctica yaqui implementada por el
líder; Tetabiate asumió, como capitán general, el mando
de los yaquis, hasta hoy es recordado como uno de los
más prestigiados caudillos de la tribu, pues, bajo su
gobierno se reconstituyeron la religión y las estructuras
de gobierno tradicional que persisten actualmente.
Asimismo, bajo la dirección de Juan Maldonado se
reforzó la capacidad militar y volvieron a la capitanía de
la etnia los legendarios guerreros coyote.
Con Tetabiate al mando continuó la guerra contra el
gobierno pero también se consideró firmar la paz con
el enemigo, en 1897 se firma la “Paz de Ortiz” en la que
los jefes militares yaquis se comprometen a entregar las
armas siempre y cuando los yoris salgan por completo
de su territorio. El ejército federal decide enviar una
comisión de indígenas a la capital de la república para
entrevistarse con Porfirio Díaz. Hilario Amarillas y
Loreto Villa, asistentes de Tetabiate, visitan en palacio
nacional al primer mandatario quien inteligentemente
los lleva a un recorrido por La Ciudadela, sitio donde
reposaba el armamento y poderío militar del gobierno;
impresionados por lo presenciado, los soldados yaqui
regresan a Sonora intimidados por la experiencia vivida
en la capital del país.
La paz de Ortiz es rota por Juan Maldonado y Loreto
Villa bajo el argumento de presencia yori en tierras
yaqui, fueron solamente dos años de “tranquilidad” en
la región, dos años en los que la etnia aprovechó para
armarse y reunir el suficiente ganado y comida para
enfrentar una nueva ofensiva, los ataques recíprocos
comenzaron en 1899 y no cesarían pronto. En julio de
1901, Juan Maldonado “Tetabiate” es asesinado e inicia
una larga sucesión y resistencia de líderes yaquis que
tuvieron que enfrentar uno de los episodios más oscuros
en la hjstoria de las comunidades indígenas de nuestro
país, el periodo de deportación de los yaquis, de Sonora
a Yucatán, este período constituyó para el grupo un

31
proceso de merma demográfica, pérdida de su territorio
y desajustes políticos, aprovechados por el gobierno para
continuar con la colonización del Valle.
En 1908, dos años antes del inicio de la lucha armada
por la revolución mexicana, se publicaron a manera
de crónicas periodísticas, una serie de textos firmados
por el periodista norteamericano John Kenneth Turner,
una de las crónicas llevó por título “El exterminio de
los yaquis” y ponía en evidencia la crueldad con que
los sonorenses eran tratados y prácticamente cazados
por las autoridades civiles de la época, por el gobierno
del General Diaz. Las prácticas para aniquilar al
pueblo yaqui iban desde arrebatarles por decreto sus
tierras poner un precio de 100 dólares por cada yaqui
asesinado y el aislamiento de los poblados de la sierra
del Bacatete; poner precio a la cabeza de los indígenas
se había convertido en una práctica común del gobierno
dictador, se sabe que durante las invasiones apaches a
territorio mexicano se ofrecían 250 pesos por cada indio
muerto, 200 por prisionero y hasta 2 mil por líderes
tribales como el caso de Victorio, mítico jefe chihene.
Finalmente, en 1908, fue publicado en varios periódicos
de Estados Unidos y de México la orden presidencial
de Porfirio Díaz disponiendo que todos los yaquis,
fueran hombres mujeres o niños y donde quiera que se
encontrasen, deberían ser apresados por la Secretaría de
Guerra y deportados a los campos de Yucatán para ser
vendidos como esclavos. Como lo menciona Kenneth
Turner en México Bárbaro: “El exterminio de los yaquis
empezó con la guerra y el fin de ellos se está cumpliendo
con la deportación y esclavitud; a los guerreros yaquis
simplemente se les cazaba, y millares de ellos optaron
por rendirse. Sus jefes fueron ejecutados, y a los que se
habían rendido se les cedió para ellos y sus familias nuevo
territorio más al norte donde se establecieron como si
fuera tierra de promisión; pero resultó ser un desierto y
uno de los lugares más inhóspitos de toda América”.

32
Sin duda alguna las condiciones en que se encontraban
los pueblos indígenas durante la dictadura porfirista fue
uno de los puntos clave para el levantamiento armado.
Este combinado a la situación de pobreza generalizada
y principalmente al enorme problema agrario que
enfrentaba nuestro país; no solo los yaquis se habían
puesto en armas contra el gobierno, Porfirio Díaz se
vio obligado a apaciguar otros intentos de alzamientos
locales como el de los nahuas de Tlaxcala que el 27 de
mayo de 1910, bajo las órdenes de Juan Cuamatzin,
intentaron arrestar al gobernador Próspero Cahuantzin.
La revuelta fracasó y Cuamatzin y sus hombres se
replegaron a La Malinche, donde continuaron la lucha
hasta febrero de 1911 cuando Cuamatzin fue arrestado
y fusilado. Díaz también ordenó la aprensión de un líder
rebelde mixteco de la región de la montaña de Guerrero,
la orden fue llevarlo a Tlapa donde seria encarcelado,
sus seguidores, los habitantes de Potoichán, lo liberaron
en un enfrentamiento con soldados donde los indígenas
utilizaron machetes, palos y cohetes que ahuyentaron
a las fuerzas federales. La mecha de la revolución se
acercaba a la dinamita y los estallamientos estaban muy
cerca

33
Juan Malldonado “Tetabiate”

José María Leyva “Cajeme”

34
LA SEMILLA MAGONISTA

El periodismo tuvo importantes aportaciones al


movimiento revolucionario de 1910, la siempre
mencionada entrevista Díaz-Creelman es para muchos
el detonante principal del estallido encabezado por
Madero, sin embargo, ese pudiera ser el origen del
alzamiento democrático de la revolución, más no del
movimiento agrario que trajo consigo la lucha armada,
la tierra y el territorio ya se venía exigiendo desde años
antes.
Otros importantes sucesos periodísticos que explican
la revolución de 1910 es la publicación a manera de
crónicas de los textos de Kenneth Turner, en algo que
años más tarde se conocería en México como el libro
“México bárbaro”, pero quizás, mas sobresaliente que
ninguna otra publicación de la época fue el periódico
“Regeneración” fundado por Enrique, Ricardo y Jesús
Flores Magón, precursores e ideólogos vitales para
el entendimiento de la revolución mexicana. Desde
“Regeneración” se combatió y exhibió las injusticias y
carencias del porfiriato y toda su estructura política. De
pensamiento liberal y anarquista, la familia Flores Magón
pasó de la denuncia periodística a la acción política y
finalmente a la lucha armada, en Regeneración se habló
durante los años anteriores a 1910 de liberalismo, de
no reelección y periodos presidenciales de 4 años y
abolición de la pena de muerte, temas y propuestas que
se llevaron en 1906 a la fundación del Partido Liberal
Mexicano (PLM), partido del cual Ricardo Flores
Magón asumió la presidencia. Desde las primeras
reuniones para su fundación, el PLM ya manifestaba un
acercamiento hacia las comunidades indígenas, durante
el primer congreso Liberal en 1901 ya se alzaba la voz
para denunciar las penosas condiciones en que eran

35
tratados los pueblos mayo y yaqui. El problema étnico es
mencionado también en los puntos generales del PLM
expedido 5 años más tarde donde se solicita protección
para los pueblos originarios
Los hermanos Flores Magón nacieron en cuna
indígena, en el estado de Oaxaca, justo en la sierra
mazateca donde la diversidad étnica del país se hace
presente entre mixtecos, mazatecos, chinatencos y
sus vecinos nahuas de Puebla, sin embargo los Flores
Magón pronto dejaron la sierra para trasladarse a
la ciudad de México donde finalmente realizarían
estudios universitarios, participarían en movimientos
estudiantiles contra la reelección de Porfirio Díaz y
fundarían el periódico “Regeneración”. La presencia
indígena sería una constante en la lucha magonista, tanto
en el impulso para la conformación del PLM, como en la
lucha armada originada desde las filas liberales; algunos
delegados del partido como el mixteco Hilario C. Salas,
entablaba conversaciones con popolocas invitándolos a
unirse a la rebelión, Abelardo Beave recorría la sierra de
Oaxaca hablando a los indios sobre la revuelta que se
preparaba, lo mismo hicieron otros magonistas entre los
chontales de Tabasco y los yaquis de Sonora. Los liberales
impulsaron un fuerte recurso propagandístico entre las
comunidades indígenas, inculcaron la semilla liberal y
apoyaron luchas regionales en contra de terratenientes
y empresas extranjeras, tal es el caso de la batalla
de Acayucan donde la empresa “Veracruz Land and
Cattle” se apoderó más de 175 mil hectáreas de tierras
comunales pertenecientes a los pueblos originarios del
estado. En 1906 se organizaron partidas de campesinos
encabezados por Hilario Salas para lanzarse a la rebelión
agraria en contra de esta acción, sin embargo, y pese a
haber reunido cerca de mil combatientes indígenas, la
revuelta fue reprimida rápidamente por el gobierno de
Porfirio Díaz.
Por otra parte, Fernando Palomares, indígena mayo, fue

