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GENDARMES
“G E N D A R M E F É L I X M A N I F I OR”
ASIGNATURA: “PROBLEMÁTICAS
SOCIOCURALES
ASIGNATURA: PROBLEMÁTICAS SOCIOCULTURALES
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o Críticas y replanteos de la modernidad. Sociedad posindustrial y
cultura posmoderna. Las ideas de posmodernidad. La cultura de
la imagen. Del sujeto moderno al sujeto posmoderno.
La niñez, la juventud como categorías etarias. Culturas de la niñez y
la adolescencia. Jóvenes y medios masivos de comunicación
o Escenarios de expulsión social y subjetividad. Territorios juveniles
emergentes. Los ritos. Las creencias. Nuevos rostros juveniles.
La subjetividad de varones y mujeres. La escuela entre la
destitución y la invención.
Niños, jóvenes y adultos en situación de riesgo Consumo
problemático de sustancias.
o Maltrato infantil. Trabajo infantil. Niños y adolescentes en
situación de calle. Niñez y adolescencia con discapacidad.
Explotación sexual y comercial de niños y adolescentes.
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Yubero J, Santiago. (2005) Socialización y aprendizaje social. Trabajo
presentado en Conferencia de Psicología social, cultura y educación, realizada
en Buenos Aires. Fundación Dialnet. ISBN 84-205-3724. (pp. 1-11)
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Simkin, Hugo. Becerra, Gastón. (2013) El proceso de socialización. Apuntes
para su exploración en el campo psicosocial. Revista Ciencia, Docencia y
Tecnología. Vol. XXIV. Nº47. Noviembre de 2013. (pp.127-137)
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De los Ríos, Fernando. (1968) Versión Castellana del Libro Contrato Social
de Juan Jacobo Rousseau. Libro I. Capítulos I al IX. Editorial Espasa-calpe.
Madrid. (pp. 1-9)
Contrato social
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la sociedad y el pueblo, para conocer nuestros deberes, derechos y
obligaciones.
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Cuerda, José A. (2004). La participación social desde la propia experiencia
vital. Trabajo presentado en el Primer Seminario-Taller de Empoderamiento
y participación social realizado en Bilbao del 29 al 30 de abril de 2014.
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Guillen, A, y otros. (2009) Origen, espacio y niveles de participación
ciudadana. Daena: International Journal of Good Conscience. Marzo 2009.
ISSN. 1870-557X. (pp. 179-188) www.daenajournal.org
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Schujman, Gustavo. (2005) Filosofía, Formación Ética y Ciudadana I. Aique
Grupo Editor. Buenos Aires. (pp.84-95)
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a que el ser humano responde de acuerdo con las pautas culturales recibidas.
Su relación con la realidad que lo rodea es una relación mediatizada por los
símbolos propios de su cultura.
Decir que nacemos dentro de una cultura no quiere decir que seamos cultos.
Aun si no hemos aprendido a leer o si no hemos sido educados por maestros y
profesores, aun en ese caso, somos parte de una cultura que nos condiciona.
Los otros, los que nos han precedido, nos han dado pautas para interpretar la
realidad. Así, el hombre de campo interpreta su realidad de acuerdo con la
tradición rural que le ha enseñado a comprender los fenómenos naturales de
una determinada manera. Gracias a que existe esa tradición, no es necesario
que cada uno de nosotros empiece desde cero cada vez: aprovechamos la
experiencia de los demás para movemos en el mundo. El hombre de campo
sabe predecir el tiempo que hará por las nubes que aparecen en el horizonte y
ese saber le permite tomar decisiones que tienen que ver con su supervivencia
y la de los suyos.
Esto no significa que todos los que nacemos dentro de una cultura pensemos
igualo nos comportemos igual. Cada uno de nosotros tiene también, en cierto
sentido, un universo simbólico particular. Compartimos con los demás una
lengua, normas sociales, algunas costumbres, pero recibimos de nuestros
padres una educación particular, una religión determinada, etc. Además, cada
uno de nosotros tiene sus experiencias de vida, que son intransferibles y únicas
y que también pasan a formar parte fundamental de nuestro modo de ser. En
cada uno de nosotros se refleja lo dado por los otros pero "pasado por el filtro"
de nuestra perspectiva, de nuestra individualidad.
Aunque compartamos con otros una determinada cultura somos únicos. Pero
¿qué sucede entre individuos que pertenecen a distintas culturas? Las
diferencias que existen entre ellos son más grandes. ¿Son diferencias
infranqueables? ¿Es posible la comunicación entre individuos que pertenecen a
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diversos universos simbólicos? Si ven el mundo de manera diferente y, en
algunos casos, hasta opuesta, ¿puede establecerse un diálogo en esas
condiciones?
Del mismo modo, es usual que nos sorprendan las diferencias que nos separan
de individuos de otras culturas. Pero debemos reconocer que también existen
elementos que nos unen a esos individuos, que nos hacen semejantes.
Pertenecemos a diversos grupos humanos pero, por encima de esa
pertenencia, está la pertenencia a la especie humana.
Un ser humano, por más diferente que sea de nosotros, no puede sernos
absolutamente extraño. Es posible la comunicación entre individuos de distintas
culturas y hasta puede haber comprensión y acuerdo. No está de más decir
que la capacidad del lenguaje es puramente humana y que está al servicio de
la comunicación. Por medio del lenguaje, los humanos nos comunicamos e
interactuamos. El hecho de poder hablar y comunicamos es la condición
indispensable para poder entendemos.
Más allá de las diferencias que pueden darse entre distintos seres humanos,
existe siempre algo común. Hemos tomado la experiencia del Antropólogo que
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se relaciona con individuos de culturas muy diferentes de la suya y que hace el
intento de comprenderlos desde adentro, tal vez única vía posible de hacerlo.
