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CAPÍTULO III

PERSPECTIVA TEÓRICA EPISTEMOLÓGICA DE ESTUDIO


Luego que determiné qué investigar, y revisado estos
antecedentes relacionados con el tema de mi escogencia, consideré
imprescindible situarme en una coherencia metódica entre algunas
dimensiones que me ayudaran a determinaran las características
fundamentales del fenómeno en estudio. En tal sentido me pregunte: cuál
es su naturaleza particular, cómo y con qué, podía aprehenderlo.
A la pregunta por la naturaleza de lo real corresponde el horizonte
ontológico, es decir cuál es su constitución primera. Esto según Guba
(1990) es, la dimensión ontológica del paradigma, es la pregunta por el
ser de la investigación. ¿Qué es la realidad?, es la principal interrogante
que guía del proceso investigativo, sin ella no hay posibilidades de
emprender o avanzar en indagación sistemática alguna.
Me pregunté entonces: ¿Es éste un fenómeno exterior al sujeto
investigador?, ¿reside de manera independiente o autónoma de quien lo
aprehende?, ¿está signado en parte por mis valores culturales, o es
independiente de ellos? Estas son algunas de las interrogantes que me
orientaron en ese sentido. A lo cual opté por responder que, la realidad
presente en el campo de trabajo de la cárcel, está constituida por seres
humanos en relación que manejan un mundo de significados a los cuales
no soy ajeno como autor de este proyecto, por lo tanto tomo partido en el
juego hermenéutico de los textos que dan cuenta de ésta.
El cómo debía ser mi acercamiento al fenómeno, luego de hacerme
la pregunta anterior, corresponde según Guba (1990) a otra dimensión
paradigmática: la epistemológica, es decir, mi relación como conocedor
con lo que quería conocer. Por supuesto sería hermenéutica y dialéctica,
ontológica en el primer caso y epistemológica propiamente dicha en el
segundo1, fue así como entre mi persona y los sujetos participantes en

1
Defino lo epistemológico propiamente dicho como la relación entre un conocedor y algo por
conocer que delimita la discusión sobre las posibilidades, alcances y límites en la procura del saber
científico.
este estudio, construimos significados sobre el tema orientado por mi
interés.
Luego de estas dos primeras y fundamentales interrogantes, es
que pude establecer las herramientas metodológicas, con las cuales
procese directamente este proyecto indagatorio, esto último corresponde
a la dimensión metodológica del paradigma.

Si se entiende por método la lógica de investigación que legitima un


conjunto de decisiones y actividades planificadas con el objeto de
establecer enunciados verdaderos sobre la realidad social (…) el
método de una investigación social ha de integrar los tres niveles (…)
el meta teórico, el teórico y el empírico, el investigador social se
enfrenta no solo a la variedad de opciones existentes en cada uno de
los niveles sino también a las presiones de la coherencia. (Bericat,
1989: 19)

Es a partir de la clasificación propuesta por Guba (1990) que


inscribo esta investigación en el paradigma construccionista, de acuerdo
al cual la investigación cualitativa es un enfoque pertinente a este modelo
epistemológico, al igual que lo es el método de la teoría fundamentada,
así como la etnometodología (vista como el estudio de los métodos que
utiliza la gente para producir y comprender descripciones que parezcan
racionales, adecuadas y justificables) para analizar el objeto-texto de mi
estudio. Todo esto me permitió la utilización de técnicas como la
entrevista y la observación a las cuales recurrí para la obtención de los
datos, lo cual detallo en el aparte destinado a lo metodológico.

III. 1. El marco disciplinar de la Psicología Social.


El presente estudio se inscribe en un amplio campo donde tienen
cabida la psicología, la sociología y otras disciplinas científicas que
pretenden dar cuenta del comportamiento humano. La psicología social al
ser una ciencia del comportamiento interpersonal (Munné, 1989), donde
coinciden y tienen sentido una concepción del hombre con una
concepción de ciencia constituye un marco disciplinar, que en su caso,
observamos varios marcos paradigmáticos que coinciden en no poder ser
valorados desde ciencias humanas en especial, es decir desde la
particularidad de la psicología y/o de la sociología, lo que evidencia la
sustantividad de la psicología social. Solo desde el nivel disciplinar, es
decir desde una visión integral del comportamiento interpersonal de los
sujetos, se puede medir una visión de la ciencia que está subsumida en
un modelo de hombre, que es lo que ha llamado Munné (1989) el
metaparadigma. Según Martín Baró (1985):

La constante de la Psicología Social (...) es el atender a la acción de


individuos o grupos en cuanto referida o influida por otros individuos
o grupos. En la medida en que una acción no es algo que se puede
explicarse adecuadamente a partir del sujeto mismo, sino que,
explícita o implícitamente, en su forma o en su contenido, en su raíz
o en su intención, esté referida a otro y a otros, en esa misma
medida la acción es social y cae bajo la consideración de la
psicología social.(…) Tenemos así una primera aproximación al
objeto de estudio de la psicología social: la acción humana,
individual o grupal, en cuanto referida a otros. (p. 9-10)