36
puntal para la lucha liberal al norte del país, es recordado
como uno de los más entusiastas y coherentes miembros
del PLM desde su fundación. La relación de Palomares y
los magonistas inició en 1904 convirtiéndose en agente
de la publicación “El hijo del Ahuizote” distribuyendo
el periódico en Baja California, lo mismo hizo con
“Regeneración” y otros diarios más que buscaban adeptos
para la causa liberal; incluso Palomares y otros indígenas
magonistas como José María Leyva participaron durante
el movimiento obrero en Cananea. Palomares no sólo
tuvo como misión el distribuir periódicos y propaganda
liberal, también llegó a dirigir la publicación “Libertad
y trabajo” que manejaba exclusivamente contenido
magonista. En 1910 Fernando Palomares fungió como
delegado en Baja California y Sonora donde tuvo
importantes acercamientos con líderes y combatientes
yaquis como Sibaulame, posteriormente se concentró
en preparar la insurrección armada acompañado
del tarahumara Camilo Jiménez; en 1911 ocuparon
militarmente Mexicali y avanzaron sobre Tecate y
Tijuana permaneciendo en armas durante 6 meses hasta
su enfrentamiento con tropas maderistas.
La estrecha relación entre los yaquis y el magonismo
se plasmó desde los primeros intentos de formación del
PLM, al momento en que se preparaba el levantamiento
armado de 1908 el delegado del partido en Sonora
trató de establecer una alianza con el guerrero yaqui
Sibaulame. El 31 de agosto de 1911 500 yaquis tomaron
por asalto el cuartel general de Pitahaya, Sonora donde
plantaron una bandera roja con la inscripción “Tierra y
libertad”. La comunicación entre los líderes de la etnia y
el PLM fue constante como se consta a continuación:

37
15 de julio de 1914

A los miembros del Partido Liberal


Mexicano

Salud

Sirvan estas líneas para manifestaros


nuestra simpatía por los esfuerzos que hacéis
por ayudarnos a sacudir el yugo de nuestros
opresores, contra quines hemos venido
sosteniendo una guerra desigual desde hace
más de cuarenta años.
Con la mano en el corazón os invitamos
a venir a este campamento, donde seréis
recibidos con los brazos abiertos a vuestros
hermanos de miseria. No tenemos palabras
para manifestar nuestro reconocimiento
por los sacrificios que hacéis por nosotros, y
esperamos que siempre estaréis dispuestos a
tendernos la mano , hasta que el capitalismo
desaparezca de esta región del Yaqui y la
bandera roa de “Tierra y libertad” no tenga
enemigos que combatir.
Recibid los saludos de toda la tribu yaqui y
un fraternal saludo de nuestros compañeros
de Tierra y libertad.
En representación de la tribu firman:
Luis Espinoza, Juan José Sibaulame, Luis
Matus, Juan José Gómez e Ignacio Mori.
Representante de la junta organizadora del
PLM: Juan N. Montero

Cuartel general de la tribu en


Torocobampo, Río Yaqui Sonora

38
No asombra la fraterna comunicación entre líderes
yaquis insurrectos y el PLM, es conocido que importantes
generales revolucionarios tuvieron correspondencia
y siguieron atentos los pasos que daba la revuelta
magonista, tal es el caso de Gertrudis Sánchez, teniente
coronel del 28º Cuerpo rural a las órdenes de Madero, en
pleno corazón de tierra caliente.
Del lado del pueblo yaqui, Javier Buitimea participó
en las filas del PLM entre 1906 y 1908, trabajó como
delegado en Sonora y Chihuahua donde recorrió a pie
enormes distancias sufriendo persecuciones y hambre,
en 1908 armó 200 combatientes para entrar a la lucha
armada; fue un importante ejecutor liberal y precursor
del vital papel que jugaría la tribu sonorense en la
revolución mexicana, no es cosa menor afirmar que los
yaquis fueron la etnia con la participación más definitiva
en el final triunfo del Obregonismo en la lucha armada.
Otro indígena y militante magonista más es José María
Leyva, homónimo del histórico líder yaqui “Cajeme”,
Leyva nació en El Fuerte Sinaloa se afilió al partido
liberal mexicano y participó en la huelga de Cananea
así como en los movimientos de Biseca y Las Vacas, se
afilio al antireeleccionismo y fue el primero en rebelarse
en Sinaloa en 1909, Leyva encabezó la disputa armada
en Baja California de 1911 donde también se unieron a
la lucha algunos indios cucapás y sus vecinos Kiliwas y
paipais liderados por Emilio Guerrero. Más tarde Leyva
se uniría al anti reeleccionismo; al asumir Madero
la presidencia lo nombra jefe político de Sinaloa y
posteriormente de Cuajimalpa en el Distrito Federal. José
María Leyva, coincidiría en Sinaloa con otro combatiente
homónimo de un histórico líder yaqui, Juan Banderas,
futuro gobernador del estado, capitán zapatista y villista
que sembró la revolución en tierras norteñas y a quien
se le atribuye la frase:

39
Lo que debería hacer Carranza es enviarnos,
en vez de soldados, a ingenieros con
teodolitos para que se haga el reparto de
tierras

El nacimiento del Partido Liberal Mexicano y el


pensamiento magonista es sin lugar a dudas el principal
antecedente político de la lucha anti reeleccionista de
Francisco I. Madero, el apoyo recíproco que los Flores
Magón tuvieron de personajes y comunidades indígenas
sería la antesala de la participación india en la lucha
armada iniciada en 1910.

40
EL PLAN DE SAN LUIS Y EL ZAPATISMO

La premisa de “Sufragio efectivo, no reelección” incluida


en el Plan de San Luis firmado por Francisco I. Madero,
sobre la cual se inició la guerra civil en 1910 y sobre la
que se cimienta buena parte de la estructura del Estado
mexicano actual no causó el mismo impacto al interior
de las comunidades indígenas acostumbradas a un
propio sistema de nombramiento de autoridades y de
organización política, el verdadero punto contenido en
dicho plan que atrajo a las comunidades fue el referente
a la propiedad agraria. El plan decretaba de manera
textual lo siguiente:

Abusando de la ley de terrenos baldíos,


numerosos pequeños propietarios, en su
mayoría indígenas, han sido despojados de
sus terrenos, por acuerdo de la Secretaría de
Fomento o por fallos de los tribunales dela
República. Siendo de toda justicia restituir
a sus antiguos poseedores los terrenos de los
que se les despojó de un modo tan arbitrario,
se declaran sujetas a revisión tales
disposiciones y fallos y se les exigirá a los que
los adquirieron de un modo tan inmoral,
o a sus herederos, que se les restituyan
a sus primitivos propietarios, a quienes
pagarán también una indemnización
por los perjuicios sufridos. Sólo en caso de
que esos terrenos hayan pasado a tercera
persona antes de la promulgación de este
Plan, los antiguos propietarios recibirán
indemnización de aquellos en cuyo beneficio
se verificó el despojo.

41
Este pequeño párrafo fue lo que ayudó a que los
pueblos indígenas se acercaran a la causa maderista,
el antireeleccionismo era un concepto que no cabía
entre los pueblos originarios con sus propias formas de
elección de líderes tradicionales, pero de igual forma, el
párrafo antes citado del Plan de San Luis es motivo del
distanciamiento de varios líderes agrarios que llegaron
al extremo de señalar a Madero como un traidor de la
revolución debido a que una vez instalado en el poder,
el anti reeleccionista no mostró la capacidad necesaria
para cumplir la promesa del reparto agrario.
Madero ante el reclamo indígena por la tierra solo
supo reaccionar como un represor, ordenó el combate
militar contra el Ejército libertador del sur, el gobierno
maderista nunca vio con buenos ojos la legítima
demanda campesina que había sido pagada con sangre y
la destrucción de pueblos nahuas debido a los combates
contra las fuerzas federales. Una de las voces más cercanas
a Madero, su secretario de gobernación (y primo) Rafael
Hernández Madero no tuvo más que descalificaciones
y palabras que dejaban entre ver un verdadero rencor
contra los pueblos originarios, con lo que se deja abierta
la pregunta sobre si este odio contra lo indio era un
común denominador en el gabinete Maderista.
Rafael Hernández Madero se expresaba de Emiliano
Zapata y su ejército de campesinos nahuas de la siguiente
manera:

Zapata era invencible en las montañas de


Morelos, Puebla y Guerrero, al frente de
sus chusmas indígenas inacabables, espera
la oportunidad merodeando la Ciudad de
México como ave de rapiña. Por sí solo nada
ha hecho. Es rústico y astuto que ha sabido
imponerse a la indiada que lo sigue con
fidelidad canina. Las chusmas zapatistas
eran capaces de “hacer bola” pero como
saldados valían un comino.