Nuestro encuentro con aquellos que no forman parte del grupo social al que
pertenecemos puede dar lugar a diferentes formas de comportamiento.
Algunos de estos comportamientos han sido analizados por distintos autores.
Aquí nos ocuparemos del etnocentrismo, exotismo y relativismo.
Cree que sus valores son los únicos. Quien adopta una cultura etnocentrista
considera que lo que es un bien para sí, es necesariamente un bien para el
otro. En algunos casos, puede incluso sentirse con derecho a imponer ese bien
a los demás. Y eso es porque interpreta la diferencia en término de deficiencia
con respecto a su propio ideal.
EXOTISMO: la persona que adopta una actitud exotista prefiere siempre al otro
y se desvaloriza a sí mismo. Más que valorar al otro, el exotista se critica a sí
mismo y a la cultura a la que pertenece y pone a otra cultura como ideal. En
algunos casos trata de asimilarse a ella.
RELATIVISMO: quien asume una posición relativista sostiene que todas las
costumbres son igualmente válidas. Por ello, no se cree con derecho a juzgar a
los otros. Para el relativista, todo valor es relativo a la cultura a la que se
pertenece. Así, lo que es bueno en una cultura, puede ser malo en otra y todas
las posturas valen por igual. No hay culturas superiores ni verdades absolutas.
Quien adopta esta posición suele ser tolerante con respecto a las conductas e
ideas de los otros. Sin embargo, actualmente esta posición está siendo
fuertemente cuestionada por quienes defienden la necesidad de reconocer
derechos humanos universales.
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Margulis, Mario, Urresti, Marcelo y otros. (1998). La discriminación en la
discursiva social. Edit. Biblos. Buenos Aires. (pp. 17-36)
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De Gregorio, Eduardo. (2003) Seminario Taller de Educación Rural.
Licenciatura en EGB 1 y 2. Universidad Nacional de Santiago del Estero.
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El estilo de vida en las zonas urbanas se considera de ritmo rápido, es decir;
que casi nadie tiene tiempo para gozar de las pequeñas cosas. Las personas a
menudo se describen como adictas al trabajo o a tener una vida social activa.
La urbanización también incluye la más avanzada tecnología y ciencia, donde
los hospitales están más preparados y cuentan con más maquinaria y
personas. Asimismo, las personas que viven en áreas urbanas, generalmente
tienen teléfonos inteligentes, tabletas, ordenadores portátiles, ordenadores de
mesa…tecnologíasquemuchasveces en el campo no están disponibles.
Las zonas rurales se caracterizan por tener las comunidades pequeñas muy
unidas y porque los espacios; a diferencia de lo que ocurre en las ciudades, no
son reducidos.
Es común que las personas que viven en áreas rurales se conozcan entre sí.
Algunos pueblos o lugares pequeños se consideran como zonas rurales. Este
tipo de área de asentamiento humano se caracteriza también por su pequeña
población y por el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Muchas personas
en las zonas rurales se consideran granjeros o agricultores.
Las zonas rurales son más dependientes de los recursos naturales y materiales
orgánicos. En algunos casos cuentan con pequeñas tiendas y empresas
familiares, en contraste con los grandes supermercados de las zonas urbanas.
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Diferencias clave entre rural y urbano
En las zonas
urbanas los espacios son más reducidos que en las áreas
rurales.
La densidad de población es mayor
en las ciudades (zonas urbanas) que
en los campos (zonas rurales).
La economía, tecnología y la ciencia son más desarrolladas en las zonas
urbanas, mientras que en las zonas rurales; la agricultura y la ganadería
tienen más peso.
El ritmo de vida es más acelerado y estresante en las ciudades que en los
campos.
Hay más contaminación en las zonas urbanas que en las rurales.
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Merklen, Denis (2005) Pobres ciudadanos. Las clases populares en la era
democrática (Argentina 1983-2003) 1º Edición. Buenos Aires. Gorla. Cap. 2.
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Obiols, Guillermo, Obiols Silvia. (2006) Adolescencia, posmodernidad y
escuela. Capítulo I. (pp.29-71) Editorial Noveduc. Buenos Aires
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progresivamente, a la constitución de un incipiente mercado mundial
potenciado por la plata americana. El predominio económico y político se
desplaza del Mediterráneo al Atlántico, a partir del siglo XVI. Políticamente, los
estados nacionales, necesarios para encarar los enormes gastos que exigen
las empresas de la modernidad, se van consolidando frente a la multitud de
condados, ducados, etc. La autoridad de los reyes, apoyados por la burguesía,
se impone sobre los señores feudales y enfrenta exitosamente al papado.
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algo nuevo, y si bien ya se han explicado muchas cosas, lo que queda por
explicar es muchísimo más todavía. Por eso, una gran tarea le espera a las
nuevas generaciones. Una vez, cuando era joven, vi a dos albañiles que, luego
de cambiar ideas tan sólo cinco minutos, sustituyeron la costumbre milenaria
de mover los bloques de granito por una nueva y más razonable manera de
disponer las cuerdas y las poleas. En ese momento me di cuenta de que el
tiempo viejo había terminado y de que estábamos ante una nueva época.
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esta verdad. Nunca antes de Descartes se le había dado un papel tan
fundamental al sujeto pensante. La preeminencia del mismo será el signo
fundamental de casi toda la modernidad. Mientras en Europa continental se
desarrolla el racionalismo, en Inglaterra crece vigorosamente otra rama de la
filosofía moderna: el empirismo. Según el empirismo, el conocimiento se halla
fundado en la experiencia y por experiencia, en última instancia, se entiende
algún tipo de información sensorial. Para los empiristas no hay ideas innatas;
por el contrario, la conciencia es una tabla rasa, un papel en blanco por escribir
y quien escribe es la experiencia. La escuela empirista británica incluye a F.