Los significados, entonces surgen de un microsistema de


interacción socio-cultural (Munné, 1989: 29), que en el contexto de la
prisión estará condicionado por el hecho de que los participantes que
interactúan en la cárcel, al permanecer bajo custodia, comparten los
mismos espacios y establecen sus propias significaciones. El sistema
carcelario reúne a individuos por períodos de tiempo considerables, por lo
que la comunidad que se desarrolla allí puede considerarse como una
sociedad dentro de otra sociedad (Hood y Sparks, 1979: 218), lo que sin
lugar a dudas es pertinente al “microsistema” a que alude Munné (1989).
Por esta razón los referidos textos de donde he extraído las unidades de
análisis para concretar este estudio, necesariamente hacen referencia al
submundo de significado en cuestión y los códigos y normas que lo rigen.
El contexto aquí se define como mundo significativo de orden socio-
lingüístico para las unidades de análisis.
Ha de entenderse que, cuando en este trabajo hablo de contexto
me refiero al conjunto de significaciones que hacen que una situación sea
lo que es, al entramado de significados en que se encuentran inmersas
las personas en la cotidianidad de sus interacciones, la cual estimo puede
dar cuenta de sí misma a través de: las relaciones pragmáticas
contenidas en los discursos (Antaki e Iñiguez, 1990), o en el objeto-texto
como dice Seoane (2000), o bien en el “significado del texto como acto
humano” al que refiere Martínez (2006: 108), a fin de cuentas, en una
“instancia de comunicación lingüística” como dice Searle (2001).

Dicho de otra manera, el estudio del significado de una expresión no


llegará a una conclusión satisfactoria si no se tiene alguna
comprensión de la ocasión en que se utiliza la expresión. Y es
importante destacar que cuando los etnometodólogos hablan de
“ocasión” y “contexto” no se limitan a la situación institucional donde se
produce el habla (por ejemplo, un aula, un juzgado): destacan los
detalles específicos de la interacción en la que intervienen los
participantes. Por tanto decir que una expresión está “ocasionada” es
decir que está adaptada a una secuencia de habla, que a su vez forma
parte de un contexto social más amplio. (Potter, 1998: 65)

III. 2. El construccionismo
Hablar de construccionismo como paradigma implica desde mi punto
de vista, establecer una demarcación fundamental entre constructivismo y
construccionismo: para el primero, la asunción del conocimiento se
fundamenta en la teoría cognitiva, es decir se hace énfasis en la forma de
cómo se percibe el mundo para determinar la acción humana, y no se
concibe al mundo como la acción humana misma, es decir, la experiencia
se entiende como la construcción alojada en la estructura cognitiva del
sujeto y desde la cual en interacción con otras experiencia asimiladas del
exterior reacomoda su experiencia interior y va elaborando sus
significaciones; en este sentido la experiencia para el constructivismo no
se entiende como la constitución del sujeto mismo. Un planteamiento muy
interesante para reflexionar en este sentido lo encuentro en Foucault
(2001) cuando dice:

Actualmente, cuando se hace historia –historia de las ideas, del


conocimiento o simplemente historia- nos atenemos a ese sujeto de
conocimiento y de la representación como punto de origen a partir del
cual es posible el conocimiento y la verdad aparece. Sería interesante
que intentáramos ver cómo se produce, a través de la historia, la
constitución de un sujeto que no está dado definitivamente, que no es
aquello a partir de lo cual la verdad se da en la historia, sino de un
sujeto que se constituyó en el interior mismo de ésta y que, a cada
instante, es fundado y vuelto a fundar por ella. Hemos de dirigirnos
pues, en la dirección de esta crítica radical del sujeto humano tal
como se presenta en la historia. (p. 16)

Desde la visión contructivista, la relación de conocimiento es entre


un sujeto con una estructura mental constituida y una realidad que
permanece exterior, es así como en esta relación epistemológica, el
mundo aparece a merced de los esquemas mentales y cognitivos de
quien lo percibe. Esto genera a mí parecer una pregunta un tanto
problemática pero que no es “objeto” de este trabajo,2 a saber: ¿dónde, o
en qué lugar de la concepción contructivista de conocimiento ubicamos a
quien percibe esta relación de conocimiento?
¿Será que quien percibe o defiende que la relación de conocimiento
es de la manera como lo plantea el contructivismo está hablando desde
un esquema mental descrito desde un aposento que está por encima del
juego de las palabras y los conceptos, horizonte ontológico del
construccionismo? ¿Estará posesionado desde un meta discurso?
El debate sobre la realidad requiere de la comparación de la
descripción con ella misma; entonces deviene la pregunta: ¿Entonces
quién dará cuenta de la realidad otra descripción u otra construcción?
(Potter, 1998: 130) El mismo autor expresa al respecto que:

Cuando se da la vuelta a los argumentos contrarios a considerar que la


construcción de hechos equivale a elaborar versiones mentales del
mundo, se convierten en argumentos para centrarse en el discurso.
(…) Yo entiendo que centrarse en el discurso significa que el interés
se centra en el habla y en los textos como partes de prácticas
sociales.3 (1998: 138)

Aunque Potter en este fragmento está argumentando en contra de la


construcción de los hechos como elaboraciones que reposan en una
supuesta estructura cognitiva que posee un sujeto, para posicionarse en
una visión contraria que tiene que ver con la retórica; me refiero a este
trozo con el propósito de enfatizar la importancia fundamental de los