42
La principal figura de la lucha por la tierra es el General
Emiliano Zapata Salazar, brillante revolucionario de una
sola pieza y un solo ideal: “tierra y libertad”.
Emiliano inició su historia como representante
popular en 1903 al formar parte de una comisión
de campesinos que protestaban por el abuso de un
terrateniente en Yautepec, tras varios procedimientos
legales que incluyeron una reunión con Porfirio Díaz
y al padecer en carne propia como el poder se ejercía
contra los campesinos y a favor de los hacendados,
Zapata vuelve como representante popular en 1909 al
ser elegido como presidente de la Junta de defensa de las
tierras de Anenecuilco, un año más tarde recuperó por
la fuerza las tierras de Villa de Ayala para devolverlas
a los campesinos del lugar. Meses después, tras una
reunión en el mismo sitio, él y varios campesinos más
deciden apoyar el Plan de San Luis, iniciando así una
larga lucha que terminaría hasta el día de su muerte. En
marzo de 1911 el Ejército libertador del Sur conseguiría
su primera gran victoria al tomar posesión de Cuautla;
algunos de los compañeros de Emiliano en los orígenes
de la revolución fueron su hermano Eufemio, su primos
Amador Salazar y Rafael Merino, sin olvidar al redactor
del Plan de Ayala, Otilio Montaño. Las filas zapatistas
en un principio estuvieron formadas y comandadas por
indígenas nahuas de Morelos y estados circunvecinos,
posteriormente, en 1914, llegó al ejército un grupo de
intelectuales que se acercaron con admiración y simpatía
al zapatismo, entre ellos destacan las personalidades de:
Gildardo Magaña, Ángel Barrios, y Antonio Díaz Soto y
Gama.
El zapatismo fue quizás el mas fuerte de los movimientos
componentes de la revolución mexicana, la figura y
capacidad de dirigir de Emiliano pronto se convirtió un
auténtico reguero de pólvora que corrió en los estados
circundantes y la capital del país, incluso dentro de la
misma Ciudad de México los zapatistas consiguieron

43
la instalación de cuarteles. Probablemente la presencia
indígena en las filas del Ejército libertador del sur fue
un factor determinante en la cohesión del movimiento,
no solo la lucha por la tierra sino la identificación como
indios nahuas hablantes de una misma lengua facilitó la
adopción de una causa mutua entre los pobladores de
Milpa Alta, Xochimilco, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y
Morelos.

El plan de Ayala

Tras la primer etapa de la guerra de revolución, la que


corresponde al derrocamiento de la dictadura porfirista,
todo estaba puesto para que Francisco I. Madero
asumiera la presidencia tras un breve interinato de
Francisco León de la Barra, la expectación ante el triunfo
maderista era mayúscula y los resultados que a la larga
dio el maderisno no correspondieron a la esperanza
puesta en su triunfo, el incumplimiento de lo referido en
el Plan de San Luis sobre los temas agrarios originaron
no solo la continuación de la rebeldía del Ejército
libertador del sur sino un nuevo periodo de guerra,
ahora entre los gobiernos posteriores a la dictadura y
las fuerzas zapatistas. Prácticamente un año después del
levantamiento maderista, el 28 de noviembre de 1911,
Emiliano Zapata lanza a la ciudadanía el “Plan de Ayala”
con dos ejes principales: el desconocimiento del gobierno
de Francisco I. Madero por un cumplir con la promesa
de la devolución de las tierras prometido en el Plan de
San Luis, y la recuperación de las tierras, montes y aguas
para los pueblos que pudieran comprobar mediante
viejos títulos de propiedad la pertenencia de la tierra. El
Plan de Ayala no fue el único de los comunicados del
General Zapata al pueblo mexicano, en cada uno de ellos
se puede encontrar un profundo respeto a la gente por
parte los combatientes zapatistas como lo vemos en el
siguiente ejemplo:

44
Manifiesto del General Emiliano Zapata
a la nación
Octubre de 1913

No es preciso que todos luchemos en los


campos de batalla, no es necesario que
todos aportemos un contingente de sangre
a la contienda, no es fuerza que todos
hagamos sacrificios iguales en la revolución;
lo indispensable es que todos nos alcemos
resueltos a defender el interés común y
rescatar la parte de soberanía que se nos
arrebata.
Llamad a vuestras conciencias; meditad
un momento sin odio, sin pasiones, sin
prejuicios y esta verdad luminosa como el
sol, surgirá inevitablemente ante vosotros.
La revolución es lo único que puede salvar
a la república. Ayudad a la revolución, traed
a vuestro contingente. Cumplid con vuestro
deber y seréis dignos, defended vuestro
derecho y seréis fuertes, después la patria se
alzará sobre su pedestal y dejará caer sobre
vuestra tumba un puñado de rosas

Ante convocatorias como esta no es dif ícil entender


el por qué el Ejército libertador del sur se extendió de
manera considerable, ahora a los nombres de Emiliano
Zapata, Otilio Montaño, Genovevo de la O y Gildardo
Magaña deberían sumárseles los de Domingo Arenas,
Juan Banderas y Ascensión Tepal entre muchos otros

Los capitanes zapatistas

El zapatismo se extendió por varios estados de la


república que vieron el paso, no siempre victorioso, de los

45
seguidores de Zapata, incluso en algunas zonas el rastro
de la revolución agraria fue más bien con tintes de caos y
destrucción debido a los constantes ataques de ejércitos
federales que siempre vieron en las tropas zapatistas
una verdadera amenaza para su estadía en el poder, esto
sumado a una terrible epidemia de influenza que asoló a
los soldados y líderes zapatistas que irremediablemente
caían enfermos sin contar con medicinas para combatir
el virus; personajes como Gildardo Magaña y el general
villista José Chávez García fueron víctimas en manos de
la epidemia que colaboró con la extinción de algunos
ejércitos revolucionarios.
La presencia zapatista en el centro y sur del país arrojó
una gran cantidad de liderazgos regionales, aunque
dispersos en el territorio nacional estaban unidos bajo
la premisa fundamental de los pueblos indígenas en la
revolución mexicana: “tierra y libertad”.
Genovevo de la O, Jesús Capistrán y Francisco
Pacheco pelearon al interior de Morelos en Santa María
Ahuacatitlán, Huitzilac y Tlaltizapán respectivamente.
En Puebla Benigno Abundez, Daniel Andrade, Fortino
Ayaquica, Francisco Mendoza y José Trinidad Ruiz
enarbolaron la causa zapatista, en Guerrero encontramos
a Jesús Salgado. En Sinaloa el feroz guerrillero Juan
Banderas y el indio mayo Felipe Bachomo dieron más
que dolores de cabeza a distintos líderes de la revolución,
aunque de igual forma se aliaron a los máximos caudillos
Villa y Zapata.
Los pueblos nahuas y campesinos en Tlaxcala
tuvieron en Juan Cuamatzi uno de sus primeros
referentes armados, desde muy joven simpatizó con el
anti reeleccionismo y los grupos liberales, en 1910 se
sublevó contra el gobierno estatal pero su revuelta fue
suprimida por el ejercito de Porfirio Díaz, Cuamatzi
decide ocultarse en Puebla para posteriormente apoyar
en Tlaxcala a las filas maderistas, aunque participó en
varios hechos de armas fue derrotado y fusilado por

46
fuerzas federales, cabe mencionar que su hermana
María tuvo una participación activa durante la campaña
electoral de Francisco I. Madero. Pese a estas primeras
derrotas la inquietud tlaxcalteca por las injusticias de
los terratenientes se mantuvo viva hasta la aparición de
nuevos caudillos.
Ascención Tepal es un ejemplo del caudilismo
tlaxcalteca; Tepal, de ascendencia indígena se afilio
al partido nacional antireelecionista levantándose en
armas entre 1910 y 1911, fue perseguido por el golpista
Victoriano Huerta lo que lo llevó a unirse al contingente
de Máximo Rojas para seguir en la lucha revolucionaria,
fue coronel de la brigada Leales de Tlaxcala, años más
tarde fue constituyente por el distrito de Calpulalpan
en el congreso de 1917. De origen tlaxcalteca, Domingo
Arenas es un referente de la lucha agraria en ese
estado. El 20 de agosto de 1914 al frente de más de 500
hombres tomó la capital de Tlaxcala. Arenas por su
abierta actitud agrarista, vinculada con el zapatismo
realizó adjudicaciones de tierras. Rompió con los
constitucionalistas y se plegó a los que habían sido
leales a la convención de Aguascalientes sublevándose
contra Carranza el 12 de noviembre de 1914. Arenas
seguido par la brigada Xicoténcatl salió de la ciudad
de Tlaxcala y sostuvo el primer encuentro en contra
de los constitucionalistas en el pueblo de Panotla. Su
cercanía con el zapatismo se vio quebrantada al tratar
de convencer a Gildardo Magaña de aceptar la amnistía
que ofrecía Carranza, esto llevó a una fuerte disputa
que ocasionó la muerte de Domingo, tras su deceso, su
hermano Cirilo Arenas enfrentó al zapatismo en busca
de venganza pero más tarde también desconoció a los
carrancistas cayendo prisionero en manos de éstos.
Aunque no afiliados al zapatismo, otros focos agraristas
al interior del país pueden encontrarse en las huastecas,
en la tamaulipeca con los hermanos Alberto y Francisco
Carrera Torres, en la hidalguense Encarnación Díaz

47
Mercado y en la potosina los hermanos Saturnino,
Cleofás y Magdaleno Cedillo lucharon junto a algunos
indios pames. En la región de la Laguna sobresalen
Calixto Contreras y Severino Ceniceros, éstos últimos
se levantaron en armas justo el 20 de noviembre de
1910 encabezando a numerosos indígenas de la región
despojados de sus tierras 5 años atrás.