Bacon, contemporáneo de Descartes, J. Locke, G. Berkeley y David Hume.
Ya en el siglo XVIII los empiristas británicos por boca de Hume, mucho más
drásticamente que Descartes, afirmaban: "Si procediéramos a revisar las
bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué estragos no haríamos! Si
cogemos cualquier volumen de Teología o metafísica escolástica, por ejemplo,
preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad y el
número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de
cuestiones de hecho o existencia? No. Tírese entonces a las llamas, pues no
puede contener más que sofistería e ilusión."
Si se repara que todavía en el año 1600 Giordano Bruno había sido quemado
por la Inquisición por adherir a las ideas de Copérnico en contra de las
verdades reveladas de la teología, es notable y sintomático de un cambio de la
mentalidad imperante que sólo ciento cincuenta años después Hume, en
nombre de los principios del empirismo, se permita sugerir, metafóricamente,
que los libros de teología o metafísica escolástica pueden ser quemados sin
ninguna pérdida. La tradición racionalista francesa, el empirismo británico y el
desarrollo de las ciencias son en el plano de las ideas las fuentes de las que se
nutre el Iluminismo, o filosofía de la ilustración, en el siglo XVIII. Esta corriente
de pensamiento defiende una razón que se apoya en la experiencia, que va de
lo singular a lo universal, de los hechos a los principios y que, cada vez más, va
tomando a la ciencia natural como el modelo de todo conocimiento. El auge de
la burguesía, el desarrollo del capitalismo y las revoluciones inglesa,
norteamericana y francesa constituyen el marco económico, social y político en
el que se forman las ideas iluministas, ideas que a su vez van a ejercer
decisiva influencia en la sociedad en general y en los procesos revolucionarios
mencionados en particular. En 1751 comenzó a publicarse la Enciclopedia o
Diccionario Razonado de las Ciencias, de las Artes y de los Oficios, bajo la
dirección de Diderot y D'Alembert, que buscaba reunir y sistematizar todos los
conocimientos, incluidos los pertenecientes a los oficios y las artes mecánicas,
para difundirlos entre los contemporáneos y trasmitirlos a la posteridad "para
que nuestros nietos, al convertirse en más instruidos, lleguen también a más
virtuosos y más felices".
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puede lograr un futuro mejor: progresar, tanto material como espiritualmente. En
lugar de ubicar una edad de oro en el pasado, en algún pasado remoto y perdido,
mito común a varias culturas, los iluministas creen que es posible lograr, en el
futuro, una humanidad más libre de los condicionamientos de la naturaleza. En
general, los ilustrados ven al progreso como una posibilidad de la humanidad, y no
como una marcha inexorable de la misma hacia algo mejor. El iluminismo tiene
una vocación universalista, sus ideales son de tipo universal, el ciudadano
ilustrado rechazará los prejuicios de raza, nacionalidad o religión y, en cambio, se
identificará con cualquier otro ilustrado en cualquier continente. En materia de
religión, los ilustrados son librepensadores, en su mayor parte no se trata de ateos,
pero está muy extendida la idea de una religión natural o deísmo.
Esta posición sostiene que en el fondo de las distintas religiones históricas habría
una religiosidad racional común. Las distintas tradiciones históricas deformarían
ese núcleo natural llevando a la superstición y el fanatismo; Dios, denominado
preferentemente "Ser supremo es considerado el gran arquitecto, punto de
referencia último para la explicación del universo. La Revolución Francesa con su
lema "Libertad, igualdad y fraternidad" y la democracia política son deudoras de la
Ilustración y forman parte del núcleo de las ideas de la modernidad que tanto
influyen en nuestra Revolución de Mayo y, en general, en el proceso
independentista en Hispanoamérica. Una esfera particularmente importante en el
desarrollo de la modernidad está constituida por el campo de las ideas éticas. Las
normas morales y jurídicas de un pueblo se originan generalmente a partir de las
tradiciones religiosas. Durante siglos se concibió al Estado como dotado de una
religión oficial. En la Europa medieval, más allá de las diferencias entre los
distintos pueblos que la conforman, la religión católica es la fuente de las normas
morales y jurídicas, las cuales dejan poco margen para el desarrollo de ideales de
vida individuales que contradigan las tradiciones sociales. En ese marco, las
minorías musulmanas y judía son apenas toleradas. Con la Reforma Protestante y
las guerras de religión del siglo XVII se quiebra la unidad religiosa y la idea de
fundamentar la moral y el derecho en la religión cede su paso entre los iluministas
a una concepción que busca establecer normas universales fundamentadas
racionalmente. El progreso que ha proclamado la ilustración tiene en el dominio de
la moral un ámbito privilegiado y, en esta esfera, el progreso consistirá en buscar
establecer normas que, en lugar de valer para un pueblo o una cultura
determinadas, valgan para todos, sean universales y, en vez de estar basadas en
la tradición o en la religión, tengan un fundamento racional. En realidad, los
requisitos de racionalidad y universalidad se complementan. La ética de Kant,
expuesta en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres y en la Crítica
de la razón práctica va a constituir el más elaborado intento por construir una ética
universal de naturaleza racional. Según Kant puede haber muchas cosas buenas