2
A menos que sea para la fundamentación epistemológica en el cual me ubico.
3
El subrayado es de mi autoría.
textos como parte integrante de los códigos que regulan los modos de
relación entre las personas.
Michael Crotty (1998), citado por Sandín (2003: 49) sostiene que.
“sería útil reservar el término de constructivismo para aquellas
consideraciones epistemológicas que se centran exclusivamente en la
‛actividad de la mente individual para generar significado’ y utilizar
construccionismo cuando queremos enfatizar la ‛generación colectiva (y
transmisión) de significado’ ”
En la perspectiva construccionista, a diferencia del constructivismo,
no se concibe la dicotomía entre el sujeto y el objeto en el proceso de
conocimiento, más bien existe una fusión indisoluble entre el plano
ontológico y el epistemológico; aquí, no existe corte entre estas dos
dimensiones, porque la realidad social al ser concebida como
construcción y producción de significados, en el contexto de lo cultural e
histórico, el conocimiento de la misma, produce e introduce cambios en
esa realidad. He aquí el carácter dialéctico que Gergen (citado por Ibáñez,
1996) define como el “efecto ilustración”.
De este modo, los problemas sociales no pueden abordarse como
“naturales” es decir con naturaleza independiente al sujeto que construye
esos problemas en el relato, es decir, en el sentido que éste le otorga en
el modo de mentarlas, de decirlas. La realidad no es ajena al modo de
problematizarla o de discurrir por qué es un problema o por qué no lo es,
es decir no aparece ajena al efecto que produce en la vida cotidiana, en la
cultura, en el conjunto de relaciones que institucionalizan al “mundo”, y
permítaseme la redundancia, al mundo social.
Gergen (1984) al referirse a los enfoques que ponen el énfasis en los
procesos mentales en relación al debate sobre la producción del
conocimiento y que se preocupan por el proceso interno individual “a
menudo clasificado como experiencia” dice:

Contrariamente a todos estos enfoques, que hacen el mayor hincapié


en el individuo, quiero examinar las autonarraciones como formas
sociales de dar cuenta o como discurso público. En este sentido, las
narraciones son recursos conversacionales, construcciones abiertas a
la modificación continuada a medida que la interacción progresa. Las
personas en este caso no consultan un guión interno, una estructura
cognitiva o una masa aperceptiva en busca de información o guía; no
interpretan o “leen el mundo” a través de lentes narrativas; no son los
autores de sus propias vidas. Más bien, la autonarración es una
suerte de instrumento lingüístico incrustado en las secuencias
convencionales de acción y empleado en las relaciones de tal modo
que sostenga, intensifique o impida diversas formas de acción.
(Gergen, 1984: 234)

Gergen (1984) propone el enfoque relacional…“que considera la


autoconcepción no como una estructura cognitiva privada y personal del
individuo sino como un discurso acerca del yo: la representación de los
lenguajes disponibles en la esfera pública” (p. 231). El yo como una
narración, que puede dar cuenta de las convenciones o verdades
socialmente aceptadas que son en fin las que expresan el mundo a través
de un entramado de relaciones.
Para el presente estudio se asume, el construccionismo social
crítico, es decir, de continuo cuestionamiento a lo que se tiene por obvio,
correcto, natural o evidente (Iñiguez, 2005a). La realidad social desde
este “movimiento” (Ibáñez, en Iñiguez, 2005a), ha de ser vista como
resultado de procesos sociales específicos que no existen
independientemente del conocimiento o descripción que se haga sobre
los mismos. La realidad se construye cultural e históricamente, para lo
cual utilizamos el lenguaje en su forma discursiva. El construccionismo
social en su versión postconstruccionista (Iñiguez, 2005a), rescata la
historicidad del conocimiento y el carácter interpretativo del ser humano.
Asumir el carácter intertextual o relación de un discurso con otros
(Antaki e Iñiguez, 1990: 9) como componente fundamental de las
prácticas sociales, y como caldo de cultivo de posible verdad, es clave
fundamental para determinar las consecuencias pragmáticas del discurso
que legitima la dominación, así como en la perpetuación de otras
relaciones difusas de poder (Foucault, 2005).
Asumo el construccionismo, porque todo conocimiento que pretenda
ser riguroso, sistemático, o de alguna manera científico, es casi imposible
que pueda trascender las restricciones que le impone tanto el lenguaje
natural como las preconcepciones que conforman una tradición cultural
determinada (Ibáñez, 1989).
La consideración anterior supone que la condición de posibilidad o
límites de la producción de inteligibilidad, base de toda reflexión de
producción a nivel de la ciencia, ha de verse al trasluz de lo social y de lo
histórico.
Se parte de considerar lo social como el mundo de significados
compartidos entre varias personas, que les permite adjudicarle a los
objetos propiedades que no poseen de por sí, sino que son construidas
conjuntamente a través de la comunicación y que se sitúan en la esfera
de los símbolos, cosa que Ibáñez (1989) distingue de lo “colectivo” e
incluso de las relaciones interindividuales, así como de las actuaciones
conjuntas. En tal sentido acota:

