Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
1
Defino lo epistemológico propiamente dicho como la relación entre un conocedor y algo por
conocer que delimita la discusión sobre las posibilidades, alcances y límites en la procura del saber
científico.
este estudio, construimos significados sobre el tema orientado por mi
interés.
Luego de estas dos primeras y fundamentales interrogantes, es
que pude establecer las herramientas metodológicas, con las cuales
procese directamente este proyecto indagatorio, esto último corresponde
a la dimensión metodológica del paradigma.
III. 2. El construccionismo
Hablar de construccionismo como paradigma implica desde mi punto
de vista, establecer una demarcación fundamental entre constructivismo y
construccionismo: para el primero, la asunción del conocimiento se
fundamenta en la teoría cognitiva, es decir se hace énfasis en la forma de
cómo se percibe el mundo para determinar la acción humana, y no se
concibe al mundo como la acción humana misma, es decir, la experiencia
se entiende como la construcción alojada en la estructura cognitiva del
sujeto y desde la cual en interacción con otras experiencia asimiladas del
exterior reacomoda su experiencia interior y va elaborando sus
significaciones; en este sentido la experiencia para el constructivismo no
se entiende como la constitución del sujeto mismo. Un planteamiento muy
interesante para reflexionar en este sentido lo encuentro en Foucault
(2001) cuando dice:
2
A menos que sea para la fundamentación epistemológica en el cual me ubico.
3
El subrayado es de mi autoría.
textos como parte integrante de los códigos que regulan los modos de
relación entre las personas.
Michael Crotty (1998), citado por Sandín (2003: 49) sostiene que.
“sería útil reservar el término de constructivismo para aquellas
consideraciones epistemológicas que se centran exclusivamente en la
‛actividad de la mente individual para generar significado’ y utilizar
construccionismo cuando queremos enfatizar la ‛generación colectiva (y
transmisión) de significado’ ”
En la perspectiva construccionista, a diferencia del constructivismo,
no se concibe la dicotomía entre el sujeto y el objeto en el proceso de
conocimiento, más bien existe una fusión indisoluble entre el plano
ontológico y el epistemológico; aquí, no existe corte entre estas dos
dimensiones, porque la realidad social al ser concebida como
construcción y producción de significados, en el contexto de lo cultural e
histórico, el conocimiento de la misma, produce e introduce cambios en
esa realidad. He aquí el carácter dialéctico que Gergen (citado por Ibáñez,
1996) define como el “efecto ilustración”.
De este modo, los problemas sociales no pueden abordarse como
“naturales” es decir con naturaleza independiente al sujeto que construye
esos problemas en el relato, es decir, en el sentido que éste le otorga en
el modo de mentarlas, de decirlas. La realidad no es ajena al modo de
problematizarla o de discurrir por qué es un problema o por qué no lo es,
es decir no aparece ajena al efecto que produce en la vida cotidiana, en la
cultura, en el conjunto de relaciones que institucionalizan al “mundo”, y
permítaseme la redundancia, al mundo social.
Gergen (1984) al referirse a los enfoques que ponen el énfasis en los
procesos mentales en relación al debate sobre la producción del
conocimiento y que se preocupan por el proceso interno individual “a
menudo clasificado como experiencia” dice:
Por lo comentado hasta aquí, el enfoque del lenguaje como acción, luce
tentador para definir la perspectiva en que inscribo este trabajo, es decir,
aquella que afirma que una expresión acústica o gráfica,…“un ruido o una
marca echa sobre un trozo de papel como una instancia de comunicación
lingüística, como un mensaje” (Searle, 2001:26), implica suponer que fueron
producidas por un ser o seres más o menos semejantes a quien o quienes
reciben el mensaje y con ciertas clases de intenciones. Es esto lo que a vivas
cuentas Searle (2001) considera “actos de habla”, es decir, hablar un lenguaje
como el hecho de tomar parte en una forma de conducta gobernada por reglas
(Searle, 2001: 25).
La acción tiene el mismo status que los usos del lenguaje. El hablar es
una acción y como tal hay que tomarla, es decir como una conducta que
obedece a un código dentro de una estructura normativa que le da sentido. No
hay diferencia entre los comportamientos de las personas en cuanto a acciones
y los usos del lenguaje, para Austin (citado por Iñiguez, 2005b) “hablar es
actuar”, por lo tanto la búsqueda de la verdad debe tener asidero en la relación
social que se da a través del lenguaje como acto, la verdad no puede ser
encontrada en el racionalismo divorciado del contexto en que se encarna esa
verdad. Desde la noción del lenguaje como una forma de acción y no como
mera comunicación es que se anula la dicotomía entre lo mental y lo no mental,
de esta manera el lenguaje y las interacciones que genera su práctica,
construyen acuerdos o instituciones entre los individuos que conforman los
grupos sociales, lo que a fin de cuentas no es más que la constitución misma
del mundo social real, es esta práctica lingüística precisamente lo que legitima
o deslegitima las relaciones sociales de inclusión, tolerancia, aceptación, así
como las de exclusión, intolerancia, poder y dominación entre los actores o
agentes sociales que dan consistencia a la subjetividad social.