Chiapas y Oaxaca

Aunque alejados de los zapatistas en Morelos, Antonio


León Osorio se unió a la lucha en Chiapas bajo las
órdenes de Rafael Cal y Mayor, el más agrarista de los
revolucionarios chiapanecos, Rafael fue comisionado
para operar en Tabasco y Chiapas pero posteriormente
se unió al Plan de Agua Prieta. Por el lado tzotzil, en
Tuxtla Gutierrez, el líder revolucionario fue Jacinto
Pérez Ch’ixtol, quien buscó la repartición de tierras en la
zona hasta su trágica derrota en Chiapilla. Pérez Ch’ixtol
llegó a tener bajo su mando a cerca de 1500 hombres.
Mientras tanto en San Cristóbal de las Casas, la iglesia
y diversos jefes oligárquicos proclamaron al Doctor
Policarpo Rueda como gobernador y reivindicaron la
ciudad como sede de los poderes estatales. Esta disputa
desembocó en una cruenta lucha armada en la que el
jefe de la sublevación involucró a las chamulas e invitó a
todos los municipios a secundar la causa. Rueda, indígena
chiapaneco fue firmante del Plan de Tacubaya que
derogada el Plan de San Luis en 1911. Durante el traslado
del nuevo gobernador a San Cristóbal y con ayuda de
Jacinto Pérez Ch’ixtol, en una importante demostración
de fuerza desfilaron por los caminos chiapanecos cerca
de 10 mil indígenas armados con lanzas, bordones de
punta metálica y algunas cuantas escopetas.
La revolución en Oaxaca tuvo otro tipo de aspiraciones,
más allá de lo agrario el movimiento estaba encaminado
a la separación del estado de la federación, Guillermo

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Meixueiro, caudillo de la sierra zapoteca operó en Oaxaca
contra el constitucionalismo de 1915 a 1920, antes había
sido diputado por el distrito de Villa Alta y suplente
por el de Etla, Oaxaca. Encabezó el movimiento que
derribó al gobernador Miguel Bolaños Cacho a fines del
huertismo y posteriormente se lanzó contra Carranza a
fin de separar a Oaxaca de la república, Meixueiro siguió
los planes de anteriores gobernadores que ya buscaban
la independencia del estado como Benito Juárez Maza
y José Dávila. Meixueiro lanzó en Ixtlán de Álvarez un
manifiesto dirigido a los oaxaqueños y otros estados en
los que les proponía desconocer el liderazgo Carrancista
y originar gobiernos y estados provisionales. Sin
embargo, Meixueiro al igual que otros líderes políticos
de la revolución se olvidó de los cerca de 8 mil indígenas
mixtecos y zapotecos que se afiliaron a las fuerzas de la
soberanía pero que buscaban la resolución de eternos
problemas agrarios en la entidad.
La rendición de Meixueiro se dio bajo la presión del
General de División Pablo González, Meixueiro y sus
separatistas: Isaac Ibarra, Onofre Jiménez, Guillermo
Delgado, Pedro Castillo, Luis Iñarritu, Aureliano
Hernández y Onésimo González negociaron sin armas
de por medio su rendición a cambio de la destitución de
líderes políticos en el estado.
En la misma línea separatista Arturo Garcilazo encabezó
las armas en Yucatán, estado que por segunda ocasión
buscaba separarse del país tal como lo hizo durante la
guerra de castas, en las que las hostilidades duraron
más de 50 años siendo el periodo más sangriento el de
1847 a 1851 arrojando alrededor de un cuarto de millón
de muertos; en la guerra de castas los indígenas mayas
de Yucatán deseaban independizarse de la república e
incorporarse al imperio británico.

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Sinaloa y el pueblo mayo

Del lado de la etnia mayo, su participación en la guerra


civil inició debido a una muy cercana relación con
Obregón, cabe recordar que una partida de cerca de 500
indios mayos acompañaban al caudillo sonorense en sus
primeras campañas militares, Álvaro Obregón logró
reunir tal cantidad de combatientes de la tribu debido a
una cercana relación con Chito Cruz líder de la etnia; los
mayos acompañaron al militar sonorense y se integraron
al 4to batallón reclutado en los pueblos cercanos al Río
Mayo, prácticamente en su primer incursión éste fue
tiroteado por guerreros yaquis al pasar por Estación
Mapoli, recibiendo así su iniciación de fuego.
Felipe Bachomo, “el misi” (el gato) fue el principal
indio mayo insurrecto en tiempos de la revolución, en
1911 participó en la toma de Mazatlán encabezando
un pequeño contingente de mayos armados con arcos
y flechas. Posteriormente Bachomo inicia una lucha
particular alentado por el deseo de regresar las tierras
arrebatadas a sus hermanos de raza, las fuerzas de los
mayos insurrectos se alojaron en Jahuara, ahí planeaban
sus ataques con tácticas guerrileras, asaltaban los
poblados cercanos en busca de dinero y víveres e
irremediablemente caían en los mismos excesos que sus
vecinos yaquis, robaban, asesinaban y destruían toda
propiedad de blancos y asiáticos que encontraban a su
paso; poblaciones como: Los Mochis, Camayeca, Tesila,
Ahome sufrieron las consecuencias de la ira de los indios
mayo. Fue hasta 1915 que el gobernador de Sinaloa, Ing.
Rodríguez Gutiérrez, comprendió que los indígenas
estaban en rebeldía por la cuestión agraria e impulsó un
pequeño reparto de tierras que inició con los mayos del
pueblo de Tepuche.
Bachomo no fue simpatizante de líderes como
Carranza o el grupo sonorense, él y los suyos tenían
una guerra particular en contra de los caciques locales,

50
sin embargo, al paso del tiempo “el misi” se unió a las
fuerzas villistas sosteniendo varios combates hombro
a hombro con las tropas de Juan Banderas, juntos se
rindieron ante el ejército de Enrique Estrada pese a que
contaban con más de 1200 hombres armados. Felipe
Bachomo fue fusilado en Los Mochis, él mismo eligió a
los hombres que jalarían el gatillo en el paredón; antes de
su fusilamiento fue torturado para que confesara donde
tenía escondido el dinero robado en sus múltiples asaltos.
Los restos de Bachomo fueron entregados al cobanahue
o gobernador indígena de la tribu mayo. Tras su muerte
mucho se habló sobre la inocencia de Bachomo en lo que
respecta a las violaciones y asesinatos ocurridos durante
su llegada a los pueblos sinaloenses, se aseguraba que
“el misi” no daba la orden de éstas atrocidades, sino que
eran cometidas por algunos yoris infiltrados entre los
indios seguidores de Bachomo.
Por su parte, Juan Banderas, uno de los pocos líderes
insurrectos que peleó tanto en el norte como en el centro
y sur del país junto a Francisco Villa y Emiliano Zapata,
fue asesinado una vez terminada la guerra de revolución
en la ciudad de México a manos de un congresista
con quien tuvo un altercado verbal en plena tribuna
legislativa.

51
“Chito Cruz” Cobanahue de la tribu mayo

Las mujeres zapatistas

Los ejércitos zapatistas se distinguieron por una


constante presencia femenina, más allá del estereotipo
de la “Adelita” las combatientes de Zapata tuvieron
nombre y apellido: Dina Querido Viuda de Moreno, se
incorporó en mayo de 1914 al Ejército Libertador del Sur,
a las órdenes de Genovevo de la O, aportó dinero, granos
y forraje para la causa revolucionaria; fue enfermera
y estuvo presente en varios hechos de armas, como
en el de Contreras, Distrito Federal, donde zapatistas
combatieron a carrancistas. Sara García Sabido, entró
a la revolución a consecuencia de la traición de Huerta
contra Madero, en febrero de 1913 llamó a la rebelión
a la población maya de la Villa de Maxcanú, Yucatán.