Por su vinculación con la DIMENSIÓN SIMBÓLICA y con la


construcción y circulación de los SIGNIFICADOS, queda claro que
cualquier cosa que denominemos “social” está íntima y
necesariamente relacionada con el LENGUAJE y con la cultura. Nada
es social si no es instituido como tal en el mundo de significados
comunes propios de una colectividad de seres humanos, es decir, en
el marco y por medio de la INTERSUBJETIVIDAD. Esto implica que lo
social no radica EN las personas ni tampoco fuera de ellas, sino que
se ubica precisamente ENTRE las personas, es decir, en el espacio
de significados del que participan o que construyen conjuntamente.
(Ibáñez, 1989: 119)

Ibáñez (1989; 1996) aclara que aunque lo social, los significados y la


intersubjetividad se construyen en la interacción entre las personas, esto
no significa la existencia de la dimensión social misma; es tan sólo una
condición necesaria pero no suficiente para que emerja lo social. “Decir
que el lenguaje es formativo de realidades, no significa que la realidad
sea de naturaleza lingüística (…) Hablar de algo, no significa que se algo
sea una palabra y que baste con cambiar las palabras para cambiar las
cosas.” (Ibáñez, 1996: 100)
Aceptar la naturaleza simbólica de lo social, lo cual no significa
hablar de una realidad carente de efectos materiales, implica asumir que
desde el socioconstruccionismo, el psicólogo es un intérprete de
interpretaciones, y como sus interpretaciones están legitimadas por su
status (es un hacedor lingüístico socialmente legitimado), por lo tanto, es
un agente activo en la producción simbólica de la realidad (Ibáñez, 1996).
Así mismo en una asunción crítica del discurso, está llamado
responsablemente a descodificar las prácticas que se tejen en la
legitimación de relaciones que anidan como producción de “verdades”
dominantes.
Desde una psicología social critica, se trata es de emprender el
proceso deconstructivo de las formas de discurrir dominantes para
construir nuevos discursos que deslegitimen las formas habidas de
producir verdades, y las cuales justifican modos de dominación que en
ocasiones aceptamos como naturales.
Asumir plenamente el sentido de la historicidad y que el papel de las
ciencias y de sus objetos no se reduce a una propuesta de
explicación lineal de la constitución del presente, abre la posibilidad
de pensar el presente pero también de construir futuros distintos (...)
nuestro conocimiento del mundo y de nosotros/as mismos/as está
vinculado a la interpretación que realizamos desde el marco
lingüístico y cultura en el que nos desenvolvemos. No es posible
entonces delimitar la objetividad del sujeto sin que medie el juego
hermenéutico. (Iñiguez, 2005a: 2-3)

El dispositivo prisión y las relaciones que sobre éste se tejen,


difícilmente escapen de las formas que la justifican los profesionales
acreditados o “legitimados” socialmente para hacerlo, quienes en la
mayoría de acciones de su actividad “profesional” no incorporan a las
personas que también son dueñas de su propio relato, es decir aquellas
que tienen derecho a decir su verdad.
Tras de ello se articuló mi intención en este proceso indagatorio,
por lo tanto no vi otra perspectiva teórico-epistemológica que el
construccionismo social crítico para satisfacer los marcos de referencia
que en principio me propuse.
CAPÍTULO IV
MARCO METODOLÓGICO
La escogencia de una forma coherente de aprehender un fenómeno
inevitablemente me obliga a transitar un camino que va desde la justificación
del significado de verdad asumida, hasta la selección de los procedimientos
concretos para lograrlo. Esto por supuesto requiere discernir en términos
mínimos, los marcos teóricos que sustentan la selección intencional de
unidades que sean representativas de lo que he definido por realidad, hasta la
descripción de los procedimientos utilizados a tal fin. Esto es lo que de manera
general pretendo exponer en este capítulo.

IV. 1. El enfoque cualitativo


La investigación cualitativa es muy pertinente para este trabajo porque
desde su concepción, no se trata de establecer cuántos fenómenos tienen una
cualidad, como es el caso de la investigación cuantitativa, sino de construir más
bien, cuáles son las cualidades que un fenómeno tiene en su contexto, por lo
tanto no se pretende interpretar o explicar las relaciones que acontecen en el
seno de la prisión, a partir de conceptos ya preestablecidos, sino que a partir
de las observaciones realizadas y de los textos analizados, construir algo
comprensible, vale decir, configurar conceptos acerca del fenómeno, aquello
que cualitativamente permite distinguir el fenómeno investigado de otros. El
punto de partida es tener el encuentro con el acontecimiento, la meta es la
determinación de sus cualidades (Mella, 1998: 3).

La investigación cualitativa es parte de un debate, no una verdad fija. La


investigación cualitativa es: a) un intento de captar el sentido que
estructura y que yace en el interior de lo que decimos sobre lo que
hacemos; b) una exploración, elaboración y sistematización de la
relevancia de un fenómeno identificado; c) la representación
esclarecedora de un aspecto o problema delimitado. (Banister, Burman,
Parker, Tylor y Tendal, 2004: 15)