El contexto significativo que encarna las prácticas sociales dentro del
sub mundo social que acontece en la prisión no escapa de este juego de
relaciones. Allí tiene presencia una subcultura que guarda sus propias reglas; y
es precisamente en el análisis de los textos, en comparación con las prácticas
que pude observar en el contacto directo con el campo donde suceden estos
contextos lingüísticos donde está la clave para interpretar los códigos de acción
que sustentan los modos de relación dentro de la prisión y los efectos que
producen.
El significado no debe buscarse en las palabras, aunque tiene que ver
con ellas, el significado en todo caso debe de buscarse en la relación social
que se da a partir y a través de éstas en cuanto a práctica social. En este
trabajo me propuse analizar los textos prescindiendo de la mera relación simple
entre significado y significante, más bien he tratado de ver las consecuencias
que produce lo que se dice en el contexto de comunicación (Iñiguez, 2005b).
Cuando desde acá hago referencia a Austin (1998), y a Searle (2001) es
para sentar las bases para afirmar que los códigos de conducta que analizo
son de hecho códigos de acción inseparables de prácticas lingüísticas.
Ver el lenguaje como acción va de la mano -aunque no haya sido
declarado por Austin (1998) y Searle (2001)- con una visión de la realidad
social entendida como construcción social, es decir es la coartada teórica para
posesionarse en el socioconstruccionismo (Iñiguez, 2005b), ya que, desde esta
visión epistemológica se asume que la realidad está determinada por
interacciones guiadas por reglas lingüísticas intersubjetivas, lo cual constituye a
fin de cuentas la base ontológica del paradigma construccionista en la versión
de Guba (1990); desde la visión del lenguaje como acción no existe un solo
canal de comunicación, sino “un contexto de emisión apropiado” (Searle, 2001:
28), así un significado tiene su anclaje en un contexto de comunicación
(Ilñiguez, 2005b).
El lenguaje a veces no informa de algo que pasa en la mente sino que
es una acción. Los procesos psicológicos no están en la cabeza de la gente y
se expresan en el lenguaje; el lenguaje mismo y su uso es la psique (Iñiguez,
2005b).
IV. 4. La etnometodología
Los aportes de Garfikel (citado por Coulon, 1987; Potter, 1998) en
cuanto a la etnometodología también surgen como interesantes tanto para
fundamentar las bases de la concepción construccionista del conocimiento,
como para hacer hincapié en que el acto discursivo es acción que al instituirse
juega un rol importante en la legitimación de las relaciones sociales. En este
orden de ideas es importante resaltar que en las observaciones que realice y
en los textos que pude recoger (tanto a partir de notas de campo como de las
propias entrevistas grabadas), me fue de gran utilidad tomar en cuenta los
métodos que utilizan los reclusos desde su propia “subcultura” para construir a
partir de descripciones los actos que regulan su vida en prisión.
Garfinkel dice que los “sociólogos profesionales” consideran al actor
social como un “idiota cultural”, al pensarlo como el que reproduce en su actuar
las alternativas previamente elaboradas y legítimas que le proporciona la
cultura. Desde el punto de vista de la sociología tradicional, la reproducción de
un orden preestablecido fija al actor las pautas de su comportamiento,
consideran que existe un orden objetivo y el cual hay que analizar para saber
del comportamiento de los actores.
En este sentido, la crítica de Garfinkel (citado por Coulon, 1987) es que,
si el actor está pre-elaborado, es decir no construye nada con sus acciones, las
instituciones (Fichter,1982) aparecen como supraindividuales, o ...“como una
forma social definida al margen de los actores, como un conjunto de normas
que se le imponen” ( Garfinkel, citado por Coulon, 1987: 59); si por lo contrario
el caso fuera que el actor produce sus actos, entonces las instituciones se
están creando, o elaborando permanentemente por los mismos actores en el
imbricado de sus relaciones. Con respecto a si el actor está esperando
amoldarse a lo que está preestablecido socialmente, o es constructor de sus
acuerdos en las interacciones sociales, aparecen dos perspectivas que
respectivamente obedecen a una ontología realista y objetivista en el primer
caso, y discursiva, subjetivista y accionista en el segundo. Considerar al actor
social como un “idiota cultural”, implica asumir una postura objetivista que
enfatiza que éste es constituido por las instituciones que le preexisten como
conjunto de normas que le preceden, y no como una creación permanente por
parte del mismo actor. Suponer que el actor social tiene una relación de
dependencia con el contexto donde actúa, es suponer un “yo” que antecede al
texto. Las circunstancias y la cultura le influyen, pero él de manera reciproca es
constructor de aquella.
Garfinkel (citado por Coulon, 1987) dice que la pretensión científica de los
investigadores sociales y los métodos cotidianos que los miembros de una
sociedad utilizan para comprenderse y comprender el mundo social, no
guardan diferenciación, por eso de que ninguno de los dos puede manejarse
fuera del “lenguaje natural”, ni de las propiedades que le conciernen.
Al preocuparme de las relaciones sociales presentes en el ámbito de la
prisión como tema de mi interés, son precisamente los episodios vistos en el
sentido de lo interpretable contextualmente lo que me interesó, y los que
pueden dar cuenta de éstas; por lo tanto la comprensión que traté de lograr, es
como la define Martínez (1999):