como el valor, la decisión, la perseverancia y otras muchas cualidades, pero
ninguna de ellas puede ser llamada buena sin restricción, porque cualquiera de
estas cualidades pueden llegar a ser malas y dañinas si la voluntad que ha de
hacer uso de ellas no es buena. Una voluntad buena, en cambio, lo es en
cualquier circunstancia y con independencia de que alcance un fin propuesto. No
importa el éxito de la acción. Así, por ejemplo, si hago todo lo posible por ayudar a
una persona y finalmente fracaso en el intento, esto no disminuye el valor moral de
la acción. La buena voluntad es buena cuando obra no por inclinación, es decir,
siguiendo alguna
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tendencia de nuestra sensibilidad, sino cuando obra por deber. En nuestras
acciones podemos obrar en forma contraria al deber, siguiendo alguna
inclinación, por ejemplo, cuando no ayudo a una persona que se encuentra en
apuros porque privilegio mi comodidad. También puedo obrar de acuerdo al
deber, pero por inclinación, cuando ayudo a una persona, pero lo hago porque
soy amigo de ella. Finalmente, puedo obrar simplemente por deber cuando
ayudo a una persona porque el deber manda ayudar a un semejante. Sólo
estas últimas acciones merecen la calificación de moralmente buenas. Las
contrarias al deber son moralmente malas y las que se efectúan de acuerdo
con el deber, pero por inclinación, son moralmente neutras. Así, por ejemplo,
Kant analiza el caso de los actos de beneficencia y señala que hacer
beneficencia es un deber pero que en realidad muchas personas experimentan
un cierto regocijo al efectuar la beneficencia; en consecuencia, obran de
acuerdo al deber, siguiendo una inclinación, pero no por deber y su acción,
aunque no es moralmente reprochable, tampoco es digna de que se le
adjudique valor moral. Kant define al deber como la necesidad de una acción
por respeto a la ley. Se refiere a la ley moral universal que la razón práctica da
a la voluntad y que dice que "no debo obrar nunca más que de modo que
pueda querer que mi máxima deba convertirse en ley universal"
Esta ley, a la que Kant llama imperativo categórico, quiere decir que no debo obrar
sino de acuerdo con máximas que puedan universalizarse. Sólo obro moralmente
bien cuando puedo querer, es decir, aceptar por propia convicción como
obligatorio para mí, que el principio de mí querer se convierta en ley válida para
todos. Así, por ejemplo, supongamos que en determinadas circunstancias puedo
obtener un beneficio diciendo una mentira, mi máxima podría expresarse así: "En
caso de que me sea útil diré una mentira". Esta máxima puede servirme, pero,
según Kant debo generalizaría y pensarla como si fuera una ley que dijera:
"Cualquier persona, en caso de que le sea útil, puede decir una mentira". Al
universalizarse, se advierte que esta máxima no puede valer como ley general,
pues, si todos mienten, la misma mentira ya no sería eficaz. La máxima, en
resumen, no es moralmente buena. Lo moralmente malo consiste en que el sujeto
se permita acciones que no les permite a los demás.
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Deseaban emplear esta acumulación de cultura especializada en el
enriquecimiento de la vida diaria, es decir en la organización racional de la
cotidianeidad social."
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universalista en el plano práctico y aun en el teórico. Expresión de estos
cuestionamientos a la modernidad es el alemán Johann G. Herder quien en su
Filosofía de la historia para la educación de la humanidad sostiene una concepción
providencialista de la historia en la que cada pueblo debe desarrollar sus propias
instituciones y formas espirituales que le son características. Para Herder, cada
época constituye una plenitud en sí y no hay progreso en la historia. Las ideas de
Herder se ampliarán y desarrollarán en el romanticismo alemán del siglo XIX,
cuyos ideales se contrapondrán marcadamente al Iluminismo del XVIII. Mientras el
Iluminismo se identifica con la razón y la ciencia, el romanticismo tiene una mayor
inclinación por la emoción, la fuerza, la sensibilidad y lo instintivo. El romanticismo
privilegia la excitación y la aventura a la tranquilidad y la seguridad; aprecia las
pasiones fuertes y destructoras -el amor romántico- que pueden culminar con la
muerte del enamorado.
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greco-romanos y destruye los valores de los pueblos germánicos, la bestia
rubia, el germano bárbaro, es domesticado. El cristianismo significa la pérdida
del sentido de la tierra, la pérdida de los instintos y la introducción de los
valores mezquinos, propios del rebaño, y de la noción de pecado, una idea que
atenta contra los instintos de la vida. Para que el hombre viva, Dios ha de
morir; para que la vida florezca en la tierra, no debe haber más allá. Pero Dios
ha muerto como fruto de la modernidad. A través de las experiencias del
antropocentrismo del Renacimiento, el racionalismo desde Descartes, el poder
del pueblo con la Ilustración y del auge de la ciencia con el positivismo, no hay
lugar para Dios en la cultura moderna que es una cultura secularizada. Hemos
matado a Dios. Como resultado de la muerte de Dios, el hombre moderno ha
llegado al nihilismo que significa una falta de metas, una falta de respuestas a
los porqué que se habían respondido desde Dios. Nos hallamos perdidos. No
hay posibilidad de obrar a partir de un fundamento sólido. La experiencia del
nihilismo se acentuará en la experiencia vital del siglo XX después de las dos
grandes guerras mundiales y todos sus horrores.