La estrategia metodológica de enfoque cualitativo, que en este trabajo


sirve de orientación, se utiliza como dicen Taylor y Bogdan (1992) en su más
amplio sentido por referirse a un tipo de “investigación que produce datos
descriptivos: las propias palabras de las personas habladas o escritas y la
conducta observada (…), consiste en más que un conjunto de técnicas para
recoger datos. Es un modo de encarar el mundo empírico: (…) Los
investigadores cualitativos tratan de comprender a las personas dentro del
marco de referencia de ellas mismas.”(Taylor y Bogdan, 1992: 20)
En consecuencia la recolección de los datos y el análisis de los mismos,
se procesó a partir de la información obtenida de los participantes-actores en
el proceso de interacción con ellos; éstos están asociados al contexto de
estudio y se consideran participantes y co-elaboradores (Concalves, 1997) en
la concreción del presente proyecto.
A través de la investigación cualitativa, me propongo darles voz a
aquellas personas que como los presos, la sociedad ignora. En ese sentido,
trato de aprehender como dicen Taylor y Bogdan (1992)...“la vida interior de las
personas, sus luchas morales, sus éxitos y fracasos en el esfuerzo por
asegurar su destino en un mundo demasiado frecuentemente en discordia con
sus esperanzas e ideales”. (p.21) Se trata de comprender y aprender sobre las
personas dentro del marco de referencia de ellas mismas, es decir,
experimentar la realidad tal como estas la experimentan. (Taylor y Bogdan,
1992)
El método cualitativo busca conceptos que puedan dar cuenta de una
parte de la realidad, por el contrario el método cuantitativo busca una realidad
que le afiance unos conceptos ya elaborados de antemano. El método
cualitativo en la búsqueda de inteligibilidad en el ámbito de lo humano, es
inductivo porque a partir de algunas observaciones se trata de comprender
elaborando conceptos generales.

IV. 2. Alcances y límites de la Teoría Fundamentada para este trabajo


Introduzco lo relativo a la “teoría fundamentada” trabajada por Anselm
Strauss y Juliet Corbin (2002), precisando a que se refieren cuando tratan de
“metodología” y “método”. Lo primero lo asumen como “manera de pensar la
realidad social y de estudiarla”, y lo segundo como “conjunto de procedimientos
y técnicas para recolectar y analizar datos” (Straussy Corbin, 2002: 3).
¿Que denominan Corbin y Strauss con el término ‘teoría fundamentada’?
Se refieren a una teoría derivada de datos recopilados de manera
sistemática y analizada por medio de un proceso investigativo. En este
método, la recolección de datos, el análisis y la teoría que surgirá de ellos
guardan estrella relación entre sí. (…) Debido a que la teoría fundamentada
se basa en los datos, es más posible que generen conocimientos,
aumenten la comprensión y proporcionen una guía significativa para la
acción. (Strauss y Corbin, 2002: 14)

Como metodología, la teoría fundamentada que presentan Strauss y


Corbin (2002), no sólo sirve para construir teorías, sino que también es valiosa
como técnica y procedimiento para hacer análisis cualitativo, es en este último
aspecto, aclaro, que hago uso de sus orientaciones, es decir como
método desde la perspectiva que lo asumen los autores mencionados .
Sin embargo, la descripción de alto nivel que los autores referenciados definen
como “ordenamiento conceptual” es de suma importancia para generar
conocimiento desde los propios datos, elemento que en parte fue de valiosa
contribución en este proyecto. Al respecto dicen: “Algunos usarán nuestras
técnicas para generar teorías, otros con el propósito de hacer descripciones u
ordenamientos conceptuales (clasificar o elaborar) muy útiles. Algunos
mezclarán nuestras técnicas con las suyas.” (Strauss y Corbin, 2002: 9)
En mi caso la “Teoría Fundamentada” funciona como un método para
describir conceptos, partiendo directamente de los datos y no de supuestos a
priori, de otras teorías o de marcos teóricos preexistentes, como refieren Taylor
y Bogdan (1994: 155).

Otro aspecto importante de la teoría fundamentada es la distinción tan


precisa que hacen sus autores entre: descripción, ordenamiento conceptual y
teorización.
Descripción la definen como pintar, contar una historia, a veces muy
gráfica y detallada, sin devolverse a pensar por qué ciertos acontecimientos
ocurrieron y otros no.
El ordenamiento conceptual es la clasificación de acontecimientos
explícitamente expresadas, sin que necesariamente se relacionen las
clasificaciones entre si para formar un esquema explicativo de gran
envergadura.
Teorizar es construir un esquema explicativo que integre conceptos de
manera sistemática por medio de oraciones que indiquen las relaciones. “Una
teoría permite más que comprender algo o pintar un cuadro vivido. Da
oportunidad a los usuarios de explicar y predecir acontecimientos, con lo cual
se proporcionan guías para la acción”. (Strauss y Corbin, 2002: 28)
En este trabajo, se utiliza el método para la construcción de categorías,
en el sentido de las etiquetas que se han puesto a los fenómenos, es decir,
para asignar o dar nombres a los acontecimientos, objetos o sucesos; para ello
utilice lo que Strauss y Corbin (2002) denominan el “muestreo teórico”, ya que
tuve acceso casi ilimitado a las personas que me podían definir las similitudes y
diferencias para desarrollar mejor las categorías (p. 229); pero esto en sí no
basta para descubrir o tener una comprensión del fenómeno, creí necesario
realizar un “microanálisis”, para ahondar, es decir: “discernir el rango de
significados potenciales contenidos en las palabras usadas por los
entrevistados y desarrollados mejor en términos de sus propiedades y
dimensiones” (Strauss y Corbin, 2002: 120).
De tal manera, cuando elaboré los conceptos, otorgando nombres a los
hallazgos que obtuve de las entrevistas en contraste con las observaciones,
realicé siempre un examen minucioso de los mismos para ubicarlos
significativamente dentro del contexto lingüístico que consideré adecuado.
Es allí donde creo que existe punto de encuentro para el análisis, entre
la teoría fundamentada como método de organización y clasificación de la
información; y la visión de la realidad social fundada por las construcciones
discursivas de un lenguaje que no informa de algo (Antaki e Iñiguez, 1990),
sino que “hace ago” o “realiza algo” (Searle, 2001, Austin, 1998). Para Potter
(1998):