52
María de Jesús León Fajardo también fue enfermara
del Ejército Libertador del Sur, estuvo a las órdenes de
Genovevo de la O recolectando parque y medicamentos
para utilizarlos al servicio del movimiento zapatista,
fue comisionada para llevar correspondencia a los
campamentos sureños. Rosa Bobadilla de Casas, obtuvo
el grado de Coronel zapatista y secretaria de acción
femenil de la Confederación Nacional Campesina, se
levantó en armas en San Lorenzo de las Guitarras, estado
de México, al frente de 50 hombres en 1911, luchó hasta
1919 en más de 168 acciones de armas. María Cavaría,
Coronel zapatista participó en los sitios de Cuautla,
Morelos, Puebla, y Chilpancingo. Un caso singular es
el de Ángela Jiménez, mejor conocida como “Teniente
Ángel Jiménez”, de origen zapoteco, juró matar federales
tras el intento de violación sufrido por su hermana, se
vistió de hombre y se unió a la Revolución junto con su
padre, fue soldadera experta en explosivos. Abandonó
su estado natal y luchó en el centro y norte del país con
villistas y zapatistas.

53
LOS YAQUIS Y EL TRIUNFO SONORENSE

Mientras los indígenas nahuas hermanados en la lucha


agraria y zapatista tuvieron presencia natural y pelearon
a lo largo de varios estados de la república, la tribu yaqui
se limitó a combatir dentro del estado de Sonora, más
como resultado de la defensa del territorio que en un
sentido ocupacionista de otras posiciones militares.
Si los indios yaquis llegaban a salir de sus tierras para
unirse a la revuelta lo hacían incorporados y bajo las
órdenes de líderes ajenos a la comunidad como Álvaro
Obregón y Francisco Villa, lo que incluso pudo provocar
combates fraticidas entre miembros de la tribu. Como se
ha mencionado anteriormente el aporte yaqui al triunfo
revolucionario del grupo sonorense fue vital, la tribu era
capaz de unirse con el fin de defender el estado entero
pero de igual manera podía adoptar posiciones contrarias
a los ejércitos sonorenses, las posturas tomadas por los
yaquis a lo largo de la guerra de revolución fueron tan
diversas como los líderes de la tribu participantes en la
misma; y no es para menos ya que el pueblo yaqui tiene
una larga tradición guerrera prácticamente arraigada en
sus usos y costumbres, la férrea defensa de los poblados
yaquis tiene lugar desde la primer expedición de la
conquista en 1533 y no termina sino hasta la segunda
mitad de la década de los 30.
Luis Matus, José Sibaulame, Luis Espinosa, Juan
José Gómez e Ignacio Mori, además de Lino Morales
y los Fieles de Huírivis serán nombres comunes
que relacionan la guerra de revolución en México
y el pueblo yaqui. Prácticamente todos ellos, como
líderes revolucionarios, tuvieron representantes en la
Convención de Aguascalientes.
El pueblo yaqui, de larga tradición bélica, durante la

54
revolución mexicana simplemente aplicó tácticas de
guerra aprendidas de sus históricos líderes de armas
como Cajeme y Tetabiate. La técnica tradicional de la
guerra de guerrillas, el pica y huye utilizado por casi todos
los caudillos revolucionarios encontró entre los yaquis
un alto nivel de eficiencia, atacar a los ejércitos yoris y
replegarse a la Sierra del Bacatete fue la constante entre
los combatientes yaquis, principalmente los liderados por
Sibaulame, encargado de liquidar a todo aquel soldado
federal que se atreviera a acercarse a la sierra. Incluso
se han llegado a mencionar en algunas crónicas que los
ejércitos yaqui llegaban a sincronizarse en sus batallas a
través de tambores y demás instrumentos utilizados en
las danzas de pascola, a partir de silencios y redobles los
guerreros sabían exactamente que movimiento realizar,
lo cual desconcertaba completamente al ejército federal
que irremediablemente caía rendido ante las armas de
los indios sonorenses

El Maderismo

La convocatoria revolucionaria lanzada por Francisco I.


Madero en 1910 no tuvo mucho eco entre los yaquis, la
tribu venía del largo periodo de guerra que derivó en la
diáspora, se calcula que el exterminio yaqui patrocinado
por Díaz costó a la tribu cerca de 15 mil indios separados
de su territorio. Madero conoció la problemática de
los sonorenses y tras visitarlos en campaña prometió
ayudarlos y dar a cada jefe de familia 50 hectáreas en
propiedad particular, propuesta rechazada por el pueblo
que no entendía la posibilidad de pequeños territorios
para cada quien y exigía la totalidad de la tierra para el
conjunto de la etnia. Pese a esta clara diferencia Sibaulame
bajó de la sierra para colaborar con los maderistas en la
lucha contra los gobiernos federales del General Díaz,
esta fugaz ayuda dio origen a un nuevo acuerdo con
Madero que consistió en que al momento de asumir la

55
presidencia le sería restituida a la tribu la totalidad de su
territorio y devueltos sus hermanos enviados a Yucatán y
Oaxaca. Al igual que ocurrió con la promesa del reparto
agrario, Madero fue incapaz de cumplir sus acuerdos y la
desesperación de la tribu se veía muy próxima.
En marzo de 1912 Orozco se levanta en armas en
contra del Maderismo, este momento fue aprovechado
por los líderes yaquis para continuar su propia disputa
contra los yoris (blancos) invasores en su territorio, para
esto los líderes Sibaulame, Espinoza y Gómez llegaron
a un acuerdo, entrarían a la guerra pero sin alinearse
al Maderismo ni al Orozquismo; incluso Luis Espinoza
concentró a más de mil hombres en Tocorobampo listos
para la insurrección, hecho que molestó de sobremanera
el gobernador sonorense Maytorena, quien no tuvo
más remedio que cumplir la orden de mesura dada por
Madero.
Una vez triunfante el maderismo, Adolfo de la
Huerta presionó al anti reeleccionista para solucionar
rápidamente el problema yoreme, incluso logró reunir
algunos representantes de la tribu con Madero en plena
ciudad de México, tras aquella visita, el vicepresidente
Pino Suárez visitó Sonora con el fin de terminar de una
vez por todas el problema entre yoris y yaquis. Madero
por su parte facultó al inglés Viljoen como representante
e interlocutor con la tribu, Viljoen quiso resolver el
problema colocando a todos los indios en las tierras del
río Yaqui ante lo que De la Huerta protestó directamente
con Madero y el comisionado, que desconocía la raíz
histórica del problema y además hablaba muy poco
español, fue retirado definitivamente de la negociación.

56
Madero y los capitanes yaquis

.
De la Huerta y el pueblo yaqui

Una de las grandes figuras sonorenses durante la


revolución mexicana fue Adolfo de la Huerta, amigo
cercano del pueblo yaqui, llegó a ser gobernador del
estado y presidente interino de la República. Durante
muchos años la familia De la Huerta cultivó una sólida
relación con los yaquis, inclusive eran reconocidas entre
diferentes jefe revolucionarios las claras intenciones de
De la Huerta por alcanzar la pacificación de la zona de
los 8 pueblos yaqui, era notoria la forma en que la tribu
y el político se respaldaban mutuamente.
De la Huerta buscó en varias ocasiones el apoyo militar
del pueblo yaqui, principalmente del general Sibaulame,
cabe mencionar que de acuerdo el Plan de San Luis, los
representantes del maderismo en cada estado serían
aquellos que contaran con una mayor cantidad de

57
hombres en armas, para lograr esto De la Huerta pidió el
respaldo de los guerreros yaquis que fácilmente podían
vencer en cantidad a cualquier otra fuerza armada
del estado. Los yaquis, encabezados por Sibaulame
respaldaron en varias batallas a las filas de De la Huerta,
tal es el caso de la ofensiva de Santa María, en la que
vencieron por completo a 4 mil federales, les quitaron las
armas y las guardaron en la sierra del Bacatete. Otra de las
acometidas donde los yaquis estaban resueltos a apoyar
a De la Huerta fue en el sitio de Ortiz, aquí De la Huerta
solicitó a Dolores Amarillas, el cobanahue o gobernador
yaqui, su participación en la batalla, la respuesta fue el
envío del general Sibaulame al frente de 800 hombres
dispuestos a deshacer cualquier resistencia federal,
como obsequio ante esta demostración de amistad, De
la Huerta obsequió a la tribu un fonógrafo comprado en
una tienda de chinos. Ya en campaña militar los yaquis
tuvieron dos encuentros más con tropas oficiales de las
que salieron triunfantes.
Cuando De la Huerta ocupó provisionalmente el
gobierno de Sonora, en mayo de 1916, encontró la
oportunidad de firmar la paz con los yaquis, aunque se
hallaba en comunicación con la tribu desde 1903. En
las memorias de Adolfo De la Huerta se recuerda una
conversación entablada por el político y un emisario
yaqui durante una de las muchas negociaciones de
pacificación, el indio de nombre José Crispín, enviado
por los generales yoremes Matus, Mori y Espinoza, se
presentó en la casa del entonces gobernador para decirle
lo siguiente:

Pues aquí me tienes para hacer la paz contigo;


pero que no vaya a creer el gobierno que
nos rendimos; nosotros no nos rendimos
nunca, siempre estamos listos para pelear
y no nos vamos a acabar, porque al venado
lo persigue el yaqui, lo persigue el yori, lo

58
persigue el gringo y no se acaba ... y no
tiene armas. Y a nosotros no nos persigue
más que el yori; porque el gringo no nos
persigue; allá tenemos nuestros parientes,
del otro lado, y no nos hacen nada. Así es
que no nos acabamos. Vamos a hacer la
santa paz porque te tenemos confianza.