Pero el siglo XIX no es todo romanticismo, sino que en buena medida puede
encendérselo como una continuación crítica de la línea que arrancando con
Descartes y el empirismo británico se prolonga hasta el Iluminismo y Kant. Tres
son los grandes pensadores que expresan esta continuidad crítica respecto de la
Ilustración: Comte, Hegel y Marx. Augusto Comte funda el positivismo en la
primera mitad del siglo XIX. ¿Qué significa "positivo"? Comte dice que positivo
significa lo real frente a lo quimérico o lo fantástico, lo real es lo dado en la
experiencia; positivo también significa lo útil, frente a lo ocioso, con lo cual Comte
defiende una concepción instrumentalista del conocimiento que tiene fuerza por lo
menos desde Bacon; positivo significa también lo preciso, contra lo vago, lo
indefinido; positivo es lo constructivo, lo organizador, frente a lo destructivo; por
último, positivo es lo relativo, frente a lo absoluto, conocimiento de fenómenos, no
de esencias. El punto de partida de Comte es una filosofía de la historia que se
resume en la ley de los tres estados. En el estado teológico se explican los
fenómenos por medio de seres sobrenaturales, sus fases son el fetichismo, el
politeísmo y el monoteísmo, y se corresponde con un poder espiritual teocrático y
un poder temporal monárquico unidos en un estado de tipo militar. El estado
metafísico arranca del monoteísmo y despersonaliza la fuerza divina, y la causa de
los fenómenos pasan a ser ideas abstractas o principios racionales. Es un período
crítico en el que irrumpen las fuerzas negativas, disolventes de la inteligencia. En
el estado positivo la especulación metafísica es sustituida por una investigación de
los fenómenos limitada a la búsqueda de sus relaciones. En este estado, los
sabios o científicos pasan a desempeñar el poder espiritual que antes ejercieran
los teólogos y los industriales ocupan el poder temporal que en el primer estado
ejercieran los monarcas. Esta reivindicación de los industriales es de origen
saintsimoniano y en ella se expresa el carácter burgués y la aguda percepción de
Comte de la importancia de este nuevo sector social que se está desarrollando con
la revolución industrial. El pasaje por los tres estados, además de una dimensión
social tiene una dimensión individual: el niño es un teólogo; el adolescente, un
metafísico; y el adulto, un científico o una mentalidad positiva. La ciencia, para el
positivismo, se apoya en una metodología general de tipo inductivista. Los hechos
singulares son conocidos por la observación y la experimentación; no hay
conocimientos a priori; por vía
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inductiva se pueden llegar a establecer leyes que no explican los fenómenos,
sino que describen las regularidades observables en los mismos. La ciencia
tiene un carácter instrumental, es valiosa porque sirve a la técnica y a la
industria. Las ciencias se ordenan en una jerarquía que tiene en su base a la
ciencia más general, menos compleja y que ha alcanzado en primer término el
estado positivo: la matemática; apoyándose sobre la matemática se encuentra
la astronomía que es un poco menos general y poco más compleja que la
matemática; a continuación se hallan la física, la química, la biología y,
finalmente, la sociología. Esta última es la más compleja, la menos general y la
menos desarrollada. La sociología es concebida por Comte como una ciencia
natural, la denomina "física social" y tiene por objeto establecer las leyes que
rigen el desarrollo social como el de un organismo vivo. Comte lamenta que la
sociología todavía esté en pañales y atribuye a este escaso desarrollo los
desórdenes sociales de su época. Naturalmente, el atraso de la sociología se
explica por la complejidad del objeto de que se ocupa: el hombre en sus
relaciones sociales, lo que ha hecho que todavía no haya llegado al estado
positivo. Cuando la sociología ingrese, con Comte, al estado positivo, la
humanidad en su conjunto habrá ingresado al tercer estado.
Esta concepción de las ciencias sociales como desarrollo de las ciencias naturales
es típica del positivismo. En la sociología de Comte se distinguen la estática y la
dinámica social. La estática social estudia al individuo, la familia y la sociedad
desde la perspectiva del orden, es decir, desde la estructura que le da a estos
objetos estabilidad y firmeza. La dinámica social, en cambio, estudia el progreso;
es decir, el cambio, el pasaje de un estado a otro. Cada estado (teológico,
metafísico y positivo) constituye una situación transitoria, a excepción del último,
que es el estado definitivo. . En una línea de pensamiento muy distinta de la de
Comte, Hegel, en los primeros años del siglo XIX, en su Filosofía de la historia,
trata de demostrar que el mundo de la voluntad no está sometido al azar, que lo
que sucede en la historia tiene un carácter racional, que hay un espíritu que se
está desenvolviendo en la historia. La primera categoría que surge al pensar el
proceso histórico es la de "variación", la de que en la historia todo pasa y nada
permanece: "En la historia caminamos entre las ruinas de lo egregio" (8); pero a la
categoría de variación incesante, sucede la categoría del "rejuvenecimiento": de la
muerte surge una nueva vida, como en el mito del ave fénix; pero la nueva vida no
es idéntica a la anterior, la nueva vida encarna otro momento en el desarrollo del
espíritu, el espíritu se sublima. Cada pueblo, según Hegel, encarna un momento
en el desarrollo del espíritu y ningún individuo puede saltar por encima del espíritu
de su pueblo. El papel de los grandes hombres de la historia es encarnar o
interpretar adecuadamente el espíritu del pueblo, éstos son los conductores de los
pueblos, como Napoleón, por ejemplo. En realidad, los grandes hombres,
creyendo perseguir sus propios fines, su gloria, cumplen con el papel asignado por
la historia. A esta superposición entre el fin de la historia y el fin subjetivo, Hegel la
llama la argucia de la razón. Con estas categorías analiza el papel desempeñado
en la historia por cada pueblo o cultura, desde China e India hasta los pueblos
germánicos, considerando que "América es el continente del porvenir", es decir,
que todavía no ha ingresado en la historia universal pero lo hará en el futuro. A
grandes rasgos, Hegel ve en el desarrollo histórico una marcha hacia mayores
grados de libertad. En los grandes imperios orientales, uno solo, el emperador, es
libre. En las polis griegas
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y la república romana, muchos, los ciudadanos, son libres. El cristianismo
proclama la igualdad de los hombres ante Dios y, con la reforma protestante
que reivindica la libre interpretación de la Biblia, los pueblos germánicos
encarnan el mayor grado de libertad alcanzado.