La realidad se introduce en las prácticas humanas por medio de las


categorías y las descripciones que forman parte de esas prácticas. El
mundo no está categorizado de antemano por Dios o por la naturaleza de
una manera que todos nos vemos obligados a aceptar. Se construye de
una u otra manera a medida que las personas hablan, escriben y discuten
sobre él. (p. 130)

IV. 2. 1. La teoría fundamentada como método, y el constuccionismo.


El término describir entendido como el relato que se hace desde la
perspectiva de la persona consistente en el uso de palabras, que a su vez se
nutre del vocabulario ordinario para expresar ideas sobre cosas, personas y
lugares tal como lo emplean Strauss y Corbin (2002: 17-18), sirve en este caso
para enlazar la teoría fundamentada como “método” y el construccionismo
como enfoque epistemológico. En ese sentido Potter (1998) afirma: “Un
aspecto fundamental de cualquier descripción es su papel en la categorización;
una descripción formula algún objeto o suceso como algo; lo constituye como
una cosa que tiene unas cualidades especificas.” (p. 146)
Potter (1998) utiliza la metáfora del espejo para significar que los
objetos del mundo se reflejan en una superficie lisa que es el espejo, pero en el
caso que analiza la superficie no es de cristal sino de lenguaje.

El lenguaje refleja como son las cosas mediante descripciones,


representaciones y relatos. Y a medida que estas descripciones,
representaciones y relatos se divulgan por el mundo de los asuntos
humanos, se pueden considerar fiables factuales o literales o, por el
contrario, se pueden convertir en confusiones o mentiras cuando el espejo
se enturbia o se deforma. (Potter, 1998: 129-130)
A partir de la formulación anterior quiero insistir que la “teoría
fundamentada” la estoy utilizando como método para organizar la información
en categorías, ya que el análisis de los significados construidos como textos,
me propuse realizarlo contrastando éstos con las observaciones, a fin de que
den cuenta de las prácticas o acciones implícitas, por tanto insisto en la
relación entre describir y construir eventualidades.

Describir implica, entre otras cosas, categorizar objetos en clases, hacer


formulaciones, ofrecer u ocultar detalles, emitir juicios, etc. (…) En vez de
preguntarnos qué es una descripción en términos abstractos, debemos
preguntarnos cómo es tratada una descripción por los participantes en el
transcurso de una actividad [entonces] es posible considerar las
descripciones, los informes y las versiones como tema de estudio, y que
es posible investigar cómo se diseñan para que realicen unas acciones
determinadas. (Potter, 1998: 87)

IV. 3. Actos del habla


Austin (1998) fue uno de los autores visiblemente primeros en reconocer
como el hablar no sólo produce afirmaciones que pueden ser verdaderas o
falsas, sino que constituye una actividad social. Mostró como es usado para
prometer, bautizar, casarse o expresar una emoción. Luego Searle (2001)
desarrollo estos planteamientos para construir una teoría pragmática del
lenguaje.

Ha llegado a sostenerse corrientemente que muchas expresiones, que


parecen enunciados, o bien no son formuladas en absoluto para registrar o
suministrar información directa acerca de los hechos, o tienen ese propósito
solo en parte. Por ejemplo, las ‘proposiciones éticas’ quizá persiguen
manifestar emociones, exclusiva o parcialmente, o bien prescribir conducta
o influirla de maneras especiales (…) Propongo denominarla oración
realizativa o expresión realizativa o, para abreviar, ‘un realizativo’ (…)
Indica que emitir la expresión es realizar una acción y que ésta no se
concibe normalmente como mero decir algo. (Austin, 1998: 42-47)