Los fieles de Huírivis

Tras el asesinato de Madero en 1913 la tribu entraría en


una nueva etapa de lucha, algunas facciones yaquis se
acercarían en demasía a la figura de Álvaro Obregón,
futuro líder constitucionalista encargado de atacar
e impedir que las fuerzas del usurpador Victoriano
Huerta entraran a territorio sonorense, a Obregón se
sumaron varios grupos de guerreros yaqui entre los que
destacan:

ü José María Cajeme, sobrino del histórico líder de


la tribu
ü Wistano Gaytán en Potam
ü Concepción Gamez en Cocorit
ü Fructuoso Méndez seguido de varios voluntarios
yaquis.

En las memorias de Álvaro Obregón se resalta la labor


de Méndez al mando del 3er. Batallón de Infantería con
un efectivo de 757 plazas, Méndez colabora en la toma
del cerro de Batuecas y el sitio de Guaymas; Años más
tarde, el mismo Fructuoso Méndez combatiría en contra
de Obregón al mando de cerca de 2 mil hombres
Lino Morales y Francisco Urbalejo liderarían la famosa
sección sonorense llamada “Los Fieles de Huírivis”
compuesto por 22 oficiales y 300 individuos de tropa,
pelearían primero contra Orozquistas y posteriormente
se sumarían a la guerra contra el Huertismo, en los Fieles
de Huírivis destacaría la participación de:
59
ü Capitán primero Tiburcio Amarillas
ü Capitán segundo José Amarillas
ü Teniente José Bacaseua
ü Teniente Antonio Amarillas
ü Teniente Exiquio Chávez
ü Teniente Joaquín Valencia
ü Subteniente Manuel Valencia
ü Subteniente Antonio Flores
ü Subteniente Agustín Gutiérrez
ü Subteniente Antonio Molina
ü Subteniete Ramón Valencia
ü Soldado Vicente Buitimea

Ignacio Mori se sumó al Ejército del Noreste con más


de 900 hombres armados, este contingente participó
desde las primeras batallas que el constitucionalismo
sostuvo contra Huerta. Dos años después los yaquis que
se encontraban en Yucatán levantados en armas desde un
año antes, se unieron a Mori, este grupo fue designado
como el 20º batallón de Sonora, comandado desde 1914
por Lino Morales ya como coronel constitucionalista.
Obregón sabía muy buen la necesidad de contar con la
mayor cantidad de combatientes posibles, si estos tenían
una casta guerrera como la del pueblo yaqui convertiría
a las fuerzas obregonistas en un ejército prácticamente
invencible; sin embargo, las bajas llegarían pronto y en
la batalla de Santa Rosa de 1913 murió Luis Bule de un
tiro en la cabeza.
El 20º batallón sería una pieza importante en las
victorias Obregonistas, sobresalieron sus combatientes
en las batallas de Celaya en que vencieron a las tropas
villistas y que prácticamente acabó con la fuerza militar
del centauro del norte, pese a que éste contaba entre sus
filas con por lo menos 30 yaquis dispuestos a morir a
su lado. Obregón acostumbraba seleccionar tiradores
yaquis y mayos con el fin de derrumbar los aeroplanos
que buscaban estudiar sus campamentos y movimientos

60
militares. El 20º Batallón fue el único en no tener ninguna
baja en la primer batalla de Celaya y el que tuvo menos
merma en la segunda.
Mientras tanto, en la sierra, Sibaulame continuaba la
guerra tradicional en la que atacaba poblaciones yoris
para sustraer víveres y llevarlos a la tribu. El poderío
de sus fuerzas los llevó a cometer excesos durante sus
incursiones en territorios blancos; Joaquín Ochoa, uno de
los soldados de Sibaulame, atacó Guaymas acompañado
de 100 indígenas yoremes, iban por provisiones y se las
arrebataron a un grupo de comerciantes chinos del lugar,
pese a la resistencia los guerreros coyote de Sibaulame
asesinaron a todos los asiáticos presentes, tal pareciera
que la tribu deseaba vengar la afrenta que significaban los
matrimonios entre mujeres yaquis y chinos impuestos
por los hacendados henequeneros durante el destierro
a Yucatán. Esta acción de Joaquín Ochoa provocó que
un grupo de soldados les siguieran la pista sólo para
morir en una emboscada a manos de los compañeros de
Ochoa.

Traicionados por Obregón

Tras la derrota de Villa y la salida del gobernador


Maytorena el constitucionalismo regresó al valle del
Yaqui. Álvaro Obregón sabía de los excesos de los
guerreros coyote, ese tipo de acciones y la eterna
exigencia yaqui de la devolución de los territorios
motivó a Obregón a traicionar a la tribu que lo había
apoyado y ordenó una ofensiva en su contra a finales
de 1915. Como nunca el gobierno federal destinó miles
de soldados para romper la resistencia yaqui, para 1916
la avanzada militar se complementó con un registro
de indígenas que no participaban en batalla creándose
para ellos la Oficina Central de registro Yaqui bajo el
gobierno estatal de Plutarco Elías Calles. Sin embargo
la ofensiva militar no tuvo éxito y las negociaciones de

61
paz volvieron a escucharse, ahora bajo la palabra del
gobernador interino Adolfo de la Huerta, se llegó a un
acuerdo entre el gobierno federal y los jefes tradicionales
yaquis, el Estado se comprometía a retirar a las tropas
y entregar territorios a las orillas del Río Yaqui para la
tribu, de esta forma Vicam y Potam fueron los primeros
en desocuparse. La aparente paz a la que se llegaba fue
rota demasiado pronto, volvieron los ejércitos a abrir
fuego, esta vez debido al ataque sufrido por un grupo
de yaquis que llevaban a cabo una ceremonia tradicional
llamada “pascola”, en el ataque murieron 60 indígenas,
entre hombres, mujeres y niños. Del lado yaqui, los
soldados del general Luis Matus balearon a federales
que alimentaban a sus caballos en territorio del líder
sonorense; obviamente los acuerdos de paz volvieron a
romperse.
La nueva guerra entre constitucionalistas y yaquis
retomó el camino de la deportación, los gobiernos de
Yucatán y Sonora se preparaban para la expulsión de 10
mil indígenas rumbo al sur. Plutarco Elías Calles lanzó
un manifiesto a los pobladores de Sonora en el que se
explicada las causas que llevaban al gobierno estatal a
reanudar hostilidades contra los yaquis, aseverando
que su actitud era contraría al desarrollo del estado,
por tal motivo el General Calles buscaría la rendición,
sometimiento y reconocimiento incondicional del pueblo
yaqui ante las autoridades del gobierno de la República.
La cruzada contra los yaquis sublevados fue puesta en
manos de militares como Juan Torres y Roberto Cruz,
gente de toda la confianza de Calles que seguían la táctica
de atracción y rendimiento de los indios rebeldes.
En 1917 Adolfo de la Huerta retomaba la gobernatura
en Sonora y obtuvo la palabra de Carranza para
iniciar negociaciones con líderes yaquis, solo que el
constitucionalista aceptaba el reparto de tierras a la tribu,
siempre y cuando, se llevara a cabo fuera de Sonora.
Esto representó una contradicción tanto por parte del