A mediados del siglo XIX, Marx construye su filosofía sobre la base de las
doctrinas de la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el
socialismo francés 'De la filosofía alemana Marx rescata buena parte del
pensamiento de Hegel y Feuerbach, un filósofo de la izquierda hegeliana. De la
economía política británica, Marx toma la teoría del trabajo como base del
valor, teoría ya enunciada por Adam Smith y David Ricardo. Desde la
revolución de 1789, Francia había sido el caldo de cultivo de doctrinas
socialistas con figuras como Babeuf, que ya en 1789 levanta las banderas rojas
y que termina guillotinado, o SaintSimon y hechos políticos de la envergadura
de la Comuna de París de 1871, primera experiencia de una insurrección
obrera y popular que logra controlar París durante unos meses. Este
pensamiento socialista es calificado por Marx como socialismo utópico, como
una expresión voluntarista al que opondrá el socialismo científico. Mientras los
socialistas utópicos imaginaban al socialismo como una vuelta hacia un pasado
más simple, Marx lo entiende como el avance hacia un mayor grado de
complejidad y desarrollo social, posibilitado por el capitalismo.
73
las ideas de la modernidad surgidas en interacción con la lucha política y el
desarrollo científico- tecnológico modelaron el mundo en el que vivimos. Aunque
en pugna entre sí, muchas veces desvirtuadas al llevarse a la práctica y hasta
habiendo engendrado criaturas monstruosas, su sello se encuentra presente en
las instituciones políticas y las prácticas sociales desde la salud a la educación, en
los valores, las creencias y las actitudes de millones de hombres por todo el
planeta. Cuando Charles Chaplin, en plena Segunda Guerra Mundial, en "El gran
dictador" llamaba a luchar, lo hacía para liberar al mundo y acabar con las
barreras, los odios y la intolerancia -ideal universalista-, por un mundo con
raciocinio y en democracia, en el que la ciencia y el progreso nos conduzcan a la
felicidad, es decir, levantaba todavía los grandes ideales de la modernidad.
Terminada la guerra... ¿se realizaron estos ideales? y lo que es más importante
¿continuaron o continúan, los mismos, jugando un papel orientador, siendo
movilizantes? Para contestar estas preguntas debemos detener por ahora el
recorrido por las ideas de la modernidad y pasar a considerar los cambios que en
el orden económico social permiten hablar de sociedades posindustriales, que
constituyen el ámbito en el que se desarrollan las ideas de posmodernidad.
Podemos ahora volver atrás y recordar que, para Lyotard, la posmodernidad sería
una edad de la cultura que se correspondería con un tipo de sociedad a la que se
llama sociedad posindustrial. Para comprender entonces la cultura posmoderna,
debemos ahora presentar sucintamente las sociedades posindustriales, el marco
en el que se gesta la cultura posmoderna. La sociedad posindustrial, también
llamada capitalismo tardío, era tecnotrónica, se habría desarrollado
fundamentalmente en los países capitalistas avanzados luego de finalizada la
segunda guerra mundial, desde los años cincuenta en adelante y se caracterizaría
por un notable desarrollo de las fuerzas productivas -a través de la automatización
y la cibernética que produciría una enorme riqueza material, y una profunda
modificación en la composición de las clases sociales: disminución de la cantidad
de obreros agrícolas e industriales, aumento de profesionales liberales, técnicos,
científicos y empleados. Las sociedades industriales se habían desarrollado sobre
la base del modelo taylorista de producción en grandes series, la línea de montaje
que tan fácilmente se asocia con la producción de los sólidos Ford T, y que en su
momento satirizara Chaplin en "Tiempos Modernos"; en cambio, en las sociedades
posindustriales predominaría la producción de, relativamente, pequeñas series de
artículos que son fabricados para una duración mucho más breve, ya que la
constante innovación tecnológica los tornará obsoletos rápidamente. Dicho en
forma gráfica: ya no hay unos pocos modelos de televisores o heladeras repetidos
hasta el infinito, sino una infinita variedad; tampoco se pretende que estos artículos
vayan a "durar toda la vida", sino un corto período de tiempo porque pronto serán
reemplazados por modelos más avanzados. Por otra parte, el sector terciario, la
producción de servicios concentra la mayor parte de la población económicamente
activa, porque la industria automatizada necesita menos personal pero mucho más
capacitado. En este contexto, el conocimiento es la fuerza de producción
fundamental y la información y su adecuada circulación es imprescindible para el
éxito de los emprendimientos económicos. También la producción agropecuaria
sufre importantes modificaciones: continúa
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el desarrollo de la tecnificación, pero hay mucho más cuidado en el empleo de
agroquímicos, apreciándose una producción más "natural", libre de agentes
contaminantes. Los cultivos orgánicos, sin embargo, no suponen un retorno a
métodos artesanales, sino, por ejemplo, un control biológico de plagas que
requiere un gran conocimiento de las distintas especies y una tecnología capaz de
interferir en su reproducción sin necesidad de rociar los cultivos con productos
químicos de alta toxicidad. Las modificaciones tienen lugar no sólo en la faz
productiva, sino también en la comercialización de millones de mercancías en la
que se desarrollan nuevas y sofisticadas formas de marketing. El supermercado
tradicional, por ejemplo, en el que se compra y vende masivamente una gama de
productos poco variados, se corresponde más bien con la fase industrial; hoy, en
cambio, los grandes supermercados realizan sus ganancias sobre la base de
diseñar políticas de venta muy cuidadas para intentar diferenciarse evidenciando
un gran conocimiento de las necesidades y deseos de los clientes. Ejemplo de
estas políticas es el ofrecimiento de múltiples productos, envasados de distintas
maneras, con presentaciones especiales, premios, y asociados entre sí (una
gaseosa puede venderse junto con un vaso que tiene impresa una imagen de los
"Simpson"). Quizás la cara más visible para el gran público de las nuevas formas
de comercialización esté dada por la presencia de los "shoppings", esos
gigantescos centros comerciales que constituyen un monumento al consumo v que
reorganizan la vida de millones de personas pues, al decir del norteamericano Alan
T. Durning: "Los centros comerciales se convirtieron en las plazas de nuestra vida
pública, y las marcas y cadenas de negocios que allí conviven son los íconos de
nuestra cultura popular."