Por lo comentado hasta aquí, el enfoque del lenguaje como acción, luce
tentador para definir la perspectiva en que inscribo este trabajo, es decir,
aquella que afirma que una expresión acústica o gráfica,…“un ruido o una
marca echa sobre un trozo de papel como una instancia de comunicación
lingüística, como un mensaje” (Searle, 2001:26), implica suponer que fueron
producidas por un ser o seres más o menos semejantes a quien o quienes
reciben el mensaje y con ciertas clases de intenciones. Es esto lo que a vivas
cuentas Searle (2001) considera “actos de habla”, es decir, hablar un lenguaje
como el hecho de tomar parte en una forma de conducta gobernada por reglas
(Searle, 2001: 25).
La acción tiene el mismo status que los usos del lenguaje. El hablar es
una acción y como tal hay que tomarla, es decir como una conducta que
obedece a un código dentro de una estructura normativa que le da sentido. No
hay diferencia entre los comportamientos de las personas en cuanto a acciones
y los usos del lenguaje, para Austin (citado por Iñiguez, 2005b) “hablar es
actuar”, por lo tanto la búsqueda de la verdad debe tener asidero en la relación
social que se da a través del lenguaje como acto, la verdad no puede ser
encontrada en el racionalismo divorciado del contexto en que se encarna esa
verdad. Desde la noción del lenguaje como una forma de acción y no como
mera comunicación es que se anula la dicotomía entre lo mental y lo no mental,
de esta manera el lenguaje y las interacciones que genera su práctica,
construyen acuerdos o instituciones entre los individuos que conforman los
grupos sociales, lo que a fin de cuentas no es más que la constitución misma
del mundo social real, es esta práctica lingüística precisamente lo que legitima
o deslegitima las relaciones sociales de inclusión, tolerancia, aceptación, así
como las de exclusión, intolerancia, poder y dominación entre los actores o
agentes sociales que dan consistencia a la subjetividad social.
El contexto significativo que encarna las prácticas sociales dentro del
sub mundo social que acontece en la prisión no escapa de este juego de
relaciones. Allí tiene presencia una subcultura que guarda sus propias reglas; y
es precisamente en el análisis de los textos, en comparación con las prácticas
que pude observar en el contacto directo con el campo donde suceden estos
contextos lingüísticos donde está la clave para interpretar los códigos de acción
que sustentan los modos de relación dentro de la prisión y los efectos que
producen.
El significado no debe buscarse en las palabras, aunque tiene que ver
con ellas, el significado en todo caso debe de buscarse en la relación social
que se da a partir y a través de éstas en cuanto a práctica social. En este
trabajo me propuse analizar los textos prescindiendo de la mera relación simple
entre significado y significante, más bien he tratado de ver las consecuencias
que produce lo que se dice en el contexto de comunicación (Iñiguez, 2005b).
Cuando desde acá hago referencia a Austin (1998), y a Searle (2001) es
para sentar las bases para afirmar que los códigos de conducta que analizo
son de hecho códigos de acción inseparables de prácticas lingüísticas.
Ver el lenguaje como acción va de la mano -aunque no haya sido
declarado por Austin (1998) y Searle (2001)- con una visión de la realidad
social entendida como construcción social, es decir es la coartada teórica para
posesionarse en el socioconstruccionismo (Iñiguez, 2005b), ya que, desde esta
visión epistemológica se asume que la realidad está determinada por
interacciones guiadas por reglas lingüísticas intersubjetivas, lo cual constituye a
fin de cuentas la base ontológica del paradigma construccionista en la versión
de Guba (1990); desde la visión del lenguaje como acción no existe un solo
canal de comunicación, sino “un contexto de emisión apropiado” (Searle, 2001:
28), así un significado tiene su anclaje en un contexto de comunicación
(Ilñiguez, 2005b).
El lenguaje a veces no informa de algo que pasa en la mente sino que
es una acción. Los procesos psicológicos no están en la cabeza de la gente y
se expresan en el lenguaje; el lenguaje mismo y su uso es la psique (Iñiguez,
2005b).

…para todo posible acto de habla, existe un posible elemento lingüístico


cuyo significado (dado el contexto de la emisión) es suficiente para
determinar que su emisión literal constituye una realización de,
precisamente, ese acto de habla. Para estudiar los actos de habla de
prometer o pedir disculpa necesitamos estudiar oraciones cuya emisión
correcta y literal constituya hacer una promesa o presentar una disculpa.
(Searle, 2001: 30)

En el caso de este trabajo, la construcción de códigos de acción supone


la existencia de un proceso de construcción colectiva y continua de acuerdos
que regulan las acciones de los miembros que integran la sub cultura dentro de
la cárcel.

IV. 4. La etnometodología
Los aportes de Garfikel (citado por Coulon, 1987; Potter, 1998) en
cuanto a la etnometodología también surgen como interesantes tanto para
fundamentar las bases de la concepción construccionista del conocimiento,
como para hacer hincapié en que el acto discursivo es acción que al instituirse
juega un rol importante en la legitimación de las relaciones sociales. En este
orden de ideas es importante resaltar que en las observaciones que realice y
en los textos que pude recoger (tanto a partir de notas de campo como de las
propias entrevistas grabadas), me fue de gran utilidad tomar en cuenta los
métodos que utilizan los reclusos desde su propia “subcultura” para construir a
partir de descripciones los actos que regulan su vida en prisión.
Garfinkel dice que los “sociólogos profesionales” consideran al actor
social como un “idiota cultural”, al pensarlo como el que reproduce en su actuar
las alternativas previamente elaboradas y legítimas que le proporciona la
cultura. Desde el punto de vista de la sociología tradicional, la reproducción de
un orden preestablecido fija al actor las pautas de su comportamiento,
consideran que existe un orden objetivo y el cual hay que analizar para saber
del comportamiento de los actores.
En este sentido, la crítica de Garfinkel (citado por Coulon, 1987) es que,
si el actor está pre-elaborado, es decir no construye nada con sus acciones, las
instituciones (Fichter,1982) aparecen como supraindividuales, o ...“como una
forma social definida al margen de los actores, como un conjunto de normas
que se le imponen” ( Garfinkel, citado por Coulon, 1987: 59); si por lo contrario
el caso fuera que el actor produce sus actos, entonces las instituciones se
están creando, o elaborando permanentemente por los mismos actores en el
imbricado de sus relaciones. Con respecto a si el actor está esperando
amoldarse a lo que está preestablecido socialmente, o es constructor de sus
acuerdos en las interacciones sociales, aparecen dos perspectivas que
respectivamente obedecen a una ontología realista y objetivista en el primer
caso, y discursiva, subjetivista y accionista en el segundo. Considerar al actor
social como un “idiota cultural”, implica asumir una postura objetivista que
enfatiza que éste es constituido por las instituciones que le preexisten como
conjunto de normas que le preceden, y no como una creación permanente por
parte del mismo actor. Suponer que el actor social tiene una relación de
dependencia con el contexto donde actúa, es suponer un “yo” que antecede al
texto. Las circunstancias y la cultura le influyen, pero él de manera reciproca es
constructor de aquella.
Garfinkel (citado por Coulon, 1987) dice que la pretensión científica de los
investigadores sociales y los métodos cotidianos que los miembros de una
sociedad utilizan para comprenderse y comprender el mundo social, no
guardan diferenciación, por eso de que ninguno de los dos puede manejarse
fuera del “lenguaje natural”, ni de las propiedades que le conciernen.
Al preocuparme de las relaciones sociales presentes en el ámbito de la
prisión como tema de mi interés, son precisamente los episodios vistos en el
sentido de lo interpretable contextualmente lo que me interesó, y los que
pueden dar cuenta de éstas; por lo tanto la comprensión que traté de lograr, es
como la define Martínez (1999):