62
gobierno carrancista Federal y el callista local, ambos
utilizaron tropas de indios yaquis para perseguir a sus
enemigos; Felipe Ángeles y Francisco Villa sufrieron el
acoso a través de las montañas de Sonora de mil guerreros
yaquis encabezados por el General Manuel Diéguez,
campaña que finalmente capturaría al brillante militar
Felipe Ángeles y lo entregaría al gobierno carrancista,
que por su parte no dudó nunca en poner miles de pesos
y de hombres a la orden de cualquiera que se animara a
combatir a los indígenas sonorenses.
De la Huerta logra el diálogo con los jefes Espinoza,
Matus y Mori y en 1920 la etnia regresa al Río yaqui para
negociar la entrega de la tierra. Ese mismo año, con el
triunfo del plan de Agua Prieta encabezado por Obregón,
Calles y De la Huerta, éste último es elegido presidente
provisional de la República para que convocara a
elecciones, De la Huerta se dirige a la capital escoltado
por guerreros yaquis y apresura la firma de la paz.
Una nueva traición por del grupo político sonorense
se daría en 1926, Obregón y Calles decididos a colonizar
el Yaqui ordenaron desaparición total de los indígenas
yoremes en Sonora, para esto el gobierno de Calles
dispuso de 19 batallones, artillería y varios aviones para
bombardear a la tribu. En septiembre del mismo año los
combatientes yaquis al mando de Luis Matus, cansados
de esperar las resoluciones del grupo sonorense decide
interceptar a Obregón, quien estaba de gira electoral
el Hermosillo, dinamitan las vías del tren y detienen
durante largas horas al futuro presidente del país con el
propósito de pedirle cuentas sobre los acuerdos nunca
cumplidos. Los yaquis tenían fama de actos atroces en
contra de viajeros y convoyes ferroviarios y Obregón los
conocía muy bien, él mismo los utilizó para combatir
a los zapatistas en la ciudad de México, los indios
sonorenses atacaban y robaban el armamento que el
ejército libertador del sur transportada por las vías del
tren, sobre todo en los largos caminos de San Ángel,

63
Mixcoac y Tulyehualco. El mismo Obregón, como
secretario de guerra de Carranza nunca dudó en plantar
oposición armada a los zapatistas del Ajusco y Contreras
usando para ello tropas compuestas exclusivamente por
indígenas mayos y yaquis.
En 1927 el gobierno decide poner fin a los largos años de
guerra yaqui con dos sencillas acciones, el ofrecimiento
de paz a la tribu y la construcción de un cuartel militar
en la estación de Ortiz, sede de la 4ta zona militar y base
de aviación. Después de años de cruel guerra desigual, el
presidente Portes Gil volvió a las negociaciones de paz,
para esto dispuso un tren que llevaría a 400 yaquis a la
ciudad de México para las conversaciones, a la cabeza de
los indios estaban Ignacio Mori y Luis Espinoza, quienes
desaparecieron a manos federales, fueron tomados
presos y encarcelados en Perote donde finalmente
murieron; el resto de los 400 soldados yaquis fueron
nuevamente deportados, sólo que ahora no terminaron
en Yucatán sino en Marruecos, África.
Según lo mencionado en las memorias de Obregón,
la justificante del General para no atender los reclamos
yaqui es la siguiente:

[...] en este tiempo el general Diéguez


me hizo conocer las pretensiones de los
yaquis rebeldes, las que, desde luego, me
parecieron inadmisibles, pues entrañaban
la exigencia de un absoluto dominio por
parte de ellos en la región que comprende
los pueblos de que fueron despojados, con
la intransigente condición de eliminar, en
sus dominios, a todo elemento extraño a su
raza y a sus atavismos. Acceder a ello hubiera
significado una retrógrada complacencia,
que desvirtuaría las tendencias de la
Revolución, trocándolas de bienhechoras
en malsanas, si, equivocadamente, a título

64
de una justa reparación debida a las tribus
del Yaqui, se sancionaba, en aquella forma,
la perpetuación de la barbarie entre ellas
y se le extendía dominio aún donde la
civilización lo había ya implantado.

La última acción militar yaqui se da en junio de 1928


tras una feroz y mortífera emboscada contra uno de
los batallones de la 4ta zona militar que salió en busca
de un pequeño grupo de guerreros coyote alzados que
merodeaban el norte de Sonora, la batalla fue de un solo
lado, cayendo víctimas de las balas yaquis la totalidad de
los soldados del batallón.

Capitanes yaquis

65
EPILOGO

Las comunidades indígenas tuvieron una larga, entusiasta


y activa disputa durante los años de la guerra de
revolución, como se ha mostrado los pueblos originarios
apoyaron la lucha en todo momento y tuvieron que
aportar la cuota de sangre que toda querella armada
exige además de presenciar en su propio territorio
la crudeza de la guerra e incluso tuvieron la desdicha
de encontrarse en ocasiones en luchas fraticidas entre
hermanos de raza.
Sin embargo, el aporte indígena no tuvo la respuesta
esperada, el reparto agrario buscado por Emiliano Zapata
y los nahuas que lo acompañaron nunca llegó en la
medida que ellos lo deseaban. Los indios yaqui de Sonora
jamás vieron recuperado la totalidad de su territorio ni
el regreso de sus hermanos perdidos en los dos periodos
de diáspora impuestos desde el gobierno federal. Ni
la revolución mexicana, ni el anti reeleccionismo, ni
el constitucionalismo dieron soluciones a los cientos
de años de pobreza y marginación que los pueblos
originarios han sufrido. Es hasta el gobierno de Lázaro
Cárdenas que el Estado comienza con la creación de
Instituciones gubernamentales orientadas a la atención
de las comunidades, sin embargo, al transcurso de los años
éstas han caído en manos de la burocracia, inmovilidad
e insensibilidad que caracteriza a las administraciones
de nuestro país.
No solo las instituciones de gobierno deben acercarse
a los grupos indígenas y reconocerles su participación
en la arquitectura del Estado mexicano contemporáneo;
de igual forma deben ser mirados por la sociedad civil
que desafortunadamente no deja de observarlos desde
el punto de vista cultural y tradicionalista. Los pueblos
originarios deben considerarse como uno de los ejes

66
sobre los que se sostiene la nación en su conjunto,
cientos de años de lucha armada les dan ese derecho. El
reconocimiento a los pueblos y comunidades indígenas
debe mostrarse desde las perspectivas social e histórica.

67
ANEXO 1

Artículo segundo de la constitución política de los


Estados Unidos Mexicanos

ü La nación mexicana es única e indivisible.

ü La nación tiene una composición pluricultural,


sustentada en sus pueblos indígenas que son
aquellos que descienden de poblaciones que
habitaban el territorio actual del país al iniciarse
la colonización y que conservan sus propias
instituciones sociales, económicas, culturales y
políticas o parte de ellas.

ü La conciencia de su identidad indígena deberá ser


criterio fundamental para determinar a quienes se
aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas

ü El derecho de los pueblos indígenas a la


libre determinación se ejercerá en un marco
constitucional de autonomía que asegure la unidad
nacional.

68
ANEXO 2

Plan del Partido Liberal Mexicano


(Fragmento)

ü Obligar a los patronos o propietarios rurales a dar


alojamiento higiénico a los trabajadores, cuando
la naturaleza del trabajo de estos exija que reciban
albergue de dichos patronos

ü Declarar nulas las deudas actuales de los jornaleros


de campo para con los amos

ü Adoptar medidas para que los dueños de tierras


no abusen de los medieros

ü Los dueños de tierras están obligados a hacer


productivas todas las que poseen

ü El Estado dará tierras a quien quiera que lo solicite,


sin más condición que dedicarlas a la producción
agrícolas y no venderlas

ü Reorganización de los municipios suprimidos y


robustecimiento del poder municipal

ü Medidas para suprimir o restringir el pauperismo y


la carestía de los artícuilos de primera necesidad

ü Protección a la raza indígena

69
ANEXO 3

Plan de Ayala
(Fragmento)

6. Como parte adicional del plan que invocamos


hacemos constar: que los terrenos, montes y aguas
que hayan usurpado los hacendados, científicos o
caciques á la sombra de la tiranía y de la justicia venal
entrarán en posesión de estos bienes inmuebles desde
luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus Títulos
correspondientes de esas propiedades, de las cuales han
sido despojados por la mala fe de nuestros opresores,
manteniendo á todo trance, con las armas en la mano
la mencionada posesión, y los usurpadores que se
consideren con derechos á ellos, lo deducirán ante
tribunales especiales que se establezcan al triunfo de la
Revolución.

7. En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos


y ciudadanos mexicanos, no son mas dueños que del
terreno que pisan, sufriendo los horrores de la miseria sin
poder mejorar su condición social ni poder dedicarse á la
industria o á la agricultura por estar monopolizados en
unas cuantas manos las tierras, montes y aguas; por esta
causa se expropiarán previa indemnización de la tercera
parte de esos monopolios á los poderosos propietarios
de ellos, á fin de que los pueblos y ciudadanos de México,
obtengan ejidos, colonias, para pueblos ó campos de
sembradura ó de labor y se mejore en todo y para todo la
falta de prosperidad y bienestar de los mexicanos

10. Los Jefes Militares insurgentes de la República,


que se levantaron con las armas en la mano á la voz de
Don. Francisco I. Madero para defender el Plan de San
Luis Potosí y que ahora se opongan con fuerza armada

70
al presente Plan, se juzgarán traidores á la causa que
defendieron y á la Patria, puesto que en la actualidad
muchos de ellos por complacer a los tiranos, por un
puñado de monedas, ó por cohecho ó soborno están
derramando la sangre de sus hermanos que reclaman el
cumplimiento de las promesas que hizo á la Nación Don
Francisco I. Madero.