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en los lugares que están muy lejos de constituir sociedades posindustriales o
que viven la época de pos industrialización de un modo muy distinto, como lo
son los países sudamericanos. Por otra parte, vale la pena señalar que el
concepto mismo de sociedad posindustrial no es aceptado por otros autores
que prefieren hablar de capitalismo tardío o capitalismo avanzado para resaltar
que de lo que se trata es de la etapa del capitalismo multinacional, en la que el
capital se extiende a territorios o dominios antes no tan mercantilizados como
los relacionados con la producción estética que, como lo hace notar el
norteamericano Fredric Jameson, en su libro El posmodernismo o la lógica
cultural del capitalismo avanzado, recibe hoy apoyos institucionales y canaliza
inversiones multimillonarias, desde los vestidos hasta los aviones, pasando
fundamentalmente por la arquitectura cuyos productos están más cercanos a la
economía, con cifras de negocios siempre crecientes.
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maneras de pensar. Uno de los grandes relatos modernos es de origen
hegeliano: la historia humana es concebida como la marcha del espíritu hacia
la libertad, todo lo real es racional y todo lo racional es real. Otro de los grandes
relatos es el de la emancipación de los trabajadores y la lucha por la sociedad
sin clases, de origen marxista. Un tercer gran relato de origen positivista
promete un mundo de bienestar para todos basado en el desarrollo de la
ciencia y la industria.
"El pensamiento y la acción de los siglos XIX y XX están dominados por la idea
de la emancipación de la humanidad. Esta idea es elaborada a finales del siglo
XVIII en la filosofía de las Luces y en la Revolución Francesa. El progreso de
las ciencias, de las artes y de las libertades políticas liberará a toda la
humanidad de la ignorancia, de la pobreza, de la incultura, del despotismo y no
sólo producirá hombres felices sino que, en especial gracias a la Escuela,
generará ciudadanos ilustrados, dueños de su propio destino. 'De esta fuente
surgen todas las corrientes políticas de los últimos dos siglos, con excepción de
la reacción tradicional y del nazismo. Entre el liberalismo político, el liberalismo
económico, los marxismos, los anarquismos, el radicalismo de la III República,
los socialismos, las divergencias, incluso violentas, pesan poco si se las
compara con la unanimidad que reina en todas partes cuando se trata del fin
que se ha de alcanzar.
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que ha hecho posible el estallido de las guerras totales, los totalitarismos, la
brecha creciente entre la riqueza del Norte y la pobreza del Sur, el desempleo y
la 'nueva pobreza', la deculturación general con la crisis de la Escuela..."
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alrededor del término "futuro", palabras que sólo tenían sentido por referencia
al mismo tales como "ideal", "proyecto", "progreso", palabras que habían
servido como nombre de cines, teatros, mueblerías y confiterías. También
estas palabras (podría constatar Lyotard) se encuentran en "declinación en la
opinión general" y no sólo en los países desarrollados. En su reemplazo, se
acuñan o reactualizan otras expresiones más propias de la época como
"reciclaje", "relax", "imagen", "consumo", "final de la historia", etc. En lo que
sigue exploraremos las ideas de posmodernidad en las áreas de la arquitectura
y la expresión estética, las concepciones antropológicas y el mundo de los
valores, las nuevas actitudes ante la ciencia y las teorías sobre el final de la
historia, considerando a diversos autores que han llamado la atención sobre
ideas y sucesos que signan el mundo en que vivimos.
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propiamente dicho acto de cambiar de canal cuando llega la tanda publicitaria que
corta un programa. El zipping, que consiste en acelerar el pasaje de un programa
que el individuo ha grabado en videocasete, con el fin de 'saltar' los spots
publicitarios. El flipping, que cambia de programa durante una emisión, sin que ese
cambio tenga ninguna relación con la tanda publicitaria. Y por último el grazing,
que es una ida y vuelta permanente entre dos o más programas y que traduce la
voluntad de seguir varias emisiones simultáneamente."
Aunque más adelante será objeto de estudio específico, vale la pena señalar
que la escuela, en general, permanece al margen de esta revolución en las
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comunicaciones que implican los medios e ignorante de la cultura de la imagen
en la que se encuentra, a pesar de que sus alumnos, los jóvenes, son los
mayores consumidores de esa cultura de la imagen. Como dice Oscar Landi:
'En un mundo hipermediado como el que vivimos, en el que una imagen borra
a la otra y una noticia desaparece rápidamente de la escena por la
superposición de otra nueva, la escuela podría jugar un gran rol en la formación
de competencias para clasificar, ordenar, interpretar, jerarquizar y criticar el tan
fluido y caótico mundo de imágenes y palabras en el que vivimos."
Aunque, en general, esta exaltación del cuerpo que abarca a hombres y mujeres
es presentada como un cuidado del mismo, como la defensa de un tipo de vida
sana y saludable, y, a veces, algunas de las dietas o gimnasias pueden
efectivamente producir este resultado, en la mayor parte de las ocasiones se trata
más bien de lucir un envase o un envoltorio superficialmente presentable y
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es por eso que esta exaltación del cuerpo se acompaña de una exaltación de
los sentidos y de un hedonismo que, en general, conspira contra la salud. Dos
mil quinientos años después comprobamos que Platón estaba equivocado, no
somos el alma, sino el cuerpo. Porque somos el cuerpo es que lo mostramos
desnudo con llamativa facilidad y el nudismo se encuentra en ascenso en la
cultura posmoderna. El sujeto se autoconcibe como un individuo constituido por
un cuerpo con necesidades que deben ser satisfechas constantemente y que,
al mismo tiempo, se va consumiendo irremediablemente, aunque, una batería
de terapias logre demorar la decadencia.