…es la captación de las relaciones internas y profundas mediante la


penetración en su intimidad, para ser entendida desde adentro, en su
novedad, respetando la originalidad y la indivisibilidad de los fenómenos,
y tratando de entender, a través de la interpretación de su lengua y
gestos, el sentido que las personas dan a sus propias situaciones. (p. 190)

Lo importante es que estos textos que obtuve como datos,


entendidos…“como el acto físico con el significado que tiene en la estructura
personal del sujeto” (Martinez, 2006: 103), den cuenta de lo que observé en el
campo de trabajo, porque es precisamente allí donde cumplen su función y
como tal traté de verlos. Es por ello que he propuesto una combinación de
observación con análisis de textos. Lo cual no es otra cosa que una
triangulación de métodos.
Y quiero recalcar la importancia del contexto y del significado que sobre
este concepto aludo, porque para mí, subscribiendo cabalmente a Austin
(1988), se comete un abuso cuando en directo detrimento del lenguaje natural
u ordinario, se usa o se pretende usarlo fuera del contexto donde cumple
cabalmente su función.“Un lenguaje es una forma de vida. No podemos
considerarlo aisladamente y en sí, con independencia de las múltiples
funciones que cumple en el cuadro de la vida de quienes lo emplean.” (Austin,
1998: 9)
Por tal razón, en no pocas ocasiones he citado a entrevistados
textualmente. “El proceso de trascribir el habla es un paso preliminar crucial
para la investigación. Las transcripciones se pueden considerar mecanismos
que destacan con precisión la interabilidad y la textualidad del habla.” (Potter,
1998: 115). Presentar la trascripción de un discurso democratiza la interacción
académica en un sentido importante (Potter, 1998: 139). Se trata de evidenciar
las categorías del lenguaje utilizado en el campo de este estudio, y sus
relaciones con el modo de vida particular que allí acontece, es esto
precisamente lo que le da la característica de contexto.
Sin embargo, no trato de discernir aspectos inconscientes, ideológicos o
de otra manera “implícitos” como algo objetivo dentro del discurso que esta
esperando ser descubierto; ese no fue el método que utilicé. No traté de buscar
significados secretos que están en el interior de los textos que luego podría
hacer manifiestos. Foucault propone que no están escondidos, sino
“coexistentes”: “no es, pues, una interpretación de los hechos enunciativos la
que podría sacarlos a la luz, sino el análisis de su coexistencia, de su sucesión
de su funcionamiento mutuo, de su determinación reciproca, de su
transformación independiente o correlativa.” (2006: 48)
Las bases de la elección metodológica podría resumirlas de la siguiente
manera:
a) He usado el método de la “teoría fundamentada” en este trabajo para
organizar los datos obtenidos de las observaciones y las entrevistas hechas en
la cárcel. La “teoría fundamentada” también me ha servido para encontrar en
los textos examinados los temas emergentes a partir de ciertos conceptos
analíticos como el microanálisis y el ordenamiento conceptual a fin de generar
significados a partir de estos textos.

b) Mi enfoque, sin embargo es básicamente construccionista. Supongo un


acervo de textos compartidos por actores que son activos y por lo tanto
agentes de sus propios discursos.

c) He buscado acceso a los códigos de acción, tema principal de esta tesis,


empleando aspectos y supuestos epistemológicos de la etnometodología de
Garfinkel (Coulon, 1987; Potter, 1998), y de la pragmática lingüística de Searle
(2001) y Austin (1998), puesto que dan fundamento para analizar en el primer
caso, desde los métodos tradicionales que utiliza la gente para lograr construir
a partir de palabras actos factuales en sus relaciones cotidianas e
intitucionalizar sus prácticas (esto a partir de las observaciones que practiqué
directamente en la prisión); y en el segundo caso para realizar un análisis de
textos bajo el supuesto que los mismos no son simples enunciados
descriptivos, sino que constituyen actos.

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