15. Mexicanos: considerad que la astucia y la mala fe


de un hombre está derramando sangre de una manera
escandalosa por ser incapaz para gobernar; considerad
que su sistema de gobierno está agarrotando á la Patria y
hollando con la fuerza bruta de las ballonetas, nuestras
instituciones; y así como nuestras armas las levantamos
para elevarlo al Poder, ahora las volvemos contra él por
faltar á sus compromisos con el pueblo mexicano y haber
traicionado la revolución iniciada por él: No somos
personalistas, somos partidarios de los principios y no
de los hombres.

71
ANEXO 4

1er Manifiesto zapatista en náhuatl

Tlaltizapan, Morelos, 27, abril, 1918

A la división Gral. Domingo Arenas


Tlaxcala, Tlaxcala

An jefes, oficiales huan soldado de la división Arenas


Tlen tonochtin oticchiaia yo tiquitaque
Axcan,yegua non o mo chihuazquia axcan nozo moztla
denan
moxelozquia de necate non aquihque quitlacachihuan
in
Venustiano Carranza, yehuan aic nan mech
mapalehuihque,
ni an aic nan huel titlazohtlaque ihuan quema nan
mech
tlalilihque miac necah cayahualiztli huan miac
nexicoaliztli ica non coali nan quitaque de que amo nan
mech
tlacapohque qui nequia quicocozque nan momahuizo
huan
nan mech tlah tlaczazque nonques aic nan mech
ititihque nepech teca oquich matiliztli non aic mochia
de necate oquichtin tlen cazihcamati zan de
teco tlazohtlaliztli huan de nepech tecaliztli
tlanequilizticayopa, huan de netlaca matiliztli i tlaca
tiampa ipan tlen te huaxca huan itech aquin tequit

72
quichihua non neiz cuepaloni ipan amocualli tlahtuani
nan
mahuizotia huan qui tlipoloa neca inamiquiliztli de nan
mo tlahtlacol
tehuani tlen tic icxi chia man tlatlani ipehualoni
netehuiliztli huan nezetiliztli de to nochtin ti
mo tehuianime itlampa ze bandera
huan ihco mo hueichihuaz non neyolo cetiliztli
tlen aic quitlanizque non quez tecamacayahque huan
nochtin aquihque
quin micahuia non qui tlacachihuan Carrancismo;
tehuanti
ica nochi toyolo ticmati ilcahuazque nan yehuahca
nexicoaliztli
tan mech yolehua nan mo nochtin ihuan aquí
quinequiz
de namehua nan mo pohuazque itlampa to bandera ca
huel
yehua ihuaxca in altepetl ihuan tonahuac nan
tequitizque
ipampa nezetil-netehuialoni,yehuan nan axcan y huan
axcan
in cachi huei tequitl tlen ticcihuazque ixpan to
tlalticpac-nantzi, mihtoa patria
man tic tehuica neca, amo cualli oquichtli, Carranza, to
nochtin huel yehuatl, totecococayo; man ti mo
palehuica
to zepamiampa ihun ihcantic tlanizque neca huey
tlanahuatile

73
ipehualoni tlale, libertad ihun justicia; man ti
cumpliroca
to tequi de nete huiloanime huiztique yhuan quimati
tlen
quichihuazque; nan, tlen huei ihuan tlen tlalticpac
tlazohnantzi, nan mech yolehua nin cuartel general den
Ejercito libertador
Icanon nicchihua nin tlahtol tlanahuatiliztli, ihuan nochi
necate
Aquihque quitzizque to netehuiliz, yehuatl man ye aquin
zazo
Qui pahpaquilizpias hueli, huan melahuac cualinemiliz
Itech inin yahui to mahuiztica tlahtol, de cualli oquichtin
ihuan de cualli netechhuiloanime.

74
BIBLIOGRAFÍA

La frontera nómada
Aguilar Camín, Héctor
Siglo XXI Editores

Breve historia de la Revolución Mexicana


Silva Herzog, Jesús
Fondo de Cultura Económica

Breve historia de la Revolución Mexicana


Etapa constitucionalista y la lucha de facciones
Silva Herzog, Jesús
Fondo de Cultura Económica

Los yaquis, historia de una activa resistencia


Velasco Toro José
Biblioteca Universidad Veracruzana

El magonismo en Sonora (1906 – 1908)


Cienfuegos Torúa Alfonso
Colección Alforja del tiempo
Universidad de Sonora

Movimientos indígenas contemporáneos en México


Warman Arturo, compilador
Miguen Ángel Porrúa, Grupo editorial

Memorias de Rafael L. Hernández


Serrano Migallón Fernando
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las
revoluciones de México
Colección memorias y testimonios

75
Obras históricas, reseña histórica del estado de Sonora
Corral Ramón
Biblioteca sonorense de geograf ía e historia

El indio Tetabiate y la nación del Río Yaqui


Zavala Castro, Palemón
Secretaría de Fomento Educativo y Cultura
Instituto sonorense de cultura

México bárbaro
Kenneth Turner John
B. Costa – Amic, editor

Ricardo Flores Magón, Antología


Aguirre Beltrán, Gonzalo, (selección)
Universidad Nacional Autónoma de México

Historia social y económica de México


Cué Canovas, Agustín
Editorial Trillas

Del árbol de la noche triste al cerro de las campanas


Lecturas de historia de México
Editorial pueblo nuevo

La condición de la mujer indígena y sus derechos


fundamentales
Galeana Patricia, (compiladora)
Federación Mexicana de Universitarias

La revolución y los revolucionarios, Tomo II


Valadés José
Instituto Nacional de Estudios Históricos de las
Revoluciones de México

76
Las mujeres en la revolución mexicana
Hernández y Lazo, Begoña (coordinación)
Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana

La revolución mexicana en Baja California


Maderismo, magonismo, filibusterismo y la pequeña
revuelta local
Samaniego López, Marco Antonio
Colegio de México

Así fue la revolución mexicana


Comisión nacional para las celebraciones del 175
Senado de la república

Las razas indígenas de Sonora y la guerra del Yaqui


Hernández Fortunato
Talleres de la casa editorial J. Elizalde

Las guerras con las tribus yaqui y mayo del estado de


Sonora
Del Paso y Troncoso, Francisco

La revolución en la Ciudad de México. 1900 – 1920


Zarauz López Héctor, Carlos Silva
Bi100 Rumbo al Bicentenario
Ciudad de México

Pueblos indígenas del México contemporáneo: Tzotziles


Obregón Rodríguez, María Concepción
Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos
indígenas

Pueblos indígenas del México contemporáneo: Pames


Ordóñez Cabezas, Giomar
Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos
indígenas

77
Pueblos indígenas del México contemporáneo: Yaquis
Moctezuma Zamarrón, José Luis
Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos
indígenas

Pueblos indígenas del México contemporáneo: Nahuas


de Milpa Alta
Wacher Rodarte, Mette
Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos
indígenas

Pueblos indígenas del México contemporáneo: Nahuas


de Tlaxcala
Luna Ruiz, Juan
Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos
indígenas

Pueblos indígenas del México contemporáneo: Kikapu


Mager Hois, Elisabeth
Comisión Nacional para el desarrollo de los pueblos
indígenas

Historia de la Revolución en Michoacán


Romero Flores, Jesús
Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana

Breve historia de la Revolución en Sinaloa (1910 –


1917)
Olea Héctor
Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana

La Revolución en el estado de Durango


Gamis Olivas, Everardo
Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana

78
La Revolución en el estado de Sonora
Almada, Francisco
Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana

Historia de la Revolución en Oaxaca


Francisco Ramírez, Alfonso
Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Históricos
de la Revolución Mexicana

Ocho mil kilómetros en campaña


Obregón Álvaro
Biblioteca del oficial mexicano

Memorias de Don Adolfo De La Huerta


Huerta, Adolfo De La
Trascripción y comentarios de: Roberto Guzmán
Esparza

Tolerancia e identidades hacia el nuevo milenio


Cisneros Isidro, Magdalena Gómez, Lourdes Arizpe
Babel Ciudad de México
Gobierno del Distrito Federal

México en 100 reportajes. 1891 – 1990


PIPSA Grupo industrial y comercial

Hemeroteca El Universal, 1916 – 1925


Editorial Cumbre S.A.

Los movimientos armados en México, 1917 – 1994


El Universal

Raíz y razón de Totolapan


El drama de la guerra zapatista
Camacho de la Rosa, Gerardo
Ce- Acatl, A.C.

79
De Anenecuilco A Huirivis de Ricardo Ham se terminó de
imprimir en octubre de 2010 en los talleres de Tipográfica, S.A.
de C.V., Imagen 26. Lomas de San Ángel Inn. Está compuesto
en tipos Warnock. El papel de los forros es cartulina sulfatada
SBS de 12 puntos y el de interiores ahuesado de 75 g. La
edición y diseño estuvo al cuidado del autor.

80

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