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implacable su indeterminación constructiva. Lo que desaparece es esa imagen
rigorista de la libertad, dando paso a nuevos valores que apuntan al libre
despliegue de la personalidad íntima, la legitimación del placer, el
reconocimiento de las peticiones singulares, la modelación de las instituciones
en base a las aspiraciones de los individuos."
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ciencia y en la técnica, se instituyó como ruptura con las jerarquías de sangre y
la soberanía sagrada, con las tradiciones y los particularismos en nombre de lo
universal, de la razón, de la revolución. Esa época se está disipando a ojos
vistas; en parte, es contra esos principios futuristas que se establecen nuestras
sociedades, por este hecho posmodernas, ávidas de identidad, de diferencia,
de conservación, de tranquilidad, de realización personal inmediata; se
disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya nadie cree en el porvenir radiante
de la revolución y el progreso, la gente quiere vivir enseguida, aquí y ahora,
conservarse joven y no ya forjar el hombre nuevo."
Para Lipovetzky, la sociedad posmoderna es la era del vacío en la que los sucesos
y las personas pasan y se deslizan, en la que no hay í ojos ni tabúes definitivos,
pero tampoco tragedia o apocalipsis. En la sociedad posmoderna no hay lugar
para la revolución, ni para fuertes compromisos políticos, la sociedad es como es y
la idea de cambiar radicalmente a la misma, no se le ocurre a nadie. Naturalmente,
también la educación se modifica de una época a otra: después de la educación
autoritaria y mecánica, que Lipovetzky atribuye a la modernidad, se constituye el
"régimen homeopático y cibernético"; después de la administración imperativa, la
programación opcional, a la carta, que sería propia de la posmodernidad. Más
adelante volveremos sobre la cuestión de la educación en las condiciones de
posmodernidad. La sociedad posmoderna es la del consumo cool, más discreto,
más íntimo que el consumo ostentoso o hot de unas décadas atrás. Se necesitaba
de la riqueza proporcionada por la sociedad posindustrial, de la afluencia de
bienes y su inmensa diversidad, para que se produjera esta segunda revolución
individualista, que rompe con la etapa democrática autoritaria" que caracterizó la
primera irrupción del individualismo en los inicios de la modernidad definitiva de
una segunda fase de la modernidad en la que se acentúa el proceso de
personalización. Otros autores, como el antropólogo francés Marc Augé, en una
línea afín con Lipovetzky, han señalado, que no hay una posmodernidad, sino más
bien una "sobremodernidad", expresión con la que se quiere indicar que las
sociedades posindustriales viven los desarrollos o "excesos" de la modernidad,
exceso de acontecimientos, saturación de imágenes que nos permiten visualizarlo
todo, desde las calles de San Francisco hasta los desiertos de África, y exceso de
individualización. (26)
Para Finkielkraut, sin embargo, hay una abismo entre el surgimiento del
individuo en los tiempos modernos que, significó una emancipación del yo del
nosotros, de la razón frente a los tabúes, del pensamiento frente a las
tradiciones seculares, y el egoísmo posmoderno en el que el individuo sustituye
su razón por sus pulsiones. Así dice: "Vivimos en la hora de los feelíngs: ya no
existe verdad ni mentira, estereotipo ni invención, belleza ni fealdad, sino una
paleta infinita de placeres, diferentes e iguales. La democracia que implicaba el
acceso de todos a la cultura se define ahora por el derecho de cada cual a la
cultura de su elección (o a denominar cultura su pulsión del momento)." (27)
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ente más para vivir en paz con los otros hombres, las otras especies vivas y en
equilibrio con todo el medio ambiente. Muchos planteos ecologistas se inscriben
en esta línea de pensamiento y se constituyen en un lugar común en el
pensamiento de vastos sectores. Aunque estos planteos naturalistas de cuño
oriental puedan enfrentarse en muchos aspectos con la sociedad de consumo y la
era del vacío de Lipovetzky, tienen en común la disolución del sujeto racional que
se proponía transformar el mundo a través de las grandes utopías, para dar paso,
por una parte a un sujeto egoísta y por el otro a un sujeto que se disuelve en la
naturaleza, parecidos, al fin y al cabo, en la pérdida de la autoconciencia.
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Estado de la Situación de la Niñez y la Adolescencia en Argentina. UNICEF –
Argentina Año 2016
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Duschattzky, Silvia. Corea, Cristina. (2009) Chicos en Banda: los caminos
de la subjetividad en el declive de las instituciones. Ficha bibliográfica.
Federación de educadores bonaerenses. Buenos Aires. (pp. 1-14)
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Educar para la tolerancia. Materiales didácticos Nº 9. Movimiento contra la
intolerancia. Sin fronteras. Nº 2. México. 2009. (pp. 7-38)
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MATERIAL DEL CURSO: “Nuevos escenarios de intervención de
Gendarmería Nacional: género, diversidad y violencia institucional”.
Elaborado por la Prof. Dra. Ana Yanina Aguirre –Escuela de Suboficiales de
G.N
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Gendarmería Nacional: género, diversidad y violencia institucional”.
Elaborado por la Prof. Dra. Ana Yanina Aguirre –Escuela de Suboficiales de
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BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
De Gregorio, Eduardo. (2003) Seminario Taller de Educación Rural.
Licenciatura en EGB 1 y 2. Universidad Nacional de Santiago del Estero.
Escuela para la innovación educativa. Manuscrito no publicado.
De los Ríos, Fernando. (1968) Versión Castellana del Libro Contrato Social
de Juan Jacobo Rousseau. Libro I. Capítulos I al IX. Editorial Espasa-calpe.
Madrid. (pp. 1-9)
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BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
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