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La fuente, datada hacia el inicio del siglo IX, es un políptico, es decir “un inventario

preciso de un gran conjunto territorial”1, donde no sólo se contabilizaban las tierras y los
bienes materiales, sino también los hombres que trabajaban dichas tierras, y las cargas
económicas que les eran impuestas.
En primera instancia, se puede observar la estructura del gran dominio en su máxima
expresión; donde la tierra se hallaba dividida en múltiples explotaciones: la más grande
era la reserva señorial; y otras mas pequeñas, de numero variable, eran otorgadas a
familias campesinas. El gran dominio ocupa el centro de la economía de la época, su
papel es mantener el nivel de vida de las grandes casas aristocraticas, en donde es el
consumo de éstas el que orienta la producción del dominio.
Se observa a su vez, la diferenciación entre mansos ingenuos y mansos serviles,
como así también la ruptura que se va produciendo en dichas categorias. De esta
manera, mansos serviles serán ocupados por campesinos libres o colonos, y mansos
libres por esclavos. Se rompe la identidad entre el estatuto del campesino y el de su
tierra. Según Duby, estos movimientos van generando contradicciones “… los
matrimonios entre colonos y esclavos favorecen la multiplicación de estas
discordancias. Ambos hechos muestran que las distinciones jurídicas están en vias de
desaparición en el interior de las masas campesinas.”2 Los matrimonios mixtos, cada
vez mas frecuentes, son la evidencia de la paulatina extinción de esas distinciones
jurídicas.
Otro elemento que se deduce del poliptico, es la renta, es decir, las entregas
periodicas que representaban el alquiler de la parcela cultivada. Estas cargas estaba
materializadas en pollos, huevos, modios de vino. Pero esto no es todo, se observa
también, que ante tierras de dimensiones diversas, ocupadas por números variables de
familias (hay mansos ocupados por una, dos, tres y hasta cinco familias), se aplican las
mismas rentas. Es decir, no se toma en consideración las diferentes capacidades
productivas de las parcelas y de las familias que las trabajan. Esto deja entrever el
problema de cómo responder ante ese sistema opresivo, cómo cumplir con las
obligaciones impuestas.
De esto se deduce otra cuestión, la de la superpoblacion. Donde las parcelas ya no
coinciden con la familia considerada como pareja, sino con “equipos de trabajo reunidos
por lazos de parentezco”3. Una vez más, las fallas del sistema se hacen evidentes.
1
Duby, Guerreros y campesinos, Pág. 98
2
Duby, Economía rural y vida campesina en el occidente medieval, Pág. 468
3
Duby, Guerreros y campesino, Pág. 99

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